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Mandamientos que Nunca te Enseñaron

Posted on May 16,2018 by Néstor Martínez

Es indudable que cuando se habla de Mandamientos nadie, ni el más ateo de todos los ateos, podrá sustraerse a la idea
de que se va a hablar de algo que tiene que ver con la religión. Esto significa que, si yo te dijera que en este trabajo te
voy a mostrar Diez Mandamientos, lo más lógico sería que todo aquel que estuviera leyendo este trabajo, creyera
abiertamente que voy a hablar de religión. ¿Motivos? Simples pero muy reales: Porque la mayoría de las personas tienen
relacionados a los Diez Mandamientos, no ya con la Palabra de Dios o con Su santa presencia, sino con alguna clase o
forma de religión auto rotulada como cristiana. Tú puedes darle el nombre que gustes. Sin embargo, los Diez
Mandamientos que te voy a mostrar en este estudio, tienen que ver con el Reino de Dios, que como todos sabemos, no
es religioso. Eso si definimos como religión a todo esfuerzo que hace el hombre por acercarse a Dios, cuando la Palabra
nos asegura que es el reino de Dios el que se ha acercado al hombre. Por lo tanto, si tú me preguntaras cuál debería
haber sido el título real de esta fase si no hubiera sido tan extenso, debería decirle que ese título debió haber sido:
Los Diez Mandamientos más Antirreligiosos de la Biblia. Claro que, en mi época de periodista gráfico, aprendí que un
título muy extenso desalienta cualquier lectura, así que dejándome llevar por esa ortodoxia gráfica, todo habrá quedado
en estos Mandamientos que Nunca te Enseñaron. Vamos a comenzar por partes bien definidas para poder entender
esto no sólo en su expresión literal, sino en lo que como revelación profunda contiene en su interior: ¿Qué es Religión?
Alguien me lo explicó alguna vez como: “es todo aquel esfuerzo que el hombre hace para acercarse a Dios”. Sin
embargo, déjame decirte que el diccionario secular tiene varias definiciones, varias acepciones respecto a esta palabra.
Según ellos, Religión sería: “Un conjunto de creencias y prácticas relativas a lo que un grupo humano, o un individuo,
considera como sagrado, especialmente la divinidad.” Otra: “Virtud que mueve a los hombres a dar a Dios el culto
debido”. Otra más: “Profesión y observancia de una doctrina religiosa”. Y otra: “Orden, instituto religioso”. Y una última:
“La que funda las relaciones del hombre con la divinidad en la misma naturaleza de las cosas.” Muy bien; hasta aquí y
prácticamente, todas estas acepciones tienen que ver con lo que te dije antes: un esfuerzo que hace el hombre para
acercarse de alguna manera al Dios que lo creó. ¡Pero hermano! ¡Con ese concepto, tendríamos que la torre de Babel
fue una actitud religiosa y no de fe! ¡Mira tú! ¡Están aprendiendo rápido! ¿No es así? Acertaste hermano. ¡Pero es que a
mí no me enseñaron eso! Seguramente, pero no le hace, porque a mí tampoco me lo enseñaron así. Claro está que eso
no impide que sea verdad. Total, absoluta y estricta verdad. Ahora bien: ¿Por qué descubrimos en este tiempo que no
debemos formar parte de ninguna religión si, desde los tiempos inmemoriales, el hombre que se ocupó de las cosas de
Dios, siempre tuvo militancia en alguna? Hay pruebas más que contundentes respecto a eso. Sin embargo, descubrimos
esto aquí y ahora, sencillamente por un motivo tan singular como novedoso: porque estamos en los inicios de los últimos
tiempos. Porque hemos comenzado a caminar por los senderos del Tercer Día de Dios, que como todos sabemos, es el
de la resurrección y la victoria. Sí, ya lo sé: todas estas cosas suenan muy bonitas, pero si no se avalan con la Palabra de
Dios, con lo que dice la Biblia, no tienen contenido ni sentido, verdad? Está bien; así me gusta que pienses. Estás
aprendiendo lo que es madurar en Cristo. Si debemos acudir a la palabra, a la Palabra vamos. PRIMER MANDAMIENTO
