Está en la página 1de 4

La conservación del medio ambiente

El que existan muchas campañas para la conservación del medio ambiente, no es una
moda del momento. Nuestro planeta está en grave peligro y si no hacemos algo rápido, los efectos
de la contaminación pueden acelerarse mucho más de lo que se producen actualmente.
Ser responsables con nuestro ambiente no implica mucho esfuerzo y sí mucho beneficio. No solo
para nosotros mismos o las personas que nos rodean, sino y sobre todo para los que menos tienen
y necesitan con mayor razón de las fuentes de la naturaleza para sobrevivir.
La clave del cuidado ambiental está en el ahorro y la consideración. Es decir, en no desperdiciar
los recursos como el agua o las áreas verdes de los que otros se pueden favorecer y así contribuir
al equilibrio del planeta y a la larga a un beneficio en común.
Tal vez no podamos reforestar un bosque completo o construir una planta de energía solar.
Pero basta con usar un vaso con agua cada vez que nos cepillemos los dientes o plantar un árbol
en el parque de nuestra colonia, inclusive desconectando los electrodomésticos cuando no los
usemos, así podríamos ahorrar económicamente, haciendo cosas pequeñas de pueden lograr
grandes cambios, y más si compartimos los conocimientos con las personas que nos rodean.
Una de las prácticas más recomendadas, según los expertos en educación, es el enseñar y
fomentar desde una temprana edad el cuidado y amor al planeta tierra, crear campañas a nivel
escolar con la participación de los estudiantes como los familiares.
“El cuidado del medio ambiente es un problema que tenemos todos en común” – Gro Harlem
Brudtland.
"Ser ecologista en el primer mundo es relativamente fácil. Prueba a serlo en Kenia como
mujer". Así introduce Txema Campillo a Maathai. Esta premio Nobel de la Paz plantó más de un
millón de árboles en un intento por detener la desertización en el África central.
Cuidando el planeta en el que vivimos podemos mejorar la calidad de vida para nuestros
predecesores, usando nuestra creatividad al reciclar, compartiendo conocimientos a los demás y
participando sin reclamar.

La Iglesia ante el aborto


La Iglesia cristiana, en sus comiencos, se caracterizó por una clara afirmación
del valor de la vida no-nacida, en un mundo en que el aborto era una práctica
frecuente. Uno de los primeros pensadores cristianos que se opuso al aborto fue
Atenágoras (s. II). En su conocida Apología o Defensa de los cristianos respondía a la
acusación existente entre los paganos de que aquellos sacrificaban un niño en sus
celebraciones eucarísticas. Atenágoras arguye contra de esa acusación que cómo iban
a sacrificar un niño inocente aquellos que consideraban sagrada la vida aun antes del
nacimiento.
Esta defensa de la vida no-nacida, afirmada por Atenágoras, era coherente con
una actitud global que consideraba inaceptable el recurso a la violencla contra todo ser
humano. La Iglesia preconstantiniana no sólo condenaba el aborto, sino que tenía
actitudes muy críticas sobre la pena de muerte, la participación en el ejército y la
misma defensa propia. Las afirmaciones de Jesús sobre la dignidad de todo ser
humano, sobre el amor al enemigo y de no responder a la violencia con la misma
violencia, de que no se vence el mal con el mal, sino con el bien… tuvieron un eco muy
importante en las actitudes eclesiales ante la violencia física y el respeto debido a todo
ser humano.
Hoy existe una creciente conciencia en amplios sectores de la Iglesia de que se
hace necesaria una actitud general de coherencia en el respeto a toda vida humana.
Desde nuestro punto de vista, la actitud de respeto a la vida no-nacida debe
extenderse a otros problemas en que la vida humana está cuestionada. Uno de ellos es
el de la pena de muerte; la condición de «no-inocente» del delincuente no le priva de
su intrínseca dignidad humana. El don de la vida no debe ser relativizado por el hecho
de que se trate de una persona culpable.
En esa búsqueda general de coherencia es extraordinariamente importante
crear cauces de ayuda a las mujeres que viven su embarazo con dificultad. La
institución eclesial, como otros movimientos que defienden la vida no-nacida, no
pueden limitarse a declaraciones de principio y acciones legales. Tienen, además, el
cometido de organizar sistemas de ayuda para poder evitar el aborto. Existen
indiscutiblemente algunas realizaciones, pero habría que desarrollarlas y potenciarlas
mucho más. Por otra parte, no se pueden eludir las responsabilidades sociales: detrás
del problema del aborto hay injustas discriminaciones de la mujer -especialmente de la
madre soltera- y situaciones de pobreza y de marginación que llevan a la mujer al
aborto. Además hay que añadir que no sólo se aborta cuando se impide el nacimiento
de un niño; también hay que hablar de otra forma de aborto: cuando el proceso de
personalización de un ser ya nacido tropieza con dramáticas dificultades en su
desarrollo, como consecuencia de la pobreza y del subdesarrollo.
El que afirma el valor de la vida no nacida, pero que posee ya un «destino
humano» debe ser muy sensible también al valor de otras vidas ya nacidas y cuyo
destino humano está también amenazado. Adolfo Pérez Esquivel (Premio Nobel de la
Paz, 1980) decía: «Quien justifica el aborto, justifica la pena de muerte, y yo estoy
contra la pena de muerte y contra el aborto. Ser progresista significa defender la vida
y nada más». Esta es también mi postura personal, insistiendo en que «defender la
vida y nada más» significa una profunda remodelación y cuestionamiento de nuestras
opciones y convicciones éticas.
La reinserción de presos en la sociedad

