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NOTAS SOBRE LA EVOLUCION

DE
SISTEMAS DE REGLAS DE CONDUCTA

(La interacción entre las reglas de conducta individual y el orden


social de las acciones)

F.A. Hayek

El propósito de estas notas es clarificar las herramientas


conceptuales con las que describimoslos hechos, y no presentar
hechos nuevos. De manera más particular, su intención es aclarar
la importante distinción entre los sistemas de reglas de con-
ducta que gobiernan el comportamiento de los miembros indivi-
duales de un grupo (o de los elementos de cualquier orden) por
un lado, y por otro el orden o patrón de accionesque de aquel re-
sulta para el grupo como un todo 1. Para este propósito no impor-
ta que los miembros individualesque forman el grupo sean anima-
les u hombres2, ni tampoco que las reglasde conducta sean inna-
tas (transmitidas genéticarnente)o aprendidas(transmitidas cultu-

1 Utilizaremos "orden (social)" y "patrón (socia!)" de manera inter-


cambiable para describir la estructura de las acciones de todos los miem-
bros de un grupo, pero evitaremos el término más común de "organización
social", porque "organización" tiene una connotación intencionalista y por
tanto es mejor reservarla para órdenes que sean producto del designio. De
modo similar utilizaremos ocasionalmente los pares de conceptos "orden y
sus elementos" y "grupos e individuos" de manera intercambiable, aunque
el primer par es desde luego el término más general del cual la relación en-
tre grupo e individuo es una instancia particular.
2 O incluso si son organismos vivos o quizás alguna manera de redu-
plicar estructuras mecánicas. Cfr. L.S.Penrose, "Self-Reproducing Machi-
nes", Scientific American, Junio, 1959.
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58 Evolución de sistemas de reglasde conducta

ralmente). Sabemos que la transmisión cultural por medio del


aprendizaje se produce al menos entre algunos de los animales su-
periores, y que no puede haber ninguna duda de que también los
hombres obedecen a algunas reglas de conducta que son innatas.
Por tanto, las dos clases de reglas interactúan con frecuencia. En
todo momento se entenderá claramente que el término "regla" se
usa para un enunciado mediante el cual se pueda describir una re-
gularidad de la conducta de los individuos, con independencia de
que tal regla les sea "conocida" a los individuos en algún otro sen-
tido que no sea el de que estos normalmente actúan de acuerdo
con ella. No consideraremos aquí la interesante cuestión de cómo
se pueden transmitir culturalmente tales reglas mucho antes de
que los individuos sean capaces de expresadas con palabras y por
tanto de enseñadas explícitamente, o de cómo aprenden reglas
abstractas "por analogía" a partir de casos concretos.
Que los sistemas de conducta individual y el orden de las
acciones resultante del hecho de que los individuos actúen de
acuerdo con ellas no son la misrna cosa, debiera quedar obvio tan
pronto como se lo expresa, aunque de hecho ambos respectos son
confundidos con frecuencia. (Los abogados son particularmente
propensos a hacerlo al usar el término "orden de la ley" para am-
bas cosas.) No todo sistema de reglas de conducta individual pro-
ducirá un orden global de las acciones de un grupo de individuos;
y dependerá de las circunstancias en las que actúan los individuos
el que un sistema dado de reglas de conducta individual produzca
un orden de acciones, y qué género de Oiden. El ejemplo clásico
en el que la misma regularidad de la conducta de los elementos
produce "perfecto desorden" es la segunda ley de la termodiná-
mica, el principio de entropía. Es evidente que en un grupo de
seres vivientes muchas reglas posibles de la conducta individual
también producirían sólo desorden o harían imposible la existen-
cia del grupo como tal. Una sociedad de animales o de hombres
consiste siempre en una serie de individuos que observan unas re-
glas comunes de conducta tales que, en las circunstancias en que
viven, producirán un.or~en de las acciones.
Para la comprensión de las sociedades animales y humanas
esta distinción es particularmente importante debido a que la

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Evolución de sistemas de reglasde conducta 59

transmisión genética (y en gran medida también la cultural) de las


reglas de conducta tiene lugar de individuo a individuo, mientras
que lo que se puede denominar la selecciónnatural de reglasope-
rará sobre la base de la mayoro menoreficienciadel orden resul-
tante del grupo3. Para los propósitos de esta discusión defInire-
mos los diferentes tipos de elementos de que constan los grupos
por las reglas de conducta a que obedecen, y consideraremosque
la aparición de una "mutación" transmisible de estas reglas de
conducta individual equivale a la aparición de nuevos elementos,
o que es un cambio progresivodel carácter de todos los elementos
del grupo.

11

La necesidad de distinguir entre el orden de las acciones


del grupo y las reglas de conducta de los individuos puede encon-
trar más apoyo con las siguientes consideraciones:
1 . Se puede observar y describir un orden particular de las
acciones sin conocimiento de las reglas de conducta de los indivi-
duos que lo realizan: y es concebible al menos que el mismo or-
den global de las acciones puede ser producido por diferentes con-
juntos de reglas de conducta individual.
2. El mismo conjunto de reglas de conducta individual
puede producir en algunas circunstancias un cierto orden de las
acciones, pero no producirlo en circunstancias externas diferen-
tes.
3. Para la preservación del grupo lo importante es el orden
global de las acciones que resulte y no la regularidad de las accio-
nes de los individuos separados como tales; y cualquier tipo dado
de orden global puede contribuir de la misma manera a la super-
vivencia de los miembros del grupo cualesquiera que sean las re-
glas particulares de conducta individual que lo produzcan.
3 Cfr. Alexander Carr-Saunders, The .J."opulational Problem, Londres,
1952, pág. 223: "Los grupos que practiquen las costumbres más avanzadas
tendrán ventaja en la lucha constante con los grupos adyacentes".

