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UNIVERSIDAD DE BARCELONA

Facultad de Filología
Master en Construcción y Representación de Identidades Culturales
Materia: CULTURA, TEXTO HE INTERTEXTO
Profesora: MARISA SIGUAN
Alumno: Gilberto Jose Revelo Tulcán
INFORME: LOS EJERCITOS: EVELIO ROSERO
PREVIO
El conflicto colombiano a recorrido un gran trecho de historia nacional, en el cual se ha cubierto de
sangre fratricida todo el territorio nacional colombiano, sin embargo, los ultimo lapso, el más
duradero, complicado y normalizado, llego a los límites de la deshumanización, donde los procesos
de violencia dejan de tener un corte político, para transformarse en procesos de violencia extendía,
desmedida y sin sentido, que incluyo, en algunos de sus momentos más críticos a todos los estamentos
del nación, formalizando tácitamente la normalización de la violencia, donde generaciones enteras se
han sumergido y la han hecho parte de la cotidianidad, no trasladándola a los hechos, pero si
formalizándola para esperar en cualquier momento el golpe desde cualquiera de los actores que se
mantuvieron el conflicto.
El actual proceso de paz que se lleva a cabo significa la fractura de un proceso mental de alerta
aletargada y aceptada que se ha impuesto en el tiempo, aunque gran parte de la población urbana
nunca ha sentido los rigores de un conflicto armado que durante mucho ha tenido su asentamiento en
el campo, pero, con la modernización del conflicto, y la entrada del narcotráfico, no solo como fuente
de financiación, sino como generador de violencia, lleva la violencia a las ciudades que sufrieron
tiempos de incertidumbre sin sufrir los enfrentamientos que se vivieron en el campo.
El fin del conflicto debe ser la posibilidad de reconstruir los lazos de una sociedad que se encuentra
fragmentada por la desconfianza en el otro, en las instituciones, la política y el país y se encuentra
lastimosamente polarizado por medios de comunicación que solo han explotado el tema de la
violencia y ha cedido a intereses particulares para presentar esta información, que llega a todo el
mundo y se presenta sin ningún análisis que permita rompa el sentimiento de asimilación, sino que
ayude a construir una postura crítica frente al sufrimiento del otro.
El grueso de la población urbana desconoce los efectos directos de la guerra, solo reciben sus daños
colaterales, por ejemplo las ciudades son receptoras de población desplazada que si ha sufrido en
carne propia el conflicto, pero las urbes no tienen la capacidad técnica para recibirlos; a pesar que el
conflicto ha sido de larga duración, no se ha construido una institucionalidad fuerte que cubra las
necesidades de población tristemente fluctuante. Además, la sociedad en general tampoco está
preparada para recibir esta carga social, conocen su situación, pero se observan como una molestia,
se conoce la situación, pero no hay razonamiento sobre esta.
En el posconflicto, es necesario que toda la población conociera obras como las de Evelio Rosero,
tratar un tema tan delicado desde la perspectiva literaria puede contribuir a la construcción de un
esquema de victimización más real, donde todos los actores que sean reconocidos y también se cree
una atmosfera donde no se sientan abandonados, no por el estado y la situación general, sino por la
sociedad que entienda que esto no puede volver a pasar. Encontrase con “Los ejércitos” es encontrarse
con la complejidad de la violencia, por eso, se debería comprender por las generaciones que vivieron
el conflicto, para hacer ideas más amplias del entorno, y a las generaciones por venir, para que
entiendan que hay que garantizar la no repetición de estos actos violencia.

BORRADOR: Los Ejercitos.


