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Kimberly Lucía Niño Castro - Pregrado en curso en Antropología, klninoc@unal.edu.

co
Lina Marcela Quijano Godoy - Pregrado en curso en Antropología, lmquijanog@unal.edu.co
Jaime Gomez Rodriguez - Pregrado en curso en Antropología, jaigomezrod@unal.edu.co
Jessica Manrique Trujillo - Pregrado en curso en Antropología, jamanriquet@unal.edu.co
Ivonne Espitia Montenegro . Pregrado en curso en Antropología, iespitiam@unal.edu.co

Construcción de identidad nacional en la celebración del centenario de la independencia de


Colombia

Abstract
Para el aniversario numero cien de la independencia de nuestro país y vigésimo cuarto de Colombia
como República, se planeó su gran conmemoración en todo el territorio nacional. No obstante, no
fue organizada debidamente y los recursos destinados no fueron los suficientes para tener una
ostentosa celebración. Sin embargo, se levantaron números bustos, se modificaron algunas
estructuras capitalinas y se renombró el Parque de la Independencia.

Por lo tanto este trabajo de investigación pretende abordar desde diferentes periódicos capitalinos de
1910 (con un especial énfasis en los meses de junio y julio) y algunos artículos recientes
complementarios, cómo se elaboró una visión de identidad nacional centrada en la reconfiguración
del espacio público y en la celebración del centenario. De igual manera analiza cómo se relacionan los
elementos simbólicos en la conmemoración, el fomento de la unidad nacional y el sentimiento
patriótico, dado el protagonismo que se le dio a esta celebración para sobreponerse a los problemas
sociales y económicos que afrontaba el país.

Teniendo en cuenta lo anterior, podríamos preguntarnos: ¿Cómo con la celebración del centenario,
específicamente a través de los símbolos, la unidad republicana, el patriotismo y la reconfiguración
del espacio publico, se elabora una identidad nacional?

Palabras clave: centenario de la independencia, Colombia, identidad, conmemoración, patriotismo

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Este trabajo de investigación pretende abordar desde diferentes periódicos capitalinos de 1910 y
algunos artículos recientes complementarios, cómo se elaboró una visión de identidad nacional
centrada en en la celebración del centenario de la independencia.

Para la época anterior a este aniversario, en Colombia se desarrollaba una asamblea Nacional
Constituyente con el fin de revisar las reformas que el General Rafael Reyes en su quinquenio
emprendió como políticas de Estado. El país mantenía una estructura política que giraba en torno a
partidos fuertes que emulaban estructuras de naciones-imperio; liberales y conservadores ya se
habían organizado en una Unión Republicana para evitar las decisiones arbitrarias de Reyes
provocando su huida, aproximadamente un año antes de la finalización de su mandato.

El General Gonzales Valencia es nombrado Presidente encargado, tras la partida al exterior de Reyes.
González Valencia restablecería la división política administrativa de Colombia en los anteriores
departamentos, con el ánimo de hacer respetar la democracia y el acuerdo constitucional. Por esto se
vislumbraba la necesidad de fortalecer el control limítrofe -para lo que se creó intendencias y
comisarias-, debido a que se trasmitía una imagen de debilidad estatal luego de los sucesivos
conflictos internos presentados en nuestro país.

La conmemoración de la independencia tuvo la intención de crear unidad y patriotismo por medio


de elementos simbólicos y cambios arquitectónicos, fomentado la necesidad de bienestar nacional
para sobreponerse a los problemas que afrontabala nación. Teniendo en cuenta lo anterior,
podríamos preguntarnos: ¿Cómo con la celebración del centenario, específicamente a través de los
símbolos, la unidad republicana, el patriotismo y la reconfiguración del espacio publico, se elabora
una identidad nacional?

Apreciaciones nacionalistas
Diversos artículos de prensa fueron dedicados a las actividades del 20 de julio y a los sucesos
considerados de mayor importancia en la independencia. Se quería mostrar a Bogotá bella e
industrializada, promoviendo desarrollo y estabilidad económica. Para ello se realizaron diversas
renovaciones arquitectónicas, así como la construcción de monumentos, placas conmemorativas y
edificios especiales a propósito del centenario.

