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Ayudó a Clyde Beatty como domador de animales
salvajes y muy pronto desarrolló una fuerte afinidad
por los grandes felinos, misma que marcaría de una
manera bastante curiosa su personalidad. Todas las
criaturas animadas son básicamente bestiales —
razonaba LaVey— y lo único que logran los órdenes
sociales más refinados es, cuando mucho, una
supresión endeble de este salvajismo innato. Del circo
pasaría a las ferias ambulantes —carnivals— donde
el brillo de las artes escénicas estaba matizado con la
lucha cotidiana por conseguir el sustento diario. Aquí
LaVey trabajó en un mundo patético pero digno,
poblado de rebeldes, fenómenos, patiños, y rarezas
humanas; y aprendería el arte de la magia de escena,
cuyo éxito depende de el nivevl de distracción que
logre inducir en la atención de su audiencia.
Observaría, no sin cierta dureza, la fascinación que el
hombre "normal" parece tener por sus camaradas
deformes —regodeándose de satisfacción al ver cómo
la desgracia se ensaña con su prójimo en lugar de
ensañarse con uno mismo. Al interesarse cada vez
más en este cruel y licantrópico atributo de la
naturaleza humana, decidió estudiar criminología en
la univrsidad, e incluso llegó a trabajar en calidad de
fotógrafo con el Departamento de Policía de San
Francisco.
Como profesional de circo había tenido la
oportunidad de contemplar el lado carnal del hombre
en su faceta más artística; ahora lo experimentaría en
su aspecto más violento y salvaje. Tres años de vivir
día a día con la sangre, brutalidad y abyecta miseria
que permean la subcultura criminal lo dejaron
hastiado, enfermo, desilusionado y leno de ira hacia la
hipocresía imperante de la sociedad amable. Para
ganarse la vida, se dedicó a tocar el órgano de tubos y
dedicó gran parte de sus esfuerzos a lo que habría de
convertirse en la labor de su vida —la Magia Negra
LaVey había rechazado desde hace mucho tiempoAyudó a Clyde Beatty como domador de animales
salvajes y muy pronto desarrolló una fuerte afinidad
por los grandes felinos, misma que marcaría de una
manera bastante curiosa su personalidad. Todas las
criaturas animadas son básicamente bestiales —
razonaba LaVey— y lo único que logran los órdenes
sociales más refinados es, cuando mucho, una
supresión endeble de este salvajismo innato. Del circo
pasaría a las ferias ambulantes —carnivals— donde
el brillo de las artes escénicas estaba matizado con la
lucha cotidiana por conseguir el sustento diario. Aquí
LaVey trabajó en un mundo patético pero digno,
poblado de rebeldes, fenómenos, patiños, y rarezas
humanas; y aprendería el arte de la magia de escena,
cuyo éxito depende de el nivevl de distracción que
logre inducir en la atención de su audiencia.
Observaría, no sin cierta dureza, la fascinación que el
hombre "normal" parece tener por sus camaradas
deformes —regodeándose de satisfacción al ver cómo
la desgracia se ensaña con su prójimo en lugar de
ensañarse con uno mismo. Al interesarse cada vez
más en este cruel y licantrópico atributo de la
naturaleza humana, decidió estudiar criminología en
la univrsidad, e incluso llegó a trabajar en calidad de
fotógrafo con el Departamento de Policía de San
Francisco.
Como profesional de circo había tenido la
oportunidad de contemplar el lado carnal del hombre
en su faceta más artística; ahora lo experimentaría en
su aspecto más violento y salvaje. Tres años de vivir
día a día con la sangre, brutalidad y abyecta miseria
que permean la subcultura criminal lo dejaron
hastiado, enfermo, desilusionado y leno de ira hacia la
hipocresía imperante de la sociedad amable. Para
ganarse la vida, se dedicó a tocar el órgano de tubos y
dedicó gran parte de sus esfuerzos a lo que habría de
convertirse en la labor de su vida —la Magia Negra
LaVey había rechazado desde hace mucho tiempo
Ayudó a Clyde Beatty como domador de animales
salvajes y muy pronto desarrolló una fuerte afinidad
por los grandes felinos, misma que marcaría de una
manera bastante curiosa su personalidad. Todas las
criaturas animadas son básicamente bestiales —
razonaba LaVey— y lo único que logran los órdenes
sociales más refinados es, cuando mucho, una
supresión endeble de este salvajismo innato. Del circo
pasaría a las ferias ambulantes —carnivals— donde
el brillo de las artes escénicas estaba matizado con la
lucha cotidiana por conseguir el sustento diario. Aquí
LaVey trabajó en un mundo patético pero digno,
poblado de rebeldes, fenómenos, patiños, y rarezas
humanas; y aprendería el arte de la magia de escena,
cuyo éxito depende de el nivevl de distracción que
logre inducir en la atención de su audiencia.
