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información y no constituy e contrato, ni prueba del mismo. Ni el autor, ni los editores de esta publicación asumen ninguna responsabilidad de los errores, inexactitudes u omisiones. Cualquier descuido en estos
aspectos no es intencionado.

Copyright Pedro Luis Menéndez y Ana Fernández Mera Todos los derechos reservados.
Gijón, España. 2015.

Para la elaboración de este documento se han utilizado gráficos diseñados por Freepik.com

Por alguna circunstancia de tu


vida, laboral, social, familiar, debes
desarrollar una exposición oral
ante un público.

Tal vez seas un docente aún con


pocas tablas, o con muchas ganas de sentirte muy a gusto en tus exposiciones,

en tu empresa te han pedido que seas tú quien presente un producto/servicio nuevo,


se trata de transmitir un proyecto o una idea ante tu equipo o tus compañeros,

ante tus jefes,


ante tus clientes,

tu familia te ha pedido que hables en nombre de todos en una celebración privada.

El caso es que tienes una cita ineludible, posiblemente con fecha, hora y lugar ya
determinados.

Si te encuentras en una de las situaciones anteriores, es probable que te preguntes ¿y


ahora qué hago? ¿Cuáles son los pasos que debo dar para hacer una buena exposición?

Pues bien, en este libro queremos darte las claves para que alcances tu meta, los
consejos y trucos que te lleven a desarrollar una gran exposición oral, que te haga
sentir que has comunicado con tu audiencia y
transmitido todo lo que querías transmitir.

Y además, podrás incorporar a tus necesidades futuras un método, un sistema al que


acudir tantas veces como sea necesario. Un sistema que tú mismo irás enriqueciendo
con tu experiencia, con tu propia manera de hacerlo tuyo.

Cuando comienzas algo, puede parecer tedioso verte obligado a repetir unos pasos
concretos en un orden concreto, pero sabes de sobra que, como cualquier herramienta
que hayas aprendido a utilizar, sólo la creación de un hábito nacido del conocimiento
y de la experiencia te conduce al logro, al uso preciso, a sentirte cómodo y tranquilo en
su realización.

Un ejemplo ya clásico que no por repetido resulta menos valioso: la de horas y horas
que debiste practicar hasta adquirir el hábito de conducir un vehículo pudiendo pensar
en otra cosa a la vez. Visto ahora, sólo se trataba de dar una serie de pasos en el orden
correcto, pero ¡qué difícil parecía al principio!

¿Y esos pantalones vaqueros que tanto te gustan, que empiezan a no estar muy
presentables, pero a los que te niegas a renunciar, porque ahora, sólo ahora, después
de tantos días –o años- encajan al fin como un guante en tu cuerpo?

Esta es nuestra propuesta entonces: guiarte por los pasos de un camino sistemático que
te lleve a construir y desarrollar grandes exposiciones orales siempre que las necesites.
Pero ten en cuenta desde el
principio que sólo somos tus guías: tu camino lo haces tú.

¿Quieres que te acompañemos? Pues prepárate para arrancar el motor. Ahora te


decimos cómo.

Estas son las 15 claves para construir y desarrollar una gran exposición oral:
Clave 1 ¿DOMINAS EL TEMA?
Antes que nada, hazte una pregunta: ¿soy un experto en el tema? ¿O al menos sé lo
suficiente?

Si la respuesta es NO, renuncia o prepara el tema a conciencia.


Si la respuesta es SÍ, acepta y prepara el tema a conciencia.

Si no dominas el tema, es posible que debas renunciar. No es en absoluto una mala


opción; a veces es la más aconsejable y la más honesta. Pero puede que no sea una
opción para ti, porque estás obligado a realizar la exposición por razones
académicas, comerciales, sociales, o las que sean.

Como has visto, sea cual sea la respuesta que hayas dado, tu audiencia merece que te
prepares a fondo, que te lo tomes en serio.

Si quieres que te escuchen, si necesitas que te escuchen, tendrás que merecerlo, porque
los seres humanos sólo escuchamos aquello que nos interesa. Lo demás lo oímos, o ni
siquiera eso.

El proceso de la comunicación
humana es un proceso activo de ida
y vuelta. Que tú hables, no trae
como consecuencia automática que
alguien escuche. Eso tendrás que
ganártelo. Y para ello tienes que considerar que la comunicación implica un nivel
emocional en la relación forzosa con tu público.

Por eso, nuestra primera clave es afrontar la necesidad de una preparación


exhaustiva del tema. Porque, cuanto más domines el tema, con más seguridad
afrontarás el primer anclaje de tu exposición, la primera clavija en tu pared.

Pero cuidado si piensas que a ti te va la escalada libre sin clavijas. Tal vez conozcas
esta cita de Winston Churchill: “Llevo toda la mañana ensayando las frases que
improvisaré esta noche”.

Para preparar a conciencia el tema tienes que definir tus necesidades de información. Y
esto presenta aspectos cuantitativos -¿cuánta?y cualitativos -¿qué tipo y de qué calidad?

Empezaremos por dos preguntas que te debes hacer:


¿Qué información tengo sobre el tema y cuál debo buscar?
¿Qué información necesito encontrar?

La adquisición de la información necesaria te llevará a recopilar distintos tipos de


documentos: artículos, informes,
libros, etc. Todo ello a través de
distintas vías de acceso: Internet,
bibliotecas (acuérdate de que aún

existen; no es una broma, siguen


siendo la principal fuente fiable de información), o colegas de tu especialidad.

Lo importante es que seas capaz de reunir toda la información que necesites. Pero
¡cuidado!, no llegues nunca a la info-xicación: tan perjudicial es tener y transmitir
menos información de la debida como sobrepasar todo límite razonable. Más adelante
volveremos a tratar este tema porque es fundamental.
En definitiva, se trata de que al final de este camino que vamos a recorrer juntos, tengas
absolutamente claras las respuestas a estas cuatro preguntas:
¿Qué voy a comunicar?

¿A quién?
¿Cómo voy a hacerlo?
¿Para qué?

Y para terminar este primer punto, una referencia del Plan curricular del Instituto
Cervantes: “Expresarse oralmente supone poder comunicar a un interlocutor
concreto, en un momento determinado, aquello que se piensa, se necesita, etc., de la
forma más adecuada posible a las expectativas del interlocutor y de la situación
comunicativa”.
Clave 2 PIENSA EN TU AUDIENCIA
Los destinatarios son quienes dan sentido o no a tu exposición.

Ten en cuenta su edad, sus intereses, su condición social y cultural. Las características
de tus receptores condicionarán el resto del proceso, así que este es un asunto clave.

Deberás conectar con ellos, sean quienes sean. El emisor siempre es el responsable de
la comunicación. Tú eres el responsable de que se establezca el proceso de
comunicación.

La teoría de la comunicación plantea que ésta es positiva cuando el receptor


interpreta exactamente lo que el emisor le envió. Por el contrario, es negativa
cuando se produce una distorsión en la recepción del mensaje porque el emisor no ha
sido capaz de ajustar su mensaje a las características del receptor.

Un error en tu forma de hablar o en el vocabulario elegido, en tu modo de “hablar con


el cuerpo”, o incluso en tu aspecto físico, puede echar abajo toda tu intervención.

Por eso resulta crucial que, antes de preparar el texto de tu


exposición, pienses en cómo vas a desarrollarla:
¿Con qué nivel lingüístico?
¿Con qué movimientos escénicos?
¿Cómo te vas a vestir para la ocasión?

Hemos dicho movimientos escénicos con toda la intención, porque de lo que se trata es
de construir lo que un actor o una actriz considerarían la partitura del cuerpo, todo
aquello que vas a comunicar más allá de tus palabras. Con tu voz, con tus gestos, con
tus movimientos, con tu aspecto.
Estamos hablando del contexto sociocultural de la comunicación, de la situación más
o menos formal en que vas a desarrollar tu exposición oral. Dependiendo del grado de
formalidad, emplearás o no protocolos especiales, vocabulario técnico, o un lenguaje
más coloquial. Y esto se aplica de igual modo al lenguaje no verbal.

Hazte y responde por escrito a unas cuantas preguntas:

¿Edades de los receptores?


¿Número?

¿Acuden voluntariamente o están forzados de algún modo a escucharme?

¿Son especialistas en el tema de mi exposición?

¿Cuál es el grado de formalidad social más adecuado para conseguir conectar con mi
audiencia?

Y todo esto sin olvidar que la mayor o menor formalidad depende en gran medida de la
confianza previa que exista entre tu audiencia y tú, no sólo de la situación.

No dejes de valorar tampoco algunos aspectos físicos del contexto de tu intervención:


el lugar, la temperatura, el momento del día, el momento del año.

Una clase magistral en la última media hora de un grupo que se va de vacaciones


nada más terminar tu exposición, no parece una buena idea. A no ser que de verdad
sea una clase magistral (como su nombre indica). Porque si eres un maestro en lo
tuyo, no habrás dejado de valorar todo lo anterior.

Recuerda exposiciones orales que te han aburrido mortalmente. Analiza por qué y no
las imites.

Recuerda exposiciones orales que te han apasionado. Analiza por qué e imítalas. No es
malo imitar a los buenos. Es una manera de aprender. Tu audiencia no va a valorar lo
brillante o magistral que eres, sólo si la has apasionado o no.

Sólo cuando hayas clarificado todos estos puntos relacionados con tu audiencia, podrás
pasar a nuestra tercera clave.
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Clave 3 CONÓCETE A TI MISMO
Como ya te hemos dicho, la importancia de tu comunicación se medirá por lo que
logres impactar en tu audiencia. Es decir, tu intención en una comunicación no importa
nada, al lado de lo que el otro percibe. Por tanto, no podemos culpar a los otros de
posibles malentendidos.

Esto nos lleva a preocuparnos mucho de cómo perciben los demás el mundo que les
rodea porque a ellos tenemos que dirigirnos. Pero, como todo en esta vida, debemos de
seguir el proverbio chino “antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas
por tu propia casa”. Que aplicado a este caso no quiere decir ni más ni menos que
vamos a ver cómo percibes tú el mundo y, en consecuencia, cuál es tu sistema de
representación preferido.

