DE CINE ESPAÑOL
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John D. Sanderson
(ed.)
TRAZOS
DE CINE ESPAÑOL
SECRETARIADO DE CULTURA
UNIVERSIDAD DE ALICANTE
© John D. Sanderson
Secretariado de Cultura
Universidad de Alicante
Portada: Marina Pastor
I.S.B.N.: 978-84-7908-917-7
Depósito Legal: MU-707-2007
Fotocomposición e impresión: Compobell, S.L. Murcia
Presentación 9
John D. Sanderson
ACTRICES
Rosana Pastor
DE CORRIENTES Y TENDENCIAS
SOBRE DIRECTORES
Colaboradores 125
PRESENTACIÓN
dad de las películas, en la mayor facilidad para que jóvenes directores realicen su
primer largometraje, en un incremento de coproducciones europeas vinculado a la
entrada de España en la CE y en otros múltiples factores que favorecen, en suma,
una dinámica que posibilite que el volumen bibliográfico sobre el cine español sea
cada vez mayor porque, por fin, hay un corpus de análisis lo suficientemente amplio
y diverso para llegar a conclusiones sólidas.
Los conceptos expresados en el párrafo anterior podrían quedar, sin embargo,
invalidados si se cotejan, por ejemplo, con la trayectoria del cineasta-autor Pedro
Almodóvar. Su irrupción en el cine español y, posteriormente, en los canales de ex-
hibición internacionales (o quizás en el orden inverso, ya que fue el reconocimiento
exterior el que auspició que en su país se le empezara a valorar en su justa medida)
supone, en su momento, un hecho aislado que no representaría la realidad global
del cine español. Su originalidad creativa e independencia económica despiertan
admiración en el exterior y un cierto resquemor entre sus colegas nacionales ante
la demostración de que no es imprescindible el apoyo institucional público para
hacer gran cine. Se trata de un caso atípico, aunque se le considere mundialmente el
director español más representativo. Así y todo, y desde una perspectiva d'auteur, la
voluminosa bibliografía que ha generado su obra sí revela en su cine diversas claves
sobre la realidad social española.
Pero, idealmente, debería ser el análisis de las recurrencias estilísticas per-
cibidas en una cinematografía nacional durante un periodo concreto el que
contribuyera a configurar las coordenadas de actuación interpretativa, aunque
esta cuestión resulte cada día más compleja como resultado de la globalización
económica y cultural. La predominante cinematografía norteamericana sigue
acaparando la exhibición internacional, y España no es una excepción, por lo que
el hábito establecido por su sintaxis cinematográfica afecta a los mecanismos de
recepción. La cadena semiótica de una producción audiovisual nacional puede
optar, entonces, por adecuarse a estos parámetros o por orientarse hacia otras áreas
temáticas y estructuras narrativas no cubiertas por el mastodonte norteamericano
para desarrollar un estilo propio.
El marketing interior es otro factor que también tiene un peso sustancial en la
percepción de una cinematografía. Se empezó hace ya unos años a abandonar la
etiqueta "autoral" como figura de promoción de un cine español hipotéticamente
"comprometido" filosófica y politicamente, tan propio de la época de la Transición.
Atrás quedó el entonces necesario cine de Carlos Saura o Manuel Gutiérrez Ara-
gón, que hoy en día podría parecer algo obsoleto. Ahora se potenciarían en mayor
medida los aspectos comerciales, desde una catalogación más "social" hasta un cine
abiertamente comercial, como puede ser, respectivamente, la obra de Fernando León
de Aranoa analizada en este volumen o la de Fernando Trueba.
Un análisis de la recepción de los espectadores españoles quizás sea una
asignatura pendiente. Ha remitido aquel estigma de rechazo hacia el cine nació-
nal de un amplio sector del público que prefería quedarse en casa en lugar de
ir a una sala para ver una película española, como recuerda María Galiana en
el artículo que abre este volumen. De manera paralela al auge en televisión de
las series nacionales, también surgiría en los patios de butacas un cierto interés
por historias que resulten culturalmente más próximas aunque, como sugeríamos
anteriormente, muchos espectadores sigan identificándose más fácilmente con la
producción cinematográfica de Hollywood; esta no es una tendencia exclusiva-
mente española, sino de una parte considerable del planeta. Pero hay un cierto
cine español que ha sabido conectar con el subconsciente colectivo nacional, so-
bre todo en el caso de la comedia, desde el costumbrismo de Miguel Albaladejo
analizado aquí hasta el esperpento de Santiago Segura y su saga Torrente (ni su
más enquistado detractor podrá negar que ha creado escuela). Al otro extremo
del espectro podríamos encontrar a un Alejandro Amenábar que sabe beber, como
pocos, de las fuentes cinematográficas norteamericanas. Y en medio, navegando
brillantemente entre dos aguas, la ya referida obra de Pedro Almodóvar, en la
que se encuentran tantas referencias al cine de Hollywood envueltas en el kitsch
más hispano imaginable.
Este volumen es el resultado de una selección de ponencias y conferencias im-
partidas por parte de académicos y profesionales del cine que han participado en el
Seminario de Cine y Literatura celebrado en la Universidad de Alicante bajo el título
de Trazos de cine español. Con su recopilación no se pretende más que realizar una
aportación al cada vez más ingente volumen bibliográfico mencionado anteriormente.
Su primer apartado lo componen las intervenciones quizás más memorables para
los asistentes a las jornadas, pues siempre provoca entusiasmo poder departir con
quienes tienen participación directa en la. fábrica de sueños, sobre todo si aparecen
en la pantalla, como las dos estupendas actrices que nos visitaron.
María Galiana se incorporó desde su puesto de profesora de instituto a la profesión
de actriz a una edad avanzada para convertirse, según sus propias palabras, en "la
abuela de España". En una profesión tan propensa al establecimiento de arquetipos,
la película que la catapultó a la fama, Solas (Benito Zambrano, 1999), tiene un peso
específico en su consagración profesional. Además de esto, su participación en la
muy digna (sobre todo en la primera etapa) serie televisiva Cuéntame como pasó
(2000-) le ha dado una popularidad que le abre otros caminos. Su participación en
las jornadas de Alicante, por ejemplo, coincidió con su interpretación del papel
de criada en la producción de Amelia Ochandiano La casa de Bernarda Alba, y
su calidad humana quedó demostrada no sólo por su proximidad con el auditorio
universitario, sino también en su enfrentamiento directo en una rueda de prensa
posterior con el director-gerente del Teatro Principal de Alicante sobre una cuestión
de programación.
Otra personalidad comprometida es Rosana Pastor, actriz de teatro, cine y tele-
visión que ha visitado tanto nuestro campus de Alicante como la sede universitaria
12 John D. Sanderson
1 Escrito conjuntamente con Pablo Pérez y publicado por la editorial Paidós en el año 2004.
Presentación 13
John D. Sanderson
Marzo 2007
J
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MI EXPERIENCIA PROFESIONAL EN EL CINE
ESPAÑOL ACTUAL
María Galiana
VERDAD del personaje, queda siempre a expensas de la capacidad del actor. Rara
vez el director saca de sus actores toda la riqueza que pueden tener como intérpretes,
por lo que son ellos los que han de luchar para llevar brillantemente adelante el tra-
bajo de artistas. Hay que llevarse el personaje hecho al rodaje y, cuando la película
esté terminada, ahí quedará tu trabajo, sin posibilidad de enmienda, con el peligro
de que no vuelvan a llamarte si no ha resultado todo lo bien que se esperaba. O sea,
que te juegas el tipo en cada secuencia.
Hay directores como Benito Zambrano, por ejemplo, que sí moldean y exprimen
(en el mejor sentido) a los actores, pero la mayoría están más preocupados por la
cámara. Y en los primeros planos, cuando haces tu actuación mirando a una cru-
cecita (hecha generalmente con cinta aislante blanca que parece un esparadrapo)
situada en un ángulo del visor, tienes que transmitir alegría, tristeza, reflexión, ira,
amor, etcétera, y arriesgas mucho si el espectador ve en tus ojos que no sientes lo
que dices. Pocos se preocupan por dirigir a los actores; los eligen, la mayoría de las
veces, por su aspecto, por su atractivo y, sobre todo, por su fotogenia.
Vicente Aranda, con el que hice un pequeño papel en Libertarias, me preguntaba
cómo iba a interpretar a la superiora del convento (era mi cometido en esta pelícu-
la). Yo le dije que las hay autoritarias, enérgicas, tiranas, y también comprensivas y
maternales, pero me despistaba porque no me daba una explicación sobre lo que él
quería. Con Zambrano me fue bien, aunque me hizo sufrir mucho; es muy exigente,
pero se agradece el resultado. Eso dicen también de Almodóvar, y si sabes que te
llevará al éxito, todos contentos. Yo, la verdad, es que nunca he tenido un rifi-rafe
con un director. Soy muy disciplinada.
No he sido actriz desde siempre, como casi todo el mundo sabe. Desde que
terminé el bachillerato sabía que quería dedicarme a la docencia, y en eso he tra-
bajado la mayor parte de mi vida. Pero también me he reconocido un don para la
interpretación, aunque no he tenido formación ni estudios actorales, porque nunca
he asistido a cursos y escuelas dramáticas. Unos años antes de la jubilación como
profesora empecé a hacer pequeños papeles en el escenario y en la pantalla. Yo sentía
la necesidad de expresar lo que estaba escrito en obras de teatro y guiones de cine,
vinculada quizás indirectamente a mi especialidad docente (Historia del Arte), pero
a su vez muy distinto.
Empecé en el cine con una película andaluza, Madre in Japan (1985), de unos
jóvenes amigos míos que habían conseguido una subvención y me pidieron que
participara con ellos, ya que sabían de mi experiencia teatral en mi época de estu-
diante con el Teatro Español Universitario. Naturalmente no me pagaron nada, sólo
a algunos profesionales como Raúl Pérez Cubero, que aceptó porque entonces no
tenía ningún otro proyecto (luego me ha dado una gran alegría cuando ha ganado
un Oso de Berlín y dos Goyas gracias a películas de José Luis Garci).
Tres años después José Luis García Sánchez y Juan Diego buscaban una actriz
andaluza para el reparto de Pasodoble; me vieron en aquella película y me contra-
Mi experiencia profesional en el cine español actual 19
taron. Cuando llegué al rodaje quedé asombrada. Era una película coral filmada en
Córdoba con Fernando Rey, Juan Diego, Kitty Manver, etc. Yo me sentía muy actriz,
creía que todo lo que hacía era bueno y estaba muy bien; luego te pones a analizar
tu trabajo en frío y no lo era tanto, pero la verdad es que Pasodoble fue el arranque
de mi nueva vida profesional. Gracias a muchos pequeños papeles como este he
intervenido en un montón de películas (no llevo la cuenta pero, por lo menos, treinta
o incluso más), y gracias también a mi estrecha relación con García Sánchez (he
trabajado con él en nueve o diez ocasiones) he conocido a otros directores, como
Fernando Trueba, que me escogió para el reparto de Belle Epoque. Cuando recibió
el Óscar como mejor película de habla no inglesa, mi familia me gastaba bromas
diciéndome que, al menos, me correspondería "la uñita del dedo meñique del tío
Óscar".
Para que una película constituya una obra de arte son necesarios muchos y va-
riados factores, pero la base está, ante todo, en un buen guión. Yo he leído algunos
guiones verdaderamente buenos, pero sucede a menudo que los directores se empeñan
en incluir en la película todos los planos que les parecen bellos, y en realidad no
son más que añadidos superficiales que tratan de relacionar el mundo personal del
director con la historia que quiere contarnos. Así los rodajes se convierten en una
vorágine de ideas (algunas gratuitas) con una dispersión que distrae al espectador
y lo aisla de la propia película; al espectador se le "pierde" y ya no hay modo de
recuperarlo, no vuelve a ser captado por una magia que es la ficción cinematográfi-
ca. De ahí que la figura del montador (ahora se dice editor) sea tan importante para
realizar la "poda" de todo lo que sobra, de todo lo que no añade nada relevante a la
película, de lo que desvirtúa al guión original. Es importante que director y editor
se comprometan, porque este último pocas veces goza de la necesaria independencia
en su trabajo.
En mi modesta opinión, pero que sé compartida por gente del cine, en España no
abundan los buenos guionistas. Tenemos uno excepcional que ya ha cumplido los
ochenta años, Rafael Azcona, que escribe películas con una mezcla de esperpento,
ironía y escepticismo que resultan muy españolas. Se queda a un pequeño paso de
conseguir que nos riamos de verdad de nosotros mismos, como tan estupendamente
hacen los ingleses. Azcona es muy prolífico, es el guionista de películas que han
sido grandes aciertos, como El pisito, El verdugo, Tirano Banderas (adaptación
de una obra de Valle Inclán) o Suspiros de España y Portugal entre otras. Pero en
ocasiones la plasmación en imágenes de sus fantásticos guiones no estaba, ni mucho
menos, a la altura.
No es de extrañar que los directores españoles que más triunfan (Fernando León
de Aranoa, Alejandro Amenábar y, a la cabeza de todos, Pedro Almodóvar) sean
autores de los guiones en los que se basan sus películas. Sin embargo, no pueden
ser más distintos entre sí. León de Aranoa busca el desarrollo de una sola idea, sin
ramificaciones superficiales de ningún tipo, y dedica toda la película al desenvolví-
miento de esa idea base. Almodóvar, por el contrario, tiene una riqueza creativa tan
fuera de lo común y tal originalidad que se le ocurren todo tipo de sub-tramas que
funcionan maravillosamente tanto argumental como visualmente y, al mismo tiempo,
encajan como un puzzle en la historia principal que quiere contarnos. Dos tipologías
de cine, aunque con una característica común: son directores-guionistas.
En mi caso, el reconocimiento por parte del público me ha venido de mi encuentro
con uno de estos directores-guionistas: Benito Zambrano. Cuando se me presentó
la oportunidad de interpretar un guión tan bueno como el de Solas, comprendí que
había que trabajarlo con el mismo espíritu, la misma intención y la misma emoción
con que había sido escrito. Así se lo dije a Zambrano: "Si conseguimos realizar la
película como está en el guión, va a ser preciosa."
A mí me costó lo mío conseguir mi papel. Yo no tenía nada que ver con la Rosa
(la madre) que Benito tenía en la cabeza: una mujer pequeña ("sequita", como
dicen en Andalucía), consumida por la vida, quemada por el sol y el trabajo, arru-
gada y analfabeta. Yo aportaba mis comentarios al guión como si se tratara de un
texto literario, analizando y desmenuzando los personajes y las escenas (la verdad
es que disfruté una enormidad haciéndolo); yo era una universitaria acostumbrada
. a enfrentarme con autores y desentrañarlos, algo que a Benito le resultaba de lo
más repelente, creo yo. Para colmo, sé notaba a la legua que no tengo nada de
campesina, ni creo que parezca torturada por la vida y los trabajos durísimos de los
jornaleros andaluces. Pero lo conseguí, y para ello me valió, sobre todas las cosas,
el conocimiento, el trabajo de la inteligencia sobre el análisis de esa mujer; más que
la intuición (que también para una actriz es valiosísima), el ser capaz de encarnar
la vida y el mundo desde Rosa, mi personaje. Por eso, cuando el público pensó que
Zambrano me había elegido entre las mujeres de su pueblo para hacer la película,
fue un orgullo para mí.
Algo parecido me había pasado ya con Basilio Martín Patino en su "pseudo-
documental" La seducción del caos. Aparte de Adolfo Marsillach, que ejercía de
presentador, éramos sólo dos actrices entre un conjunto de figurantes no profesionales:
Kitty Manver y yo. A mí me pusieron de guardesa de una finca y todo el que la vio
creía que era auténtica. Era un programa piloto para una serie televisiva que ganó
el premio de televisión en el festival de Cannes. Luego Televisión Española no lo
aprobó, y ese proyecto tan maravilloso se quedó sin hacer.
Volviendo a Solas, Zambrano escribió sobre algo que conoce a la perfección, las
mujeres (y los hombres) del pueblo donde nació, Lebrija, en la provincia de Sevilla.
