Resistencia cultural y conciencia
de clase en las comunidades de las
minas de estano de Bolivia
tuyen las raices més profundas del sen.
tido de identidad de las personas, Sobre.
vivientes de los periodos precoloniales, generan
un sentimiento que aborrece la subordinacién y
la represi6n. Las raices culturales de la resisten-
cia al control ajeno pueden producir movimien-
tos sociales que reestructuran la sociedad, lo que
influye en la elecci6n de los tiempos en que se dan
los actos politicos de protesta como en la forma y
lugar en que surge la rebelién.?
La gente de las comunidades mineras del alti-
plano boliviano ha resistido las pretensiones de
los conquistadores, virreyes, gobernantes y lide-
res populares del periodo independiente por des-
aparecer sus creencias. Las familias mineras se
I as creencias y rituales primarios consti-
a investigaciin original levada a cabo en 1969 fue apoyada
ot el Consejo de Investigacion de la Ciencia Social y por el
Programa Fulbright Titulo W El regreso a Bolivia en 1985 fue
pine gracias a que el programa de Investigacitn PSC de la
‘Universidad de la Ciudad de Nueva York me permitié registrar loe
roducidos por Ia crisis de la deuda externa.
Extoy profundamente agradecida a Susan Echatein por
grea para oclarar y analizar mejor la versin final de eee trabajo,
‘Traduccion del inglés de Rafael Bullé-Goyri Minter
June Nash
Telacionan con un mundo sobrehumano de san-
tos, demonios, deidades y seres encantados con
Jos que conviven en la mina, en el eampamento
yen la region; tienden a conjuntar en una vision
unitaria del mundo las ideologias discorde, apa-
Tentemente contradictorias, a las que han sido
expuestos. Esta perspectiva incluye a las repre-
sentaciones primitivas de las poblaciones de ha-
bla quechtia y aymaré que laboran en las minas;
a los santos y demonios que fueron introducidos
por los conquistadores y misioneros peninsula
res, ya las ideologias marxistas, troskistas y d
arrollistas que inspiran a los movimientos pol
os y laborales en que han participado desde los
albores del siglo veinte,
‘Los mineros han sido considerados como los
impulsores de la revolucién popular que en 1952
condujo a Ia nacionalizacién de las minas y a la
reforma agraria para Ia liberacién de los cam-
pesinos. Los mineros de los grandes yacimientos
propiedad de los magnates del estafo hasta an-
tes de la revolucién comparten experiencias vi-
tales que les han dotado de una fuerte identi-
dad como comunidad y como clase, En casi un
115siglo de explotacién industrial de las minas; se
hhan transformado de una poblacién campesina
con una limitada vision del mundo en un proleta-
tiado consciente del mercado mundial en el cual
compran muchos de sus bienes de consumo. Aun-
{que su ntimero ascendia a s6lo 24,000, 0 sea ol 2%
dela fuerza laboral hasta antes de los ajustes ma-
ssivos de 1986, han tenido un profundo efecto en
el movimiento obrero de la nacién.
Desde el inicio mismo de la mineria industrial,
Jos hombres y mujeres reclutados de los valles
agricolas de Cochabamba y los ayllus del alt
plano (grupos agricolas consangufneos) soporta-
ron la extrema opresion en el trabajoy en las con-
diciones de vida que encontraron en las minas.
Siempre que los obreros emprendian una accién
colectiva para mejorar su situacién, el jército,
‘acuartelado en barracas vecinas a todos los prin-
cipales centros mineros, acallaba su protesta. La
historia de masacres, asesinatos y exilio de sus
lideres ha acrecentado su conciencia de la nece-
sidad de una accion politica para la defensa de
‘sus intereses de clase, Las ideologias importadas
de caricter revolucionario y orientadas al socia-
lismo han encontrado un campo fértil en las mi-
nas, donde las tésis de la inevitabilidad de la lu-
cha de clases y la victoria final del proletariado
se apoyan en su miseria presente y sus visiones
‘utépicas del futuro. Bolivia es uno del creciente
numero de paises on donde alguna vez repudi-
dude To tee marxiata do quo la migeria incre:
mentada de la clase obrera puede medirse en una
real declinaci6n de los niveles de subsistencia, no
Jamente on términos de una reduceién propor-
cional del poder adquisitivo en relacién a la ex-
propiacidn capitalista.
En la transicién hacia la mineria industrial
moderna, las ideologias contempordneas del so-
cialismo y el comunismo se combinan con primi-
tivas fuerzas miticas de una forma tal que la co-
munidad no queda alienada de sus raices cultu-
rales. A diferencia de los obreros en la mayoria
de los centros industriales, los mineros bolivia-
6
nos no han perdido su sentido de valia personal
hi su fe en el potencial humano para propiciar
2 cambio: La Federacién Sindical de Trabajado.
es Mineros de Bolivia (FSTMB) conjunta Ifde-
res de las més importantes corrientes ideologi-
cas que han influido el movimiento obrero en el
siglo veinte, pero ha mantenido la suficiente uni-
dad para afectar los acontecimientos nacionales
La alianza de la FSTMB con el Movimiento N
cional Revolucionario (MNR) de Victor Paz Es.
tenssoro convirtié a éste en un movimiento ver.
daderamente revolucionario que presioné por la
nacionalizaci6n de las principales minas y por el
control de los obreros en el manejo de esas mi-
nas. La Federacién obtuvo el derecho de nombrar
y controlar la Vicepresidencia y numerosos mi-
histerios durante el primer mandato de Paz Es-
tenssoro en raz6n de su decisiva accién para que
el MNR accediera al poder en 1952. Rompié con
el MNR cuando el sucesor de Paz, Hernan Siles
Zuazo, introdujo un plan de estabilizacién res-
paldado por el Fondo Monetario Internacional
{que redujo el salario real de los mineros preten-
diendo contener la inflacién.
‘Algunos de los lideres de la Federacién apo-
yaron el golpe de estado del general René Ba-
Trientos en el aio de 1964, quien traicioné las,
promesas hechas al movimiento obrero al ocu-
par las minas en 1965, reprimir a los sindica-
tos y exiliar y encarcelar a sus dirigentes. Tras
su muerte ocurrida en 1969, se revivio la demo-
cracia sindical durante las breves administracio-
nes de Alfredo Ovando Candia y Juan José To-
rres (1969-1971) s6lo para ser después brutal-
mente reprimida cuando el coronel Hugo Banzer
tomé el poder en 1971. En 1978, una huelga de
hambre iniciada por mujeres de las comunidades
mineras, a la que se unieron cientos de oposito-
res politicos, obligé la celebracion de elecciones,
en las que triunfo Hernén Siles Zuazo. Siles no
pudo acceder al poder en virtud de una répida
sucesién de golpe de estado. La atroz represiony
la corrupeién contrivada de estos déspotas con-‘Foto: Francisco Everando Rivera Flores
cluyé en virtud de una serie de huelgas durante
1982, aiio en que Siles Zuazo tomé nuevamente
las riendas del gobierno, apoyado esta vez en
el movimiento sindical al que se habia opuesto
en los cincuentas. No obstante, a medida que
la economia se deterioraba debido a la fuerte
deuda contrafda por los militares y a los cada
ver menores beneficios de las minas, su base
politica se hizo pedazos, incluyendo la que tenia
en aquéllas. Paz Estenssoro sucedié a Siles en
1985, regresando al poder como el eandidato di
la burguesia postrevolucionaria y no de los mi-
neros a quienes habja acaudillado tres décadas
atrés. Al aio siguiente al de su reeleccién conso-
lidé una alianza con el partido de Banzer, Accién
Democratica Nacional (ADN), y procedié a de
mantelar al sector minero nacionalizado, donde
se movilizé la principal oposici6n a sus politicas
econémicas neoliberales
Al considerarse el estado crénico de la crisis
y la estabilidad politica en Bolivia, parece pa-
tadéjieo que las comunidades mineras conserven
los ritos y ereencias que las unen a su pasado
agricola; sin embargo, cuando llevé a cabo mi tra-
bajo de campo original en Oruro de 1969 1971, y
tras mi reciente retorno a los centros mineros en
1985, encontré el recuerdo incesante de Huari,
el espiritu de la colina que ha sido identificado
con Supay, el demonio de las minas, Oruro, e3
la capital del departamento del mismo nombre,
donde se encuentran las principales minas nacio-
nalizadas en 1952. Esta incluyen a Catay, Siglo
XX, Huanuni, Uncia, Colquechaca y a numero-
sas y pequefias minas privadas.
