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ENVEJECIMIENTO CELULAR
El envejecimiento puede definirse como la acumulación de todos los cambios involutivos e
irreversibles que se producen en un organismo con el paso del tiempo y que llevan a fallos
homeostáticos incompatibles con la supervivencia.
Un problema relacionado con la definición de envejecimiento es la determinación del
momento en que este se inicia, que según la opinión mayoritaria, es cuando termina el
desarrollo. No obstante el comienzo del envejecimiento funcional puede considerarse
como un parámetro de valor relativo. Así una deportista dedicada a la gimnasia rítmica
puede considerarse mayor para esta actividad a la edad de 25 años mientras que para la
mayoría de las actividades aun es una persona joven.
El estudio del envejecimiento se complica por el fenómeno conocido por envejecimiento
diferencial, pues no todos los sujetos envejecen al mismo ritmo, ni todos los órganos y
sistemas del mismo sujeto se deterioran simultáneamente.
Un concepto más restrictivo que el de envejecimiento es el de senescencia por el que se
entiende el conjunto de cambios involutivos que ocurren en las fases finales de la vida, que
incluyen alteraciones morfológicas, bioquímicas y funcionales conducentes a la muerte.
Según algunos autores, el envejecimiento podría empezar en edades tempranas, incluso
juveniles, mientras que la senescencia tendría lugar en las edades finales de la vida, en las
que las pérdidas de rendimiento de los sistemas fisiológicos y de resistencia al estrés se
hacen más evidentes. Se usa envejecimiento y senescencia como sinónimos.
El envejecimiento consiste en la pérdida gradual de la potencialidad de nuestras células y
organismo. Los conceptos de longevidad y envejecimiento están íntimamente ligados, ya
que la mayor o menor rapidez del transcurso de éste determina la duración de la vida. Por
ello, si tuviésemos posibilidad de lograr enlentecer el proceso de envejecimiento de los
seres humanos se incrementaría su longevidad, lo que permitiría, en medios adecuados,
que aumentasen las respectivas esperanzas de vida, hasta límites dependientes de las
respectivas circunstancias individuales y sociales.
Durante el proceso del envejecimiento se producen a nivel celular una serie de cambios
morfológicos y fisiológicos.
MUTUACIÓN SOMÁTICA
Esta teoría fue propuesta por Szilard en 1959, el cual predijo que el envejecimiento ocurre
como un resultado de la acumulación de mutaciones en el ADN nuclear de las células
somáticas.
Comfort, en 1979, también propugnó esta idea que después se matizó por otros autores,
los cuales refieren que la lesión en el ADN sería fundamentalmente al nivel mitocondrial.
Entre estos autores hay que destacar a Miquel y Fleming, al sostener que la causa
fundamental del envejecimiento celular es una inestabilidad del genoma mitocondrial,
por una falta de equilibrio entre la reparación mitocondrial y el efecto desorganizador de los
radicales de oxígeno. De este modo, las células privadas de la capacidad de regenerar sus
poblaciones mitocondriales, sufrirán una disminución irreversible en su capacidad para
sintetizar ATP, con la consiguiente degradación senescente del funcionamiento fisiológico
y muerte final. En años posteriores muchos autores se acogieron a la idea de Miquel y
otros.
Estas mutaciones en el ADN mitocondrial causan enfermedades humanas y están
asociadas con un espectro amplio de manifestaciones clínicas incluida la demencia, los
desórdenes del movimiento, el fallo cardíaco, la diabetes, la disfunción renal, la sordera, la
ceguera y la debilidad.
GERONTOGENES
Otra teoría del envejecimiento inculpa a la desnaturalización de las largas cadenas de
ADN helicoidal de los cromosomas del núcleo celular, donde se ubican aquellos genes
encargados de generar proteínas. La incapacidad para reparar los errores genéticos que
se acentúan con la edad del individuo serían responsables de este deterioro. En este
mismo sentido, se mencionó que el mecanismo consistía en la eliminación de los grupos
metílicos (CH3) de ciertas regiones del ADN. Otros investigadores le atribuyen importancia
al ADN mitocondrial, que porta solamente el óvulo, y daría pábulo a las teorías de que la
longevidad sigue la línea materna de herencia. En el daño del ADN mitocondrial vuelve a
aparecer el NO (óxido nítrico) con su proceso de oxidación.
