El presupuesto del estado, en su sentido más amplio, como plan u ordenación
racional de la actividad financiera del estado o local, abarca el ciclo financiero completo, que comienza en el momento en que el estado detrae la riqueza de las economías de los particulares convirtiéndola en ingresos para cubrir los gastos inherentes a su finalidad de satisfacción de las necesidades públicas, y termina cuando los ingresos se han transformado en servicios públicos o en rentas entregadas por el estado a las economías privadas.
Desde esta perspectiva amplia, el presupuesto se presenta como un acto de
previsión y de autorización de todos los ingresos y gastos del estado o local para un periodo de tiempo determinado.
El concepto jurídico del presupuesto ha de incorporar y resaltar dos aspectos:
a) En primer lugar, que se respete a los ingresos públicos el presupuesto no es
más que un acto de mera prevención o calculo contable, carente de efectos jurídicos limitados en cuanto a su exacción y cuantía.
b) En segundo lugar, que respecto a los gastos públicos el presupuesto produce
efectos jurídicos bien precisos, en un triple sentido: autorizar a la administración a realizar el gasto público; limita a las cantidades a gastar hasta un determinado monto, y fijar el empleo o destino que haya de darse a los créditos aprobados en el presupuesto.