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60 Evolución de sistemas de reglasde conducta

4. La selección evolutiva de las diferentes reglas de con-


ducta individual opera a través de la viabilidaddel orden que pro-
duzca, y cualesquiera reglas dadas de conducta individualpueden
resultar beneficiosas como parte de un conjunto de tales reglas,o
en un conjunto de circunstanciasexternas, y perjudicialescomo
parte de otro conjunto de reglaso en otro conjunto de circunstan-
cias externas.
5. Aunque el orden global de las accionessurge en circuns-
tancias apropiadas como el producto conjunto de las accionesde
muchos individuosque están gobernados por ciertas reglas,la pro-
ducción del orden global no es desde luego la intención conscien-
te de la acción individual, ya que el individuo no tendrá conoci-
miento alguno del orden global, de tal modo que no será la cons-
ciencia de lo que se necesita para preservaro restablecer el orden
global en un momento determinado, sino una regla abstracta lo
que guíe las accionesde los individuos.
6. La acción concreta individual será siempre el efecto
conjunto de impulsos internos, tales como el hambre, los eventos
externos particulares que actúan sobre los individuos(incluyendo
las acciones de otros miembros del grupo), y las reglasaplicables
a la situación así determinada. Las reglasbajo las cualesactúen en
cualquier momento los diferentes miembros individuales de un
grupo pueden ser, por tanto, diferentes, o bien porque los impul-
sos o circunstancias externas que actúan sobre ellos hacen que
sean aplicables diferentes reglas, o bien porque las diferentes re-
glas se aplican a individuos diferentes por su edad, sexo, estatus,
o algún estado particular en el que cada individuose encuentre en
ese momento.
7. Siempre es importante recordar que una regla de con-
ducta nunca será por sí mismauna causa suficiente para la acción,
sino que el impulso para las acciones de cierto tipo procederá
siempre o bien de un estímulo particular externo o de un impulso
interno (y usualmente de una combinación de ambos), y que las
reglas de conducta actuarán siempre solamente como una restric-
ción de las accionesinducidaspor otras causas.
8. El orden del sistema de accionesse mostrará en general
en el hecho de que las.acciones de diferentes individuos estarán

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Evolución de sistemasde reglasde conducta 61

coordinadas o mutuamente ajustadasde tal modo que el resultado


de las acciones de éstos eliminaráel estímulo inicialo hará inope-
rante el impulso que ha sido causa de la actividad.
9. La diferenciaentre el orden del todo y la regularidadde
las acciones de cualquiera de sus partes individualestambién es
mostrada por el hecho de que un todo puede ser ordenado sin que
la acción de ningún elemento individualparticular muestre alguna
regularidad. Esto podría ocurrir, por ejemplo, si el orden del todo
fuera producido por una autoridad que ordenara todas las accio-
nes particulares y eligiera al azar, por así decido echándolo
a suertes, a los individuos que hubieran de realizar una acción
cualquiera en un momento dado. En tal grupo bien podría existir
un orden reconocible en el sentido de que ciertos roles fueran
cumplidos siempre por alguien; pero no se podría formular nin-
guna regla que guiaralas accionesde un individuocualquiera(que
no fuera quizá la autoridad que da órdenes). Las accionesque allí
realizara cualquier individuo no se derivarían mediante una regla
de ninguna de sus propiedades,ni de ninguna de las circunstancias
que actuasen sobre él (que no fuesenlas órdenes del organizador).

III

Los ejemplos más fácilmente observadosen los que las re-


glas de conducta individual producen un orden global son aque-
llos en los que este orden consiste en un patrón espacial como
ocurrirá en la marcha, defensa o caza de un grupo de animaleso
de hombres. La formación en flecha de la migración de los gan-
sos salvajes,el anillo defensivo de los búfalos, o la manera en que
las leonas conducen a la presa hacia el macho para la matanza, son
simples ejemplos en los que presumiblementeno existe una cons-
ciencia del patrón global por parte del individuo, sino algunasre-
glas de cómo responder al entorno inmediato que co-ordinan las
accionesde varios individuos.
Más instructivos son los órdenes abstractos y más comple-
jos que se basan en una divisióndel trabajo y que encontramos en
sociedades de insectos tales como las de las abejas, las hormigas y
62 Evolución de sistemas de reglasde conducta

las termitas. En estos casosquizá sea menor la tentación de adscri-


bir los cambios de las actividadesdel individuo a una orden cen-
tral o a cierta "visión" por parte del individuo de lo que necesita
el todo en ese momento particular. Puede haber pocas dudas de
que las sucesivasactividadesque realizala abeja obrera en estadios
diferentes de su carrera, a intervalos cuya duración varía segúnlas
exigenciasde la situación4 (y que aparentemente revierten a esta-
dios ya pasados cuando las "necesidades" de la colmena10requie-
ren), podrían explicarse mediante reglas de conducta individual
comparativamente simples, si las conocieramos. De manera simi-
lar, las elaboradas estructuras que construyen las termitas, cuya
genética ha descrito de forma tan reveladora A.E.Emersons , se
deben explicar en última instancia por reglasinnatas de conducta
de los individuosde las que somos en gran medida ignorantes.
Por otro lado, cuando 10 que nos interesa son las socieda-
des humanas primitivas suele ser más fácil discernir las reglas de
conducta individual que rastrear a partir de ellas el orden global
y a menudo sumamente abstracto que resulta. Con frecuencialos
individuos mismos podrán decirnos cuál es la acción que conside-
ran apropiada en circunstanciasdiferentes, aunque sólo sean capa-
ces de hacerlo en casos particulares y no puedan articular las re-
glas conforme a las que actúan6; pero sólo podremos descubrir
las "funciones" para las que sirven estas reglas tras haber recons-
truido el orden global que es producido por las acciones que se
conforman a ellas. Puede que el individuono tenga idea algunade
cuál es el orden global que resulta de su observanciade reglasta-
les como las relativas al parentesco y al intercambio matrimonial,
o como la sucesión de la propiedad, o de la función a la que sirve
este orden global. Con todo, todos los individuos de la especie
que existan se comportarán de esa manera, porque los grupos de
individuos que se han comportado así han desplazado a los que

4 Vease K.von Frisch, The Dancing Bees, Nueva York, 1955.


5 A.E.Emerson, "Termite Nests -a Study of Phylogeny of Behaviour",
Ecological Monographs, VIII, 1938.
6 Cfr. Edward Sapir, The Selected Writings, ed. de D.G.Mandelbaum,
Univenity California Press, 1949, pág. 548 Y ss.

