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MÜNCH, Richard y Neil J. SMELSER (1994), “Los niveles micro y macro
en relación” en ALEXANDER, J. Et. Al., E l v í n c u l o m i c r o - m a c r o ,
México, Universidad de Guadalajara, PP. 429‐465.
Reporte de lectura
José Manuel López Romero
El texto reportado es la conclusión del libro E l v í n c u l o m i c r o - m a c r o y en él encontramos una
revisión general de esta relación entre los abordajes abarcadores y estructurales sobre los
fenómenos sociales y aquellos que se centran en los procesos internos o interpersonales. El eje
argumentativo de esta conclusión es la puesta en claro de la inmanente implicación de ambos
niveles, aún en las perspectivas que podrían identificarse a primera vista como únicas o
exclusivas.
La idea es que no se puede estudiar o contemplar ningún fenómeno social desde ninguna
conceptualización posible sin que considerar que las manifestaciones estructurales tienen un
ejercicio particular o que cada interacción individual, única e irrepetible como tal en el tiempo,
está necesariamente motivada, relacionada o reflejando las grandes motivaciones comunes, las
abstracciones socializadas o los acuerdos tácitos, las generalizaciones o el espíritu de los
tiempos… Yo, por vicio de miope nato, trato de ver eso reflejado en algo que medioentiendo y
eso me deja como en casi todos los otros casos, con la lengua en el sentido saussuriano y su
necesaria contraparte en el habla; es decir, lo macro y lo micro que no dejan que uno exista sin
el otro más allá de la abstracción analítica que, sin embargo, lleva irremediablemente al
reconocimiento de lo otro. Sea lo que existe en realidad, modifica, ejerce y da sentido a lo
abstracto, o, los acuerdos a los que se somete el individuo y los marcos generales dentro de los
cuales construye lo particular.
1 En realidad hay un inicio breve con definiciones ensayadas o no en el libro sobre lo micro y lo macro.
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relevancia para el desarrollo de este capítulo final o porque aparecen en los ensayos que lo
preceden. Así desfilan individuos vs poblaciones, unidades sociales más pequeñas (sea lo que
fuere que esto quiera decir) vs unidades sociales grandes, alcance individual vs alcance social,
esporádico vs constante, indicadores vs comportamientos, proposiciones vs leyes, procesos
individuales vs estructuras de población, interacciones individuales vs estructuras sociales.
Al final, lo importante respecto a estas caracterizaciones es la advertencia de Alexander que
exponen los autores en cuanto a considerarles como categorías analíticas y no como “algo
concreto con referencia a los fenómenos que los sociólogos normalmente enfocan en sus
estudios”. Es decir, se trata sólo de palabras que entrañan formas de abordar e intentar
explicar los fenómenos. Es por tanto una separación artificial y utilitaria. Esta obviedad me
parece central, porque tenerla presente nos evitaría perdernos en las ramas teórico‐
metodológicas que nosotros mismos (o más bien agarrando de otros) hayamos acomodado
para subirnos a observar los fenómenos.
Vemos entre los enfoques micro a la economía neoclásica que, entendiendo a los grupos
pequeños como consumidores individuales, cae en esta categoría de análisis de interacciones
micro y resulta complementada, según los autores primero por las condiciones empíricas de
tipo ideal de Weber o, más tarde, por la línea teórica de la “competencia imperfecta”, y, en
general por la forma en que a partir de actores individuales genera suposiciones a gran escala.
Respecto a la teoría del conflicto micro, los autores establecen su punto de partida en los
actores individuales que persiguen metas estables (a diferencia de los sujetos en la economía
neoclásica) y se enfrentan con otros intereses. Sin embargo, toda acción enmarcada en el
conflicto está inmersa en estructuras que preceden y trascienden a los actores. Esto obliga a
una ojeada de más lejos para entender la resolución de conflicto a partir, por ejemplo de la
distribución del poder, supuestos culturales o implicaciones económicas de clase y función más
que atribuibles a los individuos concretos que ejecutan las pautas.
La etnometodología y el interaccionismo simbólico juegan también a dos manos en esta lista
porque, por un lado sí están centradas en los individuos y sus acciones, decisiones, conceptos y
negociaciones; pero por otro, se enfrentan a que estas realizaciones individuales y particulares
llegan a soluciones ensayadas en que las estructuras macro están implícitas en el caso de la
primera y a que se desarrollan ante marcos de interpretación compartidos como el lenguaje, la
religión, relaciones de autoridad, normas de comunicación y otros grandes esquemas
necesarios para la interacción en el segundo.
