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rDrroRrAr*cAsroPra ¿'

.id: lJ
IurnoouccroN

LE ISLA
QUE SE REPITE
En las últimas décadas hemos visto detallarse de manefa cada vez
más claruun número de naciones ameficanas con experiefrcias coloniales
distintas, que hablan lenguas distintas, pero que son agrupadas bajo una
misma denominación. Me refiero a los países que solemos llamar
«caribeños» o ,.de la cuenca del cariber. Esta denominación obedece
tanto a fazones exógenas el deseo de las grandes potencias
-6|ig¿¡¡e3,
de recodificar conrinuamente el mundo con obieto de conocedo mejog de
gritotializarlo mejor- como índole autorreferencial,
a fazones locales, de

encaminadas a encuadrar en lo posible la furtiva imagen de su ser colec-


tivo. En todo caso, para uno u otfo fin,la urgencia por intentar la siste-
matizaciinde las dinámicas políticas, económicas, sociales y culturales
de la región es cosa muy reciente. Se'puede asegurar que la cuenca del
Caribe, a pesar de comprender las primeras tierras de América en ser
conquistadas y colonizadas por Europa, es todavía, sobre todo en térmi-
nos culturales, una de las regiones menos conocidas del Continente.
Los principales obstáculos que ha de vencer cualquier estudio global
de las sociedades insulares y conrifrentales que integran el caribe son,
precisamente, aquéllos que por lo general enumeran los científicos para
definir el área: su fragmentación, su inestabilidad, su recíproco aisla-
miento, su desarraigo, su complejidad cultural, su dispersa historiografía,
su contingencia y su provisionalidad. Esta inesperada conjunción de obs-
táculos y propiedades no es, por supuesto, casual' Ocurre que el mundo
contemporáneo navega el Caribe con juicios y propósitos semejantes a
los de Cristóbal colón: esro es, desembarca ideólogos, tecnólogos, espe-
cialistas e inversores (los nuevos descubridores) que vienen con la inten-
ción de aplicar oacá, los métodos y dogmas de sin tomarse Ia
"allá",
molestia de sondear la profundidad sociocultural del átea. Así, se acos-
tumbra definir el Caribe en téfminos de su resiste¡cia a las distintas
metodologías imaginadas para su investigación' Esto no quiere decir
que las definiciones que leemos aqaí y allá de la sociedad pancaribeña
sean falsas y, por tanto, desechables. Yo diría, al contrario, que son
tan
necesarias y tan potencialmente productivas como 1o es la primera lectu-
ra de un texto, en la cual, inevitablemente, como decía Barthes, el lector
se lee a sí mismo. con este libro, no obsrante, pretendo abrir un espacio
que permita una felecrufa del caribe; esro es, alcanzat la situación en que
todo texto deja de ser un espejo del lector p^ra empezar a revelar su
propia textualidad.

Í5
l'',r,r r.lt'r rlrrir, (Jr.rc cn rrodo alguno se propone como la inicavá- y abatcador que ha dado hasta
l,aradigma, quizá elpaso más inquisitivo
Ir,l,r, rrr¡ lr,r .lt'st,r'fiícil. EI mundo caribeño está sarurado de mensajes
irhora el pensamiento de la posmodernidad' En realidad, teóricamente'
"l,tt.rL,rt,r,r¡tr ,qdtilc.t», diríaLyotard- emitidos en cinco idiomas euro- .u-po de la observación de Caos es vastísimo, puesto que incluye
r.r rs (r's¡rirñ.1, inglés, francés, holandés, portugués), "l mira ha-
¡ sin contar los aborí_ rodos los fenómenos que dependen del curso del tiempo; Caos
ll('rr('s (lre, junto con los diferentes dialectos locales (surinamtongo, cia todo lo que se repite, reproduce, crece, decae, despliega'
fluye' gira'
¡rir¡riamento, créole, etc.) dificultan enormemenre la comunicación de como en
vibra, bulle: se interesa ranto en ia evolución del sistema solar
rn exrremo al otro del ámbito. Además, er espectro de ros códigos l¿s caídas de la bolsa, ranro en la arritmia cardíacacomo en
las relaciones
caril¡eños resulta de tal abigarramiento y densidad que informa las ciencias
la re- cntre el mito y la novela. Así, Caos provee un espacio donde
gión como una espesa sopa de signos, fuera del arcance de cualquier sociales, y ambas con el arte y la tradi-
dis- l)uras se conectan con las ciencias
ciplina en particular y de cualquier investigador individual. se ha dicho ción cultural. Por supuesto, tales diagramas.suponen por fuerza
lengua-
muchas veces que el caribe es la unión de lo diverso y tal
, vezsea cierro. jes muy diferentes y la comunicación entre ellos no suele ser directa'
En todo caso, mis propias relecruras me han ido llevando por se abrirán pasadizos inesperados
orros rum- I)ero, para el lector tipo Caos, siempre
bos, y ya no me es posible alcanzar reducciones de tan recta
abstracción. que permitirán el tránsito entre un punto y otro del laberinto'
Aquí' en
En la relectura que ofrezco a debate en esre libro propongo partir
de cste libro, he intentado analizar ciertos aspectos del caribe
imbuido de
una premisa más concreta, de algo fácilmente comprobabie: actitud, cuya finalidad no es hallar resultados sino ptocesos,
un hecho esra nueva
geográfico. Específicamente, el hecho de que las Antillas consrituyen
clinámicas y ritmos que se manifiestan dentro de lo marginal'
lo resi-
un
puente de islas que conecta de ocierta manera», es decir, de que
una manera rlual, io incoherente, lo heterogéneo o, si se quiere, lo impredecible
asimétrica, sudamérica con Norreamérica. Este curioso acciclente de esta
geo- c<rexiste con nosotros en el mundo de cada día' La experiencia
gráficct ie confiere a todo el área, incluso a sus focos continentales,
un c'xploración ha sido pata mí aleccionadora a la vez que sorprendente'
carácter de archipiélago, es decir, un conjunto discontinuo (¿de que presenta el archipi élago Carí^
qué?): ¡',*s d..trro de la fluidez socioculturai
condensaciones inestables, turbulencias, remolinos, racimos y lin-
de burbu- Ir., d""tro de su turbulencia historiográfica y su ruido etnológico
jas, algas deshilachadas, galeones hundidos, ruidos y huracán'
de rompientes, peces güístico, dentro de su generalizad'a inestabilidad de vértigo
voladores, graznidos de gaviotas, aguaceros, fosforescencias de una isla que se ttrepite' a sí misma'
nocturnas, 1r.r"d"., percibirse los contornos
mareas y resacas, inciertos viajes de la significación; en resumen, tierras del
un campo .l.rpt.gárrdose y bifurcándose hasta alcaozar todos los mares y
de observación muy a rono con los objetivos de Caos. He
usado mayús_ globo, a la vez que dibuja mapas multidisciplinares de insospechados
cula para indicar que no me refiero al caos según ra definición el sentido
conven- cliseños. He destacado la palabra «repite» porque deseo darle
cional, sino a la nueva perspectiva científi ca, asíllamada, que ya Caos' donde
empieza un tanto paradóiico con que suele aparecer en el discurso de
a revolucionar el mundo de la investigación: esro es, caos una diferen-
en el sentido tocla repetición es una prácticaque entraña necesariamente
de que dentro del des-orden que bule junto a ro que ya sabemos propuesto por
de la cia y un paso hacia la nada (según el principio de entropía
naturaTeza es posible observar estados o regularidades irrever-
dinámicas que se la termodinámica en el siglo pasado), pero' en medio del cambio
repiten globalmente. pienso que esre nuevo interés de las disciplinas e intensa
sible, ia naoxaleza puede producir una figura tan cor-npleja
científicas, debido en mucho a la especulación matem áticay alahorografía,
como la que capta .l olo h..*uno al mirar un estremecido colibrí be-
conlleva una actitud filosófica (un nuevo modo de leer los conceptos
de biendo de una flor.
y necesidad, de particularidad y universalidad) qrr. poco a poco la isla que se repite: Jamaica' Aruba' Puerto
^zar ¿-Cuál sería entonces
habrá de permear orros campos del conocimiento. de las
Rico, Guadalupe, Miami, Haití, Recife? Ciertamente' ninguna
Muy recientemente, por ejemplo, la economía y ciertas ramas que conocemos. Ese origen, esa isla-centro, es tan imposible
de fijar como
de
las lrunrar.¡irlacles han comenzado a ser examinadas bajo este de manera
flamante rquella hipotética Antilia que teapatecíauna y otra vez, siempre

tG f7
lirrriva' en los porturanos de los
cosmógrafos. Esto es así porque
be no es un archipiélago común, el Cari- mundo. Las palabras ocierta manera» son las huellas de mi intención de
,ino"r., meta_archip iétago (jeratquía
que ruvo la Hélade y también
el gran archipiélago
significar este texto como producto de <<otra>> lectura. En ésta, el enchu-
tiene ra virtud de carecef de rcomo tal f'e que cuenta es el que hace la máquina Caribe, cuyo flujo, cuyo ruido,
límites y de centro. Así,^ut^rí¡,-
el caribe desborda
con creces su propio mat, y su cuya comple jidad atraviesan la cronología de las grandes contingencias
última Tule puede h"ll-;; la
cádiz o en sevi'a, en un suburbio vez en de Ia historia universal, de los cambios magistrales del discurso eco-
de Bomba¡ en las ba,'as y rumofosas
riberas der Gambia, en una
fonda canronesa hacia 1g50, nómico, de los mayores choques de razas y culturas que ha visto la
Bali' en un ennegfecido muelre en un templo de
humanidad.
de Bristol, en un molino de
al Zuydet Zee, en un almacén viento junto
de Burdeos en los tiempos
una discoteca de Manh aftan de Colbert, en
y en la saudade existencial de
canción porruguesa- Entonces, una vieja Dr re uÁqurNa or CoróN
¿qué es lo que se repite? Tropismos, se_
ries de tropismos, de movimieriá,
., una direcció., upro*iáua a, diga- a ra uÁqurNA AzucARERA
mos la imprevista reració¡
eorfe un gesto danzario y la voruta
una verja colonial. pero de ba¡roca de Seamos realistas: el Atlántico es hoy el Atlántico (con todas sus ciu-
,"_u r. hablaúmás adelante, aunque
realidad el caribe es eso y "rr. en clades portuarias) porque alguna vez fue producto de la cópula de Europa
mucho más; es er úrtimo de ros
grandes mera-
archipiélagos' si arguien exigiera insaciable toro 5sl¿¡- con las costas del Caribe; el Atlántico es
una explicación visuar, in" -ese
lo que es el caribe, lo remiriiía
al caos.ror,ut derayíaLáctea,el
*rra." a" hoy el Atlántico ombligo del capitalismo- porque Europa, en su
decible flu¡'o de plasma trunsformurioo impre- -el
laboratorio mercantilista, concibió el proyecto de inseminar la matriz
I
bóveda a" .,r.r..1 gro bo, q
r; ;i;;; ;;.H caribeña con Ia sangre de Africa; el Atlántico es hoy el Atlántico
se modifica a sí mismo
rffi:T*:.TT:: fi .l: \World Bank, New York Stock Exchange, Mercado Común
cada instante, objetos que
otros desaparecen en er seno
nacen a ,a ruzmientras -NATO,
Europeo, etc.- porque fue eI parto doloroso del Caribe, su vagina
d. lus somiras; cambio, tránsito, rerorno,
flujos de mateúaestelar. clistendida entre ganchos continentales, entre la encomienda de los in-
No hay nada maravilloso en esro, clios y la plantación esclavista, entre la servidumbre del coolie y la dis-
ni siquiera envidiable; ya se verá.
Hace un par de párrafos, cuando criminación del criollo, entre el monopolio comercial y la piratería, en-
p.opo.rru una relecrura del
gerí partir der hecho de que caribe, su_ tre el palenque y el palacio del gobernador; toda Europa tirando de los
lu, A.rtilu, forman un puenre
conecta' de «cierta manefa)), de islas que ganchos para ayudar al parto del Atlántico: Colón, Cabral, Cortés, de
sudamérica con Norteamérica;
una máquina de espuma que es decir, Soto, Flawkins, Drake, Flein, Surcouf... Después del flujo de sangre y de
conecra ras crónicas de ra búsqiedu
Dorado con er rerato del ha'azgode d. El agua salada, enseguida coser los colgajos y aplicar la tintura antiséptica
Er Dorado; o también, si se
el discurso del mito con el discurso quiere, de la historia,la gasa y el esparadrapo de las ideologías positivistas; en-
de la historia, o bien, el discurso
la resistencia con el discurso de tonces la espera febril por la cicatriz; supuración, siempre la supuración.
del poder D.rauq,ré las palabras <.cierra
manera» pofque, si tomásemos
como conexión Sin proponérmelo he derivado hacia Ia retórica inculpadora y verti-
de ambos
subcontinentes
el enchufe centroamericano,
los a.r,rlruao, ,erían mucho cal de mis primeras lecturas del Caribe. No se repetirá. En todo caso,
tivos además de ajenos a este menos produc_
para terminar eI asunto, hay que convenir en que a.C. (antes del Caribe)
libro. En realidad, tal enchufe
re importancia objetiva en ,oto laqri.- el Atlántico ni siquiera tenía nombre.
los mapas de las geografías
de de ra geoporítica,
las estraregias miritares y financiera, No obstante, el hecho de haber parido un océano de tanto prestigio
i"l -o-..rto. sol ,.rupu, a"
orden terfesrre y pfagmático r,rniversal no es la (toica raz6n por la cual el Caribe es un mar importante.
que todos conocemos, qlre todos
dentro' y que por lo tanto podemos llevamos I{ay otras razones de semejante peso. Por ejemplo, es posible defender
referir a una primera rectura
del con éxito Ia hipótesis de que sin las entregas de |a matriz caribeña la

rll
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trilltnlldr lrll .lr.r ¡rl)rr¡rl (.rr ()(.ci(lenre no hubiera bastado para, en poco A estas alturas pienso que debo aclarar que cuando hablo de máqui-
ilrl¡ rll un lrru'.lt.si¡lrs, ¡rirsar de lallamadaRevolución Mercantil a la na parto del concepto de Deleuze y Gtnttari; es decir, hablo de una
llrv¡rlrrr rílrr llrtlrstrial. En realidad, la historia del caribe es uno de los máquina que debe verse como una cadena de máquinas acopladas rr,á-
IrlIrr ¡rrirrr i¡rirlcs cle la hisroria del capitalismo mundial, y viceversa. Se -la
quina la máquina la máquina-. donde cada una de ellas interrumpe el
rlirri r¡rrt'csta conclusión es porémica,y quizálo sea. claro, flujo que provee la anterior' Se dirá, con raz6n, que una misma máquina
éste no es el
Irr¡ar para debatirla a fondo, pero siempre hay espaci o parualgunos puede verse tanto en términos de flujo como de interrupción, y en efecto
co-
nrentarios. así es. Tal noción, como se verá, es indispensable para esta relectura del
La máquina que cristóbar colón armó amartillazos en La caribe, pues nos permitirá pasar a otra de importancia aún mayor.
Española
era una suerte de bricolage, algo así como un t)acill¿?lt
cleaner medieval. El En todo caso, en los años que siguieron al desastre de cabo san vi-
plácido flujo de la ¡aturareza isleña fue interrumpido por cenre, los españoles introdujeron cambios tecnológicos y ampliaciones
la succión de
su boca de fierro para ser redistribuido por la tubería trasatlántica sorprendentes en su máquina americana. Tanto es así que en la década
y
depositado en España. cuando hablo de naturareza isreña de 1560 Ia pequeña y rudimentaria máquina de colón había devenido
lo hago en
términos integrales: indios con sus artesanías, pepitas de en La Máquina Más Grande Del Mundo. Esto es absolutamente cierto.
oro y muestras
de otros minerales, especímenes autóctonos de la flora
y ra fauna,y ram- Lo prueban las estadísticas: en el primer siglo de la colontzación españo-
bién algunas palabras como tabaco, canoa y hamaca. Todo la esta máquina produjo más de la tercera parte del oro producido en
esto [egó
muy deslucido y escaso a la corte española (sobre todo ras parabras), todo el mundo en esos años. La máquina no sólo producía oro; también
de
modo que nadie, salvo colón, se hacía ilusiones .o., ,"rp".ro producía enormes cantidades de barras de plata, esmeraldas, brillantes,
al Nuevo
Mundo. El mismo modelo de máquina (piénsese en una herceríallena topacios, perlas y cosas así.La cantidad de plata derretida que goteaba
de
ruidos, chispas y hombres fornidos llevando delantales de de la descom¡¡¡al armazón era tal, que en la estación alimentadora del
cuero), con
algún crisol de más por aquí y argúnfuelle nuevo por afiá,fue potosí las familias vanidosas, después de cenar, tiraban por la ventana el
instalada
en Puerto Rico, en Jamaica, en cuba y en algunos miserables
estabreci- servicio de plata junto con las sobras de comida. Estas fabulosas entfegas
mientos de Tierra Firme. Al llegar los años de las grandes de metales preciosos fueron resultado, como dije, de varias innovacio-
conquistas
caída irrecuperable de los altipranos aztecasl incas y chibchas-
ra nes, pof ejemplo: garantizar la mano de obra baruta necesaria en las mi-
-la
máquina de Colón fue remodelada con premura trasladada a
¡ romos de nas a rravés del sistema llamado mita, vtllizar la energía del viento y de
indio por cordilleras y rorrenres, fue puesta a funcionar enseguida las corrientes marinas pata acelerar el flujo de transporte oceánico, im-
en
media docenas de lugares. Es posibre determinar ra fecha de plantar sistemas de salvaguardia y medidas de control desde eI estuario
inaugura-
ción de esra máquina. Ocurrió en la primavera del año 1523, del Plata hasta el Guadalquivir, etc. Pero, sobre todo, la adopción del
cuando
Hernán Co*és, al control de las palancas y pedales, fundió parte sistema llamado flotas. sin el sistema de flotas los españoles no hubieran
del
tesoro de Tenochtiúán y seleccionó un conjunto de objetos podido depositar en los muelles de sevilla más oro y más plata que el
,.rrrtrrurio,
para ser enviado todo por la tubería trasatrántica. pero
esre prototipo era que cabía en sus bolsillos.
tan defectuoso que la máquinaauxiliar de transporte sufrió se sabe quién puso a funcionar esra extfaofdinaria máquina: Pedro
una irrepara-
ble ruptura a unas diez leguas del cabo san vicente, en portugal. Menéndez de Avilés, un asturiano genial y cruel. Si este hombre, u otfo,
Los
corsarios franceses capruraron dos de las tres inadecuadas no hubiera diseñado la máquina flota, el caribe seguiría estando ahí
carabelas que
conducían el tesoro a España, y el emperador Carlos perdió toda pero tal vez no sería un meta-archipiélago'
su parre
(207o) del negocio mexicano de aquel año.
Aquello no podía volver a La máquina de Menéndez de Avilés efa en extremo compleja y fuera
ocurrir. Era preciso perfeccionar la máquina. de las posibilidades de cualquier otra nación que no fuera España. Eru
una máquina integrada por una máquina naval, una máquina militar,
Lrna máquina br¡rocrárica, una máquina de la re-
comercial, una máquina (.orrientes del Golfo y del régimen de vientos alisios propios
exrrac ri va, una máquin a política, y
una máquin a le gal,una máquina reli_
¡¡ión. La máquina flota
gentró toda las ciudades del Caribe hispánico
giosa; en fin, todo un-descomunal parque de máquina, que son hoy' en particularLaHaba-
q.r..ro valela las hizo ser, para bien o pu,u
pena continuar identificando. Lo ^ul,lo y la de veracruz) se
único que importa uq.,i., que efa u4a na. Era allí donde ambas flotas (la de Cartagena
máquina caribeña; una máquina instalada convoy de más de cien
en el mar caribe y acoprada ar reunían anualmente pata hacer un imponente
Atlántico y al pacífico. El modelo perfeccionado En 1561 Menéndez de Avilés'
de esta máquina fue barcos y emprender rl .'-i"o de regreso'
puesro a funcionar en 1565, aunque millar de hugonotes
fue probado en un simulacro de tras degollar con helada serenidad a cercade medio
operaciones un poco antes. En 1562 pedroMenéndez
de Avilés, ar man- cstablecidosenLaFlorida,completóIareddeciudadesfortificadascon
do de 49 velas, zarpó de España con más antigua de Estados
er sueño de taponear los salideros
de la fundación de San Agustín, hoy la ciudad
oro y plata por concepro de naufragios
y ataques de corsarios y piratas. Unidos.
su plan era el siguiente: el táfico enrre
las Indias y sevilla ," huríu Cuandosehablaconasombrodelainagotableriqlezadelasminas
convoyes compuestos pof transpoftes, "., sólo como máquinas acopladas a
barcos de guerra y embarcaciones cle México y el Perú, éstas deben verse
ligeras de reconocimiento y aviso; (fluio e interrup-
los .-bu.q,r.I d. o.o y plxasólo se otras máquinas; esto es, en términos de producción
tomarían en fechas fijas der año y en
un reducido número i" p,r"rto, d.l Tales máquinas mineras, por sí solas' no
hubieran servido de mu-
ción).
Caribe (Cartagena, Nombre de Dios, en Europa' Sin la gran máquina
San Juan de Ulúa y o.rá, secunda_ cho a la acumulación de capital mercantil
rios); se construirían fortarezas y r. eI modelo de Ménendez de
d"rtu.urían guarniciones miritares Caribe (desde el prototipl de Colón hasta
no sólo en esros puertos, sino también
en aquéllos que pudieran defen- Avilés), Ios europeos se hubieran visto en la
ridícula situación del juga-
der los pasos al Caribe (San puerro el jackpot pero carece de
Juan de Rico, Santo Domingo, San- dor de máquinas de monedas que logra obtener
tiago de Cuba ¡ en primer término, La
Habana); todos estos puerros sombrero.
servirían de base a escuadrones de patrul caribeña de tanta o
ra, cuyamisión sería barrer de Puede hablarse, sin embargo, de una máquina
piratas, corsarios y contrabandistas las máquina' esa extraordinaria
aguas y ros cayos costeros, ar tiempo más importancia que la máqtinaflota' Esa
que prestarían servicios de sarvamento
a las naves de ros convoyes que máqrrinu,existetodavíu;"'toes,<(serepite'sincesar'Sellama:laplan-
sufrieran percances. (El plan fue aprobado;
sus lineamientos eran ran tación.
sólidos q.*e 37 5 años más tarde, en ra segunda después de la época de las
Guerra Mundial, los Aliados Sus prototipos nacieron en el Levante'
lo adoptaron en el Atlántico Norte para En el siglo XV los portu-
defenderse de los ataques de Cruzadas, y se extendieron hacia el Occidente'
submarinos, cruceros y aviones alemanes.) Verde y las Ma-
gueses instalaron su propio modelo en las islas de Cabo
En general se da el nombre de floras de empresa
a los convoyes que dos veces al á"rur, .o., un éxito asombroso' Hubo ciertos hombres -como
año entraban en el caribe para rransportar que intentaron
a sevilra las grandes riquezas el iudío Cristóbal de Ponte y el Jarife de Berbería-
de América' Pero esto no es der todo en las Canarias y en el
exacro. El sistema de flotas era, construir modelos de esta familia de máquinas
además de los convoyesluna máquina grande para un solo hom-
de puertos, fondeaderos, muelles, litoral marroquí, pero el negocio era demasiado
atalayas, arsenales, astireros, fortarezas,^muralras, una monarquía mercantilista'
guarniciones, mili_ bre. En realidad hacíafaltatodo un reino'
cias' armas, almacenes, depósitos, oficinas, ruedas de esta pesada y comple-
talreres, hos-pitales, hospedajes, para impulsar los engranajes, molinos y
fondas' plazas, iglesias, palacios, calres cuentas' fueron las
y caminos, que se conectaban a ja máquina. Qoierollegar al hecho de que' a fin de
los pr-rertos mineros der pacífico mediante el mantenimiento'
un enchufe de trenes de muras potencias europeas t^' q"t controlaron lafabticación'
tendido a través del Istmo de panamá. de las máquinas plantaciones' sobre todo
Era una poderosa máquina la tecnologíu y lu ,.p'oáucción
articulada sabiamente a la geografía de caña' (Esta familia de
del Caribe y ,o, _..urrismos esra_ en lo que toca al modelo de producir azicat
ban dispuestos de tal modo que pudieran índigo' té' prña'
usar a su favor raenergía de las máquinas también produce café, tabaco' cacao'algodón'

23
fibras textiles, bananas y otras mercancías
table o imposible en las zonas de clima
cuya producción es poco Drr ePocaLIPSrs

cir Plantación, con mayúscula para indicZ. ^ir":.*.#:


templado: además, suele pr, AL CAOS

plantaciones sino también der tipo "" ,ur"


de sociedad que resulta del uso igual que el héroe noveles-
Prrrrlt¡ itislar con Pasmosa exactitud
abuso de ellas.) -al
en que arribé a la edad de la razón' Fue una
Pero de todo esto se ha escrito tanto 3l¡ rlt' S¡trtrc- el momento
que no vale la pena hace años, cuando parccía inminente la
siquiera la ¡'!rLrurL
increíble y trisre hllnr,,*Í*i,.,-t,t tarde de octubre,
r_-_^* ¡w LrrsLe lrsrofla
historia de
d" esta máquina. No obstanre, pafaguas de la ca-
"rá obr ll0r¡riz¡* i<in clel meta-archipiélago bajo los desolados
brá que decir algo, un mínimo
de cosas. por ejemplo, lo singular al menos los de mi barrio'
máquina es que produjo, también,
de llrtrolc tlttclear. Los niños de La Habana'
no *"rori. ái* ;ir;;;;".r. y el mar'
silencio cayó sobre las calles
vos africanos y cenrenafes de miles htlrlr¡r¡ sitlo evacuados, y un grave
de coolies provenientes de la Ind noticias de onda cofta y el eiérci-
de la China, de la Malasia. Fsro, Mlrrrtr,rs la burocracia estatal buscaba
sin embargo, no es todo. Las máqui y los comuni-
plantaciones ayudaron a producir I, ,. ,,rrircheraba inflamado por los discursos patrióticos baio mi
capirarismo mercantil e industriar
Eric \üTilliam s, capitarism and s rauery),
rar \( (lrkrr of iciales, dos negras viejas pasaron de ncierta manera)>
subdesarroilo africano (ver \üzal «ciefta manera)>. sólo diré que
Rodne¡ How lul.ór,, Mc es imposible describir esta
Europe undadeueroped Afrtca),población caribeña (ver Ram entre sus piernas nudosas' un olor de
Guerra y Sánchez, Azúcar y población hrlrfrr utt lxtlvillo dorado y antiguo
en las Antiltas); proar;..or, una sabiduría simbólica' ritual'
*r.r..r, lllrrlt¡u,¡ y hierbubuena en sus vestidos'
coloniales, rebeliones, represiones, no ocurriría
::::::::.1':de cimarrones,
ll"-:"., s ugar is tandt, tlt ttt§ ,{('stosy en su chachareo' Entonces supe de golpe que
palenques banana republics, intervencion"r, bur.r'ffi es: las espadas ylosarcángelesy las trompetas y las
navales, dictaduras, ocupaciones rl rr¡xxrrli¡rsis. Esto
mirirur.s, revoluciones de toda suercc del último sello no iban a ocu-
e, incluso, un «s5¡¿cls libre asociado» junto lrrr,i,,* y las estrellas caídas y la ruptura
a un estado sociarista no tttr,N...l"deesoibaaocurrirporlasencil]raraz1rldequeelCaribenoes
libre. no ocupa un espacio
se dirá que este catárogo es innecesario, iltr rr¡tuttlo apocalíptico. La noción de apocalipsis
que todo este asunro eg de crimen y castigo' todo o nada'
archiconocido' (Además, el tema lltt¡xrrtirtrte en su cultura' Las opciones
de la plantación será visto en argunos
de los capítulos que siguen.) P.ro tlr¡,,,triuomuerte,deafavoroencontra'dequererespoder'dehonoro
¿cómi dejar en claro que el Caribe no del Caribe; se trata de propo-
es un simple mar mulriétnico ¡tnl{r('r tienen poco que ver con la cultura
o un archipiérago dividido por ras que el Caribe sólo comparte
carego- llr tottcs icleológicas articuladas en Europa
{as!e Antillas Mayores y Menores y d" trtu, de Barlovento y Sotuoento? !l¡ tlrminos declamatorios, meior, en términos de
primera lectura' En
En fin, ¿cómo dejar estabrecido que
(,lrirrrgo un alma desgarrada dice o1 can'l take it anymore" y se
el caribe es un mar histórico-econó- da a las
mico principal y, además, un mera-archipiélago
culmral sin centro y sin En La Habana se diría: "lo que
límites' un caos denrro del cual hay ,1t,,¡1,,s o a la violen ciá másdesesperada'
una irru q.r. se repite incesanremen- oaquí estoy' jodido pero conten-
¡s copia disrinrá-, fundiendo y refundiendo Iuy,¡uc hacer es no morirse", o bien,
no la ganó JFK
-s¿d¿ materiares ¡¡¡,, l.a llamada Crisis de Octubre o Crisis de los Misiles
etnológicos como lo hace una nube
con el vapor del agua? Si esto ha
quedado claro no hay por qué seguir lriNKnimuchomenosFC(loshombresdeEstadosuelenresultarabre.
dependiendo de Ii páginas de la ellos mismo crearon); la gao6
historia' esa astuta cocinera qr" ,i"-pr. virrrlos por las grandes circunstancias que
nos da gato por riebre. Hable- que implica toda ganancia' De
l,r, r,lturu del Caribe junto con la pérdida
mos entonces del Caribe que se puede
ver, rocar, oler, oír, gusrar; el Ca_
ribe de los sentidos, de los ,.rtiLi"ntos ltr¡lx.rsucedidoenBerlín,losniñosdelmundoquizáest'aríanahoraapren-
y los presentimientos. rltctrtkl el arte de hacer fuego con palitos'
era una
l,t plantación de proyectiles atómicos sembrada en Cuba
ttllt¡ttinarusa,unamáquinaesteparia,históricamenteterfestre.Setrata-
del caballo y del yoghourt' del
h,r ,lt' una máquina q.'" po"ubu Ln tolt"'u