La teoría de los gerontogenes y el Reloj Biológico está sustentada por el
reconocimiento y mapeado de los genes responsables de la enfermedad de Alzheimer.
También se han identificado gerontogenes en la mosca de la fruta (Drosophila
melanogaster), en un gusano nematodo que vive en la tierra (Caenorhabditis elegans) y,
sin que la verificación sea total, en un ratón. Tienen características disímiles de los
oncogenes: éstos producen cáncer como consecuencia de fallas, los gerontogenes
envejecimiento por acción normal y pueden desaparecer durante la evolución de la
especie. Las investigaciones se realizan con paradigmas de la biotecnología de vida muy
corta. Los mamíferos no resultan buenos animales de experimentación. Las conclusiones
de los estudios deben extrapolarse al hombre. La gerontomutación adquirida altera la
duración de la vida: la mortalidad confiere una ventaja selectiva y es el resultado de la
presión de la selección sobre la máquina molecular que acorta la replicación y la extensión
de la vida. Esta sería la hipótesis del Reloj de la Mortalidad, el Reloj Biológico.
SOMA DESECHABLE
La idea de un cuerpo de "quita y pon" es central para evolución del envejecimiento -la
razón del envejecimiento- aunque es esencialmente una explicación evolutivista. Esta idea
se conoce como la teoría del soma desechable, y fue formulada por Thomas Kirkwood a
finales de los años 70 y posteriormente desarrollada por él mismo y el eminente
genético Robin Holliday. Actualmente, muchos investigadores la consideran el mejor
marco teórico para comprender el envejecimiento. En su formulación actual, según publica
el propio Kirkwood, sería como:
a) El envejecimiento se debe a limitaciones que han surgido en el mantenimiento somático
y la reparación, debido a que compite con ellas de forma prioritaria la reproducción.
b) El envejecimiento, por tanto, es resultado de la acumulación durante la vida de daño en
las células y tejidos.
c) Contribuyen al envejecimiento múltiples mecanismos (puesto que son formas múltiples
de mantenimiento somático, todas las cuales están sujetas al mismo proceso de
optimización.
d) Los principales genes que determinan la longevidad y la tasa de senescencia son genes
que especifican los niveles de funciones de mantenimiento (Genes de reparación de ADN,
enzimas antioxidantes, proteínas de estrés, etc.)
e) El proceso de envejecimiento es intrínsecamente estocástico, pero la longevidad está
programada, en general, a través de los genes que acabamos de mencionar y
f) La longevidad máxima no está controlada por ningún tipo de reloj, pero si modulable, por
ejemplo, modificando la exposición al daño o mejorando las funciones del mantenimiento
corporal.
Kirkwood y Holliday consideraron la dicotomía entre la línea germinal y el soma como
resultado de un dilema entre la supervivencia y la reproducción. En esencia, para ser de
alguna utilidad, el cuerpo debe sobrevivir al menos hasta la edad reproductiva. De ahí se
derivan costes para el mantenimiento de la vida, que consume la mayor parte del alimento
tanto a nivel de organismo como a nivel celular. En este último caso, la elevada tasa de
daño en el ADN y mutaciones tienen que ser corregidos mediante la síntesis e
incorporación de nuevos principios inmediatos.
ACORTAMIENTO CROMOSÓMICO
Esta teoría expone que las células no replican completamente sus cromosomas durante
cada división celular, de forma que ciertas secuencias que replican tardíamente acabarían
perdiéndose después de un cierto número de replicaciones. En fibroblastos humanos se
ha comprobado experimentalmente que ciertas secuencias situadas en los telómeros de
los extremos de los cromosomas no se replican del mismo modo que el resto del genoma,
sino que son añadidos posteriormente por un proceso regulado por un complejo
enzimático denominado telomerasa. Harley y cols demostraron que el tamaño de los
telómeros disminuía de cuatro Kb a dos Kb con el envejecimiento de los fibroblastos en
cultivos. Estos autores especulan que si uno o mas telómeros se pierden completamente,
podría producirse un bloqueo de la proliferación. La disminución del tamaño de los
telómeros también se ha visto en las células de pacientes con progerías.
TEORÍAS EVOLUTIVAS
La senescencia es perjudicial para el individuo en casi todos los aspectos y constituye una
característica normal en la vida de los animales superiores.
