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Arte Del Antiguo Egipto 1
Arte Del Antiguo Egipto 1
Una de las características del Antiguo Egipto es su singular arte, con obras
monumentales que generalmente tenían carácter simbólico, funerario o religioso.
Aunque el concepto de Arte es moderno, es perfectamente utilizable en la
arquitectura, escultura, pintura y joyería egipcias, siendo muchas de sus
realizaciones auténticas obras de arte y no simples trabajos de artesanía.
Gracias al seco clima de Egipto y a ser enterradas por la arena del desierto (o por
sus propietarios, para gozar de ellas en la "otra vida") nos han llegado en
aceptable estado de conservación multitud de auténticas obras de arte, a pesar de
la utilización de los monumentos como canteras, las guerras o los innumerables
saqueos de tumbas y templos.
Periodo Arcaico
Esta época surge marcada por la influencia del faraón Dyeser (Zoser), quien
traslada la capital a Menfis y extiende el Imperio egipcio desde Nubia al Sinaí.
Aunque más importante que Dyeser fue su visir Imhotep, el arquitecto diseñador
de la pirámide escalonada de Saqqara, sumo sacerdote de Ptah, divinizado en
la época ptolemaica. También las grandes pirámides de Guiza, atribuidas a los
faraones Keops, Kefrén y Micerino se datan en este periodo.
Tras el largo reinado del faraón Pepy II (94 años), y ante la debilidad del poder
real, los nomarcas (gobernadores de los nomos) se hacen fuertes, y convierten
sus cargos en hereditarios. Entonces Egipto pasó a un período histórico en el cual
se descentralizó fuertemente el sistema político, siendo denominado por los
historiadores primer período intermedio.
Estatua de Menkaura.Museo
Egipcio de El Cairo.
Lo mismo puede decirse de Amenemhet, del Museo del Louvre, que se titula a sí
mismo nada menos que "jefe de los profetas de Shedit". Es posible que este sea
el secreto de la belleza del arte del Imperio Medio: su expresión cohibida, unas
veces, y, otras, dolorosa.
Sin embargo, la dificultad, cada vez mayor, de esculpir figuras exentas, obligó a
producir estelas en relieve, que iban colocadas en la antesala del sepulcro y
sustituían las estatuas de las primeras dinastías.
En ocasiones, las figuras eran coloreadas -en tono rojo oscuro los hombres y
rosado pálido las mujeres. Los perfiles exquisitos de los cuerpos, de líneas
deliberadamente alargadas, parecen dibujos más que relieves. Todavía hoy
transmiten el encanto de las gráciles y esbeltas figuras femeninas blancas de la
estela del intendente Nakhti (Louvre), y de las suntuosamente coloreadas de la
tumba de Djehuty-hetep, enfundadas en sus túnicas ceñidas sobre el cuerpo y con
su provocador escote a la moda de la época.
Otra serie de figuras típicas del Imperio Medio son los llamados "modelos" o
"maquetas" y las figuras de sirvientas o esclavas con las que se enterraban los
grandes señores. Son piezas de madera que, en el caso de algunos "modelos",
representan moradas enteras.
El final del Imperio Medio viene determinado por la invasión de los hiksos, un
pueblo semita, procedente del desierto de Arabia, que invadió el Bajo Egipto hacia
el 1700 a.C. Estos bárbaros, armados con espadas y lanzas de hierro y utilizando
carros, dominaron el delta durante casi un siglo y medio. Los faraones les
pagaban tributo desde su capital de Tebas, en el lejano Sur. Pero el 1580,
Ahmosis, fundador de la XVIII Dinastía, los expulsó hacia Palestina. Con ello
terminaba el Segundo Período Intermedio y se iniciaba la larga etapa que recibe el
nombre de Imperio Nuevo
La arquitectura egipcia es
fundamental porque a ella se vinculan
la escultura y la pintura.
En ella se acusa mucho la influencia del medio en el que se desarrolla.
Características principales:
Es una arquitectura horizontal (igual que el paisaje de Egipto).
Es una arquitectura arquitrabada; aunque conocen la bóveda y el arco no lo
utilizan.
Es una arquitectura realizada en piedra, que daba una gran consistencia a los
edificios que ha llegado hasta nuestros días.
En un primer momento se usaron la madera, el adobe y el ladrillo, pero dejan de
usarse como material principal ya en el Imperio Antiguo.
Es una arquitectura monumental
Utiliza unos soportes que son los que nos definen el arte egipcio:
El muro: tiende a tener forma de talud, suele estar ligeramente inclinado y
generalmente termina con una moldura de forma convexa llamada gola
El pilar: no es el soporte más usado, sólo para reforzar algunos muros,
especialmente en el Imperio Antiguo y por imitación en el Nuevo. El pilar de planta
rectangular es el más utilizado, a veces está acanalado. Sin embargo, el más
importante es el pilar osiriaco, que aunque aparece en el Imperio Medio es
característico del Nuevo. Se trata de un pilar de sección cuadrada que en una de
sus caras lleva adosada una estatua de Osiris con la cara del faraón.
