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Resistencia cultural y conciencia de clase en las comunidades de las minas de estano de Bolivia tuyen las raices més profundas del sen. tido de identidad de las personas, Sobre. vivientes de los periodos precoloniales, generan un sentimiento que aborrece la subordinacién y la represi6n. Las raices culturales de la resisten- cia al control ajeno pueden producir movimien- tos sociales que reestructuran la sociedad, lo que influye en la elecci6n de los tiempos en que se dan los actos politicos de protesta como en la forma y lugar en que surge la rebelién.? La gente de las comunidades mineras del alti- plano boliviano ha resistido las pretensiones de los conquistadores, virreyes, gobernantes y lide- res populares del periodo independiente por des- aparecer sus creencias. Las familias mineras se I as creencias y rituales primarios consti- a investigaciin original levada a cabo en 1969 fue apoyada ot el Consejo de Investigacion de la Ciencia Social y por el Programa Fulbright Titulo W El regreso a Bolivia en 1985 fue pine gracias a que el programa de Investigacitn PSC de la ‘Universidad de la Ciudad de Nueva York me permitié registrar loe roducidos por Ia crisis de la deuda externa. Extoy profundamente agradecida a Susan Echatein por grea para oclarar y analizar mejor la versin final de eee trabajo, ‘Traduccion del inglés de Rafael Bullé-Goyri Minter June Nash Telacionan con un mundo sobrehumano de san- tos, demonios, deidades y seres encantados con Jos que conviven en la mina, en el eampamento yen la region; tienden a conjuntar en una vision unitaria del mundo las ideologias discorde, apa- Tentemente contradictorias, a las que han sido expuestos. Esta perspectiva incluye a las repre- sentaciones primitivas de las poblaciones de ha- bla quechtia y aymaré que laboran en las minas; a los santos y demonios que fueron introducidos por los conquistadores y misioneros peninsula res, ya las ideologias marxistas, troskistas y d arrollistas que inspiran a los movimientos pol os y laborales en que han participado desde los albores del siglo veinte, ‘Los mineros han sido considerados como los impulsores de la revolucién popular que en 1952 condujo a Ia nacionalizacién de las minas y a la reforma agraria para Ia liberacién de los cam- pesinos. Los mineros de los grandes yacimientos propiedad de los magnates del estafo hasta an- tes de la revolucién comparten experiencias vi- tales que les han dotado de una fuerte identi- dad como comunidad y como clase, En casi un 115 siglo de explotacién industrial de las minas; se hhan transformado de una poblacién campesina con una limitada vision del mundo en un proleta- tiado consciente del mercado mundial en el cual compran muchos de sus bienes de consumo. Aun- {que su ntimero ascendia a s6lo 24,000, 0 sea ol 2% dela fuerza laboral hasta antes de los ajustes ma- ssivos de 1986, han tenido un profundo efecto en el movimiento obrero de la nacién. Desde el inicio mismo de la mineria industrial, Jos hombres y mujeres reclutados de los valles agricolas de Cochabamba y los ayllus del alt plano (grupos agricolas consangufneos) soporta- ron la extrema opresion en el trabajoy en las con- diciones de vida que encontraron en las minas. Siempre que los obreros emprendian una accién colectiva para mejorar su situacién, el jército, ‘acuartelado en barracas vecinas a todos los prin- cipales centros mineros, acallaba su protesta. La historia de masacres, asesinatos y exilio de sus lideres ha acrecentado su conciencia de la nece- sidad de una accion politica para la defensa de ‘sus intereses de clase, Las ideologias importadas de caricter revolucionario y orientadas al socia- lismo han encontrado un campo fértil en las mi- nas, donde las tésis de la inevitabilidad de la lu- cha de clases y la victoria final del proletariado se apoyan en su miseria presente y sus visiones ‘utépicas del futuro. Bolivia es uno del creciente numero de paises on donde alguna vez repudi- dude To tee marxiata do quo la migeria incre: mentada de la clase obrera puede medirse en una real declinaci6n de los niveles de subsistencia, no Jamente on términos de una reduceién propor- cional del poder adquisitivo en relacién a la ex- propiacidn capitalista. En la transicién hacia la mineria industrial moderna, las ideologias contempordneas del so- cialismo y el comunismo se combinan con primi- tivas fuerzas miticas de una forma tal que la co- munidad no queda alienada de sus raices cultu- rales. A diferencia de los obreros en la mayoria de los centros industriales, los mineros bolivia- 6 nos no han perdido su sentido de valia personal hi su fe en el potencial humano para propiciar 2 cambio: La Federacién Sindical de Trabajado. es Mineros de Bolivia (FSTMB) conjunta Ifde- res de las més importantes corrientes ideologi- cas que han influido el movimiento obrero en el siglo veinte, pero ha mantenido la suficiente uni- dad para afectar los acontecimientos nacionales La alianza de la FSTMB con el Movimiento N cional Revolucionario (MNR) de Victor Paz Es. tenssoro convirtié a éste en un movimiento ver. daderamente revolucionario que presioné por la nacionalizaci6n de las principales minas y por el control de los obreros en el manejo de esas mi- nas. La Federacién obtuvo el derecho de nombrar y controlar la Vicepresidencia y numerosos mi- histerios durante el primer mandato de Paz Es- tenssoro en raz6n de su decisiva accién para que el MNR accediera al poder en 1952. Rompié con el MNR cuando el sucesor de Paz, Hernan Siles Zuazo, introdujo un plan de estabilizacién res- paldado por el Fondo Monetario Internacional {que redujo el salario real de los mineros preten- diendo contener la inflacién. ‘Algunos de los lideres de la Federacién apo- yaron el golpe de estado del general René Ba- Trientos en el aio de 1964, quien traicioné las, promesas hechas al movimiento obrero al ocu- par las minas en 1965, reprimir a los sindica- tos y exiliar y encarcelar a sus dirigentes. Tras su muerte ocurrida en 1969, se revivio la demo- cracia sindical durante las breves administracio- nes de Alfredo Ovando Candia y Juan José To- rres (1969-1971) s6lo para ser después brutal- mente reprimida cuando el coronel Hugo Banzer tomé el poder en 1971. En 1978, una huelga de hambre iniciada por mujeres de las comunidades mineras, a la que se unieron cientos de oposito- res politicos, obligé la celebracion de elecciones, en las que triunfo Hernén Siles Zuazo. Siles no pudo acceder al poder en virtud de una répida sucesién de golpe de estado. La atroz represiony la corrupeién contrivada de estos déspotas con- ‘Foto: Francisco Everando Rivera Flores cluyé en virtud de una serie de huelgas durante 1982, aiio en que Siles Zuazo tomé nuevamente las riendas del gobierno, apoyado esta vez en el movimiento sindical al que se habia opuesto en los cincuentas. No obstante, a medida que la economia se deterioraba debido a la fuerte deuda contrafda por los militares y a los cada ver menores beneficios de las minas, su base politica se hizo pedazos, incluyendo la que tenia en aquéllas. Paz Estenssoro sucedié a Siles en 1985, regresando al poder como el eandidato di la burguesia postrevolucionaria y no de los mi- neros a quienes habja acaudillado tres décadas atrés. Al aio siguiente al de su reeleccién conso- lidé una alianza con el partido de Banzer, Accién Democratica Nacional (ADN), y procedié a de mantelar al sector minero nacionalizado, donde se movilizé la principal oposici6n a sus politicas econémicas neoliberales Al considerarse el estado crénico de la crisis y la estabilidad politica en Bolivia, parece pa- tadéjieo que las comunidades mineras conserven los ritos y ereencias que las unen a su pasado agricola; sin embargo, cuando llevé a cabo mi tra- bajo de campo original en Oruro de 1969 1971, y tras mi