Escribe sobre las mujeres que trabajan en el campo, que recogen algodón o aceitunas,
que llevan a sus hijos pequeños a la faena y los cuidan mientras trabajan; sobre las
chicas jóvenes que huyen de esta vida, y al llegar a la ciudad sólo pueden, porque
no saben hacer otra cosa, limpiar oficinas por la noche. Escribe sobre el hombre de
pueblo, que se considera un hombre como es debido porque en su casa nunca faltó de
comer, aunque se le escapara alguna que otra bofetada a su esposa. Que se presente
Mi experiencia profesional en el cine español actual 21
imaginar el rumbo que iba a tomar la historia. Había algunos, que, ante cualquier
prueba inesperada de vestuario, pensaban que les iba a sorprender una "muerte" a
la vuelta de la esquina. De vez en cuando Loach nos daba unos folios con algunas
escenas del guión. Respetando las situaciones podíamos hacer nuestros los diálogos,
aportar nuestra impronta personal, el bagaje que tener un pasado como personajes nos
brindaba —rodábamos por orden cronológico, de manera que los personajes tenían
un ayer real. El grupo de milicianos estaba formado por actores y no actores, y lo
mismo sucedía con el resto de personajes de la película. Todos tuvimos en algún
momento que abordar situaciones que, al no venir pormenorizadas en un guión, nos
abocaban a poner en juego nuestra propia mirada sobre el asunto, a argumentar con
nuestras propias palabras. Nadie estaba allí por casualidad. Ken Loach escuchó a
través de entrevistas y audiciones a todos y cada uno de los que estuvimos delante
de la cámara.
Una de las grandes satisfacciones que me dio Tierra y libertad fue la posibilidad
de conocer a los auténticos protagonistas de aquella historia. Durante la preparación
del rodaje, a través de charlas y encuentros organizados, conocimos a algunos de
los que realmente "estuvieron allí", que generosamente compartieron con nosotros
sus vivencias y recuerdos. Hombres y mujeres comprometidos con su tiempo que
lo entregaron todo. Una vez estrenada la película tuve ocasión de viajar a distintas
ciudades europeas con motivo de su presentación. Muchos luchadores, supervivientes
de las Brigadas Internacionales, se acercaban a las salas en las que se proyectaba
la cinta. Hoy en día, mas de diez años después, sigo sintiéndome privilegiada por
haberles conocido y haber escuchado de sus labios la historia que fue silenciada, su
relato sin un atisbo de resentimiento. Privilegiada y profundamente agradecida.
Unos meses después del estreno de Tierra y libertad tuve una entrevista con el
director Robert Dornhelm. Venía a Madrid en busca de la protagonista femenina de
su nueva película, A Further Gesture, un thriller que narraba la historia de un mili-
tante del IRA (Stephen Rea) que, tras participar en una fuga colectiva de la prisión
en la que se halla recluido, huye a Estados Unidos intentando dejar atrás su pasado.
La fatalidad le perseguirá, ya que en su nuevo destino conoce a tres guatemaltecos
(interpretados por Alfred Molina, Jorge Sanz y yo) que, sorprendentemente, le lle-
varan a encontrarse con aquello de lo que intentaba huir.
Dornhelm había entrevistado a actrices del ámbito latino en E.E.U.U. con objeto
de encontrar a la partenaire de Rea, de nacionalidad guatemalteca según el guión.
Finalmente decidieron buscar en España, aunque la película no contaba con partici-
pación española en la producción. Fui convocada —fuimos varias actrices del pano-
rama nacional— a una entrevista-ca,stmg con el director y dos de los co-productores.
Después de una sesión de trabajo a las órdenes del director me preguntaron si podría
desplazarme a Irlanda para tener un breve encuentro con el protagonista. La actriz
que interpretase el personaje de Mónica debía contar también con el beneplácito de
Stephen Rea, cuyo peso en el reparto le facultaba para tener voz en la elección de
Mientras rodaba en Nueva York A Further Gesture recibí una llamada telefónica
del director peruano Alberto Durant, de quien yo había visto Alias la Gringa. Prepa-
raba una nueva película y necesitaba una actriz que interpretase el personaje de una
cooperante española. Había visto Tierra y libertad, y tenía interés por conocerme.
Su co-productor español, Fernando Colomo, le había facilitado el contacto conmigo.
La película contaba también con una pequeña participación de Luxemburgo.
Coraje narra la historia de la peruana María Elena Moyano, líder de la Federa-
ción Popular de Mujeres de Villa El Salvador, asesinada por Sendero Luminoso en
1992. A principios de los 70 un numeroso grupo de familias populares, llegadas de
los aledaños de la ciudad de Lima en busca de una mejora de sus condiciones de
vida y "un lugar donde caerse muertos", formó uno de los mayores asentamientos
humanos: Villa El Salvador. Para hacer frente al hambre y la miseria, las mujeres se
organizaron creando comedores populares y los Comités del Vaso de Leche. Salieron
de sus casas y ocuparon un espacio público. Los pobladores de Villa intentaron la
construcción, en pequeño, de una sociedad distinta. Consiguió ser un pueblo recono-
cido nacional e internacionalmente por sus niveles de organización, participación y
lucha. Fue ejemplo de autogestión. En 1987 España le otorga el Premio Príncipe de
Asturias y es proclamada "Ciudad mensajera de la paz". En aquel momento María
Elena Moyano era teniente alcaldesa de distrito.
La propuesta era tan estimulante y atractiva que me embarqué en ella con toda
mi ilusión. Cuando llegue a Villa, en el año 1997, tenía más de 300.000 habitantes
y en sus calles estaban vivos los ecos del brutal asesinato de María Elena; casi nadie
quería hablar del tema, aún había miedo. Allí no llegaron los trailers gigantescos
de mi anterior coproducción norteamericana. Si queríamos maquillaje, nos maqui-
llábamos nosotras mismas. El vestuario fue un revoltijo entre piezas prestadas y de
mercadillo. El catering era cocinado por la madre de nuestro productor, y consistía
básicamente en arroz blanco, pollo cocido y aguacate; lo traía el mismo productor
en envases tupperware. Las condiciones del rodaje estaban acordes con la realidad
económica y social del país. Nadie se quejaba ni pedía cobrar horas extras. Cada vez
que se daba motor todo el mundo sabía que aquello era una oportunidad única.
Para mí fue extraordinario vivir todo aquello. En España Coraje se presentó a
concurso en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, consiguió el premio del
público y una mención a la actriz protagonista. No llegó a estrenarse comercialmente
y tampoco consiguió distribución. En Lima fue un acontecimiento: el asesinato se
había producido en 1992 y la película se rodó en 1997, entre dudas soterradas sobre
la autoría de Sendero.
Ese mismo año, en el Festival de Cine de San Sebastián, concerté una entrevista
con George Sluizer, con quien ya había mantenido algún contacto telefónico. Era
el director holandés de Spoorloos (1988), que, tras su éxito internacional, le llevó a
dirigir su remake norteamericano con el título de The Vanishing (1993). Me ofreció
participar en su nueva película basada en la novela The Commissioner, del escritor
nacionalidades en un reparto como una mera cuota para que la película se ruede no
es solución. Estamos ante un panorama tan vasto que es imposible aproximar una
opinión ante lo que nos aguarda. Al referir algunas de las particularidades de estos
rodajes, intento dejar entrever que no los hace distintos la nacionalidad sino las per-
sonas que participan en ellos. Cada película es un país, pero no por la localización
en la que se lleve a cabo ni por la nacionalidad de sus equipos. Es un país porque
cada director, al conformar un equipo e interrelacionarse con él, está creando una
geografía de perfiles humanos única e irrepetible.
Cada director es un universo que hay que descifrar. He encontrado muchos di-
rectores que me han dado libertad a la hora de crear mi personaje. Otros han sido
más celosos de su propia visión. Por lo general, me siento cómoda cuando puedo ir
componiendo el personaje a través de conversaciones con el director y completando
con los elementos que, por mi cuenta, voy recopilando. A esta forma de trabajar la
denomino autonomía tutelada: establezco con el director una línea de personaje,
asentada sobre la base de nuestras conversaciones y, a partir de ahí, yo escojo cómo
contar aquello que ha de contarse. Los dos sabemos en qué terreno se mueve el
personaje, y así es fácil procesar las indicaciones de dirección sobre la marcha.
Rodar en un país distinto no debería marcar la diferencia, pero sí es cierto que,
en cinematografías con precariedad económica, buena parte del éxito (al menos
en lo que al rodaje se refiere) radica en la entrega de las personas. Además, en mi
opinión, cuando se trabaja fuera del lugar de residencia habitual es más fácil im-
buirse en la piel del personaje, sin regresar a tu casa al terminar la jornada a tener
que hacerte cargo de tu correo, poner la lavadora, preparar tu desayuno... Yo tengo
la sensación de que cuando ruedo fuera de la ciudad en la que vivo, es como si no
existiesen apenas fracturas que me separan del personaje. Fuera del entorno cotidiano
me despojo más fácilmente del "yo", y puedo, si así lo deseo, vivir con el personaje
las veinticuatro horas del día. Moverme en una realidad distinta a la mía y dejarme
modificar por ella.
Durante un rodaje las relaciones entre actores no son siempre fáciles. El instru-
mento de trabajo de un actor es él mismo, lo que surge de su interior, sus emocio-
nes. Se trabaja en un estado de vulnerabilidad grande. Por eso uno puede sentirse a
veces muy expuesto, inseguro, tender a protegerse, temer el rechazo y generar, en
consecuencia, reacciones que no son siempre deseables. Tenemos, como todos los
seres humanos, momentos brillantes y momentos oscuros. Sometidos a un ritmo de
trabajo muy intenso por un espacio de tiempo relativamente breve, es normal que
a veces se disparen los nervios. Este es un mundo que pone ciertas interioridades
al descubierto.
Si echo la vista atrás, veo indefectiblemente las señas de mi identidad en la mayor
parte de mis elecciones. Una identidad que se ha ido configurando poco a poco.
Repaso también, como decía antes, la lista mental de todas aquellas películas que
me ofrecieron hacer y no hice; las que hubiese querido hacer y no pude. Juego a
imaginar qué hubiese pasado, donde estaría ahora, cómo sería mi vida. No llego a
ninguna conclusión, quiero creer que he vivido la vida que he escogido vivir. Aun-
que no puedo engañarme; en el fondo, como alguien decía, escogemos solo unas
pocas cosas. Entre ellas, la actitud con que nos colocamos ante la vida, y ahí tengo
todavía mucho por aprender. Hoy por hoy, sigo deseando aprenderlo mientras soy
actriz y hago películas.
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ADAPTACIONES CINEMATOGRÁFICAS
DE LA LITERATURA ESPAÑOLA
EN EL CINE ESPAÑOL (1975-2000):
SELECCIÓN, FORMAS Y ESTILOS1
Susana Cañudo
INTRODUCCIÓN
1 Este trabajo se inscribe en el marco de la tesis doctoral en curso Cine, literatura y traducción,
supervisada por el Dr. Luis Pegenaute, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Gran parte de
la investigación llevada a cabo para este trabajo ha tenido lugar en la Universidad de Leipzig, gracias
a una beca de la Fundación La Caixa y el DAAD. Quisiera expresar mi agradecimiento a estas insti-
tuciones por su apoyo financiero, y al Instituto de Lingüística aplicada y traductología de Leipzig, en
especial al Prof. Dr. Wotjak, por su generosa acogida.
2 Para más información sobre la Teoría de los polisistemas véase I. Even-Zohar, Polysystem
Studies, número especial de Poetics Today 11:1, 1990; G. Toury, Descriptive Translation Studies and
Beyond, Amsterdam y Filadelfia, John Benjamins, 1995; T. Hermans, Translation in Systems, Descriptive
and Systemic Approaches Explained, Manchester, St. Jerome, 1999; M. Iglesias Santos, Teoría de los
polisistemas, Madrid, Arco Libros, 1999.
36 Susana Cañuelo
3 Quisiera aclarar qué se entiende por sistema cinematográfico español. En realidad, habría
que hablar de "sistema fílmico cinematográfico", que es aquel, dentro del conjunto audiovisual, que
comprende las películas concebidas para el cine y el conjunto de las actividades cinematográficas en
las que están envueltas. En cuanto a la categoría "español", me refiero aquí al sistema cinematográfico
relativo al territorio español, y no aquél en el que se habla castellano, como Latinoamérica y antiguas
colonias en África. El sistema español comprende, por otra parte, manifestaciones culturales en gallego,
catalán y euskera.
Adaptaciones cinematográficas de la literatura española en el cine español (1975-2000) 37
7% Resto de la cinematografía
sm Adaptaciones de obras
—I literarias españolas
: j Otras adaptaciones
Tabla 1
PRODUCCIÓN CINEMATOGRÁFICA GENERAL Y PRODUCCIÓN DE AC
(1975-2000)
Adaptaciones de Otras
Total películas Total
Año obras literarias adaptaciones (al Resto
españolas adaptaciones
españolas (cine) cine)
1975 110 27 16 14,55% 11 83
1976 107 28 25 23,36% 3 79
1977 102 26 18 17,65% 8 76
1978 107 17 12 11,21% 5 90
1979 89 19 13 14,61% 6 70
1980 118 16 15 12,71% 1 102
1981 137 16 11 8,03% 5 121
1982 146 20 8 5,48% 12 126
1983 99 17 11 11,11% 6 82
1984 75 17 12 16,00% 5 58
1985 77 15 6 7,79% 9 62
1986 60 20 12 20,00% 8 40
1987 69 19 17 24,64% 2 50
1988 63 19 13 20,63% 5 44
1989 48 15 13 27,08% 2 33
1990 47 11 8 17,02% 3 36
1991 64 26 19 29,69% 7 38
1992 52 14 7 13,46% 7 38
1993 56 12 8 14,29% 4 44
1994 44 7 7 15,91% 0 37
1995 59 13 8 13,56% 5 46
1996 91 20 15 16,48% 5 71
1997 80 21 15 18,75% 7 59
1998 65 20 11 16,92% 9 45
1999 82 17 12 14,63% 5 65
2000 98 17 13 13,27% 4 81
Totales 2.145 469 325 15,15% 144 1.676
160
140
120
100
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producción (hasta un 16%) estaba formada por subproductos "S", una categoría creada
tras la desaparición de la censura para filmes violentos o explícitamente sexuales,
sólo permitidos en salas especiales. Debido a lo reducido de su presupuesto y a su
popularidad, estos filmes resultaban muy rentables, sobre todo porque contribuían a
obtener las deseadas licencias de doblaje. De este tipo de filmes podemos encontrar
en el corpus películas tan dispares como Carne apaleada (Javier Aguirre, 1978),
Caniche (Bigas Luna, 1979), Frente al mar (Gonzalo García Pelayo, 1979), Jóve-
nes viciosas (Manuel Iglesias, 1980), La noche de los sexos abiertos (Jesús Franco,
1982), etc.
