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Gobierno de Juan Carlos Onganía 1966

El gobierno de Onganía 1966 -1970.

28 de junio de 1966, el presidente Illia, fue expulsado de la Casa Rosada, después de haberse
negado a renunciar, por las Fuerzas Armadas del país abriéndose, según estos, una nueva etapa que
fue llamada "Revolución Argentina", que luego de la fragmentación militar que se había producido
entre 1959 y 1963, con el surgimiento de la figura de Onganía, como el hombre fuerte del ejército y la
reunificación del mismo, hizo posible la doctrina de la seguridad nacional. Como expresa Cavarozzi
donde "la doctrina emergente fue que las fuerzas armadas deberían asumir la responsabilidad única en
el manejo de los asuntos públicos, con la consiguiente exclusión de los partidos políticos y la
abolición de los comicios y los mecanismos parlamentarios", convirtiéndose el poder del Estado en el
objetivo militar; ya que por:

(...) la pésima conducción de los negocios públicos por el actual gobierno, como culminación
de muchos otros errores de los que le precedieron en las últimas décadas, de fallas estructurales y de
la aplicación de sistemas y técnicas inadecuadas a las realidades contemporáneas, han provocado la
ruptura de la unidad espiritual del pueblo argentino, el desaliento y el escepticismo generalizados, la
apatía y la pérdida del sentir nacional, el crónico deterioro de la vida económico-financiera, la quiebra
del principio de autoridad y una ausencia de orden y disciplina que se traducen en hondas
perturbaciones sociales y en un notorio desconocimiento del derecho y de la justicia. Todo ello ha
creado condiciones propicias para una sutil y agresiva penetración marxista en todos los campos de la
vida nacional, y suscitado un clima que es favorable a los desbordes extremistas y que pone a la
Nación en peligro de caer ante el avance del totalitarismo colectivista. (…) (Acta de la Revolución
Argentina, 1966)

Este Golpe de Estado fue utilizado por las Fuerzas Armadas como un instrumento para que el
país saliera del atraso en el que estaba sumergido, por esto se debía realizar cambios estructurales a
nivel socioeconómico, político, cultural y tecnológico, para

(...) Consolidar los valores espirituales, elevar el nivel cultural, educacional y técnico;
eliminar las causas profundas del actual estancamiento económico, alcanzar adecuadas relaciones
laborales, asegurar el bienestar social y afianzar nuestra tradición espiritual basada en los ideales de
libertad y dignidad de la persona humana, que son patrimonio de la civilización occidental y cristiana;
como medios para restablecer una auténtica democracia representativa en la que impere el orden
dentro de la ley, la justicia y el interés del bien común, todo ello para reencauzar al país por el camino
de su grandeza y proyectarlo hacia el exterior. (Acta de la Revolción Argentina, 1966)

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Logrando que los grandes sectores empresariales, la mayoría de los partidos políticos, (a
excepción de los radicales, socialistas y comunistas) y hasta grupos de la izquierda estuviesen
satisfechos, gozando de esta manera un extenso consenso nacional.

Para llevar a cabo esta idea, los militares se adjudicaron plenos poderes revolucionarios,
asumiendo la representación del pueblo. La Junta Revolucionaria fue la poseedora del derecho a elegir
presidente y depositar en él todo el poder político del Estado, según el Estatuto de la Revolución
Argentina. Para este cargo fue designado Juan Carlos Onganía, quien en su primer mensaje al pueblo
como Presidente aclara que "la exigencia a la subordinación a la ley implica la obligación correlativa
por parte del gobierno de proporcionar a aquellas un contenido real y fecundo, cuando esa obligación
es ignorada y el sistema institucional se convierte en una carga que oprime al país y anula su mejores
energías vuelve al pueblo el supremo derecho a revelarse en defensa de su libertad y su futuro,
incumbía a las fuerzas armadas el deber de hacer efectivo ese derecho irrenunciable…" (Onganía,
1966) justificando a si la intervención en el Estado.

De esta manera, el presidente pasaba a reunir en sus manos las funciones legislativas y ejecutivas,
disolviendo de esta manera el Parlamento y centralizado el poder, se disuelve la estructura federal del
Estado, pasando a ser una prolongación del mismo, los poderes provinciales, ya que "el país tiene
conciencia de que habían cesado de funcionar antes de ser disueltas" (Onganía, 1966).