No conocía Evelio Rosero antes de conocer la obra, a pesar de conocer escritos académicos y estatales
sobre el conflicto, y novelas históricas acerca de este, no había encontrado literatura del conflicto
contemporáneo, pues a nivel mediático solo se encuentran biografías del conflicto de personajes
reconocidos de la política nacional. Rosero, comunicador social, ha trabajado todos las expresiones
que la literatura, en su carrera obtenido el Premio Iberoamericano de Libro de Cuentos
Netzahualcóyotl, así como el Premio Internacional de novela breve La Marcelina, de
Valencia, España, por Papá es santo y sabio. En 2006 obtuvo en Colombia el Premio
Nacional de Literatura, otorgado por el Ministerio de Cultura. En 2007, con su novela Los
ejércitos, ganadora del II Premio Tusquets Editores de Novela, Evelio Rosero ha alcanzado
resonancia internacional, pues se ha traducido a doce idiomas y se ha alzado con el
prestigioso Independent Foreign Fictio Prize (2009) en Reino Unido y el ALOA Prize
(2011) en Dinamarca. Es interesante encontra un autor que encuentre en la cotidianidad la
forma de narrar un horror tan particular, que induce al encuentro de la violencia que pudo
rodear a sus personajes que son absorbidos igual que el lector, a una violencia desmedida que
puede cruzar los limites del absurdo. (Los Ejercitos)

Los Ejercitos

les diré que me llamo Nadie,


les diré que no tengo nombre y reiré otra
vez, creerán que me burlo y dispararán,
así será.

Históricamente, el campo es el escenario para la violencia en Colombia, pero el municipio


pequeño ficticio de San Jose es una representación general de los pueblos rurales de la Commented [JR1]: La creación de un pueblo plantea la
posibliidad de constuir un mundo de ficción, que permite
geografía Colombia, donde los lazos de amistad se encuentran rodeados de dramas que acercarse, bajo la creencia que muchos actos, no pueden
ser posibles en la realidad, aunque es obvio que han
suscitan el encuentro, pero todas pendientes de un conflicto que está siempre al asecho y que sucedido, y que el lector los asimile por medio de la
literatura y no por la aprehencion de la realidad.
de llegar, acabara con todo, pero al menos no podrá con la esperanza.

El viejo su esposa han vivido en San Jose desde hace 40 años, Ismael y Otilia y comenzaron
su relación gracias a un trágico suceso que los coincidió en el miedo y la desesperación.
Fueron profesores y son reconocidos en el pueblo porque enseñaron a leer y a escribir a
muchos de sus habitantes, sin embargo, con la vejez, ha llegado el aletargamiento, que solo
se rompe con las miradas indiscretas de Ismael sobre su vecina, y sus recuerdos impertinentes
de juventud gustos malsanos por mirar al sexo opuesto, que crean en Otilia a una vergüenza
que se acentúa con el tiempo.

La violencia es una compañera constante y ferviente para los habitantes de San Jose, las
visitas inesperadas y los pasos han deshecho el pueblo una que otra vez y las desapariciones
de personajes, queridos o no, son un recuerdo que la violencia nos toca a todos sin importar
la posición y ni la fe.

Los pocos habitantes que quedan en el pueblo, solo quieren vivir una vida tranquila, donde
los niños puedan seguir con inocencia y no recordar la violencia que han vivido sus
predecesores. Los encuentros como en los pequeños entorno se dan en la iglesia o pequeños
establecimientos comerciales donde se dan las ultimas noticias, los movimientos de los
vecinos que quizás no se volverán a ver, son una charla tan recurrente como la espera a que
la violencia no retorne con un bocanada de destrucción.

Sin embargo, con el recuerdo de un importante amigo, o enemigo, se suscita el encuentro,


reunirse en torno al sufrimiento es una forma de acompañarse para no padecer, para
permanecer y no sucumbir ante una amenaza que no quiere que la felicidad floresca, pero
Isidro, como un personaje ajeno, distante y un poco indolente, no llega al encuentro por
razones físicas, lo cual, le permite reconocer a un amigo del pasado que le reanima y le
devuelve la salud. Los elementos populares toman un lugar especial en la novela, los
fantasmas, espantos no causan tanto temor como los ejércitos, pues nunca se conoce cuál será
el uniforme que vendrá.

