Está en la página 1de 17

NESHAMANÚ

(En pos de la liberación del hombre)


1

Mario Blacutt Mendoza


Los derechos de autor de la presente obra están debidamente
registrados y protegidos por Ley

2
…el claroscuro se extiende afuera… un hombre camina con pasos
de ritmo lento, acompañando la marcha funeral de silencio que la
calzada entona, cada vez más grave… su rostro, abatido por el
dolor, es áspero y sutil… sus reflexiones se escuchan en el eco
callado de las paredes y puertas cerradas… no es cierto que la
noche cae; más bien se levanta… mi caminata lo comprueba,
cuando escucho la soledad de las calles tristes, afligidas ante la
caída del sol, atraído por la gravedad que lo llama desde el otro
lado de la montaña, los últimos haces de luz se prenden, obstinados
en no caer y aferrarse a los ribetes de las nubes para hacer un
pedazo más de día… pero es inútil, la noche se levanta desde las
calzadas, llega a las nubes y expulsa de ellas el último vestigio de
luz para anunciar que la sombra ha conquistado otra vez el
espacio… la naturaleza no debería permitir que las esposas
mueran antes que los maridos; es demasiado, es demasiado…
solapado voy en pliegues de banderas cenizas, mostrando mis
deseos de acariciar para siempre el fuego y de entibiar el hielo con
mi aliento… los nichos asfaltados y de pie bruñen las gotas que
habían querido ser una piel encima de la piel negrosa… los
recuerdos del mañana duelen por lo que pudo ser el ayer; en cada
gota, en cada una, se refleja la luna entera o el foco de una
esquina… quisiera ser encarnado en el color de alguna nostalgia;
pero no puedo, sólo soy dolor viviente, alquitrán encima de asfalto
la que tapa mis poros... las visiones remodelan el mundo con
gustos plurales y ajenos a lo que somos o seremos o fuimos; una
visión es el último hálito de alguna sombra que, al ser rozada con
la luz, ha dejado de ser lo que era para ser lo que no era; tal vez, lo
que no quería ser… pero la visión que se dirige a mí no parece
venir de la umbría hecha espectro; más bien es la luz de alguna
llama sin fuego, de algún rayo blanco emergiendo de la nada
incolora… su cabellera puede ser el cometa errante concentrado
en chispas compactas, antes de circunvalar otra vez la parte del
infinito que ahora debía circunvalar; el cuerpo se mueve con la
gracia que sólo la mujer que sabe que es mujer y que es feliz siendo

3
mujer, despliega dentro y fuera de su propia burbuja… es
imposible que yo la vea sin cuidar de los ojos y del rostro y del
seno y de la cintura y de las piernas; mis ojos, en su mirada, se
asombran ante la aparición de lo hermoso, de lo verdaderamente
hermoso, atestiguando nuestra vieja creencia de que la naturaleza
no había hecho nada más hermoso que una mujer hermosa… la
miro y la tengo como la mujer que jamás, en los hoyos de los siglos,
pudimos concebir en la descripción racional de lo hermoso… es
mucho, mucho más; en él, es la mujer prototipo, la que intuimos
que sea y, sin embargo, es una mujer de verdad… yo sé que no la
amaré, no podría amarla pues para amar es necesario tener vida y
la mía se ha ido con la muerte de la que fue mi vida… pero esta
aparición está sola como la noche, en plena noche; cadenciosa en
la lluvia, pero las gotas parecían no mojarla… cadencia tras
cadencia, sus pasos son las fases de una luna que nace y que muere
en el mismo menguante

…ven, dicen sus ojos; ven, ratifica su mano… no temas; la noche es


sólo el brillo del otro lado de la luz; encandila de negro a las retinas
acostumbradas a la seda encandilante de lo blanco… pisa el
asfalto, pero yo levito cuando siento cómo el roce de su roce roza
la piel, en un encuentro de abismo con abismo, de vacío con vacío,
de nube con nube, de llama que no quema con llama que dejó de
quemar… al verme, siento sus ojos y sus palabras:

…tu tristeza es tan grande que algún vórtice lejano debe sentirse
débil; siendo hombre, crees que el dolor no debe convocar a la
lágrima; tu alma, presa del desencanto, quiere libertad y tú la
encadenas en esa rara razón de pretender encubrir con la
apariencia el dolor que abre precipicios en la mirada ¿acaso no has
aprendido que el dolor se apodera, imponente, de los recuerdos,
que los separa y los segrega en campos crisoles, para hace de cada
uno, el dolor reciclado de los otros? ¿acaso no sabes que es
silencioso, que quita la voz a los ayeres, los convierte en fantasmas
que se retuercen en señas y que gesticulan sin habla? ¿no has

4
aprendido que, entonces, viene lo inconsútil, la nostalgia, y el
dolor se vuelve lágrima? aprende…

Aprieto su mano, la mira y me pregunta

–te llevaré por el mundo dual; el que se hace tumulto de los


sentidos y el que se muestra conforme con el sino. ¿lo quieres?

–sí; pero antes: ¿cómo te llamas?


–Neshamanú
–yo soy Héctor

…nos vamos… la noche nos abre la puerta hacia la luz…


caminamos por encima del asfalto, con aquellos pasos llenos de
pausa que saben a dónde van sin saberlo; rara sensación de estar
en un mundo que se mueve en la galaxia y nosotros nos movemos
en él... pero el aire azulado de negro esperaba las palabras
–¿crees que soy hermosa?
–sí.
–¿muy hermosa?
–eres la mujer más bella que haya visto o soñado o visionado en
cualquier encuentro con el día, con la noche o con el delirio
–¿de cómo sabes que soy bella?... sé que soy hermosa, pero no
acabo de entender por qué crees saber que también soy bella
−porque me lo dicen mis ojos
−¿y tú crees que ellos son vigías perfectos de lo que es?; más
aún, de lo que es-siendo?
–creo lo que veo, lo que palpo, oigo, saboreo o lo que huelo
–¿lo dices en serio, o sólo lo haces para impresionarme con una
supuesta fortaleza que cree encontrar sustento en algo real, como
supuestamente son los sentidos?
–quiero impresionarte; es deber de todo hombre tratar de
impresionar a una mujer; es tan importante esta intención, que la
opinión de Einstein nunca será tan añorada para nosotros, como la
de una mujer hermosa; nosotros, los hombres, tenemos la fuerza;

5
no me refiero a la que alza maderos, sino a la del intelecto que
asumimos fuerte por estar vinculado a lo real, aquello que los
sentidos nos dibujan en el cerebro… creemos que la mujer tiene el
presentimiento, aquello que no cimenta con nada sensible,
excepto con su propia sensibilidad; sí, quiero impresionarte con
deseos de romance; aunque siento que eso ya nunca será para mí…
es sólo la reacción condicionada que todo hombre tiene al estar
cierto que ante sí hay una mujer…
–me halagas; y lo haces por tu interés en halagarme y por tu
valor y tu fuerza en representar tu papel de hombre… pero la flor
que pretendes brindarme no tiene aromas que inciten mi ser de
mujer… si quieres agasajarme no lo hagas con poses de
zoohombre, hazlo con actitudes de hombre genuino; nada reduce
más la estatura del masculino que la pretensión de abandonar lo
que es, para devenir en lo que no es… eso se deja para nosotras,
las mujeres, que somos y no somos; que somos la dualidad
constante; aquello que se aprehende sólo cuando ya no está;
pincelada impresionista que logra el momento fugaz para hacerlo
permanente; ustedes son columnas que sustentan; nosotras, varas
de mimbre que dejan pasar la ciega estampida de la tormenta…
nunca desfigures tu ser-hombre pretendiendo ser falso; peor aún,
si quieres impresionar a una mujer verdadera

La noche giraba con un timbre de color y una gama de sonidos;


llena de luna, borlada de rocío abundante, coloreada en negro y
azul, irisada de agua y de torneos brumosos de noche entre noche;
de noche-noche; de noche feliz de ser noche; de no querer ser otra
cosa, sólo noche

–sé que te preguntes sobre el porqué de mi acercamiento a ti


–me pregunto; y son tantas las conjeturas esparcidas más aquí
de mi piel que, al encontrarla parca en su espacio, parecen haber
salido de mí para danzar en remolinos tibios en la libertad de la
noche