reciente retorno a los centros mineros en 1985, encontré el recuerdo incesante de Huari, el espiritu de la colina que ha sido identificado con Supay, el demonio de las minas, Oruro, e3 la capital del departamento del mismo nombre, donde se encuentran las principales minas nacio- nalizadas en 1952. Esta incluyen a Catay, Siglo XX, Huanuni, Uncia, Colquechaca y a numero- sas y pequefias minas privadas. Reflejo de la persistente importancia de las creencias prehispénicas, los mineros de la mina de San José, en Oruro, levaron a cabo un gran sacrificio en el verano de 1985, cuando ocurrié un. accidente en que perdié la vida un minero. Algunos de los que organizaron el rito habian sido exiliados politicos hasta 1982. Es obvio que el significado no se ha perdido. La integracion de una perspectiva del mundo que mantiene relacién con el pasado, a la vez que permite la total participacién en las luchas contemporaneas, es el motivo del andlisis que sigue. El Sistema de Creencias y el Proyecto Revolucionario Elciclo ritual en Oruro se estructura en dos ejes: el primero tiene que ver con la agricultura, la tie- ra y la Pachamama; el segundo, con la mineria, el inframundo y Supay (a veces llamado Huari, el espiritu de los cerros). En su superficie es un eatolicismo colonial y postindependiente, peroen fondo sobreviven los ritos agricolas anteriores a la Conquista cuyos propésitos eran el de pre- servar la fertilidad de la tierra y mantener la ar- monfa con lo sobrenatural. Los mineros cifien su industria en la antigua estructura y conservan el equilibrio con las ofrendas de sacrificio que dedi- can a Supay por el mineral que extraen, El tiempo ritual tiene que ver con los ciclos agricolas preindustriales y con los espiritus de la tierra y las colinas a quienes propician los uy campesinos. Las ceremonias para calenter la tierra que se hacen en junio, al inicio de la fria estacién de secas, la preparacién del suelo en ‘agosto para sembrar en septiembre, ¢ incluso el carnaval, la estacién de la cosecha y la alegria, se relacionan con las actividades de cultivo. Los rituales se realizan en los cuatro puntos cardinales en que se encuentran las criaturas en- cantadas, las que se enlazan a un mito que los mineros cuentan sobre Huari, el Seftor de los Ce- rosy del inftamundo, quien se encoleriz6 con los ‘campesinos devenidos mineros porque olvidaron dedicarle las festividades a que estaban obliga~ dos, por lo que se envié cuatro monstruos. Tales ‘monstruos -un sapo, una serpiente de agua, un reptil y una colonia de hormigas- se convirtieron en piedra o arena gracias ala intervencidn de una princesa inca a la que imploré la gente. En cada punto cardinal hay un altar dedicado a los mons- truos que amenazaron con la aniquilacién de la poblacién de Uru Uru, el nombre precolombino de Oruro, cuando entré a las minas y olvidé los ritos a Huari. Los altares se yerguen al norte, sur, este y oeste como centinelas de la ciudad de Oruro. Un sapo gigante esculpido en piedra recibe al visitante en Ia entrada norte de la ciudad. ‘Tras 61 se encuentra el cascote de la escultura original del sapo que fue lugar de reunién de os disidentes durante la impopular guerra del Chaco contra Paraguay en 1930, en la que muchos campesinos y mineros locales fueron reclutados. Un general hizo volar en pedazos la imagen original cuando pretendié reprimir las protestas antibélicas y, si bien logré destruir su ;mbolo material, sucumbié a los poderes del sapo cuando de acuerdo a los consejos populares, quedé paralizado y murié antes del ano. Aun Te hacen oftendas al idolo el viernes anterior al carnaval, en que cientos de orurefos se retinen en la estatua y le ofrecen una challa. En una incrustacién rocosa que semeja un reptil y que rodea una loma en el sur de la ciudad se asienta 18 hoy una capilla que los sacerdotes construyeron tratando de capturar el poder que emanaba del sitio, pero cuando la multitud se reine aqui durante la Fiesta de la Santa Cruz, el 3 de mayo, trae ofrendas consistentes en licor y dulces destinados al monstruo. Se asocia el reptil con la fertilidad; y hace poco se me dijo que las parejas recién casadas acuden aqui a recibir su bendicién. ‘Una serpiente marina se yergue en el este, en Jo que se vuelve un lago durante la época de llu- vias. En la cima de su cabeza existe una pequetia capilla que se construyé igualmente como un in- tento de la iglesia catdlica por aprovechar el lu- gar y su poder, pero en el interior de aquella, pintado en las paredes, existen recados para la serpiente y para la figura de Cristo que, cerca, guarda la capilla. A sus pies hay una mancha ne- gra que la gente dice es la imagen de un sacer- dote que combatié a la adoracién de la serpiente y murié de paralisis. Las dunas que se encuentran al poniente de la ciudad son, de acuerdo a la leyenda, los restos de las hormigas enviadas por Huari para devorar a aquellos que no le rindieron pleitesia por me- dio de las ceremonias acostumbradas. Hay aqui, también, una capilla con una imagen de Jesu- cristo, que se dice es el hermano del Jesucristo de la capilla de la cima de la serpiente marina. ‘Todas estas figuras son adoradas durante las ceremonias contempladas en el calendario cris- tiano, pero més alla de tales monumentos cuyo influjo los misioneros pretendieron disminuir, los ritos dedicados a las deidades pre y postcolom- binas ocupan no slo un espacio diferente, sino también un tiempo. En tanto que los martes y los viernes son los dias preferidos para loar a Huari, al céndor, al sapo, al reptil, a la serpiente marina y a las hormigas, los domingos y los santorales 3e dedican a Cristo, al Sefior y a los santos res- pectivos. La iglesia’y Ia plaza que se encuentra enfrente son apropiadas para éstos, pero la tie rra se destina a las libaciones a Pachamama, ese ‘eoncepto espacio temporal que se identifica con Ja madre tierra en la tradicion hispana, Supay es la potestad a las que los mineros act den en las profundidades en donde ni siquiera imploran jams el nombre de los santos cristia- nos o el de Jestis, no obstante que la entrada a la mina tenga una pequefia imagen del santo patrén San José y que el sacerdote oftezca misa en vestibulo abovedado de aquella durante ol carnaval. Aunque los mineros puedan ignorar a Supay mientras trabajan, no ocurre lo mismo con Pachamama. Lachalla, que consiste en una ofrenda de licor, coca y a veces de una mesa, se dedica al Pachamama en todas las ceremon: inauguracién de nuevas casas, sitios de trabajo, edificios publicos y reuniones. La alianza con Pa. chamama relacionada al individuo con la vida, en tanto que un contrato con Supay, llamado veces el Demonio y mas a menudo el Tio, trae eonsigo la buena suerte o la oportunidad inesperada que puede cambiar las circunstancias, pero que inevi- tablemente produce la muerte al poco tiempo. La Awicha, una vieja que vive en las minas, atem- pera la ira de Supay. Cuando la explosin de Ia dinamita convulsiona el subsuelo y amenaza con un hundimiento, los mineros llaman a la Awicha para que interceda ante Supay. Esta complementariedad del Pachamama y Supay se encuentra en otras dimensiones con- trastantes. Pachamama es la fuerza femenina de lacontinuidad en la produceién de subsistencias. Hacerle ofrendas asegura que las cosechas y los rebaiios retornen, Ofrecerle chicha, que es un licor de maiz fermentado que a veces se mez- cla con aleohol, o -en algunas ceremonias més complicadas- el feto de una llamada, garantiza el equilibrio en las fuerzas productivas y repro- ductivas. Supay es una fuerza claramente mas- culina. Las ofrendas que le son destinadas se ha- cen con el propésito de ganar su buena voluntad, no para mantener el status quo, y para acrecen- tar los escondidos tesoros de las colinas. Dos ve- es por aio se sacrifica una llama blanca, euyo corazén es enterrado en las