De pronto esta rutina de encuentros se ve interrumpida por pequeñas incursiones violentas,


secuestros, extorciones, desplazados, son pequeños indicios de un retorno esperado mas no
querido al pueblo, y su próxima excursión será la definitiva.

¿qué es?, ¿será que voy a morir?, suenan más tiros, ahora son ráfagas —
me paralizo, son lejanas—: De modo que no era otra guerra, es la guerra de verdad, nos
estamos volviendo locos, o nos volvimos
Salir temprano no fue bueno un día, el paseo conduce a Isidro de querer desaparecer a un
momento del mundo, a perderse en una serie de encuentros desafortunados con la muerte,
que a manos de todos los actores que intervienen en el conflicto, comienzas a dibujar una
leve imagen de lo que pueden llegar a ser. Volver al hogar se convierte en un juego de
búsqueda que no tiene fin, pierde a su esposa, y emprender su búsqueda lo lleva a olvidarse
de sí mismo y lo lleva a entender que la vida sin ella no tiene sentido. Ahora son pocos los
que se quedan, los que salen lo hacen por su influencia con los ejércitos, o por su miedo, da
igual, dejan sus esperanzas en no volver, los que se quedan, mantienen la esperanza de poder
mantenerse a pesar de lo sucedido.

Es extraordinario; parecemos sitiados por un ejército invisible y por eso mismo más eficaz.

Las incursiones se hacen más frecuentes, las salidas y las desapariciones también, hasta el
estado ha dejado solo a San Jose, la policía, el ejército, el padre y la joven medica dejan el
pueblo, dejando a su suerte al grupo disminuido que se queda. Los días no tienen sentido,
pero lo que pasa desencadenara tal fuerza, que arrasara con todo. Commented [JR2]: Las instituciones estatales tienen que
ver mucho con el desarrollo del conflicto, la permeabilidad
de estas s ve en la obra de Rosero, desde un
Con el previo aviso, llega la incursión definitiva llega al San Jose, en la lista de la muerte posicionamiento político, u obligación , se participa en el
esta Isidro, pero por su búsqueda y edad no es reconocido por sus perseguidores, conflicto.

esa «lista». Es un papel en blanco, Dios. Un papel donde pueden


caber todos los nombres que ellos quieran

Muchos de los pocos que quedan quieren salir, Isidro, desesperado en su espera es el único
que se quiere quedar, si Otilia vuelve lo encontrara en su casa, no se ira, no tiene a donde ir.

Comeré de lo que hayan dejado en sus cocinas, dormiré en todas sus camas, reconoceré sus
historias según sus vestigios, adivinando sus vidas a través de las ropas que dejaron, mi
tiempo será otro tiempo, me entretendré, no soy ciego, sanará mi rodilla, caminaré hasta el
páramo como un paseo y después regresaré, mis gatos continuarán alimentándome, si llorar
es lo que queda, que sea de felicidad. Commented [JR3]: El será el que recuerde todos los
aspectos, mas no sabe si será quien cuente la historia
La llegada se esparce sin medida por todo el pueblo, tiros de gracia, fusilamientos, granadas,
Isidro presencia la violencia encarnada y desalmada, para finalizar su historia sin encontrar
y Otilia pero sin miedo y siendo el dueño de su propia muerte.

«Quieto», gritan, me rodean, presiento por un segundo que incluso me temen, y me temen
ahora, justo cuando estoy más solo de lo que estoy.

La vida de Isidro y la búsqueda de su esposa induce a un mundo de violencia que impregna


la vida cotidiana, los personajes aprenden a vivir con ella y en ocasiones provoca la
reunión. Isidro no teme a la muerte, por eso su esperanza nunca decae, al final, es dueño de
su muerte, ya no importa nada, la destrucción que causan ya no le llega, no tienen nada, y
alguien así, solo es posible temerle, y se lo ataca ahora por miedo.

