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CAPÍTULO PRIMERO
ORDEN VERSUS ANARQUÍA: LA RECONSTRUCCIÓN
DEL ESTADO MEXICANO Y LA FORMACIÓN
DEL RÉGIMEN POSREVOLUCIONARIO
I. Antecedentes históricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
1. El Porfiriato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
2. La Revolución mexicana . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
3. La Constitución de 1917 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
II. El nacimiento del sistema político mexicano . . . . . . . . . 24
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
2. El proceso de reforma y centralización militar . . . . . . 25
3. La centralización económica . . . . . . . . . . . . . . . . 28
4. El proceso de reforma política: la centralización . . . . . 31
III. Conclusión: el nuevo pacto político. La limitación del plura-
lismo y el control de los actores políticos y sociales . . . . . 46
CAPÍTULO PRIMERO
ORDEN VERSUS ANARQUÍA: LA RECONSTRUCCIÓN
DEL ESTADO MEXICANO Y LA FORMACIÓN
DEL RÉGIMEN POSREVOLUCIONARIO
I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
1. El Porfiriato
Desde 1876 hasta 1911 —con una breve interrupción durante el periodo de
1880 a 1884—, la presidencia del país fue ocupada por un solo hombre:
Porfirio Díaz. Durante este periodo México entra en una nueva dinámica.
Por un lado, se presenta un crecimiento acelerado aunado a una gran mo-
der-nización económica, pero por el otro, un sistema político dictatorial, en
el cual el propio Díaz era el eje sobre el que giraba todo el poder político.
Porfirio Díaz dio al país su primera etapa de estabilidad desde la In-
dependencia. Ello fue posible gracias a que México vivía bajo una dicta-
dura relativamente benigna, donde el poder político estaba concentrado y
todos los actores aceptaban de forma incondicional al dictador como el
árbitro inapelable y al que obligadamente se tenía que recurrir en caso de
que los diversos intereses entraran en pugna. La máxima que regía la ac-
tuación del porfirismo era “ poca política y mucha administración” y esta-
ba basada en una férrea voluntad negociadora y en la instrumentación de
una estrategia de cooptación, más que en el enfrentamiento.
Durante el porfiriato se logra unificar y consolidar al Estado mexica-
no como tal. El país se encamina hacia una aguda centralización política.
Se desarrollan instituciones legales y administrativas. Claramente, el pro-
ceso modernizador estuvo impulsado por la creación de un espacio eco-
nómico nacional, es decir, se comenzaron a desarrollar mercados tanto de
capital, como de bienes y de trabajo: durante este periodo, el país vive un
impresionante desarrollo económico, resultado natural del largo periodo
de estabilidad política y de la importante entrada de capital extranjero. La
economía crece a un ritmo del 2.7% anual, a diferencia del periodo ante-
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2. La Revolución mexicana
Los dos requisitos previos para la revolución
son, primero, instituciones políticas incapaces
de proporcionar canales para la participación
de nuevas fuerzas sociales en política y de
10 Meyer, Lorenzo, La segunda muerte de la revolución mexicana, 7a. ed., México, Ediciones
Cal y Arena, 1995, pp. 26 y 27. Por su parte, Samuel Huntington afirma: “ El sistema político era un
régimen personal y oligárquico no institucionalizado, carente de autonomía, complejidad, coherencia
y adaptabilidad... el desarrollo económico de que fue responsable Díaz dio nacimiento a fuerzas so-
ciales que no pudieron acomodarse dentro del sistema político que insistía en mantener” , El orden
político en las sociedades en cambio, 3a. reimp., Barcelona, Ediciones Paidós, 1996, pp. 279 y 280.
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11 Sobre la Revolución Mexicana, véase, entre otros, Aguilar Camín, Héctor y Woldenberg,
José, “ México” , en Jaguaribe, Helio (comp.), La sociedad, el Estado y los partidos en la actualidad
brasileña, t. II, México, Fondo de Cultura Económica, 1992; Aguilar Camín, Héctor y Meyer, Loren-
zo, A la sombra de la revolución mexicana. 15a. ed., México, Ediciones Cal y Arena, 1995; y Cárde-
nas García, Nicolás, “ Revolución y cultura política: el caso mexicano (1910-1940)” , en VV. AA.,
Los valores de la democracia. Ensayos ganadores del primer certamen de ensayo “Francisco I. Ma-
dero”, México, IFE, 1998.
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3. La Constitución de 1917
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1. Introducción
cada facción, grupo o cacique local, lo ejercía sin límite alguno en el te-
rritorio bajo su control.
