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Las primeras noticias sobre este guiso, tan económico como importante en el
maridaje de los caldos riojanos, datan del siglo XIX. Con la invasión de Napoleón se
extendió el consumo de las patatas como alimento en España, cuenta la leyenda que
un farmacéutico francés que pasaba hambre descubrió por casualidad que las patatas
estaban buenísimas. En España ya se conocían las plantas, llegaron en el año 1570 de
mano del explorador Pedro Cieza de León usándose entonces como planta
ornamental.
Hay muchas versiones para esta receta, la mía para 4 personas es la siguiente:
Ingredientes:
Recomiendo usar una olla donde no esté apretado el guiso para poder moverlo sin
miedo a que se salga.
Cubrimos el fondo con aceite de oliva, añadimos la cebolla y el ajo bien picadito,
dejamos pochar a fuego medio para que no se queme, cuando la cebolla empieza a
dorarse añadimos el chorizo cortado en rodajas del tamaño que más nos guste,
freímos un poco el chorizo y añadimos el pimentón, este tiene que hacerse muy poco
ya que si lo freímos mucho empezaría a amargar estropeando el guiso, a continuación
añadimos el tomate frito y la pastilla de caldo de carne.
Recomiendo hacerlas a fuego lento, una vez que rompe a hervir se baja lo suficiente
para que siga cociendo pero que no lo seque, de vez en cuando se remueve la cazuela
y de esta manera al chocar las patatas van rompiendo los bordes y se deshacen lo
suficiente para espesar el caldo.
Javier Romero