El Presidente de facto anunció que la Revolución Argentina tendría tres etapas a llevar acabo, la
primera de ellas y la más significativa, la económica, para lograr la estabilidad y la modernización del
país, se atendería a los actores sociales, donde se llevaría a cabo la distribución de las riquezas
alcanzadas y por último, la política, donde se procedería a la transferencia del poder a organizaciones
verdaderamente representativas de la sociedad. La formación de su gabinete iba a contar, como
característica, la asepsia ideológica, con el fin de que el gobierno se abstuviera de "hacer política".
Rodeándose, Onganía, de funcionarios de orientaciones nacionalistas y católicos de derecha.

Pronto se hizo sentir su carácter autoritario y dejó de lado el paternalismo con el que se quiso
identificar, se comenzó a oprimir la sociedad, se suspendieron las actividades políticas, se empezó a
establecer la tutela sobre los medios de comunicación, que condujo a cierres de periódicos y revistas,
poniéndolas en manos de derechistas, abogando a la moralidad pública del nuevo gobierno, se
trasladó incluso hasta las nuevas costumbres, como las minifaldas o pelo largo, supuestos males que
conducían al comunismo, alentando de este modo el consenso pasivo de la sociedad. Se dirigió su
mirada represiva hacia la universidad, vista como el lugar de donde se expandía una ideología
subversiva, por esto fue intervenida y se eliminó la autonomía académica, que pasaron a depender del
Ministerio del Interior, junto con la Educación, la Justicia y la Comunicación. Esto desencadenó en lo
que se conoce como "la noche de los bastones largos" a la irrupción violenta de la policía en las
universidades de Buenos Aires con un propósito ejemplificador, que tuvo como saldo que muchos

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docentes fueran despedidos o hayan renunciado a sus cargos y emigraron hacia los Estados Unidos o
Europa.

El componente liberal estuvo muy presente en el onganiato, sobre todo en las políticas que
llevo a cabo Adalbert Krieger Vasena, desde 1969.

La política económica que empleó el gobierno de facto, combinó medidas "duras",


(privilegiando la inversión extranjera, la apertura del comercio y suspensión de las paritarias) con
otras de tipo desarrollistas, como la promoción crediticia y fiscal de la industria y de obras públicas.
El plan tenía como fin superar la crisis cíclica y a lograr una estabilización para poder eliminar la puja
sectorial. Para esto se utilizó las facultades del Estado para llevarlo a acabo, de manera
intervencionista, como fue en el caso de las medidas anti-inflacionarias de estabilización y ajuste, lo
cual se lograría a través de la atracción del capital extranjero, de modernización y apertura económica.
Se congelaron los salarios por dos años, luego de que fueron contenidos los sindicatos, además de las
tarifas de servicios públicos, de combustibles y se llegó a un acuerdo con las empresas líderes sobre
los precios. Los servicios públicos fueron los blancos, entre ellos el puerto de Buenos Aires y el
ferrocarril, que fueron puestos bajo nuevas normas de trabajo y reestructuración para que estos
estuvieran en condiciones para competir con el resto del mundo y para elevar su rentabilidad.

Se estableció una devaluación del 40% y una retención sobre las exportaciones agropecuarias,
que, junto con la racionalización de personal y recaudación, lograron la disminución del déficit fiscal,
junto con la reducción de la inflación, el equilibrio de la balanza de pagos y las cuentas del Estado,
hacia 1969.

Se procuró alentar a las industrias eficientes, es decir, aquellas que producían según normas y
costos internacionales, que puedan competir con el mercado mundial y se ponía sobre todo énfasis en
las corporaciones extranjeras, que tenían más recursos para invertir. De esta manera se desplazó a la
industria nacional que no contaba con la tecnología y mucho menos con el apoyo del estado, no
pudiendo a si competir con las grandes corporaciones; además fue creciendo las compras de las
empresas nacionales por extranjeros, produciéndose una desnacionalización de las mismas. De esta
manera se ve el objetivo principal de Onganía de llevar a cabo una alianza con los empresarios más
poderosos, nacionales y extranjeros, e integrar subordinadamente en ella a los sindicatos, por esta
razón buscaba acelerar el desarrollo para ganar el apoyo de estos; si bien se intentó a través de la
creación del Consejo Nacional de Desarrollo y el Consejo Nacional de Seguridad, disolver sus
asociaciones y procesar sus demandas dentro de un esquema regulado, pero esta iniciativa fue
fuertemente rechazado por los empresarios, negados a resignar su autonomía.

Se redujeron los aranceles y se eliminó los subsidios a las economías regionales, como en la
azucarera en Tucumán o el algodón en Chaco y la ya mencionada retención a las exportaciones que no
hicieron felices al sector rural.