¿Que no sabes lo que son los sistemas de representación? Te lo vamos a contar… Son
aquellos canales a través de los cuales representamos o codificamos internamente la
información que nos llega. Son fruto de nuestra genética pero, sobre todo, de nuestras
experiencias. Pueden ser de tres tipos:

Visual: tienes un ojo puesto en las cosas… Aprendes mejor a través de imágenes,
símbolos. Disfrutas con el diseño.

Auditivo: te encanta escribir, conversar… Aprendes mejor escuchando. Disfrutas con


la música, con la literatura.

Kinestésico: necesitas estar en un entorno cómodo pues valoras mucho la comodidad.


Aprendes a través de las sensaciones. Aprendes haciendo.

No se trata de etiquetar a nadie. Hay que pensar en estos rasgos como preferencias o
inclinaciones, más que como identidades. Ningún sistema es mejor o peor que otro. Son
simples maneras de recibir y almacenar información por lo que es importantísimo
conocer el tuyo propio y entrenarte en conocer el de tu audiencia. Esto te asegura que
ninguno va a escaparse de tu comunicación porque te esforzarás en utilizar los tres
canales: visual, auditivo y kinestésico.

¿Y cómo conocemos nuestro sistema representacional y el de los demás? Pues bien,


además de que hay test específicos para ellos (en nuestros talleres los trabajamos), te
recomendamos escuchar el mundo de las palabras. El lenguaje que usamos de manera
cotidiana, indica cuáles son nuestros sistemas de representación preferentes.

Si tú eres visual o te encuentras con uno, seguro que usáis muy a menudo frases del
estilo de: “Déjame ver”; “No lo veo muy bien”, “¿Has visto lo que hizo?”, “A simple
vista…”, etc.

Si, por el contrario, eres auditivo o te acompaña alguno, vuestras frases características
son del tipo: “Cuéntame qué pasó”, “Déjame escuchar”, “Déjame oír tu opinión”, etc.

Y, por último, si eres kinestésico o das con alguno, vuestras palabras características
son algo así como: “¿Cómo te sientes?”, “El ambiente se nota tenso”, “Me incomoda la
situación”, etc.

Así que, ¡manos a la obra! haz que el llamado sistema VAK, trabaje para ti: conócete a
ti mismo, conoce a los demás y cuando no los conozcas, utiliza los tres sistemas para
conectar con todos y cada uno de los asistentes a tu exposición. Muestra imágenes, dilo
con palabras, emociona compartiendo tus sentimientos respecto al tema…
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Clave 4 CUENTA, EXPLICA Y/O
CONVENCE
Tu presentación puede tener diversas finalidades: una sola o varias. Debes considerar
también desde el principio cuáles son tus intenciones, porque van a condicionar la
estructura de tu texto:

¿Quieres contar una historia?


¿Dar instrucciones?

¿Explicar las partes y características de un objeto, de un hecho o de una


circunstancia? ¿O pretendes convencer a tu audiencia de algo?

Según esto, dependiendo del objetivo –de la finalidad- de tu exposición oral, deberás
utilizar uno o, lo más probable, varios de estos tipos de textos.

Por esta razón, nuestra cuarta clave va dirigida a que distingas con claridad sus
características y sus modos básicos de empleo.

Contar una historia, una narración, es el relato de unos hechos reales o imaginarios que
les suceden a unos personajes en un lugar. Es el tipo
de texto que aparece más frecuentemente en nuestros intercambios comunicativos.

En un texto narrativo diferenciamos entre la historia (los hechos que suceden) y el


discurso (la forma en la que el narrador decide contar esos hechos).

Aunque posiblemente tu exposición oral tenga otra finalidad que no sea la de narrar un
hecho, tenemos una sugerencia que hacerte: piensa en un relato, o escríbelo tú mismo,
que contenga la idea clave de tu exposición. Puede ser un buen comienzo. Por ejemplo,
un fragmento de una biografía o de un cuento clásico, incluso un cuento infantil; algo
que llame la atención a tu audiencia y provoque su curiosidad inicial.

¿Te gustan los cuentos? José Carlos Bermejo recoge uno, “El vuelo del halcón”, que
seguramente te resultará interesante:

Un rey recibió como obsequio dos pequeños halcones y se los entregó al maestro de
cetrería para que los adiestrara.

Pasados unos meses, el maestro le informó al rey de que uno de los halcones estaba
perfectamente, pero que al otro no sabía lo que le sucedía: no se había movido de la
rama donde lo dejó desde el día en que llegó.

El rey mandó llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie
pudo hacer volar al ave. Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero sin
resultado. Al día siguiente, el monarca pudo observar desde la ventana que el ave
aún seguía inmóvil.

Entonces decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa a la persona


que hiciera volar al halcón. A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente
por los jardines. El rey ordenó:

-Traedme al autor de este milagro.


Su corte rápidamente le presentó a un campesino. El rey le preguntó:
-¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago?
Intimidado, el campesino le dijo al rey:

-Fue fácil, mi rey. Sólo corté la rama, y el halcón voló. Se dio cuenta de que tenía
alas y se echó a volar.

¿Te parece aplicable esta historia a alguien que está leyendo este libro para preparar
una presentación oral? En la introducción ya te dijimos que sólo somos tus guías. Así
que, ya sabes, al final cortaremos la rama.

Habrás oído hablar del storytelling. Pues se trata sencillamente de que, en los
últimos años, empieza a ser habitual que oradores y conferenciantes construyan su
discurso con estructura de narración, bien a partir de sucesos de su propia vida, o
bien a partir de narraciones aprovechadas o creadas para la ocasión.

En consecuencia, puede ser una opción para ti. Deberás valorar para ello, sobre
todo, si lograrás interesar a tu audiencia con este formato de texto. No lo uses
porque esté de moda hacerlo. Piensa si se justifica en tu caso. Si es así, aprovecha
este recurso.

Es posible que debas explicar o describir las partes o las características de un


objeto, de un hecho, o de una
circunstancia. Si te encuentras en
esta situación, ten en cuenta que
estás preparando una exposición
oral, no un texto escrito para ser
leído.
Por lo tanto, tu descripción tendrá que ajustarse a lo esencial, ahorrar detalles
innecesarios, limitarse a aquello que pueda ser recordado con facilidad.

¿Cuál de estos dos textos resultaría más adecuado para una exposición oral?
Texto 1:

“Los residuos inservibles y los productos sólidos de deshecho no deben abandonarse


sobre la mesa ni arrojarse al suelo o a la pila de desagüe sino únicamente a la
basura o a los recipientes habilitados para ello. Los productos líquidos de deshecho,
se depositarán en los recipientes destinados a tal efecto. Si por descuido se vierte
cualquier sustancia sobre la mesa, debe ser inmediatamente recogida. La mesa de
trabajo debe estar siempre limpia y ordenada (Los apuntes y abrigos deben dejarse
fuera del laboratorio). Al final de cada sesión todo el material debe ser
adecuadamente recogido. El material de vidrio que se rompa, se entregará al
ayudante de laboratorio que procederá a su reposición. Los fragmentos de vidrio
roto no se tirarán a la basura normal sino que se depositarán en los recipientes
especiales para vidrio”.

Texto 2:

“-Residuos inservibles
-a recipientes habilitados.
-Productos sólidos y líquidos de desecho
-Recoger cualquier sustancia vertida.
-Mesa siempre limpia y ordenada.
-Recoger material al terminar.
-al ayudante de laboratorio
-Vidrios rotos y/o
-recipientes especiales.”

Piensa que un texto expositivo-explicativo expone un tema para lograr la comprensión


de la audiencia. Lógicamente es la base de la exposición que estás preparando. Las
formas lingüísticas que emplees para ello deben ser claras, ágiles y ordenadas.

En su estructura, aunque más adelante la estudiaremos con detalle, lo habitual, aunque


no imprescindible, es que encontremos una introducción, el desarrollo de la exposición
y una o varias conclusiones.

Otro aspecto en el que debes pensar es si te interesa partir de una idea general para
llegar a lo particular (deductivo), o bien partir de ejemplos para llegar a la idea
general (inductivo).

Sin olvidar que hay muchas estructuras posibles y muy variadas:


Diversas ideas que llevan a una misma conclusión.

Una única afirmación que se desarrolla. Diferentes ideas que se ponen en contraste.

Se demuestra una afirmación a través de comparaciones.

Y en este punto tenemos para ti una sugerencia que suele dar muy buenos resultados:
comienza con una o varias preguntas iniciales a las que darás respuesta a lo largo de
la exposición.

Son lo que denominamos preguntasproblema. Las respuestas a esas preguntas son


las metas y las conclusiones de tu exposición. Es un recurso que crea curiosidad en
la audiencia y la predispone a escucharte, porque tus oyentes están también
formulándose las posibles respuestas.

Si lo que pretendes es convencer a tu audiencia de algo, necesita construir una


argumentación. Es un texto utilizado para probar o justificar una afirmación. En ella
opinas, expones tus creencias y tus valoraciones. Su finalidad es convencer o persuadir
al receptor. Por eso está presente en la publicidad, en la política o en los debates.
Si debes argumentar en algún momento de tu exposición, busca argumentos sólidos y
defendibles. Una opinión sin argumentación es una falacia, no se sostiene, es hablar por
hablar. Busca datos y hechos que apoyen tus ideas.

Como habrás apreciado hasta ahora, es probable que en tu exposición aparezcan


distintos tipos de textos, atendiendo a tus necesidades. Una exposición es un cóctel en
el que resulta esencial la mezcla hábil de los ingredientes. Pasarte o quedarte corto en
alguno de ellos estropea el resultado final.

En consecuencia, debes medir muy bien cuánto de explicativo, descriptivo o


argumentativo será tu texto, además de la posibilidad de incluir narraciones. No hay
recetas mágicas. Sólo guíate por tu finalidad comunicativa, por el propio tema y por lo
que ya hemos señalado a propósito de tu audiencia.
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Clave 5 SELECCIONA LA
INFORMACIÓN
Después de los pasos iniciales, te toca ahora comenzar a elaborar la presentación física
de tu exposición. Con anterioridad ya has buscado e identificado la información
necesaria. Ahora toca evaluarla.