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El recuento de las macro no sólo se pone grande sino denso y el desfile comienza con la teoría
del capitalismo de Marx. A pesar de lo complicado que resulta imaginar algo más grandote que
la evolución de las fuerzas de producción como motor determinante de todo lo demás, los
autores consideran que la teoría marxista sí considera de forma limitada la intervención
individual, especialmente al considerar el cambio revolucionario y otras situaciones de crisis.
La macroteoría del conflicto, derivada del marxismo es el escenario para otra relación de
extremos. En este caso la oposición entre dominantes y dominados requiere, conforme más
certera quiere hacer su explicación, de interesarse en acciones individuales y de grupos
pequeños que marcan (o pueden hacerlo) puntos de inflexión en la historia.
La complejidad el funcionalismo durkheimiano sustenta al enorme andamiaje de fenómenos
macroscópicos, según los autores, en los individuos activos y sus afiliaciones individuales a
estas instituciones grandotas. Del mismo modo, establecen el peso de los individuos concretos
(sacerdotes, políticos, intelectuales…) en definir qué es lo valioso para un sistema central de
valores.
Tan complicado como suena enunciar “la evolución de la razón” es el paso en que los autores
acomodan el camino de la historia y de cómo la cultura “trasciende todo pensamiento humano
y se desarrolla según una lógica interna” (p. 449) de explicación hegeliana a la conformación
del mundo de vida de Habermas. Las variables a nivel micro se consideran en este abpordaje
par el primer caso al referir la ausencia de lo que realmente acontece en la historia por no
dirigirse a las actuaciones de los individuos en ella; y, en el último caso, respecto al compromiso
del actor en los procedimientos del discurso racional.
En el primer tránsito (de lo micro a lo macro) aparece la agregación (que podría llamarse
adición) y que parte de la extrapolación de los unos a los muchos bajo el supuesto de que los
individuos serán iguales y que los comportamientos de unos podrían explicar fenómenos más
amplios o complejos.
La combinación es planteada como una sofisticación de la primera ya que no sólo suma los
individuos asumiendo que el todo es la suma de sus partes, sino que lo matiza con la
implicación de factores macroestructurales, aunque con el inconveniente de determinar cuánto
peso deberá darse a cada uno.
Lo interno o lo particular como reflejo de fenómenos externos o generales se ha usado
también para partiendo de lo micro dar sentido a lo macro. Esto es llamado externalización en
el texto.
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El camino de creación‐sostenimiento‐reproducción está presente en varias teorías célebres y
resuelven el vínculo al establecer que las pautas y regularidades como producto de continuas
negociaciones y susceptibles a las interpretación personal. Es decir, como la producción‐
reproducción de un sistema a partir de elecciones concretas e individuales.
La última de estas transiciones es la conformidad. En este caso centrada en la conducta
desviada en oposición a la conformidad con las normas que son parte de la exterioridad de los
individuos (normas, expectativas, instituciones).
En el sentido inverso (de lo macro a lo micro) sólo mencionan la internalización y la limitación.
La primera corresponde a la prevalencia de las estructuras en los comportamientos de los
sujetos mediante la penetración de aquéllas en éstos, a la manera en que lo hacen las reglas del
lenguaje respecto a los actos de habla, que por fin hacen aparecer la lengua como ejemplo de
relación de estos niveles, esta vez de la mano de Geisen. La segunda permite colocar los
fenómenos y supuestos macroestructurales como un marco de referencia dentro del cual se
limitan, posibilitan y, en cierto sentido, se programan las decisiones y caminos de acción de los
individuos. El ejemplo usado en este segundo caso es particularmente ilustrativo del
enmarcamiento de la cultura, ya que los autores 2 ponen el automóvil como primera opción y
establecen una liga indisoluble entre la transgresión y el castigo, mientras en otras formas de
pensar estableceríamos no la ruptura de la norma sino el descubrimiento del hecho (lo malo no
es robar sino que te agarren), además de no contemplar el aventón.
Al final, que se parece el principio, insisten en su conclusión al capítulo que es ya de suyo una
conclusión, en la interrelación de los niveles y en los engarces y conexiones que se mueven en
los dos sentidos contra la idea que destierran de la prevalencia de uno sobre otro.
2Creo que sin quererlo así, porque ellos hablan de las normas y el ejemplo nos permite ver cómo las ven ellos en oposición a,
por ejemplo yo, lector latinoamericano y amolado.
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Mirando hacia atrás puede verse este sístole y diástole que yo veo con claridad en la lengua
como ejemplo del sistema por antonomasia y que hace que todos los ejemplos del texto
emparenten de una y otra manera con la relación agencia‐estructura en Giddens o lo objetivo‐
subjetivo en Berger y Luckmann. Son caras de una misma moneda que pueden analizarse por
separado a condición de recordar que así ya no son moneda.
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