La columna: es el soporte más característico.
Tipos de columnas
Columna cilíndrica: es la más sencilla, con el fuste circular y liso
y sin capitel.
Columna acanalada o protodórica: fuste acanalado y sin capitel,
usada en el Imperio Antiguo y en el Nuevo
Se incluyen las Dinastías XIII y XVII. Tiene lugar una etapa de irregularidad en la
sucesión dinástica, acompañada por la invasión de los extranjeros llamados
hicsos.
Los jefes hicsos, después de haberse instalado en Avaris, habían ido extendiendo
su poder por toda la zona oriental del Delta de forma lenta pero segura.
Finalmente, sintiéndose fuertes, decidieron apoderarse del trono faraónico, de la
capital y del gobierno. Así, el acceso al poder de los hicsos parece más un cambio
dinástico o un golpe de estado que una invasión repentina.
Mientras que el paso del Reino Antiguo al Primer Período Intermedio ha sido
caracterizado como una época de autonomía de las regiones, donde los
gobernadores actuaban como las únicas autoridades en sus circunscripciones, el
Segundo Período Intermedio vio la aparición de numerosos reyes.
Por eso este período tiende a ser contemplado como una época de cierta
continuidad.
REINO NUEVO O IMPERIO NUEVO (c. 1570-1070 a. C.)
El Imperio Nuevo comprende las Dinastías XVIII a XX (1570-1070 a.C). Esta etapa
fue un momento de esplendor, gracias a la labor de los príncipes tebanos de la
Dinastía XVIII para fortalecer el Estado, expulsar a los hicsos, restablecer las
relaciones internacionales y reabrir las rutas comerciales, iniciando además una
época de conquistas en el exterior. Se instaló la capital en Tebas, en el sur y se
llevó a cabo la restauración de la unidad del Alto y Bajo Egipto, perdida durante
parte el Segundo Período Intermedio, ya que como dijimos, Apopis, al menos en el
vaso de Almuñécar, se titula rey del Alto y Bajo Egipto. Hubo desde el principio
una gran actividad para reorganizar el país, lo que produjo una gran prosperidad,
reflejada en la construcción de numerosos monumentos.
Fue el núcleo a partir del cual, durante los siguientes dos mil años, decenas de
faraones fueron creando y remodelando uno de los lugares de culto más ricos y
espectaculares de la Antigüedad, en el que los arqueólogos han catalogado más
de doscientas estructuras.
Hay que tener en cuenta que un templo egipcio no era un lugar al que el pueblo
acudiera a rezar, sino que constituía la residencia del dios (era su hut, su
«mansión»). Por ello, a los sacerdotes se les llama en egipcio hemu-netjer, «los
sirvientes del dios».
En un texto del reinado de Amenhotep III (1402-1364 a.C.) se dice que la barca de
Amón «está rematada con plata pura y toda ella está trabajada en oro, y alberga
en su interior un altar enorme de oro».
Durante las grandes festividades tebanas, como la fiesta de Opet y la Bella Fiesta
del Valle, la barca del dios se trasladaba hasta un punto del Nilo donde se había
construido un muelle que se conserva intacto. A través de un canal, se unía con el
río y permitía el atraque de las barcazas que transportaban por el Nilo a la
Userhat.
Una avenida de esfinges une este muelle con el templo. Las esfinges de Karnak
son crioesfinges, es decir, tienen cabeza de carnero, pues éste es uno de los
animales con los que se identificaba el dios Amón, y actuaban como protectoras
de las vías procesionales.
Dado que los egipcios de a pie no podían entrar en el recinto sagrado, a veces se
valían de intermediarios simbólicos para transmitir sus peticiones a la divinidad. En
Karnak, esta función la ejercían las estatuas del sabio Amenhotep hijo de Hapú,
escriba real y arquitecto de Amenhotep III, situadas ante la entrada del templo, en
las que podemos leer: « ¡Oh gentes de Karnak !, ¡vosotros los que deseáis ver a
Amón, venid a mí! Yo comunicaré vuestras peticiones!» Los numerosos tebanos
que solicitaron su intervención pulieron las estatuas con sus devotas caricias.
De ahí que, en Karnak, el enorme muro de doce metros de altura que rodea el
espacio sagrado, de 550 por 523 metros, esté hecho no con hiladas horizontales
de adobes, sino formando ondas. De esta forma se simbolizaba que el caos (las
aguas del Nun, representadas por las ondas) quedaba fuera del témenos o área
sagrada.
El lago debía de servir como escenario para muy diversas ceremonias, más que
para que los sacerdotes realizaran sus abluciones.