24 2'
cosaco y del mujik, del abedul y el centeno, de las anriguas las civilizaciones que contribuye-
carayanas y légamo mítico, mágtcosi se quiere' de
del ferrocarril siberiano; una cultura Claro' de esto también se ha
donde ra tiena", rodo .r
| ron a la formación de la culturacatlbena'
un recuerdo olvidado. pero ra culru¡a -n, ", queda mucha tela por donde cortar'
del Caribe, al menos el aspecto de cscrito algo, aunque pienso que aún
ella que más la diferencia, no es rerresrre de la cultura del Caribe se nos
sino acuárica; una currura sinuosa Por eiemplo, cuando se habla de génesis
donde el tiempo se despriega irregurarmenre
y se resiste a ser capturado cla a escoger entre dos alternativas:
o se nos dice que el complejo
por el ciclo del reloj o el del carendario. caribeñas llamaté
Er Caribe es el reino natural e sincretismo de las expresiones culturales -q".t.
impredecible de ras corrienres marinas, de formas más simples- surgió del cho-
de las ondas, de los pliegues y s:upersincretis?no paradist^inguirlo
repliegues, de la fluidez y ras sinuosidades. dentro de la Planta-
Es, a fin de..ri..ur, .,.ru c¡ue de componente' tt"opto', africanos y asiáticos
cultura de meta-archioiélago: un caos etnológicas más distantes en el
que retorna, un detuursin propósi- ción, o bien que éste fluye de máquinas
ro' un continuo fluir de parado¡'as; es una máquina es decir' máquinas "de cierta
mane-
feed-baca deprocesos cspacio y más remotas en el tiempo'
asimétricos, como es er mar, el viento
y las nubes, rayíaLáctea,la nove- r¿r» que habtíaque buscar en
los subsuelos de todos los continentes'
la uncanny,la cadena biorógica, como válidas, y
la músicu maraya,el teorema de Gódel pregunto, ¿por qué no tomaf ambas alternativas
y la matemática {ractar. se dirá enronces 'ero, qué perseguir atlttanzauna coherencia
que la Hélade no cumple er no sólo ésas sino otras más? ¿Por
canon de meta-archipiélago. pero
sí, claro que lo cumple. Lo que ocurre cuclidiana que el mundo sobre todo eI Caribe- dista de tener?
es que el pensamiento occidental -y del Caribe hay que visitar las
se ha venido pensando a sí mismo
como Es evidente que para "áu "lttt"ra
la repetición histórica de una antiguapolémica.
Me refiero ara máquioa fjttenteselusivasdedondemanaronlosvariadísimoselementosqueCon-
represiva y falaz formada a p'.fu d,er Este viaje imprevisto nos tienta
ruatcb pratón/Aristóteles.
El pensa_ rribuyeron alaformaciin de su cultura' ele-
miento griego ha sido escamoreado a ral identificar. por separado los distintos
r
l)orque, en cuanto Iogramos
marsen de la tolerancia la versiór, pru.o.,iJJTiü..1X!;,1T::.ffi:;: que estamos estudian-
rrentos de alguna manifestación supersincrética
secensuró o se tergiversó la rutirante errático de sus significantes
constelación de ideas que constitu_ tlo, produce al momento el desplazamiento
se
yó el cielo verdadero de la Hélade,
a título de haber pertene.ido ésras ya estén éstos en Europa' Af ic'u'
a lracia otros puntos espacio-temporales'
los presocráricos, a ros sofistas, a ros a la vez' Alcanzados sin em-
gnósticos. Así, este firmamento Asia o América, o ertodos los continentes
magnífico fue reducido de ra misma *un.ru en el acto ocurrirá una nueva fuga
que si borráramos todas las lrargo estos puntos de procedencia'
est¡ellas sobre nuestras cabezas con Tomemos como ejemplo una
excepción de cástor y pólux. sin cirírtica de significa,ta.', y así ad' infinitum'
duda' el pensamiento griego fue muchísiÁo
cxpresión sincrética yu in"estigada' digamos eI culto a la Virgen de la
co entre Platón y Aristóteles. Sólo
-a, que esre ruatcb f,osófi-
que ciertas ideas no del todo simétri_ (.aridaddelCobre,put'o"udeCoba'Sia¡alizáramosesteculto.-habría
cas escandalizaron a la fe medieval,
al racionalismo moderno y al hu hecho antes-Ilegaríamos necesarlamente a
«¡trc pretender que
positivismo funcionalista de nuestro "o '" (El Cobre' cerca de Santiago de Cuba); esto
tiempo, y no es preciso seguir con rrna fecha (1605) y a un lugar
esre asunto pofque es der caribe
de lo que aquí inreresa hablar. Despidá_ t's, rrl matco espacio-tempáral donde
el culto empiezaa articularse sobre
monos de la Hélade aplaudiendo la idea de procedencia aborigen (la
de un sabio orvidado, Tales de lir [>ase de tres significantes: uno de ellos
Mileto: el agua es el principio de todas las de Europa (la Virgen de
cosas. .lcidad taína Atabey o Atabex)' otro oriundo
Enronces, ¿cómo describir la curtura de África (Ochtin'toa orisba yoruba)'
caribeña de otro modo que una lllcscas) y, finulmet'te, otro que viene
máqoina feed-back de agua, nubes o
materia esterar? si hubiera qrr. ,"r- l)¿rrrt murcho, ü hi'to'iu de este culto empezaría y termina-
^rrtropólogo' violen-
ponder con una sola palabra d.hía:
, actuación. pero actuación no sólo en ríir irc¡uí, , po. ,op,,"' ¿u'íu'tazones de peso para explicar esta
términos de representación escénica, 'J
sino también de ejecución de un tirrcclr-rccióndelacadenadesignificantes.Dirían,qlizá,quelospueblos
ritual' es decir, esa «ciefta manefa>) con <<nuevos»' y por lo tanto su situación
que caminaban las dos negras «¡ttc habitan hoy las Antillas son
viejas que conjuraron el apocalipsis. manera>)' no debe contar; dirían
En esa .cierta manera, se expresa el i¡llt('rior, su tradición de ser ode cierta

z6
que, al desaparecer er aborigen antiilano durante
epopeya aralvtaca: Ia partida de
la cuenca-amazóoica' la ascensión del
er primer sigro de la
colonización' estas isras quedaron desconectadas e[ poblamiento rninucioso del arccr
de las máquinas Orinoco, la llegada u lu to"u caribeña'
indoamericanas, proveyendo así un espacio «nuevo» aún oscuro con los rnayas de
para que mujeres y antillano hasta llegar a Cuba' el encuentro
hombres <<rluevos)>, procedentes de Europa, de resina' la conexión <(otra» entre
Áfricu, ¿rir, .a.u.ua ,r.r, Yrlcatárt,el juego ritual de la pelota
sociedad <<nueva>> y, coo ella, una cultura <<nueva» (tal fue la olvidada hazaia de este pue-
que ya no puede to_ ambas masas subcontinentales
la no menos grandiosa epope-
blo). En segundo tugar implic a' también'
marse como prolongación de aquélras que portaban
ros migradores ar
llegar. se rrata, evidentemente, de un enfoque como objeto de deseo caribe' la
estructuralista, sistémico ya de los caribes: Ias islas arahuacas a
si se quiere, puesro que lo que ha creado la pobración aprestos bélicos' las incursiones
«nueva» en las construcción de las largas canoas' los
Antillas es, ni más ni menos, toda una familiade unuevos, Tobago' Margaritu-' eI
sistemas, Ia las islas más próximuJuUcosta -Trinidad' inva-
culrura uno de ellos. Así, la virgen de ra caridad de victoria; luego la etapa de las
der cobre resulraría ser rapto de las hembras y los festines
exclusivamente cubana, y en tanro patrona St' Vincent' St' Lucía' Martinica'
de cuba aparcceúaen una siones territorializudá'u'
suerte de panoplia junto con la bandera, -Granada'
er escudo, lus estut,r"s de los Dominica,Guadalupe-,lasmatanzasdearahuacos'elgloriosocaniba-
cartbana'caribe' carib' calib' cánib'
lismo ritual de hombres y pulub'u''
próceres, el mapa de la isra, las parmas
reales y el himno nacionar; sería,
de los Caribes' desde laGtayanaa
caníbal,Callbán;y finalmente el Mar
en resumen' un atributo de la religión
civir d,e rapatriacubana y de nada
más' Bien, comparto este enfoque sistémico,
aunque sóro denro de la lasIslasVírgenes,elmarqueaislóalosarahuacos(taínos)quehabi-
su conexión física con la costa
perspectiva que ofrece una primera lectura,
en la cual se s¿ss- s1 taban las Grandes Antillas, que cortó
cultura' el flulo de
lector se lee a sí mismo. pero sucede que,
después de-ya varias lecturas a sudamericana pero no la continuidad del flujo de la
fondo de la virgen y de su curto, es posible espacio-temporal caribe para seguir
que un rector cubano resulte significantes que atravesó la barrera
Orinoco y el Amazonas; Atabey/
seducido por los materiares que ha estado leyendo
y disminuya r, dr;;; uniendo a Cuba con las cuencas del y
de nacionalismo que proyectaba sobre la de los taínos' madre de los lagos
Virgen. Esto sucederá sólo en el Orehu, progenitora del Ser Supremo
de los grandes misterios
caso de que su ego abandone por un insranre
el deseo de sentirse única- ríostaínos, protectora de los flujos femeninos'
mente cubano, sentimiento que le ofrece el muier' y allá'al otro lado del arco anti-
espejismo de un lugar segu_ de Ia sangre que experimenta la
ro a 7a sombra de la nacionaridad y que lo la inmediarcz del matriarcado' los
conecra a ra tietla y a los llano, Ia Gr^.t Mui" de las Aguas'
padres de la patria. si esta momenránea
osciración regarua ocurrir, el iniciosdelaagriculturadelayuca'laorgíaritual'elincesto'elsacrificio
lector dejaría de inscribirse en er espacio
de lo cubanJy ,. u.r.rr. uraría del doncel, la sangre Y la tterta'
por los caminos del caos sin rímites que propicia en todo esto' ya 1o sé; vérti-
toda relectu Ía avat,za- Fray algo"rror-"it"te vieio y poderoso
da' Así las cosas, tendría que saltar fr.r" d. qué interrumpir' y así llegamos al
pun-
la cuba estadista y estadís- go contradictorio que no hay por
que se venera en-el es'
tica en pos de los errabundos significantes to en que lu imaget' de Nuestra Señora .Cobre
que informan er culro de la de la
virgen de la caridad del cobre. por un momenro, por dos estampas distintas
sóro por un momento, también, un objeto sincrético' generado y
la Virgen y el lector dejarán de ser cubanos, manos de los caciques de Cueiba
Virgen Maríaque fueron a parara las
La primera sorpresa o perplejidad que nos vez como Atabey y Nuestra Señora'
depara el tríptico de Macaca para ser adoradas a la
supersincrético que forman Atabe¡ Nuesrra de ambos caciques cuando vie-
señora y ochún es que no Imagínese por un instante la perpleiidad
es original sino originario. En efecto, Atabe¡ ra ron, por primera vez, 1o q"t ttit'gút'
taínohabíavisto antes: la imagen a
deidad taína, es un ob_
jeto sincrético en sí mismo, uno la sola progenitora de Yúcahu Bagua
de cuyos significantes nos remite a orro color de la Madre d.t s.rb,rpremo,
significante bastante imprevisto: orehu, Madre la madre del dios de aquellos
de las Aguas entre los Maórocoti, que ahora resuliuba' además' enfer-
arahuacos de la Guayana. Este via¡'e de a quienes protegíade muertes,
ra significación resulta apasio- hombres barbudos y color de yuca,
nante por más de u¡a razó¡. En primer lugar a decir estos indios cuando
implica la grandiosa medades y heridas' Ave María' aprenderían

z8 29
adoraban a su Atabey, que una vez habíasido Orehu
¡ más atrás aú.n, la ochún, en tanro objeto sincrético, es tan vertiginososo como su bai-
Gran Madre Arahuaca. Ave María, diría seguro Francisco de los
sánchez de lc voluptuoso de pañuelos dorados. Tradicionalmente es la Señora
Moya, un capitán españor del sigro XVI, cuando recibió las ori-
del rey eI nom- Itíos, pero algunos de sus avatares la relacionan con las bahías y
bramiento y la orden de trasladarse a cuba pan hacer fundiciones y los meta-
de llas del mar. Sus posesiones más preciadas son el ámbar, el coral
cobre. Ave María, diría de nuevo cuando envolvía entre
sus camisas la lcs amarillos; sus alimentos predilectos son la miel, la calabaza
y los
imagen de Nuestra señora de Illescas, de la cuar era devoto, gentil y auxiliadora' sobre
para que lo rlulces que llevan huevos. A veces se muestra
guardara de tempestades y naufragios en ra azarosa manifiesta como
curr.ru d" Indias. t«rdo en asunros de amor y de mujeres; otfas veces se
Ave Maúa, repetiría el día en que la colocó en er altar incluso puede llegar a ser
de ra soritaria rrna entidad insensible, caprichosa, voluble, e
ermita de Santiago del prado, apenas un caserío de indios y vemos como
negros que malvada y traicionera; en estos oscufos avatares también la
ttabajabanlas minas de cobre. pero esa imagen, ra de ra y como la orisba de la
virgen d. Ilr.r.u, r-rna hechicera que se alimenta de carroña
vieja
llevada a cuba por el buen capitán, renía tras de sí una
larga historia y muette.
era también un objeto sincrético. La cadena de significant.,
.o, hu." múltiple aspecto de ochún nos hace pensaf en las contradiccio-
Este
viajar ahora desde el Renacimiento hasta er Medioevo. Nos conduce luminosas y
a nes de Afrodita. Tanto una diosa como la otfa son, a la vez,
Bizancio, la ítnica, la magnífica. donde entre here¡.ías y paganismos la muerte' el
de oscuras; reinan en un espacio donde coinciden el placer y
toda suerre se constituyó el culto a la virgen María(culto de ori-
no previsto amof y el odio, la voluptuosidad y la traición. Ambas diosas son
por los Doctores de la Iglesia Romana). Allí, en Bizaocio, fluviales y
er_ gen acuático y moran en las espumas de los flujos marinos'
plendor de sus iconos y mosaicos, la representación de la "rtr. "l
uuginul.s; ambas seducen a dioses y a hombres, y ambas patrocinan
Virgen y el los
Niño sería raptada por algún caballero crazado y voraz, o udq,riridu po,
afeites y la prostitución.
algún mercader de reliquias, o copiada por la pupira de un piudor.,
p...- Las correspondencias entre el panteón griego y el panteón yoruba
grino' En todo caso, el sospechoso culto a la virgen wturiu
se infiltró han sido señaladas, pefo no han sido explicadas. ¿cómo explicar -pafa
subrepriciamenre en Europa. cierto que por sí solo no hubiera
llegado poner otro ejemplo- el insólito paralelismo entre Hermes y Elegua?
muy lejos, pero esro ocurrió en er sigro XII, la época regendaria «guar-
de los Ambos son deidades viajeras, los 'mensaieros de los dioses"' los
trovadores y delfin d./n,//r, donde la mujer dejabade ser son adora-
ra sucia y mardi- dianes de las puert¿5rr, los ttseñores de los umbrales'; ambos
ta Eva, seductora de Adán, y cómplice de la Serpien te, las encrucijadas
paralavarse, per_ dos en forma de piedras fálicas,y protegen los caminos'
fumarse y vestirse suntuosamente según el rango de su gestión, viabllizan
nuevo aspecto, el y el comercio. Ambos auspician los inicios de cualquier
de señora. Entonces el culto de Nuestra señora corrió terribles
como el fuego por los trámites y son los únicos que pueden atravesaf los espacios
la pólvora, y un buen díallegó a Illescas, a unas millas
de Toledo. que median entre el Ser Supremo y los dioses, entre los dioses y los
Ave María, decían en alta voz los negros esclavos de las manifies-
minas de mueftos, entre los muerros y los vivos. Ambos, finalmente, se
cobre de santiago del Prado, y a continuación,en un y ttam-
susurro, sin que ran como niños traviesos y mentirosos, como ancianos lujuriosos I

ningún blanco los escuchar a, diríao: «ochún yeyé., porque


posos, y como hombres que portan un cayado y descansan el
aquella ima- peso del
I

gen milagrosa del alrar era para elos uno de ros orishas
más populares ....rpo'.. un solo pie; ambos son los odadores del discurso» y rigen I

del panteón yoruba: Ochún yeyé Moró, la prostituta perfumada; procesos y los
Ochún sobre la palabra, los misterios, Ias transmutaciones' los
Kayode, Ia alegre bailadora; Ochún Aña, la que ama los ceremo-
tambores; cambios, ambos son alfa y omega de las cosas' Por eso' ciertas
Ochún Akuara, la que prepara filtros de amor; Ochún Edé,
la d.ama nias yorubas se abren y cierran con el baile de Elegua'
elegante; Ochún Fumiké, la que concede hijos a mujeres
secas; Ochún É.trr. Afri.a y Afrodit a hay más que la raíz griega que une ambos
Funké, Ia que lo sabe todo; ochún Koré-Kolé, la temible .,de cierta manefa>),
hechicera. nombres; hay un flujo de espuma mati¡a que conecta

7o 1r
entre la turburencia der caos, dos civilizaciones
doblemente apartada§
rr,rrririéndose a un espacio que sólo puede ser intuido a través de lo
poé-
por la geografía y la historia.
I rr ot )uesto que siempre presenta urra zoflade caos' En este espacio para-
El culto de la virgen de la caridad f
der cobre puede ser reído como
un culto cubano, pero también puede ,ki¡it0, en el cual se tiene la ilusión de experimentar una totalidad, no
ser releído lectura no niega
la s¡¡a* como un rexto del meá-archip llril.(,(.c haber represiones
ni contradicciones; no hay otro deseo que el de
-,r.ru
iérago,una cira o confluencia de
lo.s flujos marinos que conecra ;¡iurrcnerse dentro de su zona límite el mayor tiempo posible, en free
er Níger con er Mississippi, er
china con el orinoco, el partenón Mar de ra ttrl,it, más allá de la prisión y la libertad.
Á. .r., despacho de frituras de una 'l'ocla máquina tiene su código maestro, y el eje de la máquina cultu-
callejuela de parama¡ibo.
Los pueblos de mar, mejor dicho, r¡¡l cle los Pueblos del Mar está constituido por una red de subcódigos
los pueblos del Maq se repiten
incesantemente diferenciándose (
lr r(, se
alascosmogonías, a los bestiarios míticos, a las farmacopeas
conect a¡
enrre sí, viajando junros hacia el infini-
to. Ciemas dinámicas de su cultur a ,,lri.ludur, a los oráculos, a los rituales profundos, a las hagiografías mi-
tambié: Uno
lir¡¡r«rsas del medioevo, a los misterios y alquimias de la antigüedad'
mares del riempo sin legar a parteutgrrul§;tj;:::'r:::ffffif: ,lt' cstos subcódigos nos puede conducir a la Torre de Babel, otro a la
en dos palabras, éstas serían: actuación
y ritmo. jardín
Y, sin embargo, habúa que agregar vt,rsión arahwacadel Diluvio, otro a los secretos de Eleusis, otro al
algo más: la noción que hemos
llamado ,.de cierta manera>), algo remoto .lt.l r-rnicornio, orfos a los libros sagrados de Ia India y la china y a los
qo. ,. reproduce y que porra
el deseo de conjurar apocalipsis y violencia; t,tttris adivittatorios del Africa Occidental. Las claves de este vasto labe-
ulgo orloro qo"'oi"n. d. lu
performance y que uno hace rirrto hermético nos remiten a una sabidu fía ,rotfa» que yace olvidada en
suyo de una manera
los cimientos del mundo posindustrial, puesto que alguna vez fie
muy especial; concreta- allála
mente, al salvar uno el espacio que
separa ul obr.ruud* .ona"_pturiro
del participante. rinica forma del conocimiento. claro, a estas alturas ya no me importa
,lccir que todos los pueblos son o fueron alguna vez Pueblos del Mar. Lo
r¡r-re sí me importa establecer es que los pueblos del Caribe
aún lo son
parcialmente, y t§do parece indicar que lo seguirán siendo durante un
DEr nrtuo
tiempo, incluso deptro d,el interplay de dinámicas que portan modelos de
AL POLIRRITMO
conocimiento prop\ios de la modernidad y la posmodernidad' En el Cari-
\.

be la transparencia épistemológica no ha desplazado a las borras y


posos
La naturaleza flujo de una máquin afeed_backincognoscib,le
es el
que .le los arcanos cosmogónicos, a las aspersiones de sangre propias del sa-
la sociedad interrumpe constantemente
se verá en eI capítulo sobre la obra de Fernando Ortiz-,
con ros más variados y ruidosos
ritmos' Cada uno de estos ritmos es, a crificio
su vez, un flujo que es cortado por -como
sino que, a diferencia de lo que ocurre en occidente, el conocimiento
orros ritmos, y así podemos seguir
de flujos a ritmos hasta detenernos
donde queramos' Bien, la cultura científico y el conocimiento tradicional coexisten en estado de diferen-
de los pueblos der Mar es un flujo
cortado por rirmos que intentan sirenciar cias.
ros ruidos con que su propia
forma social interrumpe el discurso Entonces, ¿qué tipo de peffirmanc¿ se observa más allá o más acá del
de la naturaleza. si esta definición
resulrara abstrusa, podríamos simprificarra caos de la cultura carlbeia? ¿El ritual de las creencias supersincréticas?
diciendo que er discurso por sí solos, ninguno en particular. Las regulari-
cultural de los pueblos del Mar i.rt.rrtu, ¿El baile? ¿La música? Así,
a través de un sacrificio rear o
simbólico, neotrarizar viorencia y ,.*iti, áud", qrr. muesrra la cultura del Caribe paften de su intención de releer
ar grupo social a los códigos
trans-históricos de ra natutareza- (reescribir) la marcha de la naturaleza en términos de ritmos .de cierta
Craro, como Ios códigos de ra naru-
raleza no son limitados ni fijos, manera». Daré un ejemplo. Supongamos que hacemos vibrar la mem-
ni siquiera interigibres, la cultura de
brana de un tambor con un solo golpe. Imaginemos que este sonido
se
los Pueblos del Mar expresa el deseo
de conjurar la viorencia un salami' Bien' aquí es
sociar alargay se alarga hasta constituir algo así como

32 )3 l
tkrn«lc interviene Ia acción interruptora de la máquina caribeña, pues ¡rrte, texto, danza,etc. Digamos que uno empieza acaminar y de repente
(stir cnrl.,iez¿r a corrar tajadas de sonido de un modo imprevisro, impro- st'da cuenta de que está caminando ,,bienr, es decir, no sólo con los pies,
hrr[>lc y, finalmente, imposible. sin«r con otras partes del cuerpo; cada músculo se mueve sin esfuerzo, a
Para aquellos que se inreresen en el funcionamiento de las máqui- url ritmo dado y que, sin embargo, se arusta admirablemente al ritmo de
nas, clebo aclarar que la máquina caribeña no es un modelo Deleuze & sr¡s pasos. Es muy posible que el caminante experimente en esta circuns-
Guattari, como el que vimos páginas atrás (la máquina la máquina la rirncia una tibia y risueña sensación de bienestar, y sin embargo no hay
máquina). Las especificaciones de tal máquina son precisas y terminan- nir.la específicamente caribeño ef1 esto, sólo se está caminando dentro de
tes: hay una máquina de flujo a la cual se acopla una máquina de inte- l¡r noción convencional de polirritmo, la cual supone un ritmo central
rrupción; a ésta se enchufa otra máquina de interrupción, y en esa (cn nuestro ejemplo, el que dan los pasos). No obstante, es posible que
particular situación la máquina anterior puede verse como una máquina rrno quiera caminar no sólo con los pies, y para ello imprima a los
de flujo. Se rrata, pues, de un sistema de máquinas relativas, ya que, nrúrsculos del cuello, de la espalda, del abdomen, de los brazos, en fin, a
según se mire, la misma máquina puede ser de flujo o de interrupción. t«¡clos los músculos, su ritmo propio, distinto al ritmo de los pasos, el
La máquina caribeña, sin embargo, es algo más: es una máquina de flujo crral ya no dominaría. Si esto llegara a ocurrir cr:a,l, performance al fin
y de interrupción a lavez; es una máquina tecnológico-poética, o, si se -lo
transitoria-, se estaría cami-
y a[ cabo. sería siempre una experiencia
quiere, una mera-máquina de diferencias cuyo mecanismo poético no rrirndo como las ancianas anti-apocalípticas' Lo que ha sucedido es que el
puede ser diagramado en las dimensiones convencionales, y cuyas ins- ( cntro del conjunto rítmico que forman los pasos ha sido des-centrado, y
trucciones se encuentran dispersas en estado de plasma dentro del caos rrhora corre de músculo a músculo, posándose aquí y allá e iluminando
de su propia red de códigos y subcódigos. En resumen, es una máquina crr sucesión intermitente, como una luciérnaga, cada foco rítmico del
muy distinta a aquéllas de las que se ha venido hablando hasta ahora. En ( uerpo.
todo caso, volviendo al salami de sonido, la noción de polirritmo (ritmos Claro, este proceso que he descrito no pasa de ser un ejemplo didác-
que cortan otros ritmos), si se lleva a un punto en que el ritmo inicial es rico, y por lo tanto mediocre. Ni siquiera he hablado de una de las diná-
desplazado por orros ritmos de modo que éste ya no fije un ritmo do- rlicas más importantes que contribuyen a des-centrar el conjunto
minante y trascienda a una forma de flujo, expresa bastante bien la per-
¡rolirrítmico. Me refiero al complejísimo fenómeno que se suele llamar
formance propia de una máquina cultural caribeña. se arcanzará un improvisación, y que en el Caribe viene de muy atrás: del trance danzatio;
momenro en que no quedará claro si el salami de sonido es cortado por rlel alarido o del salto imprevisto que rompe la rígidez de la coreogra{ía
los ritmos o si es cortado por sus tajadas o si éstas son cortadas por taja- ritual para luego ser copiado por ésta. Pues bien, sin una dosis de impro-
das de ritmo. Esto para decir que el ritmo, en los códigos del caribe, visación no se podría dar con el ritmo de cada músculo; es preciso conce-
precede a la música, incluso a la misma percusión. Es algo que ya estaba rlcrles a éstos la autonomía suficiente para que, por su cuenta y riesgo, lo
ahí, en medio del ruido, algo antiquísimo y oscuro a lo cuar se conecra .lescubran. Así, antes de conseguir caminar ode cierta manera>>, todo el
en un momento dado la mano del tamborero y el cuero del tambor; una ( uerpo ha de pasar Por una etapa de improvisación.
suerte de chivo expiatorio, ofrecido en sacrificio, El tema dista mucho de estar agotado, pero es preciso seguir adelante.
eue s€ puede entrever
en el aire cuando uno se deja llevar por un conjunto de tamborcs batá Sé que hay dudas al respecto, y alguna habrá que aclarat. Alguien podría
(tambores secretos a cuyo repiques bailan los orishas, ros vivos y los En
l)reguntar, por ejemplo, que para qué sirve caminar "de cierta manera".
muertos). realidad no sirve de mucho. Ni siquiera bailar cierta manefa» sifve
"de
Pero sería un error pensar que el ritmo caribeño sólo se conecra con cle mucho si la tabla de valores que usamos se cofresponde únicamente
la percusión. En realidad se trata de un mera-rirmo al cual se puede con una máquina tecnológica acoplada a una máquina industrial acopla-
llegar por cualquier sistema de signos, llámese éste música, lenguaje, cla a una máquina comercial... El caso es que aquí estamos hablando de

14 75
meridional' ¿Qué ocurre al llegar o
al

zonas insulares y costeras del Asia


cultura tradicional y de su impacto en el Ser caribeño, no de conoci- ttextranjero'' digamos la

miento tecnológico ni de prácticas capitalistas de consumo, y en térmi- imponerse comercialmente un significante


big-band de los años 40 o elrock de las
últimas décadas? Pues'
nos culturales hacer algo .de cierta manera>' es siempre un asunto de -iri.u la bossa nova' el bole'
importancia, puesto que intenta coniurar violencia. Más aún, al parecer entte otras cosas, aparece el mambo, el chachachá'
la música del Caribe no se hiz'i
seguirá siendo de importancia independientemente de las relaciones de ro de feeling,la salsa y el rcggae;es decir'
dentro de un iuego de diferen'
poder de orden político, económico e incluso cultural que exisren entre anglosajona sino que é"u hl'o caribeña
" musicales' otros tim'
el Caribe y Occidente. A despecho de las opiniones basadas en la visión cias. Sin duda hubo cambios (otros instrumentos
el modo de expresarse de «ciertl
pesimista de Adorno, no hay razones firmes para pensar que la cultura bres, otros arreglos), pero el ritmo y
manera>> siguieron siendo caribeños'
En realidad podría decirse que'el
de los Pueblos del Mar esté afectada negativamente por el .,consumismo,
cultural de las sociedades industriales. Cuando la cultura de un pueblo elCaribe,lor,extraniero»interactúaconlootradicional»comounrayli n'
fenómenos de reflexión'
conserva antiguas dinámicas que juegan "de cierta manera)>, éstas se de luz con un prisma; esto es, se producen
siendo luz; además 'la cárnt'
fesisten a sef desplazadas por formas terrttorializadoras extefnas y se pfo- fraccióry descomposición pero la luz sigue
desencadenan performances 6ptrct"t
ponen coexistir con ellas a través de procesos sincréticos. Pero ¿no son ra del ojo sale ganando, pt'l"o que se
placer' cuanto menos curl0
acaso rales procesos un fenómeno desnaturalizadot? Falso. Son enrique- espectaculares que casi siempre inducen
cedores pues contribuyen a aumentaf el juego de las diferencias. Para sidad'
^:---^ -^^1^^¡ballar' tocar un lnstnl.,'ent,,,
errrpezar no hay ninguna forma cultural pura, ni siquiera las religiosas.
Así, para lo único que- sirve caminar'
La cultura es un discurso, un lenguaje, y como tal no tiene principio ni cafltafoescribirodeciertamarlefa>>espafadesplazaralosparticipantn
fin y siempre está en transformación, ya que busca constantemente la haciaunterritoriopoéticomarcadopotunaestéticadeplacer'omelot'
manera de significar lo que no alcanza a significar. Es verdad que, al ser porunaestéticadenoviolencia'Esteviajetdeciertamanera»'delcul
en los sueños- con la incertidumbre
dem

comparado con otros discursos de importancia político, el econó- siempre se regresará


