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229 Com. 39 ze FLACSO CHILE pits ltoterce CONTRIBUCIONES PROGRAMA FLACSO-SANTIAGO DE CHILE NUMERO 39, Agosto 1986. ‘ : 846. — : “ENTRE-MUROS", Una expresién de cultura autoritaria en Chile post- colonial. Marfa Angélica Illanes 0. Ponencia presentada al IV Encuentro de Historiadores, efec- tuado en Santiago, Chile, Abril de 1986. Esta serie de Documentos es editada por el Programa de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), en Santiago de Chile. Las opiniones que en los documentos se presentan, asf como los an4lisis e interpretaciones que en ellos se contienen, son de la responsabilidad exclusiva de sus autores y no refleja necesariamente los puntos de vista de la Facultad. RESUMEN La construceién del orden social republicano so- bre la base de la represién de algunas expresiones de cultura popular constituye una de las motivaciones cen- trales -y de més largo aliento- de este trabajo. En este sentido, la élite republicana se planteé una do- ble tarea: lepitimar sus propios valores como fundamen- to de su cultura en tanto dominante; y reprimir la ex- pansién cultural popular sobre el espacio ptblico. El ordenamiento social republicano debfa actuar limpiando las calles de pueblo y resguardando el exclusivismo y estratificacién en los recintos piblicos. Qued6 plantea- da, asf, la pugna social por el espacio urbano cultural, el que constituye un tema de relevancia en el 4mbito de la historia social y cultural chilena. INTRODUCCION La sociedad teje su estructura por medio del encuadre de grue- 80S cordonesen sus orillas, pe-,, ro ella s61o cobra su verdadera forma, figura y color en la ma- rafia de sus hilos entrecruzados. vee Aquellas hebras mas ocultas te- jen la cultura, bordando con si-'*: gilo la expresién de las figuras, dibujando los rasgos de su ros- tro perdurable. et En plena época cOlonial 1a distincién social en Anérica hispana estaba garantizada: espafioles; criollos, mestizos, natives. La conquista habfa proporcionado por sf misma el factor primordial de diferenciacién, el que estaba puesto enel origen, un ‘factor "natural" Con el advenimiento de la independencia, este ordena- miento social no mostraba su plena eficacia e intentaba in- cluso desdibujarse. Pues si bien esa revolucién ndo‘habfa cambiado las condiciones socio-econémicas del pueblo, ‘élla habfa trafdo para algunos sectores de éste, esperanzas de libertad e ilustracién, las dos banderas a nombre de las cuales ‘se habfa hecho el levantamiento anti-colonial. Ex- pectativas de movilizacién social y un cierto despertar -de- mocrético -y de dignidad ¢iudadana se mostraba, sin “embargd, dolorosamente incumplido en ‘un orden republicano de claro tinte autoritario!/. La aristocracia republicana teffa dos imperativos: po- der polftico, orden social. Si bien en Chile €1 ordenamien+ to polftico tendfa a resolverse, hasta 1830,‘por 1a via mi+ litar, el orden social era una tarea que debfa asumir la sociedad dominante en su conjunto, tarea cotidiana, en la ual ‘nd ‘s6lo los factores objetivos, sino lo ideal-subjeti- vo-y,]o cultural jugé un papel primordial , Asf, el problema del ordenamiento social no constituye s6lo una tem&tica del Ambito polftico, econémico, legal o ‘institucional. “Es también producto de las relaciones cul- turales a través de las cuales, histéricamente, la sociedad dominante intenta disciplinar los grupos populares segtn Sus propias pautas val6éricas y de,distincién social. No . S6lo su riqueza y su linaje, sino su,formalidad, su compos- ;tura y, su atavfo, constituyen materias primas de su cultura autoritaria, Esta, alimentada de esa,subjetividad primor- dial dada por la norma, la moval y el. progreso,, acometié re- novadamente su tarea histérica de la distincién y el control social. oe i q i Se, percibfa en, el aire cémo se.borraba de pronto. ese incierto futuro prometido dela Reptblica El, concepto de