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PROGRAMA No.

0640

SALMOS

Salmos 3 & 4

Nuestro estudio hoy nos lleva al Salmo 3. En nuestro programa anterior terminamos
el Salmo 2 y dedicamos bastante tiempo, tanto a éste como al Salmo 1. En el primer Salmo
vimos al hombre perfecto, mientras que en el segundo vimos al hombre en rebelión, la
rebelión de la humanidad contra el Dios Todopoderoso, y cómo todo llegará a su fin con el
retorno de Cristo a este mundo. Ahora, desde el Salmo 2 hasta el próximo Salmo
mesiánico que es el ocho, tenemos una verdadera escalera; y esta es la sección, como lo es el
resto de los Salmos, que revela que aquí hay una organización maravillosa. Es decir, que
la característica más destacable en cuanto a los Salmos es su arreglo sistemático. Usted
puede ver esto al leerlos en continuidad. Así es que, desde el Salmo 3, hasta el Salmo 8,
tenemos una especie de puente. Nos gusta pensar en esto como una escalera; uno
sencillamente sigue ascendiendo hasta encontrar la pausa siguiente que es el Salmo
Mesiánico, o sea el Salmo ocho.

Vimos en el Salmo 2, en forma profética por supuesto, el rechazo del Ungido de Dios y
el Mesías. Y nosotros sabemos algo de eso en la actualidad. Después de más de 2000
años, Él aún es rechazado por el mundo. En el Salmo 8 que es el siguiente Salmo
Mesiánico, vamos a ver la profecía de cuando Él, que es el Hijo del hombre, pondrá todas
las cosas debajo de Sus pies. Ahora, estos cinco Salmos que tenemos ante nosotros
proveen el ligamento que une a estos dos Salmos. Y los del medio describen

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principalmente al remanente piadoso de Israel durante el tiempo de la ausencia del Mesías
de la tierra. Y en especial, durante ese fin de las edades que conocemos como el período de
la Gran Tribulación; así lo llamó el Señor Jesús mismo: el período de la Gran Tribulación.
Tenemos aquí el registro de todas las penas, los dolores y sufrimientos, las confusiones y los
problemas y sus pecados. Todo está aquí. También podemos ver aquí la confianza en
Dios y las promesas de Dios. Igualmente vemos las oraciones que se elevan solicitando
liberación, salvación, de parte del remanente piadoso. Vamos a ver asimismo, algo de los
antecedentes históricos y de las circunstancias de estos Salmos diferentes y por qué fueron
escritos y quién los escribió. David, por supuesto, escribió la mayoría de los Salmos.

Vamos a ver aquí las pruebas, las aflicciones y los sufrimientos del remanente piadoso
de Israel. Encontramos también aquí que todos los santos de Dios comparten en este
mundo las mismas aflicciones, los mismos sufrimientos. Eso es algo común para con todas
las personas piadosas. Y no importa si son diferentes, dónde vivan o en qué período de la
historia han vivido; y el consuelo que se les da en estos Salmos es para todos los hijos de
Dios. Así es que permítanos decirlo de esta manera, amigo oyente, aquí en estos Salmos
tenemos en primer lugar la experiencia personal de David; veremos esto dentro de un
momento en el Salmo 3. Luego esa es la interpretación principal, por supuesto. Después
tenemos la aplicación, y creemos que es una aplicación directa a la nación de Israel, y al
remanente piadoso en la gran tribulación. Pero también tenemos una aplicación al pueblo
de Dios en todas partes, en cualquier época de la historia del mundo. Así es que cuando
nosotros observamos los salmos desde ese punto de vista, en realidad se convierten en algo
que tiene mucho mayor significado para nosotros.

