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IMAGEN DE LO POPULAR, MIRADA EN EL ESPEJO


The Image of Popular Things: A Look in the Mirror

Rigoberto Gil Montoya *

SINTESIS ASBTRACT
El presente artículo centra el interés en torno a las This article deals with the implications of the notion
implicaciones de la noción de lo "popular", a propó- "popular" in relation to Colombian culture, taking
sito de la cultura colombiana inserta en unas diná- into account the latter's specific social dynamics. The
micas sociales particulares, donde resulta improce- article posits that it is not pertinent to speak of high
dente hacer una distinción entre alta y baja cultura, or low culture, as in Europe. What is considered as
en los términos que para ella dispone la discusión popular, as is the case with what is deemed as falling
europea. Lo "popular" como lo "público" alimenta within the public sphere, nourishes a tradition that is
una tradición mediada por manifestaciones colectivas influenced by collective expressions that are in turn
que no escapan a los fenómenos de la violencia ni a la affected by social violence and by certain aesthetic
estetización de unas formas expresivas; allí operan expressive forms. What is regarded as popular reflects
nuestras visiones de mundo, en los planos de lo polí- our views of the world surrounding us in political,
tico, lo social y cultural, es decir, en el plano de la social and cultural terms. It is in this ambit that artistic
cultura de masas, en cuyo ámbito se nutre y cobra proposals seeking to offer a critical context acquire
sentido toda propuesta artística que quiera respon- their meaning.
der a un contexto crítico.
DESCRIPTORS: Mass culture, political violence,
DESCRIPTORES: Cultura de masas, po- social violence, daily life, discourse, rhetoric.
pular, violencia bipartidista, violencia social, vida
cotidiana, plebe, discurso y retórica.

Popular. Hubo un tiempo en que esta cargan de manipular los intestinos


palabra recuperaba otros sentidos. de los animales. En las aulas nos
Lo popular significaba multitud, mu- enseñaron que el descuartizamien-
chedumbre, inconformidad, insu- to de José Antonio Galán en
rrección, exclusión, anormalidad, Santander se debió a una revuelta
analfabetismo, eso que en "El ma- del pueblo, liderada por él, lo mis-
tadero", el cuento fundacional del mo que el fusilamiento de
argentino Echevarría, se nombra Policaparpa Salavarrieta, la Pola y
como lo bárbaro, la gleba, lo incivi- otros insurrectos. Ambos líderes
lizado, ámbito propio de los aclamaron la libertad, el cambio de
achuradores, esto es, los que se en- gobierno y pronto estuvieron en

* Doctor en Literatura de la Universidad Autónoma de México y profesor asociado de la Universidad Tecnológica de


Pereira. Autor de varios libros publicados: El laberinto de las secretas angustias (1992); La urbanidad de las especies
(1996); Perros de paja (2000); Nido de Cóndores: aspectos de la vida cotidiana de Pereira en los años veinte (2002); Retazos
de ciudad (2002); Pereira, visión caleidoscópica (2002); Plop (2004); Arlt y Piglia, conspiradores literarios (2005).

