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INTRODUCCION:
En las fichas anteriores se me abrió el camino de la oración con los salmos, con los sentidos,
hoy San Ignacio me invita a ver a Jesús en el Evangelio, a identificar los sentimientos que en mí
surgen y a captar el mensaje que me deja.
Voy a contemplar distintos momentos de la vida de Jesús, dialogando con las personas que
intervienen en la escena, haciendo oración, instruyendo a sus discípulos, etc.
Es decir, voy a aprender en el taller de hoy qué es la contemplación Ignaciana y poner
nombre a los sentimientos que en mí van surgiendo.
La contemplación Ignaciana es una oración imaginativa recomendada por San Ignacio;
consiste en escoger una escena de la vida de Cristo y revivirla tomando parte en ella como si
estuviera sucediendo en el momento presente y yo participara en ella.
San Ignacio me invita a "sacar provecho", es decir: a confrontar mi vida de hoy, mis problemas, mis
responsabilidades y deseos, para ver si concuerdan con las actitudes, sentimientos y enseñanzas de
Jesús.
Al dejar que Jesús mismo me haga esta confrontación, entro en diálogo con El... En una
conversación íntima le ofrezco al Señor mi momento presente, en que deseo vivir de una manera
congruente lo que he reflexionado y visto en la oración. A este diálogo final que es coger los frutos de la
contemplación, San Ignacio le llama "coloquio".
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Contemplar a Jesús en LUCAS 7,11-17
Ambientación: Una pequeña ciudad amurallada: Naín... Por la puerta sale un cortejo fúnebre, las
flautas y chillidos de las plañideras llegan a los oídos de Jesús, que se acerca al féretro... ¡Es un
joven!... La madre bañada en lágrimas, lo mira...
NOTA: Darme cuenta de mis sentimientos y ponerles nombre requiere entrenamiento tuyo
contigo mismo, los sentimientos no tienen carga positiva ni negativa, es decir no son
buenos ni malos, son energía y hay que ubicarlos; que el sentimiento sea dañino depende
cómo lo expreso, a quien se lo expreso y cómo lo trabajo.