Observaría, no sin cierta dureza, la fascinación que el
hombre "normal" parece tener por sus camaradas
deformes —regodeándose de satisfacción al ver cómo
la desgracia se ensaña con su prójimo en lugar de
ensañarse con uno mismo. Al interesarse cada vez
más en este cruel y licantrópico atributo de la
naturaleza humana, decidió estudiar criminología en
la univrsidad, e incluso llegó a trabajar en calidad de
fotógrafo con el Departamento de Policía de San
Francisco.
Como profesional de circo había tenido la
oportunidad de contemplar el lado carnal del hombre
en su faceta más artística; ahora lo experimentaría en
su aspecto más violento y salvaje. Tres años de vivir
día a día con la sangre, brutalidad y abyecta miseria
que permean la subcultura criminal lo dejaron
hastiado, enfermo, desilusionado y leno de ira hacia la
hipocresía imperante de la sociedad amable. Para
ganarse la vida, se dedicó a tocar el órgano de tubos y
dedicó gran parte de sus esfuerzos a lo que habría de
convertirse en la labor de su vida —la Magia Negra
LaVey había rechazado desde hace mucho tiempoAyudó a Clyde Beatty como domador de animales
salvajes y muy pronto desarrolló una fuerte afinidad
por los grandes felinos, misma que marcaría de una
manera bastante curiosa su personalidad. Todas las
criaturas animadas son básicamente bestiales —
razonaba LaVey— y lo único que logran los órdenes
sociales más refinados es, cuando mucho, una
supresión endeble de este salvajismo innato. Del circo
pasaría a las ferias ambulantes —carnivals— donde
el brillo de las artes escénicas estaba matizado con la
lucha cotidiana por conseguir el sustento diario. Aquí
LaVey trabajó en un mundo patético pero digno,
poblado de rebeldes, fenómenos, patiños, y rarezas
humanas; y aprendería el arte de la magia de escena,
cuyo éxito depende de el nivevl de distracción que
logre inducir en la atención de su audiencia.
Observaría, no sin cierta dureza, la fascinación que el
hombre "normal" parece tener por sus camaradas
deformes —regodeándose de satisfacción al ver cómo
la desgracia se ensaña con su prójimo en lugar de
ensañarse con uno mismo. Al interesarse cada vez
más en este cruel y licantrópico atributo de la
naturaleza humana, decidió estudiar criminología en
la univrsidad, e incluso llegó a trabajar en calidad de
fotógrafo con el Departamento de Policía de San
Francisco.
Como profesional de circo había tenido la
oportunidad de contemplar el lado carnal del hombre
en su faceta más artística; ahora lo experimentaría en
su aspecto más violento y salvaje. Tres años de vivir
día a día con la sangre, brutalidad y abyecta miseria
que permean la subcultura criminal lo dejaron
hastiado, enfermo, desilusionado y leno de ira hacia la
hipocresía imperante de la sociedad amable. Para
ganarse la vida, se dedicó a tocar el órgano de tubos y
dedicó gran parte de sus esfuerzos a lo que habría de
convertirse en la labor de su vida —la Magia Negra
LaVey había rechazado desde hace mucho tiempo
Ayudó a Clyde Beatty como domador de animales
salvajes y muy pronto desarrolló una fuerte afinidad
por los grandes felinos, misma que marcaría de una
manera bastante curiosa su personalidad. Todas las
criaturas animadas son básicamente bestiales —
razonaba LaVey— y lo único que logran los órdenes
sociales más refinados es, cuando mucho, una
supresión endeble de este salvajismo innato. Del circo
pasaría a las ferias ambulantes —carnivals— donde
el brillo de las artes escénicas estaba matizado con la
lucha cotidiana por conseguir el sustento diario. Aquí
LaVey trabajó en un mundo patético pero digno,
poblado de rebeldes, fenómenos, patiños, y rarezas
humanas; y aprendería el arte de la magia de escena,
cuyo éxito depende de el nivevl de distracción que
logre inducir en la atención de su audiencia.