A pesar de todo este resumen de violencia es rescatable los apuntes sobre los valores también
tienen su espacio en la trama, la lealtad, el valor, la fortaleza y la alegría son formas de
enfrentarse al ataque, aunque por pasajes es imposible escapar de una trama tan pausada que
se transforma en estremecedora de un momento a otro que es posible sentir el dolor de las
víctimas.
LOS EJERCITOS. Evelio Rosero

les diré que me llamo Nadie,


les diré que no tengo nombre y reiré otra
vez, creerán que me burlo y dispararán,
así será.

Cuando una nación se encuentra envuelta en un fenómeno de violencia fratricida desmedida, tiende
a olvidar sus nociones como sociedad, donde la lucha solo se hace para reivindicaciones individuales
y las victimas solo son una masa homogénea que molesta por que no corresponde a la manera
moderna de ver el mundo. No conocía Evelio Rosero antes de conocer “los Ejercito”, a pesar de
conocer proyectos académicos y gubernamentales acerca de la posibilidad de narrar el conflicto, y
algunas novelas históricas acerca de este, no había encontrado literatura del conflicto contemporáneo,
a nivel mediático se encuentra la presencia biografías personales de padecimiento del conflicto de
personajes reconocidos de la política y de orden nacional, la obra de Rosero es una ventana a un
conflicto que sabemos que existe, pero nos negamos a aceptar por su carácter emsombrecedor y su
distancia geográfica y social: el convencimiento que el conflicto no nos toca es mentira, la presencia
de un miedo irracional siempre nos persigue, pero no comprendemos a ellos que ya fueron alcanzados.
Rosero, comunicador social, ha trabajado todas las expresiones que la literatura, en su carrera
obtenido el Premio Iberoamericano de Libro de Cuentos Netzahualcóyotl, así como el Premio
Internacional de novela breve La Marcelina, de Valencia, España, por Papá es santo y sabio.
En 2006 obtuvo en Colombia el Premio Nacional de Literatura, otorgado por el Ministerio
de Cultura. En 2007, con su novela Los ejércitos, ganadora del II Premio Tusquets Editores
de Novela, Evelio Rosero ha alcanzado resonancia internacional, pues se ha traducido a doce
idiomas y se ha alzado con el prestigioso Independent Foreign Fictio Prize (2009) en Reino
Unido y el ALOA Prize (2011) en Dinamarca. Es interesante encontrar un autor que vea la
relación en la cotidianidad y el un horror tan particular, que induce al encuentro de la
violencia que rodean a sus personajes y absorbidos igual que el lector, a una violencia
desmedida que puede cruzar los límites del absurdo, y como literatura aceptamos por no ser
realidad.

Con el actual proceso de paz que se lleva a cabo debe iniciar la fractura de un proceso mental de alerta
aletargada y aceptada que se ha impuesto en el tiempo, aunque gran parte de la población urbana
nunca ha sentido los rigores de un conflicto armado que durante mucho ha tenido su asentamiento en
el campo, pero, con la modernización del conflicto, y la entrada del narcotráfico, no solo como fuente
de financiación, sino como generador de violencia, lleva la violencia a las ciudades que sufrieron
tiempos de incertidumbre sin sufrir los enfrentamientos que se vivieron en el campo.

El fin del conflicto debe ser la posibilidad de reconstruir los lazos de una sociedad que se encuentra
fragmentada por la desconfianza en el otro, en las instituciones, la política y el país y se encuentra
lastimosamente polarizado por medios de comunicación que solo han explotado el tema de la
violencia y ha cedido a intereses particulares para presentar esta información, que llega a todo el
mundo y se presenta sin ningún análisis que permita rompa el sentimiento de asimilación, sino que
ayude a construir una postura crítica frente al sufrimiento del otro.

