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Peter Hall CIUDADES DEL MANANA Historia del urbanismo en el siglo XX Traduccion de Consol Freixa Ediciones & del Serbal Capitulo § La ciudad en la region El nacimiento de la planificacién regional: Edimburgo, Nueva York, Londres, 1900-1940 Sila Gudad jardin nacié en Inglaterra a partir de ideas norteamericanas, no hay duda de que la ciudad regional nacié en Estados Unidos de ideas que surgieton en Francia y que Iuego pasaron por Escocia. La planificacién regional empez6 con Patrick Geddes (1845-1932), hombre polifacético ¢ inclasificable que oficialmente daba cla ses de biologia (aunque es posible que hablara de todo excepto de biologia) en la Universidad de Dundee, aconsejaba alos dirigentes de la India sobre la manera de organizar sus ciudades y trataba de resumir el sentido de la vida en trozos de pa- pel. De los contactos que a comienzos de siglo tuvo con los geogratos franceses, ab- Sorbi6 su comunismo anarquista basado en las confederaciones libres de regiones auténomas. En los afios 1920, y gracias a su relacion con Lewis Mumford (1895), petiodista y socidlogo que orden6 las ideas de Geddes de modo coherente cosa que, ¢l propio profesor nunca habia conseguido, su filosofia paso a un grupo pequeno, peto brillante, de urbanistas de Nueva York, donde gracias a los potentes textos de Mumford se fusioné con las ideas mas afines de Howard, y se extendi6 por Fstados Unidos y por todo el mundo, Sus propuestas ejercleron enorme influen- ‘dia, coneretamente, en el New Deal de Franklin Delano Roosevelt de los aitos 1930, y posteriormente, entre 1940 y 1950, en la planificacién de las capitales europeas. Pero, irdnicamente, durante el proceso de divulgacién -como ya le habia pasado ‘a Howard-el aspecto mis radical de su propuesta desapareci6 y, en su mayor par- te, se perdi; la vision de la Asociacion para la planificacion regional de América (Regional Planning Association of America) destilada via Geddes a partir de Proudhon, Bakunin, Reclus y Kropotkin, no se ha Ilevaclo nunca a la prictica Geddes y la tradici6n anarquista Debemos empezar la historia con Geddes; cosa dificil de hacer puesto que siempre avanzé dando vueltas, en circulos cada vez mis extensos, Uno de sus secretarios, {que (como todos los secretarios) estaba en buena posicién para opinar, dijo una vez: Hay que aceptar a Gedcles (...) del mismo modo que un buen catélico acepta el dolor, con el corazén abierto y sin reservas, si es que se quiere sacar provecho del que nos cerse of compro bros si escribir blando en Nue ya nun vvulgad Sus ral esco concep sée Rec (18068 demica en Gra ral, del tivogu sombea sic ae ole de reg ca la dehn dadde cestudic cipulor sa Out al fina que he pudier bitant wen wa ied Ly CIUDAD ELA REGION 149 {que nos esta martirizando»!, Era el tipico profesor comico: ™. Repitiendo, dando wueltas, a veces de manera oscura, iba expresando sus ideas: era material en bruto para un gran mimero de discursos que no llegaron a escribise, Pero hay todavia otto concepto, que es basico en las tesis de Geddes sobre la planificacion regional como parte de la reconstrucci6n social En 1915, Geddes publicé su libro Cities in Evolution, Es la exposicion mas co herente de sus ideas, si exceptuamos los articulos recogidos en la revista nortea- mericana Survey diez ahos més tarde (que estén basadas en sus conferencias de 1923 y que tardaron dos aos en ser redactadas con un cierto sentido). En él ha ia observar que las nuevas tecnologias neotécnicas 1a energla eléctrica, el motor de combustién interna ya estaban haciendo que las grandes ciudades se disper- satan y de este modo se formaran conglomeraciones: «Seria necesario encontrar un nombre para estas cudadestegién, para esta agregacion de cudades. No ls podemos llamar constelactones; conglomeracin ya parece mas adecuado, pero puede resultar poco apreciativo; gqué me dicen de «conurbacton»? "Sea unas cuantas: en Gran Bretafa identificé Clyde- Forth, Tyne-Wear-Tees, «Lancaston, el West Riding y el «South Ridinge, «Midlandton», «Waleston y el Gran Londres; ente las grandes «ciudades del mundo» europeas seial6 Pais y Ia Riviera fr ‘Nueva Yor que apare que «losa po» el prt cieraalac ‘manchas verdes all creceriae End loconten, Het seo ambi ode lose in lang LA CIUDAD EN LA REGION 137 5.5. Cludad-Campo, Campo-Ciudad. HI proceso cortecto e incorrecto de conurba. 