6
–sentí tu aflicción; al comienzo no tenía nada de extraño, todos
nos afligimos; pero luego percibí que tu infortunio cambiaba la
esencia de tu condición de hombre, que te volvía dual, dado que
sentías la pena pero no querías mostrarla… ante la supuesta
debilidad de mostrar tu aflicción, no hacías sino aumentar su
soledad y tu dolor… entonces te sugerí la nostalgia y fuiste tan
íntegro que la recibiste para hacer que tu dolor se volviera lágrima;
pero hubo más, deviniste mi héroe griego… por eso me acerqué a
ti y también te tendí la mano: debía guiarte para que consolidaras
tu dimensión de hombre y, al hacerlo, me realizara aún en mi
dimensión histórica de mujer; notas por ello que el utilitarismo es
aún necesario; todavía tratamos al ser como al fuego; en mi propia
redención, debo usarte para realizarme; usarte como el objeto al
que debo guiar
–sin embargo, veo que tu acción de utilizarme no rebaja mi
bienestar para ser adscrito al tuyo; más bien hay una creación de
bienestar nuevo: el que incrementa el tuyo y el que acrecienta el
mío; veo pues un utilitarismo benigno, del que no quiero, no debo,
abjurar
–entiendes bien; por ello sé que intuyes con aplomo, que
conoces el mundo, aunque todavía no estoy segura si realmente lo
conoces, en el sentido de conocer cómo conocer y el cómo de lo
que se conoce; pero no te preocupes, juntos llegaremos y
pasaremos la frontera entre el saber y el conocer
–me gustaría saber por qué el amor trae tanto dolor y decepción,
si se supone que debería ser receta infalible para lograr felicidad,
razón de ser feliz
–porque los que aman, generalmente lo hacen con un amor que
es utilitario; quieren una recompensa; desean la propiedad misma
del ser al que se ama; absorber su vida, sus acciones… en fin,
convertirlo en un ente al servicio del que, supuestamente, ama

–debo preguntarte ¿hay alguna diferencia vital entre hombre y


mujer con relación a la sensación de amar? ¿amamos del mismo
modo?

7
–no; hay una gran diferencia entre el modo de amar masculino y
la manera en que amamos las mujeres
–¿…?
–por razones históricas, que no biológicas, y con las excepciones
de rigor, podemos decir que el amor en el hombre es un estado
que se expresa de tiempo en tiempo… no está en el hombre la
capacidad de amar espontáneamente; su capacidad de amar es
obnubilada por algo muy similar al miedo… el miedo a la
decepción hace que su amor sea de tipo sentimental-racional, pero
eso no estructura un verdadero amor–tenemos miedo, es cierto;
pero ¿qué es lo que ocasiona este miedo, al parecer, injustificado
–el sentido de culpabilidad; el hombre no puede dejar de
percibir, en el subconsciente, que a lo largo de la historia la mujer
ha sido expoliada; explotada vilmente, convertida en un objeto de
placer, en ciudadana de segunda clase, con derechos casi nulos…
la sociedad ha hecho de ella un ser vilipendiado, sobre todo en la
ética de la mayor parte de las religiones y de las instituciones;
también ha sido alienado de tal manera, que ella misma se ha
convertido en el testigo, juez y jurado más severos del
comportamiento femenino
–en cuanto a la mujer ¿también tiene miedo?
–sí; pero en su caso es un miedo impuesto por la sociedad; cada
vez que siente el deseo de hacer lo que injustamente le es vedado,
se siente culpable, pues cree que va no sólo contra las normas que
la sociedad le impone, sino contra alguna ley natural o religiosa
que explícitamente le prohíbe; se siente culpable porque, aunque
por lo general no tiene conciencia de ello, ha sido alienada por la
sociedad y, sobre todo, por la religión; insistentemente es atacada
por la sensación de que no es suficientemente “pura”, de que es la
culpable de la tentación en que cae el hombre… la religión ha
hecho de la mujer una especie de fuente de pecado maligno y la
ha llenado de culpas, culpas que las instituciones de las sociedades
modernas aún mantienen, pues la identifican como la causa de los
pecados, convertidos en delitos, en “contra de la decencia; ésa es
la contraparte femenina del sentido de culpabilidad masculino…