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La principal modificación del espacio público se dio con la restructuración del antiguo Bosque de
San Diego y su renombramiento como Parque de la Independencia. Se le dedicó una amplia zona de
la ciudad y en su interior se construyeron caminos, fuentes de agua, los pabellones para la
Exposición, así como el Kiosco de la Luz donado por los hijos Samper1 y el Kiosco para Música por
la Compañía Chaves y Equitativa.

Cada pabellón de la Exposición tenía como objetivo exhibir un aspecto del desarrollo de los oficios
del país: la agricultura, la acuicultura, la industria, la maquinaria, las artes, las labores femeninas y la
floricultura. Tomás Samper, tesorero de la Comisión Nacional del Centenario, a través del artículo
del 18 de marzo, “Exposición del Centenario” del periódico de la Gaceta Republicana; animaba a los
lectores a inscribirse a los concursos de los pabellones y a donar dinero para la terminación de las
obras.

Ante el escaso presupuesto dado por el gobierno a la Comisión Nacional del Centenario (una junta
dedicada al planeamiento del mismo) se abrió la Suscripción Popular, una convocatoria para el aporte
de dinero desde los ciudadanos. Esta recolección privada, en principio era dedicada a los miembros
de la alta sociedad bogotana, pero al ver lo poco recaudado posteriormente incitaban a todas las
personas interesadas.

No obstante, estos artículos no solo narran la falta de dinero, sino que evidencian un miedo
constante a la crisis económica y social. Hacen referencia a cómo una falta de conmemoración de la
independencia, adecuadamente celebrada para los ideales de progreso de la época, y la falta de unidad
patriota, llevaría a una imagen de debilidad hacia las naciones vecinas, quienes dejarían el apoyo
económico y verían un territorio fácilmente conquistable. Sobre la financiación del centenario, en
palabras del periódico El Centro:

“¿Qué energía para la industria, que vitalidad para la producción puede presentar un pueblo que
no pudo o no quiso celebrar su nacimiento a la vida independiente? ¡Que exhibición de
aniquilamiento y miseria presentaría Colombia ante el mundo, si no pudiera disponer de fondos

1Santiago, Antonio y José María Samper Brush, hijos de Miguel Samper Agudelo, quienes fundaron la empresa de
Manufacturas de Cemento S.A., conocida como Cementos Samper.

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suficientes para celebrar la primera y más importante de sus fiestas patria: una solemnidad que se
presenta cada cien años! (“Hora crítica”, mayo 31 de 1910)”

Por esta razón surge la urgencia de concretar una identidad ‘nacional’, una República unida, que
afiance la confianza. Samper habla en una entrevista de la Gaceta Republicana el 16 de marzo de cómo
es necesario vencer el egoísmo y la indiferencia para poder llevar a cabo la Exposición y la necesidad
de unirse no solo en ese sentimiento patriótico sino en la industria, para fortalecer los vínculos
internos de la nación.

Una forma de enfocar la atención de los colombianos en esa ‘unidad’, es el centenario como símbolo
de la nación. La Exposición se vuelve imprescindible dado que mostraría los productos de las
regiones del país y facilitaría establecer contactos de comercio. Fue concebida a partir del estilo de
exposiciones de las grandes ciudades tratando de compatibilizar lo propio con lo moderno,
igualmente sirvió como “alegoría a la pujanza y carácter del pueblo colombiano” y el impulso de
progreso al que aspiraba la patria (Ariza: 2010). Como se muestra en el periódico la Integridad
Nacional:

“No miremos el estrecho y mezquino horizonte de las conveniencias partidistas, juremos en este
año, centenario de los grandes heroísmos, que la patria esta antes que todo y que nos haremos
dignos en adelante del respeto de los poderosos (abril 20 de 1910)”

Al conseguir la libertad parcial que logran los países que dejan de ser colonia, empieza un proceso en
el que generalmente las familias poderosas inciden en la adopción de modelos de gobierno, estilo de
vida, producción y tecnología para ser implementados en el territorio nacional. Este fenómeno,
aunado a las tradiciones regionales y a las dinámicas propias de las luchas entre centralización y
descentralización, dan origen a un panorama particular de la Colombia de 1910 en las que los dogmas
modernistas, el control y el desarrollo del territorio se logran diseñando vías férreas.