1. Diagrama procedente del libro de Geddes titulado Cities in Evolution (1915), mos- trando la expansion urbana y el modo de remediarla, Riviera francesa, Berlin y el Ruhr; en los Estados Unidos, Pittsburgh, Chicago y "Nueva York-Boston". Anticipndose a Megalopolis, el celebrado estudio de Gottman {que apareci6 medio siglo mas tarde, escribié: «no es absurdo pensar que en un fu- turo no tan lejano veremos un vasta Ciudad/-linea de 500 millas a 10 largo de la cos ta atlantica que, en algunos lugares, se ensanchara; con un total de, blen podria ‘mos decir, muchos millones de personas» EI problema era que estas ciudades que se estaban expansionando eran toda- via la consecuencia del viejo y pernicioso orden paleotécnico, que «bajo el impe- rio de la maquina y el espiritu de la codicla esta malgastando recursos y energias, deprimiendo la vida, y funcionando con unos resultados especificos: desempleo y mal empleo, enfermedad y locura, vicio y apatia, indolencia y crimen»**. Dado {que «los nifios, mujeres y trabajadores de la cludad pocas veces pueden ir al cam- po» el primer paso que habia que hacer era «traérselo», chacer que el campo ver cleraa a calle y no la calle al campos; elos pueblos deben dear de extenderse como manchas de tintas 0 de grasa», deben crecer de una manera boténica, «con hojas verdes alternando con sus rayos dorados»4; de esta manera la gente de la ciudad cxeceria en medio de las vistas y los olores del campo. En cierto modo, venia a ser Io mismo que Howard habia dicho; pero Geddes To contemplaba a nivel de la ciudad-regin completa, y ésta era su inica novedad. Elestudio regional y sus aplicaciones ~desarrollo rural, planificacion de pueblos, dl- sefto de cludades (..) estén destinados a convertirse en la ideas principales y las ambiciones practicas de las nuevas generaciones, de la misma manera que los ne- gocios, la politica y la guerra lo han sido para las del pasado y para la nuestra (..) Los gedgrafos que elaboran sus teorias, aqut yall, Ios artistas e ingenieros y tam bién los planificadores de ciudades, se han dado cuenta no s6lo de Ia existencia de Ja neotécnica, sino que la han generalizado para convertrla en geotéenica;y sus ar 158 CCIUDADES DEL MARANA tesy ciencias no se consideran ya como simples placeres intelectuales 0 como dis tinciones sino que se valoran como conocimientos tiles para poner al servicio de la regeneraciGn regional del campo y le ciudad. En los afios 1980, decir que la geografia es la base esencial de la planificacion no resulta muy radical, y quizés tampoco lo era treinta aftos antes; pero en 1915, ‘cuando para mucha gente planificar queria decir Ciudad Bella era revolucionario. El problema era que, por muy revolucionario que fuese, resultaba también to- talmente incoherente; la cita que hemos hecho puede darnos una idea de como se- rian las 402 paginas de este libro, o de las miles que Geddes escribio. Bsa es la ra- 26n por la que Mumford y sus colegas de la Asociacién para la planificacion regional {de América, fueron importantes difusores de su mensaje. Mumford escribié: «Geddes Inspir6 mis ideas; mi tarea ha sido aftadir care a este esqueleto abstracto=*”. En el prefacio de su trabajo més importante e influyente The Culture of Cities (1938), ‘tuvo gran Interés en dejar clara su deuda, La Asociaci6n para la planificaci6n regional de América En su autobiografia, Mumford recuerda cémo naci6 la Asociacién. En 1917, cuan- do sélo tenfa veintid6s afios, ya habia escrito un articulo titulado «Garden Civilizations in preparing for a new Epoch», al parecer inédito, que trataba de la descentralizacién industrial y las cludades jardin, En el otono de 1922, conoci6 al arquitecto Clarence Stein, La Asoclacién para la planificacion regional de América nacié a partir de la relacion de Mumford, Stein, Benton MacKaye (cuya propues- ta para un Sendero Apalachiano fue publicada por Stein en 1921 en el fournal of the American Institute of Architects) y Charles Harris Whitaker. Ottos miembros fun- dadores del grupo, en sus comienzos en marzo de 1923, fueron el economista Stuart Chase, los arquitectos Frederick Lee Ackerman y Henry Wright, y el cons- tructor Alexander Bing; Catherine Bauer fue nombrada directora ejecutiva y ayu- ante de investigaci6n de Stein 48. Era un grupo variado y pequefio, que