Reflejo de la persistente importancia de las
creencias prehispénicas, los mineros de la mina
de San José, en Oruro, levaron a cabo un gran
sacrificio en el verano de 1985, cuando ocurrié un.
accidente en que perdié la vida un minero.
Algunos de los que organizaron el rito habian
sido exiliados politicos hasta 1982.
Es obvio que el significado no se ha perdido.
La integracion de una perspectiva del mundo
que mantiene relacién con el pasado, a la vez
que permite la total participacién en las luchas
contemporaneas, es el motivo del andlisis que
sigue.
El Sistema de Creencias y el Proyecto
Revolucionario
Elciclo ritual en Oruro se estructura en dos ejes:
el primero tiene que ver con la agricultura, la tie-
ra y la Pachamama; el segundo, con la mineria,
el inframundo y Supay (a veces llamado Huari,
el espiritu de los cerros). En su superficie es un
eatolicismo colonial y postindependiente, peroen
fondo sobreviven los ritos agricolas anteriores
a la Conquista cuyos propésitos eran el de pre-
servar la fertilidad de la tierra y mantener la ar-
monfa con lo sobrenatural. Los mineros cifien su
industria en la antigua estructura y conservan el
equilibrio con las ofrendas de sacrificio que dedi-
can a Supay por el mineral que extraen,
El tiempo ritual tiene que ver con los ciclos
agricolas preindustriales y con los espiritus de
la tierra y las colinas a quienes propician los
uycampesinos. Las ceremonias para calenter la
tierra que se hacen en junio, al inicio de la fria
estacién de secas, la preparacién del suelo en
‘agosto para sembrar en septiembre, ¢ incluso el
carnaval, la estacién de la cosecha y la alegria, se
relacionan con las actividades de cultivo.
Los rituales se realizan en los cuatro puntos
cardinales en que se encuentran las criaturas en-
cantadas, las que se enlazan a un mito que los
mineros cuentan sobre Huari, el Seftor de los Ce-
rosy del inftamundo, quien se encoleriz6 con los
‘campesinos devenidos mineros porque olvidaron
dedicarle las festividades a que estaban obliga~
dos, por lo que se envié cuatro monstruos. Tales
‘monstruos -un sapo, una serpiente de agua, un
reptil y una colonia de hormigas- se convirtieron
en piedra o arena gracias ala intervencidn de una
princesa inca a la que imploré la gente. En cada
punto cardinal hay un altar dedicado a los mons-
truos que amenazaron con la aniquilacién de la
poblacién de Uru Uru, el nombre precolombino
de Oruro, cuando entré a las minas y olvidé los
ritos a Huari. Los altares se yerguen al norte,
sur, este y oeste como centinelas de la ciudad de
Oruro.
Un sapo gigante esculpido en piedra recibe
al visitante en Ia entrada norte de la ciudad.
‘Tras 61 se encuentra el cascote de la escultura
original del sapo que fue lugar de reunién de
os disidentes durante la impopular guerra del
Chaco contra Paraguay en 1930, en la que
muchos campesinos y mineros locales fueron
reclutados. Un general hizo volar en pedazos la
imagen original cuando pretendié reprimir las
protestas antibélicas y, si bien logré destruir su
;mbolo material, sucumbié a los poderes del
sapo cuando de acuerdo a los consejos populares,
quedé paralizado y murié antes del ano. Aun
Te hacen oftendas al idolo el viernes anterior al
carnaval, en que cientos de orurefos se retinen
en la estatua y le ofrecen una challa. En una
incrustacién rocosa que semeja un reptil y que
rodea una loma en el sur de la ciudad se asienta
18
hoy una capilla que los sacerdotes construyeron
tratando de capturar el poder que emanaba
del sitio, pero cuando la multitud se reine
aqui durante la Fiesta de la Santa Cruz, el 3
de mayo, trae ofrendas consistentes en licor y
dulces destinados al monstruo. Se asocia el reptil
con la fertilidad; y hace poco se me dijo que las
parejas recién casadas acuden aqui a recibir su
bendicién.
‘Una serpiente marina se yergue en el este, en
Jo que se vuelve un lago durante la época de llu-
vias. En la cima de su cabeza existe una pequetia
capilla que se construyé igualmente como un in-
tento de la iglesia catdlica por aprovechar el lu-
gar y su poder, pero en el interior de aquella,
pintado en las paredes, existen recados para la
serpiente y para la figura de Cristo que, cerca,
guarda la capilla. A sus pies hay una mancha ne-
gra que la gente dice es la imagen de un sacer-
dote que combatié a la adoracién de la serpiente
y murié de paralisis.
Las dunas que se encuentran al poniente de
la ciudad son, de acuerdo a la leyenda, los restos
de las hormigas enviadas por Huari para devorar
a aquellos que no le rindieron pleitesia por me-
dio de las ceremonias acostumbradas. Hay aqui,
también, una capilla con una imagen de Jesu-
cristo, que se dice es el hermano del Jesucristo
de la capilla de la cima de la serpiente marina.
‘Todas estas figuras son adoradas durante las
ceremonias contempladas en el calendario cris-
tiano, pero més alla de tales monumentos cuyo
influjo los misioneros pretendieron disminuir, los
ritos dedicados a las deidades pre y postcolom-
binas ocupan no slo un espacio diferente, sino
también un tiempo. En tanto que los martes y los
viernes son los dias preferidos para loar a Huari,
al céndor, al sapo, al reptil, a la serpiente marina
y a las hormigas, los domingos y los santorales
3e dedican a Cristo, al Sefior y a los santos res-
pectivos. La iglesia’y Ia plaza que se encuentra
enfrente son apropiadas para éstos, pero la tie
rra se destina a las libaciones a Pachamama, ese‘eoncepto espacio temporal que se identifica con
Ja madre tierra en la tradicion hispana,
Supay es la potestad a las que los mineros act
den en las profundidades en donde ni siquiera
imploran jams el nombre de los santos cristia-
nos o el de Jestis, no obstante que la entrada
a la mina tenga una pequefia imagen del santo
patrén San José y que el sacerdote oftezca misa
en vestibulo abovedado de aquella durante ol
carnaval. Aunque los mineros puedan ignorar
a Supay mientras trabajan, no ocurre lo mismo
con Pachamama. Lachalla, que consiste en una
ofrenda de licor, coca y a veces de una mesa, se
dedica al Pachamama en todas las ceremon:
inauguracién de nuevas casas, sitios de trabajo,
edificios publicos y reuniones. La alianza con Pa.
chamama relacionada al individuo con la vida, en
tanto que un contrato con Supay, llamado veces
el Demonio y mas a menudo el Tio, trae eonsigo
la buena suerte o la oportunidad inesperada que
puede cambiar las circunstancias, pero que inevi-
tablemente produce la muerte al poco tiempo. La
Awicha, una vieja que vive en las minas, atem-
pera la ira de Supay. Cuando la explosin de Ia
dinamita convulsiona el subsuelo y amenaza con
un hundimiento, los mineros llaman a la Awicha
para que interceda ante Supay.
Esta complementariedad del Pachamama y
Supay se encuentra en otras dimensiones con-
trastantes. Pachamama es la fuerza femenina de
lacontinuidad en la produceién de subsistencias.
