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Lino Dolan, O.P.


Prior Provincial, Provincia Dominicana
de San Juan Bautista del Perú
LAS BIENAVENTURANZAS Introducción II

(MAKARISMOS)

BIENAVENTURADO (makarios en griego; asre en hebreo): = el estado dichoso de alguien que


está por encima del dolor terreno y de todo lo humano. No es una expresión de resignación
humana sino de exultación y gozo personal.

BIENAVENTURADO equivale a venturoso, feliz, dichoso, lleno de alegría, realizado. Es


bienaventurado quien ha tenido éxito, quien está gozoso, quien está en paz, quien experimenta
la serenidad.

El deseo de la felicidad es común en todas las culturas. La alegría es eminentemente humano.


La alegría no es una virtud sino el resultado de la práctica de varias virtudes. Para nosotros, los
cristianos es una obligación (2 Cor. 13, 11).

Entre los griegos también encontramos "bienaventuranzas"; fueron relacionados con la vida de
los "dioses" o el descanso de los muertos; con riqueza material o el éxito en la guerra; por tener
una familia feliz o con la sabiduría.

Entre los musulmanes, las bienaventuranzas referían a aquellos que cumplen con sus deberes y
con la voluntad de Dios.

Entre los Hebreos:

En Israel, la bienaventuranza presupone una cierta conducta en el que la recibe; hay que hacer
algo para merecerla. Las bendiciones y maldiciones implican una exhortación, una enseñanza
moral, p. ejem. «feliz a quien Dios corrige» (Job 5, 17); «dichoso el que sepa esperar, y alcance
muchos días» (Dan. 12,12)

Son como caminos que conducen a la dicha:

caminos de política: Ecl. 10,17

caminos de virtudes sociales: Prov. 14,21

caminos de desapego de la riqueza: Eclo 31,8

Son consejos de sabiduría popular, aunque Israel les da un sentido profundamente religioso.
Más que complacerse en la dicha, las bienaventuranzas muestran el camino. La dicha que
anuncian es la que promete la palabra de Dios y esta dicha no es otra cosa que el mismo Dios
(salmo 119, 1 - 2)
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En el A.T. se llama BIENAVENTURADOS a personas y, a veces, el pueblo entero:

la mujer que ha recibido el don de la fecundidad (Gen.30,13)

el hombre a quien Dios corrige (Job 5,17)

el que guarda la ley y los preceptos y es misericordioso y justo (Tob 14,9)

el hombre que no se alía con los impíos (Sal 1,1)

el que espera en el Señor (Sal 33,9;39,5;83,13)

el que se preocupa del extranjero y del pobre (Sal. 40,2; Prov 14,21)

el hombre a quien Dios eligió y tomó como suyo (Sal 64,5)

el pueblo que conoce la alegría (Sal 88,16)

el hombre a quien Dios enseña (Sal 93, 12)

el hombre que tiene temor de Dios (Sal 111,1; 127,1)

el que come del trabajo de sus manos (Sal 127,2)

el pueblo cuyo Dios es el Señor (Sal 143,15)

el hombre cuyo auxilio es el Dios de Jacob(Sal 145,5)

el hombre que logró adquirir sabiduría (Prov 3,13)

el hombre que adhiere firmamente a la sabiduría (Prov. 3,18)

el hombre que escucha la voz de la sabiduría (Prov 8,34)

el que persevera en el temor de Dios (Prov 28, 14)

el que guarda la ley de Dios (Prov 29, 18)

el hombre que tiene una mujer sensata (Sir 25,11)

el que ha encontrado un verdadero amigo (Sir 25)

el hombre que no corre tras el oro (Sir 31,8)

el que observa el día del Señor (Is 56,2)

el país que tiene por rey a un hombre de nobles sentimientos (Ec 10,17)
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la mujer hacendosa, prudente y previsora (Prov.31,28)

la esposa amada (Cant 6,9)

los que gozaban de la sabiduría de Salomón (1Rey 10,8)

los que habiten en la casa del Señor (Sal 83,5)

los que observan el derecho y obran la justicia en todo tiempo (Sal 105, 3)

los de conducta íntegra y que caminan en la ley de Dios (Sal 118,1)

los que guardan las palabras de Dios y lo buscan de todo corazón (Sal 118, 2)

los que aguardan al Señor (Is 30, 18)

nosotros, que sabemos qué es lo que agrada al Dios(Bar 4,4)

los hijos del hombre justo, del que camina con integridad (Prov 20, 7)

Los textos muestran que la «bienaventuranza» es alegría que procede de una vida que se ajusta
a la sabiduría.

