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VICTOR GO MEZ PIN

DEL MISMO AUTOR


EN TAURUS EDICIONES

• El drama de la Ciudad Ideal.


(Colección «Ensayistas», n.º 114.)

CIENCIA DE LA LOGICA
t

y
,_,

LOGICA DEL SUENO

CON UN APENDICE DE JAl'IER ECHEVERRIA

tau rus

T
f

PO R T I CO

El reino de la Lógica es la verdad sin máscara, la


verdad en sí y por sí. . . , la representación de Dios tal
como está en su ser eterno.
(HEGEL)

. . . trazar en lo real un surco nuevo respecto al cono­


cimiento que cabría atribuir a Dios en su ser eterno.
(LACAN)

A MI HIJA ANA,
COMPAÑERA DE RuGGERO A CA n'ÜRo

() 1978, VÍCTOR GóMEZ PIN


© 1978 del Apéndice al Cap. 1 de la 11 Parte, JAVIER EcHEVERRÍA
TAURUS EDICIONES, S. A. - Velázquez, 76, 4.º - MADRID-1

ISBN: 84-306-1 156-8

Depósito Legal: M. 5 .649 - 1978

PRINTED IN SPAIN
P R O L OG O

«Diríase que se asiste a una lucha entre gigantes,


por lo virulenta que es su disputa en torno a usía.»
PLATÓN, Sofista

Se entrecruzan en este trabajo múltiples proyectos. Diríamos que


proyectos diversos, opuestos y contradictorios si ello no equivaliera
a caracterizarlos ya en función de uno de ellos . Pues verificar que
toda reflexión se inserta en el orden lógico cuyo arranque son las
categorías de diversidad, oposición y contradicción, fue la primera
tarea que, hace ya unos años, nos propusimos. De la fórmula inveri­
ficable « toda reflexión», pasamos a la consideración empírica de
teorías y aparatos conceptuales más o menos totalitarios en su pre­
tensión : el sistema categorial de Aristóteles ( aquí no incluido), el
Psicoanálisis, la Lingüística contemporánea . Se trataba de insertarlos
en la Lógica de Hegel, en un momento determinado de ella, la «Ló­
gica de la Esencia» y en ésta, las «categorías de la reflexión» . Si el
proyecto no se hubiera modificado en camino, este libro constituiría
una nota de la Ciencia de la Lógica. No cabría decir siquiera que se
trata de una nota al margen, o al pie de página ; bueno es que en
la Ciencia de la Lógica las notas se hallan insertas en el texto, pues
¿ qué margen puede haber cuando de lo que se trata es de la «ciencia
eterna de Dios»? Nuestro trabajo sería la exploración con cierto de­
tenimiento de un detalle. Al llegar a la categoría de vida cabe ha­
cerse biólogo para mostrar en la multiplicidad cómo la vida se des­
pliega. Análogamente, en el centro de la Esencia, allí donde en la
Lógica surge la reflexión como tal, ¿por qué no un paseo por los
campos donde ésta se encarna? El paseo no podría naturalmente
revelamos otra cosa que la absoluta sumisión al modelo : sólo uni­
versalidad en lo particular, sólo Esencia en el modo. Y en un punto
al menos los « modos» observados son totalmente obedientes : cada
uno, aun surgiendo como reflexión particular, se proclama universal;
cada uno, aceptándose momento, quiere dar cuenta de todo.

9
Dar cuenta de todo. Incluso -y ahí el problema- cuenta de El discurso del psicoanalizado tiene la particularidad de estar
la reflexión en la cual (para nosotros) se agota lo que pretende dar dirigido a alguien que es la figura de la negación del yo del primero.
cuenta es decir, encuentra a la vez su fundamento y su pérdida. De ahí que los protagonistas de la relación analítica nos parecieran
Da� cuenta de la reflexión, es decir, dar cuenta de la Esencia en dar cuerpo a los polos de la relación fundamental. Aspecto mediante
· la cual la reflexión es momento, y de cuya totalidad es por ende el cual la relación analítica trascendería -hegelianamente hablando-­
indisociable. Y así dar cuenta de las categorías mediante las cuales la lógica de la reflexión, para insertarse en la lógica del Grund, fun­
las de1erminacignes del ser llegan a fenomenizarse y realizarse. Dar damento, o exactamente, relación fundamental. Por eso en la pri­
cuenta en definitiva de la Lógica en tanto encadenamiento, necesa­ mera parte de este trabajo el espacio analítico no está presentado
rio y cerrado sobre sí mismo, de los conceptos más universales. ni como espacio del inconsciente ni como espacio de la realidad social
Dar cuenta de la Lógica en tanto encadenamiento de los concep­ y natural, sino como la diferencia, la oposición, la contradicción en­
tos más universales. No hemos dicho dar cuenta de la Lógica «tout tre ellos y así el espacio mismo en que se constituyen.
court». Pues si por algún lado surgiera tal pretensión, no habría En esta perspectiva nada habría irreductible a la relación analí­
aquí ocasión de discutirla. Qui(ftl pretende situarse más allá del La­ tica, nada habría irreductible al discurso analítico. ¿Nada? ¿ Ni si­
gos, está -por definición- cerrando el paso a todo diálogo. En quiera el orden categorial que permite hablar de relación y precisa­
uno de los textos que en este trabajo más ampliamente menciona­ mente de relación fundamental . . . ? Retorno de la tentación concep­
remos, Lacan tiene buen cuidado de dejar sentado que lo real a que tual que nos obliga a separarnos de Lacan en el instante mismo en
debe confrontarnos la experiencia psicoanálitica, aunque irreductible que afirma la irreductibilidad y subsistencia del campo freudiano in­
a la construcción hegeliana, debe ser reivindicado como racional. sertándolo entre aquellos «que se caracterizan por trazar un surco
Pues si así no fuera, ¿cómo a partír de lo real íbamos a dar razón nuevo en relación al conocimiento que cabría atribuir a Dios en su
no sólo de la construcción hegeliana, sino de toda construcción? Lo eternidad» 1•
real es racional, pero la razón, el Logos, no se agota en concepto y El surco freudiano posibilitaría una relación no alienada a lo real.
por ello la razón hegeliana es una razón parcial. Tal sería el razona­ Este emergería por fin como el fondo en �ue se agota no sólo el
miento implícito en toda tentativa de hacer de Hegel un «caso». Lo sentido de la palabra, sino el sentido -y as1 la verdad- de aconte­
molesto es que no hay seguridad de que se trate de algo más que de cimientos como la guerra y la muerte del padre, éle cuya inserción
un razonamiento simple, es decir, puramente conceptual, mediante en la relación analítica nos ocuparemos en la primera parte de este
lo cual se insertaría en aquello que pretende trascender. libro.
De este círculo vicioso, presente en múltiples modos, ya no es­ En la segunda parte intentaremos explícitamente ordenar, con
caparemos a todo lo largo de este libro. O mejor dicho: sí escapare­ respecto a las categorías de la relación fundamental, el dispositivo
mos, pero para caer en otro. Cuando reconfortados en nuestras co�­ conceptual mediante el cual Freud y Lacan nos exponen la estruc­
vicciones hegelianas repitamos a quien quiera oírnos que el lenguaJe tura de la relación analítica. Previamente, en esa misma segunda
no es el LQgos, sino tan sólo el modo en que se hallan «expuestas parte, habremos ordenado, con respecto a las categorías de la refle­
(f y consignadas las formas del Logos», se evidenciará inmediatamente xión, el aparato categorial de dos representantes eminentes de la
que esta afirmación, así como todos los silogismos destinados a �e­ moderna lingüística: Jakobson y Saussure. La relación entre estos
mostrarla se inserta asimismo en el objeto que pretende reducir. capítulos puede sintetizarse en dos preguntas : ¿a qué leyes responde
Si el leng�aje es modo del concepto, constituye en todo caso el único el discurso? , ¿a qué leyes responde la quiebra del discurso ?
modo accesible, pues -el en sí de Dios aparte- ¿cómo aprehender En fin, el libro se cerrará con una tercera parte consagrada ex­
categorías no expuestas ni consignadas? clusivamente a un capítulo de la Ciencia de la Lógica. Aparecerá
Aporías múltiples que hacían que en camino nuestro proyecto allí el despliegue dialéctico de los principales conceptos utilizados
se modificara. Ahora se trataba de dar cuenta, hegelianamente ha­ en la segunda parte. En primer lugar presentaremos el Or.ganon de
blando de la reflexión lingüística o psicoanalítica. Un momento des­ los capítulos I y II de la segunda parte, así como del Apéndice
pués, p or el contrario, nos tentaba la idea de hacer de la lógica de de Javier Echeverría. En segundo lugar vendrá el Organon del ter­
Hegel un momento de la reflexión total sobre el lenguaje. En fin, cer capítulo.
aspecto complementario del que precede, tentación de insertar el
proyecto hegeliano como tal en el espacio de la relación analítica. 1 Les quatre concepts fondamentaux de la Psychanalyse, París, Les Edi­
Detengámonos sobre este último punto: tions du Seuil, 1973, p. 1 16.

10 11
Esta tercera parte tiene la función suplementaria de introducir
al horizonte de una investigación posterior, que aquí avanzamos, de la doctrina empmsta, fundamentalmente aristotélico-escolástica,
pues de alguna manera constituye la promesa en la que encuentra del conocimiento.
su verdadero sentido este trabajo. Empecemos por resumir breve­ 5
Así, pues, si «un niño puede demostrar contra la Escuela» que
mente lo obtenido en nuestro análisis del Cours de Linguistique el concepto engendra la cosa, razón -razón parcial, pero razón­
Générale. tiene el escolástico en responder que algo en la cosaf no se agota en
Ferdinand de Saussure nos presenta fenómenos lingüísticos su­ el concepto, a saber, su subsistencia; razón tiene ee más si se afir­
cesivos, cuya explicación exige remitirse en cada caso a una categoría ma que el concepto es progenitura del significante.
particular: Diferencia, Distinción (Diversidad), Oposición. El orden Cierto es, sin embargo, que la cosa hegeliana emerge en el hori­
de estas categorías coincide con el expuesto en la Ciencia de la Ló­ zonte del concepto, emerge como evidencia racional a partir de la
gica, y así confirma en una ciencia empírica lo bien fundado de consideración de determinados signos. Por ello, cuando Hegel pro­
esta exposición. Hay coincidencia también en la estructuración dia­ nuncie la frase con la que se inicia la esperada transformación del
léctica de estas categorías, pu(JS la Oposición, como relación entre fundamento en cosa (Der Grund ist das Unmittelbare und das
signos completos, es la categoría concreta sin la cual no tiene sen­ Begründete des Vermittelten), encontrará un oído atento, no a los
tido ni la distinción de signos -por abstracción considerados sub­ sintagmas que a esta frase precede y siguen, insertándola en un ri­
sistentes-, ni la relación diferencial entre los significantes o entre guroso silogismo, sino a la carga pulsional de que es portadora...
los significados. El discurso lógico y no tan sólo el sueño es un «rebus», pretensión
Ahora bien, desde el momento en que la categoría de Oposición ante la que el concepto debe necesariamente rebelarse, no excluyén­
es aceptada como fundamento último del funcionamiento del signo, dola, sino fundándola en razón, determinándola como momento.
desde el momento en _que para dar cuenta de la lengua hemos re­
currido a un concepto no cabe ya hacer abstracción de lo que
2,

resulta de una consideración meramente lógica de este concepto. Se


puede razonar del modo siguiente: «la oposición funda el signo;
veamos, pues, cuál es el fundamento de la oposición». Saussure ·se
etiene en la Oposición, no reflexiona sobre la Oposición Pero 3•

el destino de la Oposición no constituye para nosotros mist�rio al­


guno. La Ciencia de la Lógica nos muestra que la Oposición es en
verdad el proce�o: contradicción <=> solución de la contradic­
ción, y en ello relación fundamental como condición necesaria y
suficiente del «surgir de la cosa en la existencia», y así subsistencia
y, por ende, negación de la no subsistencia bajo la cual, en el dis­
curso mismo que funda su privilegio, quedaba enmarcada la lengua 4•

Lo esencial de este momento es que a partir de él la reflexión


no puede ser ya un hacer signos que agota la cosa, sino hacer signos
sobre la cosa. Accede ahí el lógico a la contemplación de la necesi­
dad de que el conocimiento se convierta en adecuación a algo que
no es ya del orden del concepto simple sino resultado de la nega­
ción por el concepto de sí mismo. Accede ahí el lógico al momento
2 Veremos que Jakobson, aun situándola a otro nivel, hace también de
la Oposición la categoría fundamental de la lingüística.
3 Tampoco Jakobson, pese a las apariencias. Jakobson se limita a recor­
damos cómo funciona exactamente la oposición a fin de justificar la corrección
que, a propósito del fonema, hará del Cours de Linguistique.
4 «La lengua es una forma y no una substancia . . » (Cours de Linguistique
.

Générale, París, Payot, 1965, p. 1 69.)


s LACAN, Fonction et Champ de la Paro/e et du Langage, in Ecrits,
p. 276.
12
13
PRIMERA PARTE
LO G ICA DEL SUEÑO

t
1
LO REAL QUE DESPIERT A

«Un padre ha velado largo tiempo, día y noche, junto al lecho


de su hijo enfermo. Tras la muerte del niño se retira a descansar
a una habitación contigua, pero deja abierta la puerta a fin de no
perder de vista el dormitorio donde reposa el cadáver del niño, ro­
deado de grandes cirios. Un viejo, encargado del velatorio, salmodia
oraciones sentado junto al cadáver. Tras unas horas de haberse dor­
mido, el padre sueña que su hijo está junto a su cama, le coge del
brazo y con un tono lleno de reproche le dice al oído: "Padre, ¿no
ves que estoy ardiendo?" Se despierta, percibe un intenso resplan­
dor que proviene de la habitación del cadáver, corre hacia ella y
encuentra al anciano adormecido, la mortaja y un brazo del cadáver
quemados por un cirio que, ardiendo, había caído sobre ellos.»
A propósito de este sueño, que Freud nos dice merecer una
atención particular, Jacques Lacan formula una pregunta que suena
1•
como un aldabonazo: «¿qué es lo que despierta?» Pero veamos
antes de abordarla algunas características del sueño mismo. No se
trata de un sueño interpretado por Freud; ni tan siquiera de un
sueño que Freud escucha directamente de boca del que soñó. Una
de sus pacientes lo oyó en una conferencia sobre el sueño, e integró
algunos de sus elementos en un sueño propio. Tras todas estas me­
diaciones es como el sueño llega a oídos de Freud, y no deja de
resultar curioso que éste lo haya estimado adecuado para servir
de pórtico al capítulo más trascendente de La interpretación de los
sueños.
Transcribamos ahora -pues en ella se encuentra un punto de
especial importancia- la interpretación que, al decir de la enferma

1 Les quatre concepts


. . . , p. 57.

17
2
de Freud, dio el conferenciante que constituye el último eslabón del l 11 n la lógica del sueño es la vía mediante la cual el
1 t n rs
relato: «La explicación de este sueño conmovedor es bastante sen­ id nte es recuperable, recuperable para el noble deseo
11 , a
cilla y, al decir de mi paciente, el conferenciante supo darla. El ¡11 padre prolongue la vida de su hijo. Se explica ahora lo
\In
vivo resplandor llegó, por la puerta abierta, hasta el ojo del padre h l n s indicaba poder ser causa de extrañeza, a saber, que
·11
dormido y le inspiró la misma conclusión que hubiera sacado en I ¡ rtar no se imponga, pues ante la posibilidad de devolver la
1 t
estado de vigilia, a saber, que la caída de un cirio había provocado l r 1ué urgencia tiene el apagar las llamas del cadáver?
1
un incendio en la proximidad del cadáver. Tal vez el padre se dur­ Y, sin embargo, el padre acaba despertándose (quizá no hay si-
mió ya con la aprensión de que el anciano no estuviera en condi­ 1u' 1,1 intervalo temporal entre el soñar y el despertarse), y enton­
ciones de cumplir su misión» 2 • •tpar ce una extrañeza de signo contrario. Ante la hasta ahora
No escapará al lector el carácter inquietante de las últimas líneas, 1hl economía del sueño, surge la pregunta: pudiendo seguir so-
subrayadas por nosotros. ¿No sugieren, en efecto, la posibilidad de 11lo, ¿por qué despertarse?, ¿qué hay en el núcleo mismo de
que en el acontecer de estos hechos desgraciados la inocencia del ll' sueño, satisfactorio en principio, que acaba imponiendo el re-
padre no sea total? Pero \rolvamos a la pregunta: ¿qué es lo que 1117i en las tareas cotidianas --en este caso la primordial tarea de
despierta? No cabe la respuesta ingenua de que lo que despierta 1p:1gar las llamas?
es el vivo resplandor de la llama. El texto de Freud no deja al res­ ·ijémonos en las palabras del niño: «Padre, ¿no ves que es-
pecto lugar a dudas. El resplandor es más bien ocasión del soñar ardiendo?» De las primeras (Padre, ¿no ves?), Freud nos
que causa del despertar. El acontecimiento «accidental» posibilita li que debieron ser efectivamente pronunciadas, acompañadas del
que en el durmiente se desencadene el proceso -llamado prima­ •-.to familiar de coger del brazo, a propósito de algún aconteci­
rio- constitutivo del sueño; del sueño que elabora los estímulos mi nto fuertemente emotivo (affektreiche Gelegenheit). El sueño
y los restos diurnos en conformidad con el principio de placer, y no •lS cía este recuerdo (Erinnerung) a las palabras «estoy ardiendo»
en conformidad con lo que se impone en la vigilia. La percepción · n que el niño, al decir de Freud, debió quejarse de la fiebre du­
de un incendio debe desencadenar el impulso de apagarlo, salvo que r:mte su enfermedad mortal.
tal percepción se inserte en esta lógica otra que es la lógica del de­ Constatamos, pues, una inquietante complicidad entre el acon­
seo. Y nuestro padre, lejos de correr a apagar el cadáver de su hijo, t cimiento, que se quisiera fortuito, desencadenador del proceso
prolonga en sueños la vida de éste, aun ardiendo: nírico y el momento revivido en el núcleo del sueño. Si en ambos
asos el niño arde, cuando Freud mismo nos sugiere que el padre
«... cabe extrañarse que haya podido haber sueño cuando se retiró ya con la aprensión de que el anciano no estuviera a la
lo que se imponía era el más apresurado despertar. Debe no­ altura de su tarea, ¿no nos está indicando claramente la participa­
tarse que también este sueño constituye la realización de un ción del padre en el siniestro accidente? Fortuito para nosotros, el
deseo. En el sueño actúa el niño muerto como si estuviera incendio no lo es para el padre, no lo es al menos si por padre
vivo; advierte él mismo a su padre, viene a su cama y le coge entendemos algo más que el padre consciente -el ciudadano-, al
del brazo, como probablemente lo hizo en aquella ocasión de que por principio nada es más caro que la vida de su hijo.
la que el sueño saca el primer trozo de la frase del niño (Pa­ La realidad {la determinación en la objetividad, en el mundo)
dre, ¿no ves?). La realización de este deseo ha prolongado por del incendio es ocasión de realización del deseo del buen padre,
un momento el sueño del padre. El sueño mantiene, sobre el pero más profundamente es ocasión -y aquí entramos de lleno en
pensamiento despierto, el privilegio de que el niño puede la interpretación lacaniana- de que se repita algo que constituye
mostrarse vivo una vez más. Si el padre se hubiera despertado un precio excesivo y necesario para el deseo del buen padre, a saber,
inmediatamente, sacado la conclusión que se imponía y tras­ la verdadera muerte del hijo 4, si al menos es cierto, como Lacan
ladado a la habitación del resplandor, habría, en cierto modo, lo indica, que «ningún ser consciente puede saber lo que es la
reducido la vida de su hijo» 3• muerte de un hijo» 5•

Lo que despierta no es la realidad objetiva del resplandor; lo


2 Die Traumdeutung, Frankfurt, S. Fischer Verlag, 1973, pp. 513-514. To­ 4 «La casualidad refleja la fatalidad, que ha decidido sea precisamente a
das nuestras referencias a La interpretación de los sueños remiten a esta edi­ través de la huida cuando el ser humano se entrega a aquello de lo cual
ción alemana. Los pasajes citados han sido traducidos por nosotros. huye.» El delirio y los sueños en Gradiva de ]ensen, Grijalbo, 1 977, p. 259.
3 Die Traumdeutung, pp. 514-525. s Les quatre concepts .. ., p. 58.

18 19
que despierta es el precio excesivamente caro que exige el proceso 11
d� ordenar en conformidad con el principio de placer los restos
diurnos y los estímulos de la realidad. Pues en las imágenes oníri­ GRADO
UN T EXTO SA
cas con las cuales el buen padre puede esperar complacerse, ya ni
el brazo es brazo, ni el fuego es fuego, ni tampoco el padre es pa­
dre, a menos de llamarle padre en tanto padre.. . , negación de la
figura del padre porque signo de la supresión de la sustancialidad
de toda figura.
Reaparecen en el sueño, nos indica Freud, emotivos aconteci­
mientos del pasado. Pero si estos acontecimientos tienen a la vez
fuerza para determinar lo en apariencia fortuito (el siniestro) y para
despertar al buen padre, es porque habían entrado en una órbita
en la que su cont��idd sustancial o eidético, sus imágenes, se reve­
lan ser mera ocas10n de que circule lo que no podría anclarse en
imagen alguna.
Lo que despierta, lo real, es lo que se esconde tras las palabras
«Padre, ¿no ves que estoy ardiendo?», lo que se esconde es decir n suceder
lo que sin reconocerse en ninguna de estas palabras está present� «No debe negarse que en el curso de un análisis puede
una . intenc ión d�l
en ellas como la condición incondicionada y, sin embargo' insustan- múltiples acontecimientos 9-ue no cabe achacar. a te sm que sea el
cial, a la que toda palabra se reduce. sicoanalizado. Puede morir el padre del pacien
El comentario de Lacan a nuestro texto de Freud nos indica tan quien lo ha matado; puede estalla r una guerra que ponga fin al
tras su exager ación visible nuestr a fórmu la (Todo lo
sólo el ámbito en que debe ser buscado lo Real que despierta. Allí análisis. Pero afirma
analíti co es resiste ncia)
donde la representación no es más que una pseudo-representación que perturba la marcha del trabajo
( «tenant-lieu de la représentation» llama Lacan a la Vorstellungsre­ , lgo nuevo y cierto. Cuando el acontecimiento pertursólo bador es real
prasentanz de Freud), es decir, en el sueño, lo Real revela su huella; e indepe ndient e del pacien te, mucha s veces depend e de éste el
pero lo Real no es esta representación, como tampoco es el sueño orado del efecto perturbador; la resiste ncia se muestr a inequí voca­
-aunque quizá necesita de él-. La misión del Psicoanálisis según mente en el aprovechamie nto gustos o y excesiv o del aconte cimien to.»
Lacan es -más allá de todo idealismo-- confrontarnos a lo Real 6 Estas líneas célebre s constit uyen una nota en el capítu lo siete
caracterizado adecuadamente como lo inasimilable (lo radicalment� de la Interpretación de los sueños; nota en la que Freud se esfuer­
e��al de
írreductible a la subjetividad) y puesto en correlación con la noción, za, sin conseguirlo, en quitar mordie nte a la frase fundam
central en la obra freudiana, de traumatismo. La originalidad de u texto: «Todo lo que pertur ba la march a del trabajo anahu co es
L.a�an consistirá en entroncar con lo Real la noción lingüística de sig­ resistencia.» Para comprender que Freud se sientaque en las líneas obligad o a neu­
_ aquello que, condición de posibilidad del signo,
nificante, es d�cir: tralizar en parte su afirmación convie ne record ar
anteriores la resistencia ha sido presentada como lancia esencia de lo
es -de ser cierto que no hay ni sujeto ni mundo sin lenguaje­
condición de posibilidad tanto de la realidad subjetiva como de la que está en juego en la relación analítica. La re�iste es aque�o
r�a!idad obje;iva. El. problema de la relación entre lo Real y el sig­ a lo que está atento fundamentalm ente el analist a, pues
de esos
la resis­
puntos
nificante sera el objeto de un capítulo posterior. Por el momento tencia es signo de que el psicoa nalizad o aborda uno
se impone determinar cuál es el horizonte de espacio analítico. que constit uyen un retoño directo del incons ciente.
A propósito de la duda que invade al psicoanalizado sobre
si
los términos que utiliza expres an el conten ido de tal aspect o oscu­
ro del sueño Freud nos dice: «precisamente el efecto perturbador
6 «Do�de tenemos que buscar lo real, es más allá del
.
sueño, en aquello de la duda s�bre el análisis, la desenmascara como progen
arma
itura a la
de la re­
que el sueno ha recubierto, ha envuelto, detrás de la falta de representación
vez que herramienta de la resiste ncia». La duda es

de la cual sólo ay un . sustitutivo. Allí !e�ide lo real que, en mayor medid � sistencia, y la resiste ncia prueba de que el incons ciente no está
que todo lo demas, gobierna nuestras actividades; y lo que nos lo designa ' es de un modo
...
el psicoanálisis.» Les quatre concepts , p. 59. lejos. Y para comprender hasta qué punto el emerge r
20 21
de la resistencia es precioso para el psicoanalista basta recor ha del trabajo analítico es resistencia»; y respecto a la nota que
palabras con que, a propósito de la Gradiva de ' dar las
Jense n, Freud co­ 1 retende matizar tamaña afirmación, recojámosla ahora con detalle
menta una frase célebre de Horado 1:
para mostrar que no consigue su propósito.
�<�recisamente aquello que se ha escogido como medio de re­ Podría parecer que Freud concede algo que fuera del ámbito
pres1on -como la furca del refrán- se convi
le;> que �eto:n�» En �s�� mismo estudio, Freuderte
2•
en vehículo de
admir
psicoanalítico constituye la evidencia misma, a saber, que el psi­
coanalizado no determina la totalidad de los acontecimientos que
c10n psicologica de �elicien Rops, quien, al confundira lala penetra­
,
pueden advenir y afectarle de una u otra manera. En realidad �i
tentadora de una mu1er desnuda con el cuerp imagen
o crucif icado
dentor, refugio .P�ra el monje, «parece haber sabido que, del re­ iquiera nos dice tanto; Freud indica tan sólo que tales aconteci­
retor?o, lo :epru�ido surge de lo mismo que reprime» en su mientos no pueden ser achacados a una intención, a un propósito
3. deliberado (Absicht) del paciente. Para darnos cuenta que no es
S1 la resistencia (resistencia del sujeto que quede superada
barrera q?e, separando su �onsciente de sua incon scien te, le
la mucho conceder baste -adelantando sobre el cuerpo de este tra­
bajo- recordar que tampoco son propósito deliberado del paciente
,
tuye .precisa.mente como su1eto) es el modo mismo de la const i­
,
an�htica,. afirmar q1:e todo lo que perturba el proceso analít relaci ón cualesquiera de los múltiples pequeños acontecimientos, internos
al espacio estricto de la relación analítica, que a un momento dado
resistencia , ¿no eqmvale a afirmar que todo lo que de una uicootra es
engendran la resistencia, y con ella --en Freud- la certidumbre
manera a��cta a �a relación analítica se inserta en esta mism de que hay allí un retoño del inconsciente. La intención, el propó­
cion. anahtica? �i el psicoan . a rela­
alista está
surg�r de la resistencia, ¿no cabe decirfunda mentalmente atento al
que psicoanalista ha de
sito deliberado, no puede constituir más que una modalidad inge­
c�:msiderar �orno momentos determinados por lael avent ura psicoanalí­
nua, y en cierto modo inofensiva, de la resistencia. Esta se revela
en toda su fuerza cuando precisamente el paciente no tiene inten­
tica del paciente �quellos aco�;ecimientos que -por ejemp lo- pro­ ción de resistir; entonces surgen como por casualidad esos múlti­
.
vocan la suspens10n de la ses10n? ples detalles que parecen ajenos a la influencia del paciente, que
�or su nota, �reud parece descartar esta interpretación radica parecen desde el exterior determinarle, y que la lectura rigurosa del
Y, sm embar�o, s1 ta! es su objeto, la nota l.
está singu larme nte mal texto de Freud nos invita, por el contrario, a considerar como de­
redacta��· Le1os ?e circunscribir en límite terminados por una instancia del sujeto y así como momentos de la
la r �lac10n anaht, tca, la not�, P?r su tono,s razon
por
ables el ámbito de
sus ejemplos, nos propia relación analítica 4•
co.nfirma que en este texto mspirado Freud ha osado Veamos ahora la naturaleza posible de estos acontecimientos.
afirmar el orden de la relación analítica no sólo comoefecti vamente
irredu Freud no es con su paciente excesivamente bondadoso. Los dos
a todo otro orden, sino también como englobador de todo otro ctible
ejemplos de casos que pudieran provocar la comprensión del psico­
�e�. La nota no� �onfirma: en el espacio de la relación analítica or­ analista son, como por casualidad, la guerra y la muerte del padre.
sit�a�, por adqumr su verdadero sentido, la totalidad de los se Ambas eventualidades pudieran justificar una interrupción del
�ecim1entos ,q?e de una u otra manera afectan a la historia delacon­ trabajo analítico. Pudieran, no es seguro que así sea. Ahí están las
Jet.o. D?s pagmas antes de nuestra nota, Freud nos dice que, por su­ líneas finales para introducir toda clase de restricciones: la impor­
exigencia de tomar en consideración absolutamente todos los extresu tancia a dar al acontecimiento depende solamente del paciente . Cabe
mos de los . �ueños de sus pacientes, él ha tratad ­
sagradr¡>, (h�zlzgen Text) lo que podría ser consid
o como un textQ
erado como una 4 En otro texto célebre, Das Unheimliche -traducido al castellano bajo
narrac10n improvisad _ a y arbitr el título desafortunado de Lo siniestro--, este problema de la intervención
, aria . El mismo respeto quisiéramos de una instancia del sujeto allí donde parece tratarse de ca �ualidad, se t;>l�?tea
tener aqm por el texto de Freud . Vamo
sagrado su afirmación fundamental: «Todso alo tratar como un texto
que perturba la mar-
no respecto a la resistencia, sino respecto a la «compulsión de repe�ic.ion»:
«Sólo el factor de repetición involuntaria es el que nos hace parecer sm1estro
lo que en otras circunstancias sería inocente, imponiéndonos así la idea de lo
nefasto de lo ineludible, donde en otro caso sólo habríamos hablado de
1«Naturant
casualicl ad» (p. 2495 en el tomo VII de la edici?n . de Bibliot�a Nueva). l!n
expelles /urca tamen usque recurre!»
expulse a la naturaleza con una horquill , siempr («por mucho que se
. � e retoma»). Los editores, Bernd proceso involuntario determina, tanto el . acontecrm �ento �ue strve a la . r�s1s­
Urban Y J?hannes Cremerms , del. estudio sobre la Gradiva, señalan que Freud
no transcribe con exacti. tud la cita tencia como el acto que constituye el trmnfo del mconsciente. Esta af1rudad
de Horado. no hace más que corroborar lo que en nuestro texto de la Interpretación de
. 2 P 236 de la traducción por León Mames de la
edición señalada ' Gri- los sueños aparece con toda transparencia : Resistencia e Inconsciente. son indi­
·

Jalbo, 1977.
sociales, pues sólo en la modalidad de lo que a su emerger resiste e el
3 P. 237.
inconsciente aprehensible en la relación analítica.

22 23
sospec�ar que este aproveche gustosamente el trastorno ocurrido. III
Es decir, cabe sospechar -¿debe necesariamente el psicoanalista
sospe.char?- qu� la .guerra y la muerte del padre constituyan para FABRICA DE PENSAMIENTOS
A)
e� sujeto. la oc�sión id�al de resistir al psicoanálisis. En cuyo caso, (EL ORDEN DEL SUEÑO EN LA DUD
si el psicoanalista esta realmente atento a las modalidades según
las cuales el sujeto resiste, ¿no deberá insertar la guerra y la muerte
d�l padre como momentos de la relación analítica, momentos me­
dia!lte l�s cuales a la vez el paciente alcanza el punto álgido de su
resistencia y el desfloramiento máximo de su inconsciente? 5 •
�� texto inspirado de Freud parece sugerirnos que en el espacio
anahtico -y sólo en el espacio analítico- se inscriben con pleno
sentido acont�i�ientos como la guerra y la muerte del padre.
Como acontecimientos !frutos quizá «ocurren» fuera de la relación
analítica, . pero -:-si sentido es verdad- sólo adquieren verdad cuan­
do el psicoanalizado los despliega en el marco intersubjetivo de la
palabra.
El �firmar que sin u�a .palabra que interprete, sin un sujeto que idad o en uno de sus
de, sentido, los «acontecimientos» carecerían de toda entidad ' cons­ «La duda sobre si un sueño, en su total itud, constituye tan sólo
exact
fragmentos, ha sido reproducido con a, que impi
titu�e 1;1na trivialidad. Pero el psicoanálisis no se limita a ello, añade la resis tenci de a los pensa­
le;> sigme�t:: no· se otorga sentido más que en el ámbito de la rela­ un vástago de la censura de la conc a. Los despla­
ienci
c1on, anahtica; en todo otro ámbito el sentido es tan sólo recibido· mientos del sueño abrirse camino hasta (Ersetzungen ), inhe­
Y ello �r9ue esencialmente, Pºr definición, el espacio de la rela
� zamientos (Verschiebung en), las subst n; lanes
itucio
resis tencia se aplica en­
., . .
cio� anahtica es el espacio mismo del nacimiento del sentido el es- rentes a la resistencia no siem pre basta
'
tonces a lo que ha conseguido abrirse paso en forma de duda. Esta
pacio mismo del nacimiento de la palabra 6•
duda es tanto más fácilmente comprensi ble cuan to que tiene la pru­
La guerra, la muerte del padre, son acontecimientos con sentido elem ento s inten sos del sueño, sino sola­
porque en la constitución del sujeto son marcas determinantes. Pero dencia de no aplicarse a los a bien, nosotros sabemos ya
fu�ra de la relación analítica precisamente el sujeto está ciego a sí mente a los débiles e indistintos. Ahor y el sueño mismo ha habido
mismo, está cerrado a su constitución; en lugar de contemplar lo que entre los pensamientos del sueño valor es psíquicos. La defor­
que es, en lugar de abrirse [ � sí], construye un parapeto, una mu­ una transvaluación total de todo s los
mación (Entstellung) era sólo posible medi ante una sustracción de
ralla (un ego) en el cual se mega a lo que le determina. Sólo en la regul armente presente y en
relación analítica la muerte del padre puede plenamente acontecer· valor (Wertentziehung ); ésta se halladeformac ión. Si a un elemento
la muerte del p�dr� y también la muerte de un hijo, si al menos: ocasiones es el único contenido de la
indistinto del contenido del sueño latoduda viene a añadirse, pode­
como La�an lo mdica, no es este último acontecimiento del que un uno de los pensamientos
ser consciente pueda tener noticia. mos reconocer en él un vástago direc(einedes der verfe mten Traumge­
del sueño que se quería prosc ribir
danken) [ . ..]. Por ello exijo, en el análi
sis de un sueño, liberarse
(man sich. . . freí mache) de toda escala de
evaluación de certidumbre
5 «. .
siempre v:enimos indicando que es conveniente evitar caer en el en­ Geu:issheit) la �e­
y considerar como una certidumbre tal o( volle
total
_ .

gan<;> cuando el suJeto nos dice que . sucedió al �� que, ese día, le impidió
realizar s � voluntad; pon �amos, acudir a la ses1on. No hay que tomar las nor posibilidad de que un hech o de tal especie haya podido
, del sujeto, ya que aquello con que precisamente 1
cosas al pie de la declarac1on
�os enfrentamos es con ese entorpecimiento, ese obstáculo, con el que a cada
estar presente en el sueño» • en este texto esencial e�
mst:nte tropezamos.�> Les quat�e concepts . . . , p. 54. Lo que de entrada llama la atención lecid a entre duda y certi­
,
«En �fecto, �como podna la palabra agotar el sentido de la palabra el tremendo asunto de la corre lació n estab
o �por dec.1rlo me1or con el logicismo positivista de Oxford, el sentido del dumbre, cuyas resonancias cartesianas han
sido plenamente señala-
sentido--, s1 no es en el acto que la engendra?» J. LACAN, Fonction et
cha1!1P de la parole et du langage, p. 27 1 , en Ecrits, París, Les Editions du
Semi, 1966. (Todas nuestras referencias pasteriores remiten a esta edición. ) 1 Traumdeutung, S. Fischer, p. 520.

25
24
das por Lacan. A esto habrá que volver necesariamente, pero pre­ 1·más de su particular claridad impide decir que las hipótesis de
viamente, y a modo por así decir de prólogo, quisiéramos ocuparnos 1 1 ·ud son aún prematuras 2•

de las líneas en que Freud parece justificar el enorme papel que Lo más sencillo será transcribir directamente (subrayando c1er-

concede a la duda en la economía de la interpretación. Y decimos 1,1s líneas) y comentar el pasaje en que se encuentra el problema.
parece porque en realidad la razón de la importancia de la duda no 1 1 J ctor verá que, tras su aparente confusión, un sueño es el resul-
es exactamente la aquí esbozada, como lo demuestra su contradic­ t • lo de la más sutil estrategia militar:
ción con otros textos de Freud, incluidos algunos de la propia
Traumdeutung. «Las distintas representaciones de las ideas del sueño no
son equivalentes, están cargadas con distintas magnitudes de
afecto y, correlativamente, son estimadas por el juicio como
más o menos importantes y dignas de interés. En la elabora­
TENTATIVA CONTRADICT ORIA: EXPLICAR LA DUDA POR LA ción del sueño, estas representaciones son separadas de los
,
OSCURIDAD DE UNA REPRESENTACION SINGULAR afectos a ellas adheridas.»