nunca ex cedié a las veinte personas, centrado, aunque no exclusivamente, en Nueva York, sin «prima donnas»; parece que los miembros principales fueron Mumford, Stein, Wright, Ackerman y MacKaye®. En junio de 1923, durante la visita de Geddes a ‘Nueva York, adoptaron un programa de cinco puntos que inclufa: la creacién de ciudades jardin dentro del plan regional; tomar contacto con los planificadores bri- tanicos, especialmente con Geddes; desarrollo de proyectos y planes nacionales con el propésito de impulsar el Sendero Apalachlano; colaboracién con el comité de la {AIA para la planificacién de comunidades con la finalidad de impulsar el regio- nnalismo; y la realizaci6n de estudios (surveys) en zonas clave, como por ejemplo la ‘cuenca del valle de Tennessee. ‘Dos aftos més tarde lleg6 la primera gran oportunidad para la Asociacién: ‘Survey, una revista con gran dlfusién entre Ios intelectuales liberales y que tenia una relacin especial con el movimiento de trabajo social, les invit6 a escribir un ni Fig 56. Lewis Mal poquese 160 ‘CIUDADES DEL MARANA ‘mero con motivo de la reuni6n en Nueva York de la Asociactén Internacional para la planificacién de pueblos y cludades jardin. Ideado por Mackaye, el ejemplar fue gestionado y editado por Mumford**. Se agot6 y, medio siglo més tarde, Carl Sussman lo volvié a publicar en su libro Planning the Fourth Migration (Planificando la cuarta migracién); sigue slendo -si exceptuamos The Culture of Cities~ et mani fiesto definitivo del grupo, y constituye uno de los documentos més importantes, de su historia. Empieza de un modo que s6lo Mumford podria haber hecho: Este es el ejemplar que la revista Survey Graphic ha dedicado a la Planificaclon Regional, Debe sus ideas esenciales a un escocés de larga barba cuya curiosidad no le permitra descansar hasta que, desde de su Torre de Vigilancia en Edimburgo, haya ‘comprendido el bullicio de a civilizacion, la tierra que la ha sustentado y que, a pe- sar de las chapuzas humanas, la ha alimentado. Este elemplar ha sido realizado por un grupo de insurgentes que, como arqui tectos y urbanistas, constructores y reconstructores, ha intentado remodelar ciudades ala manera convencional, pero habiendo comprobado que era un trabajo de Ssifo, se ha atrevido a creer en el nuevo concepto de Region52. ‘Tenia a sus lectores pendientes de un hilo: por fin iba a comprenderse el men- saje de Geddes. El primer articulo, «La cuarta migracién, también era de Mumford, Escribié sobre las dos Américas: «la América de la colonizaci6m, la Costas y as a rnuras ocupadas antes de 1850 y Ja América de las migraciones; la primera migracion que ocupo la tierra al oeste de los Apalaches y abri6 el continente: e trabajo del pionero de la tierra; la segunda ‘migracin, que en esta misma zona organiz6 una nueva estructura con fabricas, fe- rrocarriles y sucias ciudades industraies: la herencla del pionero industrial; y f- nnalmente (..) la América de la tercera migracién, el flujo de hombres y materiales {a nuestros centros financieros, las cludades donde los edificios y los beneficios cre- cen en desenfrenadas pirimides™. Pero ahora, «estamos en otro perfodo de cambio», la cuarta migracién, basa- da en «la revolucién tecnolégica de los Giltimos treinta aftos -una revolucion que hha hecho que la trama de ciudades y la distribucién actual de la poblacién ya no ‘sea adecuada a las nuevas oportunidades». EI automévil y la carretera han abierto mercados y fuentes de suministro. «El autom6vil (..) hace que, dentro de unos li- mites, la poblacién tienda a dispersarse en lugar de concentrarse; y cualquier pro- yyecto que trate de concentrar a la poblacién en areas de Grandes-Ciudades corre ‘iegamente en contra de las posibilidades que nos abre esta méquinas; el teléfo- no, la radio y el correo postal tuvieron el mismo efecto; y también la electrici- dad, La diferencia, en contra de lo que sucedi6 durante las tres primeras migra- ciones, ¢s que esta vez habia capacidad para dirigit el cambio. «Afortunadamente para nosotros, la cuarta migracién sélo esti empezando: podemos permitir que ctistalice tan mal como las primeras, o podemos hacer que se mueva por nuevos canales+*, tede rt ‘ado LA CIUDAD EN LA REGION 161 En otto articulo, Clarence Stein ampllaba el mismo tema de Mumford: de ma- nera desconocida para los que vivian y trabajaban