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Evolución de sistemas de reglasde conducta 63

no han seguido esta línea de conducta 7 .

IV

El orden global de las acciones de un grupo es en dos


respectos algo más que la totalidad de las regularidades observa-
bles en las acciones de los individuos y no puede ser totalmente
reducido a éstas. Esto es así no solamente en el sentido trivial en
el que un todo es algo más que la mera suma de sus partes, sino
por presuponer que estos elementos están relacionados entre sí de
un modo particular8. También es más porque la existencia
de las relaciones esenciales para la existencia del todo no se
puede explicar totalmente por la interacción de las partes sino
solamente por su interacción con un mundo externo tanto de las
partes individuales como del todo. Si existen estructuras recurren-
tes y persistentes de un cierto tipo (Le., mostrar un cierto orden),
esto se debe a los elementos que responden a las influencias
externas cuya incidencia es probable de una manera que produzca
la preservación o restablecimiento de este orden; y, a su vez,
puede que de esto dependan las probabilidades que tengan los
individuos de preservarse.
De cualquier conjunto dado de reglas de conducta de los
elementos surgirá una estructura firme (que muestre un control
"homeostático") sólo en un entorno en el que prevalezca una
cierta probabilidad de encontrar el tipo de circunstancias a las que
se adaptan las reglas de conducta. Un cambio de entorno puede
exigir, si ha de persistir el todo, un cambio en el orden del grupo

7 Se pueden encontrar muchas más ilustraciones del tipo de órdenes


que hemos esbozado brevemente en esta sección en V.C.Wynne-Edwards,
Animal Dispersion in Relation to Social Behaviour, Edimburgo, 1962;
Anne Roe y G.G.Simpson, Behaviour and Evolution, Yale University Press,
1958; y Robert Ardrey, The Territorial Imperative, Nueva York, 1966.
8 Cfr. K.R.Popper, The Poverty of Historicism, Londres, 1957, sec.7
(hay trad. cast., La miseria del historicismo), Y Ernest Nagel, The Structure
of Science, Nueva York, 1961, pp.380-397. (Trd. cast., La estructura de la
ciencia).

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64 Evolución de sistemas de reglasde conducta

y por tanto en las reglas de conducta de los individuos; y un


cambio espontáneo de las reglas de conducta individual y del
orden resultante pueden permitir que el grupo persista en circuns-
tancias que sin tal cambio hubieran llevadoa su destrucción.
Estas consideraciones tienen la intención primordial de
poner de relieveque los sistemasde reglasde conducta se desarro-
llan como un todo, o que el proceso de selecciónde la evolución
opera sobre el orden como un todo; y el que una nueva regla,en
combinación con todas las demás reglasdel grupo, y en el entorno
particular en el que existe, aumente o disminuyala eficienciadel
grupo como un todo dependerá del orden al que llevetal conduc-
ta individual. Una consecuencia de esto es que una nueva regla de
conducta individualque en una posición puede resultar dañina, en
otra puede ser beneficiosa. Otra es que los cambios en una regla
pueden hacer beneficiosos otros cambios, tanto de carácter
conductal como somáticos, que antes eran perjudiciales. Así, es
probable que incluso patrones de comportamiento individual
transmitidos culturalmente (o los patrones resultantes de la
acción del grupo) puedan contribuir a determinar la selecciónen-
tre cambiosgenéticosde tipo comportamental somátic09.
Es evidente que esta interacción de las reglasde conducta
de los individuos con las acciones de otros individuos y las cir-
cunstancias externas en la producción de un orden global puede
ser un asunto sumamente complejo. Toda la tarea de la teoría
social consiste en poco más que en un esfuerzo por reconstruir los
órdenes globalesque se forman de este modo, y la razón de que se
necesite ese aparato especial de construcción conceptual que
representa la teoría social constituye la complejidad de dicha
tarea. También quedará claro que una tal teoría distinta de las
estructuras sociales sólo puede proporcionar una explicación de
ciertos rasgos generalesy sumamente abstractos de los diferentes
tipos de estructuras (o solamente de los "aspectos cualitativos"),
porque estos rasgosabstractos serán todo 10que tengan en común
las estructuras de un cierto tipo, y por tanto todo 10que sea pre-

9Cfr. Sir Alister Hardy, The Living Stream, Londres, 1966. especial-
mente la lección ll.

t
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Evolución de sistemasde reglasde conducta 65

decible o proporcione una guía útil para la acción.