ilustracién perdfa entonces su carfcter universal y su contenido democratizador. Dicha ilustracién itomaba, poco a poco, el rostro de una élite normativa,, mo- alizadora y excluyente; en.su nombre esta élite asumfa su finalidad histérica: la de cimentar el nuevo orden social republicano legitimando su propia cultura como. cultura do- minante. Depositaria de la moral, de la civilizacién anti- barbarie, impulsora del progreso, gente, bien, culta y refi- nada, su luminosidad debfa imponerse en.la, sociedad, encau- ; Sando sus destinos. a Esta imposicién ilustre tomaba dos formas: la del dis- curso intangiblemente bello, etéreo, irreal, junto a la ac- cién eficazmente represiva que, cuando envuelta en los tu- les azules del discurso sublime, apenas lograba disimular la. fuerza de ira y temor que la impulsaba. ~~ Sin embargo, hacia la medianfa del siglo XIX, irradian- do desde el foco nortino minero, en un Chile envilecido y metalizado, tomaba cuerpo una élite desnuda de pretextos. Apagando sus discursos civilizadores, hablé descarnadamen- te de desprecio y castigo popularsal paso; levantaba el ‘As de Oro como su nueva e ilustrada Verdad. Una de las molestias Histéricas de esa cultura de éli- te ha estado en ese sentir cercano y ante sus ojos la’ pre- sencia popular. Esa presencia en cuanto cuerpo pobre y mi- serable y ésa presencia én cuanto masa que se mueve de ma~ nera impredescible y amenazante. Ese desagrado estaba car- gado, pues, de desprecio'y de temor, doble sentimiento que tendfa a lograr el distanciamiento, el repliegue y 1a sepa- racién social. Entonces cobraba relevancia el problema del espacio pfblico, el territorio donde se percibe, se exhibe-y. se ex- presa ante todos 1a presencia popular. Este espacio se carga hist6ricamente de intencionalidad: el espacio natu- ral adquiere el caracter de espacio social; el espacio abierto se convierte en espacio delimitado, socialmente di- ferenciado, jerarquizado: susceptible de ser ordenado.’ E1 espacio péblico se constituye, pues, en un objeto dé prime- ra importancia en el 4mbito y 1a problemética del orden so- cial. Como dice Foucalt: "1a disciplina, procede ante todo de la distribucién de los individuos en el espacio... Es preciso, agrega, anular los efectos de olas distribuciones indecisas su circulaci6n difusa...se trata de establecer las presencias y las ausencias, saber dénde y cémo encon- trar alos individuos, instaurar las ‘comunicaciones ftiles, interrumpir las que no.lo son... Procedimiento, pues, para wonocer, para dominar y para utilizar"2/, En su accionar sobre el espacio piblico, en cuanto una de las tareas prioritarias de orden social y paz aristocré- tica, la élite fue llevando a cabo alpunos actos bastante decisivos: a) explicitar su distincién ffsica y cultural del pueblo, .estableciendo espacialmente su distancia con é1 y haciendo, al mismo tiempo, tomar,conciencia a aquél de es- ta separacién; .b) realizar el discurso de 1s aparente aper- tura de los espacios perfumados de la cultura a grupos. po- pulares ideales, personajes oniricos de sus suefos, de-par trény c) reprimir las maniifestaciones espontaneas de,.la, cultura popular, intentando replegar al pueblo desd¢ el es- pacio abierto de la urbe hacia lugares encerrados y contro- ladosy ,.d) finalmente, marginar espacialmente 1a,expansién popular. la que debié asumir ciertas formas de elandestini- dad. A través de este trabajo se intenta. un acercamiento pre~ liminar a esta temtica de 1a accién ordenadora de 1a so- ciedad dominante sobre.jalgunos espacios ptblicos. dados his- térica y territorialmente, espectficamente, ‘sobre la expan- sién que en ellos se daba de ciertas expresiones de cultu- va, en especial, de cultura popular. Tras estas paginas habria que encontrar un deseo de apro- ximarse al conocimiento histérico incorporando la percep- cién, ese acto propio del entendimiento que se constituye en un intermedio entre el puro pensar