UN SUEÑO EN LAS CALLES 29
Atentado en el Banco Nacional de Agricultura en Milán el 12 de diciembre de 1969.
Del sueño a la pesadilla
PALOMA DEALBERT
Mayo del 68 había sido el momento
de los estudiantes. Las sentadas,
las protestas y el canto a la paz
reivindicaban el fin del autoritarismo y
una nueva forma de hacer las cosas. Con
el comienzo del nuevo curso, parecía
que la mayoría de los participantes,
tan activos durante el semestre
anterior, habían olvidado su lucha. Para
algunos, las movilizaciones habían sido
una rabieta prolongada que terminó
cuando los jóvenes volvieron a las
clases, pero la realidad es que habían
alterado el espíritu de los jóvenes más
contestatarios: sintieron que Mayo del
68 era el pistoletazo de salida para la
revolución.
El año anterior los universitarios
ya se habían movilizado en distintas
universidades europeas. Los
movimientos subversivos tenían
un componente social: los jóvenes
pertenecían a la primera generación
que no había vivido la guerra y no
soportaban el autoritarismo de los
adultos. No comprendían la sumisión
de sus padres ante el régimen nazi en
Las protestas habían germinado por todo el mundo. Los jóvenes
contestatarios clamaban por la libertad y la paz, pero la frustración del
movimiento llevó a muchos a sustituir las pancartas por las armas
Alemania o el fascismo de Mussolini
en Italia. Creían que los problemas se
podían resolver por la vía pacífica, pero
al mismo tiempo se sentían fascinados
por las revoluciones que se sucedían en
Hispanoamérica y el sureste asiático,
por los grandes héroes de la guerrilla
y su lucha antiimperialista. En las
aulas también se respiraba el aire de la
revolución. Lo que fallaba en sus países
era el sistema político, caído en los
brazos del capitalismo, que necesitaba el
impulso intelectual marxista-leninista.
“En la década de los 60 los grandes
héroes son el Che Guevara, Ho Chi
Minh, Mao Zedong... Hay un culto a la
violencia del tercer mundo, la idea de
que la revolución violenta puede cambiar
todas las cosas. Es una admiración un
tanto ingenua, más simbólica que real,
que algunos se tomaron en serio”,
recuerda Juan Avilés, catedrático de
Historia contemporánea en la UNED y
autor de El nacimiento del terrorismo
en occidente: anarquía, nihilismo y
violencia revolucionaria. Esta influencia
de la guerrilla no es exclusiva de la
izquierda. Los jóvenes neofascistas
también estaban fascinados con el Che
y su capacidad para transformar la
sociedad. Una admiración que tenían en
común, pero que no servía para evitar
los constantes enfrentamientos entre
ambas posturas ideológicas. “Ven que
estalla Mayo del 68 y que pueden ser
parte de la historia, que también pueden
ser revolucionarios. Y entonces están la
Revolución cubana, los Tupamaros en
Uruguay, la guerra de Vietnam... que
les hace creer que la violencia es algo
“Hay un culto a la
violencia del tercer
mundo, la idea de que
la revolución puede
cambiar las cosas”
Juan Avilés
Cedida
útil. Porque si Castro y Che Guevara
derribaron gobiernos e impusieron
la revolución gracias a la violencia,
¿por qué no tendría que ser buena la
violencia?”, explica Matteo Re, profesor
del Máster Análisis y prevención del
terrorismo de la Universidad Rey Juan
Carlos y autor de Pertenencia a banda
armada. Ataque al corazón del Estado y
terrorismo en Italia.
La actuación policial y el choque
entre grupos extremistas sirvieron de
argumento para quienes terminaron
escogiendo la vía de la lucha armada.
La década de los 70 fue dura. La
inseguridad creció en las calles de
muchos países europeos, azotados en
1973 por la crisis del petróleo. Diversos
grupos terroristas hicieron su aparición
en escena en Portugal, España, Francia,
Bélgica, Alemania, Italia y Grecia. No
todos consiguieron la misma repercusión
mediática ni tuvieron el mismo respaldo
social. Los grupos neofascistas
atentaron en Italia antes y después del
68, pero su trascendencia ha sido mucho
menor. “A los grupos de extrema derecha
30 MAYO DEL 68
Jóvenes protestaban en Belín portando carteles con la cara de Ho Chi Minh y Che Guevara en febrero de 1968.
casi nunca los pillaron. Muchos se
libraron de condenas y algunos se fueron
a España durante el franquismo, donde
consiguieron cobertura. Eran atentados
sueltos y casi nunca los reivindicaban,
algo que sí hacían las organizaciones de
extrema izquierda”, señala Matteo Re.