en ellas, las nuevas tecnologias ‘estaban convirtiendo Nueva York, Chicago, Filadelfia, Boston y el resto de grandes turbes en «ciudades dinosaurios, que se estaban hundiendo bajo el peso del exce- so de poblacién, de la ineficacia y de los progresivos costes sociales. Como conse- ‘cuencia, se habian convertido en los lugares menos adecuados para situar la industia. En una brillante profecfa -hay que recordar que estamos en 1925- Stein escribi6: ‘Cuando los costes locales no pueden evitarse y los pequefios centros, a pesar de sus ‘menores posibilidades finacleras y mercantiles, son capaces de ofrecer mayores ventajas industriales, las industrias de la gran cludad tienen que teasladarse o de- Clararse en bancarrota. Estamos todavia en el dia de racia; pero vend el del ajus- te de cuentas; esté en nuestras manos anticiparnos*# El economista del grupo, Stuart Chase, insistié y amplié este punto: gran par- te de la economia norteamericana consistia en llevar «carbon a Newcastle «, es de- cir transportar a través del continente productos que no necesitaban ser transpor- tados. Se preguntaba: {Qué pasa? ;Donde se malgasta la energia, sobre todo la que se dedica al transpor- te, de qué manera las comunidades planificadas podrian reducir este despilfarro de ‘modo que los transportistas en lugar de quedarse siempre cortos de dinero, o de ha- ‘cer grandes esfuerzos para vivi, pudieran empezar a superar los problemas del cos te de vida?” ‘Todo ello traia consigo un importante cambio de punto de vista: era necesa- rio no s6lo avanzar al mismo tiempo que el cambio tecnolégico, como Mumford y Stein decian, sino también intervenir con la finalidad de modificar las peores Ineficacias del sistema, Un «plan nacional» incluirfa «regiones delimitadas en base a sus entidades geogréficas naturales»; «un maximo de productos agricolas, textiles y material para la casa producidos en la propia regién»; «un minimo de ‘cambios interregionales basados s6lo en los productos que la propia regi6n no pu- diera producir desde el punto de vista econémicos; mas centros de energia re- sgionales, transportes cortos por camién y «una distribuci6n descentralizada de la poblaciéns**: 1a planificacton regional de as comunidades barreria los mercados comerciales no productivos, eliminarfa los excesos de poblacién en las ciudades y los desplfarros terminales, equilibraria los centros productores de energia, hacia innecesario el transporte de carbn por ferrocaril, ahorraria el sumninistro duplicado de leche otros productos, anularia la practicas antieconémicas, como por ejemplo el trans- porte de manzanas del Pacifico a Nueva York, al fomentar los huertos locales, dé sarrollar las grandes zonas de bosque local y controlar el transporte de madera del ‘este hacia los molinos del este, establecer molinos de algod6n cerca de los cam: pos de algodén, fabricas de zapatos cerca de la zona de produccién de piel, acerias ’ poca distancia de las minas, plantas de manufactura de productos alimenticios fen pequenas unidades de energia gigantes, cerca de los cinturones agricolas. jE] rascacielos, el metro y el campo solitario ya no serdn necesarios! 162 (GIUDADES DEL. MARANA De nuevo result6 profiético: argumentos en favor del conservacionismo, me- dio siglo antes del Club de Roma. Pero implicaba un plan, la consiguiente int ferencia en los asuntos privados, y esto era sencillamente socialismo; unos afios mas tarde Chase diria: «éramos moderadamente socialists, pero no comunistas, libe- rales pero dispuestos a abandonar amplias éreas del libre mercado en favor de la economia planificada, No éramos pues socialistas doctrinarios. Teniamos una vi- sién amplia; éramos una especie de socialistas fabianos»". Esto se ve claramente en el momento en que el grupo pasa a las propuestas Mumford plantea de nuevo la eleccién que hay que hacer ante la llegada de la nueva era neotécnica: la sociedad puede tener grandes ciudades que se van ha- ciendo mas y mas grandes, o «en las sarcésticas palabras del profesor Geddes, pe- cores y peores»*t, © puede tener planificacién regional. La planificaci6n regional no se pregunta sobre la extension de la zona que puede ponerse bajo el control de la metrépolis, sino de qué modo la poblacién y los ser vicios civicos pueden disteibuirse de manera que pesmitan y estimulen una vida intensa y creativa en