y el puro sentir, Hay aqui el deseo de expresar un pensamiento, que arranca de una documentacién tomada como real-histérico, explicitan- do algunas de las miltiples im4venes que esa misma documen- tacién proveca. A través de este proceso de interaccién factual-simbélica entre el sujeto histérico pasado y este sujeto que se abre a escucharlo, sentirlo y re-escribirlo se puede, quizs, tener la experiencia de una forma de co- nocimiento que no se contenta sélo con la transmisién de datos 0 problemas arrancados a partir de un acto de obje- tivacién histérico-analftico. Un conocimiento que perciba lo histérico como dimensién a la vez objetiva y simbélica, integrando la fuerza de su realidad con la intensidad de su intencionalidad, su capacidad de constituirse en objeto determinado histéricamente junto a su potencialidad de re- creacién imaginativa. Un conocimiento que integre parti- cipativamente al sujeto cognoscente, lo constituya en me- diador activo entre pasado y presente, permitiéndole man: festar su propia experiencia sufrida en tal mediacién a través de expresiones tanto racional-cognitivas como intui: tivo-simbélicas, que permitan a la historia de huesos y es- queletos transformarse en carne y vital intimidad. “i I, LOS CUERPOS DETENIDOS . En_las puertas Pedro, Juan y Diego se encontraron en 1a esquina sur- poniente de la.plaza, se acomodaron sus ponchos y camina- von resueltamente hacia la catedral. Las puertas se encon- traban abiertas, sombreadas de vez en cuando por negras y elegantes figuras de frac. Los tres se dirigen también ha- cia esa puerta y desde lejos pude ver cémo prontamente la guardia armada les hacia detenerse. Ellos se miran sor- prendidos, uno modula y el guardia se mantiene rfgido sobre Al darse la media vuelta les vi sus rostros compungidos, su mirada turbia, sus pufios cargados., Sus pax la entrada sos, s¢,dirigieron por la calle de la imprenta del "Artesa- no Opositor", M&s tarde pude leer en sus p4ginas un arti- culo, gargado de su ira: "Noche buena para-los de frac y mala para los de_poncho. El miércoles, vispera de la Pascua, nos hemos dirigido a la catedral a oir misa y a meditar en ese gran dfa en que vino al mundo nuestro Salvador. querer entrar al templo se nos impidié por la tropa acnada...mientras esta- ban abiertas de paf’en par para los que iban vestidos de frac.o levita. La desesperacién se apoderé de nosotros cuando conocimos que el motivo de esta horribie- desigualdad era por- que llevdbamos poncho: ese traje tan despra- ciado y que, sin embargo, es el fnico que po- demos usar para cubrir mestra honrosa pobre- za. No pudimos menos que reflexionar en la injus- ticia con que se'nos trata, pues siendo 1a ca~ tedral una iglesia sostenida por 1a nacién, nadie tiene derecho a impedirnos su entra- da...La injusticia se hace tanto més notable cuanto que nosotros somos quiz&s los tnicos que concurrimos con verdadera devocién, mien tras que los "caballeros"...se presentan en el lugar santo con el mismo desembarazo y sol tura que en un paseo pilico, Opresores del : pueblo, jhasta cu4ndo abusaréis de nuestro : sufrimiento! jHasta cuando afiadireis a la du- veza con que nos traté la suerte al nacer, vues tra propia injusticia!" 3/. ~ Atravesando consu pechera blanca la entrada de la puer- ta del café, el mozo'én su rostro inexpresivo, dispuesto a repetir el”mandato, les dice a los sangentos concurrentes que habfa‘orden de no servir a "los de su clase" "“Desprecio imperdonable, en Reptblica", comentaron unos tes- "NO culpamos al duefio del café, sino a tigos y agregaron la’aristocracia de ropa que hubiera mirado ‘como un esc&nda~ Jo el que se admitiese en un café los que no van de frac"4/, De noché, otras puértas estaban vigiladas.:A eSas ho- ras 1a policia le cerraba el paso a los hijos dela aristo- cracia. Sus padres querfan evitarles el riesgo de si for- tuna y prestigio entregado al azar. Por:medio de un bando ordenaron