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desacuerdo con la Ciudad letrada que (González, 1983, p 83), le habría con-
se hacía evidente en los edictos y fesado Roa Sierra a su amigo Umland
emplazamientos, esa ciudad de lo Gerst, el quiromántico alemán, a quien
burocrático, de lo anacrónico, reza- frecuentaba en su consultorio para
go de la Corona. La Guerra de los compartirle sus penurias e intencio-
Mil Días siempre la imaginamos nes de "hacer algo grande". Su com-
como una de las treinta y dos gue- portamiento era el de un esquizoide pa-
rras que fueron perdidas por el co- ranoico, de acuerdo con la conclusión
ronel Aureliano Buendía, ese hom- de dos psiquiatras años después del
bre que quizá nunca entendió del crimen atribuido a Roa Sierra
todo por qué y a causa de qué se (González, 1993). Le fue difícil hacer-
pasó la vida en los campos de bata- se al arma asesina, pues adquirir un
lla, para venir a morir orinando con aparato tan sofisticado y exclusivo
dificultad en el castaño del patio tra- en su condición de haragán, estaba
sero de su casa, con el recuerdo vivo lejos de su presupuesto. Se compren-
de sus muertos. de por qué tener entre sus manos el
revólver calibre 38 constituía una joya:
Yo no soy un hombre, soy un pueblo, sona-
ba enfático Jorge Eliécer Gaitán, an- El asesinato de Gaitán -escribe el
tes de caer exánime en una acera del cineasta Lisandro Duque- estu-
centro de la capital, tras los disparos vo a punto de ser aplazado por
de un lánguido y desnutrido hombre el destino para quién sabe cuán-
que, frente al linchamiento, sintió un do, pues Juan Roa Sierra casi ven-
pavor que lo hizo muy humano, en de el arma homicida, el 8 de abril,
torno al grupo de emboladores que por quince pesos más de lo que
se ensañó con su cuerpo, como parte había costado el día inmediata-
del escarnio público. Se llamaba Juan mente anterior. El negocio no se
Roa Sierra, pertenecía a una familia consumó porque el interesado -
pobre, era perezoso e inepto, según un hombre al que Roa Sierra acu-
sus parientes; padecía un cierto deli- dió para que le vendiera las balas
rio que suele incubarse en los seres y terminó antojándose de com-
trágicos y de ahí sus infructuosas bús- prarle el revólver- terminó ofre-
quedas en las ciencias ocultas, en la ciéndole menos del precio del
quiromancia y el rosacrucismo: "Yo costo. (Duque, 1997, p 13)
soy inteligente y quiero estudiar para
ser algo grande. No nací para remen- También fue difícil reconocer su
dar llantas ni trabajar en albañilería, cuerpo en medio de tantos cuerpos
pero nadie quiere apoyarme" que fueron amontonados en las na-

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ves del cementerio central, como lo nerse. Era un hecho que la voz de
registra la cámara valiente del fotó- uno de ellos, acaso el más retórico,
grafo Sadi González. Alguien vio el que mejor solía hablar en las pla-
que la multitud, luego de arrastrar zas públicas, arengando, denuncian-
por la carrera séptima el cuerpo de do -recuérdese su juicio sobre la
un hombre que murió tembloroso, "masacre de las bananeras"-, pidien-
apaleado además por su propio pá- do hasta lo imposible, había sido
nico, le habían colgado dos corba- asesinado de pronto, sin más y a la
tas alrededor de su cuello. Este sim- hora del almuerzo.
ple detalle hizo posible su identifi-
cación, días después, cuando un país El liderazgo lo asumió la radio. Esas
sin ley insistía en reclamar el cuerpo voces que transmitían la tragedia, a su
del asesino como una prueba de jus- manera, desorientaban, incitaban,
ticia, o mejor, de ajusticiamiento. enardecían los ánimos mediante el uso
de un lenguaje atávico, ancestral, que
Tras la muerte de Gaitán, reflexio- recorba las permanentes tensiones
na Antonio Caballero, se hizo visi- entre la norma, la gramática, el código
ble lo que antes en Colombia no se civil y la práctica política, retoricista y
registraba siquiera en las estadísti- preciosista, en un país de grecolatinos
cas: el pueblo, lo otro, la masa, lo y románticos decadentes:
informe, que empieza a aparecer tí-
midamente en nuestra literatura. Los discursos de los parlamenta-
Pienso en La casa de vecindad, la no- rios -escribe Arturo Alape- se tras-
vela de Osorio Lizarazo de 1930. mitían por la la radio. Discursos
Ese pueblo se tomó las calles, inva- fogosos, incitadores y apremian-
dió la propiedad ajena, incendió es- tes que tocaban la fibra más sen-
tablecimientos públicos, se batió sible en sus oyentes, para que hi-
con machetes y rulas frente a una cieran de su sensibilidad la acción
policía sin cuartel, impresionada ante con sus propias manos. Hablaba
el hecho de verse en el deber de ata- Gaitán por la radio y de inmedia-
car a sus vecinos de barrio y sin sa- to le contestaba, por otra emiso-
ber muy bien a quién tildar de ene- ra, Laureano Gómez. El país esta-
migo. En medio del desorden, na- ba amarrado inevitablemente al
die sabía lo que en realidad estaba poder, la magia y la persuasión de
sucediendo. Y los francotiradores la radio. (Álape, 2002, p 16)
aprovechaban esta circunstancia
para dar mejor en el blanco. No ha- Los locutores se referían a la muer-
bía líderes o nadie se atrevía a expo- te del presidente Ospina Pérez,