El movimiento revolucionario produjo un doble problema en materia
política: por un lado, la existencia de muchos grupos organizados —en
algunos casos enfrentados entre sí— que tenían un marcado tono perso-
nalista y carecían de un proyecto de nación o ideológico alternativo; por
el otro, había dejado a una parte significativa de la población movilizada
y con expectativas crecientes, basadas en el contenido programático de la
Constitución de 1917 y en su participación en la revolución. Después de
la etapa armada, el país no contaba con instituciones políticas y económi-
cas sólidas. El Estado tuvo que hacer frente al problema de controlar a las
masas, así como a sus líderes e iniciar un decidido esfuerzo de recons-
trucción en todos los frentes.
El grupo en el poder cuyo soporte eran las armas, tenía que transfor-
marse, establecerse y reconstruir las capacidades estatales. Refundar el
Estado y darle un alcance nacional y un poder indisputado. Era necesario,
además, llevar a la práctica las promesas recogidas en la Constitución. Así,
la construcción de las instituciones y de mecanismos políticos adecuados,
es decir, de todo un sistema de dominación que permitiera consolidar la
hegemonía del grupo revolucionario, fue la tarea más apremiante. Méxi-
co, a través de Obregón, Calles y Cárdenas —principalmente—, encontró
a los hombres necesarios para abordar dicha misión. Sin embargo, ante la
dimensión y complejidad del desafío, los revolucionarios tuvieron que
hacerle frente, de forma obligada, en etapas sucesivas y mediante una se-
rie de mecanismos diversos. Tanto a las etapas como a los mecanismos a
los que recurrieron, nos referiremos a continuación.
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3. La centralización económica
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a las organizaciones de masas. Esta nueva dinámica política, sin duda, in-
fluyó en el aspecto económico. El Estado se vio obligado a desplegar una
mayor intervención, mucho más activa, extensa y directa. Se crearon nue-
vas instituciones y se le dio una nueva función a las ya existentes. Este
gran esfuerzo estatal parte del Plan Sexenal, elaborado por Cárdenas en
1933 como su plataforma política. Dicho plan reconocía:
A. Introducción
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sas fuerzas existentes en el país era la tarea más importante que tenía ante
sí el grupo revolucionario. Dicha centralización resultaba indispensable
para superar la espiral de anarquía, resultado de la existencia de múltiples
facciones y grupos que ejercían el poder político en todo el territorio na-
cional. En particular, la estrategia adoptada por los principales dirigentes
del grupo revolucionario se puede expresar a partir de cuatro puntos:
— La creación de un espacio político que aglutinara y le diera uni-
formidad al grupo revolucionario y a la vez permitiera resolver
sus diferencias; esto se cristaliza con la creación del Partido Na-
cional Revolucionario (PNR).
— La incorporación a la política de las grandes masas, permitiendo
el control político de éstas por parte del Estado. Esto se hace reali-
dad mediante la transformación del PNR en PRM y la creación al
interior del partido de los sectores, instituyendo el corporativismo.
— La creación de un poder político fuertemente centralizado —úni-
co— que diera coherencia e instrumentara el “ programa de la re-
volución” , poniendo fin a los feudos locales de poder. Todo esto
se realizó mediante la institucionalización de la presidencia como
el gran poder y el supremo árbitro de los conflictos políticos, por
encima de caudillos o caciques.
— Finalmente, al reformarse el PRM y convertirse en el Partido Re-
volucionario Institucional (PRI), se centraliza —aún más— la
toma de decisiones en su seno. De esta forma, la subordinación
del partido al poder que ejerce la presidencia de la República es ab-
soluta.
Estos cuatro procesos políticos fueron —principalmente— los que
permitieron sentar las bases para un adecuado funcionamiento del sistema
político postrevolucionario. Lo que se buscó, antes que nada, fue concen-
trar el poder político y asegurar un gobierno eficaz, que contara con la
capacidad suficiente para controlar y organizar los diversos intereses, en
ocasiones contrapuestos, de las facciones y grupos revolucionarios. Este
fue el verdadero propósito para la creación del régimen priísta y no la
búsqueda de un poder democrático, con límites y contrapesos.
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16 Pacheco, Guadalupe, “ La XIV asamblea nacional del PRI”, Estudios políticos, tercera época,
núm. 8, octubre-diciembre de 1991, pp. 75 y 76. La función que desempeñó el PNR como aglutinador de
partidos y fuerzas regionales fue fundamental: permitió la unificación política del grupo revolucionario y
del país. En este sentido Víctor López Villafañe afirma: “El PNR tuvo como una de las primeras tareas
asimilar la membresía de dichos partidos, y ser el vocero de los mismos en el contexto político nacional.