En la página anterior a la transcrita, Freud nos ha recordado Así pues, l.º: los afectos se desligan de sus substratos a fin de
que la deformación ( Entstellung ) que el sueño experimenta al ser 1 der ser desplazados (dejamos de lado el tremendo problema de
la distinción misma entre representación y afectos, entre logos y
narrado no es más que la dimensión aparente de un proceso más pathos):
complejo; proceso llamado elaboración secundaria (sekundare Bear­
beitung) y consistente en someter los pensamientos del sueño a las «Y los afectos en sí pueden ser suprimidos, desplazados
exigencias de la censura. La parte más importante de este proceso sobre algo distinto, conservados, transformados o no apare­
no tiene lugar durante la narración, sino en el seno mismo del cer en absoluto en el sueño. La importancia de las represen­
sueño, es decir: la censura fundamental no se ejerce contra el con­ taciones despojadas de afecto retorna en el sueño como inten­
tenido aparente del sueño, sino contra los pensamientos latentes sidad sensorial de las imágenes oníricas. »
(verborgenen Traumgedanken ).
¿Cómo sabemos que ha habido presión de la censura en la ela­ 2.º Tras el desligamiento de su substrato representativo, con­
boración del sueño? Porque tras el contenido ideativo que el pa­ vers10n de la substancia misma del afecto: la intensidad afectiva se
ciente nos relata sin ningún problema, encontramos otro contenido transforma en intensidad sensorial. Pero aún falta lo más importante
ideativo (del cual el primero sería mero representante) que afecta al del proceso:
yo del paciente, o que incluso le es insoportable.
¿Cómo sabemos que ha habido presión de la censura durante la «Pero observamos que este acento ha pasado de elementos
narración? Por las deficiencias de ésta: olvido de algún término importantes a otros indiferentes, de manera que en el sueño
que, una vez debilitada la resistencia, se revela formar parte del aparece situado en primer término como cosa principal, lo que
en las ideas latentes desempeñaba tan sólo un papel secun­
sueño; supresión de un término en una segunda narración o susti­ dario, e, inversamente, lo esencial de tales ideas sólo encuen­
tución por otro; en fin -en ocasiones-, paralización total, inte­ tra en el sueño una representación pasajera e imprecisa. »
rrupción del discurso porque el paciente no encuentra el término que
iba a emplear (caso análogo al de «Signorelli»). Pero, ¿y la duda? 3.º Tras la conversión de su substancia en intensidad sensorial
Aunque aparece en el momento de la narración, está claro que la (auditiva o visual) el antiguo afecto va de nuevo a ligarse a un
duda no es un modo de la deformación narrativa. La duda no es substrato representativo; pero no a aquel del que proviene, sino
algo contingente a la narración, sino un constituyente esencial de a aquel que tenía una intensidad precisamente opuesta a la suya.
ésta. Pues la duda parece surgir como consecuencia de la transva­
luación de valores que se opera en el acto mismo del sueño. 2 El lector encontrará este texto en Nuevas aportaciones a la interpreta­
ción de los sueños, Madrid, Alianza Editorial, «Libro de Bolsillo», pp. 130-13 1 .
Resumiremos lo esencial del proceso de transvaluación a partir Y en alemán, en la página 2 1 del tomo XV de Gesammelte Werke, Frankfurt,
de un texto de 19 32 («Revisión de la teoría de los sueños»), que . Fischer Verlag.

26 27
Resultado: las representaciones indiferentes aparecen como las más l.1 que la carga afectiva se ha desplazado, pero no es así: aunque
firmes, mientras que las cargadas --en sí- de fuerza afectiva apa­ ·a disfrazado, el afecto aparece en el sueño en la nueva represen­
recen como las más débiles. Toda una estrategia militar, como ' '' ·ión . Una de dos: o lo peligroso es la representación en sí, no
decíamos. ·1 afecto -hipótesis absurda-, o la representación central del
¡Atención, pues, a los puntos oscuros imprecisos de los sue­
e ucño es precisamente aquella sobre la que el afecto se ha desplazado,
ños! En ellos reside lo que, cargado de afecto, tiene tan poca inten­ � decir, la de mayor intensidad sensorial, la más brillante, la más
sidad sensorial que hasta se duda de su presencia efectiva en el sue­ precisa. Cosa que Freud no desmiente con claridad ni siquiera en
ño. ¡Atención, pues, a la duda! ·ste mismísimo texto de 1 9 32, pues dos páginas antes de los párra­
Antes de preguntarnos si el esquema descrito constituye una f comentados nos dice que el sujeto enlazará asociaciones más
justificación adecuada de la importancia concedida a la duda, qui­ (<ícilmente a partir de «los elementos del contenido del sueño que
siéramos decir algo ·sobre la relación entre la pulsión inconsciente más le han impresionado por su singular precisión y su intensidad
y los elementos del suei}o sobre los que la devaluación afectiva de­ s nsible». Puede naturalmente decirse que esta facilidad de asociar
bería ejercerse. no implica en absoluto que allí esté el meollo del sueñol. Pero
3
Notemos de entrada que la pulsión como tal no constituye también puede tratarse de una contradicción en el texto. Pues, en
una idea, no tiene figura; la pulsión como tal no puede ser repre­ realidad, en múltiples otros textos Freud señala que la vivacidad
sentada, ni en el terreno de la conciencia ni en el terreno del in­ de la imagen es un producto de la condensación, es decir, de la
consciente. Si no tiene figura, ¿cómo hará la pulsión para presen­ intersección de múltiples cadenas asociativas 6 • Y en la Traudmdeu­
tarse? Pues tomando una figura, o mejor dicho: buscando un re­ tung, a propósito del sueño de la monografía botánica, se nos dice
presentante entre las figuras de la Representación. Freud llama a esta que el elemento que presenta una intensidad particular constituye
figura exactamente «representante en el orden de la Representa­ en general la representación directa de la realización del deseo 7;
ción» (Vorstellungsreprasentanz), el cual representante es lo único y ello precisamente en razón de que la intensidad psíquica se tra­
que encontraremos en el inconsciente 4 • Lo invisible toma figura duce por la intensidad sensorial de los elementos del sueño.
en tal cosa, pero lo que no llega es a neutralizarse en esta cosa, a Tenemos, pues: 1) la representación más intensa es punto de
ser perfectamente compatible con su representación. Esta queda, intersección de las cadenas asociativas; 2 ) la representación más bri­
por así decir, contaminada; su ser tal cosa se diluye en lo que está llante constituye la expresión directa de la realización del deseo .
representando, y si el proceso es excesivamente fuerte la represen­ La conclusión se impone: el deseo se sitúa allí donde la circulación
tación pasa al inconsciente, es decir, se ejerce sobre ella la Ver­ de signos es más intensa, es decir, allí donde una representación
drangung. ¿Qué sucede entonces con lo que no tiene representa­ cuenta menos como tal y más como ocasión de circular de las demás
ción propia? Se desplaza a una segunda representación, se esconde representaciones . Con lo cual estamos indicando que lo que se des­
bajo ella (proceso de Unterdrückung) y la contaminará a su vez . plaza no es otra cosa que la relación misma entre las representacio­
Sobre los representantes ideativos de la pulsión se va a ejercer nes, lo cual corrobora un pasaje clave de la Traumdeutung:
el proceso señalado por Freud . Pero aquí entramos en un círculo
evidente 5 : la censura sustrae la carga afectiva de la representación «Aquellos elementos indiferentes en principio dejan de
para que ésta pase inadvertida. La operación sería rentable si la serlo a partir del momento en que el desplazamiento les ha
censura se guardara mucho de dejar pasar la representación sobre transferido el valor del material psíquicamente importante.
Lo que verdaderamente permanece indiferente no puede ser
3 Trieb, que Lacan (Les quatre concepts . , p. 59) parece identificar con
. .
reproducido en el sueño» 8•

lo real.
4 Entre la multiplicidad de trabajos sobre este tema mencionaremos por 6 Cf. el capítulo Condensation en el Vocabulaire de la Psychanalyse de
su claridad las pp. 58 ss. de Serge LECLAIRE en Psychanalyser, París, L�s LAPLANC H E y PoNTALIS (París, P. U. F.).
Ed. du Seuil, «Points». Leclaire cita entre otros el siguiente párrafo de la Este pasaje es ampliamente glosado por Serge LECLAIRE en Psychanaly­
7
Metapsicología de Freud: «Una pulsión no puede llegar a ser objeto de la ser, París, edición citada, pp. 47-48. Leclaire saca interesantísimas conclusiones
conciencia; sólo es susceptible de ello la representación que la representa. Una sobre la importancia del texto mismo del sueño y sobre la relatividad de la
pulsión no puede tampoco ser representada en el inconsciente de otra forma oposición didáctica entre contenido manifiesto y contenido latente: «No hay
que mediante una representación.» verdad ninguna más allá ni más acá del deseo inconsciente; la fórmula que le
5 Por el que se explicaría en cierto modo que las páginas del capítulo VI constituye, le representa a la par que le traiciona.»
de la Traumdeutung dedicadas a los afectos sean tan contradictorias. 8 S. Fischer, pp. 188-189.

28 29
Todos los elementos del sueño están cargados. Es decir: el des­ propio sea nulo, pues (insertos en él la totalidad de los signo� ) no
plazamiento no se ha efectuado sobre un elemento, sino sobre una hay signo alguno que él no sea. Este que es el ser de todos los sign�s
multiplicidad de elementos. Lo que se ha desplazado no era, pues, in ser ningún particular signo, es el que se hace representar, mas
algo indivisible; ha tomado figura en una multiplicidad de repre­ o menos, en cada signo presente en el sueño.
sentaciones, es decir, de signos completos. Pero ¿qué puede estar
presente a la vez en. una multiplicidad de represent�ciones? Algun�
modalidad de materia, cabe contestar. Pero ¿hay pistas de en que
consiste esta materialidad? Una al menos: lo que se ha desplazado EL PORQUÉ DE LA DUDA
a múltiples representaciones, se ha desplazado particularmente a una
de ellas ' a saber' aquella que es mayormente intersección de otras
. Un signo de un sueño no tiene su riqueza analítica en uno de
9
y que Freud llama «fábrica de pensamientos» , meta'fora preczo :_a de los particulares signos de su libre asociación, sino en su intensidad
que supone ya una inve�sión de ;era�quía en �re el �exto d;l suen,o de libre asociación. Esta intensidad, nos dice Freud, se traduce en
.
y los pensamientos latentes, es decir, una mvers10n de 1erarquia intensidad sensorial. ¿Seguro? Cabe la duda, puesto que hemos
entre aquello de que proviene la carga y aquello a lo que la carga visto que la particularidad del signo condensado es la indistinción.
se ha desplazado. De lo indistinto y poco claro, Descartes se permitía dudar. De lo
Lo desplazado está singularmente presente allí donde, por los distinto y claro no dudaba. Freud nos dice, a la vez, que el elemento
medios que sean (metonimia, metáfora, sinonimia, homonimia o importante del sueño es aquel indistinto del que se duda y aquel
«simple comunidad de imágenes acústicas» -Saussure-... ), se es­ distinto del que no se duda. ¿No será que dudamos y no dudamos
tán engendrando cadenas de signos, es decir, cadenas de represen­ de lo mismo bajo dos aspectos?
taciones de las cuales la originaria «representación» ( Vorstellungsre­ No dudamos de la presencia del elemento del sueño en su sin­
p·rasentanz) constituye a la vez la matriz y la negación. oularidad en su distinción {podemos en todo caso olvidar esta pre­
Y lo desplazado a esta curiosa «representación» está también
presente (aunque en menor grado) en las demás representacioi;�s �encia ). Dudamos de lo que el elemento tiene de no presencia, es
decir de su indistinción, de su viaje. En la duda me refiero no a
del sueño, aquellas que, aunque menos condensadas, son tambien
pequeñas fábricas de pensamientos. ¿Qué concluir sino que lo des­ lo q�e el elemento del sueño tiene de Vorstellung, sino de Vorstel­
plazado a la «representación» presente en el sueño .Y lo que hace lungsreprasentanz, es decir, de «presencia» de lo que no tiene repre­
que ésta tenga capacidad de desplazarse a su vez, digamos por las sentación singular.
Y si la duda se cierne sobre un elemento diferente del claro y
ideas latentes, son una y la misma cosa? Lo que se desplaza al distinto ello se debe a que de nuevo ha habido desplazamiento. Un
sueño -el quantum de afecto-- es el grado en que una represen­
tación es vivida como potencia de deslizamiento por otras represen­ desplaz�miento implicado en el hecho mismo de que haya distinción
taciones, en lugar de ser vivida como en-sí subsistente. Lo que al para el elemento psíquicamente cargado: si éste se afirma en su
distinción, entonces otro (necesariamente a él asociado; Freud le lla­
sueño se desplaza es el grado de condensación de una representación mará «vástago directo») va a encargarse de la indistinción 10•
dada; y como por lo en ella condensado es por donde una r�pre­ Este otro naturalmente responderá mejor cuanto más imposible
sentación viaja, lo que se desplaza al sueño es el desplazamiento a determinar sea para el sujeto, cuanto más provoque en éste la
mismo.
En el sueño una representación está presente en el modo de su duda sobre aquello de lo que se trata; y aquí vemos el porqué
no presencia, en el modo de la circularidad . Este modo es adecuado del papel esencial que Freud otorga a la duda.
a representar aquello que, siendo también fábrica de pensamientos, La pulsión no tiene concepto propio; la pulsión, sin embargo,
constituve una fábrica absoluta; al precio, eso sí, de no tener con­ se hace «presente» en una figura o representación concreta. La pre­
cepto p ropio, pues hemos visto que lo presente en el sueño tanto sencia de la pulsión se revela en la condensación o indeterminación
más se desplaza cuanto está más condensado, es más cosas a la vez, de la representación. La indeterminación de la representación equi-
tiene menos singularidad, tiene menos valor propio.
Un «signo» quizá llegue a estar tan condensado que su valor 10 Nuestra interpretación se limita a sugerir que el elemento sobre el
que recae la duda es «vástago dire�to», no de �a�qu��ra de los e!ef!lel?- !ºs d�l
sueño, sino precisamente del que tiene mayor d1stmc1on. Entre d1stmc1on ma-
9 Traumdeutung, S. Fischer, p. 289. xima y distinción mínima hay complicidad.
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30 31
vale a la duda. Por ende: el emerger de la duda es la modalidad de 1 yo, como la subsistencia, constituye precisamente certidumbre.
manifestación de la pulsión. Por eso cabe decir que en el instante en que, con el emerger de la
La duda no viene a añadirse, como dice Freud impropiamente, duda, la certidumbre ha pasado totalmente al enemigo -en la H­
a la indistinción del elemento. La duda es la indistinción del elemento ura del analista-, el inconsciente está funcionando en estado quí­
(pues ¿qué quiere decir indistinción, sino que dudamos de lo que micamente puro. En otros términos: el análisis de la estructura de
se trata?). En la duda, nos dice Freud, se apoya la certidumbre. la duda nos dará la clave de la estructura del inconsciente.
¿Certidumbre de qué? Descartes en la duda alcanzaba la certidum­ Este análisis quedará esbozado en la segunda parte de este tra­
bre de pensar; certidumbre de pensar que se agotaba en duda abso­ bajo. Aunque evocaremos, críticamente, un texto de Lacan en el
luta sobre lo pensado. Lacan señala que la certidumbre de Freud que el mecanismo del inconsciente es referido a la función causal,
(en el caso puro en que Freud, analizando sus propios sueños, es por nuestra parte no utilizaremos las categorías expuestas en la dia­
a la vez analista y paciente) tiene una estructura análoga: «certi­ léctica de la causalidad, sino las de la dialéctica de la relación funda­
dumbre que hav allí un rensamiento inconsciente, es decir, que se mental. Pero por el momento conviene seguir manteniéndose en el
revela como ausente» 1 1 ; certidumbre de presencia, que se agota en marco de las categorías analíticas.
duda absoluta sobre cualquier tipo de presencia singular, diríamos
por nuestra parte.
Para Lacan, el sujeto del inconsciente, como el sujeto cartesiano,
se revela en esta certidumbre correlativa de la duda. Notemos que
la duda, en la relación analítica concreta, parece deber manifestarse
en dos niveles. En primer lugar, en la vaguedad de la narración «era
algo como... ». En segundo lugar, en el silencio: cuando ningún
significante se instala ni por un solo segundo en su significación;
cuando hay circulación incesante de los significantes. Cada signifi­
cante particular estaría entonces revelando su impotencia a hacer
presente el único significado analíticamente importante, a saber:
que la circulación significante es el fondo en que se agotan todos
los significados.
Pero, a diferencia del de Descartes, el sujeto del inconsciente
no es correlativo de esta revelación. Baste considerar lo que ocurre
cuando Freud no analiza sus propios sueños, sino los de un paciente.
Freud tiene la certidumbre que en la duda del paciente hay pensa­
miento. Y como al paciente le falta esta certidumbre, la duda anda
por un lado y la certidumbre por el otro. De ahí que Lacan pueda
decir: «Sabemos gracias a Freud que el sujeto del inconsciente se
manifiesta, que ello piensa antes de entrar en la certidumbre» 12•
Así pues, la situación que se crea en el emerger de la duda puede
ser caracterizada de esta forma: toda la certidumbre para este cóm­
plice del inconsciente del paciente que es el psicoanalista. Ninguna
certidumbre para el yo del paciente. Ninguna certidumbre porque
precisamente el yo del paciente está envuelto en dudas. No sabe
qué decir. (En total, hay certidumbre de que la duda tiene un fun­
cionamiento autónomo respecto a la certidumbre.)
Mas, a esta pérdida, el yo del psicoanalizado no subsiste; porque
11 Les quatre concepts
. . . , p. 36.
12 Les quatre concepts . . . , p. 37.

32 33
3
IV nada repugna más al sujeto que el conjunto de estas identificaciones.
El psicoanalizado está en la sesión no por imperativo de su persona­
UNIVERSALIDAD DEL ESPACIO ANALIT ICO lidad (aunque una quiebra en ésta haya podido constituir la ocasión
lel psicoanálisis), sino por imperativo de aquello que en él desconfía
'>istemáticamente de todas las identificaciones mediante las cuales se
ha forjado, las denuncia --en términos lacanianos- como «su obra
en lo imaginario» 4•
No hay satisfacción posible en el triunfo de la personalidad para
el sujeto de la relación analítica, y ello porque en cada imagen revive
la mentira que constituye la primera imagen forjadora de su ego,
imagen mediante la cual «el sujeto se hizo objeto en la representa­
ción mirífica» 5 •
En última instancia, el motor del discurso analítico es la rebeldía
del cuerpo infantil (cuerpo sin constituir, sin unificar, dispersión
pura) frente al falso microcosmos en el cual el niño -huyendo de
su impotencia esencial- viene a negarle. El cuerpo disperso «vive» 6
la trampa, la falsedad, que constituye la imagen del espejo; el cuerpo
Lo QUE SE ESPERA DE LA RELACIÓN ANALÍTICA disperso niega la subsistencia de la imagen del espejo. Una alteridad
más radical que la imposible alteridad originaria se establece: frente
Formulemos la pregunta siguiente: ¿qué respuesta espera el psi­ a la plenitud del conjunto unificado de elementos que muestra la
coanalizado al discurso que despliega ante su psicoanalista? Sabido imagen, la verdad del cuerpo desarticulado e impotente alza su irre­
es que tanto el silencio como una respuesta irónica o desaprobadora ductible alteridad. Esta dialéctica entre una alteridad pura y una
producen en él gran frustración 1 • ¿Quedará más satisfecho si el alteridad domada (multiplicidad unificada, cosmos, y, en nuestro
analista responde comprensiva o aprobatoriamente? Lacan nos indi­ caso: microcosmos del cuerpo infantil) es el acto constitutivo del
ca que nada es menos seguro: «Una respuesta, sobre todo aprobato­ sujeto. El sujeto es impotencia y deseo originario, reflejándose en la
ria, muestra a menudo por sus efectos que es mucho más frustrante falsa subsistencia de la imagen mirífica.
que el silencio» 2• El sujeto no es pues ni la alienación de su origen ni el estan­
Para evitar la frustración de su paciente no puede el psicoanalis­ camiento en éste; el sujeto es la denuncia insobornable de la primera
ta ni hablar ni callarse. Callarse o responder desfavorablemente hiere por el segundo y por ende la permanencia de aquélla.
el narcisismo del paciente; mas no cabe respuesta complaciente, pues Abrirse a este estatuto del sujeto es condición necesaria y
«el sujeto tomará como un desprecio toda palabra que se empan­ suficiente de inmersión en el espacio analítico, pero vayamos por
tanará en su alienación» 3 • partes.
Esta aporía nos muestra la singularísima situación en que se Lucha entre la impotencia infantil y la prepotencia imaginaria . .. ,
encuentra el sujeto de la relación analítica. El psicoanalizado está proceso que se repite al infinito: una instancia del sujeto (instancia
en la sesión con todo el bagaje de identificaciones que constituyen sin la cual no tiene sentido la noción de sujeto) no se fía de las
su personalidad social y, como en todas partes, está dispuesto a imágenes subsistentes de sí mismo. Llamemos a la primera pasión
defender a sangre y fuego estas identificaciones. Y, sin embargo, por de lo Otro. El psicoanalista está atento a esta pasión. Lo Otro
el hecho mismo de hallarse en el espacio de la relación analítica (si no habla más que a través de esta negación de sí que es el ego del
no es así, aquello no es verdaderamente espacio de relación analítica),
4 «¿No corre ahí el sujeto el riesgo de una desposesión siempre creciente
1 Especialmente en aquellos casos en los que el psicoanalizado se ha some­ de ese ser de sí mismo del cual, a fuerza de imágenes sinceras . . ., de rectifica­
tido a un violentísimo esfuerzo para «ser sincero», para mostrarse -según ciones . . ., de puntales y defensas . . . , acaba por reconocer que nunca ha sido
cree- sin adorno alguno. nada más que una obra suya dentro de lo imaginario . . . ?» Texto citado, p. 250.
2 Fonction et Champ de la Parole et du Langage, p. 249. 5 Texto citado, p. 250.
3 Texto citado, p. 250. Traducción forzada de la expresión «qui s'engagera 6 Toda categoría es inapropidada para describir una afección previa al len­
dans sa méprise». guaje; de ahí el entrecomillamiento.

34 35
sujeto, y ello -puesto que el psicoanalista no dispone más que de Y podemos ya indicar lo que distingue a la relación analítica de
la palabra- constituiría una aporía si no fuera que, por el hablar toda otra relación en que interviene la palabra. Propio es de esta
mismo, el ego muestra que lo Otro está presente. última el esperar que el interlocutor sea «timado» y se empantane en
El que habla, al querer establecer un puente entre su propia la representación mirífica que el sujeto hace de sí mismo. En la
identidad y otras identidades, reconoce la insubsistencia de la pri­ relación analítica, por el contrario, el sujeto sabe que su discurso
mera. Hablar no es imaginar, sino reconocer que en lo imaginario es progenitura de la impotencia y que va a ser entendido como tal
persiste la carencia. Hablar es ya cargar lo imaginario de Real, es progenituta . El psicoanalizado espera de su psicoanalista que tras
decir, de alteridad. lo imaginario de su palabra sepa descubrir la marca de lo insopor­
El hablar transforma el ego imaginario en yo intrasubjetivo, es table, de aquella que Lacan llama «real».
decir, en primera persona 7 ; inserción de lo Otro en la propia iden­ Y aquí tocamos un punto importante: el sujeto sólo espera esto
tidad, inserción que constituye al símbolo lingüístico y marca la de la relación analítica. En cualquier lugar donde intervenga la pala­
barrera entre el animal y �l hombre. Y si se afirma que el hombre bra, si tal espera emerge, ese lugar se erige de inmediato en espacio
se inserta en el lenguaje que a él preexiste, ello equivale a 'decir de la relación analítica. Lo cual no debe inducirnos a pensar que
que el hombre no tiene sentido fuera de esta dialéctica entre la de­ las circunstancias y el ceremonial en que Freud la inserta constitu­
pendencia originaria del bebé infans y su ilusión de subsistencia en yen en cierto modo algo superfluo.
la imagen del espejo. Hablar es esta dialéctica misma y por eso el
símbolo lingüístico tiene dos vertientes o posibilita dos lecturas:
Cabe acentuar en el símbolo la dimensión imaginaria, situando
al significado como fundamento de la pura relación sin subsistencia LA RELACIÓN ANALÍTI C A CO M O DIALÉCTICA
que es el significante; tal es la relación no analítica al signo lin­ CONSTITUTIVA DEL M UNDO
güístico.
Cabe acentuar en el símbolo la dimensión insubsistente,' la di­ Unas páginas más arriba señalábamos como característica de la
mensión significante, viendo en el significado el resultado de una situación analítica la bifurcación de los intereses del sujeto: su nar­
doble relación -negación y asunción-a esta misma insubsistencia; cisismo se halla en contradicción con su pasión de verdad; sus iden­
de ahí el carácter del signo completo de ser unidad de presencia tificaciones imaginarias, en el mundo social y cultural, se ven ame­
y ausencia. Horizonte en el cual, decir que el lenguaje preexiste al nazadas por la emergencia de lo Real, que las denuncia como hijas
mundo de las cosas equivale (dado que el Ego no fue mundo, sino de la insubsistencia que él mismo constituye. El discurso analítico
sólo ilusión de mundo en el momento singular del espejo) a decir es como tal escisión en dos discursos: discurso del inconsciente ( dis­
que el mundo no nos es dado más que bajo la modalidad de nuestra curso del Otro) mediatizado por el discurso consciente. Diga lo que
propia impotencia * . diga el paciente, otro discurso -que contradice este decir- guiña
el ojo al analista.
7 «Contemplemos e n especial ese hic et nunc al cual algunos creen que Ahora bien: ¿qué posibilita hablar de discurso inconsciente y
hay que circunscribir la maniobra del psicoanalista. Puede que sea útil, siem­ de discurso consciente?; ¿qué posibilita hablar de una dimensión
pre que la intención imaginaria que el analista allí descubre no quede des­ puramente imaginaria del sujeto por oposición a una dimensión sim­
gajada por él de la relación simbólica en la que esa intención se expresa. Es
conveniente que nada de lo que ahí se lea referente al yo del sujeto no pueda
bólica?; en fin: ¿qué posibilita distinguir una dialéctica Real-Ima­
ser reasumido por él bajo la forma del "yo", o sea, en primera persona.» Tex­ ginario, constitutiva de lo simbólico, y un Real puro no simbolizado?
to citado, p. 251 . Vemos que no otra cosa que la existencia de la relación analítica
* Nota sobre el alcance de lo simbólico .-Si el símbolo lingüístico es la como tal. Y subrayamos relación analítica porque no debe suponerse
expresión de la dialéctica entre la desarticulación originaria y la pseudo­
potencia mirífica; si por otro lado el mundo del lenguaje determina y ordena
que para la emergencia de estas categorías bastaría con una teoría
el mundo de las cosas, vemos entonces que sólo un «dominio» escapa a la analítica, susceptible de encarnarse a posteriori en una relación. En
simbolización lingüística, a saber: la pureza de la situación originaria, «antes» buena dialéctica los fenómenos opuestos se reducen a las leyes de
de su inserción en la dialéctica constitutiva del sujeto. Símbolo hay para us relaciones. Ahora bien, sólo en la sesión analítica aparecen las
todo, menos para aquello que circulaba antes de la aparición de nuestro yo.
Tenemos un nombre para lo que se refleja, como su negación, frente a la
unidad imaginaria, a saber: alteridad ( alteridad pura), pero -por la ley misma lo Real es el nombre que designa aquello que escapa al nombre, cabe decir que
del nombre- nada puede designarlo fuera de esta reflexión . Sólo precisando: 1 en sí de nuestra procedencia es lo Real .

36 37
leyes de la relación entre el inconsciente y lo consciente. Por consi­ visión interna al psicoanalizado. De ahí que, como Lacan lo indica ,
guiente, sólo en la praxis analítica se determina el contenido del toda alianza entre psicoanalista y yo del paciente constituya una
dominio consciente y del dominio inconsciente. contaminación de la práctica, pues ¿qué queda de la escisión del
La relación analítica es el marco en el cual se inscriben el incons­ sujeto si la figura que encarna el polo negativo se convierte en
ciente y lo consciente, como momentos de una dialéctica constitu­ alcahuete del polo positivo? 9•
tiva de la totalidad del sujeto, y por ende, de la totalidad, o mundo, El interlocutor de la relación analítica no es un yo análogo al
como tal. Es más: la relación analítica es esta dialéctica mism'(J cons­ del paciente. O mejor dicho: el yo del psicoanalista es sólo pretexto
titutiva del mundo. Pues el mundo no sería todo, y así no sería u ocasión; el yo del psicoanalista es figura de la negación del yo del
mundo, si el lado de la realidad que constituye el orden simbólico psicoanalizado, figura de lo invisible. Los protagonistas de la rela­
en su dimensión consciente hiciera abstracción del lado de la reali­ ción analítica dan cuerpo a los polos de la contradicción fundamen­
dad que abre para nosotros la exploración freudiana . La hipótesis tal. De ahí que el espacio analítico no sea espacio del inconsciente
es lógicamente absurda . La negación de un lado por el otro es la ni espacio de la realidad social y natural, sino la diferencia, la oposi­
condición de posibilidad d'e la realidad de ambos lados . La negación ción, la contradicción entre ellos, y así el horizonte mismo en que
de lo consciente agota el contenido de lo inconsciente y viceversa, se constituyen. Nada hay irreductible a la relación analítica salvo
lo cual equivale a decir: todo lo que ocurre en la realidad social y quizás . el orden categorial que permite hablar de relación. Pues
. .

natural tiene su sentido, su condición de posibilidad y su verdad ¿quién puede afirmar a priori que las categorías mediante las cuales
en el dominio a él irreductible del inconsciente. se determinan para nosotros el concepto y la función del inconscien­
¿Y si lo que ocurre es la guerra o la muerte del padre? Freud te no están archivadas en la Ciencia de la Lógica?
mismo nos sugiere la respuesta en el texto que en otro lado comen­
tamos. Si «antes» de Freud mundo había no mediatizado por la
negación que constituye el inconsciente, la guerra en ese mundo es­
capaba, naturalmente, al espacio analítico . Pero la expresión misma
«mundo antes de Freud» nos remite a una abstracción. Pues la tota­
lidad no se constituye por ensanchamiento progresivo de una totali­
dad previa 8 • Insertos en la dialéctica de una negación global del
dominio social y natural, imaginamos que quizás un día ésta no fue
la dialéctica constitutiva, es decir, imaginamos que un día el mundo
estuvo cimentado en torno a una contradicción menor. Pero si tal
cosa es imaginable, lo que no puede ser es concebible. O el incons­
ciente freudiano no constituye una negación global, o todo aconte­
9 Por su interés transcribimos el fragmento de Lacan al que acabamos
cimiento -guerra y muerte del padre comprendidos- alcanza su de aludir:
verdad y su concepto en el espacio universal del psicoanálisis .
Y aquí conviene señalar que cuando el psicoanalizado habla, no «Hay una concepción que, allí donde se formule, sólo puede conta­
minar la práctica: la que proclama que el análisis de la transferencia
se está dirigiendo a un ser consciente, sino precisamente a un ser procede basándose en una alianza con la parte sana del yo del sujeto,
mediante el cual podrá reflejarse su discurso inconsciente . Decir que y que consiste en apelar a su sentido común, para hacerle notar el
el psicoanalista y el paciente no se hallan situados en un mismo carácter ilusorio de determinadas conductas suyas en el seno de la rela­
plano parece una trivialidad, y, sin embargo, no está de más insistir ción con el analista. Es ésa una tesis que subvierte aquello de lo que
se trata, a saber, la presentificación de esa esquicia del sujeto, reali­
en que la alteridad de ambos es tan radical que el primero constituye zada ahí, efectivamente, en la presencia. Apelar a una parte sana del
(así ha de ser al menos si hay verdadera relación analítica) el mayor sujeto, que estaría ahí en lo real, apta para juzgar con el analista lo que
enemigo del yo del segundo . Pues los polos del psicoanalizado y ocurre en la transferencia, equivale a desconocer que justamente esa
del psicoanalista son la encarnación o actualización de la propia di- parte está interesada en la transferencia, que ella es la que cierra la
puerta, o la ventana, o las contraventanas, como ustedes quieran, y que
8 En este sentido, Lacan se expresa inadecuadamente cuando dice: «Todo la mujer con la que se quiere hablar está ahí, detrás, y está deseando
procede de una verdad particular, de una revelación que ha hecho que la abrirlas, esas contraventanas. Precisamente por ello en ese momento la
realidad no sea ya para nosotros la misma que antes era.» Les Écrits techníques interpretación se toma decisiva, porque a quien uno quiere dirigirse,
de Freud, París, Ed. du Seuil, 1975, p. 216.
es a la mujer.» Les quatre concepts . . ., p. 1 16.

38 39
V que reanude su vida familiar e integre dentro de ésta su vida erótica,
que renuncie a condenar las restricciones impuestas por la ley : pa­
LA MAT ERIA DE LA IDEA gue sus impuestos -vea la necesidad de pagar sus impuestos-,
( DEL REALISMO EN PSICO ANALISIS ) respete la propiedad ajena -vea la necesidad del respeto de la
propiedad ajena, etc.-. Este es el momento en que -en el hori­
zonte lacaniano-- el problema planteado por el psicoanálisis emer­
ge en toda su pureza. El discurso del freudiano -dirigido al ana­
lista- será entonces no sólo que tu paciente sigue dividido, sino que
también está dividido aquél -el juez quizás- que constataba la
inadaptación del paciente, y dividido está asimismo tu analista.
Hay una aporía esencial en la tentativa de armonizar al sujeto
con la realidad objetiva, y ello por la razón siguiente: la realidad
objetiva no es otra cosa que la realidad propia del sujeto; la reali-
. dad objetiva es lo que el sujeto constituye como su entorno median­
te: a) la representación ; b ) -condición de a)- la estructura del
lenguaje. En otros términos : la inadaptación del sujeto al mundo es
una inadaptación interna el sujeto, o si se quiere, interna al mundo,
¿Cabe delimitar cuál es el proyecto fundamental del Psicoanálisis? pues en la objetividad el sujeto no encuentra otra realidad que la
Partamos de la tradición que hace del hombre un animal razonable . propia ( cosa que por supuesto ya sabía Kant). El Psicoanálisis nos
Un animal razonable es un animal que habla. Lo característico espe­ dice : la división ( Spaltung ), la inadaptación, es una característica
cífico o propio del hombre es hablar. El Psicoanálisis -en el hori­ esencial del sujeto y ello porque el mundo en que él está inmerso
zonte lacaniano- tiene un proyecto concreto y bien determinado : (y que no es más que imagen de sí mismo) se constituyó precisa­
a) intentar acercarse al emerger mismo del hombre en el horizonte mente mediante la división . Pues el material que encontramos en
de la palabra; b ) determinar cómo el horizonte de la palabra va a su origen se confunde con la herramienta que sobre él se inserta,
hacer sentir sus efectos sobre la totalidad de la realidad humana. a saber, una máquina dentada, un rastrillo, pero un rastrillo tan
¿Cuál es el punto de partida del Psicoanálisis empiricista? El afilado que no deja -en el origen- sustancia alguna entre sus
siguiente:· se constata una inadecuación, en grado mayor o menor, dientes. Rastrillo o mano de Dios, mano del Demiurgo, si se quiere,
entre el paciente y el universo -social o natural- que le rodea . pero mano cuyos dedos realmente -según la tradición-no poseen
El paciente no consigue armonizarse con su trabajo, no consigue carne alguna, no poseen carne alguna . . . hasta la llegada del hombre.
armonizarse con su familia, no consigue armonizarse con las restric­ El hombre llena de carne -imaginando-- el espacio de pura alteri­
ciones -las leyes- impuestas por la convivencia ciudadana 1 , leyes dad que constituye la mano de Dios , espacio que cabe quizás llamar
impuestas por el Estado. horizonte del significante . . .
El psicoanalista ve en esta inadaptación a la vez el síntoma
y la causa del sufrimiento de su paciente. No hay otro criterio para
determinar si se está o no dividido ( si se está o no enfermo, si se
ha alcanzado un grado de sufrimiento tal que exige la intervención ) E L PSEUD O- MUNDO DEL « BEBÉ-INFANS»
que el de la adaptación o la no adaptación al universo que entorna
al sujeto.
Partamos de una pregunta imposible. Lo que para nosotros es
Supongamos ahora que el psicoanalista ha tenido éxito en su
orden o mundo, ¿qué es para el bebé-in/ans previamente a su acceso
labor. Ha conseguido que el paciente se reintegre a su trabajo,
al lenguaje? Reunidos en Roma miembros de l'Ecole Freudienne de
t LACAN : Fonction et champ de la parole et du langage, p. 121 : París para disertar sobre lo Real, una de sus representantes -So­
«De todo ello se evidencia de manera indiscutible que la con­
lange Fajadé- afirma que para el bebé-infans hay lo Real, « real
cepción del psicoanálisis se ha desviado a la adaptación del individuo -añade- que no constituye el caos y no es una masa informe» 2 •
a su entorno social, a la búsqueda de las patterns de la conducta y de
toda la objetivación implicada en la noción de las human relations.» 2 Lettres de l'École Freudienne, n.º 16, noviembre, 1975, pp. 30-31.

