Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
También me parece muy importante que este tipo de actividades se realicen desde una
radio intercultural, sobre todo, porque los medios de comunicación cada vez más se
constituyen en apéndices del poder político-económico local y mundial, y se concentra
la información y la opinión en grandes emporios que luego redistribuyen a “cuenta
gotas” entre la gente, filtradas por intereses privados. No podemos olvidar que, desde
que se inventó la Imprenta, la “libertad de expresión” está íntimamente ligada con los
intereses del propietario.
II
1
Ponencia presentada en las jornadas “Migración y Religión, ¿pasan juntas en una radio intercultural?”.
Organizadas por la Radio Lora. Zúrich (Suiza), 8 y 9 de diciembre de 2017.
Las guerras de “liberación” promueven la emancipación humana y social, de las
estructuras jerárquicas e “higiénicas” desarrolladas por Europa, y que ampliamente
quedan descritas en autores clásicos como Aimé Césaire, Franz Fanon y más
recientemente Achiles Mbembe.
De la mano del Che se gestará un movimiento tricontinental, que busca articular todas
las luchas de liberación del sur global: Asia, África y América Latina, y que se resume
en su ya célebre frase: “crear dos, tres Vietnam… esa es la consigna”.
III
La posguerra generó entre los cristianos europeos la necesidad de una nueva mirada que
busca una relación más abierta y decidida con la gente (principalmente los más
necesitados) y una renovación del discurso, los ritos y las prácticas religiosas. Se trataba
de una teología que retomaba elementos de la nouvelle théologie (Theilard de Chardin e
Yves Congar, por ejemplo), el cristianismo social y la filosofía moral (Jacques Maritain,
Emmanuel Mounier, Joseph Cardjin, Jacques Leclerq, Louis-Joseph Lebret) y una
apertura creciente hacia las preocupaciones filosóficas y los problemas sociales
abordados por las ciencias sociales. Sin lugar a dudas, también estaba el móvil de la
disputa con el comunismo por el sentido común de los obreros.
IV
Entre los exponentes teóricos pueden nombrarse a: Gustavo Gutiérrez (Perú), Enrique
Dussel, Rubén Dri, José Míguez Bonino y Juan Carlos Scannone (Argentina), Juan Luis
Segundo (Uruguay), Frei Betto, Rubem Alves, Hugo Assman, Leonardo y Clodivs Boff
(Brasil), Pablo Richard y Franz Hinkelammert (Costa Rica), Segundo Galilea, Ronaldo
Muñoz (Chile), Samuel Silva Gotay (Puerto Rico), René García, Mario Calderón, Mario
Peresson y Javier Giraldo (Colombia). A nivel europeo, tal vez los más destacados sean
el belga François Houtart y el italiano Giulio Girardi. Sin embargo, debe señalarse que
la teología de la liberación no es sólo, ni principalmente, un movimiento intelectual ni
teórico; tampoco un movimiento eclesial propiamente dicho.
Al mismo tiempo, se inician diferentes movimientos ecuménicos, en algunas ocasiones
con obispos, sacerdotes, religiosas y laicos, que van acercando progresivamente a los
creyentes a posiciones revolucionarias. Son los casos del Movimiento de Sacerdotes
para el Tercer Mundo de Argentina (1967), el Movimiento de Golconda (1968) y
posteriormente el Movimiento de Sacerdotes para América Latina –SAL– (1972) en
Colombia, el movimiento sacerdotal ONIS (Oficina Nacional de Información Social) de
Perú (1968), y el movimiento chileno de Cristianos por el Socialismo iniciado en 1971
pero formalizado en 1973. Todos estos movimientos van tejiendo un diálogo con el
marxismo y los movimientos revolucionarios que permiten la articulación de los
creyentes en las luchas revolucionarias, que podía incluir o no la lucha armada.