(Romanos 1: 1)= Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, (Entiende bien
por favor: el evangelio, dice Pablo, es de Dios; definitivamente no le pertenece a ningún credo en especial ni a ninguna
denominación en particular y mucho menos a una congregación local como a ti le habían enseñado) (2) que él había
prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, (3) acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del
linaje de David según la carne, (4) que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la
resurrección de entre los muertos, (5) y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas
las naciones por amor de su nombre; (6) entre las cuales estáis también vosotros, (Se refiere a Nosotros) llamados a ser
de Jesucristo; (7) a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos. Yo creo que habrá que
consignar muy especialmente que, cuando Pablo dice ”siervo”, aquí está hablando de uno que, si bien recibía un salario
por su trabajo, así también no podía renunciar a su tarea ni a su empleador y elegir otro. Un siervo, salvo disposición
especial de su Señor, sería siervo toda su vida. Cuando menciona ser apóstol, habrá que tener en cuenta que, uno de los
requisitos que se exigían para ser apóstol, era haber visto a Cristo resucitado y haber sido comisionado por Él para esa
labor. ¡Qué tremendo! Hoy, el apostolado, según la “visión” de la iglesia moderna, se ha convertido en la tarea de
hombres que caminan por el país ocupándose en construir templos, algo que, dicho sea de paso, Dios jamás le pidió al
hombre. Sin embargo, hoy mismo, la vigencia de aquellos postulados no ha finalizado. Esto es sostenido por gente que
ha fabricado un nuevo evangelio, según sus propias definiciones, más... “lógico” y más creíble. Gracias, no se esfuercen
más: prefiero seguir creyendo y militando en aquel evangelio, aunque no suene lógico y mentalmente no parezca creíble.
El apóstol –digo- tendrá que ser, en este siglo veintiuno, alguien que haya sido testigo espiritual de la resurrección de
Cristo y alguien que haya tenido un encuentro personal con Él, no sencillamente un miembro de influencia en
determinada congregación de nuestra denominación. Sin embargo, es el verso 6 el que tiene la clave de este primer
mandamiento que nunca te enseñaron. Tú, mi querido amigo, y que quizás me está leyendo porque le han prestado este
trabajo y te crees Católico Apostólico Romano, tendré que decirte que no, que tú no eres eso que crees y has creído
desde niño: Tú eres de Cristo Jesús. Lo dice la Biblia. “Llamados a ser de Jesucristo”. Pero mucho cuidado mi querido
hermano, tú que quizás ha sido quien le prestó a ese amigo este trabajo para que “entienda”. A tú también te tendré que
decir lo mismo: No te ufanes más de haber dejado cualquier otra religión y haberte convertido en Evangélico. Porque tú
no eres Evangélico, tú eres de Cristo, porque la Biblia también incluye esta, la que para muchos es “su nueva religión”.
¿Puedes entenderlo? Si lo puedes entender, ya tiene ahí en sus manos el Primer Mandamiento ignorado: Llamados a
ser de Cristo. SEGUNDO MANDAMIENTO (1 Juan 10: 9)= Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará,
y saldrá, y hallará pastos. Esta imagen contrasta la protección que Jesús da a las ovejas en el rebaño, con los
usurpadores, los falsos profetas del Antiguo Testamento y los falsos Mesías de los tiempos más recientes. Entrar al
rebaño a través de Jesús es una acción salvadora y provee a las ovejas de vida abundante y provisiones. Asimismo, la
frase “entrará y saldrá”, no significa que se vaya a vacilar entre el estar en Cristo un momento y fuera de Cristo al
momento siguiente: Lo que la escena ofrece, es un cuadro de seguridad y salvación en Cristo como la puerta del redil
para que las ovejas vayan y vengan diariamente sin ninguna clase de temores y con total tranquilidad y confianza).
