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Redacción

Jueves, 1 febrero 2018


INGENIERÍA

Descubren cómo fabricar


tableros de madera más
sostenibles
Los tableros aglomerados son muy utilizados para fabricar mobiliario y para la
construcción. Actualmente, pocos muebles se fabrican de madera maciza, ya que la
mayoría son de madera triturada y compactada. Para producir estos tableros aglomerados
es necesario añadir cola que dé solidez a las fibras de la madera. Lo más habitual es que
este adhesivo sea de origen fósil; por tanto, proveniente de una fuente no renovable y
contaminante.

Con el objetivo de evitar el uso de estas colas, los investigadores Diego Ramos y
Francisco Ferrando, del Departamento de Ingeniería Mecánica, y Joan Salvadó, del
Departamento de Ingeniería Química de la URV (Catalunya, España), han trabajado para
conseguir que la propia madera desprenda el adhesivo natural que tiene y se distribuya
de forma homogénea para compactarla en forma de tablero.

Estos investigadores han demostrado que la caña común o de riera (llamada Arundo
donax) da unos resultados muy favorables para ser utilizada como materia prima para
fabricar tableros de madera sin añadir adhesivos provenientes del petróleo, tal y como
han publicado recientemente en la revista científica BioResources. En los últimos años,
sin embargo, han experimentado con otros residuos de madera como serrín de pino
proveniente de carpinterías; la caña llamada Miscanthus sinensis, muy utilizada para el
aprovechamiento energético o sarmientos de la vid.

Actualmente, los investigadores estudian la caña de azúcar como materia prima. Aún no
tienen resultados de los experimentos, pero las conclusiones de la investigación realizada
con la caña común indican que los residuos de la caña de azúcar también serán muy
aptos para hacer tableros aprovechando su material adhesivo.
El equipo de investigadores de la URV que ha desarrollado la investigación. De izquierda
a derecha: Diego Ramos, Joan Salvadó y Francesc Ferrando.
Los investigadores, en primer lugar, han tenido que localizar los polímeros naturales que
hacen la función de adhesivo igual que los polímeros provenientes del petróleo. Lo han
conseguido a partir de la misma materia prima, ya sean fibras de madera o vegetales o
residuos de la industria agraria o forestal (serrín, polvo, virutas…), porque contienen
lignina (la cola natural que tiene la madera) y celulosa (los componentes estructurales de
la madera).

Para preparar tableros sin adhesivos añadidos, los investigadores han llevado al
laboratorio este material lignocelulósico para deconstruirlo con la técnica de explosión de
vapor, un pretratamiento a través del cual sale la lignina que impregna la celulosa de la
madera. Posteriormente, para construir el tablero, esta cola natural y las fibras se secan y
se prensan en caliente para que la lignina se vuelva a solidificar, pero esta vez repartida
de forma homogénea entre las fibras de celulosa. De este proceso resulta un tablero bien
resistente.

El equipo de investigadores de la URV que ha desarrollado la investigación. De izquierda


a derecha: Diego Ramos, Joan Salvadó y Francesc Ferrando. (Foto: URV)

La técnica de la explosión de vapor no utiliza productos químicos: sólo agua. Consiste en


introducir las fibras (materia prima) y agua -que se instalará dentro de las partículas de las
fibras- en un reactor de alta presión, que mantendrá el contenido a una presión de hasta
40 atm y a una temperatura de hasta 240ºC. Cuando pasa a la presión atmosférica de
golpe, las gotas de agua se evaporan instantáneamente, lo que provoca que aumente su
volumen por mil y se destruya la partícula. De esta manera queda todo separado y se
reparte por todas las fibras.
Cualquier material lignocelulósico sirve como materia prima (serrín, polvo, virutas…).

El uso de elementos naturales como cola evita la presencia de cualquier sustancia de


origen fósil en la composición de los tableros. Así, serán más sostenibles porque no
utilizan recursos no renovables y porque se trabaja con productos menos tóxicos, tanto
para el medio ambiente como para la salud de las personas y los animales. Además, el
proceso y los tableros resultantes son más económicos, ya que convertir residuos en
objetos que siguen teniendo utilidad evita talar árboles para obtener la madera.
Otra forma de aprovechar los residuos vegetales o la biomasa es quemarlos para
utilizarlos como fuente de energía. Sin embargo, este proceso vuelve a emitir CO2 a la
atmósfera, mientras que construyendo algún mueble o tablero, el CO2 se fija.