Tenemos ahora ante nosotros el Salmo 3. Se le llama un Salmo de David, cuando huía
de delante de Absalón su hijo. Eso nos dice mucho acerca de este salmo. Esto es lo que
David pensaba cuando huía de la ciudad de Jerusalén de su hijo, este hijo se había rebelado
contra él y estos son los pensamientos del corazón de David. Por tanto, esto hace de este
Salmo algo muy real, porque es producto de la experiencia personal de este hombre. Así

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es que, tenemos delante de nosotros la experiencia de David. Usted se da cuenta que este
hombre estaba en una posición bastante difícil, él era un proscrito, un fugitivo de su propia
ciudad, que se llamaba la ciudad de David, Jerusalén, y de su propio pueblo donde era rey,
porque su hijo Absalón se había rebelado contra él y estaba tratando de quitarle la vida.
Absalón estaba buscando la forma de matarlo. Uno no puede sino sentir simpatía por
David.

Usted recuerda cuando estudiábamos la sección histórica de la Biblia, que David


estaba huyendo y que el enemigo lo estaba maldiciendo, y que sus hombres valientes, aun
uno de sus propios capitanes, Joab le dijo: déjame que vaya y le clave mi lanza, pero David
dijo, No. David sabía que lo que le estaba ocurriendo en su vida era aquello que el profeta
Natán había profetizado. Y que todo venía de parte de Dios a causa de su pecado. Usted
recuerda que David no se salió con la suya en cuanto a sus pecados. Cuando Absalón se
yergue de orgullo en su corazón y levanta su mano enviciada contra su propio padre, por
supuesto que uno siente simpatía por David.

Ahora, estamos seguros que usted recuerda lo que había dicho Natán a David, allá en el
Segundo libro de Samuel, capítulo 12, versículo 11: “Así ha dicho Jehová; He aquí yo haré
levantar el mal sobre ti de tu misma casa.” ¿Por qué? Porque David había pecado
grandemente. Así es que ahora Absalón está al frente de esta rebelión, y este hombre
David es en realidad odiado aquí sin ninguna causa. Pero Dios lo había perdonado a él
por medio de Su gracia, y lo había restaurado, pero él tiene que cosechar el fruto de su
pecado, y esto llega por medio de la rebelión de su propio hijo Absalón.

Encontramos aquí que sus enemigos habían aumentado en gran manera porque los
corazones de los hombres de Israel seguían a Absalón. En realidad eso es lo que dice la
Escritura, que los corazones de los hombres iban detrás de Absalón. Él era un hombre
joven, y por supuesto era un político bueno e inteligente, y era capaz de prometer a la gente
muchas cosas que no podría cumplir. Y había muchos que se levantaron contra David.

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Usted recuerda que Simei fue uno que maldijo a David; muchos se burlaban de él, y David
andaba con los pies descalzos, vestido de cilicio y cenizas; lamentándose pasó el torrente de
Cedrón; y parecía que no había ninguna clase de ayuda para él. No podía recibir nada de
ninguna parte donde él se dirigía. Bueno, con estos antecedentes históricos, entonces
escuchemos lo que David dice. Tenemos aquí el Salmo 3, y en el primer versículo de este
Salmo, leemos:

1
¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios!
Muchos son los que se levantan contra mí. (Sal. 3:1)
Este clamor sale del corazón de David. El deja a Jerusalén y dice entonces en el versículo 2:

2
Muchos son los que dicen de mí:
No hay para él salvación en Dios. (Sal. 3:2)

O sea que, Dios lo ha desamparado. Pero no es así, amigo oyente . Y gracias a Dios,
amigo oyente, que hoy cuando alguien dice: “yo no puedo comprender cómo Dios pudo aguantar
a un hombre como David” – siempre es bueno contestar a esa persona: “muy bien, si Dios
soportó a David de tal manera, eso quiere decir que Él puede aguantarnos a usted y a mí”.
Gracias a Dios que tenemos un Dios como Él. Él nos soporta a personas como nosotros, y nos
perdona cuando nos acercamos a Él. Pero eso no quiere decir que David no tuvo que pagar por
su pecado. ¡Por cierto que pagó! Luego dice en el versículo 2 otra vez:

2
Muchos son los que dicen de mí:
No hay para él salvación en Dios. (Sal. 3:2)

Y luego tenemos la palabra “Selah.” ¿Qué quiere decir esa palabra? Bueno, ha habido
mucha discusión acerca del significado de la palabra “Selah.” Se menciona 71 veces en los
salmos. Creemos que los Salmos tenían un acompañamiento musical, que podía ser interpretado
por una orquesta y cantado por grandes coros. Sin duda que Jerusalén llegó a ser famosa por