a la policfa prohibir abolutamente la entrada en la fmica casa tertulia de juego permitida por ellos mismos en Santiago’a "los hijos de familia By que por su clase y eircunstancia no pueden perder. Las puertas republicanas se abrian y cerraban segin sistemas automaticos de deteccién de la forma, olor-y co- lor: sensores de seleccién del granero humano. B. Tras las _ventanas a En las proximidades de las fiestas y campesinos y-peones salfan a construir el espacio para ellas. Recinto de palos y ramas, hechos para la celebraci6én de todas las fiestas po- pulares’ religiosas, las ramadas creaban un espacio nuevo. y “propio, que lamaban al encuentro y la celebracién, rompien- do’ la rutina del trabajo y del paisaje. Eran sus recintos, levantados por sus manos y que afloraban como. callampas por los ‘campos: y poblados; espacios espont4neos, frutos de la comunidad. Eran, pues, espacios no controlables ni conoci- dos. os graves males -justificébase Portales- que origina a la moral pfiblica y al bienestar de muchos individuos la cos- tumbré generalizada en toda La RepGbliea de .celebrar las Pascuas, la festividad de los santos patronos y de la Corpus Cristi formando habitaciones provisorias a que se da el nom- bre de ramadas y en que se presenta un aliciente paderoso a ciertas clases del pueblo para que Se entreguen a los vi- cios m&s torpes y a 10s dés6rdenes ‘mAs escandalosos..." y seguia hablando dé los ebrios,. de, ids agésinatos, hasta que al fin Lanzaba las palabras de “estrictamente" y -"prohibi- das". . La Patria también debfa encontrar otras. formas, sin es- pacio, para celebrarse, Asf, el 12..de Febrero, fiesta de la independencia nacional, en la que el puebio vestia sus mejores agasajos para celebrar el advenimiento.de la Rept- blica y la declaracién de la soberanfa popular, qued6 "re- ducida en adelante a una salva de 21 cafionazos y repique general de campanas a las 12 del dia", Las casas ptblicas y particulares debfan remitirse a enarbolar banderas e ilu- : minar durante 1a noche2/, Desde. entonces, tras el eco de los cafionazos, se escu- chaba 1a ira popular aprisionada en sus habitaciones: "aGn cuando la mano sacrflega del déspota arbitrario borré del calendario civico la festividad de este gran dfa, no- sotros, -los opositores hacfan el llamado- estamos obliga~ dos a celebrarlo-en nuestros hogares, instruyendo a nues- tros hijos en’ sus’ sagrados derechos como verdaderos republi 8/ canos Debfa ser, pues, una célebracién hecha solamente por -el ruido y lucimiento de los objetos, desterrando de ella toda’présencia humana. Debfa ser una fiesta simbélicay 1 pueblo su ausente espectador. "Parece que cuanto mas piensa civilizarse la clase acomodada o los que se llaman ca palleros, tanto ms se empefian en oprimin nos, comd si la ilustracién sé1o se hub ra hecho para ellos. La enorme, distancia a que quieren estar de nosotros es tan in- - compatible con el nombre que debe llevar nuestro gobierno, que pueden llamarse re- publicanos en el’nombre, pero no en las obras... jAlto ahi, Srs. caballeros! Noso- tros, én la persuasién de que vivimos en una Repfblica, por lo que tenemos con Uds. muchos puntos de contacto, estamos en el convencimiento de que Somos igualmente acree dores a recibir el beneficio de la ilustr ciéne es" O/. -1l- II, LOS CUERPOS DANZANTES “Las ardientes arenas de Atacama tuvieron su propia. fe- cundidad. Sus caudales no eran de agua, sino de piedras, cuyo: brillo de metal estallaba desde.el fondo mas profun- do de la tierra y echaba a rodar hasta el mar. Entre las décadas que van de 1830 a 1860 fué la provincia nortina de Atacama el nutriente principal de riqueza en la Reptbli- ca; el campo que arado a pélvora y picota, producfa pifias de plata y especies de cobre que movilizaban las energias yy tensaban los misculos del trabajo productivo. Arqueros, Chafiarcillo, Tres Puntas, Cerro Blanco fueron los minerales mas ricos que coronaron de