Fue sin duda un paso muy importante en la formación del sistema político mexicano” , La formación del
sistema político mexicano, 3a. ed., México, Siglo XXI Editores, 1993, p. 41. Por su parte, José Wolden-
berg advierte que: “ No se trató de una casualidad sino de una construcción. Luego de la ola centrífuga
que marcó al final de la etapa armada de la revolución, y que llevó a la formación de decenas, centenas,
de partidos nacionales, regionales, estatales y hasta municipales, con la constitución del Partido Nacional
Revolucionario en 1929 se invierte dicha tendencia y se inicia un proceso centralizador que en su mo-
mento fue ordenador e institucionalizador de la vida política nacional... Militares, ‘hombres fuertes’, cau-
dillos revolucionarios, políticos, etcétera, encuentran en el PRN (sic) una primera fórmula cívica para
procesar sus intereses y una plataforma común para reproducir la abigarrada red de intereses y expecta-
tivas que puso en acto el movimiento armado” , Woldenberg, José, “ ¿Y el sistema de gobierno?” ,
Universidad de México, Revista de la UNAM, núm. 533, junio de 1995, p. 3.
17 Cosio Villegas, Daniel, El sistema político mexicano, 20a. reimp., México, Editorial Joaquín
Mortiz, 1991, p. 35. En el mismo sentido, Jesús Silva-Herzog Márquez afirma: “ (el PNR) No era el
vehículo de una ideología sino un artefacto para terminar con una guerra civil. Condensador del pluri-
partidismo extremo de los años veinte, el partido oficial tenía como función principal el evitar que las
diferencias explotaran a balazos. De esta manera, el hijo de Calles sacó a México del círculo feroz de
la anarquía y el militarismo.” , El antiguo régimen..., op. cit., nota 2, p. 24.
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mo fue sobre todo de orden negativo: no sirvió tanto para implantar un pro-
grama como para reducir los choques entre las facciones y someter a los
levantiscos. Aunque no fue una semilla de democracia, fue el comienzo de
una estructura política nacional, estrechamente fundida al nuevo Estado.
Entre las palabras que formaban su nombre, la significativa era la segunda
(nacional): el PNR combatió y debilitó el poder de los sátrapas regionales
y de los atamanes revolucionarios.18
a. Introducción
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Para poder tomar las riendas del poder, Cárdenas tuvo que hacerse
primero de la ayuda del ejército y después del apoyo de las grandes masas
(obreros, campesinos, servidores públicos). Ante todo, percibió la necesi-
dad de contar con fuertes bases de sustentación social para imponerse al
grupo callista. En un primer momento, apuesta por aprovechar y recom-
poner las organizaciones de masas existentes. En particular, buscó una
doble meta: organizar a la ciudadanía a través de la participación política
para evitar conflictos o revueltas sociales y, a su vez, utilizar —llegado el
momento— a estas organizaciones como apoyo político para desplazar a
Calles, terminar con su influencia y hacerse del poder político real.
La disputa entre Calles y Cárdenas se produce de forma abierta en
1935. Fue, en verdad, un enfrentamiento entre el poder real (Calles) y el
poder formal (Cárdenas) por hacerse del control de las instituciones esta-
tales. Al producirse la victoria del general michoacano, los sectores que
apoyaban a Calles fueron “ purgados” del partido, del ejército, del Con-
greso, las gubernaturas y del aparato gubernamental en su conjunto: sepa-
rados los miembros del gabinete, los Diputados y Senadores fueron desa-
forados, y removidos 17 gobernadores proclives al desterrado líder.
Con el triunfo de Cárdenas, el aparato estatal apoyó de forma decisi-
va las demandas de los trabajadores y de los campesinos. A diferencia de
lo que ocurría en el pasado, el jefe del Ejecutivo se puso del lado de los
grupos populares, quienes rebasaron por completo a las viejas organiza-
ciones. Sin embargo, esto no significó su autonomía; por el contrario, el
aparato público siguió controlando los movimientos de masas. Así, se
crearon dos organizaciones para concentrar a las grandes mayorías, las
cuales, con el tiempo, resultarían clave para el mantenimiento de la esta-
bilidad del sistema político: la Confederación de Trabajadores de México
(CTM) y la Confederación Nacional Campesina (CNC).