Los acuerdos entre la industria cinematográfica y las televisiones también influ-
yeron en la producción de cine español. Las primeras aportaciones financieras por
parte de la televisión se remontan al denominado "Decreto de los mil trescientos
millones" de 1979 que, retrasado por problemas burocráticos, no empezó a dar fru-
tos para el cine hasta 1982. Se trataba de un acuerdo con RTVE para la producción
de dos películas y quince series de televisión, alguna de las cuales, a su vez, sería
convertida luego en filme para exhibir en salas. Este proyecto dio lugar a series te-
levisivas de amplia audiencia y a unas cuantas adaptaciones de calidad, todas ellas
basadas en obras de prestigiosos escritores españoles. Algunos títulos destacados
de los incluidos en el corpus son: La Plaga del diamant (Francisco Betriú, 1982),
Valentina y Crónica del alba (Antonio Betancor, 1982 y 1983), La colmena (Mario
Camus, 1982), etc.4
A partir de 1983 se advierte un descenso pronunciado en la producción. Esto se
debió a la crisis generalizada del sector cinematográfico (irrupción del vídeo, pro-
liferación de canales de televisión, disminución del número de espectadores, cierre
masivo de salas, etc.) y a la famosa "Ley Miró" (1983) que, además de eliminar
la prolífica categoría "S", introducía importantes transformaciones relativas a las
subvenciones y las cuotas de distribución y de pantalla. El objetivo era impulsar
una producción más selectiva para aumentar la competitividad del cine español en
el mercado nacional y el internacional. Esta legislación favoreció la realización de
adaptaciones de autores de prestigio, por cuanto la recurrencia a sus obras aparecía
a los ojos de las autoridades como sinónimo de calidad garantizada. Como señala
Monterde (2002: 495): "ninguna comisión de valoración de proyectos podía atreverse
a negar la subvención anticipada a proyectos que, sobre el papel, unían repartos y
directores aparentemente solventes con guiones extraídos de obras indiscutibles de
autores como Valle-Inclán, García-Lorca, Sender, Martín Santos o Delibes". La ten-
4 En los últimos años del periodo que nos ocupa, la aparición de nuevos canales motivó la
proliferación de contenidos con los que llenar las horas de emisión, lo cual llevó a la mayoría de las
televisiones a participar en un gran número de proyectos a cambio de obtener los derechos de emi-
sión, especialmente a partir de 1999, cumpliendo así, además, con las obligaciones impuestas por la
transposición a la legislación española de la normativa europea (la directiva denominada comúnmente
"Televisión sin fronteras"), que establece cuotas de emisión e inversión en producción europea.
40 Susana Cafluelo
dencia a adaptar obras de la literatura española, aunque no era nueva, se vio reforzada
desde entonces. Se constata así que "el Estado democrático podía tener, contra lo
que cabría esperar, no sólo criterios políticos a la hora de conceder subvenciones,
sino también temáticos y hasta estéticos" (Torreiro 2000: 376).
En los noventa, la legislación favoreció una fuerte renovación generacional, gra-
cias, entre otras cosas, al evidente impulso a los nuevos realizadores a través de las
ayudas anticipadas, desde 1996 ya sólo reservadas a las óperas primas. Asimismo,
los productores también apostaron por los directores jóvenes, poniendo a su disposi-
ción presupuestos hasta entonces nunca vistos en el cine español para la realización
de filmes orientados a la búsqueda del espectador (consecuencia, por otra parte, de
una política de protección que obligaba a competir por el mercado). El número de
debutantes en los noventa se situó en torno a los doscientos, entre los que se podría
mencionar a Juanma Bajo Ulloa, Julio Medem, Alex de la Iglesia, Gracia Querejeta,
Alejandro Amenábar, Fernando León de Aranoa, Icíar Bollaín, Benito Zambrano,
y un largo etcétera.
Aunque existe la idea generalizada de que en los noventa no se acude a la tradi-
ción literaria de manera tan frecuente como en etapas anteriores, lo cierto es que las
cifras hablan por sí solas: el porcentaje más alto de todo el periodo se da en 1991
(29,69%), y a lo largo de toda la década no se baja de un 13,27% de adaptaciones
de obras literarias españolas en el conjunto de la producción cinematográfica anual.
Lo que ocurre, es que, por un lado, la presencia literaria en la base de los guiones
se hizo más evidente en los ochenta debido a la disminución del número de filmes,
y, por otro, que, salvo excepciones, las adaptaciones de los noventa no vinieron
firmadas por los autores del citado relevo generacional, cuyos filmes fueron los
que tuvieron mayor resonancia, tanto en taquilla como entre la crítica. Los jóvenes
que se iniciaron en la realización en esta década constituyen "una promoción que
bebe prioritariamente de la cultura de la imagen, del cómic, el video-clip, el cine
de animación, la publicidad, el fantástico y ciertos tótems de la subcultura trash;
y que en general no ha dado muestras de un gran interés por la cultura literaria"
(Torreiro 2002: 148).
Veamos ahora cuáles han sido los factores que, al margen de la legislación y la
coyuntura económica, han podido influir en la selección de las obras literarias y la
configuración de las adaptaciones.
GÉNEROS
algunos filmes se basan en cuentos o relatos cortos, como es el caso de El dragón del
Patriarca (Jaime Bayarri, 1979), El sur (Víctor Erice, 1983), El perqué de totplegat
(Ventura Pons, 1995) o La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999).
Un 21% de películas está basado en piezas teatrales, y tan sólo seis filmes han
tomado como punto de partida obras líricas. De estos últimos, dos se basan en
el Libro de buen amor, del Arcipreste de Hita, un poema de evidente contenido
narrativo (El libro de buen amor, Tomás Aznar, 1975; El libro de buen amor II,
Jaime Bayarri, 1977). Otras tantas se basan respectivamente en el Cantar de Mió
Cid (El Cid cabreador, Angelino Fons, 1983) y en los Cuentos del Conde Lucanor
(El retablo de Maese Pelos, Luis Enrique Torán, 1976); composiciones líricas, pero
también de contenido narrativo.
Las adaptaciones de obras dramáticas suelen responder a la voluntad de rentabilizar
el éxito escénico en otro formato. De los 67 títulos basados en obras teatrales, nada
menos que 44 fueron realizados entre 1975 y 1989. Es decir, en los noventa tan sólo
se filmaron 23 películas a partir de piezas teatrales, alguna de gran éxito, como El
perro del hortelano (Pilar Miró, 1995) o ¡Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1990). Según
Torreiro (2002: 156-157), esto se explica, por una parte, por la "propia dispersión
de las carteleras teatrales", cada vez más ligadas a sus contextos autonómicos, y,
por otra parte, por el cambio en los hábitos de consumo culturales del público que
con más frecuencia acude al cine, los jóvenes de 15-25 años, "que no sólo ha de-
sertado de la cultura de la letra impresa, sino también de las formas tradicionales
de representación: teatro y toda clase de manifestaciones musicales que no sean las
propias de la cultura rock".
AUTORES
En cuanto a los autores de las obras literarias que han dado lugar a las películas
que forman el corpus, la Tabla 2 muestra cuáles han sido los más adaptados. Miguel
Delibes es, con nueve películas, el escritor que más veces se ha podido ver en las
pantallas españolas. Le siguen Juan Marsé, Alberto Vázquez Figueroa y Fernando Viz-
caíno Casas, todos ellos con seis obras adaptadas en el periodo 1975-2000. Federico
García Lorca, Manuel Vázquez Montalbán y Arturo Pérez Reverte han sido adaptados
en cinco ocasiones cada uno. Y, finalmente, Valle-Inclán, Eduardo Mendoza, Alfonso
Paso y Ramón J. Sender presentan cada uno cuatro obras en el corpus.
Los autores clásicos de siglos pretéritos están presentes a lo largo de todo el
período (con algunos importantes éxitos los últimos cinco años): Lope de Vega (El
perro del hortelano, 1995), Cervantes (La noche más hermosa, 1984; Don Quijote
de Orson Welles, 1995), Fernando de Rojas (La Celestina, 1996), Quevedo (El
Buscón, 1976), Pérez Galdós (Doña Perfecta, 1977; El abuelo, 1998), Juan Valera
(Pepita Jiménez, 1975), Gustavo Adolfo Bécquer (La cruz del diablo, 1975), Tirso
de Molina (Don Juan, mi querido fantasma, 1990), etc.
42 Susana Cañuelo
Tabla 2
AUTORES MÁS ADAPTADOS EN EL PERIODO 1975-2000
Autor Adaptaciones
Retrato de familia (A. Giménez Rico, 1976)
La guerra de papá (A. Mercero, 1977)
Función de noche (J. Molina, 1981)
Los santos inocentes (M. Camus, 1984)
Miguel Delibes El disputado voto del Sr. Cayo (A. Giménez Rico, 1986)
El tesoro (A. Mercero, 1990)
La sombra del ciprés es alargada (L. Alcoriza, 1990)
Las ratas (A. Giménez Rico, 1997)
Una pareja perfecta (F. Betriú, 1998)
Libertad provisional (R. Bodegas, 1976)
La oscura historia de la prima Montse (J. Cadena, 1977)
La muchacha de las bragas de oro (V. Aranda, 1980)
Juan Marsé
Ultimas tardes con Teresa (G. Herralde, 1984)
Si te dicen que caí (V. Aranda, 1989)
El amante bilingüe (V. Aranda, 1993)
El perro (A. Isasi Isasmendi, 1977)
Oro rojo (A. Vázquez Figueroa, 1978)
Manaos (A. Vázquez Figueroa, 1979)
Alberto Vázquez Figueroa
L'ultimo harem (S. Garrone, 1981) (en italiano)
Tuareg (E. Castellari, 1983) (en italiano)
La iguana (M. Hellman, 1989) (en inglés)
Niñas... al salón (V Escrivá, 1977)
La boda del señor cura (R. Gil, 1979)
Hijos de papá (R. Gil, 1980)
Femando Vizcaíno Casas
Y al tercer año, resucitó (R. Gil, 1980)
De camisa vieja a chaqueta nueva (R. Gil, 1982)
Las autonosuyas (R. Gil, 1983)
A un dios desconocido (J. Chávarri, 1977)
Bodas de sangre (C. Saura, 1981)
Federico García Lorca Nanas de espinas (R Távora, 1984)
La casa de Bernarda Alba (M. Camus, 1987)
Yerma (P. Távora, 1998)
Tatuaje (Bigas Luna, 1978)
Asesinato en el Comité Central (V. Aranda, 1982)
Manuel Vázquez
Los mares del sur (M. Esteban Marquilles)
Montalbán
El laberinto griego (R. Alcázar, 1992)
El pianista (M. Gas, 1999)
Adaptaciones cinematográficas de la literatura española en el cine español (1975-2000) 43
En los ochenta se advierte una preferencia por los escritores republicanos y exi-
liados, y por aquellos que se iniciaron en la literatura en la posguerra y en los años
cincuenta. Tras la dictadura, urgía dar cuenta del pasado más reciente y recuperar
a quienes estuvieron silenciados por la censura. Por citar sólo a algunos: Rosa
Chacel {Memorias de Leticia Valle, 1979), Wenceslao Fernández Flórez (Volvoreta,
1976; El bosque animado, 1987), Mercé Rodoreda (La Plaga del diamant, 1982),
Camilo J. Cela (Pascual Duarte, 1976; La colmena, 1982...), Antonio Buero Vallejo
(Esquiladle, 1989...), Martín Santos (Tiempo de silencio, 1986), Ramón J. Sender,
Federico García Lorca, Miguel Delibes, etc.
En los noventa, por el contrario, se da una mayor tendencia hacia lo contempo-
ráneo, con obras de escritores en activo, como Antonio Muñoz Molina (Beltenebros,
1991; El invierno en Lisboa, 1991; Plenilunio, 2000), Almudena Grandes (Las edades
de Lulú, 1990; Malena es un nombre de tango, 1996; Aunque tú no lo sepas. 2000),
Manuel Rivas (La lengua de las mariposas, 1999) o Eduardo Mendicutti (El palomo
cojo, 1995). Muchos de ellos incluso eran jovencísimos debutantes en la literatura,
como Ray Loriga (La pistola de mi hermano, 1997), José Ángel Mañas (Historias
del Kronen, 1995; Mensaka, 1998), Daniel Valdés (Baílame el agua, 2000) o Belén
Gopegui (Las razones de mis amigos, 2000).
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44 Susana Cañudo
Esta tendencia hacia la actualidad de los noventa, que Heredero bautizó como
"urgencia del presente"5, está relacionada con el deseo de renovar el panorama
cinematográfico e intelectual en general, pero también con la necesidad de rápida
rentabilización de los productos, no sólo por parte del cine, sino también de las
editoriales. Así lo subraya Monterde (2002: 503): "Esa política de adaptación de
best-sellers es inherente a la aparición de éstos en el mercado español en una medida
que los años setenta o incluso los ochenta no habían contemplado".
DIRECTORES Y GUIONISTAS
En lo que respecta a los directores, son un total de 174 los que están representados
en el corpus. La mayoría de ellos (62%) realizó una sola adaptación. El 15% realizó
dos, y el 11% tres. Así que, salvo unas pocas excepciones, no se trata de un género,
técnica o recurso que se concentre en unos pocos directores. Pero sí que hay unos
pocos realizadores con una cantidad de adaptaciones considerable. La Tabla 3 muestra
los directores que más adaptaciones realizaron en el período que nos ocupa.
Tabla 3
DIRECTORES QUE MÁS AC REALIZARON EN EL PERIODO 1975-2000
Autor Adaptaciones
- La muchacha de las bragas de oro (1980)
- Asesinato en el Comité Central (1982)
- Fanny Pelopaja (1984)
- Tiempo de silencio (1986)
- El Lute (camina o revienta) (1987)
Vicente Aranda
- El Lute II (mañana seré libre) (1988)
- Si te dicen que caí (1989)
- El amante bilingüe (1993)
- La pasión turca (1994)
- La mirada del otro (1998)
- Los pájaros de Baden-Baden (1975)
- La colmena (1982)
- Los santos inocentes (1984)
- La casa de Bernarda Alba (1987)
Mario Camus
-La rusa (1987)
- Adosados (1996)
- La vuelta del Coyote (1998)
- La ciudad de los prodigios (1999)
Aranda es, sin duda, el director con más AC en el corpus, pues realizó un total
de diez. Le siguen de cerca Mario Camus y Rafael Gil, que llevaron a la pantalla un
total de ocho obras cada uno. Por su parte, siete fueron las obras que adaptó Ventura
46 Susana Cañuelo
Pons. Y, finalmente, seis fueron las de Imanol Uribe, José Luis García Sánchez,
Gonzalo Suárez y Pedro Lazaga.
Algunos de estos autores fueron muy prolíficos en general (sobre todo aquellos
que estuvieron en activo en los setenta), por lo que una gran cantidad de AC no es
necesariamente sinónimo de una predilección por ellas. Así, Javier Aguirre tiene
cinco adaptaciones6 en el período 1975-2000, pero en esos mismos años realizó
un total de 37 películas, por lo que las adaptaciones sólo representan el 13,5% de
su producción. Para la mayoría de directores de este grupo, sin embargo, las AC
constituyen más del 50% de su producción entre 1975 y 2000. Los que presentan el
porcentaje más alto son Vicente Aranda, con un 62,5%, Rafael Gil, con un 72,7% y
Vicente Escrivá7, con un 71,4%; de ellos se podría decir que el gusto por las adap-
taciones es prácticamente una marca de estilo. En el caso de Gil, además, cinco de
las ocho adaptaciones realizadas se basan en novelas de Fernando Vizcaíno Casas.
Las películas de este prolífico tándem se adscriben al franquismo residual que, des-
de posiciones ultraderechistas, ejercían la crítica política bien a través de comedias
satíricas o de dramas tremendistas. Del resto de directores, alguno repite con algún
autor, pero en general diversifican su selección entre obras de diferentes literatos.
Las edades de los directores también son significativas. Pocos han sido los direc-
tores jóvenes que se han interesado por las AC: Mateo Gil {Nadie conoce a nadie,
(1999), Miguel Albaladejo (Manolito Gafotas, 1999), Marc Recha (El cielo sube,
1991), Criso Renovell (Nadie como tú, 1996) y algún otro. En general, los más de-
dicados a la dirección de adaptaciones "hay que buscarlos entre quienes debutaron
en los años sesenta y en los tiempos del tardofranquismo" (Torreiro 2002: 158),
como Vicente Aranda, Gonzalo Suárez, Mario Camus, Pedro Olea, Carlos Saura,
Jaime de Armiñán, Pilar Miró, Josefina Molina, José Luis García Sánchez, Francesc
Bellmunt, Antonio Giménez Rico, Francesc Betriú y José Luis Garci. A éstos cabría
añadir los directores que se estrenaron en los setenta, como Bigas Luna, José Luis
Cuerda, Imanol Uribe, Montxo Armendáriz, Gonzalo Herralde, Gerardo Herrero y
Ventura Pons.