Hay 3 teorías evolutivas que explican por qué ocurre el envejecimiento:
2.- La segunda teoría propone que las mutaciones perjudiciales que se activan
tarde son las responsables del envejecimiento. Los genes del envejecimiento
se habrían instalado cómodamente en los cromosomas humanos porque la
selección natural no habría podido evitar su difusión. Los alelos perjudiciales
persistirían en una especie si sus efectos nocivos no se evidenciaban hasta
avanzada ya la madurez sexual. Por lo tanto, esta teoría afirma que se acumulan
una variedad de genes perjudiciales que se activan tarde, y que causan
senescencia y muerte cuando un individuo se traslada a un medio protegido y vive
el tiempo suficiente para experimentar sus efectos negativos.
FISIOPATOLOGIA DEL
ENVEJECIMIENTO CELULAR
Los efectos insidiosos del envejecimiento pueden detectarse en personas que, incluso
en ausencia de enfermedades o alteraciones vasculares concretas, al comenzar el
envejecimiento se inicia el declive progresivo de muchas funciones fisiológicas, entre
ellas parámetros tan fáciles de medir como la fuerza muscular, la reserva cardiaca, el
tiempo de conducción nerviosa, la capacidad vital pulmonar, la filtración glomerular y la
elasticidad vascular. Este deterioro funcional va acompañado de modificaciones
estructurales. La masa magra del cuerpo disminuye, y la proporción de grasa
aumenta. Los componentes de la matriz del tejido conjuntivo comienzan a establecer
enlaces cruzados. El pigmento lipofucsina (de desgaste) se acumula en órganos
como en encéfalo, corazón e hígado.
Las características más notables del envejecimiento son tanto una disminución de la
capacidad funcional basal como una reducción de la capacidad de adaptación al
estrés ambiental.
MECANISMOS IMPLICADOS
Muchos de los mecanismos de envejecimiento antes mencionados son autónomos
(independientes de señales externas). Sin embargo, es posible que exista cierto
control sistémico del envejecimiento. Factores humorales (endocrinos) podrían
coordinar el paso del envejecimiento en diferentes órganos y tejidos. Los procesos
sistémicos y los autónomos celulares no son exclusivos mutuamente, el
envejecimiento celular autónomo y el sistémico pueden coexistir.
En fisiología humana normal, hay claros ejemplos de declinación de niveles
hormonales con el envejecimiento. Los estrógenos disminuyen abruptamente en la
menopausia, y con la suplementación estrogénica se ha logrado enlentecer varios
procesos degenerativos como la atrofia de la piel, osteoporosis, ateroesclerosis y el
deterioro cognitivo. Otros factores endocrinos como la hormona del crecimiento,
testosterona y DHEA-S (dehidroepiandrosterona sulfato), declinan gradualmente con
la edad. La suplementación a corto plazo de hormona del crecimiento ha logrado
aumentar la masa muscular, el grosor de la piel y la densidad ósea. Aunque los
efectos de estas hormonas en órganos específicos es evidente, su relación con el
proceso de envejecimiento, no es para nada clara. Hasta el momento no hay estudios
en animales con suplementación hormonal, que hayan logrado aumentar la sobrevida
máxima.
En ancianos una combinación de factores como la menor actividad física y el cambio
de ritmo de las secreciones endocrinas, conducen a una disminución de tamaño
(atrofia) de muchos órganos y tejidos. Ejemplos de atrofia:
Al disminuir la actividad física con la edad, las fibras del musculo esquelético
disminuyen de tamaño.
En la glándula paratiroides del anciano disminuye el número de células secretoras
de hormona, que son sustituidas por adipocitos.
El testículo se atrofia con la edad por disminución del estímulo gonadotrofico.
Cambios ultraestructurales
Los cambios de la membrana plasmática se advierten en etapas tempranas de la
lesión celular y provocan los trastornos de la regulación de iones y fluidos producidos
por la pérdida de ATP.
Los cambios mitocondriales sobrevienen rápidamente después de la lesión isquémica,
pero son más tardíos en algunos tipos de lesión por agentes químicos, tiene aspecto
denso, como resultado de la condensación de la matriz proteica y la pérdida de ATP.
Sin embargo, ello va rápidamente seguido de tumefacción mitocondrial. Aparecen
densidades. Por último, hay rotura de las membranas mitocondriales seguida de
calcificación progresivamente.