resplandor la .ca~ pital atacamefia, Copiapé. En esta ciudad habitaban en, 1854 unas 12,500 almas, en su.mayorfa vinculadas, de una u otra forma, a la minerfa. En sus aledafias lejanfas de- sérticas y montafiosas se concentraba el peonaje. minero, que, cuando no bajaba al fondo de 1a tierra, pululaba por,enci- ma de ella y se reunfa en las placillas a beber y vivir su propia ley. jes ba Sociedad aristocr&tica nortina,. que refundaba su poder, sentfa permanentemente esa presencia de peonaje co- mo un fantasma que amenazaba caer sobre las noches en sus jos, abiertos de nifios asustados. sPor.eso, cuando el pueblo se enfiestaba y se, transfor- maba en un solo cuerpo danzante, la aristocracia y los. due- fios temblaban. Y entonces, luego de aquellas nerviosas no- 5 ie ches de insonnio, hacfan sus discursos; el discurso que es- ta fuerte experiencia de presencia social provocaba, mos- trandonos.los“rasgos mas profundos y mas sutiles de su pen- samiento y temor popular. En esos momentos urdfan los me- canismos "mis indivectos y mis eficaces para asegurar el control y la retirada popular. : A, La Chaya y el Carnaval Incorporado el ‘carnaval europeo a la América ‘colonial y sus juegos de aspersiones de agua, harina y papel, reci- bié entre los indfgenas peruanos el nombre de "challa" o w10/,. Fiesta “chhallay" que significa en quechua, "rocfo de locura y desenfreno, de explosién de la sensualidad cor- poral -y afectiva, interrumpfa la normatividadsecial y la moral cristiana. Durante esos tiempos coloniales la coro- na espafiola habfa intentado reprimir en todos sus dominios e506 Juegos de carnaval que manchaban los ¢uerpos y derri- baban la composturat/, En Chile no se tiene noticia en la colonia de esa fies- ta carnavalesca y challera, Fué el advenimiento de la Re- péblica y-sus celebraciones-libertarias quien hizo brotar la fiesta de la chaya, desde’el seno-de las capas populares, quiz&s come"fruto de los.contactos expedicionarios del ejér- cito criollo y de los flujos populares que la misma revolu- cién exigia. Pero, muy poco tiempo duré la chaya en los céntricos lugares de:la repfiblica. O'Higgins enfrent6 la barbarie:y-la-expuls6 de su.reino dapitarino22’, = igs Pero en el norte subsistié; allf la expansién popular era m§s diffcil de opacar, donde la libertad 1a amparaba 21 desierto y sus montafias perdidas, donde latia su espfri- tu vago, libre y pleno de rebeldfa. Escandalizada la élite nortina heredera del peder colo- nial, levantaba desde su pflpito su.voz atragantada-y denun- ciaba la chaya como 1a m&xima herejfa, como la esencia de la inmoralidad y pedfa su término a nombre de 1a civiliza- cién. "La chaya...institucién barbara -exclamaban-, debe fenecer como las que han trafdo consigo un origen pagano... En los Gitimos tiempos, las escandalosas escenas a que ha servido de pretexto (han) solemizado la licencia y nos ha- ‘cen desear que ella cese y sea relegada entre aquellas tri- bus groseras. donde no hay h4bitos ni costumbres sociales"13/, Retumbando con el eco de sus carcajadas, la chaya yel carnaval era la antesala corpérea.y pagana de la cuaresma eristiana la que, alzando la eruz frente al demonio, busca- ba la purificacién del alma con el. castigo del cuerpo. En- trando a la cuarentena, 1a élite se Santiguaba ante el es- pect&culo de la fiesta "donde se revuelcan en el fango las pasiones menos decorosas"Lt/, Entregados al color ¢é esta fantasfa que rompfa la ru tina del trabajo anual, los sectores populares se lanza- ban con frenesi por los cerros y poblados, alcanzando en esa expresién su m&s propia identidad: el sentido de la comunidad, .1a‘libertad de la fertilidad y el cicls de la naturalezat®/, ey = Para los cultores de la racionalidad moderna, ese mo- mento de plena expansién popular constitufa un atentado y un peligro para el progreso. Esté (iltimo debfa descansar sobre tres principios ‘fundamentales: ‘a) la rutina inquebrantable, 1a cual