Hacerle ofrendas asegura que las cosechas y los
rebaiios retornen, Ofrecerle chicha, que es un
licor de maiz fermentado que a veces se mez-
cla con aleohol, o -en algunas ceremonias més
complicadas- el feto de una llamada, garantiza
el equilibrio en las fuerzas productivas y repro-
ductivas. Supay es una fuerza claramente mas-
culina. Las ofrendas que le son destinadas se ha-
cen con el propésito de ganar su buena voluntad,
no para mantener el status quo, y para acrecen-
tar los escondidos tesoros de las colinas. Dos ve-
es por aio se sacrifica una llama blanca, euyo
corazén es enterrado en las minas con el fin de
conseguir su benevolencia: durante el carnaval
¥ el 21 de julio, la vispera del mes de Supay. Es
tanto una ofrenda para satisfacer su voraz ape-
tito y que no devore a los hombres que trabajan
en la mina, como una peticién para que les do a
'os mineros algo de las riquezas de ésta. Las cere-
‘monias a él dedicadas se caracterizan por danzas
indolentes y apasionadas, consumo de aleohol y
masticacién de
Alconsiderar la conciencia de la necesidad que
tienen los campesinos do limitar el tamatio de
‘sus rebatios para mantenerlos con vida, es tal vez
Justificable ver en la ofrenda de fetos abortados a
la Pachamama un reconocimiento a la necesidad
de Ia intervencién humana para asegurar un
equilibrio entre los recursos alimenticios y los
animales que pastan en los eampos de esa deidad,
En contraste, la ofrenda de un animal adulto se
hhace como sustitucién de las vidas humanas que,
de otro modo, Supay exigi
En tanto que la celebracién de las deidades
Precolombinas estén separadas en el calendario
semanal, el ic i
ianas proporciona un marco de referencia
dentro del cual la poblacién indigena acomoda
‘sus propias ceremonias. La oposicién entre Ia
tierra y el inframundo es el equilibrio eésmico
de la luna, Ia fuerza que ge
que calienta
yen el
solsticio de verano, que ocurre el 21 de diciembro,
Se hace necesaria la intervencién humana a
través de los ritos con el fin de asegurar el
equilibrio,
Ritos de Rebelion
Cada uno de los dias en que hay ritos han
venido a identificarse con los acontecimientos
politicos que conmemora la comunidad miner
Es en tales dias que se expresa una conciencia
119acrecida de su ser distintivo como clase y como
raza indigena, separadas de sus conquistadores
y explotadores.
El solsticio de invierno fue escogido como el
dia para realizar una manifestacién por mayores
salarios en el campamento Siglo XX-Catavi en
1942. La FSTMB acaba de constituirse el aio
anterior. Con el ineremento en los precios de
Jos alimentos, que coincidié con el precio inflado
del estafio durante la II Guerra Mundial, los
mineros se decidieron a mejorar su participacién
en los beneficios a través de una accién conjunta.
Ceferino, quien empezé a trabajar siendo un
nifio en’las minas Siglo XX-Catavi cuando se
desarrollaba la guerra del Chaco, me conté lo que
entonces ocurrid:
atl in helga de 1942. Teniaos entre quince y vine
din de helgn cuando la compan anunels que “oe mineroe
Shue no quieran trabejarserdn gecttadoe. Pagaben a cada
mare ‘ue mgrenra mu trabajo un bono de dosentoe
‘con eta propna, cai too le obrere retornaron &
Erteiar Eotonces oourn® la masnere del 21 de diciembre
De quiniontoe a echoclenton mineron, do un total de sete
ni, fueron expulsion 0 anesinados porque no codiaron en
Tur domandas En la tatana de la tasnre, lw oreroe de
‘Cancanrs Soeariny Miraflores nosreunimes ls dee, ramos
sls mi Now diriginoe la sdoinatracin en perfect cama,
‘Tearmadon Habla mere nfo, hombres, Marta Barela ere
Indelopna de lo pallies concentradors de miera). Cando
fo eprom’ n ft eoldadon, levando una bandera bolvian
‘Shirwan mano y lot hombre retrocedian emo un ata,
ion soldadon let eararon.Estdbamos a noe ua
metros de I ofcing y now dupararon a todon. No podlamos
{inser af que eaapames Extabamon sorprendidoe por!
aque
La celebracién del solsticio de invierno se lleva
a cabo junto con la fiesta de San Juan, el
24 de junio. Algunos mineros han escuchado
la historia de como San Juan compitié contra
Jestis para volar una roca soplando un viento
tan helado que podia congelar. Los campesinos
celebran el dia quemando los rastrojos de sus
parcelas, y de este modo ayudan a la Pachamama
a conservar ol balance entre el frio y el calor. Los
mineros conmemoran la vispera de San Juan con,
fogatas alrededor de las cuales se reunen para
120
emborracharse y bailar. Para los campesinos,
las fogatas significan el mantenimiento de la
fertilidad en su tierra y sus rebatios, y cada haz
de lea que quema sirven para la renovacién de
la vida de un animal para ese aio. Los mineros
han generalizado la cuestién del mantenimiento
de la productividad hasta incluir los minerales,
de manera que la vida pueda seguir
Para los mineros el 24 de junio tiene un signi-
ficado especial, toda vez que fue en la vispera de
San Juan cuando, en 1967, el general René Ba-
rrientos envié a las tropas a masacrarlos. Ba-
rrientos traicion6 a los mineros que, desilusion:
dos con el MNR que se habia vuelto contra ellos
tras el plan estabilizador de 1956, apoyaron su
golpe de estado de 1964. Recorté sus salarios y,
‘cuando resistieron, ordené a la tropa que ocupa-
ran las minas. Los mineros se sometieron hasta
1967, cuando convocaron a una asamblea de la
FSTMB que debia llevarse a cabo el 24 de junio
en el mayor campamento: Siglo XX-Catavi. La
asamblea fue deliberadamente programada para
ese dia, el dia de San Juan.
Cuando los mineros provenientes de todos
los centros mineros nacionalizados se reunfan
para celebrar la fiesta y dar la bienvenida a
los delegados, el ejército atacé el campamento.
Simén Reyes, un lider sindical del Siglo XX,sien més tarde fue encarcelado, describe las
festividades vespertinas:
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entonces cuando el ejéreito y la guardia
Fesional, armados con ametralladoras, morteros
y granadas de mano, entraron al campamento
y atacaron a la gente que atin bailaba en las
{alles. Les disparaban con las ametralladoras
y arrojaban granadas a las casas mientras sus
habitantes dormian. En las calles disparaban
a todo lo que se moviera, los perros incluidos.
Como un minero me dijo: “cY qué clase de
politica tiene un perro?”.
Las noticias de esta atrocidad se difundieron
lentamente. La Patria, el diario de Oruro, re-
porté el siguiente dia que habia habido dieciseis
muertos y 171 heridos y que la operacién habia
sido llevada a cabo por la policia minera, el De-
partamento de Investigacién Criminal (D.L.C.)y
Jos Rangers de los Estados Unidos con aeropla-
nos sobrevolaban el lugar. El Coronel Prudencia,
glo XX y Huanu, otro centro minero nacionali-
ado, para capturar a los simpatizantes del mo-
vimiento guerrillero comandado por el Ché Gue-
vara y que atin operaba en Santa Cruz, en la
regién oriental del pais, Los reportes en los
periddicos revelaron més tarde que por lo me-
nos 87 personas fueron asesinadas, entre hom-
bres, mujeres y nifios, y que muchos mas habjan
sidoheridos. Un testigo ocular del sepelio me ase-
guré que las victimas eran mucho més, que el
numero de cadaveres que vié parecia una fila de
hormigas y que hubo entierros en fosas comunes
de cuerpos tan destrozados por Ins bazukas que
eran irreconocibles. La masacre de San Juan fue
més destructiva que cualquier otra devastacién
que se hubiera desatado en las minas anterior-
‘mente. No fue planeada sélo para eliminar a los
simpatizantes de la guerrilla, como arguments el
coronel Prudencia, o para liberar a la comuni-
dad de agitadores sindicales, sino para arremeter
indiscriminadamente contra toda una elase para
quebrar su resistencia contra la soldadesca. Este
ataque genocida estuvo disefiado para inspirar
terror en la comunidad minera, en que el resenti-
miento contra Barrientos estaba sumamente ex-
tendido. Cuando visité el campamento de Catavi
en la vispera de San Juan de 1985, los mineros
celebraban la festividad con la misma devocién
que presencié en 1970, quiz con mas fogatas en
memoria de la masacre y de la Pachamama.