La construcción del ferrocarril demuestra la clara intención de hacer eficiente la comunicación entre
regiones y la producción nacional, acomodándose de esta manera a la concepción de país que hasta
entonces derivaba de las políticas del General Rafael Reyes bajo el lema de ”menos política y más
administración”. De igual forma, la Colombia de esos días cambiaba su cara, buscando en el

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renombrado estilo europeo de dominar la naturaleza, el ejemplo estético y tecnológico a aplicar
durante las siguientes décadas. Era sinónimo de poder y con excusa de la celebración se aceleró su
fabricación. La apropiación del territorio es un elemento central en la celebración, ya que es una
forma de materializar el sentimiento patriótico.

Esta identidad nacional también se promueve mediante la erección de numerosos monumentos que
en su mayoría eran bustos de próceres de la independencia, los cuales se colocaron en los principales
lugares de la capital. Son símbolos de fuerza y gloria de una época dorada para la patria, sirviendo así
de inspiración para la construcción de una nación moderna, civilizada (Loaiza, La Ley: 1910) con una
tradición cultural propia. Tal era la importancia de las estatuas que se invirtieron tiempo y dinero
considerable en su manufactura con materiales y diseños europeos, una atención que no se le dio a
otros ámbitos de la celebración.

“Cien años van de cumplirse desde el día en que por primera vez se oyó entre nosotros el grito
enérgico de ¡libertad!, dado por un pueblo pacífico y virtuoso (Integridad Nacional, abril 13 de
1910)”

En general el día de la inauguración de las estatuas, se realizaba un breve discurso, seguido de una
misa, una exposición de armas o una parada militar y la coronación del monumento. Este tipo de
evento se realizó con las estatuas de Bolívar, Nariño, Santander, Ricaurte y Policarpa Salavarrieta.
Estos personajes son para la época los ‘Padres de la Patria’, representan una nación idealizada, en la
cual es necesaria una apropiación del territorio patrio.

Un gesto oficial para recordar las acciones de los soldados, fue un monumento donado por la
Sociedad Unión inaugurada el 31 de julio de 1910, en memoria a los héroes desconocidos de la
independencia. Respecto a este tema en el periódico El Gráfico se hizo una breve nota sobre personas
del común que habían participado en la guerra, como ejemplares ciudadanos. No obstante, nunca se
tuvieron en cuenta por la Comisión Nacional del Centenario y no fueron incluidos como símbolo
popular en la celebración.

A pesar de que el centro de las celebraciones fueron los próceres y las guerras, se hizo un
reconocimiento de las comunidades indígenas dentro del Parque de la Independencia, al lado de los

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grandes héroes y los pabellones de progreso de la Exposición. Se ubicaron dos estatuas de San
Agustín -traídas a la capital en 1906 por Rafael Reyes- que “permitió por primera vez que se relevara
y se legitimara en un espacio público, a sociedades milenarias que habían habitado en el territorio
colombiano en la época prehispánica” (Botero, 2006: 197).

Críticas
Son muchos los aspectos a criticar en la manera cómo fue manejada la construcción de una identidad
nacional a partir de los medios de comunicación. A pesar de ser pocos los periódicos que realizaron
una crítica frente a la celebración, es importante analizar cómo desde los medios se crea una
tendencia centralizada, un olvido de las historias de aquellos que jamás fueron considerados héroes y
el abandono de las dinámicas económicas, sociales y políticas que afrontaba el país.