También van surgiendo organizaciones populares que se reúnen para leer la Biblia y
otros textos religiosos a la luz de su realidad. Partiendo del método “Ver, juzgar y
actuar” desarrollan una reflexión teológica unida a un compromiso cristiano con la
justicia social y la opción por los pobres. Este movimiento, surgido en Brasil en la
década de 1960 toma el nombre de Comunidades Eclesiales de Base (CEBs).
VI
(1) la lucha contra la idolatría como principal enemigo de la religión (en donde pueden
incluirse el Mercado, la Seguridad Nacional, el Estado, La Fuerza Armada, la
“civilización cristiana occidental”).
(3) Se desarrolla una crítica de la teología dualista tradicional, que permite comprender
el desarrollo de dos iglesias, como señala recientemente Rubén Dri en un libro: una
sacerdotal y otra profética.
(4) El desarrollo de una denuncia moral y social aguda del capitalismo dependiente, al
que se considera pecado estructural, por su sistema injusto y malvado. Esta
denuncia condujo al abandono progresivo del marco analítico-interpretativo de la
Doctrina Social de la Iglesia, que abogaba por una sociedad establecida en “capas
sociales” que debían articularse y luchar conjuntamente a fin de alcanzar el “bien
común”.
VII
Por su parte, Moisés, quien vivía cómodo en el desierto, es interpelado por el Dios de
Abraham quien ha escuchado el sufrimiento de su pueblo a causa de la esclavitud en
Egipto y lo envía para que lo libere y lo lleve a la tierra prometida, donde “mana leche y
miel” (Éx. 3, 7-10). El libro del Éxodo plantea categorías fundamentales (esclavitud,
liberación y esperanza), sujetos histórico-políticos específicos (opresores, oprimidos,
profetas y Dios) y tres tiempos (pasado, presente y futuro). El libro del Éxodo
constituye el paradigma de la interpretación judía del espacio-tiempo: un tiempo-pasado
de sufrimiento y esclavitud (Orden-pasado de Egipto), un tiempo-presente de tránsito
(pascua del desierto) v y un tiempo-futuro de libertad (Orden-nuevo de la tierra
prometida).
Siguiendo a Rubem Alves, Enrique Dussel (1987) plantea que el mito de Moisés se
constituye en uno de los fundamentos de la teología de la liberación, pero también en
una “experiencia generadora” que atraviesa toda la historia política latinoamericana,
desde las exhortaciones de Juan del Valle, obispo de Popayán en el siglo XVI, y de
Tupac Amaru, en el Alto Perú de 1780, hasta las referencias de Fidel Castro en La
historia me absolverá y el himno sandinista que hablaba de la tierra “donde mana leche
y miel”.
Así pues, los pastores nómades Abraham y Moisés representan el punto profético de
partida de partida: una Alianza que se rige por el criterio racional de Vida-Muerte, en
oposición al criterio Medio-Fin, y un Éxodo que conduce a una Pascua de liberación. En
ambos casos, hay una oposición a las estructuras político-económicas y las fuentes de
legitimación del poder instituyente. El fundador del cristianismo, Jesús de Nazaret, se
inscribirá en este camino y hablara de una “Nueva Alianza” y una “nueva pascua”.
VIII
IX
El tercer síntoma lo constituyó la elección papal del polaco Karol Wojtyla en 1978.
Durante su papado (hasta 2005), Juan Pablo II desarrolló una campaña conservadora y
restauradora al interior de la Iglesia, recortando y modificando los visos progresistas del
Concilio Vaticano II.
Elegido Papa, Juan Pablo II definió al comunismo y al secularismo de la sociedad
occidental como los grandes enemigos de la Iglesia en el siglo XX. Para enfrentarlos era
necesario reforzar la Doctrina de la Iglesia, reordenar la estructura eclesial y promover
una moral estricta. Esto se tradujo en Latinoamérica, en una condena de la Teología de
la Liberación y de las Comunidades Eclesiales de Base, a las que consideraba
comunistas y peligrosas para el carácter jerárquico de la autoridad eclesial, porque la
referencia epistemológica era la experiencia existencial de los pueblos y no la
revelación divina.