La industria productora de tableros se rige por una normativa específica que regula los
parámetros que deben cumplir los tableros según las características físicas y mecánicas
(resistencia, humedad, etc.) y el uso que tendrá (interior, exterior o estructural).

La mayoría de tableros producidos con lignina en los laboratorios de la URV cumplen los
estándares que marcan las normas del Estado español (llamadas UNE) y la legislación de
la Unión Europea (llamada EN).

Uno de los componentes más habituales de las colas tradicionales es el formaldehído,


que tiene unas consecuencias sanitarias relevantes. De hecho, las administraciones están
promoviendo la disminución y eliminación mediante una normativa específica que clasifica
los tableros según la emisión de formaldehído. Y es que la mayor parte del formaldehído
que se emite proviene de las colas de los tableros. (Fuente: URV)
Redacción

Jueves, 1 febrero 2018


INGENIERÍA
Impresión 3D realizable dentro del cuerpo
humano

Por vez primera, se ha demostrado que se puede usar una fibra óptica tan delgada como un
cabello humano para crear estructuras microscópicas mediante impresión 3D basada en láser. En
un futuro quizá cercano, el innovador método podría emplearse con un endoscopio para fabricar
diminutas estructuras biocompatibles directamente en el tejido dentro del cuerpo. Esta capacidad
podría dar pie a nuevas formas de reparar daños en los tejidos.
El equipo de Paul Delrot, de la Escuela Politécnica Federal de Lausana en Suiza, ha comprobado
que su nuevo método puede crear microestructuras con una resolución de impresión lateral (de
lado a lado) de 1,0 micrones y con una axial (profundidad) de 21,5 micrones. Aunque, en las
pruebas realizadas durante la investigación, estas microestructuras fueron creadas sobre un
portaobjetos de microscopio, el método podría ser útil para estudiar cómo interactúan las células
con diversas microestructuras en modelos animales, lo que ayudaría a abrir el camino hacia la
impresión endoscópica dentro de seres humanos.

Para crear las microestructuras, los investigadores sumergieron el extremo de una fibra óptica en
un líquido de un tipo conocido como fotopolímero, el cual se solidifica, o endurece, cuando es
iluminado con un color específico de luz. Utilizaron la fibra óptica para suministrar y enfocar
digitalmente la luz láser punto por punto en el líquido, con el fin de construir una microestructura
tridimensional.

[Img #48716]

Una fibra óptica alojada dentro de la aguja mostrada ha servido para suministrar la luz requerida
por la impresión 3D de microestructuras. La luz endurece de manera selectiva los volúmenes
dentro de la gota de fotopolímero sobre el portaobjetos de cristal. (Foto: Damien Loterie, Paul
Delrot, École Polytechnique Fédérale de Lausanne)

Mediante la impresión de detalles muy precisos en piezas grandes, la nueva herramienta de


microfabricación ultracompacta podría ser también una útil adición a las actuales impresoras 3D
disponibles de forma comercial, que son usadas para muchísimas cosas, desde producir prototipos
rápidos de objetos, a fabricar dispositivos médicos personalizados. Utilizando un cabezal de
impresora con una baja resolución para la estructura general de las piezas grandes, y el nuevo
dispositivo como cabezal secundario de impresora para los detalles finos, podría lograrse una
fabricación aditiva con múltiples resoluciones.

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Redacción
Jueves, 1 febrero 2018
INGENIERÍA

El dispositivo de
almacenamiento denso de
memoria más delgado
Ingenieros de todas partes del mundo han estado desarrollando formas alternativas de
proporcionar una capacidad de almacenamiento de memoria más grande en chips de
ordenador, sin necesidad de hacer a estos más grandes, y que incluso sirva también para
chips aún más miniaturizados. Sin embargo, las investigaciones sobre láminas con un
átomo de grosor que fuesen capaces de almacenar memoria han venido siendo muy
parcas en resultados. La situación parece que va a cambiar mucho a partir de ahora.

Unos ingenieros electrónicos en la Universidad de Texas en la ciudad estadounidense de


Austin, en colaboración con científicos de la Universidad de Pekín en China, han
desarrollado el dispositivo de almacenamiento denso de memoria más delgado, abriendo
el camino hacia chips de ordenador más rápidos, pequeños e inteligentes, para su uso en
muchos campos, desde la electrónica de consumo al big data o la computación inspirada
en la arquitectura del cerebro.