De las teorías de este tipo, la teoría económica, la teoría
del orden de mercado de las sociedadeshumanas libres, es hasta
ahora la única que ha sido desarrolladasistemáticamentedurante
un largo período, y junto con la lingüística, quizá una de las po-
quísimas que, debido a la peculiar complejidadde su materia, exi-
ge tal elaboración. Con todo, aunque toda la teoría económica,(y
creo que la teoría lingüística) se pueden interpretar como no
siendo nada más que un empeño en reconstruir, a partir de las re-
gularidades de las acciones individuales,el carácter del orden re-
sultante, apenas se puede decir que los economistas sean plena-
mente conscientes de que es esto 10que están haciendo. Frecuen-
temente queda oscura la naturaleza de los diferentes tipos de re-
glas de conducta individual(algunasobservadasvoluntaria e inclu-
so inconscientemente y algunas obligadas)que presupone la for-
mación del orden global1o. La importante cuestión de sabercuá-
les de estas reglasde acción individualpueden ser alteradas delibe-
radamente y de manera provechosa, y cuáles tienen la probabili-
dad de evolucionar gradualmente con o sin las decisionescolecti-
vas deliberadas que implican la legislación,raramente es conside-
rada de manera sistemática.

Aunque sólo se puede explicar la existencia y preservación


del orden de las accionesde un grupo a partir de las reglasde con-
ducta que los individuos obedecen, estas reglas de conducta indi-
vidual se han desarrollado porque los individuos han vivido en
grupos cuyas estructuras han cambiado gradualmente. En otras
palabras, las propiedades de los individuos que son significativas
para la existencia y preservación del grupo, y mediante ello tam-

1o Como lo muestran las poco provechosas discusiones sobre el gra-


do de "racionalidad" que se dice que supone la teoría económica. Lo que
se ha dicho más arriba incidentalmente también implica que la teoría social
no es, estrictamente hablando, una ciencia de la conducta, y que conside-
rarla como parte de la "ciencia de la conducta" es cuando menos erróneo.

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66 Evolución de sistel11/lsde reglasde conducta

bién para la existencia y preservación de los individuos mismos,


han sido configuradas por la selección de aquellos de entre los in-
dividuos del grupo que en cada estadio de la evolución de este úl-
timo tendieron a actuar de acuerdo con las reglas que lo hacen
más eficiente.
De este modo, para la explicación del funcionamiento del
orden social en cualquier momento se deben asumir como dadas
las reglas de conducta individual. No obstante, estas reglas han si-
do seleccionadas y formadas por los efectos que tienen en el or-
den social; y en la medida en que la psicología no desea conten-
tarse con la descripción de las reglas que los individuos obedecen
realmente, sino que emprenda la tarea de explicar por qué las ob-
servan, al menos una gran parte de ella se tendrá que convertir en
psicología social evolutiva. O, para expresado de forma diferente,
aunque la teoría social construye los órdenes sociales a partir de
las reglas de conducta que se suponen dadas en cualquier momen-
to, estas reglas de conducta se han desarrollado como parte de un
todo mayor, y en cada estadio de este desarrollo el orden global
entonces prevaleciente determinó qué efecto tenía cualquier cam-
bio en las reglas de conducta individual.
Aunque no podemos extendemos aquí en la cuestión de
la relación de la psicología con la teoría social, contribuirá al pro-
pósito principal de estas notas el que añadamos unas pocas obser-
vaciones sobre la diferencia entre un orden que es producido por
la dirección de un órgano central tal como el cerebro, y la forma-
ción de un orden determinado por la regularidad de las acciones
hacia cada uno de los elementos de una estructura. Michael Pola-
ny ha descrito útilmente esta distinción como la que se da entre
un orden monocéntrico y uno policéntrico11 . En este respecto, el
primer punto que es importante observar es que el cerebro de un
organismo que actúa como el centro rector de ese organismo
constituye a su vez un orden policéntrico, esto es, que sus accio-
nes están determinadas por la relación y mutuo ajuste de los ele-
mentos de que consta.

11 M. Polany, The Logic 01 Liberty, Londres, 1951, especialmente los


capítulos 8 y 9. -. "

-- -
1

Evolución de sistemasde reglasde conducta 67

Como todos nosotros tenemos la tentación de suponer


que siempre que encontramos un orden éste debe estar dirigido
por un órgano central, lo cual, aplicadoal cerebro, llevaríaeviden-
temente (f un regreso infinito, será útil considerar brevemente la
ventaja que se deriva del hecho de que un orden policéntrico tal
esté instalado aisladamenteen una parte del todo y gobiernela ac-
ción del resto. Esta ventaja consiste en la posibilidadde probar de
antemano en un modelo los diversoscomplejosalternativosde ac-
ciones y seleccionar el más prometedor antes de que todo el orga-
nismo emprenda la acción. No existe ninguna razón para que cual-
quiera de estos modelos complejos de acciones no esté determi-
nado por la interacción directa de las partes sin que este modelo
haya sido formado primero en otro centro, y dirigidopor este lue-
go. El único atributo del cerebro es que puede producir un mode-
lo representativo en el que se puedan probar de antemano las ac-
ciones alternativas y las consecuenciasde estas. La estructura que
el cerebro dirigepuede tener un repertorio de modelosposiblesde
acciones tan variado como el que puede realizar el cerebro. Pero
si ella tuviera que emprender realmente esa acción antes de que se
la probase en un modelo, sólo podría descubrirsus efectos perju-
diciales cuando fuera demasiado tarde y como resultado de esto
podría ser destruida. Si, por otro lado, tal acción es probada pri-
mero en un modelo en una parte separada del todo que ha sido
aislada para este propósito, 10 que actuará como señal de que no
se debe emprender esta acción particular no será el efecto real si-
no una representación del efecto que se espera.
Por tanto, no hay razón para que un orden policéntrico en
el que cada elemento sólo es guiado por reglasy no recibe órdenes
de un centro no sea capaz de efectuar una adaptación a las cir-
cunstancias tan compleja y aparentemente tan "intencional" co-
mo la que se podría producir en un sistema en el que se aislara
una parte para que realizaratal orden en un modelo análogo antes
de ser puesta en ejecución por la estructura mayor. En la medida
en que las fuerzas autoorganizadoras de una estructura como un
todo lleven inmediatamente al tipo de acción correcto (o a accio-
nes tentativas cuyo rastro se pueda detectar antes de que acarreen
demasiado daño), tal orden de un-solo-estadiono necesita ser in-
68 Evolución de sistemas de reglasde conducta