Al recinto se accedía a través de un pilono (bekhenet), una puerta monumental
con dos grandes torres a los lados. Un texto del reinado de Amenhotep III describe
el tercer pilono, que entonces era la fachada principal de Karnak: «Una enorme
puerta ante Amón-Re, cubierta totalmente de oro y labrada con la imagen del dios
bajo la forma de un carnero, decorada con lapislázuli verdadero y trabajada con
oro y costosas piedras. Ninguna obra anterior la iguala.
Está pavimentada con plata pura y en su cara exterior está cubierta de estrellas de
lapislázuli a ambos lados». Ante los pilonos se erigían estatuas colosales; la de
Amenhotep III se alza frente al pilono décimo, de 21 metros de alto.
En Karnak podemos ver hasta diez pilonos, seis en el eje principal y otros cuatro
en dirección al templo de Mut, la consorte de Amón. El más grande es,
precisamente, el de su fachada principal, obra de Nectanebo I (380-362 a.C.).
Mide 113 metros de lado. Quedó inacabado, pero de haberse concluido hubiera
alcanzado cuarenta metros de altura. Los pilonos son símbolos solares, pues
Representan las dos colinas del horizonte (akhet) por las que sale el sol.
La escena principal que los decora muestra al faraón venciendo a sus enemigos,
arrodillados ante él; es el triunfo del orden (el rey) sobre el caos (los enemigos).
En Karnak, esta escena aparece en los pilonos séptimo y octavo.
También data del reinado de Hat-shepsut una inscripción en la que se dice que
Djehuty, Inspector de Todos los Trabajos de Karnak, supervisó lo relativo a otros
dos obeliscos de 108 codos de altura (56 metros), chapados completamente de
electro. Tengamos en cuenta que el mayor obelisco que se conoce, el
«inacabado» de Asuán, mide 43 metros y pesa 1.260 toneladas.
Aquí hallamos dos grandes santuarios que sirvieron como reposaderos de las
barcas portátiles de la tríada tebana, formada por Amón, su esposa Mut y el hijo
de ambos, Khonsu. Con ocasión de las grandes festividades, las imágenes de los
dioses eran trasladadas en barcas en el curso de largas procesiones, durante las
cuales se utilizaban los reposaderos para dar descanso a las divinidades. Fueron
construidos en tiempos de Seti II (1200-1194 a.C.) y Ramsés III (1184-1153 a.C.).
Después del patio, siguiendo el esquema típico de un templo, nos encontramos
con una sala hipóstila o columnada. Esta sala da la idea de la espesura del
cañaveral que rodeaba la colina emergida del Nun, el océano primigenio.
El ejemplo de Karnak, cuya ejecución se
remonta a Seti I (1305-1289 a.C.), es
espectacular. La sala, de 103 por 52
metros, contiene 134 columnas
papiriformes, de las que las doce
centrales, con capiteles de más de cinco
metros de diámetro, alcanzan los 21
metros de alto frente a los 15 del resto de columnas.
Al mismo tiempo, los techos, decorados con estrellas, son cada vez más bajos,
para reflejar que nuestro ascenso nos va acercando al cielo. Por desgracia, el
núcleo del templo de Amón en Karnak no está tan bien conservado como para que
podamos percibir este detalle, que sí podemos advertir en otros templos más
tardíos, como el de Edfú.
Luxores una población egipcia edificada sobre las ruinas de la ciudad de Tebas, la
que fue capital del Imperio Nuevo del Antiguo Egipto, y capital del IV nomo del Alto
Egipto. Está situada en la ribera oriental del río Nilo, unos 200 km al norte de la
primera catarata (Asuán). Su población es de 451 318 habitantes.
Luxor forma parte de la antigua ciudad llamada Uaset (en egipcio antiguo), o
Tebas (en griego), denominada por Homero "La ciudad de las cien puertas", por
las numerosas puertas en sus murallas, y por los árabes Al-Uqsur la "Ciudad de
los Palacios", por sus hermosos edificios, tomados como palacios.
Es la ciudad de los grandes templos del antiguo Egipto (Luxor y Karnak), y de las
célebres necrópolis de la ribera occidental, donde se enterraron a los faraones y
nobles del Imperio Nuevo de Egipto, denominados el Valle de los Reyes y el Valle
de las Reinas.
Durante el comienzo del Imperio Antiguo, la capital egipcia era Menfis. Tebas
sucede a Menfis, c. de 2050 a. C., como capital durante la undécima dinastía
egipcia, siendo durante unos 1.500 años la capital del Antiguo Egipto
Este prodigioso monarca pasaría a la historia por llevar a sus tropas al curso de un
río enorme que, al contrario que el Nilo, no discurría de sur a norte, sino a la
inversa: el Éufrates. A la muerte, algo temprana, de Tutmosis I, Hatshepsut era la
mejor situada para sucederle en el trono, pues sus hermanos varones ya habían
muerto.