Observaría, no sin cierta dureza, la fascinación que el
hombre "normal" parece tener por sus camaradas
deformes —regodeándose de satisfacción al ver cómo
la desgracia se ensaña con su prójimo en lugar de
ensañarse con uno mismo. Al interesarse cada vez
más en este cruel y licantrópico atributo de la
naturaleza humana, decidió estudiar criminología en
la univrsidad, e incluso llegó a trabajar en calidad de
fotógrafo con el Departamento de Policía de San
Francisco.
Como profesional de circo había tenido la
oportunidad de contemplar el lado carnal del hombre
en su faceta más artística; ahora lo experimentaría en
su aspecto más violento y salvaje. Tres años de vivir
día a día con la sangre, brutalidad y abyecta miseria
que permean la subcultura criminal lo dejaron
hastiado, enfermo, desilusionado y leno de ira hacia la
hipocresía imperante de la sociedad amable. Para
ganarse la vida, se dedicó a tocar el órgano de tubos y
dedicó gran parte de sus esfuerzos a lo que habría de
convertirse en la labor de su vida —la Magia Negra
LaVey había rechazado desde hace mucho tiempoAyudó a Clyde Beatty como domador de animales
salvajes y muy pronto desarrolló una fuerte afinidad
por los grandes felinos, misma que marcaría de una
manera bastante curiosa su personalidad. Todas las
criaturas animadas son básicamente bestiales —
razonaba LaVey— y lo único que logran los órdenes
sociales más refinados es, cuando mucho, una
supresión endeble de este salvajismo innato. Del circo
pasaría a las ferias ambulantes —carnivals— donde
el brillo de las artes escénicas estaba matizado con la
lucha cotidiana por conseguir el sustento diario. Aquí
LaVey trabajó en un mundo patético pero digno,
poblado de rebeldes, fenómenos, patiños, y rarezas
humanas; y aprendería el arte de la magia de escena,
cuyo éxito depende de el nivevl de distracción que
logre inducir en la atención de su audiencia.
Observaría, no sin cierta dureza, la fascinación que el
hombre "normal" parece tener por sus camaradas
deformes —regodeándose de satisfacción al ver cómo
la desgracia se ensaña con su prójimo en lugar de
ensañarse con uno mismo. Al interesarse cada vez
más en este cruel y licantrópico atributo de la
naturaleza humana, decidió estudiar criminología en
la univrsidad, e incluso llegó a trabajar en calidad de
fotógrafo con el Departamento de Policía de San
Francisco.
Como profesional de circo había tenido la
oportunidad de contemplar el lado carnal del hombre
en su faceta más artística; ahora lo experimentaría en
su aspecto más violento y salvaje. Tres años de vivir
día a día con la sangre, brutalidad y abyecta miseria
que permean la subcultura criminal lo dejaron
hastiado, enfermo, desilusionado y leno de ira hacia la
hipocresía imperante de la sociedad amable. Para
ganarse la vida, se dedicó a tocar el órgano de tubos y
dedicó gran parte de sus esfuerzos a lo que habría de
convertirse en la labor de su vida —la Magia Negra
LaVey había rechazado desde hace mucho tiempo
salvajes y muy pronto desarroll� una fuerte afinidad
por los grandes felinos, misma que marcar�a de una manera bastante curiosa su personalidad. Todas las criaturas animadas son b�sicamente bestiales � razonaba LaVey� y lo �nico que logran los �rdenes sociales m�s refinados es, cuando mucho, una supresi�n endeble de este salvajismo innato. Del circo pasar�a a las ferias ambulantes �carnivals� donde el brillo de las artes esc�nicas estaba matizado con la lucha cotidiana por conseguir el sustento diario. Aqu� LaVey trabaj� en un mundo pat�tico pero digno, poblado de rebeldes, fen�menos, pati�os, y rarezas humanas; y aprender�a el arte de la magia de escena, cuyo �xito depende de el nivevl de distracci�n que logre inducir en la atenci�n de su audiencia. Observar�a, no sin cierta dureza, la fascinaci�n que el hombre "normal" parece tener por sus camaradas deformes �regode�ndose de satisfacci�n al ver c�mo la desgracia se ensa�a con su pr�jimo en lugar de ensa�arse con uno mismo. Al interesarse cada vez m�s en este cruel y licantr�pico atributo de la naturaleza humana, decidi� estudiar criminolog�a en la univrsidad, e incluso lleg� a trabajar