Su manejo de la comunicación es clave
para entender la eficacia de los grupos
terroristas a la hora de dejar huella en
la historia. Juan Avilés se expresa en
la misma línea para calificar el impacto
de estas organizaciones: “En España
tenemos los GRAPO, que mata más [84
muertes] que la Baader-Meinhof [34],
pero es poco mediático”. El poco peso
que daban a la propaganda, el poco
calado de su relato en el tejido social
y una estructura poco formal provocó
que muchas apenas ocuparan un par de
líneas en la historia de sus países a pesar
de que dejasen tras de sí un reguero de
sangre.
La respuesta a la acción policial
Las bandas armadas se multiplicaron
en el último tercio del siglo XX.
El marxismo-leninismo y el
antiimperialismo americano sirvieron
de pretexto para muchas en los 70,
como es el caso en Europa de la griega
Organización Revolucionaria 17 de
Noviembre, la belga Células Comunistas
Combatientes o el Frente Revolucionario
Antifascista y Patriota (FRAP) de España.
Sin embargo, pocas han conseguido la
repercusión mediática de las Brigadas
Rojas italianas y la Fracción del
Ejército Rojo en Alemania. El activismo
político germano se promovía desde el
movimiento estudiantil SDS, pero sumó
participantes cuando, en medio de una
protesta por la visita del sha de Irán a
Berlín occidental, un policía disparó en
la cabeza al joven Benno Ohnesorg. Los
disturbios en la calle fueron aumentando
y endureciéndose conforme pasaban los
meses. En febrero de 1968, los líderes
de las revueltas estudiantiles en Francia,
Danny el rojo (de origen germano), y
en Alemania, Rudi Dutschke, ambos
admiradores del filósofo H. Marcuse,
se reunieron en un congreso en Berlín
que trataba la situación de Vietnam.
Apenas dos meses después, un radical
anticomunista disparó tres veces a
Dutschke.
Los choques con los neofascistas
y el recuerdo todavía reciente del
nacionalsocialismo alemán enardecieron
a los jóvenes contestatarios. La falta de
avances y la represión policial llevaron
a una división interna en el seno del
SDS que, buscando una guerra de
guerrillas, comenzó a incendiar varios
comercios alemanes y cometer otros
actos vandálicos. Los principales líderes
de estos ataques fueron Andreas Baader
y Gudrun Ensslin, respaldados desde
la revista Konkret por la periodista
Ulrike Meinhof. Cuando Baader fue
detenido, su compañero Ensslin y tres
activistas más dieron un salto en su
lucha y constituyeron un comando
“La RAF duró hasta
1993, pero después
de la muerte de los
fundadores ya no hizo
nada”
Matteo Re
Cedida
armado para liberar a Baader. Durante
la acción hirieron gravemente al guardia
custodio. Desde entonces, las acciones
se fueron recrudeciendo. Robaron
bancos y falsificaron documentación
y establecieron contacto con el Frente
Popular para la Liberación de Palestina
(FPLP), organización laica y marxista-
leninista, que tenía una base de
entrenamiento en Jordania. En 1970,
la banda conocida como la Baader-
Meinhof viajó al campo de instrucción,
del que acabaron expulsados, y un
año después cometieron su primer
asesinato al disparar a un oficial de
policía. Adoptaron entonces el nombre
de Fracción del Ejército Rojo (RAF por
sus iniciales en alemán) en honor al
grupo terrorista Ejército Rojo Japonés,
relacionado con el FPLP.
En Alemania la radicalización
fue vertiginosa. Transcurrió poco
tiempo entre la formación del grupo
y los primeros atentados. “En el caso
italiano es especialmente claro que
las manifestaciones se van haciendo
cada vez más violentas. Parte siendo
un movimiento muy amplio y al final
los que dan el salto son muy poca
gente”, apunta Juan Avilés. Como en
Alemania, en Italia se conservaba fresco
el recuerdo de la dictadura con un
gran temor a su vuelta. Los atentados
perpetrados por grupos neofascistas
eran frecuentes y no quedaba clara la
posición de las autoridades respecto a
estos. De hecho, los partidarios de la
izquierda acusaban al Gobierno de usar
la estrategia de la tensión; es decir, de
instigar este tipo de ataques para que la
población pidiese más mano dura.