minas con el fin de conseguir su benevolencia: durante el carnaval ¥ el 21 de julio, la vispera del mes de Supay. Es tanto una ofrenda para satisfacer su voraz ape- tito y que no devore a los hombres que trabajan en la mina, como una peticién para que les do a 'os mineros algo de las riquezas de ésta. Las cere- ‘monias a él dedicadas se caracterizan por danzas indolentes y apasionadas, consumo de aleohol y masticacién de Alconsiderar la conciencia de la necesidad que tienen los campesinos do limitar el tamatio de ‘sus rebatios para mantenerlos con vida, es tal vez Justificable ver en la ofrenda de fetos abortados a la Pachamama un reconocimiento a la necesidad de Ia intervencién humana para asegurar un equilibrio entre los recursos alimenticios y los animales que pastan en los eampos de esa deidad, En contraste, la ofrenda de un animal adulto se hhace como sustitucién de las vidas humanas que, de otro modo, Supay exigi En tanto que la celebracién de las deidades Precolombinas estén separadas en el calendario semanal, el ic i ianas proporciona un marco de referencia dentro del cual la poblacién indigena acomoda ‘sus propias ceremonias. La oposicién entre Ia tierra y el inframundo es el equilibrio eésmico de la luna, Ia fuerza que ge que calienta yen el solsticio de verano, que ocurre el 21 de diciembro, Se hace necesaria la intervencién humana a través de los ritos con el fin de asegurar el equilibrio, Ritos de Rebelion Cada uno de los dias en que hay ritos han venido a identificarse con los acontecimientos politicos que conmemora la comunidad miner Es en tales dias que se expresa una conciencia 119 acrecida de su ser distintivo como clase y como raza indigena, separadas de sus conquistadores y explotadores. El solsticio de invierno fue escogido como el dia para realizar una manifestacién por mayores salarios en el campamento Siglo XX-Catavi en 1942. La FSTMB acaba de constituirse el aio anterior. Con el ineremento en los precios de Jos alimentos, que coincidié con el precio inflado del estafio durante la II Guerra Mundial, los mineros se decidieron a mejorar su participacién en los beneficios a través de una accién conjunta. Ceferino, quien empezé a trabajar siendo un nifio en’las minas Siglo XX-Catavi cuando se desarrollaba la guerra del Chaco, me conté lo que entonces ocurrid: atl in helga de 1942. Teniaos entre quince y vine din de helgn cuando la compan anunels que “oe mineroe Shue no quieran trabejarserdn gecttadoe. Pagaben a cada mare ‘ue mgrenra mu trabajo un bono de dosentoe ‘con eta propna, cai too le obrere retornaron & Erteiar Eotonces oourn® la masnere del 21 de diciembre De quiniontoe a echoclenton mineron, do un total de sete ni, fueron expulsion 0 anesinados porque no codiaron en Tur domandas En la tatana de la tasnre, lw oreroe de ‘Cancanrs Soeariny Miraflores nosreunimes ls dee, ramos sls mi Now diriginoe la sdoinatracin en perfect cama, ‘Tearmadon Habla mere nfo, hombres, Marta Barela ere Indelopna de lo pallies concentradors de miera). Cando fo eprom’ n ft eoldadon, levando una bandera bolvian ‘Shirwan mano y lot hombre retrocedian emo un ata, ion soldadon let eararon.Estdbamos a noe ua metros de I ofcing y now dupararon a todon. No podlamos {inser af que eaapames Extabamon sorprendidoe por! aque La celebracién del solsticio de invierno se lleva a cabo junto con la fiesta de San Juan, el 24 de junio. Algunos mineros han escuchado la historia de como San Juan compitié contra Jestis para volar una roca soplando un viento tan helado que podia congelar. Los campesinos celebran el dia quemando los rastrojos de sus parcelas, y de este modo ayudan a la Pachamama a conservar ol balance entre el frio y el calor. Los mineros conmemoran la vispera de San Juan con, fogatas alrededor de las cuales se reunen para 120 emborracharse y bailar. Para los campesinos, las fogatas significan el mantenimiento de la fertilidad en su tierra y sus rebatios, y cada haz de lea que quema sirven para la renovacién de la vida de un animal para ese aio. Los mineros han generalizado la cuestién del mantenimiento de la productividad hasta incluir los minerales, de manera que la vida pueda seguir Para los mineros el 24 de junio tiene un signi- ficado especial, toda vez que fue en la vispera de San Juan cuando, en 1967, el general René Ba- rrientos envié a las tropas a masacrarlos. Ba- rrientos traicion6 a los mineros que, desilusion: dos con el MNR que se habia vuelto contra ellos tras el plan estabilizador de 1956, apoyaron su golpe de estado de 1964. Recorté sus salarios y, ‘cuando resistieron, ordené a la tropa que ocupa- ran las minas. Los mineros se sometieron hasta 1967, cuando convocaron a una asamblea de la FSTMB que debia llevarse a cabo el 24 de junio en el mayor campamento: Siglo XX-Catavi. La asamblea fue deliberadamente programada para ese dia, el dia de San Juan. Cuando los mineros provenientes de todos los centros mineros nacionalizados se reunfan para celebrar la fiesta y dar la bienvenida a los delegados, el ejército atacé el campamento. Simén Reyes, un lider sindical del Siglo XX, sien més tarde fue encarcelado, describe las festividades vespertinas: copii itl pat A Acacia ur ipa Se a er re eee ere a eee See ie rags tts neon cn etree entonces cuando el ejéreito y la guardia Fesional, armados con ametralladoras, morteros y granadas de mano, entraron al campamento y atacaron a la gente que atin bailaba en las {alles. Les disparaban con las ametralladoras y arrojaban granadas a las casas mientras sus habitantes dormian. En las calles disparaban a todo lo que se moviera, los perros incluidos. Como un minero me dijo: “cY qué clase de politica tiene un perro?”. Las noticias de esta atrocidad se difundieron lentamente. La Patria, el diario de Oruro, re- porté el siguiente dia que habia habido dieciseis muertos y 171 heridos y que la operacién habia sido llevada a cabo por la policia minera, el De- partamento de Investigacién Criminal (D.L.C.)y Jos Rangers de los Estados Unidos con aeropla- nos sobrevolaban el lugar. El Coronel Prudencia, glo XX y Huanu, otro centro minero nacionali- ado, para capturar a los simpatizantes del mo- vimiento guerrillero comandado por el Ché Gue- vara y que atin operaba en Santa Cruz, en la regién oriental del pais, Los reportes en los periddicos revelaron més tarde que por lo me- nos 87 personas fueron asesinadas, entre hom- bres, mujeres y nifios, y que muchos mas habjan sidoheridos. Un testigo ocular del sepelio me ase- guré que las victimas eran mucho més, que el numero de cadaveres que vié parecia una fila de hormigas y que hubo entierros en fosas comunes de cuerpos tan destrozados por Ins bazukas que eran irreconocibles. La masacre de San Juan fue més destructiva que cualquier otra devastacién que se hubiera desatado en las minas anterior- ‘mente. No fue planeada sélo para eliminar a los simpatizantes de la guerrilla, como arguments el coronel Prudencia, o para liberar a la comuni- dad de agitadores sindicales, sino para arremeter indiscriminadamente contra toda una elase para quebrar su resistencia contra la soldadesca. Este ataque genocida estuvo disefiado para inspirar terror en la comunidad minera, en que el resenti- miento contra Barrientos estaba sumamente ex- tendido. Cuando visité el campamento de Catavi en la vispera de San Juan de 1985, los mineros celebraban la festividad con la misma devocién que presencié en 1970, quiz con mas fogatas en memoria de la masacre y de la Pachamama. Otra fecha que conmemora una transicién de las estaciones también ha sido ocasién para la protesta politica: el 21 de septiembre de 1970, dia del equinoccio de primavera, los estudiantes y los obreros tomaron la calle para protestar en contra del gobierno del general Ovando, En este dia, de acuerdo a Ia tradicién boliviana, se festeja la juventud y el amor. Ese aio, I