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Dadaísmo

El dadaísmo es una vanguardia “anti arte” que no busca una estética definida. Sus

miembros estaban más interesados en la idea de “fabricación de objetos” más que

en la “creación”, ya que de esto dependía su carácter polémico así como la influencia

del azar en este proceso de fabricación. Además las “obras” dadaístas, con toda su

irregularidad, aparecen violentamente en un universo donde las obras de arte son

vistas como “auténticas”1.

La situación de la posguerra moldeó la visión nihilista de la cual los dadaístas

estaban empapados pues se mostraron críticos y reacios a la realidad

mercantil/comercial del arte. De igual forma, la acartonada moral establecida de la

sociedad del siglo XX les parecía vomitiva. Es por ello que en sus “obras” expusieron

la decadencia y el desorden del mundo siempre anteponiendo la provocación pues,

de esta manera, podían mover a sus espectadores.

Dadá otorga una suerte de desmitificación del artista así como de la obra de

arte, además de un proceso de descontextualización del objeto, por ejemplo el urinal

de Duchamp. En cuanto al proceso y técnicas de fabricación, Kurt Schwitters fue uno

de los precursores en el uso variado de materiales. También al austríaco Raoul

Hausmann se le atribuye la idea de “crear cuadros” con fotografías recortadas y, en

este sentido, los dadaístas fueron los primeros en servirse de la foto para crear.

1
MICHELLI, Mario de, Las Vanguardias artísticas del siglo XX, Alianza editorial, 2011, pág. 141.
El quehacer dadaísta intentó romper con la barrera de los géneros literarios, dando

como resultado el cuadro-manifiesto-fotografía, las poesías dibujadas, el grabado

tipográfico figurativo y los poemas fonéticos2.

Así también, en el campo de la literatura, “la poesía de sobrero” (el cual Tristan Tzara

describe de forma juguetona) surge como un proceso innovador.

En el caso de nuestra obra de arte, ésta representa al dadá en su sentido

descontextualizador y absurdo respecto de su no-uso/funcionalidad.

2
Ibidem, pág. 147.

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