(Verso 14)= Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. (Lo que hace Jesús, aquí, es
establecer la diferencia entre lo que es un buen pastor y lo que es un asalariado. ¿No conoces a hombres llamados
pastores que no conocen ni siquiera a la mitad de las ovejas que dicen cuidar?) (Verso 27)= Mis ovejas oyen mi voz, y yo
las conozco, y me siguen. (Otra base establecida: cada oveja sigue al poder que manifiesta ese pastor y su relación con
el Padre. Y cuando una oveja decide seguir a su pastor es porque lo que ha oído en la voz de ese pastor, es algo con
suficiente autoridad como para seguirlo, y no el simple temor a quedar fuera del sistema). La puerta de nuestra salvación,
no es ninguna de las religiones existentes y conocidas como tales, tanto habidas como por haber. La puerta de salvación
es Cristo y, por esa puerta, solamente entran las que son sus ovejas. La particularidad de una oveja es que oye la voz del
buen pastor y le sigue. Atiende esto: Dios no te ha llamado a seguir religiones atractivas, que te ofrecen de todo lo que se
le puede ofrecer a una persona para cautivarla, (Muchas, incluso, hasta cobertura social, médica y hasta funeraria). Aquí,
el objeto atractivo, si es que tú prefieres denominarlo así, es Cristo. La Biblia lo dice muy claramente en Hebreos 12:2
Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe
. Entre el buen pastor y la oveja, hay un conocimiento muy preciso y profundo, que va más allá de lo natural. Ambos
conocen el sentido de pertenencia. ¿Recuerdas lo que era el sentido de pertenencia, verdad? El buen pastor sabe que no
se pertenece a sí mismo, sino a sus ovejas y, la oveja, por su parte, sabe que depende de la autoridad de ese buen
pastor. Esto se ha predicado tantas veces... ¡Qué lástima que nadie haya dicho, dentro de esos mensajes, que el máximo
peligro está en la infiltración de asalariados en el redil! Segundo Mandamiento no conocido: No buscar religiones
atractivas.- Ni siquiera las que muestran nombres aparentemente cristianos. TERCER MANDAMIENTO (Juan 6: 65)= Y
dijo: por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. (66) Desde entonces muchos de
sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. (67) Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también
vosotros? (68) Le respondió Simón Pedro: Señor; ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. (69) Y nosotros
hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Aquí hay algo que tiene mucha más
importancia que la que puede verse a primera vista. El simple hecho que Jesús haya declarado que nadie podría ir a Él si
no era elegido por el Padre, dejó totalmente en claro que Él no representaba a ninguna religión nueva, sino a una
dimensión en el ámbito espiritual que solamente podía ser posible de modo sobrenatural. Eso y nada más que eso, hizo
que muchos de los que habían empezado a manejarse como si fueran sus discípulos, dejaran de caminar con Él. ¿Por
qué se supone que harían esto? Porque si Jesús no les garantizaba ser parte de una religión, a ellos no les interesaba
seguirlo. ¿Así de insólito? Así de lógico. ¿O te crees que hoy, salvando las distancias, no habría muchos que harían lo
mismo? ¿A quién se le podría ocurrir hablar de cosas sobrenaturales en pleno siglo veintiuno? Jesús, que había previsto
que sucedería esto y por eso había dicho lo que dijo y volvió a repetirlo, pero esta vez para los más cercanos.
¡Muchachos! ¡Si ustedes quieren irse con los que dejaron de andar conmigo, váyanse nomás! Dicho así, a primera vista,
parecería ser como que a Jesús no le interesaban demasiado sus seguidores, no te parece? No. No es así. Jesús,
evidentemente, conocía muy bien aquello de: “Si amas algo, suéltalo”. Él sabía perfectamente que si esos hombres
habían llegado a Él por la vía del Padre, jamás lo dejarían, pero que si se habían acercado atraídos por una nueva forma
de religión y por resentimiento con los fariseos y el judaísmo, no dudarían en irse con los otros. Hoy sigue sucediendo,
aunque en otros carriles. ¿Cuánta gente ha dejado lo que también denominan como “las babilonias falsas”? Mucha, pero
atención con esto: no todos porque hayan visto o entendido cómo son realmente las cosas. Muchos se han ido porque se
pelearon con el pastor porque no les permitió decir en el púlpito el poema ese sobre la madre, que habían preparado para
la celebración del Día de la Madre. Así son las religiones todavía en el día de hoy. Canales de televisión, folletos, radios
de F.M., impactantes páginas Web, transmisiones vía internet en vivo y con imágenes, aunque todas proclaman cosas
parecidas. ¡¡Vengan que aquí tenemos la verdad!! ¡¡Fuera de nuestra organización, no hay salvación!! Mira la respuesta
que da Pedro, quizás el más tosco, por no decir el más bruto, pero también el más noble y transparente. Tú eres el Cristo,
tú tienes Palabra de Vida Eterna. ¡Qué bueno, no? Ahora piensa un momento: ¿Tú no te creerás que a eso que dijo,
Pedro lo había leído en algún buen libro cristiano de la época, no es así? Bien; la cosa es hoy, igualmente de simple: si tú
has creído, verdaderamente, que Cristo es el Hijo de Dios, entonces no tienes que estar matriculado en ninguna religión
existente, en ninguna organización existente, por prestigiosa que sea y en ninguna denominación existente, por famosa,
sobria, seria y ordenada que sea. ¿Sabes por qué? Porque tú eres de Jesucristo, y de nadie más. Así que es tiempo ya
de abandonar esa fea, horrible costumbre tradicional de andar por la vida contándoles a los hermanos que encuentras,
que eres miembro de la iglesia del pastor Fulano. La única iglesia posible es la de Jesucristo, más allá, no hay nada.