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anunciaban que la revolución esta- respetan prestaré solamente al uno


ba en marcha, que en pocas horas por ciento"; "Sigan, que los recibiré
se tomarían el poder, que el pueblo a bala"; "Rogamos a las personas
era el poder. En Palacio se entera- que tomaron mercancías de este al-
ron de que una o dos cadenas ra- macén, devolvernos únicamente el
diales estaban orientando a la masa soplete y la llave inglesa que estaban
que atacaba lo público y privado de en el mostrador"; "Mercancía sa-
manera indiscriminada con rulas, queada en este almacén. Vendo las
machetes y palos. De modo que las existencias que tenía en mi casa".
autoridades se tomaron los centros (Serrano, 1948)
de transmisión radial, cundió el si-
lencio en los diales y la desorienta- Me confieso hijo de esa turbamulta
ción fue aún mayor, sobre todo para que escribe temerosa, hijo de ese
esa turbamulta ebria, desenfrenada, desorden. Quiero decir que mi ori-
que lloraba con rabia la muerte de gen es de carácter popular, como el
un líder que les había prometido de la mayoría, sino toda, de colom-
gobernar con los de abajo, la gente bianos, descendientes de arrieros,
común: los emboladores, los cam- contrabandistas, sastres, marchan-
pesinos, los oficinistas, los sastres, tes, vendedores de lotería, emplea-
los tenderos, los serenateros, en fin. dos públicos, litigantes, comercian-
tes, campesinos minifundistas, con-
Se sabía que el gobierno estaba en ductores de tranvía, poetas que no
manos de los conservadores y que escriben y recolectoras de café. En
ellos, como los comunistas y dere- nosotros expresiones como estirpe,
chistas, como ese grupo selecto al abolengo, alcurnia, casta, progenie,
que Gaitán denominaba la oligar- suenan falsas, rimbombantes y sin
quía, eran por lo pronto sospecho- sentido, como acontece con el len-
sos intelectuales del magnicidio. Ese guaje eufemístico que emplean los
mismo pueblo fue el que escribió, diplomáticos en las ruedas de pren-
con dudosa ortografía y en medio sa. Estas expresiones parecieran
de la trifulca, avisos perentorios en sólo ser efectivas en las novelas, en
las fachadas de sus casas o de sus los mundos de ficción, donde las
tiendas, como si de esta forma se estirpes condenadas a cien años de
pudiera evitar el saqueo y salvarse soledad no tenían una segunda
de caer en manos de bandidos y oportunidad sobre la tierra. Es de-
delincuentes: "Aquí ya robamos. Si- cir, estirpes sentenciadas a la des-
gan más adelante"; "Si me saquean, trucción, sin esperanzas.
no volveré a prestar dinero. Si me

