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Según el libro de Peter Senge el cual hemos venido analizando, los Modelos
Mentales son “supuestos hondamente arraigados, generalizaciones e imágenes
de los que tenemos poca conciencia”. Y además el trabajar con ellos supondría
“volver el espejo hacia adentro: aprender a exhumar nuestras imágenes internas
del mundo, para llevarlas a las superficie y someterlas a un riguroso escrutinio”.
Debido a esto se puede decir que los modelos mentales son como un cristal que
distorsiona sutilmente nuestra visión, determinando lo que vemos y modelando
nuestros actos. De tal forma que vienen a ser tácitos, es decir, operan por debajo
de nuestra conciencia, por ello rara vez son sometidos a verificación y examen.
· Si usted tiene supuestos sobre los puntos de vista ajenos, expóngalos con
claridad y reconozca que son supuestos.
4. Enfrentar las diferencias entre las TEORÍAS EXPUESTAS (lo que decimos)
y las TEORÍAS-EN-USO (la teoría implícita de lo que hacemos).
Así que se podría decir que la única forma de verificar nuestros Modelos
Mentales es hacerlos visibles, mostrar nuestros pensamientos y razonamientos
a los demás y que opinen y consideren la idoneidad de estos.
Todos los directivos saben que muchas ideas excelentes jamás se llevan a la
práctica. Las estrategias brillantes no se traducen en actos. Los conceptos
sistémicos nunca se integran a políticas operativas. Un experimento piloto
demuestra que un nuevo enfoque genera mejores resultados, pero ese enfoque
jamás se difunde.
Estamos cada vez más convencidos que este "trecho entre el dicho y el hecho"
no surge de intenciones débiles, de flaqueza de voluntad o aun de una
comprensión asistémica, sino de modelos mentales. Más específicamente, los
nuevos conceptos no se llevan a la práctica porque chocan con profundas
imágenes internas acerca del funcionamiento del mundo, imágenes que nos
limitan a modos familiares de pensar y actuar. Por eso la disciplina de manejar
modelos mentales -el afloramiento, verificación y perfeccionamiento de nuestras
imágenes internas acerca del funcionamiento del mundo promete ser una
decisiva innovación en la construcción de organizaciones inteligentes.
No podernos llevar en la mente ni una organización. ni una familia ni una
comunidad. En la mente llevamos imágenes, supuestos e historias. Los filósofos
han comentado los modelos mentales durante siglos, desde la alegoría de la
caverna de Platón. "El traje nuevo del emperador" es un cuento clásico que no
trata sobre la fatuidad de la gente sino sobre los modelos mentales que la
aprisionan. La imagen de la dignidad del monarca les impedía ver en realidad su
desnudez.
Los modelos mentales pueden ser simples generalizaciones, como "las personas
son indignas de confianza", o teorías complejas, tales como mis supuestos
acerca de por qué los miembros de mi familia se conducen de tal manera. Pero
lo más importante es que los modelos mentales son activos, pues moldean
nuestros actos. Si creemos que las personas son indignas de confianza, no
actuamos como si hubiéramos creído lo contrario. Si yo creo que mi hijo no confía
en sí mismo y mi hija es muy agresiva, continuaré interviniendo en sus
discusiones para impedir que ella le dañe la autoestima.
¿Por qué los modelos mentales son tan poderosos para afectar lo que hacemos?
En parte porque afectan lo que vemos. Dos personas con diferentes modelos
mentales pueden observar el mismo acontecimiento y describirlo de manera
distinta porque han observado detalles distintos. Cuando usted y yo entramos en
una fiesta con muchas personas, ambos recibimos los mismos datos sensoriales
básicos, pero registramos rostros diferentes. Como dicen los psicólogos,
observamos selectivamente.
Esto también ocurre con observadores presuntamente "objetivos", como los
científicos. Como escribió Albert Einstein: "Nuestras teorías determinan lo que
medimos". Durante años los físicos realizaron experimentos que contradecían la
física clásica, pero nadie "veía" los datos que estos experimentos suministraron
al fin, conduciendo a las teorías revolucionarias: mecánica cuántica y relatividad,
de la física del siglo XX.
De acuerdo con el consultor Lan Mitroff, estas creencias sobre el diseño forman
parte de un difundido conjunto de supuestos para el éxito en General Motors: El
negocio de GM es ganar dinero, no fabricar autos.
Los coches son ante todo símbolos de estatus. Por lo tanto, el diseño es más
importante que la calidad. El mercado automovilístico norteamericano está
aislado del resto del mundo.
Como señala Mitroff. Estos principios han sido útiles a la industria durante
muchos años, pero la industria automovilística los trataba como "una fórmula
mágica" para triunfar todo el tiempo. Cuando sólo había hallado un conjunto
específico de condiciones que servían para un tiempo limitado.
El problema de los modelos mentales no radica en que sean atinados o
erróneos. Por definición, todos los modelos son simplificaciones. El problema
surge cuando los modelos mentales son tácitos, cuando existen por debajo del
nivel de la conciencia. Los industriales de Detroit no decían: "Tenemos un
modelo mental según el cual a la gente sólo le interesa el diseño". Decían: "A
la gente sólo le interesa el diseño". Al no tener conciencia de sus modelos
mentales, no los examinaban. Como no los examinaban, los modelos
permanecían intactos. Al cambiar el mundo, se ensanchó la brecha entre los
modelos mentales de Detroit y la realidad, conduciendo a actos cada vez más
contraproducentes.