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La disconformidad se hacía cada vez más visible, no solo los sectores asalariados por la
reducción de su capacidad adquisitiva, las empresas de capital nacional, por su disminución de ventas
y la restricción del crédito, los agropecuarios por los impuestos que les impusieron, las provincias que
se veían perjudicadas en su economía por la falta de protección del gobierno, estos y más
protagonizaron un movimiento general de protesta, que con falta de organización y unión intentaban
manifestar el descontento popular.

Para 1969, la “paz militar” se fue deteriorando, comenzó a verse la acción de grupos armados
clandestinos en la escena política, sumado a estallidos antigubernamentales en la ciudades del interior
junto con las movilización populares; la más característica y que más impacto tuvo fue el
“Cordobazo", que para muchos fue la herida de muerte de Onganía y su gobierno; a raíz de un
conflicto en la universidad de Córdoba, un estudiante fue asesinado por un policía, esto provoco que
todos los estudiantes del país se movilizaran. Primero se desató el rosariazo, donde grupos
universitarios y gremiales se lanzaron a las calles, luego fue apoyado por la huelga general lanzada
por la CGT, a raíz de la muerte de otro manifestante y culmino con la revuelta en Córdoba, de miles
de estudiantes y trabajadores encabezados por Luis Tosco y Rene Salamanca, con el apoyo de vecinos
ocuparon las calles. El ejército tardo dos días en restablecer el orden y dejó como saldo catorce
muertos. Sumado a estos acontecimientos en 1970, fue asesinado, por el grupo guerrillero,
Montoneros, el ex presidente Aramburu; que llevo a que el gobierno implantara la pena de muerte
para los actos terroristas y secuestros de personas. Se llevó a cabo una reestructuración del gabinete
ministerial para apaciguar los sucesos, pero Onganía no solo recibió críticas por la represión, sino
también por su ineficacia para administrarla, poniendo en evidencia que el conceso pasivo inicial ya
no existía.

De este modo comenzó por parte de Lanusse, una conspiración para remover del cargo a
Onganía, fue así que el 8 de junio de 1970 se le exigió la renuncia y la Junta de Comandantes designó
presidente al general retirado Roberto M. Levingston, por “ (…) la discrepancia con las Fuerzas
Armadas, las que subrogaron, por no haber sido posible lograr acuerdos entre las mismas y el ex
presidente, en cuanto a las formas de encarar las medidas necesarias para el futuro desarrollo del
proceso político nacional (…)” ; ratificando que “la Revolución Argentina debe asegurar al pueblo el
restablecimiento de la auténtica República representativa y federal dentro del imperio de la ley, la
justicia y el bien común” (Gnavi, 1970)

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Bibliografía
CAVAROZZI, M. (1983) El fracaso de la “semidemocrácia” y sus legados. En:
“Autoritarismo y democracia”, Buenos Aires, C.E.A.L.

DE RIZ, L. (2000) “La política en suspenso”, Buenos Aires, Paidós.

NAVARO, M. (2016) La Revolución Argentina: de la suma de poder a la impotencia. En:


“Historia de la Argentina 1955-2010”, Buenos Aires, Siglo XXI.

ROMERO, L.A., (1994) Dependencia o liberación, 1966-1976. En: “Breve historia


contemporánea Argentina 1916-2010”, Buenos Aires, Fondo de cultura económica.

Fuentes

Acta de la Revolución Argentina (1966).

Archivo de audio, “Estatuto de la Revolución Argentina”, 29 de Junio de 1966, en: Radio


Nacional. http://www.archivoprisma.com.ar/registro/estatuto-de-la-revolucion-argentina-1966/

Archivo de audio, “Primer mensaje de Onganía tras el golpe contra Illia”, 30 de Junio de
1966, en: Radio Nacional. http://www.archivoprisma.com.ar/registro/juan-carlos-ongania-brinda-su-
primer-mensaje-tras-el-golpe-contra-el-presidente-illia-1966/

Archivo de Audio, “Onganía y la justificación de la Revolucion Argentia”, 30 de Diciembre


de 1966, en: Radio Nacional. http://www.archivoprisma.com.ar/registro/ongania-y-la-justificacion-de-
la-revolucion-argentina-1966/

Archivo de audio, “Onganía es depuesto”, 09 de Junio de 1970, en: Radio Nacional.


http://www.archivoprisma.com.ar/registro/por-diferencias-internas-la-junta-militar-depone-a-ongania-
y-asume-el-gobierno-del-pais-1970/

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