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Soy hijo de un sastre que presenció rrible sistema de usura que sólo pudo
muy niño los disturbios derivados haberse aprendido de las grandes
del Bogotazo. Mi madre vivió lo compañías financieras. De modo
propio en una hacienda del Águila, que lo popular lo comprendo por
Valle, cuando el ordeño manual de esa vía del remiendo y la costura,
vacas era labor de las niñas en las como signos de un cosmos que se
madrugadas. Por ellos supe que lo liga a la masa, a lo otro, a lo infor-
que se desató en la ciudad que es- me, y, si se quiere, a lo espurio, cuan-
cuchó el disparo de Silva, se exten- do algunas miradas sociológicas pre-
dió de pronto, como un virus, a las tenden hacer una fina distinción
provincias y rincones de un país con entre alta y baja cultura, como en su
una topografía tan exuberante como momento lo defendiera Pierre
los relatos que surgirieron en las ca- Bourdieu y otros sociólogos que cla-
lles polvorientas de Aracataca. La sifican la cultura en términos jerár-
violencia bipartidista se convirtió en quicos y en virtud de una trascen-
un pretexto para eliminar por la dencia y refinamiento de sus pro-
fuerza a quien se declarara proclive ductos que suele confundirse con
a la ideología contraria. El desplaza- lo clásico.
miento forzado acentuó las trochas
indígenas y los caminos de herra- Quiero dar forma a la ropa que me
dura. Basta recorrer los pueblos de cubre, recapitulando ciertos elemen-
Risaralda, enquistados en otro tiem- tos hasta aquí expuestos. He habla-
po, como pesebres en desuso, para do de la violencia y con ella, la voz
presentir las secuelas de un atraso de una sociedad inestable domina-
cultural que suele acrecentarse con da por las prácticas políticas. De otro
los graves desastres que deja la bro- modo me sería difícil entender por
ca y otras plagas en las plantaciones qué tras la muerte del líder Gaitán,
de los cafetales. el país emprende de nuevo otra gue-
rra civil, como en su momento se
Y como hijo de sastre nace zurci- desatara la de la Independencia, tras
do, creo que mi obra literaria y mi la negativa del préstamo simbólico
vida como aventura, están cosidas de un florero, según las lecciones
por la Singer de mis padres y fiel a patrias que recibí en la Escuela "An-
una memoria que he heredado de tonio Ricaurte" de La Virginia, un
su mundo simple, aunque no por puerto cañero a orillas del río Cauca:
eso dificultoso, cuando se trata de monótona corriente que cada tan-
sobrevivir en medio de la escasez y to despierta al horror de lo que atra-
del "gota a gota", ese común y te- pa en sus remolinos, como una

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suerte de museo del desecho huma- emocionales del público. (García


no. En Gaitán se destacó su "dis- Márquez, 1984, p 79)
curso incendiario", esa palabra que
incitó a la revuelta. Retórica y po- El narrador de La casa de vencidad, un
der han formado parte de la misma antiguo tipógrafo que en virtud de
plataforma de intervención hacia la los adelantos técnicos que en mate-
masa, hacia lo otro. Para entonces, ria de artes gráficas han llegado a la
la radio se constituye en un instru- capital, se queda sin empleo, confi-
mento moderno que da fe de los nado a la caridad en una casa de pen-
acontecimientos matutinos, pues sión, examina la actitud íntima de una
más allá de transmitir los discursos de sus vecinas: "Luego, al salir, se
oficiales, narra con divertimento y detuvo a mi lado, me dirigió un ges-
efectos especiales lo que pasa en el to copiado de alguna actriz de cine -
mundo. Antes fue el cine. Las pri- yo voy a veces al cine-, frunció los
meras películas se exhibieron en la hombros y se alejó" (Ososrio, 1978,
década del diez del siglo XX y la p 21). Carlos Monsiváis, atento es-
gente no pudo dar crédito a lo que tudioso de la cultura popular en
veía, como en Macondo: América Latina, es enfático cuando
sostiene que el cine fue una industria
Se indignaron con las imágenes educadora. El cine enseñó modales,
vivas que el próspero comercian- enseñó a llorar y a reír, descubrió de
te don Bruno Crespi proyectaba pronto el drama de los afectos y las
en el teatro con taquillas de bo- pasiones. Las antesalas del cine des-
cas de león, porque un personaje enmascararon las relaciones sociales,
muerto y sepultado en una pelí- que más tarde conocerían los cómo-
cula, y por cuya desgracia se de- dos y excluyentes espacios del club.
rramaron lágrimas de aflicción, Luego fueron los radioteatros y la
reapareció vivo y convertido en gente más humilde y olvidada em-
árabe en la película siguiente. El pezó a soñar a través de unas histo-
público que pagaba dos centavos rias por entregas. Se comprende, así,
para compartir las vicisitudes de por qué Eva Duarte llegó a gozar de
los personajes, no pudo soportar tanta popularididad en Argentina
aquella burla infinita y rompió la cuando se hizo esposa del militar
silletería. El alcalde, a instancias de Juan Domingo Perón y con él llegó
don Bruno Crespi, explicó me- ungida hasta la Casa Rosada. Los
diante un bando que el cine era grasitas o los descamisados, como ella
una máquina de ilusión que no solía nombrar a su pueblo, estaban
merecía los desbordamientos familiarizados, en particular, con su