en calidad de fot�grafo con el Departamento de Polic�a de San Francisco. Como profesional de circo hab�a tenido la oportunidad de contemplar el lado carnal del hombre en su faceta m�s art�stica; ahora lo experimentar�a en su aspecto m�s violento y salvaje. Tres a�os de vivir d�a a d�a con la sangre, brutalidad y abyecta miseria que permean la subcultura criminal lo dejaron hastiado, enfermo, desilusionado y leno de ira hacia la hipocres�a imperante de la sociedad amable. Para ganarse la vida, se dedic� a tocar el �rgano de tubos y dedic� gran parte de sus esfuerzos a lo que habr�a de convertirse en la labor de su vida �la Magia Negra LaVey hab�a rechazado desde hace mucho tiempoAyud� a Clyde Beatty como domador de animales salvajes y muy pronto desarroll� una fuerte afinidad por los grandes felinos, misma que marcar�a de una manera bastante curiosa su personalidad. Todas las criaturas animadas son b�sicamente bestiales � razonaba LaVey� y lo �nico que logran los �rdenes sociales m�s refinados es, cuando mucho, una supresi�n endeble de este salvajismo innato. Del circo pasar�a a las ferias ambulantes �carnivals� donde el brillo de las artes esc�nicas estaba matizado con la lucha cotidiana por conseguir el sustento diario. Aqu� LaVey trabaj� en un mundo pat�tico pero digno, poblado de rebeldes, fen�menos, pati�os, y rarezas humanas; y aprender�a el arte de la magia de escena, cuyo �xito depende de el nivevl de distracci�n que logre inducir en la atenci�n de su audiencia. Observar�a, no sin cierta dureza, la fascinaci�n que el hombre "normal" parece tener por sus camaradas deformes �regode�ndose de satisfacci�n al ver c�mo la desgracia se ensa�a con su pr�jimo en lugar de ensa�arse con uno mismo. Al interesarse cada vez m�s en este cruel y licantr�pico atributo de la naturaleza humana, decidi� estudiar criminolog�a en la univrsidad, e incluso lleg� a trabajar en calidad de fot�grafo con el Departamento de Polic�a de San Francisco. Como profesional de circo hab�a tenido la oportunidad de contemplar el lado carnal del hombre en su faceta m�s art�stica; ahora lo experimentar�a en su aspecto m�s violento y salvaje. Tres a�os de vivir d�a a d�a con la sangre, brutalidad y abyecta miseria que permean la subcultura criminal lo dejaron hastiado, enfermo, desilusionado y leno de ira hacia la hipocres�a imperante de la sociedad amable. Para ganarse la vida, se dedic� a tocar el �rgano de tubos y dedic� gran parte de sus esfuerzos a lo que habr�a de convertirse en la labor de su vida �la Magia Negra LaVey hab�a rechazado desde hace mucho tiempoAyud� a Clyde Beatty como domador de animales salvajes y muy pronto desarroll� una fuerte afinidad por los grandes felinos, misma que marcar�a de una manera bastante curiosa su personalidad. Todas las criaturas animadas son b�sicamente bestiales � razonaba LaVey� y lo �nico que logran los �rdenes sociales m�s refinados es, cuando mucho, una supresi�n endeble de este salvajismo innato. Del circo pasar�a a las ferias ambulantes �carnivals� donde el brillo de las artes esc�nicas estaba matizado con la lucha cotidiana por conseguir el sustento diario. Aqu� LaVey trabaj� en un mundo pat�tico pero digno, poblado de rebeldes, fen�menos, pati�os, y rarezas humanas; y aprender�a el arte de la magia de escena, cuyo �xito depende de el nivevl de distracci�n que logre inducir en la atenci�n de su audiencia. Observar�a, no sin cierta dureza, la fascinaci�n que el hombre "normal" parece tener por sus camaradas deformes �regode�ndose de satisfacci�n al ver c�mo la desgracia se ensa�a con su pr�jimo en lugar de ensa�arse con uno mismo. Al interesarse cada vez m�s en este cruel y licantr�pico atributo de la naturaleza humana, decidi� estudiar criminolog�a en la univrsidad, e incluso lleg� a trabajar en calidad de fot�grafo con el Departamento de Polic�a de San Francisco. Como profesional de circo hab�a tenido la oportunidad de contemplar el lado carnal del hombre en su faceta m�s art�stica; ahora lo experimentar�a en su aspecto m�s violento y salvaje. Tres a�os de vivir d�a a d�a con la sangre, brutalidad y abyecta miseria que permean