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HISTORIA, ANTROPOLOGÍA Y ETNOHISTORIA:

UNA RELACIÓN ENTRECORTADA

Armando J. Martí Carvajal1

Introducción
Sidney Mintz escribió que la Historia y la Antropología están en un matrimonio
hecho en el Cielo (“marriage made in Heaven”).2 La lógica diría, dado que ambos
campos del conocimiento tienen por sujeto de estudio al hombre (al ser humano), que
definitivamente deberían estar en una relación muy cercana, más aún cuando los
padres de la Historia, Herodoto y Tucidides, también se consideran precursores de la
Etnografía o Antropología. La realidad es otra.
Los Antropólogos
Tradicionalmente los antropólogos, por regla general, han rehuido y desdeñado
a la Historia y a los historiadores. El eminente antropólogo británico E. E. Evans-
Pritchard dio testimonio de esta realidad:
In 1950 I delivered the Marett Lecture at Oxford. In it I said that I regarded
social anthropology as being closer to certain kinds of history than to the
natural sciences. I will not say that there was a storm of protest, but I had
certainly, as the criticisms levelled at me showed, run into a bad patch of
anti-historical prejudice. The influence in this country of Malinowski and
Radcliffe-Brown, both extremely hostile to history, was still dominant; but
elsewhere too there had been hostility, or at least indifference, to historical
method. …on the whole anthropology in the United States, as Kroeber has
said, has been fundamentally “anti-historical in tendency”.3

Por su parte Keith Thomas explicó la causa de la situación:


To some extent, however, the anthropologists have themselves to blame for
this separation. … Radcliffe-Brown declared categorically that history and
anthropology were “two quite different methods of dealing with the facts of

1 El doctor Martí Carvajal es profesor de Historia y Antropología en la Facultad de Estudios

Humanísticos de la Universidad Interamericana, Recinto Metropolitano.


2 MINTZ, Sidney. History and Anthropology: a Marriage Made in Heaven (working paper). Conferencia

presentada en la Chinese University of Hong Kong. Marzo del 2004. Consultado en la Internet
(http://www.cuhk.edu.hk/ant/publish/Mintzworkingpaper.pdf) el 25 de noviembre del 2011.
3 EVANS-PRITCHARD, E. E. Anthropology and History (Manchester: Manchester University Press,
1961), pág. 1.
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culture” and that “there are many disadvantages in mixing the two subjects
together and confusing them”.4

Como vemos, la ruptura entre ambos campos se atribuye a la “Escuela Inglesa” o


funcionalista y a sus figuras cimeras, Bronislaw Malinowski, con su énfasis en el
fieldwork (trabajo de campo), y A. R. (Alfred Reginal) Radcliffe-Brown.
Como antropólogo y gran admirador de Malinowski, he leído muchas de sus
obras, incluyendo un ensayo, publicado originalmente en castellano, que
básicamente ha sido ignorado por sus seguidores de habla inglesa, al punto que no
se ha incluido en las colecciones sus escritos. Me refiero la introducción al libro
Contrapunteo cubano el tabaco y el azúcar de don Fernando Ortiz, publicado
originalmente en Cuba en 1940, obra fundamental para comprender las sociedades
antillanas. En este breve ensayo Malinowski escribió:
El presente libro es una obra maestra de investigación histórica y
sociológica, tan magistralmente condensada y documentada como libre
de toda erudición pedante y estéril.5

Estas no son las palabras de alguien que rechaza o desdeña la Historia. De hecho,
en lo que he visto de la obra de Malinowski, nunca he encontrado ese supuesto
rechazo hacia la Historia que tantos le atribuyen. No creo que haya mejor evidencia
de la visón de Malinowski que el siguiente párrafo:
Como buen funcionalista que es, el autor [Ortiz] de este libro acude a la
historia cuando ésta es indispensable. Sus capítulos sobre los distintos
tipos de explotación territorial, según se refieran al azúcar o al tabaco;
sobre las diferencias en los regímenes del trabajo, por artesanos libres,
esclavos o trabajadores contratados, y, finalmente, los relativos a las
diversas implicaciones políticas de una y otra industria, están todos
escritos así desde un punto de vista histórico como desde uno funcional.
Varios de los más fundamentales datos históricos han sido mucho más
ampliamente documentados en los importantes capítulos adicionales
comprendidos en la segunda parte del libro.6