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voz, cuando la escuchaban en los replican en papeles arrugados las


radioteatros de la tarde y sufrían con frases amorosas de los boleros,
sus desamores y desencuentros en como anticipo a lo que será la visita
radionovelas como Una promesa de esta noche en casa de las Galindo.
amor, la historia de una joven inváli- Los más jóvenes coleccionan revis-
da: "Quiero asomarme al mundo tas de aventuras y los más valientes,
como quien se asoma a una colec- libros de bolsillo sobre el western. En
ción de tarjetas postales", sentenció cada barrio existe una tienda de al-
Eva Duarte ocho años antes de su quiler de comics y ella es tan impor-
dolorosa muerte. tante como la carnicería o el
deshuasadero del negro Candelo.
Volvamos al año 48 e intentemos
un paneo a la masa informe que se Aún hay inocencia y las noticias de
ha tomado las calles. Esa plebe, de la llegada del hombre a la luna, la
quien me declaro heredero, será be- toma del poder por parte de un sol-
llamente llevada al cine en la película dado de barba espesa en La Haba-
de Jaime Osorio, Confesión a Laura. na, el uso de la píldora
De hecho, en el inicio de la película, anticonceptiva, los grafittis en las
una fotografía de la época nos arroja paredes de La Sorbona -"Haz el
a una calle gris bogotana, justo amor y no la guerra"; "Seamos rea-
cuando los persistentes tiroteos listas, pidamos lo imposible"; "Abajo
acentúan los temores, en el adentro el segundo piso"-, las protestas de
y afuera de unas casas habitadas por los estudiantes en las calles parisinas
el miedo. Esta plebe lee a diario las y el uso estimulante del LSD por
secciones de los periódicos donde grupos de hippies que ya quisieran
se indican las carteleras de cine y se fumarse toda la hierba del Amazo-
narran historias personales de las nas, no alteran en mucho la inocen-
divas y galanes del cinemascope. cia pueblerina de las tardes y por
Sintonizan al mediodía o al caer la eso el eco de estas noticias para los
tarde, programas radiales sobre po- Nadaístas de Cali y Medellín, no es
lítica y salud y aguzan sus oídos para suficiente para alterar las costumbres
no perderse un solo rictus de los de una sociedad tan melancólica,
teatralizados en El derecho de nacer. esclerótica y aburrida, como las tar-
Escuchan sin falta los debates par- des de domingo donde se leen las
lamentarios y los políticos saben que tablas de clasificación del Deporti-
todo dependerá de su impresionan- vo Pereira. Darío Lemos, el poeta
te oratoria para obtener el favor en de la gangrena, aún con leve espe-
las urnas. Saborean el son cubano y ranza escribe:

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Movimiento lentísimo de piedra. luego veríamos más amplio y en mo-