La queja de algunas opiniones de la prensa era que tanto medios como organizadores no se
preocuparon por lo poco que se representaba la identidad de las diferentes regiones del país en
exposiciones y monumentos, sino que se concentraban en la imagen que pudiera dejar la capital.
Desde artículos basados exclusivamente en los actos a realizar en Bogotá, hasta el hecho de ignorar
otras celebraciones como carnavales y festejos regionales, que también reafirman el sentimiento
patrio. Es importante resaltar que para la época los medios de comunicación no eran de fácil difusión
por los altos costos de impresión, además de que al no ser gratuitos, no eran asequibles para toda la
población.

Bajo una postura algo tímida en el artículo de El Vocero “De conveniencia nacional” se inicia una
crítica frente al manejo que se la ha dado al país, a pesar del “progreso” que supuestamente ha
logrado la nación en las últimas décadas. Dedicándose únicamente a embellecer la ciudad con
instituciones, “hemos tratado de hacer antes, lo que debe venir después” viéndose como resultado un
abandono en la prosperidad y bienestar de otras partes del país. Leandro Medina, autor del artículo,
resalta la importancia de centrarse en las fronteras del país, especialmente cuando se encuentran con
“vecinos por lo general inquietos y codiciosos”.

Precisamente esta falta de importancia que se le dio a los territorios ‘frontera’ ha sido el principal
causante de errores en el pasado, siendo la separación de Panamá el mejor ejemplo; el autor resalta la
relevancia que se debe tener en la celebración del centenario en la creación de una organización

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geográfica que comprenda a cabalidad con el territorio de la nación.

Dentro del marco de la celebración citadina se dio un gran énfasis a la conmemoración de ciertas
figuras de la independencia, materializada con el erguimiento de las diferentes estatuas ya
debidamente mencionadas, y placas de los próceres. Su exaltación a través de los monumentos,
nombres de las calles, entre otros, resaltan su papel como arquetipos de la nación. Las narraciones
épicas que se construyeron alrededor de las historias de estos héroes, dejan de lado otros personajes
(indígenas y afro) que tuvieron gran importancia en las guerras independentistas.

El centro de su recuerdo como “Padres de la Patria” obedece a la idea de ser un pueblo heredero de
personajes históricos que recogen los conceptos de amor por la nación, libertad y justicia. El prócer
tiene las cualidades de ser guerrero, pensador, escritor y estadista; imágenes bajo las cuales se han
forjado los personajes patrios a lo largo de la historia de Colombia (Tovar: 1997). Por esas
características merecen ser recordados, honrados y hacer parte de la memoria. Se rememoran en
monumentos y placas, y se archivan sus discursos y palabras, con el fin de que queden en la
“conciencia nacional”.

La estatua o el monumento inmortalizan al prócer y son ubicados en espacios públicos para hacerle
culto. Es una adoración a la muerte, a personajes que cargan en su historia matanzas por las guerras
libradas en la independencia. No obstante, no son recordados en su faceta cotidiana, sino que se da
una metamorfosis a un ser idealizado. Se borra de la memoria sus aspectos negativos y queda de su
identidad mortal, una imagen perfecta y romántica. Respecto a este tema Bernardo Tovar Zambrano
explica:

“Esta tendencia se acentúa cuando el personaje amado y admirado ha desaparecido. Convertido


en gloriosa imagen el personaje comparte la simbolización de determinados valores y normas de
la patria y la nación. Erigido en un ideal del yo, el personaje adviene en su imagen como un
objeto de identificación social (pp.146)”

El culto a los muertos y con ello su glorificación y veneración, son una forma de enaltecer y
consagrar el orgullo patriótico en la larga duración. Es un forma de incitar la cohesión social bajo los
símbolos de patria e identidad, asegurando una continuidad en el tiempo de esos ideales de nación.

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Con la celebración del centenario y el recordar estos héroes se invoca su imagen metafórica y se
traslada al presente para hacerse permanente en la “momificación simbólica” (expresado en palabras
del autor) y ser un puente entre las nuevas generaciones y el pasado.