En el Nuevo Testamento:

En los makarismos del NT, a diferencia de los del mundo griego, todos los bienes y valores
humanos desaparecen ante el único supremo valor del Reino de los Cielos. En adelante, toda
bienaventuranza estará vinculada al acontecimiento exclusivo y decisivo, inaugurado con la
venida de Jesús: el advenimiento del Reino.

Los Evangelios atribuyen a Jesús 20 bienaventuranzas además de las ocho de Mateo:

Mt: 11,6; 13,16; 16,17; Lc: 11, 27-28; 12, 38; 12, 43; 12, 14; 14,14; 23, 29; Jn.
13, 71; 20, 29.

Lucas conserva 3 que no son de Jesús: 1,45; 11, 27; 14, 15.

Además, en el NT, hay 11 más, de las cuales 7 están en Apocalipsis: Ap 1,3; 14, 13; 16, 15; 19,
9; 20, 6; 22, 7 - 14.

Las bienaventuranzas del sermón de la montaña unen los temas de la proclamación de la dicha y
la indicación del camino para conseguirla.
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La felicidad, incluida en las bienaventuranzas bíblicas, es ya para disfrutarla, de algún modo,


mientras vivimos en la tierra.

Lc. 10, 23-24; Lc 14, 15 - 17; Lc 12, 37 - 43; Lc 14, 13-14; Ap 16, 15; 22, 14.

Las bienaventuranzas no son solamente una promesa de felicidad sino también una
proclamación que se cumple al pronunciarlas. A la vez que prometen la salvación para el futuro,
comportan una felicidad en el presente, y, nos invitan desde ahora a la alegría, No se trata de
una evasión del presente, buscando un refugio en el porvenir. Es una constatación de que el
momento presente, aunque no es en sí algo definitivo, está ya vinculado al futuro de Dios. Por
eso, las promesas de las bienaventuranzas como todas las promesas de Jesús, se han de cumplir
ya aquí y ahora, como verdadera anticipación del Reino de Dios. Ya, desde ahora, se realiza la
promesa.

Jesús dice, a la vez, en que consiste la bienaventuranza - el Reino, la tierra, la consolación, la


filiación divina, la visión de Dios ... - y cuáles son las condiciones para conseguirla - pobreza,
humildad, hambre, pureza ...

Con diferentes nombres y expresiones, Jesucristo ha ido prometiendo al bienaventurado la vida:


el reino de los cielos, la tierra de los vivos, el consuelo perfecto, la satisfacción de nuestros
deseos. También ha mostrado el camino para llegar allí: desprendimiento de nosotros mismos,
mansedumbre, misericordia humana, limpieza, hambre de paz y justicia.

Las bienaventuranzas son el mensaje más nuevo; su evangelio - buena noticia, la ley
fundamental de la Iglesia, de la vida cristiana - la ley fundamental del único valor: el Reino. Lo
demás, añadidura. Lo demás, nada. No existe valor alguno ante él. Las bienaventuranzas lo
han relativizado todo.

Jesús rompe decididamente con los esquemas de felicidad del mundo: la felicidad no se funda
en el poder, ni en la riqueza del dinero, sino en la conducta del hombre. El cielo, o comienza en
la tierra, o no comienza nunca.

El Papa, Pablo VI, buscando una palabra moderna para traducir el concepto de las
bienaventuranzas, para encontrar el "sentido de la vida", utiliza la expresión: «realización plena
del hombre».

El hombre está plenamente desarrollado cuando vive las bienaventuranzas.

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