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todo el mundo debido a eso. Mucha gente llegaba a la ciudad a escuchar la música y el cantar
de estos Salmos. Creemos que esta palabra indicaba un descanso musical. Pensamos que
puede haber sido una pausa musical. Yo pienso que, para usted y para mí, es decir, si usted es la
clase de persona que no entiende mucho de música, esto quiere decir “pare”, “mire”, “escuche”.
Es lo mismo que uno puede observar en algunos cruces a nivel del ferrocarril; allí se coloca un
cartel que dice: pare, mire, escuche. Y es algo saludable el hacer eso. Aún cuando usted no
pueda ver que el tren se acerque, es bueno detenerse, mirar y escuchar. Hay muchas personas
en la actualidad que cuando llegan a la palabra de Dios deberían detenerse, mirar y escuchar. Y
eso es lo que tenemos aquí. Ahora, escuchemos lo que dice David. Probablemente allí
terminaba la primera estrofa. Ahora dice en el versículo 3:
3
Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí;
Mi gloria, y el que levanta mi cabeza. (Sal. 3:3)

David expresa aquí su profunda confianza en Dios. Él sabía que a pesar de las
circunstancias, a pesar del peligro que le asechaba, Dios estaba alrededor de él, cuidándole y
protegiéndole como un escudo. Y dice entonces, en el versículo 4:

4
Con mi voz clamé a Jehová,
Y él me respondió desde su monte santo. (Selah) (Sal. 3:4)

Una vez más, David expresa aquí la certeza que Dios le ha respondido, que Dios está atento a
su clamor. Él ha clamado y ha recibido respuesta de Dios, y por eso dice: Con mi voz clamé a
Jehová, y Él me respondió desde Su monte santo. Y una vez más tenemos esta palabra Selah
que marca probablemente el fin de la segunda estrofa. Y David continúa diciendo en el
versículo 5:

5
Yo me acosté y dormí,
Y desperté, porque Jehová me sustentaba. (Sal. 3:5)

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A este Salmo se le ha llamado “el Salmo de la mañana”. Es un Salmo muy bueno para dar
comienzo al día. A pesar de todos los problemas y dificultades, David confía en el Señor. Él
podía dormir toda la noche sin necesidad de una tableta de aspirina que no podía comprar
entonces, o alguna de esas drogas milagrosas que lo ponen a dormir a uno en el presente. Él
simplemente confiaba en el Señor. Él inclinaba su cabeza sobre las promesas de Dios, y así
dormía. Luego dice: y desperté, porque Jehová me sustentaba. Y agrega luego en el versículo
6:

6
No temeré a diez millares de gente,
Que pusieren sitio contra mí. (Sal. 3:6)

Aun si todo el mundo estuviera contra él, David decía, “él no temería”. Alguien preguntó en
cierta ocasión a Cromwell, quien era considerado el hombre mas valiente que vivió, le
preguntaron: ¿Cómo explica usted su gran valentía?” Y Cromwell contestó: “Pues bien, no hay
ninguna valentía en mi conducta, porque yo temo a Dios y es por eso que no le temo al hombre”.
Martín Lutero también tomaba la misma posición. Si hubiera más temor a Dios en la
actualidad, amigo oyente, habría menos personas con sus lenguas negras de lamer las botas de
los demás. Hay muchos que pasan su tiempo haciendo eso, ¿por qué? Porque no hay temor de
Dios en ellos. Lo que le da valentía a uno, amigo oyente, es el temor a Dios. Entonces usted no
temerá al hombre. Es por eso que David podía decir, “No temeré a diez millares de gente, que
pusieren sitio contra mí.” No les temo. Escuche lo que dice ahora en el versículo 7, en su
primera parte,

7
Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío;
Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla; (Sal. 3:7a)

Allí es donde duele, en la mejilla. Cuando lo golpean a uno en la mejilla, enseguida lo


pueden desmayar. Y David sabía eso, él dice que “tú heriste a todos mis enemigos en la
mejilla”. Y luego, agrega: “los dientes de los perversos quebrantaste.” Ahora ellos no lo

