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Si haces el mismo registro de memoria por cada vez que fuiste “a picar” cualquier cosa; tendrás
un factor común. Verás que no es necesariamente el “apetito” propio de la carencia de
carbohidratos o glucosa, sino que hay contenidos emocionales que activan esa dinámica de
comer sin tener un “hambre real”.
El primer día posiblemente no cambie mucho, pero lo importante es que tú mismo podrás
identificar en la semana o a los tres o cuatro días qué “sensaciones” “emociones” o
“pensamientos” son el detonante de esas “falsas ganas de comer”. Porque las leerás, las
identificarás… el siguiente paso será trabajarlas para frenarlas.