-el -como inmemorial' puede ser empre[-
mico, el social-,el discurso cultural es el que más se resiste al cambio. haber vivido el pasado sino un presente
éste se conecte al ritrto
Su deseo intrínseco, puede decirse, es de conservación, puesto que está dido por cualquiera clase de perfonner;bastaque
y fuera de los presentts'
ligado al deseo ancestral de los grupos humanos de diferenciarse lo más tradiiional que flota dentro y fuera de sí' dentro
posible unos de otros. De ahí que podamos hablar de formas culturales Elvehículomásfácj|detomareslaimprovisación,esehaceralg0de
ala razótde que se resistta
más o menos regionales, nacionales, subcontinentales y aun continenta- repente, sin pensarlo, sin darle oportunidad
de la experiencia estétiu'
les. Pero esto en modo alguno niega la heterogeneidad de tales formas. ser raptada por formas más autorreflexivas
viaje poético está al alcancede
IJn artefacto sincrético no es una síntesis, sino un significante hecho de digamos laitonía.Sí, ya sé, se dirá que el
que sí' alca¡zat lo poético nttes
diferencias. Lo que sucede es que, en el melting-pot d:e sociedades que .o"ulq,.i., súbdito del mundo' Pero claro
es característico delos
provee el mundo, los procesos sincréticos se realizan a través de una privativo de ningún grupo humano; 1o que sí
economía en cuya modalidad de intercambio el significante de allá caribeñosesque,.ttlofondumental'suexperienciaestéticaot'¡¡ee[el
-el matcoderitualesyfepresentacionesdecaráctercolectivo,ahistóriroe
del Otro- es consumido ("leído") conforme a códigos locales, ya dedicado a Alejo Carpentier
preexistentes; esto es, códigos de acá. Por eso podemos convenir en la improvisatorio. Más ui"lu.r.., en el capítulo
que puede haber en tt'o5 vr.lles
conocida frase de que China no se hizo budista sino que el budismo se y \üTilson Harris, veremos las diferencias
hizo chino. En el caso del Caribe, es fácil ver que lo que llamamos cultu- Ln po, del locus furtivo de la 'caribeñidad"'
quelaperformance caribñu'
ra tradicional se refiere a un interplay de significantes supersincréticos En todo caso, resumiendo, podemos decir
vuelve sólo hacia el pert'uner
cuyos «centros» principales se localizanen la Europa preindustrial, en el incluso el acto cotidiano de caminar, no se
en busca de una catatsis
subsuelo aborigen, en las regiones subsaharianas de Afriru y en ciertas sino que también se dirige hacia un público

11
16
carnavalesca que se propone catalizar excesos de violencia y que en últi- ha caído justamente en desuso- no es un texto, sino algo previo y
ma instanci a ya estaba ahí. Qaizá por eso las formas más naturales de la c ualitativamente distinto: un pfe-texto. Para
que un pretexto Se con-
expresión cultural caribeña sean eI baile y la música populares; quizá pot vierta en texto deben mediar ciertas etapas, ciertos requisitos, cuya enu-
eso los caribeños se destaquen más en los deportes espectaculares (el boxeo, rneración obviaré pof razones temáticas y de espacio. Me basta decir que
el base-ball, el basketball, el cricket, la gimnasia, el campo y pista, etc.) un rexto nace cuando es leído por el otro: el lector. A partir de ese
que en deportes más recogidos, más austeros, donde el espacio para el momento el texto y el lector Se Conectan como una máquina de seduc-
ciones recíprocas. En cada lectura el lector seduce al texto, lo trans-
perforner es menos visible (la oataciín) o se encuentra constreñido por la
naturaleza o las reglas del deporte mismo, o bien por el silencio que fbrma, lo hace casi suyo; en cada lectura el texto seduce al lector, lo
exige el público presente (el tiro, la esgrima, la equitación, el salto de rransforma, lo hace casi suyo. Si esta doble seducci'¡alcanza a ser.,de
trampolín, el tenis, etc.). Aunque se trata de un deporte aborrecido por cierta manefa>), tanto el texto como el lector trascenderán sus límites
muchos, piénsese un momenro en Ia capacidad de simbolizar actuaciín estadísticos y flotarán hacia el centÍo des-centrados de lo paradóiico.
ritual que ofrece el boxeo: los contendientes bailando sobre la lona, re- Esta posibilidad de lo imposible, como se sabe, ha sido estudiada minu-
botando conrra las cuerdas, la elegancia del jab y del side-step, el sentido ciosamente por el discurso posestructuralista. Pero el discurso
decorativo del bolo-puncb y del upper-cul, el ritmo implícito en todo u,auing, posestfucrufalista se corresponde con el discurso posindustrial: ambos
los gestos improvisados y teatrales de los boxeadores (las muecas, los son discursos propios de la llamada posmodernidad. El discurso caribeño,
ademanes de desafío, las sonrisas desdeñosas), la opción de hacer eI papel
en cambio, tiene mucho de premoderno; además, para colmo, se
trata de
de villano enun round y de caballero en el siguiente, la actuación de los
un discurso contrapuntístico que visto a la caribeña parecería una rum-
persona¡'es secundarios (el referee zafando un clinch, los ¡econds con 1as
ba, y visto a la europea el flujo perpetuo de una fuga del Barroco, donde
esponjas y toallas, el médico que escudriña las heridas, er anunciador en las voces se encuentran sin encontrarse jamás. Quiero decir con esto que
su smoking de fantasía, la mirada arenta de los
;'ueces, er hombre de la el espacio .de cierta manera» es explicado por el pensamiento
campana), y todo eso en un escenario elevado y perfectamente ilumina- posestructuralista en tanto episteme ejemplo, la noción de Derrida
do, lleno de sedas y colores, la sangre salpicando, el flash de las cámaras, -por de
de différence-mientras que el discurso caribeño, además de ser capaz
los gritos y silbidos, el dramatism o del knock-down (¿se levantaráo no se
ocuparlo en réfminos teóricos, lo inunda sobre todo de un flujo poético
levantatá?), el público de pie, los aplausos , elbrazo en alto del vencedor. y vital navegado por Eros y Dionisio, por Ochún y Elegua, por la Gran
No es de exrrañar que los caribeños sean buenos boxeadores también, Madre Arahuaca y la virgen de la caridad del cobre, todos ellos canali-
¡
por supuesto, buenos músicos, buenos canrantes, buenos bailadores y zando violencia, violencia esencial y ciegacon que chocan las dinámicas
buenos escritores.
sociales caribeñas.
Así, el texto caribeño es excesivo, denso, uncanfll , asimétrico'
entrópico, hermético, pues, un zoológico o bestiario, abre
a la manera de
Dr re LTTERATURA sus puertas a dos grandes órdenes de lectura: una de orden secundario,
AL CARNAVAL epistemológ tca, profana, diurna y referida a Occidente ¡¡¿¡ie ds
-¿l
animal fabulo-
u,furru-,donde el texto se desenrosc ay se agita como un
se podría pensar que la literatura es un arte solitario tan privado y
so para ser objeto de conocimiento y de deseo; otra de orden
principal'
silencioso como una plegaria. Erróneo. La literatura es una de las expre- teleológica, ritual, nocturna y revertida al propio Caribe, donde el texto
siones más exhibicionistas del mundo. Esto es así porque es un flujo de
despliega su monsrfuosidad bisexual de esfinge hacia el vacío de su im-
texros, y pocas cosas hay que sean tan exhibicionistas como un rexro. posible origen, y sueña que 1o incorpora y que es incorporado por éste'
Habría que recordar que lo que escribe tn performer palabta «autor»
-,Ia

au 79
frecuencia dentro del flujo ma-
Una pregunta pertinente sería: ¿Cómo se puede empezar a hablar de ( omunes, y éstos se dejan ver con mayor
hasta el delta del
literatura caribeña cuando su misma existencia es cuestionable? La pre- rino que ,ru de tu desembocudura del Amazonas
Sudamérica y Centroamérica'
gunta, por supuesto, aludiría más que nada al polilingüismo que parece Mississippi, el cual banalacosta norte de
y partes no del todo integradas
dividir irreparablemente las letras del Caribe. Pero a esta pregunta yo cl vieio puente de islas araltwaco-caribe'
como son la Florida y la
respondería con otra: ¿Es más prudente acaso considerur Cien años de ir la médula tecnológica de Estados Unidos'
a Nueva York' ciudad donde
soledad como una muestra representativa de la novela española, o la obra l.ouisiana; además, habríaquizá que contar
como dije'
de Césaire como un logro de la poesía francesa, o bien a Machado de lt densidad de la población caribeña es cosa notable' Pero'
que desear' Los antilla-
Assis como un escritor portugués y a lVilson Harris como un escritor ('stas especulaciones geogúficas dejan bastante
inglés que ha dejado su patria para vivir exiliado en Inglaterra? Cterta- nos, por eiemplo, ,o"1." deambular
por todo el mundo en busca de cen-
de los flujos migratorios más
mente, no. Claro, también se podría argumentar que 1o que he dicho no rros de «caribeñidad', constituyendo uno
prueba Ia existencia de una literatura caribeia; que lo que existe en rea- notablesdenuestrorigto'tuinsularidaddelosantillanosnolosimpele
lidad son literaturas locales, escritas desde los distintos bloques ¿rl aislamiento, sino uúot't'utio,
al viaie'a la explorac i6o' ala búsqueda
lingüísticos del Caribe. Estoy de acuerdo con esa proposición, aunque clc rutas fluviales y marinas' No hay
que olvidar que fueron hombres de
sólo en términos de una primera lecrura. Por debajo de la turbulencia las Antillas quienes construyeron el
Canal dePa¡amá'
de las regularidades
árbollarbreltree, etc., hay una isla que se repite hasta transformarse en Bien, es preciso mencionar al menos algunas
la literatura multilingüística
meta-archipiélago y alcanzar las fronteras transhistóricas más apartadas comunes que, en estado de fuga, presenta
del globo. No hay centro ni bordes, pero hay dinámicas comunes que se rler caribe. A este respecro pi."to que er
movimiento más perceptible
que más tiende a
expresan de modo más o menos regular dentro del caos y luego, gradual- r¡ue ejecuta el texto taribeno es, paradójicamente' el
ámbito genérico: un desplazamiento metonímico
mente, van asimilándose a contextos africanos, europeos, indoamericanos ¡',roy...rrlo fuera de su
esto es, hacia máqui-
y asiáticos, hasta el punto en que se esfuman. ¿'Cuál sería un buen ejem- ltacia las formas escénicas, rituales y mitológicas;
bifurcaciones y paradojas' Este intento
de
plo de este viaie a la semilla? El campo literario siempre es conflictivo r-ras especiali zadas enproducir
(nacionalismos estrechos, resentimientos, rivalidades); el ejemplo no se cvadirlasredesdelui.,tertextualidadesttictamenteliterariasiempre
A fin de cuentas un texto
referirá literaúo sino a un perfornter político: Martin Luther
a un performer resulta, naturalmente, en un rotundo fracaso'
texto ad infinituru' por mucho que proponga disfrazarse de
se
King. Este hombre lleg6 a ser caribeño sin dejar de ser norteamericano, cs y será un
deia su marca en la superfi-
y viceversa. Su ancestro africato,Ios matices de su humanismo, la anti- otra cosa. No obstrnte' este proyecto fallido
de un acto frustrado sino de
gua sabiduría que encierran sus pronunciamientos y sus estraregias, su cie del texto, y la deja no en tanto trazo
puede decir que los textos caribeños
vocación de improvisador, su capacidad de seducir y ser seducido y, so- voluntad de perseverar en la huida' Se
un catálogo marginal que
bre todo, su vehemente condición de soñador (I baae a dreant...) y de son fugitivos por naturaleza, constituyendo
tenemos que el Bildungsroman
alténtico perfornter, constituyen el costado caribeño de su incuestionable involucra el deseo de no violencia' Así
de la etapa de aprendizaie en
idiosincrasia norteamericana. Martin Luther King ocupa y llena el espa- caribeño no suele concluir con la despedida
cio donde lo caribeño se conecta a lo norteamericano, espacio que tam- términosdeborrónycuentanueva;tamPocolaestructuradramáticadel
orgasmo fálico del clímax'
bién puede ser significado por el jazz. texto caribeño ucostumbra a concluir con el
en el teatro popular cuba-
Perservar en el intento de remitir la cultura del Caribe ala geogtafía sino con una suefre de coda que, por ejemplo,
con toda la compañía' Si
no sea la del meta-archipiélago- es un proyecto extenuanre y no era interpretada por un finale d'e rumba
-como
apenas productivo. H,ay perfonners q:ue nacieron en el Caribe, y no son tomamoslasnovelasmásrepresentativasdelCaribevemosqueenellas
constanremenre, y a veces casi
caribeños por sr peffirmance;hay otros que nacieron más acá o más allá, y el discurso dela narración Á interferido
sin embargo lo son. Esto no excluye, como dije, que haya tropismos anulado,porformasheteróclitas,fractales'barrocasoarbóreas'quese

41
4o
proponen como vehículos para conducir al lector y al texto al territorio lrrrcia el <<pfogfeso», y por lo tanto se refiere a la conquista, la esclavitud,
marginal e iniciático de la ausencia de la violencia. lrr neocolonización y la dependencia. Dentro de las realidades de la
Todo esto se refiere, sin embargo , a trtra primera lectura del texto rt,lectura, el mestizaje no es más que una concentración de diferencias,
caribeño. IJna relectura supondría derenernos en los ritmos propios de la rrn ovillo de dinámicas obtenido por vía de una mayor densidad del ob-
literatura del caribe. Aquí pronto se consrarará ra presencia de varias jcto caribeño, como se vio en el caso de la Virgen del Cobre, que dicho
fuentes rítmicas: Indoamérica, África,Asia y Europa. Ahora bien, como st.a de paso es conocida como .,la virgen Mulatar. Entonces, en un ins-
el juego polirrítmico que constituyen los ritmos cobrizos, ne-
se sabe,
t¿rnte dado de la relectura, las oposiciones binarias Europa/Indoamérica,
gros, amarillo y blancos (una manera convencional de diferenciarlos) que lluropa/África y Europa/Asia no se resuelven en la síntesis del mestizaje,
provienen de estas fuenres, ha sido descrito y analizado de los modos sino que se disuelven en ecuaciones diferenciales sin solución, las cuales
más diversos y a través de las más variadas disciplinas. claro, nada de eso rcpiten sus incógnitas a lo largo de las edades del meta-archipiélago. La
se hará aquí. En este libro sólo se habraú de algunas regularidades literatura del Caribe puede leerse como un texto mestizo, pero también
que se desgajan del interplay de esros ritmos. por ejemplo, los ritmos (.omo un flujo de rextos en fuga en inrensa diferenciación consigo mis-
blancos, en Io básico, se arriculan binariamente; es el ritmo de los pasos rrros y dentro de cuya compleja coexistencia hay vagas regularidades, por
en la marcha o en la carcera, de Ia territo riahzaciln; es Ia narrativa de la l«r general paradójicas. El poema y la novela del caribe no son sólo pro-
conquista y la colonización, de la producción en serie, del conocimiento yecros parakonizar un conjunto de valores tenidos por universales; son,
tecnológico, de las computadoras y de las ideologías positivistas; por lo también, proyecros que comunican su propia turbulencia, su propio cho-
general son ritmos indiferentes a su impacto social; ritmos narcisistas, tlue y vacío, eI arremolinado black hole de violencia social producido por
obsesionados por su propia legitimación, que portan culpa, alienación y la encomienda, laplantaci|n, la servidumbre del coolie y del hindú; esto
signos de muerte, lo cual ocultan proponiéndose como los mejores rir- cs, su propia otredad, su asimetría periféúca con respecto a occidente.
mos habidos y por haber. Los ritmos cobrizos, negros y amarillos, si bien Así, la literatura caribeña no puede desprenderse del todo de la so-
diferentes enrre sí, tienen algo en común: perrenecen a pueblos del Mar. ciedad multiétnica sobre la cual flota, y nos habla de su fragmentación e
Estos ritmos, al ser comparados con los anteriores, aparecen como tuf- inestabilidad: Ia del negro que estudió en Londres o en París, la del
bulentos y erráticos, o, si se quiere, como erupciones de gases y de lava blanco que cree en el vUdú, la del negro que quiere encontfaf su identi-
que vienen de un estrato elemental, todavía en formación; por lo tanto clad en Afriru,la del mulato que quiere ser blanco, la del blanco que ama
son ritmos sin pasado, o me¡'or, ritmos cuyo pasado está en el presente y a una negra y viceversa, la del negro rico y el blanco pobre, la de la
que se legitiman por ellos mismos. (El tema volverá a rocarse en el capí- mulata que pasa por blanca y tiene un hijo negro, la del mulato que dice
tulo 4). Podría pensarse que hay una conrradicción irremediable enrre clue las tazas no existen... Añádanse a estas diferencias las que resultaron
ambas clases de ritmos, y en efecto así es, pero sólo dentro de los márge- aí¡n resultan en ciertas regiones- del choque del indoamericano
nes de una primera lectura. La dialéctica de tar contradicción nos lleva- -y
con el europeo y de éste con el asiático. Finalmente, agréguese el inesta-
ría al momenro de la síntesis: el ritmo mestizo, el ritmo mulato. pero ble régimen de relaciones que, entre ahanzas y combates sin cuaftel,
una relectura pondría en evidencia que el mestizaje no es una síntesis, acefcan y separan la etnología del aborigen y del africano, del asiático y
sino más bien lo contrario. No puede serlo porque nada que sea osrensi- del aborigen, del africano y del asiático. En fin, para qué seguir' ¿Qué
blemenre sincrético consrituye un punro esrabre. El elogio deI mestiza- modelo de las ciencias del hombre puede predecir 1o que va a suceder en
je, la solución del mestizaje, no es originaria de África ni de Indoamérica
el caribe el año próximo, el mes próximo, la semana próxima? Se trata,
ni de ningún Pueblo del Mar. se trata de un argumenro positivisra y como se ve, de una sociedad imprevisible originada en las corrientes y
logocéntrico, un argumento que ve en el blanqueamiento biológico, eco- resacas más violentas de la historia modefna, donde las diferencias de
nómico y cultural de la sociedad caribeña una serie de pasos sucesivos sexo y de clase son sobrenadadas por las de índole etnológica. (El tema

42 43
conrinúa en el capírulo 6.) y sin embargo, reducir er caribe a la sola y el gusto por lo artificial del Tercer Mundo-, y a este contradictorio
cifra de su inestabilidad sería también un error; tcma volveré en el último capítulo. Así las cosas, las oposiciones máqui-
el caribe es eso v mucho
más, incluso mucho más de lo que se hablará
en esre libro. En ,ádo .uro, ¡¿ teorética/máquina poética, máqui na epi stemoló gical máq]u.ina teol6 gica,
la imposibilidad de poder asumir una identidad r"náquina de poder/máqainade resistencia, y otras semejantes, distarían
esrable, ni siquiera er
color que se lleva en la piel, sóro puede ser reconsrruida mucho de ser polos coherenres y fijos que siempre se enfrentan como
por la posibili-
dad de ser «de cierta manera» en medio del ruido
y rafutiadel caos. para cr]emigos. En realidad la supuesta unidad de estos polos estaría minada
esto la ruta más viable a tomar, claro esrá, es la relaciones no necesatiamente anta-
del meta_archip iélago ¡ror la presencia de toda :uoa garrra de
mismo; sobre todo los ramales que conducen a la hagiog gónicas, lo cual abre una compleja e inestable forma de estar que apunta
rafía semipagana
del medioevo y a las creencias africanas. Es en esre al vacío, ala falta de algo, a la insuficiencia repetitiva y rítmica que es a
espacio donde se
articula la mayoría de los cultos del caribe, cultos fin de cuentas el determinismo más visible que se dibuja en el caribe.
qr. pá, su naturaleza
desencadenan múltiples expresiones populares: Por último, quisiera dejar claro que el hecho de emprender una
mito, músic a, d,anza, can_
to, teatro. De ahí que el texto caribeño, paratrascender relectura del caribe no da licenciaparacaef en ideahzaciones. En primer
su propio claus-
tro, tenga que acudir a estos modelos en busca de rutas lugar, como viera Freud, la tradtció¡ popular es también, en última ins-
que conduzcan,
al menos simbólicamente, a un punto extratextual rancia, una máquina no exenta de represión. cierto que no es una má-
de ausencia de vio-
lencia sociológica y de reconstitución síquica del
ser. Esras ruras, irisadas quina tecnológico-positivista indifefenre a la conservación de ciertos
y transitorias como un arco iris, arravies an aquí
y ará rared de dinámi- vínculos sociales, pefo en su ahistoricidad perpetúa mitos y f.íbulas que
cas binarias tendida por occidente. Er resurtado
es un texro que habla de pretenden legitimar la ley patriarcal y ocultan la violencia inherente a
una coexistencia crítica de ritmos, un conjunto porirrítmicocuyo el ruzonamiento de René
ritmo todo origen sociológico. Más aún
binario central es des-centrado cuando er peffirmer (escritor/lector) -siguiendo
y er Girard-, podemos convenir en que el sacrificio ritual de las sociedades
texto intentan escapar ,.de cierta manera». simbólicas implicaba un deseo de conjurar violencia pública, pero tal
se dirá que esta coexistencia es farsa, que ar fin y cleseo era emitido desde la esfera de poder y perseguía objetivos de con-
ar cabo se viene a
patar en un sistema formado por la oposición pueblo
del Mar/Europa y trol social.
sus derivadas históricas. IJna relectura de
este punto, sin embargo, ten- En segundo término, la coexistencia crítica de que se ha hablado
dría consecuencias más imaginativas. Las relaciones suele desencadenar las formas culturales más impredecibles y diversas.
enrre ros pueblos
del Mar y Occidente, como toda relación de poder, una isla puede, en un momento dado, acercar o aleiar componentes
no es sólo antagilni_
ca' Por ejemplo, en el fondo, todo pueblo der Mar
quiere ocupar er sitio culturales de diversa procedencia con el peor de los resultados posibles
que ocupa en la geografía, pero también quisiera
ocupar er sitio de occi- 6q¿1, pof suefte, no es la regla- mientras en la isla contigua el
dente, y viceversa. Dicho de otro modo: todo pueblo
del Mar, sin dejar
-16
bullente y constante interplay de espumas transcontinentales genera un
de serlo, quisiera en el fondo rener una máquina industrial, producto afortunado. Esta circunstancia azarosahace, por ejemplo, que el
de flujo e
interrupción; quisiera esrar en el mundo de la teoría, grado de africa¡ización de cada cukura local varíe de isla a isla, y que
de la ciencia y ra
tecnología. Paralelamente, el mundo que hizo la Revolución
Industrial, el impacto aculturador de la Plantación se manifieste asimétricamente.
sin dejar de serlo, quisiera a veces esrar en el lugar Por lo demás, el texto caribeño muestfa los rasgos de la cultura
de los pueblos del
Mar, donde estuvo alguna vez; quisiera vivir inmerso supersincrética de donde emerge. Es, sin duda, un consumado/erformer
en ra naturareza y
en lo poético, es decir, quisiera volver a poseer
una máquina de flujo y de que acude a las más avenruradas improvisaciones pafa no dejarse atfapaf
interrupción alavez. Las señales de la existencia de esta por su propia textualidad. (Remito al lector al capítulo 7') En su más
dobre paradoja
espontánea expresión puede referirse al carnaval, la gtan fiesta del caribe
del deseo están por dondequiera New Age Mouemear y el régimen de
vida natural en Estados unidos y --er
Europa; los planes de industrá hzación que se dispersa a través de los más variados sistemas de signos: música,

44 45
Elnlor bdle, mito, lenguaje, comida, vestimenta, expresión corporal. Hay
d¡o podcro!¡ornente femenino en esta extraordinaria fiesta: su condición
dr fluio, su difusa sensualidad, su fuerza generativa, su capacidad de
nutrir y de conservar (jugos, primavera, polen, lluvia, simiente, espiga,
sacrificio ritual, son palabras que vienen a instalarse). piénsese en el des-
pliegue de los bailadores, los ritmos de la conga o de la samba, las más-
caras, los encapuchados, los hombres vestidos y pintados como
mujeres,
las botellas de ron, los dulces, el confeti y las serpentinas de colores,
el
barullo, labachata,los pitos, los tambores, la cornera y el trombón,
el piropo, los celos, la trompetillay la mueca, el escupitajo,la navaja
que corta la sangre, la muerte, la vida, la realidad al derecho y al
revés, el
caudal de genre que inunda las calles, que ilumina la noche como
un
vasto sueño, una escolopendra que se hace y se deshace, que se enrosca
y
se estira bajo el ritmo del ritual, que huye del ritmo sin poder
escapar de
éste, aplazando su derrota, hurtando el cuerpo y escondiéndose,
incrustándose al fin en el ritmo, siempre en el ritmo, ratido del
caos I
insular.
1

i
P¡.nrn I

LA SOCIEDAD
Gestos de esta ¡attttalezano abundan en el
mundo' y mucho menos
donde aún subsiste'
en los países no caribeños de la América Latina'
I desde el tiempo de las guerras patrióticas' cierto
resentimiento hacia lo
conservado como pro-
español. En el Caribe, sin embatgo,la gente ha
Dr r¿. pLANTAcIóN forrdu-.na" suyos los muros de piedra que dan fe de su
pasado colonial'

incluso los más cuestionables) como sucede con


el fuerte El Vizo' En
A LA PreNrecróN realidad puede decirse que no hay ciudad del Caribe
hispánico que no
rindaunverdaderocultoasuscastillosyfottalezas,asuscañonesymu-
rallas, y por extensión a la parte «vieja' de la
ciudad' como sucede con el
colonial es visto con
Viejo San Juan y LaHabanaVieia' Allí el edificio
Posee un prestigio un tanto
Lrfla rara mezclade respeto y familiaridad'
secreto, que viene de atrás, algo semejante
al que suscita en los niños el
gran escaparate de la abuela'
Esto no puede menos de llamar la atención
por cuanto la coloniza-
y si se consultan las
ción española en América no fue mejor que otras'
ett cara haber sido auto-
En el pueblo de El Caney, en las cercanías de Santiago de Cuba, hay páginas de cualquier historia local, se le echatá
un conjunto de ruinas que corona ra artura más importante der lugar. se rkariaenlocivil,monopolistaenelcomercio'intoleranteenlareligión'
trata del viejo fuerte El vizo, arrasado por ra artillería en los últimos días las corrientes reformista y
esclavista en la produc.ió", b"ligt tante hacta
al negro' al mulato e
de la Guerra de Independencia (189i-9g). Allí, bajo los muros baque- discriminadota con fespecto al indio, al mestizo,
teados por la merralla, puede verse una tarja d,e bronce que rinde
home- incluso al criollo hijo de peninsulares'
en el Caribe pre-
naje al valor del general vara del Re¡ quien, sin acogerse
a los beneficios No obstante, ya se ,"'á, "1 cuadro colonial español
esquema predominante en
de una capitulación honrosa, defendió obstinadamente la posición hasta sentó diferencias sustanciales con relación al
caer enrre el puñado de hombres a que había sido reducido su tropa. losterritorioscontinentales,sobretodoenlosgrandesvirreinatosdela
La
tarjay sus palabras de reconocimiento, así como los trabajos de restaura- en el proceso de
Nueva España y el Perú' Estas diferencias surgieron
ción que hacen posible el acceso hasta la misma torre del reducro, son a condiciones geográficas'
adaptación colonial del poder metropolitano
muestras de la admiración de los cubanos anre su conducta.r Nada más que ejercían su acción de
clemográficas, económicls, sociales y culturales
natural si hubiera muerro combatiendo conrra España. pero no fue así. y, en menof grado' en la
.rrurr.ru específica en el áreainsular del caribe
vara del Rey fue un militar severo y duro que peleó hasta er final por decir con esto que el Cari-
angosta zona costera de Tierra Firme' Quiero
prolongar, siquiera una horas más, ra dominación españora sobre aquella be ibérico es parte de la AméricaLatt'na' pero también parte de una
cota fortificada de la sierra Maesrra, acosada por tropas cubanas y norre- ja' caracterizada por su importan-
región considerablemente más comple
y etnológico' y por
americanas.
cii comercial y militar, por el pluralismo lingüístico
el carácter repetitivo de la Plantación'
a los propósitos de
Por otro lado, aunque tales caractetísticas ayudan
y Holanda me-
El propósito de dde realce aI luga Áre tm deliberado que en los
alrededores se colocaron, a mmera de
una definición, el hecho de que Inglatena'Fta¡cia -en
que Espa-
nor escala Suecia y Dinamarc a- llegaran allí
adorno mbiental,_ mtiguos cañones áe ,g.1"-, XVtt y Xruft,y en la tore se emplzó ma hermosa y mucho después
]r:
pesada culeb^rina de bronce que llevaba rabrai" la figurá der ,ol
fí"míg"ro d" Lui. iiv yl*i.y."a, q".
da fe de su fundición en las armerías reales de Fraicia. La historia
ie cómo esta -"g.in"" 1i.r" ro. ñayPortugal,ysobretodo,queorientaransusrespectivaseconomíasporlos
parar al pueblo de El caney daría pie para escribir uno de esos ..r"to,
,or.l"r"o.-{".-p*i g"r"."r" caminosmásradicalesdetcapitalismo)adiferenciadelasnacionesibéricas,
sugiere el contacto con el Caribe-