la subcultura criminal lo dejaron hastiado, enfermo, desilusionado y leno de ira hacia la hipocres�a imperante de la sociedad amable. Para ganarse la vida, se dedic� a tocar el �rgano de tubos y dedic� gran parte de sus esfuerzos a lo que habr�a de convertirse en la labor de su vida �la Magia Negra LaVey hab�a rechazado desde hace mucho tiempoAyud� a Clyde Beatty como domador de animales salvajes y muy pronto desarroll� una fuerte afinidad por los grandes felinos, misma que marcar�a de una manera bastante curiosa su personalidad. Todas las criaturas animadas son b�sicamente bestiales � razonaba LaVey� y lo �nico que logran los �rdenes sociales m�s refinados es, cuando mucho, una supresi�n endeble de este salvajismo innato. Del circo pasar�a a las ferias ambulantes �carnivals� donde el brillo de las artes esc�nicas estaba matizado con la lucha cotidiana por conseguir el sustento diario. Aqu� LaVey trabaj� en un mundo pat�tico pero digno, poblado de rebeldes, fen�menos, pati�os, y rarezas humanas; y aprender�a el arte de la magia de escena, cuyo �xito depende de el nivevl de distracci�n que logre inducir en la atenci�n de su audiencia. Observar�a, no sin cierta dureza, la fascinaci�n que el hombre "normal" parece tener por sus camaradas deformes �regode�ndose de satisfacci�n al ver c�mo la desgracia se ensa�a con su pr�jimo en lugar de ensa�arse con uno mismo. Al interesarse cada vez m�s en este cruel y licantr�pico atributo de la naturaleza humana, decidi� estudiar criminolog�a en la univrsidad, e incluso lleg� a trabajar en calidad de fot�grafo con el Departamento de Polic�a de San Francisco. Como profesional de circo hab�a tenido la oportunidad de contemplar el lado carnal del hombre en su faceta m�s art�stica; ahora lo experimentar�a en su aspecto m�s violento y salvaje. Tres a�os de vivir d�a a d�a con la sangre, brutalidad y abyecta miseria que permean la subcultura criminal lo dejaron hastiado, enfermo, desilusionado y leno de ira hacia la hipocres�a imperante de la sociedad amable. Para ganarse la vida, se dedic� a tocar el �rgano de tubos y dedic� gran parte de sus esfuerzos a lo que habr�a de convertirse en la labor de su vida �la Magia Negra LaVey hab�a rechazado desde hace mucho tiempoAyud� a Clyde Beatty como domador de animales salvajes y muy pronto desarroll� una fuerte afinidad por los grandes felinos, misma que marcar�a de una manera bastante curiosa su personalidad. Todas las criaturas animadas son b�sicamente bestiales � razonaba LaVey� y lo �nico que logran los �rdenes sociales m�s refinados es, cuando mucho, una supresi�n endeble de este salvajismo innato. Del circo pasar�a a las ferias ambulantes �carnivals� donde el brillo de las artes esc�nicas estaba matizado con la lucha cotidiana por conseguir el sustento diario. Aqu� LaVey trabaj� en un mundo pat�tico pero digno, poblado de rebeldes, fen�menos, pati�os, y rarezas humanas; y aprender�a el arte de la magia de escena, cuyo �xito depende de el nivevl de distracci�n que logre inducir en la atenci�n de su audiencia. Observar�a, no sin cierta dureza, la fascinaci�n que el hombre "normal" parece tener por sus camaradas deformes �regode�ndose de satisfacci�n al ver c�mo la desgracia se ensa�a con su pr�jimo en lugar de ensa�arse con uno mismo. Al interesarse cada vez m�s en este cruel y licantr�pico atributo de la naturaleza humana, decidi� estudiar criminolog�a en la univrsidad, e incluso lleg� a trabajar en calidad de fot�grafo con el Departamento de Polic�a de San Francisco. Como profesional de circo hab�a tenido la oportunidad de contemplar el lado carnal del hombre en su faceta m�s art�stica; ahora lo experimentar�a en su aspecto m�s violento y salvaje. Tres a�os de vivir d�a a d�a con la sangre, brutalidad y abyecta miseria que permean la subcultura criminal lo dejaron hastiado, enfermo, desilusionado y leno de ira hacia la hipocres�a imperante de la sociedad amable. Para ganarse la vida, se dedic� a tocar el �rgano de tubos y dedic� gran parte de sus esfuerzos a lo que habr�a de convertirse en la labor de su vida �la Magia Negra LaVey hab�a rechazado desde hace mucho tiempo