El marxismo-leninismo tenía un
calado aún mayor en las facultades
italianas. Se produjeron incidentes desde
mediados de los 60 en las universidades
de Trento, Turín, Milán, Roma... Los
movimientos estudiantiles tenían
un marcado carácter político que se
convirtió en una suerte de religión para
muchos y con el recrudecimiento de las
protestas y la represión policial, algunos
incluso abandonaron la universidad
para dedicarse a tiempo completo a las
actividades extraparlamentarias. En
el norte de Italia fue donde el sector
estudiantil más se solidarizó con el
movimiento obrero. Muchos de los
participantes de las protestas del 68 se
dedicaron luego a apoyar las huelgas e
ir a las grandes fábricas durante 1969.
El Partido Comunista Italiano era el
mayor partido democrático de corte
marxista en Europa, pero llevaba desde
el final de la Segunda Guerra Mundial
en la oposición y se le acusaba de ser
demasiado blando. Las agrupaciones
extraparlamentarias de izquierda como
Potere Operario, Avanguardia Operaria
o Lotta Continua se multiplicaron y
ofrecieron una dura resistencia. “En
Alemania había sindicatos muy potentes,
pero eran sindicatos de orden, que no
estaban para aventuras violentas y las
rechazaban por completo”, explica Juan
Avilés. En el caso italiano, los sindicatos
y el PCI terminaron posicionándose
en contra del terrorismo en una línea
de firmeza, pero una parte del sector
obrero no veía suficiente lo que hacían,
especialmente después del otoño
caliente del 69, y creía necesaria una
lucha armada. “Si una organización
terrorista no tiene apoyo social, no
puede sobrevivir. Y los grupos políticos
marxistas-leninistas es difícil que
triunfen a menos que tengan una base,
en este caso obrera pero también el
apoyo desde el mundo intelectual y
estudiantil”, observa Matteo Re. Muchos
de los movimientos políticos sufrieron
divisiones internas entre quienes
buscaban dar el salto a la formación de
un partido político y quienes abogaban
por la respuesta violenta.
El atentado precipitante
Si bien la lucha hacía tiempo que había
dejado de ser pacífica, la chispa que
prendió la llama fue el atentado en
la Piazza Fontana de Milán el 12 de
diciembre de 1969. Una bomba detonó
en las oficinas del Banco Nacional
de Agricultura y dejó 17 muertos y
88 heridos. Aunque al principio se
atribuyó a un ataque anarquista, las
investigaciones revelaron que se trataba
de una actuación de la extrema derecha.
Durante los primeros interrogatorios
se detuvo a un trabajador ferroviario
de ideas anarquistas, Giuseppe Pinelli,
que murió al caer desde la ventana de
la comisaría. El juez que estudiaba el
suceso determinó que se debía a una
pérdida de consciencia. Gran parte de los
italianos, sin embargo, dudaban de esta
versión y estaban convencidos de que
había sido consecuencia de la brutalidad
policial.
El Colectivo Político Metropolitano
(CPM) ya había discutido el salto a la
lucha armada durante ese otoño. Con
el atentado, este y otros grupos de
extrema izquierda se vieron legitimados
para incrementar la violencia de sus
respuestas y el CPM proporcionó
las principales figuras que en 1970
formarían las Brigadas Rojas: Mario
Moretti, Renato Curcio, Margherita Cagol
y Alberto Franceschini. Con intención de
instaurar una dictadura del proletariado
y apoyados por personalidades del
mundo intelectual, comenzaron a atentar
cegados por su ideología, que les llevaba
a ver como enemigos que exterminar
a quienes consideraban un obstáculo
para la revolución. Como resultado de
las acciones cada vez más violentas, en
junio de 1974 se cobraron la vida de
dos neofascistas del Movimiento Social
Italiano.

“Las huelgas de 1962
impresionaron a la
cúpula de eta y modificó
su visión simplista del
movimiento obrero”
Gaizka Fernández
A lo largo de la existencia de las
Brigadas Rojas, 89 personas murieron
como consecuencia de sus ataques.
Entre ellas había empresarios,
periodistas, profesores universitarios,
carabineros y agentes de seguridad.