Durante mucho tiempo, se creyó que no era posible producir dispositivos de memoria con
de materiales que tuvieran un grosor de solo una capa atómica. Sin embargo, el equipo
de Deji Akinwande, de la Universidad de Texas, empleando los nuevos componentes
denominados atomorresistores, ha demostrado que sí es posible.

Hechos de nanomateriales de esencialmente un átomo de grosor, los atomorresistores


superan en algunas prestaciones clave a los memorresistores.

Akinwande cree que los atomorresistores permitirán que siga vigente la ley de Moore, la
cual predice que los circuitos de ordenador duplicarán su potencia cada dos años. Para
lograrlo bastará con incorporar la integración 3D de memoria nanométrica con transistores
nanométricos en el mismo chip, dentro de sistemas de computación lo bastante
avanzados.
Ilustración de un efecto de memoria inducido por voltaje en nanomateriales monocapa,
decisivos para lograr el dispositivo de almacenamiento denso de memoria más delgado.
(Imagen: Cockrell School of Engineering, The University of Texas at Austin)

Los dispositivos de almacenamiento de memoria y los transistores han sido siempre,


hasta la fecha, componentes separados en un microchip, pero los atomorresistores
combinan ambas funciones en un único dispositivo, logrando así, en teoría, un sistema
informático más eficiente. La clave está en usar láminas de grafeno, un singular material
que consiste en una sola capa de átomos de carbono colocados en una disposición
hexagonal similar a la de un panal de miel. Para los electrodos, el equipo de Akinwande
ha empleado grafeno. Para la capa activa, ha utilizado láminas semiconductoras de
grosor similar al del grafeno y hechas de sulfuro de molibdeno. El resultado es que el
grosor de toda la célula de memoria es de tan solo un nanómetro y medio
aproximadamente. Esto es una ventaja sustancial sobre la memoria flash convencional
que ocupa un espacio mucho más grande. Además, la delgadez del nuevo diseño permite
un flujo de corriente eléctrica más rápido y eficiente.

Información adicional
vvvvvvvvvvvv

Redacción
Jueves, 1 febrero 2018
ROBÓTICA

Los diez grandes retos de la


robótica
Nuevos materiales, robots bioinspirados, baterías de larga duración, enjambres robóticos,
inteligencia artificial, exploración extrema, aplicaciones en medicina, interacción social,
ética y seguridad. Estos son algunos de los diez grandes retos a los que se enfrenta la
robótica que, si se superan, transformarán nuestra sociedad, según el estudio presentado
esta semana por un panel internacional de expertos.

“Un robot no hará daño a los humanos, tiene que cumplir sus órdenes y debe proteger su
propia existencia sin que entre en conflicto con lo anterior”. Estas son las tres leyes de la
robótica que estableció Isaac Asimov para sus novelas de ciencia ficción hace más de
medio siglo.

Ahora, en la realidad, un panel internacional de expertos ha identificado los diez grandes


retos a los que se enfrenta la robótica, un decálogo de obstáculos a superar que, si se
consigue, tendrá un enorme impacto científico, político y socioeconómico en nuestra
sociedad en los próximos cinco o diez años. El estudio, publicado en la revista Science
Robotics, se basa en un cuestionario on line abierto al público a finales del año pasado.

1. Según los resultados, el primer desafío es conseguir materiales y esquemas de


fabricación innovadores para crear una nueva generación de robots multifuncionales,
eficientes en el uso de energía, que ejecuten sin fallos sus tareas y tan autónomos como
los organismos biológicos.

2. Estos también han inspirado la fabricación de robots biohíbridos y bioinspirados, pero


todavía queda camino por delante para que funcionen como los sistemas naturales.
Algunos de los objetivos son trasladar los principios fundamentales de los seres vivos a
las reglas de diseño en ingeniería, así como lograr integrar componentes vivos en
estructuras sintéticas.

3. Otro reto importante es cómo obtener energía suficiente y duradera para mover las
máquinas. Para ello hacen falta nuevas fuentes energéticas, tecnologías de batería que
ayuden a resolver el problema y sistemas que permitan operar a los robots móviles
durante mucho tiempo.

4. Entre este tipo de robots figuran los enjambres de robots, una tendencia en robótica
destinada a crear unidades modulares más simples y menos costosas que los robots más
grandes, pero que lleguen a ser tan eficaces como ellos en la ejecución de tareas.