Esta condena tuvo dos caminos, uno teórico y otro práctico. El teórico vino de la mano
del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Cardenal Josef Ratzinger,
quien en 1984 publicó la “Instrucción sobre algunos aspectos de la ‘teología de la
liberación’” en la que señalaba que su matriz marxista que conducía a una relectura
selectiva y reductora de la Biblia conduciendo a una ambigüedad extrema y a un
mesianismo temporal que confunde el crecimiento del reino de Dios con el progreso de
la justicia. El marxismo conduce al ateísmo y nunca a la fe. En el texto de Ratzinger hay
una preocupación doble: conservar la primacía de la jerarquía eclesiástica para la
producción del sentido religioso y preservar una concepción teológica ahistórica y
metafísica.
El camino práctico vino de la mano de los viajes de Juan Pablo II, que reforzaban la
espiritualidad popular para ampliar la base social de la autoridad jerárquica, pero
también reforzaban a los movimientos católicos conservadores y reaccionarios como el
Opus Dei, los Nuevos Catecúmenos, los Legionarios de Cristo, entre otros.
Particularmente importante fue el viaje del Papa a la Nicaragua sandinista en 1983,
donde se mostró implacable en contra del “peligro político” (del comunismo), de la
“Iglesia popular”, es decir las Comunidades Eclesiales de Base, y de los procesos
ecuménicos que no dependían de la jerarquía, insistiendo en la obediencia a los obispos
y en el reconocimiento de la Iglesia como entidad única. Como un dato
complementario, pueden señalarse la política papal de nombramiento de obispos
conservadores en Latinoamérica y la posición de desoír las denuncias que desde El
Salvador venía haciendo Monseñor Óscar Arnulfo Romero, que el escritor uruguayo
Eduardo Galeano recordó de la siguiente manera:
El quinto síntoma vino con la elección de Ronald Reagan como presidente de los
Estados Unidos de América (1981-1989). Durante el gobierno Reagan se desarrollará la
Doctrina del conflicto de baja intensidad y el desarrollo del neoliberalismo, siguiendo
los lineamientos establecidos por los documentos de Santa Fe.
De esta manera, el poder religioso (de Juan Pablo II) y el poder político-militar (de
Ronald Reagan) se convirtieron en los dos brazos de una tenaza que comenzó a
presionar al cristianismo liberacionista. La lucha anti-comunista era el denominador
común.
X
En tercer lugar, se trata pues de una actualización de la tradición profética que busca
reencantar el mundo y comprometerse socio-históricamente con los oprimidos, para
testimoniar un orden-nuevo futuro. Max Weber decía que un profeta era aquel que hacía
coincidir en su palabra y acción las exigencias de su pueblo. Así pues, un profeta (del
griego pro-femí, el que habla delante) es un servidor de Dios y los seres humanos, como
un canal conciencial, que desarrolla su misión escatológica e histórico-política, pues
interpreta el sentido de la historia a la luz del mensaje de salvación de Dios. Por ello, se
convierte en el ideal del pueblo hebreo (Antiguo Israel) y en el “blanco” de la represión
del poder de dominación, condenado a morir física, simbólica, teórica, histórica e
ideológicamente.
Los profetas desarrollan un método que tiene dos instancias: negativa (de los ídolos y
fetiches del sistema) y positiva (de la vida y del Dios de la vida). Es decir, que la tarea
principal de la tradición profética está en la lucha contra el fetichismo. Si entendemos
por “fetiche” al dios hecho por la mano del hombre, entonces puede asimilarse como
fetiches el capitalismo, el consumo, la ley de cumplimiento, todos ídolos que están
dispuestos (y ansiosos) de recibir sacrificios humanos en su nombre. Se trata de la
primacía del sujeto viviente. Este es el punto de encuentro principal con la teoría de
Karl Marx.
