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Born

TRILOGÍA

The Born
#1
Una novela de…

PARADISE SUMMERLAND
Agradecimientos
_

@
Índice
Agradecimientos Capítulo 14
Sinopsis Capítulo 15
Capítulo 1 Capítulo 16
Capítulo 2 Capítulo 17
Capítulo 3 Capítulo 18
Capítulo 4 Capítulo 19
Capítulo 5 Capítulo 20
Capítulo 6 Capítulo 21
Capítulo 7 Capítulo 22
Capítulo 8 Capítulo 23
Capítulo 9 Capítulo 24
Capítulo 10 Born to Fight
Capítulo 11 Sobre Tara Brown
Capítulo 12 Info. R&R
Capítulo 13 Créditos
Sinopsis
“Somos nosotros o ellos, Em. Ya no hay gente normal”.

Hace diez años cuando el mundo acabó, ella corrió por su vida.

Cinco semanas atrás, el mundo del que ella se ocultó vino a llamar a la
puerta de su cabaña aislada.

Hace diez días encontró la salvación escondida entre los muertos.

Ayer ella regresó al mundo de los vivos.

Hoy se pregunta si vivirá para ver el mañana.

¿Qué haces cuando el mundo en que naciste se ha ido?


¿Dónde te ocultas cuando tu propio cuerpo no es seguro?

Emma corrió cuando su padre se lo dijo. Se ocultó como él le dijo que


hiciera. Él fue la primera persona a la que le dio la espalda. El primero al
que dejó morir.

Diez años han pasado y todavía vive bajo las reglas simples que él le
enseñó cuando tenía nueve años de edad.

“No ayudes a nadie. No vayas a donde haya gente a menos que


debas. No confíes en nadie. Siempre jala el gatillo”.

Hasta que una noche oye el peor sonido del mundo, un golpe. Un
simple, tímido, golpe en la puerta de su cabaña. Sólo la voz de la
valiente chica, dispuesta a morir por su hermano, convence a Emma
para abrir la puerta. Mientras sus dedos rodean la cerradura, tiene la
terrible sensación de que se arrepentirá de su decisión.
Pero aunque los remordimientos llenan su mundo, también lo hacen el
amor y el compañerismo. Las cosas que nunca imaginó que alguna vez
tendría otra vez.

Todo tiene un costo, es tu decisión si lo pagas.


Capítulo 1
Traducido por Emi_93
Corregido por tamis11

Dicen que el mundo se construye por dos, pero en la vieja cabaña,


dos se sienten como un largo sueño olvidado. Es un cono de helado en
un paseo marítimo con el sol arriba y el mar. Es el viento soplando en
torno a ti gentilmente, tratando de persuadirte en todas las direcciones
a la vez y echando arena sobre los dedos de tus pies. Es un lugar
perfecto que ninguno de nosotros trata de recordar.

En cualquier mente que aún funcione el mundo se ha construido


para sufrir. Tal vez hubo una vez un lugar donde el amor y el
compañerismo era algo que impulsaba tu vida hacia adelante.

Este ya no es más ese lugar.

Para mí esa palabra nunca existió de todas formas. El mundo


siempre ha sido un lugar egoísta donde el amor es efímero y la gente es
voluble. Hace una vez, el amor verdadero ocurrió por fortuna. Ellos lo
contaminaron y corrompieron y, como todo lo demás, enfermó. Yo lo he
visto. Lo he visto al final cuando les es arrebatado a las personas que
protestan y lloran más fuerte, eran los que lo habían dado por sentado.

Miro alrededor del sótano, en cuatro días apenas me he movido. Es


mi regla y ahora por ella puedo irme fácilmente sabiendo que estoy a
salvo. Siempre termino un viaje de compras con unos días tranquilos en
un sótano. Yo no he nacido para esto. He tenido que aprender a
moverme en silencio, cómo sentarme quieta. Sé lo que necesito hacer
para vivir. He dormido entre los muertos. Tengo que correr por los
bosques en la oscuridad, sintiendo mi sentido de la vista claro como el
de un animal salvaje y abrazar la oscuridad.

Me arrastro hacia fuera por el haz de polvo que permanece en el


aire, brillando por la luz del sol que encontró un camino para pasar
hasta el oscuro sótano. El haz de luz casi me hace sonreír. Admiro la
determinación de la luz. Sacudo la cabeza para hacer regresar a mis
pensamientos y doy mi primer paso hacia las escaleras. Las explosiones
nunca destruyeron esta casa de ninguna manera. Las escaleras están
en una pieza, lo que se ha convertido en algo así como una novedad. El
viejo granero está demasiado lejos de cualquier centro poblado como
para estar siquiera en peligro, al menos al principio. Las manchas de
sangre en el revestimiento exterior blanco demuestran que la
enfermedad ha tocado cada centímetro de este mundo.

La madera dura cruje debajo de mi primer paso. Yo aguanto mi


respiración y espero que el crujido haya pasado desapercibido. Tomo
aliento y doy el segundo paso lentamente, descargando mi peso sobre el
suavemente. Dudo al dar el tercero, dándole a los sonidos espacio y
distancia. Mi corazón está latiendo como si quisiera intentar liberarse
de mi tenso pecho. Aguardo un segundo, es otra regla. Nunca te vayas
cuando creas que es seguro, siempre espera otro segundo.