,r
contribuyó a darle al caribe colonial un aspecro heterogéneo. De manera mar ["'] la nacionali-
juntos en el mismo bote, navegando en el mismo incierto
que si bien se consratan ciertas regularidades comunes, cimentadas por y débiles etiquetas compara-
dad y la raza tto son importantes' aPenas pequeñas
experiencias más o menos compartidas europea, desapari- das con el mensaje que el esplritu me Úae;
y éste es' el lugar y el predicamento
ción o repliegue del aborigen, esclaviru-conquista
d afúcana, economía de plan- que la Historia os ha impuesto ["']
tación, inmigraciones de asiáticos, rígida y prolongada dominación el beguine en Martinica' y
Lo ,,i p.i-"ro en la danza l"'f el merengae en Haití'
6sls¡i¿l-, es evidente la exisrencia de factores que le restan coherencia hoy,escucho, dentro de mi viejo oldo, el eco
de los calypsoes de Tiinidad, Jamai-
al área. Guyana ["'] N" es accidental
ca, St. Lucia, Antigua, Dominica y la legendaria
El testimonio de los numerosos viajeros ar caúbe suele aportar una diferencias en el ritmo de
que el mar que sePara vuestras tierras no establece
valiosa información a efecros de precisar diferencias entre los distintos vuestros ao"apor.3
bloques de territorios coloniales. A finales del siglo pasado el historia-
dor James Anthony Froude comenraba: este texto' es in-
Independientemente de los matices entrañables de
a finales del siglo
teresante ver cómo Labat', sagaz observador' esboza
Kingston es la mejor de nuestras sociedades en las Indias occidentares, y Kingston
XVIIlahipótesisdeunacomunidadculturalcaribeña-expresadapor
más allá de las fronteras
vía de la música, el canto, la danzay el ritmo-
no tiene siquiera un buen edificio. La Habana es una ciudad de palacios,
una
poderes coloniales' Es
ciudad de calles y plazas, de columnatas y torres, de iglesias y monasterios.
No- lingüísticas y políticas impuestas por los distintos
sotros los ingleses hemos construido en estas islas como si fuéramos
visitantes deJir, mientras Froude dirige su atención a las
diferencias,Labat se deia
de paso [...] Los españoles construyeron como en castilla; construyeron
con el ganar por las semejanzas'
mismo material, la piedra blanca de cantería que encontraron tanto en er Nuevo Es precisamente la desigual lectura de estas
diferencias y semejan-
que acrúan
Mundo como en elviejo. Los palacios de los nobles en La Habana, la residencia
,ur, o ,i se quiere de estas fuerzas centrífugas y centrípedas
de la región a tomar
[...] y trajeron con
del gobernador, son reproducciones de Burgos yvaladolid
en el Caribe, lo que ha llevado a los investigadores
ellos sus leyes, sus costumbres, sus instituciones, su credo, sus órdenes
rerigio- posicionesentotnoalejeunidad/diversidad,sobretododesdelapers-
que
sas, sus obispos y su Inquisición.2 p".tirru de la cultu ra- lHay que reconocer, sin embargo' -ade-la
más de la violencia restrictiva que impone todo
enfoque binario-
sin entrar de momenro a detallar las causas de esta visible diferencia comparativos que trasciendan una misma zona
lin-
escasez de estudios
económica, social y cultural entre la primera ciudad de una colonia espa-
güística,ydeinvestigu.io"t'decaráct'ermultidisciplinariooglobal'
ñola del caribe y la de cualquier isla vecina administrada por Inglaterra, Por otra parte' la
dificulta un juicio -¿s o menos objetivo al respecto'
expongo a continuación un juicio de signo contrario; esto es, Ia impre- nordeste
plantación en el
presencia en el pasado de fuertes economías de
sión de que enrre los distintos bloques coloniares hay rasgos de impor-
delBrasilyenelsurdeEstadosUnidosnofacilitaladelimitaciónclaradel
tancia que les son comunes. Dice pére Labar: que plantea Ia explota-
área. Tampoco se debe pasar por alto la dificultad
un método com-
ción escalonada de la tigiín,obstáculo que ha sugerido
He viajado por todas partes de este mar vuestro de los caribes, de
Haitl a Barba- parativo que acuda á1 tott¡o no sincrónico de la información
dos, a Martinica y Guadalupe, y sé de lo que hablo
[...] Todos vosotros esráis socioeconómica.a De este modo se podría
comparar la sociedad cubana
plantación' con la de
del siglo XIX, ya dominada por la economía de
las dos con la de Rarbados
saint_i)omingue del siglo XVIII, y cualquiera de

'- Jr.. Anthony Frotde, The English


.
in the \vest Indies. cita tomada de Franklin w, Knight, The }P.Labat.Nouueauxaolagesaaxislesdel'Amérique(Antilles)1693.1705.Ci¡atomadláeThe
CayilLan.
lhe Gelais of a Fragmáted Nationalism, Nueva york, Orfr.¿ U.ir"..;if f,*rr, UZS,
p. 60. Froude escribió este texto en lggg. Mi traducción. Caribbean, P. 189. Mi traducción'
a Tbe Caribbenn'P.x-

t2 t3
algún modelo para ar-
en los finales del siglo xvII, cuando la expulsión de los holandeses del Aquí, en este capítulo, flo me pongo sugerir
Brasil difunde allí la más novedosa tecnología azvcarera de la época. Bl ttlarelCaribe.Miúnicopropósitoesrea|izarunaSueftedeviajede
puntos que' por estar dentro
hecho de que este método haya sido propuesto y convalidado en el seno rcvisitación, o mejor, de escrutinio, hacia
para los que gustan de leer
de la comunidad de especialistas que estudia la región es muy significa- .lel discurso caribeño, suelen ser de interés
tivo. Propone la Plantación como parámetro paru analizar el caribe, al l«rs códigos culturales de la región'
Uno de estos puntos es la polémica
fuerzas centrípedas dominan
tiempo que habla de los efectos contradictorios (o vacíos) que su repeti- cntre los que opinan que en el Caribe las
1o contrario; esto es' la vie)a polé-
ción ha imprimido a rodo el área. Así, poniendo un poco de imaginación sobre las centrífugas yio, qt" piensan
se encuentra el historiador
de nuestra parre, el caribe podría ser visto también como una figura de rnica unidad/diversidad' Entre los últimos
particular es el siguiente:
bordes difusos que combina líneas rectas y curvas, digamos, una galaxia tlominicano Moya Pons, cuyo iuicio sobre el
en espiral en desplazamiento hacia ..afuer¿y universo- que des-
-sl
pliega y dobla su propia historia hacia ,.adentror. Paralamayoríadelapoblacióndelárea,hablardelCaribesólotienesignificado
En todo caso habría que concluir que, a pesar del cuadro de dificul- de geografía' Para la mayor Parte
como algo que es conveniente para las clases
tades que encuenrra el estudio de la región, siempre se puede recurrir a de los pueblos de la región, el Caribe
no existe como comunidad viva' con aspi-
más sensato pensar en va-
alguno de los tres tipos generales de lectura que el caribe propone en la raciones e intereses comunes' En la práctica' Parece
los otros' Aunque se dice con frecuencia
actualidad; esro es, la lectura unificadora d eLabat,la lectura diferenciadora rios Caribes que coexisten unos junto a
modelo' la realidad es.que tanto la
de Froude, y la lectura tipo vía Lácteade caos, donde se detectan regu- que las economlas locales siguen un mismo
laridades dinámicas result¿dq5- dentro del des-orden que existe culturacomolasestfuctufassocialesvaríanconsiderablemente,ylosestilosde
más allá del mundo de -nolíneas predecibles.5 pienso que los tres puntos de vida y los comportamientos políticos difieren
entre sí'6
vista son válidos, y que cada uno de ellos constituye el camino más via-
palabras de Moya Pons'
ble para examinar ciertos aspecros del discurso caribeño. Aquí, en este Pienso que hay mucho de cierto en las
cerca de Francia que
libro, la actitud que se enfatizaes la del lector tipo caos, pero sin ánimo Un haitiano o un martiniqueño se sienten más
de negar o reprimir lavalidez de otras lecturas. si se me reprochara el identifica mejor con Estados Unidos
Jamaica,y un puertotriq"tño
de se
que el panorama cultural
tener una posición demasiado ecléctica al respecro, respondería que sí, que con Surinam. Además, para mí es evidente
es posible entonces ase-
que tal vez sea cierto, pero que no soy el único en tenerla, y me remitiría del caribe es sumamente heterogéneo. ¿cómo
al capítulo 4 de este libro, donde se habla de Fe¡nando ortiz y de su gurar que existe una cultura caribeña?
ruta más ráprda para lle-
posición típicamente caribeña ante el pensamiento científico-social Aunque parezcacontradictorio' creo que la
no es la de la
moderno. gar a definir alguna forma sustancial de 'caribeñidad'
primero, por ejemplo, la que
La complejidad que la repetición de la plantación dife- cultura. Quizá fuera más productivo tomaf
rente- uajo al caribe fue tal que los mismos caribeños,-cad.acaso
al referirse a los propone SidneY'ü(l Mintz:
procesos etnológicos derivados del descomunal choque de ruzas y culturas
que ésta produjo, hablan de sincretismo, aculturación, transculturación, Para empezar, es incorrecto referirse al
Caribe 661¡6 «área cultural'' si por ello
asimilación, deculturación, indig enización, criollización, mestiza;'e enteirdemosuncuerPocomúndetradicioneshistóricas.Losmuydiversosorí-
cultural, cimarronaje cultural, misceginación cultural, resistencia cul- genesdelaspoblacionescaribeñas;lacomplejahistoriadelasimposicionescul-
tural, etc. Lo cual ilustra no sólo la repetición de estos procesos sino de tales sociedades de una verdadera
turales europeas; y la ausencia en la mayorla
también, sobre todo, las diferentes posiciones o lecturas desde las cuales
pueden examinarse.
6 América (agosto' 1979)' p' 33' Mi
Frmk Moya Ponx, «Is there a Caribbe¿n Consciousness?»'
Ver Epílogo al final de este libro, traducción.

t5
54
continuidad de la cultura der poder colonial ha resultado
en un cuadro curturd r¡ri,iatura ¡¡s¡6s en términos demográficos y etnológicos- de las
muy heterogéneo. y sin embargo ras sociedades del caribe
la pd* rrirr'iones
-¿l
europeas que las colonizaron'
bra «sociedad, para referirme a formas de estructura -tomando más razonabh§ de explicar
social y organización ror Oreo, en efecto, que una de las maneras
cial- presentan similitudes que bajo ningún concepro pueden atribuirse en el átea es apallir de la plan-
a unl lrrs cliferencias regulares que apreciamos
mera coincidencia. probabremente sería más correcto (aunque
formarmente dl. rrrción; más a:un, pienso que su presencia
repetitiva Puedetomarse para
fícil de manejar) referirse ar caribe como <<societar arearr,considerando al propio Caribe Ya[uropa, Afriru,
que *u t.st¿rblecer diferencias con respecto
sociedades componentes comparten probabremente
muchos más rasgos socio. Asia, Norte américay Sudamérica. Creo que más allá¿¡,, naturaleza
estructurales que culturales.T índigo' etc'-' más al1¿¿. la potencia
-.tz¡,car, café, tabaco, algodón,
más allá de la épocae¡Oo" constitu-
r .lonialista que la haya fomentado,
A continuación, Mintz ofrece un ensayo que ha lregado dominante en una u otra colonia, la flatrtación resulta
a ser uri t€X- y«,r la economía
to clásico en la bibliograffa sobre el caribe, no ranro por
lo innovador ,,,',od. los principales instrumentos para estudiar el átea, si no el de
como por lo articulador. Después de considerar las en ullarnedida sustan-
diferencias que obser- .tayof importancia. Esto es así porque el Caribe,
va en el área, Mintz lrega a la conclusión de que ra gran la plantación, 1llas coincidencias
d" 1", -uyo.íu , iní, f.r" modelado por Europa pata
naciones caribeñas presenta esrructuras socioeconómicus los distintos¡,riaorios de la
purrrelus entre lristóricas de tipo general que muestran
sí, las cuales fueron determinadas por un mismo
rcgión apafecen casi siempre ligadas a ese
fenómeno destino'Pottales nazoÍtes,
concurrenre:
la plantación. Esto es, independientemenre de que opinar sobre si existe o no una cuLtura caribeña an
la economía de plan- l)arecería prematuro
tación existiese en otras zonas del continente americano,
es sóro en ra ,., d. ."purur las circunstancias que rodearon el desaq¡¡o de la econo-
región del caribe donde sus dinámicas conforman y su impacto en las superficies socLoculturales del
un tipo de inestabili- rnía de flantación
dad socioeconómica cuya morfología se repite, arcaozand,omás
o menos i'rrea, hasta otganizat el discurso de la Plantación'8
vigencia desde los tiempos coloniares hasta la actualidad.
De ahí que,
por vía de este juicio, el caribe pueda ser definido
como ¡ocietal area.
Sin entrar ahora a discutir con más detalre esta manera Le EsPeÑore:
de ver er
Caribe, pienso que hay que convenir con Mintz en PRIMERAS PLANTACIONES
que la plantación
parece ser imprescindible para estudiar ras
sociedades del área. En mi
opinión, sin embargo, la plantación podría resukar historia¿',,n viaje de ob-
un parámetro aún Es curioso que un hombre como Froude,
más útil; podría servir de terescopio para observar por el Caribe y fepresentante de htint.r.r", conser-
los cambios y las con- servación política
tinuidades de la galaxia caribe a üavés de los rentes censurado a sus c0lltpatriotas por no
de múrtiples disci- vadores del Imperio Británico, haya
plinas; a saber: la economía, la historia, la sociología, ,,civilizadoramente' comolos
la ciencia porítica, actuar en las §flest Indies tan españoles de
la antropolo gía, la etnología, ra d,emografía, así como en la cuenta de que las oste¡5161",
diferencias
a ffavés de innu_ Cuba. Al parecer no cayó
merables prácticas, que van desde ras comerciares a
clue veía entre Kingston y La Haba¡a
las militares, desde no-se debíandel tod,o a factores
las religiosas hasta las literarias. pienso que fenómenoseconómico-sociales
er fenómeno de la legada y .íui.o, o administrativos, sino también a
la multiplicación de las plantaciones, por sí solo, en ambas¡*¿udes. El prin-
es el de mayor impor_ que habían repercutido de modo asimétrico
tancia histórica que ha ocurrido en el Caribe, hasra
el punto dá qoe, si no .iput d. etlos, a mi manera de ver, fue la Plantaciónr6 asimetría de
hubiera sucedido, qrizá ras islas de la región fueran
hoy réiricas en que hablo se deriva del lapso de tiempo -alrededor¿tun siglo- que
medió entre el advenimiento de ésta en Jamaicay$uconfiguración
7 sidney vl Mintz, «The caribbean as a socio-curturar Area», cabiers d,Histoire Montriale, rx,
(1966), pp. 914-915. Mi uaducción. 4
dominada por la economía dtpl'**iót'
La mayúscula para indicar la sociedacl

56 ,1
tardía en Cuba. Pero de todo esto se hablará un poco más adelante, ahora
pasemos a recordar el contexto dentro del cual surgieron las más tem-
pranas plantaciones de América.
Las primeras plantaciones fueron fomentadas en La Española hacia la
segunda década del siglo XVI. Tanto Bartolomé de Las Casas como
Fernández de Oviedo dan cuenta en sus respectivas Historias del floreci-
miento de los ingenios azucareros, al tiempo que ofrecen curiosos datos
sobre los inicios de la manufactura. A diferencia de otras iniciativas eco-
nómicas, las plantaciones de La Española surgieron un tanto azarosamente
en la propia localidad. Lo hicieron en un momento de crisis, cuando
agotada la isla de indios y de oro era abandonada en masa por los colo-
nos, incitados por la fiebre de los nuevos descubrimientos y el llamado a
la riqueza que llegaba de México. Los que por alguna u otra raz6n rc-
nunciaron a dejar la colonia, comenzaron a imaginar empresas que les
permitieran subsistir allí. Los primeros proyectos hoy nos mueven a risa
el carapacho de las grandes tortugas para hacer y exportar
-¡¡lliaa¡
escudos de guerra, o bien sembrar arboledas de cañafístolos para inundar
España de la sustancia purgante de sus vainas-, pero alguien se acordó
de la caña de az:úcar traída a la isla por Colón, y empezó a obtener mieles
y azicat mascabado en máquinas rudimentarias. Los detalles de esta gé-
nesis y sus extraordinarias implicaciones literarias se ofrecen en eI próxi-
mo capítulo. Aquí basta con decir que muy pronto la Corona patrocinó
el desarrollo de las plantaciones de azúcat con préstamos, moratorias de
deudas, exenciones de gravámenes, equipamiento manufacturero, aseso-
ramiento técnico y, sobre todo, autorizando crecientes introducciones de
esclavos africanos paru garuntizar su funcionamiento. Habtíaque añadir,
no obstante, que si bien estas plantaciones fueron obra de la iniciativa de
los colonos de La Española, los primeros prototipos habían surgido en el
Levante, cerca de tres siglos atrás, moviéndose hacia el Oeste en la medi-
da que se perfeccionaban y se ajustaban a las prácticas mercantiles ibéri-
cas. En realidad, puede decirse que el último oro de Ia Española fue
beneficiado a través de un modelo de explotaci6n y de organización del
trabajo bastante cercano al de las plantaciones atlánticas.e
t Oviedo ofrece una ilustrativa descripción al respecto. La base de orgmización del trabajo era la
b¿tea, entcndié¡dosc por tal el recipiente que se llenaba de arena o tierra para ser lavada y esl separar el
oro. Una batca suponfa el trabajo de cinco indios: dos «cavadoresr, dos «portadores» y un nlavadorr. Al
micmo ticmpo cl bcneficio del oro exigla la construcción de barracas para los indios e instalaciones
dcdicede¡ r ¡cmbredos, cocina y menutención. Los distintos puestos de mabajo se desempeñaban de
acucrdo con cl rcxo, le cdad y l¿ resistencia ffsica del indio.
plantaciones por la Corona
Alentado y protegido el desarrollo de
ala tietra-' éstas se
veía e¡ellus orf medio de fiiar a los colonos
cañas se molían en dos tipos
de
-que
extendieron con relativa rapidez' Las
poderoso (mo'
animal) y el ingenio
ingenios: el trapiche(movido por fuerza
de azicar a Sevilla co-
vido por Íuerza hidráulica)' Las exportaciones
<<caxeta»' No obstante' cinco añoS
mienzan en 1517 con una modesta
nave cargadacon 2'000 arrobas' f
más tarde llega de La Española una
d" punt' de azicar" '-E¡ 1142
e¡ l525ya se habla dt nt'"' rraos cargada'
lacifra de I' 2 00 toneladas largas'
iu, .*por.u.iones de la isla alca¡zabart La
suma impor talte Parala época'lo
Pronto el número de ingenios en
Española creció de tal manera que
el famoso Alcázar de Toledo fue cons-
impuesto sobre el azicor
truido con el dinero recaudado mediante un
que de la isla llegaba a Sevilla'
que habían seguido el eiern-
Con respecto a otras colonias del Caribe
ingenios en Jamaica ert 1523'Y
plo de La Española, se habla de treinta
en su gran mayoría--
de diez en puerto Rico, ros cuares
-trapiches que hacia la segunda
producían unas 170 toneladas' También'" 'ubt
mitaddelsigloXVllasexportacionesdeCubaa|canzaba¡unpromedio
anual de 460 toneladas'll
Pero la plantación azvcarerano podía
ir mucho más allá" en aquellos
fue muy alto' Los historiadores
tiempos. El costo at o" i"gt"io siempre rrril
de hasta cuarenta y cincuenta
de Indias hablan de ingenios poderosos
de uno de ellos se costeó lafutda'
ducados. Basta decir que con la venta
que el
Santo Domingo' Añádase a esto
ción de Ia segunda universidad de
alrededor de los cien ducados'
precio de un esclavo oscilaba entonces
para realizar las tareas dt 'l
requiriéndose no menos de 120 esclavos sl-
europea de azicar en el
ingenio poderoso' Por otro lado' la demanda
el mercad o crecía sin cesar'
gto XVI era bastante reducida' y la ofertaen no
Ia Península y en otras colonias
Además de los azúcares producidos en
portugal, hay que tener en cve',ta
americanas, tanto de Espana como de
Antiilas a Tierra Firme' En l13l
que el ingenio p^'á -"y Pronto de las
de envergad uta, y en 1160
Hernán cortés tenía en México tres ingenios la
azicar a Sevilia' En el Brasil
el Perú comenzó sus exportaciones de

r0Fern¿ndoOrtiz,ContapunteocubanodeltabuoyelazúcarCaracts'BibliotecaAya"o"So'1978
ll-a Habma, 19401, PP' 371-372' 8'
Nueva York' HarPer
i' E i" willi"* rro* coti*bo§ to C6tro' Tbe History of tbe Caribbean'
",
Row, 1970, P. 27.

;
en las Antillas era bastante
manufactura azücanera, fundada en 1533 , había crecido tanto que en 1 5 84 clel siglo la presencia demográfica del negro
ver cómo Las Casas
existían más de sesenta grandes plantaciones con una producción total ,royo, que la de los colonos blancos' Es interesante
negros que se tra-
de 2.000 toneladas, necesitándose para su exportación a Lisboa los ser- observa conagtd,ezaque, a diferencia de los primeros
vicios de cuarenta barcos. La competencia mercantil se hacía tan agu- ieron a La Española, lo,
qot trabajattanahora en las plantaciones de azú-
El carácter
da que las Canarias, con fletes mucho más baratos que los de América, .o, tno.íu., rápidamente debido a la dsreza de las labores'
ala esfera de la administra-
tuvo que demoler gran parte de sus cañaverales para dedicarse a la pro- represivo profio del sistema pasó enseguida
ducción de vinos. De modo que al rayar el siglo XVII la fabricación de cióncolonial,locualexplicalacrueldaddelasmedidaspunitivastoma-
azicar no era ya el negocio que había sido, y mucho menos en las Anti- clascontralosesclavosdeDiegoColónataízdesurebeliónen1522'
Ilas. Es hacia esa época cuando puede hablarse de una primera y prolon- Es curioso constatat dentro del corto período de bonanza an¡cateraenLa
gada recesiórr azucarera, con la consiguiente pérdida de interés por parte Iispañola la apariciótde ciertas constantes que alcanzaron su punto crí-
logró transfor-
de la Corona en continuar protegiendo la manufactura. Claro, en esto no tico siglos -á, turd., cuando el sistema de plantaciones
o menos generalizado,
puede desestimarse el hecho de que la minería en México y en Perú, a los mar la sociedad colonial del caribe, de modo más
la Planta-
ojos de España, venía a ser algo así como una industria para producir cn lo que llamamos sociedad de plantación o' simplemente'
demanda' compra'
monedas, en la cual las inversiones de capital eran mínimas y cuyo costo ción. Por ejemplo, el ciclo que se refiere al esclavo:
y reemplazo' Esto
de operación era casi gratuito al contarse allí con la servidumbre del in- uabajo,desgaste, fuga, palenque, rebelión, represión
dio. Resultaba lógico para el pensamiento español de la época no conti- cla una idea de tu ,ráto, dinámica y del intenso grado de explotación
nuar invirtiendo recursos destinados al azicar en las condiciones de un 1;ropio de la máquina
plantación' También se observa en las tempranas
una característica común: los ingenios
mercado cadavez más competitivo. Támbién hay que tener en cuenta el i',lu.r.u.io.r., del Nuerio Mundo
irzucaretos, casi sin exclusión, pertenecen a los
funcionarios de la Corona
apego de la Corona a las instituciones feudales, y su política de mantener
a rayala incipiente gestión capitalista de los grupos comerciales y manu- yalosmiembrosmásencumbradosdelasociedadcolonial.¿Dequiénes
poderosos de La Española? De Diego Colón' virrey;
de
factureros, sobre todo en ultramar. Estas causas, entre otras, influyeron cran los ingenios
para que las plantaciones de las Antillas languidecieran. En lo que toca a CristóbaldeTapia,veedor;deEstebandePasamonte'tesorero;deDiego
de Juan de Ampieza'
las islas españolas, no podrá hablarse de un auge az:ucareÍo hasta la se- Caballero de Ia Rosa, regidor de santo Domingo;
regidor de Santo Do-
gunda mitad del siglo XVIII, cuando un conjunto de factores propició la f¿rctor de los Reyes Católicos; de Antonio Serrano'
de Alonso de Peralta'
llegada de la plantación moderna, según modelos preexistentes puestos a mingo; de Alonso de Ávila, contador de la Corona;
funcionar por Holanda,Inglaterra y Francia en sus posesiones caribeñas. chantredelacatedral;deFranciscodeTapia,alcaidedelafortalezade
gerueral' da detalles sufi-
Sin embargo, el breve y modesto boom azucarero de las Antillas espa- Santo Domingo, etc... Oviedo, en stt Historia
ingenios pasaron de pa-
ñolas en el siglo XVI marcó indeleblemente ala sociedad de las islas. cientes para poder afirmar que estos grandes
oligarquía az\rcarera
Según Las Casas, eo 1116 surge el primer trapiche en La Españ ola, y la dres a hi¡or, .onrtituyéndose así una incipiente
y el poder social' En
demanda de esclavos no se hace esperar. Así, en 15 18 España da inicio a que reunía el poder económico, el poder político
poseía tres inge-
la trata en gran escala de esclavos africanos al conceder :una licencia paru Tierra Firme ocurrió lo mismo; ya se vio que cortés
la manufactura
distribuir 4.000 negros en cuatro años, 2.000 de ellos con destino a La nios en México, y hay que señalar que en el Brasil
de laCapitaníade
Española. En 1123 se repite el contrato, y en 1528 se vuelve a repetir. azvcarerase originó tát"t ingenio del gobernador
En 1540, generalizada ya la práctica plantadora, Las Casas estima el San Vicente.
número de esclavos en esta isla en unos 30.000 , y dala cifra de 70.000 Laconcentracióndelpoderazucafefoenmanosdelosfuncionarios
para el resto de las colonias. Aun en el caso de que los números de Las reales o de la colonia,. porque ellos eran los únicos que tenían el
"*plitu para emprender tal empresa' la cual no
Casas hayan sido exagerados, se da por seguro que en la segunda mitad capital y la influencia suficientes

6o
6t
muy
sólo suponía una gran inversión de dinero, sino también conractos en l0 Ahora bien, las características de la producción de cueros eran
tie-
cofte para obtener préstamos, moratorias, maquinarias, tierras, técnico¡ rlistintas a las del azicat. En primer término apenas se precisaban
muchos casos aún no habían
¡ sobre todo, esclavos. Así, las primeras plantaciones del Nuevo Mundo rras, pues el ganado habitaba zonas que en
un ca-
sentaron las bases parala constitución de una sociedad colonial de tipo si.lo tocadas por las ruercedacictnes; en segundo lugar, se necesitaba
masas nutridas, se hallaba al alcance
oligárquico, dependiente de los monopolios comerciales de la Corona, ¡rital mínimo, ya que el ganado, en
incluyendo la uata de esclavos. Esto, como pronto se verá, habría de .l"l luro y de la lanza; por último, como es fácil ver, no se requería gtan-

tener un impacto tremendo en cuanro a condicionar qué zonas geográfi- cles cantidades de esclavos, pues a urrafamtlia le bastaba
un puñado
cas y localidades, y qué tipos de economía y esrratos sociales, act¡arían cle éstos para rcalizar las labores de montería y curtiembre
propias de
como principales superficies generativas de la cultura criolla. la industria. De modo que, a diferencia de la manufactura de azicar' la
empresa casi espontánea, abordable para
Producción de cueros era una
que no
.'ualquier colono de tierra adentro; era una ind'ustria doméstica
de Ca-
Fonuecró¡r requería costosas maquinarias y equipos, ni demandaba técnicos
en la corte o en la admi-
DE LA CULTURA CRIOLLA narias o de Maderas, ni necesitaba de influen cia

nistración de la colonia; era, en resumen, una industria pequeña pero


a ser
Hacia finales del siglo XVI, cuando el azicar enrraba en el período cstable, popular pero jugosa, y como se verá enseguida' destinada
cual detuvo la marcha aceleradahaciala pl¿¡¡¿qi[¡-, concentrado
de retroceso un negocio subversivo. El hecho de que el ganado estuviera
-lo
una nueva economía se iba ofreciendo como salida a los colonos de La lejos Je Ia capital y de las villas principales de La Española' beneficiaba
Española. Esta nueva mercancía era el cuero, cuya importancia militar, a Ia población que residía en la llamada banda nurÍe, qüe
también com-
naval, doméstica y artesanal crecía año a aio, hasta eI punto de que po- prendía las tierras más occidentales de la isla' No obstante esta
ventaja'
dríamos decir que se trataba de un producro ran útil como el plástico de .l uirlu..ri.rrto debió parecer a estos colonos un obstáculo imposible de
real
nuestra época. La Española, al igual que el resto de las Grandes Antillas, superar. Esto se comprende mejor si se recuerda que el monopolio
se hallaba particularmente dotada parala exportación de cueros al mer- de la Casa de Contratación sólo avtofizabaal puerto de Santo
Domingo'
cado europeo. Los varios tipos de ganado que trajera Cristóbal CoIón localizado al sur y al este de la isla, a comerciar con Sevilla.
Así las cosas,
de coram-
habían proliferado a un rirmo geométrico y, protegidos por la escasa los colonos de la banda norte tenían que cafSar con sus atados
a la capital' Esta
demanda de carne que había enrre los pocos pobladores de Ia isla, se bres a través de ríos, cordilleras y bosques, hasta llegar
de la mercan-
hailaban en estado salva;'e dentro de las grandes exrensiones de rierras situación, naturalmente, no sólo dificultaba el transporte
vírgenes existentes. Además, habría que decir que el cuero de esros ga- cía, sino que también encarecía su costo y disminuía el margen de ga-
nados era de primerísima calidad. EI pasto natural de la isla poseía nive- oa¡cia.Comoeradeesperar,lospobladosdelabandanorteelevaronala
en los
les de nutrición mucho más altos que el de los países de Europa, debido Corona numefosas solicitudes para que se autofizara el comercio
a que las tierras no estaban cansadas por la explotación agropecuaria. puerros de la región. Pero las peticiones fueron desoídas, y esto trajo
con
Una mejor alimentación y un clima más benigno habían contribuido a .o.rrigo eI comercio de contrabando, llamado entonces de rescale,
mejorar las variedades ganaderas traídas un siglo atrás, y eso resultaba mercaderes provenientes de las potencias rivales de España'
en corambres más grandes, más gruesas y más lustrosas que las que pu- QueseSepaConCefteza,elprimerodeestosmercaderesfueelcono-
dieran verse en el mercado europeo. Así, al rayar el siglo XVII, los cue- cido john Hawkins, quien entre los brillos de su biografíalleva el bal-
en el
ros antillanos eran tanto o más atractivos que el azicar, la cual todavía dón de haber iniciado en 1561 el contrabando inglés de esclavos
portugueses se
era consumida sólo por una privilegiada capa de la sociedad, y sobre Caribe. No obstante, es muy posible que los negreros
pudo para
todo en tanto producto de la farmacopea. lehayan anticipado. A pesar de que la Corona hizo cuanto