toda la regién ~considerando que una region es un area ge- ogtafica que posee una cierta unidad de clima, vegetacton, industria y cultura. Fl regionalista tratara de planiicar este espacio de modo que todos los lugares y fuentes de riqueza, desde el bosque a la cludad, desde las montafas al mar, pue- dan desarrollarse equilibradamente, y que la poblacion esté distribuida de modo ‘que utilice sus ventajas naturales en lugar de anularlas y destrozarlas. Contempla la gente, la industria y a terra como una sola unidad. En lugar de intentar, de ‘manera desesperada, que la vida sea un poco mds tolerable en las urbes superpo- Diadas, trata de determinar qué tipo de equipamientos seran necesarios en las nuevas ciudades* Por fin alguien habia explicado lo que Geddes habia tratado de decir por me- dio de su torrente de palabras, Sin embargo, la finalidad también era geddesiana: la tecnologia neotécnica no s6lo iba asignificar una mayor eficiencia mecénica, sino también tuna mejor calidad de vida, en todos los rincones de la regién. Ningin tipo de in- ddustra ni de ciudad son admisibles si nos qutan la alegria Ge vivir. Las comunidades donde el noviazgo es furtivo y los nifios un problema, los lugares donde la educa- Cdn, al no poder acercarse ala naturaleza y no tener ocupaciones reales, se endu- rece y se convierte en rutina sin sentido, donde la gente sélo puede obtener aven- tura Subiéndose sobre unas ruedas y felicidad abstrayéncdose de la vida de cada dia ‘este tipo de comunidades no justifican los nuevos inventos ni los avances de la clencla* ‘aqui es donde Howard aparece. Puesto que si a planificacién provincial ofre- cela estructura, la ciudad jardin aporta el «objetivo civico»%: «no como refugio tem- poral sino como lugar permanente de vida y de cultura, urbano en sus ventajas, per ‘manentemente rural en su situacién». Pero implicaba «un cambio de objetivo y también un cambio de lugar» at tod los nos en Jon hi 1 Hasta hacia soalt cequill cesas ficadé sélo Norte escal tut trans de“ Nath ion, len porte als vane sum Ingle que tals dod ade lese LA CIUDAD EN LA REGION 16 ‘nuestras ciudades jardin suponen un desarrollo mas completo de las artes y cen- cas mas humanas -biologia y medicina y psiquiatria y educacion y arquitectura (...) todo lo que es bueno para nuestro modemo desarrollo mecinico, pero también todo To que hasta ahora ha quedado al margen, todo lo que la Atenas del siglo V y la Florencia del siglo XIII posefan, a pesar de sus dificultades fists tra vez Kropotkin. Pero es mucho més que Kropotkin, incluso mas que Geddes, hos encontramos con una corriente especificamente norteamericana, {La Planificacion regional eset Nuevo Conservacionismo “Ia conservacion de los va lores huumanos ¥ de los recursos naturales...) buena agricultura en lugar de debi litamtento del suelo, bosques permanentes en lugar de madera para las minas, co ‘munidades humanas permanentes, dedicadas a la vida, la libertad y a felicidad, en lugar de chabolas, y edificios estables en lugar de nuestras deficientes y falsas co- ‘munidades «emprendedoras» todo esto es lo que queremos decir al hablar de pla nificacién regional Benton Mackaye ampliaba el tema en su articulo «La nueva exploracién. Hasta cierto punto es puro Geddes: largos cortes a diferentes escalas a través de las secciones de los valles, desde Bekshires en la parte alta de Massachusetts bajando hacia Boston y el mar, siguiendo el pequeno valle de Somerset y a lo largo del cur. so alto del rio Deerfield. EI plan para el valle de Somerset trataba de conseguir ese equilibrio ecol6gico, que Vidal y sus discipulos encontraron en las regiones fran. cesas habitadas desde hacia mucho tiempo. La diferencia es que ésta estaba plani- ficada: se basaba en el «cultivo del bosque en contra del bosque minero», puesto que s6lo esto shard posible que el valle de Somerset se mantenga bien poblado»". Norteamérica, esta tierra relativamente recién colonizada, debe aprender la misma escala de tiempo, la misma capacidad inconsciente en favor de la regeneracién natural por medio de la buena agricultura, que los campesinos eurapeas se han ido transmitiendo de generacién en generacién a través de los siglos. Esta insistencia recoge diversos aspectos del pensamiento norteamericano del siglo XIX: el concepto de «estructura, proceso y etapa» de los primeros ge6grafos