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espirulina = tecuitlatl
• AMLO: ojo con la espirulina
Por Jorge A. Peón R., La Paz, BCS.
www.jornada.unam.mx, 8/27/2005
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El sábado anterior esta página de cuatro columnas pidió a sus lectores ideas, propuestas y
proyectos para ayudar a definir lo que pudiera ser la política agropecuaria de Andrés
Manuel López Obrador. Ante el cúmulo de respuestas que han llegado no procede sino
comenzar a transcribirlas, para aprovechar al máximo el espacio disponible, no sin
reiterar que la invitación continúa en pie.

Ella recomienda la espirulina

Aparte del amaranto, los aztecas y los mayas incluían en su dieta un alga (tecuitlatl o
espirulina), que se producía en lagos y aguas alcalinas de México. Es un alga unicelular
que contiene clorofila y phycocianina, ingredientes que le dan un color verde azul
intenso. Ahora le dicen el alimento del futuro, ya que supera en mucho el valor proteínico
de la carne: de 65 a 70 por ciento comparado con el 22 por ciento de aquella. Contiene 7
por ciento de grasas en forma de ácidos esenciales, más minerales como magnesio, zinc,
calcio, manganeso, hierro, fósforo y selenio. Contiene vitamina B12, cosa rarísima en una
planta. Es fuente de vitaminas como la E, la B2, B6, ácido fólico, niacina, etc. En ella se
encuentran azúcares complejos, carotenoides y enzimas. Según el doctor Richard
Passwater, la alta concentración de fenilalanina (aminoácido) permite que la espirulina
influya directamente en los neurotransmisores del cerebro, en particular en los que
controlan cambios de carácter y el apetito. Es un alga que puede ser utilizada para tratar
casos de desnutrición, diabetes, obesidad, exceso de colesterol, etc. Una pequeña cantidad
al día combinada con algún líquido puede salvar a un niño o adulto de la anemia. Ya se
consigue en pastillas, polvo o cápsulas; sin embargo, para que la espirulina conserve
todas sus propiedades hay que someterla a un tratamiento de micronización. En Francia,
algunos laboratorios comienzan a procesarla con este sistema, aunque los japoneses y los
estadunidenses vienen haciéndolo desde hace varios años. Si puedes encontrarla en
México micronizada, consúmela, yo lo hago y es una maravilla.

Carmen A. Douglas, París, Francia

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El la produce y la vende

Soy un empresario que vive en La Paz, BCS, y me dedico a un raro negocio: la


comercialización e industrialización de las algas marinas. Los humanos estamos muy
compenetrados con la plantas terrestres, pero olvidamos las acuáticas, y aún más las
marinas. Leí en su columna cómo los nahuas combinaban el cultivo del maíz, el frijol y el
amaranto, así como la hipótesis de la señora Ofelia Medina acerca del dominio español
obtenido mediante la destrucción de los sistemas de producción de alimentos de los
indígenas. Eso es absolutamente cierto. Este mail es para aportar un dato más en ese
sentido. Cuando los aztecas cultivaban en las chinampas había una época del año en que
flotaba en los lagos de Tenochtitlan, y sobre todo en el de Texcoco, una especie de nata
verde-azulada, muy abundante, que recogían con un cedazo hecho de tela para colarla.
Esas "natas" no eran otra cosa más que una microalga que denominaban tecuitlatl. Es- ta
microalga (que hoy sabemos se denomina científicamente espirulina platensis mexicana)
los aztecas la cosechaban, la secaban y la mezclaban en sus tortillas (debido al color de la
espirulina seca, que es azul-verde, las tortillas cambiaban de color, siendo las primeras
tortillas no amarillas o blancas como el maíz. Hoy, como sabe usted, es una tradición
comer tortillas de colores en el centro de México). Pues bien, la espirulina es una
microalga que en su constitución química posee de 60 a 70 por ciento de proteína (con la
gran ventaja de que no contiene colesterol, por su origen ciento por ciento vegetal). En
los años 60 un grupo de investigadores franceses "descubrieron" que en el lago Chad, en
Africa, los nativos también consumen espirulina como lo hacían los aztecas, mezclándola
con grandes tortillas de trigo y de mijo; esa es la otra variedad de espirulina nativa
denominada máxima. En nuestro país, desde antes de la Segunda Guerra Mundial y hasta
los años 90, se produjo y exportó gran cantidad de espirulina, extraída del lago de
Texcoco, por una empresa denominada precisamente Sosa Texcoco SA, constituida en
1940 por el gobierno federal como parte de la política de industrialización y sustitución
de importaciones, que llegó a producir anualmente 9 mil toneladas de sosa cáustica y 250
de alga espirulina, y hasta 700 toneladas diarias de carbonato de sodio. La empresa
contaba con 264 hectáreas de producción con aguas alimentadas del lago de Texcoco.
Debido a un largo conflicto laboral, que duró de octubre de 1993 a diciembre de 1999 (2
mil 200 días), la empresa cerró sus puertas despidiendo a 622 obreros, que fueron
liquidados con 75 millones y medio de pesos. Cuando los gringos comenzaron las
incursiones tripuladas al espacio, el astronauta se alimentaba, entre otras cosas, con
cápsulas concentradas de amaranto y espirulina. Hoy en día, si los indígenas y los más
pobres de nuestro país pudieran producir espirulina para autoconsumo (la tecnología es
muy sencilla y de alto rendimiento), agregarían a su dieta una enorme fuente de proteínas
si aprenden a combinarla con las tortillas, como nuestros ancestros. Por desgracia, la
fuente natural que la producía masivamente en el lago de Texcoco se perdió y me temo
que sus aguas hoy deben estar muy contaminadas. Pese a que nuestro país fue el primer
productor mundial de esta microalga, hoy ni siquiera figura en la tabla mundial, en la cual
los líderes son los chinos, los indios y los estadunidenses.

Jorge A. Peón R., La Paz, BCS.

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