¿Y esto qué significa? Que deberás ser capaz de descomponer, comparar y


seleccionar todo el volumen de información de que dispones para perfilar y depurar
aquella que va a aparecer en tu exposición.

No sirve de nada acumular montañas de información si luego no eres capaz de hacer la


selección adecuada a tus necesidades. Ya hablamos en nuestra primera clave del riesgo
de info-xicación. ¿Cuál es el primer paso? Una vez más, pensar en tu audiencia. Las
características ya estudiadas de tu audiencia son las que pueden guiarte en el proceso
de selección.

Viene bien aquí recordar a Jerome S. Bruner, uno de los padres de la teoría del
aprendizaje por descubrimiento, quien defendía la posibilidad de la enseñanza de
cualquier cosa a los alumnos, con la condición de que la enseñanza se realizara en el
lenguaje del propio alumno.

Por tanto, cualquier información que vayas a utilizar debe pasar primero una serie de
filtros. Un filtro clave es la pertinencia con respecto al tema de tu exposición.
Pregúntate qué aporta al

tema la información que vas a proporcionar y cómo satisface las

necesidades de tu audiencia. Si aporta poco o nada, y no satisface ninguna necesidad,


elimínala “sin compasión”.
No se trata de dar mucha información, sino de dar la información pertinente y necesaria.

Pero éste no es el único filtro. No olvides que tú eres el experto (y si no lo eras, te has
convertido en uno al preparar exhaustivamente tu tema). Pues bien, los expertos no dan
por buena o por fiable cualquier información.

Damos por hecho que has buscado documentación en

fuentes fiables , más allá de la primera página de Google o de la Wikipedia. La


información siempre debe estar contrastada y ser actual.

De manera que en tu proceso de selección deberás preguntarte también por la


actualidad de tus informaciones, si has identificado el origen de los datos, y, sobre
todo, quién respalda los datos que vas a utilizar.

Para ayudarte en la selección, puedes acompañar el proceso

con una serie de preguntas (extractadas de Angie Colón, de la Universidad


Interamericana de Puerto Rico):

¿La fuente que selecciono cita otros estudios? ¿Presenta bibliografía?


¿Las referencias son fuentes reconocidas? ¿Existen reseñas sobre la fuente?
¿Su autor o autores están claramente identificados?
¿Su autor o autores están relacionados profesionalmente con el tema?
¿Cuáles son sus credenciales?
¿Se trata de autores citados a su vez por otros expertos?
¿Tienen otras publicaciones?

Lo importante es que tú te puedas fiar totalmente de las fuentes seleccionadas. Nunca


hagas trampas.

Tu audiencia no merece que no hayas comprobado todas y cada una de las


informaciones que les proporciones.

Por desgracia, y con una frecuencia que empieza a sobrepasar cualquier límite, dado el
impacto de Internet y de las redes sociales, se publican, se reproducen y se expanden
todo tipo de informaciones falsas, desfasadas, sin ningún filtro ni de calidad ni de
pertinencia.

No deseamos que te dejes llevar por la pereza intelectual. Ya hablaremos más adelante
de cómo hacer lo más atractiva posible tu exposición, pero por ahora ten en cuenta que
el cimiento más sólido estará en la calidad de su contenido y no en lo espectacular de
su posible presentación.
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Clave 6 JERARQUIZA Y ORGANIZA
Ya has recogido y seleccionado toda la información pertinente, fiable y actual que vas a
utilizar en tu exposición. Ahora toca jerarquizar y organizar tus ideas.

Pregúntate cuál es la idea o ideas clave de las que vas a partir o a las que quieres
llegar. En nuestra 4ª clave te sugeríamos la
posibilidad de formular preguntas
problema. Es el momento de
elaborarlas porque las respuestas a
esas preguntas serán exactamente

las ideas clave que quieres


transmitir. Además, puedes utilizar esas preguntas en la introducción de tu exposición.

Construye un mapa conceptual, o gráficas, o un sencillo esquema de llaves con las ideas
que quieres desarrollar. Lo importante es que todas tus ideas-clave estén recogidas y
jerarquizadas de mayor a menor importancia.

Con el esquema de ideas-clave elaborado, es el momento de darle cuerpo a tu


exposición. Tienes que ir desarrollando cada idea hasta donde creas necesario. Para
ello piensa otra vez en tu audiencia y en otro factor clave: el tiempo de que dispones
para tu intervención. Ajustar el tiempo (más adelante trataremos el tema con más
detalle) será fundamental para que tengas éxito.

Por ahora, confórmate con una idea aproximada de cuántos minutos ocupará el
desarrollo de cada idea.

Debes decidir también la estructura. Ya hemos hablado de ello. ¿Irás de la idea


general a lo más concreto y a los ejemplos? Por el contrario, ¿prefieres ir de lo
particular a lo más general? Recuerda que ya indicamos la diferencia entre textos
deductivos y textos inductivos.

Es posible que prefieras establecer comparaciones o contrastar ideas. La decisión que


tomes al final, en todo caso, está condicionada por el tema que vas a exponer, pero
también por el tipo de impacto que quieras causar en tu audiencia.

Redacta tu texto a partir de los mapas y esquemas que hayas elaborado. No es


necesario que utilices una redacción muy

formal, propia de los textos escritos, porque nunca, bajo ningún concepto, ocurra lo
que ocurra, vas a leer tu texto.

Es esencial que lo tengas siempre presente. Tu tarea es desarrollar una explicación,


no leer un texto. Es probable que tu audiencia (salvo que sean niños de Infantil) sepa
leer. No quieren ni necesitan malgastar su tiempo escuchando a alguien que les lee
un texto. Eso lo saben hacer ellos solos. Tu misión es otra.

Como lo que vas a exponer es un texto oral, conviene recordar algunas de sus
características frente a los textos escritos:

Son más inmediatos y directos.


Se apoyan en elementos extralingüísticos y paralingüísticos: la voz y el cuerpo.
No presentan signos de puntuación, aunque sí pausas.

Pueden aparecer con más frecuencia en ellos rasgos de descuido en la construcción y


en el léxico.

Obviamente comprobarás que tu texto tiene la mayor calidad posible, aun con los
riesgos señalados en el momento en que lo conviertas en un texto oral.

El último paso en la construcción de tu texto base es redactar las conclusiones a las que
has llegado o a las que lleva tu exposición. Pueden ser las respuestas a las preguntas
planteadas inicialmente, pueden ir deduciéndose a lo largo de la exposición, incluso a
partir del título, pero hay que formularlas explícitamente, y este es el momento.

Has elaborado tu texto base. El paso siguiente consiste en preparar un guion. En otras
palabras, el resumen del texto que sí tendrás ante ti durante tu exposición.

Una sugerencia es que vuelvas a reelaborar tu esquema inicial acompañado de unas


pocas notas. ¿Cuántas? Las suficientes, pero ninguna más. Haz que destaquen en ellas
las palabras clave que te ayudarán a recordar el cuerpo de tu exposición y las partes de
que consta. Este guion debe ir acompañado obligatoriamente de la
temporalización a la que luego
aludiremos.

Una observación: en ocasiones, las personas muy expertas en un tema y con gran
experiencia también de hablar ante un público, elaboran directamente el guion sin
necesidad de escribir con todo detalle el texto base. Llegarás a hacerlo: cuando seas
un gran experto.

Tienes tu guion. Ahora, y no antes, es el momento de pensar, diseñar y construir los


apoyos audiovisuales que vas a utilizar, las herramientas que te ayudarán a desarrollar
tu exposición: pizarras, rotafolios, mapas, audiciones, vídeos, gráficos; todo aquello
que sirva de ilustración a tus ideas.

Por favor, esto es esencial: se trata de apoyos e ilustraciones, no son la base de tu


exposición. Alguna vez habrás oído, o habrás experimentado directamente, un
encargo del tipo: “Prepárame un PowerPoint de diez minutos”. La respuesta es
necesaria: “No, yo te preparo una exposición de diez minutos. Los medios auxiliares
que vaya a usar ya los decidiré en su momento”.

Ángela R. Gerber acuñó la frase “Muerte por PowerPoint” y Scott Adams la


equivalente de “Envenenamiento por PowerPoint” para hacer referencia a esas
presentaciones tediosas (elaboradas con cualquier programa para construir
presentaciones) con diapositivas llenas de texto o gráficas, que producen una
sobrecarga de información que sólo conduce al cansancio y a la desconexión de la
audiencia. No es ese nuestro objetivo. No es tu objetivo.

Escoge, por lo tanto, todo aquello que ilustre, que ayude a la recepción de los
contenidos atendiendo a lo que señalábamos en nuestra 3ª clave sobre el sistema VAK.
Piensa que se trata de apoyar tu disertación, no de aburrir, ni de distraer, ni de
entretener a tu audiencia. Cualquier recurso, el que sea, tiene que estar justificado y
motivado por la necesidad, nunca por el adorno.

Al fin tu exposición está elaborada y has construido los recursos auxiliares que te
servirán como apoyo. Ahora ensaya, ensaya, ensaya. Solo, ante tu familia y
amistades (si se dejan); como quieras y puedas, pero ensaya. Mucho.
Cuanto más ensayes, mayores serán tus posibilidades de éxito.

Estos ensayos serán también el momento idóneo de ajustar los tiempos, te permitirán
recortar o ampliar alguna parte de tu exposición, y de paso servirán para que te
familiarices con tu texto y con tus medios auxiliares.

No dejes de anotar los tiempos en tu guion, los minutos exactos en tu esquema de


notas. En su momento, no importará demasiado que los cumplas escrupulosamente, pero
no deberás desviarte mucho de lo controlado en los ensayos.

Ya queda menos, o muy poco, para tu gran día.


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Clave 7 TOMA CONTACTO CON TU
AUDIENCIA
Toma contacto con tu audiencia antes de ver a tu audiencia. Si es posible, y en
muchas ocasiones lo es, visita el lugar donde vas a realizar tu exposición, analiza su
situación física, la disposición de sillas y mesas (tal vez tú puedas decidir sobre esto),
la iluminación, los medios técnicos; obsérvalo todo con detalle y familiarízate con el
espacio hasta que te sientas como en casa.