Marx tenía el criterio: los dioses –sean celestes o terrestres- son dioses falsos, si en su
nombre y a través de ellos se legitima que el ser humano sea ‘un ser humillado,
sojuzgado, abandonado y despreciable’. Este criterio es empírico, se puede demostrar si
es así o no. Se puede mostrar a estos dioses como dioses falsos utilizando este criterio.
Sigue un criterio científico, aunque muchos no estén dispuestos a aceptarlo. La crítica
marxista de la religión tomó otro camino. De repente pregunta, si los dioses –o dios–
existen o no. No hay criterios para esta pregunta, independiente de cómo se responde a
ella. Se trata de una pregunta puramente metafísica que no tiene nada que ver con la
crítica de la economía política y con la crítica de la religión y del fetichismo hecha por
Marx. Sin embargo, la pregunta por los dioses falsos tiene mucho que ver con la crítica de
la economía política, aunque se llame fetiches a los dioses falsos terrestres (p. 148).
Qué nos va y qué nos viene estar discutiendo entre católicos y comunistas si Dios existe o
si Dios no existe, si todos estamos convencidos de que la miseria sí existe. ¿Por qué
estamos encerrados por ahí, en los cafetines, discutiendo si el alma es mortal o si el alma
es inmortal, cuando sabemos que la miseria sí es mortal? No nos vamos a dejar engañar
por esas discusiones, vamos a las cosas que benefician a la clase popular colombiana,
vamos a hacer una campaña, vamos a hacer lo que, por lo cual seremos juzgados los
cristianos: si hemos dado de comer, si hemos dado de beber, si hemos dado vivienda, si
hemos dado vestido, si hemos dado educación. Por eso seremos juzgados. Nadie nos va a
juzgar si usamos una medallita o no la usamos, nadie nos va a juzgar por tener una
devoción a tal santo o a tal otro. Nosotros creemos que Cristo está en cada uno de
nuestros prójimos, sea comunista, sea protestante y que, especialmente, Cristo está en
cada uno de los pobres de Colombia… (pp. 503-504).
XI
Sin lugar a dudas, en la década de 1990 hubo una disminución del compromiso radical
de los católicos, producto, en parte, del derrumbe del campo socialista de la Europa
oriental (1989-1992), la derrota electoral del sandinismo (1989) y el final de la lucha
armada en Centroamérica (1990). Esta disminución del compromiso junto con el revés
estratégico del proyecto socialista afectó poderosamente el proyecto revolucionario y
los movimientos populares.
Sin embargo, eso no significó su liquidación. Existen corrientes progresistas y
comprometidas dentro de la Iglesia, menos visibles y más aisladas, pero no menos
reales. Débiles, pero siguen caminando. En lo corrido del siglo XXI con la “primavera
política” latinoamericana encabezada por Hugo Chávez Frías, este cristianismo volvió a
tener un cierto despertar, ya que Chávez insistió mucho en considerar a Jesús como el
primer revolucionario de la historia. Pero, además, en 2013, con la elección del Papa
Francisco, parece tener un nuevo aire dentro de la Iglesia. Sus exhortaciones a los
movimientos sociales y su Encíclica Laudato sí son acicates de actualización y
recreación de una concepción renovada del cristianismo que se acerca mucho a las
perspectivas liberacionistas.
Sigue estando a la orden del día el compromiso con los pobres, los refugiados, los
bombardeados, las víctimas de lesbofobia, homofobia y xenofobia; es decir, las víctimas
del patriarcado, el sistema-mundo capitalista, el colonialismo y el capitalismo. La
teología de la liberación o cristianismo liberacionista aporta elementos teóricos y
prácticos para enfrentarse a este proyecto civilizatorio de la Modernidad.