fisicos de Harvard, Nathaniel S, Shaler y William M. Davis; las opiniones sobre ecologia y planifica- ci6n de los recursos de George Perkins Marsh, un geografo todavia més temprano; ¢l énfasis de David Thoreau por volver a vivir de nuevo en la naturaleza, y la im- portancia del equilibrio natural, Ademés, habia un nuevo tipo de movimientos intelectuales en las universidades del Sur rural y deprimido. Eran los conservadores agrarios de la Universidad de ‘Vanderbilt en Nashville, Tennessee, que rechazaban el industrialismo del norte y su modelo rural basado en la economia agricola medieval de la primitiva Nueva Inglaterra®. ¥, en profundo contraste ideologico, estaban los reglonalistas del sur que se habian agrupado en tomno a Howard Odum, con su énfasis en la descen- talizaci6n de la tiqueza y el poder, y en la regeneracion equilibrada del rico lega- do de la regién que no se habia sabido explotar bien; este grupo habia empezado a desarrollar sus ideas en la Universidad de Carolina del Norte, peto sus principa- les estudios no saldrian a la Iuz hasta los aftos 1930”. 164 ‘CIUPADES DEL MARANA sodas estas ideas ~aunque muchas de ellas no estaban todavia bien elaboradas- aparecieron, marcadas por la filosofia dela Asociacion pata la planlficacion regio- thal de América, en The New Exploration de MacKaye”. En este articulo desarrolla ba la idea de dos Américas distintas: la indgena, «una mezcla de lo primevo y CO Ionial» y la metropolitana, «un compuesto de Jo rural y del amplio mundo industrial, La tarea del planificador regional consistia en reconstrui y conservar cl medio ambiente de la antigua América indigena, la cualidad salvaje de lo primitivo, tos primeros pueblos de la comunidades de la Nueva Inglaterra, y ela ciudad real, complemento de Ia aldea real>”* Pero iba a ser dificil: nel campo la lucha estaré entre la América metropotitana y la América indigena. Esta tension seré no solo psicolbgica sino tambien fica y geografica. H mundo me- fropolitano (.) es una fusiGn mecanizada de un entramado industrial que fluye con Thayor fuerza en los valles y con menor en la cacenas montafiosas. La estrategia Tatnundo indigena era al revés, Fs todavia importante en un medio ambiente pr evo, por ejemplo en los caminos de las montatias de los Apalaches (..) todavia Doxleroso en las zonas alas, donde, a pesar de que las granjas y pueblos estén aban Potados, los recursos, tanto 10s fsicos como los psicoldgicos, permanecen, y se hhallan dispuestos a la restauraciOn y el desarrollo renovado™ El problema, «consiste en remodelar la América metropolitana en su contac to con la América indigena». Para Mumford la América indigena era la de la colo- hnizacién; mientras que la metropolitana, era la de las migraciones”*. La cuarta mi- gracién de Mumford era una «vuelta», «se trataba de volver asituar las poblaciones, J las industrias resultantes de Ia segunda y la tercera migracién>, que actuaban Como las aguas procedentes de un depésito roto”. El problema de la planificacion regional era saber «qué tipo de muro (.) bay que construiren la ona baja de la cortiente para controlar la inundacion?»"* Ta respuesta de MacKaye era tipica de la Asociacion: se trataba de mantener su jeta fa tecnologia de modo que se puciera controlar su impacto en el medio am- piente, La zona metropolitana se extenderia por medio de carreteras; entre elas, las zonas montafiosas podrian mantenerse como reas salvajes en estado primevo {o cast primevo),econ el doble objetivo de servir de bosque pablico y zona de jue- 08 piblica» y podrian ser atravesadas por una serie de caminos, «estas zones es- tarfan equipadas y se destinarian como lugar de estancia primitiva y vida al aire bre., seran utilizadas «como diques del diluvio metropolitano; dividirian o tenclerian a dividir cl flujo de las aguas del metropolitanismo en ‘depésites’ separados y de este modo se intentarfa que no hubiera una completa y total confluencla»77. ‘Ademés «como auxiliar del sistema de vias rodadas» habria un «sistema de carre- teras entre cidade» (interfown): se trataria de «una serie de vias ablertas, 0 zonas, {que quedarian al margen de las carreteras normales entre cludades y pueblos» en Tas que habria un control sobre las construcciones y el uso del suelo”. Serian todo Io contrario de una «carretera de ciudad» (roadtown), que es la personificaci6n