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De la página italiana: Psicologia_applicata

El diario de “los atracones”


(adaptación y traducción)

"¿Tengo mucha hambre o me convertí en presa de un automatismo?"


Porque esto es lo que nos sucede a todos, al menos una vez al día.
Cuando estudiamos o trabajamos, algo nos hace querer mordisquear algo.
Al final del día, nos echamos un gramo extra, sino un kilo; cuando hay dulces, o algún snack
(como en los días de fiesta o simplemente durante la jornada de trabajo).
¿Por qué lo hacemos?
"Porque tenemos hambre", alguien diría.
No es verdad.
Casi nunca esta respuesta racional no es la respuesta exacta.
La verdadera razón está oculta, pero se "manifiesta" con el acto de comer sin desearlo
realmente.

EL DIARIO DE LOS “ATRACONES”


Un excelente método para interpretar estos mensajes ocultos es el del diario de atracones.
Si no puedes evitar más estos atracones, que empiezan con pequeñas “picadas” de comida que
frustran todos tus esfuerzos para mantenerte en forma, puedes registrarlas en un pequeño
diario o en la agenda del celular.
Escribe en este diario lo que comiste todos los días y qué emociones sentiste antes de ir y llevarte
a la boca ese alimento en particular. (que no son tus tres alimentos básicos o los que se salen
del régimen de dieta que te han designado).
Descubrirás que los momentos de ajetreo y el estallido son impulsados por una sola emoción:
La ansiedad de algo.
Algunos reportan que resultó porque no podían trabajar bien en la PC y se estaban llenando de
ansiedad por no poder completar el trabajo antes de la hora programada. Quizá pueda suceder,
también, que “aparecen” pensamientos o ideas que nos incomodan o nos entristecen, o pre-
ocupaciones por cosas del futuro, del presente inmediato que no se ha realizado cómo uno
desea.
Una vez que entiendes la lógica, se hace natural reconocer ese estímulo y preguntarte: "¿Tengo
mucha hambre o es otra cosa?".
Qué sucede si antes del almuerzo me comí un sándwich, o me tomé una gaseosa, o después del
desayuno o cena me comí unos “Doritos” o algunos paquetes de galletas, una barra de
chocolate, y otras golosinas.
Si hacemos un ejercicio y registramos algo así: Por ejemplo, considerando que llevas un horario
de oficina que inicia 8am (y suponemos que tomaste un desayuno adecuado):

10.15 am “Salí a la cafetería de la empresa y me compré un sándwich”.


Ahora piensa un poco y trata de registrar cómo te sentiste los minutos previos antes de hacerlo.
“Me dio ansia pensar que no acabaré a tiempo lo que agendé hoy”.
“Me puso triste recordar a una persona que extraño”
“Me incomodó algo que pasó”
“Estaba como con la mente en blanco y de pronto no sabía qué hacer”
“Alguien que esperaba que me mensajeara no lo hizo”

Si haces el mismo registro de memoria por cada vez que fuiste “a picar” cualquier cosa; tendrás
un factor común. Verás que no es necesariamente el “apetito” propio de la carencia de
carbohidratos o glucosa, sino que hay contenidos emocionales que activan esa dinámica de
comer sin tener un “hambre real”.
El primer día posiblemente no cambie mucho, pero lo importante es que tú mismo podrás
identificar en la semana o a los tres o cuatro días qué “sensaciones” “emociones” o
“pensamientos” son el detonante de esas “falsas ganas de comer”. Porque las leerás, las
identificarás… el siguiente paso será trabajarlas para frenarlas.

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