8
en la mujer, amar es su estado natural; por eso es que la maldad en
una mujer, en cualquier mujer, es maldad multiplicada; amar para
nosotras es parte de nuestra naturaleza… la mujer no tiene miedo
de amar, por eso ama con natural disposición y no cree que pueda
haber otra manera
-estás repitiendo los mensajes que aparecen en el cielo y que
han asombrado al mundo
-yo también los leí, por eso te lo repito ahora
–hay algo que martillea, con insistencia agobiadora, las
neuronas activas de mi cerebro: dijiste que tú te realizarías como
mujer, guiando mi propia realización como hombre, para que
luego, ambos nos realicemos como seres… ¿a qué se debe esta
primacía tuya (o mía) de que tú seas causa de mi realización y que
en la mía esté implícita la tuya?
–no soy la causa de tu realización; soy la guía de ella… tú no eres
la causa de mi realización, más bien es mi hacer que te realices
como hombre, ésa es mi tarea de mujer; pero no provoquemos la
premura; todo vendrá a su tiempo, cuando sepas el cómo de lo que
es; mejor dicho, cuando lo intuyas con conciencia despierta;
cuando ese conocimiento surja de tu subconsciente en su ansia de
ser y realizarse ella misma… en fin, cuando se manifieste en ti, en
todo su esplendor, la voluntad de ser… sé que sufres por la
presencia definitiva de la ausencia de la mujer que fue tu vida, de
la que fue manantial de vida, perfume de vida, tibieza de vida, vida
de vida; tal vez sientas también el sentido de culpabilidad por no
haberle hecho saber, cada día, cada hora, que ella era tu vida; sé
que ahora debes aceptar el peso de lo que ya no es, que por no
ser, tiene un peso que agobia con el verdadero agobio… pero ella
no querría que tú sufrieras por algo que ya no es posible remediar;
las mujeres sabemos amar incluso cuando el amor ya no es posible
y sólo queda la urgencia de que el ser cariñado sea feliz; no sufras,
la vida que fue tu vida no lo aceptaría… cuando nosotras, las
mujeres, os amamos, decimos que no sabemos por qué; pero ahí
también somos duales, porque siempre lo sabemos… desde el
comienzo… os amamos porque está en vuestra mayor virtud no la

9
de ser bellos, sino la de ser íntegros… os amamos cuando cumplís
vuestro deber de héroes griegos, sabedores empedernidos que
lucháis contra el destino, sabiendo que perderéis siempre… os
amamos por vuestra fortaleza que es tan vulnerable y que nos
obliga a guiaros por la senda de vuestros destinos; si no lo
hiciéramos, vosotros nunca seríais; hasta ahora hemos cumplido el
papel de ser guiadoras que guían desde las candilejas para que
cumpláis vuestro destino… el de héroes griegos… pero, poco a
poco empezáis a andar por vuestra propia cuenta, a realizaros
como vosotros mismos: hombres; y al hacerlo, hacéis también que
nosotras nos realicemos como mujeres, comprobando, con
gradualidad constante, que cumplimos nuestra tarea: la de ser
mujeres haciéndoos hombres… algún día, cuando la evolución de
la historia y del cuerpo haya llegado a un nivel exigido, todos
vosotros seréis íntegros, esa será vuestra belleza, y todas nosotras
seremos bellas en nuestra ambigua integridad, que será eterna…
aprende a ser feliz nuevamente… tal vez haya otra mujer que sienta
tu vida palpitar en la suya y recobres la fortaleza que ahora crees
haber perdido… debo irme, hay muchos como tú que me esperan;
adiós

Neshamanú me muestra un escenario conocido ya pero no


aprehendido: ¡exigir por amor! qué petulancia tan endeble y
ridícula!... pretender que cada día sea huérfano de precedente en
el acto de exigir a la mujer amada todo lo que podamos exigirle:
devoción, resignación, fidelidad, lealtad, renunciación sacrificio,
servicio a la carta, … el amor mercantil exige del otro y, en contra
balance de fenicios, nada exige del que exige… es el tipo de amor
al que nos hemos acostumbrado, dada nuestra condición de
valorar todo, hasta que el cálculo de mercadeo nos hace perder el
valor de todo, en actos reiterados de puja mercantil… reeditamos
en el campo del amor lo que hacemos en el de los mercachifles
pretender lo máximo a cambio de lo mínimo… es que vivimos en
un mundo hecho para el mercado, mundo que ya no se asombra de
ver cómo somos… nuestra sensibilidad para apreciar lo que la vida