Después de la agresión hay dilatación del retículo endoplasmático, seguido de
fragmentación progresiva del RE . Patrones histológicos
En la patología clásica, los cambios morfológicos resultantes de una lesión no mortal
de las células se llamaban degeneraciones, pero en la actualidad se denominan
lesiones reversibles. Se identifican dos cuadros con el microscopio óptico: tumefacción
celular y degeneración grasa.
SENESCENCIA REPLICATIVA
La comprensión de los mecanismos precisos por los cuales ocurre el envejecimiento
es uno de los grandes problemas aún no resueltos por la biología moderna. Esto es
debido quizás a que se trata de un proceso extremadamente complejo que involucra
distintos tipos de células e interacciones celulares y que resulta a su vez de la suma
de muchos factores, internos y externos al organismo.
Todas las células del cuerpo, a excepción de las gametas sexuales, se multiplican por
división mitótica. En este proceso, cada célula duplica su material genético y lo
distribuye en las dos células hijas, que son, al menos en teoría, genéticamente
idénticas a la célula madre. Sin embargo, si cultivamos células in vitro, el número de
veces que pueden multiplicarse es limitado y no supera las 40 a 60 divisiones. Lo que
ocurre es que en determinado momento las células dejan de dividirse e ingresan en un
estado irreversible denominado senescencia, en el cual no pueden volver a
multiplicarse y que inevitablemente las lleva a la muerte.
La senescencia replicativa es un fenómeno que se observa tanto in vivo como in
vitro y se inicia en el momento en el que las células alcanzan el límite de Hayflick y
dejan de dividirse. El ciclo celular se suspende de manera permanente y las células
quedan detenidas en la fase G0/G1 del mismo. Las células senescentes por lo tanto,
no responden a mitógenos, sin embargo permanecen vivas, aunque metabólicamente
alteradas. Una característica importante de este tipo de células es que no son
susceptibles a estímulos apoptóticos.
Se ha sugerido que la senescencia replicativa pudiera ser un mecanismo celular de
respuesta frente al estrés, y que esta respuesta se relaciona con la supresión de
tumores, y al mismo tiempo con el deterioro fisiológico asociado al envejecimiento.
El reloj mitótico: Los estudios que se han realizado muestran que el momento en
el cual la célula ingresa al estado de senescencia no depende de un tiempo
cronológico o metabólico sino del número de divisiones celulares que han tenido
lugar. Cuando se estudiaron más precisamente algunos de los elementos que
cambian de generación en generación en estas líneas celulares se observó que un
parámetro crítico para que la célula entre en estado de senescencia es la longitud
de los telómeros.
Los telómeros: Los telómeros son las regiones de los extremos de los
cromosomas y están compuestos de secuencias repetitivas de ADN que no
codifican para ningún gen en particular. Una de sus funciones esenciales es la de
proteger al resto del cromosoma de la degradación y de la unión de los extremos
del ADN entre sí por enzimas reparadoras. Si bien la célula duplica su ADN
previamente a la división no es capaz de copiar la totalidad de la secuencia del
telómero y, como resultado, el telómero se hace más corto en cada replicación,
perdiéndose alrededor de 50 a 200 nucleótidos en cada ciclo de división celular.
El desgaste del telómero con la sucesión de ciclos celulares, impide su función
protectora, con lo que el cromosoma se hace inestable, aparecen errores en la
segregación durante la mitosis, anomalías genéticas y diversos tipos de mutaciones.
Las células que presentan estos defectos, no sólo son incapaces de duplicarse, sino
que dejan de ser viables, activándose los procesos de muerte celular programada.