La prisión en España tiene como objetivo la reeducación y la rehabilitación de


los criminales, y la reinserción de éstos en la sociedad, a diferencia de otros países que
castigan a los delincuentes mediante la tortura e incluso con la muerte.
En nuestro país, no se contempla la pena de cadena perpetua, si alguien lleva a cabo
un asesinato su pena máxima será veinticinco años.
Es de sentido común pensar que si un individuo ha cometido un crimen grave
puede volver a realizar la misma acción, sin embargo también cabe la posibilidad de
que no sea así.
En una sociedad moderna no se debería aislar a las personas sin más. En un
principio, es imposible juzgar si el preso se puede volver a adaptar a la sociedad o no,
esto se tendrá que evaluar a lo largo de la estancia del criminal en la cárcel
observando sus progresos, cosa que ya se esta llevando a cabo.
Para garantizar una mejor reinserción es necesario mejorar el sistema
carcelario, primero, construyendo más cárceles en mejores condiciones para que no se
abarroten e instalando un preso por celda, y así mejorar el buen comportamiento de
éstos. También es importante crear programas educativos, ayudas psicológicas,
talleres para aprender oficios, etc.
Por último, opino que cumplir o no íntegramente las penas de cadena perpetua
depende de cada caso. El hecho de que un individuo pueda convivir en sociedad sin
correr riesgos se evaluará durante la estancia en la cárcel dependiendo de si
evoluciona favorablemente o no.
No se puede aplicar una norma general a todo el mundo porque cada caso es
diferente.

Sí a la eutanasia

La eutanasia
Actualmente, la eutanasia es un problema muy debatido, sobre todo después de que
saliera en el cine la película “Mar adentro”. Etimológicamente hablando, la palabra eutanasia
proviene del griego “Eu y Thanatos” que significa “buena muerte“. Es un derecho del paciente a
decidir el momento y la forma de su muerte. Pero hay gente que piensa que morir de esta forma
no es digno.
La vida es el derecho más grande, pero cuando se ve afectada por una salud lamentable
lleva a quien la padece a verse recluida en una habitación de cuidados intensivos, donde su
existencia dependerá de una máquina que lo haga respirar o moverse. En estos casos es cuando
debemos preguntarnos si en ese momento estamos alargando la vida, o prolongando la agonía
que padece esa persona.
Mucha gente no está a favor de la eutanasia por sus creencias religiosas. El catolicismo,
como otras religiones, presenta una ideología contraria a dicho método. No podemos quitarnos la
vida a nosotros mismos porque “es un regalo de Dios” y quitárnosla sería como no aceptar ese
regalo que muchos querrían tener. El Papa dice “Jesús no deja de enseñar a sus discípulos que
para entrar en su gloria debe padecer mucho, ser rechazado, condenado y crucificado, siendo el
sufrimiento parte integrante de su misión”( http://www.mensajedelpapa.es/eutanasia_45.html).Yo
pienso que una religión no debería de estar a favor del sufrimiento del ser humano, debería
buscar la mayor felicidad para todos y de esta forma no lo consigue.
Desde hace tiempo los médicos han participado en decisiones sobre el fin de la vida y
actualmente es común finalizar tratamientos en algunos casos, aunque esto conlleve la muerte al
paciente. Por ejemplo, una persona que tiene un cáncer incurable puede decidir si tratarse con la
quimioterapia y vivir más pero quizás peor; o no seguir el tratamiento y disfrutar de lo poco que le
quede.
Hace poco se hablaba del caso de una italiana que sufrió un accidente y se quedó en
estado vegetativo. Después de dieciséis largos años decidieron aplicarle la eutanasia. Y ahora es
cuando a mí me gustaría preguntar por el sufrimiento de su familia durante todo ese tiempo. Yo
creo que a Eluana no le hubiera gustado ver a sus seres queridos sufriendo por ella ni luchando
por su forma digna de morir.
Por lo tanto, defiendo el derecho de morir con dignidad porque hay personas que viven
una vida llena de sufrimiento y ya nos les queda fuerzas para tirar adelante. En otros casos en los
cuales el paciente está en estado vegetativo y es consciente de lo que pasa a su alrededor, él
sufre en silencio y su familia también. Merecen dejar de sufrir y descansar en paz si así lo
desean.

También podría gustarte