4 THOMAS, Keith. “History and Anthropology” en Past & Present, No. 24 (Apr., 1963), pág. 3.
5 MALINOWSKI, Bronislaw. “Introducción” a Contrapunteo cubano el tabaco y el azúcar (Caracas:
Biblioteca Ayacucho, 1987), pág. 9.
6 MALINOWSKI, Bronislaw. “Introducción” a Contrapunteo cubano el tabaco y el azúcar (Caracas:
Biblioteca Ayacucho, 1987), pág. 8.

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En este escrito Malinowski claramente reconoce que la investigación histórica puede


aportar información valiosa a la etnología.
Evans-Pritchard pensó que los funcionalistas:
…critics of both evolutionists and diffusionists should have challenged
them, not for writing history, but for writing bad history. … Moreover, they
were ignorant of historical research and seem to have thought that the
spurious history they were attacking was typical of history as a whole, and
so rejected historical explanations of any kind.7

Malinowski rechazó “la historia mala”; esas narraciones que presentan una letanía de
nombres y fechas sin razón ni propósito. Eso, como saben mis estudiantes, no es
Historia.
Otra de las razones por la cual muchos antropólogos rechazan el material
histórico es porque este no es el resultado de observación directa, o sea del trabajo de
campo, elemento esencial, casi sagrado, de la investigación antropológica moderna.
Esta metodología, iniciada por Franz Boas, requiere la convivencia por períodos de
por lo menos un año con el grupo o sociedad estudiada. Esta técnica de
investigación llegó a su sitial actual por la influencia de Malinowski, quien...
… en algunos aspectos, planteó y ganó una importante batalla, durante
la que elevó el trabajo de campo etnográfico a un arte profesional. Esta
batalla consistió en establecer que la vida primitiva y las instituciones
primitivas eran más complejas, mucho más complejas, de lo que habían
pensado los teóricos anteriores.8

José R. Llobera escribió que:


Si algo caracteriza a la antropología, por lo menos desde Boas y
Malinowski, es el trabajo de campo intensivo, la llamada observación
participante. Rito de pasaje, laboratorio indispensable o simplemente
técnica de investigación elevada a la categoría de deus ex machina, el
trabajo de campo en una comunidad exótica forma parte del glamour
antropológico y hasta la fecha ha constituido la fuente principal de la
disciplina.9

7 EVANS-PRITCHARD. Anthropology and History, pág. 2.


8 GLUCKMAN, Max. “Datos etnográficos en la antropología social inglesa” en La antropología como
ciencia, compilado y prologado por José R. Llobera (Barcelona: Editorial Anagrama, 1975), págs. 142-
143.
9 LLOBERA, José R. “Introducción” a La antropología como ciencia, textos compilados y prologados por

J. R. Llobera (Barcelona: Editorial Anagrama, 1975), pág. 10.

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Pero esto no siempre ha sido así, ni hay una razón real para estas limitaciones.
Después de todo como señaló Evans-Pritchard:
It is sometimes forgotten that the social anthropologist relies on direct
observation only in his role of ethnographer and that when he starts to
make comparative studies he has to rely on documents, just as the
historian does.10