40 41
Aunque esta afirmación invoque la autoridad de Lacan, no por«mun­ ello que tiene la virtud suplementaria de mostrar la complicidad entre
dejaremos de denunciar el absurdo lógico que constitu ye: «el función reproductiva y función de lo imaginario:
do del bebé-in/ans» no puede ser otro que el que desde el horizonte
lingüístico percibamos como percepción -supuestamente preling üís­ «El individuo no se reproduce en cuanto individuo, sino
tica- del bebé-infans. Sólo en nuestra percepc ión, determ inada por en cuanto tipo o especie . . . Bajo este aspecto no solamente es
el lenguaje, tiene sentido la constat ación que el mundo «exteri or» mortal, sino que está ya muerto, puesto que no tiene futuro.
(no hay exterior idad fuera del orden, fuera del Logos) del niño «está No es tal o tal caballo . Si el concepto de especie tiene fun­
habitado de formas», formas que -al menos para algunas de ellas­ damento, si la historia natural existe, es porque no solamente
«el niño encuentra siempre en el núsmo lugar» 3• hay caballos, sino el caballo.
El Psicoanálisis no debe en modo alguno disertar sobredela uni­ ab­ A esto nos conduce la teoría de los instintos: ¿Cuál es
un univers o (hablar de formas implica hablar en e�ecto, la ?ase del instinto sexual en el plano psicológico ?
surda idea de ¿Que determma la puesta en marcha de la enorme mecánica
verso) prelingüístico. Por �I contrario, su tarea más noble consiste sexual? No se trata de la realidad del "partenaire" sexual,
en intentar aproximarse al origen mismo de la palabra, adel fin de
precisa mente que el límite len­ de 1� particularidad de u? individuo, sino de algo que guarda
percibir -percepción última- relac1on estrecha con el tipo o especie, a saber, una imagen. . .
guaje constituye el límite del mundo ; no necesar iament e la nada,
El fu:icionamient.o mecánico del instinto sexual se halla pues
pero sí, en todo caso, el final de las formas . _
esenctal��nte cnstahzado en una relación de imágenes, en
Si el neurótico es caracterizado 4 por su nostalgia de un debe Real
social y natural que le rodea, una relac10n -y llegamos al término esperado- imaginaria» 5 .
más satisfactorio que la realidad
admitirse que su búsqueda es la de lo radicalmente otrocomo que el La intervención de O. Mannoni en el seminario que dio origen
mundo , que su problem a es el de un rechazo del mundo tal . a este texto completa la cita de Lacan, al poner el acento sobre el
Mas si aquello a que nos confronta el psicoan álisis es el límite carácter narcisi �t� de la inversión libidinal de los objetos, es decil",
de las formas, el límite del mundo, el límite de lo aprehensible, sobre la comphc1dad esencial entre ego y mundo 6•
¿por qué -aceptando en este punto la pauta lacaniana- llamarlo No sólo el objeto del impulso sexual reproductivo ' sino todo
precisamente Real? La razón estriba en que no sólo imprim e su objeto, la objetividad como tal, está impregnada de imaginario.
marca en la realidad social y natural que constit uímos, sino que Pues no parece necesario recurrir al buen sentido de Platón para
además, a nuestra reflexión se muestr a como la matriz misma de admitir que sin imágenes específicas los individuos no tendrían para
esta realidad. nosotros tal o tal aspecto . Lo cual no equivale a afirmarse idealista '
sino simplemente a constatar que las ideas determinan la realidad
o si se prefiere, son un constituyente de la realidad·' de ahí el círcu �
lo vicioso en que caería todo pseudo-materialismo que pretendiera
)
LA REALID AD ( MUNDO, « K H ÓRA » , C A M P O I.:IDÉTI CO amoldar la� ideas la realidad objetiva . En cualquier caso, dado que
a

nuestro objeto, en este trabajo, no es discutir sobre la primacía de


¿De qué está nuestra realidad poblada? De cosas objetiv as por
nocion es 5 Les Ecrits techniques de Freud, pp. 140-141 .
supuesto, mas también de entidades subjeti vas, tales las .6 «f:I?Yun probl;ma que lle".ª . preocupándome algún tiempo. . . Es que
específicas que el idealismo conside ra primor diales con respect o a la mvers1on . de los obJ �tos por la 11b1do es, en el fondo, una metáfora realista ,
la multiplicidad llamad a sensibl e. Un domini o de la realida d, en porq�e la hb1do _ solo .
, mv1erte _
Ia imagen de los objetos, mientras que la in­
todo caso, parece particularmente apto para dar razón a elladevisión esta
y ers10 !1 del yo pu �de ser un fenómeno intrapsíquico, donde lo que queda
invertido es la reah�ad o� tológica del yo. Si la libido deviene libido de obje­
idealista, saber: el dominio de la sexualidad; a] menoses la repro­
a tos, ya sólo puede mvert1r algo q ue sea simétrico a la imagen del yo. De
sexualidad razona ble, y quizás la única legítim a, cuyo fin _ _
�anera, q ?e tendremos dos narclSlsmos, según sea una libido que invierte
ducción, es decir, el mantenimiento de la especie como tal . Trans­ mtraps19�1cament� el yo ontológico, o una libido objetual que invierte algo
particu larmen te lúcido de Lacan, que qmza s� el ideal de! yo, y en cualquier caso, una imagen del yo.»
cribimos a este respecto un pasaje [Nota: N t e l autor n t e l traductor d e estas citas están de acuerdo con el
empleo del verbo inyertir para tra4ucir el francés investir, ambos plurívocos
3 Solange FAJADÉ, p. 3 1 . Y q':',e falsean e� sentido; pero se atienen a ese uso que desafortunadamente va
4 In., ibídem, p. 3 5 . abriendose cammo. ]

42 43
las ideas, sino confrontar con las categorías hegelianas las categorías objeto persiste; por el contrario, la dimensión funcional se esfuma
que en el Psicoanálisis -lacaniano en particular- ordenan una vi­ o pasa a segundo plano:
sión del mundo, nos limitamos sobre este punto a glosar uno de
los escritos fundamentales de Lacan. «los objetos del intercambio simbólico, jarros hechos para es­
En Fonction et Champ de la Parole et du Langage en Psycha­ tar vacíos, escudos demasiado pesados para ser transporta­
nalyse, Lacan nos presenta algo así como una génesis fenomenoló­ dos ..., no están destinados al uso o son superfluos por su
gica de los símbolos lingüísticos a partir de los símbolos no lingüís­ abundancia» 8•
ticos que son los objetos del don, los cuales a la vez serían el resul­
tado de una modificación introducida en una realidad presimbólica. Lo que nos interesa es que a esta pérdida de funcionalidad Lacan
Que se trata de una génesis fenomenológica y no lógica, lo demuestra la llama «neutralización del significante», la cual constituiría un
el hecho de que aquello que aparece como resultado, a saber, el len­ P?so, aún insuficiente, hacia la constitución del lenguaje. Así pues,
guaje, es afirmado explícitamente por Lacan como el marco en que diríase que pierde fuerza el significante en la medida en que gana
se inscribe aquello de que proviene e incluso como su generador: fuerza el símbolo. Mientras el objeto fue usado, mientras no se
<< .. . De la pareja modulada de la presencia y de la ausen­ atendía .ª �� objetiv�dad, sino a su función, el objeto era plena­
cia ... nace el universo del sentido de una lengua en la que mente significante. S1 a esto añadimos que la desfuncionalización
el universo de las cosas viene a ordenarse ... el concepto sal­ por conversión en símbolo, es correlativa de un primer grado d�
vando la duración de lo que pasa engendra la cosa. c?sificación .º eterniza�i�n (como objeto de don un vaso roto sigue
Pues no basta decir que el concepto es la cosa misma, lo �iendo p �ec10so, y asimismo un reloj de arena, en nuestro tiempo
cual un niño puede demostrar contra la escuela, es el mundo innecesario), debemos concluir que la función significante se arrui­
de las palabras el que crea el mundo de las cosas» 7•
na en la función objetivizante, substancializante, cosificante, y que
es para ella un curioso destino el llegar -en el lenguaje- a estar
Cierto es que lo que el lenguaje engendra es llamado cosa, mien­ pur�mente al servicio de esta última. Lo que estamos queriendo
tras que aquello de que proviene el lenguaje es llamado objeto, pero indicar es que cuando en el mayor pacto, en el símbolo lingüístico
esta distinción no nos parece resolver la aporía: la objetividad de los �urja, .tras el juego significante-significado, la nostalgia de un Reai
objetos implica ya el acuerdo u orden categorial kantiano -es decir, imposible, esta nostalgia no es otra que la del significante mismo
la constitución de un sujeto -y por ende no sólo el símbolo- que nostalgia de la vivencia en medio de aquello que no tiene objetivi�
Lacan nos recuerda ser el pacto mismo, sino además estos privile­ dad porque sólo tiene funcionalidad ... discurso absurdo que intenta
giados símbolos que son los lingüísticos. Lo que Lacan nos des­ expresar un no-mundo cuando todo discurso es constitutivo del
cribe en su génesis del lenguaje es una especie de dialéctica ascen­ mundo.
dente, que sólo tiene sentido porque la contemplamos ya desde la La neutralización del significante, que conviene ya ir llamando
cumbre. El que los pseudo-objetos del don se hayan cosificado como neutralización de la materia, se consuma cuando el objeto liberado
símbolos lingüísticos, es condición de posibilidad de que muestren de su función se libera también de su facticidad, de su «aquí y aho­
una entidad prelingüística. Sentado esto, conviene resumir el pro­ ra». Pues en el «aquí y ahora» el objeto es todavía vulnerable.
ceso descrito por Lacan, a fin de ver que la substancialización de Cuando ni su función ni su presencia determinen ya la entidad del
un objeto es correlativa de una neutralización de su función : objeto, ¿qué puede ya afectar al objeto? El objeto se ha hecho eter­
Consideremos un objeto cualquiera, un vaso, por ejemplo. En no, puramente eidético, puramente sustancial . Situación a partir de
él cabe distinguir por un lado la función que cumple, por otro lado la cual empezará la inversión demiúrgica, es decir: la idea subsu­
su objetividad, substancia -usía- o definición, abstracción hecha mirá b?jº. �u manto la mult�plicidad de objetos que se despliegan
de Jos atributos funcionales; así, un vaso que por su tamaño gigan­ en la mfm1tud de los «aqui y ahora». La idea se permitirá dar
tesco no sirviera para beber, no dejaría, según la abstracción men­ cuenta de sus funciones -la objetividad determinará la función-.
cionada, de constituir un vaso. En. fin, . la idea intentará imprimir su huella en aquello mismo que
¿Qué ocurre cuando un objeto se convierte en símbolo -es de­ el idealismo aceptó como lo que no tiene esencia o más bien como
cir, en significante de un pacto-? Lo siguiente: la dimensión de teniendo esencia múltiple por tener multiplici.dad de nombres. Nos
7 Fonction et champ . . . , p. 276.
8 P. 272.
44
45
que función reproductiva. Un individuo será tanto más adecuado para
estamo s refiriendo a la khóra-nodriza-receptáculo-causa errante,
no consigu e reducir a la sustanc ia pre­ desencadenar el impulso sexual, cuanto más tipificado sea, cuanto
el obrero divino del Timeo
más responda al arquetipo imaginario. Un individuo distorsionado
tendida del campo eidético y que en el Sofista reaparece en el seno
un o deforme, un individuo que se aparte de la imagen, no puede des­
mismo de éste, bajo el nombre de lo Otro y reivindicando allí
pertar esta pasión -en todos los casos perfectamente legítima­
papel fundacional.
Lo que estamos indicando es que la venganza de la khóra, me- q?e constituye la sexualidad imaginaria. Por el contrario, quizá sir­
, viera para desencadenar impulsos más originarios que los de la
diante el resurgir de lo Otro en el seno mismo del campo eidético
prefigura lo que en el horizon te psicoan alítico .
constitu ye el r
. �
� orno sex?alidad repr?ductiva, impulsos que no buscan la imagen, la es­
de pecie, el arquetipo -lo eterno-, sino, al contrario lo insustancial
de lo inconsciente en el seno del orden consciente, la aparicion
la carne sin figura, la materia, lo puramente difere�cial, fondo _;
huellas de lo Real en el seno de la realidad.
El orden ( mundo ) del Timeo nos indica : el campo eidético es por ende cómplice- de la imagen, pero, sin embargo' irreductible
a la imagen.
subsistente y la khóra se o rlena a posteriori en esta subsistencia.
Y .ni siquiera es necesario que el individuo desencadenador de
En el orden ( mundo ) del Sofista leemos, por el contrario: el campo
ión estos impulsos sea distorsionado o poco tipificado. Todo individuo
eidético, lejos de ser subsistente, se ordena tan sólo por mediac
lo Otro) que en el Sofista aparecí a como a él lleva en sí una carga suficiente de alteridad pura para ser ocasión
de aquello ( la khóra,
subordinado. de corrupción del orden . La imagen constituye una síntesis, que
Ha de insistirse en que el Sofista no constituye una apertura al Kant decía deber subordinarse al concepto. Preocupación vana : toda
del imagen se halla ya subordinada al concepto, si no a tal concepto
caos sino una visión más racional, porque más englobadora,
ord ;n. Precisió n necesar ia para sentar que cuando el psicoan álisis
mun­
preciso ( la i� aginación p�ede sintetizar de forma caótica las agu­
jas que constituyen el reloj ; puede poner el VI arriba y el XII a la
nos invita a reconocer en la unidad de la multiplicidad ( en el
alterida d, en lo simból ico la obra del signi­ derec�a), sí al menos al concepto como género, pm:s sin alguna
do) la obra de la pura
i:iodalidad de c?ncept? no cabe figura o imagen, ni tan siquiera
ficante 9, en el acontecimiento casual, la manifestación de lo ances­ .
de figura caótica. Si hay imagen, de alguna manera hay ya subordina­
tral ( por sí mismo no manifestable), en modo alguno se trata
caos, sino de asumir las durísim as condicio ­ ción de la alteridad a la unidad. La imaginación más que una facul­
afirmar la primada del
posibili tan el estar constitu ido u ordenad o. tad propia constituye la expresión de esta subordinación (en tér­
nes que
Ello no es óbice para que pueda hablarse de una nostalgia de minos kantianos : expresión del privilegio del entendimiento sobre
d, la sensibilidad).
lo que no es orden, una nostalgia de inmersión en la pura alterida
kh6ra. Nostalg ia, decimo s, pues la pura khóra no puede La corrupción del orden consiste en que, en su seno mismo ' su
en la pura
e en expresión, la imagen, sea tratada no como fin en sí, sino como vía
por definición -la pura khóra carece de eido;- estar presen �
que ella no este present e constit uye de exploración hacia aquello que a la vez constituye su negación
el mundo de los símbolos ;
la posibili dad de que haya un mundo de los símbol os. y su matriz. Si la imagen es sustancia, y por ende doma de la alte­
precisamente
de las cosas, la ridad, no hay distorsión mayor de la función imaginaria que el
Al formar parte del conglomerado constitutivo
khóra perdió su pureza ; al formar unidad en el símbol o, el signi � i­ hacer que la imagen se ponga a circular. La circulación, circulación
su pureza. Amar a una idea hecha carne, una especie pura, caracteriza .ª lo que no tiene entidad o subsistencia alguna, lo
cante perdió . no es tal o tal cosa. Eso, por definición' no
hecha individuo, excluye amar realmente la carne. Pero a
» pura . . .
veces que, por consigmente,
. ,
se presenta Jamas a nosotros, pues nuestra conciencia no es otra
surge en el amor una nostalgia de la «carne
cosa que presencia de sustancias. Para lo puramente diferencial
nue�t�a concienci� no tiene nombre, n? tiene, pues, significado nÍ
.
significante. Consideremos ahora un objeto ( el resultado de un jue­
DE L O REAL go completo significante-significado) en su sustancia inofensivo -una
CORRUPCIÓN DEL ORDEN C O M O M ANIFESTACIÓN
gallina, por ejemplo-, pero que desencadena un fenómeno de fo­
en la !'ia. °!-'ª ;epulsión experimenta? a, ¿se debe a la realidad empírico-
Veíam os · antes la importancia de la función imaginaria 1magmaria-sustancial . de la gallina? En absoluto. Si la gallina es ob­
normal , es decir, en la sexuali dad que se ordena a la
sexualidad jeto de fobia -otra cosa sería que fuera objeto de mied(}- �
porque precisamente su sustancia de gallina se ha convertido en
9 Cf. : LACAN, Encore, París. Ed . du Seuil, 1975, p. 24.

46 47
mera ocas10n de que retorne aquello que -por carecer de nom­
bre- no podría presentarse bajo figura propia. La gallina se ha
convertido literalmente en figura de lo invisible, y esta contradic­
EL PUDOR CO M O DEFENSA
ción es lo que hace su presencia insoportable. La fobia es un modelo
de corrupción del orden 10• La figura de la gallina parece garantizar
la persistencia o sustancialidad ; y, sin embargo, esta figura no co­ «El falo en la doctrina freudiana no es un fantasma , si
rresponde ya a su nombre. La representación gallina no es más que hemos de entender por fantasma un efecto imaginario. No es
una pseudo-representación, puesto que no representa más que a la tampoco un objeto ( parcial, interno, bueno, malo, etc. ) en la
pulsión irrepresentable confundida con la pura alteridad. �edida en que este término tiende a poner de relieve la rea­
.
Si nos permitimos ya recurrir a la terminología lacaniana, cabe lida� m�eresada en una �elación. Menos aún es el órgano, pene
.
, simboliza
decir que la diferencia entre el inconsciente y lo consciente reside o chtoris, que el . Y no sin razón en Freud es refe­
en que en el primero el o;den simbólico -es decir, el significante, rido al simulacro que constituía para los antiguos.
en tanto que se halla en relación de implicación dialéctica con el Pues el falo es un significante . . . , el significante destinado
significado-- se halla al servicio de lo Real, al servicio de aquello a designar en su conjunto los efectos de significado en tanto
cuyo rechazo le constituye precisamente como orden simbólico. que el significante Jos condiciona por su presencia de signi­
En el orden inconsciente a la figura de un signo corresponde fican te» 1 1 •
no un significante, sino el significante, es decir, la imposible pura
circularidad de los significantes vacía de toda sustancia, pues con­ La pregunta inmediata frente a esta afirmación es ¿ de qué ma­
siderada previamente a su inserción en los significados. La economía nera concreta afecta al significado la presencia del significante? En­
del inconsciente es la siguiente: como hay figura hay -todavía­ contramos la respuesta dos páginas más adelante en este mismo
orden ; como la figura está subordinada, la jerarquía se halla sub­ texto, y al final de un párrafo que por su interés comentaremos
vertida, el orden está amenazado. Pero aquí ha de tenerse muy en línea por línea.
cuenta que esta amenaza proviene de la reivindicación de aquello . «El falo es el significante de esta Aufhebung misma que él
mismo que constituyó a lo amenazado. Pues el orden simbólico -el maugura con su desaparición. »
orden del lenguaje- niega la primacía del significante (esencial a la E l falo n o está presente, pues nuestra misma subsistencia im­
palabra es que en ella se privilegie el significado ) y, no obstante, se plica su sa�ri�icio. Recordemos que lo que tampoco puede estar
constituye íntegramente a partir de este último. En el mundo de presente, asimism o por incompatibilidad con nuestra subsistencia
los símbolos lingüísticos el significado es algo más que el análogo e� � a alteridad pura, l � división sin espesor entre los rasgos qu �
dividen. El falo es familiar.
de la khóra; es a la vez la khóra, el demiurgo y las huellas de for­ de esta pura alteridad.
mas con que este último pretende dar sustancia a la khóra. El sig­ «Por ello el demonio del aidós ( pudor) surge en el momento
.
mismo en que en el misterio antiguo el falo se descubre» 12.
nificante se auto-niega en significados para constituir los símbolos
( el mundo). En el símbolo la función significante se encubre; el Reco�demos que el pudor aparece, en el Protágoras de Platón,
. , ru menos
m mas
síntoma es protesta contra esa ocultación . . . Esto al menos nos dice que como el bien supremo que Prometeo no logra
la reflexión -es decir, la modalidad fundamental de privilegiar al sustraer de la Acrópolis de Zeus, y que éste no otorgará a los hom­
concepto-- , que llega a determinar las vías concretas mediante las �r�� más que cuando la especie misma esté amenazada de desapa­
cuales el circular significante engendra los significados. ric10n. El pudor desde entonces aparecerá no como un bien entre
Con plena conciencia de que todo lo que digamos del privilegio otros, sin? como un atributo fundamental del que todo hombre
debe particip . ar «so pena
de lo no conceptual se inserta una vez más en el orden del concepto, de verse excluido de la humanidad» 13 . El
vamos a glosar un texto de Lacan en el que la primada de la fun­ pu �?r es �orrelat}vo d: la ;usticia (díke) y de la política, y la edu­
ción significante es puesta en correlación con una categoría funda­ c�c10n c1,yica esta des�m ada esencialmente a mantenerlo, a corregir
mental del psicoanálisis . si es posible las desvtact. ones, y en caso de que alguien se muestre

11 La signification du Phallus, en Ecrits edición


10 Sobre todo en aquellos casos en que el objeto que la desencadena parece , citada, p. 690 .
12 Ibídem, p. 692.
justificar la reacción negativa, pues se confunde entonces miedo y fobia, rela­
13 Protágoras, 322 d .
ción a lo visible y pulsi6n de lo invisible.

48 49
4
irreductible «considerarlo como incurable y expulsarlo o hacerlo llo para lo cual n o hay significante determinado porque carece de
morir» 14• significación, subvierte el mundo de los signos reduciéndolo a modo
Queremos con ello indicar que el pudor no es �ntre�a al falo, de su presencia imposible. El paciente constituye la división entre
sino fundamental defensa contra él, a la vez que �l signo meqmvoco,
dos pasiones, pasión de los signos completos y pasión de la pura
de su presencia. Signo de que la humanidad misma del sujeto se concatenación significante, pasión del mundo y pasión del fondo
halla amenazada. . donde el mundo a la vez se sustenta y se pierde.
«Se convierte entonces en la barra que mediante la man? de Sabido es que un significante sólo adquiere significado ( y es
este demonio azota al significado, marcándolo como progemtura así propiamente significante) mediante la doble relación que man­
bastarda de su concatenación significante. » tiene, por un lado, con los elementos de la cadena del habla, y por
Vemos ahora con mayor precisión la función del pudor : E l pu­ otro lado, con los depositados en la lengua. Metáfora y Metonimia
dor no elimina el significado, sino que le recuerda su onge� , su
verdad, su en-sí, su redu��ipn a �ura alteridad. �a pura alteri?a� ,
constituyen los dos modos concretos mediante los cuales el signo
se relaciona y así llega a ser signo 15 • Más adelante veremos que la
sin embargo, es su negac10n, y asi el pudor es signo de �ue signi­
. una como la otra se insertan en un juego lógico donde marcan
ficante y significado constituyen los polos de una relaczon funda­
mental. El pudor recuerda a lo fundado su insubsistencia olvida�a,
la pauta las categorías de Diferencia, Diversidad, Oposición . . . , in­
. serción mediante la cual -a nuestro juicio-- se verifica la nece­
en ello es brazo del falo, síntoma ( seméion) de su ommpotencia,
eco de la unidad perdida entre alterida? y mismidad. .
saria reducción a la Ciencia de la Lógica, de la lógica del sueño.
,
Comprendemos, asimismo, por que el pu.�or �o? stituye el lí­
Por el momento, y saliéndonos del marco estricto del trabajo, qui­
siéramos señalar una ambigüedad que hace particularmente engorro­
mite de la humanidad del sujeto, su proteccion ultima, a la vez
que su peligro máximo. El pudor es análogo al dolor 1e la enfer­
sa la lectura de los textos en que lingüistas y psicoanalistas utilizan
-con fines comunes- los conceptos de metáfora y metonimia.
medad física, prueba de la presencia del mal y en ello mismo pue�ta
en marcha del mecanismo de defensa. Pues la amenaza para los sig­
nificados constituye una amenaza para las identidades. Las imágen; s
caras y constitutivas del sujeto encuentran su fundamento y su per­ p ARÉNTESIS SOBRE UNA A MBIGÜEDAD ENGORROSA
dida ( recordemos : zu Grunde gehen = zugr� nde gehe'! ) :n la alte­
ridad pura (y así unidad absoluta de alteri� ad y mismida� ) que
constituye la negación de toda imagen. Lo mqm:tante estriba. en En su magnífica disertación sobre «dos aspectos del lenguaje y
que perderse en el fun�amento es para t3do su1eto una pas10n. , dos tipos de afasia» 16 , tras distinguir entre una afasia de la meto­
Prueba de ello es el universal deseo -senalado por Lacan- de, nimia y una afasia de la metáfora, Jakobson recuerda la utilidad de
más allá de los propios atributos, ser amado por sí mismo. estas categorías a la hora de dar cuenta de los procesos oníricos :
Resumamos · lo esencial de lo adquirido: «En u n estudio sobre la estructura de los sueños, la cuestión
. . . decisiva es la de saber si los símbolos y las secuencias temporales
Afirmar la anterioridad lógica del significante sobre el signifi­
cado equivale a sostener que, más allá de la correlación bajo la a: al utilizadas se fundan en la contigüidad ( "desplazamiento" metoními­
ambos se presentan, el significante es el fund�mento, y asi, lo �n­ co y condensación sinecdóquica freudiana ) o sobre la similaridad
sustancial es sustancia de las aparentes sustanci �s 9:ie son lo.s s.i!?­ ( "identificación" y "simbolismo" freudianos ) 17 •
nificados . Esta inversión de la jerarquía entre sigmficado .Y signifi­ El traductor francés de J akobson señala que esta inserción del
. desplazamiento y de la condensación en la metonimia contradice lo
cante constituye lo propio del inconsciente. En el �nconsciente hay
discurso porque hay aún signos completos, pero �ignos co�1pletos que Lacan dice en L'instance de la lettre dans l'inconscient, donde
desustancializados, o mejor dicho, en cuya sust ��cia . se .�ª impreso si el desplazamiento es efectivamente referido a la metonimia, la
la marca de la desustancialización -concatenac10n significante-- a condensación, por el contrario, aparece como metafórica. El traduc­
la que se reduce toda sustancia singular. , tor francés de Jakobson indica que este último explica la diver-
. . .
El proceso patológico consiste en .una mvasi�n po: el ongen
.
de un número creciente de signos . La vivencia no simbolizada, aque- 15 Signification du Phallus, p. 689.
l6 Citamos a partir
de la edición francesa en }AKOB SON, Essais de
guistique générale, París, Editions de Minuit Lin­
, pp. 65-66 .
14 Protágoras, 325 d . 7 Pp.
1 65-66.

50 51
gencia por la ambigüedad del término condensación en Freud, que SEGUNDA PARTE
a la vez recubriría los casos de metáfora y de metonimia.
Aquí acabaría la cosa si no fuera que en otros textos Lacan la CIENCIA DE LA LOGICA
complica remitiendo también el «desplazamiento» al orden de la y
18•
metáfora
Cabe, por supuesto, decir que los dos procedimientos -metá­ LOGICA DEL SUEÑO
fora y metonimia-, al igual que sirven para condensar, sirven tam­
bién para desplazar. Pero para colmo de males, en el mismo trabajo
al que en nota acabamos de referirnos, unas páginas más adelante,
se nos dice que por oposición a los «desplazamientos sintácticos»
metáfora y metonimia constituyen procedimientos de condensación
semántica. ,
Ya ve el lector que no perderse en tales vericuetos exige re­
currir en grado excesivo a la «distinción de aspectos».

18 Por ejemplo, Fonction et Champ de la Parole et du Langage, p. 260 :


«. . .
terreno propio de la metáfora, que no es más que el sinónimo del
desplazamiento simbólico, puesto en práctica en el síntoma »
. . .

52
PRELIMINAR

«El falo es entonces la barra que, mediante la mano


del pudor, azota al significado, marcándolo como pro­
genitura de su concatenación significante.»

(LACAN)

«Las formas del pensamiento están, ante todo, ex­


puestas y consignadas en el lenguaje del hombre . . . En
todo aquello que se le convierte en algo interior, y
principalmente en la representación, en lo que hace
suyo, ha penetrado el lenguaje; y lo que el hombre
convierte en lenguaje y expresa con él, contiene es­
condida, mezclada o elaborada, una categoría.»
(HEGEL)

« . La ciencia se ha puesto por entero al servicio


. .

del delirio »
. . .

( FREUD)
1

DEL CONCEPTO ORDENANDO LA REDUCCION


LINGüISTICA

A) LA ARQUITECTURA LOGICA DEL COURS


DE LINGUISTIQUE

El Cours de Linguistique muestra la ingenuidad de la concepción


que ve en la lengua una nomenclatura: En una sociedad ya consti­
tuida, sujetos ya constituidos se pondrían de acuerdo para asignar
un término a cosas asimismo ya constituidas . . . El Cours de Linguis­
tique nos dice que un acontecimiento de este orden no ha sido
jamás constatado, aunque sí puede ser concebido 1• Saussure no se
expresa aquí con el rigor necesario. Lo apropiado sería decir que
si este acto puede ser imaginado lo que no puede precisamente es
ser concebido, es decir, expuesto en sus condiciones de posibilidad .
Es más : no sería concebido aunque fuera constatado; pues cabe
constatar lo inconcebible, basta para ello que la jerarquía entre en­
tendimiento e imaginación se invierta en favor de la segunda facul­
tad, sin que por ello lo inconcebible deje de ser inconcebible. Nada
sorprendente habría sino en las síntesis monstruosas de ciertos fenó­
menos alucinatorios.
Cosas supone determinación y, por ende, pluralidad eidética.
Más no hay ideas sin imágenes acústicas y, por ende, no hay cosas
sin imágenes acústicas ( habría en todo caso la inaprehensible «cosa
en sí» kantiana). Por consiguiente, la idea de la formación del len­
guaje por asignación de palabras a las cosas entra en contradicción
L Por mucho que nos remontemos en el tiempo, la lengua aparece siem­
pre como una herencia de la época que precede. El acto mediante el cual, en
u n momento dado, los nombres serían asignados a las cosas . . . , «un acto de este
orden puede ser concebido, pero no ha sido jamás constatado», p. 105 de la
edición citada ( París, Payot, 1965 ).

57
consigo misma, pues supone ya constituido el lenguaje. Un párrafo Diferencia, Distinción (diversidad ), Oposición . . . Categorías que
de Saussure es, en este sentido, particularmente claro: dan cuenta del mecanismo de los signos; categorías cuyo papel fun­
«Tomado en sí mismo, el pensamiento es como una nebulosa don­ dacional el Cours de Linguistique no justifica, sino que da por
de nada se halla necesariamente delimitado. No hay ideas preesta­ supuesto. Lo aquí supuesto se halla sin embargo en otro libro
blecidas, y nada se distingue antes de la aparición de la lengua» 2• puesto, es decir, justificado, deducido, presentado en su carácter
No preexiste la idea al conjunto del signo, no preexiste la cosa de necesidad (y ello en el orden mismo en que Saussure lo utiliza ).
a la idea. Sin la lengua no cabe distinguir, ni por ende percibír, Leído o no por Saussure, este libro se halla en la base del Cours
árbol1 mesa1 tijetia1 casa o flor. de Linguistique. Base que en la segunda obra se relativiza a sí mis­
Si aceptamos las proposiciones que preceden la ciencia del me­ ma, mostrando que ignoraba una de sus condiciones, poniendo así
canismo del lenguaje, de las condiciones de posibilidad del lenguaje, como su propio momento a la totalidad que la engloba.
alcanza el rango de «ciencia primera» para cuya atribución Arist6-
teles duda entre la « Ciencia de lo subsistente (ciencia de usía)» y la
Política. Puede objetarse que el proyecto de una ciencia del len­
guaje cae irremediablemente en un círculo vicioso, pues el instru­ DIFEREN CI A EN LA RAZÓN DEL SIGNO
mento para acercarse al objeto implica necesariamente este mismo
objeto que se trata de explicar. Y es que no cabe ir más allá del La dimensión diferencial del signo se presenta en el Cours de
Fundamento. Pero el talón de Aquiles de la ciencia del lenguaje, Linguistique dentro de un capítulo titulado «El valor lingüístico».
en lo que podemos considerar su momento fundador, no reside La cosa pudiera resultar chocante si consideramos que el valor se
tanto en este círculo vicioso 3 , que consiste en trabajar con concep­ halla explícitamente opuesto a la Diferencia como lo que caracteriza
tos y por ende con signos lingüísticos completos de los que se a la relación entre signos completos, a lo que caracteri za, por un
trata de dar cuenta; su debilidad mayor reside en que ni siquiera lado, a la relación entre significantes, por otro lado a la relación
ordena por su propia cuenta el mundo del concepto, ni siquiera entre significados :
influye en la ordenación que a ella preexistía : más bien la recibe
pasivamente, sin preguntarse siquiera por su carácter fundado o «Un sistema lingüístico es una serie de diferencias de soni­
infundado· la ciencia de los signos no determina ella misma cuáles do combinados con una serie de diferencias de ideas ; pero esta
son y có/n o se ordenan los fundamentales signos. La importancia correspondencia. . . engendra un sistema de valores, y es este
de esta carencia se mide en el hecho de que lejos de hacer abstrac­ sistema lo que constitu ye el lazo efectivo entre los elementos
ción de la ordenación dialéctica de los más universales signos, el fónicos y psíquicos en el interior de cada signo.
Cours de Linguistique tiene en todo momento presente esta ordena­ Aunque significado y significante sean, cada uno por su
ción la utiliza para establecer esenciales distinciones entre las dife­ lado, puramente diferenciales y negativos, su combinación es un
rent� s funciones del signo : pura diferencia entre fracción de un hecho positivo . . . »
signo y fracción de otro signo; relación de diversidad entre signos «Desde el momento en que se comparan signos -términos
por abstracción considerados subsistentes ; relación de opo� ición: positivos-, ya no cabe hablar de diferencia ; la expresión
a) entre signos que reciben su significación de sus mutuas diferen­ sería inadecuada, puesto que no se aplica con justicia más
cias en el en-sí de la lengua ; b ) entre signos insertos en un sintagma; que a la comparación de las imágenes acústicas, por ejemplo ,
c ) entre signos, posibilidades del sintagma, constituyentes de una padre y madre1 o a la comparación de dos ideas, por ejemplo,
cadena asociativa . . . la idea "padre" y la idea "madre" . . . » (p. 1 66- 1 67 ).

2 Cours de Linguistique, p. 155. Así, pues, la inserción de lo diferencial en el capítulo destinado


3 Cuya importancia es, sin embargo, enorme. En efecto: el reproche fun­ al valor no puede responder más que a un objetivo: indicar que
damental que cabe hacer a la pretensión hegelia?;i de una �educción absoluta aunque la Diferencia se halla al origen de la relación completa
es que desde el primer momento esta deducc1on pretend1damente absoluta ( «engendra un sistema de valores» ) este origen es indisociable de
presupone el lenguaje. La presuposición del l�ng;iaje por la misma cienc!a
lingüística no suprime lo bien fundado de la ob1ec1ón hecha a Hegel, pero sm lo por él engendrado. Si el valor, la positividad del signo, implica
embargo suprime la ilusión de que el lingüista haya ido más lejos que Hegel la Diferencia, a su vez la Diferencia no tiene más «cuerpo» que la
en el camino del fundamento. negación de sí que constituye la positividad del signo. Y cabe hablar
58 59
de «negación de sí» porque Saussure no olvida en modo alguno el
signos que la constituyen . Designemos la negatividad simple por
precisar que la Diferencia lingüística como tal, abstracción hecha
un rasgo vertical. Y supongamos que X es «algo» al otro lado del
de su inserción en el valor ya constituido, es negatividad pura :
rasgo ( mera suposición, pues, ¿qué puede ser X sin inscribirse en
« . . . una diferencia supone en general términos positivos entre los
un signo? ; y el signo exige precisamente el proceso que vamos a
cuales se establece, pero en la lengua no hay más que diferencias
describir). Tendríamos entonces:
sin términos positivos» { p . 166) 4•
Negatividad pura que, sin embargo, se basta para engendrar
una positividad:
«La diferencia hace el carácter, así como el valor y la unidad +no ··x "
[ del signo] . »
Es ésta una afirmación fundamental sobre la cual no cabe pasar
.!) x ]
[C ampo d e l No 6J -x NO-quebrado-:: y ( signo )

a la ligera. La pura negatividad se hace positividad. ¿Mediante qué no �


mecanismo? El Cours de Lingtüstique nos ofrece un embrión de ex­ -x- no "x "
no "- - y ··
plicación en una frase que a primera vista parece tan sólo acentuar +
el misterio: � � 11'
( signo ) x = -NO NO� = y ( signo)

« Aunque el significado y el significante sean, cada uno por �X no y no �



.Y
su lado, puramente diferenciales y negativos, su combina­
ción es un hecho positivo» { p . 166).

¿Cómo entender estas líneas? ¿Porqué de la combinación de Sólo el tercer dibujo nos presenta las condiciones de posibili­
dos negatividades ha de resultar una positividad? dades del signo. Los dos primeros son abstracciones a partir del
Fijémonos en lo que se halla quebrado en la polarización del tercero, imaginables, pero no concebibles.
signo. En significante como en significado no encontramos más Un aspecto esencial del proceso descrito es que hablar de dife­
que un no. rencia en el signo es hablar de una división de la diferencia en dos
Considerado ( por abstracción) aisladamente, el significante padre diferencias. Pues como esta bipolarización de la negatividad consti­
es puro no madre. Considerado aisladamente el significado «padre» tuye como tal la positividad del signo, ha de concluirse que la dife­
es puro no «madre». En el quebrado que ambos constituyen lo rencia concreta que nos presenta el Cours de Linguistique es exac­
único que se quiebra es la negatividad misma. Negatividad quebra­ tamente la hegeliana Diferencia de la Esencia, o unidad absoluta de
da es decir : negación de negación. Identidad y Diferencia 5•
El silogismo implícito en la frase del Cours de Linguistique
( silogismo sólo formulable por abstracción , ya que todos los mo­ 5 La frase de Saussure posibilita una interpretación más convincente o,
mentos se contienen mutuamente) es el siguiente : en todo caso, más comprehensible que equivaldría a situar al significante
como fundamento necesario y suficiente del significado. Creímos erróneamente
1 ) Negatividad. ( a causa de no distinguir suficientemente entre leyes de oposición fonética y
2) Negación de negación ( quiebra de la negatividad) y, por leyes de oposición fonológica) poder fundarla en la reducción por Jakobson
ende: de los fonemas a cualidades diferenciales que constituyen verdaderos polos de
3 ) Positividad. oposición. Pues si la diferencia significante esconde la diferencia fonémica y
l� ��erencia fonémica s� r�duce a l?olos de oposición, cabía hacer reflejar al
Vemos, pues, hasta qué punto la bifurcación en idea e imagen .
s1gnif1cante en esta opos1c1on y considerar al significado como mero resultado
acústica es esencial a la lengua ; en ella se agota la realidad de los de esta reflexión. Tendríamos un silogismo de este tipo:
1) Padre es puro no madre.
2) Madre es puro no padre.
_ 4 Véase la cortespondencia con HEGEL, Ciencia de la Lógica (ed. espa­ Por ende, reemplazando en 1) madre por su «valor»:
nola, pp. 366-367). La Diferencia: « . . se trata de la diferencia de la reflexión,
3) Padre es puro no ( no padre), es decir, padre reencontrado, o sea
.

no del ser otro del ser determinado. Un ser determinado y otro ser determi­
«padre».
nado están puestos como separados entre sí; cada uno de los seres deter­
El significado expresaría el hecho mismo de que el significante ' en su ser
minados tie�e un ser inmediato por sí. Al contrario, el otro de la esencia es
el otro en s1 y por s1, . » .
negaci�n, e� negación de .1� que le niega . . La diferencia entre el significante
. . .
y el s1gruflcado se reducma, pues, a la diferencia entre la inmediatez y la
60
61
También aquí la Distinción o Diversidad ( Verschiedenheit )
aparece como de otro orden que la Diferencia propiamente dicha;
constituye precisamente el resultado de una operación extrínseca
DE LA DIVERSIDAD A LA OP OSICIÓN realizada sobre la unidad indisociable de Identidad y de Diferencia
y consistente en oponerla a sí misma. Cómo un signo es distinto (y
Un signo es la quiebra de una dimensión diferencial, quiebra diferente) de otro signo, la unidad de Identidad y Diferencia (bajo
que constituye una dimensión positiva. Mas ¿cuál es el destino de forma de Igualdad) es distinta de la unidad e Identidad y Dife­
un signo en tanto unidad estructural de estas dos dimensiones? El rencia ( bajo la forma de Desigualdad) . Y asimismo lo diverso o dis­
que corresponde a toda unidad de Identidad y Diferencia, a saber: tinto está puesto en correlación con la Oposición; correlación aquí
distinguirse de otro signo. Distinguirse, que no diferenciarse, pues formalmente establecida como necesaria : la distinción entre Igual­
la diferencia como tal ( diferencia absoluta ) no da lugar a distin­ dad y Desigualdad se revela ser, en verdad, presencia de ambas en
ción. Distinguir es introducir en el dominio del signo la condición cada una de ellas. Igualdad y Desigualdad, como formas de la dis­
de la multiplicidad determin áda. Esto no cabe hacerlo mediante la tinción, sólo son tales en la medida en que forman dos en uno, en
Diferencia, pues la función de ésta no es distinguir, sino identificar. la medida en que se hallan contra-puestas .
El hecho de que identificar implique a la vez distinguir, y aun opo­ En los esquemas que siguen nos atenemos a lo expuesto por
ner, no impide la separación rigurosa de ambas funciones. No esca­ Saussure, es decir, hacemos abstracción del hecho de que la dife­
pa este matiz al autor del Cours de Linguistique, en una de cuyas rencia de significados, constitutiva de la significación, resulta de la
páginas encontramos este fundamental pasaje: diferencia reflexionada de los significantes, y así en último extremo
de la Oposición .
«Desde el momento en que se comparan entre ellos los Vamos a transcribir por medio d e esquemas e l con texto d e opo­
signos -términos positivos-, ya no cabe hablar de dife­ sición en que se inserta la dimensión diferencial del signo. Pero
rencia . . . dos signos portadores cada uno de un significado adviértase que no hay génesis progresiva del signo. No cabe supo­
y de un significante, no son diferentes, son solamente distin­ ner: primero, la dimensión diferencial; segundo, la dimensión posi­
tos. Entre ellos hay tan sólo oposición» 6• tiva; tercero, el juego ( que hace concretamente a la lengua), entre
signos positivamente constituidos. No hay Positividad sin Diferencia
Lo pasmoso de estas líneas es el orden de sucesión de los tres
y viceversa. Más también: no hay Diferencia ni Positividad sin juego
conceptos fundamentales : Diferencia ( que no se da), Distinción,
entre los signos. La lengua es un sistema, una estructura, no una
Oposición. Si interpretamos el párrafo teniendo en cuenta la arqui­
acumulación de condiciones. Por ello al preguntarnos ahora por el
tectura real del Cours de Linguistique cabe transcribir su segunda
juego de los signos enteros no yuxtaponemos algo a la unidad de
parte bajo esta forma :
Diferencia y Positividad; lo que hacemos es abordar una dimensión,
«Dos signos, portadores cada uno de un significado y de hasta ahora presupuesta, sin cuya presencia los términos de esta
un significante, no caen bajo la Diferencia [ absoluta ] ; en cuanto unidad no hubieran podido j amás ser concebidos.
dos signos, caen bajo la Distinción. Por consiguiente, se Sean:
oponen . »
Imagen acústica : Padre ; Madre
Si aceptamos esta lectura la correspondencia es exacta con la
Concepto -Padre - ; -Madre-
presentación de estas categorías en la lógica de Hegel:
lndisociabilidad o
«reflexión en sí» del significante. Y esta diferencia constituiría en el signo doble implicació n : � >