Otra fecha que conmemora una transicién de
las estaciones también ha sido ocasién para la
protesta politica: el 21 de septiembre de 1970,
dia del equinoccio de primavera, los estudiantes
y los obreros tomaron la calle para protestar
en contra del gobierno del general Ovando, En
este dia, de acuerdo a Ia tradicién boliviana,
se festeja la juventud y el amor. Ese aio, I
manifestacién celebrada a los estudiantes que
se habian unido a los restos de la guerrilla del
‘Ché Guevara para escenificar un levantamiento
en Teoponte, pueblo que se encuentra en la zona
tropical de los Yngas donde existen plantios y
un centro minero. Pocos dias antes del 21 de
septiembre Ovando habia remitido los cuerpos
de los jévenes, quienes habjan sido brutalmente
asesinados por el ejército cuando estaban en
cautiverio. Sus cuerpos estaban desechos por las
granadas de mano y las bazukas. La FSTMB no
avalaba formalmente el movimiento guerrillero,
pero sus lideres vieron en él la oportunidad de
sacreditar el régimen de Ovando. Poco después
de la manifestacion el gobierno fue depuesto
una junta militar derechista encal por
general Rogelio Miranda, quien habia estado al
frente en la masacre de San Juan. Miranda era
tan impopular, incluso al interior de las fuerzas
armadas, que quedé pavimentado el camino para
121un golpe de estado dirigido por el popular general
Juan José Torres.
Rituales y Conciencia de Clase
El significado asociado con muchas de las obser-
vaneias rituales se relaciona de manera directa
con la solidaridad de clase. Al practicar estos ri-
tos, las fraternidades obreras fortalecen su com-
promiso comin con Ia produccién. Los grupos
danzantes y las ceremonias los conectan a una
fuente de poderio independiente de las institu-
ciones politicas y religiosas que norman su
tencia cotidiana. La significacién politica de las
festividades sagradas puede verse en el carnaval
yen los rituales a Supay.
Carnaval
El carnaval, que se hace en febrero, involucra
todos los grupos sindicales y fraternos locales
en mitos y rituales que combinan las creencias
cristianas y las indigenas. Su coordinacién reine
en un comité organizador municipal, para el
impulso real proviene de los grupos de danza de
los diversos sindicatos.
Cada uno de los actos del carnaval continéa
la tradicién histérica que se origina en los
d{as previos e inmediatamente posteriores a la
Conquista, Las tradiciones de las poblaciones
hispanas e indigenas estén entrelazadas con
caracteristicas distintivas; contribuyen eada cual,
El
primero de ellos es el triunfo sobre los monstruos
enviados por Huari, el sefior de las colinas,
que ocurrié antes de la Conquista. Al eabo
de los siglos ha acumulado espiritus y poderes
posteriores a dicha Conquista. El segundo drama
6 la conquista de los indios por los espafioles y
el sometimiento de la poblacién indigena en las
minas y tierras propiedad de los colonizadores.
Los bailes son el medio principal a través del
122
cual se transmite y revitaliza continuamente
el mensaje. El primer drama se representa en
la danza de la Diablada y en la propiciacién
de todos los monstruos mifticos, mientras que
el segundo lo realizan en la plaza, durante el
domingo de carnaval, los Nifos del Sol, pero
también danzando la Diablada y la Morenada,
Los bailes de carnaval son tanto una propi-
ciacién de las fuerzas sobrenaturales como una
suposicién del poder que éstas representan. La
magia de la identificacién esté contenida en la
méscara. Durante el tiempo que los danzantes
usan la mascara son la figura por ella represen-
tada, El domingo se la quitan y bailan bajo los
arcos construidos en la plaza de Ia iglesia del so-
carrén, Adornados con plata entran a la iglesia a
rezar.
Aunque el elemento magico noes
mido por los danzantes hoy dia, persiste un se
timiento de transformacién en la danza en la
medida en que aquellos ejecutan suertes impo-
sibles brincando y haciendo cabriolas como dia-
los, yendo y viniendo vestidos con el pesado
traje de la Morenada, saltando con garrochas
como los Tobas, los indios de la selva. La pro-
cesién camina varios kilémetros desde el norte
del pueblo hasta la plaza, en donde la Virgen
estd a resguardo. Los danzantes practican inten-
samente cada sabado desde los primeros dias de
noviembre hasta que llega el carnaval muchos
meses después.
Las danzas de la Diablada y la Morenada
son especialmente importantes en: cuanto a la
conciencia de los obreros respecto de su trabajo,
‘Ambas danzas muestran movimientos que van
de la representacién de los danzantes como
mineros subyugados 0 esclavos, acompafiados
de un sdlo demonio en cada grupo, a una
configuracién del poder que asume la forma de
un demonio o capataz de esclavos.
La mascara diabélica utilizada por los danzan-
tes de Ia Diablada combina los cuernos de los de-
monios de la tradicién cristiana con tres serpien-tes que brotan de la frente. El ropaje rojo que
‘ysan los danzantes est4 adornado con una tinica
ataviada con cuentas de vidrio y un mandil con
monedas en sarta. Mientras caminan por las ca-
iles hacia la plaza, los danzantes que representan
alos diablos brincan con sus tentadoras, que son
varones vestidos como mujeres, con satin y joyas,
quiones inducen a los hombres a servir al Diablo,
Las morenadas representan a los esclavos ne-
{gros que alguna vez trabajaron en las minas, pero
que después fueron trasladados a los viiedos de
las tierras bajas donde, se decia, soportaban me-
jor el clima. La mascara que se usa en ellas tiene
caracteristicas negroides: narices lustrosas, la-
bios anchos y ojos prominentes. El corifeo, que
simboliza al cabecifla es el que usa el vestido mas
rebuscado. Va tocando una flauta y restaiando
un létigo mientras conduce a los demas, quienes
evan botellas adornadas con cuentas de vidrio
de las que beben el vino que fueron obligados a
producir. Su ropaje semeja un tonel de vino, una
sinéedoque de la transformacién que experimen-
tan en la danza, de la esclavitud a la corporei-
zacién del gozo hecha posible por el efecto del li-
cor.
La danza del diablo captura la esencia del car-
naval en Oruro. De acuerdo a la leyenda, la danza
comenz6 cuando un minero se durmié después
del ch’alla al diablo de la mina; cuando
perté vio al diablo bailar y el minero lo i
salié de la mina danzando.
Desde entonces los mineros bailan en las calles
tras el ch’alla del viernes de carnaval. La danza
evolucioné desde ser un grupo de mineros con
uno o dos diablos entre ellos hasta uno en el
que estas predominan. Al principio los mineros
Bailan en homenaje al Diablo, liberando de este
modo sus esperanzas, ambiciones, temores y
alegrias. A medida que la danza progresa se
transforman en figuras atrayentes y seductoras.
La danza es un acto de devocidn a la virgen de
la iglesia del Socavon, a través de Ia cual los
danzantes le expresan sus problemas hasta que,
una vez que reciben su bendicidn, se entregan al
regocijo.
Foto: Chritian H, Rasmussen
123Las morenadas revelan la honda impresién
que causaron en la poblacién indigena los escla-
vos negros Ilevados a trabajar en las minas. Las
coreografias de los numerosos grupos que las bai-
lan cuentan la leyenda de una rebelidn en contra
del caporal de una cuadrilla que habitaba en las
vifias llamado Maria Antonieta. Una joven ne-
gra que era el deleite del viejo despota llamé la
atencién de los esclavos, quienes deseéndola ar-
dientemente, emborracharon a éste y lo depu-
jeron. Ademés, lo forzaron a pisar las uvas y
girar el molino mientras Jo ridiculizaban en
versos satiricos (Alejandri, 1968:10). Es una re-
belién incompleta en la que se ataca al age
la opresién y no a las fuerzas de la repre:
quien se obliga a asumir su humilde papel.
