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Colima, Col. 26 de junio de 2016.

Por. M. Eugenia González Pereyra


Gratus
Hace un tiempo escribí en este espacio sobre el “dar las gracias”. Hoy te pido me permitas
ahondar en el tema, quisiera abrir la puerta para que podamos ir de a pocos descubriendo el
poder de modificar nuestro entorno para beneficio propio y de los otros. Me refiero a la fuerza
que existe en el dar las gracias. Sé que decir gracias; es tan común que ni siquiera nos hemos
cuestionado de donde proviene o lo que significa, así que para no desviarme del fundamento
veamos lo que se guarda en la palabra; el conocer el significado de las palabras nos permite
expresar y activar su sentido.

La palabra gracias proviene del latín gratia, la cual deriva de gratus (agradable, agradecido), y en
origen gratiaen latín significa la honra o alabanza que sin más se tributa a otro, para luego
significar el favor y el reconocimiento de un favor.

Gratus y gratia vienen de la raíz indoeuropea *gwera (alabar en voz alta), que nos dio agradar y
congratular. Es tan amplio el significado de la palabra que el Diccionario de la Real Academia
Española le da 14 diferentes significados. Muchos con un matiz vinculado no sólo a la dádiva y el
favor, sino a la alegría compartida y la felicitación y a la alabanza sin más, lo que indica la
antigüedad de la familia léxica, pues su raíz indoeuropea primitiva significa “alabar, cantar, laudes
en voz alta”, además del latín y el griego, está presente en el sanscrito granáti (él canta), en el
avérstico gar (alabar), en el lituano gerbti (honrar) y en otras antiguas formas de expresión
humana.

Así que podemos darnos cuenta fácilmente que el vocablo para expresar la gratitud está presente
con un significado cercano en todas las lenguas primarias de la humanidad, lo que me lleva a
concluir que también por el medio semántico, que existe una importancia relevante en el hecho
de utilizar dicho vocablo. Incluso bíblicamente se nos conmina a dar las gracias en todo momento.
Cuando una persona nos da algo o hace algo por nosotros está manifestando su generosidad y su
capacidad de amar.

Dar las gracias nos da el poder que nos hace también alegres, por ejemplo es una extraordinaria
herramienta para ver lo bueno y apagar o consolar lo que no nos es grato (valga la redundancia).

Imagina que estas en duelo, que papá falleció y el dolor es tal que nos hundimos en un pesar difícil
de superar; incluso a veces ese pesar se eterniza y sólo aprendemos a sobrevivir cargando una
pena; pasamos los años en un luto eterno, sufriendo sin sanar el dolor. Bueno pues en ese fondo
que parece sin salida, la gratitud es lo que nos va a sanar. Sí, así de sencillo.
Lo primero es reconocer que las campanas redoblan por nuestro vacío y por nuestra perdida, que
no sufrimos por la muerte y si por la ausencia digamos entonces: gracias papá porque me diste la
vida y ahora puedo disfrutar un cielo azul, gracias porque puedo reír y llorar, gracias por la vida,
gracias papá porque al darme la vida me diste la libertad de ejércela como yo decida y, decido
vivirla tan dichosamente que te honraré haciendo de este regalo que me has dado, algo digno y
memorablemente alegre, amoroso y dichoso.

Al dar las aceptamos con humildad que hemos recibido algo que la otra persona o circunstancia
tenía para nosotros y al dar el reconocimiento, damos la honra. Agradecer activa la energía
amorosa. Seamos gratos, dejemos a un lado las exigencias. Veras que mientras más lo hagamos,
mayores beneficios germinarán. Innovemos algo ¡Ya! Aprendamos a ver lo que sí se tiene para
agradecer en vez de estar buscando siempre la piedra en los frijoles, la falla en las personas, el
daño recibido o la ofensa que recibimos y nos la tatuamos. Te pido por favor que dejemos de creer
que podemos exigirles a las personas su amor y atención.

Agradecerle al enemigo su afrenta es para quienes ya conocen el poder de la gratitud, pues de eso
aprendemos y crecemos y si damos las gracias, entonces más rápido sanamos y mejoramos pues
de lo contrario nos atraparíamos en el rencor y finalmente en un calvario sufriente de cuerpo y
alma… ¿verdad que vale la pena agradecer desde el corazón?

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