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El problema ético

El hombre
La ética se enrumba en uno u otro sentido, según el concepto que se tenga de la naturaleza
del hombre. De aquí la utilidad de escuchar a las diversas ciencias antropológicas.
a) La antropología natural, y sintiendo más en la parte somática del hombre y
penetrando en la diferencia que el cuerpo humano tiene con el de los demás
animales, afirma que ningún animal goza de cuerpo mejor organizado que el
hombre, ni de un sistema nervioso más adaptado para trabajar a órdenes de la
inteligencia y de la voluntad.
b) La antropología filosófica materialista, en cuanto al alma, espíritu e inmortal,
niega que esta exista o se pueda probar filosóficamente.
c) La antropología filosófica espiritualista, tras un prolijo análisis de los fenómenos
vitales en el hombre, especialmente del funcionamiento de la inteligencia y de la
voluntad, que alcanza objetos inmateriales, tales como la ciencia, el arte y la
religión, concluye que en el hombre hay un principio vital e inmaterial, no
dependiente en todo de las disposiciones corporales ni del cerebro mismo.
Principio de este inmaterial capaz de sobrevivir al cuerpo en un ejercicio
indefinido de la inteligencia y de la voluntad.
La voluntad se afirma aquí sin titubeos libre y responsable.
d) La psicología experimental, dedicada al analizar al yo en sus diversas formas y
actividades, halla en el hombre, entre otras, las originalísimas operaciones de la
inteligencia y de la voluntad, el instinto de la sociabilidad y los sentidos éticos,
estéticos y religiosos como en ningún otro ser organizado. Comprueba en el ser
humano el original sentimiento de personalidad y autonomía, mezclado con el de
heteronomía.
e) La historia profana en su calidad de ciencia de rencuentro y critica, destaca las
responsabilidades de los hechos humanos que expone.
El bueno o mal uso de la libertad ha determinado, según ella, el progreso o retroceso
de la humanidad.
f) La historia de las religiones, muestra el hombre como un ser evidentemente
religioso, nunca han existido, dice, pueblos ateos, solo individuos aislados.
El hombre, aun dentro del politeísmo, siempre ha creído en un dios de los dioses, ante
quien se es responsable y digno de castigo o de premio.

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