ferior a un orden jerárquico en el que el todo se limita a llevar a


cabo lo que se ha probado primero en una parte. Tal orden no je-
rárquico prescinde de la necesidad de comunicar primero toda la
información con la que sus diversos elementos actúan en un cen-
tro común, y es concebible que pueda hacer uso de más informa-
ción de la que se podría transmitir y ser digeridapor un centro.
Tales órdenes espontáneos, como los de las sociedades,
aunque a menudo produzcan resultados similares a los que po-
drían ser producidos por un cerebro, están organizadospor tanto
con arreglo a principios diferentes de los que gobiernan las rela-
ciones entre un cerebro y el organismoque éste dirija. Aunque el
cerebro pueda organizarse con arreglo a principios similares a
aquellos con los que se organiza una sociedad,ésta no es un cere-
bro y no debe ser representada como una suerte de supercerebro,
porque en ella las partes actuantes y aquellasentre las que se esta-
blecen las relaciones que determinan la estructura son lo mismo,
y la tarea de ordenación no es delegadaa ninguna parte en la que
se preforme un modelo.

VI

La existencia de estructuras ordenadas tales como las ga-


laxias, los siste,massolares, los organismosy los órdenes sociales
que en una multiplicidad de casos muestran ciertos rasgoscomu-
nes y observan,consideradoscomo todos, regularidadesque no se
pueden reducir por completo a las regularidadesde las partes, por-
que también ellas dependen de la interacción del todo con el en-
torno que sitúa y mantiene a la parte en el orden necesariopara el
comportamiento específico del todo, crea ciertas dificultades para
una teoría del método científico que tiene como fm el descubri-
miento de "las leyes universalesde la naturaleza". Aunque es ra-
zonable creer que las estructuras de este tipo siempre se compor-
tarán como lo hacen en un entorno definible, de hecho la existen-
cia de tales estructuras puede depender no sólo de ese entorno si-
no también de la existencia pasada de muchos otros entomos, y
ciertamente de una secuencia defmida de tales entornos que sólo

l
Evolución de sistemllSde reglasde conducta 69

se han sucedido en ese orden una vez en-lahistoria del univer-


so. Así, las disciplinasteóricas que están relacionadascon las
estructuras de tales complejos tienen un objeto cuya misma
existencia se debe a circunstancias (y a un proceso de evolu-
ción determinado por éstas) que, aunque son repetibles en
principio, de hecho puede que hayan sido únicas y que no
vuelvan a ocurrir. En consecuencia,las leyes que gobiernan la
conducta de estos complejos,aunque "en principio son univer-
salmente válidas" (cualquier cosa que esto quiera decir), de he-
cho sólo se aplican a estructuras que se deben encontrar en un
sector espacio-temporalparticular de ese universo.
De la misma forma aparente, la existenciade la vida en
la tierra se debe a eventos que sólo podrían haber ocurrido en
las condiciones peculiares que prevalecierondurante una fase
anterior de su historia, por 10que la existenciade nuestro tipo
de sociedad, e incluso de los seres humanos pensantes que no-
sotros somos, se puede deber a fasesen la evoluciónde nuestra
especiesin las que no podrían haber surgidoni el orden presen-
te ni los tipos existentes de mentes individuales,y de cuyo le-
gado nunca nos podremos liberar totalmente. Podemosjuzgar
y modificar todas nuestras opiniones y creencias solamente
dentro de un entramado de opiniones y valores que, aunque
cambiarán gradualmente, para nosotros son un resultado dado
de esa evolución.
No obstante, el problema de la formación de tales es-
tructuras sigue siendo un problema teórico y no histórico, por-
que se refiere a los factores de una secuenciade eventos que en
principio son repetibles, aunque de hecho puedan haber ocurri-
do una sola vez. A la respuesta la podemos llamar "historia
conjetural" (y desde luego una gran parte de la teoría social
moderna se deriva de 10 que los pensadoresdel siglodieciocho
denominaron historia conjetural), si somos conscientesde que
el propósito de tal "historia conjetural" no es dar cuenta de
todos los atributos particulares que posee un evento único, si-
no solamente de aquellos que pueden ser producidos otra vez
con la misma combinación bajo condicionesque se puedan re-
petir. En este sentido, la historia conjetural es la reconstruc-
70 Evolución de sistemas de reglasde conducta

ción de un tipo de proceso hipotético que no puede haber sido


observado nunca, pero que, de haber tenido lugar, hubiera pro-
ducido fenómenos del tipo que observamos. El supuesto de
que haya tenido lugar tal proceso puede ser contrastado bus-
cando consecuenciastodavía no observadasque se sigande él,
y preguntando si todas las estructuras regulares del tipo en
cuestión que encontramos pueden ser explicadas por este su-
puesto.
Como reconoció claramente Carl Menger,en la esfera
de los fenómenos complejos "este elemento genético es insepa-
rable de la idea de las ciencias teóricas,,12. O, expresado de
manera diferente, la existencia de las estructuras con las que se
relaciona la teoría de los fenómenos complejossólo puede ha-
cerse inteligible por lo que los físicos llamarían una cosmolo-
gía, esto es, una teoría de su evolución13. El problema de có-
mo están formadas las galaxiaso los sistemassolaresy de cuál
es su estructura resultante es mucho más semejante a los pro-
blemas con los que tienen que enfrentarse las cienciassociales
que a los problemas de la mecánica;y por tanto, para el enten-
dimiento de los problemas metodológicosde las cienciassocia-
les es mucho más instructivo el estudio de los procedimientos
de la geología o de la biología que el estudio de la física. En
todos estos campos, aunque las estructuras o estados constan-
tes que esas ciencias estudian, el tipo de objetos por los que se
interesan, pueden ocurrir dentro de una particular región espa-
cio-temporal en millones o billones de casos, sólo pueden ser
explicados totalmente si se consideran también las circunstan-
>
12 Carl Menger. Untenuchungen über die Methode der SocÜllwi. t
j
asenschaften und der Politischen Okonomie insbesondere. Leipzig.
1883. trad. inglesa por F.J.Nock, ed. por Louis Schneider con el título
Problema of Economics and Sociology, Urbana 111..1963. pág. 94. Con
bastardilla en el original.
13 Supongo que aquí no era necesario acentuar que una teoría de
la evolución no implica uleyes de la evolución" en el sentido de secuen-
cias necesarias de formas o estadios particulares, error que suele ser co-
metido por la misma gente que interpreta el problema genético como
un problema histórico. Una teoría de la gen ética describe un mecanismo
capaz de producir una variedad inf'mita de resultados particulares.