asegura el olvido de la libertad y permite 1a auto: bre’ de trabajo"; dentificacién como "hom- b) la separaci6n ‘indestructible entre los duefios y los asa- lariados y ¢) el machismo como base del orden sexual en la sociedad. Tres principios que se vefan de pronto amenazados con la chaya y el carnaval popular tal como se daba entonces. "Ya que quereims apreciarnos de civilizados »seno olvidemos que para el hombre bien na Gido todos los dfas del afio,son iguales, en cuanto a los deberes que cada uno de noso- tros contrae para con la’ sociedad. Lejos es tamos de reprobar las inocentes confianzas de estos dfas de expansién, pero que ésta no salga de los 1fmites que el mismo orden de la Sociedad ha puesto entre los que sirven y los que asalarian; porque a fuerza de tole rarse la licencia ésta recibe una especie dest ,consagracién que conduce a la impunidad, La chaya...es la lucha abierta de un sexo contra otro y en las aspersiones de coqueté ria y gentilezas...no parece ser del honor del hombre el permitir que triunfen las se- floras cuando se trata de galanterfas" 16/, ~- as - "Gracias a las medidas''de la autoridad..." la chaya nortina como fiesta con identidad propia, auténoma; pagana y popular, logré importantes triunfos'en si représiénil/, Predominéd entonces, el carnaval, é1 que, al mismo tiem Po que incorporé las m&scaras de procedencia europea, re- absorbié 1a chaya-fiesta en su éxpresién de juego libidino- So que, en su derrame de agua, harina, flores.o papel, con- tinué manifestando ptblica y‘abiertamente 1 dmor-odio en- tre los ‘sexos, Este carnaval se expandié por 1a reptblica hacia. fines dela década de 1840, afios de nuevas concepciones polfti- cas y de nuevos brotes de expansién popular. En Chile se celebraba en el mes de Febrero, "mes de gala", en que se festejaban los acontecimientos m4s importantes para la vi- da republicana del pais: la fundacién de la capital, la ju- va de la independencia, la sancién de la libertad de comer- cio, la batalla de Chacabuco y el afio 49 en Copiapé, la inau- 18/ i=. guracién del ferrocarri Eran tres dias de bailes, de gestos extrovertidos y fi- guras imaginativas, alimentados de asados, charquicin y al- béndigas; dias humedecidos por el sudor de los licores “La barbarie se agitaba; esog dfas se refa a destajo de la civilizacién, se posesionaba’ de los espfritus para ten- ter las carnes, Por las callés se la veia vestida de bru- ja llevando bajo el brazo una canasta de manzanas rojas cu- yo jugoso almfbar anunciaba con su lengua cascabel, ofre- ciéndolos a las evas y adanes de aquel siglo, - is - "Bien puede ser la chaya una costumbre inci- vil y detestable; digan de ella cuanto quie oss pan los que- juzgan las cosas con una cir- ‘"£ eunspeceién que no les envidio, lo cierto e8 que los juegos del carnaval tienen para nf y otros calaveras un atractivo deleitable. Amo.con delirio sus ligeras intrigas, sus tropezones, sus mojadas y todas sus *barba- -» pidades". “iQue una Linda’ mand restregue dia riamente con almidén mi pobre cara, con tal que la sienta detenerse un momento sobre mis labios! jAmable "barbaridad", resiste los ataques de la civilizacién hasta que ya no pueda embriagarse con tus delicias!" 19/, A partir de las 9 de 1a noche, todos los pueblos del mindo,’todas las razas y los seres legendarios se daban ci- ta en una sola calle de este territorio y marchaban imanta- dos hacia el patio de 1a contradanza, de los "valses hechi- geros" y la melancSlica zambacueca, Y entonces, hacia las 5 de 1a madrugada, como agradecidos de una tierra madre que por uha sola noche lgs habfa amado tanto,, cantaban con las cuerdas embriagadas, el himno patrio. La segunda jornada era el dia de los juegos de chaya. Las vanguardias de la juventud culta avanzaban con sus ar- mamentos de agua y las materias nutrientes del engrudo; las retaguardias prontas para tomar posesién de todo estra- tégico puesto mojado. £1 avance se