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SINTESIS ASBTRACT
El presente artículo centra el interés en torno a las This article deals with the implications of the notion
implicaciones de la noción de lo "popular", a propó- "popular" in relation to Colombian culture, taking
sito de la cultura colombiana inserta en unas diná- into account the latter's specific social dynamics. The
micas sociales particulares, donde resulta improce- article posits that it is not pertinent to speak of high
dente hacer una distinción entre alta y baja cultura, or low culture, as in Europe. What is considered as
en los términos que para ella dispone la discusión popular, as is the case with what is deemed as falling
europea. Lo "popular" como lo "público" alimenta within the public sphere, nourishes a tradition that is
una tradición mediada por manifestaciones colectivas influenced by collective expressions that are in turn
que no escapan a los fenómenos de la violencia ni a la affected by social violence and by certain aesthetic
estetización de unas formas expresivas; allí operan expressive forms. What is regarded as popular reflects
nuestras visiones de mundo, en los planos de lo polí- our views of the world surrounding us in political,
tico, lo social y cultural, es decir, en el plano de la social and cultural terms. It is in this ambit that artistic
cultura de masas, en cuyo ámbito se nutre y cobra proposals seeking to offer a critical context acquire
sentido toda propuesta artística que quiera respon- their meaning.
der a un contexto crítico.
DESCRIPTORS: Mass culture, political violence,
DESCRIPTORES: Cultura de masas, po- social violence, daily life, discourse, rhetoric.
pular, violencia bipartidista, violencia social, vida
cotidiana, plebe, discurso y retórica.
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desacuerdo con la Ciudad letrada que (González, 1983, p 83), le habría con-
se hacía evidente en los edictos y fesado Roa Sierra a su amigo Umland
emplazamientos, esa ciudad de lo Gerst, el quiromántico alemán, a quien
burocrático, de lo anacrónico, reza- frecuentaba en su consultorio para
go de la Corona. La Guerra de los compartirle sus penurias e intencio-
Mil Días siempre la imaginamos nes de "hacer algo grande". Su com-
como una de las treinta y dos gue- portamiento era el de un esquizoide pa-
rras que fueron perdidas por el co- ranoico, de acuerdo con la conclusión
ronel Aureliano Buendía, ese hom- de dos psiquiatras años después del
bre que quizá nunca entendió del crimen atribuido a Roa Sierra
todo por qué y a causa de qué se (González, 1993). Le fue difícil hacer-
pasó la vida en los campos de bata- se al arma asesina, pues adquirir un
lla, para venir a morir orinando con aparato tan sofisticado y exclusivo
dificultad en el castaño del patio tra- en su condición de haragán, estaba
sero de su casa, con el recuerdo vivo lejos de su presupuesto. Se compren-
de sus muertos. de por qué tener entre sus manos el
revólver calibre 38 constituía una joya:
Yo no soy un hombre, soy un pueblo, sona-
ba enfático Jorge Eliécer Gaitán, an- El asesinato de Gaitán -escribe el
tes de caer exánime en una acera del cineasta Lisandro Duque- estu-
centro de la capital, tras los disparos vo a punto de ser aplazado por
de un lánguido y desnutrido hombre el destino para quién sabe cuán-
que, frente al linchamiento, sintió un do, pues Juan Roa Sierra casi ven-
pavor que lo hizo muy humano, en de el arma homicida, el 8 de abril,
torno al grupo de emboladores que por quince pesos más de lo que
se ensañó con su cuerpo, como parte había costado el día inmediata-
del escarnio público. Se llamaba Juan mente anterior. El negocio no se
Roa Sierra, pertenecía a una familia consumó porque el interesado -
pobre, era perezoso e inepto, según un hombre al que Roa Sierra acu-
sus parientes; padecía un cierto deli- dió para que le vendiera las balas
rio que suele incubarse en los seres y terminó antojándose de com-
trágicos y de ahí sus infructuosas bús- prarle el revólver- terminó ofre-
quedas en las ciencias ocultas, en la ciéndole menos del precio del
quiromancia y el rosacrucismo: "Yo costo. (Duque, 1997, p 13)
soy inteligente y quiero estudiar para
ser algo grande. No nací para remen- También fue difícil reconocer su
dar llantas ni trabajar en albañilería, cuerpo en medio de tantos cuerpos
pero nadie quiere apoyarme" que fueron amontonados en las na-
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ves del cementerio central, como lo nerse. Era un hecho que la voz de
registra la cámara valiente del fotó- uno de ellos, acaso el más retórico,
grafo Sadi González. Alguien vio el que mejor solía hablar en las pla-
que la multitud, luego de arrastrar zas públicas, arengando, denuncian-
por la carrera séptima el cuerpo de do -recuérdese su juicio sobre la
un hombre que murió tembloroso, "masacre de las bananeras"-, pidien-
apaleado además por su propio pá- do hasta lo imposible, había sido
nico, le habían colgado dos corba- asesinado de pronto, sin más y a la
tas alrededor de su cuello. Este sim- hora del almuerzo.