5. Los expertos en robótica también se tendrán que esforzar para crear máquinas
capaces de navegar y explorar en entornos extremos apenas conocidos, como las
profundidades marinas. En esos ambientes hostiles la habilidad para adaptarse,
recuperarse de los fallos y aprender es esencial.

6. El aprendizaje, el aprender a aprender, es precisamente uno de los objetivos de otro de


los grandes desafíos: la inteligencia artificial (IA) aplicada a la robótica, donde también se
investiga el reconocimiento avanzado de patrones y el razonamiento basado en modelos,
además de tratar de generar inteligencia con sentido común.

7. Por su parte, en el ámbito de la biomedicina, las interfaces cerebro-computadora (BCI,


por sus siglas en inglés) son otro de los campos en los que habrá que avanzar para
controlar sin fisuras las neuroprótesis, los dispositivos de estimulación eléctrica funcional y
los exoesqueletos.
Uno de los grandes retos de la robótica es la interacción social, para que las máquinas
asuman la complejidad de los humanos, incluyendo sus conocimientos, creencias, deseos
y emociones. (Foto: Yang et al., Sci. Robot)

8. De hecho, otra de las metas es que en la denominada robótica médica se adquieran


niveles cada vez más altos de autonomía de las máquinas, así como desarrollar una
microrobótica ajustada a las demandas reales de los pacientes sin olvidar en ningún caso
los temas legales y éticos.

9. Estos también estarán presentes en otro gran reto: la adecuada interacción social de
los robots para tratar que comprendan las complejas dinámicas sociales humanas, las
normas morales y que se puedan integrar verdaderamente en nuestra vida social,
mostrando empatía y comportamientos sociales naturales.

10. De hecho, el desafío final es abordar las cuestiones éticas y de seguridad en las
innovaciones robóticas, que, según los investigadores, deben aplicarse en las políticas y
las normas sociales lo antes posible, mientras que las tecnologías aún son incipientes.

Los autores reconocen que quedan otros ‘subtemas’ pendientes, pero consideran que los
incluidos en su decálogo son los más importantes. Y respecto al creciente miedo social
sobre una posible toma de control por parte de los robots, el autor principal, Guang-Zhong
Yang, del Imperial College de Londres, recuerda: “Los humanos, y no la tecnología, son a
la vez el problema y la solución, y seguirán siéndolo en el futuro". (Fuente: SINC)
Redacción
Jueves, 1 febrero 2018
INGENIERÍA

Impresión 3D realizable dentro


del cuerpo humano
Por vez primera, se ha demostrado que se puede usar una fibra óptica tan delgada como
un cabello humano para crear estructuras microscópicas mediante impresión 3D basada
en láser. En un futuro quizá cercano, el innovador método podría emplearse con un
endoscopio para fabricar diminutas estructuras biocompatibles directamente en el tejido
dentro del cuerpo. Esta capacidad podría dar pie a nuevas formas de reparar daños en los
tejidos.

El equipo de Paul Delrot, de la Escuela Politécnica Federal de Lausana en Suiza, ha


comprobado que su nuevo método puede crear microestructuras con una resolución de
impresión lateral (de lado a lado) de 1,0 micrones y con una axial (profundidad) de 21,5
micrones. Aunque, en las pruebas realizadas durante la investigación, estas
microestructuras fueron creadas sobre un portaobjetos de microscopio, el método podría
ser útil para estudiar cómo interactúan las células con diversas microestructuras en
modelos animales, lo que ayudaría a abrir el camino hacia la impresión endoscópica
dentro de seres humanos.

Para crear las microestructuras, los investigadores sumergieron el extremo de una fibra
óptica en un líquido de un tipo conocido como fotopolímero, el cual se solidifica, o
endurece, cuando es iluminado con un color específico de luz. Utilizaron la fibra óptica
para suministrar y enfocar digitalmente la luz láser punto por punto en el líquido, con el fin
de construir una microestructura tridimensional.
Una fibra óptica alojada dentro de la aguja mostrada ha servido para suministrar la luz
requerida por la impresión 3D de microestructuras. La luz endurece de manera selectiva
los volúmenes dentro de la gota de fotopolímero sobre el portaobjetos de cristal. (Foto:
Damien Loterie, Paul Delrot, École Polytechnique Fédérale de Lausanne)

Mediante la impresión de detalles muy precisos en piezas grandes, la nueva herramienta


de microfabricación ultracompacta podría ser también una útil adición a las actuales
impresoras 3D disponibles de forma comercial, que son usadas para muchísimas cosas,
desde producir prototipos rápidos de objetos, a fabricar dispositivos médicos
personalizados. Utilizando un cabezal de impresora con una baja resolución para la
estructura general de las piezas grandes, y el nuevo dispositivo como cabezal secundario
de impresora para los detalles finos, podría lograrse una fabricación aditiva con múltiples
resoluciones.