¡1-J_y -
una verdadera quiebra, pues en el polo de abajo diría un mero no, mientras
que el polo de arriba diría no al no y sería así negatividad frente al primero. Diferencia ( Léase no _
Y ; no �y")
Lástima que el análisis del fonema por Jakobson no justifique en realidad
esta hipótesis (véanse más adelante las páginas sobre la oposición en Jakob­
son), tentadora en la medida en que posibilitaba una deducción de lo pro­
piamente lingüístico --el signo- a partir de las cualidades de algo que en
sí no es todavía lenguaje, sino sonido.
6 P. 167. ' 1

62 63
4) Momento de positividad fundada : unidad de significación y
Tendríamos entonces : de Diferencia:
1) Momento de significación:

··padreH
/\


Padre 1
Para acceder a la totalidad de lo que implica el signo falta una
última reflexión, a saber: la constitución por dos puras negativida­
posibi­ des de una positividad, tiene como consecuencia ( a la vez que como
El cual sin embargo, coqsiderado en sus condiciones de fundamento) el que las negatividades de sentido inverso a las pri­
lidad, se revela ser: meras constituyan a su vez una positividad.
El mome nto de lo puramente diferencial: .
2) El dibujo que precede ha de integrar el hecho de que :

¡ -Madre"
\ Madre 8

y acceder así a
uyen sus
El cual, considerado en sus implicaciones ( que constit 5) Valar; la unidad de significación y diferencia del uno im­
condiciones de posibilidad) se revela ser: plica la unidad de significación y diferencia del otro: ·

3) Momento de significaci6n :
"'Padre" rMadre.. -Padre.. j -Madré

A
<=> <=> <===>

v:¡
Padre j Madre Padre 1 Madre

que, como
El retorno de significación a partir de la Diferencia en
sado, nos da: El tipo de opos1c1on que hemos analizado en Saussure consti­
en su verdad, había traspa tuye esencialmente un mecanismo forjador de valores. Los términos
de la oposición se limitan mutuamente y en este limitarse se valo­
ran y así vienen a significar. Los términos en juego en esta opo­
t�rsela. No es
7 «Consideremos la significación tal como suele �epresen sición están asociados por la significación y ello aunque sean dos
acústica . . . Todo signo se J�ega entre la
más que el correlativo de la imagen
!
imagen acústica y el conc :pto, en los ími.tes de
la palabra considerada como 9 «Aunque el significado y el significante sean, cada uno por su lado,
un dominio autónomo, existente por s1 mismo .» .
y la unidad», p. 168.
puramente negativos, su combinación es un hecho positivo» (p. 166).
s «La diferencia hace el carácter, así como el valO'r
65
64 5
signos completamente distintos, precisamente porque son dos signos la oposición significativa estudiada para dar cuenta del mecanismo
completamente distintos. del lenguaje? En otros términos : ¿no hay en la lengua otro sis­
Este último extremo es importante : si el signo «pluma» está tema de valoración que el resultante de la limitación abstracta y
en nuestro inconsciente asociado al signo «bolígrafo» , al que se absoluta entre los signos? Si así fuera la lengua constituiría funda­
opone, es porque «bolígrafo» surge como signo límite del valor de mentalmente una nomenclatura, una «larga y aburrida colección de
«pluma». Si no oponemos «casa» y « tijera» es porque ello significa­ palabras», según cierto diccionario viene a calificarse a sí mismo.
ría hacer abstracción del número enorme de valores intermedios que El Cours de Linguistique constata que no es tal la realidad lin­
caben entre uno y otro signo. Cabe distinguir lo que es «tijera» güística y erige en regla general el funcionamiento de la lengua me­
sin distinguir lo que es «casa», de ahí que aunque ambos términos diante valores de otro orden llamados sintagmas; sin que para ello
puedan asociarse en un sintagma no estén asociados de manera sea .óbice la existencia de términos funcionales en su puro valor
absoluta en nuestro inconsciente. El inconsciente asocia necesaria­ lexicológico:
mente aquellos términos que reciben su valor uno del otro.
Si insistimos tanto en �te punto es porque más adelante nos «Cierto es que la lengua nos ofrece unidades independien­
veremos obligados a considerar modalidades de oposición que no tes, sin relaciones sintagmáticas ni con sus partes, ni con otras
son engendradoras de valor, ni por tanto de significación ni de iden­ unidades. Equivalentes de frases, como son [en francés] oui,
tidad ( asociaciones que hacen un flaco servicio a la visión que pri­ non, merci, etc., constituyen buenos ejemplos de ello. Pero
vilegia la dimensión significativa del lenguaje). Así, por ejemplo este hecho, en realidad excepcional, no invalida el principio.
( por avanzar sobre nuestro programa), dos términos sinónimos se En regla general, no hablamos mediante signos aislados, sino
hallan asociados y, por ende, se oponen 10; pero no cabe natural­ mediante grupos de signos, mediante masas organizadas, que
mente decir que se hallan asociados por su significación, pues sig­ son ellas mismas signos» 11•
nificación implica una modalidad de oposición que dos términos
sinónimos precisamente no realizan. «Hermoso» y « bello» ( en el El final del párrafo ( subrayado por nosotros ) es esencial. Un
supuesto de que sean sinónimos) o «Herr» y «signare» (en el caso sintagma es, en principio, una combinación de términos presentes
de que se conozca el alemán y el italiano) no se confunden, son, en la cadena del habla (ver pág. 1 7 0 ). Pero esta dimensión es sub­
pues, distintos y, por consiguiente, desiguales ( recuérdese el prin­ sidiaria; lo esencial del sintagma es que constituye un signo (de
cipio de los indiscemibles ). Más en tanto desiguales se oponen cualquier combinación de signos en la cadena del habla no resulta
( recuérdese la ley que hace de la distinción, en su verdad, oposi­ un sintagma), como tal signo funciona y por consiguiente, en buena
ción ) . Pero se oponen sin limitarse mutuamente, sin valorarse mu­ ley, ha de estar sometido a las reglas de la significación.
tuamente y sin engendrar significación alguna. Su oposición no Es necesario precisar aquí un aspecto importante. Hasta tal
constituye, propiamente hablando, una oposición entre signos. ¿Qué punto de Saussure identifica el sintagma con el signo que llega a con­
se opone, pues, entre «Herr» y «Signare»? Dejemos por el mo­ tradecir la presentación formal del primero como conjunto de pa­
mento esta pregunta en el aire. Precisemos en cualquier caso que labras y afirmar que una palabra es simplemente un sintagma en­
en el momento en que la oposición a-significativa se revele consti­ tre otros.
tutiva del lenguaje se planteará el problema de lo bien fundado de En la página 1 7 O leemos :
esto que venimos llamando ordenación por el concepto de la reduc­
ción lingüística . « ... en el discurso, las palabras establecen entre ellas, en
La pregunta que ahora hay que formular es la siguiente: ¿Basta virtud de su encadenamiento, relaciones fundadas sobre el
carácter lineal de la lengua, que excluye la posibilidad de pro­

nunciar dos elementos a la vez 12• Estas combinaciones que tie­
Como ya hemos indicado, el Cours de Linguistique no nos ofrece nin­
guna definición del término Oposici6n. Pero la implicación: asociación => opo­ nen por base la extensión pueden ser llamadas sintagmas.»
sición se desprende de un párrafo inserto en el estudio de la dualidad sincronía­
diacronía: 11 P. 177.
12 Nótese que la teoría de Jakobson sobre la descomposición del fonema
«Consideramos la palabra chose: desde el punto de vista diacrónico,
se opone al latín causa, del cual deriva; desde el punto de vista sin­ permite corregir esta afirmación de Saussure. Dado que un fonema es una
crónico, se opone a todos los términos a los que puede ser asociada entidad compleja, en la emisión de un fonema están presentes varios elemen­
en francés moderno» (p. 1 35). tos lingüísticos (cf. Six lefons sur le son et le sens, p. 1 06). Precisemos

66 67
Y en cambio, en la página 172 nos dice :

«Nuestros ejemplos de la página 170 nos dan a entender cuáles son las particularidades de este curioso signo que es el sin­
que la noción de sintagma se aplica no sólo a las palabras, tagma.
sino también a los grupos de palabras, a las unidades comple­
j as de toda dimensión y de toda especie ( palabras compues­
tas, derivados, miembros de frases, frases enteras ).»
EL SIGNO NO ARBITRARIO

La página 1 70, lejos de dar a entender que la noción de sintag­


ma se aplica no sólo a las palabras ( frase subrayada asimismo por Cojamos la expresión ¡marchemos! Insertémosla entre dos para­
nosotros) implicaba más bien que de esta noción sólo están ex­ lelas, espacio que simboliza la cadena del habla:
cluidas precisamente las palabras ( nos referimos a las palabras no
compuestas ). '
¡Marchemos!
Esta sorprendente contradicción es, a nuestro juicio, enorme­
mente significativa, significativa precisamente de que el Cours de
Linguistique deja de asentarse sobre el suelo firme de la proble­ ¿Qué condiciones supone la presencia de este signo en tal ca­
mática en que se ha movido hasta ahora. De la exposición de las dena? A saber: la presencia simultánea de otras series asociativas,
condiciones lógicas del mecanismo de la significación nos hemos en la intersección de las cuales se encuentra nuestro sintagma. ¡Mar­
ido deslizando hacia un terreno en el que lo que está en juego chemos! supone ¡Marchad!, ¡Marcha!, ¡Marchen!, por un lado; ¡Ju­
no es el cómo de la significación, sino el porqué. Esta problemá­ guemos!, ¡Toreemos! ¡Cantemos! y otros términos análogos, por
tica se anuncia en la incoherencia de la que venimos ocupándonos . otro lado:
¿ Resulta el sintagma de una combinación de signos ( que añaden
un valor sintagmático a su valor per se), o más bien todo signo es ¡Marchemos!
ya un sintagma que se ignora? Y en la segunda hipótesis, ¿qué conse­
cuencias se derivarían a la hora de considerar la esencia, y en par­
ticular la esencia temporal, del sintagma? 13• ¡Marchad! ¡Juguemos!
Para abordar esta problemática con todo rigor conviene mos­ ¡Marchen! ¡Toreemos!
trar, a partir de uno de los ejemplos que De Saussure nos ofrece, ¡Marcha! ¡Cantemos!

Dos cadenas asociativas, con los términos de cada una de las cua­
también que Jakobson corrige, asimismo, la tesis de la no linealidad del fo­
les, ¡Marchemos! está en relación de oposición. Si nos fijamos bien
percibiremos entre ambas cadenas una importante diferencia. L�
nema. En el trabajo que venimos citando nos da como ejemplo de ello el
caso de las vocales largas del griego clásico que se despliegan en el eje de la
sucesión. cadena de la izquierda opone términos próximos desde el punto de
El fonema se despliega así, tanto en el tiempo empírico como en el tiempo vista de la significación lexicológica. Por el contrario, los términos
lógico o tiempo de la relación:
de la derecha no presentan desde este punto de vista afinidad alguna.
«Si consideramos dos mores como un fonema único, ello se debe
a que les corresponde una identidad en el eje de las simultaneidades. Esta cadena puede recordar ciertas cadenas de que nos habla Saus­
Si consideramos va:rias cualidades distintivas como un fonema único, sure ( p. 1 74) en los que la asociación reposa en la simple comunidad
ello se debe a que les corresponde una unidad en el eje de las sucesivi­ de imágenes acústicas. Cierto es que la afinidad gramatical viene a
dades» {p. 1 12). corregir esta impresión , pero el hecho merece la pena de ser se­
13 Indiquemos desde ahora lo siguiente: si el sintagma es el modelo de
todo signo, no cabe decir que el tiempo lingüístico se divide en un tiempo
ñalado.
significativo y en un tiempo puramente fonológico. El acto mediante el cual Fijémonos ahora en otro aspecto de consecuencias imprevisibles :
al escuchar el sintagma «yo la cojo» corto la cadena tras o y a, no se dife­ los términos de cada una de las cadenas tienen todos entre sí una
renciaría del acto mediante el cual al escuchar el signo «todo» tengo la ilu­ afinidad de orden acústico . ¡Marchemos! y ¡Marchad!, ¡Marchemos!
sión de distinguir fonemas constituyentes independientes de lo constituido
(recuérdese que « fonemas» no caben más que en el marco de la lengua ya y ¡Juguemos! constituyen, pues, signos de un carácter muy particu­
constituida). lar ( hasta tal punto que, de tenerse rigurosamente a las definiciones,
dudaría uno en seguir llamándolos signos ), a saber: signos que con­
68 tradicen el principio saussuriano de la arbitrariedad : ¡Marchemos!

69
y ¡Marchad! se oponen entre sí y, sin embargo, necesariamente ( por Cárdeno
constitución misma de la cadena en que se oponen) tienen una afi­
nidad fonológica. Por consiguiente, los valores que ellos determinan 1
Cardo Marché

z:\
están --en parte al menos- ligados indiscutiblemente a sus signi­
ficantes. No sólo un individuo no puede sustituirlos por otros: la lir
_ _ a
_ at _ s_te ::;_ a
_ __C r-"'
'- 's =-te
ª;:_;
- d= --
- Ma ,c
propia lengua n o podría hacerlo sin negarse a sí misma. Jugué JugQ_
Indicábamos un poco más arriba que las relaciones asociativas
Marchó
/ R �ué 1
Jugo
son condición de posibilidad de la presencia de un sintagma. Este se
erige en representante consciente de un modelo presupuesto : /

« ... como nada abstracto hay en la lengua, los tipos de


sintagmas no existen más que si ella ha registrado ya especí­ Cuando el árbol se enreda, lo que de él aparece en primer plano
menes suficientemente numerosos. El aparecer en el habla de es la pura afinidad fonológica de los términos que lo pueblan. «Mar­
una palabra como indomable supone un tipo determinado, el ché» se asocia a «marchaste», «march6», pero también ( mediante
cual a su vez no es posible más que mediante el recuerdo de un conocimiento fonéticamente deficiente del francés ) a «marché»
un número suficiente de palabras parecidas pertenecientes a la ( mercado ) y a ( Georges ) Marchais. Justo el caso «tare» y que «puede
lengua ( imperdonable, intolerable, infatigable, etc.) 14• pasar por anormal» al que se refiere el Cours de Linguistique en
una nota de cuya inversión extrae gran parte de su substancia el
Así pues, la importancia que deba concederse a la dimensión no Psicoanálisis, y que en el próximo capítulo estudiaremos.
arbitraria del lenguaje depende de la jerarquía que se establece entre
funcionamiento sintagmático y oposición lexicológica . Pero, vista la
cosa de cerca, se descubre que en realidad la jerarquización se subor­
dina a la lectura que se haga de la descripción del funcionamiento
del sintagma. Pues no basta con decir que los sintagmas son signos
B) ]AKOBSON: LO CATEGORIAL TRAS EL FONEMA
de un carácter muy particular. Cabe incluso inferir que se trata de
pseudo-signos, o de entidades cuya dimensión significativa sirve tan
sólo de encubrimiento, o tapadera, de una dimensión radicalmente
diferente. Cojamos de nuevo un sintagma concreto, por ejemplo DIFERENCIA PURA: «SIGNIFICANTIA ARTIFICIALITER»
«marché» . Sabemos ya que este sintagma presupone dos tipos aso­
ciativos, en cada uno de los cuales todos los términos tienen afini­
dad fonológica. Esta afinidad no excluye que entre ellos haya opo­ Hemos visto que en Ferdinand de Saussure la primera dimen­
sición lexicológica: «marché» y «marchaste» ( o bien: «marché» y sión del signo es puramente diferencial. Como diferencia pura o
«toreé» ) tienen a la vez diferencia fónica y diferencia conceptual sin positividad queda caracterizada en el Cours de Linguistique la
y, por consiguiente, son engendradores de significación. Mas dado alteridad entre palo y malo ( significantes ) y asimismo la alteridad en­
que entre ellos no rige la regla de la arbitrariedad del signo, en la tre «palo» y «malo» ( significados).
interpretación de su relación cabe dar un paso decisivo, cabe suponer Pero veíamos asimismo que la diferencia pura , en su mismo sur­
que ésta se basa en la afinidad acústica que mantienen; cabe ver el gir se anulaba; pues la bifurcación de la alteridad que la constituye
árbol de asociaciones del tipo «marché», «marchaste» inmerso en ( alteridad entre los significantes, alteridad entre los significados ) en­
una red compleja en la que pierde nitidez su carácter de asociación gendra como tal la positividad del signo. Ateniéndonos a los ele­
sometida a la regla de construcción sintagmática : mentos específicos del signo lingüístico, nunca aparecerá la diferen­
cia en su pureza, pues significante dice, además de relación horizon­
tal , relación vertical al significado y así positividad; y lo mismo
cabe decir del significado.
14 P. 173 .
Aprehender la diferencia en su pureza supondría que, pese a

71
70
haber juego lingüístico (es decir, diferencia de significan tes engen­ mismo de que la esencia del lenguaje sea tal, que sólo en la diferen­
drando diferencia de significados ), no hubiera correspondencia verti­ cia se engendra la identidad .
cal, o sea: a los polos de la diferencia significante no correspondie­ En un signo completo, la contrapartida de la diferencia concep­
ran los polos de la diferencia significada. De darse esta circunstancia, tual, del significado, no es el fonema, sino la palabra, o, exactamen­
tendríamos a la vez quiebra de la alteridad o diferencia positivizada te, el significante completo en la palabra. Si los fonemas l y r posi­
saussuriana, y presencia aislada de la diferencia pura. bilitan la diferencia, y así la existencia lingüística, de «mal» y «mar»,
Buscamos, pues, un significante que, por su alteridad frente a la contrapartida de estos significados en polos de diferencia signifi­
otro significante, engendra un significado y no se reconoce, sin em­ cante no la constituyen ellos, sino mal y mar. Cierto es que una
bargo, en este significado. palabra puede estar constituida por un solo fonema ; así, en francés,
Jakobson nos indica que significantes de este orden debemos bus­ la a nasalizada forma el substantivo «an», es decir, año. Pero en
carlos en el ámbito de los significantia artificialiter, significantes con­ tales casos ha de distinguirse rigurosamente la dimensión signifi­
vencionales, que ocupaban la reflexión de los filósofos de la Escuela cante global de la función fonémica. En el signo completo «an», el
y en concreto la de Santo Tomás 1 • La Escuela caracterizaba a estos significante an tiene un valor análogo al del significante español
extraños significantes por la particularidad de no tener ellos mismos año, mientras que el fonema nasalizado, que agota la función de
significación alguna. Pues bien, este curioso estatuto constituye para este significante, no tiene como tal ningún valor concreto y posi­
Jakobson lo propio del fonema . Función suya será engendrar el jue­ tivo 3•
go de la significación sin reconocerse él mismo en ningún polo de­ El valor puramente diferencial y negativo del fonema. se inser­
terminado de lo engendrado. taría, en el grafo de Saussure, en la intersección misma de los ras­
gos horizontal y vertical :
«La fórmula de los escolásticos, aliquid stat pro aliquo,
es válida para todo signo y para todo elemento integrante del
signo. Hemos visto que todos los componentes gramaticales
y lexicales de la lengua responden a esta fórmula, e igualmente "mal" mar
todos los medios fónicos que caracterizan a la frase y todos
los medios del lenguaje expresivo. Cada uno de estos elemen­ mal mar
tos tiene en un sistema lingüístico dado su valor determinado
y constante. A la forma fónica de cada uno de estos elementos
corresponde un contenido particular. Pero ¿qué contenido co­
/ \
Valor de los fonemas /y 't
rresponde a la forma fónica del fonema? La diferencia de sig­
nificación, diferencia precisa y constante, corresponde a la di­
ferencia de dos morfemas . . Lo que corr.esponde a la diferen­
.
1) El fonema tiene un valor puramente diferencial y negativo.
cia de dos fonemas es únicamente el hecho de una diferencia 2) A función fonémica se reduce en última instancia el juego
de significaciones, mientras que el contenido de estas signifi­ de diferencias significantes que, engendrando las diferencias de sig­
ciones diferentes varía de una palabra a otra 2• nificado, constituye la positividad del signo.
Por ende :
3) El positivo valor de los signos se agota en valor puramente
¿ Su valor? La diferencia. Esto constituye el privilegio absoluto
diferencial y negativo.
del fonema. Tiene, como significante que es, un valor, pero mien­
Permítasenos establecer un paralelo con lo que, en un texto que
tras que a la totalidad de los demás significantes corresponde un
por otro lado comentamos, Lacan nos dice de la función del falo:
valor positivo, tienen una identidad, el fonema vale la negación de
toda identidad, o diferencia pura, de la que precisamente emerge la
«El demonio del aidós (pudor) surge en el momento mis­
identidad particular de cada signo. El valor del fonema es el hecho
mo en que en el misterio antiguo el falo se descubre. Se con­
vierte entonces en la barra que mediante la mano de este de-
1 }AKOBSON, Six le�ons sur le son et le sens, París, Les Éditions de Minuit,
1976, p. 75.
2 Obra citada, pp. 74-75. (El subrayado es nuestro.) 3 «Un fonema tomado en sí mismo no significa nada», p. 118.

72 73
monio azota al significado, marcándolo como progenitura bas­ sino la materia donde se hallan «expuestas y consignadas» las for­
tarda de su concatenación significante» 4• mas del Logos? Cierto es que toda esta reflexión implica el lenguaje
mismo . . . , círculo vicioso en el que encon tramos quizás el cogollo
El fonema es el nombre de la diferencia pura, pura hasta el ex­ de la contradicción fundamental:
tremo de hallarse quebrada en sí misma y, sin embargo, no cons­ La reflexión que nos dice que el concepto es un momento del
tituir una positividad. Pues si la diferencia fonémica es una diferen­ lenguaje añade q ue el lenguaje en su totalidad presupone a su mo­
cia significante y por ende también diferencia de signif�cados, el mento.
valor de un fonema no es el significado que él engendra, smo el he­
cho mismo de la significación ; no se da, pues, entre alteridad foné­
mica y alteridad de significados la correlación: polos de la izquierda,
polos de la derecha, 9ue c�nstituye la posi tiv��ad. . DE LA DIVERSIDAD A LA OPOSICIÓN
.
En términos hegelianos el fonema constituma la Esencia o pozo
en el que se agotan (es decir, a la vez se niegan y se engendran) las La implicación mutua de dos signos constituye el ámbito de la
determinaciones particulares que son los signos concretos. El fone­ oposición. Sólo en ella caben dos signos y por ende sólo en ella
ma se nutre de signos, reduciendo la positividad de éstos a �u di­ cabe hablar de distinción. Y, sin embargo, algo se echa de menos
mensión de pura alteridad; la función fonémica nutre a los signos,
en esta explicación :
puesto que la esencia de sus polos sin carne es la constitución de Describir concretamente al signo implica considerar una dimen­
polos encarnados. sión de la Oposición, complementaria de la señalada, a la que Saus­
. .
El fonema como identidad pura de la Esencia, o negacion de las
,

sure alude («los fonemas ante todo son entidades opositivas, rela­
identidades particulares, es, pues, indisociable de la �Herencia en tivas y negativas»), pero que no llega a ·explorar. Y en este punto
la Esencia o emerger de lo particular. El fonema y el signo, por su exacto es para nosotros un apoyo precioso el complemento, o si se
correlación mutua, nos recuerdan que la identidad se agota en dife- quiere la corrección, del Cours de Linguistique, que constituye el
rencia y que la diferencia se agota en identidad. . . análisis del fonema por Jakobson.
Y si en Hegel el destino de la unidad de Identidad y Diferencia
.

En el apéndice que ofrecemos, Javier Echevarría efectúa un


es generar la dialéctica de la Oposición, nada sorprendente que en análisis crítico de la utilización por Jakobson de la categoría de
Saussure la Oposición sea también la categoría bajo la cual acaba Oposición; nos limitaremos, pues, aquí a exponer brevemente la
subsumiéndose esta imagen de la diferencia positivizada que es la teoría, a partir de uno de sus trabajos más sencillos, a saber, las
relación entre los signos. Un signo positivo en su irreductibilidad lecciones en lengua francesa pronunciadas en 1942-43 en Nueva
a otro signo es unidad absoluta con este último, constituyen así dos York 5•
en uno, es decir, oposición. Jakobson parte de la constatación de una aporía en la presen­
Y, sin embargo, no queda en Saussure suficientemente clara la
tación por Saussure del fonema. El Cours de Linguistique nos in­
razón por la cual el destino de los signos es oponerse entre e�os ; dica que los fonemas son esencialmente entidades opositivas. Jakob­
pues si el fonema es, en última instancia, el generador del signo son se pregunta entonces : ¿responden los fonemas a lo que la lógica
y si el signo· se agota en la dialéctica que marcan las . ca �e�orías de nos enseña de la categoría de oposición? Los términos opuestos de­
Diferencia y Oposición, ¿ no debemos buscar ya esta dialectica en el ben constituir una pareja y hallarse indisociablemente ligados entre
seno del fonema? El enorme mérito de Jakobson es el situar, por sí, de tal forma «que la presentación del uno traiga a la mente nece­
así decirlo la lógica en su lugar, es decir, en el origen. Jakobson
sariamente al otro» 6•
hace del f� nema el resultado de la intersección de cualidades dife­ Este repaso permite afirmar que, en apariencia al menos, una
renciales preexistentes y muestra que los polos de estas diferencias
constituyen una oposición. Así pues, �l fonema, engendr.a�or del s Six lefons sur le son et les sens, ed. cit. Nuestras referencias a otros
signo, supone ya todo el aparato categorial que � aussure utiliza par a trabajos remiten a la edición francesa: }AKOBSONJ Essais de Linguistique géné­
.
describir el funcionamiento del signo. ¿No eqmvale ello a aproxi­ rale, París, Les Ed. de Minuit, 1 963 .
marse a la posición de Hegel para quien el lenguaje no es el Logos) 6 P. 86: Jakobson nos ofrece una serie de ejemplos:
«A la idea de blanco sólo se opone la de negro; a la idea de bello,
la de feo; a la de grande, la de pequeño; a la de cerrado, la de abierto;
4 La signification du Phallus, in Ecrits, p. 692.
y así sucesivamente.»

74
75
Idéntica operac10n de reducción a oposicion puedo hacer con
cada una de las 28 relaciones binarias que cabe establecer con las
pareja de fonemas no constituye dos polos de una relación de opo­ ocho vocales turcas. Tras la diferencia neutra ( diferencia indiferen­
sición. Cojamos los fonemas u y a: «no cabe duda algu�a -nos te), diferencia que es correlación entre los diferenciados. La primera
dice Jakobson- que cada uno de ellos puede ser pensado sm evocar se ha esfumado, se ha revelado ser mera apariencia insubsistente o,
al otro». Surge entonces la pregunta con respecto a Saussure: « ¿De­ mejor dicho, ha revelado tener su subsistencia en la negación de sí,
bemos concluir que sólo por error la relación entre los fonemas fue que es la segunda. En términos hegelianos : la dimensión fonémica
designada como oposición, y que en realidad se trataría en este caso del lenguaje confirma que la oposición constituye la verdad de la
de simples diferencias , simples dualidades contingentes? » mera diversidad 10•
La respuesta de J akobson a su propia pregunta es -en parte­ Conviene insistir que el fonema no coincide con la oposición de
favorable a Saussure. Dos fonemas no se implican mutuamente y cualidades diferenciales. Puede haber oposición fónica y no haber
así aparecen como meramente diversos, pero esta diversidad . esconde fonema en una lengua dada. Así, por ejemplo, i e y se oponen como
una oposición y por ello Sau�sure no estaba totalmente eqmvocado. lo anterior y lo posterior ( sobre el fondo de igualdad que marca el
Dos fonemas considerados como entidades lingüísticas aisladas no se hecho de que ambos son cerrados y no redondos). Esta oposición
oponen, pero sí se opone lo que en ellos hac� q.u� -en el seno � e basta en turco para hacer de ellos dos fonemas. Por el contrario,
una lengua dada- sirvan a diferenciar los significantes de los sig­ en ruso no constituyen más que un solo fonema, y ello porque en
nos ' es decir lo que en realidad les constituye como fonemas. la lengua rusa no existen dos términos que se distingan a través de
Los fone� as sólo parecen escapar a la oposición porque son el ellos. Ello no quiere decir que un oído ruso no percibe la distinción
resultado de la oposición ; es decir, cada fonema constituye un haz entre y e i 11; lo que ocurre es que no tiene de esta distinción una
o conglomerado de polos de múltiples oposiciones binarias. percepción fonémica. Dar en ruso un valor fonémico a la diferencia
Pues para Jakobson es un error la creencia que el fonema �ons­ entre i e .r equivaldría -según la metáfora de Jakobson- a dar
ti tuye una unidad fonológica indescomponible: El fonema . encier�a valor fiduciario a la diferencia del año de emisión de dos monedas,
cualidades múltiples, cada una de las cuales tiene una entidad mas diferencia que sí es operativa para un numismático.
compleia que la derivada de su función dentro del fonema 1. Tocamos aquí un punto de singular importancia: las oposiciones
Jakobson nos da como ejemplo de descomposición del fonema 8 fonéticas no son necesariamente oposiciones fonológicas, y de ma­
en cualidades diferenciales el sistema vocálico de la lengua turca. nera más general : el sistema fonémico difiere del sistema fonoló­
Ocho fonemas : o, a, o, e, u, y, ü, i, reducidos a tres oposiciones gico 12• La combinación de polos de oposiciones no responde a las
binarias : toda vocal es abierta o cerrada, redonda o no redonda,
anterior o posterior 9• Tomo, por ejemplo, los fonemas o, i. Aparen­ 10 Precisemos, no obstante, que en Jakobson no están bien delimitadas
las categorías de Oposición y de Contradicción. A este respecto: apéndice de
temente no tengo aquí ninguna oposición, sino mera diversidad, Javier Echeverría, pp. 99 ss.
pues o no me hace pensar en i ni viceversa: La presencia de la ,opo­ 11 Aunque sobre este punto Jakobson no se expresa con claridad suficien­
sición se revela en el momento en que miro lo que hay detras de te. Para empezar, sitúa la categoría de distinción como correlativa de la di­
estos fonemas: mensión fonémica, definiendo la función distintiva como «la facultad de los
sonidos de diferenciar las significaciones de las palabras» (p. 43 ). Sobre esta
Encuentro el polo de lo abierto ( en o ) opuesto al polo de lo base no es de extrañar que en la página 44 se nos diga que las variantes de
cerrado; el polo de lo anterior opuesto al polo de lo posterior; el un mismo fonema son difícilmente distinguibles por quien no conoce otra
polo de lo redondo opuesto al polo de lo no redondo. lengua en la que estas variantes constituyen fonemas distintos. Un francés no
distingue entre 1 y 1 (pronunciada esta última sin vibración de las cuerdas
vocales), lo que sí h�ce perfectamente un irlandés.
7 Cf.: «Los elementos diferenciales ocupan por derecho propio s!-1 lugar De otras páginas (83 ss.) parece desprenderse que la percepción de las
en la disposición de la lengua, y . funcion�n en .ella d� manera autonom.a», .diferencias acústicas no generadoras de significación es una cuestión de más
p. 91. Precisión importante, pues s1 la cualidad diferencial agotara su fun�1ón o menos («apenas reconocibles», «apenas discernibles», «grandes dificultades
en la dimensión fonémica no podríamos (a menos de postular que bar enu�ad para distinguirlas». .. ).
fuera de toda función y toda ley) decir que el fonema es descompomble, smo Para explicar esta impredsión nos parece útil diferenciar la distinción y la
tan sólo que el fonema posee múltiples atributos. . particular modalidad de la distinción que es la significativa o fonémica. Cabría
8 Se encontrará una consideración más amplia de la cuestión en el es­ decir que cuando la segunda se da, la percepción de la primera queda refor­
tudio de Javier Echeverría, que damos en apéndice, pp. 1 07 ss. zada, de ahí el «más o menos» señalado.
9 Conservamos la clasificación genética (es decir, basada en el modo de 1 2 El sistema fonológico presupone en principio el sistema fonético. Sin
articulación de los sonidos) que da Jakobson en este texto. Pero cabría pre­
sentar una clasificación acústica. (Véase infra el apéndice de Javier Echeverría,
pp. 109- 1 1 0 .) 77

76
mismas leyes cuando se trata de la fonética y cuando se t rata de la cación. Y como el haz de polos es lo que constituye su substancia de
. .
fonología. Lo que en fonética constituye u � haz de opos1c10nes pu�­ sonido, cabe decir que en su conversión en fonema el sonido hace
.
de no serlo en fonología. Lo que en fonetlca constituye una serie abstracción de sí mismo. Poco le importa su entidad propia, sólo
de haces de oposición, puede no serlo en fonología. está atento a su potencia de engendrar. Buen ejemplo de ello es el
Así, por ejemplo, el sonido i en ruso, si lo coi:s�dero f?nét�ca­ caso del sonido u ruso, redondo, cerrado, posterior, que convertido
mente es un haz constituido por tres polos de opos1c10nes binarias : en fonema acopla su cualidad yerma -la posterioridad- a las cir­
cerrad�, no redondo, palatal. Por el contrario, si lo considero fono­ cunstancias, perdiéndola, recuperándola a medias, e incluso traspa­
lógicamente, es un haz constituido sólo por dos polos, a saber: ce­ sándola a un sonido fonéticamente opuesto 13•
rrado' no redondo. ¿ Qué ha pasado con el tercer polo? Pues que El fonema, nos dice Jakobson, no es exterior al sonido ni idén­
como no tiene la propiedad en ruso de engendrar significación, des­ tico al sonido, sino, en el sonido, «lo invariante en las variaciones» .
de el punto de vista fonológico no es un polo de op� sición. De. a�í Debe añadirse que s i variaciones hay, es porque una parte del so­
que a veces desaparezca, lo cual tiene la consecuencia d� �uprii:i1r nido que constituye el fonema es indiferente a éste, es literalmente
una de las diferencias que se.paraban i de u y con ello la umca dife­ insignificante, mientras que el fonema se agota en potencia de sig­
rencia que separaba u (redonda, cerrada, posterior) de ü (redonda, nificación.
cerrada, anterior). La función de la oposición fonética es substancializar sus po­
La cualidad diferencial o polo de oposición se reconoce cuando los, crear sonidos 14; la función de la oposición fonémica es crear
pasa de una lengua a otra y de ahí la validez de una foné�ica univer­ una diferencia paralela a la diferencia pura en que tal oposición se
sal, pero lo que no coincide en los dos casos es el destmo . de esta ha convertido. Pues si Saussure puede decir que los significantes
cualidad. Pues, inserta en el sistema fonológico, la substancia de la son entidades puramente diferenciales y negativas (es decir, que por
cualidad diferencial ( su positividad de abierta o cerrada) es secun­ sí no tienen cuerpo), es porque el significante se reduce a fonemas
daria; secundaria incluso es su negatividad o capacidad de distin­ y los fonemas a polos de oposición que no están presentes en tanto
guir un sonido de otro (no cerrado, no abierto que en turco, sobre substancia concreta, sino en cuanto su negación del otro polo en­
fondo común anterior y no redondo, distinguen el sonido e del so­ gendra una negación paralela. Si la diferencia significante, al decir
nido i). Inserta en el sistema fonológico, lo que cuenta de la cua­ de Saussure, sólo alcanza positividad en el significado, es porque
lidad diferencial es que posibilite ese desdoblamiento de la negati­ cada miembro de la serie fonémica es pura potencia, constituye
vidad mediante la cual no sólo distinguimos un sonido de otro so­ quizás la primera cosa en este mundo que se distancia de sí para no
nido sino también un significado de otro significado. Sólo bajo esta reconocerse más que en su progenitura.
condición la cualidad diferencial es un polo de oposición fonológica. Y en este punto conviene quizás preguntarse : ¿ sobre qué se
Las cualid ades anterior y posterior, polos de oposición fonética, po­ ejerce la acción diferencial por cuya potencia se define el fonema?
los de oposición fonológica en el sistema vocálico turco, aparecen Sobre la materia pre-eidética , cabría decir, empleando una metáfora,
como substancia neutra cuando en el sistema fonológico ruso j; e i sobre la « nebulosa» de que habla Saussure. El fonema inserta su
se muestran indiferentes a la oposición ( fonética ) que constituyen. huella diferencial, sus polos de oposiciones reproductivas ( las opo­
Un haz de polos de oposición fonética, en su conversión en fone­ siciones estériles, como hemos visto, fueron ya sacrificadas) y me­
ma hace abstracción de todas aquellas de sus cualidades que, distin­ diante esta acción la nebulosa se delimita, la materia eidética se hace
guiéndole a él como sonido, sean impotentes para engendrar signifi- campo eidético. Pero, metáforas aparte, ¿ qué estatuto lógico tiene
embargo, sólo hay sistema fonético porque hay �i�tema fonológico! es decir, la nebulosa antes de recibir la huella de la oposición? No es opo­
sólo porque estamos insertos en un sistema fonol�gico podemos ?ecir que hay sición, puesto que ésta la recibe. No encontraremos en la nebulosa
.
un sistema fonético que le trasciende. , decir que la f neuca
Cabria , res'!lta de
� polo abierto o polo cerrado, polo anterior o polo posterior . . . ; nin-
la constatación de que las oposiciones fonológicas de los diferentes. sistemas
no coinciden. Tal oposición operativa en un sistema x, no lo e� en el sistem� y;
, 13 Cf.: Six le�ons. , p. 93:
tal oposición operativa en y no lo es en x. De esta constatacion surge la id�a . .

de que sobre fondo de sistema de oposiciones fonéticas nacen, como restric­ «Así, entre dos consonantes palatales, el fonema [u] se aproxima a
ción, sistemas de oposiciones fonológicas. las vocales anteriores y tiende a ser pronunciado como ü en palabras
No obstante la cuestión se complica por el hecho de que, tras elaborar como l'ulka (cuna), mientras que el fonema [i] adquiere una posición
catálogos empírlcos de las diversas lenguas, Jakobson afirmara la existencia posterior tras las consonantes no palatales.»
de un sistema de rasgos distintivos con validez universal. (Véase al respecto 14 Sobre la sustancialidad de los polos opositivos en Jakobson, véase
el apéndice de Javier Echeverrfa, pp. 107 ss.) el
apéndice de Javier Echeverría, pp. 1 05 ss.