Puse mis pies a los lados más lejanos de las escaleras, donde los
clavos unen las tablas al marco. Respiraciones superficiales producen
sonidos en el nuevo mundo, en la frontera de todos modos. Sin
electricidad, sin autos, sin teléfonos, sin zumbidos. El mundo se
mantiene en silencio, como si suspirara y tomara una larga inhalación
después de lo que pareció una eternidad con la humanidad y la
contaminación acústica. Estoy en paz cuando llego a casa, pero aquí en
el mundo abierto soy una de ellos. Una de los que quedan. Que revuelve
para sobrevivir, la mayor parte del tiempo separada de cualquier otra
persona.

Miro a través de la puerta del sótano y trato de mantener mis


ansiosos latidos bajos y la respiración tranquila. Mi cuerpo necesita
hacer algunos sonidos, pero otros pueden ser controlados. Los graneros
son las mejores casas. Siempre están lejos del camino, de los caminos
que importan. Siempre tienen conservas y salazones que sobrevivirán a
cualquier humano. Ellos siempre tienen suministros de emergencia y
extras para todo. Los granjeros fueron los que vivieron más, como mi
padre siempre dijo que harían. Dos viajes al año es lo suficientemente
raro, pero sé que si vuelvo a ir me atraparán.

Yo camino dentro de la cocina de campo y me sorprendo de lo


prístina que aún se mantiene. Todo sigue en su lugar, justo como
estaba la primera vez que llegué aquí. Ahora sin embargo, pilas de polvo
han entrado al hogar, junto con las briznas de pasto que crecen a través
de las grietas. Sin ninguna ocupada abuelita que se moviera alrededor
desempolvando y limpiando, todo mostraba años de abandono. Las
viñas crecían a los lados de la casa, como en todas las casas. Como
siempre me apoyo contra el marco de la puerta y pongo mi mano sobre
mi cabeza como una medición. Me giré y miré cuánto más alta estaba
en comparación con la marca que una vez puse tontamente allí. Aparté
la mirada de la marca y aparté los recuerdos de la niña pequeña.
Camino lento por la tierra hacia la puerta trasera. No puedo evitar
reírme internamente al ver cómo todavía me sentía más segura
yéndome a través de la puerta trasera, a pesar de que ya no hay puerta
delantera o trasera. Nada va a ningún lado.

Yo posiciono el pesado paquete en mi espalda cuidadosamente.


Contiene frascos llenos de corazón y alma y supervivencia. Cada frasco
es como un beso de la anciana que embotelló y conservó los vegetales
de su propia cabaña. Yo asumo que no tiene conservantes, ni sal
agregada ni conservantes. No hay etiquetas para contradecirme, por lo
que yo sabía ella estaba usando MSG1 en todo. Yo sonrío ante las letras
MSG, ellas significaron algo para mí una vez. Eso fue antes. Lucho
contra los recuerdos de amables ancianas y el mundo de antes. He
estado en demasiados mundos en mi vida, y tener diecinueve se sentía
como cincuenta la mayor parte de los días.

Yo endurezco mi corazón y siento que mis instintos se agudizan,


mientras el odio surge a través de mí. Tomo una respiración profunda y
la puerta abierta cruje, como si el viento la hubiera abierto. La cierro de
nuevo y la abre. Parece como si el viento que viene de los marrones
campos secos estuviera jugando con la puerta. Mis ojos animales se
fijan en la seca tierra. Nada se mueve, más allá del polvo flotando en la
luz. Yo debería esperar a la noche para viajar pero me he quedado por
demasiado tiempo esta vez. Necesito estar de vuelta. Las cosas solo
viven tanto tiempo solas. Lo sé bien. Mi jardín se ha muerto muchas
veces antes.

La puerta del antiguo granero se mueve con la suave brisa,


haciéndola crujir suavemente mientras el largo pasto marrón se
balancea y los guijarros ruedan por el polvoso camino de entrada. Todo
se mueve en sincronía con el viento. Tuve que aprender a detectar esto.

Yo tiro de la puerta y me estremezco. Sé que esto es siempre la peor


parte de la caminata a casa. Detesto dejar esta casa. Siento que mis
ojos se entrecierran, ya que la intensa luz del sol casi me ciega. Mi bolso
se siente como una tonelada de ladrillos pero doy mis primeros pasos,
desesperada por terminar ya con esto. Yo no sacudo mucho el bolso. No

1 Glutamato Monosódico: Es una sustancia añadida a los alimentos para engañar al estómago en la sensación
de saciedad. Desaparece al cabo de media hora. MSG es la más utilizada en el buffet de restaurantes de estilo y en
restaurantes de comida china para ayudar a maximizar los beneficios con el ahorro de los recursos alimentarios.
quiero romper ningún frasco. He aprendido que esa salmuera es difícil
de conseguir y las mochilas son incluso más difíciles.

