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CATEDRÁTICO : DIAZ PASO FISHER

CURSO : DELITO CONTRA LA FE PÚBLICA

ALUMNO :

HUÁNUCO – PERÚ

2017

1
DEDICATORIA

A Dios por ser nuestro guía y a nuestros


padres por su apoyo desinteresado.

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INDICE

CARÁTULA

DEDICATORIA

INDICE

INTRODUCCIÓN

_______________________________________________________________________

CONTENIDO

PROCEDIMIENTOS POLICIALES EN CASO DE RESITENCIA A LA AUTORIDAD

1. Desacato

1.1. Tipo penal

1.2. Regulación por país

2. Autoridad

2.1 Resistencia contra la Autoridad

2.2 Uso de la Fuerza Policial

3. CASO PRÁCTICO

_______________________________________________________________

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFIA

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INTRODUCCIÓN

El presente trabajo monográfico sobre el Delito de Desobediencia y Resistencia


a la Autoridad, regulado en el artículo 368° del Código Penal trata en lo posible
de enmarcarse en la problemática que actualmente aqueja a todos los países,
asimismo, no existe una sola forma de regular tal figura delictiva y, que a pesar
de tener este delito, su cuna en el Código Penal, en estricto sentido, no existe
una jurisprudencia firme sobre éste.

El Código Penal, aprobado por el Decreto Legislativo N° 635, tipifica y regula las
conductas consideradas como delitos, con la finalidad de que los responsables
por dichos actos sean investigados y sancionados con la pena correspondiente.

Con ello no queremos decir que conductas como la prevista en el artículo 68º del
texto punitivo, no merezca ser alcanzado con una pena, sino que la reacción
penal ha de ser modulado conforme el grado de afectación a la función pública,
siendo que los delitos estrictamente funcionariales justifican una punición de
mayor intensidad.

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CONTENIDO

PROCEDIMIENTOS POLICIALES EN CASO DE RESITENCIA A LA AUTORIDAD

1. Desacato

El desacato o resistencia o desobediencia a la autoridad es, en algunos ordenamientos, un


delito que se comete al calumniar, injuriar, insultar o amenazar a una autoridad en el ejercicio
de sus funciones o con ocasión de ellas, ya de hecho o de palabra, o ya en escrito que se le
dirija.

El bien jurídico protegido es la administración pública. Es decir, la sanción del delito tiene
como fin garantizar la obediencia de los ciudadanos al poder coactivo del Estado.

1.1.Tipo penal

La acción penalmente sancionada consiste en desobedecer o resistir. En el primer caso, la


desobediencia, se trata de una omisión, que se concreta simplemente con la falta de
acatamiento a una orden; por lo tanto, es indispensable que exista esa orden. En el
segundo caso, la resistencia, requiere una acción, mediante la cual una persona intenta
evitar que otra realice determinada acción; en este caso, la acción que ordena un
funcionario público en ejercicio de sus funciones.

Además, para que el delito penal se conforme, es necesario que exista una orden (un
pedido no es suficiente), que sea un funcionario público el que imparta la orden y que esa
orden haya sido impartida en ejercicio de sus funciones.

En algunas legislaciones, cuando existe un delito cometido in fraganti, el derecho penal


asimila a un funcionario público a la persona que intenta detener al delincuente. Por lo tanto,
la resistencia o desobediencia de este tipifica también el delito de resistencia contra la
autoridad.

Se trata de un delito intencional, sin que exista la modalidad culposa o por negligencia del
mismo.

1.2. Regulación por país

La Organización de los Estados Americanos (OEA) considera que "Las leyes de desacato
son incompatibles con el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos".3 En el año 2002 la Relatoría para la Libertad de Expresión "renueva y actualiza

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los argumentos que recomiendan la derogación de las leyes de desacato", y lamenta la falta
de avances significativos desde su informe anterior.

Argentina

Se trata de un delito excarcelable pues tiene una pena mínima asignada de 15 días de
prisión. Su pena máxima es de un año de prisión.