6z 63
que en Ia capital' Era una socte-
muy pronto so- mujer se expresarían con mayor libertad
desmantelar la exportación ilícita de corambres montería, que se movilizaba en
-que asunto fue- dad un tanto ambulante, definida por la
brepasó en importan cia aL trá{ico legal- , sus logros en este al oír el cañronazo de aviso
carretas y caballos hacia cualquier surgidero
ron ,rp..udos ampliamente por los fracasos' La iniciativa de la gente
de
delalgúnbarcocontrabandista.Seguíandíasdeverdaderafiesta,donde
la banda norte efa tal que llegaron a or}afrizaf vefdadefas ferias a las de la vihuela europea y el tam-
italianos, los tratos comerciales se realizaban al son
cuales concurrían mercaderes ingleses, franceses, holandeses, las tabernas de Plymouth' de
que la feria de Gonaives' por bor africano, del romance y los cantos de
portugueses y de otras naciones. Se sabe Lisboa; días donde se bailaba y
La Rochela, de Amberes, d" Gérro"u y de
ejemplo, era atendida con preferencia por estos tfatantes aventuferos' con Ia langosta' donde se fuma-
se bebía, donde se alternaba lavacafrita
que a veces actuaban como corsarios' veces se peleaba a muettetumultuosa'
ba y se itgabayse amaba, y no pocas
En todo caso, puede decirse que la abundancia de ganados' la alta recibía noticia de "corsarios
y la Cuando esto último otrr"íu, el gobernador
demanda del cuero, la expansión mercantil de las potencias rivales saqueada e incen-
Iuteranos, capturados y ahorcados, o de algunavtlla
renuencia de la Corona a conceder libertades comerciales contribuyeron de costumbres libres' bajo
diada por «piratas h","1""' En esta sociedad
rápidamente a conformar un ripo dado de sociedad colonial en las
zonas
de los centfos de poder
el interés común del contrabando y separada
occidental y norte de La Española. Se trataba de gentes emprendedoras' los criollos propia-
las ciuda- colonial por la distancia y las cordilleras, surgieron
en gran medida mestizos y mulatos, que por vivir alejadas de genle de la tierra'
guarnicio- mente di.ho., también llamados significativamente
des estaban fuera de la órbita de la burocracia colonial, de las
localizada eL zo-
grupo social En el marco de esta temprana sociedad criolla'
nes militares y del ojo vigilante de la Iglesia. constituían un
nasaisladasdelasAntillasyd"llitotulcaribeño'elesclavoafricano
de onuevos ricosrr, dentro de la órbita comercial de la Europa capitalis- de formación de las cultu-
cédulas desempeñó un rol activís-imo en el proceso
ta, no previsto en las disposiciones del Consejo de Indias o en las ingenio, el esclavo inscrito den-
ya ras locales. A diferencia del negro de
reales; subsistían de modo autosuficiente, de espaldas ala metrópoli a un régimen de
y tro de la economía del cuero no se hallaba suieto
la capital insular; comían en platos ingleses, usaban cuchillos franceses la posibilidad de aculturar
reclusión y de trabajo forzado,y por tanto tuvo
vestían finas camisas de Holanda; importaban vinos, muebles' herra- tiene en cuenta que en estas
libros al europeo de una formaacentuada' Si se
mientas, armas, efectos de costura y otros muchos objetos, y leían una buena cantidad de
los judíos versa- localidades marginales la población llevaba
.herejesr, incluyendo biblias, que traducían al español autóctonas que habían
sangre taína y prolongaba ciertas costumbres
dos de Flandes. Cierto que también importaban esclavos, pero
no cons-
para adaptarse al medio
de la palabra, es servido a la primer uienerución de colonos
riruían una sociedad negrera en el sentido económico cultural mucho más
físico, es fácil,., q,'I se asiste a un fenómeno
decir, en el sentido que la Plantación le confiere al término. Allí el negro de razas dentro del ámbito
exttemo. compleio que el .",t'ltu"tt del choque
esclavo no vivía en confinamiento, ni eI régimen de trabajo era estas sociedades
en el estrecho y cruel de las plantaciones' Ciertamente'
Además, hay pruebas de que muchos de ellos también se ocupaban también en otros sitios del Cari-
poseye- marginales de criollos
comercio de rescate. Por otra parte, aun en los casos en que no se -presentesarcadia colonial' sobre todo para el
ra legalmen te la tietra,la abierta explotación del ganado en las
sabanas be- no constituyerot' "i-ttg""u
1o suyo' Pero el interplay de
natural esclavo, al fin y al cabo u*utttudo de
cosreras, los bosques y los valles debía de otofgaf un sentimiento más abierto que el
que vincula- pluralismos etnológicos, en un escenario social
de pertenencia, una forma particular de propiedad de facto hizo posible que surgiera
que proveía., lu caiital y las plantaciones'
ba a la persona a la natualeza del lwgar'
aIIíuntipo.racial-genera|izad'odeascendenciataína,eufopeayafri-
En esta matriz socioeconómica las relaciones humanas tenderían a una cultura supersincrética
se unían cana, que.ru r...pio'y difusor alavezde
ser más individualistas, más dinámicas si se quiere; las familias y su inestabilidad;
y Ia caracterizada por su coáplejidad' su individualismo
entre sí por vínculos matrimoniales y de compadrazgo, y el negro

65
64
esto es, la cultura criolla, cuyas semillas se extraviaban en las venat despoblamiento de tres villas de la banda norte: PuertoPlata,LaYagaana
más profundas de tres continentes.12 y Bayajá. Después de un período de espera durante el cual se debate la
Naturalmente, estas tempranas sociedades criollas, oo á.zucáf€rá.s, €o- cuestión efltre los vecinos de estas yill¿5 de Santo Domin-
traron muy pronto en conflicto con la burocracia colonial. No sólo pri- -¡¿¡¡bién
go- y Ia administración colonial, el gobernador Osorio decide marchar
vaban al monopolio de Sevilla de las ganancias derivadas del comercio al frente de una fuerza de arcabuceros para dar cumplimiento a las ins-
clandestino, sino que también trutaban libremente con enemigos políti- trucciones de Ia Corona. Por razones que han quedado oscuras, el celo
co-religiosos de España que cada vez conocían más a fondo las aguas, las destructor de Osorio fue más allá de lo dispuesto por el rey. Además de
costas y las defensas del Caribe. Esta situación de franca rebeldía hacia las tres villas citadas, fueron destruidas Monte Crist¡ San Juan de la
las disposiciones de la Corona tuvo como consecuencia amenazadoras Maguana, Neiba, Santiago de los Caballeros, Anta, Ocoa y Las Salinas.
cédulas reales que ordenaban a los funcionarios coloniales tomar las más La ronda de juicios sumarios e incendios comenzó en marzo de 1605 y
drásticas medidas contra el comercio ilícito. Dado que éste se llevaba a terminó en octubre de 1606. En este período miembros de 82 familias,
cabo con mercaderes .herejesr, las medidas también conllevaban san- incluyendo mujeres, fueron ahorcados, y millares de personas fueron tras-
ciones religiosas. Así, las villas empeñadas en el contrabando fueron ame- ladadas hacia las inmediaciones de Santo Domingo casi sin otro equipaje
nazadas con Ia horca y Ia excomunión, y muy pronto se pasó de las que las ropas que llevaban puestas y el poco ganado que pudieran reunir.
ametrazas a los hechos. Los eventos que desencadenaron tales represalias lJn documento de Ia época relata quejosamente:
resultan tan interesantes dentro de Ia historia carlbeia de esos años que
han merecido poemas, novelas, ensayos y numerosas investigaciones. Aquí [...1 que la suavidad, co¡nodidad y seguridad que se les dio para dejar sus pue-
sólo podremos ver brevemente tres casos, correspondientes a los criollos blos y venir al nuevo sitio fue forzarlos que dentro de veinte y cuatro horas se
de La Española, Venezuela y Cuba. Los sucesos que se desataron allí fue- partiesen con sus ganados; y éstas pasadas, se les puso fuego a las casas, hatos,
ron de tal magnitud que pueden relacionarse con Ia llegada de una se- estancias e ingenios, se les arrancó la 1'uca y talaron los demás sembrados, de-
gunda edad del Caribe, en la cual éste se internacionalizó, dejando de ser jando a ellos y a sus mujeres, hijos chiquitos y recién nacidos en medio de escarnpo,
una región marítima administrada solamente por las potencias ibéricas. a la furia de los aguaceros [...] habiendo de pasar muy grandes y muy furiosos
ríos y caminos y pasos ásperos, difíciles y peligrosos, con el avlo que en veinte y
13
cuatro horas pudieran arrebatar.
CoNrnaseNoo:
REPRESALIAS Y CONSECUENCIAS En esta extrema represalia, conocida en la historia local pot lds
perdieron 100.000 cabezas de ganado, 15.000 caballos y
deuastaciones, se
En 1603 llega a Santo Domingo la respuesta terminante de Felipe III al un ingenio. Pero, sobre todo, se perdió casi la mitad del territorio de La
asunto del contrabando. La cédula real dispone Ia destrucción y Española, el cual quedó desierto y a la libre disposición del que quisiera
desembarcar allí. Esta situación hizo posible que numerosos esclavos fu-
r2 Para eyitar confusiones en cuanto al uso que doy a los términos ncultura criolla, y «criollo», ofrezco gitivos y grupos de aventureros internacionales se asentaran ert la zor'a,
la siguiente aclaración. En el contexto de este capítulo, el adjetivo ocriollo, tiene una connotación bási- para reanudar por su cuenta el negocio del cuero. Son los conocidos
camente cultural y se aplica a los nacidos en América -sean de ascendencia aborigen, europea, africana,
asiática, o productos de cualquier tipo de mestizaje o misceginación- que hablen la lengua oficial de la bucaneros, quienes muy pronto se hicieron fuertes en el islote de Tor-
colonia. No obstante, en ningún caso uso la palabra ucriollo» pua designar al grupo que ya experimenta
el deseo de la nacionalidad, en el cual intervienen factores más complejos no sólo de índole cultural, sino
tuga, frente a la costa noroccidental deLa Española, fundando así la
también de orden polltico, económico y social. Así, veo la necesidad de diferenciar una cultura ucriollar, saga piratesca del Caribe. Tiempo más tarde, estos territorios fueron
cxacteÍiztda por su costumbrismo local, de otra «nacionalr, en la cual un gruPo logra que sus deseos
trasciendan su minúscula patria lugareña y constituyan prte del interplay de deseos a escala de la gran
patria nacional. Ver mi artlculo nLa cultura criolla en Ctba»», La Literatara del Caribe, Gertrudis Gavidia,
ed. Número especial á,e Actual,30 (1995), pp. 59-73. 'r CitatomadadePedroMi¡ Elgranincendio, SantoDomingo,Taller, 1974, pp. f07-108.

66 61
controlados por Francia, siendo cedidos a esta nación por España según establecimientos no ibéricos en el Caribe surgieron en los dilatados del-
Ias provisiones del Tratado de Ryswick (1691). Allí surgió Ia famosa Saint- tas del Orinoco y del Amazonas, aunque clafo, no podían constituir nada
Domingue, que muy pronto alcanzí a ser la colonia de plantación más rica permanenre y apenas subsistían el tiempo necesario pafa ]ufia cosecha.
del mundo, hasta su liberación en 1804 bajo el nombre de Haití. uno de estos mercaderes, un inglés llamado Thomas §(/arner, concluyó
La destrucción y el despoblamiento de las villas de la banda norte no que el litoral sudamericano resultaba demasiado peligroso y se lanzó a
es sólo la represión colectiva más dura emprendida por España contra explorar las Antillas Menores. Estas islas y bautizadas
-descubiertas
sus propios colonos en cualquier lugar de América, sino también la más por colón en su segundo viaje- no habían sido colonizadas por dos
injusta. Cierto que al ver incendiadas sus casas y haciendas un nutrido razones: en primer lttgar carecían de metales preciosos y de bancos de
grupo de criollos esclavos- ofreció resistencia en el valle perlas; en segundo lugar, estabanhabitadas por los caribes, tal vez los
-incluyendo
de Guaba a los soldados del gobernador, pero al mismo tiempo el azar aborígenes más combativos y fieros de toda América. Los españoles so-
proporcionó la oportunidad de que éstos dieran prueba de su fidelidad a lían llamarlas islas intitiles, y sólo eran visitadas ocasionalmente por los
España. Ocurrió que toda una escuadra holandesa que merodeaba la cos- barcos de las flotas parahacer aguaday leña. §(/arner, por su parte, sólo
ta propuso a los rebeldes el apoyo de sus hombres y cañones, a condición estaba interesado en sembrar tabaco y estimaba que en una isla de las
de que aceptatan ser súbditos de Mauricio de Nassau. La respuesta de los más pequeñas podía hacer frente a los caribes. En medio de sus explora-
criollos, a pesar de su debilidad militar, fue una firme negativa. Como ciones, un buen día desembarcó en las playas de san cristóbal st.
-hoy
y numefosos manan-
colofón a este episodio de las devastaciones, habría que decir que Ia colo- Kitts-, y comprobó que allí había uerras fértiles
nia demoró siglos en reponerse de las adversas consecuencias económico- tiales. Esto ocurrió ert 1622, y tras dos años de labor organizativa en
sociales que produjo el incidente. Londres, en los cuales fundó una compañía colonizadora, regresó a st.
Paralelamente al contrabando del cuero, había surgido entre los crio- Kitts con un grupo de gente emprendedora. A los pocos meses arú66 a
llos de Venezuela el tráfico ilícito de tabaco. De modo semejante al de La la isla un corsario francés cuyo buque estaba a punto de naufragar, y
Española, aunque no tafr radícal,la Corona ordenó proceder con la ma- también resolvió asentatse altí. El breve territorio de St. Kitts fue ami-
yor severidad. La medida que se tomó fue directa y expedita: quemar los gablemente dividido entre ingleses y franceses y, resuelto el problema
sembrados de tabaco y prohibir terminantemente su cosecha, a despecho de los caribes, devino en la primera colonia no ibérica de la región. Na-
de la pérdida comercial que esto implicaba. Con la ejecución de tal me- ruralmenre, la iniciativa de §Tarner fue muy pfonto emulada. Hacia1630
dida la Corona esperaba ahuyentar a los mercaderes extranjeros de las el nordeste del Brasil y todo el puente de islas de mil millas de extensión
costas de la colonia, y en efecto así fue. Sólo que entonces la
"fiebre
del que conecta a venezuela con Puerto Rico estaban en manos de Inglate-
tabaco, se desató en la vecina isla de Trinidad, excluida de la cédula real. rra,Francia y Holanda. Ése fue el precio que pagó España menor
-en
Se sabe que hacia 1607 no menos de veinte barcos catgatorr tabaco ilícito medida Portugal- por mantener un monopolio comercial obsoleto, por
en Trinidad, y 9ue un año más tarde el número había crecido a treinta. no saber apreciar el valor comercial de estos territorios y por quefef apaf-
Támbién se sabe que hacia 1611 se consumían unas 200.000 libras de tar a los criollos caribeños de las iniciativas capitalistas. Muy pronto
tabaco ilícito en Inglaterra,Francia, Holanda y Alemania, dándose por sevilla y Lisboa, que en el siglo XVI habían sido centros activos de ex-
sentado que la demanda crecería sin cesar. Sin embargo, por esa época, pansión del sistema mundial eufopeo, pasafon a ser ciudades interme-
sólo 6.000 libras llegaban a Sevilla a través del comercio legal. diarias contfoladas directa e indirectamente por el capital mercantil de
Cuando la situación en Trinidad se hizo insostenible por las recu- otras naciones.ta Las grandes riquezas de América que llegaban a los
rrentes medidas represivas, los mercaderes extranjeros decidieron insta-
larse por su cuenta y riesgo en ciertos parajes del litoral con la finalidad 14 fjso el término nsistema mundial europeo» según el juicio de Immanuel §Tallerstein, es decir, el
de sembrar la codiciada planta. Así, puede decirse que los primeros escenario económico internacional fo"or-", cierias ciudades de Europa donde apareció el capitalis-
"or
mo. ver su libro The Modern world system L Capitalist Agricubure centurY, Nueva York, Academic

('»fl 6e
muelles ibéricos eran en el acto transferidas a prestamistas y mercaderes Antes habúa que decir que la cultura criolla propia de Cuba se gestó
de Alemania,Italia, Flandes, Francia e Inglaterra.Laépoca de la Penín- en la región oriental de la isla, en íntima conexión con la de la banda
sula había pasado, y en adelante sus territorios ultramarinos, en los cua- norte. De manera semeiante a 10 que ocurriera en La Española, el único
les no se ponía el sol, fueron explotados sin saberlo sus habitantes pof puerto de Cuba aLltorizado para comerciar era eI de La Habana, lo cual
capitales extranjeros que sólo dejaban al mundo ibérico las migajas.rs marcatía también diferencias visibles entre las regiones occidentales y
En lo que toca ala cultura criolla de que he hablado, es fácil ver que, orientales de esta coloflia. LaHabana, por su proximidad a la Corriente
al ser desarticulados y reprimidos los grupos sociales de donde había clel Golfo y por estar situada frente al Estrecho de La Florida
-entonces
emergido, su transformación se hizo más lenta y sus diferencias menos el mejor paso para salir al Atlántico-, entró en el sistema de flotas,
radicales. Esto ocurrió, por ejemplo , enLa Española. Allí las devastaciones reuniéndose allí los galeones de México, Portobelo y Cartagena que em-
frenaron el ritmo de transformación económico-social de la colonia al prendían el viaje de regreso a España. Su veloz crecimiento comercial la
tiempo que suprimieron la influencia cultural de los mercaderes extran- llevaría a ser Ia ciudad más visitada del Caribre. Las regiones orientales de
jeros. Pero, sobre todo, al resultar disminuido el número de esclavos por Cuba, sin embargo, presentaban otro cuadro. Excluidas de los beneficios
su fuga masiva hacia las regiones devastadas, los componentes africanos del gran comercio y separadas de La Habana por centenares de millas de
en el interplaycultural se debilitaron y perdieron prestigio, hasta el pun- cerrados bosques, iniciaron una economía ganadera de contrabando pa-
to de que fueron dejando de ser reconocidos como reales. La ocupación ralela ala deLa Española. Así, los pobladores de Bayamo y Puerto Prín-
haitiana en los tiempos de Boyer contribuyó también al rechazo del ne- cipe del comercio ilegal- se sentían mucho más ligados a los de
-sedes
Bayajá y LaYagtana, en La..Española, que a los españoles y criollos que
Bto, y con el tiempo la población de la parte oriental de la isla
República Dominicana- empezó a explicar su color más o menos -hoy
mo- residían en la región occidental de Cuba. Esta relación también puede
reno a través de un imaginario mestizaje de tipo fundacional con el in- establecerse con respecto a los criollos que habitaban enla costa norte de
dio. Es sólo muy recientemente cuando este arraigado mito de Jamaica, igualmente empeñados en el contrabando. En realidad puede
.,blanqueamiento, ha comenzado a desmantelarse.16 Sin embargo no su- decirse que toda esta población insular, distribuida al oeste, al este y al
cedió así, por ejemplo, en Cuba. Allí las represalias de la Corona coltra sur del Paso de los Ventos, constituyó criollo propiamente dicho.17
1o

el comercio de rescate, si bien no menos drásticas en su intención, care- En el caso de Cuba, los naturales de las comarcas orientales eran
cieron de efectos prácticos debido a curiosos sucesos que veremos en tildados por la burocracia colonial de herejes, levantiscos, rescatadores,
breve. vagos, viciosos, etc. Lo cierto es que en 1604, al conocer las duras medi-
das tomadas por la Corona para erradicar el contrabando, los criollos de
Bayamo eligieron la rebelión como forma de protesta. La respuesta ofi-
Press, 1974, pp. 15-63. §l'allerstein orgmiza el sistema mundial europeo sobre la base de un pequeño
cial fue rápiáay terminante: condenas alahorca, excomuniones y despa-
nricleo o core, vnawsta periferia y una semiperiferia de mediano tamaño.
La funcionalidad de esta clasificación fue reconocida, en lo básico, por Fernand Brawáel en The cho por mar de soldados y magistrados a la región. Con objeto de evitar
Perspectiue of the World, Siin Reynolds, trad. Nueva York, Harper & Row, 1984, Le Temps du Monde,
París,1979. Braudel prefiere sustituir «el sistema mundial europeo>r por <<las economías mundiales euro- hechos de sangre, el obispo Cabezas Altamirano decidió también viajar a
peas" -término menos totalizador-, advirtiendo que éstas conectaron el mundo a distintos niveles, por-
Bayamo. No alcanzó allegar a la ciudad. Fue capturado por un corsario
tando cambios tecnológicos, sociales y culturales de extraordinaria importmcia (pp.21-45).
1t Acerca del control que los genoveses ejerclm sobre el tráfico americmo, yer nueva información en hugonote que bloqueaba la boca del río Cauto, quien [o mantuvo se-
The Perspeetiue ofthe Vorld, pp.164-173.
16 Franklin J. Frtnco, Los negros, los maktos y k Nación Dominicana (Santo Domingo: Editora Na- cuestrado hasta que un mercader italiano, cuyo barco estaba fondeado en
cional, 1970), pp. 47-49. Ver también Doris Somme¡ One Master for Another (Lmtham, Maryland: las proximidades, tuvo el gesto de adelantar el dinero del rescate. Libre
University Press ofAmerica, 1984). Sobre todo el capítulo 2 (pp.5l-92), en el cual Sommer ofrece una
lectura de la novela Enriquillo (1882), de Manuel de Jesús Galván, donde se pone en evidencia el deseo ya el obispo, los criollos ven la oportunidad de congraciarse con la
de los dominicanos de legitimar su genealogla nacional por vía exclusiva de una síntesis hispano-abori-
gen, no reconociendo, dentro de las estrategias populistas que hablm de patria, historia, herencia cultu-
ral, rna, etc,, la decisiva participación del negro en el proceso de la formación del deseo de la Nación
Dominicana. 17 Ver para el caso de Puerto Rico el capítulo 8 de este libro.

1o 7r
llor¿ locales. Por esta fecha surge el culto supersincrético de la virgen
de
Iglesia y, proclamando su decisión de vengar la afrenta, organizan
fundir los cultos
tropa multicolor de indios, blancos y negros que logra matar al corsari l¡r (,aridad del Cobre, el cual, según vimos, se propone
(yoruba) Nuestra Señora, constituyendo tam-
Como era de suponer, el obispo intercedió ante Felipe III para que .lt' Atabey (taíno), Ochún y
lrión una remprana muesrfa del deseo integracionista de lo criollo.le
se-
donara a los criollos, y su gestión tuvo el mejor de los éxitos. Esta ci
se les apafeció a tres hombres humildes
cunstancia dio por resultado que las villas contrabandistas del orienre ¡qún la tradición oral, lavirgen
en la
Cuba no sufrieran un casrigo semejante al infligido por Osorio en , ,,yu bot" ., taba apunto de naufragar en medio de una tempestad
banda norte de La Española. Los habitantes de la región siguie Nipe, salvándolos milagfosamente de perecer. Laimaginación
lrrrlría de
trío "los tres Juanes' Criollo'
contrabandeando más que nunca, y el tipo de sociedad que generó 16 ¡r0pular habríade nombrar a este -Juan
de la Caridad repre-
economía del cuero subsistió hasta bien entrado el siglo XIX. Sus com. It,nn Indio y Juan Esclavo. De este modo la Virgen
s(,nró desde el inicio un espacio mágico o tfascendental al cual
se conec-
plejas formas culturales también perduraron y, unas veces acercándosc
entre sí y otras alejándose, constituyeron una prolongada cultura criolla. rirban los ofígenes eufopeos, africanos e indoamericanos de
la población
Como se sabe, el secuestro del obispo y el combate conrra la tropa ,lc la zo¡a. El hecho de que los tres hombres llevaran el nombre de Juan,
por
del corsario francés dieron pie a Silvestre de Balboa origen canario, r¡ue estuvieran juntos en el mismo bote y que todos fueran salvados
-de
escribano de Puerto Príncipe y casado con la hija de un cacique ¡aiyls- 1,, vlrg"., prestaba a comunicaf mitológicamente el deseo
se
popular de

para componer el poema Espejo d.e paciencia. Es ahí donde aparece escrita ,,tlca¡zaruna esfera de efectiva igualdad donde coexistieran sin violencia
por primera vez en Cuba la palabra ,.criollor, aplicándose al héroe de la lrrs diferencias raciales, sociales y culturales creadas por
la conquista, la
pieza, un negro esclavo llamado Salvador.ls Las condiciones de igualdad r olonización y la esclavitud. Este espacio
puede verse a lavez en
-que poética-
racial en que las filas locales pelean contra los franceses ¡ sobre todo, el rc;rminos de uropía a conseguir o de paraíso perdido a fecupefar
hecho de que se premie a Salvador con la libertad por haber derrotado ntente- eS repetido una y otfa vez en las diversas expresiones que Se
personalmente al corsario, hacen de este texto el primero en expresar rcfieren a la Virgen, tales como imágenes, medallas, estampas' litogra-
dentro de la literatura del Caribe un deseo de igualdad racial, social y l'íirs, oraciones impresas, canciones, poesía popular e incluso
tatuajes'
cultural que probablemente ya se articulaba en todo el área costera del Habúa qtJe agregar que de la literatura y de las creencias
-además
Paso de los Vientos. Es también oporruno recordar que, acompañando al rcligiosas- la cocina popular también expresa este mismo deseo de in-
ajiaco'
texto del Espejo de paciencia, iban en el manuscrito seis soneros de otros tcgiación. El plato más antiguo y prestigioso de Cuba' llamado
(maíz'
poetas lugareños, en los cuales se habla de .esre soneto criollo de la l,,gru ,rn espeso caldo de mucho sabor con productos indígenas
tierra...>>, «vengan a Puerto Príncipe cristiano/ y gozarán de un nuevo ¡rapa, malanga, boniato, ytca,
a)í, tomate), europeos (calabaza' tasajo'
paraíso...r, .fortunadas islas bellas...rr, ,,1¿ patria amada...rr,,,Dorada (arnes frescas de res, puerco y gallina) y africanos (plátanos y ñames)'2o
isla de Cuba o Fernandina/ de cuyas altas cumbres eminentes/ bajan los Pero las muestfas más importantes de la cultura criolla hay
que buscar-
a finales del
arroyos, ríos y fuentes/ el acendrado oro y plata finar. Esto indica que el las en la música popular y en la danza' Su emergencia ocurre
poemd de Silvestre de Balboa no debe tomarse como un caso aislado, siglo XVI, apartír del interplay de componentes europeos y africános' y
junto con la profesión de músico'21
sino como una muestra de cierta literatura que se cultivaba e¡ la zona 1',ron.o viajande oriente a occidente,
Il*portudu, a Sevilla por el puerto de La Habana' es muy probable
que
oriental. Thnto en el Espejo cle paciencia como en los sonetos que Io acom-
pañan hay un deseo por la nataraleza de la isla. No se habla en ellos de
,,, sobre el lugaf que ocupan e¡ el mito la virgen de la caridad, el Espejo, de Paciezrr y los sonetos de
España, sino de Cuba, de Puerto Príncipe, de Bayamo, de Yaru y rrr"r,.l.r"ap.i*J"t ,o..st" "rsayo de José ju11-Ar1o3a"La virgendel cobre:-leyenda y símbolo

Manzanillo, del criollo, de las sierras y ríos de la región, de la faunay la .¡,Jm,, "ri éertid.unbre de A*¿i¡"o Gtí"driÁ, Editorial Gredos, t97t), nl-os pp. 784-214..
factores humanos de la
;;"'":;r; i.-.igrifi"r"ióo del r¡i."o en lo cubano, ver Femndo Ortiz,
Reulsta
crrbanidad,, 'c-p Bimestre Cubana'XLY' 2 11940)' pp' 161-186'
rB En La Española aparece en I 598 para designar a un jefe de cimarrones: ;;'-- nf entier, La -i¡rn cuin (vl¿tirit\ondo de Cultura Económica, 1972 (1946) '
Juan Cri ollo.Yer Los negros, "i" "o
los muhtos y h Nación Dominicana, p.42. pp. 4r-42.