Ambas danzas afirman la posibilidad de la
transformacién de posiciones subordinadas
praordinadas por parte del proletariado esclavi-
zado. Son formas “primitivas” de rebeldia por-
que buscan Ia redencién a través de la usur-
pacién del papel del dominador y no una iden-
tidad colectiva en una sociedad alterna,
La organizacién de los grupos daneisticos pro-
porciona una base institucional a los importan-
tes contactos y amistades, tema este clasificado
por Hans Buechler en su notable libro “The Mas-
ked Media” (19). En Oruro existen cuatro grupos
principales entre dieciocho sociedades daneis
cas, que representan, cada uno a una confede-
racién ocupacional importante.
Los mineros y ferrocarrileros conforman los
contingentes mayores. Los grupos de danza
fortalecen por una parte la solidaridad entre
los grupos de trabajo y, por otra, los ligan a la
comunidad.
Dos aspectos separados, divididos en cuanto a
tiempo y lugar pero eslabonados por medio de
ereencias comunes, son los ch’alla a la Pachu-
mama y a Supay. Bl primero se lleva a cabo en
In mayor parte de las casas y los patios de los ve-
cinos del pueblo a la medianoche del martes del
carnaval. El segundo ocurre en el interior de las
124
minas en la tarde del viernes, inicindose en
ocaso y durando hasta la medianoche. Aquel re.
tune alos miembros de la familia y asegura su ri.
queza y salud, asi como la productividad de cual.
quier mies que crezea en sus huertos. Este, como
yase ha dicho, vigoriza la solidaridad de los obre.
ros a la vez que garantiza la seguridad de los
hombres preservandolos de accidentes en el be.
neficio del mineral. Las ofrendas que se hacen en
las dos ocasiones tienen el propésito de obtener
la benevolencia de los espiritus de la tierra y de
los cerros.
En el carnaval y en el 31 de julio, las ofrendas
‘a Supay deben ineluir el sacrificio de una llama a
un cordero. Los varones del estafio, Patifio, Ho-
chschild y Aramayo, acostumbraban comprar los
animales sacrificables y asistir a las ceremonias
antes de que fueran nacionalizadas sus minas
durante la revolucién de 1952. Tras la nacionali-
zacién de las minas, algunos de los mineros se
quejaron de que estos ritos se levaran a cabo
para satisfacer de modo excesivo las necesidades
del Tio.
Juan, cuya autobiografia alenté y edité (Rojas
y Nash, 1976), me ajo que ir a la mina pooo
Uespués de ocurrida Ia revolucién era como
entrar a un bar. Este abuso secular del ritual
fue disminuido a finales de esa década y, al
darse el control militar en 1965, los rituales
fueron cancelados por completo. La acometida
contra los ritos intensificaron el odio que los
mineros sentfan hacia el régimen de Barrientos.
EI presidente militar que lo siguid, Ovando,
no se opuso a dichos ritos; sin embargo, la
administracién minera estatal se rehusé a pagar
el costo de las llamas.
Los ritos de que fut testigo durante el carnaval
de 1970 se limitaron a que las esposas de los
mineros llevaran estofado. No fue sino hasta los
accidentes que ocurrieron en julio de ese afio que
hubo k’araku cabal,
Elmodo en que los administradores responden
alos rituales moldea la coneiencia de los obreros.Cuando Afenor Patifio bailé entre los mineros
y le ofrecié a cada uno un regalo personal
gonsistente en una camisa o una falda, redujo
“al menos por el momento- la alienacién de
jos obreros. La ambivalencia que los ingenieros
mineros y los supervisores mostraron hacia estas
ceremonias autéctonas después de la revolucién
de 1952 ha implicado un mayor distanciamiento
entre éstos y los obreros. Toda vez que una parte
importante del ritual est destinado a asegurar
la productividad incesante de las minas, tal
ambivalencia demostraba, segtin los. mineros,
una falta de compromiso respecto del futuro de
aquéllas. Los militares no comprendieron esta
perspectiva y se opusieron a los rituales, por lo
que la represin que Barrientos ejercié contra
ellos los transformé en una expresién de la
solidaridad de clase y de oposicién al ejéreito.
El viernes anterior al carnaval se dedica a
un ch’alla de la serpiente en el extremo sur del
pueblo, y los siguientes jueves y viernes los ha-
bitantes del lado norte guardan al sapo y a la
imagen del eéndor, Este ultimo no es una figui
‘mitica autéctona, pero se le ofrece un ch’alla
durante la celebracién,
El dia especial para la serpiente es el 3 de
mayo, dia de la Santa Cruz, y para la horda
de hormigas el 15 de julio. Cada celebracién
mezcla una peticién de bienes materiales -una
casa, camién, salud o buena fortuna- con una
ofrenda de licor, incienso y “mesa” (ofrenda de
Pastelillos azucarados, lana y manteca). En estos
activos cultos la gente revela la intensidad de un
anhelo por el mejoramiento material de su vida
y su sentido de los reciprocos equilibrios en el
universo,
Es agudo contraste con los carnavales de otros
paises el de Oruro no es tanto una transfor-
macién de las estructuras estidianas muy pro-
fundas. Es fuente de gran orgullo que hace po-
sible que sus participantes se eleven por sobre la
miseria y desesperacién de su vida diaria,
Alo largo de la calle principal, el lunes de car-
naval, un grupo de teatro compuesto por mi
ros, amistades y residentes de! campamento de
San José, que a sf mismos se Haman los “hijos del
sol”, presentan una obrita que ilustra a la C
quista. Los protagoni Pizarro, Diego
Almagro y su contraparte religiosa el fraile Vi-
cario Hernando Luque, el Rey de Espafia, el rey
de los incas, Atahualpa, Hualla Huisa, el sacer-
dote indigena, y quince Nustas o criados incas,
Los conquistadores portan grandes barbas, Ei
rey espafiol y el fraile usan mascaras rosadas de
gazacon majilla de un rojo brillante y ojos azules
muy abiertos. Lo anterior contrasta con la falta
de mascaras en los actores de Ia parte inca, los
que no necesitan maquillaje.
Al representar la muerte de Atahualpa los ac-
tores encarnan su propia conquista y someti-
miento. Mantienen vivo el espiritu de rebelién
representando la ultragente traicién de Ft
cisco Pizarro después de haber prometido libe-
rar a Atahualpa cuando se le entregara el tesoro
real. Los didlogos en quechtia son una afirmacién
125de su propia sobrevivencia cultural ante la domi-
nacién espafiola. Bl efecto global del drama es la
vigorizacién de la resistencia al representar un
triunfo moral sobre una sujecién injusta.
El carnaval es a menudo considerado como el
drama de la derrota del mal por el bien. Después
de haber asistido durante ocho dias a las ofren-
das ceremoniales, procesiones, manifestaciones
de la fe en la Pachamama, la Virgen, el Diablo
y las imagenes encantadas, mi opinién personal
es que el bien y el mal se mezclan por completo.
Los participantes creen que implorando al Diablo
obtendrén fortuna, poder, riquezas, sexo, fuerza,
ete,, pero a la vez consideran que nada se lo-
graré sin la intermediacién de la Virgen, quien
tiene su propia corte de demonios y de angeles
guardianes, Ella, también, entremezcla el bien y
el mal. De acuerdo a la tradicién local, su pre-
sencia en la iglesia del Sacavén se debe a un
ladrén, Nena Nena, quien al venerarla se tran-
substancié en ella, Algo asi como un Robin Hood,
Nena Nena, un minero desempleado, fue obli-
gado a robar para poder subsistir, pero robaba
‘alos ricos. A diferencia de Robin Hood, su pro-
totipo del Primer Mundo, vendia el producto de
sus robos a los pobres, aunque con poca ganan-
. Cuando una de sus victimas se
resistié apufaldndolo, regresé a su cueva en el
cerro de la mina y ab{ oré a la Virgen. Cuando
terminaba el dia la Virgen se le aparecié en Ia
forma en que atin podemos verla: la escultura
pintada de tamafo natural que se encuentra en
el altar de Ia iglesia a la entrada misma del So-
‘én. Los acontecimientos del carnaval siguen
ario tras afio un patrén semejante, pero hay siem-
pre rasgos que reflejan los sucesos del momento.
Tras el viaje a la luna en 1970, un personaje
danz6 vestido de astronauta, portando una ban-
dera norteamericana y con una ametralladora en
la mano.