Si puedes ensayar en el local a puerta cerrada, hazlo. Es muy importante que te sientas
cómodo con el espacio y las distancias. Esa comodidad va a contribuir a que estés más
tranquilo durante tu exposición, porque sentirás que controlas y dominas el lugar, que
no eres alguien ajeno a ese espacio.

A veces todo esto es pedir mucho y te tienes que conformar con menos. Quizás no te
puedas permitir ensayar en el local, pero nada te impide adelantarte media hora a tu
audiencia; eso es fácil aun cuando te encuentres en otra ciudad. Lo importante es la
visualización, la sensación de control escénico. Lo peor que te puede ocurrir es entrar
con la sala llena, cuando ya todos ocupan su lugar menos tú.

Y en último extremo, si todo lo anterior no resulta factible, pide que te envíen


fotografías de la sala. Desde luego no es lo más aconsejable, pero al menos tendrás una
referencia visual antes de entrar en ella.

Ahora sí. Ha llegado el gran día. Falta menos de una hora para que comiences tu
disertación. Te has vestido adecuadamente según el grado de formalidad del que hemos
hablado en la 2ª clave. Has comprobado en la sala todos los medios técnicos: pizarra,
rotafolios, ordenador, proyector, conexión a Internet,… lo que necesites. Todo está
dispuesto.

Te sientas y esperas. O te escondes detrás de un telón. ¡No! ¡No! Sal y saluda.


Espera a tu audiencia fuera de la
sala. Haz que te presenten o
preséntate tú mismo. Aunque
después alguien haga de ti una
presentación formal. Eso no importa. Lo importante es que tengas un primer
acercamiento a tu público, y que de alguna manera los sientas cercanos a ti.

No estés a la defensiva. Han venido a escucharte. Quieren –o deben- compartir su


tiempo, que es muy valioso, contigo. Así que merece la pena que les hagas un buen
recibimiento.

Si puedes, entra a la vez que tu público. Es circunstancial que tú vayas a hablar y ellos
a escuchar. En otra ocasión ocurrirá lo contrario. Distiende el ambiente e intenta
sentirte relajado.

De todos modos, la tensión escénica estará presente. Es importante que lo esté. La


necesitas para estar concentrado y dar lo mejor de ti mismo. Los instantes previos a tu
intervención son cruciales para el éxito. Haz ejercicios de respiración controlada y de
concentración.

Recuerda que tú eres el experto. Siéntete cómodo. Prepara tu voz y visualiza cómo te
vas a mover. Las primeras veces no son fáciles. La experiencia te dará tablas, pero
también es esencial la formación. Fórmate, acude a talleres. Nadie nace sabiendo. Si la
competencia comunicativa es una de las herramientas de tu trabajo, debes prepararte
para ello. Necesitas, como para cualquier otro instrumento de tu vida, entrenamiento.
Formarte y entrenar te dará seguridad cuando debas aplicar las técnicas adquiridas.
La clave está en que la tensión escénica no se convierta en miedo escénico.
Esa es la frontera que no debes
cruzar porque entonces todo el
esfuerzo anterior se vendrá abajo.

Tienes que comunicar con tu


público, eso lo tienes claro, pero, para conseguirlo, debes cautivarlo, emocionarlo,
hacer que conecte contigo no sólo por lo que dices sino también por cómo lo dices.

El gran Luciano Pavarotti afirmaba que "si alguien dice que no tiene miedo antes de
salir a escena, es un mentiroso". Su propio padre, que no llegó a ser cantante
profesional, se bloqueaba si se veía solo en un escenario, no en un coro o en una
grabación. Son de sobra conocidos los múltiples ejemplos de artistas que han sufrido
algún ataque de pánico escénico. No lo son tanto los de cualquier otro profesional
(profesores, comerciales, ejecutivos, conferenciantes…) que alguna vez lo han
sentido.

Formación , experiencia, entrenamiento. Entonces llegarás a disfrutar. Ese debe ser


también tu objetivo.

Si alguien te va a presentar ante tu audiencia, es conveniente que antes le pases unas


notas para que diga de ti aquello que tú mismo quieres destacar. Pero si nadie hace esas
labores de presentación, tendrás que hacerlo tú mismo. Di quién eres y por qué estás
allí. No hace falta un currículum completo, ni la historia detallada de tu vida, sólo los
pasos que han llevado a que tú precisamente estés allí.

En este preciso instante va a comenzar tu presentación. Pero antes, en estas claves,


queremos reflexionar contigo sobre algunas características de la comunicación entre los
seres humanos que también deberás tener en cuenta.
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Clave 8 ¡CUIDADO! COSAS QUE TE
PERJUDICAN
Te has presentado y los has cautivado a todos. Ya tenemos a la audiencia enamorada y a
ti fluyendo… Pero ¡cuidado! hay cosas naturales en toda comunicación que pueden
perjudicar todo el trabajo hecho. Son lo que llamamos los filtros de la comunicación.
Créenos: tan necesarios como peligrosos.

Verás. Nuestro cerebro solo puede procesar una parte muy pequeña de la información
que recibe. Esto es así porque, de lo contrario, nos volveríamos locos.

Así las cosas, realmente nos quedamos solo con el 0.00005% de la información
potencial que nos llega, gracias a la utilización de nuestros filtros mentales. Estos
dependen de:

1) Nuestra propia genética: son los llamados filtros genéticos neuronales.

2) De nuestra propia experiencia vital, creencias, valores, lenguaje, decisiones y


recuerdos. Son los filtros adquiridos.

¿Cuáles son? ¿Qué efectos tienen?:

Omisión (o “qué poco específico eres”). Cuando escuchamos a alguien, de manera


natural, ignoramos muchos de los detalles que nos está contando, para evitar, en parte,
el esfuerzo de procesar todas y cada una de las palabras que nos llegan. De la misma
manera, cuando hablamos “ahorramos” en otros detalles que podríamos compartir pero
que para nosotros no resultan interesantes.

Este filtro es necesario porque, si emitiésemos o recibiésemos excesiva información,


literalmente, nos colapsaríamos. No obstante, si abusamos mucho de él podemos llegar
a limitar y restringir nuestra forma de pensar y de entender y también impactar
negativamente en la comprensión y el entendimiento del que nos escucha.

Un ejemplo muy sencillo…Imagínate que dices “Esto es importante”. ¿Cuánta


información hemos eliminado aquí? “¿Qué es importante; para quién es importante; para
qué es importante; exactamente qué es importante…?”

Si notas que los demás no te


comprenden… piensa cuánta información estás omitiendo y prepara tus presentaciones
desde esta nueva ventana abierta.

Generalización (o “siempre, siempre es así”). Este filtro tiene mucha importancia a la


hora de nuestro aprendizaje. Una vez que hemos aprendido a montar en bicicleta,
sabremos andar en cualquier bicicleta (al menos en una que tenga las funciones
básicas…) Hemos generalizado una experiencia para toda la vida y esto nos ahorra
enormes cantidades de tiempo y energía en nuestra relación con el mundo que nos
rodea.

El inconveniente aparece cuando


generalizamos en exceso pues estaremos cerrándonos a la experiencia de muchas
opciones en otros contextos. El ejemplo típico: los ingleses toman té (¿todos,
todos…?). No sé si te pasará como a

mí pero yo conozco a muchos ingleses que no soportan el té…


Incluso puede limitarnos nuestra creatividad… Por ejemplo:
¿Cuál es el siguiente número en esta secuencia?:
2, 10, 12, 16, 17, 18, 19…

Si sabes la respuesta, envíanosla… y si no la sabes ven a alguno de nuestros talleres.


¡Te sorprenderá el daño que hace una generalización excesiva!

Distorsión (o ese toque de creatividad que cada uno añadimos a nuestros relatos). Este
filtro hace que cambiemos el significado de una
experiencia en función de nuestra percepción de la realidad. El problema es que la
mayoría de nosotros no nos damos cuenta de que la distorsión no representa la

verdad necesariamente. Tomamos un aspecto de una experiencia y la cambiamos según


lo que nosotros pensamos.

Realmente la creatividad descansa sobre la distorsión pero esta última puede resultar
enfermiza si la utilizamos en exceso. Bien porque nosotros mismos nos “negativizamos”
por nuestras propias distorsiones o bien porque creamos una información tóxica con
ellas.

Un ejemplo: “Sé que esto te encantará”. Coincidirás conmigo que, a menos que
tengas capacidad para leer la mente del otro, es algo que no podemos saber. Estamos
distorsionando según nuestras percepciones. Para minimizarla, conviene preguntarse:
“¿se lo has preguntado?; ¿cómo lo sabes?”, etc.

Ya ves, aunque ya consigas enamorar y fluir con tu comunicación, no caigas en un uso


indebido de estos filtros y asegúrate que impactas adecuadamente en tu audiencia
porque como decíamos en la tercera clave la importancia de la comunicación no es
tanto lo que emites, como lo que llega al otro.
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Clave 9 PRESENTA EL TEMA Y LOS
OBJETIVOS
Ya te han presentado o te has presentado tú mismo. Ahora sí comienza realmente tu
exposición. ¿Has decidido empezar con un relato? ¿Con una pregunta? Sea lo que sea,
algo que te haga sentir cómodo, porque un buen comienzo capta la atención y transmite
seguridad, tanto a la audiencia como a ti mismo.

Una forma habitual de iniciar una exposición consiste en explicar el título. ¿Cómo?
¿Que no le has puesto título? Es imprescindible. Una de las claves de cualquier buena
disertación es su título. ¿Cualquier

título? A ser posible no. Debe ser un título atractivo, que llame la atención, que intrigue.

¿Y cómo se consigue? Desde luego, no es fácil.

¿Sabías que muchos escritores han compuesto obras enteras a partir de la ocurrencia
de un título? Aunque no siempre sucede así. Por ejemplo, Gabriel García Márquez
iba a titular una de sus novelas La casa, pero, para evitar confusiones con la obra de
Álvaro Cepeda La casa grande, decidió titularla Cien años de soledad. Buena
decisión, ¿no es cierto?