del flujo metropolitano»”. No estarian privadas de edificios -»No teman, no preter: demo, sinog esta i own estaci arg habia comp table E ficos Act! endl Pero! ples magt Gedd plota law rame 1920, seg tog losd se leo 6, Jes) New seer 194 mie dad Aso LA CIUDAD EN LA REGION 165 ‘demos poner restricciones»- pero las construcciones no se hallarian «apelotonadas. sino que estarian sagrupadas» por medio de una buena planificacién™, Al desarrollar esta idea dos aitos mas tarde, se le ocurrié el concepto de Autopista sin Ciudad (Towntess Highway): una carretera con accesos limitados alrededor de Boston, con estaciones de servicio a ciertos intervalos, pero sin otras entradas, No es de extra- ‘ar que, casi cuarenta anos después, Lewis Mumford considerara que MacKaye habia inventado las modernas autopistas; no acaba de set cierto segin podremos ‘comprobar en el capitulo noveno, pero no deja de ser una buena prueba de la no- table capacidad de los fundadores de la Asoclacion para prever el futuro*! Elaspecto que todo esto tendria en la practica se puede ver en los mapas y gré ficos preparados por Henry Wright para la Comisién de viviendas y planificacién regional del Estado de Nueva York: el apartado «Epoch I» (1840-80), dedicado a la «"; cuando se cre6 por primera vez.con el nombre de Junta de Planificacion Regional, contaba con tres de los més distinguidos nombres en el mun- do del urbanismo norteamericano, Frederic Delano, Charles E. Merriam y Wesley . Mitchell; en conjunto produjeron unos 370 textos impresos y copias de infor ‘mes totalizando unas 43,000 paginas!. Pero a pesar de todo este trabajo, resulta dificil encontrar resultados tangibles, El informe de 1935 del Comité de Recursos Nacionales (como se le Hlamaba en aquel momento), Regional Factors in National Planning, recomendaba la reagrupaci6n de los distritos de las diversas agencias fe- derales en un néimero mas reducido de centros regionales -sugeria unos diez 0 doce; las comisiones regionales de planificaci6n resultantes no tendrfan un ejecu- tivo a nivel regional, de manera que necesitarian «un conducto que los relaciona- ra con una autoridad ejecutiva generals, el Organismo nacional de planificacién’*! Pero no hay testimonio escrito de los resultados. En las recomendaciones finales del informe de 1937, Our Cities: Their Role in the National Economy (Nuestras ciu- ddades: su papel en la economia nacional), y a pesar de que llamaban la atencion sobre los problemas de decadencia, especulacién, desorden social, crimen y fl 170 (CIUDADES DEL MARANA nanzas piiblicas urbanas que estaban destruyendo las cludades norteamericanas, 1no supieron aquilatar sus dimensiones regionales; en cuanto al critico tema de centralizacién o descentralizacion se mantuvieron al margen, seflalando que eel en. tomo mis efectivo para el habitante urbano y para el uso correcto de los recursos, humanos y materiales habia que buscarlo en un punto medio entre ambos extre- ‘mos»; el objetivo, concluian de una manera un tanto vaga, era sliberar las éreas cen- tales del exceso de poblaci6n y concentracién para crear un modelo urbano mis descentralizado», afirmacién que, sin duda, tanto Adams como Mumford hubie- ran apoyado!™. Sin embargo ni Roosevelt ni el Congreso se interesaron por ef tema y el informe cayé en el olvido™ EI Consejo del Valle de Tennessee Pero de tanto papel sali6 una brillante realidad: el Consejo del Valle de Tennessee (Tennessee Valley Authority) que fue, indiscutiblemente, el mayor logro de la plani- ficacion del New Deal, y que fue -segin cuenta la leyenda- donde se llevaron a cabo las ideas mas radicales tanto de la Asociacién para la planificaci6n como de Jos re- glonalistas del sur. En 1932, al dirigir la palabra en el dltimo Congreso de la Asociacién, Roosevelt present6 el proyecto del Valle del Tennessee como un ejem: plo de planificacién regional; pero, como la mayoria de su discurso, era «una fra se tan Imprecisa que podia adecuarse a cualquier programa, y, ala vez, tan elusi- va que comportaba pocas obligaciones concretase'. De hecho reunia varias aspiraciones: mejorar la navegaci6n en Muscle Shoals en Alabama (un proyecto que el cuerpo de ingenicros habia defendido desde el siglo anterior), construir una central hidroeléctrica para poder instalar una fabrica de armamento y, a la vez controlar las avenidas; el éxito de