72 11
lo proyec-
hayan sido las antecesoras inmediatas no las mismas- de danzag timitó a repetirlo tan sólo entre los cubanos, sino que también
patna conti-
conocidas en Europa con los nombres-side zarabanda, chacona y otros. ú haciatoda Hispan oamérica proponiendo la idea de una
nental mestiza. Por otra parte,ya en nuestra época' es
fácil reconocer
Pero de esto se volverá ahablar poco más adelante. Ahora lo importante
la Virgen en las obras
es señalar que, tras las devastaciones en La Española y la toma de una lectura previa del poderoso mito matriarcal de
Jamai- §Tilfredo Lam' AIe-
capor los ingleses en165S,lazonaoriental de cubaquedó enlapráctica cle Fernando Ortiz,Lyáiu Cub'"ra, Amadeo Roldán'
inte-
como el único asiento acrivo de la cultura tipo Paso de los vientos. Allí, jo Carpentier, Nicolás Guillén, JoséLezama Lima y otros muchos
posibilidades
Iigada a Ia economía ilícita del cuero, produjo norables manifesraciones lectuales y artistas cubanos que descubrieron las enormes
religiosas, literarias, musicales, danzarias y culinarias. Reconociéndose a culturales que entrañaba su interplay afroeuropeo'
sí misma como ocriollarr, se extendió por toda la isla al tiempo que enri- Entrelostextosescritosporlosnumerososvia)erosaCuba'heen-
Americana, que alcan-
quecía st interplay con componentes típicos de otras localidades, sobre contrado uno del francés Julien Mellet, llamado El
za a describir con suficiente detalle el ámbito
sociocultural en el que se
todo de LaHabana (por ejemplo, el culto a laVirgen de Regla, el cual
del siglo XIX;
trata de reconciliar al orisba Yemayá con Nuestra Señora). movían las viejas familias de tierra adentro a principios
A pesar de la importancia individual de esras manifestaciones estoes,antesdequeelsistemadeplantacioneslasincorporaraolas
supersincréticas en lo que toca a puntos generativos de diversos discur- echaradellugar.Eltextoserefierea|aregilnorientaldelaislaque
cuero y del contra-
sos culturales, pienso que su mayor contribución reside en que todas fuera tres siglos atrás el enclave de la economía del
ellas portaban el deseo de alcanzar el estado de no violencia racial, social bando.
y cultural que hemos estado observando. Este deseo continuó repitién-
o cuarterones y tienen costumbres
dose en cuba durante la etapa de apogeo de lo criollo y debe de haber La mayor parte de los habitantes son mulatos
contribuido en mucho a la formación del deseo de la nacionali dad, ya irregulares[...]Bayamoesunaciudadedificadaenunllanoencantador,fértilde
además' produce mucho maíz'
que hablaba de una patúá justa para todos y portaba un proyecro utópi- algodón, caña de azlcat,café y tabaco' Este llano'
co de coexistencia que compensaba la fragmentaria, inestable y conflic- IegumbresplátanosyunPocodearroz.Secosechatarnbiénmuchoyarelf...)
tiva identidad antillana. Debe de haber sido particularmente útil durante 'Estas.hojassonmuyestimadasyseempleanenlaconfeccióndesombrerosy
esteras para el lugar, de gran precio ["'] Las mujeres son muy bonitas' se visten
las Guerras de Independencia, pues no sólo ayudaríaa que negros y blancos
de que hablaré más
pelearan juntos conrra un enemigo común, sino además a que hombres muy bien y con tanta o más elegancia que en la capital'
muy a menudo ["'] Su mesa
de color desempeñaran altos mandos y cargos en el Ejército Libertador y adelante; pero tienen el defecto de beber y fumar
en la República en Armas. Es muy significativo que, enrre todas las es, en verdad, muylimpia y bien provis'ta de platerla; Pero en Yano se buscará
se reemplaza por el
instituciones cubanas, haya sido precisamente Ia Asociación de vetera- objetos más agradables, es decir, pan y vino' El primero
y otras raíces del país, mechadas o asadas' y Por arroz cocido con gran
¡ss gran mayoría de los combatientes conrra España era gente de casabe
-l¿ la que propusiera y lograra a la postre que la
6sfe¡- cantidad de pimienta molida ['..] Después de esto se
sirve otro plato, cuya sola
Virgen de la Cari-
vista basta para disgustar al que no tiene hábito de
comerlo' Este gran plato
dad fuera reconocida por el Vaticano y por el Estado como patrona Na-
pedazos de carne salada' co-
cional de Cuba. Para los viejos soldados Ia Virgen, en su rol de Gran consiste en raíces de batata, plátanos' con algunos
la cual se sirve en hermosos
Madre mulara, era una representación de la pattia blanquinegra mucho cido todo junto [...] El vino se reemplaza con agua'
jarros ingleses [...] Después de la comida los esclavos traen café
y tabaco' y
más completa y directa que las abstracciones del escudo y la bandera de
entonces, todos fumando, continúan bebiendo hasta
el momento de hacer la
la nueva república. También es muy significativo que previamente, ya
dentro del mundo de las ideas políticas, esre deseo de integración etno- siesta [...] Al cabode dos o tres horas despiertan yvuelven a fumar' Momentos

patriítica fuera asumido por José Martí. Como se sabe, Martí no se

75
74
preparado
en los mejores estimados que se han
después se sirve café, el cual es preciso tomar para no ponerse en ridlculo, Los resultados han de ser vistos
en La Española' Éstos sitúan la población
inmediatamente las niñas de la casa comienzan a tocar la guitarra y a cantar sobre la tendencia de la población
1508 el número fue reducido a 60'000;
nes bastante indecentes. Así pasan su vida la mayor parte de los habitantes.22 en t49|entre 200'000 , fOO'OOO' En
en 1510, a 46.000; en l5l2' a 20'000;
et !514' a 14'000' En 1548 Oviedo

de Pura estirPe'23
Más adelante, Mellet habla del gusto de los criollos por los juegos dudaba si aún quedarían 500 indios

azar y hace una detenida y crítica descripción de las festivas peregri


no se limitó a La Española' La
ciones alaermitade la Virgen delaCaúdad. Los reproches que el viaj Por supuesto, esta calamidad étnica
en muy po-
de las Bahamas desapareció totalmente
le hace a las costumbres de la gente del lugar son el mejor crédito q ¡u,trlución aborigen esclavos; Cuba tam-
para captÜrar
éstas pueden recibir, en cuanto a su criollez se refiere. Mellet juzga lt r «rs años, víctima de las expediciones
que otras islas y cosras
cultura criolla desde sus propios valores europeos y no comprende lol bién sufrió estas expedi.io.r.r, al igual
fenómeno particular del
hambre in-
misterios del ajiaco ni sabe apreciar la gloriosa combinación del café y el r «rntinentales, y además padeció el
que le dedicaran tiempo a sus
,

tabaco, que pronto habría de difundirse por el mundo. Pero, sobre todo, ,ltrcida, al prohibírsele a los aborígenes
que observara Las Casas en Cuba
no comprende una manera de vivir más libre, to:rás al natural, al margen scmbrados. La catástrofe demográfica
y se erigiera en el defen-
de las convenciones moralizantes del cristianismo a la europea, de los li¡c la causa de que renunciara a su encomienda
sucesión de los días'
códigos de buenas maneras y de las profundas tensiones que separaban sor de los indios, ctrya tazaveía desaparecer en la
tuvo por consecuencia
en Europa a los miembros de una misma faml7ia, atendiendo al sexo, a la El veloz aniquilamiento del indio antillano
el testimonio de sus
edad y al grado de parentesco con respecto al jefe. De ahí que censure el
quedaranvacías;es-decir'.islas donde
(lLre las islas
en las primeras crónicas de la
comportamiento social de las "niñas" y de la mujer criolla, sin advertir iultiguos pobladores había que buscarlo
que designaban toponimia'
que éste entrañaba necesariamente un factor de resistencia al discurso conquista y en ciertas palabras aborígenes
de medio siglo'
tl,,ra y no conocidos en Europa' En cosa
fawna,y obietos
patriarcal de Occidente, puesto que lo criollo, en esa región de Cuba, pobladas por gentes de
había surgido de entre los brazos de una madonna mulata y democrática. ItrsAntillas Mayores quedaron definitivamente
relaciones económicas
i;-* y de Aáica,dt dift""tts culturas' cuyas
de dar forma a la sociedad colo-
baio el designio metropolitano habrían
Er cnrorro TNSULAR nial sin la presencia viva del indio'
de la América española fue otra'
Y EL CRIOLLO CONTINENTAL La situación en Ia parte continental
S«rbre todo en los altiilanos
de Mesoamérica y Suramérica' donde exis-
regadío densamente pobladas'
con un notable desa-
El criollo en las Antillas Españolas no fue eI mismo que en Tierra rían ciailizaciones de
que las sociedades autóctonas
Firme. En las Antillas no fue preciso deculturar al indio; éste desapare- rrollo urbano, y -"th"o más jerarquizadas
y de las primeras décadas
ció entre la servidumbre de la encomienda, las matanzas,las hambrunas, tntillanas. Aunque el impacto'de la conquista
millones de muertes' los territorios
Ios suicidios en masa y las enfermedades contagiosas traídas por los con- tle colonizac i6nhabtíade ocasionur
no quedaron despoblados' Allí et
indio sobrevivió' y lo hizo llevando
quistadores, ante las cuales su organismo carecía de defensas. Sobre la
tradiciones de sus distintos pueblos'
rápida despoblación aborigen, dice Eric \Williams basándose en Las Ca- clentro de sí muchas de las antiguas
sas y en Oviedo: liueprecisamentesutenazfesistenciaculturalloquemotivóalaCorona
¿Conducirunavastaeintensacampañadecristianizaciórt,adiferencia
sin saberlo los indios antillanos'
cle los bautizos en masa que recibieron

" Julien Mellet, Voyage dans l'Amérique Méridionale, a I'interieur de la C6te Ferme et aux isles de
Cuba et de la Jamaica, d.epuis 1808 (Agen: P. Noutel, I 824). Ver Antonio Benítez Rojo, «Para una valo- Mi traducción'
)' From Colunbus to Castro, p' 33'
ración del libro de viajes y tres visitas a Santiago,, Santiago,26-27 (1977), pp.280-282.

11
76
su función administrativa hacia un
En México y en Perú, sobre todo, se intentó la deculturación del indíge- económico y religioso, que irradiaba
na a fin de que participaru como fuerza de trabajo dócil en el proyecto número de súbditos q,. t*t"aiu al de muchas naciones europeas' Su
económico-social de la colonización. Así, los templos y palacios aztecas gestióneconómicanoestabaencaminadaprefefentementealaexporta-a
en el Caribe' sino
fueron demolidos, los libros pintados de los mayas fueron quemados, la ción de productos de plantaciones' como-ocvrría
metales preciosos de los abundan-
estructura agraria de los incas fue desmanteladay la encomienda se con- extraer la mayorcantiiad posible de que
las minas no trabaiaban esclavos
cedió con carácter heredirario por una, por dos y hasta por rres genera- tes recursos mineros existátes' En
que eran enrolados a través de la
ciones. Los tribunales del Sanro Oficio, no conocidos en el Caribe, acruaron había que comprar; ttabaiabanladinos
transformaron en un
allí severamente contra los sospechosos de practicar viejas .idolatrías, o ruita, institttción indígena que los colonizadores
cual no se volvía' Por otra parte'
nuevas "herejías". Las órdenes religiosas, encargadas del trabajo sistema rotativo d" trubu¡o forzado del
en México o en el Perú no esta-
deculturador, entraron en posesión de campos y poblados, enriquecién- la situación económica de un hacendado
monoproductora' exportadora
dose de tal modo que llegaron a suscirar la envidia de los reyes espa- ba relacionada con un tipo de agricultura
con una agricultura apenas
ñoles. y dependiente de la uata d'e esclavos' sino pago
de servicios personales y en el
Ciertamente, en los grandes virreinatos continentales hubo esclavi- exportable y basada en la prestación
las aldeas de ladinos que se ocupa-
tud africana, pero el negro fue poco a poco asimilado por las masas de de tributos en especie por parte de
ladinos.2a Por otra parre, la plantación ejerció una influencia bastante ban de los cultivos.
gt ¿t suponer que los hacendados de los grandes
a la metrópoli, como
limitada en estas grandes colonias, en las cuales primaba más el factor virreinatos no Se Sintieran demasiado vinculados
del Caribe' Se trataba de baro-
de poblamiento que el de explotaci6n.25 La pomposa ciudad virreinal era el caso de los plantadores esclavistas
la descripción que hace Bernardo de Balbuena en su Gran- nesdelatierta,ensumayoríadescendientesdeconquistadores'quedes-
-recuérdese eran desdeñados por éstos'
deza ruexicand- eta, en primer lugar, un centro de poder político, deñaban a los funcionarios reales y alavez
las leyes que abrogaban por los
Fueron ellos los primeros en desconocer
24 De latinos, indotmericmos que hablm español; también fue aplicado a los negros. El término es derechos humanos del indio, y los
primeros en rebelatse contra las dis-
de terratenientes y
posiciones reales que afectaban sus intereses
usado por Darcy Ribeiro en As América e a Ciailizngao (Rio de Janeiror Civilizaqao Brasileirt, l97O),
pua implicar el proceso de deculturación sufrido por el aborigen después de la Conquista. Aquí se
a los oios de la Corona'
usa para diferenciar a criollos de origen indlgena de criollos de otros odgenes
encomenderos. Siempre resultaron sospechosos
'?5 Knight, en su obra citada, establece una diferencia en las colonias americanas, dividiéndolas en jes discriminaba y se les rregaba la posibitidad de
settler colonies,y exploitation colonie¡. No se trata de un binarismo simple, pues contempla que toda razifl pof la cual se
rclonia de poblamiento conlleva elementos de explotación, y viceversa. No se trata rm-poco d" or.
ocupar altos cargos administrativos'
militares y religiosos'
división positivista ni nacionalista, ya que Knight deja claro que una condición u otra no iÁplica adjeti-
caribeño' en cambio' esta-
Yo§ como bueno y malo, o superior e inferior. La diferencia básica se trua a paftir del mayor o meno{
La problemática económica del plantador
grado en que una sociedad colonial transfiere las instituciones de la metrópoli y las convierte en su
intereses del Estado Español'
modelo o meta (pp. 50-66). Resulta una diferencia útil, sobre todo por su dinmismo e inestabilidad, ya ba directamente comprometida con los.
del siglo XVI' y con ellos la
Agotados los recursos mineros a principios
que unacolonia puede haber empezado con la forma de poblamiento para acabar con la de explotación.
Apoyándome en los juicios de Knight, diría que en el Caribe el cambio poblamiento/explotación ocurre
paralelamente al desplazamiento de la plantación a la Plantación. Esta nomenclatura también resulta
manodeobradelindio,laúnicaexportaciónantillanaposible-Como
funcional para diferenciar en bloque al Caribe de las colonias españolas de Tierra Firme, ya que en las
premisa de la cual parten las tem-
Antillas predominó la forma de explotación y en el continente la de poblamiento, cada una de ellas con ya vimos- era de tipo agropecuario'
componentes de la otra.
pranas economías d'el uzucut' del cuero
y del tabaco en las islas de la
También es interesante la conocida clasificación sugerida por Ribeiro en su obra citada. Rilreiro
de las primeras plantacio-
divide a los pueblos de las Américas en tres grupos; Pueblos tÁtimonlos (civilizaciones teocráticas de región. De manera que' ya desde los tiempos
regadio similues a la de Mesopotamia, donde sus individuos, después de experimentar un violento pro-
ceso de aniquilación flsica y deculturación, pasan a constituir masas indíginas y mestizas de ladiÁos); nes en La Española, t' tottti""idad
de la trata negrera constituyó un
Esta dependencia se hizo mu-
interés común del piantador y la Corona'
pueblos nueaos (básicmente los caribeños y brmileños, los cuales surgen como producto de la misceginación
étnica y cultural de indoamericanos, europeos y africanos, en un contexto de escasez de fuerza Je traba-
Hacia esa época el sistema
jo); pueblos trasplantados (norteamericmos, argentinos, etc., los cuales se distinguen por su escasa cho más estrecha u fi.,,l", del siglo XVIII.
misceginación_ y por aspirar a reproducir en América la cultura europea de cuya matriz proceden). Se de nuevos consumidores
trata de una clasificación histérico-cultural de tipo estructuralista que, si bien antropológicamente útil mundial europeo yahattíagene;do millones
de azicat' tabaco' café' cacao'
de productos de plantac iónl y bdemanda
para una primera lectura del Continente, resulta demasiado fija y rígida para análisis de cierta
profundidad.

18 79
algodón, tintes, etc. creaba la necesidad de abastecer las plantaciones cle La Habana, tendiendo incluso a la independencia' En todo caso' la
también
caribeñas con enormes contingentes de negros. La colonia más represen- comunidad de intereses de los plantadores y la Corona -que
contradicciones en-
tativa de ese momento es Saint-Domingue (la antigua banda norte), la poseía ingenios- hizo que, a pesar de existir serias
du-
cual había completado el rránsito de la planta ción a la Plantación en las ire la coloni a y la metrópoli, la llamada sacarocracia criolla oscilara
pocas décadas que había estado bajo la administración francesa. De acuerdo rante años en una balanza en cuyos extremos gravitaban el
sentimiento
a sus escla-
con las estadísticas disponibles, la colonia teníaJ92 ingenios, 197 mi- independentista y el temor a arruinarse al conceder libertad
vos, ya que para vencer a los ejércitos españoles había
llones de cafetos, 24 millones de algodoneros, casi tres millones de pies necesariamente
en las
de cacao y 2.587 fábricas de añil. Estas inversiones constituían un capi- q.r" .o.ro, con los ceritenares de miles de negros que trabajaban
tal de cerca 1.500 millones de francos, y su producción era de tal volu- plantaciones. Esto ayudaa explicar el hecho de que sóIo los
criollos de
men que Francia precisaba el 63% de sus barcos para trasladar las las provincias orientales y centrales participafan en
las luchas por la in-
mercancías a sus puerros.'6 El censo de 1789 atroja las siguientes cifras dependencia.28
redondas: población blanca, 40.000 (la cual poseía 8.512 plantaciones); Así, podemos ver que las relaciones entre el criollo y la metrópoli
éste fue
mulatos y negros libres, 28.000 (con 2.500 plantaciones), y población entrañaron en Hispanoamérica distintos grados de compromiso;
menof en las condiciones de las colonias continentales, y mayor
esclava, 452.000 (la cual representaba el 90% de la poblac ión total),27 en las
y cultural
La producción de azicar ese año fue de más de 141 millones de libras. insulares, donde el deseo de integración racial, política' social
En 1791, cuando el alzamiento de Boukman da inicio al proceso sólo se expresó con fwerzaindependentista en un tipo de
sociedad margí-
que Simón
revolucionario en la colonia, la Plantación de saint-Domingue comienza nal al discurso de poder de la Plantación. Es significativo
sus planes
a desintegrarse bajo la tea incendiaria de los rebeldes. un año más tarde, Bolívar, al inicio de sus campañas libertadoras, no tuviera en
los intereses plantadores de los criollos de La Habana, representados por abolir la esclavitud. Sin duda pesó en él su origen mantuaflo, de planta-
dor. Sólo mudó de parecer cuando, derrotado por las tropas
Francisco de Arango y Parreño, convencen a España de que es preciso españolas'
vef que no eta
aprovechar el vacío de azítcar que habían dejado en el mercado los suce- buscó el apoyo de Haití. AIIí, el Presidente Petion le hizo
que habría de
sos de Saint-Domingue, y Cuba comienza su tránsito hacia la planta- factible liberar a las Américas de España si la libertad
ción. De inmediato el tráfico flegrero hacialaisla aumenta notablemente, ganarse no era Para todos.
y los ingenios se mulriplican en los alrededores de La Habanae invaden En los virreinatos de Nueva España, de Nueva Grunaday del
Río de
en pocas décadas las tierras de las regiones occidentales y centrales. En laPlata,inclusoeneldelPerú,elmásesclavistadetodos'laestructura
su marcha implacable, quemando bosques enteros en sus calderas, Ia económico-social de la colonia obstaculizaba menos el sentimiento
funcio-
máquina del ingenio va configurando otra Cuba (la llamada .,Cuba gran- independenrisra enrre los propietarios de tiefras. Los numerosos
uflas a
de") que no se corresponde con los intereses criollos de las regiones no .ruriá, reales llegaban y se iban, las cortes virreinales se sucedían
las aldeas'
azlucareras ("Cuba chiquita"). Esto se ve con facilidad si se tiene en cuenra otras, los curas párrocos ascendían de posición y abandonaban
pero el criollo
que la plantación azucaÍera, aun en las condiciones de la época, era un las guarniciones militares se redistribwíany se renovaban;
cultivo extensivo que requería grandes cantidades de buenas tierras, im- detuhuciendayelladinosiemprepermanecíanensusitio'apegadosala
tierra. De ahí que Thomas Gage, en época tan temprana como
portaciones masivas de esclavos y la protección comercial, militar y ad- es el

ministrativa de España. Por otra parre, el criollo fuera de la plantación año 1630, hiciera la siguiente observación:
azucarera poseía o usufructaba las tieras de más rendimiento, no era
esencialmente esclavista y carecía de influenci a políticapor esrar alejado
2s Moreno Fra grnals' El ingenio',3 yols, La Hafml
Sobre los inicios de la Plmtación en Cuba, ver Mmuel
26 Los negros, los m*latos Edirorialdecienciusociales,IgTS,ylaobraenprogresode_LeríMrrero,Azúcanesclnu¡¡udlfonc'enc'd
27 I la Nación Dominicana, pp. 64-65.
sociedad' Madrid: Plavor' 1983-1985'
From Colambus to Cmtro, p.246. ü;3fls;ó,;;i' 9-12 d" roobo Cíbo:
"ooo-io
l

8o 8r
bajo las cuales se prohibía Ia
La condición de los indios de este Reino de Guatemala es tan triste y tan susccP. impuestas por el monopolio comercial' las impor-
trigo y d" para evitar la competencia con
tible de inspirar compasión como la de cualquier indio de América [...] Sufrcn lrro<lucción de 'itos ^q""
estaba bastante
g' iatit el criollo continental
tirciones españolas' '0"'
una gran opresión por parte de los españoles, viven en gran amargura y trabaja.a
más cerca de la independencia
q"t tt criollo plantador de las Antillas'
bajo el mayor rigor [...] No se les permite el uso de arma alguna, ni siquiera lol
de nobleza y las prebendas'coloniales'
sobre el cual llovieron los títulos
arcos y las flechas que antiguamente usaban sus antepasados. De manera que cl el asunto del indio' Al con-
bien los españoles están a salvo de cualquier daño o eno.io por parte de elloc,
También, .orno ob'""r ara Gage'estaba
Antilras, el aborigen de los virreinatos
porque están desarmados, igualmente a salvo estará la nación que se resuelva a rrario de ro que ocurriera en las
aacrecerrtarsu importancia demográ-
invadir el territorio. Consecuentemente, la polltica esPañola en contra de lo¡ sobrevivió y poco a poco comenzó Ia coloniza-
de los primeros tiempos de
indios puede resultar en su propia ruina y destrucción, pues los numerosos in- fica, compensando las pérdidas o no' logró
y sudamericano' deculturado
dios que poseen no los ayudarían [...] Finalmente los criollos, que también es- ción. El indio centrou*t'ltu"o de la conquista
sr.rbsistir, y pudo constatar el violento impacto
tán bajo su opresión, se regocijarían el día que esto sucediera, y lo permitirlan, 'i";;;; con las portentosas
prefiriendo vivir libremente bajo la dominación de un pueblo extraniero que ."rrp;;"; ,o t"'do miserable y su degradación de los logros
^t ofrecíanun clato testimonio
seguir oprimidos más tiempo por aquéllos que son de su misma s.ngr"-29 ruinas de su pasado, las cuales
y mujeres de su misma san-
civilizadores que habían alcanzadohombres
a que se refiere Gage tenían:-],1.1tt"
Si bien Gage acertaba a descubrlr. la gúeta irreparable que minaba la gre. Los indios .";;;;i"' '"t
vlvleran sus
grandes ciudades mayas en que
sociedad colonial, se engañaba en cuanto a presumir que los criollos acep- restos arquitectónicos de las
de no sentir rencor contra la
raza qtue
tarían de buen grado vivir bajo Ia dominación de Holanda, Francia o ¿rntepasados. ¿Cómo convencerles
Pienso que esto explica en
parte por qué lo esp¿ñol des-
Inglaterra. La historia demostró todo lo contrario. El hacendado criollo, los dorninara?
pierta muchas t""o resentimiento t" lu' naciones continentales
sobre todo el de los grandes virreinatos, era en muchos casos descendien- "tt"' al contrario de 1o que ocurre
en Repúbli-
te directo de los conquistadores y primetos colonizadores; sentía la tie- que fueron colonias de España'
Rico'
rra como suya, pero al mismo tiempo no podía olvidar su ascendencia ca Dominicana, Cuba Y Puerto

1béúca,los usos de la patria vieja, su fe catílica. La torpe discriminación


de que era obieto y el estancamiento económico que padecía 1o sepa-
L¿. PreNrAcroN
raban de la Corona pero no de las tradiciones españolas; sus aspiraciones
Y LA AFRICANIZACIóN DE LA CULTURA
eran de tipo caudillista,y alconseguir la independenciahabríade vérsele
en las filas conservadoras, iunto a hombres como Iturbide y Rosas. sumamen-
no hispánicas en el Caribe es
La historia de las posesiorres el
Para resumir este tema, podemos decir que en las islas el poder azu-
te compleja y escapa u-lo'ob¡tti'o' d" "'t" libro' Interesa sin embargo
carero criollo residió en su sociedad con la metrópoli dentro de relacio- de las potentt^ tt:1t-::-1:^l^s¡1¡:
hecho de que Ia presencia e'n el área
nes económicas conectadas al sistema mundial europeo, lo cual tendía a
años' con el incremento vertlglnoso y
reforzar el grado de dependencia. En los virreinatos, sin embargo, Ia .oin.ialO, casi desde los primeros la agri-
de azicaty otros productos de
sostenido de la demandu't"'optu
agricultura criolla no estaba dominada por la plantación; las escasas ga- dei patrón de consumo baio el
nancias se alcanzal)an a través de la servidumbre y los tributos en especie cultura tropical, dtb;" a la ampliación
capitalismo mercantil' Con eI
itt""tiuo de enriquecerse rápidamente'
del ladino, trabajándose la tierra con una mezcla de técnicas medievales etc. se_lanzaron a
e indígenas, y vendiéndose los productos excepción de los cue- las colonias caribeñas de Inglaterra,Francia,Holanda, del sistema
las tierras según las normas
ros- en mercados locales. A esto hay que -conañadir las limitaciones la explotación desenfrenu¿u ¿t que se ca-
tras un breve período
a" fiu.r.u.iones esclavistas' En efecto'
agtícolay del artesano
2e Tomas Gage, Travek in the New V'orld,Norman: University of Oklahoma Press, 1958 [London: racterizapor la presencia del pequeño propietario
16481, p. 215. Mi traducción.

