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DEFINICIÓN DE CONCEPTOS

Se aprovecha la citada Orden JUS/1741/2010, de 22 de Junio para dejar claros los conceptos
del nuevo sistema organizativo judicial que afectan obviamente a todo el territorio español, ya
que son conceptos básicos de la organización de la NOJ, y así:

¿QUÉ ES LA OFICINA JUDICIAL?

La oficina judicial se define de esta forma como la organización de carácter instrumental que de
forma exclusiva presta soporte y apoyo a la actividad jurisdiccional de jueces y tribunales y
comprende tanto las unidades procesales de apoyo directo como los servicios comunes
procesales.

¿QUÉ SON LAS UPAD?

Las unidades procesales de apoyo directo asisten directamente a los jueces y magistrados en el
ejercicio de las funciones que les son propias, mediante la realización de las actuaciones
precisas para el exacto y eficaz cumplimiento de cuantas resoluciones dicten.

¿CUÁNTAS UPAD HABRÁ?

Han de existir tantas unidades procesales de apoyo directo como juzgados o, en su caso, salas o
secciones de tribunales estén creados y en funcionamiento y constituyen, junto a sus titulares,
el respectivo órgano judicial.

¿QUÉ SON LOS SERVICIOS COMUNES PROCESALES?

Los servicios comunes procesales por su parte, son aquellas unidades de la oficina judicial que
sin estar integradas en un órgano judicial concreto asumen labores centralizadas de gestión y
apoyo en actuaciones derivadas de la aplicación de las leyes procesales.

¿CÓMO Y QUIEN ORGANIZA ESTOS SERVICIOS?

La competencia para el diseño, creación y organización de estos servicios comunes procesales


corresponde a las Comunidades Autónomas en el ámbito de sus respectivos territorios y al
Ministerio de Justicia en aquellos otros en los que todavía no se haya producido la asunción de
competencias en materia de justicia por la respectiva Comunidad.

LAS UNIDADES ADMINISTRATIVAS

En el tratamiento normativo de la organización y funcionamiento de la Administración al


servicio de los Juzgados y Tribunales, otra de las novedades que introduce la vigente redacción
de la Ley Orgánica del Poder Judicial, tras la entrada en vigor de la Ley Orgánica 19/2003, es la
de la llamada “unidad administrativa”.

Sin estar integrada en la oficina judicial, tal unidad se constituye en el ámbito de la


organización de la Administración de Justicia con una doble y complementaria finalidad: en
primer lugar, la jefatura, ordenación y gestión de los recursos humanos de la propia oficina
judicial sobre los que se tienen competencias; y, en segundo término, los medios informáticos,
nuevas tecnologías y demás medios materiales al servicio de la misma Administración de
Justicia.
Los actos administrativos son sin embargo fuertemente diferentes del resto de los
actos jurídicos como consecuencia obligada de la función y de la posición institucional
que ocupan las Administraciones Públicas. Entre las peculiaridades que envuelven a los
actos administrativos por proceder de aquellas personas peculiares que son las
Administraciones Públicas se cuentan su ejecutividad, es decir, la capacidad de
imponerse sobre las personas aun contra su voluntad, su plena fiscalizabilidad o su
inescindible vínculo con eso que llamamos "separación de poderes".
Actos expresos y presuntos
Entre las diversas clasificaciones que se realizan a los actos administrativos una de las
más fecundas es precisamente la que distingue entre actos expresos y actos presuntos.
Los actos expresos son aquellos que se emiten en efecto por el correspondiente órgano
administrativo. Los actos presuntos se vinculan, por el contrario, con esa realidad a la
que llamamos silencio administrativo (véase la voz "Silencio administrativo"). Es
importante retener sin embargo que son distintas realidades el acto presunto y el acto
expreso no notificado al interesado o que tenga alguna clase de defectos en la
notificación. La diferencia entre acto expreso y presunto no reside, pues, en su
notificación sino en su efectiva emisión.
El silencio administrativo negativo (acto presunto negativo) ha venido siendo
históricamente una ficción legal destinada a permitir al ciudadano interesado acceder
al recurso contencioso-administrativo cuando la Administración no resolvía. Con esa
ficción se evitaba la indefensión evidente que hubiera significado que la Administración
se abstuviera de resolver cuando le resultaba inconveniente o simplemente cuando no
lo hiciera por ineficiencia burocrática. Por el contrario el silencio administrativo positivo
no es una ficción sino que produce un verdadero acto administrativo eficaz; un acto
que la Administración pública sólo podrá revisar de acuerdo con los procedimientos de
revisión establecidos en la Ley.

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