Hay que recordar que Ruth Benedict ni tan siquiera había visitado Japón cuando
escribió su magistral The Chrysanthemum and the Sword: Patterns of Japanese
Culture (publicado en 1946). En otras palabras, se ha confundido técnica y
metodología (trabajo de campo) por el campo de estudio (etnografía). Esto ha llevado
a una perdida de visión y perspectiva que limita sustancialmente a la antropología.
Thomas creyó que bajo la tutela de Evans-Pritchard, sucesor de Radcliffe-
Brown en Oxford, se produciría un acercamiento entre los antropólogos y la Historia:
In recent years, however, there has been a reaction, led by Radcliffe-
Brown’s successor in the Oxford Chair of Social Anthropology. In his
Marett Lecture of 1950, Professor Evans-Pritchard asserted that the
differences between the two subjects were those of technique rather than of
aim, and he has subsequently done much to urge a new rapprochement
[Sic.] between them.11

A pesar de esto, la realidad es que los antropólogos se han mantenido distanciados


de la Historia. De acuerdo a Evans-Pritchard la razón por la cual no se han
integrado ambos campos es que los antropólogos aún no han aprendido a tratar el
material histórico de manera sociológica (“We have not yet learnt, I venture to say, how
to treat historical material sociologically).12
Los Historiadores
El problema entre ambos campos no se limita a los antropólogos. Son pocos
los historiadores que han conectado su campo con la Etnología. Mientras que las
obras de historia militar, económica, política o social son innumerables; aquellas que

10 EVANS-PRITCHARD. Anthropology and History, pág. 5.


11 THOMAS, Keith. “History and Anthropology” en Past & Present, No. 24 (Apr., 1963), pág. 3.
12 EVANS-PRITCHARD. Anthropology and History, pág. 5.

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tratan el pasado desde la perspectiva de lo etnológico o lo etnográfico son menos que


pocas. Aún en nuestros días, luego del surgimiento de la “Escuela de los Annales”,
en los que muchos historiadores hablan de “Historia Cultural”, bajo la sombrilla del
Posmodernismo, el número de trabajos que parte de la Etnología para el análisis
histórico es pequeño. De hecho, la jeringonza que son los llamados “Estudios
Culturales” y aún la “Historia Cultural” posmodernista tienen poco de antropológico,
estando más cerca del “realismo mágico” de García Marqués que de la descripción
etnográfica de Samoa realizada por Margaret Mead.
Es difícil de entender esta oposición e insistencia en separar el análisis
etnológico de los documentos y otras fuentes primarias de la Historia. Nadie
disputaría que investigaciones sobre historia económica o historia política fuesen
territorios abiertos a los historiadores. No hay justificación académica ni de otro tipo
para la exclusión de la etnología del análisis e investigación histórica.
La Etnohistoria
Coincido con la advertencia del antropólogo puertorriqueño Eugenio Fernández
Méndez que sólo puede conocerse plenamente una cultura dentro de su contexto
histórico. Por lo tanto, de acuerdo a don Eugenio, no es posible adquirir un
entendimiento de la cultura actual de una región, o área del mundo, sin revisar las
fuentes y archivos históricos.13
El término etnohistoria, según explicó Bernard Cohn, surgió en la década de
1940 entre algunos antropólogos, arqueólogos e historiadores norteamericanos que
estudiaban a los “aborígenes” americanos.14 En estos estudios, mayormente sobre
aculturación (transculturación), se fundían materiales etnográficos e históricos, en lo
que Melville Herskovits llamó el método etnohistórico (“the ethnohistorical method”).15
O sea, que la etnohistoria, desde esta perspectiva, es más compleja y profunda que

13 FERNÁNDEZ MÉNDEZ, Eugenio. The Sources on Puerto Rico Cultural History: A Critical Appraisal.
(San Juan: 1998), pág. 38.
14 COHN, Bernard S. “Etnohistoria” en Enciclopedia de las ciencias sociales, volumen 5, dirigida por
David L. Sills, Vicente Cervera Tomás, director de la edición española, (Madrid: Aguilar, 1974), pág.
418.
15 HERSKOVITS, Melville J. Man and His Works: the Science of Cultural Anthropology (New York: Alfred

