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Por J. E. Galleguillos M.
“Las fiestas de San Juan Bautista y San Juan Evangelista, son el momento simbólico en
que los Masones reflexionamos en nuestro interior y advertimos nuevas verdades morales
y nuevas realidades espirituales para continuar con la obra suprema, en un nuevo
comienzo" Duberlí Yáñez Araya
Los Masones celebramos a nuestra forma, lo que por milenios han celebrado diferentes
civilizaciones. En estas festividades realizadas en diferentes formatos según la cultura y
la época, se celebraba el “nacimiento del joven Sol”. Nuestros ancestros, en diferentes
puntos del orbe y en épocas distintas del mundo, desde los Cananeos, Egipcios, Celtas,
Romanos, Persas, Sirios, Fenicios, Griegos, Hindúes, Mayas, Incas, Aztecas, y Mapuches
entre muchos otros, habían advertido los diferentes cambios en la naturaleza, originados
según sus observaciones, por la presencia o ausencia, cercanía o lejanía del sol. Los
misterios de la noche y el día, la oscuridad y la luz, el frío y el calor, la dualidad
permanente y cíclica de la tierra, fueron la inspiración de los estudiosos y observadores
de todas las épocas. Seguramente se preguntaban porque cambiaban las condiciones de
la tierra, el clima, sus cultivos, la fauna, los cielos, y la naturaleza en general, que
misterios generaban estos cambios que afectaban sus vidas, y por ello vieron finalmente
en el Sol, un dios dador de vida, una fuente inagotable de luz y calor que cíclicamente les
favorecía. El estudio mediante la observación de las estrellas, de la Luna, el Sol, el caudal
de los ríos y el comportamiento de la naturaleza en general, entregó muchas respuestas a
las inquietudes que tuvieron estas diferentes formas de vida en sus diferentes etapas en la
tierra, ellos captaron finalmente como el joven Sol comenzaba su renacer en cierta época
del año. Se crea así el Mito Solar, que ha permanecido por milenios entre nosotros. Todas
estas culturas sin excepción, comenzaron a celebrar estas fechas, en Invierno con el fuego
reemplazando al sol para pedir su regreso, su renacer y en Verano para celebrar sus
cosechas y la abundancia que les regalaba la naturaleza bañada por el padre Sol.
La Masonería al celebrar los Solsticios, del latín “Solis Statio” traducido como “sol
detenido”, pues aparentemente permanece detenido por tres días en estas fechas, recuerda
aquella indisoluble relación entre el hombre y la naturaleza, que ha sido conmemorada
por tantas civilizaciones a lo largo del tiempo. Este aparente movimiento del Sol entre el
Sur y el Norte, provoca no sólo los Solsticios de Verano e Invierno, sino también los
Equinoccios de Primavera y Otoño. Se marcan así las cuatro estaciones a las que se ve
sometida la tierra, provocadas gracias a su forma e inclinación y que han dado origen a la
vida. Es preciso mencionar que sin la forma achatada de la Tierra en los polos y la
inclinación sobre su eje, probablemente nada de esto ocurriría. Paradojalmente esto
sucede en forma invertida en ambos polos terrestres, así, mientras en el Hemisferio Sur
ocurre el Solsticio de Invierno, al estar el Sol perpendicular al Trópico de Cáncer ubicado
al Norte del Ecuador, en el hemisferio Norte ocurre el Solsticio de Verano al estar el sol
perpendicular a este Trópico, a la inversa cuando el sol esta perpendicular al trópico de
Capricornio, provoca el Solsitio de Verano en el hemisferio Sur, y el de Invierno en el
otro lado.
En 1717, las cuatro Logias que dieron inicio a la masonería simbólica o especulativa que
hoy practicamos, proclamaron además de sus leyes y normas, a Juan el Bautista como su
Santo Patrono, su día en el calendario gregoriano es el 24 de Junio. De ahí proviene la
conocida Logia de San Juan, de donde se dice venimos los masones en la Masonería
Cristiana. Sin embargo no debemos soslayar el hecho de que el Mito Solar viene siendo
celebrado desde hace milenios por las culturas antes mencionadas, en las que en el
Solsticio de Invierno se celebraba con fuego, pidiendo por el renacer o regreso de la luz
solar y con ello las cosechas y la abundancia que este propiciaba. Es así como se dice que
Isis daba a luz a Horus, el Dios Solar, en Diciembre, época del Solsticio de Invierno en
el hemisferio Norte. Fueron muchas las deidades nacidas en coincidencia con esta fecha,
o las fiestas que se celebraban con esta ocasión. Todas simbolizaban el renacer, el año
nuevo, la natividad, ejemplo de ello son Horus, Mitra, Adonis, Dionisos, Krishna,
Hermes, Buda o el propio Jesús, muchos de ellos nacidos de madre Virgen y en la misma
fecha, pues los partos virginales se han repetido en la historia de la conjunción “hombre-
Mito Solar” a lo largo de la historia, desde mucho antes que la Virgen María. (“El
Solsticio en la historia de la Masonería”, Luis Yañez – Arancibia, 2007).
Así mismo las Logias de San Juan celebran en el Solsticio a San Juan Evangelista el 27
de Diciembre, quien junto a Juan Bautista no son otra cosa que el Dios Jano cristianizado,
emulando la celebración de los Collegia Fabrorum romanos, con Jano el dios de dos
caras, una vieja que mira al pasado y otra juvenil que mira al futuro, prescindiendo del
eterno presente desconocido realmente para el hombre.