78
79
gún «punto» de ella tiene correlato en ningún otro punto. Y como
hemos visto que lo aparentemente diverso se revela asimismo es­ 2 ) Inserción de la primera dimensión en la segun
. da y así des­
conder la oposición, no cabe decir tampoco que allí hay puntos sin doblamiento de la negatividad.
relación necesaria, puntos meramente diversos. Allí nada cabe dife­ Lo que �cabamos de indicar supone que la negati
, sobre el mater vidad del fo..
renciar, ni como distinto, ni como opuesto. n �n:ia no se msei: ta solo ial que constituye el residuo
fom�o no ?per c�onal ( la cualidad palatal de i en
. � ruso), sino sobre
la dimension fomca como tal. El residuo es un caso excesivamen
puro por no tener nega�ividad fonológica alguna te
. ; el fonema se in­
UNA HI PÓTESIS serta_ sobr aquello que si la tiene, pero la
:, tiene escindida de sí. Pues
la separ�c10n de sí de su negatividad constitutiva hace del sonido
Cojamos ahora un polo de opos1c10nes, no un haz de polos de s�bstanc1 � n�utra; de un haz separamos los polos
oposiciones, por ejemplo uno de esos que en el proceso de la signi­ . que en él se dis­
�m�uen, c:. .que ha sido, pues, del haz? : ¿no se ha convertido en mera
ficación han quedado aparentemente en el camino. Preguntémonos md1ferencia sobre la cual la diferencia puede de
asimismo: este polo ¿qué �ustancia tiene? No cabe responder que nuevo inscribirse?
tiene como substancia su ser polo de una oposición. Si, por ejemplo,
la pregunta se refiere a la cualidad palatal del ruso i, sabemos ya
que su oposición a la cualidad velar constitutiva de y ha quedado
neutralizada en el paso al sistema fonológico, es decir, carece en
éste de toda función. Lo que nos importa es precisamente el estatuto
de este residuo que figura aún en el significante -en ruso i e y se
distinguen-, pero que no tiene potencia de significar 15• Fijémonos
en todo caso que si comparamos este residuo con nuestra nebulosa
encontramos en su seno exactamente lo mismo; es decir, nada : ni
diferencia como mera diversidad, ni la verdad de ésta que es la
oposición . Pues de la oposición nuestro residuo es precisamente el
resultado; él es su simple polo, simple porque si el fonema se des­
compone, por el contrario en nada se descomponen las cualidades
opositivas que en su seno hallamos ; son los quanta de la lengua,
según la metáfora de Jakobson .
Y esta simple constatación debe bastarnos para poder afirmar la
identidad de la nebulosa y el residuo fónico: son necesariamente
lo mismo, puesto que en nada difieren .
En la hipótesis, quizás un tanto delirante, que acabamos de es­
bozar, significante y significado se constituirían a partir de la opo­
sición fónica como resultado de una doble operación :
1) Escisión en el seno de la oposición entre dimensión negativa
y dimensión positiva, entre la dialéctica de negatividad y sus resul­
tados, a saber, los polos constituidos 16 •
15 ¿Por qué figura, pues? ¿No será que sobre él se va a ejercer precisa­
mente la acción de aquello que sí tiene potencia de significar? Algo en el
significante no funciona, ¿no constituirá, pues, la materia sobre la que se
ejerce la función?
16 abierto cerrado
j no cerrado no abierto .
l D" al,ecttca
ecuca )
D.ia1,
no (no abierto) no (no cerrado) \ 1
.

Resultado Í abierto cerrado ! Resultado


80
81
6
pura y simple, como cuando (en francés ) se dice: Les musiciens
II
produisent des sons et les grainetiers les venden! 1 •
DIALECTI CA DE L A O POSIC ION « . . . tras cabalgar cierto tiempo a lo largo de la calle, vuelvo
atrás y quiero primeramente bajar del caballo, delante de una pe­
Y ASOC IACIO N MENT AL
queña capilla abierta que da a ella. Después me bajo de verdad en
otra capilla cercana a la primera . . .
La carretera que sigo en el sueño está constituida por recuerdos
de Verona y Siena . . . y me viene a la mente lo que significaba, para
una enferma que no había estado nunca en Italia, la evocación en
sueños de este bello país (gen Italien hacia I talia = Genitalien -órga­
-

nos genitales)» 2 •
f

SíMBOLo" TRAS SIGNO

El signo (nos dice el Cours de Linguistique) es arbitrario; o, en


A) SAUSSURE otros términos : el signo no tiene fundamento exterior a sí mismo.
No hay razón que dé cuenta de la ligazón entre el concepto «her­
mana» y la serie de sonidos que le sirve de significante (p. 1 00 ) . De
( «gen ltalien -hacia Italia-; Genitalien -órganos ahí que entre significante y significado no exista relación simbólica.
genitales»). Pues el símbolo se caracteriza precisamente por el hecho de «no
ser jamás totalmente arbitrario». Y Saussure recurre aquí a un
ejemplo: «el símbolo de la justicia, la balanza, no podría ser reem­
plazado por otra cosa cualquiera, digamos por un carro» (p. 1 00 ) .
Mas si el símbolo escapa a lo arbitrario vemos ya mediante qué
«UNA CLASE INFERIO R DE JUEGOS DE PALABR AS»
dimensión la lengua se aproxima a lo simbólico. Pues no todo en
la lengua es arbitrariedad. Tras el signo se cierne el sintagma y
«Los grupos formados por asociación mental no se limitan a tras el sintagma la regla de construcción, determinada por la relación
acercar términos que tienen algo en común, el espíritu capta tam­ asociativa, la cual, como hemos visto, en el caso de las solidarida­
bién la naturaleza de las relaciones que les ligan en cada caso Y crea des sintagmáticas exige una comunidad fónica entre los diferentes
por ende tantas series asociativas como relaciones diversas hay. , Así, términos 3, de tal forma que -en parte al menos- el significado
en enseñanza, enseñar, enseñemos, etc., hay un elemento comun a se halla indisociablemente ligado a tu significante.
todos los términos el radical; pero la palabra enseñanza puede ha­
llarse implicada e� una serie basada en otro elemento común, el
sufijo. La asociación puede basarse asimismo en l � �era anal�� ía
de los significados ( enseñanza, instrucción, aprendzza¡e, educacton,
etcétera), o al contrario, en la simple comunidad de imágenes acús­
ticas ( por ejemplo, enseñanza y templanza) . 1 Cours de Linguistique, p. 174. Son, a la vez, «sonido» y «salvado (peri­
Este último caso es poco frecuente y puede ser considerado carpio de cereales)».
anormal, pues el espíritu aparte de sí, por naturaleza, las asociacio­ 2 Interpretación de los sueños, Frankfurt, S. Fischer, pp. 235-237.
3 Nótese que, a diferencia del sintagma, los términos de una asociación
nes susceptibles de enturbiar la inteligencia del discurso; pero su «no se presentan ni en número definido ni en orden determinado», y que «un
existencia se evidencia en una clase inferior de juegos de palabras término dado es como el centro de una constelación, el punto en el cual con­
basada en confusiones absurdas que pueden resultar de la homonimia vergen otros términos coordinados, cuya suma es indefinida», p. 1 74.

82 83
potencia de significación es suficiente para que entre los dos sin­
tagmas exista relación asociativa. Aunque en el Cours de Linguis­
tique la asociación de este orden se halla desvalorizada, sabemos
DE LOS SIGNOS-SÍM B O LOS A LOS PUROS SÍMBOLOS hoy en día la importancia que tienen en otro horizonte de nuestra
cultura. Freud otorga una importancia capital al análisis de los jue­
Tomemos ( de la lengua francesa) dos elementos de una cadena gos de palabras, de los mecanismos mediante los cuales la ambi­
asociativa «si je la prends» ( si yo la cojo), « si tu la prends» ( si tú la valencia de una materia fónica desencadena el «chiste». Freud oye
coges). Tomemos entre ellos a la vez relación significativa, pues «Genitalien » cuando su paciente pronuncia «gen-Italien » . En fin,
hay diferencia acústica y diferencia eidética, y relación simbólica, Freud considera el sueño como un «rebus» donde, tras una ima­
pues hay un elemento fonológico común del que ningún significado gen, ha de explorarse la organización fonémica susceptible de en­
puede disociarse. He aquí la pregunta: ¿ La dimensión simbólica carnarse en una imagen totalmente diferente. Así la materia de
es una modalidad accidental de estos particulares signos, o más bien significación constituye una dimensión fundamental de la investiga­
la dimensión significativa e� mero complemento de la más univer­ ción simbólica. ¿ La única? En absoluto, si al menos tomamos en
sal dimensión simbólica? Para abordar el tema en todo su rigor consideración la diversidad de los ejemplos que Freud nos ofrece.
nos serviremos como hilo conductor de uno de los capítulos fun­ Basta recordar el célebre olvido de Signorelli que Freud nos cuenta
damentales del Cours de Linguistique. en la Psicopatología de la vida cotidiana. Signorelli queda excluido
Sea : del discurso, en sí anodino, del cual constituye el elemento central .
Y ello porque su «signore» entra en asociación con Herr que en
aquella ocasión es doloroso a la conciencia de Freud. Herr y signare
Si je la prends no tienen identidad alguna al nivel fonémico. ¿Diremos, pues, que
( s i yo la coj o )
están unidos por la significación? No, si hablamos con propiedad,
.j \
Si u la p rends
pues unidos por la significación están precisamente aquellos térmi­
S i je la voi
/ . \
( s 1 tu la coges )
nos de significación opuesta, «pluma» y «bolígrafo», «liebre» y
( s i yo la veo )
«conejo». «Herr» y «signare» no surgen como signos límite el uno
)
/ \
n<
Si je la ange s i lui a prend
I ,\ del otro, y sin embargo se asocian, el uno aparece como represen­
(si y la como ) ( s1. e' I 'ª oge)
tante del otro. Se trata de un representante que no tiene distancia
eidética frente a su representado. «Signore» es «Herr» literalmente
en otra lengua; «signore» no está cerca de «Herr.» como «pluma»
de « bolígrafo» ; «signare» está en el mismo lugar que « Herr», as­
Consideremos ahora la materia puramente fonológica ( que en pecto que aún resultará más claro si en lugar de ellos cogemos dos
adelante llamaremos potencia de significación) de la frase princi­ términos supuestamente sinónimos de una misma lengua. Sean
pal, a saber: « si je la prends». «fragua» y «herrería». En el diccionario interior ( en el sistema) se
Sobre la base de este material puedo alcanzar la frase señalada hallan tan absolutamente próximos que son intercambiables; no
sometiéndolo a una ordenación temporal determinada, es decir, in­ constituye un salto el pasar del uno al otro. Sin embargo son dos
troduciendo cortes en la cadena acústica que corresponden a la sonidos diferentes y así, aunque no dos signos, son la modalidad
cadena de conceptos : si/je/la/prends ( si-yo-la-cojo). Por el contra­ más radical de lo que constituye la definición misma de la oposi­
rio, si la delimitación acústica no coincide con la delimitación con­ ción, dos en uno
ceptual no resultará de ella una unidad sintagmática; así, por ejem­
plo, no tiene sentido la delimitación si/yel/aprends ( si-yol-acojo). « fragua»
Todo esto no tendría mayor complicación si no fuera que el mate­ «herrería»
rial considerado es susceptible de otra ordenación temporal, asi­ Fragua / herrería
mismo creadora de significación, a saber: si/je/l'apprends ( si-lo­
aprendo). Oposición que no es precisamente oposición entre signos, pues
No estamos lejos del caso de son ( pericarpio de cereales) y son en ésta se respetan por uno y otro lado los límites del otro :
( sonido), y como el mismo Saussure reconoce, esta comunidad de
84 85
«pluma» / «bolígrafo» es el destino final de un signo, ser símbolo o representante de los
pluma / bolígrafo que, frente a él así considerado, han dejado a su vez de ser signos .
Y ¿por qué en esta concepción el privilegio del significante?
Privilegio puramente negativo . Estar atentos al significante equivale
a dejar de fijarnos en el significado. Con el significado no se viaja.

CONTRADICCIÓN TRAS C ONTRARIEDAD El significado tiene la apariencia mentirosa de lo subsistente. Si al


oír salvado, me fijo en el participio de salvar no circularé por la
Vemos ahora lo que une la asociación de sinónimos y homóni­ cadena de los múltiples granos, ni por la cadena
mos frente a la asociación de signos . En la segunda la diferencia
es engendradora de identidad, es decir, de doble identidad; dos salvar-salvación-salva-salvó-salvador-saltillo.
comparten, sin coincidir, el terreno en que se agotan. En la primera 1 1
no hay quiebra de la diferencia, y, por ende, no hay positividad ni sal-salado colosal
creación de identidades ; lo lnismo y no obstante dos:
Fijarse en el significado es negarse a la contradicción y, por
«salvado» / «salvado» «fragua ende, asimismo, a la oposición, pues « oposición » es «contradic­
(cereal) herrería» ción ». Afirmación esta última paradójica en el contexto en que nos
salvado fragua / herrería movemos, pues sólo ha podido ser enunciada fijándonos en la signi­
ficación misma de la palabra oposición .
No dos respetando el límite que los constituye, sino dos tras­ El saber que funda el que la atención de los signos trascienda
pasando este límite, y así, en su ser dos, siendo la exclusión de lo la fijación en los significados es el saber de un particular signifi­
cado . Intentemos ser más claros :
n_:ii��o por sí mismo. En la relación entre homónimos, la opo­
s1c10n que marca al signo accede a su verdad, no es ya contrarie­ Al preguntarnos el porqué de la asociación entre sinónimos no
dad, sino contradicción . encontramos más que una respuesta : están asociados aunque entre
Mas si aceptamos ( y para ello nada podemos hacer sino remitir ellos no sean portadores de significación, porque oposición implica
una vez más a la lógica de Hegel ) que la contradicción es la verdad asociación y los sinónimos constituyen la encarnación más pura de
de la oposición, detrás de toda oposición de signos, es decir, detrás la definición de oposición : dos en uno . Vemos inmediatamente que
de todo signo, hemos de estar atentos a esa dimensión que hace de en idéntica situación se hallan los homónimos y de ahí una conse­
él no un significante de un significado, sino un representante de un cuencia : homónimos y sinónimos son opuestos que trascienden pro­
representado . Abrirse a la contradicción en la lengua es dejar de piamente el juego de los signos y a la vez son opuestos que, trans­
contemplar tan sólo la relación interna al signo constituido; es dejar grediendo sus límites, se contradicen .
de ver tras el significante salvado el significado «salvado», como si
aquél no tuviera fundamento otro que éste . Tras salvado aquello a
lo que salvado se asocia para poder significar, no precisamente Transcender el juego de los signos y acceso a la contradicción
aquello que salvado significa; por supuesto, todos los piensos de
los que el salvado se distingue, pues, oponiéndose a ellos, con ellos Una complicidad se establece así entre trascender del juego de
viene a ser lo mismo; mas también : «salvado» el participio y todos los signos y acceso a la contradicción . Complicidad a la que añadi­
los que a él se oponen próxima o lejanamente y «condenado»> que mos : el traspasar en contradicción es la verdad misma de la oposi­
a «salvado» excluye y que así refleja la contradicción -dos en lo ción . De donde resulta: el trascender del signo en símbolo es la
mismo- que «salvado» mantiene asimismo con salvación, salvar, verdad misma del signo . Mas ahora constatamos : este saber pro­
y todo aquello que de él venga a diferir . . . viene de la fijación significativa en un determinado sign�símbolo:
Si la oposición es contradicción todo signo lingüístico se halla «Oposición ».
con respecto a todos los demás en la misma relación que con res­ Ante esta palabra no nos hemos dejado embarcar por las múl­
pecto a sus sinónimos y homónimos . Y sabemos que frente a estos tiples cadenas . Hemos contemplado su significado y hemos visto:
últimos un «signo» deja de significar y deja así de ser signo . Por «oposición es dos en uno», « oposición es en verdad contradicción»,
ello la relación entre sinónimos y homónimos nos da la clave de cuál y a partir de ahí hemos realizado todas nuestras inferencias . El

86 87
punto clave de nuestro análisis se articula ahí: en el horizonte de la salvado es absolutamente seguro que «salvado» encierra aquí un
atención al signo se muestra como evidencia racional la necesidad de significado diferente del cual el primero es símbolo y pantalla.
su superación. Esto parece indicar que en última instancia es el Ahora bien, de aquello que se esconde tras el cereal « sal vado » el ,

análisis lógico el que determina esta superación. Sin la lógica atenta contexto del sueño (el caballo y los demás elementos ), en su pre­
al significado de los signos, podríamos presumir, pero no sostener, sencia inmediata no va a ser revelador; pues el sueño es un «rebus» ;
que el signo tiene un fondo que le trasciende. Y sin embargo, lo l a eventual coherencia d e u n sueño, lejos d e facilitar s u interpreta­
que la lógica indica es que hay que dejar de hacer lógica, que hay ción no hará otra cosa que encubrir esta dimensión fundamental.
que dejar de mirar al significado; que hay que dejar de analizar el Los sueños absurdos tienen la ventaja de hacer imposible la ilu­
concepto de contradicción, para así dejarnos sumergir por la con­ sión de la coherencia . Si el caballo que come salvado además vuela,
tradicción misma. Dos vías se abren a la unidad Oposición-Contra­ nos será muy difícil permanecer anclados en las imágenes que a
dicción : ambas conducen a un trascender del signo, la primera me­ nosotros se ofrecen. El caballo puede facilitar la comprensión de lo
diante una deducción de la cosa, la segunda mediante un abandono que se anuncia en el salvado, pero siempre y cuando lo considere­
en la no significación . Pero ésta última puede con mayor propiedad mos a su vez como símbolo o representante de algo que a su vez
ser llamada un superar de la lengua. Pues el «surgir de la cosa en remite a otro representado . . .
la existencia», de que Hegel nos habla, es un surgir conforme a la En el sueño puede hallarse una provisional coherencia , pero a
ordenación lingüística ; la cosa surge como evidencia racional a par­ condición de disolver en incoherencia toda coherencia ya alcanzada :
tir de la consideración de determinados signos . . . ; la cosa hegeliana «Supongamos que contemplo un « rebus» : veo una casa en cuyo
es una cosa del concepto y del lenguaje, de igual manera que la tejado hay un bote de remos, también una letra aislada, un perso­
contradicción hegeliana es una contradicción propiamente del con­ naje sin cabeza que corre. Yo podría afirmar que ni este conjunto
cepto. ni sus diversas partes tienen sentido alguno. Un bote no debe
La relación entre los tres textos que venimos confrontando : hallarse sobre el techo de una casa, y una persona sin cabeza no
Cours de Linguistique, Ciencia de la lógica, Interpretación de los puede correr. Además, la persona es más grande que la casa, y,
sueños, se articula, pues, de la siguiente manera: respeto por el pri­ suponiendo que el conjunto deba representar un paisaje, no con­
mero de la ordenación categorial establecida en el segundo hasta la viene introducir letras aisladas, que en la naturaleza no pueden
categoría fundamental de Oposición, pero abandono allí donde la encontrarse. No juzgaré correctamente el «rebus» más que si re­
Oposición traspasa en la Contradicción que es su verdad. Asunción nuncio a considerar así el todo y sus partes, y me esfuerzo en reem­
por el tercero de la Contradicción, que el segundo erige en catego­ plazar cada imagen por una sílaba o por una palabra, que por una
ría prioritaria, pero no asunción del concepto de contradicción, sino u otra razón puede ser representada por esta imagen. Así reunidas,
vivencia pseudo-lingüística de la relación simbólica entre signos. La las palabras no estarán ya desprovistas de sentido, sino que podrán
última parte de este trabajo mostrará el mecanismo mediante el formar un bello y profundo poema . »
cual, en la Ciencia de la lógica la contradicción se erige en cosa, qui­
siéramos ahora hacer alguna consideración sobre el porqué del pri­
vilegio de lo simbólico en el horizonte psicoanalítico más bien que
en el lingüístico.
Consideremos una vez más el signo «salvado» . En la dimensión B) ]AKOBSON
lingüística no hay «a priori» razón alguna para considerar que tras
el cereal se esconde el participio de «sal.va11» . Tan sólo si en la frase
en que se inscribe, el signo interpretado en la primera significación
contrasta con los elementos anteriores y posteriores de la cadena DE LA OPOSICIÓN ENTRE CUAL IDADES A LA O P OSICIÓN
hay lugar a preguntarse si no se trata de la segunda significación . ENTRE FONEMAS
Por ejemplo, si oigo «salvado para», y que a este principio de base
sigue «la causa del señor», puedo decirme: había entendido mal; Quisiéramos ahora abordar este espinoso problema de la aso­
el cereal era un representante del participio, y el conjunto del sin­ ciación a partir del análisis del fonema por Jakobson. Para ello em­
tagma o contexto nos dice inmediatamente de qué es representante. pezaremos formulando una pregunta , aun no planteada explícitamen­
Por el contrario, si en un sueño aparece un caballo comiendo te y que urge : dado que un fonema es un haz de polos de oposición,

88 89
¿ qué relación guardan los polos entre sí en el seno �el fo?er:ia? ¿ S¡ Por ende
trata de mera diversidad o hay entre ellos relac10n dialectlca? . 3 ) En a: la oposición a x-� implica la opos1c10n a y-1 ; la
J akobson nos dice : oposición a y-1 implica la oposición a x-1 • Y como x-1 e y-1 cons­
tituyen a a.', a. en cualquier lado de su oposición se opone a la tota­
«Hay una solidaridad entre �as o�osiciones de pr?�i�da?es lidad de a ' .
distintivas, es decir, que la existencia de una opos1c10n. �i:i­ De esta manera recupera sentido la afirmación de Saussure: «los
plica, admite o excluye la existencia de tal o tal oposic1on fonemas son ante todo entidades opositivas, relativas y negativas».
diferente en el mismo sistema fonológico, así como la pre­
sencia necesaria o al menos probable de tales o cuales propieda­
des distintivas en el mismo fonema» 5•
LIBRE ASOCIACIÓN. ¿ DESLIZARSE E N LO FONOLÓGICO
Doble restricción ' pues ' en el sistema fónico para su conversión., O DESLIZARSE EN LO FONÉTIC O ?
en sistema fonológico: tras 15elección en las oposiciones, selecczon
en la alianza entre polos de oposición. No cabe yuxtaponer polos Consideremos una palabra constituida por tres fonemas. Cada
cualesquiera aunque formen parte de� inventario de <;>posiciones del uno de ellos, nos dice Jakobson (p. 1 08 ) se relaciona en el eje de
sistema y aunque ninguna ley estnctamente fonetica , se op?nga
las simultaneidades con todo otro fonema que de encontrarse en su
a esta yuxtaposición. De ahí que un fonem � .tenga un func10n�­ lugar estaría modificando el significado. Así en la palabra «cal» el
miento autónomo con respecto a los polos opositlvos en que -anali­ fonema a está ligado al fonema o ( que haría de «cal», «col» ) ; el
zándolo- se agota. Un fonema constituye una unidad . y .P?r ��o fonema k al fonema s y al fonema t; el fonema l al fonema e. La
en su alteridad frente a otro fonema, en el acto de la sigmftcac10n, expresión «ligado» que hemos utilizado es poco comprometedora;
no debemos ver una yuxtaposición de oposiciones, sino una verda­ pues puede haber ligazón accidental, ligazón que no constituye la
dera oposición. esencia misma de los polos ligados. Vemos que tal no es el caso.
Puesto que si dos cualidades op? sicionales está.n p:ese�tes en Como el fonema a no tiene otra esencia que la proveniente de su
un mismo fonema es porque en el sistema de la sigmftcacion , �ay
ligazón concreta en casos como el descrito; a no es «cal» frente a
entre ellas implicación mutua, puede establecer un esquemll; del tlpo
«col», pues quien es «cal» es cal, pero a es aquí la condici?� de
siguiente: posibilidad del juego de estos últimos ; agotándose en su negatividad
Sean dos fonemas a, a ' diferenciados por conjunción de dos de o, a constituye frente a éste un polo de oposición. De lo cual
oposiciones . Sean x, x-1 los polos de la primera oposición; sean tendríamos una confirmación exterior si en su «asociación libre» un
y, y-1 los polos de la segunda oposición. Sea < > el símbolo de paciente pasara sin transición de «cal» a «col».
la doble implicación Vemos que en el caso al que acabamos de aludir no estaríamos
en absoluto en _presencia de una asociación libre de sujeción al sig­

{
� X <-> X_ 1 Q( ' nificado. Por el contrario, sería una asociación que respeta estricta­
mente la frontera de la oposición engendradora de significación . Lo
y < > y J que ahora nos preocupa es precisamente la cuestión de saber si tal
_,. \
restricción está garantizada . Es decir: ¿no cabe suponer que la aso­
Pero ciación trascienda el plano de lo fonológico para deslizarse por el
-1 '
ámbito de lo meramente fónico? En principio, si nuestra naturaleza
X <-> X es el lenguaje, no hay peligro de que abandonados a nuestros im­
�$ pulsos escapemos al ámbito de lo lingüístico. Pero ¿y si, como He­
A. gel lo indica en el párrafo que citamos al principio, nuestra natu­
/y < > y -1 '\
raleza no fuera el lenguaje sino la lógica ? Seríamos entonces pa­
rientes, no de los fonemas, sino de las propiedades opositivas, que
4 Se encontrará un planteamiento más radical de esta pregunta en el
apéndice de Javier Echeverría, pp. 111-112. . . Générale. Los pasajes a que nos referimos son ampliamente comentados en la
Six le�ons, p. 121. Tema ampliamente tratado en Essats de Lzngutstzque
. .

s crítica por J. Echeverría de la categoría de Oposición en Jakobson.

90 91
al decir del propio J akobson, asociándose no hacen más que res­ III
ponder a su naturaleza lógica 6 •
Y sabido es que las propiedades distintivas no siempre son pro­ LA RELAC ION FUNDAMENTAL
piedades del fonema. Tal propiedad que en una lengua tiene virtu­ EN LA DUDA
des fonológicas, en otra lengua juega un papel subsidiario o incluso
queda excluida de lo propiamente lingüístico, agotando su virtud en
engendrar sonidos .
Trascender el lenguaje y sin embargo seguir insertos en la lógi­
ca . . . promesa hegeliana frente al totalitarismo lingüístico, para el
cual fuera del fonema queda simplemente el caos .

DuDA Y CAUSA

Recordemos la estructura de la duda. Dudamos de la presencia


de una representación . Precisamente de aquella representación de
la que Freud está seguro que es un vástago directo de lo que quere­
mos proscribir. Y ¿qué es lo que queremos proscribir? , ¿qué es
lo que el yo del paciente no tolera? (no tolera hasta el punto de
que él es esta proscripción). Pues que el vástago se revele como
tal, es decir, como producto de la fábrica que constituía el pseudo­
elemento claro y distinto del sueño, lo cual acontecería si éste se
mostrara en su condensación, es decir, en su unidad con todos sus
productos .
Eso e s l o que queremos proscribir. Pero ¿lo conseguimos? No,
si al menos nuestra hipótesis de que el vástago se encarga de asu­
mir la dimensión indistinta de la fábrica no es errónea. Todos los
productos de la fábrica, así como la fábrica misma, están presentes
en el vástago; presentes a la vez en unidad indisociable ( de ahí la
indistinción), mientras que la fábrica los presenta sucesivamente des­
plegados en la asociación.
La fábrica ha desplegado en el tiempo sus productos y ha despla­
zado a uno de ellos la esencial unidad de todos, desplazamiento
que justificaría la distinción entre representante ideativo y repre­
sentante afectivo de la pulsión (de la que en algunos textos Freud
6 «Una propiedad distintiva nunca está aislada en el sistema fonológico. afirma que es constitutiva del inconsciente).
Según la naturaleza, y en especial la naturaleza lógica de las oposiciones, cada
una de las propiedades implica la copresencia de la propiedad opuesta . . » .
La indistinción, la vaguedad, en que está sumergido el elemento
( p . 120). dudoso constituye el modo mismo de revelar su contenido pros-

92 93
crito. Si la duda es arma de la resistencia a la pulsión, el arma se el cual se inserta, y que en nuestra lectura de Freud la realidad se
revela una vez más ser vehículo de la pulsión misma 1 • constituye sobre la base de lo que está en juego en la relación analítica
E n e l esfuerzo infructuoso del paciente por subsumir e l ele­ y no al revés. Tanto más cuanto que ( en absoluta conformidad con la
mento dudoso bajo un concepto, se nos está revelando toda la dia­ teoría lacaniana ) hay en la Ciencia de la Lógica un momento de lo
léctica del inconsciente. Intentemos describirla sirviéndonos para real previo a la realidad, a saber: el momento del fundamento real
ello de un texto de Lacan en que el inconsciente es referido a la o la auténtica diferencia de contenido entre fundamento y fundado.
función causal 2 • Si este real es el horizonte del que, en la Ciencia de la Lógica,
Evocando el ensayo de Kant sobre el concepto de dimensión emergerá la realidad, ¿cómo no intentar aproximar a él el concepto
negativa, Lacan señala que en la función de la causa hay algo in­ lacaniano de real? Sobre todo, y ésta es la razón fundamental, si
aprehensible, irreductible a la razón, a-conceptual. Tenemos un fenó­ tenemos en cuenta lo siguiente :
meno y lo caracterizamos como efecto, al determinar su causa; de­ Lo real, que constituye la diferencia de contenido entre razón
cimos así, por ejemplo, que las mareas tienen su causa en las fases ( fundamento) y en razón fundado ( fundado), no se sustenta en
de la luna o que la fiebre tiehe su causa en las miasmas. Pero algo razón, es por consiguiente el único momento de la Ciencia de la
de la explicación no satisface, algo del fenómeno no se ha resuelto. Lógica que -si razón es concepto- no se sustenta en concepto.
No está clara la correlación entre las fases de la luna y las mareas. no tiene sostén lo real, como relación de razón a en razón fundado.
Hay siempre como una inadecuación entre la causa y el efecto. La razón, como fondo de un fundado, es sólo real mediante la
Inadecuación que, aunque Lacan no lo indique, nosotros explicamos sin-razón.
como resultado de la dialéctica hegeliana de la causa y el efecto: En honor a los lectores lacanianos transcribamos aquí un párrafo
causa y efecto como tales resulta que tienen idéntico contenido ( «en en el que Lacan da cuenta de la aporía del cartesianismo, mediante
la causa misma como tal se halla el efecto y en el efecto se halla su conceptos prácticamente idénticos a los aquí utilizados :
causa») 3 ; por eso la causa como tal es impotente a explicar el
porqué de la diferencia entre una forma esencial del contenido «Para Descartes, en el cogito inicial [ . . ] , a lo que apunta el
.

único -la causa- y una forma dependiente de la primera -el yo pienso en tanto que se vuelca en el yo soy, es a un real ;
efecto-. Esta impotencia a dar cuenta, por la causa misma, de la pero lo verdadero queda tan fuera, que luego Descartes se ve
relación causa-efecto es lo que permite a Lacan hablar de una dimen­ obligado a asegurarse ¿ de qué ? De un otro que no sea enga­
sión indefinida, anticonceptual, cada vez que hablamos de causa. ñoso y que, por añadidura, pueda con su mera existencia ga­
Pues bien : rantizar la base de la verdad, garantizarle que en su propia
En la dimensión anticonceptual e insatisfactoria señalada, sitúa razón objetiva existen los fundamentos necesarios para que lo
Lacan el inconsciente freudiano. real mismo del que acaba de asegurarse pueda hallar la dimen­
Tentador sería para nuestro propósito aprovechar esta indica­ sión de la verdad [ . ] . Dios perfecto cuyo quehacer es la
. .

ción de Lacan e intentar ordenar el inconsciente freudiano con res­ verdad, puesto que, sea lo que fuere lo que haya querido decir,
pecto a la dialéctica de la relación de causalidad en la Ciencia de ltJ siempre sería la verdad ; aunque hubiese dicho que dos y dos
Lógica, texto no evocado por Lacan, pero que éste tiene más pre­ son cinco, hubiese sido verdad. » (Les quatre concepts . . . , pági­
sente que el de Kant 4• Pero no es esta dialéctica la que vamos a nas 36-37 ) .
utilizar y ello por múltiples razones ( precisamente un respeto por
la teoría lacaniana cuenta entre ellas ). Vaya por delante que la
dialéctica de la causalidad presupone ya el concepto de realidad en L A RELACIÓN FUNDAMENTAL E N L A DUDA

l Recordemos la precisión que hace Freud en el estudio sobre la Gradiva: El paciente de Freud, acuciado por éste, busca algo que dé
la naturaleza retorna en la /urca misma mediante la cual -en el refrán- se
la expulsa.· . cuenta de su síntoma. En el momento que nos ocupa, la búsqueda
2 Les quatre concepts , pp. 24-25.
. . . se centra en un elemento de su sueño; un elemento, puesto que
3 Ciencia de la lógica, edición española, p. 494. buscado, por definición no presente, o mejor dicho: vagamente pre­
4 Como lo prueba el hecho de que opone lo determinado de la ley de la
sente, poco claro, indistinto. «Algo así como una vaca», dice quizás
acción y la reacción a lo indeterminado de la causa; pues la dialéctica de la
acción y la reacción aparece en la Ciencia de la lógica inmediatamente después el paciente, e inmediatamente -insatisfecho de esto que ha encon­
de la dialéctica de la causa y como expresión de la resolución de esta última. trado- añade: «no, un caballo más bien», y descontento de nuevo:

94 95
< un burr . . en todo caso algo como un animal, aunque . . . » . Fi-
.
momento en el que el paciente afirma que lo presente en el sueño
nalmente : « . . . en realidad no lo sé» . era una concreta representación, y el momento en que la represen­
L a duda n o siempre s e presenta así descompuesta e n sus mo­ tación se confunde y el paciente niega que se trate de ella. El psi­
mentos constitutivos. Cabe suponer que el paciente no se mete en coanalista, en ambos casos, lo que aprehende es el contenido único de
berenjenales y se limita a la última afirmación. Precisemos también la duda, a saber: la pérdida de la representación en la concatenación
que en la medida en que el grado de condensación del elemento significante y en esta misma pérdida retorno de la representación.
turbio del sueño sea considerable, el paciente no sabrá literalmente En la duda, la relación que hace de la concatenación significante
por dónde empezar. Lo cual no es óbice para que cualquier cosa un fundamento y de la representación un fundado, es una relación
que diga, al azar, nos ponga sobre una pista en cuya intersección puramente formal.
con otras pistas se halla necesariamente lo buscado, según la regla Sin embargo, no cabe hablar de contenido único en ambos polos
de oro de la asociación «libre». La descomposición de la duda en de la duda más que porque hay dos polos, y que el uno aparece
elementos empíricamente constitutivos es, sin embargo, útil para como fondo y el otro como lo en un fondo fundado. Es decir, la
poner de manifiesto su arqúitectura puramente lógica. unicidad del contenido, la superación de la relación de forma : fun­
Partamos del primer momento: el paciente busca algo y encuen­ damento/fundado, tiene lugar en cada lado de la forma y ello esen­
tra una representación, un signo completo por ende -vaca en este cialmente; en la duda, que es su superación, persiste la distinción
caso-- . ¿De dónde viene el desencanto? Pues de que no ha encon­ entre la insubsistente representación y la concatenación significante
trado más que lo que ya tenía, y si estuviera satisfecho con lo en la que aquella tiene subsistencia . En términos menos abstractos :
que posee no andaría el « paciente» buscando la ayuda de Freud. la representación singular, que en la duda tiene en sí a su funda­
En efecto: los signos completos, las representaciones, no es precisa­ mento, sigue siendo vivida por el paciente como insubsistencia que
mente lo que le falta al paciente; si es paciente, es porque alguna tiene su fundamento en otro. La representación singular -vaca,
instancia en él tiene la pasión de otra cosa que los signos; en todo caballo-- sigue bañada en inesencialidad. Al paciente se le escapa
caso, otra cosa que los signos aferrados cada uno a su particular en la indistinción del fondo. Esta indistinción, por el contrario, apa­
significado. rece como subsistente.
El paciente no puede retener ninguna representación singular, Entre la representación y la indistinción hay una relación de ine­
y ello porque el mecanismo mismo de la duda supone que la repre­ sencialidad a esencialidad que, no resuelta en la unidad del contenido,
sentación singular no da razón de sí misma, tiene su fundamento constituye una relación fundamental real.
o subsistencia fuera de sí misma, es tan sólo lo puesto o fundado En la duda, los polos contienen lo mismo y, sin embargo, uno es
por este fundamento. De ahí que de la representación singular el polo del fundamento y otro polo de lo fundado; uno es polo de la
paciente retorne al fondo, es decir, a la multiplicidad significante, subsistencia y otro polo de lo insubsistente; uno da razón y otro
a la indistinción, a la condensación, que en el sueño se reveló ser es lo en razón fundado. Detengámonos en esta última expresión.
la verdad de la representación singular: «vaca, no . . . » . Razón es que el polo de la intersección significante da cuenta del
Ahora bien. ¡Este n o a la singularidad v a a ser la última pala­ polo de la representación; ésta es la razón última 5, no hay razón
bra? En absoluto: la duda exige no sólo que la representación se más profunda. Es el fondo de toda razón ; fondo, en concreto, de
anule en su fundamento, sino también que éste circule por la repre­ esa razón propia a la realidad que es la relación causal.
sentación ; hay necesariamente en la duda un retorno del fondo con­ En el significante, en la intersección fonémica, encuentra su sub­
densado al orden de la representación singular ( « . . . quizás un ca­ sistencia el significado. Esta es la real razón . ¿Cabe preguntarse por
ballo»). De estar sólo en la negatividad del fondo, no habría duda. qué razón? Esto es lo característico de la duda. La duda vive la
Por ello cabe decir que en la duda se está revelando la unidad abso­ comunidad de contenido en intersección fonémica y significado y
luta del fondo o razón del concepto ( llámese si se quiere conca­ no se explica por qué aquélla da razón de éste, no se explica por
tenación significante) y del concepto o representación como tal. La qué aquélla es razón y éste lo en razón fundado . No se explica y
duda revela la unidad en contenido de fundamento y fundado. En busca explicación, es decir, busca una «razón» que dé cuenta de la
fundamento encontramos la circulación total de fundamento a fun­ relación de razón. Para la duda no es inmediato e incuestionable el
dado y de fundado a fundamento. Y exactamente lo mismo encontra­
mos en fundado.
5 En todo caso, la última razón imperante, la que caracteriza a nuestra
Nada distingue, pues, desde el punto de vista del contenido, el actual cultura.