De igual manera, hay que considerar los elementos simbólicos contenidos en la celebración
propiamente del 20 de julio. La rememoración del centenario por mucho que fuera una fiesta
excepcional, no se escapa de los fundamentos básicos de la típica celebración. Pasando por un
momento social y político crítico, el festejo de los cien años de la independencia resulta ser la única
solución para lograr una unificación no solo entre los territorios del país, sino también en
conformidad con el gobierno de la época.

Como ritual político cumple su función de legitimar el poderío del gobierno. Tanto los participantes
como los organizadores de las actividades no fueron conscientes de la significación simbólica, ni la
connotación histórica y moral de los elementos presentes, que transformaron el pensar y el actuar de
los ciudadanos y generaron un sentimiento de compromiso con la nación (Segalen: 2005).

Durante el día de la celebración se realizaron eventos relacionados con la idea política e histórica que
se quería inculcar. De este modo, las marcha hacia la plaza de Bolívar recorriendo los lugares de
memoria, la existencia de un paisaje sonoro conformado por la interpretación del himno nacional y
las voces de la gente y, la coronación floral de los monumentos, representaron las principales fases de
la celebración. Es un medio unificador que genera una especie de “efervescencia colectiva”2 y un
patriotismo. “Esta emoción colectiva solo puede surgir si todo el mundo se reconoce en los gestos y
símbolos manipulados” (Ibídem: 2005).

No obstante la celebración no fue acogida de la misma manera por todas las personas. Los
periódicos Gil Blas, El Ravachol y Thalia expresan en varias de sus páginas un desacuerdo frente al
manejo de la financiación del centenario, puesto que consideraban más apremiante solucionar
problemas de tipo económico y social, que centrarse en la celebración de esta fiesta. No les parecía
oportuno gastar tanto en la celebración de una falsa independencia, en la victoria que cumplía 100
años, sabiendo que todos los ideales de justicia y libertad se habían derrumbado y, que la situación

2Este concepto es elaborado por Emile Durkheim y refiere a un sentimiento de identificación colectiva, un fenómeno de
psicología de masas y su influencia en el individuo (Durkheim, 2007)

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del presente demostraba un retroceso por los malos tiempos que estaba pasando la nación. Por lo
tanto, el año del centenario era tiempo de conflicto más que de celebración.

La importancia de analizar la prensa radica en su función social. Como medio no solo informa sino
que tiene la capacidad de manipular y configurar la memoria colectiva a futuro, especialmente por
tratarse de un documento escrito. En las publicaciones examinadas se encuentra el discurso
planteado sobre la fundación de la patria para la Colombia del siglo XX (Zapata: 2010), que ayudaría
a estructurar la idea de identidad nacional.

Conclusiones
Plantear lineamientos para la construcción de lo que podría llamarse una ‘identidad nacional’ resulta
inherente a la celebración del centenario. Norbet Lechner (2004) habla de la cultura y la historia
como “las materias primas” con las que se confecciona la nación, razón por la que se hace preciso
analizar los aspectos sobresalientes de esta festividad. Como se ha planteado en el transcurso de la
investigación, la identidad se elaboró a través de principios culturales simbólicos y de sentido de
pertenencia, así como los factores históricos de la reconfiguración territorial y del espacio público en
el país y el olvido del tiempo presente.

Tanto los preparativos como el día de la celebración fueron pensados por sus organizadores como
una fiesta. Se vislumbra claramente como un ritual y como tal, cumple la principal característica de
surgir como un espacio donde se liberan las tensiones sociales.

En los cambios que se le dieron al espacio público está el concepto del despojo de lo antiguo, de lo
indeseado, de la “muerte” de un pasado sin progreso; razón por la cual se hacía necesario un
renacimiento del espacio, reflejado en la construcción de caminos, la demolición de casas viejas, etc.
Esta reedificación estaba pensada para mostrar a Bogotá –como estandarte de Colombia-
transformada en una ciudad civilizada acorde al progreso internacional.

De forma análoga, las dualidades de pasado-presente y muerte-vida encuentran su máxima expresión


en los próceres de la independencia, para quienes el sacrificio estructura su condición de mártires.
Son muertos traídos a la vida que configuran el presente y determinan un imaginario de hombre y
patria.

