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ARGUMENTOS DE CÓMO AFECTA EL ABORTO AL

PSIQUISMO DE LA MUJER

Pilar Suárez
Interrupción del embarazo: su impacto en el psiquismo femenino
Introducción
“El deseo de maternidad en la mujer es el motor principal, va de la mano del entorno
afectivo familiar, y ambos hacen al sostén del embarazo y su continuidad, (…) Cuando
alguno de ellos se ve alterado o afectado, influye en los otros pilares que pueden verse
seriamente comprometidos y en un caso extremo, poner en peligro el sostén del
embarazo.” (Giménez, 2011; 122)
“No siempre la interrupción de un embarazo es significado por la mujer como un no
deseo de embarazo. En ocasiones, las dificultades provienen no tanto del este relato:
‘quiero tener este hijo, pero no ahora’, ‘deseo ser madre, pero con la situación actual de
mi marido, prefiero postergarlo’” (Giménez, 2011; 122)
“La interrupción del periodo gestacional deja marcas visibles e invisibles, tanto en el
cuerpo como en la vida psíquica de la mujer. Dependerá de las causas que los hayan
determinado, del momento histórico y del tipo de estructura de personalidad de la
mujer, la manera como será tramitado el duelo posterior. (…) la detención del proceso
gestacional involucra a la mujer en sus esferas soma-psíquicas e inaugura un proceso de
duelo.” (Giménez, 2011; 122)
Interrupción del proceso gestacional
El aborto espontáneo
“Las categorías ‘interno y externo’ se ponen en juego en relación con la pareja y en el
reconocimiento de la paternidad y su rol como padre. En ese sentido el bebé es un ser
propio y a la vez ajeno.” (Giménez, 2011; 125)
“Si por alguna situación el embarazo se interrumpe, frente a los conflictos que vive y la
significación negativa del embarazo vivido como algo amenazante, pueden
experimentar alivio como una primera vivencia frente a la interrupción del embarazo.
Sin embargo, en muchos casos viven el próximo embarazo bajo ansiedades intensas,
con temor a la repetición del aborto espontáneo que se transformó en traumático (haya
sido deseado o no). Experimentan miedo, en especial cuando pasan por la misma fecha
o mes gestacional en el que habían perdido el embarazo anterior.” (Giménez, 2011; 125)
-Un caso de embarazo posterior a una pérdida del primer trimestre
“Después de un tiempo de terapia, donde se pudieron analizar sus sentimientos y
empezar a elaborar el duelo, comenzaron a surgir hechos referidos a su relación de
pareja que antes no habían surgido. La pareja tenía dificultades en la convivencia, y a la
vez en relación con sus familias de origen. Les costaba mucho adaptarse y la
manifestaba mucho rechazo hacia el carácter del marido, hacia su comportamiento y
también hacia a la familia de él, ya que tenían códigos muy diferentes a los de ella y a
los de su familia de origen.” (Giménez, 2011; 127)
El aborto provocado
“Pero es necesario señalar que aparecen otros costos –no los económicos- que entran en
juego y articulan una compleja red de sentimientos de su realización. Deja sus marcas
somato-psíquicas que pueden devenir en causa de dudas respecto de su capacidad de
volver a engendrar un hijo.” (Giménez, 2011; 128)
“Generalmente, la situación del aborto provocado puede quedar anidado como una
situación traumática, como un ‘estigma’ que no es fácil de poder compartir con otros.
Otras veces, permanece latente el potencial de ese hijo abortado: ‘¿cómo sería mi hijo si
no lo hubiera abortado y estuviese vivo?’ Esto nos hace inferir que hay un duelo
detenido por una situación traumática que hizo difícil o imposible su tramitación.”
(Giménez, 2011; 129)
Duelo y funcionamiento afectivo
“Toda interrupción del período gestacional exige a la mujer un esfuerzo para elaborar la
situación de pérdida, ya sea del hijo y/o del estado de embarazo. (…) Puede suceder que
el duelo permanezca congelado hasta otra situación similar o frente al deseo de tener un
hijo. (…) Es muy necesaria la elaboración del duelo por esta pérdida.” (Giménez, 2011;
131)
“Los duelos implican no solo un proceso activo, sino también un cúmulo de
sentimientos displacenteros que modifican el estado de ánimo y la vida del sujeto
duelante.” (Giménez, 2011; 131)