CARACTERISTICAS DEL
ENVEJECIMIENTO CELULAR
Desde el punto de vista macroscópico se observa una disminución del peso y volumen
de los órganos. Microscópicamente se demuestra un retraso en la división,
diferenciación y crecimiento celular, a la vez que una disminución gradual del número
total de células, se reduce la generación de ATP por parte de las mitocondrias,
disminuye la síntesis de proteínas estructurales, enzimáticas y reguladoras, así como
la capacidad para captar nutrientes, se aumenta el daño del ADN a la vez que
disminuye su reparación y se acumulan lesiones oxidativas en las proteínas y en los
lípidos, así como productos terminales de la glucación avanzada (produce enlaces
cruzados en las proteínas). Morfológicamente aparecen núcleos irregulares y
lobulados, mitocondrias lobuladas, disminución del retículo endoplasmático y un
aparato de Golgi distorsionado. A nivel tisular aparece una disminución de la
elasticidad y pérdida de agua intracelular. Paralelamente aparece un aumento de
tejido adiposo y fibroso a expensas del tejido muscular. La etiología de esta situación
está poco estudiada; sin embargo, existe una relación directa de esta con el régimen
alimenticio habitual y la falta de ejercicio; esto da lugar a una falta de uniformidad en la
distribución de la grasa corporal. La relación de tejido adiposo superficial con respecto
al tejido adiposo profundo disminuye por reducción del tejido superficial. Por todo ello
se comprueba que el tejido adiposo subcutáneo se desarrolla sobre el tronco, más que
sobre las extremidades.
Características
Disminución del peso y volumen de órganos y tejidos.
Retraso en la división, diferenciación y crecimiento celular.
Disminución gradual del número total de células.
Pérdida de agua intracelular.
Aumento del tejido adiposo.
Envejecimiento de la piel
Las características fundamentales del envejecimiento de la piel son la pérdida de la
elasticidad y la deshidratación. Las células epidérmicas se adelgazan, las
modificaciones en los haces de colágeno, junto con la falta de hidratación, provocan
las arrugas y la piel da la sensación de colgar sobre los huesos; la repetición de un
mismo gesto facial a lo largo de la vida, el clima y la exposición al sol prolongada son
algunos de los elementos que influyen en el envejecimiento dérmico. Son habituales la
aparición de un doble mentón y la caída de los parpados por la propia flaccidez de la
piel. Hay una atrofia de las glándulas sudoríparas y sebáceas que proporciona un
aspecto seco a la piel y obstaculiza el proceso normal del sudor disminuyendo el olor
corporal. La piel del anciano esta menos vascularizada por la que la cicatrización es
más lenta. La coloración de la piel es más pálida, aunque aparecen unas manchas
más oscuras que reciben el nombre de lentigo (especialmente en las manos y en la
cara). Otra característica en la dermis de los ancianos la constituye la proliferación de
verrugas seniles, especialmente en mujeres.
Envejecimiento muscular
La pérdida gradual de fuerza muscular es la característica más destacable del
envejecimiento de los músculos. Hay una disminución de masa muscular, aunque
externamente no se aprecia por el aumento de líquido intersticial y del tejido adiposo.
Los cambios en la estructura muscular son muy complejos; hay una reducción
significativa de la actividad. La duración entre la contracción y los periodos de
relajación es mayor, y la tensión muscular disminuye.
El ejercicio físico contribuye a mejorar el funcionamiento y la eficacia muscular, por lo
que es importante iniciarlo en edades tempranas y hacerlo de forma continuada.
Envejecimiento articular
La superficies articulares recubiertas de cartílago se deterioran aproximadamente
hacia la tercera década de la vida. A medida que el tejido va erosionándose, las dos
superficies óseas de la articulación quedan en contacto, lo que causa la aparición de
dolor, crepitación y limitación de movimientos. El estrechamiento del espacio articular
se produce también por la pérdida de agua del tejido cartilaginoso.
Otra forma de degeneración articular la constituye el crecimiento irregular del hueso en
los bordes de la articulación, lo que da lugar a deformidades y compresión nerviosa a
distintos niveles, dando paso a dolor localizado(ciática).En ocasiones aparece una
hiperelasticidad de los ligamentos que es causa de una excesiva movilidad de algunas
articulaciones.
Las modificaciones degenerativas del sistema musculo esquelético son progresivas;
sin embargo, el tomar algunas medidas a lo largo de la vida como la realización de
ejercicio, la adopción de posturas correctas y asumir el habito de andar favorecerán la
prevención o el retardo en la aparición de los problemas derivados de envejecimiento
a este nivel.
GENES RELACIONADOS
Para comprender mejor el problema del envejecimiento, se debe llegar a entender
cómo la sobrevida de un individuo es determinada por la interacción entre genes y
ambiente, el que en último término modula la tasa de involución molecular y celular
durante el envejecimiento.