I
t
- ---
1
Evolución de los sistemas de reglasde conducta 71
,1
cias que no son propiedades de las estructuras mismassino he-
chos particulares del entorno en el que éstas se han desarrolla-
do y existen.

VII

Las sociedades difieren de estructuras complejas más


simples por el hecho de que sus elementos son en sí mismos
estructuras complejas cuya posibilidad de perdurar depende de
(o al menos es mejorada por) que sean parte de la estructura
más comprehensiva. Aquí tenemos que tratar de integración al
menos en dos niveles diferentes 14, pues por un lado el orden
más comprehensivo ayuda a la preservación de las estructuras
ordenadas del nivel más bajo, mientras que, por el otro, el tipo
de orden que en el nivel más bajo determina las regularidades
de la conducta individual ayuda a las perspectivas de supervi-
vencia del individuo sólo a través de su efecto sobre el orden
global de la sociedad. Esto significa que el individuo que tenga
una estructura y un comportamiento particulares debe su exis-
tencia en esta forma a una sociedad de una estructura particu-
lar, porque sólo dentro de esa sociedad ha sido ventajoso desa-
rrollar alguna de sus características peculiares, mientras que, a
su vez, el orden de la sociedad es resultado de estas regularida-
des de la conducta que los individuos han desarrollado en so-
ciedad.
Esto implica una especie de inversión de la relación en-
tre causa y efecto en el sentido de que las estructuras que po-
seen un tipo de orden existirán porque los elementos hacen lo
necesario para asegurar la persistencia de ese orden. La "causa
final" o "propósito", Le., la adaptación de las partes a las exi-
gencias del todo, se convierte en una parte necesaria de la ex-

14 Cfr. R.Redfield (ed.), Levels of Integration in Biological and


Social Systems (Biological Symposia, ed. J.Catell, Vol.VIII), Lancaster,
Penn., 1941. En este contexto "integración" significa simplemente, por
supuesto, la formación de un orden o la incorporación en uno que ya
existía.
72 Evolución de sistemas de reglasde conducta

plicación de por qué existen las estructuras de ese tipo: nos vemos
obligados a explicar el hecho de que los elementos se comportan
de cierto modo por la circunstancia de que esta clase de conducta
es más probable que preserve el todo -de cuya preservación de-
pende la preservación de los individuos, que por tanto no existi-
rían si no se comportaran de esa manera. De este modo, una .ex-
plicación "teleológica" está totalmente en orden siempre que no
implique designio de un hacedor sino el mero reconocimiento de
que el tipo de estructura no se hubiera perpetuado de no actuar
de una manera que era probable que produjera ciertos efectos15 ,
y que ha evolucionado a través de aquellos que prevalecían en
cada estadio.
La razón de que seamos reluctante s a describir esas accio-
nes como intencionales es que el orden que se formará como re-
sultado de esas acciones no es desde luego, en ningún sentido,
"parte de la intención" o del motivo de los individuos que actúan.
La causa inmediata, el impulso que les empuja a actuar, será algo
que sólo les afectará a ellos; y es meramente porque al hacerlo es-
tán constreñidos por reglas que son resultado de un orden global,
mientras que la consecuencia de observar estas reglas está total-
mente más allá de su conocimiento o intenciones. Con la clásica
frase de Adam Smith, el hombre "es llevado a promover un fin
que no es parte de sus intenciones" 16, del mismo modo que el
animal que defiende su territorio no tiene idea de que con eso
contribuye a regular los números de su especie17. Fueron sin du-
da lo que en otro lugar llamé las ideas gemelas de la evolución y

15 Cfr. David Hume. Dialogues Conceming Natural Religion (1779).


en A Treatise of Human Nature. ed. T.H.Green y T.H.Grose. Londres.
1890, Vol. II. pp. 428-9: "¿Sabría yo cómo podría subsistir un animal si t
sus partes no estuvieran ajustadas de este modo?...Ninguna forma... puede i
subsistir si no posee las potencias y órganos que se requieren para su sub-
sistencia: se debe intentar algún orden nuevo de economía. y sucesivamen-
te. sin intermisión. hasta que se descubra al menos cierto orden que pueda
soportarse y mantenerse".
16 Adam Smith, Wealth of Nations, ed. Cannan, l. pág. 421.
17 Veasé V.C.Wynne-Edwards, op. cit.