En cuanto a la autoría del guión, en un 30,7% de los casos el autor de la obra
literaria firma también el guión, ya sea en solitario o junto con algún otro coguio-
nista, y por lo tanto se implica en la adaptación de su obra a la gran pantalla. Esta
participación es un poco más importante numéricamente en los cinco últimos años
del período, seguramente debido a esa tendencia hacia lo contemporáneo de la que
ya se ha hablado. Algunos ejemplos de autores que han colaborado en la elaboración
del guión de las adaptaciones de sus obras, o que lo han confeccionado por completo
6 Acto de posesión (1977), Carne apaleada (1978), Vida /perra (1981), El polizón del Ulises
(1987) y La diputada (1988).
7 Con cinco adaptaciones en el corpus: La lozana andaluza (1976), Niñas...al salón (1977), El
virgo de Visanteta (1978), Visanteta, esta-te queta (1979) y Montoyas y Tarantos (1989).
son: Antonio Gala (Los buenos días perdidos, Rafael Gil, 1975), Juan Marsé (Últi-
mas tardes con Teresa, Gonzalo Herralde, 1984), Julio Llamazares (Luna de lobos,
Julio Sánchez Valdés, 1987), Carmen Rico Godoy (Cómo ser mujer y no morir en
el intento, Ana Belén, 1991) y Arturo Pérez Reverte (Territorio Comanche, Gerardo
Herrero, 1997).
Quisiera destacar aquí los dieciséis casos en los que el escritor, no sólo parti-
cipa en el guión, sino que es además el cineasta. Entre los escritores-realizadores
encontramos a Alberto Vázquez Figueroa, que en dos ocasiones llevó novelas suyas
a la gran pantalla: Oro rojo (1978) y Manaos (1979). También repitieron Fernando
Fernán Gómez y Gonzalo Suárez, que adaptaron al cine dos de sus propias obras.
El primero escribió y dirigió El viaje a ninguna parte (1986) y El mar y el tiempo
(1989); Suárez, por su parte, es autor y director de Epílogo (1984) y Mi nombre es
sombra (1996). Los demás escritores-directores son: Bigas Luna (Caniche, 1979),
Alvaro del Amo (Dos, 1980), Joaquín Hidalgo (Un hombre...una ciudad, 1980), Jesús
Franco (La noche de los sexos abiertos, 1982), José Antonio de la Loma (Pasión de
hombre, 1988), Félix Rotaeta (El placer de matar, 1988), Carlos Saura (Pajarico,
1997), Javier Maqua (Chevrolet, 1997), Ray Loriga (La pistola de mi hermano,
1997) y Ramón Barea (Pecata minuta, 1999). Como se puede apreciar, los ejercicios
de cruce creativo fueron más numerosos en los setenta y ochenta que en la última
década del periodo, donde sólo podemos encontrar cuatro ejemplos8.
El porcentaje de directores que son también guionistas o coguionistas de sus
películas asciende a un destacable 68,1%, lo que podría estar relacionado con la
tendencia al cine de autor de las pantallas españolas. Los directores suelen emprender
proyectos por iniciativa propia, más que por encargo, y por lo tanto son partícipes
del proceso creativo desde sus inicios.
La mayoría de los guiones fueron confeccionados por varios autores, un 62%,
mientras que tan sólo el 38% de ellos viene firmado por un solo guionista. Algunos
directores gustan de colaborar con determinados guionistas en concreto, lo que da
lugar a parejas recurrentes como las de Fernando Vizcaíno Casas y Rafael Gil (Hijos
de papá, 1980; Y al tercer año resucitó, 1980...), Horacio Valcárcel y José Luis Garci
(Canción de cuna, 1994; El abuelo, 1998...), Santiago Moneada y Rafael Romero
Marchent (Un día con Sergio, 1975; Violines y trompetas, 1984...) o Antonio Larreta
y Mario Camus (Los santos inocentes, 1984; La casa de Bernarda Alba, 1987).
En cuanto al colectivo de guionistas, no parece que presente ninguna especializa-
ción. Según Torreiro (2002: 157), no hay "en la actualidad especialistas claros que
sobresalgan por su dedicación a la materia". Tan sólo se podría destacar a Rafael
Azcona, que firma nada menos que quince guiones en el marco de este corpus, como
los de El poder del deseo (Juan Antonio Bardem, 1975), Un hombre llamado Flor
8 Para un análisis más detallado de las obras de los "escritores metidos a cineastas" véase
Hernández Ruiz (2002).
48 Susana Cañudo
de Otoño (Pedro Olea, 1978), ¡Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1990) o La lengua de
las mariposas (José Luis Cuerda, 1999). Le sigue, con ocho guiones, Santiago Mon-
eada: Beatriz (Gonzalo Suárez, 1976), La chica de la piscina (Ramón Fernández,
1986), etc. Y con siete guiones, Gustavo Hernández, dedicado casi en exclusiva al
cine catalán: La Plaga del Diamant (Francesc Betriú, 1982), Laura a la ciutat deis
sants (Gonzalo Herralde, 1987), La punyalada (Jorge Grau, 1989), etc. El resto de
guionistas ha practicado la adaptación de una manera más o menos esporádica.
FORMAS Y ESTILOS
Ante un periodo tan amplio y tal cantidad de filmes cabrían muchísimas matiza-
ciones. Ya de por sí, la clasificación de películas por géneros resulta harto compleja:
drama, drama histórico, drama costumbrista, drama cómico, etc. La variedad es
infinita. Como dice Riambau (2000: 421): "resulta difícil establecer grandes líneas
genéricas o estilísticas en la producción de un período que supera los 800 largo-
metrajes y donde la mayoría de los proyectos surgieron de empresas individuales,
casi heroicas, de improbable continuidad industrial y fruto de enormes presiones
para responder a diversos tipos de intereses". Además, los géneros son cada vez
más difíciles de diferenciar, puesto que se tiende a la mezcla o combinación de los
mismos.
Sin embargo, si distinguimos exclusivamente entre drama, comedia, thriller y ac-
ción o aventuras, podemos comprobar que en el corpus se dan las mismas tendencias
que en el conjunto del cine español en general; predominio del drama, seguido de la
comedia y, con bastante diferencia, el thriller. El reparto general del corpus en los
principales géneros cinematográficos se puede observar en la figura 3.
En cuanto a las diversas formas de acercamiento a la obra literaria, Jaime (2000:
105-117) distingue tres posibilidades de transferencia de lo escrito a la pantalla, que
van de mayor a menor fidelidad a la letra y que son: traducción cinematográfica,
"por la que el realizador trata de traducir con la mayor exactitud posible el corpus
Dado que aquí no se va a abordar el análisis particular de cada una de las adap-
taciones, nos habrán de servir las apreciaciones generales de otros estudiosos para
valorar las formas y estilos predominantes de las AC de obras literarias españolas
en el periodo 1975-2000. La opinión generalizada es que se han seguido modelos
estandarizados y apenas hay muestras de originalidad o experimentación. Gómez
Vilches (1998: 28), por ejemplo, califica las adaptaciones de los ochenta auspiciadas
por la Administración de "academicismo, frialdad y falta de interés". Moncho Aguirre
(1986: 7) dice de las mismas que "se ha caído en la tendencia paternalista y excesiva
esquematización que, con la triste condición de servir el producto por entregas, en
ciertos casos convierten a éstos en lo último que esperaría ver el autor sobre su obra".
Las palabras a continuación ilustran con precisión el sentir colectivo:
Normalmente las obras de partida son tan convencionales que hipotecan cualquier
ensayo de riesgo. Pocas veces se plantea el relato cinematográfico con autonomía del
punto de partida literario, escasas veces se piensa sobre el nivel y tipo de narración,
sobre el punto de vista narrativo (la focalización), la manera de articular en defini-
tiva un texto nuevo. [...] Estamos, por tanto, ante una cosecha numéricamente nada
despreciable, pero ante un balance estético más bien pobre, anodino en la mayoría
de las ocasiones. (Hernández Ruiz 2002: 556).
Se aniquiló cualquier tipo de tentativa experimental y se creó un prototipo único,
pero el resultado no constituyó novedad alguna, pues sólo se trataba de otra nueva
máscara adoptada por el cine español "popular" de siempre: esa criatura proteica
y multiforme capaz de encarnarse sucesivamente en las películas folclóricas de
los años treinta, el cine cástrense-imperial de los cuarenta, las comedietas de los
cincuenta, los "musicales" de los sesenta, los subproductos "S" de los setenta y, por
supuesto, las adaptaciones literarias de los ochenta. (Losilla 2002: 137).
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mitad de las ocasiones desde 1987 hasta 2000 ha confiado en una adaptación para
representar a España en Hollywood.
El favor de la Academia para con las AC contrasta con el trato que han recibido
en los múltiples festivales de ámbito local, nacional e internacional que se celebran
en nuestro país. De 325 películas, son sólo treinta las que han sido dotadas con
algún premio. El festival que más galardones les ha concedido es el Festival de San
Sebastián —el único de categoría A en España—, donde doce filmes han recibido
alguna distinción, entre ellas la máxima que otorga el festival, la Concha de Oro a
la mejor película: Días contados y Bwana, ambas de Imanol Uribe, la obtuvieron
en 1994 y 1996 respectivamente. Krámpack (2000) es el único filme que ha sido
premiado en dos festivales: en el Festival de Cine Español de Málaga, donde Cese
Gay fue galardonado como mejor director, y en la Mostra de Valencia, donde se llevó
el premio a la mejor ópera prima. De estas cifras se puede concluir que, en general,
las adaptaciones de obras literarias no han ocupado una posición especialmente
sobresaliente en los principales festivales de cine españoles.
CONCLUSIONES
9 Siguiendo a Even-Zohar (1990: 15-22, véase nota n° 2), diremos que un producto desempeña
una función primaria si se trata de un producto innovador, que produce extrañeza, que rompe las con-
venciones que rigen en el sistema. Por el contrario, diremos que tiene una función secundaria si es un
producto que se adecúa a las normas establecidas por un modelo dominante. En cuanto a la posición
de los productos en sus correspondientes sistemas, pueden ocupar una posición central, si forman parte
del canon, o una posición periférica, si están fuera de él. Ninguna de estas dos cuestiones es estática:
tanto la posición como la función pueden cambiar con el tiempo.
Adaptaciones cinematográficas de la literatura española en el cine español (1975-2000) 55
Unas circunstancias que abarcan campos muy distintos, que van desde la
formación y la trayectoria de los responsables del trabajo (guionistas, direc-
tores,...) hasta los objetivos de las productoras pasando por el análisis de las
tendencias que se dan en la cinematografía del momento. Y no nos olvidemos
nunca de que estas circunstancias a menudo son rocambolescas en un mundo
como el del cine español donde todo es posible, hasta tal punto que el historia-
dor debe relativizar su metódico racionalismo y admitir el capricho y el azar
como factores decisivos.
Para Ríos Carratalá, por lo tanto, las particularidades de los distintos procesos
de adaptación los singularizan hasta tal punto que no parece adecuado generalizar y
deducir modelos sin acompañarlos "de una base historicista tan compleja como la de
nuestro cine". Sería presuntuoso por mi parte pensar que en este análisis he podido
establecer una base historicista suficiente, entre otras cosas, porque no he entrado
a analizar los pormenores de cada proceso en concreto. Creo, sin embargo, que se
han recogido suficientes datos (históricos, políticos, estilísticos...) para esbozar las
líneas de actuación generales anteriormente descritas.
En lo que se refiere a la posición de las AC en el seno de la cinematografía es-
pañola, resulta difícil ubicarlas en bloque, dada la gran cantidad y variedad de las
mismas, así como el amplio periodo de tiempo contemplado. Ha habido algunas con
gran éxito de público y crítica, frente a muchas otras que han supuesto auténticos
fracasos comerciales. Las hay que han pasado a la historia del cine español, y las
hay que han caído por completo en el olvido. Entre las que siguen siendo recorda-
das, citadas y valoradas hoy, de lo que se deduce que han pasado a formar parte del
canon, destacan El crimen de Cuenca (Pilar Miró, 1981), La colmena (Mario Camus,
1982), El sur (Víctor Erice, 1983), Los santos inocentes (Mario Camus, 1984), Las
bicicletas son para el verano (Jaime Chávarri, 1984), El viaje a ninguna parte (Fer-
nando Fernán Gómez, 1986), ¡Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1990), El rey pasmado
(Imanol Uribe, 1991), Días contados (Imanol Uribe, 1994), El perro del hortelano
(Pilar Miró 1996) o La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999).
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56 Susana Cañudo
En general, las adaptaciones del cine español gozan de interés y desprecio casi
a partes iguales. Por un lado, la expectación que despierta ver en imágenes la obra
escrita es indudable. Así, la fama de la obra o el escritor adaptados (cuando la tienen)
supone un marketing previo nada desdeñable. La condición de adaptación suele servir
entonces de gancho para un público que o bien espera revivir la experiencia literaria
delante de la pantalla, o bien ahorrarse la primera mediante la segunda. Por otro
lado, quienes esperan ver en el cine lo que imaginaron leyendo el libro se sienten
en general defraudados. El grueso del público parece que sigue sin distinguir entre
las peculiaridades del texto literario y el texto fílmico, con lo que suele comparar
ambos productos a partir de un erróneo concepto de fidelidad que, a menudo, acaba
con el tópico "me gusta más el libro que la película", comparación que, como decía
Andreu Martín (en Pujáis y Romea 2001: 41-42), es "similar a la del que asegura
que le gusta más la fabada asturiana que un Van Gogh".
Con este trabajo se ha querido superar ese acercamiento a las adaptaciones, apli-
cando el enfoque sistemático propuesto por Cattrysse a un corpus de AC de obras
literarias españolas. Del conjunto de su propuesta se ha llevado a cabo el primer
paso, cuyos resultados constituyen la base para el posterior análisis de los procesos
transformacionales. Confío en que se haya despertado el interés del lector por esta
aproximación a las AC y que el presente estudio se vea complementado en el futuro
con análisis de las obras particulares que, partiendo de esta base y siguiendo esta
misma línea, arrojen más luz sobre las adaptaciones cinematográficas de la literatura
española en el cine español.
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
cha de Ricoeur) y con la consciencia de que está construyéndose con sus propios
registros de representación.
El cine español de las últimas décadas ha asumido esta condición compleja del
documental y está alcanzando cotas de creatividad sorprendentes en su vertiente más
ensayística. Tren de sombras (1997), Monos para Becky (1999) o El cielo gira (2004)
son hitos de esta resurrección. Pero no es una surgencia creativa espontánea, sino
que estos celebrados documentales entroncan con las propuestas más arriesgadas que
durante la Transición promovieron el mismo Joaquín Jordá, Basilio Martín Patino,
Pere Portabella o Jaime Chavarri, siguiendo la estela de algunos predecesores de
esa modernidad precoz, como Antonio Artero en Monegros (1969). Ya entonces el
documental cobró conciencia de su dimensión ficticia, de su potencialidad poética,
emprendiendo un camino sin retorno. Intentaré profundizar en esta veta del cine
español no tan del todo explorada como se merece, poniendo de relieve los lazos
entre estas dos etapas fundamentales de la historia del género en España.
2 Lejos de los árboles (1963-1970) se estructura en torno al trípode compuesto por muerte,
rituales zoológicos y fanatismo religioso. Puede leerse como una descarnada aproximación antropoló-
gica a esa Iberia salvaje, pero los resortes de significación que allí se ponen en juego no certifican ni
tampoco apuntan como responsable a una tradición autoritaria y retrógrada que encarna el régimen de
Franco. En cualquier caso, no estamos ante un documental performativo equiparable en complejidad
a los que analizaremos seguidamente.
3 Este largometraje es tributario en buena medida de las estrategias documentales, en la medida
que pretende aprehender, en un interesante ejercicio de reenmarque consciente, las acciones desarrolladas
en tomo a la filmación en Barcelona del largometraje de terror El Conde Drácula (1970), dirigido por
el prolífico Jesús Franco e interpretado por Christopher Lee.
Cine de no ficción español contemporáneo. Documental de ensayo, auto-reflexivo y performativo 53
4 Documental articulado conscientemente como una cinta de ficción, con trama subyacente y
sembrada de inquietantes interrogantes.
