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Para introducirse como investigador entre el mundo del chamanismo, hay que entender
que no hay una relación determinada entre objeto de estudio y observador. Por
consiguiente, para que el analista entienda este mundo y lo explique a través de su
investigación de la manera más acertada posible tiene que someterse a los mismos
estados de conciencia que se sumerge el chamán, y que por medio de los cuales
configura su saber.
Esta última idea, enunciada por el autor, es bastante parecida a la analogía que hace el
etnobotánico Terence Mckenna cuando trata de explicar la función del chamán, Mckenna
dice que la cultura es nuestro sistema operativo, y dependiendo de qué tipo de fenómenos
seamos capaces de tolerar y comprender nuestro software tiene una cierta configuración
y capacidad de actualización, por ejemplo el software de un positivista racionalista del
siglo XX no es capaz de aceptar la existencia de espíritus y de fuerzas sobrenaturales, o
el de un católico ortodoxo comprender el divorcio o el amor libre, etc. Sin embargo, -dice
Mckenna- la cultura occidental posee un software ilegítimo, que no soporta muchas
actualizaciones, por otro lado, el chamán hace uso de la versión completa de aquel, y es a
través de la experiencia enteogénica que él puede actualizar su software y entrar en
diálogo con aquellos seres, -que según la experiencia de Mckenna con chamanes- son
sus ancestros (Mckenna; 1993). Estos ancestros, si no me equivoco, son los mismos
seres inmateriales de los que habla Fericgla.
Otro aspecto propio del chamán, -prosigue el autor- y tal vez la razón de desprestigio e
incomprensión ante estos saberes por parte de occidente, es que éste se basa en
aproximaciones no científicas, no racionales y solo es verificable por medio de la
experiencia subjetiva, en otras palabras, el brujo se sumerge en un mundo metafísico que
es imposible de verificar a partir de un hecho o evidencia concreta. No obstante, la
conexión con aquel mundo incorpóreo le da herramientas al chamán para modificar o
explicar la realidad en una dimensión física.
Aunque en los últimos años, occidente esté dirigiendo la mirada hacia los saberes
indígenas y los enteógenos todavía hay dificultades a la hora de explorar dicho campo.
Una de las causas de esto, se ha debido a la imposibilidad de delimitar ciertos conceptos
imprescindibles dentro de la aproximación a estas temáticas, términos como espíritu,
alma, inconsciente colectivo, etc. Entre otras razones, también están los defensores del
chamanismo y las corrientes del new age que no delimitan el uso de aquellos conceptos y
se pierden en un mar de ideas poco estructuradas y endebles.
Finalmente, -añade Fericgla- no hay un chamán que no esté condicionado por sus propias
matrices culturales, y a pesar de la multiplicidad de culturas, saberes, y técnicas que se
abarcan cuando se habla de chamanismo, este es un esquema de lo que este concepto
abarca, en su sentido más macro.
Bibliografía
Fericgla, Josep María (2006); Los chamanismos a revisión; Segunda edición; Kairós,
Barcelona
Mckenna, Terence (1993); El manjar de los dioses; Traducción: Pardo Gella, Fernando;
Paidós, Barcelona