manifestacién celebrada a los estudiantes que se habian unido a los restos de la guerrilla del ‘Ché Guevara para escenificar un levantamiento en Teoponte, pueblo que se encuentra en la zona tropical de los Yngas donde existen plantios y un centro minero. Pocos dias antes del 21 de septiembre Ovando habia remitido los cuerpos de los jévenes, quienes habjan sido brutalmente asesinados por el ejército cuando estaban en cautiverio. Sus cuerpos estaban desechos por las granadas de mano y las bazukas. La FSTMB no avalaba formalmente el movimiento guerrillero, pero sus lideres vieron en él la oportunidad de sacreditar el régimen de Ovando. Poco después de la manifestacion el gobierno fue depuesto una junta militar derechista encal por general Rogelio Miranda, quien habia estado al frente en la masacre de San Juan. Miranda era tan impopular, incluso al interior de las fuerzas armadas, que quedé pavimentado el camino para 121 un golpe de estado dirigido por el popular general Juan José Torres. Rituales y Conciencia de Clase El significado asociado con muchas de las obser- vaneias rituales se relaciona de manera directa con la solidaridad de clase. Al practicar estos ri- tos, las fraternidades obreras fortalecen su com- promiso comin con Ia produccién. Los grupos danzantes y las ceremonias los conectan a una fuente de poderio independiente de las institu- ciones politicas y religiosas que norman su tencia cotidiana. La significacién politica de las festividades sagradas puede verse en el carnaval yen los rituales a Supay. Carnaval El carnaval, que se hace en febrero, involucra todos los grupos sindicales y fraternos locales en mitos y rituales que combinan las creencias cristianas y las indigenas. Su coordinacién reine en un comité organizador municipal, para el impulso real proviene de los grupos de danza de los diversos sindicatos. Cada uno de los actos del carnaval continéa la tradicién histérica que se origina en los d{as previos e inmediatamente posteriores a la Conquista, Las tradiciones de las poblaciones hispanas e indigenas estén entrelazadas con caracteristicas distintivas; contribuyen eada cual, El primero de ellos es el triunfo sobre los monstruos enviados por Huari, el sefior de las colinas, que ocurrié antes de la Conquista. Al eabo de los siglos ha acumulado espiritus y poderes posteriores a dicha Conquista. El segundo drama 6 la conquista de los indios por los espafioles y el sometimiento de la poblacién indigena en las minas y tierras propiedad de los colonizadores. Los bailes son el medio principal a través del 122 cual se transmite y revitaliza continuamente el mensaje. El primer drama se representa en la danza de la Diablada y en la propiciacién de todos los monstruos mifticos, mientras que el segundo lo realizan en la plaza, durante el domingo de carnaval, los Nifos del Sol, pero también danzando la Diablada y la Morenada, Los bailes de carnaval son tanto una propi- ciacién de las fuerzas sobrenaturales como una suposicién del poder que éstas representan. La magia de la identificacién esté contenida en la méscara. Durante el tiempo que los danzantes usan la mascara son la figura por ella represen- tada, El domingo se la quitan y bailan bajo los arcos construidos en la plaza de Ia iglesia del so- carrén, Adornados con plata entran a la iglesia a rezar. Aunque el elemento magico noes mido por los danzantes hoy dia, persiste un se timiento de transformacién en la danza en la medida en que aquellos ejecutan suertes impo- sibles brincando y haciendo cabriolas como dia- los, yendo y viniendo vestidos con el pesado traje de la Morenada, saltando con garrochas como los Tobas, los indios de la selva. La pro- cesién camina varios kilémetros desde el norte del pueblo hasta la plaza, en donde la Virgen estd a resguardo. Los danzantes practican inten- samente cada sabado desde los primeros dias de noviembre hasta que llega el carnaval muchos meses después. Las danzas de la Diablada y la Morenada son especialmente importantes en: cuanto a la conciencia de los obreros respecto de su trabajo, ‘Ambas danzas muestran movimientos que van de la representacién de los danzantes como mineros subyugados 0 esclavos, acompafiados de un sdlo demonio en cada grupo, a una configuracién del poder que asume la forma de un demonio o capataz de esclavos. La mascara diabélica utilizada por los danzan- tes de Ia Diablada combina los cuernos de los de- monios de la tradicién cristiana con tres serpien- tes que brotan de la frente. El ropaje rojo que ‘ysan los danzantes est4 adornado con una tinica ataviada con cuentas de vidrio y un mandil con monedas en sarta. Mientras caminan por las ca- iles hacia la plaza, los danzantes que representan alos diablos brincan con sus tentadoras, que son varones vestidos como mujeres, con satin y joyas, quiones inducen a los hombres a servir al Diablo, Las morenadas representan a los esclavos ne- {gros que alguna vez trabajaron en las minas, pero que después fueron trasladados a los viiedos de las tierras bajas donde, se decia, soportaban me- jor el clima. La mascara que se usa en ellas tiene caracteristicas negroides: narices lustrosas, la- bios anchos y ojos prominentes. El corifeo, que simboliza al cabecifla es el que usa el vestido mas rebuscado. Va tocando una flauta y restaiando un létigo mientras conduce a los demas, quienes evan botellas adornadas con cuentas de vidrio de las que beben el vino que fueron obligados a producir. Su ropaje semeja un tonel de vino, una sinéedoque de la transformacién que experimen- tan en la danza, de la esclavitud a la corporei- zacién del gozo hecha posible por el efecto del li- cor. La danza del diablo captura la esencia del car- naval en Oruro. De acuerdo a la leyenda, la danza comenz6 cuando un minero se durmié después del ch’alla al diablo de la mina; cuando perté vio al diablo bailar y el minero lo i salié de la mina danzando. Desde entonces los mineros bailan en las calles tras el ch’alla del viernes de carnaval. La danza evolucioné desde ser un grupo de mineros con uno o dos diablos entre ellos hasta uno en el que estas predominan. Al principio los mineros Bailan en homenaje al Diablo, liberando de este modo sus esperanzas, ambiciones, temores y alegrias. A medida que la danza progresa se transforman en figuras atrayentes y seductoras. La danza es un acto de devocidn a la virgen de la iglesia del Socavon, a través de Ia cual los danzantes le expresan sus problemas hasta que, una vez que reciben su bendicidn, se entregan al regocijo. Foto: Chritian H, Rasmussen 123 Las morenadas revelan la honda impresién que causaron en la poblacién indigena los escla- vos negros Ilevados a trabajar en las minas. Las coreografias de los numerosos grupos que las bai- lan cuentan la leyenda de una rebelidn en contra del caporal de una cuadrilla que habitaba en las vifias llamado Maria Antonieta. Una joven ne- gra que era el deleite del viejo despota llamé la atencién de los esclavos, quienes deseéndola ar- dientemente, emborracharon a éste y lo depu- jeron. Ademés, lo forzaron a pisar las uvas y girar el molino mientras Jo ridiculizaban en versos satiricos (Alejandri, 1968:10). Es una re- belién incompleta en la que se ataca al age la opresién y no a las fuerzas de la repre: quien se obliga a asumir su humilde papel. Ambas danzas afirman la posibilidad de la transformacién de posiciones subordinadas praordinadas por parte del proletariado esclavi- zado. Son formas “primitivas” de rebeldia por- que buscan Ia redencién a través de la usur- pacién del papel del dominador y no una iden- tidad colectiva en una sociedad alterna, La organizacién de los grupos daneisticos pro- porciona una base institucional a los importan- tes contactos y amistades, tema este clasificado por Hans Buechler en su notable libro “The Mas- ked Media” (19). En Oruro existen cuatro grupos