ple detalle hizo posible su identifi-
cación, días después, cuando un país El liderazgo lo asumió la radio. Esas
sin ley insistía en reclamar el cuerpo voces que transmitían la tragedia, a su
del asesino como una prueba de jus- manera, desorientaban, incitaban,
ticia, o mejor, de ajusticiamiento. enardecían los ánimos mediante el uso
de un lenguaje atávico, ancestral, que
Tras la muerte de Gaitán, reflexio- recorba las permanentes tensiones
na Antonio Caballero, se hizo visi- entre la norma, la gramática, el código
ble lo que antes en Colombia no se civil y la práctica política, retoricista y
registraba siquiera en las estadísti- preciosista, en un país de grecolatinos
cas: el pueblo, lo otro, la masa, lo y románticos decadentes:
informe, que empieza a aparecer tí-
midamente en nuestra literatura. Los discursos de los parlamenta-
Pienso en La casa de vecindad, la no- rios -escribe Arturo Alape- se tras-
vela de Osorio Lizarazo de 1930. mitían por la la radio. Discursos
Ese pueblo se tomó las calles, inva- fogosos, incitadores y apremian-
dió la propiedad ajena, incendió es- tes que tocaban la fibra más sen-
tablecimientos públicos, se batió sible en sus oyentes, para que hi-
con machetes y rulas frente a una cieran de su sensibilidad la acción
policía sin cuartel, impresionada ante con sus propias manos. Hablaba
el hecho de verse en el deber de ata- Gaitán por la radio y de inmedia-
car a sus vecinos de barrio y sin sa- to le contestaba, por otra emiso-
ber muy bien a quién tildar de ene- ra, Laureano Gómez. El país esta-
migo. En medio del desorden, na- ba amarrado inevitablemente al
die sabía lo que en realidad estaba poder, la magia y la persuasión de
sucediendo. Y los francotiradores la radio. (Álape, 2002, p 16)
aprovechaban esta circunstancia
para dar mejor en el blanco. No ha- Los locutores se referían a la muer-
bía líderes o nadie se atrevía a expo- te del presidente Ospina Pérez,
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Soy hijo de un sastre que presenció rrible sistema de usura que sólo pudo
muy niño los disturbios derivados haberse aprendido de las grandes
del Bogotazo. Mi madre vivió lo compañías financieras. De modo
propio en una hacienda del Águila, que lo popular lo comprendo por
Valle, cuando el ordeño manual de esa vía del remiendo y la costura,
vacas era labor de las niñas en las como signos de un cosmos que se
madrugadas. Por ellos supe que lo liga a la masa, a lo otro, a lo infor-
que se desató en la ciudad que es- me, y, si se quiere, a lo espurio, cuan-
cuchó el disparo de Silva, se exten- do algunas miradas sociológicas pre-
dió de pronto, como un virus, a las tenden hacer una fina distinción
provincias y rincones de un país con entre alta y baja cultura, como en su
una topografía tan exuberante como momento lo defendiera Pierre
los relatos que surgirieron en las ca- Bourdieu y otros sociólogos que cla-
lles polvorientas de Aracataca. La sifican la cultura en términos jerár-
violencia bipartidista se convirtió en quicos y en virtud de una trascen-
un pretexto para eliminar por la dencia y refinamiento de sus pro-
fuerza a quien se declarara proclive ductos que suele confundirse con
a la ideología contraria. El desplaza- lo clásico.