Alcanzaron notoriedad internacional
más tarde, en 1978, con el secuestro y
asesinato del presidente de Democracia
Cristiana y dos veces primer ministro,
Aldo Moro. El 16 de marzo, un comando
de las Brigadas Rojas liderado por Mario
Moretti abordaron al político camino
del congreso. Tras abatir a los cuatro
escoltas y a su chófer, se llevaron a
Aldo Moro a un piso franco en Roma,
donde estuvo cautivo 55 días. Tras las
continuas negativas del Gobierno para
negociar con los terroristas, la mañana
del 9 de mayo la policía encontró el
cadáver del ex primer ministro en el
maletero de un vehículo en una calle de
Roma.
El desmembramiento de la lucha
Los atracos, los secuestros y los
asesinatos constituían las actividades
principales de estos grupos terroristas.
En poco tiempo, la Fracción del Ejército
Rojo se versó en esta deriva violenta
de las protestas impulsadas por
los estudiantes alemanes. Pero tan
rápido como se había encumbrado, se
desmoronó. “Cae por su propio peso.
La RAF duró hasta 1993, pero se puede
decir que después de la muerte de
los fundadores ya no hizo nada”, dice
Matteo Re. En septiembre de 1977, con
los principales líderes encarcelados, la
cúpula de la banda organizó el secuestro
de Hanns M. Schleyer, el presidente de la
Federación de Patronos e Industriales de
Alemania. Un mes más tarde, dirigieron
al FPLP en el secuestro del Boeing
737-200 de la aerolínea Lufthansa que
hacía el recorrido Palma de Mallorca–
Fráncfort. Entre las reivindicaciones,
pedían la liberación de los presos de
la RAF. El Gobierno alemán no quiso
negociar y ordenó frustrar el secuestro
del avión. La siguiente mañana, Ensslin,
Raspe y Baader aparecieron muertos
en sus celdas; el primero ahorcado, los
dos últimos por disparos. Una cuarta
encarcelada, Irmgar Möller, quedó herida
por un arma blanca, y acusó al Estado de
ejecutar a los líderes en prisión. Según
la versión oficial, se trató de un suicidio
colectivo. La respuesta de los militantes
fue asesinar a Schleyer.
La caída del muro de Berlín debilitó
aún más a la banda que actuaba bajo
una cierta impasibilidad de los servicios
secretos de la República Democrática
Alemana, donde se habían llegado
a refugiar miembros de las Brigadas
Rojas. El nuevo Gobierno ofreció la
amnistía para algunos presos si el grupo
dejaba las armas y en 1993 tuvo lugar
el último ataque. Las disputas internas
sobre la necesidad de dejar o no la lucha
armada fueron determinantes también
en las Brigadas Rojas. “A principios de
los 80 comenzaron a fragmentarse. La
UN SUEÑO EN LAS CALLES 31
policía, después del asesinato de Moro, Gaizka Fernández: “Se acercaron en el país una tensión que, ya con una
empezó a detener de forma masiva. a la guía doctrinal de Mao Zedong, cifra de 45 víctimas mortales, al término
Se cambiaron las leyes y se facilitó que Carlos Marighella y Frantz Fanon, de la dictadura franquista lejos de
los detenidos hablasen con la ley de y al modelo de los movimientos de acabar se incrementó. Aunque en sus
los arrepentidos del 82 y obtuviesen liberación nacional radicados en Asia, inicios coquetearon con el marxismo,
así beneficios impresionantes. Fue una África y América Latina. La huella en la década de los 70 se estancó en
manera de derrotar el terrorismo. Los del tercermundismo quedó impresa el nacionalismo y se enraizó en un
principales jefes fundadores estaban en, al menos, cuatro facetas: en la pensamiento etnicista. Al margen de
en la cárcel desde el 74: había cada vez concepción de Euskadi como una esporádicas divisiones internas, ETA
menos atentados y más piques internos”, colonia conquistada y explotada por constituyó un modelo para el terrorismo
apunta Matteo Re. dos metrópolis extranjeras; en que por europeo, que incluso estableció lazos
La sociedad también sufría una medio de una guerra de guerrillas, una con las Brigadas Rojas y la Baader
transformación. El miedo a una vuelta minoría de patriotas valerosos era capaz Meinhof, y el grupo nacionalista vasco
al régimen fascista se iba disipando: de derrotar a una potencia imperialista; ayudó en la formación a otros como
la economía comenzaba a repuntar en el diseño organizativo: una Terra Lliure.