Aunque ni siquiera en el mundo literario todos los autores se sienten seguros


poniendo títulos a sus obras. Por eso resulta frecuente que lo hagan sus editores, más
habituados a una visión comercial del propio libro.
Estos dos títulos aluden a una misma realidad. ¿Cuál es mejor?:
La proxémica. Su aplicación en redes sociales. ¿Mantienes las distancias? Del beso
a la bofetada.

Pues no existe una respuesta correcta. Como hemos insistido desde el principio, es
esencial tener en cuenta el tipo de audiencia al que te estás dirigiendo. No es lo
mismo una exposición académica en una facultad, que una clase a niños pequeños, que
una charla más informal.

Una vez más, piensa en tu audiencia. ¿Qué está esperando de ti? Y cuando te hayas
respondido, crea el mejor título que se te ocurra. Porque lo más probable es que ese
título deba figurar ya en el programa de mano, o en cualquier tipo de anuncio que se
haya hecho de tu disertación.

Puedes explicar el título, puedes formular preguntas-problema a propósito del título,


puedes haberle dado estructura de narración. Tenemos una sugerencia más que también
te puede ser útil: una cita de algún autor importante referida al tema o que seas capaz
de relacionar.

Una cita es otro recurso que te permite romper el hielo del primer minuto y que además
puedes relacionar con cualquiera de las otras sugerencias que te hemos hecho.

Si vas a utilizar algún apoyo visual, puedes presentar un esquema que explique el tema
de tu exposición, además de los objetivos que pretendes alcanzar. No se trata de las
conclusiones, sino de cuáles son las metas.

Para ello, debes tener muy en


cuenta que un objetivo no es un
deseo, es un fin concreto, que
presenta las siguientes características:

Claro. Toda tu audiencia tiene que entender cuáles son tus intenciones.
Concreto. Conciso. Puede ser uno solo. Medible. Los resultados tienen que ser
observables al terminar tu exposición.

Alcanzable. Dentro del tiempo establecido para ello. Hablaremos con más
profundidad de la temporalización en nuestra siguiente clave.

Los objetivos se formulan por medio de verbos de acción en infinitivo más la meta o
fin propuesto. Ejemplo de verbos: analizar, explicar, recordar, demostrar, utilizar,
preferir, valorar, etc.

Para concluir esta novena clave, podemos leer el párrafo inicial del discurso que
Gabriel García Márquez pronunció, a sus diecisiete años, en la despedida a la clase de
1944, un año superior a la suya, en su graduación de bachiller en el Liceo Nacional de
Varones de Zipaquirá, en Colombia.

Observa bien en este fragmento qué recurso utiliza para comenzar, cómo expone el
tema y cómo delimita su objetivo:

“Generalmente, en todos los actos sociales como éste, se designa una persona para
que diga un discurso. Esa persona busca siempre el tema más apropiado y lo
desarrolla ante los presentes. Yo no vengo a decir un discurso. He podido escoger
para hoy el noble tema de la amistad. Pero ¿qué podría deciros de la amistad?
Hubiera llenado unos cuantos pliegos con anécdotas y sentencias que al fin y al cabo
no me hubieran conducido al fin deseado. Analizad cada uno de vosotros vuestros
propios sentimientos, considerad uno por uno los motivos por los cuales sentís una
preferencia incomparada por la persona en quien tenéis depositadas todas vuestras
intimidades y entonces podréis saber la razón de este acto”.
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Clave 10 PRESENTA EL GUION (O
NO)
En realidad, este es un paso no imprescindible. Depende mucho del tipo de exposición
que debas realizar y de cómo quieres ir anunciando el desarrollo del tema a tu
audiencia. Es posible que no quieras anticipar algunas de las ideas que van a aparecer,
porque pretendas, de algún modo, sorprender con alguna propuesta novedosa e
inesperada, y, en este caso, no te interesa presentar inicialmente más que el tema y los
objetivos.

Sin embargo, si se trata de una exposición más académica, es aconsejable exponer al


menos un guion mínimo de toda tu exposición. Si usas apoyo visual, debería ser
suficiente con una pantalla o un esbozo mínimo sobre papel o pizarra. Sin desarrollar
nada. El desarrollo vendrá después.

En cualquier caso, es bueno que tengas ante ti ese guion como herramienta de ayuda,
sobre todo si tienes poca experiencia en exposiciones orales. De todas maneras, si vas
a presentarlo a tu audiencia, no se trata de que presentes todas tus notas, porque tu guion
sí incluirá todas las notas y referencias técnicas que te servirán de apoyo.

Recordemos juntos ideas que te expusimos en nuestra 6ª clave:


Pregúntate cual es la idea o ideas clave de las que vas a partir o a las que quieres
llegar.

Construye un mapa conceptual, o gráficas, o un sencillo esquema de llaves con las


ideas que quieres desarrollar.

Una sugerencia para preparar el


guion es que vuelvas a
reelaborar tu esquema inicial
acompañado de unas pocas
notas . ¿Cuántas? Las suficientes
pero ninguna más.

Haz que destaquen en ellas las palabras clave que te ayudarán a recordar el cuerpo de
tu exposición y las partes de que consta.

Y más adelante insistíamos en que, tras los ensayos, no dejaras de anotar los tiempos
en tu guion, los minutos exactos en tu esquema de notas. En la siguiente clave
explicaremos claramente el porqué.

En definitiva, presentes la base del guion a tu audiencia o no la presentes, resulta


conveniente para ti disponer de esas notas durante tu intervención. Después de los
ensayos, su contenido te resultará muy familiar, de modo que una ojeada rápida te
permite situar con exactitud el punto en el que te encuentras, si se da la circunstancia –
frecuente- de que tengas algún despiste o pierdas en algún momento algo de
concentración.

Vamos ahora a presentarte ejemplos de guiones, que van desde los que contienen muy
pocos datos y detalles hasta los que contienen muchos. Usamos para ello la simulación
de que tuviéramos que presentar oralmente este mismo libro, no en un taller práctico
con ejercicios y actividades –como sí hacemos en la realidad en nuestros talleres-, sino
sencillamente como una presentación teórica que nos hubieran solicitado para algún
congreso o para alguna intervención académica.
El tema ya lo conoces: 15 claves para una gran presentación oral.

Nuestro objetivo en esa ponencia: ayudar a la audiencia en la comprensión de los


pasos que se deben dar para que una presentación oral funcione y tenga éxito.

1er ejemplo: esquema simple del índice:

Introducción
Tema
Audiencia

o Piensa en tu audiencia
o Conócete a ti mismo (y a tu audiencia)

Información
o Selecciona la información
o Jerarquiza y organiza

Contacto inicial
o Toma contacto con la audiencia

oReflexión sobre los filtros comunicativos

Exposición
o Tema y objetivos
o Guion
o Desarrollo
o Síntesis
o Conclusiones

Despedida y cierre
Sé tú mismo más nuestra despedida 2º ejemplo: esquema simple del índice con
tiempos (40 minutos en total):

Introducción (2’)
Tema (3’)
Audiencia (8’)
o Piensa en tu audiencia
o Conócete a ti mismo (y a tu audiencia)

Información (5’)
o Selecciona la información
o Jerarquiza y organiza

Contacto inicial (10’)


o Toma contacto con la audiencia

oReflexión sobre los filtros comunicativos

Exposición (5’)
o Tema y objetivos
o Guion
o Desarrollo
o Síntesis
o Conclusiones

Despedida y cierre (2’)


Sé tú mismo más nuestra despedida (5’) 3er ejemplo: esquema con apoyo de notas y
referencias técnicas:

Introducción (2’): cita inicial de Churchill (Diapo 1). Al empezar se oye de fondo
una grabación de un discurso de Churchill.

Tema (3’):
o Renunciar o aceptar (infografía 1) o Preparación exhaustiva

Audiencia (8’)
o Tipos (diapo 2, collage de fotos) o Sistema VAK (diapo 3, esquema)

Información (5’)
oSelecciona la información, jerarquiza y organiza: vías y medios (infografía 2) o
Guion, texto base, medios auxiliares o Ensayos

Contacto inicial (10’)


o Local (diapo 4, 5 y 6, fotos)
o Saludos audiencia.

oReflexión sobre los filtros comunicativos (diapo 7, esquema)

Exposición (5’): casi sin desarrollar (diapo 8, texto), pero sí subrayar algún ejemplo
o anécdota de escritores y personajes públicos.

o Tema y objetivos
o Guion
o Desarrollo
o Síntesis
o Conclusiones
Despedida y cierre (2’): consejos y trucos Sé tú mismo más nuestra despedida (5’)

o Nos sirve para nuestras propias conclusiones de la ponencia (diapo 10, sin texto,
sólo ilustración).

oDespedimos aplicando nuestras propias claves.

Como te habrás dado cuenta, podríamos seguir hasta donde queramos añadiendo
detalles. Pero sólo pretendíamos que visualizaras algunos ejemplos. Tú eres quien
debe decidir el tipo de guion que vayas a utilizar.

El criterio es evidente, anota todo aquello que te haga sentir seguridad durante la
exposición, pero sin excederte; porque si te excedes, puede llegar a resultar un guion
confuso. Lo esencial es que no olvides que se trata de una ayuda. No lo conviertas
nunca en un inconveniente.
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Clave 11 DESARROLLA EL TEMA
Has preparado exhaustivamente el tema teniendo presente a qué audiencia te ibas a
dirigir. En consecuencia, has seleccionado, jerarquizado y organizado la información
pertinente, has preparado el guion, has ensayado todo lo necesario y más.

Ese ha sido el trabajo duro que te ha traído hasta aquí. Has sido presentado, has
planteado ya el tema y los objetivos, y el guion o no según tus necesidades. Ahora es el
momento de disfrutar. Sí, disfrutar de la magia de la comunicación humana.

Tus impulsos, tus emociones, tú como persona vas a transmitir mucho más que tus
palabras. No es que tus palabras importen poco, pero van a ser mucho menos
recordadas que la impresión que causes a tu audiencia.

Si crees en lo que dices, transmitirás esa creencia. De lo contrario, serás un


impostor al que detectarán rápidamente.