El carnaval es siempre un tiempo para fomen-
tar la buena suerte y para derrotar al destino
que a cada quien se le ha asignado. Es tiempo
126
para ir tras lo que no puede obtenerse de ordi-
nario. La buena fortuna esté entonces al aleance
del mas humilde. Lo tinico que se requiere es un
poco de fé y una cierta cantidad para los gastos ri-
tuales, con el fin de garantizar el aini, u ofrenda
rec{proca, que debe hacer el devoto. El pasado se
valora y se acredita el futuro.
éPor qué el carnaval no sélo ha sobrevivido
sino que se ha vuelto més elaborado a través del
tiempo? Siempre que se hablaba de la represién
politica y de la revolucién terminaban por pre-
guntarme “Ha estado aqui en el carnaval ante-
riormente?” y procedian a describirme las pro-
‘cesiones anteriores y el papel que han jugado en
aquellas. Yo sentia que eso no significaba cam-
biar de tema, sino que era una extensién de éste.
EI carnaval es la expresién del punto de vista
de la gente respecto de su historia y un sefala-
miento de cémo han transmutado su derrota en
una triunfante afirmacién del valor de la supervi-
vencia y la autodeterminacién. Josermo Murillo
Vacareza, un abogado de Oruro con vocacién de
folclorista, dice (1969:9):
la Diablada os una espléndida, transformacion del desencanto
{que permea el expiritu del pusblo, el que libera au frustracisn
do oquellas fuerzas que falsifican wu vitaidad intrinseca. La
ftrevidae impetuoea danza-es el impulso oculto, de elloey de mas
‘anceatros, para demoler,combatirysubvertir aquello ao ques
‘ponen, sea la servidumbre ola inferioridad; la miiica pretérita
fe elacieate de un movimiento ineurgente, como antncio de
continuidad; los magnificos y hermosos ropajes provienen de
tun sistema que los ha vuelto miserables, como si dijramos
en hipérbole de imaginacién inflamada, que osamos creer que
tender un final.
Seria fécil afirmar que el carnaval es un sustituto
de la revolucién. Sin embargo, es més fiel
decir que es un recordatorio al pueblo de que
es necesario revelarse cuando las condiciones
histéricas son las apropiadas, al mismo tiempo
que es una negacién de la indigencia y la grisura
de su vida diariay una expresion de lo que aspira.Elmes de Supay
Agesto es ol momento de. preparar la tierra
plantar en septiembre. Es el tiempo para
opiciar el poder de los cerros, que se asocia
Tinto con Supay como con Huari, considerando a
‘veces como el padre de aquél. Entre los mineros
eles trata como lo mismo. Es el tiempo también
de recordar a Ia Pachamama, dado que debe
evitarse el poderio destructivo de Huari a la vez
que se obtienen los beneficios de la fertilidad de
[a tierra. Es el tiempo, en fin, de rogar por la
fertilidad de los campos y por la riqueza mineral
de los socavones.
El gobierno de Barrientos prohibié las activi
dades relativas a Supay y al carnaval. A prin-
tipios de julio de 1970, mientras yo vivia en el
campamento de San José, tres jévenes mineros
fueron asesinados dentro de la ‘mina. Los obre-
ros sostenian que las muertes habian ocurrido
porque los jévenes no habian hecho la ofrenda ri-
tual de sacrificar la llama en honor de su Supay.
Dicho ritual, suponfan, alimentaba al espfritu de
los cerros y satisfacta su apetito, de modo que no
devorara a los obreros. En consecuencia, una de-
legacién de mineros solicité al superintendente
de San José les permitiera realizar el ritual acos-
wrado la noche del 31, ese mismo mes. El su-
perintendente estuvo de acuerdo y ofrecié pagar
{as llamas cuando vi6 que los hombres noestaban.
dispuestos a regresar al trabajo. No obstante, a
diferencia de Patifio, no quiso participar en la ce-
lebracién.
Cuando estuve en la festividad me informé un
‘minero que:
= hace Waraku con el fn de que la mina progress 0 que
‘ descubra una veta que heneficie a la compasia. Si ellos
(lee directv) hubieran vendo, lo trabajadores Iaborariansca
con ma ganas y entusiarmo, Aqut experamos que haya ina
‘nejoriaque atodos nos benefcle Pero Zqué beneBeio podriamos
obtener? Sélo que los administradoree viaje al extranjero,
Procedié después a explicarme el sentido de
reciprocidad que conlleva los ritos.
memos de lw minus yl ina ne omen, Por esa rst
i que oftecer eee Fitot al capris de loe corr
‘que gn revelindonos ina vata a it de qe podamoe vin
Durante el sacrificio los hombres invocan al Tio,
8 los auichas: machulas y fyulas y arrojan Ia
sangre de la llama en los lugares peligrosos de
Ja mina, el elevador, la cabria y Ins maquinas, a
Ja vez que les imploran que ios protejan en'el
trabajo. El corazén del animal se quema cerca
de la imagen de Supay que se encuentra en una
galeria profunda de la mina, donde é1 puede
devorarlo en paz. La llama que se maté en
el sacrificio al que yo asist{ estaba prefinda y
los mineros descubrieron el feto mientras la
descuartizaban, al que arrojaron a la pil
hhuesos para el banquete de carne asada qui
realizaria al dia siguiente. Cuando los huesos
ardian en la leita, con el feto encima, un minero
‘me dijo:
Eta ee la suerte de la clase cbrera. Ea nueetra ofrenda por la fo
«que tenemos en el To Lucas (otro de loe nombres de Supay).
El anda por la mina y nosotros andamos con al. Noe cusla
1 legamos con 4a la tina, Antes trnbajdbamos con nietro
‘mayor eefuerzoy ain accidentes. Por culpa de los ingenieroe do
‘guridad tuvimon eae accidente, Eataban de acuerdo con lt
‘siministradores. Reclamamoe y nadien nos hao caso
La multiplicidad de los significados que tiene
Supay son reivindicados en la comunidad minera
en cuanto relaciona su vida presente con su
poderjo. A través de su relacién, intensamente
vivida, con Supay en las ch'allas semanales y
en el k’araku semi anual, los mineros derrotan
propia alienacién en la misma. Esto los
faculta para generar una conciencia liberadora
y auténoma, aunque no asegura que la misma se
Tefleje en un movimiento activo. La fuerza de esa
relacién puede ser coptada por los propietarios
como Patio, participan en los rituales y hacen
rogalos
La desafortunada conversién de los espafioles
en el Diablo, en su propia interpretacién de
un universo moral dicotomizado, transmuta una
in prehispénica de un dominio de poder queFoto: Andrés Medina
conti y al mal en todas las entidades
supranaturales con las cuales se relacionan. Re-
conocer a Supay como el origen de la abundancia
material es visualizar tan sdlo un aspecto de sus
multiples poderes. Los mineros creon que cuando
entran en grupo a pedirle que haga a la mina més
rrica aseguran a la ver la vida de la comunidad. Es
s6lo cuando entran sin compaiiia que ineurren en
tun “pacto con el diablo”. La lectura equivoca que
Tausing hizo de la evidencia etnogréfica (Nash,
1979) lo llev6 a malinterpretar el amplio rango de
actitudes y comportamientos a través de los cua-
les los mineros se relacionan a través de Supay
con su identificacién como un grupo autéctono
enajenado y como un proletariado expoliado, La
envoltura marxista a través de la cual se inter-
preta la relaci6n entre Supay y los mineros como
un ejemplo de fetichismo por interés, no es ea-
paz de sondear la profundidad de la fantasia en
la conciencia de éstos,
128
Ritual, Conciencia de Clase e Ideologta
‘Laconciencia obrera entre estos mineros bolivia.
nos se basa en su fuerte identidad como
unido por su trabajo colectivo en el cual se ven
auxiliados por sus fuerzas de poder primitivas,
Los rituales evocan esta identidad cuando los tra.
bajadores discuten sus problemas y se unen con.
tra sus opresores.
No es tanto un modelo de conduct, coms con-
jeturaron los primeros funcionalistas estructura.