Tercer Mandamiento no enseñado por nadie: No necesitamos Denominaciones. CUARTO MANDAMIENTO (Juan 10:
16)= También tengo otras ovejas que no son de este redil: aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un
rebaño, y un pastor. Yo creo que está muy claro que, cuando Jesús se refiere a las ovejas del redil, está hablando de los
judíos, y que cuando lo hace con “las que no son de ese redil”, allí se está refiriendo a los gentiles. Esto, que en la
antigüedad tiene relación con los albores del cristianismo, hoy se mide desde otros parámetros. Hay un redil clásico, esto
es verdad, que es lo que yo denominaría como la “clase religiosa”. Está constituida por gente que, desde pequeños,
andan “gateando” (Es como en Argentina se le llama al andar del bebé previo a decidirse a caminar en dos pies) en
medio de los bancos o butacas de los templos. Son hijos e hijas de hombres con jerarquías históricas, personas que han
estudiado y estudian en institutos, seminarios y universidades teológicas de alto prestigio y que, naturalmente, aspiran a
servir al Señor desde algún lugar de vanguardia. ¿Por qué de vanguardia? Porque para eso se han preparado, eso
piensan. A veces, Dios está de acuerdo con esto y los levanta. En otras ocasiones, pese a que Dios no está de acuerdo,
los que los levantan son los hombres. De hecho, los resultados no serán jamás los mismos. Ovejas del redil; cristianos
por escalafón, por antigüedad, por herencia, cristianos de familia, de abolengo, hasta de apellido. Olvidan algo muy
importante que es un principio en el Reino de Dios: Dios no viene a levantar a los capacitados; Dios capacita a los que va
a levantar. Y después están los otros, los que no son de este redil. Los que hasta ayer mismo han sido: ladrones,
drogadictos, borrachos, homicidas, prostitutas, homosexuales que, cuando son levantados por Dios y se erigen en
líderes, despiertan entre otras cosas, agudas reacciones de oposición por parte de aquellos que suponen que el pueblo
de Dios debe constituirse con aquella gente que los mismos hombres dicen que es respetable. Se olvidan de algo muy
importante: Dios todavía ama al corazón recto y al adorador en espíritu y en verdad. No han leído la palabra como debe
leerse, de otro modo habrían visto lo que está escrito en Efesios 2:14 cuando señala: Porque él es nuestra paz, que de
ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación. Ninguna religión conocida o por conocerse se
dejará convencer fácilmente que de la nada, una persona puede ser levantada por Dios para ministrar naciones. Todas
las religiones sostienen que, si se desea ser alguien en el reino de Dios, primero hay que prepararse convenientemente.
Y luego, al minuto siguiente, como tú podrás imaginarte, pasan a promocionar sus institutos privados. Pero este
mandamiento es demasiado claro como para ponerlo en duda. Cuarto Mandamiento no conocido: Dios no determina
Jerarquías eclesiásticas. QUINTO MANDAMIENTO En el verso anterior, leíamos que en su rebaño, dice el Señor, sólo
hay un pastor. Naturalmente que sería demasiado frágil interpretar a esto como el pastorado individual clásico que
conocemos. Cuando el Señor dice que su rebaño tiene un solo pastor, se refiere a Él mismo, no a hombre alguno. Esto
último, lo sabemos perfectamente aunque no lo digamos en voz alta, es meramente institucional, humano, organizativo.
Lo bíblico, nadie lo ignora, camina por otra acera. ¿Es que nadie, nunca, jamás, habrá de observar que las jerarquías tal
como operan en nuestras congregaciones, de bíblicas no tienen nada? (1 Pedro 2: 25)= Porque vosotros erais como
ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y obispo de vuestras almas. Esto es simple y profundo al mismo
tiempo. Cuando tú crees en Cristo como el Hijo del Dios viviente, tú eres salvo y, como oveja sumisa y obediente,
comienzas a seguirle. Ese es el acto sencillo y fiel que deja ver que tú te has vuelto, genuina y verdaderamente, al Pastor
y Obispo de tu alma, que es Jesucristo, naturalmente. Mucha gente se enoja bastante cuando se habla en estos
términos. Se sienten ofendidos, (Evidenciando, de paso, con eso, que todavía tienen su carne demasiado viva), y
sostienen que quien ataca a la religión organizada es un resentido y rencoroso que, como no le dejan hacer lo que quiere
y como le cuesta mucho sujetarse a la autoridad constituida, critica de este modo para descalificar a las autoridades
jerárquicas. No pongo en duda en absoluto que, efectivamente, debe haber muchas personas dentro de ese esquema.