Roosevelt fue unir estos proyectos a la idea de planificacién rural y desarrollo regional, al tiempo que prescindia del tema de la produccién de armamento™. Sin embargo, en las negociaciones que culminaron Cen ley, estos puntos se trataron de manera indirecta, de modo que, los directores Ti, pag. 75,76 * Ibid, pig. 170 Tid, pig. 178 Ibid, pig. 179, 180 Wid, pag. 182. » Ibid, pig. 186. © tid, pags, 186, 187. " MacKaye, 1930; Mumford, 1964; Guttenberg, 1978, Smith, 1925, pigs 159, 160. Fluck, 1986, Roosevelt, 1932, pig, 484, © Simpson, 1985, pig. 191 © Scott, 1969, pigs. 178, 179, oH ok %s 5 oR mR on oR Botte te wey way say ite] ‘a 1°} my LACTUDAD EN LA REGION 183 © Hays, 1968, pigs. 7 11; Simpson, 1985, pig. 136, ® Kantor, 1973, pigs. 36, 37; Wison, 1974, ig. 136, © Simpson, 1985, pigs. 135, 136, ® Seote, 1969, ig. 177 > Regional Plan of New York, |, 1927, XI Kantor, 1973a, pig. 39 © Regional Pan of New York, I 1927, pigs 23.428, © Tid, pig. 44 Regional Plan of New York, Il, 1929, pgs 25, 26. > Regional Plan of New York, VI, 1931, pgs. 102, 103 * Regional Plan of New York, VIL, 1931, pig. 30. © Regional Plan of New York, Il, 19: gs. 126 132, ‘ Regional Plan of New York, V1, 1931, igs. 103 a 105, ° Regional Plan of New York, I, 1929, pig, 3a © Ibid, Hays, 1965, pig. 20; Scott, 1969, pig. 262, Yet Regional Plan of New York, VI, 1931, pg. 15, 3 Regional Plan of New York, I, 1929, pig 197, 30 hid, pig. 35. 2 Wison, 1974, ag. 1375 Simpson, 1981, pig. 38. 1s Sussman, 1976, pigs 227 a 247 2 Ibid, pig. 259. 2 tbid., pg. 262. Adams, 1930, pgs. 142, 148 °° Tid, pag. 146 20 Simpson, 1985, pig. 155. 20 Hays, 1965, pigs, 25231, 36240; Savers, 1984, pig. 234 22 Sussman, 1976, pg. 250. 7 Roosevelt, 1938, pigs. $05, 508, $09, $10, S11, Si ©" tbid., pig. 918, 8 Roosevelt, 1932, pig. 506. 1 Lepavsky, 1976, pig 2 1 Gelfand, 1975, pig 25. 2 thi, pig. 2, 26; Schafer, 1982, pig, 222 * Clawson, 1981, XVI 1 Karl, 1963, pig. 76; Clawson, 1981 pig. 7. U.S, National Resources Committee, 1935, IX; Clawson, 1981, pig. 168, 1 US, National Resources Planning Board, 1937, VIIEXI, pag. 84; Clawson, 1981 igs. 162 a 164, Gelfand, 1975, pig. 97. Conkin, 1983, pig. 26 25 Bid, pig 20, 2 Bi, pigs. 26, 27, Tugwell, 1980, pg. 47. "2 Lowitt, 1983, pg, 35; Conkin, 1983, pig Morgan, 1974, pig. 157; Lowitt, 1983, pig. 37 Neuse, 1983, pags. 491 a 493; Ruttan, 1983, pgs. 151 2 MoCraw, 1970, pi, 11; MoCraw, 1971 pags. 38, 39 22 Morgan, 1974, pigs $4, $8,158. 18 Wd, pig, 22. 2 Morgan, 1974, pag, $5. 2s McCraw, 1970, pig. 95, 107. 6 Selznick, 1949, pigs. 91, 92, 149. 2 thid, pag. 152, 186 a 205. 2 Bi, pi 211, 212, »» McCraw, 1970, pig. 108; Lowit, 1983, pag. 45. © Lilienthal, 1944, pig. $1 Ibid, ig, 183, 2 Tugwell, 1950, pg. 54. 26 Bid, pig. 50; Ruttan, 1983, pgs. 151, 152, 4 Lilienthal, 1944, pig. 17 Ms Hewlett y Anderson, 1962, pgs. 77, 105, 2 108, 116 a 122, 130; Allardice y Trapnell, 1974, pig. 15 a 17. Me Rattan, 1983, pags. 157, 158, Johnson, 1984, pig. 35. Chaffee, 1984, passim. © Schaffer, 1982, pgs. 224, 225, 20. 25 Simpson, 1985, pig. 193: Dal Co, 1979, pig. 233, 21 Simpson, 1985, pgs. 174, 175, 181, 193, 48 Dix, 1978, pgs. 329, 330, 1 Ibid, 332, ° Ibid, lig. 387; Dix, 1981, pags. 106 a 109, 184 CCIUDADES DEL MARANA "8 Abercrombie, 1926, pigs. 39, 0; Cherry, 1974, pig. 91 Beaufoy, 1933, pags. 201, 204, 212; Simpson, 1985, pigs. 176, 180, 181 17 Greater London Regional Plan Commit: tee, 1929, pig. 4a 7; Jackson, E, 1985, ig. 147, ° Unwin, 1930, pag. 186, Tid, pig, 189, © Wid, pig 186, ¥! G.B.R.C.Geographical Distebution, 193, paras, 68 a 70. © Greater London Regional Plan Com. mitte, 1933, pag, 83, "Thi, 95 3.99, 101, 102. % Jackson, F, 1985, pig. 154, Peper, 1911, pags. 614, 615; Crow, 1911 gs. 411, 412. 3, IL pigs. $2 a5, © Hughes, 1971, pag, 62. "© Tid. pags. 271, 272; Dix, 1978, pig. 345, 346. "Hughes, 1971, pag. 40 "Tripp, 1938, 1943, 7" Forshaw y Abercrombie, 1943, pigs. 3a 10; Hart, 1976, pigs, sa 87, °° Bid, pigs. 8, 59,78, 79, ¥ Forshaw y Abercrombie, 1943, V; Pery, 1939, pigs. 79, 80. "4 Abercrombie, 1945, pig. 7210. "Wid, pig. 11 6 I, Ibid, pig. 14 8 Hughes, 1971, pég. 141, > Wi °® Hart, 1976, pig, 55. "8 Foley, 1963, pag. 56, = Wid, pig, 173. " Cullingworth, 1979, pigs. 82.2 86,89 293, "Ibid, pig. 147 L Nohag caselh queun vyamos nnueste seaclc org

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