Tes en el campo de la antropologia, cuando una
base generadora que motiva una acci6n politica
que puede asumir varias formas. Estas podrian
subrayar la reaccién -e incluso el apoyo- ante los
militares que los han acosado, asi como adhesin
a los movimientos revolucionarios.
Con el propésito de comprender cémo tales
rituales se vinculan con las ideologias politicas
de los partidos nacionales debemos responder
algunas cuestiones en, al menos, tres niveles
diferentes: (1) iqué ocurre con las personas que
se relacionan entre si en dichos escenarios?, (2)
to6mo el ritual enlaza a los participantes ‘con
otros grupos de referencia significativos?, (3)
icémo ha cambiado la importancia del ritual a
través de los afios?
Un fiancionalismo malinowskiano bien simple
nos ayuda a responder la primera pregunta.
El ch’alla integra a los hombres a su lugar de
trabajo y promueve asi la solidaridad del grupo
principal. Manuel, un earpintero de la mina, lo
expresa mejor:
Dede continuar esta tradicién en la mina por que no hay
comunicacion mds intima, mAs sincera o més hermora que
‘l momento del ch’alla, cuando los obreros mascan coca juntor
'y Inofrecen al Tio. Abt hablamos de nuestras dificultades, de
‘nuestros problemas en el trabajo, y abi surge una generac
tan revoliclonaria que lor mineros comienzan a pensar en
Jograr un cambio estructural Exta ex nuestra universidad. La
‘experiencia que tenemos en el ch’alla ea la mejor experiencia
posible
Manuel, que fue uno de los Iideres més impor-
tantes en el sindicato antes de que ocurriera elgolpe de estado de Barrientos, es quizé excesivo
al considerar la solidaridad grupal como la base
de la accidn revolucionaria. A pesar de que esa
afirmacion es una proposicion marxista fund:
mental sobre el surgimiento de la conciencia de
clase, muchos otros lideres parecen no sélo ne-
garla, sino que a menudo censuran los rituales
tradicionales. Dicha negacién puede estar ocasio.
nada por el miedo en aquellos lideres que desean
imponer su programa de accién, o bien deberse a
fuentes de conciencia y autodeterminacién inde-
pendiente que el partido o el sindieato no pueden
controlar.
La segunda cuestién sobre cémo el ritual rela-
ciona a los obreros con otros grupos de referencia
significativos requiere una perspectiva histor!
En los dias de los barones del estaiio previos a la
nacionalizacién minera de 1952, cuando los pro-
pietarios -y especialmente Patifio- concurrian a
la eelebracién y bailaban con los palliris y los
obreros, disminuian en gran medida la rebeldia
de los mineros. El intercambio de la tka (re-
galo de los duerios a los trabajadores) y el achura
(presente de éstos a aquéllos) simbolizaba Ia re-
ciprocidad en la relacién laboral, Atin cuando
esta reciprocidad era desigual, reforzaba sin em-
bargo un conjunto de lazos paternalistas que con-
feria a los mineros un mayor espiritu de trabajo
y sacrificio, refrenaba, aunque sdlo fuera mo-
‘mentaneémente, la rebeldia de la fuerza laboral.
‘Ademés, en esos tiempos, a los obreros de cada
grupo de trabajo se les pagaba de acuerdo a un
contrato basado en la cantidad de mineral con-
tenido en las gangas o quijos extraidos. Al igual
que los sistemas de pago a destajo en los paises
industriales desarrollados, esta forma de remu-
neracién produjo sumisién ante los administra
dores y divisién entre los obreros. Habia excesiva
competencia entre los grupos de trabajo para ase-
gurar los filones ms ricos y la hostilidad asi en-
gendrada fue convertida en brujeria.
i ro, que habia trabajado en casi
toda las minas de Bolivia y en una mina de cobre
en Chile, describe estas costumbre:
‘Loe mineros que obtenian las més fworables renegocaciones
de ua contratos eran a menudo las victimas de la brujeria
‘Loa trahajaorestenfan la costumbre de Buscar los chamanes
tre los campesinos que ints conocian de Gato, Loe chamaes
‘waian eepiritus animales, Aqul y sobre todo en Colquecharka,
muchos mineros usnban la brujeria parm lograr que ais
compaferos mis afortunacios perdieran la vetas. Toan «lt
sina con el chamdn y regaban agua con aal en efi en ge
‘rabaja au enemigo y ego hacia que Jeeapareciora aqusl A vecoe
4s mineros se dabatn cuenta que eataban siendo embrajados
fentonces invocaban a la Pachamama.
Otros obreros derramaban en Ia veta la leche
de una burra negra mezclada con ajo para
lograr el mismo efecto. Los mineros’ también
tenfan que proteger su veta contra el mal
de ojo (bankanowi) de otros trabajadores que
entraran a su sector. Cuando daban con un buen
fil6n dormian frecuentemente en la mina para
protejerlo, Nunca llevaban ajos a la mina porque
su propia veta podria desaparecer, toda vez que
al Tio no le gustabai
En fin, la competencia hostil era intensa, y la
solidaridad lograda en la ch’alla se limitaba al
grupo inmediato de hombres que trabajaban bajo
el mismo contrato. Una vez ocurrida Ia nacionali-
zacién de las minas, el salario base fue incremen-
tado ¢ igualado para todos los mineros, yla nego-
ciacién del contrato colectivo se llevé a cabo por
Jos Iideres sindicales en patentes procedimientos
de regateo. Los obreros sintieron que uno de los
més importantes beneficios que obtuvieron fue
que sus contratos se discutieran abiertamente
con el superintendente de la mina, el mayordomo
del nivel y con el jefe de la cuadrilla que atesti-
‘guaba el contenido de las cldusulas,
Sin embargo, estos controles burocraticos que
se incrementaron después de la revolucién tuvie-
fon otras consecuencias So los pags a los hom-
bres: 16 en lugar de cuadrillas y dicho pago
tebas6 on la extraccion total medida en tring
de pies cubicos sin que importara el contenido del
mineral.
Se debilit6 as{ In solidaridad hasta el nivel
del grupo primario, pero se mantuvo una mayor
unién en la fuerza de trabajo considerada en
129conjunto. La unién se solidifies no sélo a través
de los equipos de la mina, sino por la accién
de la Federacién de Sindicatos de Trabajadores
Mineros Bolivianos (F'S.M.B.), la que creé una
fuerza politica masiva entre los mineros, a los
que coaligé con otros obreros industriales y
con campesinos organizados mediante la Central
Obrera Boliviana (C.O.B.).
La accion politica militante, que era considera-
ble antes de la revolucién se separé de las relacio-
nes rituales, las que eran rechazadas a menudo
por los dirigentes antes y después de que el MNR
accediera al poder.
Los propietarios privados cooptaron parcial-
mente la fuerza de los ritos, aunque no contro-
laron por completo las corrientes de identidad.
Sélo cuando la administracién se les opuso, como
ocurrié durante la ocupacién militar de las minas
durante la presidencia de Barrientos, la reaccién
al sometimiento se convirtio en una fuerza sub-
versiva sentida en los rituales.
La ch’alla sirvi mas como recreacién que
como un punto para movilizar la rebelién y ea-
nalizar las inquietudes durante el periodo de so-
lidaridad nacionalista del gobierno popular re-
volucionario. Este perfodo brevisimo de relacio-
130
nes amigables entre la empresa y los trabajado-
res lleg6 a su fin a principio de los afios sesentas,
eon el denominado Plan Triangular, mismo que
provey6 al estado boliviano del capital necesario
para modernizar las minas. Los agentes financie-
ros pusieron como condicién de los préstamos el
despido de cientos de mineros “excedentes” y Ia
conclusion de la representacién obrera en el ma-
nejo de las fuentes de trabajo, y privaron asi alos
mineros de los beneficios de la revolucién.