96 97
7
que la condensación o intersección significante dé cuenta del signi­ APENDICE AL CAPITULO I *
ficado. Busca la duda un fondo que explique esta relación funda­
PROBLEMAS METODOLOGICOS EN LA CONCE P­
mental en que está inserta. ¿Y dónde tiene la duda este fondo?
Pues en aquello a lo que el paciente no ha dejado de dirigir su CION DEL FONEMA DE JAKOBSON
mirada: en el sueño, que de alguna manera revive para Freud pre­
cisamente mediante el mecanismo de la duda. Pues ¿ qué diferencia P o R J AvrnR Ec H EVERRÍA
el sueño de la duda sino el hecho de que en el sueño se presenta
como inmediata la arbitrariedad que constituye al significado como
fundado en la concatenación significante? Sueño y Duda en conte­
nido no difieren, pero en aquél es inmediato el real decreto que
hace a la representación agotarse en producción.
La arbitrariedad de la reJación fundamental no es, por el con­
trario, inmediata en la duda. La duda tiene, pues, fuera de sí la
real relación de razón que constituye. Está la duda suspendida al
sueño como un fundado que en su fundamento encuentra la arbi­
trariedad pura que agota su subsistir.
La relación de razón inserta en la duda constituye lo real. La 1. PLANTEAMIENTOS GENERALES
subsistencia de lo real es la inmediata arbitrariedad del sueño. La
unidad de la arbitrariedad inmediata y de la arbitrariedad mediata
( del sueño y de la duda) constituirá la cosa. El emerger de la cosa Me propongo llevar a cabo una crítica de la metodología utilizada
en la existencia es el camino de la realidad. por Jakobson en sus Ensayos de lingüística general 1, ejemplificada
en el uso de la categoría lógica de oposición, con vistas a llevar a
cabo una descomposición del fonema en un haz o cúmulo de rasgos
distintos. Intentaré hacer una crítica que sea lo más interna posible,
es decir, que permanezca dentro del marco y de los objetivos en
que se mueve Jakobson, con la idea de llevar su propia metodología
más allá del punto en que él se detiene, para mostrar cómo la propia
coherencia metodológica implica una crítica de los resultados por él
obtenidos .
No obstante, y aunque é s a será la línea principal e n este trabajo,
hay también todo un circuito de líneas de investigación secunda­
rias, a través de las cuales intentará obtener sugerencias respecto a
otros asuntos teóricos que me interesan. Esas referencias, que resu­
miré por ahora bajo los nombres de Saussure y Leibniz, contextua-

* El trabajo que aquí ofrecemos constituyó la aportación de Javier Eche­


verría a uµ seminario realizado en París, al que él mismo alude. Los intere­
ses del autor, como el lector comprobará, no coinciden exactamente con los
nuestros; sin embargo, la crítica del manejo que hace Jakobson de la cate­
goría de oposición, entre otros puntos, se inserta perfectamente en el proyecto
que anima este estudio.
1 El texto utilizado en el Seminario parisino fue la recopilación y traduc­
ción de Nicolas Ruwet de once ensayos de Jakobson, publicados en diversas
revistas; las citas aluden por tanto a dicha edición francesa (Minuit, «Points»
1 963 ), si bien han sido traducidas al castellano y confrontadas con vistas a l�
presente edición ; asimismo las citas de Saussure serán en referencia a la tra­
ducción de Amado Alonso ( Losada, ed. 197 1 ).

98 99
!izarán de algún modo toda expos1c1on crítica relativa a Jakobson, combinar las esencias posibles, aquellas cuya coexistencia no implica
y por lo tanto también la determinarán en cierta forma. contradicción : los composibles.
Hay que tener en cuenta asimismo que esta ponencia se presenta Esta referencia leibniziana se confirma un tanto cuando Jakob­
en un seminario cuyo planteamiento general tiende a confrontar las son cita a. McKay con el fin de explicitar más la noción de código:
categorías conceptuales utilizadas por la moderna lingüística ( con
Saussure y Jakobson como representantes ) y por el psicoanálisis « Según McKay, la palabra clave en teoría de la comuni­
( Freud, Lacan) con las categorías analizadas por Hegel en el libro 11 cación es la noción de posibilidades preconcebidas ; la lingüís­
( sobre la esencia) de la Ciencia de la Lógica. En ese grado hay un tica afirma lo mismo. . . Dicho "conjunto de posibilidades
tercer tipo de referencias que también determinan este escrito: se­ ya previstas y preparadas" ( Cybernetics: Transactions of the
rían las múltiples alusiones a las sesiones anteriores del Seminario, Eighth Conference, New York, 1 95 2 , p. 1 8 3 ) implica la exis­
y en general a la línea teórica global del mismo. tencia de un código . . » ( op. cit., p. 9 0 ) .
.

Mis intereses personales,, por si alguien quiere mantener esa


manera de analizar y categorizar, irían más bien en el sentido de Por otra parte, no se trata de una peculiaridad de Jakobson.
relacionar múltiples textos de Jakobson -sobre todo los referentes También en el Cours de Linguistique générale de Saussure encontra­
a la teoría de la comunicación- con el sistema leibniziano, que se mos expresiones de claro color leibniziano. Por ejemplo, en la pá­
vería encarnado de algún modo en los planteamientos del profesor gina 1 3 5 se afirma :
de Harvard. Sirva como muestrario el concepto de código que él uti­
liza, en tanto principio !imitador de las posibilidades que habría en «El significante elegido por la lengua tampoco podría ser
el tesoro léxico: reemplazado por otro. Este hecho, que parece envolver una
contradicción, podría llamarse familiarmente la carta forzada.
«el repertorio de las combinaciones de esos rasgos en fone­ Se dice a la lengua "elige", pero añadiendo : "será ese signo
mas ( como /p/ , /b/ , /t/, /d/, /k/, /g/, etc. ) está limitado y no otro alguno".
por el código de la lengua dada. El código impone limitacio­ La lengua no puede, pues, equipararse a un contrato puro
nes a las combinaciones posibles del fonema /k/ con los fo­ y simple, y justamente en este aspecto muestra el signo lin­
nemas siguientes y/o precedentes» (op. cit., p. 4 7 ). güístico su máximo interés de estudio; pues si se quiere de­
mostrar que la ley admitida en una colectividad es una cosa que
se sufre y no una regla libremente consentida, la lengua es la
o un poco más adelante:
que ofrece la prueba más concluyente de ello.»

«En la combinación de las unidades lingüísticas existe, pues, Habrá ocasión de volver sobre estas cuestiones cuando nos plan­
una escala ascendente de libertad. En la combinación de los teemos algún texto de Freud en el que se afirma la conveniencia de
rasgos distintivos en fonemas, la libertad del locutor indivi­ analizar todos y cada uno de los elementos de un sueño, por vagos
dual es nula; el código ya ha establecido todas las posibilida­ y engañosos que puedan parecer a la conciencia misma del que ha
des que pueden ser utilizadas en la lengua en cuestión. » soñado, como si se tratase de textos sagrados, es decir, suponiendo
la absoluta necesidad de que fuese ese significante, y no otro, el
Este código que los interlocutores han d e tener e n común para que apareciese expresado. La cadena de significantes que surgiría
comunicarse, y que a nivel de fonemas o rasgos distintivos es abso­ por asociación libre ciertamente determina al elemento del sueño
lutamente determinante de la selección que lleva a cabo el locutor, que ha llegado a manifestarse, que ha llegado a existir, que ha sido
puede ser relacionado con el Dios leibniziano, cuya voluntad crea­ elegido entre todos los posibles por la libido para encarnar la pul­
dora está determinada en su elección del mundo por la inteligencia sión; pero esa determinación no empaña en nada la necesidad que
divina, por las ideas eternas o esenciales, las cuales tampoco pueden se muestra en la elección definitiva, en la cual se expresa el estado
combinarse todas con todas para llegar a la existencia, sino que han del inconsciente, la interacción de las fuerzas pulsionales del mismo.
de obedecer rigurosamente los principios limitativos que determi­ Esa elección forzada en la cual se compendian las infinitas posi­
nan la creación divina : necesariamente ha de resultar el mejor de bilidades viene guiada en Jakobson como en Leibniz por una teleo­
los mundos posibles, porque el intelecto divino es así a la hora de logía. Es el principio de optimización , o de máximo y mínimo. Dios

1 00 101
crea e� máxim� ?e perfección ( o de armonía) con el mínimo gasto, En el grado en que Leibniz no tiene empacho en afirmar la
a partir del mmimo de esencias_ o formas puras posibles. Parecida­ trascendencia, en lugar de enmascararla en un tesoro léxico, una
mente el sistema f.!:memático va . a organizarse según un principio lengua o un código común a todos, que precisamente por estar en
,
analogo de economia ( que no deJa de tener resonancias en el prin­ todos se parece al Dios de Leibniz y por tanto es plenamente tras­
cipio del placer freudiano) : cendente, en ese grado pienso que resulta más interesante ver cómo
se reflejan algunas de las ideas de Jakobson en el sistema leibni­
«Al reducir l a información fonemática contenida e n una ziano, y no al revés, pues así al menos podremos analizarlas en
secuencia al mínimo número de alternativas encontramos la muchas de sus implicaciones teológicas y metafísicas, sin sentir pru­
s�lución más económica, y por ende la mejo; : el número mí­ rito por llamar a la ciencia ( a la lingüística en este caso) por su
nm�o. de las oper��iones más simples con las que se puede verdadero nombre.
codificar y descodificar el mensaje completo. Cuando analiza­
!TIºs una lengua dada en, busca de sus constituyentes últimos,
i� te? t �mos entresacar el número más pequeño de oposiciones
distmtlvas que nos permitan identificar cada uno de los fone­ 2. LA M ETODOLO GÍA D E }AKO BSON
mas en cualquier mensaje compuesto en dicha lengua» ( JA­ RESPECTO A LOS F O NE M A S
KOBSON, op. cit., p. 1 4 3 ).
Dejando de lado las cuestiones anteriores, en esta exposic1on
Se trata de buscar el código óptimo, o mejor, se trata de elabo­ voy a centrarme por completo en una crítica interna a Jakobson ,
ra � una teoría ?e �a lengua sobre la base de que el código que per­ para lo cual hará falta en primer lugar analizar el método que uti­
liza, y luego ver el rigor con que lo aplica. Esto resulta particu­
n;iite la co�umcación y la elección de significantes es el código óp­ larmente necesario por la pretenciosidad misma de los resultados
timo. El sistema de rasgos distintivos que Jakobson va a encontrar
será hallado usando este principio como hilo conductor: a los que llega, cuya tendencia totalizadora se revela por doquier.
Ya vimos antes la escala descendente de libertad en que la lengua
«Un sistema de rasgos distintivos basado en una relación sitúa al sujeto que habla, hasta el punto culminante de que en el
de implicación mutua entre los términos de cada oposición sistema de rasgos distintivos de los fonemas (que constituye una de
binaria constituye el código óptimo, y resultaría injustificado las claves de bóveda del pensamiento de Jakobson, y será el único
suponer que los interlocutores, a lo largo de sus operaciones punto que analizaremos aquí) la libertad sería nula. La obediencia
de coc!ificación y descodificación, se refieren a un conjunto más al principio de optimización en la comunicación lingüística alcanza
a todo el mundo, así como la ley de dicotomía :
complicado y menos económico de criterios diferenciales» (!bid.,
p. 1 45 ).
« La operación binaria es la primera operación lógica del
Al referir todos estos principios directores de la investigación niño. Los dos opuestos surgen simultáneamente y obligan al ni­
de Jakobson al sistema de Leibniz no intento afirmar en absoluto ño a elegir uno de los términos de la alternativa y rechazar
que éste dé cuenta. del primero, ni siquiera parcialmente. Tampoco el otro» ( Ibid., p. 1 46 ).
se trata de revalorizar el pensamiento de Leibniz mostrando cómo
está vigente en la ciencia moderna. Mi intención es más bien meta­ Puesto que además el sistema de opos1c10nes distintivas que
física, o teológica, y tendería a quitarle ese elemento de trascen­ Jakobson elabora trasciende con mucho su origen empírico, hasta
denci� �l Dios de Le�bniz que, a ojos de un moderno, basta para afumarse como un sistema universal, del cual todas las lenguas exis­
descalificar los c?ntemdos. que en esa concepción se expresen. Qui­ tentes toman unas cuantas oposiciones para constituir su propio
tarle tr�scendencia, es decir, verlo encarnado, analizar cómo diversas sistema fonemático, conviene analizar con cuidado los pasos me­
proye:c10nes de � sa concepción de Dios funcionan alegremente en la diante los cuales Jakobson llega a hacer un descubrimiento que le
.
actu�idad, �m nmguna mala conciencia, en una plena inmanencia. va a conducir a afirmaciones tan absolutas, por adjetivarlas con
� .si se quiere, m�strar cómo nuestra ciencia, aparentemente leja­ cierta suavidad.
msima de la teologia, se hermana con ella por doquier, en su mé­ En particular habrá que ver si su propia metodología, el orga­
.
dula misma, en sus conceptos básicos. non que le llevó a esa descomposición del fonema en rasgos distin-

103
1 02
tivos, no puede aplicarse a su vez a los nuevos elementos irreduc­ de cuyo funcionamiento concreto extrae todo fonema su consistencia
tibles que Jakobson fue a encontrar. y su invarianza. Y otro tanto cabría decir del significante, siempre
La localización y análisis de su metodología no la llevó a cabo que se sustituyese la categoría de oposición por la de diferencia, y se
exhaustivamente, sino únicamente en su manejo de las oposiciones tuviese en cuenta, además, que en la oposición del significante al
(binarias, dicotómicas, referidas siempre a la teoría de la comunica­ significado se constituyen ambos como un valor lingüístico, y que es
ción), cuando reduce el fonema a ser un cúmulo de rasgos distin­ precisamente a través de esta función de valor como se introduce en
tivos, u oposiciones binarias. Los textos utilizados están en los lo fónico ( o mej or, en lo acústico) la mediación de todo el sistema
Essais, pero también habrá referencias al análisis del sistema vocá­ lingüístico, en sus diferencias respecto al significante concreto por
lico del turco y consonántico del francés, ya estudiados en anterio­ cuya identidad nos estamos preguntando.
res sesiones de este Seminario, a partir de las Six lefons sur le son Esta tendencia me parece particularmente interesante, siempre
et le sens ( Minuit, 197). que no sea un heraldo de una sustancialización más depurada, o un
La línea general de pensamiento en la cual se enmarca el uso medio de enmascarar un nuevo tipo de sustancialización de unidades
que Jakobson va a hacer de lar oposición me parece muy interesante, lingüísticas . Intento ver, por tanto, si Jakobson se mantiene de ver­
y por eso dedico un análisis detallado a su labor. Se trataría de dad en la pura forma, sin recurrir a algún modo de sustancialización .
una tendencia, que él remite a Saussure, tendente a criticar las di­ Y como quizá haya tiempo de ver al final, la crítica también le al­
versas sustancializaciones de las unidades lingüísticas. Como decía canza de algún modo a Saussure, en particular en el texto siguiente :
Saussure, «la lengua es una forma y no una substancia» (Curso, pá­
gina 206 ). Esto se traduce de inmediato en la concepción del sig­ « precisamente porque los términos a y b son radicalmente
nificante : capaces de llegar como tales hasta las regiones de la concien­
cia -la cual no percibe perpetuamente más que la diferencia
«Esto es más cierto todavía en el signficante lingüístico; en a/ b-, cada uno de los términos queda libre para modificarse
su esencia, de ningún modo es fónico, es incorpóreo, consti­ según las leyes ajenas a su función significativa» (!bid., p. 200).
tuido, no por su sustancia material, sino únicamente por las
diferencias que separan su imagen acústica de todas las de­ Desde el punto de vista en que nos situamos aquí, que es el
más [ . . ]. Este principio es tan esencial, que se aplica a to­
. punto de vista categorial, y en este caso concreto considerando la
dos los elementos materiales de la lengua, incluidos los fo­ categoría de sustancia, negar toda inmediatez consciente, toda auto­
nemas» ( p. 201 ). subsistencia a los términos 'a' o 'b', para afirmar a continuación una
conciencia inmediata de la diferencia a/b, sin plantear como mínimo
Saussure pone las diferencias como lo constitutivo de la lengua; por qué la diferencia entre 'a' y 'b' es la misma diferencia que la
Jakobson va a sustituirlas por las oposiciones, y en particular por que hay entre 'a' y 'b', o si se prefiere, por qué esa diferencia es de
las oposiciones binarias, pero su labor se inscribe en el mismo con­ algún modo distinta de la que hay entre 'c' y 'd', no supone sino
texto de relativización y desustancialización de la lengua iniciadas volver a recaer en otra representación de la misma categoría. Lo
por Saussure. Es un ataque asimismo a la pretendida primariedad cual puede suponer el descubrimiento de un nuevo objeto científico,
del principio lógico de identidad, tanto al nivel de la imagen acústica e incluso de gran importancia, no lo niego. Pero el que la reproduc­
significante ( Saussure) como del fonema, que no tiene significación, ción de lo mismo bajo formas cada vez más depuradas y sutiles sea
pero la posibilita ( Jakobson). algo elogiable en sí, es, como mínimo, discutible, o si se quiere no
Por decirlo con un ejemplo, si yo digo «O» y luego digo «O», no es más que una declaración de las divinidades a las que uno adora,
hay ninguna inmediatez en la que se sustente la igualdad o la iden­ especificando los altares donde las ofrenda sacrificios .
tidad de los dos sonidos pronunciados . Dicha identidad -como asi­ Quede, pues, la idea de que en la metodología aparente de
mismo la diferencia u oposición entre «O» y «a»- sólo surge por la Jakobson hay una tendencia desustancializadora, y pasamos a otro
mediación de un sistema de oposiciones (o de diferencias ) que deter­ punto, dejando para más adelante la confirmación efectiva de dicha
mina la posibilidad de reconocer dos fonemas como el mismo, o tendencia en las conclusiones de Jakobson .
uno como distinto del otro. El fonema no se sostiene en su identidad En el caso de Jakobson ( esto no es cierto en Saussure) existe
por sí mismo, no constituye un substrato último, sino que es relativo una evidente creencia en el método basado en analizar lo complejo
en su autoigualdad y en sus diferencias a un sistema de oposicione�, para buscar los elementos simples. Así sucede en su definición de
104 1 05
morfema como <<Unidad mínima dotada de significación» (op. cit., tengan alguna analogía con el sintagma dado. No se trata, pues, de
p. 58) y asimismo en la consideración del fonema como la ,unid�d que las partes en que se descompone el sintagma constituyan sus
fónica mínima, si bien él va a intentar descomponerla todav1a ma� . componentes, al modo en que dos elementos heterogéneos y auto­
Una vez que encuentre los rasgos distintivos no se privará de decir subsistentes se combinan para formar una unidad compleja, sino que
que son irreductibles, en varias ocasiones, e incluso hablará de ele­ la posibilidad misma de que sean elementos está sobredeterminada
mentos. Por ejemplo: por todo el conjunto de sintagmas que «flotan» sobre el sintagma
considerado.
«El análisis lingüístico descompone gradual�ente las ';1�­ Esta concepción puede ser ampliada a todo tipo de unidades
dades complejas del discurso en morfemas, const1tuyent�s últi­ lingüísticas, incluidos los fonemas, e implica que en cada punto, en
mos que poseen una significación propia; y a su vez disuc;lv� cada fonema, está actuando toda la complejidad del sistema. El
esos vehículos semánticos mínimos en sus componentes últi­ fonema no existe en sí, sino en el ámbito de un sistema lingüístico
mos, capaces de diferenciar los morfem.as u i:ios de ot:os. J;. cuyos elementos, por tanto, no son simples, no son inmediatos ;
.
estas componentes se l�s llama rasgos dzstznttvos» (Ibzd., pa- con lo cual se evita que se conviertan en sustratos o fundamentos
gina 104 ).
últimos de todo el sistema, o al menos se corrige el posible efecto
«Todas las diferencias existentes entre los fonemas de totalizador que puede tener esta metodología.
una lengua dada pueden ser reducidas ª. C.:Pº�iciones binarias, Así, pues, hemos logrado localizar una doble metodología en
simples e indescomponibles, de rasgos distmtivos. Por lo tan­ Jakobson, cuyo funcionamiento concreto en la descomposición del
to, es posible desintegra r �odos los mo �fen_ia� . de una lengua fonema en sus rasgos distintivos se trata ahora de analizar. Quede
cualquiera en rasgos distintivos, que son mdiv1Slble s» (p. 165). claro que dicho funcionamiento va a ser seguido en líneas genera­
les, sin entrar en los detalles y precisiones técnicas que ciertamente
Independientemente del contenido de los hallazgos de Jakobson, lo enriquecerían, pero para las cuales carezco de la debida compe­
intentaré llevar a cabo una crítica de este método, en el grado en el tencia, al no ser lingüista; todo lo cual introducirá imprecisiones y
cual no es lo mismo decir que los fonemas son unidades fónicas dife­ falta de concreción a lo largo de mi exposición que no puedo por
renciales que constituirlas en elementos fónicos, o hacer <;>tro . tanto menos de lamentar.
con los rasgos distintivos . Al convertirlos en elementos, mev1table­
mente se les sustancializa, se les hace irreductibles.
Esta metodología, cuyos defectos voy a intentar mostrar, no era
la de Saussure el cual suponía todo el sistema lingüístico, al menos 3. EL SISTEMA DE RASGOS DISTINTIVOS DE LOS FONEMAS
virtualmente, �n cualquier tipo de unidad mínima, incluido el fone­
ma, con lo cual desaparece la consideración de dich�s unidades como Aceptando ahora plenamente los presupuestos en los que se
si fuesen simples, inanalizables. Por poner un eJemplo, valga l a mueve Jakobson, partamos de la lengua en tanto sistema organi­
posibilidad d e descomponer los sintagmas, tal y como Saussure la zado en niveles que se sirven de contexto los unos a los otros : la
presenta : frase sólo es auténticamente comprensible en el contexto del dis­
curso en el que se la pronuncia, las palabras tienen sentido dentro
« Sólo e n l a medida e n que las otras formas flotan alrededor de una frase, los morfemas dependen en su significación de las pa­
de deshacer y cuadruplex (descubrir, descolocar, destapar . . . ; labras y, por último, los fonemas se nos muestran en los morfemas.
hacer rehacer contrahacer . . , etc.), pueden esas dos palabras
.
No quiero dejar de señalar, sin embargo, que esta escala u ordena­
desco'mponers� en subunidades o, dicho de otro modo, son sin­ ción de niveles plantea problemas metodológicos en sí misma, en
tagmas. Así, des-hacer no sería ana�izable si las otras form�s primer lugar en cuanto supuesto a aceptar ; en segundo lugar, por­
que contienen des- o hacer desaparecieran de la lengua; no seria que permite suponer la aplicación del método de dicotomías de
más que una unidad simple, y sus dos partes no se podrían Jakobson a todos los niveles, y no sólo en el nivel inferior, y en
oponer una a otra» (Curso, pp. 216-217). tercer lugar, porque surgen problemas exclusivamente fonémicos,
ya que Jakobson indicará la existencia de los rasgos configurativos
Cada sintagma, en tanto conjunto de partes, es relativo a los y redundantes en los fonemas como modo de marcar esos diversos
demás sintagmas existentes en el sistema lingüístico, siempre que niveles :
106 107
« Los rasgos configurativos señalan la división del enun­ abajo» un sistema de opos1c10nes que en su funcionamiento hace
ciado en unidades gramaticales con diferentes grados de com­ posible aludir a «un mismo fonema» o a «fonemas diferentes», decir
plejidad, en particular en frases y en palabras, bien porque que se ha oído lo mismo, tras la obligada reflexión sobre lo dicho.
pongan de relieve esas unidades e indiquen su jerarquía ( son Un fonema no está individualizado sino por los rasgos distintivos
los rasgos culminativos) , bien porque las delimiten y las in­ que lo constituyen, como ya vimos en el sistema vocálico turco,
tegren ( son los rasgos demarcativos)» (op. cit., p. 109). cuyas ocho vocales existían a partir de tres oposiciones .
Partiendo de esto, Jakobson definirá al fonema como un haz o
Y, análogamente, los rasgos redundantes, que participan del ca­ cúmulo de rasgos distintivos. Por referirme a otro de los caballos
rácter configurativo y del distintivo. de batalla de este Seminario, un fonema no podría ser el mismo
No voy a entrar por ahora en todas esas cuestiones, como tam­ sin un sistema de oposiciones previo, que no se muestra de inme­
poco voy a ponerme a estudiar la noción de código en tanto prin­ diato en la producción, pero sí en la reflexión, cuando ese fonema
cipio o colección de princip) os limitadores de las combinaciones se reconoce como repetición de lo mismo, o en el momento en que
fonémicas. En todo caso po drían tratarse en referencia a los pro­ algún interlocutor ha entendido de qué fonema se trataba y podría
blemas de ritmo a los que en diversas ocasiones ha aludido Luis repetirlo. La sustancialidad, o cualquier tipo de «en sí» para el fo­
Caramés en este Seminario. nema, ha sido puesta en cuestión al descubrir un sistema de me­
Me interesa más bien la hipótesis misma de los diversos niveles diaciones en su misma médula, en su inserción dentro de un sis­
lingüísticos que se engarzan los unos con los otros sucesivamente, tema fonemático.
en tanto puede conducir a la búsqueda del último eslabón de la Jakobson procederá primero elaborando catálogos empíricos en
cadena. Si dicho eslabón fuese hallado, su estructura repercutiría las diversas lenguas, pero al final acabará concluyendo un sistema
en todos los restantes niveles, al apoyarse él en sí mismo, pudiendo de rasgos distintivos con validez universal :
llegarse a creer incluso que su influencia sería determinante. Ja­
kobson pretenderá descubrir ese último nivel irreductible en los «Los progresos hechos en el estudio fonemático del len­
rasgos distintivos, de los cuales dependerían de algún modo todos guaje de los niños y de los afásicos, que han ido a la par con
los posibles análisis de morfemas, palabras, frases, etc. Con lo cual el descubrimiento de un número siempre creciente de leyes,
uno de los elementos medulares de la lengua radicaría en esas uni­ dejan al descubierto el problema de las reglas universales que
dades mínimas cuya estructura, sistema de relaciones y categoriza­ están a la base de los sistemas fonemáticos de las lenguas>>
ción repercutiría por doquier en el sistema lingüístico. No se trata, ( p . 126).
por tanto, de que Jakobson considere los rasgos distintivos como
si estuviesen aislados de todo el resto. Él insistirá constantemente y más adelante :
en las variaciones que los usos gramaticales, e incluso semánticos,
introducen en el funcionamiento de los fonemas. Pero aun admi­ «Los rasgos distintivos intrínsecos descubiertos hasta aho­
tiendo esta influencia, no dejará de afirmar la peculiaridad del sis­ ra en las lenguas del mundo, los cuales, junto con los rasgos
tema de rasgos distintivos, cuya constitución se manifiesta por prosódicos, sostienen la totalidad del repertorio morfológico
todas partes en la lengua, aunque sea a través de unidades dotadas y léxico de las mismas, se reducen a doce oposiciones, entre
de significación ( morfemas, palabras) o a través del funcionamiento las cuales cada lengua hace su propia elección» (p. 127).
de categorías gramaticales . Jakobson parece afirmar una cierta pri­
macía de este nivel, al menos en cuanto la libertad del locutor in­ Estas doce oposiciones serían las siguientes :
dividual es aquí nula, según veíamos en una cita anterior, cosa que
no sucede en los demás niveles lingüísticos . l. Vocálico - no vocálico.
Dicho esto, conviene insistir en que Jakobson le quita al fone­ II. Consonántico - no consonántico.
ma cualquier identidad inmediata consigo mismo, cualquier pre­ III. Compticto - difuso.
tensión de que con toda evidencia tras oír «O» y luego «O» hemos IV. Tenso - flojo.
oído lo mismo, ha sido el mismo fonema. Si se puede afirmar esto V. Sonoro - sordo.
no es en base a una determinación «por arriba» , como Saussure VI . Nasalizado - no nasalizado.
e tablecía respecto a los sintagmas, sino porque ha actuado «por VII. Discontinuo - continuo.
108 109
VIII. Estridente - mate. tre dos cosas que se oponen la una a la otra, y no el criterio mismo
IX. Bloqueado - no bloqueado. de distinción. Es de notar también, dicho sea al pasar, cómo el cri­
X. Grave - agudo. terio económico de máxima producción, o de optimización, sigue
XI . Bemolizado - no bemolizado. mostrándose en el pensamiento de Jakobson también a este nivel
XII . Sostenido - no sostenido ( pp. 128-130). de su análisis. En ese grado, lo esencial para él es encontrar un
sistema de oposiciones que se adapte al principio metodológico de
de las cuales las nueve primeras aparecen clasificadas como rasgos optimización, lo cual constituye el núcleo en el que le estoy estu­
de sonoridad y las tres últimas como rasgos de tonalidad. Para ex­ diando.
plicar el contenido de cada oposición, es decir, para. �1!ministrar un Resumiendo, hasta el momento Jakobson ha utilizado una doble
criterio a partir del cual se pueda reconocer tal opos1c10n o tal otra, metodología, como mínimo:
Jakobson recurre a dos maneras diferentes, que ya habían sido pro­
puestas por Saussure: acústiaamente, es decir, �edian�e �paratos, e�­ 1. Reducción o análisis de las diversas unidades lin?.,üísticas,
pectros acústicos, etc., y genéticamente, es decir, y sm mte.ntar ��1- hasta llegar a sus componentes últimas e irreductibles, o
nar mucho, recurriendo al modo de llevarse a cabo la artlculac1on elementos : búsqueda del último eslabón.
de los sonidos. 2. Descomposición de ese último eslabón en un sistema de
Me parece muy importante recalcar que Jakobson insiste en que oposiciones, cuya confluencia definirá cada fonema.
los nombres elegidos, y de algún modo también los criterios, no
tienen mucha importancia para lo que él pretende. De hecho, pro­ Dicho sistema es completo ( libertad nula) y da cuenta de todos
pone otras posibles denominaciones : los fonemas de todas las lenguas. Por otra parte, cada una de esas
oposiciones es irreductible.
«Pero como cada uno de esos rasgos es definible, y ha Puesto que el propio Jakobson nos dice que para tener el sis­
sido definido efectivamente tanto sobre el plano motor como tema gramatical y fonológico de una lengua «un simple catálogo
sobre el plano acústico, a cada uno de ellos le podría corres­ de sus componentes no basta» (p. 71 ) , voy a investigar ahora ese
ponder con igual derecho una designación articulatoria nueva, catálogo de rasgos distintivos en su necesidad, en tanto constituye
en función de las necesidades de la causa, como centrífu.�o­ un auténtico sistema, y no ya sólo un agregado de componentes.
centrípeto en lugar de compacto-difuso, de bordes ru?.,osos-de No basta, pues, con que efectivamente dé cuenta de todos los fone­
bordes lisos en lugar de estridente-mate, periférico-medio en mas posibles en todas las lenguas, lo cual es una cuestión menor,
lugar de grave-agudo ... en la propia óptica de Jakobson. Se trata de ver cómo se organiza
Poco nos importa reemplazar una clasificación acústica por ese sistema, si es pura enumeración o bien hay jerarquías entre unas
una clasificación articulatoria ; se trata más bien de descubrir y otras oposiciones, semejanzas en el funcionamiento o en la apa­
los criterios de división más productivos que resulten válidos rición, etc.
para los dos aspectos» ( p . 135). Dicho de otro modo, ¿qué categorías organizan ese sistema uni­
versal como tal sistema? ¿Continúa desempeñando un papel esen­
Es decir, que Jakobson, forzado a elegir, no se quedaría ni con cial la oposición, como permitiría suponerlo el siguiente texto de
. (y, por lo tanto,
el criterio acústico ni con el criterio articulator10 la página 165:
le son indiferentes los conceptos que se utilicen para dar cuenta de
cada una de las doce oposiciones), sino con aquel criterio que, con «cuando se elabora el sistema fonológico de una lengua dada,
el mínimo de rasgos distintivos, le permitiese dar cuenta de todas cabe dejar de lado la significación de las unidades formales
las oposiciones que empíricamente se van encontrando en l? s si�­ diferenciadas por los fonemas . Basta con establecer que esas
.
temas fonémicos de las diversas lenguas. Estos doce rasgos distmtl­ significaciones son distintas»?
vos son un poco como los elementos de la tabla periódica. Puede
haber varios modos de ordenarlos, de organizarlos y darles nombre; Mas si lo esencial es que todas sean oposiciones, ¿ por qué hay
lo esencial es que todos ellos son irreductibles a los demás, y per­ 12 y no más bien 26? ¿O es que todas esas oposiciones son dife­
miten dar cuenta de todas las unidades químicas más complejas. Lo rentes entre sí? Si es así, ¿ de qué modo? ¿ Qué significa entre opo­
fundamental es la oposición misma, el que se pueda distinguir en- siciones que vocal no sea a no vocal como grave es a agudo? ¿O bien
110 111
son meramente diversas, por utilizar la distinción hegeliana entre 12 serían de sonoridad y cuatro de tonalidad. La organizacion del
diversidad y diferencia? ¿O es que, como sería lógico pensar, esas sistema formal habría mejorado considerablemente, permitiendo es­
oposiciones se oponen entre sí, con lo cual tendríamos que buscar tudiarlo mediante técnicas matemáticas de grupos, como Jakobson
oposiciones de oposiciones ? propugnaba para las unidades formales mínimas o morfemas ( ibid.,
Ya a simple vista, en e l cuadro, se v e que las dos primeras es­ p. 163 ) . Es claro que, análogamente a como el sistema vocálico del
tán más relacionadas entre sí que las demás ; de hecho, son un turco, constituido por ocho vocales, se organizaba según tres tipos
claro desdoblamiento de la oposición vocal-consonante, necesario a de oposición diferentes (23 = 8 ), el sistema de las 16 oposiciones
partir de la consideración de las líquidas (ver p . 140). Y, en gene­ se podría organizar según cuatro tipos diferentes de oposiciones, que
ral, se puede pronosticar un desdoblamiento similar para la opo­ en este caso serían oposiciones de oposiciones, y no ya oposiciones
sición compacto-difuso, por cuanto el propio Jakobson apunta que: entre términos «simples» .
Pero aun cuando nos atengamos a l sistema tal y como l o da
«Entre los rasgos, intrínsecos, tan sólo la distinción com­ Jakobson, con las 12 oposiciones, el problema de cómo organizarlo
pacto-difuso en las vocales presenta frecuentemente un nú­ aparece igual, y el propio Jakobson es consciente de ello, planteán­
mero mayor de términos, lo más a menudo tres. Por ejemplo: dolo en numerosas ocasiones . Lo notable es que ahora volverá a
[ ae] es a [ e] como [ e] es a [i]: la media geométrica [e] resurgir el Jakobson empirista, y lo que antes era orgullo por haber
es no-compacta en relación a [ ae] y no-difusa en relación a [ i] » encontrado criterios rigurosos para organizar los sistemas fonemá­
( p . 146 ). ticos se convertirá en pura experimentación a partir de la cual in­
ducir la organización del sistema de rasgos distintivos. En este
Si desarrollamos el punto de vista del propio Jakobson, resulta punto resulta reveladora la comparación con Leibniz, el cual, sin
evidente la no homogeneidad de dicho cuadro, y su posible am­ dejar de investigar constantemente las lenguas concretas tal y como
pliación a 16 oposiciones, todas ellas del tipo A/, no A, es decir, eran conocidas en su tiempo, y dentro de una preocupación similar
opo�iciones de las que él mismo llama contradictorias, y no ya con­ a la de Jakobson (buscar leyes lingüísticas universales), si bien más
trarias: ambiciosa ( es sabido que Leibniz trató de investigar la existencia
de una lengua universal, punto en el cual el joven Saussure también
«La lógica distingue dos especies de oposiciones . El pri­ hizo sus pinitos a los quince años: véase el Essai pour réduire les
mer tipo, oposición de términos contradictorios, es una rela­ mots du Cree, du Latín et de l'Allemand a un petit nombre de
ción entre la presencia y la ausencia de un mismo elemento. racines, inédito contenido en la colección Harvard, y mencionado
Ejemplo: las vocales largas que se oponen a las vocales sin por Jakobson en su artículo «Saussure's unpublished reflections on
longitud. El segundo tipo, oposición de términos contrarios, phonemes», Cahiers Ferdinand de Saussure, 26 ( 1969), págs. 5-14 ) ,
es una relación entre dos elementos "que forman parte de un nunca dejó de afirmar el principio de organización esencialmente ló­
mismo género y que difieren máximamente entre sí; o que, gica que debía regir dicha lengua universal: su descubrimiento del
presentando una característica específica que puede tener gra­ sistema binario como lenguaje en el cual todo podría ser expresado,
dos, la poseen respectivamente en grado máximo o mínimo". del cual Jakobson es evidentemente tributario, surgió como una
Ejemplo: las vocales agudas que se oponen a las graves» ( O b­ consecuencia de su empeño en llevar los principios lógicos hasta el
servations sur le classement phonologique des consonnes, Pro­ final, sin contentarse con elaborar tablas de elementos, cosa que
ceedings of the Third International Congress of Phonetics, sin embargo también hizo, y en muchísimas ocasiones.
1938, Ghent, p. 35). Resulta notable, por tanto, que el rigor de la metodología de
Jakobson, tal y como él mismo lo ha propugnado en la lengua, de­
La mezcla de ambos tipos de oposiciones habla en contra, desde caiga considerablemente una vez consolidado su descubrimiento del
u � yunto de vista estrictamente lógico y metodológico, que no em­ sistema de rasgos distintivos . Como si no necesitasen maestro que
.
�mco, del sistema elaborado por Jakobson. Cabe, pues, la posibi­ les infundiese espíritu (y luego organización) estos doce rasgos
lidad de mejorarlo, descomponiendo las oposiciones basadas en con­ distintivos se sostienen por sí solos, son inmediatos a la lengua,
trarios ( compacto-difuso, forzado-relajado, estridente-mate, grave­ por así decirlo. El constructor de la notable maquinaria de guerra
a �udo) en pares de oposiciones basadas en contradictorios, respec­ que son las dicotomizaciones no se ha atrevido a aplicársela a sí
tivamente, con lo cual se obtendrían 16 oposiciones, de las cuales mismo, sino que para investigar las jerarquías entre dichos pares de