,I

l --
Evolución de sistemasde reglasde co.Mucta 73

del orden espontáneo 18, las grandes contribuciones de Bernard


Mandeville y de David Hume, de Adam Ferguson y de Adam
Smith, las que abrieron el camino para el entendimiento, tanto
en la teoría biológica como en la social, de la interacción entre la re-
gularidad de la conducta de los elementos y la regularidad de la
estructura resultan te. Lo que ellos no aclararon, y 10que en el de-
sarrollo subsiguiente de la teoría social no ha sido puesto de mani-
fiesto con la suficiente claridad, es que siempre es alguna regulari-
dad de la conducta de los elementos 10 que produce, en interac-
ción con el entorno, lo que puede ser una regularidad de las accio-
nes del todo totalmente diferente.
Anteriores esfuerzos tentativos de tal entendimiento que
han dejado su rastro en la jurisprudencia moderna se expresaron
en términos de la adecuación de las reglas de conducta individual
a la natura re;, la naturaleza de la cosa. Con esto se referían preci-
samente a ese orden global que quedaría afectado por un cambio
en cualquiera de las reglas de la conducta individual -con la con-
secuencia de que los efectos de un cambio tal en cualquier regla
sólo se pueden valorar a partir del entendimiento de todos los fac-
tores que determinan el orden global. El verdadero elemento de
esto es que las reglas normativas suelen servir para adaptar una ac-
ción a un orden que existe como un hecho. Que existe siempre un
tal orden más allá de las regularidades de las acciones de un indi-
viduo cualquiera, orden al que "tienden" las reglas particulares y
al que se debe adecuar cualquier regla nueva, es la idea que sólo
una teoría de la formación de ese orden global puede dar adecua-
damente.

VIII

Como conclusión se pueden añadir unas pocas observacio-


nes sobre ciertas peculiaridades de los órdenes socialesque des-
cansan en reglas aprendidas (transmitidas culturalmente) en adi-

18 Veasé mi conferencia, "Dr. Bernard Mandeville", Proceedings o[


the British Academy, LII, 1966.
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74 Evolución de sistemas de reglasde conducta

ción a las reglas innatas (transmitidas genéticamente). Probable-


mente tales reglas sean observadasmenos estrictamente y se nece-
sitará cierta presión externa continua para asegurarque los indivi-
duos continuen observándolas. Esto se efectuará en parte si, de
acuerdo con las reglas, la conducta sirve como una especie de
marca de reconocimiento de ser miembro del grupo. Si la conduc-
ta desviada da como resultado la no aceptación por parte de los
otros miembros del grupo, y la observancia de las reglas es una
condición para una cooperación con ellos que tenga éxito, se
mantendrá una presión efectiva por la preservaciónde un conjun-
to de reglas establecido. La expulsión del grupo será probable-
mente la primera y más efectiva sanción o "castigo" que asegure
la conformidad, primero por la mera eliminaciónreal del grupo de
los individuos que no se conforman, mientras que después,en es-
tadios más elevadosdel desarrollointelectual, el miedo a la expul-
sión puede actuar como elemento de disuasión.
No obstante, tales sistemas de reglasaprendidas probable-
mente sean más flexiblesque un sistemade reglasinnatas, y serán
convenientes unas cuantas observacionesmás sobre el proceso por
el que pueden cambiar. Este proceso estará estrechamente conec-
tado con aquel mediante el que los individuosaprenden por imi-
tación cómo observar reglas abstractas; un proceso del que sabe-
mos bien poco. Un factor influyente será el orden de dominación
de los individuos dentro del grupo. En uno de los extremos de la
escala habrá un mayor margen de tolerancia para los jóvenes que
todavía están en un proceso de aprendizaje y que son aceptados
como miembros del grupo, no porque ya hayan aprendido todas
las reglas peculiares de éste, sino porque en tanto que vástagos
naturales están vinculados a miembros adultos particulares del
grupo. Al otro extremo de la escala habrá individuosviejosy do-
minantes que están fIrmemente asentados en su forma de ser y
que no es probable que cambien sus hábitos, pero cuya posición
es tal que si adquirieran nuevas prácticas es más probable que
fueran imitados que que fueran expulsados del grupo. Así, elor-
den del rango es indudablemente un factor importante en la deter-
minación de qué alteracionesse tolerarán o se extenderán, aunque
no necesariamente en el sentido de que siempre sea el rango supe-

- --- - -
-- - --+ +-- - --+-

Evolución de sistemasde reglasde conducta 75

rior quien inicie el cambio 19 .


Sin embargo, un punto que merece más consideración de
la que suele recibir es que la preferencia a actuar de acuerdo con
reglas establecidas y el miedo a las consecuenciasde que uno se
desvíe de ellas probablemente sea mucho más viejo y más básico
que la adscripción de esas reglas a un agente personal, humano o
sobre-natural, o al miedo al castigo que pueda ser infligido por
tal agente. La consciencia parcial de la regularidaddel mundo, de
la diferencia entre una parte de los eventos del entorno conocida
y predecible y otra desconocida e impredecible, debe crear una
preferencia por los tipos de acciones cuyas consecuencias sean
predecibles y un temor hacia los tipos de acciones cuyas conse-
cuencias sean impredecibles.Aunque es probable que en un mun-
do interpretado de manera anirnista este miedo se convierta en el
miedo al justo castigo del agente cuya voluntad no es tenida en
cuenta, el miedo a la acción desconocida o inusual debe operar
mucho antes para conservaral individuoen las formas que ya han
sido intentadas. El conocimiento de ciertas regularidadesdel en-
torno creará una preferencia por aquellos tipos de conducta que
produzcan una expectativa confiada de ciertas consecuencias,y
una aversión a hacer algo que no sea familiar y miedo cuando se
10ha hecho. Esto establece una especie de conexión entre el co-
nocimiento de que las reglas existen en el mundo objetivo y una
falta de inclinación a desviarsede las reglascomunmente seguidas
en la acción, y por tanto también entre la creencia de que los
eventos siguen ciertas reglas y el sentimiento de que uno "debe"
observarreglasen la propia conducta.
Nuestro conocimiento del hecho (y especialmente del or-
den complejo de la sociedad dentro de la que nos movemos, del
mismo modo que dentro del orden de la naturaleza) nos dice prin-
cipalmente cuáles serán las consecuenciasde algunasde nuestras
acciones en algunas circunstancias. Aunque esto nos ayudará a
19 P d ' ' . .
o na parecer, p.e., que entre los monos los nuevos habItas de alI-
mentación son adquiridos más fácilmente por los jóvenes y que pueden ex-
tenderse luego a los miembros más viejos del grupo: véanse las observacio-
nes de J .Itani de las que informa S.Kawamura, "The Process of Sub-cultu-
ral Propagation among Japanese Macaques", en Charles H.Southwick (ed.),
Primate Social Behavior, Princeton, 1963, pág. 85.
76 Evolución de sistemas de reglasde conducta