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La tierra natal pasó a ser la patria, adquiriendo un sentido espiritual de unión, dado que allí residía la
comunidad con la cual se sentían identificados los americanos. Ese “hijo revelado” representado por
los próceres reemplaza la figura que derrotó, pasando a ocupar el lugar del Rey: el del Padre de la
Patria. Al establecerse la República los héroes adquieren el carácter de mártires que como símbolos
inmortales de la historia configuran la ideología de nación. Por lo tanto, a través de este imaginario
del pasado, se van elaborando memorias que construyen una identidad del país. Se conforma una
historia que pretende unificar a la patria.

En torno al culto de “lo muerto” se crea una memoria colectiva que se interpreta mediante las
experiencias del presente. Sin embargo, memorias de diversos orígenes han sido menospreciadas en
pro de una sola identidad que a través de este festejo se convirtió en una ‘memoria impuesta’,
consecuencia de “mecanismos de olvido” (Ricoeur: 2004) a la creciente crisis que se vivía.

Dado que las características identitarias se van afianzando mediante experiencias comunes, aquellas
planteadas con el centenario, no concuerdan con la gran diversidad, saberes, orígenes, historias e
intereses de las comunidades de cada lugar del país.

Para la celebración del primer centenario de la “independencia de Colombia” se reproduce la


tendencia de enaltecer elementos mortíferos: una sacralización de la violencia. La configuración de
las memorias colectivas y de los sueños del futuro condicionan la concepción del orden político
(Lechner: 2004) y el pasado. Se hace evidente que para 1910 la realidad tanto histórica como cultural
y por ende, su "identidad nacional", se construyó sobre el simbolismo de la muerte.

Bibliografía
AA. AA. “Hora crítica”, en: El Centro, Bogotá, mayo 31 de 1910, pág. 1.
Loaiza, Manuel. “El bronce de Bolívar”, en: La Ley, Bogotá, mayo 10 de 1910.
Medina, Leandro. “De conveniencia Nacional”, en: El Vocero, Bogotá, mayo 28 de 1910, pág. 2.
Olarte, Vicente. “Colonización de nuestras costas incultas” en: Integridad Nacional, Bogotá, abril 13 de
1910, pág. 4.
___________. “El centenario de nuestra independencia”, en: Integridad Nacional, Bogotá, abril 20 de
1910, pág. 2 y 3.

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Samper, Tomas. “Exposición del centenario”, en: Gaceta Republicana, Bogotá, marzo 18 de 1910.
Ariza, Claudia (2010). “La exposición del centenario de la independencia en Bogotá”, en: Revista
Virtual de Investigación en Historia, Arte y Humanidades, Vol. 1, Nº 0 julio- octubre, Bogotá,
disponible en:
www.revistahistorik.com/descargas/La_Exposicion_del_Centenario_de_la_Independencia_en_
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Botero, Clara Isabel (2006). El redescubrimiento del pasado prehispánico de Colombia: viajeros, arqueólogos y
coleccionistas, 1820-1945, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Universidad de los
Andes, Bogotá.
Durkheim, Emile (2007). Las formas elementales de la vida religiosa. Editorial Akal S.A, México.
Lechner, Norbert (2004). “Orden y memoria” en: Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la
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Ricoeur, Paul (2004). “La memoria ejercida: uso y abuso”, “Los abusos de la memoria natural. Nivel
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Segalen, Martine (2005). “Lo secular y lo singular: la función comunicativa del rito” en:
Ritos y rituales contemporáneos, Alianza editorial, Madrid.
Tovar zambrano, Bernardo (s.d.). “Porque los muertos mandan el imaginario patriótico de la historia
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Colombia, Departamento de Historia, pp. 125-169, disponible en:
http://www.bdigital.unal.edu.co/1520/7/06CAPI05.pdf
Zapata villamil, María Isabel (2010). “La Celebración del centenario de la Independencia en la
Revista del Centenario y El Gráfico” en: Historia Caribe, Nº 17, Universidad del Atlántico,
Barranquilla, pp. 47-66.

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