Información adicional
Redacción
Jueves, 1 febrero 2018
INGENIERÍA

Descubren cómo fabricar


tableros de madera más
sostenibles
Los tableros aglomerados son muy utilizados para fabricar mobiliario y para la
construcción. Actualmente, pocos muebles se fabrican de madera maciza, ya que la
mayoría son de madera triturada y compactada. Para producir estos tableros aglomerados
es necesario añadir cola que dé solidez a las fibras de la madera. Lo más habitual es que
este adhesivo sea de origen fósil; por tanto, proveniente de una fuente no renovable y
contaminante.

Con el objetivo de evitar el uso de estas colas, los investigadores Diego Ramos y
Francisco Ferrando, del Departamento de Ingeniería Mecánica, y Joan Salvadó, del
Departamento de Ingeniería Química de la URV (Catalunya, España), han trabajado para
conseguir que la propia madera desprenda el adhesivo natural que tiene y se distribuya
de forma homogénea para compactarla en forma de tablero.

Estos investigadores han demostrado que la caña común o de riera (llamada Arundo
donax) da unos resultados muy favorables para ser utilizada como materia prima para
fabricar tableros de madera sin añadir adhesivos provenientes del petróleo, tal y como
han publicado recientemente en la revista científica BioResources. En los últimos años,
sin embargo, han experimentado con otros residuos de madera como serrín de pino
proveniente de carpinterías; la caña llamada Miscanthus sinensis, muy utilizada para el
aprovechamiento energético o sarmientos de la vid.

Actualmente, los investigadores estudian la caña de azúcar como materia prima. Aún no
tienen resultados de los experimentos, pero las conclusiones de la investigación realizada
con la caña común indican que los residuos de la caña de azúcar también serán muy
aptos para hacer tableros aprovechando su material adhesivo.
El equipo de investigadores de la URV que ha desarrollado la investigación. De izquierda
a derecha: Diego Ramos, Joan Salvadó y Francesc Ferrando.
Los investigadores, en primer lugar, han tenido que localizar los polímeros naturales que
hacen la función de adhesivo igual que los polímeros provenientes del petróleo. Lo han
conseguido a partir de la misma materia prima, ya sean fibras de madera o vegetales o
residuos de la industria agraria o forestal (serrín, polvo, virutas…), porque contienen
lignina (la cola natural que tiene la madera) y celulosa (los componentes estructurales de
la madera).

Para preparar tableros sin adhesivos añadidos, los investigadores han llevado al
laboratorio este material lignocelulósico para deconstruirlo con la técnica de explosión de
vapor, un pretratamiento a través del cual sale la lignina que impregna la celulosa de la
madera. Posteriormente, para construir el tablero, esta cola natural y las fibras se secan y
se prensan en caliente para que la lignina se vuelva a solidificar, pero esta vez repartida
de forma homogénea entre las fibras de celulosa. De este proceso resulta un tablero bien
resistente.

El equipo de investigadores de la URV que ha desarrollado la investigación. De izquierda


a derecha: Diego Ramos, Joan Salvadó y Francesc Ferrando. (Foto: URV)

La técnica de la explosión de vapor no utiliza productos químicos: sólo agua. Consiste en


introducir las fibras (materia prima) y agua -que se instalará dentro de las partículas de las
fibras- en un reactor de alta presión, que mantendrá el contenido a una presión de hasta
40 atm y a una temperatura de hasta 240ºC. Cuando pasa a la presión atmosférica de
golpe, las gotas de agua se evaporan instantáneamente, lo que provoca que aumente su
volumen por mil y se destruya la partícula. De esta manera queda todo separado y se
reparte por todas las fibras.
Cualquier material lignocelulósico sirve como materia prima (serrín, polvo, virutas…).
El uso de elementos naturales como cola evita la presencia de cualquier sustancia de
origen fósil en la composición de los tableros. Así, serán más sostenibles porque no
utilizan recursos no renovables y porque se trabaja con productos menos tóxicos, tanto
para el medio ambiente como para la salud de las personas y los animales. Además, el
proceso y los tableros resultantes son más económicos, ya que convertir residuos en
objetos que siguen teniendo utilidad evita talar árboles para obtener la madera.