El delito se distingue y suele ser agrupado en el mismo género del de atentado contra la
autoridad, que suele castigarse con una pena levemente más grave, y que se produce
cuando una persona utiliza la intimidación o la fuerza contra un funcionario público para
obligarlo a realizar un acto propio de sus funciones.4

Se consideran formas atenuadas de la resistencia a la autoridad, la perturbación del orden


en las sesiones de los cuerpos legislativos y judiciales o en los lugares donde un funcionario
público esté ejerciendo sus funciones.5 También suele ser sancionado, como forma
atenuada, la obstrucción de las tareas de un funcionario público, cuando no llegare a
encuadrar en un desobediencia abierta.5 Otra forma atenuada de resistencia a la autoridad
es la falta de comparecencia de un testigo o un perito cuando hubieran sido debidamente
citados por un juez.6

Chile

En el artículo 240 del Código de Procedimiento Civil de Chile, si bien el término no está
explícitamente indicado, el desacato es punible con presidio menor en grado medio, es
decir, 541 días hasta 3 años y un día7 hasta presidio menor en grado máximo, es decir, 3
años y un día hasta 5 años8

2. Autoridad

El término "autoridad" tiene origen romano y era comúnmente concebido como


parte de una trilogía que incluía la religión y la tradición. La expresión autoridad
"autoritas", proviene del verbo "augure", que significa aumentar (Arendt, 1968,
p. 121-5). En este primer significado, se considera "que los que están en
posición de la autoridad hacen cumplir, confirman o sancionan una línea
de acción o de pensamiento" (Sartori, 1999, p. 230).
En el sentido moderno del término, la autoridad se ha definido de varias
formas: como atributo de una persona, cargo u oficio que otorga un derecho a
dar órdenes; como una relación entre los cargos de superior y subordinado;

6
como una cualidad que hace que una orden se cumpla, y como base de
un comportamiento (Peabody, 2005).
Además de la variedad de definiciones, el concepto de autoridad también se
puede abordar desde varios niveles. En la amplitud del ámbito sociológico
existen varias relaciones que pueden ser consideradas de autoridad: dentro de
una organización administrativa, dentro del gobierno o corno autoridad
académica (en este último sentido es sinónimo de "preparación" o
"competencia"). En el campo estrictamente político, la cuestión de la autoridad
ha sido abordada en dos dimensiones: en el terreno abstracto de
la filosofía política (Platón, Aristóteles, MacKiver y otros), donde
frecuentemente el tratamiento de la autoridad se ha vinculado con la cuestión
de la libertad y la soberanía, y en el nivel más concreto de la ciencia política de
los siglos XIX y XX, que se ha preocupado por el problema de la distribución y
de las diversas modalidades del que adquiere el ejercicio de la autoridad (por
ejemplo, tipos de autoridad en Weber).
Tanto en la sociología como en la ciencia política, el tratamiento de la autoridad
frecuentemente se vincula con otros conceptos, como los de poder, influencia
y liderazgo (Peabody, 2005; otros autores también consideran el concepto de
competencia, como Biersted, 1964).

2.1 Resistencia contra la Autoridad

Según Méndez (2009), el desacato o resistencia a la autoridad, en algunos


ordenamientos, es un delito que se comete calumniando, injuriando, insultando
o amenazando a una autoridad en el ejercicio de sus funciones o con ocasión
de ellas, ya de hecho o de palabra, o ya en escrito que se le dirija. La acción
penalmente sancionada consiste en desobedecer o resistir. En el primer caso,
la desobediencia, se trata de una omisión, que se concreta simplemente con la
falta de acatamiento a una orden; por lo tanto es indispensable que exista esa
orden. En el segundo caso, la resistencia, requiere una acción, mediante la
cual una persona intenta evitar que otra realice determinada acción, en este
caso, la acción que ordena un funcionario público, en ejercicio de sus
funciones.