83
8z
europeo, asistidos por sieruos de su misma raza y credo cuyos servicios porcentaje que en las Antillas españolas representaban los esclavos con
se
contrataban por un número limitado de años, irrumpió en el escenario ,"rp".ro a la población total era considerablemente más bajo que en las
caribeño la economía de plantación con sus continuas importaciones colonias de las potencias rivales de España; al mismo tiempo, se observa-
de
esclavos.
rá que la importancia de la población negray mulata no suien a la escla-
España, en rotal decadencia económica, política y social durante vitud es mucho mayor en aquéllas que en éstas' Consúltese la siguiente
ros
últimos Austrias, y empeñada en guerras sucesivas con las naciones que tabla:
más influían en el sistema mundial europeo, no participó de modo
acti-
vo ya se dijo- en esra etapa de expansión comercial y de acu_ %%7o
-comode capitales. Por
mulación otro lado, sus colonias en el caribe eran objeto Colonias Año Esclauos Liltertos B lancos
de ininterrumpidos ataques de corsarios y piratas, como también
ro era Berbice(Inglaterra) 181 1 ,0
97 1,0 2,0
el tráfico que rransportaba las riquezas de ras Amér icas a cádizy a sevi- Tobago (Inglaterra) 1811 g4,g 2,0 3,2
lla. }fay que tener en cuenta que el primero de estos araques se produce Demerara (Inglaterra) i811 93,' 3,9 2,6
en 1523, y que la llamada «época de ra piratería, termina hacia 1720;
Jamaica (Inglaterra) 1800 88,21 0,2 t,6
esto es, dos siglos de constanres abordajes, combares, incendios y
sa- Saint-Domingue(Francia) 179l g6,g ,,3 J,8
queos. Todo eso sin contar las numerosas guerras oficiales en que
el ca- Martinica (Francia) l7 89 96,7 7,9
ribe se vio envuelto, que van desde ros tiempos de los valois hasta ros de Surinam (Holanda) 1830 96,6 ',4
8,9 4,5
Teddy Roosevelt. De ahí que los esfuerzos de los gobiernos coloniales
se Barbados (Inglaterra) 1834 80,6 6,5 12,9
centraÍa.,, sobre todo entre los siglos XVI y XVIII, en la construcción
Cuba (España) t82l 40J 1r,1 44,2
de fortalezas y en la adopción de medias defensivas que protegieran no Santo Domingo (España) l19l L2,0
sólo a las ciudades po.uarias, sino rambién a los galeones que circunva- 1860 J,1 /t1 Z 5r,6
Puerto Rico (España)
laban el caribe tomando cargas de oro y prataen cartagena, en portobero,
Fuente: Franklin'§7'. Knight, The Caribbean (NuevaYork, 1978)
en San Juan de Ulúa.30 Así, las Antillas Mayores _lo
que quedaba de
ellas después de las ocupaciones francesas e inglesas-, si bien continua- pspaña en el
La estructur a demográfica y social de las colonias de
ron produciendo algún azú-cat bajo un regimen d,e factoría, se mantu-
Caribe, con una proporción menor de esclavos y un número mayor de
vieron al margen de una verdadera economía de plantación y, por ranto, libertos y de blancos, es el reflejo de su tardía exposición a las dinámicas
de las introducciones masivas de esclavos. A principios del siglo xvIII,
transformadoras de Ia economía de plantación. La posibilidad de análisis
cuando las máquinas de la plantación se habían instarado firmemente en que ofrecen cifras de esta naturaleza es de valor incalculable para :una
Ias colonias de Inglaterra,Franciay Horanda, las islas españoras consti- apreciación cabal de las diferencias que entran en juego dentro de la
tuían superficies demográ{icas, económicas, sociales y culturales muy región caribeña. La diferencia que constataba Froude entre La Habana y
distintas a las que predominaban en eI resto del Caribe. Kingston sepuede explicar en buena medida por el hecho de que a prin-
El hecho de que España no emprendiera en sus colonias antilranas cipios del sigto XVIII la isla de Cuba era más una colonia de poblamiento
una política de plantación hasta finales der siglo xvIII ruvo consecuen- que de explotación , cuiya actividad económica estaba limitada por un
cias de importancia tal que diferenciaron históricamenre a las islas
his- régimen mercantil monopolista y restrictivo que aún ¡obabía implan-
pánicas de las no hispánicas. si se comparan las cifras demográficas tado en firme la máquina de plantación. La situación en Jamaica, sin
correspondienres a los distintos bloques coloniales, se verá que el embargo, comenzabaa ser muy distinta. Tras un período caracterizado
30
por la protección del corso y la piratería contra las colonias españolas'
ver Paul E. Hoffmm, The spanish^croun and the Defense ofthe caribbean,Baton
State University Press, 1980, pp, tZ5-ZtZ.
Rouge, Louisiana dominado por los intereses de la Hermandad de la Costa y por Ia presencia

84 85
en la cuenta de que ciudades como
Kingston' Bridgetown'
cay6
en Poft Royal de Henry Morgan, la administración colonial se deshace Paramaribo' etc' habían sido cons-
de planta- Georgetown, Cay ena,Fort-de-France'
de los bucanefos y centfa sus miras en perfeccionar el sistema Plantación; respondían a los re-
el de stt truidas en Ia práctica como puertos de
ción. Hacia 1800, como se observa en la tabla de arriba, 88,270
promedio' nueve de cada diez
querimientos de sociedades donde' como
población era esclava, y el «poder blanco', constituido por plantadores' y esto hacía superfluo el adop-
habitantes habíansido alguna vez esclavos,
empleudos, comerciantes, militares y funcionarios, sólo representaba más allá de 1o estrictamente
el 1,67o del número total de habitantes. Quiero decir con esto que
mientras tar medidas q.r. .ot't'ibuyeran a elevat'
de institucionalización'de educa-
necesario, Ios niveles de urbanización'
LaHabana crecía como una ciudad semeiante a las de España
-como Aunque la esclavitud yahabía
norara Froude-, Kingston lo hacía como una ciudad de la Plantación; ción, de servicios públicos y de recreo'
el Caribe' la Plantación continua-
de azicat, desaparecido cuando Fro"de visitaba
esto es, apenas un recinto urbano dominado por los almacenes la región exhibían aún las marcas que
muelles y ba existiendo, y las ciudades de
las oficinas comerciales ,Ia casa del gobernador, el fuerte, los También hay que considerar aquí
delataban su reciente pasado negrero.
los barracones de esclavos. cuando en esos años los criollos habaneros
etnocéntrico y colonialista de
que, durante muchos uño', "l pensamiento
asientan las bases paralaexpansión azvcarefa, se tfata de gentes nacidas que la población caribeña
que provienen de viejas familias que viven desde hace años las metrópolis europeas '" '"gó a admitir
allí; gentes de vida tan dignos como los
relacionándose con instituciones cívicas como son la lglesia y
la Ca- de origen africano precisubJ niveles
Partiendo de este tipo de pen-
y Universi- imperantes erl sus ..ittti"u' sociedades'
tedral, la Imprenta y la Prensa, la Sociedad Patriótica Ia
era uno de los más connotados
el Teatro' samiento reaccionuriá, del que Froude
dad, el Consulado y las Obras Públicas, el Jardín Botánico y ser perezoso' poco emprendedor'
una ciudad de plazas, ,apr.r.rraurrtes, el afrocaribeño era un
etc. En consecuenci a,Lallabana se transformó en suerte de taras sociales; un ser co-
la capital irresponsuble y dado a adquirir toda
paseos, roffes, murallas, palacios y teatros antes de devenir en por sí mismo y para constituir pro-
tuvo que adaptarse lectivo incapacitado para gobernarse
de la Plantación. cuando ésta empezó a constituirse de segunda clase que había
piamente un Estado; e' """'*t"' t" 'úbdi'o
al modelo de poblamiento que hemos visto' que contentarse con poco'
que manten en a raya y que tendría
Las diferencias que existieron entre las colonias del caribe, y
aun
Froude en su época se

algunas de las que se perciben hoy, fueron formadas en gran medida


por Cabúapr.got"u"t si tas diferencias que veía
de la cultura' Pienso que sí'
ellas' Así' en los tiem- extendían de manera anilloga al ámbito
la épocaen la que la Plantación se generaliz6 en diferencias también están estrechamente
Pero, además, creo qrr"
pos de Froude, en las colonias británicas se observaba, con relación
a las ""* que transformaron la plantación en
Planta-
económica, un menor nú- relacionadas con los i'ott'o'
españolas, un menor grado de diversificación partir de una premisa aceptada' el
ci6n. Parademostrar esto podríamos
mero de campesinos y artesanos, un mercado interno más restringido' rasgos culturales africanos en cada
hecho de que si bien es fácil descubrir
un sistema de comunicaciones y transportes más pobre, una clase media menos cierto que tales rasgos se
más defi- una de las naciones del caribe, no es
más reducid a, üfravida institucional más débil, una educación y profundidad variables' Por
la metrópoli y un surgi- presentan en cada caso con una extensión
ciente, un conflicto mayor con la lengua de que Haití' Cuba y Jamaica son'
ejemplo, por lo general se conviene en
miento tardío de las artes y las letras' presentan un mayor grado de
DemaneraquelasdiferenciasqueFroudeveíaentrelasciudadesde en ese orclen, las islas cuyas culturas
las Antillas de cultura menos
principal- afúcanización' Por otro lado' entre
las colonias españolas y las de las colonias inglesas se debían en primer término'
como capitales de Planta- aficanizadase suele tomar a Barbados
menre ala épocaen que se habían constituido sería' claro está' elaborar
fueron El segundo paso de nuestra demostración
ción. Unas habían surgido de modo más o menos normal' y otras fenómeno a través del cambio plan-
por la una explicación satisfactoria de este
marcadas casi desde su fundación por el despotismo esclavista, hipótesis que sea aplicable ya no
tación/Plant actón,o mejor, ofrecer una
provisionalidad, por el absentismo de los teffatenientes y por la inesta-
sóloaestasCuatfoislussinoatodaslasAntillas'ComencemosporHaití.
bilidad de los precio s del azicar en el mercado internacional. Froude no

8t
86
ta' la afncania
En 1804, cuando la naciónhaitiana quedaba formalmente consritui- hubieran disfrutado de una forma de libertad más comple
todo pienso que es
de la culturahaitia¡asería hoy aún mayor. En
da bajo el gobierno de Dessalines, cerca de ungO% de la población adul- caso,
del siste-
tadebía de haber sido esclava. si se tiene en cuenta que en los úItimos posible sostener el punto de que Ia rápidae intensa expansión
tiempos de la coloni a la Plantación absorbía anualmente 40.ooo boza- ma de plantaciones en el Saint-Domingue francé s'
qtizá el modelo más
les, y que la vida probable de un esclavo en las condiciones de intensa acelerado de Plantación que haya visto el mundo'
traio como consecuen-
explotación no alcanzaba los diez años, hay que concluir que la gran cia una densidad inusitaáa de población afúca¡a.
Al liberarse ésta en el
apenas se habrían
mayoría de esta población había nacido en África.3r Esto es, al emerger espacio de una misma generación, sus miembros
Haití como nación libre, los componentes africanos de su cultura no sólo cual se palpa en
aculturado con respecro a las costumbres europeas -lo
dominaron en el
dominaban sobre los europeos, sino que estaban más en acrivo, o si se el vodú-, y los componentes culturales que portaban
de los mulatos' Es
quiere, a la ofensiva, pues habían sido exaltados por el proceso revolu- interplay sobre los q.r. p,outtían de Europ^ a través
rechazado el nombre
cionario en la lucha conrra el poder esclavista de los ograndes blancosr. bastante significativo q... lu nueva república haya
Más aún, las rebeliones de Boukman, de Jean FranEois y de otros líderes puiu udoptur el de Hatt'í'que era el nombre taíno de
de Saint-Domingue
veremos en el capítulo 4- fueron organizadas bajo la advocación LaEspañolaa|a||egadadeColón;tambiénqueelcríolehaítianohaya
-que
de los loas del vodú, creencia cuyo supersincretismo está dominado por considerable de palabras de la lengua aborigen'
A mi
tomado un número
preferencia popular
elementos africanos. Más adelante, al ser asesinado Dessalines modo de ver esto indica que en el pasado hubo una
guo esclay6-, el país queda dividido con Christophe en el norre y-anri-
petion por lo aborigen, y no así tanta por lo europeo'
en el sur, reunificándose en 1818 bajo el gobierno de Boyer. El hecho de Pero ¿cómo explicar que Cuba posea hoy una cultura r.rrás aftica¡izada
que tanto Petion como Boyer representaran al grupo de mulatos ricos, queladeBarbados,oladeJamaica?Sivamosa|atab|aestadísticavere-
católicos e ilustrados, hizo que centenares de miles de negros cayetan mos que e¡ 182-7 su población esclava no llegaba
al 41%o mientras que
'
si comparamos la
muy pronto bajo el control del flamante «poder mulatorr, ciertamente la de jamaica, en 180b, era más de| 88%' Por otro lado'
se observará que
no como esclavos pero sí en una situación de servidumbre que les impe- oida cultural de ambas islas a 1o largo de nuestro siglo'
la pintura' la lite-
día abandonar las plantaciones donde trabajaban. Así, la plantación se en Cuba las creencias religiosas, la música, el baile'
reorganizó de nuevo enHaití, aunque bajo otras relaciones de trabajo y ratvra y el folklore tienen una influencia africana
no superada por
Cuba que no
de poder. Es fácil suponer que esra vasta población de cenrenares de mi- otra nación antlllana, excepto lHaití' ¿Qué ocurrió en
influyen muchos
les de hombres y mu;'eres, de origen africano, mantuvo muchas de sus ocurriera en Jamaica o en Barbados? Pienso que aquí
creo que uno de los
costumbres, entre ellas los cultos prohibidos por las autoridades de Ia factofes diferenciadofes entre una isla y otfa, pefo
empezó a organi-
Iglesia. Fueron estos viejos esclavos el ri Noel de El reiao de este más importantes es la fecha tard'íaen que la Plantación
7px¿s/s- los que guardaron los cultos -como
a Damballah, a papa Legba, a Ogun; zarseenCuba.EIcáIculoestimadodenegrosintroducidosenlaisla
los cultos del vodú y del petro, con sus sacrificios rituales, a cuyos sagra-
dos tambores responde aúnla mayor parte de la población hairiana, so-
que, como el cmnaval o lEqtemt.áel ju$ se
bre todo la campesina.32 si en los tiempos de Boyer los antiguos esclavos rituales, eso sin hablar de las incontables formas simbólicas
del chivo expiatorio. Aunque va lo he hecho notar, aprovecho la opor-
remiten directamente al sacrificio
t"l obedece a las condiciones de aguda
tunidad para subrayar l. id"' l;;;; deito d".
"on*rvt"iát Las relaciones entre el sacrifi-
caribeña.
violencia social, tod"rí. rig"rt".',-"i q.. ,. organizó la sociedad
cio y la violencia públ¡.^ h*.id;;;rr=ilá;, p?ln.r¿ Girard en st La uiolence et le sa*á lParlvBetnard
3t From Columbus to Castro, p.245. la función ocuha del sacrificio: descargar en la muerre
32 La presencia de-sacrificios de sangre en las creencias caribeñas debe relacionarse en primer término
;;ir;: ó;;-). i;ic¡r".d.*pon..l.r"-..,. la violencia individual de los participmtes
_ del chivo expiatorio, ¿" ot" -í*" t"t'li'"dt y,p"'isible'
con las culturas del África negra, pero no sería sensato descartar las influencias que en es^e sentido tuvie- la rivalidad' etc')' a fin de evitar la violencia colectiva que amena-
irri-i".á. l'" U lnseguridad'
"i;;;t,
ron otras culturas que emigraron aI Caribe, digamos la sefudita, la china, la ctaria
¡ en general, los ;i::i ffiffi. Ñ;;;Jil""ir*
or¿; q*, .r '"p.tir el ritual det sacrificio, la sociedad caribeña buscao,
sustratos de ciertas culturas europeas qu€,_como la gallega, portaban import.rt.. cuyos resultados son imposibles de anticipar
que fueron asimilados por la forma local de cristianismo. En todo caso, ia señalada"o-por.rI"s
paganos
pÁencia dei sicrifi-
;;;;;; "l;;iü, ,r. d" áirolo"ió, ,ociácultu.i.i"ga
régimen dt t"tiiot"i y diferencias' aplazando la llegada del mo-
si se quiere, mantener U";o "o'i'oi su
cio dentro del estado actual de la cultura caribeña supone un deseo colectivo de coiservación de dichos
mento de exPlosión del sistema'

88 89
entre 1512 y L76l es de 60.000, lo cual arroja un promedio anual de que sucedió ya dentro de la Plantaci6n-'
nacional o cubana
-fenómeno criolla caract'etízada por la varie-
unos 250 esclavos. La mayoúa de ellos no trabajó en plantaciones de azttcat es posible imaginar un tipo de cultura
sobre todo, por la par-
del cual cuba era muy discreta exportadora en esa época-, dad de sus manifestaciones locales pero también,
-producto ventaiosas en tanto
sino que se distribuyó en la economía del cuero, en cultivos de frutos ticipación del negro, esclavo o no, en condiciones
que representaba la
menores, en construcciones públicas y en el servicio doméstico. En las ug.rra. aculturador. Es de notar el alto porcentaje
provincias orientales ya sabemos que participó activamente en la forma- p"obluciOn de libertos en Cuba; en l7 7 4'por
eiemplo' significaba el 20'37o
ie lu poblución total, cifra que habla de su movilidad y de
ción de la temprana cultura antlllanaque hemos llamado criolla; de allí, su capacidad
A finales del
al menos en lo que se refiere a las creencias mágico-religiosas, la música purc i.rfloir culturalmen" tt' tl proceso d'e afticaoización'
a extenderse por
y los bailes, pasó a LaHabana, donde se adaptaríaa las especificidades de ,igto XVIU, cuando la máquina de plantación empieza
la cultura local. Hay pruebas de que en el siglo xvIII existió lo que los alrededores de La Habana,ya existía este
tipo de culrura criolla' con-
nte africatizada, en muchas localidades de la
podríamos llamar una culrura criolla en La Habana y en otras localida- isla''5
siderableme
des de importancia, rodas diferentes entre sí. A esto habúaocontribuido EnelcasodeJamaica,lacomparaciónmásinteresanteesconrespec-
las fiestas patronales de días donde se hacía música, se bai- to a Barbados, tenida hoy se dijo- como una de las islas menos
-secuencias -ya de
laba, se cantaba, se comían
ciertos platos y la gente se entretenía en toda africanizadasdel Caribe- Veamos brevemente el pasado plantador
suerte de juegos y pasatiempos. En 17 14, por e;'emplo, la Virgen de ambas. Los ingleses desembarcan en Barbados
en 1625' La temptata
Regla (Yemayáen el culto sincrético) era consagrada como parrona de La colonos' indios caribes'
fwetzade trabajo de la isla estuvo integtadapor
deportados, y por indentared
Habana, dando origen a feste¡'os que duraban ocho días y en los cuales esclavos blancos, criminales y pfesos políticos
participaban blancos, esclavos y negros libres.i3 pero aquello también Íeruants.E,n|645había18.300blancos,deloscuales11.200efanpfo-
ocurría con los patrones y patronas de cada lugar, sin contar fechas como por cada negro-' y la
pietarios, y 5.680 negros esclavos
'..o.ro-íu -tres,blancos En 1667' sin
la de la vrgen de la caridad, cuyas prolongadas fiestas se celebraban de tenía su bL. t'pequeños cultivos de tabaco'
había ocurri-
diversas maneras en roda cuba.3a En estas fechas desempeñaban un rol embargo, hay l4l propi"tutio' y 82'023 esclavos'36 ¿Qué
a la pequeña
de importancia los llamados cabildos, asociaciones de negros esclavos y dol ta Plantación de azicat había llegado y' desplazando
libres que se agrupaban de acuerdo con su nación en Áfricu.
euiero decir
con esto que, antes de la formación de una cultura que podemos llamar de la.virgen de la caridad era.ce.lebrada
por los
J5 En la ciudad de santa clara, por eiemplo, la ñesta baldlo
nesros de la siguientemanera: i".odo" los ingenios de la''iurisdicción, y en ['.'t el terreno
"ü.rli., las
d1 *"ñ"t"' al son de t"mbottt ["'t corraban
qul rodeaba la iglesia, la vlsperalli'""t'lit *ptitmbí1' aguardiente' Por la tarde' en
úailmdo v bebiendo
hierbas, que recogl* t., o"g"t,l;;; ;;;"t'* baio un
l3,..Adiferenciade-lo-queocu¡rla.con.elesclmdeingenio,erafrecuentequeestosnegroscompraran
una procesión, desfilabm .l R.;;'h R;ir;
i.l'C"bildo d. lo, iorgo, (que fredominabm allí)
su libertad.a través de la provisión legal llamada coartaiión (comtaba f fr;;b"r
'.1 ,rp.ro'íór'y rr"t .llot. baio otro 'tapasolón"
a a*l.rr" a" p"rlriJ" ¿a
Esto contribuyí a que en Cuba la proporción de esclavos con relación al núm"ro
*rl. enorme prasol d. .u"rro -.rrolJ.i¡¿-.,ür.
séquito d'e sus a"o*ptñ'^te' o uasallos' Todos
los
d" liÉerto, fu"..
-o"ho los que se declan lo, p,íntipt'' Lol';;";;;i"l-ttso calzado de cuero de
mayor que en las colonias no hispánicro' §Tilliams (p. 190 de su obra citada) suministra iitto ut deluguete y
hombres vestían levita y p*ttrit v iiti"' bombines' ^l
sable
la siguiente
tabla: tambores' rústicos troncos de madera de metro
vaoueta. Presidian el corteio' di;;l;;;i;;;;;';ol'-[os
de sonidos disrinros, que se rrevaban entre
las
Colonia Año Esclavos Libertos proporción ;T::l:ilil;'iilb,;;i;b?;l'.;;;J;i;.","mbores
lamtica 1787 ,fJ00 a la iglesia [...] Bailaba.n allí los.negros una
4,093 t:64 .i".na.. El cabildo renía." *;;;;;; terreno propio funro eiecu-
Bubados 1786 62,115 S38 1:74 !iill",it'r:::;"",, t;r, f,;i.
á., J f,á,", lo, hoáb,., separados de las muieres,
prohibido tocar rum-
Granada 1785 8,926 l,tD t:2L
""i"."¿".
taban figuras y se movím "'
""
t"-iit lti''"tuo*'
g [.''.1 Estaba terminmtemente
Dominica era música
l78S 14,967 445 congos insinuabm un toque de rumba'-ésa
t:33 ba. Cuando los criollos en la prácesión de los
Saint-Domingue 1779 Z49,O9g Era rípico [...] repurir enlre los concurrenles
,r"rilr_, i" i"¿lgnación de rár-"i";", se hacla
7,055 se"ntir.
t:35 la meiár armonía-' el Agualoia' una
Martinica 1776 71,268 2,892 t:25 r"n.o. qt. asisrlm con," *;':;';':'t'"to' utt"ttt -todo"n
Guadalupe 1779 g5,327 1,382 ;j:iffi:;ñ;';;;;;;;;, ,rí;;;. v maíz quemado"'" t.Yemafi 1 ocbún' p' 57't - .
cuba 1774 44,333 30,547
1:61
l:1.5
"""'';;;;l;.;;-,.";i;J;;tí.i".¡¿"'r'i- descender l, i--oo,ta^.i"i.lativa del negro
libre con
otra
cuba 1787 So,34o 29,217 r't.7 respecto a la población ,r,"I dt i; i'i;;;;
número continuó siendo inucho mayor que el
de cualquier
obséruese que al ir aumentmdo.el número de_ plantaciones en cuba, ,n¡n'r)74 e¡emplo, debido a, l¡s m¿sivas importacione' d" t"ü'o"' el porcentaie de
y r7g7 , ra proporción colonia no hispánica. Por
de esclavos tmbién crece. No obstanre, el'*ismo año de r7g7, en Jamaica había un l-iberto por 1774yls27b$óirío,y¡al5,1o/o.P".o"rt.álti-*.ifranoeraniremotamenteiguala-
", libertosentre
cada 64 esclavos, mientras en cnha la proporción no rlegaba a siquiera
3a de uno a dos. á, o.. t* colonias inglesas' frmcesas y holandesro'
Lydia Cabrera, Yemayá y Oehún,Nuivayodr, Chicierukú, ilsO, pp.
9_U. 'u From Columbus ru Crctro,pp' 136-137'

9o 9r
a pesar del enorme porcen-
propiedad tabacalera, usaba casi toda la rierra de la isla. En I6gg,apenas de tiempo. En las condiciones de Plantación'
respecto a la población total'
treinta años más tarde,había una proporción de más de dieciocho escra- taje que alcanzael número de esclavos con
régimen carcelario de trabajo
vos por cada personablanca. el africano está reducido a vivir bajo un
culturalmente sobre
En lo que fespecta aJamaica,lo primero que hay que tenef en cuenta forzadoque obstaculiza sus posibilidades de influir
bajo un régimen
es que fue colonizada por España a principios del siglo XVI, y
que cayó la población europea y t'iollu' Más aún' vivía
en manos de Inglaterra en 1655; esto es, estuvo 150 años dentro del deculturadorqueactuabadirectamenteContfasulengua,sureligiónyy
sistema colonial español y su zona norte fue depositaria de la cultura sus costumbres, pues las prácticas
africanas etan mírudas con sospecha
criolla tipo Paso de los vientos. Al ser evacuada la isla por los españoles, o prohibidas' Además' los dueños
muchas de ellas estaban controladas
dotaciones de esclavos de acuerdo
numerosos esclavos se fugaron y permanecieron durante años en las
mon_ de plantaciones solían diversificar sus
entre ellos fuera más
tañas del país. como se sabe, durante los primeros tiempos del
dominio con su lugar de origen para que la comunicación
supuesto' estorbabalafor-
inglés la ciudad de Port Royal sustituyó a Tortuga como sede de los difícil en caso de rebelián' Esta medida' por
bucaneros de la Hermandad de la Costa. Tánto Inglaterra como Francia macióndelazosestrechosentreafricanosdedistintaprocedencia.Aesto
y Holanda usaron sus servicios en las guerras contra España. su líder que nacíanen la plantación eran
habríaque añadir que los niños esclavos
más conocido fue Henry Morgan, sin duda el hombre más popular separados muy temprano de sus
madres' impidiendo así la trasmisión de
de
Jamaica en la década de 1660. Morgan saqueó ciudades de cuba, Nica- .-opo.r"rra"sculturalesauavésdelvínculomaterno'Porúltimo'tene-
tag,a, México, venezuela y Panamá, dejando tras de sí todo un cicro de mosqueconsiderarqueunodecadatresesclavosmoríadurantelospri-
más
En condiciones de trabaio
leyendas, cuyas implicaciones literarias se comentan en er capíturo
6. El meros tres años de intensu explotación'
tenía que ser
saqueo de Portobelo produjo una ganancia de 100.000 libras estedinas, g.n"r^l"r, lamitad de la población esclava de Barbados
ha observado que el 40% de los
y en Ia captura de Maracaibo se romaron 260.ooo doblones.rT No resulta renovada cada ocho años, y-en Ja maicase
años'3e En mi opinión' habría que
exagerado afirmar que en esos años hubo en
Jam aica unaeconomía basa- esclavos fallecíaen un plazo de tres
a alguna colonia caribeña antes
da en el corso, en Ia cual participó el negro. pero la restauración de concluir que el ,t"g'o tltlu'o que llegó
carlos II trae la paz con España, y en las últimas décadas del siglo el de que Ia Plantación se organizuru
contribuyó mucho más aafricanizat la
de las grandes cargazones típicas
interés de los inversionistas empieza a volcarse sobre el negocio ya exis- cultura criolla que el que arribó dentro
tente de las plantaciones. En el siglo XVIIIJamaica completa el tránsito del auge de la Plantación'
estuvo' a mi modo de ver'
hacia la Plantación y sobrepasa a Barbados como exportadora de
azicar, En realidad, Ia clave de la africanizació¡
africano al llegar al Catibe' La
calculándose que enrre 17 oo y rJ g6 entran más de 600.000 esclavos
a la en el grado de movilidad que tuvo el
colonia.3s condiciónderebeldep,o,o"íuelmáximodelibertaddeexpresióncultu.
Le sigue en orden el cimarrón
Teniendo ya ala visra el esquema histórico de ambas isras, observa- ral, que fue eI caso del esclavo haitiano'
que en los palenques se con-
mos el fenómeno de que la menor o mayor afúcaníaactual de las cultu- de importancia en Jamaica- ' ya
ras insulares no se corresponde necesariamente con la importancia -f¿6¡s¡ por el interplay de componentes afri-
ducía un tipo de vida caracte rizado
y mujeres de diversas regiones; estos
demográfica de la poblaci6n negra, sino que más bien puede expricarse canos inrercambiados por hombres
por los miembros del palenque'
por la época en que la máquina plantación es puesra a funcionar. cuanto componente, .run po'iudos de por vida
por distintas vías' como se vetá en
más tarde se implantase, como ocurrió enJamaicacon relación aBarba- y podían ,", aornot'itados al exterior
en orden sucesivo el liber-
dos, los africanos ya residentes, esclavos o no, habrían tenido ocasión de el capítulo 8. Después del cimarrón venían
propiedad agropecuaria'
aculturar activamente al europeo durante un espacio más prolongado to, el esclavo urbano, el esclavo de la pequeña
)7 lbid., p.83.
'8 lbid., p. 145. t» ¡g¡/.,p.146.

92 93
de ecuaciones fractales
el esclavo de plantaciones no a,ocarefas y, en último lugar, el llamado Ia hacen posible en la medida en que un sistema
instaladas aquí y
esclavo de ingenio. o unu g,lu*ia lo es. Las distintas máquinas azlucafefas,
A pesar de las naturales discrepancias que existen entre los investi- de los siglos, pueden verse también como una
gran máqui-
a\á alolargo
gadores del Caribe, el juicio de que el esclavo de la plantaci6n azacareta Su implacable
en.otti.,ou transformación tecnológica'
na de máquinas
_.la hace aún- avanzar en extensión y
fue el más inrensamente explotado y reprimido parece ser ciento pof carácter territorializador la hizo
ciento unánime. En mi opinión, por ranto, éste fue también el agente profundidadporlosprediosdelanaturaleza'trit:tandobosques'sor-
y {lora
africano menos activo en el proceso de comunicar su cultura al medio ti..rdo ríos, desalojando a otros cultivos y aniquilando la fauoa
esta poderosa
social criollo. autóctonas. AI mismo tiempo, desde su puesta en marcha'
a su modo y conve-
Thmbién observamos en cada nación caribeña diferencias culturales máquina ha intentado sistemáticamente moldear
culturales del país
en lo que respecta a componentes asiáticos. Hubo colonias, como santo niencia las esferas políticas, económicas, sociales y
este asunto dice
Domingo y Puerto Rico, que carecieron de inmigraciones asiáticas en el que la susterlta, hasta convertirlo en sugar island' Sobre
a
siglo pasado, debido a la abundancia relativa de mano de obra local en éilb.r.o Freyre, refiriéndose a las plantaciones del nordeste brasileño,
relación con los requerimientos de las plantaciones. No obstante, en la estos efectos una isla más del Caribe:
mayoúa de los territorios insulares y continentales del átea,laescasez de
mano de obra de origen africano su elevado cosro- hizo que los LaCasaGrande(residenciadelplantador),unidaalosbarraconesdeesclavos,
plantadores volvieran la vista al Asia-o
meridional en busca de nuevas fuentes rep{esenta en sl mism¿ un sistema económico'
social y polftico: un sistema de
de trabaio (esclavitud);
de trabajo barato. Así llegaron al caribe vasros contingentes de trabaja- producción (latifundio, monocultivo); un sistema
dores conrratados bajo un régimen semejante a los antiguos engagés e unsistemadeÚansPofte(lacarretadebueyes,lalitera,lahamaca,elcaballo);un
a los muertos, etc'); un sistema
indentured serudnts. Estas inmigraciones, sin embargo, no provenían de sistema religioso (catolicismo familiar, con culto
una misma matriz cultural, sino de los más diversos territorios asiáticos devidasexualyfamiliar(poligamiapatriarcal);unsistemadehigienedoméstica
pie en la palangana); un
como son la India, la china y Java. Además, no se distribuyeron de modo y personal (el orinal, el platanal, el baño en el río' de
fue al mismo tiempo una
proporcional entre los distintos bloques coloniales de la región. por ejem- sistema político (el compadrismo)' La Casa Grande
plo, la gran o,ayoría de los indios fue a las colonias inglesas, mientras banco, un hospital, un cementerio' una escuela'
y un asilo dando
fortaleza,un
["'] Era la sincera expresión de
que los chinos y los malayos se coocenrraron, respectivamente, en cuba abrigo a los ancianos, a las viudas y al huérfano
y surinam. De ahí que las influencias culturales asiáticas que se hacen lasnecesidades,interesesydelholgadoritmodelavidapatriarcal'hechaposi-
de lo' esclavos'40
notar en el caribe, en correspondencia con sus diversos orígenes, se ma- ble por los ingresos del azicaty el trabaio productivo
nifiesten a üavés de códigos muy diferentes. No hay que olvidar, sin
embargo, que fue la Plantación la que exigió su incorpora ción al área. Darcy Ribeiro agrega'.