Concluyo estas intervenciones con una reflexión del intelectual brasileño Darcy Ribeiro
que se titula “Mi victoria”:
Dussel, Enrique (2016a). 14 tesis de ética. Hacia la esencia del pensamiento crítico. Madrid,
España: Editorial Trotta.
Dussel, Enrique (2016b). Filosofías del Sur. Descolonización y transmodernidad. México DF,
México: Ediciones Akal.
Dussel, Enrique (2010a). 20 tesis de política. Caracas, Venezuela: Fundación Editorial El Perro y La
Rana.
Dussel, Enrique (2010b). “Pablo de Tarso y la Filosofía Política”, en El Títere y el Enano. Revista de
Teología Crítica, Vol. I, Año 2010.
Dussel, Enrique (2007). Política de la liberación. Historia mundial y crítica. Madrid, España:
Editorial Trotta.
Dussel, Enrique (1993). Las metáforas teológicas en Marx. Navarra, España: Editorial Verbo
Divino.
Dussel, Enrique (1987). “El paradigma del Éxodo en la Teología de la Liberación”. En: Concilium
No. 209, enero de 1987, pp. 99-114. Disponible en:
http://enriquedussel.com/txt/Textos_Articulos/181.1987.pdf
Dussel, Enrique (1973). Caminos de liberación latinoamericana II: teología de la liberación y ética.
Buenos Aires, Argentina: Latinoamérica Libros.
Dussel, Enrique (1972). Caminos de liberación latinoamericana I: interpretación histórico-
teológica de nuestro continente latinoamericano. Buenos Aires, Argentina: Latinoamérica Libros.
Dussel, Enrique (1969). El humanismo semita: estructuras intencionales radicales del pueblo de
Israel y otros semitas. Buenos Aires, Argentina: Eudeba.
Hinkelammert, Franz (2010). La maldición que pesa sobre la ley: las raíces del pensamiento crítico
en Pablo de Tarso. San José, Costa Rica: Editorial Arlekín.
Hinkelammert, Franz (1998). El grito del sujeto. Del teatro-mundo del Evangelio de Juan al perro-
mundo de la globalización. San José, Costa Rica: Editorial DEI.
Hinkelammert (1991). El mito de Abraham y el Edipo occidental. Edición digital. Disponible en:
http://www.pensamientocritico.info/index.php/libros/libros-de-franz-hinkelammert?download=16.
Houtart, François (2005). “Religión y lucha de clases. Los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto
XVI frente a América Latina”. Disponible en: http://rebelion.org/noticia.php?id=21110
López Oliva, Enrique (1970a). El camilismo en América Latina. La Habana, Cuba: Casa de las
Américas.
López Oliva, Enrique (1970b). Los católicos y la revolución latinoamericana. La Habana, Cuba:
Editorial de Ciencias Sociales.
Löwy, Michael (2012). “Comunismo y religión: la mística revolucionaria de José Carlos
Mariátegui”. En: Revista Herramienta No. 51. Disponible en:
http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-51/comunismo-y-religion-la-mistica-
revolucionaria-de-jose-carlos-mariategui
Löwy, Michael (1999). Guerra de dioses. Religión y política en América Latina. México, México:
Siglo XXI Editores.
Mantecón Movellán, Tomás A. “Omnia sunt communia. Thomas Müntzer, la palabra y la rebelión
del hombre común”. En: Marcos, Mar (Ed.) (2009). Herejes en la historia. Madrid, España: Editorial
Trotta, pp. 143-182.
Marcos, Mar. “Qué es un hereje. Herejes en la historia”. En: Marcos, Mar (Ed.) (2009). Herejes en
la historia. Madrid, España: Editorial Trotta, pp. 9-24.
Rauber, Isabel (Comp.) (2017). Hagan lío. Mensaje del Papa Francisco a la juventud
latinoamericana. Buenos Aires, Argentina: Peña Lillo-Continente.