Históricamente, el campo es el escenario predilecto para el asentamiento de la violencia, las


distancias de los ejes políticos con muchos municipios del país, disuelven la institucionalidad
y son espacios para fuerzas en conflicto, bajo influencias económicas de la droga, crean su
propio sistema de normas y con este su propio estado de poder, el cual se sobrepone a los
ciudadanos por medio del poder de las armas y la violencia.

El pueblo ficticio de San Jose es crear un mundo que no es posible en la realidad, por su
complejidad, aleja al lector de la violencia a la imaginación, pero es una representación
general de los pueblos rurales de la geografía Colombia, donde los lazos de amistad se
encuentran rodeados de dramas que suscitan el encuentro, pero todas pendientes de un
conflicto que está siempre al asecho y que, de llegar, acabará con todo, pero al menos no
podrá con la esperanza.

El viejo su esposa han vivido en San Jose desde hace 40 años, Ismael y Otilia y comenzaron
su relación gracias a un trágico suceso que los reunió en el miedo y la desesperación y los
separo de la misma manera. Siendo profesores, y son reconocidos en el pueblo porque
enseñaron a leer y a escribir a muchos de sus habitantes, sin embargo, con la vejez, ha llegado
el aletargamiento, que solo se rompe con las miradas indiscretas de Ismael sobre su vecina,
y sus recuerdos impertinentes de juventud gustos malsanos por mirar al sexo opuesto, que
crean en Otilia a una vergüenza que se acentúa con el tiempo.

La violencia es una compañera constante y ferviente para los habitantes de San Jose, las
visitas inesperadas y los pasos han deshecho el pueblo una que otra vez y las desapariciones
de personajes, queridos o no, son un recuerdo que la violencia nos toca a todos sin importar
la posición y ni la fe.

A pesar de todo, los pocos habitantes que residen en el pueblo, solo quieren vivir una vida
tranquila, donde los niños puedan crecer con inocencia y tengan la posibilidad de olvidar el
pasado ensangrentado de sus predecesores. Los entornos cotidianos son frecuentes en la
cultura colombiana, por ejemplo, en la iglesia o pequeños establecimientos comerciales
donde se comunican las ultimas noticias se cuentan los movimientos de los vecinos que
quizás no se volverán a ver, una charla tan recurrente como la espera a que la violencia no
retorne con una bocanada de destrucción.

Sin embargo, con el recuerdo de un importante amigo, o enemigo, se suscita el encuentro,


reunirse en torno al sufrimiento es una forma de acompañarse para no padecer, para
permanecer y no sucumbir ante una amenaza que no quiere que la felicidad floresca, pero
Isidro, como un personaje ajeno, distante y un poco indolente, no llega al encuentro por
razones físicas, lo cual, le permite reconocer a un amigo del pasado que le reanima y le
devuelve la salud. Los elementos populares toman un lugar especial en la novela, los
fantasmas, espantos no causan tanto temor como los ejércitos, pues nunca se conoce cuál será
el uniforme que vendrá.

De pronto esta rutina de encuentros se ve interrumpida por pequeñas incursiones violentas,


secuestros, extorciones, desplazados, son pequeños indicios de un retorno esperado mas no
querido al pueblo, y su próxima excursión será la definitiva.

“¿qué es?, ¿será que voy a morir?, suenan más tiros, ahora son ráfagas —me paralizo, son
lejanas—: De modo que no era otra guerra, es la guerra de verdad, nos estamos volviendo
locos, o nos volvimos”.
Salir temprano no fue bueno un día, un paseo conduce a Isidro de querer desaparecer un
momento del mundo, a perderse en una serie de encuentros desafortunados con la muerte,
que a manos de todos los actores que intervienen en el conflicto, comienzas a dibujar una
leve imagen de lo que pueden llegar a hacer. Volver al hogar se convierte en un juego de
búsqueda que no tiene fin, pierde a su esposa, y emprender su búsqueda lo lleva a olvidarse
de sí mismo y a entender que la vida sin ella no tiene sentido. Ahora son pocos los que se
quedan, los que salen lo hacen por su influencia con los ejércitos, o por su miedo, da igual,
dejan sus esperanzas en no volver, los que se quedan, mantienen la esperanza de poder
mantenerse a pesar de lo que pueda suceder.