112 113
8
rasgos distintivos se contenta con un mét�0 puramente .expe�i­ ta representa el mayor gasto de energía del cual es capaz el
mental, en el cual jamás se pondra, en cuestion la autosubsistencia aparato vocal humano.
del sistema mismo de oposiciones : será una hipótesis incuestionada, Esta polaridad entre el máximo y el mínimo de energía
y no ya sólo como axioma, sino como resultado de una trabajosa aparece primitivamente como un contraste entre dos unidades
investigación que reafirma considerablemente la impresión de vali­ sucesivas -la consonante óptima y la vocal óptima-. Puesto
dez y de verdad universal. que muchas lenguas ignoran las sílabas sin consonante pre­
Toda esta fase posterior es muy ilustrativa. Por un lado él vocálica y/o con consonante post-vocálica, CV (consonante
admite la existencia de relaciones jerárquicas, si bien nunca llega más vocal) es el único modelo silábico universal» ( pág. 136 ).
a especificar cuáles son esas relaciones. A lo sumo en algunos casos

mostrará cómo determinadas oposiciones se constituyen siempre con Desde el momento del establecimiento de las 12 oposiciones
posterioridad a otras, tanto en los niños como en el caso inverso era claro que todas iban a tener que reducirse a una ; lo notable
de los afásicos. A partir dtt este hecho, surgirán los triángulos fun­ es que J akobson ha llegado a este resultado por un atajo, por así
damentales vocálicos y consonánticos como fase posterior a la con­ decirlo, abandonando el principio de dicotomización sistemática que
traposición vocal-consonante. Y según el grado de desarrollo a que había propugnado. Posteriormente aparecerá el triángulo primor­
dial, que se escindirá en dos, hasta reconstruirse toda la tabla de
llegue cada lengua irán apareciendo más pares de oposiciones o no.
las doce oposiciones, eventualmente. Pero este desarrollo no es
La analogía con la física que Jakobson tanto se complace en
relevante para el objeto de esta exposición.
mencionar puede resultar reveladora de cómo esta metodología,
Hay veces que Jakobson busca criterios gramaticales para dar
hasta cierto punto común a ambas ciencias, les lleva también a los
razón de dicha jerarquía:
mismos problemas, condenados siempre a ver cómo aparece un
nuevo tipo de corpúsculo que no cabe en la tabla, o un elemento «Un hecho esencial para la comprehensión de los rasgos
cuyo lugar no es claro, o una nueva oposición que malamente se fonológicos de la lengua en cuestión y de las relaciones jerár­
articula en el sistema. quicas que tienen entre sí es que esos rasgos fonológicos
Por otra parte, y esto será muy característico de �akobson, �n diferentes sean elegidos y utilizados de diferentes maneras según
toda esta fase irá surgiendo cada vez con mayor claridad la exis­ las categorías gramaticales» ( pág. 169).
tencia de una oposición previa y fundamental, que ocuparía la cima
jerárquica de la tabla, y a partir de la cual surgirían las demá � dico­ pero siempre lo hace al nivel de cada lengua concreta, por cuanto
tomías. Para llegar a esta oposición originaria va a introducir una él no se plantea la idea leibniziana de una gramática universal. Por
tercera metodología, que, por decirlo esquemáticamente, se apoyaría lo tanto, el sistema universal de rasgos distintivos continúa con­
en la creencia de que lo primero que aparece en el lenguaje del niño, servando un papel privilegiado, y su modo de organización no se
y lo último que desaparece en el afásico, en tanto se trata de un �ro­ busca, en última instancia, en función de categorías gramaticales.
ceso inverso, son índices de lo primero desde un punto de vista Recapitulando un poco, cabe afirmar que lo que Jakobson no
lógico, y todavía más, que si alguna oposición aparece invariable­ ha hecho es aplicarse su método a sí mismo, proseguir la descom­
mente con posterioridad a alguna otra, entonces de algún modo posición, buscando por ejemplo en el cerebro criterios sustentadores
le está lógicamente subordinada; al menos la jerarquía del sistema de las nuevas oposiciones de oposiciones, con lo cual determinada
de oposiciones se va a elaborar en función de estos criterios gené­ zona de determinado lóbulo cerebral daría razón de la oposición
ticos. Siguiendo este método, Jakobson irá dando cada vez mayor tonal-sonora, por ejemplo, y así sucesivamente. Podría ser también
énfasis a la oposición vocal óptima-consonante óptima como la di­ el oído interno, o incluso se podrían construir nuevos instrumen­
cotomía originaria, en la cual se van a insertar todas las poster�ores tos en cuyo funcionamiento se encontrase un apoyo donde susten­
como especificaciones de ella. Más o menos confusamente, lo cierto tar y buscar criterios para estas nuevas oposiciones. Siempre hay
es que sale a la luz el modelo silábico universal: mundos desconocidos donde proyectar las propias categorizaciones.
Todo esto sería la prolongación lógica de su metodología, pero
«En consecuencia, la oclusiva difusa, en la cual la produc­ él parece preferir quedarse en la irreductibilidad de sus oposicio­
ción de energía se encuentra reducida al máximo, aparece nes distintivas, con lo cual inevitablemente las sustancializa, ca­
como lo más próximo al silencio, mientras que la vocal abier- yendo de lleno en su propia crítica. Y si no las oposiciones, el subs-
114 115
trato último provendrá del criterio que se use: puesto que Jakob­ cando que la ciencia progrese lo suficiente para reducir de algún
son emplea dos, lo esencial será la organización del sistema articu­ modo las doce oposiciones irreductibles a una. En lo cual aparece
latorio (bien entendido, sabiendo que ninguno de los elementos es nítidamente diferenciado de Leibniz, en el cual no había ningún
imprescindible, como tampoco lo eran las denominaciones grave­ monismo sustancial, sino un pluralismo mantenido a capa y espada.
agudo, etc. ), o si no las variables esenciales que se consideren en los Para llegar a esa oposición primigenia entre vocal óptima y
aparatos acústicos . En un caso como en otro la traición a la ten­ consonante óptima, Jakobson no utiliza una metodología puramente
dencia desustancializadora resulta evidente. lógica o matemática, que sin duda estaba a su alcance, pero que
Para mostrar hasta qué punto este problema está latente en se acoplaba mal con las distinciones tradicionales en fonología,
Jakobson baste con señalar que, una vez elaborada la línea fun­ las cuales recurren con frecuencia a tricotomías. Sin embargo, ya
damental de este escrito, en la mañana previa a su exposición en hemos visto que esa vía aparece abierta. Basta organizar el sistema
el Seminario estuve hojeando por curiosidad el núm. 26 de los de rasgos distintivos según oposiciones por contradicción, con lo
Cahiers Ferdinand de Sausstfre, que había ido a parar a mis ma­ cual tendríamos dieciséis, considerar luego las cuatro oposiciones
nos en función del artículo antes mencionado de Jakobson sobre de oposiciones que dan cuenta de las dieciséis, buscar luego algún
los inéditos de Saussure en torno al fonema. En dicho número criterio todavía más sutil que dé cuenta de estas cuatro como com­
había un artículo de Malmberg, en el cual se hacía una crítica muy binación de dos oposiciones de oposiciones de oposiciones, las cua­
p arecida a Jakobson, si bien desde posiciones teóricas muy dife­ les se opondrían a su vez, llegándose con ello a la oposición o con­
rentes a las que aquí se sustentan. Menciono algunos párrafos reve­ tradicción originaria, de cuyo despliegue surgirían necesariamente
ladores : las demás, un poco al modo del ser/nada de la Ciencia de la lógica,
bien que combinatoria y no dialécticamente, si ello fuese posible.
«Cuando acababa de terminar en 1966 mi artículo de La teoría matemática de espacios cocientes ( o incluso de grupos
homenaje a Jakobson, yo mismo tenía la impresión de haber cocientes, si se llegase a mostrar allí la estructura de grupo en
contribuido a la solución del problema de los rasgos distin­ funcionamiento, como deseaba Jakobson) ofrece una buena forma­
tivos proponiendo la idea de ver en ellos hechos perceptua­ lización para hacer inteligible este proceso, a falta de que la ciencia
les, �ues la percepción me parecía menos «sustancial» que empírica fuese elaborando criterios precisos para dar cuenta de es­
_
las v1brac1ones sonoras y que los movimientos articulatorios. tos sucesivos pasos hacia la oposición originaria.
Era una falsa impresión. Si los fonemas son divisibles lin­ Jakobson no se atreve a entrar en estas especulaciones pura­
güísticamente -y no cabe ninguna duda de que lo son-, las mente formales, y opta por el experimentalismo, ciñéndose de paso
partículas que los componen también son, necesariamente, lo más posible al corpus tradicional en fonología. Al final, usando
combinaciones de un nivel funcional ( o de forma) y de un aquella tercera metodología que conecta las apariciones y desapari­
nivel sustancial, y ello tanto como las unidades mayores. Se ciones temporales con el orden lógico, va a encontrar el modelo
trata únicamente de encontrar un método para aislar esos silábico universal en la oposición vocal óptima/consonante óptima,
rasgos y describir su aspecto formal» (B. MALMBERG, «Le trait cuyo criterio de base se trasluce bien en el texto ya mencionado:
distinctif, unité de forme? », Cahiers Ferdinand de Saussure' por un lado la máxima energía posible para el aparato articulatorio
26 (1969), págs. 65-75). humano y, por otro, el silencio. La evidente relatividad de ambas
nociones no induce dificultades, pues lo importante es su contra­
Tal y como yo he entendido a Jakobson, sin embargo, no está posición, o la oposición máximo-mínimo, por mostrar al fin la ca­
tan clara en él la sustancialización de los movimientos vibratorios tegoría de la cantidad en la que se sustenta el modelo silábico
sonoros, o de los movimientos articulatorios. Lo que en él se sus­ universal.
tancializa es más bien la oposición misma, primero bajo la forma Aunque sólo sea de pasada, no quiero dejar de señalar cómo
de las doce oposiciones irreductibles, luego bajo la forma del mo­ la categorización propia al instrumento de observación de los fenó­
delo silábico universal, que sin duda constituye un paso más en menos fonémicos se ha introducido y proyectado por completo so­
la aplicación de una misma metodología. Es importante precisar, bre el campo teórico u objeto puro que se pretendía estudiar. Como
por tanto, que en Jakobson hay un monismo de base que se en­ por azar, las categorías opositivas últimas ( máximo-mínimo, con el
criterio de optimización subyaciéndolas) plasman nítidamente la
�asc�ra . bastant� mal en la pluralidad de oposiciones, por cuanto
m s1qmera se mtenta pensar esa pluralidad: sólo se está bus- estructura misma del espectro auditivo y de los aparatos que nos

116 117
lo dibujan. Sobre la deformación que esto induce en el objeto último término a verse a sí mismo como objeto, como el objeto
mismo estudiado no hace falta insistir por ahora; baste recordar buscado con l a organización adecuada que se deseaba. Este paso no
cómo el destino de la física corpuscular fue el mismo, con lo cual lo da Jakobson , evidentemente.
el hermanamiento metodológico de ambas ciencias se manifiesta
de nuevo, aunque esta vez sea evidenciando los problemas inheren­
tes a la utilización de una metodología basada en el descubrimiento
de los elementos últimos en función de la categoría de oposición. 4. ÜBSERVACIONES FINALES
Pero aun dejando de lado todo esto, la crítica misma del modelo
silábico universal, tal y como ha surgido, genéticamente, resulta No voy a entrar en la polémica apuntada en los últimos párra­
bastante sencilla, permaneciendo todavía en la órbita ideal que le fos, que evidentemente me llevaría muy lej ?s de la ór?ita ia.kob­
hemos supuesto a Jakobson, es decir, en la de sustancialización y soniana. Me contento con que hayan aparecido una serie de insu­
en el uso de la oposición . En efecto, no debe resultar difícil mos­ ficiencias en su modo de proceder, a partir de las promesas mismas
trar, por ejemplo, que los niños comienzan a manejar la oposición apuntadas por él.
consonante óptima/vocal óptima ( o casi-silencio/máxima energía) Sí quiero volver en cambio sobre Saussure, para mostrar en
partiendo de muchos juegos anteriores, y de las funciones libidina­ qué sentido entiendo que la crítica aquí esbozada con respecto. a
les que dichos juegos desempeñan en la economía del deseo ( por Jakobson le resulta aplicable también al au �o� del Cours de. lzn­
ejemplo, la presencia-ausencia que Jakobson utiliza para caracteri­ guistique. Para ello recuerdo el texto que ya cite, un poco ampliado
zar las oposiciones por contradicción sería anterior a las oposiciones (págs. 199 y 200):
fonémicas, según vimos en la última sesión con relación al juego
del Fort-Da observado por Freud). Haciendo funcionar de nuevo «Si la parte conceptual del valor está constituida única­
los propios presupuestos de Jakobson, nada nos impediría buscar mente por sus conexiones y diferencias con los otros térmi­
-y acabar por encontrar, naturalmente : por decirlo con Marx, nos de la lemma otro tanto se puede decir de su parte ma­
sólo se investiga aquello para cuya resolución ya están dadas las terial. Lo qu; i�porta en la palabra no es el sonido por sí
condiciones básicas- una oposición anterior, o un sistema de opo­ mismo, smo las diferencias fónicas que permiten distinguir
siciones en la economía libidinal, de las cuales la oposición silencio­ esas p?.labras de todas las demás) pues ellas son las que llevan
grito, o silencio-lloro no fuese sino una proyección. ¿Por qué esta la significadón.
oposición no habría de ser a su vez núcleo de un « lenguaje» pre­ Quizá esto sorprende, pero en verdad, ¿ dónde habría la
vio, del cual el que usamos sólo sería un epifenómeno? posibilidad de lo contrario? Puesto que no hay imagen vocal
Habría, pues, oposiciones previas, eslabones anteriores de la que responda mejor que Nta a lo que se le encomienda ex­
cadena, y de algún modo allí se sustentarían las de los rasgos dis­ presar, es evidente, hasta a priori que nunca podrá un frag­
,

tintivos, en tanto éstos han sido organizados jerárquicamente según mento de lengua estar fundado, en último análisis, en otra
criterios .genéticos. Digo oposiciones por mantenerme en la pers­ cosa que en su no-coincidencia con el resto. Arbitratiio y dife­
!Jectiva de ]"!kobson, pues igual cabría hablar de diferencias libres, rencial son dos cualidades correlativ as.
o de pura diversidad. La metodología basada en la búsqueda de La alteración de los signos lingüísticos patentiza bien esta
elementos se encuentra con que, aunque pretenda desustancializar correlación ; precisamente porque los términos 'a' y 'b' so ? ra­
dichos elementos poniéndolos en la figura de oposición, el sistema dicalmente incapaces de llegar como tales hasta las regiones
de rasgos distintivos que surge acaba formando una oposición más de la conciencia -la cual no percibe perpetuamente más que
elemental que las otras. Y al preguntarncs por ella siempre encon­ la diferencia a/b-, cada uno de los términos queda libre
tramos otra u otras que le son previas . El método lleva en sí su para modificarse según leyes ajenas a su función significativa.»
destino, su infinita búsqueda de objeto al cual aplicarle el método,
el1 el cual encontrar algo sustancial donde hacer actuar la maqui­ Si lo que se capta no es a ni b, sino la diferencia a/ b, habrá
naria, el or.e.anon, la dicotomización. Al partir de la noción de ca­ que plantearse cómo se sabe que esa diferencia no es la misma
dena, de niveles engarzados unos con otros, y buscar el último ( o que la diferencia e/d; o si se quiere cómo se llega a determinar
primer) eslabón, el método se encadena a s í mismo, s e condena a que las diferencias a/ b y e/d son del mismo tipo, pero no son la
reencontrar siempre su misma estructura del punto de partida, y en misma, o bien que son de distinto tipo: no se diferencia igual sig-

118 11 9
nificante de significado que un significante de otro, por ejemplo, ni Se trata de la proporcionalidad en tanto no aparezca reducida
un fonema <le un morfema como un morfema de otro, o de un a la igualdad, como en la aritmética, sino que se mantenga en el
semantema. Es decir, habrá que ver si ese mundo de diferencias que enunciado «a es a b como e es a d», o si se quiere en la simboliza­
'erpetuamente capta la conciencia está regido por la igualdad, la ción (que Leibniz inventó y que Saussure utiliza) según la cual
diferencia o la oposición entre esas diferencias, ya que no entre
a y b, los cuales no acceden a la conciencia como tales, mientras a : b :: e : d
que sus diferencias sí que parecen acceder como tales diferencias.
Y el proceso es infinito, pues luego cabe preguntar por las catego­ Este mecanismo o forma de relación (categoría) está en la médula
rías que organizan esas diferencias de diferencias u oposiciones de misma de la noción saussuriana de valor, en tanto conexión de los
diferencias, como se prefiera. En este proceso todavía hallábamos dos mundos amorfos de diferencias puras : el de las ideas y el de
un final en el sistema fonémico, en el grado en que éste aparece las impresiones acústicas. Puesto que las diferencias entre las ideas
como finito y como dado; pero en el sistema de significantes el son proporcionales (por así decirlo abreviadamente; en realidad
puerto en donde confluye todÓ este proceso reflexivo no se divisa habría que evitar la predicación por el son y mantenerse en el ser
por ningún lado. Eso sí, a cada paso se produce un nuevo objeto a, como) a las diferencias entre las imágenes acústicas, en ese grado
o categorización científica, lo cual puede constituir un objetivo en la oposición significante-significado adquiere un valor lingüístico y
sí mismo. Pero también dicho objetivo seguirá siendo analizable, funciona dentro de un sistema. Análogamente, en el caso de los
y por cierto . más que otros. fonemas, es claro que la oposición p /g funciona como la oposición
Allí donde el proceso se detenga, difícil será no caer en nuevos pato/gato y como las demás oposiciones análogas : y la oposición
átomos o formas sustanciales, equivalentes por el papel que juga­ p/ g sólo existe y tiene valor fonémico en el grado en que está sus­
rán a lo que eran los signos « simples» a y b. ¡ Como si ese supuesto tentada por las otras, y éstas se sustentan en ella.
de simplicidad para a y b, y de inmediatez para a-a se sostuviese No quiero insistir en el punto de que la relación valor de
de alguna manera ! Pero en este contexto de poco sirve decir que uso/valor de cambio funciona según el mismo mecanismo, permi­
la diferencia a/ b es previa a los términos a y b, si uno no se pre­ tiendo por su desarrollo encontrar el dinero como medida de esa
gunta de inmediato por el estatuto de dicha diferencia que subyace proporcionalidad, pero posibilitando en su origen mismo comparar
a ambos términos. cosas tan aparentemente heterogéneas como la satisfacción de una
En este sentido quiero apuntar una posibilidad que se deduce necesidad y la satisfacción de otra necesidad, o el trabajo empleado
con bastante claridad del pensamiento de Saussure, y que acaso en producir un objeto como el trabajo empleado por otra persona
podría resultar interesante para el objetivo de este Seminario de para produc1t otro objeto, en donde se instituirá, paralelamente al
ver si las categorías de la reflexión hegeliana dan cuenta de discur­ dinero, ]a misteriosa noción ( no menos fetichista) de «hora de
sos como el de Saussure y el de Freud, o no. Bien entendido que tr�bajo».
cuando apunto esto simulo una categoría, o al menos un mecanismo, Para dejar todo esto al nivel de apunte y sugerencia al que por
que sería exterior al sistema hegeliano, procedimiento que está ahora quiero mostrarlo, diré que la proposición «a es a b como e
condenado al fracaso en sí mismo, pues si sobre algo sabe proyec­ es a d» no me parece inmediatamente reductible a juicios predica­

tarse la maquinaria hegeliana es sobre lo exterior a sus dominios, tivos con la cópula «es», a no ser que se instituya la misteriosa
un poco al modo en que los instrumentos se plasmaban en los ob­ entidad «a/h», y se diga «a/b = c/ d», o cosa análoga. Pero puesto
jetos que eran analizados por medio de ellos. Pero vaya como insi­ que aquí me estoy preguntando precisamente por esa diferencia a/b,
nuación, en el grado en el cual no conozco el modo concreto 'e n sin suponerla dada y, por tanto, sustancializada, sin imaginarla
que dicha asunción por la lógica hegeliana podría llevarse a cabo, todavía en el papel de sujeto en juicios predicativos, prefiero mante­
e incluso lo considero como una especie de agujero en el sistema ner la forma primera, en la cual en ningún momento se dice algo
hegeliano ( tan cerrado sobre sí mismo y tan completo como él es), como que «S es P», sino a lo sumo que «a es a h», lo cual es muy
ya que el mecanismo que voy a analizar aparece por doquier, y no diferente, pues es claro que si nos quedamos aquí todavía no hemos
sólo en Saussure. Sin ir más lejos, Leibniz hace descansar en él la dicho esta boca es mía, ni hemos sustancializado a a ni a b, sino
garantía de que nuestro conocimiento lógico coincide con el de que exactamente eso, los hemos puesto como relativos, en una re­
Dios, punto fundamental de su sistema y -diría yo- de la inma­ lación de la cual todavía no sabemos si es reflexiva, ni simétrica
n nc i a de su Dios (ver las Meditationes de cognitione). ni mucho menos transitiva, por suptiesto. Como proposición queda
120 121
absolutamente abierta, no se cierra en sí misma como « S es P», cialización que introduciría la noción de modelo, o todavía mucho
no tiene valor de verdad. menos sin buscar auxilio en « todos los modelos de T», si bien lle­
Obsérvese de paso la tremenda fuerza que adquiriría el uso de gado el caso no dejaría de resultar ilustrativa esta noción, para
la negación a este nivel, al decir por ejemplo que «a no es a h» y mostrar otra vez cómo se producen y se reproducen las mismas
pretender interpretarlo en el sentido cerrado, como afirmación de dificultades, en función de la metodología que se utiliza.
que a no se relaciona con b de ningún modo que sea, siendo así, Pero sin recurrir a esta sustancialización a la que inevitable­
por cierto, que los términos n o es a plantean ya algún tipo de rela­ mente conduce el álgebra de proporciones de Eudoxio (cuyo meca­
ción, aunque sea negativa . nismo es el mismo que el de la metáfora y en general que el sus­
Pero manteniéndose en el «a es a h», es claro que la relación tentador de la noción de valor lingüístico y de valor económico),
no se agota en sus términos puestos, y quizás en esto radique el conviene recalcar que mantener el a: b como puro «a es a h» es
meollo de la equivalencia, del valer igual, de esa forma peculiar de tanto como mantener presentes a a y a b sin «superarlos» ( elimi­
¡
ser a la que se denomina valor, que surge a partir de lo anterior. narlos y mantenerlos ) en un q = a/b, donde el «mantenimiento» del
La reducción matemática d esa proposición se lleva a cabo contenido se expresaría en la suposición de que q pertenece a Q,
dando una sustancia al «a es a h», considerándolo como objeto en es decir, bajo la suposición de un conjunto englobante que agrupe
sí, cerrado y consistente, y designándolo como a/b. A partir de ello y permita considerar como unidades reconciliadas consigo mismas a
surgirá el tratamiento algorítmico de las proporciones, y también aquellas extrañas entidades que mantenían la copresencia sin decir
la definición de los números racionales, o si se quiere todavía más : sin embargo ni que a era b ni que a no era b, pues de estos asuntos
así surgió el álgebra de proporciones de Eudoxio, mediante la cual para nada se habla en el «a es a h».
los griegos pudieron tratar las incomprensibles magnitudes irracio­ En el grado en que esta forma del «ser a» puede expresar la
nales, y en el caso de Arquímedes llegar casi al Cálculo Infinitesi­ forma de la relación, sin que se vea cómo reducirla a las categorías
mal. Y por citar otra ejemplificación de lo mismo en la que todavía de la reflexión hegeliana, y en el grado en que esa forma previa a
nunca se ha reparado, por lo que yo sé, es claro que la lógica mate­ la diferencia a/b puede intervenir en el concepto mismo de valor
mática actual, en particular en tanto utilice la técnica del forcing saussuriano, y desde luego en los fonemas, introduzco en este semi­
y en general la noción de modelo, está recurriendo el mismo meca­ nario esta cuestión, cuyo tratamiento no obstante parece claro que
nismo, como en general lo hará toda teorización que atribuya a los debe darse a nivel lógico e incluso ontológico, si es que efectiva­
axiomas un valor hipotético. mente puede circular como expresión de la pura relación, sin sus­
Dejo para otra ocasión el tratar estas cuestiones, pero sí quiero· tancializarse. Punto sobre el cual habría que volver, naturalmente .
anticipar la posibilidad de ampliar el álgebra de proporciones de
Eudoxio a los casos de indecibilidad entre sistemas formales que se París, 1 8 de marzo de 1 977.
han encontrado. Dicho brevemente, si T y T' son teorías matemá­
tié as mutuamente indecidibles ( o por lo menos la primera lo es res­
pecto a la segunda), cabría de todos modos decir que «T es a T'
como p es a p'», donde p y p' serían proposiciones, o teoremas,
si se quiere. Se podría incluso buscar un algoritmo para mayor
satisfacción de matemáticos, a partir del cual se justificase el valor
de verdad o falsedad de la anterior proposición, diciendo por ejem­
plo que lo anterior es cierto si y sólo si T implica ( o demuestra) p
de la «misma manera» que T' implica ( o demuestra ), p', es decir :

T es a T ' como p a p ' <=> [ (T 1- p) <=> (T' 1- p')]


o bien en proporción inversa, intercambiando p y p' .
Habría que definir esa equivalencia entre demostraciones, pero
eso no parece muy difícil, si es que no está ya hecho por los lógicos.
Y ello incluso de modo puramente formal, sin recurrir a la sustan-

122 123
TERCERA PARTE

CIENCIA DE LA LOGICA
( ORGANON )

f
I
DESPLIEGUE DE LAS CATEGORIAS DE DIFE­
RENCIA, DIVERSIDAD Y OPOSICION

El lector encontrará en las pagmas que siguen el despliegue de


las categorías utilizadas en los capítulos lingüísticos que preceden.
Empezamos por una introducción recordando el contexto en que
estas categorías aparecen, a saber, La Lógica de la Esencia y la
dialéctica a partir de la cual la propia Lógica de la Esencia emerge.
Por lo demás, hemos intentado ser lo más fieles posibles a Hegel,
pero se trata de una interpretación y naturalmente nada aconseja­
ríamos más al lector que el remitirse al propio texto. Aproveche­
mos la ocasión para evocar la memoria de Rodolfo Mondolfo, cuya
magnífica traducción 1 permite al lector de lengua castellana un
contacto directo con la Ciencia de la Lógica, del que, por ejemplo,
queda excluido todo lector francés que no conozca el alemán.

LA SITUACIÓN EN LA LÓGICA DE LA ESENCIA


( DIFERENCIA EN LA foENTIDAD )

El Ser, el dominio de las determinaciones, de las identidades


parciales, fue contemplado no según su apariencia inmediata, sino
según sus condiciones de posibilidad. El resultado de esta observa­
ción es el siguiente : lo que hace la entidad de todo ente es el límite
en el cual deja de ser para ser otro; lo que hace la entidad de todo
ente es su negatividad. Aplicando este esquema no a los entes con-
1 Ciencia de la Lógica, Buenos Aires, Solar-Hachette, 1968. [ Nuestras
teferencias a esta edición irán precedidas de una referencia a la edición ale­
mana fácilmente accesible de Suhrkamp Verlag. Frankfurt am Main, 1 969,
tomo II.]

127
mente, l a Identidad absoluta ( o negación d e toda categoría e n toda
cretos, sino a las categorías generales del Ser, a saber, Cualidad, otra categoría).
Cantidad, Medida ( unidad de Cantidad y Cualidad), obtenemos : el
ser de Cualidad es negarse en Cantidad y en Medida; el ser de Can­
tidad es negarse en Cualidad y en Medida; · el ser de Medida es
negarse en Cualidad y Cantidad. DIVERSIDAD
Cuando hemos seguido el proceso mediante el cual las afirma­
ciones que preceden son rigurosa verdad en nuestro pensamiento, La Esencia dice el negarse de todas las determinaciones o dife­
hemos penetrado en el Logos de la Esencia. La Esencia es aquel rencias, en todas las determinaciones o diferencias. Por consiguiente,
dominio donde, a diferencia de lo que ocurría en el dominio del Ser, mientras contemplemos la Esencia, no dejaremos de ver determi­
ninguna categoría está escindida de otra categoría. (Y como las naciones y no dejaremos de ver su negarse; no dejaremos de ver la
categorías son las formas que agotan el ser de las cosas, cabe decir : Diferencia ( pues no otra cosa que diferir es ser determinado) y no
En la Esencia ninguna cosa está, escindida de otra cosa. En la Esen­ dejaremos de ver la Identidad ( pues no otra cosa que Identidad
cia no se hallan separadas Cualidad, Cantidad y Medida; en la Esen­ es el negarse de toda diferencia). Pero en la Esencia, a diferencia de
cia contemplamos simplemente el paso incesante o negación de sí lo que ocurre en el horizonte del Ser, la Identidad ha interiorizado
de cada una de estas categorías en las otras. ) la Diferencia, la Diferencia ha interiorizado la Identidad; la nega­
E n l a Esencia n o cabe diferenciar las categorías que hacen e l ser ción de todas las cosas es a la vez las cosas mismas ; las cosas mismas
de las cosas. ¿ Significa esto que en la Esencia hay pura confusión? (es decir, cada cosa diferenciada de las demás) indican a la vez la
Quizás el gran mérito de Hegel consiste en su esfuerzo por seguir negación de todas las cosas. De ahí que Hegel nos diga: «Cada una
determinando allí donde la subjetividad renuncia, al no ver más que (la Identidad y la Diferencia ) es unidad de sí misma y de su otro
confusión y caos . La Esencia, es decir, el pensamiento de la Esencia, cada una es el todo» 1 •
no separa Cantidad, Cualidad y Medida, mas no por esto está des­ Que del hecho que Identidad y Diferencia se contengan mutua­
provista de contenido. mente, Hegel concluya qué cada una de ellas es Todo, se justifica
La Esencia, en efecto, no es el cero de estas determinaciones, si recordamos que a estas determinaciones ha quedado reducido el
sino su verdad, es decir, su reflexión, el traspaso eterno de unas conjunto categorial expuesto en la lógica del Ser. Cualidad, Can­
en las otras. El hecho de que el traspaso a las otras se realice en tidad y Medida son el horizonte de todo lo que hay. Cuando estas
cada una de ellas, el hecho de que la negatividad sea absoluta y no categorías se han fundido ( Identidad de todas ellas ) para inmediata­
unilateral, tiene esta consecuencia : en el negarse, todas las categorías mente negar su fundirse, lo que tenemos en cada una de ellas es
están surgiendo; están surgiendo como aquello que se niega: «allí naturalmente la totalidad de todo lo que hay.
donde me niego, si miráis bien, me veréis negándome», diría el ser Identidad y Diferencia son cada una el todo de las dos y por
que contemplara su esencia. ende, el Todo simplemente. De lo que ahora se trata, si queremos
En la Esencia, pues, hay contenido. Hay un contenido insepa­ seguir reflexionando, es de ver qué significa, para estas determina­
rable de su negación . Si en la esencia miramos las categorías ( mirar ciones que tenemos, el hecho de ser Todo; en otros términos: se
las categorías consiste en mirar una por una, en presuponer su dife­ trata de ver cuáles son los caracteres del Todo, cuáles son las
rencia), lo que vemos de hecho es su negación (vemos que la dife­ diferencias del Todo y, por ende, por sorprendente que la expresión
rencia que hace ser a cada una se anula por su traspaso en todas parezca, cuáles son las condiciones del Todo. Pues, o el Todo es
las demás ). Mas si en la Esencia nos detenemos en la negación de Nada (y esto está excluido: la Nada, como el Ser, es tan sólo un
toda categoría, vemos surgir todas y cada una de las categorías. momento del Todo) o posee caracteres; y si posee caracteres, dife­
En la Esencia hay, pues : rencias; y si diferencias, condiciones, pues no otra cosa que estar
1) Identidad absoluta por negación de toda categoría en toda condicionado es estar diferenciado.
otra categoría, que constituye dentro de sí misma, o inmediata­ Vamos, pues, a mirar el Todo siguiendo el hilo conductor, de la
mente, la Diferencia absoluta ( o diferencia que sólo hace diferir algo Identidad y la Diferencia, que Hegel nos ofrece en la lógica de la
de otro . . . porque es una diferencia de sí : la Identidad misma, dife­ Esencia.
riendo).
2 ) Diferencia absoluta ( o múltiples surgiendo por Identidad 1 Suhrkamp, p. 48. Mondolfo, p. 368.
diferiendo de sí) que constituye dentro de sí misma, o inmediata-
129
128 9
talidad vacía ' sino como totalidad que es la verdad del Ser, tota­
1) Diversidad lidad que la contemplación misma del Ser ( de l? escindi�o) ha�e
emerger como su fundamento. Ah<?ra . bien, Idenud�d y Diferencia
son condiciones del Ser ( de lo escmdido ). Por consiguiente, ha de
Tenemos Idetidad y tenemos Diferencia, pero en cada una idén­
haber en la Esencia ( la diferencia de) Identidad y Diferencia, pues
tico contenido, a saber, la suma de ambas o presencia (Diferencia )
es imposible que el fundamento de algo no contenga las condiciones
simple ( Identidad), de todas las cosas. Por consiguiente, Identidad
de posibilidad de ese algo * .
y Diferencia no mantienen entre ellas una relación diferencial, una
Lo que hace diferir a Identidad y Diferencia, e s que e n l a
relación de exclusión, una relación de complementaridad. Mas como
Esencia está presente e l Ser mismo. E l Ser (el dominio d e l a par­
no hay relación sin diferenciación, la conclusión se impone: Iden­
ticularidad, de lo escindido de lo carente) fue el punto de arranque.
tidad y Diferencia nada deben de su «ser» la una a la otra. Identidad
Que el Ser se niegue ( la Esencia) surgió como �ondición, presente
y Diferencia se ignoran mutuamente. Identidad y Diferencia no
en él ' del Ser mismo. Que lo negado ( la Esencia, el Todo) se es­
se sitúan mutuamente en el ápibito de lo diferente, sino en el ám­
cinda ' constituye una nueva exigencia del Ser. El Ser, el ámbito
bito de lo meramente diverso ( la razón formal de diversidad, a di­
de lo que parece conformarse con ser . meramente algo, es qu�en tras
ferencia de la razón formal de diferencia no dice relación de los
exigir la Esencia ( pues lo fundado exige un fundamento), exige que
diferenciados ).
la Esencia sea Todo { pues ser Todo es condición de ser fundamento
Conviene aprehender bien la importancia de este momento de la
de un fundado y no mero «fundamento» trascendente a lo funda­
Diversidad . Es un momento de autonomía, es un momento de ple­
do ), y exige por consiguiente que el Todo se escinda en totalidad.es,
nitud. Cada uno de los presentes está percibido como un cosmos
que la Esencia se escinda en esencialidades ( pu�s ser Todo �xige
en sí y por sí, y, por consiguiente, en la órbita hegeliana, como
tanto como la simplicidad o unidad, la compleJ1dad o pluralidad
el cosmos en sí y por sí. Pero se trata tan sólo de un momento, es ;
Unidad, porque si se pasa sucesivamente de una cosa ª otra no esta
decir, contemplando estos diversos que son la Identidad y la Dife­ .
jamás presente el Todo. Pluralidad, porq?e en ausencia de ella, hay
rencia (únicos diversos que el Logos -hegeliano o no-- ha sido
quizás substancia mística, pero no Totalidad ). P?r ello, en � a . mera
capaz de mostrarnos) percibiremos en ellos un carácter, o deter­
diversidad se mantiene la división de la Esencia en esenciahades.
minación, inherente cuya verdad implica la posición o negación de
En el contenido único la naturaleza de condición del Ser obliga a
lo diverso en una totalidad que le trasciende, posición a la que
distinguir: las diferen�ias (eternamente) diferenciándose, o Ide�ti­
debe lo diverso su condición. Pero no avancemos demasiado.
dad contenida en Diferencia. Nótese que en cada uno de estos escm­
didos está conservado el Todo y que, por consiguiente, no pierden
los privilegios de lo meramente diverso. El criterio que aquí dife­
2) Diferencia indiferente
rencia constituye para lo diferenciado algo que le deja frío, una
diferencia ante la que permanece puramente indiferente. El �ont�­
Hemos visto que Identidad y Diferencia por sí mismas no difie­ nido de lo diferenciado no cambia con respecto a lo que seria sm
ren; no es una diferencia que se impone mutuamente lo que las diferenciación. La Totalidad no se ha alienado en esta exigencia del
hace ser Identidad y Diferencia. Hemos visto, además, que Iden­ ser de que presente dos caras . No se ha alienado . . por �l momentr;.
.
.

tidad y Diferencia constituyen el Todo; por consiguiente, no pueden


Pues cuando Identidad y Diferencia contemplen las condiciones ba10
ser diferenciadas por una reflexión que proceda del exterior de ellas.
Conviene que este punto quede claro. Identidad y Diferencia no
* Toda la diferencia entre la lógica hegeliana y la metafísica aristotélica
están siendo calificadas como tales por nuestra reflexión subjetiva, J
estriba en el hecho · de que la primera, a diferenc a de la segu�da, no sepa�a
que estaría introduciendo diferencias formales allí donde nada di­ el Lagos del ente y el Lagos de Dios, la or_ito-log1a y la teo-log1a. La Esencia
fiere. Nuestra reflexión subjetiva supone las categorías de Identi­ aristotélica ( usía) constituye, como la hegeliana, el fundamento del se� , pe�o
dad y Diferencia. El diferir de los que no difieren ha de ser una fundamento separado del ser mismo o lo fun ado. or ello en la Ese�c1a ��1s­
� � .
totélica no cabía diferenciar Identidad y Diferencia. La Esencia aristotehca
operación interna a lo indiferente mismo. Ni diferenciadas por sí era la Indiferencia fundando fuera de ella la diferencia de la Identidad Y la
mismas ni diferenciadas �esde el exterior, ¿qué hace, pues, que siga­ �
Diferencia. La Es ncia hegeliana es, por el contrario, la Indiferencia envol­
mos hablando de Identidad y Diferencia y no simplemente de Todo? viendo en sí misma la diferencia de Identidad y de Diferencia. Desde el mo­
Intentemos esbozar una respuesta : la Esencia «surgió» no como to- mento en que, para acceder al fundamento, no cabe salir de lo fundado, escrita
está la escisión en el fundamento mismo.

130 131
las cuales pueden ser por separado el todo de ambas, se descubri­
rán reconociéndose mutuamente como totalidades separadas, autó­ Igualdad y Desigualdad expresan la consideración aislada de es­
nomas y subsistentes, que lo son . . . bajo condición de ser recono­ tas dos proposiciones verdaderas : a) la unidad de Identidad y Dife­
cidas como tales. Este aspecto se pondrá de manifiesto en la dia­ rencia está presente en la Identidad; b) la Unidad de Identidad y
Diferencia está presente en la Diferencia.
léctica a la que Hegel somete las nociones de Igualdad y Desigual­
dad, expresión de la Identidad y la Diferencia indiferentes. En Esta separación es extrínseca al contenido mismo de lo separa­
rado, lo cual significa lo siguiente: no cabe ni por un instante sepa­
efecto, la exterioridad o indiferencia ( por posesión mutua) de Iden­
rar la presencia de las cosas en su negación de sí y la presencia de
tidad y Diferencia, convierte a la primera en Igualdad, a la segunda
su negación de sí en ellas mismas; no hay ninguna distancia entre
en Desigualdad : cuando decimos de una mesa, por ejemplo, que es un aspecto y el otro; ambos son momentos intemporales de una
igual a otra mesa, estamos afirmando su identidad con respecto única simple concepción.
a esa otra mesa, lo cual no excluye ( por el contrario, está exigido Mas si no cabe, ¿ por qué tiene su lugar en la Lógica? Unas
por el principio de los indiscernibles) que afirmemos a la vez su líneas más arriba escribíamos : «se considera . . . por un lado . . . por
desigualdad o diferencia respectb de esa misma otra mesa. ¿Qué otro lado . . . ». ¿ Quién considera? No por supuesto una mente sub­
posibilita que atribuyamos, a un mismo contenido, a la vez ambas jetiva ( tal es al menos la pretensión del sistema), sino el Lagos
nociones? Simplemente, que Igualdad y Desigualdad no dicen la mismo, la estructura categorial en su despliegue. Por consiguiente,
identidad y la diferencia que hacen el ser de las cosas. La diferencia lo extrínseco a « la cosa» de la separación establecida es un momen­
del ser (una mesa y una cama) es incompatible con la identidad to necesario cuya significación es la siguiente: e En la Esencia cada
( una mesa y una cama no pueden ser lo mismo). La identidad del determinación es Todo. Su ser Todo implica : por un lado, que todo
ser ( una mesa es una mesa ) no es compatible con la diferencia ( no está presente en ella, y así que es Identidad (unidad con toda cosa);
cabe ser cama si se es mesa). Igualdad y Desigualdad son compa­ mas, por otro lado, que sin dejar de ser Todo es ella misma o Dife­
tibles porque dicen : la identidad ( que no excluye la diferencia) de rencia ( pues de lo contrario el Todo no sería cada cosa). Ser Todo
un aspecto aislado y no de la cosa misma; la diferencia ( que no es que se den juntas estas dos condiciones. Mas para que no se den
excluye la identidad) de un aspecto aislado y no de la cosa misma. juntas las dos, hemos tenido que concebirlas a las dos. Y para con­
Nada más adecuado, pues, que expresar mediante ellas la Identidad cebirlas, hemos tenido que aislarlas. Y tras aislarlas es cuando vamos
y Diferencia esenciales que indican tan sólo un doble punto de vista a mostrar en cada una que es también la otra, y así solamente que­
del Todo ( aquel que determina la doble exigencia del ser). dará revelada la imposibilidad de su aislamiento.