No es novedad para nadie que, dentro de las iglesias, pulula una gran cantidad de gente que ama la trascendencia y que,
como no ha podido trascender en nada en el ámbito secular, intenta hacerlo a través de la estructura eclesiástica. Por
experiencia en su tiempo, puedo asegurarte que las emisoras de radio cristianas pueden dar fe, lo mismo que supongo lo
harán las estaciones de la televisión llamada cristiana, perfectamente, que lo que digo es real. Y los oyentes de esas
radios, y telespectadores, también. El liderazgo está bastante preparado para desactivar a estos “tira-bombas y, cuando
lo hace, generalmente estas personas van de aquí para allá criticando a todos y a uno por uno. Esto es decididamente
real y nadie lo ocultaría. Pero por favor; que el árbol no tape el bosque. También es verdad el avance de la religión por
sobre la fe y de las figuras (o figurones) jerárquicas humanas por sobre la de Cristo. Esa es la batalla del creyente
auténtico en estos días del siglo veintiuno. No es la primera vez que alguien me dirá: “Me siento mal, hermano; el Señor
me ha dicho que desea que yo sea Pastor”. – ¿Y qué es lo que te pone mal, hermanito, si eso es algo tan hermoso? –
“¡Es que yo no me veo conduciendo una iglesia con todos los problemas que yo sé que hay!” – Ah, ¿Y a ti quién te ha
dicho que ese es el ministerio pastoral según la mente de Dios y según como Él mismo lo da a conocer a través de
Efesios 4:11? Con aciertos y errores, es absolutamente necesario que entendamos que el Pastor de Dios y el que han
creado los hombres, se diferencian no sólo en varios puntos teológicos, sino en algunos mucho más sustanciales que
tienen que ver hasta con la ética y la moral. Por eso, el Quinto Mandamiento que no se enseña en ninguna escuela, es:
Ser ministros de Dios, no de hombres. En el inicio de esta segunda parte quiero recordarte los primeros cinco
mandamientos no enseñados en ningún seminario, instituto o escuela bíblica: Llamados a ser de Cristo, no dejarte
seducir por religiones atractivas, No necesitamos denominaciones, Dios no determina jerarquías eclesiásticas y ser
ministros de Dios, no de hombres. SEXTO MANDAMIENTO Muchos todavía hoy se están preguntando, con total y
absoluta seriedad, sin hacer ni hacerse trampas, sin engañarse a sí mismos, cuál es la verdadera iglesia de Jesucristo.
¿La que se vislumbra en la Biblia? ¿La que tenemos, que según dicen, se ha adaptado a los tiempos que corren? No te
gastes; Cristo tiene una sola iglesia. Siempre tuvo una sola. Sí, de acuerdo, pero ¿Cuál es? Naturalmente, la que Él
fundó. ¡Claro! ¡A eso lo entiendo perfectamente! ¿Pero adónde la encuentro hoy? Yo no te lo voy a decir ahora, sólo voy
a responderte como suele hacerlo el mismísimo Señor, con una sola palabra, para que tú luego investigues, escudriñes,
ores buscando dirección. La palabra que resume todo esto, es: REMANENTE. Jesucristo, habré de decirte una vez más,
no es fundador de ninguna religión de todas las que tú conoces. Ni siquiera de las que se consideran a sí mismas como
las más “famosas”. (Hechos 20: 28)= Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha
puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual ganó por su propia sangre. ¿Quiénes se supone que son
LA iglesia del Señor? Son todas aquellas personas de diferentes razas y nacionalidades que han creído y confiado en la
sangre de Cristo para su redención. El apóstol Juan dice en Apocalipsis 1:5 Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito
de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre.