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podían morder más. Escuche lo que dice en el versículo 8:

8
La salvación es de Jehová;
Sobre tu pueblo sea tu bendición. (Sal. 3:8)

Esta es una gran Escritura, amigo oyente. Lo que quiere decir aquí es que el Señor es el
autor de la salvación. David nunca pensó que la salvación era como una moneda que uno podía
poner en su bolsillo y luego perderla. El nunca pensó que era algo que él tenía que trabajar para
obtenerla. La salvación era un don, un regalo de Dios. “La salvación es de Jehová – dice
David – sobre tu pueblo sea tu bendición”. Y luego esa maravillosa palabra nuevamente,
“Selah.” Y usted puede notar que en este Salmo hemos visto algunas cosas maravillosas acerca
de Dios. En realidad en el versículo 3 dijo, “Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí.”
¿Notó eso amigo oyente? Y luego sigue: “Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.” Como un
escudo Él cubre a aquellos que le pertenecen. Se nos dice que como creyentes debemos tomar
el escudo de la fe, y David sabía algo de lo que podía hacer un escudo. El lo usaba. Luego
menciona: “la gloria.” Y esa es su creencia en la presencia de Dios. Porque usted recordará
que la nube de gloria cubría a Israel. Era una señal visible de la presencia de Dios en medio de
ellos. Hoy nosotros andamos por la fe y la gloria de Dios está con nosotros, amigo oyente. Él
se hace real a aquellos que le aman. Y David también lo llama: “y el que levanta mi cabeza.”
Ahora, ¿Cómo puede ser eso?

Él le había prometido a David una casa, Él le dio a él una bendición y gloria y un reino, y
David dice aquí: “el que levanta mi cabeza.” Y hoy, amigo oyente, quizá estemos caídos, pero
Él nos puede levantar. Este es un salmo maravilloso, ¿no le parece?

Tenemos ahora el siguiente salmo, el Salmo 4, y continúa con la misma idea. También le
hemos dado un título a este Salmo. El Salmo 3 era el “hombre perfecto rechazado”, y ahora
aquí tenemos el “conflicto entre la mujer y la serpiente”. Eso es lo que está ocurriendo en el
mundo en la actualidad. Este también es llamado un Salmo vespertino, ya veremos por qué.

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Las divisiones de éste Salmo son las siguientes: En los primeros tres versículos tenemos un
lamento; tenemos luego una corrección en los dos versículos siguientes; y entonces, para
finalizar, tenemos la confianza en los versículos 6 al 8. Ese es todo el Salmo; es un Salmo
bastante corto. Este Salmo tiene una inscripción musical. Su título dice: “Al músico principal;
sobre Neginot, Salmo de David”. Ahora, ¿Qué es esto de Neginot? Bien, aparentemente tiene
que ser algún tipo de instrumento, y la creencia general es que se refiere a un instrumento de
cuerdas. Veremos que el Salmo siguiente es como una trompeta. Pero aquí en este caso, es un
instrumeento de cuerdas. Y era probablemente un solo instrumental, y él canta las alabanzas
en medio de la iglesia, se nos dice. Así es como el escritor de la epístola a los Hebreos usa este
Salmo. Y aquí tenemos un gran lamento en el mismo comienzo. El gran refugio del pueblo de
Dios en tiempos de dificultades es siempre la oración. Y Dios es su escudo; como ya hemos
visto. Escuche lo que dice aquí el primer versículo de este Salmo 4:

1
Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia.
Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar;
Ten misericordia de mí, y oye mi oración. (Sal. 4:1)
Esta angustia aquí quiere decir las presiones que sufrimos en esta vida y que son bastante
grandes. ¿Qué es lo que necesitamos hoy? Necesitamos el aliento, el estímulo que
encontramos en la palabra de Dios. Y tenemos la seguridad que se nos da en el Salmo 145,
versículo 18, donde leemos: “Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le
invocan de veras.” Tenemos también una maravillosa promesa de Dios allá en el Salmo 50,
versículo 15, donde dice: “E invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás.”
E Isaías dice en el capítulo 65, versículo 24: “Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún
hablan, yo habré oído.”