Tienes ante ti el guion, nunca el texto base que has elaborado. Si has ensayado bien, no
lo necesitas. En cualquier caso, nunca, bajo ningún concepto y ocurra lo que ocurra, lo
vas a leer. De modo que lo mejor que puedes haber hecho es dejarlo en casa. Con el
guion es suficiente para ayudarte en el desarrollo.

Tu voz y tu expresión corporal son ahora los elementos claves de tu exposición.


Hemos insistido en ello con anterioridad en este libro. Necesitas formación y
entrenamiento, todo el entrenamiento que puedas. Ambas cosas te darán seguridad
porque tu voz y tu cuerpo son quienes conectan o no con tu audiencia. Y ahora es
imprescindible esa conexión.

De entre los muchos elementos vocales y gestuales que debes entrenar, uno de especial
relevancia en la exposición oral es el control del espacio y la distancia, habida cuenta
de que dependerá en gran medida del local en el que te vas a mover.

Eso no podemos preverlo en este libro. Pero sí podemos apuntar un par de detalles
muy valiosos para tu exposición.

Si vas a utilizar apoyos visuales, por ejemplo, una pizarra, no des la espalda a la
audiencia para escribir en ella. Aprende a escribir de lado. Entrénate también en esto.

Pero, más importante aún, si usas una pantalla con imágenes proyectadas, no mires esa
pantalla más que para confirmar que la imagen se ve correctamente. Y, sobre
todo, no se te ocurra leer
directamente de la pantalla.
Lo hemos trabajado ya.

Recuerda que lo que estás


proyectando son ilustraciones o puntos clave que habrás memorizado en tus ensayos.
Por lo tanto, esos puntos los tienes en la memoria, no en la pared.

Leer directamente de la pantalla transmite a la audiencia, aunque pueda no ser cierto,


que no has preparado bien tu exposición, que estás leyendo algo que incluso pudo haber
escrito otra persona y no tú. Por el contrario, cuando no miras la pantalla, transmites
seguridad. Tu audiencia siente que sabes de lo que hablas, que se puede fiar de lo que
les estás diciendo.

Otro elemento a tener muy en cuenta en el desarrollo del tema es hasta qué punto
podemos utilizar la improvisación. Sus dos caras son el poder y el peligro. Es decir,
puede ser poderosa y peligrosa a la vez. ¿Dónde radica el peligro de la improvisación?

En que puedes recurrir a ella en un momento de apuro –por ejemplo, mientras revisas tu
guiony transmite naturalidad, pero lo más difícil es saber detenerla y volver al cauce de
tu tema.

Esta capacidad sí se desarrolla con la experiencia. Y también con el entrenamiento.


Si aceptas nuestra sugerencia, en tus primeras exposiciones tampoco tiene sentido que
arriesgues demasiado. De todos modos, recuerda la cita de Winston Churchill que ya
utilizamos en la primera clave: “Llevo toda la mañana ensayando las frases que
improvisaré esta noche”.
Algo parecido ocurre con el humor. Los detalles de humor son muy bien acogidos por
la audiencia y la sonrisa del público es muy agradable y satisfactoria en el momento en
que estás exponiendo, pero también hay que medir muy bien cuándo, para qué y hasta
dónde.

Es importante no forzar un sentido del humor que no tienes o que no es acorde con tu
personalidad. Ahora bien, si tienes previsto introducir algún rasgo de humor, pruébalo
bien antes en los ensayos y coméntalo con familia y amigos; porque si resulta
inoportuno, puede jugarte una mala pasada ante tu público.

Piensa también muy bien el para qué y el hasta dónde. Estás desarrollando una
exposición oral, no un monólogo humorístico, de modo que, en este caso, es preferible
pasarse de prudente que de imprudente.

Llegados a ese punto, se nos hace imprescindible reflexionar contigo sobre las
diferencias más importantes que debes tener en cuenta entre los ensayos y el
desarrollo real de tu exposición.

La primera, no siempre previsible, es la reacción de la audiencia, muy condicionada


por las características de
las que ya hablamos en
nuestra segunda clave.
Por ejemplo, si se trata
de un público

voluntario o han acudido por alguna obligación. Sus motivaciones serán radicalmente
diferentes, pero, recuerda, tú eres el responsable, en todo caso, de establecer la
comunicación.
Por lo tanto, es imprescindible que observes constantemente a tu audiencia. Atiende a
sus reacciones, a su grado de concentración, a sus distracciones. Analiza y anticípate.
Eres el surfista que interpreta la dirección y la evolución de la ola. Observa e intenta
fluir con tu audiencia.

Y si debes observar –como parece obvio pero no siempre lo es- tienes que mirar.
Mueve tu mirada por todo tu público. Es tu primera conexión, mucho antes que tus
palabras.

Aún es frecuente encontrar el consejo de mirar un punto fijo en el centro y más allá
del público, como un mecanismo que te va a ayudar a controlar la tensión. ¡Ni se te
ocurra!.

Desplaza siempre la mirada por todas las personas que componen tu audiencia, por
todas y cada una de ellas (incluidas las que no quieren mirarte a ti, que las habrá). No
focalices en un grupo, y menos aún en una sola persona. Distribuye el tiempo entre
todas. Fuérzate a hacerlo así. Recuerda, una vez más, que tú eres el responsable de
establecer la comunicación con tu público. Por eso, cada persona debe sentir que te
estás dirigiendo a ella, que le estás hablando a ella.

Tu audiencia no es una masa informe. Es un número exacto de personas. Piensa que


estás conversando con cada una de ellas. Porque eso es justamente lo que estás
haciendo.

La segunda diferencia clave que debes controlar es la posible variación en la


temporalización. La tensión escénica puede hacer variar la velocidad en la exposición.
No te lo permitas. Debes ajustarte siempre a lo previsto en los ensayos. No corras, pero
tampoco te demores demasiado en un punto.

Si corres por la tensión, esa misma velocidad


hará que aumente tu ansiedad. Si corres porque ves que te falta tiempo para llegar al
final, habrás tenido un error de cálculo en la preparación. No te lo debes permitir.

Utiliza todos los recursos de tus ensayos y tu entrenamiento para cumplir con el
tiempo previsto y asignado de antemano.

Todos hemos asistido a presentaciones en las que el ponente, de pronto, nos


comunica que va mal de tiempo y empieza a pasar diapositivas a toda velocidad,
afirmando que si dispusiera de más tiempo, iría más despacio. Esto sólo significa
que no ha preparado bien su exposición, o que no ha sido capaz de ajustar los
tiempos reales. Si te ocurre, es de lo peor que te podrá pasar, porque siempre darás
la impresión de no haberte preparado bien.

También habrás pasado por la experiencia contraria, igualmente demoledora. Se


cumple el tiempo asignado y el ponente sigue y sigue, mientras la audiencia
comienza a mirar sus relojes. Puede que no lo sepa o no se dé cuenta, pero acaba de
perder la conexión con su público.

No queremos que nada de esto te ocurra. Por lo tanto, controla firmemente los
tiempos. Y ajústate a lo ensayado. A estas alturas ya nos vas conociendo y sabes que
somos bastante insistentes (¿pesados?) con este tema: formación y entrenamiento.
Pues lo seguiremos siendo.

Para terminar esta clave, queremos volver a García Márquez, a otro de sus discursos.
Nuestra intención es que entiendas que el
tema de la tensión escénica estará
siempre presente, y que debes
aprender a relativizarlo, incluso a
bromear con él, hasta que seas

capaz de pasar, como ya te dijimos,


de la ansiedad al disfrute.

Este es el primer párrafo de una conferencia titulada Cómo comencé a escribir,


pronunciada en Caracas en 1970, cuando ya era un escritor muy consagrado:

“Primero que todo, perdónenme que hable sentado, pero la verdad es que si me
levanto corro el riesgo de caerme de miedo. De veras. Yo siempre creí que los cinco
minutos más terribles de mi vida me tocaría pasarlos en un avión y delante de veinte
a treinta personas, no delante de doscientos amigos como ahora. Afortunadamente, lo
que me sucede en este momento me permite hablar de mi literatura, ya que estaba
pensando que yo comencé a ser escritor en la misma forma que me subí a este
estrado: a la fuerza. Confieso que hice todo lo posible por no asistir a esta
asamblea: traté de enfermarme, busqué que me diera una pulmonía, fui a donde el
peluquero con la esperanza de que me degollara y, por último, se me ocurrió la idea
de venir sin saco y sin corbata para que no me permitieran entrar en una reunión tan
formal como ésta, pero olvidaba que estaba en Venezuela, en donde a todas partes se
puede ir en camisa. Resultado: que aquí estoy y no sé por dónde empezar. Pero les
puedo contar, por ejemplo, cómo comencé a escribir”.

Te proponemos un reto: ¿Cuántos elementos de los que hemos descrito en la clave has
encontrado en este texto?
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Clave 12 HAZ UNA SÍNTESIS (O
VARIAS) Y RESPONDE PREGUNTAS
La posibilidad de realización de alguna síntesis durante tu exposición oral depende
fundamentalmente del tiempo total de que dispongas. Si la exposición es breve, lo más
apropiado será que realices una única síntesis de las ideas desarrolladas justo antes de
la conclusión o conclusiones.

Sin embargo, si dispones de tiempo y además la exposición no desarrolla una sola idea
clave, sino que trata de varios puntos que para ti son esenciales, puedes entonces
prever momentos de recapitulación, varias síntesis que te permitirán ordenar lo
desarrollado hasta el momento y enlazar con la idea o ideas del paso siguiente.

Como su nombre indica, se trata de fijar, de modo muy sintético y de manera muy
jerarquizada, los datos, características, hechos o ideas que, a tu criterio, son la esencia
de toda tu exposición. Una imagen, un diagrama, un

esquema, una infografía, un póster; aunque lo importante no es el recurso sino la


intención.

Si tu audiencia no está formada por especialistas en el tema que desarrollas, es


frecuente que les resulte difícil separar las ideas principales del material que has usado
como ilustración. Una buena síntesis ayuda a evitar que se queden con lo accesorio
y no con lo principal.

Así, esta recapitulación o repaso rápido sirve por una parte para insistir en las claves
de tu exposición y, sobre todo, si varías el recurso –de auditivo a visual o viceversa-
sirve también para provocar una nueva escucha por parte de tu audiencia. Y en esta
ocasión una escucha muy selectiva, con la ventaja de que esa selección está realizada
precisamente por ti.