Juan, por su parte, cuenta a la iglesia lo que él vio y que no tiene nada que ver, naturalmente, con lo que es nuestra
visión eclesiástica, que siempre o casi siempre está reducida, achicada, minimizada a nuestra religión, a nuestra
denominación y, en muchos casos, a nuestra pequeña congregación local. En Apocalipsis 7:9, el apóstol la define así:
Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y
lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las
manos. Es notorio que algo no tenemos que haber entendido del todo, especialmente los líderes locales, es que a veces
optamos por comportarnos de un modo absolutamente corporativo dentro de la congregación. Y cuidado; dije dentro de la
“congregación”, no de la iglesia. Porque la iglesia sí es un cuerpo y, por lo tanto, es y será corporativa. Pero el
corporativismo en la congregación local es total y absolutamente diferente. ¿Alguna vez has oído a algún líder decir algo
así como?: “Hermanos; les hablo en este momento a todos los que son iglesia del Señor dentro de este templo. A los que
verdaderamente son hijos de Dios, a los que son trigo. Que no sé cuántos son, pero seguramente deben ser muchos”.
Mira; si llegara a decir algo así, la congregación entera le pide un juicio sumarísimo. Sin embargo, fíjate que sería total y
absolutamente bíblico. Mucho más que cuando dice lo que cotidiana y habitualmente dice: “Todos ustedes, los que son
salvos, los que son hijos de Dios, trigo divino, todos.” ¡Si saben perfectamente que la Biblia dice que el trigo y la cizaña
van a convivir de tal modo que ni siquiera los elegidos sabrán quienes son los unos y quienes los otros. Por eso no
podrán ser los hombres comunes los encargados de la siega. Dice que serán los ángeles, los mensajeros reales de
Jesucristo. Porque si le otorgáramos a los hombres esta tarea, seguramente en muchos casos arrojarían al fuego la
hierba buena. ¿O no llamaron herejes a los pioneros con revelaciones frescas? La iglesia, dice Juan, es una gran multitud
de todas las naciones de la tierra. Pero jamás ha dicho ni dirá que sean TODOS los que se congregan en los diversos
templos del planeta. Es más, ni siquiera dice que sean los que van a los templos. ¡¡Pero hermano!! ¿Qué está diciendo? -
¿Yo? Nada más que lo que dice la Biblia. Y lo que dice la Biblia es que la gente debe CONGREGARSE, no dice que
debe ir a templos hechos por manos de hombres. Sexto Mandamiento pocas veces enseñado: No todo lo que respira
en un templo es creyente
. SÉPTIMO MANDAMIENTO Este, quizás, es el más corto, el más breve de todos estos tan particulares mandamientos.
Se trata de la respuesta bíblica a una serie de preguntas que, generalmente, las congregaciones locales responden de
otro modo, con otras palabras. ¿Qué proclama la iglesia del Señor? ¿Quizás la mejor religión? No. En absoluto.
Entonces, ¿Será la mejor doctrina? Tampoco. Ya hemos visto sobradamente que no. ¿Quizás la mejor moral? Menos. Se
sabe perfectamente que en muchos púlpitos, a falta de palabra auténtica de Dios, se predica moral, y en casos hasta
moralina, pero no, no se trata de eso. ¿Se predica, entonces, un culto al mejor nivel cultural y económico? ¿O a la
formación intelectual y profesional? Se predica, es cierto, pero no es eso lo que proclama la iglesia real del Señor. ¿Y
entonces? Proclama, sencillamente que, como Séptimo Mandamiento no conocido: La salvación pertenece a nuestro
Dios y al Cordero. Y no es un bien negociable entre hombres, por encumbrados o prestigiosos que pretendan ser.
OCTAVO MANDAMIENTO ¿Sabes cuál es la mentira más grande que han echado a rodar todas las religiones habidas y
por haber en el mundo? Que de alguna manera, parecería ser como que han “privatizado” el cielo para ellas y, tienen
como premisa doctrinal fundamental, hacerle creer a mucha gente indocta que, para acceder a ese cielo, hay que hacer
el esfuerzo, primero, de tener una serie de facetas que hagan posible que esa religión nos acepte como miembros. ¿Te
das cuenta? ¡¡Se les está cobrando a las personas una especie de peaje, pasaje, boleto o canon para ser salvos!! Sí, ya
sé, tú debes estar diciendo para tus adentros en este momento: “¡Yo no sé cómo pueden ser tan ignorantes los que se
dejan sacar así el dinero! Es verdad, tienes razón, pero ¿Sabes una cosa? No hay que irse necesariamente a religiones
extrañas o exóticas para observar eso. En muchas de nuestras iglesias, para ser miembros y tener con esa membresía el
derecho real a ser salvos, hay que cubrir algunos requisitos que no todos los mortales están en condiciones de cubrir. La
verdad, ¿Nunca te sucedió algo así? Y si te sucedió, ¿Lo compartiste con alguien o te lo callaste por miedo a que te
rotularan de blasfemo, insujeto, rebelde o hereje? Y si no te ocurrió a ti, en persona, al menos, ¿Nunca te enteraste de
que le sucediera a alguien? La salvación no le pertenece a ninguna religión mi hermano. La salvación le pertenece a
nuestro Dios y al Cordero. Y esa salvación es por gracia, entiende, por favor de Dios hacia ti y sin mérito tuyo alguno.