El filósofo estoico Epicteto lo expresó brevemente: "No son las cosas las que
preocupan a los seres humanos, sino sus ideas acerca de las cosas". Entonces,
esos mapas o modelos nos sirven de guía para orientarnos en la realidad, pero
no constituyen la "realidad real". En otras palabras, "el mapa no es el territorio":
difiere de él, es apenas una representación del mismo y, como tal, puede
presentar y presenta distorsiones, limitaciones y empobrecimientos, derivados
de las características peculiares de la experiencia de cada individuo.
Asimismo, podemos mantener o descartar ese mapa, según la utilidad que nos
preste.
Cada individuo tiene, pues, la capacidad de construir su propio mapa del mundo,
su propio modelo o representación interna del mundo, a partir de la interpretación
que da a la información y la experiencia que recibe de la realidad externa, del
medio ambiente. Ese mapa o modelo está constituido por el conjunto de
creencias de ese individuo, por sus opiniones, actitudes, teorías personales,
aprendizajes, valores, estrategias, normas, reglas, visión de las cosas, maneras
de pensar, etc. De allí que para darle sentido, comprender, codificar, interpretar
y actuar sobre el mundo y el entorno, las personas confían en esas
construcciones mentales que elaboran, en sus particulares representaciones
simplificadas de la realidad. Esas construcciones constituyen precisamente sus
mapas o modelos mentales, los cuales están conformados por los agregados o
sistemas de información interrelacionada que dan origen a tales conceptos,
reglas, patrones, esquemas y maneras de concebir el mundo.
Desde la infancia, los individuos actúan según sus modelos mentales y así
estructuran sus sistemas de valores y creencias, sus normas y principios. De
modo que esos mapas o modelos mentales, que, por lo demás, como ya se dijo,
no son el territorio real, determinan o afectan grandemente nuestro
comportamiento y sirven muy bien como guías para la acción. En suma,
actuamos como actuamos porque tenemos los modelos mentales que hemos
construido. Por eso puede decirse que, en esencia, somos los mapas que
tenemos.
Los Paradigmas
* Las personas que cambian los paradigmas son casi siempre foráneos,
disidentes o neófitos, quienes no están atrapados por el paradigma vigente.
Los paradigmas son muy útiles, ya que nos permiten resolver con éxito ciertos
problemas que enfrentamos dentro de ciertos límites. Pero también son un arma
de doble filo (Barker, 1995). Por una parte, son buenos filtros que sirven para
focalizar la atención sobre la información esencial y diferenciar la que es
importante de la que no lo es, ayudando así a identificar problemas relevantes y
ofreciendo formas de resolverlos.
Pero, por la otra, pueden hacer que ignoremos información que no concuerda
con nuestros paradigmas o que los contradice y, así, terminamos considerando
sólo aquello que queremos o esperamos considerar.
De modo que si los datos no se ajustan al paradigma que manejamos, será poco
o nada lo que tomemos en cuenta. Esto puede constituir lo que se ha llamado
"el efecto paradigma" que ciega a los miembros de una organización en un
momento dado, impidiéndoles ver nuevas oportunidades, reconocer alternativas
distintas o diseñar estrategias novedosas.
Las organizaciones, como los individuos, tienen también sus mapas o modelos
mentales y sus paradigmas. Estos conceptos se están aplicando hoy en el
estudio de los procesos de cambio organizacional ya que las reacciones ante el
cambio (por ejemplo, la resistencia) parecen estar relacionadas con el tipo de
mapas, modelos mentales o paradigmas vigentes en las organizaciones. Así,
cuando esos modelos mentales persisten en el tiempo se congelan y perpetúan,
o se hacen imprecisos, y terminan resultando inadecuados para enfrentar ciertas
situaciones que exigen comportamientos flexibles y versátiles para la acción. De
modo que se espera que los líderes efectivos y las organizaciones como un todo
desarrollen una especial sensibilidad para reconocer los cambios presentes y
futuros y reaccionar ante ellos, es decir, puedan cambiar sus mapas o modelos
mentales y paradigmas en respuesta a esos cambios ambientales.
De allí que podría afirmarse entonces con bastante certeza: "Dime como hablas
y te diré como eres, o como piensas, o como sientes, o como te representas el
mundo..."Mediante su lenguaje verbal, el interlocutor, por ejemplo, un cliente o
un supervisado, presenta a los demás algunos indicios de la forma como él
percibe y construye la realidad, su realidad.
Por ello, la observación atenta del cuerpo de una persona ofrece múltiples
señales indicadoras de procesos subjetivos que constituyen elementos
esenciales de sus modelos mentales. Por otra parte, el "acompañamiento" del
lenguaje corporal del interlocutor, como técnica de trabajo, es decir, el uso del
propio cuerpo del profesional comunicador para hacer "espejo" de la conducta
corporal del otro, representa una sutil y eficaz herramienta de acercamiento a
sus mapas y de conocimiento y comprensión de su experiencia interna.
BIBLIOGRAFÍA:
http://escuelainternacionaldecoaching.com/downloads/Master2011/Modelos%2
0Mentales%20-%20Peter%20Senge.pdf
http://repositorio.uchile.cl/handle/2250/109927
https://www.if.ufrgs.br/~moreira/modelosmentalesymodelosconceptuales.pdf
http://fido.palermo.edu/servicios_dyc/blog/docentes/trabajos/7040_17267.pdf