10
nos brinda es tan tosca, que parece estar hecha con badilejo y
paleta de albañil…

… la noche se hizo tornasolada las paredes empiezan a sonreír y


las ventanas quisieron atisbar el cambio prodigioso…

… nunca dejaré de recordar a la que fue vida de vida, pero habrá


otra mujer a la que sabré hacerle saber, cada día, cada hora, que
es mi nueva vida… conjuro otra vez el enigma de Borges: era
cierto; la mujer y la guerra prueban a los hombres; pero vi que
había algo más: el hombre se realiza como tal sólo a través de la
mujer; es en esa realización que la mujer logra la unidad mujer-
hombre; hombre-mujer, núcleo existencial prístino de la especie
… ¡hoy me siento más hombre que nunca! ¡cuánto me alegro de ser
hombre para apreciar, verdaderamente, lo que es una mujer!

Neshamanú vuelve a las sombras de las que emergió, para, en su


tarea de consolar a otro personaje encuentra a un individuo
cavilando y recorriendo la calle con gran aflicción…

… llevaba cicatrices quemantes en el pecho…traía designios en los


ojos… frecuentaba las angustias; mi paso ritma con son de cadenas
y el pensamiento porfía con el pasado… ¿cuántos años se han
ido?... desde que el gran Albert hizo del tiempo un activo
transformador del espacio, los años pueden ser un planeta; nos es
dado descubrir que el pensamiento no pesa, pero gravita; que las
torvas de agua y de viento arcillan tempestades pero que, lágrima
y suspiro hacen un arcano en el alma… mis pasos se asilan ya en el
adagio… ¿por qué no tendría que llover? llueve…. lo hace con
desgano turbiado que fluye de una nube compañera… siento en
mis espaldas el derrumbe de las gotas que mojan con fervor
acicatero, parece que cada marejada se lleva un algo de mí y que
luego la arroja para que yo lo vea siniestramente impreso en el
cemento…. ella aparece como si la sombra se hubiera propuesto
manar en una imagen y no en otra sombra…

11
La aparición de su silueta causa la misma impresión en todos… al
visualizarla, el hombre piensa:

… ella es la sombra misma, pero también, resplandece sin ser luz…


la veo con claridad de día sin nubes, camina hacia mí, a medida
que se acerca se va haciendo más y más concreta, más fascinante…
más mujer…

–¿te asombras al ver que surjo, no de la espuma del mar, sino,


de un laberinto de sombras? ¿es tu asombro tan genuino, que al
verme crees soñar?
–me asombra tu belleza más que tu origen, al contemplarla veo
que nada puede compararse a ella en la magnitud del asombro que
causa y que causaría no sólo a mí, sino a cualquier hombre, a
cualquier ente que tenga pupilas para abrirse en desmesura, ante
la magia de tu imagen
–sabes escoger bien las palabras para presentarte ante una
mujer, debo reconocerlo; pero, me pregunto al preguntarte: ese
sentido de ubicuidad que tiene tu palabra ¿es un producto de la
práctica continua e intencionada? ¿o surge del momento en el cual
tu asombro habla más que tu elocuencia de todos los días?
–no sé ni lo que estoy diciendo ni porque lo digo; es como si algo
o alguien hablara por mí sin que yo modulara una sola sílaba
–¡qué bien! entonces eres genuino; algo difícil de encontrar; te
veía sin que tú me vieras; al hacerlo pude sentir que tu congoja
abarcaba el planeta; al preguntarme te pregunto: qué es lo que te
perturba tanto, por lo menos tanto como para que yo sienta en mí
el sacudón emocional que el objeto de tu desasosiego causa en ti ;
quiero saberlo, soy mujer, soy curiosidad hecha carne, vengo de
Pandora; quiero saber el porqué de tus lágrimas
–tengo una extraña pena por todo… una inmensa tristeza por
todo, tengo la impresión de que soy culpable de todo
–¿te aflige la aflicción de los demás? ¿quizá, al igual que tú,
también llevan en sí ese mismo sentimiento de culpabilidad?