¡Ah, no! ¡Hay que pagar un precio! Sí, estoy de acuerdo, hay que pagar un precio, indudablemente, todos los grandes lo
han hecho. ¡¡Pero por servir para el Reino de Dios, no para ser salvo!! La salvación sigue siendo por gracia y misericordia
de Dios y el Cordero. Mira lo que dice Pablo al respecto. (Efesios 2: 8)= Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios; (9) no por obras, para que nadie se gloríe. Es, quizás, la herejía más grande
que han cometido las religiones. La de hacerles creer a sus miembros que la salvación se consigue, se logra, se obtiene
merced a nuestras obras, a nuestros esfuerzos, por indulgencias de jerarquías humanas, o peor aún, por determinadas
“penitencias”. Todos saben, porque la Biblia que tú posees, diferencias no sustanciales más o menos, es la misma que
poseen todos los que se denominan cristianos en el planeta, que esa Biblia es la palabra de Dios escrita; y que en su
texto y su contexto dice que la salvación es por gracia, por medio de la fe en Jesucristo. De lo contrario, sutilmente,
estaríamos haciendo una especie de cristianismo “egocéntrico”, ya que nuestro YO tendría mucho más valor y gloria que
el sacrificio de Cristo en la cruz, que es en definitiva, lo que el diablo desea que creamos. Entiende por favor: la causa de
nuestra salvación no es el libre albedrío del hombre, es la gracia, el favor maravilloso de Dios. Jesús lo dijo en Juan
15:16: No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y
vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al padre en mi nombre, él os lo dé. Por lo tanto, el Octavo
Mandamiento nunca jamás enseñado ni predicado, es: Nadie es dueño de su salvación. NOVENO MANDAMIENTO El
daño más grande que las religiones le han hecho a la gente, es sistematizarlos, inculcarles la mentira aquella de que,
fuera de su religión no hay salvación. Las religiones abren matrículas todos los días para capturar adeptos, (Me
desagrada profundamente esta terminología, pero no puedo negar su existencia), para tomar el control de la feligresía.
Estamos viviendo la guerra de las religiones. Y ¿Quieres enterarte de algo importante? Satanás aplaude esta guerra,
cualquiera sea el resultado, porque mientras la guerra de las religiones se siga disputando, la gente, muy ocupada y
preocupada en discutir conceptos y doctrinas, seguirá yéndose al infierno. Porque, mientras tanto los unos y los otros
andan por la vida discutiendo y peleándose ferozmente por estas cosas, el evangelio real, el de la cruz y que no es el de
ninguna religión, no llega a ser predicado tal cual es el mandamiento. En lugar de eso se predica moralina, humanismo y
hasta esoterismo encubierto. Estamos viviendo esa guerra de religiones. Estamos viviendo una época de gran promoción
de ciertos grupos y de las denominaciones. Estamos viviendo una época de alto marketing de congregaciones. La que
más ofrezca, la que tenga la mejor banda de alabanza, esa es la que vale. La que tenga el mayor número de miembros,
la que tenga mayor poder económico, la que tenga la mejor emisora propia de radio aunque nadie la escuche, la que
tenga el mejor programa de televisión, aunque sólo sirva para tener contentos a los hermanitos que siempre quisieron
salir por la “tele” pero que como no tenían ni talento ni presencia jamás llegaron y ahora sí pueden porque son amigos del
pastor, esa es la que vale. La que más venta tenga de aguas o aceites especiales para sanidades o liberaciones de
demonios, la que más ayune, la que más vigilias realice o, sencillamente, la que mayor influencia tenga en la clase
política de la ciudad, la provincia o la nación, esa será la mejor considerada. Sin embargo, reitero, hay un remanente
santo, que no juega este partido. Todos los demás coinciden en que para una gran parte de las personas que
conocemos, aquellos que sepan ganar esta guerra publicitaria, serán los que se queden con el control espiritual de toda
la gente. ¡Pero eso es igual a como lo hace el mundo, hermano! Por supuesto, siempre lo fue. ¿Y cómo la iglesia del
Señor puede haber caído en esto? No, se equivoca mi hermano; no es la iglesia del Señor, es la iglesia de los hombres.
