Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
(MAKARISMOS)
Entre los griegos también encontramos "bienaventuranzas"; fueron relacionados con la vida de
los "dioses" o el descanso de los muertos; con riqueza material o el éxito en la guerra; por tener
una familia feliz o con la sabiduría.
Entre los musulmanes, las bienaventuranzas referían a aquellos que cumplen con sus deberes y
con la voluntad de Dios.
En Israel, la bienaventuranza presupone una cierta conducta en el que la recibe; hay que hacer
algo para merecerla. Las bendiciones y maldiciones implican una exhortación, una enseñanza
moral, p. ejem. «feliz a quien Dios corrige» (Job 5, 17); «dichoso el que sepa esperar, y alcance
muchos días» (Dan. 12,12)
Son consejos de sabiduría popular, aunque Israel les da un sentido profundamente religioso.
Más que complacerse en la dicha, las bienaventuranzas muestran el camino. La dicha que
anuncian es la que promete la palabra de Dios y esta dicha no es otra cosa que el mismo Dios
(salmo 119, 1 - 2)
2
el que se preocupa del extranjero y del pobre (Sal. 40,2; Prov 14,21)
el país que tiene por rey a un hombre de nobles sentimientos (Ec 10,17)
3
los que observan el derecho y obran la justicia en todo tiempo (Sal 105, 3)
los que guardan las palabras de Dios y lo buscan de todo corazón (Sal 118, 2)
los hijos del hombre justo, del que camina con integridad (Prov 20, 7)
Los textos muestran que la «bienaventuranza» es alegría que procede de una vida que se ajusta
a la sabiduría.
En el Nuevo Testamento:
En los makarismos del NT, a diferencia de los del mundo griego, todos los bienes y valores
humanos desaparecen ante el único supremo valor del Reino de los Cielos. En adelante, toda
bienaventuranza estará vinculada al acontecimiento exclusivo y decisivo, inaugurado con la
venida de Jesús: el advenimiento del Reino.
Mt: 11,6; 13,16; 16,17; Lc: 11, 27-28; 12, 38; 12, 43; 12, 14; 14,14; 23, 29; Jn.
13, 71; 20, 29.
Lucas conserva 3 que no son de Jesús: 1,45; 11, 27; 14, 15.
Además, en el NT, hay 11 más, de las cuales 7 están en Apocalipsis: Ap 1,3; 14, 13; 16, 15; 19,
9; 20, 6; 22, 7 - 14.
Las bienaventuranzas del sermón de la montaña unen los temas de la proclamación de la dicha y
la indicación del camino para conseguirla.
4
Lc. 10, 23-24; Lc 14, 15 - 17; Lc 12, 37 - 43; Lc 14, 13-14; Ap 16, 15; 22, 14.
Las bienaventuranzas no son solamente una promesa de felicidad sino también una
proclamación que se cumple al pronunciarlas. A la vez que prometen la salvación para el futuro,
comportan una felicidad en el presente, y, nos invitan desde ahora a la alegría, No se trata de
una evasión del presente, buscando un refugio en el porvenir. Es una constatación de que el
momento presente, aunque no es en sí algo definitivo, está ya vinculado al futuro de Dios. Por
eso, las promesas de las bienaventuranzas como todas las promesas de Jesús, se han de cumplir
ya aquí y ahora, como verdadera anticipación del Reino de Dios. Ya, desde ahora, se realiza la
promesa.
Las bienaventuranzas son el mensaje más nuevo; su evangelio - buena noticia, la ley
fundamental de la Iglesia, de la vida cristiana - la ley fundamental del único valor: el Reino. Lo
demás, añadidura. Lo demás, nada. No existe valor alguno ante él. Las bienaventuranzas lo
han relativizado todo.
Jesús rompe decididamente con los esquemas de felicidad del mundo: la felicidad no se funda
en el poder, ni en la riqueza del dinero, sino en la conducta del hombre. El cielo, o comienza en
la tierra, o no comienza nunca.
El Papa, Pablo VI, buscando una palabra moderna para traducir el concepto de las
bienaventuranzas, para encontrar el "sentido de la vida", utiliza la expresión: «realización plena
del hombre».