12
–los veo y los presiento tristes, solos, como si compartieran la
sensación de culpa que me ahoga, nacida en mí y proyectada a los
demás
–nada nos impresiona más a nosotras, a todas las mujeres, que la
lágrima genuina de un hombre

… me toma de la mano y recorremos las aceras y las calzadas de


las calles; los faroles y las sombras han detenido su juego en una
pausa que forma una vía abierta por la que pasamos; me doy cuenta
que la mujer a mi lado es el centro obligado de gravitación cuando
cruza cualquier espacio; de alguna forma, el silencio se vuelve
comunicativo; pero llega el momento de la palabra

–¿cómo te llamas?
–Neshamanú
–yo soy Marco

… las calles son planos euclidianos flotantes, los que me permiten


ver y sentir el mundo como nunca lo había visto ni sentido antes;
hablamos; las frases son garfios lanzados a la noche para atrapar
un pedazo de sombra o uno de luz….

–cuéntame algo de ti; me gustaría saberlo

Aunque no acostumbro a contar mis cuitas, ahora lo hago con gran


naturalidad

-éramos 4 hermanos: dos mujeres y dos hombres; nuestros


padres eran el ideal que uno tiene de los padres… ir al cine era la
aventura de toda la semana; una semana irían dos y la otra les
correspondía a los otros dos hermanos; la representación familiar
en los últimos lugares de las salas era mixta: hermano y hermana;
al volver a casa tenían la obligación de relatar, en buen detalle, los
pormenores de la película… desde el anuncio del león de la MGM,
los reflectores de la 20th. Century Fox, el escudo de la Warner

13
Bros; el mundo de la Universal o el pico elevado de altivez de la
Paramount; en el recuento no debía faltar el reparto principal ni la
clase de letras que tenía el respectivo “the end”

(Hay una pausa de aliento)

–hacíamos todos los esfuerzos por transmitir la satisfacción que


nos había causado la película; pues no íbamos a la aventura, la
tarea de escoger una película para la próxima semana empezaba
la noche en que terminábamos el relato de la anterior; en este
proceso de planificación participaban todos los integrantes de la
familia; decidir qué película vería y relataría la pareja respectiva
era tan importante como debe ser la de escoger la escena
culminante del film para un director; a la larga, esos ejercicios de
histrionismo nos sirvió mucho para nuestra vida futura; la
imaginación se desarrolló en cada uno de nosotros y la interacción
recíproca nos permitió formar una multiempresa que fabrica
muebles, joyas, lencería y ropa femenina de diferentes telas y
también de vicuña, todo eso, a pedido; la empresa tiene un valor
muy alto en el mercado y nunca nos ha faltado clientes
–me imagino que tuvieron una infancia y una juventud felices,
aunque con estrecheces económicos
–hasta cierto punto; cada uno formó su familia consolidada; pero,
cada vez que nos reunimos, hay un velo de tristeza que tratamos de
disimular, con reiterado fracaso…
–¿…?
–la niñez, sin darse cuenta es egoísta
–¿…?
–sólo cuando fuimos adultos, al recordar los turnos para ir al
cine, nos dimos cuenta de que nuestros a padres nunca fueron, ni
una sola vez; ninguno de nosotros recuerda que les hubiera tocado
el turno de ir… cuando ya estuvimos firmes y teníamos los medios
para llevarlos no sólo al cine, sino a recorrer el mundo, ya no
estaban… se fueron los dos al mismo tiempo; la anemia causada
por la pobreza, tan larga y voraz, ya no quiso esperar… nosotros

14
estuvimos al lado de ellos sin saber lo que pasaba, sin darnos
cuenta de que a veces reducían su ración, de por sí escasa, de
comida, para que ninguno de nosotros pasara tanta hambre… no
los vimos morir mientras vivían… nunca lo intuimos siquiera, no
sentimos que la muerte ya había decidido llevárselos ante la
indiferencia, aunque inocente, con la que nosotros los mirábamos
todos los días a pesar de que los queríamos, y ellos lo sabían, hasta
lo indecible, se apagaron justo cuando nosotros ya estábamos
dispuestos a darles todo… en verdad, conocí el dolor en todas su
formas y grados… soy capaz de identificar la vertiente de donde
cada uno fluye… por eso fue que comprendí, una vez más, algo que
ya había descubierto hacía tiempo: no sabemos por qué, sin
embargo a medida que vamos creciendo, sentimos nacer y luego,
desarrollarse en nosotros, un extraño y oscuro sentido de culpa…