Buscando dar una mayor participación a las grandes mayorías y como
una forma de apoyo hacia el aparato estatal, en 1938 se reforma el partido
oficial (PNR). Bajo el liderazgo del presidente Cárdenas se transforma en
el Partido de la Revolución Mexicana (PRM). Al interior de la nueva ins-
titución se crean los llamados “ sectores” , cuatro en un principio: el cam-
pesino, el obrero, el popular y el militar; incluyéndose a prácticamente
todos los actores políticos relevantes en esa época (sobre todo en el sector
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19 Rubio, Luis, “ Frente al cambio político” , en Kaufman Purcell, Susan y Rubio, Luis
(coords.), México frente al umbral del nuevo siglo. Entre la crisis y el cambio, México, CIDAC-M.
A. Porrúa, 1999, p. 27. Luis Javier Garrido se pronuncia en un sentido similar, cuando escribe: “ El
gobierno de Cárdenas logró consolidar un amplio frente de organizaciones populares en el interior del
partido. Al reorganizar o apoyar la organización de obreros, campesinos, empleados públicos y gru-
pos de las capas medias de la población y encuadrarlos al lado de los militares en las centrales, inte-
grando éstas a los cuatro sectores del partido, el régimen cardenista pudo presentar al PRM como el
legítimo representante de la nación y disponer por consiguiente de un formidable apoyo popular” , El
partido de la revolución institucionalizada. La formación del nuevo Estado en México (1928-1940),
6a. ed. México, Siglo XXI Editores, 1991, p. 297. Igualmente, José Woldenberg afirma: “ con la con-
versión del PNR en el Partido de la Revolución Mexicana, en 1938, se produce un giro muy profun-
do... Al incorporarse al partido las grandes organizaciones de masas (centrales obreras, campesinas y
populares) y el ejército en pleno, se construye una especie de agrupación omniabarcante que deja un
espacio muy estrecho para la emergencia y reproducción de otras opciones partidistas” , op. cit., nota
16, p. 3. En general sobre este punto véase Hansen, Roger, op. cit., nota 14; Escobedo Delgado, Juan
Francisco, “ Ataduras históricas de la democracia en México” , op. cit., nota 12, y Cárdenas García,
Nicolás, op. cit., nota 11. Sobre el conflicto entre Calles y Cárdenas véase, entre otros, Gutiérrez Rivas,
Rodrigo, “ El Conflicto Calles-Cárdenas: un acercamiento al origen del Presidencialismo Mexicano” ,
en Varios autores, Ensayos sobre Presidencialismo Mexicano, México, Editorial Aldus, 1994.
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de los poderes locales. Al final, con la fuerza y el apoyo que le dan los
sectores, el PRM se convierte en una gran organización de masas, que
representa una amplia base social y que brinda apoyo a la dirigencia esta-
tal, permitiéndole a esta última llevar a cabo “ el programa de reformas y
de desarrollo social” de la revolución mexicana.
La transformación del PNR en PRM significó, pues, un cambio cuali-
tativo del propio partido. Si el PNR era una confederación de grupos y
camarillas, un partido de cuadros, el segundo se convirtió en un verdade-
ro partido de masas..., sin perder su carácter vertical y altamente centrali-
zado. Además, entre estos partidos existió una marcada diferencia en el
papel y la función que les tocaría desempeñar. Mientras que el objetivo
primordial del PNR había sido el de poner fin a la multiplicidad de nú-
cleos de poder local organizados en torno a los caciques y caudillos, el
PRM representó el declive de la participación militar en política y permi-
tió subordinar a las organizaciones sindicales y campesinas al nuevo régi-
men y al Estado posrevolucionario, otorgándole un apoyo popular nunca
antes visto.
Si bien las acciones emprendidas tanto por Obregón como por Calles
buscaron la centralización del poder político —limitando la acción dis-
gregadora de caciques locales y disciplinando al ejército—, Cárdenas fue
el encargado de darle un sentido popular, un apoyo por parte de las gran-
des mayorías. Logró que sus anhelos y demandas fueran canalizadas a
través del Estado, concediéndole el rol principal en la conducción y el
mando de la sociedad (ejercido de una forma tutelar y paternalista).
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d. Corolario
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22 Huntington, Samuel, op cit., nota 10, p. 284. También Meyer, Lorenzo, “El presidencialismo.
Del populismo al neoliberalismo” , Revista mexicana de sociología 93/2, México, abril-junio de 1993.
23 Semo, Ilán, “ El cardenismo revisado: la tercera vía y otras utopías inciertas” , Revista Mexi-
cana de Sociología 93/2, México, abril-junio de 1993, pp. 197 y 198.
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28 “ La etapa formativa..., Ibid. pp. 475 y 476. En este sentido resulta útil, Aguilar Camín, Héc-
tor y Meyer, Lorenzo, op. cit., nota 11, pp. 85-185.
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