Las relaciones entre la empresa y los obreros
se deterioraron atin més tras la ocupacién militar
ordenada por Barrientos en 1965. Estos dicen
que Barrientos suprimié al ch’alla porque tenia
miedo de la solidaridad que se producia en estas
sesiones en que se tomaba alcohol. La supresién
de la fiesta aumenté el resentimiento de los
mineros contra la administracién y el gobierno,
Paralela a la abolicién del ch’alla se ob-
servé una aguda caida en la produccién de mi-
neral de alta calidad, lo que coincidié con una
disminucién en la exploracién. Ademés, la ad-
ministracién de las minas nacionalizadas nunca
pudo desarrollar incentivos al trabajo. El dete-
rioro de los salarios, aparejado con los altos suel-
dos de los administradores y del personal militar,
tuvo como resultado la alienacién de los obreros
y el estancamiento de la produceién, se dio una
breve tregua en el gobierno populista de Torres,
en 1970, cuando los salarios se reinstalaron a los
niveles previos a 1965, pero su presidencia llegoa
su fin diez meses ms tarde, con el golpe de es-
tado del coronel Hugo Bénzer.
El rechaz6 de la ch’alla por la administracién
revela Ia completa transformacién del ritual
desde ser uno en el que se fortalecéa la solida-
ridad entre aquélla y los trabajadores hasta con-
vertirse en la base de la comunicacién de la re-
belién.
Los mineros obtuvieron de nueva cuenta el
control obrero, el derecho de veta y la partic
pacién en la administracién durante el segundo
periodo de Siles Zuazo de 1984. Si bien Sileshabia socavado el movimiento sindical durante
su primer periodo con el plan de estabilizacién y
¢]Plan Triéngular, retorné al poder treinta aos
‘Andolo. En esta ocasién se mantuvo
Jeal a su aliado electoral, lo que significaba que,
en consecuencia, no podia solicitar la ayuda fi-
panciera extranjera que requeria.
En virtud de que el estado estaba en banca.
rota, los beneficios laborales se volvieron un ba.
rrilsin fondo. La produccion casi se paraliz6 en
raz6n de que la maquinaria y las herramientas
eran inadecuadas y las vetas de mineral estaban
agotadas. Como me dijo el director de relaciones
laborales y de la Corporacién Minera de Bolivia
(COMIBOL), la restitucién de los salarios de los
mineros sirvié para aminorar su hostilidad con-
tra los administradores; sin embargo, los dere-
chos de los obreros habian perdido mucho de su
significacién historica en cuanto a la produccién
minera y, junto con los precios internacionales
del estaio, se hundieron.
He respondido parcialmente nuestra tercera
interrogante, es decir, como el ritual ha evolucio-
nado a través del tiempo, al analizar la estruc-
tura mudable de las relaciones. La ideologia ex-
presada a través del ritual no ha sido camino real
del paternalismo a la revolucién. Cuando las eon-
diciones estuvieron a punto para la revuelta de
1952, en particular las luchas sindicales de 1918
yla guerra de Chaco, la ch’alla se convirtié en el
nicleo para movilizar el descontento. Nome sor-
prendié saber que en 1918, cuando la adminis-
tracién de la mina privada de San José rechaz6 la
peticién de mayores salarios y el reconocimiento
de la unién sindical, los trabajadores escogieron
la ch’alla de la noche el 31 de julio para estallar
la primera huelga que se registré en esa mina.
Del mismo modo, cuando le dio un profundo
descontento en ocasién de la guerra del Chaco, el
templo del Sapo fue seleccionado como lugar de
reunién. El general ordené que se le destruyera
cuando lo supo. Estos momentos de tiempo y
lugar de poder sobrenatural primitivo alientan
Ja determinacién de aquélos que atin conservan
esa cultura para resistir la opresién en la que
viven. Esto lo simbolizé la gente de Oruro
después que el general murié por la embolia que
lo paralizé tras su sacrilega accién esculpiendo
un nuevo monumento del Sapo en el mismo
lugar.
La revolucién de 1952, a su vez, no condujo a
una identificacién duradera de los obreros con
el estado. Incluso cuando a los mineros se les
concedié de nueva cuenta su derecho a hacer
sus ritos, conculcado por Bat tos, se sintieron
ajenos al manejo de las minas estatizadas. El
hecho de que los supervisores no asistieran a las
ceremonias acentué su alejamiento. Como dijo
tun minero en ocasién del k’araku:
EI Tio ee aqui el verdadero dusio, Loa adminiatradores Slo
‘ siontan en sus ofcinas ain ayudarnoe n el trabajo”. Lat
‘isin de Ia adminitracisn nel intercambio de raga y
‘modestia de a eclebracion debida ala cortedad de le recuroe,
isminuyé ain mas ru presencia ante lox tineros: "EI To an
‘ene hambre ~djo uno al marcharee~ y tammbisn nosotros”
La suposicién que se hace sobre los sistemas de
creencias tradicionales y modernos ha menudo
son incapaces de capturar la complejidad de los
selectos cambios de los sistemas simbélicos, El
‘Tio es ahora més importante en cuanto a los
accidentes que como fuente de riqueza mineral
Lo anterior se enlaza con un sistema de contra-
tacién en el cual ~después de la nacionalizacién
Ja paga depende del tonelaje extraido mas que del
contenido de estafiode la ganga. Su significado se
relaciona directamente con esta cambiante rea-
lidad. El Tio es una explicacién para lo inexpli
cable, para el destino irracional al que se fuerza
al minero. La fe de éste en aquél enriquece una
existencia misera de incesante faena.
En el periodo colonial, cuando se aparecia
fa los trabajadores, tenia'la cara y aparien
del enemigo de sus enemigos, el Diablo, de tez
roja, cornudo y vestido con los ropajes
de un residente medieval del inframundo. En
Ia era de la explotacién privada a gran escala
131se aparecia como un gringo colorado, ataviado
con sombrero y botas vaqueras. Cuando se hace
un contrato con él, se adquiere riqueza aun al
precio de la propia vida, pero se cobra con mayor
certidumbre que los burécratas u oficiales del
gobierno.
Supay trasciende la concepcién medieval del
diablo traida por los espafoles; es la fuente de
la fortuna y del poder anhelado y es, también,
el agente demoniaco. No es una proyeccién del
fetichismo por interés del capitalismo, por el
cual todas las relaciones sociales se transforman
en nexos en efectivo, como un imaginativo
antropélogo ha sostenido (Taussing, 1980). Bs un
medio para alcanzar las metas de la comunidad
cuando ésta lo invoca colectivamente. Cuando
un minero trabaja con el Diablo estando solo
se cree que morird antes de noventa dias y que
sus deudos nunca disfrutarén la riqueza que
acumul6, Por el contrario, cuando se le hace una
ofrenda en grupo durante el k’araku, revelara los
veneros que todos pueden trabajar para que la
mina siga produciendo y sostenga a la gente que
vive de ella,
Supay es una potestad de multiples facetas, ni
todas buenas ni todas malas. En cuanto figura
central del carnaval, es una expresién de las
frustraciones y ansias en las vidas de estas
gentes, al igual que una proyeccién de su anhelo
por vencerlas.
Creencias Religiosas y Comportamiento Polttico
El poder de estas creencias precolombinas refor-
zadas por una observancia ritual radica en su ca-
pacidad de estimular la identidad colectiva y el
sentido de cudndo ha sido violada. El calendario
ritual deviene un programa s de protesta
que han fastidiado frecuentemente a los gobier-
nos y trastornado los contratos industriales.
Estos acontecimientos y las repercusiones que
han tenido se han vuelto parte de la memoria co-
lectiva de la gente en tanto que han extendido
182
sus tradiciones indigenas para resistir la explo.
tacién.
‘La resistencia puede asumir muchas formas,
pero es siempre rebustecida por la autodetermi.
nacién de la gente que no ha perdido la identi.
dad de si misma. Los ritos y las creencias se com.
binan para reforzar los mitos que circunscriben
su historia, y las celebraciones carnavaleras, el
ch’alla y los ceremoniales para entibiar la tierra
Jos preparan para un tiempo en que podrén cons-
truirse su propio destino. Los dirigentes politi-
cos sectarios y las autoridades eclesidsticas orto-
doxas abominan por lo regular la protesta ritual
considerdndola como una desviacién. Empero, si
se le piensa como un ensayo que mantiene vivo el
sentimiento de rebeldia hasta un momento apro-
piado hist6ricamente, puede vigorizar los movi-
mientos politicos.
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