Otra posibilidad, si dispones del tiempo suficiente, es pedir a tu audiencia que


realice la síntesis para después ponerla en común. Esto te permite revisar aquellas
ideas con las que se han quedado y matizar por tu parte cualquier aspecto que
necesite aclaración.

En caso de que esté previsto así de antemano, los momentos de las síntesis son
también un buen momento para responder las posibles preguntas de tu audiencia.
En la mayor parte de las exposiciones orales y disertaciones en las que hayas formado
parte del público, es habitual que las preguntas –si se permiten- se dejen para el final,
después de las conclusiones.

No obstante, queremos detenernos en el tema en esta 12ª clave y no en la siguiente,


porque pensamos que pueden ser un recurso muy útil las síntesis con intercalación de
preguntas por dos razones:

a la audiencia tus respuestas la van a ayudar a aclarar o concretar las ideas que estás
desarrollando,

y a ti sus preguntas te ayudan mucho a comprobar si vas por buen camino.

¿Qué tipos de preguntas son más frecuentes en una exposición oral, tanto si quedan
para el final como si las intercalas con las síntesis? Te formularán sobre todo preguntas
de reformulación, de amplificación y de exploración.

Las preguntas de reformulación vuelven a decir con otras palabras lo afirmado por ti.
Suelen tener intención de clarificación. Esperan que aclares algún punto no
comprendido en parte o del todo.

Las preguntas de amplificación pretenden que amplíes alguna información que les ha
parecido demasiado limitada. Pueden desear más datos, o más ejemplos, o una
ampliación de la idea. ¡Cuidado con el tiempo en las respuestas a este tipo de
preguntas!
Las preguntas de exploración presentan la estructura ¿Y si…? O ¿Y si no…? Intentan
ir más allá de la información facilitada y plantear nuevas hipótesis por analogía o por
contraste.

Tanto durante la síntesis como durante las preguntas, tienes que mostrar especial
atención a la receptividad de la audiencia, y el mejor modo de apreciar esto es la
observación de su lenguaje corporal.

En realidad, a lo largo de toda tu exposición debes prestar atención a tu lenguaje


corporal –ya hemos hablado de ello- y al de tu audiencia. En nuestra clave anterior
hablamos con algún detalle de la mirada. Ahora queremos insistirte en la importancia
del lenguaje corporal entero.

Debes formarte y entrenarte también en desarrollar el lenguaje corporal adecuado


a tu intervención y, al tiempo, ser capaz de analizar el de tu público. Te dará claves
constantes de su grado de atención, de su interés, incluso de sus emociones si has sido
capaz de hacerlas brotar.

Isabel Carrasco menciona seis tipos posibles de audiencia: hostil, neutral,


desinteresada, desinformada, convencida, y mixta (mezcla de algunas de las
anteriores).

Lo importante, en todo caso, es que consideres como más probable que no te


encuentres con un tipo puro de audiencia, sino que lo más común será una audiencia
mixta, en la que puedan concurrir personas con intereses muy diversos.
Y lo que quizá sea más importante aún es que la misma audiencia pase por distintas
fases en distintos momentos de tu exposición. Del ideal de convertir una audiencia
hostil en una audiencia convencida al error de que una audiencia convencida acabe
desinteresada.

Es fácil apreciar que cuanto más hayas preparado tu exposición, menos posibilidades
tendrás de perder a tu audiencia y muchas más de ganártela. Ese debe ser siempre tu
objetivo: conseguir que tu audiencia, fuera como fuera en origen, termine
convencida de que mereció la pena emplear su tiempo –muy valioso- en escuchar tu
exposición. Entonces tendrás su respeto, independientemente del currículum mayor o
menor que conocieran de ti.

Antes de terminar esta clave, queremos darte también algunas sugerencias más sobre
las preguntas de la audiencia, de las que ya hablamos antes, pequeños trucos que
ayudarán a tu seguridad.

Los dos primeros son muy obvios pero merecen ser mencionados expresamente por la
frecuencia en que ocurre lo contrario. Debes evitar como sea que un número muy
pequeño de asistentes monopolicen las preguntas, creando un bucle de respuestas que
acaba pareciendo propio de una conversación particular y no de una exposición
pública. Es muy negativo para la impresión general que vaya a causar el experto, y, sin
embargo, ocurre constantemente.

El segundo recurso guarda relación directa con el primero. Marca muy bien los
tiempos de las respuestas. Ya comentamos en varias ocasiones la importancia de una
temporalización adecuada. La
tentación en este caso puede ser tan simple como desear lucirte con una pregunta que te
ha resultado muy agradable, o que apunta a la parte del tema que más dominas. Evita
ese lucimiento. Emplea tiempos marcados y concretos. No es el momento de demostrar
todo lo que sabes.

Otro recurso importante es reformular siempre en voz alta la pregunta que te acaba
de hacer el público antes de responderla. Es un medio para asegurar que estáis
entendiendo lo mismo. Hacerlo así evita muchas confusiones tanto para la audiencia
como para ti.

Y, por último, el recurso imprescindible: las posibles preguntas de tu audiencia has


de tenerlas previstas desde la preparación del tema, la elaboración del guion y los
ensayos. ¿Qué dudas se te ocurrirían a ti? Formúlalas y responde a ellas por escrito.
Aunque pueda parecerte que no vas a abarcar todas las posibles, aumentará tu
seguridad y comprobarás que las reales estarán muy cerca de las previstas por ti.

Las respuestas a las preguntas de la audiencia deben estar al mismo nivel que tu
exposición. Si no lo están, pierdes credibilidad. Si lo están, aumenta aún más su
respeto por ti. Recuerda: tú eres el experto.
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Clave 13 SACA CONCLUSIONES
Las conclusiones de tu exposición suceden a la síntesis final y preceden a la despedida.
Dan respuesta a los objetivos planteados inicialmente, suponen cruzar juntamente con
la audiencia las metas que les habías propuesto.

Si has utilizado, como te proponíamos en la 4ª clave, preguntas-problema, la conclusión


es la respuesta a esas preguntas, la clave de resolución del problema formulado, si es
que tiene solución. Porque las conclusiones pueden ser abiertas o cerradas.

Tu audiencia puede hacer inferencias y sacar conclusiones por sí misma, pero esto
puede interesarte o no. Si decides plantear una conclusión cerrada es que quieres
guiar el proceso, no quieres arriesgarte a que tu público llegue a conclusiones
erróneas o muy alejadas de tu intención.

Por lo tanto, si tomas la decisión de dejar bien cerradas las posibles opciones
interpretativas, debes explicar también el porqué de tus conclusiones. Tu público
estará de acuerdo o no

con ellas, pero nunca aceptará un “porque sí” como cierre de toda la exposición.
Recuerda, eres el

experto, sabrás explicar perfectamente por qué has llegado a unas conclusiones y no a
otras. Pues hazlo.

¿Hasta dónde debes llegar en la justificación de las conclusiones? Depende, una vez
más, de los objetivos, de tus intenciones y de las características de la propia audiencia.
Depende también de si has trabajado sobre hipótesis o sobre hechos, y, en
consecuencia, sin las conclusiones son firmes o plantean nuevas hipótesis, pero, aún
así, justifica siempre honradamente cuál es el camino que te ha llevado hasta este punto,
aunque pueda ser un camino del que tú mismo desconoces el final.

La conclusión puede expresarse en una idea final que no haya aparecido


previamente en tu exposición hasta este momento, pero debe ser lógica, previsible,
no disparatada y, sobre todo, que no contradiga lo desarrollado en la propia
exposición.

La línea de reflexión planteada por ti conduce a unas conclusiones concretas y no a


otras. No hagas de mago y saques de pronto un conejo inesperado de la chistera. Las
sorpresas finales producen confusión en la
audiencia. Y tú deseas lo
contrario: claridad y aceptación
de tus ideas. Puede ser una
aceptación crítica; no puedes

pretender que todo el mundo esté


de acuerdo con todo tu planteamiento, pero en el diálogo –externo o interno- que se
produzca, respetarán el desarrollo y las ideas expuestas, porque habrán apreciado que
te lo has tomado en serio, que merecía la pena escucharte.
Como ya afirmamos antes, también es lícito que te interese un final abierto para que tu
público saque por sí mismo sus conclusiones. Es un planteamiento diferente. Has
desarrollado el tema, has expuesto tus ideas, pero quieres que esta vía de comunicación
que has abierto en la sala con tu exposición sea cerrada por la propia audiencia.

Puedes terminar con algo parecido a lo que serían unos puntos suspensivos en la
lengua escrita, o con una nueva pregunta que lanzas y a la que ya no das respuesta.
Las razones para este final pueden ser variadas.

Nosotros te hacemos la propuesta de la parábola de la sabiduría sufí que recoge José


Carlos Bermejo:

“El maestro sufí contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los
alumnos no siempre entendían el sentido de la misma…

- Maestro, le encaró uno de ellos una tarde… Tú nos cuentas los cuentos, pero no nos
explicas su significado…
- Pido perdón por eso, se disculpó el maestro. Permíteme que en señal de reparación
te invite a un rico melocotón.
- Gracias, maestro, respondió halagado el discípulo.
- Quisiera, para agasajarte, pelar tu melocotón yo mismo. ¿Me lo permites?
- Sí, muchas gracias, dijo el alumno.
- ¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que
te sea más fácil comerlo?
- Me encantaría… Pero no quisiera abusar de tu generosidad, maestro…
- No es un abuso si yo te lo ofrezco. Sólo deseo complacerte… Permíteme que te lo
mastique antes de dártelo…
- No, maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso!, se quejó sorprendido el discípulo.

El maestro hizo una pausa.


- Si yo os explicara el sentido de cada cuento, sería como daros a comer una fruta
masticada”.
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Clave 14 DESPÍDETE
Has llegado al final de tu exposición, pero aún falta algo que debes hacer antes de tu
despedida. Citar, explicar o dejar referencia de las fuentes que has utilizado para
elaborar tu exposición. Nadie crea desde el vacío. Y tú, como cualquiera, has
aprovechado saberes que otras personas han formulado antes que tú. Debes explicitar
esas fuentes.