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Pero además, advierte Méndez (ob.cit.), que para que el delito penal se
conforme, es necesario que exista una orden (un pedido no alcanza), que sea
un funcionario público el que imparta la orden, y que esa orden haya sido
impartida en ejercicio de sus funciones. En algunas legislaciones, cuando
existe un delito cometido in fraganti, el derecho penal asimila a un funcionario
público a la persona que intenta detener al delincuente. Por lo tanto, la
resistencia o desobediencia de este, tipifica también el delito de resistencia
contra la autoridad. Se trata de un delito intencional, sin que exista la
modalidad culposa o por negligencia del mismo.
Bajo esta misma perspectiva, reseña Monsalve (2009), que se trata de un delito
y suele ser agrupado en el mismo género del de atentado contra la autoridad,
que suele castigarse con una pena levemente más grave, y que se produce
cuando una persona utiliza la intimidación o la fuerza contra un funcionario
público, para obligarlo a realizar un acto propio de sus funciones.
En este orden de ideas, refiere el mencionado autor que se considera
consideran formas atenuadas de la resistencia a la autoridad, la perturbación
del orden en las sesiones de los cuerpos legislativos y judiciales, o en los
lugares donde un funcionario público este ejerciendo sus funciones.También
suele ser sancionado como forma atenuada, la obstrucción de las tareas de un
funcionario público, cuando no llegare a encuadrar en una desobediencia
abierta.Otra forma atenuada de resistencia a la autoridad, es la falta de
comparecencia de un testigo o un perito, cuando hubieran sido debidamente
citados por un juez.
2.2 Uso de la Fuerza Policial

Según el Ministerio de Interior y Justicia (2010), los procedimientos que


caracterizan la norma de Uso Progresivo y Diferenciado de la Fuerza (UPDF)
propuesta en el nuevo modelo policial venezolano están en concordancia
los principios que caracterizan a las mejores prácticas a nivel mundial sobre el
uso de la fuerza por parte de los policías. Para Stenning (2010), profesor de la
Facultad de Criminología en la Universidad de Keele (Reino Unido), en su
participación en el Seminario Internacional "El Nuevo Modelo Policial
Venezolano" el UPDF desarrollado en Venezuela, donde se evidencia el uso
correcto de la fuerza en un contexto de interacción entre la policía y el

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ciudadano. Advirtió que para reformar las prácticas de la policía en cuanto al
uso de la fuerza se requiere reconocer desde el entrenamiento el perfil
psicológico y ético del nuevo funcionario.
En este orden de ideas, el criminólogo aseguró que la idea de que el uso de la
fuerza por parte de la policía se puede eliminar por completo es una idea
peligrosa. "El objetivo debe ser entonces contar con leyes y políticas para
reducir el uso desproporcionado y no ético por parte de la policía y en ese
aspecto Venezuela está muy adelantada", dijo. Es decir, establecer
principios, valores y procedimientos éticos es la clave para transformar
el servicio de policía en cualquier país.
Para el mencionado ministerio, en Venezuela hay 123 policías uniformadas, de
las cuales 24 corresponden a los gobiernos de los estados y 99 a los
municipales. Antes de 1990 existían solo 22 de esas policías, las restantes 102
fueron creadas con posterioridad a esa fecha. Estas policías están reguladas
por 22 leyes estadales y 77 decretos municipales (Antillano, 2007).
Adicionalmente, hay otros cuerpos con funciones policiales: el primero
dedicado a las labores de investigación (CICPC); el segundo, a la vigilancia del
tránsito terrestre; y el tercero es la Guardia Nacional, un componente de la
Fuerza Armada Nacional dedicado al cuidado de fronteras, parques nacionales,
carreteras y eventos de orden público. El estudio hecho por la Comisión
Nacional para la Reforma Policial(Conarepol) en el año 2006 estableció que el
número total de funcionarios era de 115 997 en todo el país (Antillano, 2006).
El mayor número correspondía a los policías estadales (58 000), seguido por la
Guardia Nacional (33 000) y los policías municipales (11 000).
De esto se deduce, el hecho que aunque hay muchos más cuerpos de policías
municipales, los estadales tienen muchos más funcionarios y en una relación
simple se encuentra que el promedio de funcionarios en las policías estadales
es de 2 424 efectivos por policía, mientras que las municipales tienen un
promedio de 110 efectivos para cada entidad. Este incremento de los cuerpos
policiales fue la consecuencia del proceso de descentralización iniciado a fines
de los años ochenta que permitió la elección directa de alcaldes y
gobernadores, quienes vieron en la creación de las policías y en el incremento
de la seguridad ciudadana una de sus áreas más importantes
de gestión política.