excitaba en los pafue- los femeninos que meneaban cual toreras en las puertas de las casas, de par en par. Luego de abrazarse y revolcar- Se furiosa-amantemente en el barro blanco de trigo y agua, las fugas a los dormitorios...y encerradas quedarse escu-, ‘chando palpitantes el gemido de la puerta atravesada por su tronco, posefda. Arrancandose a la huerta, las otras, -17- perseguidas, en busea del éxtasis que gritan en el etc’ de les ladridos de‘sus perros guardianes apostados. Los’ mineros y peones hacfan su propia chaya en carna- val, una chaya de amor menos neurético, menos reprimido, ms auténtico y significative! En grandes cuadrillas a pie, los mineros "de pescuesete con su cada una", inundaban' las calles del puedlo22/, 2 cuerpo de caballerfa armado con odres*de agua, repartiendo Respaldaba esa procesién amoroSa un sus aspersiones sobre los cuerpos encontrados a lo largo de su paso por la ciudad. La fiesta mostraba a todos su pre- sencia popular. Luego los mineros se reunfan en 1as’chinganas y en las fondas, una expresién urbana de las rahadas’rurales. A11f formaban una gran‘rueda de manos’ enamdradas entrelazadas danzando el Vidalai, reminiscencia indfgena de una flauta tierna y melancélica. "Al escuchar esa-mfisica, los mine- ros...aplacan su ira, buscan a su enemigo y le presentan “eual de oliva un ramo de albahaca y le convidan a tomar un ugar en el cfrculo danzante"22/ B. La Pugna de los ESpacios del’ Contento * Hacia los afios 1850, nuevos ‘vientos atitoritarios reco- rrieron el territorio, Una élite y un régimen decidido a imponer su hegemonia y predominio cultural. En el Gmibito ‘de la sodiedad civil, esta accién tomb la forma de una lucha entre espacios de cultura, los que se -18- constituyeron en simbolos contrastantes de una sociedad que manifestaba expresamente sus diferencias y reivindica- ba sus derechos, especialmente aquélla que resueltamente se levantaba a legitimar su cultura cono doninante. Por su parte, 1a autoridad administrativa encontraba, hacia esa medianfa de siglo, en la expansién cultural un 4mbito propicio para su propia legitimacién polftica. Le- vant6, pues, su propio espacio de fiesta, inaugurando la cultura oficial: patriética. Replegados en sus espacios, los sectores identificados con los barrios populares perciben la ofensiva de la clase culta. En su defensa, muestran con claridad su altivo sen- timiento democr&tico y su fuerza existencial. Con ese afec- to vivo y erfticamente, expresan su propia identidad. vj de El_teatro y la chimba en carnaval a "Para la élite normativa provineiana, el carnaval era un abierto desaffo a sus escrGpulos. En fiestas, las ca- lles abiertas eran un desamparo del orden, escenarios sin limites precisos, contacto espontaneo y casual entre esta~ mentos sociales, presendia de jhdsas populares” dérredizas, _ man ifestacién de looura anénima. Entonees concibieron en Copiapé la idea del Teatro pa- va el carnaval. Este,al mismo tiempo que permitfa accio- wnar las puertas selectoras, atrapaba la fiesta y vigilaba ‘la imaginacién. El teatro del Sr, Rfos era el recinto apro- piado para realizar un carnaval selecto y separado de la 1g - fiesta popular que, desde el barrio de la-chimba, ‘desde el otro lado dei Pfo, irradiaba hacia el résto de la ciudad A nfs de.su exclusividad, el Teatro permitfa dividir en su interior a los éstamentos ‘sdciales: "les palcos y plateas cubiertd con lo més selecto de.nuestra. sociedaa"22/, y “las galerfas para los pobres"; para la élite pobre, los artesanos; 86lo-aquéllos con cualidades morales: los "hon- rados". : A estos artesanos y a las sefioras casadas se les asig- naba allf el papel de meros espectadores, medida de tran- quilidad neurética para el orden machista-y la jerarquia socials Por filtimo, la fiesta de recinto teatro expresaba el tritnfo de ia "cultura de!la:pulcritud’y la limpieza", en desprecio del "hedor ameri¢ano"22/, La fiesta se convertfia, asi,’en un objeto, el Teatro en un patio de'objetos y la alta sociedad’en fabricante de objetos-fiesta!