Y luego el Salmo 18, versículo 6, es algo bastante personal. También tenemos algo en el
Salmo 55, versículo 16, donde dice: “En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará.”
Así mismo podemos leer en el Salmo 86, versículo 7: “En el día de mi angustia te llamaré,
porque tú me respondes.” Luego también dice: “Me invocará, y yo le responderé; con él estaré

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yo en la angustia; lo libraré, y lo glorificaré.” Eso lo encontramos allá en el Salmo 91,
versículo 15. La Biblia está llena de estas maravillosas promesas, y ese es el clamor que
hallamos aquí que presenta el salmista, de que Dios esté con él. Luego dice en los versículos 2
y 3, de este Salmo 4:

2
Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia,
Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? (Selah)
3
Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí;
Jehová oirá cuando yo a él clamare. (Sal. 4: 2-3)

¡Esto es maravilloso! Dios oirá nuestra oración. Luego en este salmo tenemos la
corrección que se da, y es una clase de advertencia. En el versículo 4, de este Salmo 4, leemos:

4
Temblad, y no pequéis;
Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. (Sal. 4:4)

Un poco más de temblar de lo que estamos recibiendo en la actualidad. Luego dice en el


versículo 5:

5
Ofreced sacrificios de justicia,
Y confiad en Jehová. (Sal. 4:5)

¡Qué maravilloso es todo esto, amigo oyente! “Airaos pero no pequéis,” fue la forma en
que Pablo lo tradujo cuando mencionó esto allá en su epístola a los Efesios. Ahora llega a la
confianza, la seguridad de la fe. El dice en la primera parte del versículo 6:

6
Muchos son los que dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? (Sal. 4:6)

Muchas personas están diciendo ahora: “Pues bien, las cosas van de mal en peor. Nada sale

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bien en estos días”. Entonces leamos la segunda parte de este versículo 6, del Salmo 4, que
dice:

6b
Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro. (Sal 4:6b)

Y ¡cómo necesitamos eso en la actualidad, amigo oyente! Luego, en el versículo 7, dice:

7
Tú diste alegría a mi corazón
Mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto. (Sal. 4:7)

El corazón de David es como el de todos nosotros. Fracasó en el tiempo de los problemas, y


David aquí se dio cuenta de que Dios era bueno para con él. Dios hizo eso por él, y alrededor de
David se encontraban estos incrédulos entre su propio pueblo, burlándose de él. Ellos eran los
que decían, “Dios no va a hacer nada”, pero Dios sí que hizo algo por David. Nuevamente
leamos el versículo 7: 7Tú diste alegría a mi corazón, mayor que la de ellos cuando abundaba su
grano y su mosto. Solamente Dios puede hacer el bien por nosotros en la actualidad. Ahora,
dijimos que este era un Salmo vespertino. Bueno, escuche lo que dice aquí en el versículo 8, de
este Salmo 4:

8
En paz me acostaré, y asimismo dormiré;
Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado. (Sal. 4:8)
De paso digamos que esto es mucho mejor que una tableta para dormir en la noche, ¿ha
probado usted alguna vez este Salmo 4? Es mucho mejor que cualquier droga que pueda
comprar en la farmacia. Es mucho mejor que las aspirinas. Qué maravillosos son estos Salmos
para todos nosotros en la actualidad, amigo oyente. Y qué significación tienen para el pueblo de
Dios en el día de la aflicción. Si alguna noche, amigo oyente, usted no puede dormir porque
está afligido, agobiado por algún problema, levántese y lea este Salmo 4; medite en él. De
cualquier manera, usted no puede dormir, mejor es que medite en estas palabras y se dará cuenta
que no hay mejor medicina que ésta.

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Y aquí amigo oyente, vamos a detenernos por hoy y continuaremos, Dios mediante, en
nuestro próximo programa con el Salmo 5. Le invitamos pues, a sintonizarnos. Hasta entonces
y ¡que el Señor derrame lluvia de bendiciones en su vida!

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