Torres Restrepo, Camilo (1970). Cristianismo y revolución, pp. 376-377. México DF, México:
Ediciones ERA.
i
El edicto, entre otras cosas afirma que: “Ordenamos que tengan el nombre de cristianos católicos
quienes sigan esta norma, mientras que los demás los juzgamos dementes y locos sobre los que pesará la
infamia de la herejía. Sus lugares de reunión no recibirán el nombre de iglesias y serán objeto, primero de
la venganza divina, y después serán castigados por nuestra propia iniciativa que adoptaremos siguiendo la
voluntad celestial”.
ii
Como señala Franz Hinkelammert (1991) hay dos interpretaciones en torno al mito abrahámico, punto
de partida de la fe. Entonces, esta fe va a depender de la interpretación que demos al mito: si es de
obediencia de la ley sin consideración, entonces tendremos una fe formalista y de cumplimiento; si es de
obediencia reflexiva, regulada por el criterio ética racional Vida-Muerte, entonces es una fe de primacía
del sujeto frente a la ley.
iii
Siguiendo a Carl Jung, Nicolás Panotto (2011) plantea que un arquetipo forma una representación de un
motivo que no pierde su modelo básico, aunque varíe en sus detalles. Así pues, son “marcos donde se re-
crean diversas representaciones a partir de las cuales, a su vez, se dibujan pensamientos, símbolos y
prácticas” y que se depositan en el inconsciente, emergiendo al exterior de diversas maneras. Los
arquetipos poseen una energía específica y una iniciativa propia que les da su dinámica inherente,
convirtiéndose en “hechos fundantes” a partir de los cuales se suscitan toda una serie de prácticas,
discursos y símbolos históricos, teológicos y políticos.
iv
“La historia, entonces, es constitutiva, en un nivel metafísico, porque si no estoy ligado a Abraham y a
la Alianza, no tengo salvación” (Dussel, 1972, p. 24-25). Como los profetas consideran que la historia de
Israel es la revelación de Yahveh, van ayudando a que el pueblo hebreo vaya cobrando, cada vez más,
conciencia de sí mismo; así, “Israel va siempre dando un sentido a su pasado, y, a su vez, con su sentido
del pasado va a prospectar el sentido del futuro” (Dussel, 1972, p. 24), ligando su salvación a la referencia
histórica de sus padres o patriarcas.
v
El concepto “tiempo-ahora” o “tiempo mesiánico” en Walter Benjamin está asociado a este momento.
vi
Löwy, Michael (2012). “Comunismo y religión: la mística revolucionaria de José Carlos Mariátegui”.
En: Revista Herramienta No. 51. Disponible en: http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-
51/comunismo-y-religion-la-mistica-revolucionaria-de-jose-carlos-mariategui
vii
El Amauta propone una nueva definición (ético-política espiritual) de ‘religión’ que se relaciona con
“la necesidad de infinito que hay en el hombre” y con “la búsqueda de un mito heroico que le dé sentido y
‘encantamiento’ a la vida”. En: Löwy, Michael (2012). (Ver en bibliografía). Sobre la relación de
Mariátegui con la religión pueden verse referencias en la ‘edad de piedra’ mariateguiana en: Mazzeo,
Miguel (2013). (Ver en bibliografía), pp. 89-114.
Por su parte, Hinkelammert advierte que hay una espiritualidad común entre el Che Guevara, Camilo
Torres, los mártires jesuitas salvadoreños y Monseñor Romero. Aun cuando el Che no venga de la
tradición cristiana, la referencia espiritual de Hinkelammert avanza en la misma perspectiva
mariateguiana. Ver: Hinkelammert, Franz (2010). Op. Cit., p. 293.
viii
Enrique Dussel ha profundizado esta visión en un trabajo titulado Las metáforas teológicas de Marx.
Sobre el humanismo semita Cf. Dussel, 1969.
ix
Estos tres filósofos judíos constituyen el núcleo crítico filosófico judío de la Modernidad: de Hegel,
Kant, Heidegger y Husserl.