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El tesoro del poder de Dios

Mateo 6:13; Efesios 6:10

Introducción:

Este es el sexto sermón de la serie “Tesoros del Padrenuestro”. Haciendo repaso, si se


recuerdan comenzamos entendiendo que Dios es nuestro padre solamente por los méritos de
Cristo y por Cristo también nos ha hecho ciudadanos del cielo y coherederos con el Hijo
Amado. Ya vimos cómo se santifica el nombre de Dios y que debemos siempre pedir que
hagamos la voluntad del Padre así como lo hacen en el cielo.

La vez pasada miramos la petición “perdona nuestras deudas”, o sea se pide por los pecados
que ya fueron cometidos, pero hoy tenemos un ruego diferente; la petición de “no nos metas
en tentación”. Si conocemos bien nuestras Biblias, podemos recordar lo que nos dice Santiago
1:13 “…Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no
puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie…” ¿Habrá alguna contradicción, pues en el
modelo de la oración de Cristo y lo que nos dice Santiago? ¡Absolutamente que no!

Es importante, entonces conocer un poco de las costumbres hebreas. Esta frase tiene paralelo
con las oraciones que los hebreos bien conocían: “No nos dejes pecar cuando somos
probados”.

Aunque la palabra griega que se usa aquí es peirasmos (pi-ras-mos) que significa tentación,
debemos recordar que Cristo hablaba arameo y en la traducción al griego no se encontró otra
palabra más parecida y se usó peirasmos.

La verdadera connotación de lo Cristo estaba diciendo es, “cuando nos permitas ser tentados,
escúdanos del pecado para ser victoriosos y que la tentación sea una bendición en vez de una
maldición”.

La siguiente parte dice, “mas líbranos del mal” que realmente se traduce “líbranos del
maligno”. Se usó el vocablo neutro porque es más comprensivo e incluye ser librados de los
pensamientos del corazón del hombre y el mal que hay en derredor como también de las
tentaciones del diablo. (2ª Timoteo 4:18 “...Y el Señor me librará de toda obra mala, y me
preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén…”)

Por lo tanto, esto nos lleva a la conclusión que necesitamos estar conscientes de que hay una
guerra espiritual (2ª Corintios 10:3-4 “…Pues aunque andamos en la carne, no militamos según
la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la
destrucción de fortalezas…).

¿Qué protección nos ha dado Dios para que peleemos la buena batalla de la fe?

1. Vayamos a Efesios 6:10-18. Primero nos dice que nos fortalezcamos en el Señor y de su
poder, luego nos da un imperativo adicional: Vestíos de TODA la armadura de Dios…

A. Ciña sus lomos con la verdad…


Los lomos son tomados como el centro del poder generativo. Metafóricamente, ceñirse en
disposición para el servicio activo para el Señor. Ceñirse con la verdad, esto es, disponerse uno
para mantener una perfecta sinceridad y realidad como el antídoto en el carácter cristiana
contra la hipocresía y la falsedad. El cinturón protegía también las entrañas, el torso del cuerpo
entre las costillas y las caderas.

En esta área está la parte baja de la vía digestiva, los órganos reproductivos y los intestinos, los
que nos ayudan a desechar los desperdicios. Esta era la pieza más importante de la armadura
romana, no solamente porque proveía protección, pero porque sostenía la espada y guardaba
a toda la armadura en su lugar.

La verdad espiritual, cuando se apropia de ella, provee estabilidad de carácter, da seguridad, y


conduce a acciones decisivas en la vida. Da fortaleza en la hora de la prueba.

Esto nos permite estar anclados para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por
doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean
con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo
en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo… Efesios 4:14-15.

B. Vístase la coraza de justicia…

Esta pieza era hecha de metal y protegía la parte alta de la vía digestiva, la faringe (que lleva el
aire a los pulmones), los pulmones y el corazón. Cuando nos vestimos de justicia, somos
impenetrables a las burlas y tentaciones del enemigo. La pureza del corazón y de motivos
pueden rápidamente desviar las malas sugerencias que vengan hacia nosotros.

El vivir en pureza e integridad es la mejor defensa contra las acusaciones del enemigo o de los
no creyentes. Somos justificados por la sangre de Cristo y la coraza nos ayuda a guardar
nuestro corazón.

C. Calce el apresto del evangelio…

El tener el calzado adecuado es muy importante para un soldado, lo necesita para estabilidad y
poder apoyarse cuando esté en la batalla. El calzado no solamente estaba bien atado al pie y el
tobillo, pero tenía cuñas para proveer apoyo.

Apresto denota: disposición, preparación; tiene también el significado de base firme. Si este es
el significado en Efesios 6:15, el evangelio mismo ha de ser el sólido cimiento del creyente,
estando su manera de vivir en conformidad con Él y, por ello, un testimonio de Él.

Pablo nos dice que el apresto (calzado) del evangelio nos provee la preparación que viene del
evangelio de paz. La paz produce la seguridad o confianza durante la batalla y la determinación
de vencer a la oposición, que en cambio, ayuda al creyente a compartir el evangelio con otros
como nos dice Isaías 52:7 “..¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres
nuevas, de que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, de que publica salvación, de que
dice a Sion; Tu Dios reina…”

Como militantes necesitamos ponernos el calzado de la preparación del evangelio de la paz.

Al caminar diariamente en la voluntad de Dios, alineamos nuestra conducta y conversación


con la Palabra, tenemos un sentido de unidad con Dios y una seguridad que podemos contar
con Su ayuda.

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