principales entre dieciocho sociedades daneis cas, que representan, cada uno a una confede- racién ocupacional importante. Los mineros y ferrocarrileros conforman los contingentes mayores. Los grupos de danza fortalecen por una parte la solidaridad entre los grupos de trabajo y, por otra, los ligan a la comunidad. Dos aspectos separados, divididos en cuanto a tiempo y lugar pero eslabonados por medio de ereencias comunes, son los ch’alla a la Pachu- mama y a Supay. Bl primero se lleva a cabo en In mayor parte de las casas y los patios de los ve- cinos del pueblo a la medianoche del martes del carnaval. El segundo ocurre en el interior de las 124 minas en la tarde del viernes, inicindose en ocaso y durando hasta la medianoche. Aquel re. tune alos miembros de la familia y asegura su ri. queza y salud, asi como la productividad de cual. quier mies que crezea en sus huertos. Este, como yase ha dicho, vigoriza la solidaridad de los obre. ros a la vez que garantiza la seguridad de los hombres preservandolos de accidentes en el be. neficio del mineral. Las ofrendas que se hacen en las dos ocasiones tienen el propésito de obtener la benevolencia de los espiritus de la tierra y de los cerros. En el carnaval y en el 31 de julio, las ofrendas ‘a Supay deben ineluir el sacrificio de una llama a un cordero. Los varones del estafio, Patifio, Ho- chschild y Aramayo, acostumbraban comprar los animales sacrificables y asistir a las ceremonias antes de que fueran nacionalizadas sus minas durante la revolucién de 1952. Tras la nacionali- zacién de las minas, algunos de los mineros se quejaron de que estos ritos se levaran a cabo para satisfacer de modo excesivo las necesidades del Tio. Juan, cuya autobiografia alenté y edité (Rojas y Nash, 1976), me ajo que ir a la mina pooo Uespués de ocurrida Ia revolucién era como entrar a un bar. Este abuso secular del ritual fue disminuido a finales de esa década y, al darse el control militar en 1965, los rituales fueron cancelados por completo. La acometida contra los ritos intensificaron el odio que los mineros sentfan hacia el régimen de Barrientos. EI presidente militar que lo siguid, Ovando, no se opuso a dichos ritos; sin embargo, la administracién minera estatal se rehusé a pagar el costo de las llamas. Los ritos de que fut testigo durante el carnaval de 1970 se limitaron a que las esposas de los mineros llevaran estofado. No fue sino hasta los accidentes que ocurrieron en julio de ese afio que hubo k’araku cabal, Elmodo en que los administradores responden alos rituales moldea la coneiencia de los obreros. Cuando Afenor Patifio bailé entre los mineros y le ofrecié a cada uno un regalo personal gonsistente en una camisa o una falda, redujo “al menos por el momento- la alienacién de jos obreros. La ambivalencia que los ingenieros mineros y los supervisores mostraron hacia estas ceremonias autéctonas después de la revolucién de 1952 ha implicado un mayor distanciamiento entre éstos y los obreros. Toda vez que una parte importante del ritual est destinado a asegurar la productividad incesante de las minas, tal ambivalencia demostraba, segtin los. mineros, una falta de compromiso respecto del futuro de aquéllas. Los militares no comprendieron esta perspectiva y se opusieron a los rituales, por lo que la represin que Barrientos ejercié contra ellos los transformé en una expresién de la solidaridad de clase y de oposicién al ejéreito. El viernes anterior al carnaval se dedica a un ch’alla de la serpiente en el extremo sur del pueblo, y los siguientes jueves y viernes los ha- bitantes del lado norte guardan al sapo y a la imagen del eéndor, Este ultimo no es una figui ‘mitica autéctona, pero se le ofrece un ch’alla durante la celebracién, El dia especial para la serpiente es el 3 de mayo, dia de la Santa Cruz, y para la horda de hormigas el 15 de julio. Cada celebracién mezcla una peticién de bienes materiales -una casa, camién, salud o buena fortuna- con una ofrenda de licor, incienso y “mesa” (ofrenda de Pastelillos azucarados, lana y manteca). En estos activos cultos la gente revela la intensidad de un anhelo por el mejoramiento material de su vida y su sentido de los reciprocos equilibrios en el universo, Es agudo contraste con los carnavales de otros paises el de Oruro no es tanto una transfor- macién de las estructuras estidianas muy pro- fundas. Es fuente de gran orgullo que hace po- sible que sus participantes se eleven por sobre la miseria y desesperacién de su vida diaria, Alo largo de la calle principal, el lunes de car- naval, un grupo de teatro compuesto por mi ros, amistades y residentes de! campamento de San José, que a sf mismos se Haman los “hijos del sol”, presentan una obrita que ilustra a la C quista. Los protagoni Pizarro, Diego Almagro y su contraparte religiosa el fraile Vi- cario Hernando Luque, el Rey de Espafia, el rey de los incas, Atahualpa, Hualla Huisa, el sacer- dote indigena, y quince Nustas o criados incas, Los conquistadores portan grandes barbas, Ei rey espafiol y el fraile usan mascaras rosadas de gazacon majilla de un rojo brillante y ojos azules muy abiertos. Lo anterior contrasta con la falta de mascaras en los actores de Ia parte inca, los que no necesitan maquillaje. Al representar la muerte de Atahualpa los ac- tores encarnan su propia conquista y someti- miento. Mantienen vivo el espiritu de rebelién representando la ultragente traicién de Ft cisco Pizarro después de haber prometido libe- rar a Atahualpa cuando se le entregara el tesoro real. Los didlogos en quechtia son una afirmacién 125 de su propia sobrevivencia cultural ante la domi- nacién espafiola. Bl efecto global del drama es la vigorizacién de la resistencia al representar un triunfo moral sobre una sujecién injusta. El carnaval es a menudo considerado como el drama de la derrota del mal por el bien. Después de haber asistido durante ocho dias a las ofren- das ceremoniales, procesiones, manifestaciones de la fe en la Pachamama, la Virgen, el Diablo y las imagenes encantadas, mi opinién personal es que el bien y el mal se mezclan por completo. Los participantes creen que implorando al Diablo obtendrén fortuna, poder, riquezas, sexo, fuerza, ete,, pero a la vez consideran que nada se lo- graré sin la intermediacién de la Virgen, quien tiene su propia corte de demonios y de angeles guardianes, Ella, también, entremezcla el bien y el mal. De acuerdo a la tradicién local, su pre- sencia en la iglesia del Sacavén se debe a un ladrén, Nena Nena, quien al venerarla se tran- substancié en ella, Algo asi como un Robin Hood, Nena Nena, un minero desempleado, fue obli- gado a robar para poder subsistir, pero robaba ‘alos ricos. A diferencia de Robin Hood, su pro- totipo del Primer Mundo, vendia el producto de sus robos a los pobres, aunque con poca ganan- . Cuando una de sus victimas se resistié apufaldndolo, regresé a su cueva en el cerro de la mina y ab{ oré a la Virgen. Cuando terminaba el dia la Virgen se le aparecié en Ia forma en que atin podemos verla: la escultura pintada de tamafo natural que se encuentra en el altar de Ia iglesia a la entrada misma del So- ‘én. Los acontecimientos del carnaval siguen ario tras afio un patrén semejante, pero hay siem- pre rasgos que reflejan los sucesos del momento. Tras el viaje a la luna en 1970, un personaje danz6 vestido de astronauta, portando una ban- dera norteamericana y con una ametralladora en la mano. El carnaval es siempre un tiempo para fomen- tar la buena suerte y para derrotar al destino que a cada quien se le ha asignado. Es tiempo 126 para ir tras lo que no puede obtenerse de ordi- nario. La buena fortuna esté entonces al aleance del mas humilde. Lo tinico que se requiere es un poco de fé y una cierta cantidad para los gastos ri- tuales, con el fin de garantizar el aini, u ofrenda rec{proca, que debe hacer el devoto. El