El Señor, generalmente, ni siquiera la visita. Ni cuando vienen todas esas figuras... tan importantes... esos que son
anunciados como “tremendos” siervos de Dios! Muchas veces me lo pregunté y nadie me lo quiso responder: ¿Qué es un
tremendo siervo de Dios? ¿Qué es un “gran” siervo de Dios? ¿No saben que si es siervo no es grande? ¿No saben que
si es muy grande, probablemente no sea realmente siervo? Podrá ser, no deseo discutir esto, pero vamos a haber
muchos que no hemos leído las escrituras en vano, que sabemos perfectamente que todo esto no es de Dios y que,
antes que suceda todo eso, nos vamos a saber salir fuera de ese sistema perverso que no tiene absolutamente nada que
ver con Dios y regresar a la senda antigua, al camino inicial, el de adorar al Padre en espíritu y en verdad y la de creer sin
dudar que el que tiene al Hijo, es el único en el mundo que tiene la Vida. En efecto; la Vida Eterna, cuando vayas a su
presencia y la Vida Abundante hoy, aquí y ahora. Y que todo lo que puedan decir y hacer todas las religiones que tú
conozcas en el mundo, incluida la religión evangélica como tal, si no se sustenta en la Palabra de Dios, no le pertenecen,
aunque los hombres que conforman esos grupos vivan toda su vida nombrándolo y haciendo cosas en su nombre.
Noveno Mandamiento: La Verdad no está en un lugar específico. Cristo es la Verdad. DÉCIMO MANDAMIENTO Las
religiones pequeñas o poderosas, las iglesias que imitan lo que se hace en las iglesias del Señor, pero no creen en Él, las
denominaciones cuando hacen prevalecer sus doctrinas internas por sobre la Palabra bíblica pura y sin enmiendas,
constituyen lo que se denomina como “Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra”.
Así lo dice el libro del Apocalipsis, en el capítulo 17 y en el verso 5. Pero ánimo; Juan vio caerse a ese sistema religioso y
lo cuenta en Apocalipsis 18:2. Mire como lo dice: Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia,
y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible.
Es notorio que la interpretación de lo que es iglesia, pasa generalmente por las ambiciones o las ideas personales de los
hombres que militan en ellas. La Palabra dice una cosa sobre la iglesia del Señor, pero los hombres han decidido alterar
todo eso no sé si en su beneficio personal, pero sí seguramente en beneficio del sector al cual representan. ¿Sabes el
orgullo que existe en determinadas denominaciones que conozco, por el simple hecho de pertenecer a esa
denominación? ¿Sabes cuánta es la gente que dice abiertamente y sin ponerse colorados, “yo estoy orgulloso de ser...” y
después mencionan su denominación? Me pregunto: ¿Qué creen que siente Dios cuando ellos hacen esa declaración de
fe tan particular y original? Pena, dolor, eso es lo que el corazón de Dios experimenta en ese instante. ¿Cómo puede ser
que estos hijos míos hayan olvidado mi gracia y mi misericordia y se sientan tan envanecidos de haberse agrupado bajo
ese nombre para enseñarles a los que llegan, cosas que yo nunca enseñé a mis primeros hijos? ¿Cómo pueden estar tan
ciegos que no ven que todo eso no puede tener que ver en absoluto conmigo? ¿Quién los hechizó? Décimo
Mandamiento: La Fe une, las Doctrinas separan. Estos, como habrás podido observar, son diez mandamientos
diferentes, muy diferentes. Que no tienen, quizás, una precisión tan clara y tan concreta como aquellos que Dios le
escribió con su propio dedo a Moisés. Sin embargo, resumen varios aspectos que tienen que ver con una realidad, con
un peligro latente que se cierne sobre todos los que buscan DE y A Dios: el peligro de confundir la fe, la conversión
genuina y la salvación eterna con el simple acto de inscribirse en un registro nacional de cultos debajo del rótulo de
alguna de las cientos de religiones autorizadas. Tú, sábelo, no has sido llamado a ser parte de ninguna religión. Tú has
sido llamado a ser parte del cuerpo de Cristo en la tierra. ¿Te parece poco?

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