54 Javier Hernández Ruiz
los hijos y esposa del poeta, enmarcadas en escenarios evocativos y entreverados con
excursus llenos de intencionalidad, asistimos a una sucesión de capas significantes
que apuntan hacia ese sentido de desvelamiento de una gran mentira. El icono-Leo-
poldo Panero, símbolo del Padre odiado, ha sido anulado de la representación, y su
único indicio es la estatua de bronce que cierra la película; pero la sombra paterna
del pasado se proyectará sobre un presente que podría haber sido esperanzador de no
haber llegado demasiado tarde para una generación ya carcomida por el desencanto.
E incluso se proyecta metonímicamenté como hecatombe del universo axiológico
de una dictadura nacional-católica.
El documental con más carga simbólica de la Transición tiene, como Númax,
su continuación. Ese desencanto que constituye su eje significante se ha convertido
en decepción profunda casi veinte años después en una España plenamente demo-
crática en lo formal. Así lo retrata Ricardo Franco, miembro de esa desencantada
generación, revisitando a los ya talludos hijos del poeta de Astorga en Después de
tantos años (1994). La fórmula entonces renovadora de Chavarri es recogida en un
relato de nuevo estremecedor; otra vuelta de tuerca, si bien más inmisericorde esta
vez, a la crónica de los sueños destruidos en medio de un paisaje de ruinas (las de
Castrillo, las de los propios protagonistas...) con inquietantes juegos intertextuales
con Frankenstein (James Whale, 1931). ¿No resulta revelador que tantos filmes de
o sobre el franquismo crepuscular terminen echando mano a la parafernalia icónica
y expresiva del cine de terror?
Los documentales hasta ahora analizados son ensayos conscientes de su dimen-
sión discursiva y de los procesos de "construcción realista"; pero, enlazando con
una tradición asociada al cine independiente y de vanguardia (el citado Monegros de
Artero), otras propuestas intensifican su reflexividad y tienden a poner en evidencia
los mecanismos de representación fílmica. A esa voluntad responde Cada ver es...
(Ángel García del Val, 1981) mostrando la claqueta, los micrófonos o los miembros
del equipo de rodaje; pero lo que lo convierte en la muestra más desasosegante del
documental transitorio es no tanto la crudeza de sus imágenes de desechos humanos
como una metodología brechtiana que impide al espectador agarrarse a cualquier
resorte identificador, y una estrategia de "etnografía experimental" que lo enfrenta
con el Otro (Cerdán 2001: 277-282). También en esa línea autorreflexiva, si bien
con un tono menos tétrico, está Vivir en Sevilla (Gonzalo García Pelayo, 1978);
planteado en principio como diario de la vida de un periodista radiofónico, conjuga
en su seno una reflexión ideológica y sus repercusiones en el orden significante.
Documental, historia de amor y reflexiones metaficticias —se ven la claqueta, la
mano del regidor lanzando un colirio sobre el ojo de la actriz hasta que se convierte
en lágrima, las páginas del guión...— se superponen en un curioso entramado que
se inicia con el casting del protagonista.
66 Javier Hernández Ruiz
to8; su doctrina encontrará eco en otros programas de TVE reconstruidos para tal
fin: Las Artes y las Letras (1985), Con las manos en la masa (1989), el telediario,
Informe semanal o la preparación de su serie, basada en su obra ensayística más
conocida, Las galas del emperador.
La estrategia del falso documental lo invade todo porque también la información
que se vierte desde las instancias, siempre controladas por los distintos poderes
públicos y privados, es un enorme falso documental.
8 Se pone en escena una denuncia del joven profesor (estamos en 1965) contra la represión del
Ministerio de Información y Turismo.
9 Respectivos capítulos de Nada es lo que parece..., op. cit., pp. 98-99 y 112-115.
72 Javier Hernández Ruiz
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
En su introducción al libro Memory and Popular Film, Paul Grainge (2003: 1),
tras apuntar cómo las representaciones cinematográficas se ha convertido en un com-
ponente central en el proceso de mediación de la memoria en el marco cultural de la
modernidad, sitúa la relación entre cine popular y memoria en el campo de estudios
interdisciplinarios denominado Estudios de Memoria ("Memory Studies"); un área
de análisis que atiende tanto a conceptos históricos como metodológicos, y cuyo
objetivo es evaluar por qué se produce en determinados momentos un mayor interés
por el pasado y cómo considerar aquellos textos que giran en torno a la memoria.
Dentro del panorama español, los discursos de memoria que se han producido
en los últimos años atestiguan un creciente deseo por re-escribir el pasado histórico
español y recuperar la "memoria histórica" para poder cerrar las heridas abiertas por
el conflicto fraticida del 36 que el consenso político y ciudadano de los años 70 dejó
sin cicatrizar. Un buen número de estudios críticos aparecidos en la pasada década
han abordado la relación entre Transición y Memoria, y el "desencanto" producido
2 Entre los volúmenes monográficos que abordan la cuestión de la memoria en la cultura espa-
ñola contemporánea podemos citar los siguientes: El mono del desencanto. Una crítica de la transición
española (1973-1993) (1998) de Teresa Vilarós; Exorcismos de la memoria. Políticas y poéticas de
la melancolía en la España de la transición (2000) de Alberto Medina Rodríguez; La tarea política.
Narrativa y ética de la España postmoderna (2004) de Txetxu Aguado; y Memoria histórica e identidad
cultural. De la postguerra a la postmodernidad (2005) de José F. Colmeiro.
sea la nostalgia una de las emociones más características de nuestro tiempo asocia-
das a la preservación e idealización del mismo. En un trabajo en el que combina
el análisis filosófico e histórico, Svetlana Boym (2001) explora la nostalgia como
"una emoción histórica" característica de nuestra época. A partir de una reflexión
personal y autobiográfica, esta estudiosa analiza esta "epidemia" del siglo XXI a
través de la proyección que han tenido los cambios políticos y socioculturales que
se han producido en Rusia y otros países de la Europa del Este. El volumen se cierra
como una lectura de la nostalgia en la obra de tres artistas ruso-americanos que nunca
regresaron a su tierra natal: Vladimir Nabokov, Joseph Brodsky e Ilya Kabakov. En
esta línea de revalorización del concepto de nostalgia nos proponemos, siguiendo
el trabajo de Boym, reivindicar su potencial ético e incluso político a través del
análisis de tres películas que toman como referente real o metafórico el periodo de
la transición democrática: Eres mi héroe (2003, Antonio Cuadri), Noviembre (2003,
Achero Mañas) y Torremolinos 73 (2003, Pablo Berger); unos largometrajes que,
a nuestro parecer, resultan sintomáticos de una nueva retórica de la nostalgia en el
cine español contemporáneo.
3 "La película retro reúne códigos concretos que han llegado a dar connotación a una sensibilidad
del pasado como si se volviera recordar de manera selectiva en el presente (por ejemplo los setenta
o los sesenta) como una estructura de sentimientos; y estos códigos funcionan metonímicamente,
sustituyendo la fidelidad total por una utilización poco seria de los códigos que connotan la idea de
pasado." (Drake, 2003: 188).
78 Carmen Herrero
tipo sería bastante similar al que Fredric Jameson denomina filmes nostálgicos
("nostalgia films"). Para este teórico del postmodernismo, no es posible mantener
hoy en día la tradicional división entre una cultura de élite y una cultura popular
("high culture" y "pop culture") y, por lo tanto, al no existir la originalidad, lo
único que se puede hacer es imitar estilos que han muerto (1988: 18). Los filmes
nostálgicos resultan, a su juicio, un exponente de esta tendencia: películas en
las que el tema central es el pasado —America Graffiti (1973, George Lucas)—;
aquellas que optan por la recuperación de géneros abandonados —La guerra de
las galaxias (1977, George Lucas)—; y en ciertos casos existen filmes en los que
confluyen ambas tendencias —En busca del arca perdida (1981, Steven Spiel-
berg)—. Cada una de estas películas constituye, a juicio de Jameson, pastiches
posmodernos4, ya que imitan, con una perspectiva optimista, estilos muertos o
una época desaparecida. Richard Dyer, sin embargo, considera que esta fórmula
encierra en potencia una capacidad crítica y transgresiva, y que asimismo indica un
reconocimiento de cómo funciona la naturaleza de los sentimientos y emociones,
lo cual permite el disfrute de los mismos (Grainger, 2003: 10). Por otra parte,
Drake (2003: 188) prefiere emplear el término nostalgia en los filmes retro para
mostrar la conexión entre público y filme; es decir, las películas retro no consti-
tuyen tanto una reconstrucción histórica del pasado como la "memorialización" y
"reimaginación" del mismo en el presente.
Las discrepancias a la hora de evaluar el sentido de nostalgia en el cine y en otros
productos culturales pueden entenderse mejor a través de la disección del término
nostalgia. La etimología de la palabra nostalgia, que deriva del griego nostos y algia,
remite al sentimiento doloroso de la añoranza del hogar. Con el paso de los siglos,
la consideración médica que había adquirido el término se fue perdiendo, mientras
que una adscripción psicológica, que remite a la idea de ausencia y pérdida, fue
ganando terreno a partir de finales del siglo XVIII y principios del XIX (Proybn,
1996: 3-18). Es por ello que, con frecuencia, la nostalgia, vinculada con la añoranza
por el pasado y por aquellos objetos, lugares o personas asociados al mismo, haya
sido vista como una fuerza conservadora y regresiva, como una forma de escapis-
mo en la que se idealiza el pasado para escapar de un presente insatisfactorio; un
sentimiento puesto de manifiesto en la "creencia de que las cosas eran mejores
entonces que ahora" (David, 1979: 18). Boym propone distinguir entre dos tipos de
nostalgia o, mejor dicho, dos tendencias: la nostalgia restauradora ("restorative") y
4 "El pastiche, como la parodia, es la imitación de un estilo peculiar o único, llevar una máscara
estilística, hablar en un lenguaje muerto; pero es una práctica neutral de esa mímica, sin el motivo
ulterior de la parodia, sin el impulso satírico, sin risa, sin ese sentimiento todavía latente de que existe
algo normal en comparación con lo cual aquello que se imita es bastante cómico. El pastiche es una
parodia neutra, parodia que ha perdido su sentido del humor." (Jameson, 1985: 170).
Nostalgia en el cine español contemporáneo 79
5 "La nostalgia restauradora hace hincapié en el nostos y propone reconstruir el hogar perdido
y poner parches a las lagunas de la memoria. La nostalgia reflexiva habita en el algia, en la añoranza
y la pérdida, en el imperfecto proceso de la remembranza... La nostalgia restauradora se manifiesta en
la reconstrucción total del pasado, mientras que la nostalgia reflexiva se recrea en las ruinas, la patina
del tiempo y la historia, en los sueños de otro lugar y otro tiempo." (Boym, 2001: 41).
6 Henry Bergson, Matter and Memory, N. M. Paul and W.S. Palmer, trans (New York: Zone
Books, 1996). Hay edición española: Memoria y vida (Madrid: Alianza, 1987).
7 Antonio Cuadri es un experimentado director y guionista de series de televisión (Al salir de
clase), que había dirigido en su primer largometraje (La buena vida, 2000) a Carmelo Gómez y Salma
Hayek.
8 El director mantiene, sin embargo, su recelo frente a la etiqueta nostálgica: "La película
conecta con el inconsciente colectivo de la generación de los años setenta. Pero tampoco me gustaría
que flotara en el ambiente que es un ejercicio de nostalgia" (Belauseguigoitia, 2003: 57).
9 Como indica Iñigo Marzaba (2004: 114), "viajar, en último término, no constituye sino la
trascripción especial de la búsqueda de la propia identidad".
Nostalgia en el cine español contemporáneo g j
las mariposas. Los personajes que interpreta en ambas películas no sólo comparten
el mismo nombre —Ramón—, sino que se convierten en arquetipos del proceso de
aprendizaje vital: el amor y la amistad, el despertar sexual, la educación, la familia
y los cambios políticos y militares que condujeron a la guerra civil, en el caso del
filme de Cuerda, y a la transición democrática en la cinta de Cuadri. La relación
de amistad que se establece entre el niño y el maestro Don Gregorio (Fernando
Fernán Gómez) en La lengua de las mariposas tiene muchos paralelismos con la
que se estable entre Ramón y Mateo, el maestro y cura progre (Toni Cantó) de
Eres mi héroe. La construcción de estos personajes, su paso de la infancia a la
adolescencia, se erige en metáfora del cambio político que experimentó la España
del siglo XX. El túnel que Ramón atraviesa en Eres mi héroe para llegar a un
nuevo destino apunta no sólo al tránsito físico sino también temporal, el de un país
que está a punto de abrir un nuevo capítulo de su historia para retomar el proceso
democrático iniciado durante la II República10. En ambos filmes la mirada del
niño/espectador se convierte en el arma para reflejar los cambios experimentados
a su alrededor y para aprender de la Historia y de la realidad, es decir, para traer
el pasado al presente11.
En Eres mi héroe la nostalgia tiñe los apuntes políticos y personales. Así las
coordenadas políticas aparecen a través de trazos que apuntan de forma bastante
simple los cambios que vivió España entre 1975-6. Se recurre a los graffiti, los
panfletos que Ramón esconde en su caja de secretos, las imágenes televisivas que
del blanco y negro al color presentan las viejas figuras y las nuevas, las portadas de
periódicos y revistas, las manifestaciones que reclaman amnistía y, sobre todo, las
clases "democráticas" de Mateo, el cura progresista. El humor se filtra en muchas
de estas escenas de referentes políticos, como la metáfora que se establece entre
la historia del General Custer y la de Franco. Otros referentes cotidianos no son
menos significativos para la generación de la época: la caja de Juegos Reunidos, los
cómics, las películas del oeste, los ejemplares de la revista Playboy y la popularidad
del grupo musical Mocedades. Como ha apuntado Drake (2003: 199), la música en
este tipo de películas (filmes retro) connota de forma metonímica una sensibilidad
del pasado que se recuerda en el presente ya que, en esta modalidad, el lenguaje
de la memoria es "insistentemente musical además de visual"12. En Eres mi héroe,
10 "El riguroso punto de vista de su protagonista Ramón —el niño cuya fascinante mirada con-
tribuyó al encanto de La lengua de las mariposas— es la apuesta definitiva de Eres mi héroe, un relato
de transición a la edad adulta ambientado en el preciso año de la muerte de Franco y de las tensiones
entre el llamado bunker y las reivindicaciones democráticas" (Sánchez Noriega, 2003: 144).
11 La incorporación de los hitos políticos, sociales e ideológicos se ve como "un cómico y tierno
proceso de asunción de responsabilidades ante la vida y la Historia (el conocimiento del amor, del
compromiso, de la delación; también de la traición más íntima)" (Torreiro, 2003: 18).
12 Además de la estrategia comercial que hay detrás de la fórmula, Drake apunta los discursos
nostálgicos que encierra esta modalidad.
82 Carmen Herrero
13 Se.deben destacar los efectos especiales dirigidos, por una parte, a recrear la Sevilla de los
años setenta y, por otra, el mundo de fantasía de Nube de Agua. El encargado de los mismos es Alex
G. Ortoll, afincado en Los Angeles desde hace diez años, que ha colaborado en producciones como
Titania (1997, James Cameron), Pean Harbour (2001, Michael Bay), o Minority Repon (2002, Steven
Spielberg).
14 Hasta el punto de que uno de los críticos ve en las peripecias de Ramón, familia y amigos
"la sinécdoque de un país que echó a andar sobre las frágiles muletas de la memoria secuestrada, y
apenas sin maestros; con más intuición y pasión que buen entendimiento" (T., El País, 30-5-2003).
Oropesa (2005: 8) resalta el empleo que se hace en el filme de una "nostalgia asertiva": "David y Ra-
món construyen para ellos y para nosotros, andaluces de la postmodernidad, una identidad andaluza sin
que aparezcan gitanos, flamencos o toros. Es además una identidad inclusiva en la que se superponen
las identidades locales, regionales, nacionales e incluso supranacionales, sin que se entorpezcan, sin
victimismos, y basadas en las raíces del pasado y la proyección al futuro."
15 Sobre este tipo de teatro ver el libro La vanguardia teatral en España (1965-1975): del ritual
al juego (Conargo, 2000).