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El estudio llevado a cabo por la Comisión Nacional para la Reforma Policial
(Conarepol) (Gabaldón y Antillano, 2007) muestra dos características
importantes en las policías venezolanas. Por un lado, su poca regulación, pues
la mayoría de los cuerpos no tienen manuales de procedimientos o de ingreso
formalizados y cuando existen son desconocidos por los propios funcionarios y
casi nunca se obliga a su cabal aplicación.
Por otro lado, se trata de unas instituciones militarizadas, con unos rasgos
fuertemente castrenses: la mayoría de policías están dirigidas por
militares activos o retirados y la estructura organizativa dividida en oficialidad y
tropa, los mecanismos de formación, la práctica de acuartelamiento, disciplina y
simbología son todos de tipo militar y no se compadecen con las prácticas de
una policía ciudadana.
Eficiencia Actuación Policial
La actuación de esos diferentes cuerpos policiales es percibida de una manera
negativa por la población y las causas de esta desaprobación tienen un doble
componente: Por una parte se considera que la policía es ineficiente en
la promoción de la seguridad para la población y en el control del crimen y la
violencia, y por otra parte existe la creencia de que la policía en sí misma está
involucrada también en la comisión de delitos (Del Olmo,1990; Santos,1992;
Chevigny, 1995; Pinheiro,1997; Briceño-León, Carneiro y Cruz, 1999; Briceño-
León, Camardiel y Ávila, 2006).
En relación a la ineficiencia, en una encuesta llevada a cabo en LACSO en
febrero del 2007 con una muestra probabilística nacional se encontró que solo
el 13% de la población consideraba que el trabajo de la policía era bueno,
mientras que un 37% estimaba que era malo. Estos dos grupos representaban
la mitad de la población. La otra mitad de la población no emitía juicios
relevantes y pensaba que el trabajo era regular
Es interesante destacar, que la encuesta de victimización llevada a cabo por la
Conarepol en octubre de 2007 arrojó unos resultados muy similares al evaluar
el trabajo de las policías estadales (el 52% de los encuestados pensaba que
era regular) y municipales (el 44,5% pensaba que era regular), aunque en
ambos casos subía un poco (21%) la percepción de quienes pensaban que era
buena en relación a la evaluación general (Antillano y Centro de Estudios para
la Paz y los Derechos

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Humanos, 2007:111).
Sin embargo, esta situación es diferente en Caracas. De acuerdo a la encuesta
probabilística que se llevó a cabo en cinco municipios que constituyen la
ciudad, LACSO en el mes de junio de 2007, se pudo encontrar diferencias
importantes en las evaluaciones que hacen las personas de cada una de las
policías municipales y de la Policía Metropolitana, que corresponde a la
autoridad de toda la ciudad. Los datos manifiestan que existe una percepción
desigualada acerca de la actuación de la policía por parte de la población. Las
opiniones emitidas en las encuestas no refieren a una situación de rechazo
generalizado de los cuerpos policiales, ni a un prejuicio que actúa sin
distinciones ni sutilezas.
Por el contrario, la población es capaz de comparar y de evaluar los cuerpos
policiales discriminando entre unos y otros por su eficiencia, dependiendo del
caso. Asimismo, se hace referencia a la opinión de toda la muestra de Caracas
sobre las distintas fuerzas policiales de la ciudad: las que corresponden al lugar
de residencia de los encuestados y las que no. Las diferencias se hacen aún
más acentuadas cuando son los propios habitantes de un municipio los que
evalúan la actuación policial de su entidad, pues en unos casos, como
Libertador, no hay cambios y se mantiene igual en un 10,7% la opinión positiva;
mientras que en otros municipios, como Chacao, el porcentaje de aprobación
asciende al 75%.
Esta creencia en la ineficiencia policial conduce a una baja disposición a
denunciar y por lo tanto contribuye también a la impunidad. En la encuesta de
victimización de LACSO (2007), se reseña que solo un 36,5% de las personas
que había sido víctima de un delito violento había denunciado el hecho ante las
autoridades. La encuesta de Conarepol realizada en octubre de 2006 arroja
una cifra todavía menor, solo el 30%, pero en ese caso se refería a todo tipo de
delitos, violentos y no violentos (Gabaldón, Benavides y Parra, 2007). Cuando
se preguntó a las personas por qué no habían acudido a presentar su reclamo,
el 54% y el 59% en cada una de las encuestas antes citadas respondió que
pensaba que la policía no iba a hacer nada con su denuncia, que no tendría
ninguna eficiencia ni consecuencia su esfuerzo.