miento forzado acentuó las trochas
indígenas y los caminos de herra- Quiero dar forma a la ropa que me
dura. Basta recorrer los pueblos de cubre, recapitulando ciertos elemen-
Risaralda, enquistados en otro tiem- tos hasta aquí expuestos. He habla-
po, como pesebres en desuso, para do de la violencia y con ella, la voz
presentir las secuelas de un atraso de una sociedad inestable domina-
cultural que suele acrecentarse con da por las prácticas políticas. De otro
los graves desastres que deja la bro- modo me sería difícil entender por
ca y otras plagas en las plantaciones qué tras la muerte del líder Gaitán,
de los cafetales. el país emprende de nuevo otra gue-
rra civil, como en su momento se
Y como hijo de sastre nace zurci- desatara la de la Independencia, tras
do, creo que mi obra literaria y mi la negativa del préstamo simbólico
vida como aventura, están cosidas de un florero, según las lecciones
por la Singer de mis padres y fiel a patrias que recibí en la Escuela "An-
una memoria que he heredado de tonio Ricaurte" de La Virginia, un
su mundo simple, aunque no por puerto cañero a orillas del río Cauca:
eso dificultoso, cuando se trata de monótona corriente que cada tan-
sobrevivir en medio de la escasez y to despierta al horror de lo que atra-
del "gota a gota", ese común y te- pa en sus remolinos, como una
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- Sí. Usted sabe que lo siento así. res extrasensoriales, prestaba sus ser-
(Castro, 1999, p 240) vicios profesionales al entonces Fis-
cal Mario Iguarán para solucionar los
Sea uno bandido o no, haya vivido problemas internos más graves de su
en un barrio de malandras, o en un institución. El sonado proceso 8.000
sector atestado de peluquerías, o en es en realidad una novela de corte
una calle de lujosas viviendas, es difí- negro, abundante en delaciones, do-
cil olvidar de qué lugar proviene nues- cumentos de prueba, paros cardíacos,
tra educación sentimental y este amistades peligrosas, en la que el cul-
acendramiento propio de una cultu- pable habla al final con frases apren-
ra tan heterogénea, como las formas didas en las obras de Goerges
de la muerte. Imposible olvidar que Simenon: "Todo sucedió a mis espal-
estamos mediados por la música, el das". Jesucristo suele aparecerse en la
cine, la televisión, las subliteraturas y masa de los buñuelos y en las
todos aquellos productos que forman humedades de las terrazas, mientras
parte de los catálogos de consumo la virgen María, con un sentido más
de la sociedad de masas: una suerte de ecológico, opta por la corteza de los
videoclip, en el que se condensa el árboles. Cada vez son más numero-
sino de unas sociedades interveni- sas en la televisión las misas, los cul-
das por la imagen. tos, las sanaciones acreditadas por igle-
sias que dicen tener la verdad y nada
A propósito de mis preocupaciones más que la verdad. Para eso sus pas-
estéticas y literarias, confieso que es tores se empecinan en una puesta en
allí donde encuentro los temas y los escena que me recuerda el caso de la
problemas, la posibilidad de construir virgen de Piendamó, adonde fui lle-
mundos a través de la imaginación, vado, cuando niño, de la mano de mi
sobre la base de una realidad que, en madre, antes de que la historia de la
sí misma, sorprende por lo increíble y niña virgen fuera tema de una de las
desaforada. Basta contemplar un no- series televisadas bajo el título Caso juz-
ticiero del medio día para sentir que gado. Sería necio de mi parte preten-
estamos pisando los terrenos de la fic- der agotar los ejemplos. Más bien diré,
ción: Ringo, el famoso perro como lo expresó, en términos
antinarcóticos del aeropuerto de Cali, diluviales, hace poco García Márquez
ahora vive con escoltas, porque hasta en Cartagena: "No sé en qué momen-
su perra vida fue amenazada. En to comenzó todo".
Cúcuta, dos payasos de circo pobre,
fueron asesinados chistosamente en No estamos ya en el año 48 del si-
plena función. Un brujo, con pode- glo XX y las cosas han cambiado
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más, le argumenté, que el pastor dis- siento que en mis pesadillas futuras
ponga de tiempo espiritual para ha- la figura de un Roa Sierra, inerme y
cer la cruzada, ahora que hace polí- medroso, me acechará desde la
tica con nuestros líderes locales. sombra, como si buscara un aliado
Abro mi álbum familiar y veo en la para cometer de nuevo el crimen y
suma de fotografías el paso de un por vía de la repetición, agregar una
tiempo, el tono sepia de la decrepi- página más a esa historia de un país
tud. Cada imagen revela mi propia que se resuelve en sus márgenes, en
imagen y se encarga de subrayar mi lo otro, en lo informe de su imagen
origen, mi sino, en eso que es lo otro, reflejada en un espejo adquirido en
lo informe, lo inasible, acaso. Pre- una marquetería de barrio.
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BIBLIOGRAFÍA
CASTRO Caicedo, Germán (1999). "El libro que nunca pude escribir. Aproxi-
mación a Pablo Escobar". En: En secreto, Santa fe de Bogotá: Planeta.
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