16 Este procedimiento distanciador es una ucronía que críticos como José Enrique Monterde
(2003: 17) valoran con recelo por considerar que rompe, con este tratamiento furruco, con la postura
artístico-política que defienden los personajes.
Para Fernández Pinilla (2003: 17), se trata de un experimento frustrado tanto en su desarrollo ar-
gumental como en lo que implica de proyecto cinematográfico: "Si parte de un experimento tipo Lars
Von Trier en Los idiotas, acaba por refugiarse en las reglas del melodrama, e incluso de la tragedia
clásica. Paradójicamente, libera a sus actores, para después someterlos al rigor de fatum argumenta!
más resolutivo que evolutivo."
17 Como indica Juan C. Rentero (2003: 131), "Noviembre es una película radical, intensa,
experimentar', y en esos principios se propone un final que constituye "la culminación del fin de la
utopía, el momento de la sensación verdadera, cuando se han llevado hasta el límite los principios que
se defendieron en la juventud, pero que tienen más vigencia que nunca como respuesta a una sociedad
acomodaticia, cínica e insolidaria."
84 Carmen Herrero
Quiero hacer teatro porque me gustaría hacer algo por mí y por los demás;
quiero hacer teatro porque creo que sirve para comunicarse entre los seres huma-
nos, e intentar mejorarse los unos a los otros; porque creo que puede ser un espejo
para nosotros mismos, en el cual podríamos apreciar nuestros propios errores y así
evitar ciertas injusticias, porque puede ser un camino hacia la comprensión y al
entendimiento y por...
Sin embargo, esta postura artístico-política, que Mañas formula a través de las
palabras de Celaya ("la poesía es un arma cargada de futuro"), imprime a toda la
película una impronta de nostalgia reflexiva al rescatar esta utopía del pasado para
proyectarla en el presente, como argumenta el realizador: "Creo que el arte y el teatro
en particular son y deben ser un arma" (Press book, 2003). El propio nombre del
grupo, Noviembre, apunta a la superación de las revoluciones de Octubre y reclama
una nueva forma de lucha inconformista; algo que, a juicio del director (Fotogra-
mas, octubre 2003), superando su apariencia anacrónica, es necesario reclamar de
nuevo: "Los jóvenes han heredado el escepticismo de generaciones anteriores. Y la
juventud tiene que recuperar la ilusión por tener ideas." Una postura que el director
articula a través de la realización de su película, como reflejo de la realidad18. En
Noviembre la nostalgia muestra que añoranza y reflexión crítica no están reñidas,
"ya que los recuerdos afectivos no le absuelven a uno de la compasión, del juicio
ajeno o la reflexión crítica." (Boym, 2001: 49-50)
Conviene resaltar que esta retórica de la nostalgia reflexiva se estructura en No-
viembre a través de una diversidad de mecanismos. Primero, la película está cons-
truida desde una perspectiva temporal que proyecta el pasado desde un hipotético
futuro. Sin embargo, el espacio temporal del pasado está más cercano al presente del
espectador que el supuesto presente-futuro19, lo cual hace que la densidad temporal
del pasado-presente sea más rica. Este aspecto se refuerza con la hábil utilización
de un segundo mecanismo: la frescura, fuerza y vitalidad de "aquellos maravillosos
años". El mejor exponente probablemente sean los sketches realizados en la calle a
partir de improvisaciones y rodados con cámara digital, que muestran la vitalidad de
ese tiempo. Son secuencias que dan muestra de la habilidad del realizador al primar
una composición en la que la cámara ofrece sorprendentes encuadres hilvanados a
18 Así lo apunta el propio Mañas (Fotogramas, octubre 2003): "Es importante que exista un
cine donde se hable de lo que pasa en nuestra realidad, que es muy diversa y tiene muchos puntos de
vista."
19 Como recalca Boym (2001: XVI): "La nostalgia no siempre se refiere al pasado; puede ser
retrospectiva pero también relativa al futuro. Las fantasías del pasado condicionadas por las necesidades
del presente tienen un impacto directo en lo que nuestra nostalgia relata."
Nostalgia en el cine español contemporáneo 85
un ritmo vertiginoso. Resulta interesante comprobar que la película contrasta las dos
formas de entender el teatro —la del escenario convencional y la de la calle— de
una forma visual: la escenas de la Escuela de Arte Dramático están marcadas por
un tono sombrío y por una composición que genera un sentimiento claustrofóbico,
frente al colorido y la sensación de luminosidad y libertad de las performances.20
Es más, de forma similar, la composición y cromatismo marca de forma negativa el
presente que representan los veteranos actores, cuyas declaraciones son proyectadas
sobre un fondo oscuro, realzando no sólo la muerte de ese espíritu, sino el final de
la compañía.
20 Mañas (Fotogramas, octubre 2003) indica: "Esas representaciones debían tener una lógica y
al tiempo resultar visualmente potentes para que el espectador pudiera imaginarse el contenido."
muere Niño Bravo, la guerra del Vietnam finaliza, Miguel Ríos es detenido por
consumo de hachís, el asesinato de Can-ero Blanco, Máximo Valverde sale con
Amparo Muñoz "Miss Universo", muere Picasso, Simplemente María es el mayor
éxito de la radio, Ocaña gana el Tour de Francia y Estíbaliz saca su primer disco,
Luis Buñuel gana el Óscar con El discreto encanto de la Burguesía, El Lute es
capturado, Kung Fu es el gran éxito de la televisión... (Berger, 2003: 13)
21 Con juicio acertado Torreiro (2003: 2) afirma que esa recreación se logra a través de "una
cuidadosa recreación del cine de la época (...), con un juego constante entre lo que el encuadre muestra
y lo que sugiere (...). Y, por encima de todo, con un total respeto por sus personajes, a los que trata
con una ternura inaudita".
22 Estilo enunciado en una de las críticas como "el de la casa empapelada, el aparador en el
comedor, la cómoda en el dormitorio, la corbata roja y el camisón largo, los rulos y el buen vestir y el
mucho aparentan la buena familia de la puerta hacia fuera, la mujer con el marido, y la gente de bien
que desprecia a la mala gente" (Sánchez, 2003: 158). En el "Decálogo 73", Berger (2004: 138) apunta
la importancia del estilo: "La fotografía, la dirección artística, el sonido y el lenguaje cinematográfico
son los invisibles engranajes para hacer creíble una historia increíble, pero cierta. Una aproximación
donde no hay detalle pequeño y en la que todo lo que aparece en la pantalla es importante."
Nostalgia en el cine español contemporáneo 87
CONCLUSIÓN
Como ha apuntado Medina Domínguez (2001: 21), el pacto del olvido que mar-
có el proceso de Transición española implicó que el nuevo repertorio ideológico se
sustentara sobre una doble "pérdida": la del franquismo y la del proyecto moderno
que buscaba reemplazarla, el cual se reveló como anacrónico ante la postmoder-
nidad. De ahí que se produjera una doble dimensión de la melancolía a la que se
unió una tercera dimensión, la presencia de la historia "como una huella irrenun-
ciable y traumática en las manifestaciones culturales del periodo". La recuperación
de ese pasado histórico y de la memoria colectiva se está produciendo a través de
una repoblación de los signos que antaño se fueron borrando para confluir en el
desencanto. Los tres filmes que hemos analizado son exponentes de esta tendencia.
En unos casos, el medio para conectar con la historia es la ironía, como ocurre en
Torremolinos 73 y, en parte, en Eres mi héroe. Otro de los recursos es el empleo
de la referencia temporal como una de las formas de cuestionarse la carencia de
historicidad24; con ello surge una abierta reflexión ética y política de lo que significó
el pasado proyectándolo en el presente, como hacen los protagonistas de Noviembre
y Eres mi héroe en diverso grado25.
23 De esta forma lo argumenta Hutcheon (1998: 8): "Desde un punto de vista posmoderno, el
conocimiento de esta clase de ironía puede no ser tanto una defensa en contra del poder de la nostalgia
como el modo en el que la nostalgia se nos presenta como algo agradable hoy en día: invocada, pero
al mismo tiempo, rebajada puesta en perspectiva, vista por lo que es exactamente —un comentario
sobre el presente tanto como el pasado.".
24 Esta es la conclusión de Gonzalo Navajas (2003: 73) al analizar la narrativa española con-
temporánea: "el paradigma de la narratividad actual ha empezado a cuestionarse, desde espacios
ideológicos y estéticos divergentes, la a-historicidad del modelo global y digital ubicado obsesivamente
en el presente inmediato y huidizo para el que el pasado es un lastre, una conexión irrelevante con el
tiempo."
25 Para Jerry Herrón (1993: 15), la popular serie Aquellos maravillosos años siguió la estrate-
gia de mostrar la nostalgia por el pasado pero no como una forma de alejamiento de la historia: "El
distanciamiento de la historia se resuelve cuando el presente histórico es reconocido —y consumi-
do— precisamente como nostalgia por la información del pasado, ahora presente: no un espectáculo
sin lenguaje, sino en su lugar, un álbum informativo de unos "maravillosos años"."
88 Carmen Herrero
REFERENCIAS
26 Esta es la interpretación que realiza Álvarez-Blanco (2004: 179) al considerar esta cita de
Boym sobre nostalgia reflexiva en el cine: "Desde esta perspectiva, considero, que un discurso que
produce el desenmascaramiento del motor utópico nostálgico es contra-nostálgico."
INTRODUCCIÓN
Desde finales de los años noventa se percibe en el cine español una tendencia
muy considerable de películas que suscitan o se hacen eco de apremiantes con-
flictos sociales. Fernando León de Aranoa, con Barrio (1998), Los lunes al sol
(2002) —coescrita ésta con Ignacio del Moral— o Princesas (2005), probable-
mente sea el principal referente de esta corriente en la que se inscriben también
otras películas que, como El bola (Achero Mañas, 2000) o Te doy mis ojos (Iciar
Bollaín, 2003), se han hecho con el respaldo de los espectadores, de las institu-
ciones cinematográficas y de buena parte de la crítica. En el caso de las películas
de Fernando León, más allá de la clave sociológica, o de su vocación social, su
éxito popular obedece en buena parte —claro que no en exclusiva— al diseño de
su armazón dramático: son películas muy respetuosas con el guión escrito. No en
vano el cineasta ha reconocido su adscripción a un modelo cinematográfico en
el que la escritura del guión prevalece en importancia frente al rodaje (Heredero
1997: 522).
Dada la repercusión popular de sus películas, y de que en ellas el guión se concibe
como una baza principal, no está de más examinar algunas de las estrategias dramáti-
cas habituales que despliega León de Aranoa sobre el papel. Para ello, abordaremos en
primer lugar el caso de Familia (1996), que mantiene suficientes aspectos distintivos
frente a la trilogía de los desfavorecidos compuesta por Barrio, Los lunes al sol y
Princesas, aunque también se irán vislumbrando importantes puntos de encuentro.
Después abordaremos con más detalle aspectos de guión específicos de esta trilogía,
94 Pablo Echart
Aunque Fernando León sea a día de hoy un referente del nuevo cine social es-
pañol, lo cierto es que su debut en el largometraje se produjo con una película más
preocupada por ofrecer un diseño argumental sofisticado y audaz que por denunciar
una problemática social. A primera vista, Familia se sitúa en las antípodas de sus
filmes posteriores. La diferencia más obvia se advierte en el perfil de los personajes
principales y en el marco espacial en el que acontecen las acciones. Aun siendo una
historia coral, el eje descansa sobre un burgués acomodado y no sobre algún repre-
sentante de las clases bajas, marginales o proscritas (sean los adolescentes de Barrio,
los desempleados de Los lunes al sol, o las prostitutas de Princesas). El alambicado
armazón dramático se aprecia en la concentración temporal y espacial a que se somete
el relato, que transcurre en el plazo de un día y en las diferentes estancias (jardín,
cocina, salón, cuartos) de un espacio prácticamente único: un chalet. Un espacio
lujoso (aunque también con tintes claustrofóbicos1) que se opone al universo urbano
y de clase media-baja habitual de los filmes sucesivos, en los que abundarán los
exteriores y los apartamentos sin encanto. Un espacio que se ajusta a las exigencias
de una "obra de cámara" que cultiva los apartes, las confidencias, las mentiras y los
juegos de apariencias. La "representación dentro de la representación"2, ausente en
los filmes sucesivos, y los sorprendentes giros de la trama acometidos dentro de la
concentración espacio-temporal refuerzan el carácter teatral de la historia, que no
en vano parecía en su gestación encaminada a la escena (aunque en realidad sólo
se llevó a las tablas después de la versión cinematográfica). Prueba de ello puede
ser la filiación apuntada por Emilio de Miguel Martínez (1997: 305-310) con la
dramaturgia de Miguel Mihura.
Una de ellas, relacionada directamente con Maribel y la extraña familia, es la
tan improbable como eficaz premisa dramática de la que parte: un adulto solitario,
Santiago, contrata para la celebración de su 55 cumpleaños a una compañía de in-
térpretes para que se comporten como si fueran su familia real durante el señalado
3 El propio Aranoa reconoce la influencia de La huella por "ese juego de trampas, de giros
inesperados en la acción, la forma de ocultar al espectador algunas informaciones y de darle la vuelta
a todo posteriormente. Me interesaba estudiar la mecánica utilizada para urdir aquellos trucos de una
forma honesta", Entrevista a Fernando León (Heredero 1997: 529).
4 Emilio De Miguel (1997: 306-308) señala algunas vías que tanto Mihura como León em-
plean para alcanzar este tipo de humor, tales como la puesta en solfa de convencionalismos sociales,
aplicaciones inesperadas de la lógica o comentarios impertinentes.
96 Pablo Echart
por su autoridad (véase sus problemas con el champán), bien por sus vicios (la
importancia desmesurada que concede al valor del dinero y de lo material, como
ilustra el motivo de su coche nuevo).
La veta comercial de Ventura sale a relucir una vez más en la escena de despedida,
cuando le recuerda a Santiago que puede volver a llamarles en nuevas ocasiones:
Navidades, el Día del padre... La comicidad de la afirmación guarda sintonía con
la hipótesis nuclear del film, llevada aquí hasta su extremo, por la cual se cuestiona
lúdicamente la naturaleza de la institución familiar. Así, Luna, la "hija" de Santiago,
sitúa a la familia ante la lógica de las relaciones contractuales entre personas: "Si
la gente contrata payasos o putas, ¿por qué no va pagar por tener una familia?", lo
que colisiona frontalmente con el hecho natural de que la familia viene dada. Las
palabras de Luna quedan corroboradas en la secuencia siguiente, en la que Nico
busca la reconciliación con su padre/cliente. Tras unas palabras tentativas, Santiago
y el niño prueban a caminar de la mano junto a la piscina, a ver si Santiago se sien-
te cómodo en dicha situación: a ver si se ve bien como padre del niño. La imagen
resulta cómica al equipararse el establecimiento de una relación interpersonal con la
compra de un objeto5: la actitud de Santiago no es distinta de si fuera a comprarse
una prenda de vestir, como indican sus pasos de prueba o las miradas a un espejo
imaginario.
Esta suave deformación de la institución familiar queda reforzada con la delibe-
rada inclusión de clichés en las relaciones que Santiago mantiene con su "familia".
Así se puede interpretar la sentida confesión que le hace a su hijo Carlos sobre
las dificultades que tiene para comunicarse con Luna (es decir, la típica relación
conflictiva entre padre e hija), la tentación del adulterio que aparece con la llegada
de Alicia (tentación que Santiago no oculta a Carmen, en un afán de provocar su
reacción airada), o la falta de respeto que muestra hacia su "madre" al colocarse para
la foto familiar (ella no vacila en cumplir con el rol que tiene asignado, y por eso
le estampa una sonora bofetada). Siguiendo con las convenciones, y a pesar de este
penoso incidente, Santiago manda a todos sonreír para la foto de familia: una ironía
que pone de relieve la capacidad de las imágenes para desprenderse de la realidad,
para desvirtuarla en un sentido convenientemente favorable. Esta metáfora de la
foto como engaño —imagen símbolo del filme, empleada también en su exhibición
comercial— nos permite recordar las asociaciones que diferentes críticos establecen
respecto a un film como Las reglas del juego (Jean Renoir, 1939), donde también
se ponen al descubierto las hipocresías de una clase social acomodada en el marco
de una mansión. Dice Monterde (1997: 12), a propósito de Familia, que se trata de
5 Los chicos de Barrio también jugarán con la lógica del comercio interpersonal en la secuencia
en la que examinan las páginas de servicios de un periódico y comparan cómo una misma cantidad
de dinero se puede "invertir" en diferentes servicios sexuales según quién sea la prostituta que los
realice.