Claramente los seres humanos están sujetos a un riesgo genético para el desarrollo
de enfermedades asociadas al envejecimiento, como son la enfermedad de Alzheimer,
cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares y accidente vascular encefálico.
Se sabe que la longevidad es genéticamente regulada por varios genes (carácter
poligénico). En mamíferos, los avances en el estudio genético de la longevidad han
sido algo menores que en otros organismos. En ratas, se ha estudiado el papel
del locus H-2 como determinante de longevidad. Se encontró correlación entre una
mejor respuesta inmune y mayor longevidad, y ambos resultaron ser regulados por un
pequeño número de genes. En estudios de longevidad en humanos, se ha encontrado
relación entre capacidad de respuesta inmune, genética y HLA.
Schächter (1993) proponen la participación de 3 tipos de locus en la regulación de la
longevidad humana:
1. Genes con homólogos que determinan longevidad en otras especies.
2. Genes reguladores del mantenimiento y reparación celular.
3. Genes asociados a la susceptibilidad para desarrollar enfermedades
asociadas al envejecimiento.
Se han focalizado estudios en individuos centenarios en la búsqueda de genes
humanos asociados con longevidad. En centenarios, el mejor candidato es el alelo
E2 del gen de la apolipoproteína E (apo E). En estos sujetos longevos, la frecuencia
de Apo E4 (que se asocia a enfermedad vascular) resultó ser el 50% de lo observado
en adultos jóvenes, mientras que la frecuencia de Apo E2 (que se asocia a
hiperlipemia en homocigotos) era mayor en este grupo (Finch, 1997).
En centenarios en Francia se ha encontrado una alta frecuencia del genotipo
ACE/DD, que curiosamente se asocia también a infarto al miocardio (Jazwinski, 1996).
En centenarios italianos la frecuencia de ApoB-VNTR es 50% de lo observado en
adultos jóvenes. Esta observación no se encontró en centenarios de Francia y
Finlandia. El sistema mayor de histocompatibilidad multigénico (HLA en humanos)
continúa siendo de alto interés como probable fuente de alelos promotores de
longevidad. Ratas con el alelo H-2d tienen mayor longevidad, mejor inmunidad y
menor frecuencia de linfomas con el envejecimiento. En humanos centenarios, se han
encontrado subgrupos con el doble de frecuencia de ciertos alelos de HLA-A, -C,y –
DR, y PAI-1 (inhibidor de la activación del plasminógeno), pero no hay hallazgos
generalizados en la población humana (Schachter, 1998).
Un estudio clínico realizado por Perls (1998) sobre seguimiento de hijos de
centenarios, detectó que los sujetos que tenían padres centenarios, tenían 4 veces
más probabilidad de vivir hasta los 90 años que aquellos con padres que fallecieron a
los 70 años. En comparación con una cohorte de sujetos con padres que fallecieron a
los 70 años, los hijos de centenarios, a cualquier edad desde los 65 años tenían un
42,4% menos de probabilidad de morir. Las hijas de centenarios vivieron en promedio
hasta los 80 años (versus 74 años para las hijas de aquellos que fallecieron a los 70
años), y los hijos de centenarios vivieron en promedio hasta los 76 años. Esto apoya
aún más el papel de la genética en la determinación de la longevidad de este grupo
selecto de la población.
Bajo el concepto de genes reguladores, se ha logrado manipular genéticamente al
nematodo Caenorhabditis elegans. Estos tendrían un gen que codifica la proteína
Sir2, con funciones de ‘silenciadora genética’. Esta proteína mantiene silentes o
inactivos a ciertos genes durante el proceso de replicación y vida celular. Sin embargo,
durante el proceso de envejecimiento, la capacidad reguladora de esta proteína
disminuye y algunos genes que estaban inhibidos se reactivan, iniciando el proceso de
envejecimiento. En C. eleganscon inhibición de esta proteína ocurre un envejecimiento
acelerado. Otro gen encontrado en C. elegans es el LAG-1 (longevity assurance
gene) el cual influye en el número de divisiones en esta especie.
En Caenorhabditis elegans se han encontrado también genes con mutaciones únicas
que se asocian a mayor longevidad (age-1, daf-2, clk); aún no se sabe si estos genes
tienen algún papel en la longevidad humana (Finch, 1997). El gen daf confiere a C.