pasado se valora y se acredita el futuro. éPor qué el carnaval no sélo ha sobrevivido sino que se ha vuelto més elaborado a través del tiempo? Siempre que se hablaba de la represién politica y de la revolucién terminaban por pre- guntarme “Ha estado aqui en el carnaval ante- riormente?” y procedian a describirme las pro- ‘cesiones anteriores y el papel que han jugado en aquellas. Yo sentia que eso no significaba cam- biar de tema, sino que era una extensién de éste. EI carnaval es la expresién del punto de vista de la gente respecto de su historia y un sefala- miento de cémo han transmutado su derrota en una triunfante afirmacién del valor de la supervi- vencia y la autodeterminacién. Josermo Murillo Vacareza, un abogado de Oruro con vocacién de folclorista, dice (1969:9): la Diablada os una espléndida, transformacion del desencanto {que permea el expiritu del pusblo, el que libera au frustracisn do oquellas fuerzas que falsifican wu vitaidad intrinseca. La ftrevidae impetuoea danza-es el impulso oculto, de elloey de mas ‘anceatros, para demoler,combatirysubvertir aquello ao ques ‘ponen, sea la servidumbre ola inferioridad; la miiica pretérita fe elacieate de un movimiento ineurgente, como antncio de continuidad; los magnificos y hermosos ropajes provienen de tun sistema que los ha vuelto miserables, como si dijramos en hipérbole de imaginacién inflamada, que osamos creer que tender un final. Seria fécil afirmar que el carnaval es un sustituto de la revolucién. Sin embargo, es més fiel decir que es un recordatorio al pueblo de que es necesario revelarse cuando las condiciones histéricas son las apropiadas, al mismo tiempo que es una negacién de la indigencia y la grisura de su vida diariay una expresion de lo que aspira. Elmes de Supay Agesto es ol momento de. preparar la tierra plantar en septiembre. Es el tiempo para opiciar el poder de los cerros, que se asocia Tinto con Supay como con Huari, considerando a ‘veces como el padre de aquél. Entre los mineros eles trata como lo mismo. Es el tiempo también de recordar a Ia Pachamama, dado que debe evitarse el poderio destructivo de Huari a la vez que se obtienen los beneficios de la fertilidad de [a tierra. Es el tiempo, en fin, de rogar por la fertilidad de los campos y por la riqueza mineral de los socavones. El gobierno de Barrientos prohibié las activi dades relativas a Supay y al carnaval. A prin- tipios de julio de 1970, mientras yo vivia en el campamento de San José, tres jévenes mineros fueron asesinados dentro de la ‘mina. Los obre- ros sostenian que las muertes habian ocurrido porque los jévenes no habian hecho la ofrenda ri- tual de sacrificar la llama en honor de su Supay. Dicho ritual, suponfan, alimentaba al espfritu de los cerros y satisfacta su apetito, de modo que no devorara a los obreros. En consecuencia, una de- legacién de mineros solicité al superintendente de San José les permitiera realizar el ritual acos- wrado la noche del 31, ese mismo mes. El su- perintendente estuvo de acuerdo y ofrecié pagar {as llamas cuando vi6 que los hombres noestaban. dispuestos a regresar al trabajo. No obstante, a diferencia de Patifio, no quiso participar en la ce- lebracién. Cuando estuve en la festividad me informé un ‘minero que: = hace Waraku con el fn de que la mina progress 0 que ‘ descubra una veta que heneficie a la compasia. Si ellos (lee directv) hubieran vendo, lo trabajadores Iaborariansca con ma ganas y entusiarmo, Aqut experamos que haya ina ‘nejoriaque atodos nos benefcle Pero Zqué beneBeio podriamos obtener? Sélo que los administradoree viaje al extranjero, Procedié después a explicarme el sentido de reciprocidad que conlleva los ritos. memos de lw minus yl ina ne omen, Por esa rst i que oftecer eee Fitot al capris de loe corr ‘que gn revelindonos ina vata a it de qe podamoe vin Durante el sacrificio los hombres invocan al Tio, 8 los auichas: machulas y fyulas y arrojan Ia sangre de la llama en los lugares peligrosos de Ja mina, el elevador, la cabria y Ins maquinas, a Ja vez que les imploran que ios protejan en'el trabajo. El corazén del animal se quema cerca de la imagen de Supay que se encuentra en una galeria profunda de la mina, donde é1 puede devorarlo en paz. La llama que se maté en el sacrificio al que yo asist{ estaba prefinda y los mineros descubrieron el feto mientras la descuartizaban, al que arrojaron a la pil hhuesos para el banquete de carne asada qui realizaria al dia siguiente. Cuando los huesos ardian en la leita, con el feto encima, un minero ‘me dijo: Eta ee la suerte de la clase cbrera. Ea nueetra ofrenda por la fo «que tenemos en el To Lucas (otro de loe nombres de Supay). El anda por la mina y nosotros andamos con al. Noe cusla 1 legamos con 4a la tina, Antes trnbajdbamos con nietro ‘mayor eefuerzoy ain accidentes. Por culpa de los ingenieroe do ‘guridad tuvimon eae accidente, Eataban de acuerdo con lt ‘siministradores. Reclamamoe y nadien nos hao caso La multiplicidad de los significados que tiene Supay son reivindicados en la comunidad minera en cuanto relaciona su vida presente con su poderjo. A través de su relacién, intensamente vivida, con Supay en las ch'allas semanales y en el k’araku semi anual, los mineros derrotan propia alienacién en la misma. Esto los faculta para generar una conciencia liberadora y auténoma, aunque no asegura que la misma se Tefleje en un movimiento activo. La fuerza de esa relacién puede ser coptada por los propietarios como Patio, participan en los rituales y hacen rogalos La desafortunada conversién de los espafioles en el Diablo, en su propia interpretacién de un universo moral dicotomizado, transmuta una in prehispénica de un dominio de poder que Foto: Andrés Medina conti y al mal en todas las entidades supranaturales con las cuales se relacionan. Re- conocer a Supay como el origen de la abundancia material es visualizar tan sdlo un aspecto de sus multiples poderes. Los mineros creon que cuando entran en grupo a pedirle que haga a la mina més rrica aseguran a la ver la vida de la comunidad. Es s6lo cuando entran sin compaiiia que ineurren en tun “pacto con el diablo”. La lectura equivoca que Tausing hizo de la evidencia etnogréfica (Nash, 1979) lo llev6 a malinterpretar el amplio rango de actitudes y comportamientos a través de los cua- les los mineros se relacionan a través de Supay con su identificacién como un grupo autéctono enajenado y como un proletariado expoliado, La envoltura marxista a través de la cual se inter- preta la relaci6n entre Supay y los mineros como un ejemplo de fetichismo por interés, no es ea- paz de sondear la profundidad de la fantasia en la conciencia de éstos, 128 Ritual, Conciencia de Clase e Ideologta ‘Laconciencia obrera entre estos mineros bolivia. nos se basa en su fuerte identidad como unido por su trabajo colectivo en el cual se ven auxiliados por sus fuerzas de poder primitivas, Los rituales evocan esta identidad cuando los tra. bajadores discuten sus problemas y se unen con. tra sus opresores. No es tanto un modelo de conduct, coms con- jeturaron los primeros funcionalistas estructura. Tes en el campo de la antropologia, cuando una base generadora que motiva una acci6n politica que puede asumir varias formas. Estas podrian subrayar la reaccién -e incluso el apoyo- ante los militares que los han acosado, asi como adhesin a los movimientos revolucionarios. Con el propésito de comprender cémo tales rituales se vinculan con las ideologias politicas de los partidos nacionales debemos responder algunas cuestiones en, al menos, tres niveles diferentes: (1) iqué ocurre con las personas que se relacionan entre si en dichos escenarios?, (2) to6mo el ritual enlaza a los participantes ‘con otros grupos de referencia significativos?, (3) icémo ha cambiado la importancia del ritual a través de los afios? Un fiancionalismo malinowskiano bien