Otra forma de aprovechar los residuos vegetales o la biomasa es quemarlos para


utilizarlos como fuente de energía. Sin embargo, este proceso vuelve a emitir CO2 a la
atmósfera, mientras que construyendo algún mueble o tablero, el CO2 se fija.

La industria productora de tableros se rige por una normativa específica que regula los
parámetros que deben cumplir los tableros según las características físicas y mecánicas
(resistencia, humedad, etc.) y el uso que tendrá (interior, exterior o estructural).

La mayoría de tableros producidos con lignina en los laboratorios de la URV cumplen los
estándares que marcan las normas del Estado español (llamadas UNE) y la legislación de
la Unión Europea (llamada EN).

Uno de los componentes más habituales de las colas tradicionales es el formaldehído,


que tiene unas consecuencias sanitarias relevantes. De hecho, las administraciones están
promoviendo la disminución y eliminación mediante una normativa específica que clasifica
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que se emite proviene de las colas de los tableros. (Fuente: URV)
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Redacción
Viernes, 2 febrero 2018
ROBÓTICA
Varias habitaciones en una
gracias a muebles
reconfigurables robóticamente
Imaginemos vivir en un apartamento diminuto de una gran ciudad, pero disponer de varias
habitaciones en una, gracias a poder hacer que la habitación se reconfigure mediante
mecanismos robotizados transformándose en la que necesitemos en ese momento, como
por ejemplo el dormitorio cuando queramos dormir, o una sala con escritorio y estantes
cuando queramos realizar actividades que lo requieran. Podríamos llamar a nuestra cama
o al armario a través de una aplicación de móvil, o hacer venir a nuestro escritorio usando
órdenes de voz, o despejar al máximo la habitación para, por ejemplo, usarla como salón
de baile, todo ello con solo el toque de un botón. Los muebles inteligentes transforman los
espacios de los apartamentos pequeños en dormitorios, cuartos de trabajo, filas de
armarios, y otras configuraciones. En esencia, un pequeño estudio, a menudo lo único
que pueden permitirse quienes viven en el centro de una ciudad muy poblada y de
alquileres caros puede funcionar como una vivienda mucho más grande si el inquilino o
inquilinos no necesitan usar más de una habitación al mismo tiempo.

La compañía Ori, de fundación reciente e impulsada por el Media Lab del Instituto
Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos, pretende hacer
realidad ese tipo de vivienda robóticamente reconfigurable. Esta empresa, dirigida por
Hasier Larrea, está vendiendo mobiliario robótico inteligente que transforma la sala en un
dormitorio, un almacén, un estudio en el que trabajar, un cuarto con un gran armario o un
salón espacioso cuando regresa de nuevo a la pared, a fin de aprovechar al máximo el
espacio en pequeños apartamentos gracias a reutilizarlo del modo descrito para ofrecer
en una sola habitación las prestaciones de un conjunto de varias de ellas.

El sistema de Ori, fruto de años de trabajo en el Media Lab, es una unidad con forma de L
instalada sobre un carril a lo largo de una pared, de manera que puede deslizarse de un
lado a otro. Una cara presenta un armario, un escritorio plegable y varios cajones y
compartimentos. En la parte de abajo se halla una cama extraíble. El otro lado de la
unidad incluye una superficie horizontal que puede abrirse para formar una mesa. La
superficie vertical sobre ello presenta un rincón grande donde se puede colocar un
televisor, y cajones y compartimentos adicionales. El tercer lado, opuesto a la pared,
contiene aún más estanterías, y percheros para colgar abrigos y otras prendas.

Los muebles inteligentes de Ori. (Foto: Ori)

Los usuarios controlan la unidad a través de un centro de control instalado en una pared,
o a través de una aplicación móvil o un sistema doméstico inteligente, como el Echo de
Amazon.

Esta robotización permite hacer que los espacios pequeños actúen como si fueran de dos
a tres veces mayores. Dieciocho metros cuadrados parecen muy pocos como área total
para vivir, pero una habitación o una sala de estar de esas dimensiones no parecen tan
pequeñas.

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