Forma parte del Museo al Aire Libre de Nubia y Asuán, declarado Patrimonio de la
Humanidad por la Unesco en 1979 con el nombre de Monumentos de Nubia de
Abu Simbel a File.
El templo está construido de forma que durante los días 21 de febrero y 21 de
octubre, los rayos solares penetran hasta el santuario, situado al fondo del templo,
e iluminan las caras de Amón, Ra, y Ramsés, quedando sólo la cara del dios Ptah
en penumbra, pues era considerado el dios de la oscuridad. Se cree que estas
fechas corresponden respectivamente a los días del cumpleaños del rey y al de su
coronación, aunque no existen datos que lo corroboren. Tras el desplazamiento
del templo, el fenómeno solar ocurre dos días más tarde de la fecha original.
Esta vuelta a los cánones del Imperio Antiguo, se corresponde con la necesidad
de contrarrestar las influencias extranjeras introducidas durante el reinado de las
dos anteriores Dinastías extranjeras. Las artes figurativas, mantienen el grado de
belleza y de ejecución que en las dinastías precedentes, realizadas en piedras
oscuras y duras. En las representaciones humanas destaca la elegancia y
suavidad de las formas, la perfección del acabado de la superficie y la estilización
de los rostros, negándose desde el principio al realismo kushita. Al acabar la
dinastía saíta, se observa una vuelta al realismo, mezclando las facciones de los
rostros y la sonrisa saítica con el realismo en arrugas de la edad. Entre las
imágenes de divinidades sobresale la Estatua de la Diosa Thoeris*.
Las escasas esculturas exentas de los faraones, nos muestran un alejamiento del
estilo realista de las anteriores dinastías. Delatan una falta de espíritu, a pesar de
la maestría y sofisticación de los trabajos realizados. Estas imágenes, la mayoría
de ellas fragmentadas, destacan por su excelente calidad, tal como se percibe en
la Cabeza de una estatua del faraón Amasis.
Los escultores saítas, además crearon figuras de animales sagrados con bronce –
con este material también figuras de dioses- Imágenes de gatos, halcones, monos,
ibis y perros demuestran la influencia de estos animales en los artesanos de la
época. La escultura en relieve, tiene el mismo elegante acabado que la exenta.
Los relieves neomenfitas de las tumbas de Saqqara y Gizeh imitan las tallas de las
paredes de las tumbas del Imperio Antiguo. En los enterramientos de los nobles
tebanos buscan temas ajenos a la antigua tradición.
ESTATUA DE LA DIOSA THOERIS
Esta escultura, iconográficamente híbrida con cabeza de
hipopótamo, cola de cocodrilo y garras de león, representa a
la diosa de los partos en pie en actitud de caminar sobre sus
patas traseras, que concluyen en garras de felino.
Una de las figuras más atractivas –que ha sido explotada por los medios masivos
de comunicación: televisión y cine- es la de Alejandro Magno, quien a sus 33 años
logró forjar un imperio que iba de Macedonia hasta las tierras del río Indo.
Subió al trono en el 336 a.C. luego del asesinato de su padre. Sus primeros años
de gobierno fueron dedicados a imponer a los pueblos que estaban bajo el
mandato de Macedonia, que tras la muerte de su padre se revelaron;
Se han elaborado varias teorías sobre la muerte del emperador, ya que murió a
los 33 años. Se cree que fue víctima de malaria, tifoidea, paludismo o de
envenenamiento. Murió el 10 de junio del 323 a.C (otros autores afirman que el
13) en el palacio de Nabucodonosor II en Babilonia. Su muerte causó un colapso
en el imperio y su inminente desaparición, ya que no tenía ningún heredero (su
hermano Filipo era deficiente, su hijo Alejandro nacería después de su muerte y
Heracles era considerado bastardo).
Lísimaco obtuvo Tracia y Asia Menor pero no fundó ninguna dinastía, pues no
consolidó su poder ni sus territorios. Mucho se ha dicho de la sexualidad del
emperador –como de muchas otras figuras de la antigua Grecia-. Se dice que
Hefestión, su comandante de caballería, fue uno de sus amantes. También se ha
planteado que tuvo como amante a Bagoas, un eunuco quien también fue amante
de Darío III.
La cuestión de la homosexualidad o bisexualidad de Alejandro ha sido punto
central de diferentes discusiones entre eruditos del tema; sin embargo estos
conceptos son considerados como anacronismos, ya que la noción de
“homosexualidad” no existía en ese periodo, sino que la atracción sexual entre
hombres era vista como normal y parte universal de lo que conforma a la
naturaleza humana, el hombre de la antigüedad era atraído por la belleza y
juventud, sin importar el sexo.
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Imperio_Medio_de _Egipto
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