Lentitud de presidiario diario. vimiento, en la pantalla de un tele-
Lágrimas mocosas de cuando un visor Motorola, de tubos, a blanco
hombre terminó su vida. y negro. ¿Cómo olvidar que todo el
En el aeropuerto las cosas son pueblo se reunía alrededor de uno
distintas. de los pocos televisores que había
En los autos negros hace mucho sido adquirido por mi familia para
calor. presenciar una de las tantas peleas
Y para ti, de Antonio Cer vantes, Kid
amor, Pambelé?: "¿Tiene cuchillas Guillette
terminaré el poema. (Lemos, 1985, p 71) para mañana? Recuerde que en el
baño no las puede comprar", anun-
En mi película de ocho milímetros, ciaba el narrador deportivo. Fue la
una fotografía de la época me arro- época en que Pablo Escobar, el
ja a una calle luminosa de La Celia, muchacho del barrio La Paz de En-
un pueblo conservador y pacato, a vigado, optó por el hampa, se con-
orillas del río Monos. De seguro aca- virtió en un simple jalador de ca-
bo de pelear con mi hermano, por- rros y como si fuera un personaje
que él quiere apoderarse de la de Roberto Arlt, decidió robar, para
monareta y no le resulta fácil. Lue- revenderlas, lápidas en los cemen-
go de su viaje semanal a Pereira, mi terios del Valle de Aburrá. Surgía el
padre ha traído en su maleta de mundo mágico y emergente del
mano los últimos números de narcotráfico, otra de nuestras expre-
Kalimán, Arandú y Tamakún. Nos ha siones más sublimes de lo popular,
dicho que le fue muy difícil conse- como una suerte de réplica de la
guir la número 9 de Kalimán, justo mafia siciliana que operaba en Nue-
cuando el hombre del turbante ama- va York y Chicago, como lo supo
rillo, impasible, sereno, descubre que Talese en Honrarás a tu padre. Suena
la bella Ruth de Tornell está en po- enternecedor nuestro capo cuando
der del sanguinario conde Bartoc. le confiesa a Castro Caycedo:
Pagó por ella $15.oo, dos veces más
de su valor real. Ha pagado una for- - ¿Sabe una cosa? Yo soy todo lo
tuna, dice y comprendemos que que quise ser: ¡Un bandido!
nos invita a cuidar la colección de Y sin dejarme hablar agregó:
revistas que él leerá en algún mo- - Se lo digo así de claro…y de sen-
mento, sentado en su máquina de tido, para que lo use como acápite
coser. Nuestros héroes de papel de su libro.
hacían más amable el mundo que - ¿De sentido?

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- Sí. Usted sabe que lo siento así. res extrasensoriales, prestaba sus ser-
(Castro, 1999, p 240) vicios profesionales al entonces Fis-
cal Mario Iguarán para solucionar los
Sea uno bandido o no, haya vivido problemas internos más graves de su
en un barrio de malandras, o en un institución. El sonado proceso 8.000
sector atestado de peluquerías, o en es en realidad una novela de corte
una calle de lujosas viviendas, es difí- negro, abundante en delaciones, do-
cil olvidar de qué lugar proviene nues- cumentos de prueba, paros cardíacos,
tra educación sentimental y este amistades peligrosas, en la que el cul-
acendramiento propio de una cultu- pable habla al final con frases apren-
ra tan heterogénea, como las formas didas en las obras de Goerges
de la muerte. Imposible olvidar que Simenon: "Todo sucedió a mis espal-
estamos mediados por la música, el das". Jesucristo suele aparecerse en la
cine, la televisión, las subliteraturas y masa de los buñuelos y en las
todos aquellos productos que forman humedades de las terrazas, mientras
parte de los catálogos de consumo la virgen María, con un sentido más
de la sociedad de masas: una suerte de ecológico, opta por la corteza de los
videoclip, en el que se condensa el árboles. Cada vez son más numero-
sino de unas sociedades interveni- sas en la televisión las misas, los cul-
das por la imagen. tos, las sanaciones acreditadas por igle-
sias que dicen tener la verdad y nada
A propósito de mis preocupaciones más que la verdad. Para eso sus pas-
estéticas y literarias, confieso que es tores se empecinan en una puesta en
allí donde encuentro los temas y los escena que me recuerda el caso de la
problemas, la posibilidad de construir virgen de Piendamó, adonde fui lle-
mundos a través de la imaginación, vado, cuando niño, de la mano de mi
sobre la base de una realidad que, en madre, antes de que la historia de la
sí misma, sorprende por lo increíble y niña virgen fuera tema de una de las
desaforada. Basta contemplar un no- series televisadas bajo el título Caso juz-
ticiero del medio día para sentir que gado. Sería necio de mi parte preten-
estamos pisando los terrenos de la fic- der agotar los ejemplos. Más bien diré,
ción: Ringo, el famoso perro como lo expresó, en términos
antinarcóticos del aeropuerto de Cali, diluviales, hace poco García Márquez
ahora vive con escoltas, porque hasta en Cartagena: "No sé en qué momen-
su perra vida fue amenazada. En to comenzó todo".
Cúcuta, dos payasos de circo pobre,
fueron asesinados chistosamente en No estamos ya en el año 48 del si-
plena función. Un brujo, con pode- glo XX y las cosas han cambiado

