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En las últimas décadas, la noción de sufrimiento se ha extendido cada vez más en muchas instituciones y en la
investigación en humanidades. Confiscación en términos de desorden, fragilidad, vulnerabilidad ... sirve para
nombrar lo inaceptable y lo injusto, a riesgo de hacer al individuo responsable de lo que anteriormente eran
estructuras sociales o violencia institucional. En el trabajo de la crítica social, parece reemplazar los viejos
términos de explotación o alienación. ¿Cuál es el desafío de nombrar lo negativo de la existencia de esta
manera? ¿Cuáles son los impactos sobre los medios de respuesta que pueden aprovecharse? Después de
haber cuestionado a fondo la categoría de sufrimiento para comprender los problemas, el alcance y los límites,
los autores se centran en los diferentes lugares institucionales a los que se refieren: los de intervención social,
justicia y trabajo. Estas son todas las áreas en las que se experimentan las dificultades y dificultades de una
escucha "politizada" de los sufrimientos sociales, pero también se inventan nuevas prácticas clínicas o
enfoques colectivos. Hoy, el destino político del sufrimiento es particularmente importante de considerar, en
primer lugar para el actor sobre el terreno que se enfrenta a diario y hace un acto político cuando quiere
hacerlos audibles en un escenario público, pero también para el investigador o el ciudadano ilustrado. Los
autores aquí vuelven a articular las relaciones entre el sufrimiento, la justicia y la política, para frustrar los
vínculos mortales del sufrimiento social y para reactivar el potencial crítico y creativo que también albergan.