Llfazendaconstituyelainstituciónbásicamodeladoradelasociedadbrasileña.
Ll PreNrecróN: como un cuerPo de institu-
En torno a ella es que se organiza el sistema social
REGULARIDADES SOCIOCULTURALES cionesauxiliares,denormas,decostumbresydecreenciasdestinadasagaranti-
zarsuscondicionesdeexistenciaypersistencia'Asímismolafamilia,elpueblo
como hemos visto, la Plantación se repitió en la cuenca del caribe ylanaciónsurgenysedesarrollancomoresultantesdelafazenday'en'esta
presentando rasgos diferenciadores en cada bloque colonial, en cada isla, calidad, son Por ella conformados'4l
incluso en cada tramo de costa. Sin embargo viera Mintz- es-
Senzal¿], NuevaYork, Alfred A' Knopf'
tas diferencias, lejos de negar la existencia de -como
una sociedad pancaribeña,
ao Gilberto Fr eyrc, The Masters and tbe SlaueslCasa Grande
&
1966 119}6), p. roiii. Mi traducción'
i- - lt Á*lir^ e a Ciuilizagao, pp' 262-263' Mi traducción'

94 91
Sobre el gran ingenio moderno de Cuba, dice Fernando Ortiz: ción y las tiendas de las compañías se desarrollaron en las zonas costeras. De
manera que el contraste entre los campesinos y las plantaciones, hasta cierto
El ingenio ya es algo más que una simple hacienda; ya en Cuba no hay verdade- punto, se ha hecho aún más agudo en este siglo'43
rcs hacendados [...] Generalmente se compone de un fundo nuclear donde está
el batey industrial, a modo de villa metropolitana, y d,e numerosas tierras De manera semejanre lo que ocuffiefa en Barbados en el siglo xvII,
a

periféricas, adyacentes o lejanas pero unidas por ferrocarril e intervenidas como la caia de azica.r devino la primera dgricaltttrd, en oposición a otras fof-
propias, formando todo un imperio con colonias subyugadas, cubiertas de ca- mas de explotación agropecuafias. Esra peculiaridad, unida al monocul-
ñaverales y montes, con sus caseríos y aldehuelas. Y todo ese inmenso territorio tivo, determina la contradicción de que un país esencialmente agrícola
señorial está sometido a un régimen especial de derecho público [...] Todo alll se vea en la necesidad de importar alimentos. En condiciones genefaliza-

es privado: el dominio, la industria, el batey, las casas, los comercios, la policía, das de baja productividad y felativa escasez de mano de obra, este factof
el ferrocarril, el puerto [...] Dentro del sistema territorial del ingenio, la liber- tiene consecuencias desastrosas, pues entonces la gfan máquina de plan-
tad económica experimenta grandes restricciones [...] El pequeño propietario tación agrícolas, industriales, de transporte y comunicacio-
-sectofes
cubano, independiente y próspero, constitutivo de una fuertes burguesía rural, nes, administfativos y comerciales- pfecisa enormes masas de recursos
va desapareciendo; el campesino se ha proletarizado, es un obrero más, sin arraigo matefiales y laborales, arrebatándoselos cíclicamente a las otras activi-
en el suelo y movedizo de una zoÍa a otra. Toda la vida del latifundio está ya dades económicas del país. En situaciones cfíticas de esta índole, no es
transida de esa objetividad y dependencia, que son las características de las so- infrecuente acudir aI racionamiento de pfoductos alimenticios . En L97 0 ,
ciedades coloniales con poblaciones desvinculad (pp.53-54) cuando el gobierno cubano intentó pfoducir diez millones de toneladas
^".42
de az(tcar, el país quedó virtuálmente paralizado o, si se quiefe, convef-
La extraordinaria influencia de las dinámicas de la máqui na azucare- tido en una descomunal plantación estatal donde la zafra dictaba la ley.
ra en las sociedades coloniales punto de casi ser ésras un refleio El complejo del ingenio célula de la Plantación-, creado con
-al con la liquidación de la esclavitud. -la
amplificado de aquéllas- no cesa el objetivo de ejercer un dominio pefpetuo, tendefá a subsistif en las
Cierto que con esta nueva situación hay cambios y aiustes, pero en lo condiciones más adversas del mercado exteriof, compitiendo en éste Con
esencial la máquina de la plantación continúa operando del modo repre- pfecios por debajo de los costos de producción si fuera preciso. Esta si-
sivo que lohacía. Por ejemplo, la expansiónaz:ucarera que experimenra- ruación conformó el tipo de estructura social que obsefvamos en la1.2:bla
ron las Antillas en las primeras décadas del siglo XX desató dinámicas esradística. claro, esta ierarquizada estructura siempre pafecerá ideal al
similares a las observadas uno o dos siglos atrás. Las mejores tierras fue- reducido grupo que detenta el poder económico y, así, su desproporción
ron apropiadas o controladas por las compañías planradoras, y los cam- y su rigidez pefsistirán en lo esencial bajo modalidades más modernas de
pesinos y pequeños propietarios fueron desplazados con violenciahacia relaciones de trabajo, y conrinuafán influyendo de modo pafecido en las
zor'as matginales, no beneficiadas por las meioras del transporte y las distintas esferas de la vida nacional.
comunicaciones efectuadas bajo los intereses plantadores. A propósito si tenemos en cLrenra que la Plantación fue una regularidad repetitiva
de esto, dice Mintz: en el ámbito del Caribe, se hace difícil sostener la idea de que las estruc-
turas sociales de la región no pueden ser agrupadas bajo una misma
Durante la transformación del sector de la plantación en modernas fábricas en tipología. Es cierto que cada modelo de Plantación difiere de isla a isla,
el campo, particularmente después del 1900, los sectores campesinos quedaron y que la hegemonía azucarcra comienza en Barbados, pasa a saint-
aún más relegados, ya que las carreteras modernas, los sistemas de comunica- Domingue y termina en Cuba, escalonándose en el tiempo y en el

Contra?unteo eubano del tabaco y el azúcar, pp.53-54. {3 «The Caribbean as a Socio-Cultural Area», p.922'

g('¡ 97
espacio a lo largo de tres siglos. Pero son precisamente estas diferencias
que observamos en las estadísticas las que le dan ala Plantación la posi-
bilidad de sobrevivir y de seguir transformándose, ya sea frente al reto
de la supresión de la esclavitud, de la llegada de la independencia o de la
adopción de un modo socialista de producción.
No obstante, el hecho de coincidir con Mintz en que el Caribe puede
ser definido en términos de societal area está lejos de condicionar, necesa-
riamente, una cultura pancaribeña común. Es cierto que aquí hemos
hablado de la presencia de una temprana cultura criolla en los alrededo-
res del Paso de los Vientos, de una cultura criolla diversificada por loca-
lidades, y también de una cultura nacional. Pero con esto en modo alguno
se ha querido sugerir que tales culturas sean unidades, en el sentido de
que sólo admitan una lectura coherente y estable. En mi opinión, cual-
quier expresión cultural ¡¡i¡s, una canción, un baile, una pintura,
-1¡¡
un poema- es una suerte de mensaje impersonal, vago y truncado a la
ll

vez; un deseo oscuro y previo que ya andaba por ahí o por allá y que rl

jamás puede ser interpretado del todo por tnperformer ni leído del todo 1

por un lector; cada esfuerzo de una y otra parte por mejorar esta falla
constitutiva no conduce hacia una meta, sino que resulta en movimien-
tos laterales, en giros, en pasos que van adelante pero también hacia
atrás, digamos estilos diferentes de bailar la rumba. Así, nada ni nadie
nos puede dar la verdadeta certeza de lo que es una cultura local, y mu-
cho menos una cultura nacional. ¿Cómo entonces pretender que es posi-
ble definir con precisión aquello que queda dentro o fuera de la cultura
de nuestro complejísimo archipiélago?
En todo caso, para el observador actual es más o menos evidente que
en las expresiones que se manifiestan en la difusa zona del Caribe hay
componentes que provienen de muchos lugares del globo, y que éstos, al
parecer, no son constantes, estables, homogéneos y ni siquiera paralelos
entre las naciones, regiones y localidades que reclaman para sí el título
de caribeñas. Fue precisamente esta situación de caos la que llevó a Mintz
a buscar una forma de no en el ámbito de la cultura sino
"caribeñidad»
en los patrones económico-sociales. También pienso que hay mucho de
cierto en la opinión de Moya Pons con respecto alafalta de una concien-
cia pancaribeña, y ala altetnativa de tomar el Caribe como una serie de
Caribes situados unos junto a otros, lo cual presenta cierta analogía con
Ias observaciones de Froude. Pero, claro, está también el testimonio de

q8
Labat; "No es accidental que el mar que separa vuestras tierras no esta-
blece diferencias en el ritmo de vuestros cuerpos.» Y es un testimonio al
que hay que prestar atención, sobre todo porque se refiere directamente
a la cuestión cultural, que es la que nos interesa. ¿Qué es lo que Labat
señala como una regularidad común a todo el Caribe? IJn elemento:
ritrno.Es el ritmo lo que, en sus palabras, hacea los caribeños estar <<en
un mismo boter, más aIIá de las separaciones impuestas por «la naciona-
lidad y la tazarr; es el ritmo una expresión cultural específica- le
-no
que confiere ..caribeñidad". De modo que si Mintz define la región en
términos de societal area,habría que concluir que Labat la hubiera defi-
nido en los de rbytbmical area.
¿Por qué vías constataLabat esta especial ritmicidad? A través de
performances. Cierto que sus opiniones sobre los bailes de los criollos no
son las de un especialista han sido atendidas por Fernando
-aunque
Ottiz, Janheinz Jahn y otros-, pero ocurre que, si bien empíricas y
redactadas a vuelapluma, son confirmadas en gran medida en el siglo
XVIII por Moreau de Saint-Méry, una de las autoridades más serias e
ilustradas en lo que toca al Caribe de esa época. Por ejemplo, Labat habla
de la existencia de un baile (o ritmo) llamado calenda q:ue goza de suma
popularidad en toda el irea, y que es bailado tanto por los negros escla-
vos y libertos como por los criollos blancos, incluso las monjas de las
colonias españolas. La descripción que ofrece Labat de este baile es la
siguiente:

Lo que más les a;grada-y es su diversión más común, es la calenda, que procede
de la costa de Guinea, y, según todos los antecedentes, del reino de Ardá [...] Los
bailadores se disponen en dos llneas, los unos ante los otros; los hombres de un
lado, las mujeres de otro. Los espectadores forman un clrculo alrededor de los
bailadores y tamborileros. El más hábil canta una tonadilla, que improvisa so-
bre algín asunto de actualidad, y el sonsonete o bordón es repetido por to-
dos los danzantes y espectadores, y acompañado con palmeos. Los bailadores
alz¿n los brazos, como si tocaran castañuelas, saltan, dan vueltas y revueltas, se
acercan hasta dos o tres pies unos de otros y retroceden siguiendo la cadencia,
hasta que el son del tambor les adüerte que se junten golpeaíndose los muslos de
unos con los de los otros, es decir, los hombres contra las mujeres. Al verlos, tal
parece que se dan golpes con los vientres, cuando es cierto que sólo los muslos
soportan el encontrón. Retlranse enseguida pirueteando, para recomenzar el
ejercicio con gestos sumarnente lascivos [...] Danzan la calenda en sus iglesias y muy distinto a las formas percusivas europeas' y que son imposibles de
procesiones católicas, y las religiosas no dejan de bailarla en la Nochebuena pautar según la flotación convencional. Sobre esta misteriosa propiedad
sobre un teatro alzado en el coro, frente a las rejas, abiertas para que el pueblo de la música caribeña, informa Ortiz:
participe de esas buenas almas por el nacimiento del Salvador. Verdad que no
admiten hombres con ellas [...] Y quiero hasta creer que ellas la bailan con in- Los recursos usuales de la musicología oblanca, son insuficientes. oEl célebre
tención muy pura, pero, ¿cuántos espectadores juzgarán tan caritativamente violinista Bohrer me ha confesado que ensay<í inútilmente descifrar una Parte
.omo yo?44 de contrabajo ejecutada todas las noches en «La Habanera» Por un negro que no
conocía una sola nota.» [N, B. Rosemond de Beauvallon, L'ille de Cuba, Patls,
lJn siglo más tarde, Moreau de Saint-Méry escribe sobre la misma 1844.] Emilio Grenet piensa certeramente que, «en rigor wa habanera 1...)
danza,llamándola kaleruda, que no ha cambiado mucho desde los tiem- jamás se ha escrito [...] Puede considerarse que su guía creadora es su estructura
pos de Labat.as Sigue siendo un baile en extremo popular y difundido, y rítmica; pero si el músico no está imbuido del'sentimiento cubano', el producto
continúa con su misma forma de parejas alineadas por sexo que avafizaÍl musical nunca será una babanera en el sentido más estricto d,elvocablo." lPopu-
hacia el centro y retroceden, mientras el coro da palmadas y repite las lar Cuban Music,LaHabana, 1939.1Torroella, el popular compositor y pianis-

improvisaciones del cantante. A juicio de Moreau de Saint-Méry el baile ta, nos decía: «La música tlpicamente cubana no se puede escribir, no se Puede
toma el nombre de kalenda de uno de los tambe¡ss de mayor tama- empantar bien. Y es natural que así sea, porque mucho de ella nos viene de los
-sl
ño y sonido más grave- que intervienen en el ritmo, aunque es muy negros, y éstos cuando llegaron a Cuba tamPoco sablan escribir.» «Pero ya mu-
probable que haya sido a la inversa, pues Fernando Ortiz, en st Nueao chos negros escriben», nosotros le argüimos. Y él nos replicaba: «Sl, pero ¿tú no
cdtarilrr de cubanismos, recoge este baile con el nombrc de caringa o calinda, sabes que en los negros siempre hay un secreto?» Así lo daba a entender también

derivando eI vocablo de una antigua región y de un río del Congo. En afines del siglo pasado aquel gran músico ode colo» que fue RaimundoValenzuela
todo caso, el ritmo de esta danza y su forma circular y antifonaria esta- cuando, interrogado sobre la lectura y ejecución de la figura insólita del cinquillo,
ban generalizados en las colonias españolas y francesas del Caribe, inclu- que tanto intriga a los estudiosos de la música afrocubana, decía que nunca la
yendo la Luisiana, en los siglos XVII, XVIII y XIX, y constituyó una explicaría porque el cinquillo era «utr secreto» ['..] Cuando el maestro Amadeo
regularidad de la cual puede haber surgido toda una variedad de bailes Roldán dirigía en la Orquesta Filarmónica st Rebambaramba, al llegar a cierto
folclóricos afrocaribeños.46 Pero aquí no nos interesan los via;'es a los momento de su composición dejaba libres de su batuta a los tamboreros Para
orígenes, que, si bien amenos, suelen parat en el vértigo de querer expli- que éstos ejecutaran a su modo ciertos complicadlsimos ritmos [...] Hoyyano
car lo que no se puede explicar. Nos interesa, sin embargo, establecer se tiene reparo en aceptar la imposibilidad de llevar al pentagrama la música
que, al menos desde el siglo XVII, en el Caribe hay ritmos comunes, negra. uDudo si es posible con el actual método de notación fijar la transcrip-
ritmos que obedecen a un tipo de percusión polirrítmica y polimétrica ción absolutamente fiel de todas las peculiaridades de la música africana, pues
su verdadera naturaleza se resiste a la fijación.» N(1. D. Hambly, Tiibal Dancing
aa Cita tomada de Fernando Ortiz, Nueao catduro de cubanismos (La Habana: Editorial de Ciencias
Sociales, 1974 11923)), pp. 127-128. and Social Deuelopment, Londres, 1926.147
4t M.L.E. Moreau de Saint-Méry Description topographique, phyique, ciuile, politique, et historique
de la partie Frangaise de L'Isle de Saint-Domingue (Filadelfia: 1797-1798), t. l. pp. 44-45.
a6 V"r, por ejemplo, Moreau de Saint Méry Dance,Lily y Baird Hastings, trads. (Brooklyn: 1975 Pero pensar que los ritmos afrocaribeños se refieren sólo a la percu-
fFiladelfia: 17961), pp. 66-73; Fernando Ortiz, Los instumentos de la música afrocubana (La Habana:
1952-55), t.4, p. 196; La africanía de la músicafolblórica de Cuba (La Habana: 1950), p. 2;Janheinz sión sería simplificar demasiado su importancia en tanto elemento cultural
Jahn, Muntu: Las culrura neoafricana (México: Fondo de Cultura Económica, 1978), pp. f18-ff9;
Harold Courlander, The Drum and the Hoe: Life and Lore oftbe Haitian People (Berkeley: Universiry of
California Press, 1960), p. 126; Gordon P.ohler, Cafupso and Society in Pre-Independent Tiinidad (Port a7 Fernando Ortiz, «La música a-frocuban» lla ajiicanía de la músicafolhlórica de Cabal (\dtdrid':
ofSpain: 1990), pp. l1-15; George W'ashington Cable, uThe Dance in Place Congor, en Bernard Katz, Jicar,1974), pp. 166-167. En las últimas décadas se hm desarrollado métodos especiales para anotar la
ed., The Social Implications of Ear$ Negro Music in the United States (Nueva York Times & Argo Press, percusión pero esto, lejos de negar lo dicho por Ortiz, refuerza su validez en el sentido de que
"frica"r,
es el lenguaje music"l d" Occidente el que se ha tenido que adaptar aI africano y al neoafricano propio
1969), p.42;D.Epstein, Sinful Tunes and Spirituab: Blach Folh Music to the Ciuil \Yar (Urbana: University
oflllinois Press, 1977), p.6. del Caribe.

roo IOI
con breYes Pa-
común. Sobre los ritmos que intervienen en la danza, y aun en el canto, gatas salvajes; otras, llevando las manos en las caderas' avar:zafi
sos, contoneándose de una manera negligente y llena de
graceio' En el patio del
continúa informando Ortiz:
en cuclillas
mercado y a lo largo de los colgadizos que lo rodean' mercachifles
despachan sus mercancías colocadas en tablas o sobre
la misma tierra: frutas'
Tocante a la transcripción de los bailes y sus pasos y figuras, nos encontramol
de seda roja y amari-
con los mismos obstáculos [...] Para la inteligencia del ballet clásico existe un flores, hierbas, alfarerla, brillantes cortes de tela' pañuelos
de naranjas' piñas'
vocabulario coreográfico donde cada paso tiene su nombre [...] Pero es aún im- lla, pescados, mariscos, barriles de salazones; hay montones
posible llevar a un papel pautado los rápidos y complejlsimos movimientos dc sandías,cocos,emPenachadosrepollos,jamones,doradosquesos'pilasdepláta-
en confusión
las danzas africanas, en las cuales intervienen pies, piernas, caderas, torsos, bra- nos y cebollas, de mangos y ñames, limones y PaPas esparcidas
camina
zos, manos, cabeza, rostro, ojos, lengua en fin, todos los órganos del cuerpo junto a manojos de flores. La explanada es tan empinada que casi se
¡ cada paso sobre alguna
en sus expresiones mímicas que han de comprender pasos, ademanes, visajes y sobre los escaParates y tarimas, a riesgo de tumbarlos a
se agitan
figuras incontables [..,] Por otro lado, [en lo que respecta al canto,] ues esencial negra vieja o de aplastar un canasto de huevos' Los compradores
se rle' se mur-
reconocer que las transcripciones y los análisis de las grabaciones fonográficas, zumbantes como enjambres de moscas: se regatea' se Sesticula,
no importa cuán cuidadosamente se encuentren realizadas, nunca pueden con- mura en el armonioso 2 atois de las colonias'49
tar la historia completa de la relación existente entre los estilos musicales del
por las
Nuevo Mundo yÁfrica, ni tampoco establecer las diferencias entre la música de Obsérvese que la parte central de este cuadro está ocupada
pof la
las distintas regiones del Nuevo Mundo. Pues, como lo observó Hornbostel, el negfas santiaguefas que se abren paso, con sus bultos y canastas'
problema comprende también la consideración de lo intangible de las técnicas plLa d,el mercado. ¿Qué palabras emplea el escritor para catacterizar su
movimiento? Es evidente que no otras que aquéllas que intentan
repre-
del canto y de las costumbres motoras que acompañan al canto, así como de las
cabezas las ces-
progresiones verdaderas., [Melville J. Herskovits, «El estudio de la mrlsica ne- senrar cieftos ritmos interiores: obalanceando sobfe sus
gra en el Hemisferio Occidental»,,8a letín Latinoantericano de Música,Y, 1941.)aB
flexibilidad de gatas salvaies"'
ras de fruras... desfilan enrre el gentío con la
negligente y
avanzarl con breves pasos, contoneándose de una manera
percibió que
Pero también restringir los ritmos propios del Caribe a la danza y el llena de gracejo». Está claro que Hauranne, un extraniero'
de modo distinto
canto es una reducción flagrante. A continuación cito unpárrafo escrito estas neg;as caminaban .de cierta marrefa>> ) se movían
lo que las diferen-
por E. Duvergier de Hauranne con ocasión de su visita a Santiago de al de las muieres europeas. Y no sólo es el movimiento
como
Cuba en el siglo pasado: cia, sino también inmovilidades plásticas "llevando
sosteniendo
-silencios-
sobre lacabeza l¿5 6s5¡¿5 «con
Ias manos en las caderas>>, o
su descripción Hauranne
La callejuela que pasa tras el mercado presenta cada mañana un animado espec- su bfazo redondeado como asa de ánfora". Pero en
va más lejos aún. Es fáci1 ver que se esfuerza por comunjcar
un r¡tmo
táculo: carretas tiradas por bueyes o mulas, arrias de borricos grotescamente
generalizado que puede descomponerse en diversos planos
rítmicos más
enalbardados, caballeros con grandes sombreros de paja que, sobre nerviosos
autónomos el de las carretas de bueyes y mu-
caballos de poca alzada, se abren paso a duras penas a través de multitudes de o menos
-polirritmo-'
las, junto con el de los borricos y los caballos; el de las
negras' que ya
negros y gentes de color. Vigorosos mozos de cuerda van y vienen cargando
hemos visto, junto con el de los mozos de cuerdas
que van y vienen
toneles, canastas; otros, fardos de pieles de cabra, jaulas llenas de pollos. Las
cargando toneles, fardos y jaulas de pollo; por último el
plano heterócli-
negras, vestidas de ligero algodón y pañuelos escandalosos, se dejan ver un ins-
sensaciones táctiles
tante ante el tumulto, balanceando sobre sus cabezas la cesta de frutas o de to,-abigaffado y bullente de colores, olofes, sabofes,
quesos y iamones'
legumbres que sostienen a veces con su brazo redondeado como asa de ánfora; y sonidos, donde se inscriben las frutas, los pescados' los
unas, bajo sus bultos en equilibrio, desfilan enrre el gentío con la flexibilidad de los .or.", de tela y la alfaruía, los huevos y las flores' Ios zumbantes

ae (7977)'p'299',l{i traducción'
48 lbid., pp.167-169 E. DuvergierdeHaurmne, «CubaylasAntillaso,santiago,26-27

fo2 tol
enjambres de moscas, las risas, los gestos y los murmullos en una lengua Y no sólo es el caos polirrítmico de las reias, sino también de las
indescifrable pero cadenciosa. Se trata de planos rítmicos que se pueden columnas, de los balcones, de los cristales que rematan puertas y venta-
<<ver» e incluso ..escuchar,, ala manera de la percusión afrocarlbeia. nas con sus fabulosos medios puntos. Ese ensordecedor conjunto de fit-
Lo que Hauranne intentó representar con la pluma, su compatriota mos afquirectónicos, dice Carpentier, fue dando aLaHabana <<ese eslil7
Mialhe y el español Landaluze se propusieron comunicarlo a través de la sin estilo que a la larga, por pfocesos de simbiosis, de amalgama, se erige
pintura y lalitografía, también en el siglo pasado. Sus respectivas com- en un barfoquismo peculiar que hace las veces de estilo, inscribiéndose en
posiciones Día de Reyes (La Habana) y Día de Reyes en La Habana, tratan la historia de los comportamientos urbanísticos'.
de captar el ritmo de los tambores, el de la daoza, el de los cantos, el de Ritmos, planos rítmicos que se enrremezclan como los de los sagfa-
las fantásticas ropas y colores que esra fiesta anual, donde los esclavos dos tambore s batá, y sin embargo dentro de esa selva de ruidos y turbu-
gozaban de libertad por un día, presentaba por las calles de La Habana lencias hay regularidades vacías de significación que sirven de vehículo a
como un descomunal espectáculo carnavalesco. Es precisamente esta com- los tamborefos y a los bailadores pafa descargar su violencia y alcanzar el
plejidad útmica, eoraizada en las formas de sacrificio ritual y dirigida a trance, o meior, el tránsito hacia el mundo de la no violencia. No he
todos los sentidos, Io que otorga a las expresiones culrurales pancaribeñas enconrrado una definición de ritmo mejof que la que pfovee el poeta
una manera de ser, un estilo, que se repite a 1o largo del tiempo y el afica¡o Léopold Senghor :
espacio con sus variantes y diferencias. Esta polirritmia de planos y me-
tros se observa no sólo en la música,la danza, el canto, las artes plásticas, El ritmo es la arquitectura del ser, el dinamismo interno que le da forma, es la
sino también en la cocina ajiaco-, en la arquitectura, en la poesía, expresión pura de la fuerza vital. El ritmo es el choque que produce la vibración'
-.el
en la novela, en el teatro, en la expresión corporal, en las creencias reli- es la fuerza que a través de los sentidos nos conmueve en la raíz misma del ser.

giosas, en la idiosincrasia; en fin, en todos los textos que ci¡culan arrllsa El ritmo con los medios más rnateriales: con llneas, colores, superfi-
se expresa

y abajo por la región del Caribe. cies y formas en la arquitectura, en la escultura o en la pintura; con acentos en
Escuchemos a Carpentier hablar de las rejas coloniales: la poesía y en la música, con movimientos en la danza, Al hacer esto remonta
todo lo espiritual El ritmo ilumina el esplritu en la medida en qge se materiali-

za sensiblemente [...] Es el ritmo el que le da a la palabra la plenitud eficaz; es la


[...] tendríamos que hacer un inmenso recuenro de rejas, un inacabable catálogo
de hierros, para definir del todo los barroquismos siempre implícitos, presentes, palabra de Dios, es decir, la palabra rltmica, la que creó el mundo'51
en la urbe cubana. Es, en las casas del Vedado, de Cienfuegos, de Santiago, de
Remedios, la reja blanca, enrevesada, casi vegetal por la abundancia y los enre- Al comentar la polimetría y la polirritmia pfopias de las culturas
dos de sus cintas de metal, con dibujos de liras, flores, de vasos vagamente ro- africaoas, dice Jahn:
manos, en medio de infinitas volutas que enmarcan, por lo general, las letras del
nombre de mujer dado a Ia villa por ella señoreada, o una fecha, una historicista Ambas formas fundamentales tienen en común el principio del ritmo cruzado,
es decir que los acentos principales de las formas fundamentales empleadas
no
sucesión de cifras [...] Es también la reja residencial de rosetones, de colas de
pavo real, de arabescos entremezclados [...] enormemente lujosa en este osten- coinciden, sino que se superponen unos a otros crucialmente, de tal modo que
tar de metales trabados, entrecruzadas, enredados en sl mismos [...] Y es tam- ejemplo en la polimetrla- los diferentes metros fundamentales no en-
-por
bién la reja severa, apenas ornamentada [...] o es la que pretende singularizarse tran simultáneamente' sino a diferente tiempo.52
por una gótica estampa, adornarse de floreos nunca vistos, o derivar hacia un
estilo sorprendentemente sulpiciano.50 t, Leópold Sédar Senghor uljesprit de la civilisation ou les lois de la culture négro-aÍrictine,', Présence
en la
Africainei 8-10 (1956)."Cit" .o-á" áe Muntu, p.277.Yer mi artículo usignificacióndel,ritmo
(San Juan: Facul-
eitética caribeña. »» primer Simposio de Caribe 2060. Lowell Fiet y Janette Becerra' eds.
50 Alejo Carpentier, «La ciudad de las columnas»>, Tientos y difereneias, La Habana: Ediciones tad de Humanidades, Universidad de Puerto Rico, 1997), pp' 9-23'
Unión, 1966, pp.55-56 51 lbid., p.229.

TO4 r o5
Es precisamente este ritmo ctwzado o caótico lo que hace atractivala
descripción de la plaza de mercado que ofrece Hauranne.
¿euiere decir
esto que el ritmo caribeño es africano? Puesto a responder esra pregunra,
diría que no del todo. Pienso que el ritmo cruzado que se manifiesta en
las formas culturales del caribe puede verse como la expresión de incon-
tables perfornters q.*e intentaron represenrar lo que ya estaba ahí, o alLá, a
veces acercándose y a veces alejándose de África. La plaza de mercado
que describe Hauranne es un conjunto de ritmos donde hay mucho de
afticano, pero también de europeo; no es un conjunto «mulato», si se
quisiera significar con tal término una suerre de ounidadr; es un espacio
polirrítmico cubano, caribeño, afúcano y europeo alavez, incluso asiá-
tico e indoamericano, donde se han encontrado, entreverándose en
contrapunteos, el logos del creador bíblico, el humo del tabaco, la danza
de los orisbas y Los loas,la corneta china, el paradiso de Lezamalima y la
virgen de la Caridad del cobre con el bote de los tres
Juanes. Dentro de
este caos de diferencias y repeticiones, de combinaciones y permuraciones,
coexisten regularidades dinámicas que, una vez abordad.as a través de la
experiencia estética, inducen al perfonner a recrean un mundo sin violen-
cias, o diría senghor- a alcanzar la palabru Eftcaz: la mera
-como
elusiva donde convergen todos los ritmos posibles.

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