Elegans resistencia al calor. Este hallazgo pone de manifiesto la importancia de la
resistencia al estrés en la extensión de la longevidad (Jazwinski, 1996).
Existen en humanos los síndromes de envejecimiento prematuro, verdaderas
caricaturas del envejecimiento normal, que son secundarias a mutaciones genéticas
específicas (Jazwinski, 1996). Dentro de estos síndromes se describe el síndrome de
Cockayne (mutación en DNA helicasa, que determina defecto en la reparación del
daño al DNA provocado por la luz UV), el síndrome ataxia-telangiectasia (mutación
en gen ATM), y el síndrome de Werner (Jazwinski, 1996).
El síndrome de Werner es un síndrome progeroide autosómico recesivo en el que
hay manifestaciones de envejecimiento prematuro como caída del pelo, atrofia de la
piel, enfermedad cardiaca prematura y varios tumores. El gen de Werner codifica
la DNA (RecQ) helicasa. La pérdida de función por mutación de este gen determina
alteración en la replicación y/o reparación del DNA, resultando en la acumulación de
varias mutaciones en el DNA somático y rápida disminución en la longitud de los
telómeros.
Otra categoría de genes son aquellos involucrados en el desarrollo de enfermedades
asociadas al envejecimiento, tales como enfermedades neurodegenerativas,
cardiovasculares, problemas inmunológicos y cáncer. La Enfermedad de Alzheimer
(EA) es un ejemplo clásico de patología asociada al envejecimiento; la frecuencia de
comienzo tardío también hay un factor genético importante, según lo han demostrado
estudios en gemelos.
Factores intrínsecos
Se sabe que el envejecimiento es en parte intrínseco y en parte extrínseco. Tiene su
origen en la herencia de los genes, pero este se expresa a través de la interacción del
genotipo con el ambiente particular.
Estamos aún lejos de comprender cómo se equilibran en la práctica los factores
intrínsecos (genéticos) y extrínsecos (ambientales) en la modulación del
envejecimiento.
El papel del factor genético en la determinación de la longevidad es complejo y
paradojal. Aunque la herencia en la longevidad es relativamente menor, algunas
variantes genéticas son capaces de modificar significativamente el envejecimiento de
mamíferos e invertebrados, con ambos, impactos positivos y negativos en el desarrollo
de enfermedades asociadas al envejecimiento y máxima sobrevida. En algunos casos,
las variantes genéticas alteran vías metabólicas, las cuales mediarían interacciones
con factores nutricionales y otros factores ambientales que influyen en la longevidad.
Dado el efecto relativamente menor y la penetrancia variable de los factores de riesgo
genéticos en relación a sobrevida y salud en la edad avanzada, es que el estilo de vida
y los factores ambientales podrían modificar profundamente el proceso de
envejecimiento (Finch, 1997).
Factores extrínsecos
Los factores ambientales juegan un papel muy importante en el proceso de
envejecimiento, y pueden determinar historias de vida muy diferentes en los individuos
de una misma población. Un ejemplo ilustrativo es la diferencia de 10 veces en la
longevidad entre la abeja reina y las abejas trabajadoras. Las abejas trabajadoras
tienen un rápido envejecimiento y viven solo meses, mientras que la reina que tiene el
mismo genotipo envejece mucho más lentamente y logra vivir varios años produciendo
huevos. Esta gran diferencia se debe a la exposición de las larvas a nutrientes y
hormonas juveniles (Finch, 1997).
Se sabe que el envejecimiento está condicionado por factores intrínsecos y
extrínsecos. Estos últimos son responsables de más del 65% de la variabilidad entre
individuos. Hay muchos factores que pueden condicionar el envejecimiento, ya sea
tanto acelerándolo como retardándolo y promoviendo un envejecimiento más
saludable o exitoso.
Los factores más comúnmente conocidos son: estilo de vida, dieta, ejercicio,
tabaquismo, estrés, excesiva exposición a químicos o radiación solar, polución
ambiental, enfermedades crónicas (diabetes, ateroesclerosis, hipertensión,
hipercolesterolemia, etc), muchos de los cuales median su efecto a través del estrés
oxidativo y el mayor o menor daño por radicales libres (Di Giovanna, 2000). También
se ha planteado la duda de un posible papel modulador del envejecimiento por parte
de factores ambientales como la altura, el trabajo pesado, el estrés mantenido ya sea
físico o mental, el trabajo en turnos que altera el ritmo circadiano normal, la falta de
sueño, y otros.