¢onocidos, pulcroé y- controlados. Se intentaba congelar la aterradora)espontaneidad del hombre imbuido de estado de naturaleza y placer. "Segin los preparativos de fiestas, ‘creemos que los dias de Carnaval ser4n animados y bulliciosos, [n el Teatro tendremos tres bailes de m&scara y estamos seguros seran bien concurridos por la gente decente y, por artesanos honrados. * , ; - 20 - El-Teatro, por su comodidad y aseo, es el local aparente para esta clase de reunio- nes: en 61 las sefio! podrén estar como espectadoras, sin ser atropelladas ni te- ner que sufrir las importunidades y grose ~.. rias de la gente embriagada y de imperti- nentes.° El Sr, Rios estA haciendo sus pre parativos para los refrescos y dulces y las sefioras tendrén un hermoso salén donde to- marlos. Para la gente ‘pobre hay’ también “la espacio sa galerfa, de donde podrén mirar y diver tirse sin incomodidad y sin exponerse a ser aplastados por ebrios" 2u/, Semejante ahogé exbansivo no dej6 de ‘causar’la reacci6én popular, la que, a ratz de'éste proceso de distincién so- cial urbano, comenz6 a tomar conciencia de su identidad te- rritorial. La Chimba era el barrio popular, en cuyas fon- das y chinganas se tomaba’d destajo, se refa en carcajadas, se bailaba melancolia y sénsualidad y se comfa pernil, La chimba fue adquiriendo con mayor énfasis el sentidovde es- pacio propio y refug la chimba era la fonda de Dofia Mercedes, donde se pasaban io de sus sentimientos. Enfiestada, a olor a cebolla, a’ fritanga y a manzanilla; inmersa en el mismo vecindario, llegaba el que queria, los compadres,, las chiquillas y los cabros; donde se saboreaban labios ro- jos y caderas anchas...' El pueblo no acept6 el teatro para ser seleccionados. Su sensualidad democrética se mostré plena de identidad popular. . £ Que me perdone el Sr, Rios, replicaba un enmascarado chimbero, pero, "los bailes de mfscaras, para que fueran ~ 21 verdaderanente populares, en lugar de ejecutarse en el Teatro, deben darse en la chimba, en la casa dela Sra. Saavedra...donde el S&bado se ha hecho ya un’pran baile donde campeaba el buen humor, La casa de la Sra. Saave~ » :dra tiene una ventaja superior sobre cualquiera otra...y -» afin sobre el mismo teatro...y es que en sus inmediaciones hay un gran':vecindario que cuenta centenares de nifias j6- venes, lindas como una Venus y que concurren a aquella ca~ sa y cuyas gracias dejan a viejos y mozos con la boca abierta..,El Teatro es también’ favorecido con la asisten cia de lindas -sefioritas, pero en nfimero muy reducido. La belleza siempre ha sido...m4s escasa en la aristocracia. mientras que en la democracia se encuentra ésta en abun- dancia, acompafiada de cierto candor que ejerce sobre el hombre un poder magnético. Deseamosip pues, "uno y.mil bai- les, pero en la Chimba, en este lugar de Tindas y ‘hermo- sas nifias, de flores y fraternidaa"2®/, : Percibian ese intento de enfrascar la expansién carna- valesca en recintos para-objetos culturales selectos. La cultura popular ama el aire libre, los espacios abiertos', las fondas, ¢1 baile en pleno cuerpo, 1a misica tocada por sus’ manos, atravesando las ventanas, uniendo la calle'y el tablado.. <> i La dos culturas que se separaban irremediablemente. himba y el teatro encarnaron, asi, los espacics de - "Por qué pedimos que en el Teatro’se den bailes de m&s~ caras?", se preguntaba otro minero enrascarado, "por ‘qué y con qué titulo? Pidamos que se den en donde se pueda y = 226 ipor quien: quiera, sin.singularizarnos. Pidamos. que..se denen todas las casas;sives posible, pero no pidamos que se,den en el Teatro... "28/, Era el Teatro, adem4s, el recinto de laxpermanencia co- lonial, de la tradicién espajiola, donde la cultura aristo- eratica se refugiaba y donde el tiempo se arrastraba...En

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