y se introdujeron leyes cada vez más vanguardia revolucionaria dirigiendo un Los 60 asistieron a la mayoría de
progresistas, como la del divorcio o amplio frente nacional interclasista; y en edad de unos jóvenes que, en gran
la legalización del aborto. Además, el plano ideológico, en el cual se planteó parte, provenían de la clase media.
combatir la corrupción y la presencia de una combinación entre el nacionalismo y Muchos de ellos eran los primeros de
la Mafia en las instituciones pasó a ser algún tipo de socialismo”. sus familias en acceder a la universidad.
la principal preocupación. La escisión El avanzado estado de gestación de Sentían la sociedad de consumo como
de las Brigadas Rojas en grupúsculos y la banda terrorista en Mayo del 68 una cárcel para los sueños, anclada
las divisiones internas, avivadas por las hizo que este no fuera determinante a en el conservadurismo y cínica con los
detenciones y la contrición de algunos diferencia de otros grupos europeos que movimientos de extrema derecha. El
miembros diluyó las pretensiones de vieron entonces la señal para empezar fracaso de las revueltas del 68 propició
la organización. En 1987, antiguos a crear sus organizaciones. Tanto en que la idealizada guerra de guerrillas
líderes como Moretti y Curcio daban su proyecto ideológico como en el pasase a considerarse una realidad en
por finalizadas las operaciones, aunque acopio de armas y financiación estaban sus ciudades y lo que quisieron que fuera
hasta 2012 se siguieron produciendo muy adelantados. En junio de 1968, una ruptura generacional se convirtió
acciones aisladas. los etarras Txabi Etxebarrieta e Iñaki en una ruptura con la convivencia
Sarasketa asesinaron al guardia civil democrática. La lucha armada truncó
ETA, paradigma del terror coruñés José Antonio Pardines en un el proyecto de sociedad de los jóvenes
control de tráfico en Guipúzcoa. Junto contestatarios y sumió a la población
En la historia del terrorismo europeo, a la kale borroka, las extorsiones, los en una pesadilla que ha dejado grandes
los grupos que más han prolongado sus secuestros y los asesinatos sembraron cicatrices.
actividades son el Ejército Republicano
Irlandés (IRA) y Euskadi Ta Askatasuna
(ETA), ambos con unos orígenes
convulsos a nivel interno y anteriores a
Mayo del 68. Su carácter nacionalista
fortalecía las convicciones y nutría el
relato de luchar por la liberación de un
pueblo oprimido de forma que, el apoyo
social, explícito o pasivo, fue mucho más
extendido.
ETA se gestó en las universidades
del País Vasco. En plena dictadura
franquista, nació Ekin, un grupo
dedicado al estudio y difusión de la
historia, lengua y cultura vascas y
que se acercó a la política al unirse
a la organización juvenil del Partido
Nacionalista Vasco en 1956. Los jóvenes
admiraban la lucha por la independencia
del Tercer Mundo y abogaban por una
estrategia más contundente. Por eso,
tras una época de tensiones internas
y tras la expulsión de un miembro de
Ekin, una parte del grupo se escindió
y en 1959 creó ETA. “La primera ETA
había heredado del PNV su rechazo
al marxismo. Las grandes huelgas
de mayo de 1962 impresionaron a la La policía encontró el cadáver de Aldo Moro en el maletero de un coche el 9 de mayo de 1978. Cedida
cúpula y modificaron su visión simplista
del movimiento obrero: se plantearon
la necesidad de ligar el nacionalismo
con la lucha de los trabajadores”,
relata Gaizka Fernández, doctor en
Historia Contemporánea y responsable
del área de archivo, investigación y
documentación del Centro para la
Memoria de las Víctimas del Terrorismo.
“Si bien para buena parte de ellos el
acercamiento estaba motivado por
razones puramente instrumentales,
algunos empezaron a interesarse por el
marxismo en sus distintas variantes. ETA
estuvo presente en la manifestación del
1 de mayo de 1964. Al año siguiente, en
la IV Asamblea, se consagró oficialmente
un nuevo objetivo político para ETA:
construir una sociedad socialista”.
Como sucedía en el resto de Europa,
las grandes figuras de los movimientos
revolucionarios influyeron durante
la década de los 60 en los jóvenes
miembros, seducidos por la fórmula
guerrillera como la solución a su lucha
por la independencia, como apunta La RAF detonó explosivos en el cuartel militar estadounidense de Fráncfort el 11 de mayo de 1972. Cedida