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FACULTAD DE
HUMANIDADES, FILOSOFÍA Y CIENCIAS DE LA
EDUCACIÓN.
VIOLENCIA E
IRREFLEXIÓN:
Análisis sobre la naturalización de la
violencia en tres cuentos de Abelardo
Castillo.
Matrícula: 44013058.
1
“Quiero contarlo ahora, de pronto me dio miedo olvidar esta historia. Pero si yo la olvido nadie
podrá recordarla, y es necesario que alguien la recuerde”
Introducción:
1
Castillo, Abelardo. Cuentos completos. Alfaguara, Buenos Aires, 2012.
2
Arendt, Hannah. Eichmann en Jerusalén. Un estudio acerca de la banalidad del mal. Lumen, Barcelona,
2003.
3
Arendt, Hannah. Sobre la violencia. Alianza, Madrid, 2006.
2
de costumbre, o ser percibida como insignificante. En los cuentos de Castillo es palpable
el papel que juegan las costumbres establecidas desde lo cotidiano, costumbres que
entrañan en sí mismas el germen de situaciones con mucha carga violenta, es nuestra
tarea para este trabajo, hacerlo evidente desde el marco teórico que proporciona Arendt,
con su concepto de la banalidad del mal.
Junto con la crueldad y la irreflexión, otro hilo conductor importante para los tres
cuentos propuestos es la juventud, los excesos y el arrepentimiento del error. La juventud
puede ser caracterizada como la época de la acción antes que de la reflexión, de la
curiosidad, de la necesidad de vivir experiencias nuevas y a la vez la necesidad de ser
parte y ser aceptado por otros. A los personajes de los cuentos seleccionados les suceden
cosas triviales, que tejidas por todas las ansiedades y necesidades mencionadas, dan como
resultado una violencia inusitada desde la crueldad irreflexiva. Esta acción es
instrumental, y se justifica como tal. Hannah Arendt define la violencia como la falta de
capacidad para pensar claramente los hechos que se llevan a cabo y escribe que:
4
Arendt, Hannah. Sobre la Violencia. P. 70.
5
Castillo, Abelardo. Op. Cit. p. 40.
3
refiere a un pueblo en donde todo se sabe, y todos mayormente se conocen, de ahí el tabú
de estar con la madre de un amigo. La madre de Ernesto es evocada a la memoria como
un objeto de deseo prohibido, como un tabú, porque es la madre de uno de sus amigos,
así la recuerda el narrador: “–Se acuerdan cómo era. Claro que nos acordábamos, hacía
tres meses que nos veníamos acordando. Era morena y amplia; no tenía nada de
maternal.”6 (El subrayado es nuestro). Sucede que esta mujer, al perder su condición de lo
que se llama comúnmente “buena mujer” y dejar a su esposo, incluso antes: por el sólo
hecho de ser atractiva anula su cualidad superficial de “madre” (Se la llama atorranta, se
dice que madre es hasta una cerda, se le dice descocada), se hace accesible, ya no a la
fantasía, sino materialmente: Julio sabe que ella ahora trabaja como prostituta en las
afueras del pueblo. La accesibilidad desde lo material para la realización de las fantasías
del grupo se hacía posible en el momento de desgracia de una mujer: desde una situación
vulnerable o quizá desde lo que podemos llamar tragedia de esta señora; que no es una
señora cualquiera y ajena, sino alguien íntimamente conocido.
La idea era atractiva, por muy cruel y sucia, era fundamentalmente atractiva; y lo
era porque antes de ser atractiva era fácil, accesible: allí radica la cualidad principal de la
banalidad del mal, según lo describe Arendt, a veces y con frecuencia hacemos un mal
6
Ibidem.
7
Ibidem. p. 39.
4
porque se presenta fácil, y antes de reflexionar sobre los hechos simplemente actuamos,
el personaje de Julio remarca lo ordinario de la idea en sí misma:
Claro que nos acordábamos, hacía tres meses que nos veníamos
acordando. Era morena y amplia; no tenía nada de maternal.
Alguien, creo que fui yo, dijo una obscenidad bestial. Claro
que fui yo. Los tres nos reímos a carcajadas y Julio aceleró más.9
8
Ibidem. p. 40.
9
Ibidem. p. 42.
5
La responsabilidad/no responsabilidad ondulante del cuento se hace comprensible
en el marco de lo aberrante, y sin embargo socialmente aceptado: la prostitución.