Estrés
Aunque es ampliamente aceptado en el ámbito no científico que los eventos vitales
estresantes determinan mala salud, diversos trabajos de investigación han mostrado
resultados equívocos. Un trabajo reciente de Creasey (1999) evaluó si existía alguna
relación entre stress, representado por haber sido prisionero de guerra, y la aparición
más precoz de enfermedades asociadas al envejecimiento o discapacidad. El estrés
físico y mental sufrido por estos prisioneros de guerra fue objetivo, profundo y
relativamente uniforme en los individuos y se mantuvo en promedio por 42 meses. En
este trabajo no se encontró una relación clara entre discapacidad futura y estrés. Al
comparar a los prisioneros de guerra con aquellos sujetos que participaron en la
guerra pero no fueron prisioneros, encontraron que los primeros se quejaban de más
síntomas somáticos, tenían un mayor número de diagnósticos médicos y tomaban
mayor número de medicamentos. Sin embargo, hubo una tendencia sin significación
estadística en relación con mayor discapacidad física o número de enfermedades
crónicas.
CONSECUENCIAS DEL
ENVEJECIMIENTO CELULAR
El envejecimiento está asociado con dos procesos que se superponen y que
finalmente llevan a la muerte del organismo. Estos son la degeneración progresiva de
las células y la pérdida de la capacidad regenerativa. Tanto la degeneración como la
regeneración de las células, son procesos que ocurren en cada una de las etapas de
la vida y permanecen en un perfecto balance, bajo condiciones normales, no
patológicas. La ‘homeostasis mitótica’ permite que las células dañadas sean
reemplazadas preservándose así la integridad funcional de tejidos y órganos. Sin
embargo, en el envejecimiento este balance se inclina hacia la degeneración. Los
mecanismos de degeneración estarían principalmente relacionados a la generación de
especies reactivas de oxígeno y a la glicosilación de proteínas; ambos procesos
estrechamente relacionados a factores ambientales. Por otra parte, la pérdida de la
capacidad de proliferación y regenerativa estaría determinada genéticamente por el
acortamiento de los telómeros y de procesos de muerte celular.
Esta visión resalta la importancia y participación tanto de factores exógenos como
endógenos en el envejecimiento, por lo que es muy probable que el envejecimiento del
organismo no ocurra por un único motivo, sino que por la sumatoria de múltiples
factores y procesos, cuyo balance general determina que el individuo envejezca.
Finalmente, las diferencias genéticas y ambientales explicarían las expectativas de
vida dispares que presentan entre sí las diferentes especies e incluso los distintos
individuos de una misma especie.
adicionalmente, los radicales libres favorecen la aparición de células mutantes las cuales
están indudablemente relacionadas con el envejecimiento celular y el cáncer. 1011
Las mitocondrias son el objetivo más fácil para ser dañado por los radicales libres debido a
dos razones:
Hay sólidas evidencias de que el daño acumulado en el ADN de las mitocondrias es una
causa directamente relacionada con desórdenes metabólicos como la diabetes y
degenerativos como el Alzheimer. [Además de otros estudios citados en este apartado
véase ]
1213141516
Hasta tal punto es así que la disfunción mitocondrial causada por daño oxidativo debido a
radicales libres es ya un marcador del envejecimiento y las patologías asociadas a la edad,
como el cáncer.
Hasta prácticamente la edad adulta estamos muy bien protegidos contra el daño a las
mitocondrias dado que el cuerpo es capaz de producir sustancias que nos defienden de
ello. Pero a medida que nos vamos haciendo mayores se producen cambios en el interior
de nuestras células que determinan la progresiva destrucción de las mitocondrias y, por
tanto, el envejecimiento y la enfermedad. Las mitocondrias, en las personas
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Con el paso del tiempo ocurren tres devastadores cambios en el interior de nuestras
células que conducen a la destrucción de las mitocondrias y, en consecuencia, a disparar el
proceso del envejecimiento y la enfermedad.
exacerbada por los niveles elevados de azúcar en sangre. Sin embargo, los AGE presentes
en la dieta también contribuyen a la inflamación; son abundantes en comidas cocinadas a
altas temperaturas, especialmente carnes rojas. 31