“La incapacidad en algunas mujeres para tolerar la culpa y para renunciar al control del
objeto da por resultado la incapacidad para experimentar una separación verdadera
pudiendo constituir una característica de las relaciones objetales narcisistas. En otros
casos, puede prevalecer la desmentida, y en otros, la negación, ya sea de lo perdido o
del estado de embarazo.” (Giménez, 2011; 131)
El aborto y su dimensión subjetiva
Introducción
“En las decisiones sobre la interrupción/continuación del embarazo se pone en juego en
todo su espesor, la arquitectura de la identidad femenina.” (Carril, 2011; 136)
Los efectos del aborto ¿consecuencias universales o vivencias singulares?
“El aborto conlleva un duelo particular y no siempre elaborable: el objeto perdido es el
hijo que pudo ser o un proyecto de maternidad que se frustra, como señala Dinora Pines,
y por su parte Julio Aray plantea que el objeto perdido es el feto abortado pero a su vez
se pierden aspectos del yo corporal y psicológico” (Carril, 2011; 139)
“Un aborto puede poner en evidencia las dificultades de las mujeres para identificarse
con una representación gratificante de su propia madre. Y, en ocasiones, es la solución
psicosomática frente al dilema universal de la ambivalencia maternal. En 1990, esta
autora atenúa las afirmaciones de sus primeros trabajos y observa que la maternidad
frustrada afecta a las mujeres de acuerdo a su singularidad y al sentido inconsciente que
el embarazo tiene para cada una.” (Carril, 2011; 139)
“A partir de su experiencia clínica, Romano señala que antes y después del aborto se
observan perturbaciones psíquicas de entidad y que la imposibilidad de hacerse cargo de
un hijo por diferentes razones se complejiza por la clandestinidad, a la que define como
‘retroalimentadora de vivencias de oprobio, culpa y castigo.” (Carril, 2011; 140)
El cuerpo en el centro de la escena
“En casi todos los casos, relataron un malestar corporal inmediato que, con el paso de
las horas se iba tornando difuso hasta desaparecer. (…) pero todas relataron la angustia
y el temor previo y post al daño corporal (desgarramientos uterinos, esterilidad
secundaria, sepsis) que eventualmente pudieran resultar de una práctica insegura, oculta,
llevada a cabo por profesionales anónimos y en lugar alejados.” (Carril, 2011; 143)
“(…) hay otros factores del orden de lo subjetivo que se ponen en juego. El miedo, la
angustia o la ansiedad no solo determinan el estado de ánimo de la mujer, sino que
tienen un efecto directo en el cuerpo.” (Carril, 2011; 144)
“Algunas mujeres transmitieron su experiencia corporal a través de un lenguaje
infiltrado por fantasías de estar desangrándose, impregnado del impacto que produjo en
ellas la hemorragia, la visión de los coágulos y los intensos dolores producidos por las
contracciones.” (Carril, 2011; 145)
“Alicia, que ya tenía cuatro hijos, vivió este aborto con mucha culpa, pidiéndole
enseguida a Dios la perdonara, que tomara en cuenta su situación (…) La culpa
proviene del superyó, pero esta no es la mera generadora de culpa, son que se alimenta
de la regla social y religiosa amplificando así sus efectos y su severidad.” (Carril, 2011;
145)
“El ‘dolor que mata’ en esta entrevistada puede estar asociado a que sentía que iba en
contra de un instinto maternal que aún no tenía, pero que ya le iba a surgir, porque es
parte de lo que –supone- es la naturaleza femenina (…)”(Carril, 2011; 146)
“Cuando esta mujer significa a la maternidad como un instinto inherente a su condición
femenina y razón suficiente para que emerja su deseo de ser madre, no querer un hijo (o
ese futuro hijo) es pervertir una ley natural.” (Carril, 2011; 146)
“El cuerpo de las mujeres, cuerpo de la transmisión y de la generación de vida, es
también terreno de la pasión, el amor y el erotismo, pero el erotismo y las prácticas
sexuales han estado subordinados en nuestra cultura, a la exaltación de la sexualidad y
la reproducción, interpela y moviliza a la sociedad –y a quienes abortan- poniendo en
jaque las concepciones ideológicas que se tienen sobre la maternidad, la sexualidad y la
moral sexual que rigen para el universo femenino (…)” (Carril, 2011; 147)

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