Apuestas de guión en las películas de Fernando León de Aranoa 97
una comedia de las apariencias donde "las falsedades no hacen más que revelar los
mecanismos de las relaciones sociales, situadas en el ámbito de la célula familiar.
Los disimulos, las corteses y amorosas mentiras, la repetición de estereotipos, no
hacen sino evidenciar cómo la familia se constituye en un entramado de poderes,
hipocresías, renuncias y engaños, aunque podamos entender que éste sea el precio
a pagar contra la soledad".
En este sentido, el lúdico cuestionamiento de la familia queda en buena parte
mitigado por el monólogo final de Santiago ante los intérpretes: "He disfrutado
de mi propia familia y he sido muy feliz. Desde luego es mucho mejor estar mal
acompañado que solo, y los que dicen lo contrario es que nunca han estado solos.
Habéis estado estupendos"6. Por eso, convenimos con Heredero (1999: 222) cuan-
do dice que León "disecciona con dureza, pero sin acritud, todo lo que la familia
puede tener de convención y de mentira, de hipocresía y de falsedad, pero lo cierto
es que asume también, con la amplitud propia de un cineasta maduro, todo cuanto
puede implicar de generosidad y de verdad". Y de compañía y afectividad, cabría
añadir.
Por tanto, en el film conviven pacíficamente la nostalgia y la desmitificación de
la familia. A través de un delicado juego de espejos se sugiere que la interpretación
trasciende las paredes de la mansión y las rarezas de Santiago para instalarse en
la naturaleza misma de las relaciones personales cotidianas: las simulaciones, los
engaños son moneda corriente en el seno de cualquier familia. Algo que se ve con
claridad cuando Luna le cuenta a Carlos cómo ha estudiado interpretación sin que
sus padres se enteren, o en la sombra adúltera que planea en el matrimonio de Car-
men y Ventura: que no se descubra la infidelidad depende de lo buena que sea la
"interpretación" de los adúlteros, de lo bien que guarden las apariencias.
Esta historia que habla sobre la representación teatral (como metáfora seminal
de unas relaciones interpersonales regidas por las apariencias) recoge con ingenio
e integra adecuadamente en la trama muchos de los aspectos del trabajo del actor:
el dominio de las técnicas (la abuela les enseña trucos para aprender a llorar); el
lugar de la improvisación (de forma cómica, Santiago obliga a los intérpretes a
salirse de sus papeles); la colisión entre los límites éticos de la interpretación y la
"profesionalidad" que se les exige a los intérpretes para meterse en sus personajes;
o el atractivo y peligroso desdoblamiento de la identidad que permite la interpreta-
ción, que abre las puertas a otros mundos quizá más atractivos que los reales (como
Carmen intuye en cierto momento).
De forma explícita o implícita, han salido a colación algunos aspectos que sitúan
a Familia en un lugar más cercano a los filmes posteriores de León del que se tiende
a presuponer. Así, se percibe ya un gusto por la coralidad de personajes, a la que
6 Esa nostalgia bien pudiera estar relacionada con el hecho de que Fernando León escribió la
historia a raíz de la separación de sus padres. (Heredero 1997: 525).
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98 Pablo Echart
acompaña una notable indagación psicológica y una mirada comprensiva hacia los
mismos, y que se traduce en la reducción de la acción externa. También confluyen de
forma continua los tonos cómico y dramático, de forma que el humor atempera la gra-
vedad de lo contado. Además, como el propio título apunta, Familia reflexiona sobre
una institución que tiene un protagonismo notable —si se quiere, por defecto— en
los cuatro largometrajes realizados por León hasta la fecha: lo que aquí es nostalgia
y desmitificación con posterioridad será abierto desencanto, según se percibirá en
familias cuyos rasgos habituales serán la incomunicación, el desmembramiento o
la ausencia de alguno de los padres. Y, para terminar, Familia pone de relieve una
cuestión temática capital de sus películas: el refugio en simulacros o sucedáneos
como vía para satisfacer la aspiración de una vida más plena y mejor.
Como primer gran rasgo en común, los protagonistas de estas historias —sean
quinceañeros ociosos con escaso poder adquisitivo, desempleados o prostitutas-
habitan una realidad fea. Su propia condición social parece encasillarlos en un
presente triste, rubricado por un paisaje urbano sórdido y desangelado. De las tres
películas, es Barrio la que confiere al espacio mayores connotaciones simbólicas y
expresivas. Los desahuciados —drogadictos, vagabundos— habitan un subsuelo de
túneles, subterráneos y estaciones del metro, confinados a lugares que no se ven a
simple vista y desapercibidos para una sociedad anestesiada por el bienestar. Manu,
Rai y Javi, los protagonistas, se sitúan por encima de los personajes del subsuelo,
pero están lo suficientemente cerca de ellos como para asomarse a sus espacios
fantasmales (el hermano de Manu, por ejemplo, cruzó la frontera por culpa de la
droga y se convirtió en uno de ellos); sus aspiraciones de salir del barrio chocarán
contra las paredes de un metro que es metáfora de un "recorrido circular a ninguna
parte"8; y a la luz del día se mueven entre contenedores de basura y deambulan por
7 Este epígrafe complementa y sintetiza un trabajo abordado con anterioridad (Echart 2006:
53-59).
8 El encuadre y las letras musicales refuerzan esta idea (Cruz-Cámara 2005: 60).
Apuestas de guión en las películas de Fernando León de Aranoa 99
9 Y de paso se realiza un guiño a Familia: en el juego con las formas de las nubes de los
créditos, una de ellas se convierte precisamente en Australia.
100 Pablo Echan
entre los protagonistas de las tres películas en la forma que tienen de encarar la
realidad o, si se prefiere, en el grado en que se distancian de la misma. Manu en
Barrio y Lino en Los lunes al sol son los personajes más convencionales en tanto
que su aspiración no es otra que conseguir amoldarse a las leyes que rigen en su
mundo: se afanan en conseguir un trabajo hasta que les detiene la extenuación y
el desencanto. Su estéril "activismo" contrasta con la pasividad de Javi (Barrio) y
José (Los lunes al sol), cuyo escepticismo les excusa de realizar esfuerzos vanos;
para protegerse a duras penas del desencanto, Javi se pliega sobre sí mismo y José
se confía a la improbable suerte de los juegos y concursos. Santa y Rai son los
personajes más soñadores, los que son capaces de transfigurar la realidad en algo
bello a través de la imaginación. Pero, al mismo tiempo, cuanta más fe tienen en
sus sueños —y, por tanto, cuantas menos componendas hacen con la realidad—,
más cerca están de labrarse un destino trágico (como le sucede a Rai en Barrio)™
o de perpetuarse en su condición de outsiders (es el caso de Santa en Los lunes al
sol). En Princesas, cuyo título ya remite a la ficción —al mito de Cenicienta: las
prostitutas que quieren ser princesas por un día (o por una noche)—, la persecución
de los sueños provoca también enormes desgarros. Como si de ícaros se tratara,
el dolor de Caye y Zulema se plasma con más fuerza cuanto más cerca están de
materializar sus sueños de progreso material (Zulema al venir a España) y de amor
verdadero (Caye y su novio informático).
En este contexto de pugna entre la realidad y el simulacro puede entenderse
también un recurso de guión muy personal de León de Aranoa, como es la inclusión
de situaciones estrambóticas que lindan muchas veces con lo inverosímil, pero que
dejan un poso en la memoria de los espectadores, no pocas veces porque en ellas
se reconoce el "brote de lo poético incluso entre la más triste sordidez" (Monterde
2002: 26) que es marca de autoría en León. No en vano el cartel publicitario de
Barrio recurre a una de ellas: la presencia de la moto de agua en el barrio, una
descontextualización tan sorprendente como gráfica, que pone de relieve el con-
traste brutal entre la realidad del barrio (los tristes edificios como telón de fondo)
y la plasmación (inútil, imposible) de los sueños de Rai de romper con la vida del
barrio a través de esta moto que es símbolo del anhelado placer, lujo y bienestar.
En Los lunes al sol, al menos son dos las secuencias improbables: el no funeral de
Amadeo en el barco robado, y la noche que el grupo de amigos pasan en el chalet
de los millonarios haciendo de "canguros". En Princesas, la clase de sexualidad
impartida por Zulema en un colegio, o el paseo de las prostitutas en la limusina
sirven también como momentos inusuales que permiten salir a los personajes de su
maltrecho entorno y de su triste cotidianeidad al menos por un instante.
Si las películas de León de Aranoa tuvieran que ser clasificadas entre las viejas
categorías de tramas de acción o tramas de personajes, sin duda se incluirían en este
segundo grupo. Los personajes no son expuestos a contextos extraordinarios donde
podrían ser puestos a prueba, sino que el ámbito en el que se mueven es el de la
cotidianeidad, en un plomizo —y por momentos dramático— día a día. A León de
Aranoa no le interesa tanto desarrollar tramas de sucesos llamativos como acceder
a través de los hechos del día a día al corazón de los personajes. Más que lo que
pasa, lo que importa es acceder a la esencia de sus protagonistas: conocer sus sen-
timientos, emociones, reacciones, sueños, placeres, vicios, creencias, debilidades,
temperamentos, caracteres. Como se intentará mostrar en las líneas que siguen, la
caracterización de estos personajes persigue por distintas vías hacerse con la empatia
de los espectadores, que se comprometen de forma vicaria con sus experiencias y
destino. Para conseguir la complicidad del espectador se opera en un doble sentido:
por un lado, desentrañando el interior de los personajes; por otro lado, tejiendo entre
ellos un peculiar tipo de relaciones que mueven en un sentido favorable los afectos
de los espectadores.
Los protagonistas de Barrio, Los lunes al sol y Princesas responden a los patrones
asociados a ese cajón de sastre constituido por los perdedores de una comunidad.
Sean adolescentes cuyas esperanzas no serán atendidas, desempleados o prostitutas,
lo que está claro es que quedan al margen, cuando no van contracorriente, de los
vientos de una prosperidad que bien puede entenderse, en el contexto de los relatos,
como sinónimo de felicidad. Esta condición de losers, sin ser de por sí condición
suficiente para garantizarla, sí predispone a que los espectadores se identifiquen
con ellos, y en esta dirección trabajan una serie de líneas de fuerza que repasamos
a continuación de forma enumerada:
1) La importancia de los deseos: se ha visto ya cómo la fealdad de la realidad
predispone a los personajes a refugiarse en la fantasía, a soñar con una vida mejor de
la que les ha tocado en gracia. Este primer plano que se concede a los deseos de los
personajes los humaniza, pues quedan religados de esta forma a la tendencia natural
de las personas a querer crecer en felicidad, a conseguir una vida mejor. Esta expe-
riencia universal de perseguir una vida más satisfactoria se concreta, en primer lugar,
en aspiraciones materiales, lo que otorga al dinero un protagonismo muy considerable
en las tres historias: desde el hecho de que Caye se prostituya básicamente por dinero
hasta que Rai sueñe con robar un furgón de banco, pasando por las dificultades que
Santa o José tienen para pagar su ración diaria de cerveza o por el hecho de que los
adolescentes de Barrio roben flores de un cementerio con la finalidad de venderlas.
102 Pablo Echart
También, aunque de forma más inhibida, los protagonistas tienen unos deseos de carác-
ter sentimental: los tres amigos de Barrio están secreta y pudorosamente enamorados;
Santa en Los lunes al sol siente una atracción prohibida hacia una adolescente, y las
prostitutas de Princesas tienen también su historia de amor, que viene a probar que la
prostitución no ha conseguido erradicar de sus vidas el deseo más universal de todos;
además, el hecho de que la historia de amor de Caye tenga connotaciones trágicas
mueve a los espectadores a la compasión, puesto que perciben cómo de esta forma es
aniquilado cualquier atisbo de redención personal.
2) Secretos y mentiras: el espectador participa de los anhelos de los personajes
y también de sus secretos. Aunque, como veremos, la amistad se convierte en tabla
de salvación para los personajes, quedan resquicios de intimidad que no son com-
partidos con nadie, a excepción hecha del espectador. De esta forma, éste adquiere
un conocimiento privilegiado sobre aquellos, al asomarse a una dimensión privada
que revela nuevos aspectos de su identidad. El secreto protege la intimidad y al
mismo tiempo marca una distancia entre los personajes, que se aislan de los demás
en la medida en que no comparten aspectos personales que no serían aprobados o
comprendidos ni siquiera por quienes les son más cercanos: es lo que sucede con la
lucha de Lino contra su propio aspecto en Los lunes al sol (un motivo que genera
compasión en el espectador); en Barrio, Rai oculta a sus amigos su implicación
en el trapicheo de drogas; y en Princesas, cada protagonista carga con el secreto
primordial de ser prostitutas. El secreto se protege a menudo con mentiras, como
la mascarada que orquesta Zulema para mostrarse ante sus seres queridos como si
fuera una camarera, o como la llamada de Rai a sus padres desde las dependencias
policiales para decirles que no dormirá en casa. En ocasiones como éstas, la men-
tira se emplea para no hacer daño a los demás, y no para expresar —como sucede
con el autoengaño de la madre de Caye en Princesas, o el del padre de Manu en
Barrio—- formas patéticas de esquivar la realidad.
3) Autenticidad y solidaridad: el guión refuerza la complicidad con los protago-
nistas al dotarles de un código propio en su forma de pensar y actuar. Son personajes
que no se traicionan a sí mismos. Esta autenticidad se traduce en la abundancia de
gestos solidarios que revelan su bondad esencial, más allá de que puedan ser perso-
najes proscritos como Caye, quien, entre otras acciones benéficas, dará a su amiga
Zule los ahorros que tanto le ha costado obtener. Las más de las veces, la solidaridad
se percibe mediante gestos de menor intensidad —desde la compañía hasta modestas
celebraciones nocturnas— que bastan para ilustrar la implicación personal en los
problemas de los compañeros y el valor concedido al grupo de amigos.
4) Abanderados de un mundo mejor: los gestos de solidaridad de estos personajes
marcan la apertura a un mundo mejor al existente, más sensible por cada persona y
donde no regiría el individualismo egoísta. Santa, en Los lunes al sol, es seguramente
quien mejor enarbola la batalla por este ideal. Al precio de perder un trabajo, encarna
la resistencia militante a ser engullido por un sistema deshumanizado. Su renuncia
Apuestas de guión en las películas de Fernando León de Aranoa 103
a pagar una farola de ocho mil pesetas se convierte en metáfora de esta obstinación
por oponerse a las leyes de un mundo que perjudica a los más débiles. Con su
lógica implacable, Santa cuestiona (y el espectador con él) el unificador discurso
del "sentido común" arraigado en la comunidad, y ofrece, con todo su ingenio, una
visión de la realidad alternativa a la dominante: cuestiona en el juzgado la justicia
del fallo, el pago del billete en el trasbordador, las presuntas diferencias de gusto
entre ricos y pobres cuando hacen de canguros en el chalet, etc.
5) El placer de la picaresca', dado que el espectador percibe la injusticia esencial
del mundo que habitan, no es extraño que los personajes se tomen la justicia por
su mano y que desarrollen un placentero sentido de la picaresca: se las tienen que
apañar por sí mismos porque nadie lo va a hacer por ellos. La picaresca aporta cierta
justicia poética a los relatos: Santa pagará la farola, pero romperá otra idéntica a
continuación para dejar incólume su ética; Rai y sus amigos se regalarán los trofeos
(robados) que la vida no les ha dado; Caye se rociará de Channel en unos grandes
almacenes antes de ir a cenar con su novio, etc.