simple nos ayuda a responder la primera pregunta. El ch’alla integra a los hombres a su lugar de trabajo y promueve asi la solidaridad del grupo principal. Manuel, un earpintero de la mina, lo expresa mejor: Dede continuar esta tradicién en la mina por que no hay comunicacion mds intima, mAs sincera o més hermora que ‘l momento del ch’alla, cuando los obreros mascan coca juntor 'y Inofrecen al Tio. Abt hablamos de nuestras dificultades, de ‘nuestros problemas en el trabajo, y abi surge una generac tan revoliclonaria que lor mineros comienzan a pensar en Jograr un cambio estructural Exta ex nuestra universidad. La ‘experiencia que tenemos en el ch’alla ea la mejor experiencia posible Manuel, que fue uno de los Iideres més impor- tantes en el sindicato antes de que ocurriera el golpe de estado de Barrientos, es quizé excesivo al considerar la solidaridad grupal como la base de la accidn revolucionaria. A pesar de que esa afirmacion es una proposicion marxista fund: mental sobre el surgimiento de la conciencia de clase, muchos otros lideres parecen no sélo ne- garla, sino que a menudo censuran los rituales tradicionales. Dicha negacién puede estar ocasio. nada por el miedo en aquellos lideres que desean imponer su programa de accién, o bien deberse a fuentes de conciencia y autodeterminacién inde- pendiente que el partido o el sindieato no pueden controlar. La segunda cuestién sobre cémo el ritual rela- ciona a los obreros con otros grupos de referencia significativos requiere una perspectiva histor! En los dias de los barones del estaiio previos a la nacionalizacién minera de 1952, cuando los pro- pietarios -y especialmente Patifio- concurrian a la eelebracién y bailaban con los palliris y los obreros, disminuian en gran medida la rebeldia de los mineros. El intercambio de la tka (re- galo de los duerios a los trabajadores) y el achura (presente de éstos a aquéllos) simbolizaba Ia re- ciprocidad en la relacién laboral, Atin cuando esta reciprocidad era desigual, reforzaba sin em- bargo un conjunto de lazos paternalistas que con- feria a los mineros un mayor espiritu de trabajo y sacrificio, refrenaba, aunque sdlo fuera mo- ‘mentaneémente, la rebeldia de la fuerza laboral. ‘Ademés, en esos tiempos, a los obreros de cada grupo de trabajo se les pagaba de acuerdo a un contrato basado en la cantidad de mineral con- tenido en las gangas o quijos extraidos. Al igual que los sistemas de pago a destajo en los paises industriales desarrollados, esta forma de remu- neracién produjo sumisién ante los administra dores y divisién entre los obreros. Habia excesiva competencia entre los grupos de trabajo para ase- gurar los filones ms ricos y la hostilidad asi en- gendrada fue convertida en brujeria. i ro, que habia trabajado en casi toda las minas de Bolivia y en una mina de cobre en Chile, describe estas costumbre: ‘Loe mineros que obtenian las més fworables renegocaciones de ua contratos eran a menudo las victimas de la brujeria ‘Loa trahajaorestenfan la costumbre de Buscar los chamanes tre los campesinos que ints conocian de Gato, Loe chamaes ‘waian eepiritus animales, Aqul y sobre todo en Colquecharka, muchos mineros usnban la brujeria parm lograr que ais compaferos mis afortunacios perdieran la vetas. Toan «lt sina con el chamdn y regaban agua con aal en efi en ge ‘rabaja au enemigo y ego hacia que Jeeapareciora aqusl A vecoe 4s mineros se dabatn cuenta que eataban siendo embrajados fentonces invocaban a la Pachamama. Otros obreros derramaban en Ia veta la leche de una burra negra mezclada con ajo para lograr el mismo efecto. Los mineros’ también tenfan que proteger su veta contra el mal de ojo (bankanowi) de otros trabajadores que entraran a su sector. Cuando daban con un buen fil6n dormian frecuentemente en la mina para protejerlo, Nunca llevaban ajos a la mina porque su propia veta podria desaparecer, toda vez que al Tio no le gustabai En fin, la competencia hostil era intensa, y la solidaridad lograda en la ch’alla se limitaba al grupo inmediato de hombres que trabajaban bajo el mismo contrato. Una vez ocurrida Ia nacionali- zacién de las minas, el salario base fue incremen- tado ¢ igualado para todos los mineros, yla nego- ciacién del contrato colectivo se llevé a cabo por Jos Iideres sindicales en patentes procedimientos de regateo. Los obreros sintieron que uno de los més importantes beneficios que obtuvieron fue que sus contratos se discutieran abiertamente con el superintendente de la mina, el mayordomo del nivel y con el jefe de la cuadrilla que atesti- ‘guaba el contenido de las cldusulas, Sin embargo, estos controles burocraticos que se incrementaron después de la revolucién tuvie- fon otras consecuencias So los pags a los hom- bres: 16 en lugar de cuadrillas y dicho pago tebas6 on la extraccion total medida en tring de pies cubicos sin que importara el contenido del mineral. Se debilit6 as{ In solidaridad hasta el nivel del grupo primario, pero se mantuvo una mayor unién en la fuerza de trabajo considerada en 129 conjunto. La unién se solidifies no sélo a través de los equipos de la mina, sino por la accién de la Federacién de Sindicatos de Trabajadores Mineros Bolivianos (F'S.M.B.), la que creé una fuerza politica masiva entre los mineros, a los que coaligé con otros obreros industriales y con campesinos organizados mediante la Central Obrera Boliviana (C.O.B.). La accion politica militante, que era considera- ble antes de la revolucién se separé de las relacio- nes rituales, las que eran rechazadas a menudo por los dirigentes antes y después de que el MNR accediera al poder. Los propietarios privados cooptaron parcial- mente la fuerza de los ritos, aunque no contro- laron por completo las corrientes de identidad. Sélo cuando la administracién se les opuso, como ocurrié durante la ocupacién militar de las minas durante la presidencia de Barrientos, la reaccién al sometimiento se convirtio en una fuerza sub- versiva sentida en los rituales. La ch’alla sirvi mas como recreacién que como un punto para movilizar la rebelién y ea- nalizar las inquietudes durante el periodo de so- lidaridad nacionalista del gobierno popular re- volucionario. Este perfodo brevisimo de relacio- 130 nes amigables entre la empresa y los trabajado- res lleg6 a su fin a principio de los afios sesentas, eon el denominado Plan Triangular, mismo que provey6 al estado boliviano del capital necesario para modernizar las minas. Los agentes financie- ros pusieron como condicién de los préstamos el despido de cientos de mineros “excedentes” y Ia conclusion de la representacién obrera en el ma- nejo de las fuentes de trabajo, y privaron asi alos mineros de los beneficios de la revolucién. Las relaciones entre la empresa y los obreros se deterioraron atin més tras la ocupacién militar ordenada por Barrientos en 1965. Estos dicen que Barrientos suprimié al ch’alla porque tenia miedo de la solidaridad que se producia en estas sesiones en que se tomaba alcohol. La supresién de la fiesta aumenté el resentimiento de los mineros contra la administracién y el gobierno, Paralela a la abolicién del ch’alla se ob- servé una aguda caida en la produccién de mi- neral de alta calidad, lo que coincidié con una disminucién en la exploracién. Ademés, la ad- ministracién de las minas nacionalizadas nunca pudo desarrollar incentivos al trabajo. El dete- rioro de los salarios, aparejado con los altos suel- dos de los administradores y del personal militar, tuvo como resultado la alienacién de los obreros y el estancamiento de la produceién, se dio una breve tregua en el gobierno populista de Torres, en 1970, cuando los salarios se reinstalaron a los niveles previos a 1965, pero su presidencia llegoa su fin diez meses ms tarde, con el golpe de es- tado del coronel Hugo Bénzer. El rechaz6 de la ch’alla por la administracién revela Ia completa