Neshamanú reflexionó por algunos momentos, apretó mi mano y


luego me dijo, con un tono suave pero determinante

–no es el sentido de culpa lo que fustiga el alma; es algo peor


–¿…?
–es algo que ha esclavizado al ser humano desde la época de las
cavernas; la fuerza que ha convertido a una gran parte de la
especie en individuos semi bestiales
–¿…?
–es el miedo; tienes miedo y lo albergas desde el primer
recuerdo, aquél que se une a la figura de tus padres, ambos
desamparados… siempre has vivido con miedo, está en cada poro
de tu ser; ha pasado a constituirse en el feroz verdugo que quiere
dominar por completo tu mente; pero no puede vencerte del todo,
puesto que, a pesar de que no te das cuenta, eres un hombre
portador de una fuerza más grande que el miedo
–¿…?
–tu voluntad; ella es la que resistió y resiste, sin tú saberlo, los
infortunios que vienen desde que eras prácticamente un bebé; ella
es la que no permite que te conviertas en un ser que se cobije en

15
el servilismo; ella lucha dentro de ti, pero sabe que pronto la
reconocerás y entonces nunca más serás víctima del pasado…
hay algo más que causó tu prisión a la que el miedo te condenó;
encuentra esa causa y entonces tu voluntad hará el resto; al verte
esta noche, con tanta congoja, me acerqué a decirte sólo eso…
ahora debo marcharme; ya no me necesitas, estoy segura que tu
voluntad hará posible que tu miedo desaparezca y que mostrarás a
muchos seres que, como tú, también son presos del miedo que los
punza y corroe como una avispa-araña que teje una red de
sentimientos de culpa, adiós…

Así fue cómo Neshamanú apareció en la sombra para desaparecer


en ella… la noche juega a la luz y a la sombra con los faroles; una
especie del juego a las “escondidas” que todos los niños del
mundo han jugado alguna vez; las sombras se esconden en las
sombras y la luz vacila en la búsqueda repetida… pero la sombra,
sabedora de que la luz jamás la encontrará, finge salir de su propia
sombra para formar siluetas que la luz esculpe con caprichos; ella
también titila y da la impresión de irse, aunque siempre vuelve
para abrazar una silueta que se torna juguetona… miro
encandilado lo que hacen las dos dimensiones y veo con claridad
umbría que la sombra aparece, se muestra sólo cuando ella quiere,
pero juega con la luz y ésta se pone contenta al alumbrarla en la
penumbra… me concentro en las ondulaciones de la sombra… sus
movimiento son sibilinos, arcano cada uno e indescifrables para la
luz, caprichosas para el farol, pero conscientes de que son
visionarias y proféticas; herméticas, fugaces y juguetonas… sí; las
sombras son juguetonas, gozan del placer de asombrar; sienten
una alegría veraz cuando alguien quiere mirarlas y auscultarlas;
por eso se mueven como odaliscas lánguidas, exóticas o como
pizpiretas hechas de espontaneidad; estoy fascinado ante el
descubrimiento… mi fascinación se vuelve carrusel de
sensaciones extrañas, como si la sombra hubiera traspasado mis
poros y encontrado cobijo en cada una de mis células, la siento,
inquieta y juguetona provocándome para continuar el juego que

16
tenía con la luz… ¿cuántas veces me llamó para decirme que no
tuviera miedo y yo no la escuché ni la sentí, dominado, como
estaba, por el miedo? pero ahora la encontré, si, la encontré y
desde entonces ya nunca más tuve miedo; perdí el miedo a todo;
nada hay que me acobarde; eliminé el miedo a la vida y con una
alegría que no cabía en mí, descubrí que al perder el miedo a la
vida, perdía el miedo a la muerte; perdí el miedo a todo lo que
digan o hagan los verdugos, los que han hecho de la astucia la
virtud primera; de la hipocresía, que es el aire de sus vidas…
decidí escribir mi libro, algo que había desechado desde que la
soledad vino en tren de gran pesadez….

17

También podría gustarte