A. Knopf, 1949), pág. 526.

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simplemente un contexto histórico. Esta es el análisis de procesos de contactos entre


sociedades y los cambios que estos produjeron.
Se pensaría que el término, tras tantos años, no debería provocar problemas
metodológicos o teóricos, pero este no es el caso. Como indicaron Russell Barber y
Frances Berdan en The Emperor’s Mirror, ellos no pudieron encontrar un consenso
sobre la definición del término, detectando sobre doce definiciones substancialmente
diferentes (“substantially different”) y unas cincuenta que, utilizando diferente
terminología (“different wordings”), dicen esencialmente lo mismo.16 Sin duda,
irrelevante del nombre o término que se le de (historia cultural, antropología
histórica, etnohistoria), esta disciplina, como advirtió el historiador James Axtell, es
un cruce de antropología e historia.17
Por experiencia puedo dar fe que para muchos historiadores “hacer”
etnohistoria es un acto controversial, pues no consideran a este tipo de investigación
historia. Por ejemplo, Dennis Wiedman cree que a etnohistoria es una subdivisión de
la antropología.18 Alfredo Jiménez Núñez, básicamente concordó con esta
apreciación, ya que creía que “la etnohistoria es un método o parte de la antropología
cultural, al mismo nivel que la arqueología y la etnología”.19 Esta visión ha
convertido al campo, por default, en un feudo privado de los antropólogos al que no
entran los historiadores.
Aún entre los arqueólogos e historiadores, ambos dedicados al estudio y
reconstrucción del pasado humano, las relaciones, aunque existen, no han sido tan
cercanas como deberían de ser. Por ejemplo, la mayor parte de los americanistas
han concentrado en el estudio de los virreinatos y Tierra Firme, tratando a las
Antillas –si es que las tratan- como algo insignificante e inconsecuente. De otra
parte, los historiadores antillanos, en términos generales, han abandonado las

16 BARBER, Russell J. y BERDAN, Frances F. The Emperor’s Mirror: Understanding Cultures Through

Primary Sources. (Tucson: University of Arizona Press, 1998), pág. 5.


17 AXTELL, The European and the Indian, pág. 5.
18 WIEDMAN, Dennis. “The Anthropological Use of Historic Documents” en Ethnohistory: a
Researcher’s Guide, editada por Dennis Wiedman (Williamsburg: Department of Anthropology, College
of William and Mary, 1986), pág. xi.
19 JIMÉNEZ NÚÑEZ, Alfredo. “Etnohistoria de Guatemala: Informe sobre un proyecto de antropología

en archivos” en Anuario de estudios americanos XXXIII (Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-


Americanos, 1976), pág. 461.

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primeras épocas del período colonial, en particular al siglo XVI, concentrándose


sobretodo en el XIX. La realidad, por causas de este abandono, los arqueólogos
trabajando el “Período de Contacto” se han visto obligados a invadir archivos y
colecciones documentales y hacer el trabajo que correspondería a los historiadores.20
El historiador John Axtell, en su artículo “The Ethnohistory of Early America: A
Review Essay”, sugirió que:
A consensual definition of ethnohistory might be the use of historical
methods and materials to gain knowledge of the nature and causes of
change in a culture defined by ethnological concepts and categories
[énfasis original].21

Desde su punto de vista, la etnohistoria difiere de la historia propiamente, al añadir


una “nueva dimensión”: el uso crítico de conceptos y materiales etnológicos en el
examen de las fuentes históricas.22 Axtell considera que la etnohistoria está
compuesta de tres elementos o características de estudio:
1. La cultura como sujeto de estudio.23
2. La segunda característica es el énfasis en el cambio sociocultural; énfasis que
comparte con la historia y la antropología. 24
3. El uso de métodos y materiales históricos. 25

Esto lo lleva a reconocer que esta aproximación demanda múltiples competencias,


cuando la preparación académica convencional sólo promueve una.26
Posteriormente, en The European and the Indian, Axtell escribió que muchos
historiadores ejercen algo que se podría llamar antropología cultural retrospectiva