Es de ley, en el sentido legal y moral de la expresión. Circulan por la red montones de


documentos, gráficos e imágenes de las que no se cita su procedencia. No te subas a ese
carro de quienes piensan que hacen más valiosa su aportación porque parece que todo
ha sido creado por ellos mismos. Por el contrario, un documento que incluye sus
referencias hace más fiable y más creíble toda su aportación.

El sistema para indicar tus fuentes puede ser muy variado. Si has proporcionado
fotocopias para anotar al margen de las ilustraciones o del guion, puedes aprovechar la
última página para referenciar tus fuentes. También puedes hacerlo

en una última diapositiva que comentes a tu audiencia, o en un archivo que ofrezcas a


quien te lo solicite por correo electrónico. No importa demasiado el

procedimiento, pero haz públicas tus fuentes; por honestidad, y también como tu
pequeño homenaje a las personas que hicieron posible –con sus ideas, sus textos,
sus imágenes- que prepararas tu exposición.

Estamos tomando tierra. Como muy bien afirma Miguel Ángel Romero, una exposición
necesita un despegue, un vuelo y un aterrizaje. Has despegado hace mucho con tu
presentación inicial, tus preguntas-problema o tu narración. Has volado con tu
audiencia en el desarrollo de tu tema –es posible que con algunas turbulencias, hasta
los mejores pilotos pasan por ellas- y has empezado la maniobra de aterrizaje con tu
síntesis final y tus conclusiones.

Ahora es el momento de tocar de nuevo tierra. No seas una persona brusca. Los buenos
pilotos apoyan su tren de aterrizaje con suavidad, entre otras cosas porque saben que es
una maniobra clave. Para ti también. Tienes que despedirte.

No utilices expresiones como “Bueno…, se acabó, muchas gracias, hasta otra


ocasión…” y salgas corriendo. Esto no es una despedida. Es una falta de respeto a esa
audiencia que ha querido compartir contigo su tiempo –recuerda, muy valioso-, y que
aguarda ahora un final.

La primera impresión que causaste era esencial; la última, también. Estás poniendo el
punto final a tu intervención (¡por favor, no digas “punto y final”, porque eso no
existe! Existen el “punto”, el “punto y seguido”, el “punto y coma”, y el “punto final”).

Debes despedirte con elegancia y, para ello, haber planificado y entrenado cómo lo
vas a hacer. Entre otras cosas, porque es un modo de dejar abierta o cerrada una puerta
que tal vez quieras volver a cruzar.

Las buenas despedidas son breves, mientras que las largas suelen resultar aburridas.
Puedes ofrecerte a tu audiencia para aclarar o ampliar la información dada ya fuera de
la sala, puedes dar tu correo electrónico o tu dirección de contacto si te interesa. Te lo
agradecerá tu audiencia, que quedará con esa sensación agradable de que no te vas del
todo, de que pueden contar contigo.

En cualquier caso, tus palabras deben estar preparadas de antemano y ensayadas, como
lo estuvo toda tu exposición. Nuestra sugerencia final sigue las pautas formuladas por
Teresa Baró:
La despedida es parte de la puesta en escena. Si te has movido por el escenario o
por la sala, vuelve a la posición inicial, aquel punto en que comenzaste tu
intervención, haz un largo silencio y entonces

pronuncia tus palabras finales. Habrás completado el aterrizaje.


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Clave 15 EN DEFINITIVA, TEN
CARISMA
Una vez vistas todas las claves anteriores queremos finalizar con la última clave que
envuelve a todas las demás: el carisma. Es ese magnetismo del que tienes que
utilizar grandes dosis en todas tus presentaciones si quieres fluir y ser un gran
comunicador.

Una de las definiciones de "Carisma" es aquella "cualidad que tiene una persona para
atraer a los demás por su presencia, su palabra o su personalidad".

Es aquello que hace que gustes a los demás, que confíen en ti, que te posibilita
influir en tu audiencia sin que ellos se den cuenta, que sea tan agradable compartir
tiempo y espacio contigo, que te hace "vender" tu producto (cualquiera que sea tu
producto)... En definitiva, que no pases desapercibido.

Y, a la vez, es aquello que te hace sentirte seguro de ti mismo, dueño de la


situación, fluyendo... Es ese estado mágico en el que a veces nos encontramos cuando
comunicamos, percibido por nosotros mismos y por los demás.

El carisma es una cualidad para atraer a los demás por nuestra presencia, palabra o
personalidad y es percibido por tu público a través de tres comportamientos:

1. Poder (acompañado de intención) : ¿te ve tu audiencia como un experto en la


materia? ¿Te ven como alguien que les puede resolver dudas o hacer avanzar en los
contenidos que les presentas? ¿Podrías y querrías hacerlo?

2. Cordialidad : ¿Te considera tu audiencia una persona cercana? ¿Transmites


emociones positivas? ¿Te muestras abierto o, por el contrario, eres alguien
inalcanzable?

3. Presencia : cuando interactúas con tu público, ¿estás ahí con ellos, en ese momento,
presente en cuerpo y alma?
El carisma se trabaja. Te invitamos a que veas los primeras presentaciones de un
comunicador eminentemente carismático: Steve Jobs... En sus primeros actos en
público, se le veía, o bien, tímido o demasiado dramático. Con el paso del tiempo
todos recordamos las presentaciones más carismáticas de este líder. Esa mejora no
fue fruto de la casualidad, lo fue de un trabajo duro de autoconocimiento,
descubrimiento y mejora personal, basado en las claves que te presentamos en este
ebook.

¿Recuerdas su discurso en la Universidad de Standford?:


http://youtu.be/HHkJEz_HdT

No está de más ver o volver a ver dicho vídeo y pensar en lo que te hemos contado a
lo largo de estas páginas: ¿Serías capaz de encontrar alguna de estas claves?
¿Serías capaz de entender ahora lo que te contamos del carisma?

Tanto si tu carisma es innato, como si es fruto de tu propio plan de mejora, úsalo


conscientemente y sácale todo el partido. ¡Pero úsalo! Tanto en los momentos
positivos, como en aquellos en los que no te sientes muy bien con tu presentación.

Te ayudará a desdramatizar y volver a recuperar la serenidad en tu comunicación. Te


proponemos algunos trucos muy útiles. Cuando sientas que algo no va bien, busca un
momento de descanso en tu presentación y sigue alguno de estos pasos:

Ponle una etiqueta a la situación: inseguridad, rabia, enfado, ansiedad... Verbalizar lo


que sientes es el primer paso para neutralizarlo, desde la consciencia.

No des por sentado que tus ideas son exactas. Que a tu mente se le ocurra no significa
necesariamente que sea válido. Seguro que estás pasando por alto una gran cantidad de
cosas, muchas de las cuales podrían ser positivas. Y posiblemente tu negatividad solo
la estés percibiendo tú, para nada tu audiencia.

Despersonaliza la negatividad. En lugar de decir "estoy inseguro” prueba con "tengo un


sentimiento de inseguridad” Gestiónalo. Es más fácil gestionar sentimientos que
ponernos la etiqueta a nosotros mismos.

Utiliza el "zoom" para distanciarte y vuelve. ¿Qué ves? Un pequeño "yo" que está
teniendo una experiencia concreta en este momento pero que probablemente pase
inadvertida para tu público o que no irá más allá de una simple anécdota. Utiliza el
zoom para que no domine la situación.

Imagina que la situación negativa, la conviertes en una charla que procede de una
radio, a la que puedes bajar el volumen o apartarla de tu lado...
Piensa que tu magnetismo personal te salvará la situación y escoge cualquiera de
estos trucos, el que más se adapte a ti y el que más efectivo te resulte y

ya estarás preparado para tener éxito en tu presentación.


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COLOFÓN
Este libro, como muchos otros, te habrá aportado claves, trucos, sugerencias para
preparar tus presentaciones o exposiciones orales, pero no puede sustituir de ninguna
manera la formación vivencial y experiencial, y el entrenamiento que con seguridad
necesitas.

S i quieres profundizar en el arte del magnetismo personal, y en cualquiera de las


otras claves, acude a uno de los talleres de comunicación y de coaching que
impartimos. Trabajamos con todas estas herramientas, desde el minuto cero. ¿Te
animas?

Te proponemos experiencias concretas y palpables de interacción con otras personas en


tu misma situación, un espacio y un tiempo de reflexión compartida. Vivirás dinámicas
y estrategias que son imposibles en un texto escrito.

¡Anímate, es importante para ti! Estás empezando un camino muy largo en el que a
veces tropezarás, caerás y acabarás con algún que otro moratón. Pero la comunicación
con los demás es apasionante. Y algún día disfrutarás, como lo hacemos quienes te
ofrecemos este libro.
FUENTES Y REFERENCIAS
-Baró, Teresa (2011). Saber decir. Barcelona, Serbal.
-Baró, Teresa (2012). La gran guía de la comunicación no verbal. Barcelona, Paidós.
-Baró, Teresa, (2105). Manual de la comunicación personal de éxito. Barcelona, Paidós.
-Bermejo, José Carlos (2011). Regálame la salud de un cuento. Santander, Sal Térrea.
-Carrasco González, Isabel (2012). Hablemos de liderazgo. clavesliderazgoresponsable.blogspot.com.es
-Cestero, Ana María (1999). Repertorio básico de signos no verbales del español. Arco Libros.
-Fox Cabane, Olivia (2012) El mito del Carisma. Barcelona, Empresa Activa.
-García Márquez, Gabriel (2014). Yo no vengo a decir un discurso. Barcelona, Penguin Random House.
-Laborda Gil, Xavier (2014). Inteligencia comunicacional. El orador sexy. Barcelona, Plataforma Editorial.
-Martínez Castillo, Giovanni (2007). Guía práctica para hacer exposiciones exitosas. Sonora, Universidad de Sonora.
-Romero, Miguel Ángel. formacionparaformadores.com
-Soler, Enrique, y otros (1992). Teoría y práctica del proceso de enseñanza-aprendizaje. Madrid, Narcea.
http://jobtraininglideria.com/
https://lideria.wordpress.com/
http://plmenendez.wix.com/dialogos

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