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un poco, aunque algunas permane- responder a las encuestas de los


cen y se han sofisticado. La guerra, raiting de sintonía de los reality show.
por ejemplo. Ya no es la guerra con Presumo que tal vez sea un indivi-
machetes y palos, ni es la radio la duo pertenenciente al pueblo quien
que orienta a los incautos. Ahora la por fin logre dar muerte a Ringo, el
guerra se hace con bazucas, minas perro caleño antinarcóticos, tras ser
anti-persona y pipas-bomba que nos contratado por una de las cabellizas
enseñaron a fabricar células del IRA, de un cartel próspero. Sabemos que
según informes de la policía secre- el asesino de los dos payasos era del
ta. En la era de la información, los pueblo. El expresidente que quiso
pactos secretos y la corrupción po- cerrar su propia novela con una fra-
lítica, el computador de "Jorge 40" se aprendida en las obras de
es una variante criolla de la Enciclo- Simenon fue elegido por el pueblo.
pedia Británica, la laptoc de ese hom- Es el pueblo y sólo él, quien logra
bre de mediana estatura que fue ver la imagen de Jesús o la de la vir-
"Raúl Reyes" es una suerte de gen, en los lugares más inesperados,
hipertexto, de red social y las con- que de inmediato se convierten en
fesiones de los paramilitares en au- lugar de culto y romería. Hoy, este
diencia pública frente a las familias mismo pueblo sigue dándole potes-
víctimas, es la prueba contundente tad a un hombre que insiste en per-
de que nuestra realidad cotidiana la petuarse en el poder bajo un argu-
impone una trasnacional: el realis- mento que estila sin sonrojarse: el
mo mágico. Los descuartizamientos dolor de su alma le indica que nadie
se hacen con moto-sierras y para está en capacidad de continuar su
sostener diálogos que suelen durar difusa "política de la seguridad de-
años con los diversos grupos ilega- mocrática", mientras en la Fiscalía
les, siempre hay que hacerlo fuera se siguen acumulando las denuncias
del país, acaso porque el ruido de y los casos de esa otra forma de la
las masacres y los ataques a pobla- retórica criminal: los "falsos positi-
ciones abandonadas corta toda co- vos".
municación.
Hace poco una querida amiga me
Lo que no parece haber cambiado invitó a participar de una cruzada
es el escenario en que el pueblo, lo de sanación liderada por el pastor
otro, se resuelve activo, bien sea para Portela. Le insistí, no sin mucho
presenciar por televisión la confe- éxito, en que mi problema capilar
sión de sus verdugos, o bien para ya no tiene remedio. No creo ade-

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más, le argumenté, que el pastor dis- siento que en mis pesadillas futuras
ponga de tiempo espiritual para ha- la figura de un Roa Sierra, inerme y
cer la cruzada, ahora que hace polí- medroso, me acechará desde la
tica con nuestros líderes locales. sombra, como si buscara un aliado
Abro mi álbum familiar y veo en la para cometer de nuevo el crimen y
suma de fotografías el paso de un por vía de la repetición, agregar una
tiempo, el tono sepia de la decrepi- página más a esa historia de un país
tud. Cada imagen revela mi propia que se resuelve en sus márgenes, en
imagen y se encarga de subrayar mi lo otro, en lo informe de su imagen
origen, mi sino, en eso que es lo otro, reflejada en un espejo adquirido en
lo informe, lo inasible, acaso. Pre- una marquetería de barrio.

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