20 Sobre este tema se puede ver mi ensayo “A Historia Esquecida: as crônicas o século XVI e a

historiografia anthilhana” en Cronistas do Caribe, editada por L. Karnal, L. Domingues. L. de Oliveira


Fernandes y L. G. Kalil (Campinas: Instituto de Filosofia e Ciências Humanas, Universidade Estadual
de Campinas, 2011), págs. 93-110.
21 AXTELL, James. “The Ethnohistory of Early America: A Review Essay” en The William and Mary

Quarterly, octubre de 1978, Tercera Serie, volumen XXXV, número 4, págs. 113-114.
22 IBIDEM, pág. 118.
23 IBIDEM, págs. 114-115.
24 IBIDEM, pág. 116.
25 IBIDEM, pág. 118.
26 IBIDEM, pág. 120.

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(“retrospective cultural anthropology”), mientras que muchos antropólogos ejercen lo


que pudiese llamarse etnografía histórica (“historical ethnography”).27
Axtell no es el único historiador que ha trabajado directamente en el campo.
Hay un sinnúmero de “historias” que, no hay duda, pudiesen ser clasificadas como
“etnohistorias”. Ejemplo de esto son los trabajos de Ángel López Cantos sobre el
Puerto Rico del siglo XVIII.28
Conclusiones
Evans-Pritchard creía que la razón por la cual la historia y la antropología no
se han integrado porque los antropólogos aún no han aprendido a tratar el material
histórico de manera sociológica. Esa situación, evidentemente, ha quedado resuelta
al aplicar eso que Herskovits llamó el método etnohistórico (“the ethnohistorical
method”).
Ciertamente, como reveló la investigación de Barber y Berdan, la falta de
consenso sobre la definición de lo que es la etnohistoria término, presenta un
problema singular en el campo. Ahora, al enfrentar esta evidente confusión sobre la
etnohistoria durante nuestra investigación sobre la Cuba del siglo XVI decidimos
seguir el axioma filosófico conocido como la “Navaja de Occam”: entre todas las
posibles explicaciones de un fenómeno, siempre se debe favorecer la más sencilla.
Por lo tanto, en nuestro trabajo definimos la etnohistoria como la realización de una
etnografía de un período pasado utilizando los documentos (relaciones, cuentas,
grabados, mapas y otras fuentes primarias) de la época.
Desde esta perspectiva la etnohistoria es muy similar a la arqueología. El
arqueólogo, como dijo James Deetz, es un antropólogo que intenta reconstruir la
cultura de sociedades antiguas utilizando los restos materiales de esta.29 O sea, el
etnohistoriador intenta reconstruir la cultura de un momento dado de una sociedad

27 AXTELL, James. The European and the Indian: Essays in the Ethnohistory of Colonial North America

(Oxford: Oxford University Press, 1981), pág. 15.


28 LÓPEZ CANTOS, Ángel. Fiestas y juegos en Puerto Rico (siglo XVIII) (San Juan: Centro de Estudios

Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 1990).


----- La religiosidad popular en Puerto Rico (siglo XVIII) (San Juan: Centro de Estudios Avanzados de
Puerto Rico y el Caribe, 1992).
----- Los puertorriqueños: mentalidad y actitudes (siglo XVIII) (San Juan: Editorial de la Universidad de
Puerto Rico y Ediciones Puerto, 2000).
29 DEETZ, James. Invitation to Archaeology (Garden City: The Natural History Press, 1967), pág. 4.

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particular utilizando los documentos de ese período. Por lo cual debe buscar en los
documentos evidencia de los elementos que conforman, como estableció Clark
Wissler, a una cultura: rasgos, complejos, área y patrones.30 Esto es, como diría
Axtell, una “antropología cultural retrospectiva”.
Naturalmente, para realizar este tipo de estudio, el investigador debe alcanzar
esas “múltiples competencias” que planteó Axtell. O sea, se debe dejar de pensar
sólo como historiador o como antropólogo, y seguir una perspectiva amplia y
abarcadora. Debemos ser humanistas.

30 HERSKOVITS, pág. 169.

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