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De este modo, se crea un círculo vicioso donde las personas no denuncian
porque piensan que la policía no va actuar, y la policía tiene menos posibilidad
de actuar si no recibe las denuncias de los ciudadanos.

3. CASO PRÁCTICO

Delito de desobediencia a la autoridad César San Martín Castro (p. 95) El


Tribunal Supremo, con motivo del recurso de nulidad interpuesto por el reo, da
una definición de los alcances del delito de desobediencia a la autoridad. La
tesis. que propone se sustenta, sin citarla, en la palabra autorizada de
Sebastián Soler (véase su Derecho Penal argentino. Tomo V. Buenos Aires.
1983. Pág. 100). Los hechos, aunque tampoco expuestos en el fallo en
cuestión, implican situaciones procesales cotidianas en los tribunales peruanos;
de ahí que resulta necesario enfocarlos a la luz del Art. 322 del C. P. Hechos:
Eleocadio Lloclla Chininin es conminado, a resultas de un juicio promovido ante
el Juez de Menores de Piura, a entregar a la madre el hijo que él había
conservado en su poder. El requerimiento se hace bajo apercibimiento de ser
denunciado por delito de desobediencia a la autoridad, y no obstante ser
emplazado formalmente se niega a hacerlo. Su rebeldía da lugar a la
instauración del proceso penal que termina, en primera instancia, con una
sentencia condenatoria, la cual es reformada por la Corte Suprema que lo
absuelve de la acusación fiscal formulada en su contra. Calificación: La
decisión en comento apunta, a nivel genérico, a establecer que la
desobediencia a la autoridad presupone la ejecución actual o inminente de un
mandato u orden dictado por la autoridad en el ejercicio de sus funciones, y
que tal mandato no puede ser uno que cree un estado. Así trata de precisar el
sentido de la ley: el Art. 322, como es común a todos los Códigos, no define lo
que debe entenderse por "desobediencia" ni precisa la naturaleza del mandato
objeto de la rebeldía o incumplimiento. Comentario: Previamente es de precisar
el tipo penal a partir de todas sus características fundamentales: a) el Art. 322
C.P. protege el principio de subordinación a la autoridad; b) la desobediencia
importa incumplir una orden dictada por un funcionario público, de suerte que
éste es el sujeto pasivo del delito; c) la acción de desobedecer debe realizarse
en presencia del funcionario público. En el sub-lite, estamos ante una

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desobediencia omisiva, dado que la orden (p. 96) importaba un hacer: entregar
el niño a su madre. (Cf.: Juan Córdova Roca. Comentarios al Código Penal
Español. Barcelona. 1978. pág. 527). En cuanto al mandato, punto central de la
definición formulada por la Corte Suprema y presupuesto sustancial del tipo
penal sub-materia, es de mencionarse lo siguiente: El mandato debe ser
dirigido concretamente al que desobedece, pues de lo contrario sería un crimen
desobediente general; por lo tanto la desobediencia a una disposición de
carácter general no está comprendida en el tipo objetivo del injusto. La orden
debe ser clara y concreta, dirigida a persona o personas determinadas lo que
hace de los destinatarios sujetos posibles del delito El mandato es
consecuencia de un acto de imperio legítimo emanado de autoridad
competente. La orden, al ser directa, debe conocerla personalmente el
obligado. Es necesario que la orden haya llegado a conocimiento efectivo del
remitente, siendo insuficiente la mera notificación formal. La falta de
cumplimiento, amén de ser reiterada, debe carecer de otra sanción especial.
(Cf.: José Cerezo Mir. Problemas Fundamentales del Derecho Penal. 1982.
Pág. 249. Ricardo Levene (h). Manual de Derecho Penal Parte Especial.
Buenos Aires. 1978. Pág. 502. Alfredo Masi. Delito de Desobediencia a la
Autoridad; Enciclopedia Jurídica Oro ba. Tomo VIII. Buenos Aires. 1958. Pág.
602.- Fontán Balestra. Derecho Penal Parte Especial. Buenos Aires. 1985.-
Pág. 798). Resta definir si se trata de una resolución que crea un estado; dicho
de otra manera, si es una orden prohibitiva de carácter general. De la
respuesta que se dé a esta pregunta depende la aceptación o rechazo de la
solución propuesta por la Corte Suprema. Consideramos que no estamos ante
una orden general, por los siguientes fundamentos: i) Existe una decisión
judicial anterior que estatuye que la madre debía asumir la responsabilidad de
la custodia del niño. ii) Posteriormente y en base a esta resolución, se expidió
una orden para que el padre cumpla con entregar el niño a la madre; que
suponemos bien notificado y conocido personalmente por el obligado. iii) Esto
último determina que la orden fue concreta y dirigida individualmente al padre,
quien había perdido el proceso. De ahí deducimos que el incumplimiento fue
punible, al punto que se realizó con desprestigio de la autoridad y sus agentes,
que es lo que protege el tipo en cuestión (Cf.: Cuello Calón. Derecho Penal
Parte Especial. Tomo II. Vol. 1. Barcelona.1980. Pág. 162). En consecuencia,