6) Antiautoritarismo: al ser personajes que van a la contra del (injusto) orden
vigente, no sorprende su recurrente antiautoritarismo: malparada queda la imagen de
la Policía en las tres películas, y es en Los lunes al sol donde la crítica se extiende
más a otros estamentos como la Banca o la Justicia. No es de extrañar que el anta-
gonista de Santa sea un "madero" o "técnico de seguridad" —según se vea— que
simboliza la humillación de los que han claudicado.
7) El valor de la amistad: en el plano de las relaciones personales, la amistad
satisface las lagunas emotivas derivadas de un panorama familiar destartalado, pues
la familia se presenta casi de forma invariable como rota, mutilada, y sin comuni-
cación real entre sus miembros. La distancia abismal que separa a padres de hijos,
o a maridos de mujeres, es suprimida entre los colegas que comparten una misma
experiencia, llámese prostitución, desempleo o un presente sin perspectivas. Sobre este
vínculo esencial se advierte, particularmente en Los lunes al sol y en Barrio, donde
los protagonistas son tres, una meditada orquestación de caracteres que aporta, como
muy bien se aprecia en la primera secuencia de ambas películas, un rico contraste de
puntos de vista con que es posible percibir y encarar una misma realidad11. A pesar
11 Cabe llevar más lejos los vínculos entre personajes de ambas películas. Como afirmara León,
en Barrio los personajes se construyen a partir del patrón orientador de la teoría aristotélica de las tres
almas: Rai es el personaje concupisciente, el más obsesionado con las chicas y con la muerte, y el que
tiene los pies más lejos de la tierra y más cerca de la fantasía; Javi es el alma racional, el descreído, el
contrapunto de Rai, el que ve la realidad como es; y Manu es volitivo —se mueve por el corazón y los
sentimientos—, aún crédulo y con fe en que con voluntad es posible mejorar las perspectivas vitales.
Aunque las correlaciones solamente son parciales, en Los lunes al sol Lino continúa la estela de Manu en
tanto que su tenacidad cederá paso ai desencanto; José comparte la pasividad de Javi y su escepticismo,
y apenas confía en la suerte como única estrategia para dar un quiebro favorable a su destino; Santa es
tan soñador y fantasioso como Rai, si bien su experiencia le ha restado cualquier ápice de ingenuidad
y prefiere no poner paños calientes a la realidad que le circunda (Heredero 1997: 537).
de sus diferencias, entre ellos operan los rasgos habituales de la amistad: el apoyo,
la solidaridad, la lealtad, la conversación, etc.
8) El humor, entre los valores de la amistad destaca sobremanera el humor. Los
chistes, las ocurrencias, las bromas fortalecen admirablemente su vínculo, al tiem-
po que se convierten en el mejor antídoto para combatir la espesura de cada día
y las adversidades que se van presentando. De esta manera, el humor se convierte
en piedra angular de las vidas de los personajes (y, de forma delegada, en seña de
identidad de las películas de León de Aranoa). Un humor orquestado a través de muy
variados mecanismos como las fabulaciones de los personajes, que gestan realidades
inconcebibles; las historias exageradas y fantasiosas que relatan; las argumentacio-
nes y explicaciones disparatadas de lógicas llevadas hasta el absurdo; simulaciones
de premios y concursos televisivos; la ironía; los chistes; los contrastes; el uso de
los tópicos populares; las afirmaciones inapropiadas y los apuntes transgresores;
las discusiones, las conversaciones y las afirmaciones basadas en la ignorancia; las
bromas internas; las respuestas literales, etc.
PARA CONCLUIR
12 Esta es la crítica principal que Monterde vierte sobre Los lunes al sol, y que cabe hacer
extensible a Princesas. En todo caso, la cuestión del realismo, abordada en profundidad en el último
congreso de la Asociación Española de Historiadores del Cine (Córdoba, febrero de 2006), excede los
límites de este trabajo. Para el alcance limitado del realismo en las películas de León —y en las de
otros representantes del último cine comercial español—, véase Quintana 2005: 16-23. Para las críticas
de Monterde, (Monterde 2002: 26-27).
106 Pablo Echart
BIBLIOGRAFÍA CITADA
13 Indica Nuria Triana-Toribio que este es un tipo de cine que enlaza con la tradición española
y europea del "realismo social", etiqueta en desuso que deja paso al llamado "cine social" (Triana-
Toribio 2003: 155-158). Puede verse también Echart: 2006 para los "efectos de realidad" con los que
León de Aranoa pretende insuflar un añadido de verosimilitud a las ficciones.
INTRODUCCIÓN
* Este texto no habría sido posible sin la paciencia y la confianza de John Sanderson. A él y a
los participantes del X Seminario sobre Cine y Literatura que, con el título "Trazos del Cine Español",
fue organizado por la Universidad de Alicante, les debo la posibilidad de estructurar una serie de ideas
que hacía tiempo me rondaban. Del mismo modo, estoy en deuda con el profesor Salvador Oropesa,
quien me facilitó sus textos sobre Manolito Gafotas y me puso tras la pista de ciertas ideas asociadas
al universo literario-fílmico de Elvira Lindo. Por último, agradecer a Miguel Albaladejo su generosidad
al compartir su tiempo y sus reflexiones conmigo. Evidentemente, sin sus películas no existiría este
artículo.
108 Miguel Fernández Labayen
1 Es evidente la deuda de gran parte de las posiciones sobre el estudio de la cultura popular con
el legado de Antonio Gramsci. Para una clarificadora visión de conjunto sobre el tema, véase Bennett,
Tony. "Introduction: Popular Culture and 'the turn to Gramsci'". En Bennett, Tony; Mercer, Colin y
Woollacott, Janet. Popular Culture and Social Relations. Milton Keynes: Open University Press. 1986.
Págs. xi-xix.
2 Evidentemente, el calificativo 'desviadas' no se refiere a un juicio moral popularizado sobre
el colectivo homosexual, sino más bien lo asocio a lecturas de resistencia frente a esa moral general
mediante la apropiación y resignificación de prácticas comunes.
Cultura popular y cine español: una aproximación a la obra de Miguel Albaladejo 1 QQ.
— LA RE-PRODUCCIÓN DE CAPITAL
— LA RE-PRODUCCIÓN DE LO SOCIAL
— LA RE-PRODUCCIÓN CULTURAL
Somos un país que adoramos el costumbrismo y eso a los directores nos condi-
ciona; al costumbrismo este español al que estamos un poco condenados. (...) Se
nos dirige un poco allí. (...) Te das cuenta de que cuando ofreces eso a un productor
interesa mucho más que cuando ofreces algo un poco más francés, un poco más
checo. (...) En el fondo estamos haciendo una industria audiovisual que se parece
mucho peligrosamente a la de la telecomedia. (.. .)6.
8 Para ser precisos, "Mi pequeño del alma" no equivale al final del corto, sino que existe un
epílogo en el que un tal Abdul canta una melodía árabe, estableciendo un pequeño diálogo con el
intérprete de la canción de Perales, en un guiño cinefilo cuya relevancia para el interés primordial del
filme es mínimo.
9 Sin voluntad de dar una visión falseada de la trayectoria del director alicantino, dejamos
fuera de nuestro análisis otros cortometrajes de carácter más experimental como Sangre ciega (1994,
co-dirigido con Ángeles Albaladejo) o Cachorro (1996, no confundir con el largo del mismo nombre
que Albaladejo rodaría en 2004). Evidentemente, nuestro análisis dista de ser totalizador y tampoco
pretende situarse en una interpretación 'autoral' que no deje espacio a otras investigaciones ni que
ofrezca un panorama determinista y teleológico de las películas de Albaladejo. Simplemente nos dete-
nemos en algunos elementos que juzgamos cruciales para entender no sólo parte del cine dirigido por
Albaladejo, sino de la manifestación de elementos de cultura popular en (parte de) el cine español.
10 Entrevista personal con el autor. Madrid, 19 de abril de 2006.
114 Miguel Fernández Labayen
de circunvalación y las vías rápidas que conectan los diversos puntos de la ciudad.
Es un lugar, pues, de paso, geográfico y temporal en el que la gente, igualmente,
pasa. Pasan los taxistas que celebran el año nuevo en el coche, pasan los turistas que
buscan con fervor la Puerta del Sol, pasan los invitados de una fiesta de disfraces
vestidos de conejo y calamar, pasan los ladrones con vehículos ajenos, pasa la policía
y hasta las nuevas "señoras guardias civiles" y pasa, o al menos lo intenta, la gente
que vive y trabaja allí. Son esa pareja de gasolineras esperanzadas y juerguistas, ese
matrimonio que va a dar luz a un hijo y, por supuesto, esa familia en los bordes de
la miseria que, tarde o temprano, va a tener que emigrar debido a la especulación.
La película se aproxima así a la realidad cotidiana de los desfavorecidos, trazando
una serie de historias cruzadas que van a confluir en la chabola donde vive Joselito
con su familia, en la que una de las protagonistas dará a luz ante la atónita mirada
del resto de personajes y el fluorescente confeccionado a partir de neones robados
que anuncia, gracias a la luz sustraída de la vía pública, "Viva el Siglo XXI".
De clara influencia sainetesca y rozando el esperpento, la película está llena de
mala uva y moviliza unas imágenes en las que las legítimas aspiraciones de los
personajes se materializan en absurdos imposibles y en ensoñaciones engañosas.
Las representaciones que circulan en los medios les recuerdan constantemente su
sensación de no-pertenencia: que Adri (la gasolinera que encarna Adriana Ozores)
no tiene pecho y por eso no liga; que Johnny (Carlos Fuentes) no tiene ni trabajo, ni
dinero, ni, obviamente, coche como los Tres Tenores; que Jasmina (Mariola Fuentes)
no tiene móvil y lo que quiere es un novio rico y que los pobres, como ácidamente
sentencia Antonio Muñoz Molina desde ese aparato que conecta el submundo del
hogar de Joselito con el exterior, lo van a tener todavía peor en el siglo que se
inicia. El filme, como reconocen sus autores, es de clara inspiración berlanguiana,
tomando a Plácido (1961) como referente y explotando una serie de claves cómicas
que el dúo Lindo-Albaladejo desarrollará en posteriores colaboraciones, conjugando
comicidad y patetismo.
En 1999, Elvira Lindo y Miguel Albaladejo colaborarán en la confección de dos
guiones: por un lado, la edición y puesta a punto de Ataque Verbal, proyecto que
Albaladejo tenía confeccionado antes a La primera noche de mi vida, y por otro, la
adaptación a la gran pantalla del personaje radiofónico y del cómic Manolito Gafotas.
Compuesta por una serie de cortos, Ataque verbal es un ejercicio de incontinencia
oral, consistente en reunir, en cada viñeta, a un par de personajes que dialoguen sin
parar durante algo más de diez minutos. Irregular como la gran mayoría de las pe-
lículas de cortos, destacaremos dos "ataques" en los que el absurdo y lo inesperado
se hermanan con la cotidianeidad y el gracejo de las clases populares. Sirvan como
ejemplo el Ataque n° 4, en el que un par de adolescentes debaten, en su tienda de
acampada, el devenir del campamento de verano, y el Ataque n° 6, donde una pareja
de barrenderas municipales se encuentran un recién nacido en su ronda nocturna.
Si en el primer caso salen a la superficie las obsesiones sexuales, paracientíficas y
14 En este sentido, también merecen un estudio aparte las colaboraciones de Elvira Lindo con
el diario El País. Recogidas en tres libros bajo el título genérico de Tinto de verano, Lindo demuestra
gran perspicacia en la elaboración de la crónica de costumbres, describiendo situaciones cotidianas de
su familia y su entorno inmediato en una mezcla de ficción y realidad que, en cierto modo recoge una
tradición periodística española que tiene en Larra a uno de sus mayores exponentes.
118 Miguel Fernández Labayen
aunque sólo sea porque ya hemos vivido muchos y sabemos que se acaban, y los
terribles pueden no serlo tanto si hacemos el mismo ejercicio de comparar con otros
anteriores y ponerlos en la misma distancia. (...)
Y, fundamentalmente, es una tragedia porque habla de miseria, de miseria moral,
social y económica, y de la dificultad, imposibilidad en la mayoría de los casos, para
escapar de ella. Los personajes arrastran fracasos personales que les vuelven a pasar
factura periódicamente, y esos fracasos tienen la curiosa capacidad de reproducirse,
casi de multiplicarse, cuando se juntan con el fracaso de otro semejante. (...)
Por eso la única gota de esperanza en esta historia es, paradójicamente, algo en
principio tan triste y desalentador como el anuncio de un aborto.
Y también están las canciones, las noches follando en la playa, los chiringuitos
llenos de chavales divirtiéndose, los ligues, el turismo vitalista y bullicioso de la clase
media baja, las tiendas de todo a cien, los mercadillos, la fruta, los voluntarios de
Cruz Roja, los policías jóvenes que fuman canutos, los campings, los baños de lodo
en el Mar Menor, el pescaíto frito y la sangría. O sea, muchas risas, mucha música
y mucha diversión como escenario para contar una tragedia en vacaciones.
Toni y unos amigos, Román y Maribel con sus dos hijos, se sientan a cenar en
un chiringuito. Justo entonces el presentador, haciendo gala de un dudoso dominio
políglota, anuncia la actuación de la 'gran voz' de Chelo Zamora, quien aparece en
el escenario bajo los primeros acordes de "Caramba, Carambita". Toni, Maribel,
Román y su hijo mayor observan a la cantante.
Chelo se acerca a la mesa donde están Toni y sus amigos mientras sigue cantando.
Al llegar frente a Toni, deja que la orquesta siga con la parte instrumental.
Chelo se aleja.
SUPERHÉROES DE BARRIO
15 Al respecto, y como señalaba Miguel Albaladejo, es sintomático que Lolita se sintiera más
cómoda y satisfecha interpretando canciones ampliamente conocidas y socialmente exitosas como
"Mediterráneo" de Serrat (con una pátina intelectual evidente, al tratarse de uno de los cantautores
españoles más relevantes de los últimos treinta años) que con otras elecciones 'menores' del repertorio
de Chelo. Entrevista personal con el autor. Madrid, 19 de abril de 2006.
16 Mención aparte merecen las bandas sonoras originales de Lucio Godoy para los filmes de
Miguel Albaladejo, pero se escapan del tema aquí tratado.
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122 Miguel Fernández Labayen
BIBLIOGRAFÍA
MARÍA GALIANA, actriz sevillana que debutó en el cine con Madre in Japan
(1985) y en televisión en la serie televisiva Juncal (1987) junto a Paco Rabal y Ra-
fael Álvarez El Brujo. Ganó el Goya a la mejor actriz de reparto con Solas (1999),
película que también le propició la consecución de diversos premios como el Ondas,
el del Círculo de Escritores Cinematográficos, el Sant Jordi y el Fotogramas de Plata
como mejor actriz, y premios internacionales en el Festival de Tokio y el de Carta-
gena de Indias. Su actuación en la serie Cuéntame como pasó (2000-) le ha supuesto
premios como mejor actriz de reparto de la Unión de Actores y de la Academia de
las Ciencias y las Artes de la Televisión, ambos en el año 2002.
múltiples montajes como el realizado por Gerardo Malla (1987) de Las galas del
difunto de Valle Inclán, o Fundó de Gala (1990) de Rodolf Sirera, dirigida por Juli
Leal, hasta llegar a la Antígona de Sófocles en versión de Jean Anouilh, dirigida
por Ensebio Lázaro (2005).
Este volumen presenta una serie de perspectivas individuales sobre algunos de estos
aspectos en las tres últimas décadas del cine español. Confluyen las experiencias
profesionales narradas en primera persona por las actrices María Galiana y Rosana Pastor
con las reflexiones académicas acerca de la obra de dos destacados miembros de la nueva
generación de directores españoles: Fernando León de Aranoa y Miguel Albaladejo. También
se incluye un análisis detallado de las adaptaciones literarias en el cine español
contemporáneo, un seguimiento de la evolución del documental en España y un estudio
sobre el fenómeno de la "nostalgia" en la producción audiovisual actual.
Universitat d'Alacant
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