Es extraordinario; parecemos sitiados por un ejército invisible y por eso mismo más eficaz.

Las incursiones se hacen más frecuentes, las salidas y las desapariciones también, hasta el
estado ha dejado solo a San Jose, la policía, el ejército, el padre y la joven medica dejan el
pueblo, dejando a su suerte al grupo disminuido que se queda. Los días no tienen sentido,
pero lo que pasa desencadenara tal fuerza, que arrasara con todo.

Con el previo aviso, llega la incursión definitiva llega al San Jose, en la lista de la muerte
esta Isidro, pero por su búsqueda y edad no es reconocido por sus perseguidores, ”esa «lista».
Es un papel en blanco, Dios. Un papel donde pueden caber todos los nombres que ellos
quieran”.

Muchos de los pocos que quedan quieren salir, Isidro, desesperado en su espera es el único
que se quiere quedar, si Otilia vuelve lo encontrara en su casa, no se ira, no tiene a donde ir,
será quien recuerde a los caídos y a los que se fueron, mantendrá un pueblo que solo existirá
en su mente.

“Comeré de lo que hayan dejado en sus cocinas, dormiré en todas sus camas, reconoceré
sus historias según sus vestigios, adivinando sus vidas a través de las ropas que dejaron, mi
tiempo será otro tiempo, me entretendré, no soy ciego, sanará mi rodilla, caminaré hasta el
páramo como un paseo y después regresaré, mis gatos continuarán alimentándome, si llorar
es lo que queda, que sea de felicidad”.

La llegada de los ejércitos se da sin cuartel y sin medida por todo el pueblo, tiros de gracia,
fusilamientos, granadas, Isidro presencia la violencia encarnada y desalmada, pero sin miedo
y siendo el dueño de su propia muerte.

«Quieto», gritan, me rodean, presiento por un segundo que incluso me temen, y me temen
ahora, justo cuando estoy más solo de lo que estoy.

La vida de Isidro y la búsqueda de su esposa induce a un mundo de violencia que impregna


la vida cotidiana, los personajes aprenden a vivir con ella y en ocasiones provoca la reunión.
Isidro no teme a la muerte, por eso su esperanza nunca decae, al final, es dueño de su muerte,
ya no importa nada, la destrucción que causan ya no le llega, no tienen nada, y alguien así,
solo es posible temerle, y se lo ataca ahora por miedo.

Todo este cumulo interminable de violencia también recalca valores intrínsecos en una
sociedad herida pero firme: la lealtad, el valor, la fortaleza y la alegría son formas de
enfrentarse al ataque, aunque por pasajes es imposible escapar de una trama tan pausada que
se transforma en estremecedora de un momento, lo que hace posible sentir el dolor de las
víctimas.

El fin del conflicto debe ser la posibilidad de reconstruir los lazos de una sociedad que se encuentra
fragmentada por la desconfianza en el otro, en las instituciones, la política y el país y se encuentra
lastimosamente polarizado por medios de comunicación que solo han explotado el tema de la
violencia y ha cedido a intereses particulares para presentar esta información, que llega a todo el
mundo y se presenta sin ningún análisis que permita rompa el sentimiento de asimilación, sino que
ayude a construir una postura crítica frente al sufrimiento del otro, “Los ejércitos” a pesar de su
crudeza es una lectura de una realidad no reconocida, pero permite pequeñas historias populares que
podrían contribuir a la construcción de una memoria de todos que se quedaron sin vos y sin una
esperanza sin la cual poder resistir.

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