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estimamos que la oposición doctrinaria implícita en la resolución suprema no
fue entendida a cabalidad, porque la subfunción consiguiente es equivocada:
una orden judicial expedida en ejecución de sentencia y sobre un tema muy
específico determina que su incumplimiento tipifique un delito contra la
autoridad pública. La sentencia de la que emanó el requerimiento burlado no
fue declarativo, sino que fue una sentencia de condena. Debe apuntarse que
más allá del cumplimiento exigible por otros medios por el Juez de Menores, la
desobediencia de sus mandatos específicos es constitutiva de un delito. Si el
tipo protege el principio de subordinación a la autoridad y esto se da frente a
una decisión judicial dictada luego de un largo proceso, no hay más remedio
que entender cometido un delito frente a un incumplimiento de esta naturaleza.
(p. 97) Además, a nivel procesal los Jueces de menores como en lo Civil no
han desarrollado al máximo las facultades de hacer cumplir lo ejecutoriado a
generalmente se limitan a denunciar lo ocurrido al fuero penal para luego
desentenderse del incumplimiento que han sido objeto. Si a esto se agrega la
actual interpretación del Tribunal Supremo, vamos a ver una magistratura
desprestigiada ante la opinión pública, pues no sólo no puede procesar
adecuadamente los conflictos sometidos a su conocimiento sino que tampoco
puede hacer cumplir sus mandatos. VIOLENCIA Y RESISTENCIA A LA
AUTORIDAD EXPEDIENTE No. 290-85 - PIURA ESTE DELITO PRESUPONE
LA EJECUCION ACTUAL 0 INMINENTE DE UN MANDATO U ORDEN
DICTADO POR LA AUTORIDAD, EN EJERCICIO DE SUS FUNCIONES, NO
PUEDE HABER RESISTENCIA 0 DESOBEDIENCIA BASADA EN EL
INCUMPLIMIENTO DE UNA RESOLUCION QUE CREA UN ESTADO, YA
QUE UNA COSA ES RESISTIR 0 DESOBEDECER A UN FUNCIONARIO Y
OTRA ES VIOLAR UN DEBER JURIDICO. Ref. Legal: -C.P. Art. 232o.
DICTAMEN FISCAL Instrucción NI 289-80-C.S. NI 2843-81 Corte Superior de
Piura - Dictamen No. 1982-83/FSP. Señor Presidente de la Sala Penal de la
Corte Suprema: En mérito al recurso de nulidad interpuesto por el condenado
Eleocadio LloclLa Chinininin contra la sentencia de fs. 61., su fecha 20 de
agosto de 1981, que le impone la pena de dos meses de prisión condicional,
por el delito de Violencia y Resistencia a la Autoridad en agravio del Juez de
Menores de Piura, se eleva la instrucción al Supremo Tribunal. No estando
comprendido dentro de los alcances del Art. 83o. del Decreto legislativo No. 52,