Groseramente se podría decir que alguien compra porque alguien ofrece, pero el que
ofrece vive circunstancias de marginación sin salida evidente en la mayoría de los casos,
en la historia, la madre de Ernesto es una víctima de la violencia y del abuso
reglamentado y justificado socialmente: el abuso corre por parte de estos tres amigos, que
se aprovechan “legalmente” desde lo que es cotidiano, de la situación de una “mala”
mujer. En cuanto a la semi-legalidad y la total aceptabilidad que se da en el sistema ya
burocratizado de un estado, y en este caso puntual podemos relacionarlo con el ejercicio
de la prostitución, Arendt dice lo siguiente:
Sólo que la mujer era rubia ahora. Rubia y amplia. Sonreía con una
sonrisa profesional; una sonrisa vagamente infame. (…)
10
Arendt, Hannah. Sobre la violencia. p 110.
6
durante unos segundos, fue perplejidad o incomprensión. Después no.
Después pareció haber entendido oscuramente algo, y nos miró con
miedo, desgarrada, interrogante. Entonces lo dijo. Dijo si le había pasado
algo a él, a Ernesto. Cerrándose el deshabillé lo dijo.11(El subrayado es
nuestro).
11
Castillo, Abelardo. Op. Cit. p 45.
12
Ibidem.
13
Arendt, Hannah. Sobre la violencia. P. 79.
7
relacionarla con una de las capacidades lingüísticas, inherente al hombre: la prevaricación.
El lingüista Charles Hockett la define de la siguiente manera: “Los mensajes lingüísticos
pueden ser falsos (…).Esta propiedad que llamamos prevaricación, se halla en la base de la
mentira, de la ficción. (…) Ninguno de los otros sistemas animales de comunicación que se
conocen parecen presentar esta propiedad”14. Finalmente es el personaje de Hernán, el
admirado, quien comete el crimen más cruel, por la capacidad inherente al hombre que
tiene, es decir, mentir, para luego traicionar. Incluso podríamos ir más allá, y decir que
cumplir con la apuesta es también una forma de mentira, ya que el personaje no persigue en
ello un placer personal, sino cumplir con las expectativas del medio: “Tuvo el
presentimiento de que todo podía complicarse (…) pensó que se despreciaba. Pero ese día
la apuesta había sido aceptada y uno no podía echarse atrás, aunque tuviera que hacerle una
canallada brutal a la señorita Eugenia”15. Hernán en el acto mismo de cumplir la apuesta
miente, su violencia es nuevamente un instrumento que posibilita la renovación de una
aceptación general, no es una tentación a nivel personal.
La banalidad del mal es la acción no reflexiva del ejercicio del mal. Para el
personaje de Hernán herir a una persona con el fin de ganar una apuesta y burlarse de ella
no constituía una tentación o una necesidad personal: era sencillamente lo que se esperaba
de él, ya que era admirado y podía con todo. Herir a la señorita Eugenia se reduce
simplemente a una posibilidad cotidiana. El horror no se asoma siquiera, la tentación del
14
Hockett, Charles F. Curso de lingüística moderna. EUDEBA, Buenos Aires, 1971.p. 556.
15
Castillo, Abelardo. Op. Cit. P.59.
16
Castillo, Abelardo. Op. Cit. p. 57.
8
mal como tal no está, el mal es natural. A este propósito (y salvando las distancias en tanto
lo que constituye el tema del nazismo y su gravedad) podemos relacionarlo con lo que
Arendt escribe sobre la anulación de la tentación:
17
Arendt, Hannah. Eichmann en Jerusalén. Un estudio acerca de la banalidad del mal. P. 91.
18
Arendt, Hannah. Eichmann en Jerusalén. Un estudio acerca de la banalidad del mal. P. 171.
9
Quizá lo más sorprendente del texto sea la capacidad intelectual sobresaliente del
personaje de Hernán, combinada con esta irreflexión y la consecuente crueldad. Tanto
Arendt desde su reflexión filosófica como Castillo desde su literatura nos advierten algo
importante: la cualidad del mal es irreflexiva, y se presenta todos los días. El vuelco
reflexivo en “Hernán” hacia el final, salva al narrador de su propia capacidad para hacer el
mal, enunciando lo que había pasado como una simple broma, tratando de darle el nombre
que corresponde: el de crimen cotidiano.
Conclusión
19
Arendt, Hannah. Eichmann en Jerusalén. Un estudio acerca de la banalidad del mal. P. 151.
10
Bibliografía.
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