decidir lo que hacer si queremos obtener un resultado particular,


necesita ser suplementado en un mundo en gran parte desconoci-
do por algún principio que inhiba las acciones a las que podrían
llevarnos nuestros impulsos internos pero que no son apropiadas
a las circunstancias. Sólo se puede confiar en las reglas de hecho
que uno conozca en la medida en que juegue de acuerdo con las
reglas, Le., que se mantenga dentro del tipo de acciones cuyas
consecuencias sean tolerablemente predecibles. Las normas son,
así, la adaptación a una regularidadfáctica de la que dependemos
pero que sólo conocemos parcialmente y con la que podemos
contar solamente si observamosestas normas. Si sé que si no ob-
servo las reglas de mi grupo no sólo no seré aceptado y en conse-
cuencia no podré hacer la mayoría de las cosas que quiero hacer
para preservar mi vida, sino también que si no observotales reglas
puedo provocar los acontecimientos más terroríficos y entrar en
un mundo en el que ya no pueda orientarme, tales reglas serán
tanto guías necesariaspara la acción con éxito cuanto reglasque
me dicen cómo se comportarán los objetos de mi entorno. La
creencia fáctica de que tal y cual es el único modo en el que se
puede producir un resultado determinado, y la creencianormativa
de que éste es el único modo en el que se lo debe perseguir,están,
así, estrechamente asociadas.El individuosentirá que se expone a
peligros cuando transgrede las reglas incluso cuando allí no haya
nadie para castigarsu acción, y el miedo a esto mantendrá incluso
al animal en la vía de la costumbre. Pero una vez se han enseñado
deliberadamente tales reglas,y han sido enseñadasen un lenguaje
animista, llegan a asociarse casi inevitablemente con la voluntad
del que las ha enseñado, o con el castigoo las accionessobre-natu-
rales con las que éste amenaza.
Lo que el hombre hace no es tanto elegir entre las accio-
nes alternativasde acuerdo con sus consecuenciasconocidas como
preferir aquellas cuyas consecuenciasson predecibles por encima 1
de aquellas cuyas consecuenciasson desconocidas.Lo que más te- ..
me, y lo que le pone en un estado de terror cuando ha ocurrido,
es desorientarsey no saber qué hacer. Aunque todos nosotros ten-
demos a asociar la conciencia con el 'miedo a la culpa o al castigo
de otra voluntad, el estado de mente que esto Iepresenta es psico-

--
1

Evolución de sistemas de reglasde conducta 77 1

lógicamente poco diferente de la alanna experimentada por al-


guien que al manipular una maquinaria poderosa y complicadaha-
ya accionado inadvertidamente unas manecillasequivocadaspro-
duciendo de este modo movimientos totalmente inesperados. El
sentimiento resultante de que va a ocurrir algo espantoso porque
uno ha infringido las reglasde conducta no es más que una fonna
del pánico que se produce cuando uno se da cuenta de que ha
entrado en un mundo desconocido. La mala concienciaes el mie-
do a los peligros a los que uno se ha expuesto de este modo al
abandonar el sendero conocido y entrar en tal mundo descono-
cido, El mundo es bastante predeciblesólo mientras uno se adhie-
re a los procedimientos establecidos, pero resulta atemorizador
cuando uno se desvía de éstos,
En orden a vivir con éxito y a lograr los fmes propios en
un mundo que es sólo muy parcialmente entendido, es por tanto
igual de importante obedecer ciertas reglasinhibidoras,que impi-
den que uno se exponga al"peligro,que entender las reglascon las
que opera este mundo. Los tabús o reglas negativasque actúan
mediante la acción paralizadoradel miedo, constituirán, como un
tipo de conocimiento de 10 que no hay que hacer, una infonna-
ción sobre el entorno no menos significativaque cualquier cono-
cimiento positivo de los atributos de los objetos de este entorno,
Mientras que este último nos permite predecir las consecuencias
de las acciones particulares, los primeros nos previenende no em-
prender ciertos tipos de acción. Al menos mientras las reglasnor-
mativas consistan en prohibiciones, como probablemente les ocu-
rrió a la mayoría de ellas antes de que fueran interpretadas como
órdenes de otra voluntad, el tipo de regla de "No harás" puede
que no sea tan diferente, después de todo, de las reglas que nos
dan infonnación sobre 10que es20, *
20 L ' ' ' '
a POSlb 11
l d d
a que aqul se contempla no es la de que todas las re-
glas normativas se puedan interpretar como reglas descriptivas o explicati-
vas, sino que las últimas sólo pueden ser significativas dentro de una estruc-
tura de
. un sistema de reglas normativas.
El texto inglés de este ensayo, enviado a Teorema por su autor, apa-
reció originalmente en F .A. Hayek, Studies in Philosophy, Politics and
Economics, Londres (Routledge) y University of Chicago Press, 1966; y
Nueva York (Simon & Schuster), 1967. Traducción de Ana Sánchez.

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