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el delito materia del proceso remitido, debe devolverse los actuados a fin de
que la Sala Penal resuelva de acuerdo a sus atribuciones legales. Lima, 14 de
Junio de 1983. CESAR ELEJALDE ESTENSSORO, Fiscal Supremo en lo
Penal. RESOLUCION SUPREMA EXPEDIENTE No. 290-85 11 S.P. (2845-81)
Lima, 21 de Febrero de 1985 (p. 98) VISTOS; y CONSIDERANDO: que el
delito de resistencia o desobediencia a la autoridad, previsto y sancionado en el
artículo trescientos veintidós del Código Pena[,. presupone la ejecución actual
o inminente de un mandato u orden dictado por la autoridad en ejercicio de sus
funciones; que no puede haber resistencia o desobediencia basada en el
incumplimiento de una resolución que crea un estado, pues una cosa es resistir
o desobedecer a un funcionario y otra es violar un deber jurídico; que,
consecuentemente, la desobediencia por parte del acusado Eleocadio Lloclla
Chininin a la sentencia que en copia certificada corre a fojas dos y confirmada a
fojas cuatro para que entregue a su menor hijo no basta para tipificar el delito
materia de juzgamiento: declararon HABER NULIDAD en la sentencia recurrida
de fojas sesentiuno, su fecha veinte de agosto de mil novecientos ochentiuno,
que condena a Eleocadio Lloclla Chininin por el delito de violación y resistencia
a la autoridad en agravio de la Juez de Menores de Piura, a la pena de dos
meses de prisión condicional, con lo demás que contiene; reformándola: lo
ABSOLVIERON de la acusación fiscal por el citado delito en perjuicio del
mencionado agravio; archivándose definitivamente el proceso; y de
conformidad con lo dispuesto por el Decreto Ley número veinte mil quinientos
setentinueve; ORDENARON la anulación de sus antecedentes policiales y
judiciales, y los devolvieron = SRES.: GALVEZ IBAÑEZ.- VALDIVIA DAVILA.-
VELASCO DE AMAT. Se publicó conforme a ley. BERNANDO DEL AGUILA
PAZ Secretario General de la Corte Suprema de Justicia.

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CONCLUSIONES

La expresión “poner manos en la autoridad” es de carácter metafórico. Este


estilo podría ser criticado desde una perspectiva de técnica legislativa. De
todas formas, no es común que se cuestione este precepto desde el punto de
vista del principio de legalidad, que demanda claridad en la ley penal. Este
inciso 11 rige en nuestro país desde hace muchos años y hay consenso en
cuanto a que se refiere a “…ejecutar actos de fuerza sobre la persona del
sujeto pasivo, siempre que el autor no obre a mano armada. Ejemplo: aplicarle
golpes, empujones o sujetarlo.” (D´Alessio, 1ª ed., p. 767). En el mismo
sentido, Donna señala “… que la acción consiste en el contacto físico entre el
autor y su víctima.” (Donna, p. 57). Un sector de la doctrina entiende que el tipo
agravado se superpone con la propia figura básica. Por este motivo, aquél
sería inaplicable (confr., por ejemplo, Donna, p. 57). D´Alessio hace suya la
posición de Molinario y afirma “…que el problema es irresoluble: siempre que el
autor emplee violencia en contra del sujeto pasivo se dará el tipo calificado, lo
que dejará sin contenido a la figura básica. En consecuencia entiende que,
además de inaplicable, la figura es violatoria del non bis in idem.” (D´Alessio, 1ª
ed., p. 768). Si, como señalaban Fontán Balestra y Millán, la fuerza de la figura
básica se corresponde con la fuerza física sobre el sujeto pasivo, no queda
margen para la aplicación de la agravante que se analiza (Fontán Balestra y
Millán, p. 358). Quienes sostienen que no se produce una doble valoración
señalan que la figura agravada encuentra su razón de ser en la mayor
ofensividad de la conducta y el mayor peligro corrido por el sujeto pasivo.
Entendemos que no hay una doble valoración ni una superposición de las
figuras, puesto que el atentado puede consistir en imposiciones que no
importen el ejercicio directo de violencia sobre la persona del funcionario

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BIBLIOGRAFIA

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