Repaso
ÜPOSICIÓN
La Esencia dice : el negarse ( Identidad) mismo de las determi­
naciones es su afirmarse. La Identidad es inmediato paso a Dife­
rencia . La Diferencia es inmediato paso a Identidad. La Identidad Dialéctica de Igualdad y Desigualdad
es inmediato paso a Diferencia pasando inmediatamente a Identi­
dad. La Diferencia es inmediato paso a Identidad pasando inmedia­ 1) Igualdad se sitúa por su lado como Identidad rica del Todo.
tamente a Diferencia. Cada una de ellas el resultado de la negación Desigualdad se sitúa por su lado como Diferencia rica del Todo. Aho­
de ambas, resultado que inmediatamente se revela constituir un ra bien esta «diferenciación» no establece ninguna relación de igual­
doble resultado. dad o d esigualdad entre un lado y el otro ( por el contrario: aparece
Igualdad y Desigualdad reflejan la consideración aislada de la más bien como la supresión de esta relación, pues cada uno de los
reflexión total en cada uno de los lados de este doble resultado. Se actuales lados era -antes de haberlos abstractamente separado�:
considera la reflexión mutua de Identidad y Diferencia, por un lado, inmediata desigualdad consigo e igualdad con el otro ; inmediata des­
desde el punto de vista de que está haciendo surgir la Identidad; iPualdad con el otro e igualdad consigo ). Por consiguiente, Igualdad
por otro lado, desde el punto de vista de que está haciendo surgir y Desiguldad son, cada una por su lado, mera indiferencia al exte­
la Diferencia. rior o igualdad consigo mismo.
2) Igualdad es dentro de sí la reflexión total ( Identidad-Dife-
132
133
renda). Igualdad no dice, como tal, el contenido de lo que ella es,
dice sólo un aspecto (la Identidad) de este contenido. Por consi­
guiente, Igualdad es desigual a sí misma. Desigualdad es dentro de Signos utilizados
sí la reflexión total (Identidad-Diferencia). Desigualdad no dice,
como tal, el contenido de lo que ella es, dice sólo un aspecto (la Id: Identidad
Diferencia) de este contenido. Por consiguiente, Desigualdad es des­ Dif: Diferencia
igual a sí misma. Ig: Igualdad
Si sumamos las dos reflexiones que preceden, obtenemos: Igual­
Desig: Desigualdad
dad es, a la vez, Igualdad (en tanto igual a sí misma) y Desigualdad
(en tanto desigual a sí misma).Desigualdad es, a la vez, Desigualdad 1 Diferencia no resuelta, no puesta.
1
(en tanto igual a sí misma) e Igualdad (en tanto desigual a sí )
� 1 : Ser-puesto o negatividad.
misma). 1
+ Positivo.
Negativo.
La indiferencia misma de los lados en que se situaba el Todo
ha tenido como consecuencia la unidad o posición de ambos lados
en cada uno de los lados. Recordando que consecuencia dice en el y Negativo
Primera dialéctica de Positivo
ámbito en que nos movemos auténtica condición, cabe afirmar: pre­
cisamente porque Igualdad está en oposición con Desigualdad, cons­
tituye el Todo independiente, indiferente a Desigualdad; precisa­ Positivo lleva dentro de sí el ser-puesto de Igualdad y Desigual­
mente porque Desigualdad está en oposición con Igualdad, cons­ dad, es decir, como hemos visto, la desigualdad con respecto a sí
tituye el Todo independiente, indiferente a Igualdad. de cada uno de ellos. Positivo es, pues, la Desigualdad reflejándose
A la Igualdad y la Desigualdad así consideradas, Hegel las cali­ sobre la Igualdad. En Positivo se da, pues, una auténtica negativi­
fica de Positivo y Negativo. Positivo es el ser-puesto (Gesetztsein) dad. Positivo es Negativo.
o negatividad mutua de Igualdad y Desigualdad, reflejándose den­ Negativo lleva dentro de sí el ser-puesto de Igualdad y Des­
tro de Igualdad, es decir, reflejándose en su igualdad consigo.Nega­ igualdad, es decir, la desigualdad con respecto a sí de cada una
tivo es el ser-puesto ( Gesetztsein) o negatividad mutua de Igualdad de ellas. Negativo es, pues, la Desigualdad reflejándose sobre la
y Desigualdad, reflejándose dentro de Desigualdad, es decir, refle­ propia Desigualdad. Negativo indica pura relación a sí.Negativo es
jándose en su desigualdad consigo. positivo.
Pero Positivo y Negativo se dialectizan a su vez, de manera tal
que no podemos ya separar lo que supone la reflexión de la nega­ Fórmula de la unidad (que se da en cada uno de ellos) de Positivo
tividad de Igualdad y Desigualdad * en Igualdad, de lo que supone y Negativo
la reflexión de la Negatividad de Igualdad y Desigualdad en Des­
igualdad.
Por tratarse de una dialéctica extremadamente sutil, y porque
1
\- ( 1
-<-\- Desig �-\-* 1 (
- 1 - 1
\
--�
)
. - ----;.-+
1
: -,
ella constituye la expresión más completa de la reflexión del Todo g �
-�
Jg
-++
)'- _ _ Ig �- Des1g �-- Desig
_
_

(de la sumisión del Todo, de la exigencia propia al Todo de ser


reconocido como tal para ser Todo), aspecto fundamental de lo que +
aquí nos interesa, vamos a intentar ayudarnos con una formalización
de lo que está ante nosotros.
Lecturas de la fórmula
* Negatividad que constituye la imposibilidad de separar el doble resul­
tado de la negatividad de Identidad y Diferencia, separación que, sin em­ a) El mirarse (reflejarse) el Todo dentro de la Igualdad consigo
bargo, el Lagos ha hecho, con vistas a que cada uno de los separados mos­
trara su inseparabilidad, y que así obtuviéramos una inseparabilidad rica de mismo es también mirarse el Todo dentro de la Desigualdad con­
sigo m'ismo.El mirarse (reflejarse) el Todo dentro de la Desigualdad
·

ambos separados.

134 135
consigo mismo, es también mirarse el Todo dentro de la Igualdad rado. Igualdad lleva dentro de sí a Desigualdad, y así es Igualdad
consigo mismo. subsistente, porque Desigualdad que lleva dentro de sí a Igualdad, Y
b) La unidad del Todo igual a sí mismo y del Todo desigual así es Desigualdad subsistente, traspasa en ella, la reconoce como
a sí mismo, vista en su igualdad consigo, es también unidad del Ioualdad poseedora de Desigualdad. Desigualdad lleva dentro de sí
Todo igual a sí mismo y del Todo desigual a sí mismo vista en su a0 Igualdad, y así es Igualdad subsistente, porque Iguald�d que
desigualdad consigo. lleva dentro de sí a Desigualdad, y así es Igualdad subsistente,
c) (Reemplazando Igualdad y Desigualdad por sus contenidos.) traspasa en ella, la reconoce como Desigualdad poseedora de Igualdad.
La unidad de la contemplación del Todo dentro de su identidad El reconocimiento por parte de aquel que posee a otro es con­
consigo, y de la contemplación del Todo dentro de su diferencia dición dé que este último sea su poseedor. Y como ser poseedor es
consigo, vista en la contemplación de su identidad consigo, es tam­ condición de ser autónomo, cabe concluir: sin el reconocimiento
bién: unidad de la contemplación del Todo dentro de su identidad por parte de aquel que posee a otro, del hecho de ser poseído por
consigo y de la contemplación c:Jel Todo dentro de su diferencia con­ este otro no cabe autonomía. Y como autónomo es siempre el Todo,
sigo, vista en la contemplación de su diferencia consigo. puede f�rmularse lo anterior de esta manera: ser Todo implica
Hemos asistido a la reflexión del Todo en sí mismo, reflexión que otro Todo reconozca al primero como constituyendo el Todo
sintetizada ahora en la fórmula, cuyos lados son inseparables, de del que él tan sólo es parte. Mas el primer Todo sólo puede serlo
Positivo y Negativo. Positivo y Negativo son los lugares de la refle­ como resultado de que a su vez el segundo Todo se ponga en él,
xión del Todo en sí, y así ellos mismos el Todo, pues el Todo o se reconozca como parte suya. De ahí
que en general deba de-
como tal sólo puede reflejarse (contemplarse) en una «parte» que cirse:
se revela ser Todo. El pensamiento del Todo se encuentra pensando Todo es Todo reconociéndose pC?rte del Todo ......
la «parte» (las cosas o su negación) y en este mismo encontrarse
pensando la «parte», piensa el Todo. Positivo y Negativo nos reve­
lan cada uno la suma de condiciones del Todo. Positivo y Negativo
son cada uno Positivo y Negativo. Veamos ahora con detalle el CAMINO DE LA CONTRADICCIÓN
contenido de esta reflexión.
a) Positivo y Negativo son cada uno momento de la reflexión Construir la totalidad es afirmarse parte, ponerse en lo subsis­
total de ambos (en la medida en que -dentro de cada uno--. Posi­ tente. Construir la totalidad es, asimismo, recibir la posición de lo
tivo «pasa» a Negativo y Negativo «pasa» a Positivo). subsistente. Ser un lado de este proceso es construir la totalidad.
b) Positivo y Negativo son cada uno la reflexión total dentro Ser Todo, exige algo más: identificarse a los dos lados, identificarse
de sí o subsistencia por sí (en la medida en que la reflexión de am­ al ciclo completo de negación del Todo en Todo. . .
Positivo y Negativo se están cada uno por su lado, identificando
.

bos es lo que constituye cada uno de ellos por su lado).


a este ciclo. Cada uno se muestra como
la negación de ambos. Y
Consecuencias de a) (Todo sometido) por ello, Positivo y Negativo subsisten por sí. Subsisten como Todo,
por quererse resultado de una doble negación de subsistencia. Vea­
Positivo es inmediato traspaso a Negativo. Negativo es inme­ mos las consecuencias en cada uno de ellos:
diato traspaso a Positivo. Positivo es afirmación de Negativo; Ne­ Positivo subsiste por su lado, nutriéndose de la negación de toda
gativo es afirmación de Positivo. Ahora bien: lo que Positivo afir­ subsistencia; subsistir implica para él no sólo sacrificar la subsisten-
ma en Negativo, no es el ser de éste, sino su subsistencia (PosÍtivo
*
su parte,
afirma la negatividad absoluta de la totalidad, subsistiendo en la La necesidad de que el Todo se reconozca como parte de
erigida en Todo, puede aún ser explicada de esta forma:
desigualdad consigo misma); lo que Negativo afirma en Positivo, Si donde está la parte no está el Todo, el Todo no es Todo,
pues hay
un lugar (la parte) en la que él no está presente.
no es el ser de éste, sino su subsistencia (Negativo afirma la nega­ La parte, pues, ha de ser
tividad absoluta de la totalidad, subsistiendo en la igualdad consigo Todo lo cual es imposible si no contiene el Todo.
L que antecede sobre la dialéctica de los Todo ilumina también
� �
la di e­
misma). de la Esenc1?.
rencia existente entre la negatividad del Ser y la negatividad
Ahora vemos al fin claramente cuál es la condición de subsistir La negatividad del Ser es auténtica barrera: allí donde algo
pasa, otro de1a
por sí separadamente, a saber: que otro subsistente por sí separado desaparece por
de estar como tal. En la Esencia «algo» pasa a otro, pero no
se ponga en el primero, afirmándolo así como tal subsistente sepa- ello, sino más bien, se pone en este otro.

136 137
cia propia, sino también la subsistencia de su opuesto. Por consi­ II
guiente, Positivo ha de impedir que, dentro de sí, Negativo se
identifique a la negación de toda subsistencia, identificación median­ EL FUNDAMENTO ARBITRARIO
te la cual, Negativo conseguiría subsistir; Negativo ha de negar, DE LA RELACION FUNDAMENTAL
dentro de Positivo, sólo la subsistencia propia, no también la sub­
sistencia de su opuesto. Ahora bien: ser reflexión o negación de
ambos es también, como hemos visto, propio de Negativo. Luego:
Positivo se halla en contradicción con su propio momento; en el
mismo movimiento, para él esencial, de hacer de Negativo su mo­
mento, está excluyendo de sí la reflexión subsistente que constituye
a éste.
Paralelo proceso ocurre en �egativo: Negativo, como reflexión
t<?tal que se nutre de la negación de toda subsistencia, ha de impe­
dir que, dentro de él, Positivo se identifique a la negación de toda
subsistencia, identificación mediante la cual Positivo conseguiría sub­
sistir. Positivo ha de negar, dentro de Negativo, sólo la subsistencia
propia, no también la subsistencia de su opuesto. Ahora bien: ser
negación o reflexión de ambos es también, como hemos visto, pro­ Tras haber presentado los pasajes de la Ciencia de la Lógica
pio de Positivo. Luego: Negativo se halla en contradicción con su referentes a las categorías de Diferencia y Oposición, vamos ahora
propio momento; en el mismo movimiento, para él esencial, de a ocuparnos de los pasajes en los que Hegel trata de la relación fun­
hacer de Positivo su momento, está excluyendo de sí la reflexión damental. Estos constituyen, en efecto, el substrato categorial de
subsistente que constituye a éste. nuestra interpretación del texto de Freud sobre la duda.
La dialéctica de la relación fundamental se halla precedida de
la dialéctica de la contradicción que asimismo resumiremos y glosa­
remos. Señalemos desde ahora el resultado final, que es lo que en
el capítulo sobre la duda hemos utilizado.

AVANCE DEL RESULTADO FINAL

La relación fundamental {la existencia de una diferencición for­


mal entre un lado que es fundamento y un lado que es fundado)
está sometida a la contradicción siguiente: cada lado de la relación
fundamental es el todo de la relación fundamental y así subsistencia
de la relación fundamental y por ende fundamento; pero este ser
cada lado subsistencia de la relación fundamental anula la forma
misma de la relación fundamental, la cual sólo persiste como algo
extrínseco: al ver en cada lado toda la relación fundamental, ya no
vemos los dos lados de la relación fundamental, o los vemos como
algo extrínseco, como lo que de afuera viene. Pero la forma de la
relación fundamental es el en-sí de la relación fundamental. Vemos
así venir de afuera en la relación fundamental el en-sí mismo de
la relación fundamental.
Lo esencial para nosotros reside en el hecho de que cuando la

138 139
reflexión se pose en el en-sí de la relación fundamental, descubrirá
en él una estructura: fundamento/fundado absolutamente igual de
extrínseca que la que se percibía en la relación fundamental; el único DIALÉCTICA DE LA CONTRADICCIÓN
privilegio de que gozará con respecto a ésta, reside en que lo extrín­
seco de la relación fundamento/fundado es, en el en-sí, inmediata­ Recordemos el proceso mediante el cual la Esencia hegeliana
mente aceptado; la arbitrariedad es en él lo natural. Mientras que se refleja en sí misma hasta llegar en las categorí.as de I�aldad .Y
la relación fundamental real busca un porqué, una razón de su ser Desigualdad a ser Oposición: la unidad de Identidad � �iferenc1.a
(busca una razón del hecho que haya un lado del fundamento y un que la Esencia constituye bajo forma .de Ig�alda�, se situa en uni­
lado de lo fundado), el en-sí o condición de la .relación fundamental dad con la unidad de Identidad y Diferencia ba10 forma de Des-
acepta que la jerarquía entre lado del fundamento y lado de lo igualdad.
fundado es sin porqué, sin razón, sin derecho. De ahí que el centro . . .
Recordemos también que la unidad de la Oposición refle1ada
de la lógica -que esta dialécti91 constituye- se reduzca a poner un en Igualdad se caracterizaba como Positivo. y la unidad de la Opo-
arbitrario fundamento a la relación fundamental. sición reflejada en Desigualdad como Negativo. .
En fin Positivo y Negativo se revelaban ser cada uno la igual­
dad con ei otro: Positivo es Negativo y Negativo es Positivo; pero
este intercambio esencial en cada uno de ellos tenía una consecuen­
ADVERTENCIA SOBRE LA PALABRA «FUNDAMENTO»
cia paradójica, a saber: Positivo excluy.e. a Negativo. y Negativ? ex­
cluye a Positivo, lo cual (dado que Positivo y Neg�uv� se contienen
Hegel utiliza el término Grund para designar múltiples momen­ mutuamente) implica que la Esencia se excluye a si misma, que hay
tos lógicos, eso sí, dialécticamente encadenados. Lo más molesto es negación de la totalidad misma, o en otros términos: que la verdad
que, en ocasiones, Grund designa efectivamente el fundamento por del Todo o Esencia (los cuales constituían la verdad del ser) es con­
oposición a lo fundado y en ocasiones la relación fundamental com? tradicción de sí.
tal, es decir, la relación entre fundamento y fundado. Por consi­
guiente, conviene señalar aquí todo lo que el término fundamento
puede en este trabajo significar, tanto si aparece en el texto de He­
gel como si aparece en nuestro comentario: EL CAMINO DE LA SOLUCIÓN DE LA CONTRADICCIÓN
1/ «Fundamento formal», es decir, la relación fundamental
formal como tal. (Y en el seno de ésta el lado del fundamento por 1) Detalle de la contradicción en �ositi�o
oposición al lado de lo fundado.) .
Positivo es subsistencia, pero subsistencia que mega, es decir,
.

2/ «Fundamento real», es decir, la relación fundamental real subsistencia que constituye un ser-puesto («la r�flexión exclusiva de
como tal. (Y en el seno de ésta el lado del fundamento por oposi­ la oposición independiente la r�duc� a un �egativo, sol�mente Pl;les­
ción al lado de lo fundado.) to; con esta rebaja sus determinaciones prtmeramente i�de�endien­
3 / «Nuevo fundamento», es decir, la relación fundamental tes, es decir, lo positivo y lo negativo, a ser sólo determmac10nes» ).
aue es a la vez fundamento formal y real, y que, como tal, consti­ Así, pues:
t�ye la condición de la relación fundamental real. a) La contradicción consiste exactamente . en que ba10 u�� nns­
• .

4/ Relación fundamental total: la inmediata conexión de las ma razón se es subsistente y ser-puesto, subsistente y negac1on de
determinaciones en el «nuevo fundamento» determinando la media­ otro. Pero
ta conexión de las determinaciones en el «fundamento real». .
b) Siendo exclusión de [la subsistencia de] Negativo, Posi­
[Los lados A y B del fundamento y lo fundado son en el nuevo tivo es de nuevo Negativo; tiene de nuevo Positivo, sin salir de sí,
fundamento vinculados inmediatamente como tales, independiente­ a Negativo. Positivo es de nuevo independiente o subsistente por sí.
mente de que la relación no los crea, sino que meramente los reci­ 2) Detalle de la contradicción en Negativo
be. Esta vinculación extrínseca inmediata es fundamento de la vincu­ Negativo es subsistencia, pero (al . serlo. bajo la consideraci�n de
lación extrínseca que se da en el Grund real. Este recibe la estruc­ .
que Positivo es su momento) es subsistencia que ruega la subsisten­
tura del Neue Grund, es decir, una parte A y una parte B ( = A cia de Positivo, es así:
m¿s inesencialidad) fundada en aquélla. J
141
140
a) La contradicción que consiste en ser bajo la misma razón Oposición independiente 1• Pero si la Esencia es ahora un puesto,
subsistencia, y ser-puesto o negación de otro. Pero ello significa que no podemos considerarla independientemente de
b) Siendo el ser-puesto, Negativo sigue negando, no sale de sí, aquellos momentos a partir de los cuales emerge como su negación.
Negativo es persistencia de la negatividad y así es Positivo. Nega­ En ver la Esencia a partir del momento en que se niega a sí, consis­
tivo es de nuevo independiente o subsistente por sí. te el ver la Esencia como Fundamento.
Contemplemos, pues la Esencia como Fundamento, lo cual im­
plica contemplar los momentos de la oposición independiente y ex­
Solución de la contradicción como recuperación clusiva como lo fundado:
de la independencia
«En primer lugar, pues, la oposición independiente vuelve
así, por medio de su contradicción, a su fundamento; es [la
«La misma determinación exclusiva representa de esta ma­
oposición independiente] lo primero, lo inmediato, de donde
nera, con respecto a sí, el otro, cuya negación constituye; por
se empieza, y la oposición superada o el ser-puesto superado
consiguiente, la eliminación de este ser-puesto no es de nuevo
es, él mismo, un ser-puesto. Con esto la esencia como funda­
el ser-puesto como lo negativo de un otro, sino que es el
mento es un ser-puesto, algo que resulta de un proceso de de­
confluir consigo mismo, que es unidad positiva consigo. Así
venir.. La esencia se excluye así de sí misma como fundamen­
la independencia es una unidad que vuelve en sí por medio
.

to, es decir, se pone; su ser-puesto -que es lo excluido­


de su propia negación, pues por la negación de su ser-puesto,
existe sólo como ser-puesto, vale decir, como identidad de lo
vuelve en sí. Es la unidad de la esencia, que consiste en ser
negativo, puesto como negativo; algo que se contradice a sí
idéntica consigo misma por medio de la negación, no de otro,
mismo y que por consiguiente permanece de modo inmediato
sino de sí misma.»
en la esencia como en su fundamento» (p. 69, 382).

En fin, el párrafo más claro es el siguiente:


LA E SENCIA COMO FUNDAMENTO
«La contradicción solucionada es así el fundamento, la
esencia como unidad de positivo y negativo. En la oposición
«Y cuando así el ser-puesto se ha convertido en ser-puesto, la determinación se ha desarrollado con independencia; pero
ha vuelto en general en sí, en su unidad consigo; es la simple el fundamento es esta independencia acabada; lo negativo cons­
esencia, pero la esencia como fundamento. Por la eliminación tituye en él una esencia independiente, pero como negativo.
de las determinaciones de la esencia que se contradicen en sí Así el fundamento es lo positivo, tanto como lo idéntico con­
mismas, esta esencia está puesta de nuevo; sin embargo, puesta sigo mismo en esta negatividad. La oposición y su contra­
con la determinación de ser unidad de la reflexión exclusiva, dicción, por consiguiente, están tanto conservadas como eli­
simple unidad, que se determina a sí misma como un negativo, minadas en el fundamento» (p. 69, 382).
pero que en este ser-puesto es inmediatamente igual a sí mis­
ma, y coincide consigo misma.»
Esquema de deducción hegeliana de las categorías
La esencia es puesta. ¿Qué significa esto? Que la esencia, per­ de Fundamento, Fundado, Forma, Esencia, Materia, Contenido
dida en el momento de surgir de la Oposición, recuperada en la
unidad de Positivo y Negativo, perdida de nuevo en la reflexión Positivo excluye a Negativo y viceversa. Esta exclusión supone
exclusiva de esta unidad en la cual la esencia se excluía a sí misma, la pérdida de subsistencia de ambos. Atengámonos para mayor cla­
acaba de recuperarse en esta misma pérdida como independencia l l
1 La Oposición independiente es el momento rico de la esencia, momento
en sí y por sí de sus últimas determinaciones; el momento de pér­
en que hay subsistencia o todo, y sin embargo todo frente a todo. Dos lados
dida de la subsistencia, o ser-puesto de la esencia, es como tal mo­ de todo que sin embargo son cada uno todo. El movimiento por las categorías
mento de recuperación de subsistencia. En la pérdida de la Oposi­ de la reflexión estaba destinado a alcanzar esta unidad de subsistencia y
ción independiente que era la Esencia reflexionada se recupera la Oposición.

142 143
ridad a un solo lado: Positivo en su exclusión de Negativo ha per­
dido su propia subsistencia y sin embargo... en esta misma pérdida Es decir, la superación de la relación de forma no es otra cosa que
se está recuperando, pues, la exclusión de Negativo es en verdad la persistencia misma de la forma, y así:
interiorización en sí de Negativo, situación de éste como su mo­ 2/ El Fundamento es real. El contenido en Fundamento es
mento. Esta situación que emerge de su pérdida constituye una esencialmente otro que el contenido en Fundado; pues el recibir la
base, un fondo, un subsistir para Positivo y así alcanzamos las cate­ formalización agota el contenido mismo.
gorías de:
- Fundado (Positivo) y
- Fundamento (Implicación mutua de Positivo y Negativo en LA CONDICIÓN DE LA RELACIÓN FUNDAMENTAL
el seno mismo del primero). (EL FONDO DE SINRAZÓN DE LA RAZÓN)
Pero la esencial dicotomización en momento de exclusión (ex­
clusión de Negativo y en ello exclusión de la propia subsistencia) El fundamento real es (P. 104 Suhrkamp; 407 Mondolfo) un
y momento de recuperación de tla subsistencia implica: algo del lado de lo fundado constituido por el contenido único de
- Forma de subsistir de fundado (exclusión de Positivo y Ne­ Fundamento y Fundado (a saber, su unidad) en extrínseco vínculo
gativo) ante (ausserliches Band) con una multiplicidad inesencial (unwesentliche
- Forma de fundamento (Implicación mutua de Positivo y Ne­ Mannigfaltigkeit) . Dicho en términos claros: puesto que en Funda­
gativo). mento y Fundado esencialmente no hay más que lo mismo, a saber,
Pero cada lado de la forma (Fundamento y Fundado) viene a el todo de ambos o la subsistencia, ¿qué es lo que hace aparecer el
mostrar que tiene su base en su identidad con el otro lado y así lado de lo Fundado como dependiente del lado del Fundamento?
alcanzamos: No otra cosa sino que el lado de lo Fundado tiene un aspecto de
inesencialidad; a lo único se añade lo insubsistente.
- Esencia, es decir: implicación mutua del subsistir de la ex­
Lo que en primer lugar plantea problema es la relación del algo
clusión por Positivo de Negativo, y de la reflexión de ambos en el
de la base que es la unidad Fundamento-Fundado y de la multipli­
seno de Positivo.
cidad inesencial, relación que no se explica, pues se trata de dos
Esta Esencia no coincide con el momento de formalización que
contenidos indiferentes el uno al otro. Si nos atenemos a la relación
precede y en tanto que de él se distingue constituye:
fundamental real no justificaremos la relación Fundamento-Fundado.
- Materia, que cabría llamar forma de Ja contraforma y que La explicación exigiría:
Hegel califica de Esencia contra Forma. A (Fundamento) da cuenta de cómo en B (Fundado) se añade
Pero a la reflexión se revelará que la materia está informada a él una multiplicidad que constituye a B como fundado en A.
o finitizada (puesto que carente de forma, es la forma de la contra­ Esto no lo encontramos en el fundamento Real, y de ahí:
forma) y que la forma es en sí misma materia. Con lo cual acce­
demos a: «Por consiguiente, ahora hay un fundamento extrínseco,
Contenido, como unidad de la escisión entre materia y forma. que vincula diferentes contenidos y determina cuál es el fun­
(La escisión entre forma de fundamento y forma de fundado se damento y cuál lo que ha sido puesto por él. El fundamento
reencuentra precisamente allí donde se anula la forma y viceversa.) real, por ende, es relación con otro, por un lado, relación del
Sobre la base de estas categorías se articula la dialéctica de lo contenido con otro contenido [contenido en forma de funda­
que Hegel llama Fundamento determinado. La forma es la sepa­ mento, contenido en forma de fundado]; por otro lado, rela­
ración de Fundado y Fundamento. (Separación que constituye la ción de la relación fundamental misma (Grundbeziehung) (esto
separac1on misma de los fundados.) Pero como cada lado de la es de la forma) con otro, y justamente con un inmediato, no
forma es la unidad de ambos lados, el contenido niega la formali­ puesto por ella» (104-105; 408).
zación: Fundamento/fundado. Así, pues:
1/ El Fundamento (o sea, la relación fundamental) es pura­ Lo que explica la formalización del fundamento Real es dicho
mente formal. por Hegel (109; 411) <muevo fundamento» (neue Grund), el
Y, sin embargo, el contenido único, la superación de la relación cual constituye simplemente la reflexión del hecho de que el fun­
de forma tiene lugar en cada lado de la forma y ello esencialmente. damento real es extrínseco, como tal se supera a sí y es, pues, un
fundado. Saber que el fundamento real (en el que se resolvió el
144
145
10
fundamento formal) es extrínseco, es lo que hace al fundamento «los dos algos son uno y el mismo contenido total, es
. . .

nuevo; saber que el fundamento real es innecesario, es saber el fun­ decir, las dos determinaciones de contenido y su relación; son
damento mismo del fundamento real: lo extrínseco como tal es el diferentes sólo por el modo de ser de esta relación (die Art
fundamento del fundamento encarnado (real) en que se resolvió dieser Beziehung) que en uno es inmediata (unmittelbare) , en
el fundamento formal: el otro es una relación puesta (gesetzte) ; de manera que uno
se distingue del otro sólo según la forma, es decir, como el
«La relación fundamental real, por consiguiente, constitu­ fundamento y lo fundado» ( 11 O; 412).
ye más bien el fundamento como superado; ella así constituye
más bien el lado de lo fundado, o sea, del ser-puesto. Pero, Pero, además:
como ser puesto, el fundamento mismo ahora ha vuelto a su «En segundo lugar, esta relación fundamental no es sólo formal,
fundamento; ahora es un fundado que tiene otro fundamento» sino también real...» Pues, en efecto: «el fundamento formal tras­
(109; 411). pasa al real, como ya se mostró». Pero Hegel no se contentará aquí
de esta afirmación general. Intentemos interpretar el proceso por él
El nuevo fundamento es la reflexión de que arbitrariamente se descrito:
ha determinado [en lo único] un lado como fundamento y un lado Lo que ahora es fundamento es una conexión inmediata de de­
como fundado, es, pues, un reconocimiento del fondo de sin razón terminaciones, o forma. Lo que ahora es fundado son dos determi­
de la relación fundamental; entre este fondo y la -relación funda­ naciones de contenido inmediatas, pero no inmediatamente conexio­
mental real se establece así una nueva relación fundamental. nadas (su conexión está precisamente mediatizada por el fundamento;
Reflexión en sí de lo extrínseco del fundamento real como fondo sin éste, habría en el otro algo dos determinaciones, pero dos de­
del fundamento real, tal es la total ( vollstandige, pp. 110; 411) re­ terminaciones sin relación, indiferentes entre sí, dos simples bases).
lación fundamental, que se despliega de la forma siguiente: Consideremos el nuevo fundamento. En éste, la determinación A
1. En tanto que Grund real las determinaciones del contenido, está puesta como lo que funda, es decir, lo que subsiste por sí;
las dos bases en presencia, no se median; no da cuenta la base A B, por el contrario, está situada como lo que sólo tiene su subsis­
(fundamento) de su constituirse en B (fundado), mediante un aña­ tir en A.
dirse a ella una multiplicidad inesencial. Así, pues, cada base per­ Consideremos lo fundado, el fundamento real: en éste, el surgir
manece inmediata ante la otra. de B a partir de A no está fundado. Puesto que no está fundada la
2. En tanto que reflexión en sí del Grund real, el nuevo fondo diferencia entre A y B, en el fundamento real como tal sólo hay
conoce en qué consiste la vinculación de contenidos, es así vincu­ aquello que no exige esta diferencia, es decir, la determinación in­
lación inmediata de ellos; una especie de inmediato decreto que mediata (no diferenciada) de contenido.
estipula: tal es el fundamento, tal es lo fundado. El contenido aquí A es el único contenido que tienen en común Fundamento Real
(a diferencia de lo que ocurría en el Grund real) no tiene más ver­ y Nuevo Fundamento. A es la base idéntica que constituirían todas
dad que esta determinación. las determinaciones si no se hallara presente la forma.
2 es, pues, el fondo de l. Pero 2 no es más que la reflexión en
Por eso sabe decir que además de ser fundamento· puramente
sí de l. 2 no tiene otro contenido que el contenido de 1; a saber: formal del fundamento real, el nuevo fundamento es también fun­
las dos determinaciones de contenido y su conexión (die zwei Inhalts­ damento real de éste.
bestimmungen und deren Verknüpfung, pp. 109; 411). La única dife­
rencia es que en 2 la conexión de estas determinaciones de contenido
está reflejada en sí, y por ello 2 tiene la forma de fundamento. La Fundamento formal
única diferencia entre 2 y 1 es diferencia de forma; 2 es con res­
pecto a 1 su fundamento formal; lo extrínseco de la vinculación Contenido de fundamento: Las Contenido de fundado: Las dos
bajo forma (Art) de vinculación puesta o superada (en 1) y lo ex­ dos determinaciones de conteni­ determinaciones de contenido (en
trínseco de la vinculación bajo forma (Art) de reflexión en sí, de do (en sí lo inmediato y no for­ sí lo inmediato y no formalizado)
vinculación inmediata o sin fondo (en 2). malizado) y su vinculación o for­ y su vinculación o formalización.
Entre las dos relaciones fundamentales en que se juega ahora malización.
la relación fundamento-fundado, la relación es puramente formal:

146 147
Fundamento Real
INDICE
Contenido de fundamento: Las Contenido de fundado: Las dos
dos determinaciones de conteni­ determinaciones de c o n t e n i d o
do A y B vinculadas inmediata­ presentan inmediatamente una in­
mente en forma Fundamento­ diferencia (ambas son el A de la
Fundado. izquierda), y sólo mediatamente,
o como ser-puesto, una de ellas
aparece como B.

Precisión: aquí se considera que la diferencia en la modalidad


de la relación ( Art dieser Beziehung, p.110) es constitutiva de los
'
contenidos mismos.
Esta doble reflexión que constituye la relación fundamental últi­
ma es la mediación total por la cual el fundamento extrínseco (real
Grund) del que partimos y en el cual el contenido difiere en fun­
damento y fundado se alcanza a sí mismo tras haberse perdido, es
decir, se fundamenta a sí. Sólo mediante esta reflexión hay funda­ PÓRT ICO . ... .. .. . . ..... .. ... .. . . 7
mento real. Esta reflexión es la condición del fundamento real. PR ÓLOGO . .. . .. . . .. .. .. ... . .. ... 9
La lógica va, sin embargo, a dar un paso más . Acabará mos­
trando que la condición, el fundamento de la relación fundamental
real, integra dentro de sí aquello que condiciona, y viceversa. A la
PRIMERA PARTE
unidad de la condición y del fundamento, Hegel la llamará la cosa.
Del surgir de ésta en la existencia nos ocuparemos en un trabajo LOGICA DEL SUEÑO
posterior . Recordemos simplemente que sobre la base de esta últi­
ma dialéctica cada vez que en el horizonte hegeliano se hable de
I. LO REAL QUE DESPIERTA ... ... 17
cosa se estará uno refiriendo a lo siguiente:
La arbitrariedad, de la cual depende la relación de razón, es ella II. UN TEXTO SAGRADO ... ... ... ... ...... 21
misma relación de razón; la relación de razón es dentro de sí ar­
bitrariedad. III. FABRICA DE PENSAMIENTOS (EL ORDEN DEL
La jerarquía incuestionada es jerarquía cuestionada; la jerarquía SUENO EN LA DUDA) ... . . . .. .. . ... . . . .. . .. 25
razonada es jerarquía arbitraria. Tentativa contradictoria: explicar la duda por la oscu­
Sin-porqué dice igualmente porqué.Porqué se agota en sin por­ ridad de una representación singular .. . . . .. . ... 26
qué. ¿Qué tiene esto que ver con la cosa, se preguntará, quizá, el El porqué de la duda . . . . .. ...... .. ... . . . . .. ... . . 31
lector? Pues simplemente que alcanzamos aquí el límite del razonar
y, por ende, el límite del espíritu. Allí donde la razón no se dife­ IV. UNIVERSALIDAD DEL ESPACIO ANALITICO ... 34
rencia de la sin razón es donde dejamos de buscar razones .
Lo que se espera de la relación analítica .... . . . ... 34
La relación analítica como dialéctica constitutiva del
mundo ... ...... ...... ... ...... ... ... ... ... ...... 37

V. LA MATERIA DE LA IDEA (DEL REALISMO EN


PSICOANALISIS) .. . . . . . . . . . . . . . .. . .. . . . . 40

El pseudo-mundo del bebé-infans ......... .. . 41


La realidad (mundo, khóra, campo eidético) . .. 42

148
149
Corrupción del orden como manifestación de lo real ... 46 APENDICE AL CAPITULO I: PROBLEMAS METODO­
El pudor como defensa . .. ... ... .. . ... ... ... ... ... 49 LOGICOS EN LA CONCEPCION DEL FONEMA EN
Paréntesis sobre una ambigüedad engorrosa ... ... . .. 51 JAKOBSON (POR JAVIER ECHEVERRIA) .. ... . .. . 99

TERCERA PARTE
SEGUNDA PARTE

CIENCIA DE LOGICA Y LOGICA DEL SUEÑO CIENCIA DE LA LOGICA


(ORGANON)
PRELIMINAR . . . .. . . .. . . . .. . ... ... ... ... . .. ... . . . .
.. 55
l. DESPLIEGUE DE LAS CATEGORIAS DE DIFE-
RENCIA, DIVERSIDAD Y OPOSICION . . . . . . . . . 127
l. DEL CONCEPTO ORDI!NANDO LA REDUCCION
LINGÜISTICA ... ... .. . ... ... ... ... ... ... ... ... 57 La situación en la lógica de la Esencia (Diferencia en
la Identidad) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . 127
A) LA ARQUITECTURA LOGICA DEL COURS Diversidad .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
DE LINGUISTIQUE) ... ... ... ... ... ... ... 57 Oposición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... 13 3
Diferencia en la razón del signo ... ... . .. ... 59 Camino de la Contradicción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 1 37
De la diversidad a la oposición ... ... ...... 62
El signo no arbitrario ... ... ... ... ... ... .. . 69 II. EL FUNDAMENTO ARBITRARIO DE LA RELA-
CION FUNDAMENTAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
B) ]AKOBSON: LO CATEGORIAL TRAS EL
FONEMA ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 71 Avance del resultado final .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
Diferencia pura: significantia artificialiter .. . 71 Advertencia sobre la palabra «fundamento» . . . . . . 140
Dialéctica de la contradicción . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
De la �iver�idad a la Oposición ... .. . . .. ... 75
, La Esencia como fundamento . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
Una h1potes1s ... ... ... ... ... ... 80
La condición de la relación fundamental (El fondo de
sinrazón de la razón) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
Il. DIALECTICA DE LA OPOSICION Y ASOCIA-
CION MENTAL ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 82
A) SAUSSURE ... ... ... ... ... ... ... ...... 82
Una clase inferior de juegos de palabras ... 82
Símbolo tras signo ... ... ... ... ... ... ... ... 83
De los signos-símbolos a los puros símbolos 84
Contradicción tras contrariedad ... ... ... ... 86
B) ]AKOBSON ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. . 89
De la oposición de cualidades a la oposición entre
fonemas ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. . 89
Libre asociación. ¿Deslizarse en lo fonológico o
deslizarse en lo fonético? ... ... . .. . . . ... . . . 91

III. LA RELACION FUNDAMENTAL EN LA DUDA ... 93

Duda y causa ... ... . . . ... ... ... ... ... ... . .. ... 93
La relación fundamental en la duda ... ... ... ... 95

150 151
f

ESTE LIBRO SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EL Di.\


17 DE FEBRERO DE 1978, EN LOS TALLERES
DE TORDESILLAS, ÜRGANIZACIÓN GRÁ-
FICA, SIERRA MONCHIQUE, 25,
MADRID-18

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