transformacién del ritual desde ser uno en el que se fortalecéa la solida- ridad entre aquélla y los trabajadores hasta con- vertirse en la base de la comunicacién de la re- belién. Los mineros obtuvieron de nueva cuenta el control obrero, el derecho de veta y la partic pacién en la administracién durante el segundo periodo de Siles Zuazo de 1984. Si bien Siles habia socavado el movimiento sindical durante su primer periodo con el plan de estabilizacién y ¢]Plan Triéngular, retorné al poder treinta aos ‘Andolo. En esta ocasién se mantuvo Jeal a su aliado electoral, lo que significaba que, en consecuencia, no podia solicitar la ayuda fi- panciera extranjera que requeria. En virtud de que el estado estaba en banca. rota, los beneficios laborales se volvieron un ba. rrilsin fondo. La produccion casi se paraliz6 en raz6n de que la maquinaria y las herramientas eran inadecuadas y las vetas de mineral estaban agotadas. Como me dijo el director de relaciones laborales y de la Corporacién Minera de Bolivia (COMIBOL), la restitucién de los salarios de los mineros sirvié para aminorar su hostilidad con- tra los administradores; sin embargo, los dere- chos de los obreros habian perdido mucho de su significacién historica en cuanto a la produccién minera y, junto con los precios internacionales del estaio, se hundieron. He respondido parcialmente nuestra tercera interrogante, es decir, como el ritual ha evolucio- nado a través del tiempo, al analizar la estruc- tura mudable de las relaciones. La ideologia ex- presada a través del ritual no ha sido camino real del paternalismo a la revolucién. Cuando las eon- diciones estuvieron a punto para la revuelta de 1952, en particular las luchas sindicales de 1918 yla guerra de Chaco, la ch’alla se convirtié en el nicleo para movilizar el descontento. Nome sor- prendié saber que en 1918, cuando la adminis- tracién de la mina privada de San José rechaz6 la peticién de mayores salarios y el reconocimiento de la unién sindical, los trabajadores escogieron la ch’alla de la noche el 31 de julio para estallar la primera huelga que se registré en esa mina. Del mismo modo, cuando le dio un profundo descontento en ocasién de la guerra del Chaco, el templo del Sapo fue seleccionado como lugar de reunién. El general ordené que se le destruyera cuando lo supo. Estos momentos de tiempo y lugar de poder sobrenatural primitivo alientan Ja determinacién de aquélos que atin conservan esa cultura para resistir la opresién en la que viven. Esto lo simbolizé la gente de Oruro después que el general murié por la embolia que lo paralizé tras su sacrilega accién esculpiendo un nuevo monumento del Sapo en el mismo lugar. La revolucién de 1952, a su vez, no condujo a una identificacién duradera de los obreros con el estado. Incluso cuando a los mineros se les concedié de nueva cuenta su derecho a hacer sus ritos, conculcado por Bat tos, se sintieron ajenos al manejo de las minas estatizadas. El hecho de que los supervisores no asistieran a las ceremonias acentué su alejamiento. Como dijo tun minero en ocasién del k’araku: EI Tio ee aqui el verdadero dusio, Loa adminiatradores Slo ‘ siontan en sus ofcinas ain ayudarnoe n el trabajo”. Lat ‘isin de Ia adminitracisn nel intercambio de raga y ‘modestia de a eclebracion debida ala cortedad de le recuroe, isminuyé ain mas ru presencia ante lox tineros: "EI To an ‘ene hambre ~djo uno al marcharee~ y tammbisn nosotros” La suposicién que se hace sobre los sistemas de creencias tradicionales y modernos ha menudo son incapaces de capturar la complejidad de los selectos cambios de los sistemas simbélicos, El ‘Tio es ahora més importante en cuanto a los accidentes que como fuente de riqueza mineral Lo anterior se enlaza con un sistema de contra- tacién en el cual ~después de la nacionalizacién Ja paga depende del tonelaje extraido mas que del contenido de estafiode la ganga. Su significado se relaciona directamente con esta cambiante rea- lidad. El Tio es una explicacién para lo inexpli cable, para el destino irracional al que se fuerza al minero. La fe de éste en aquél enriquece una existencia misera de incesante faena. En el periodo colonial, cuando se aparecia fa los trabajadores, tenia'la cara y aparien del enemigo de sus enemigos, el Diablo, de tez roja, cornudo y vestido con los ropajes de un residente medieval del inframundo. En Ia era de la explotacién privada a gran escala 131 se aparecia como un gringo colorado, ataviado con sombrero y botas vaqueras. Cuando se hace un contrato con él, se adquiere riqueza aun al precio de la propia vida, pero se cobra con mayor certidumbre que los burécratas u oficiales del gobierno. Supay trasciende la concepcién medieval del diablo traida por los espafoles; es la fuente de la fortuna y del poder anhelado y es, también, el agente demoniaco. No es una proyeccién del fetichismo por interés del capitalismo, por el cual todas las relaciones sociales se transforman en nexos en efectivo, como un imaginativo antropélogo ha sostenido (Taussing, 1980). Bs un medio para alcanzar las metas de la comunidad cuando ésta lo invoca colectivamente. Cuando un minero trabaja con el Diablo estando solo se cree que morird antes de noventa dias y que sus deudos nunca disfrutarén la riqueza que acumul6, Por el contrario, cuando se le hace una ofrenda en grupo durante el k’araku, revelara los veneros que todos pueden trabajar para que la mina siga produciendo y sostenga a la gente que vive de ella, Supay es una potestad de multiples facetas, ni todas buenas ni todas malas. En cuanto figura central del carnaval, es una expresién de las frustraciones y ansias en las vidas de estas gentes, al igual que una proyeccién de su anhelo por vencerlas. Creencias Religiosas y Comportamiento Polttico El poder de estas creencias precolombinas refor- zadas por una observancia ritual radica en su ca- pacidad de estimular la identidad colectiva y el sentido de cudndo ha sido violada. El calendario ritual deviene un programa s de protesta que han fastidiado frecuentemente a los gobier- nos y trastornado los contratos industriales. Estos acontecimientos y las repercusiones que han tenido se han vuelto parte de la memoria co- lectiva de la gente en tanto que han extendido 182 sus tradiciones indigenas para resistir la explo. tacién. ‘La resistencia puede asumir muchas formas, pero es siempre rebustecida por la autodetermi. nacién de la gente que no ha perdido la identi. dad de si misma. Los ritos y las creencias se com. binan para reforzar los mitos que circunscriben su historia, y las celebraciones carnavaleras, el ch’alla y los ceremoniales para entibiar la tierra Jos preparan para un tiempo en que podrén cons- truirse su propio destino. Los dirigentes politi- cos sectarios y las autoridades eclesidsticas orto- doxas abominan por lo regular la protesta ritual considerdndola como una desviacién. Empero, si se le piensa como un ensayo que mantiene vivo el sentimiento de rebeldia hasta un momento apro- piado hist6ricamente, puede vigorizar los movi- mientos politicos. ‘The City College of the University of New York Referencias Aleman, Artur {960 Faeta de a morwoada’, un eneay. Enayo de Ita preactn dal Carval Oraredo Layondan, dines, Ectumbres Orso Betiin Herediay B-Asguto. 1962" Carnaval de Onuro 9 proses idoligicn e historia dele grupos blorane Orr. Murito freareon, Josrme. 1960” “EI ablo de Ovary Ia supervvencia de un antl Fratenided Revista Cara pp. 7.9, Ora Jane We Bathe 1010" We Bat the Mines andthe Mines Bat Us; epadenc ond Esplotation tm Bolivia Tin Mines. New York. Cola ‘University rea. Reyes, Sion 1007” La massere de San Juan. Ora. aj, dan and Sane Nash 1070" Heagolado tou en a mina Argentina, Nueva Vain. Taursig, Michal 1980 "Phe Devil and Commodity Fetish in South Americ. Chapel Hl, NC.

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