Caminar por el empedrado y polvoriento camino de entrada es la


peor parte. Es un espacio abierto al campo. Yo miro alrededor,
caminando con mi escopeta en la mano. Practico regularmente en casa
con mi rifle y silenciador, pero para el camino siempre traigo la
escopeta. Es mi arma de la suerte. El frío y delgado metal me hace
sentir fuerte, incluso aunque sé qué fuerza es. Fuerza no es jalar el
gatillo. En este punto, sin embargo, tengo que demostrarme mi fuerza a
mí misma. Siempre tomo el camino de los cobardes. Justo como me dijo
mi padre que hiciera.

Mis botas crujen en el camino. Yo camino suavemente, pero algunos


sonidos son inevitables. El ruido durará hasta que alcance los suaves
campos de trigo. Entonces habrá un susurro en el trigo.

Yo entro sin mirar atrás. Cuando llego al campo conozco la regla.


Mis piernas gimen bajo los primeros pasos. Mis arcos duelen con el
ejercicio al principio, pero después del primer cuarto de milla empiezo a
entrar en calor y mis piernas comienzan a disfrutar de la corrida. Mi
espalda es el peor problema, porque la mochila es mucho más pesada
que con la que he entrenado. Agarro las apretadas correas de los
hombros hasta que mis brazos no lo pueden soportar un segundo más.
Incluso entonces sigo hasta que alcanzo el bosque.

Y corro profundamente entre los árboles, siempre del mismo lado,


nunca por el mismo camino, pero siempre con el mismo destino. El
látigo de las ramas me golpea, mientras el filo del bosque siempre es el
más fino donde la luz penetra la espesura. Al tiempo que el bosque
clarea, yo lo veo. Él sonríe como siempre. Está calmo. Él no corre y
salta. Él espera para garantizar que no he traído nada conmigo. Él los
ve antes. Sabe lo malo que puede ser. Juntos hemos visto a la gente al
pulular y ser tomada, por lo general las mujeres.

—Leo —susurró al exhalar.

En lugar del cálido saludo que ambos queremos, yo me vuelvo y


levanto mi escopeta. Camino de espaldas mientras Leo se mueve para
observar el bosque. Después de unos minutos bajo la mochila y trepo a
uno de los grandes árboles. Las duras ramas son ásperas contra mis
manos. Se suavizarán durante la primavera cuando no tengo que cortar
leña. Me siento en una rama y miro a través de mis prismáticos desde el
punto de observación.
Puedo ver todo el campo de heno marrón desde aquí. Tengo un
momento de debilidad y me dejo imaginarme viviendo en una granja un
día y cosechando el heno.

Siento que mis ojos se agudizan. Trato de encontrar un solo


filamento de la hierba moviéndose de una manera que signifique que
me han seguido. Miro a la casa de campo quieta y sola. Espero que se
quede de esa manera hasta mi próxima visita.

Espero antes de apartar los prismáticos de la cara y dejar que la


brisa me mueva en mi percha. Deseo por un segundo pode volar lejos
entre las nubes que se ven como siempre lo han hecho. Es como si ellas
no supieran que el mundo hubiera acabado y que ya no es necesario
hacer figuras para nosotros. Ya no hay nosotros. Yo miro más allá de la
cabaña y miro cómo todo se mueve, justo como debería. Nadie me ha
seguido. Yo me bajo del árbol, cansada y deseando alcanzar mi cama.

Cuando mis pies tocan el suelo otra vez miro a Leo, cuyos ojos
amarillos suaves confirman mis conclusiones. Estamos solos. Yo me
dejo caer de rodillas y le saludo mientras él se acerca hacia mí. El gran
lobo me lame la cara y levanta su enorme pata para abrazarme. Yo lo
abracé tan seguido cuando era un bebé, hasta que un día el también
me abrazó. Lo ha hecho desde entonces. Me acaricia suavemente y me
pellizca los brazos. Froto sus enormes orejas suaves y me pongo de pie.
Le acaricio suavemente su enorme cabeza gris.

—¿Listo? —le pregunto.

Yo levanto la pesada mochila y me la coloco en la espalda de nuevo.


La caminata a casa llevará todo el día, si puedo mantener un buen
ritmo. Leo comienza el camino a casa pasando por el viejo roble
quebrado. Nuestro punto de encuentro.
Capítulo 2
Traducido por EvaMedina

Me siento junto al fuego separada de las llamas, mientras Leo se


sienta y se presiona contra mí. De repente, sus orejas reaccionan. Mis
doloridos pies tienen punzadas, suplicándome que no siga adelante con
mis instintos y me levante. Miro a Leo. Los pelos de su pescuezo se
levantan. No hace ningún sonido. Creo que eso es un instinto de
supervivencia que ha captado de mí. Él nunca se anuncia a sí mismo
con gruñidos como un perro. En lugar de eso, él se esconde en la
sombra, esperando a que su presa haga un movimiento. Él se arrastra
hasta la puerta de la vieja cabaña. Yo levanto el rifle con la mira y el
silenciador que robé de la base militar. Me arrastro por lo bajo, justo
como lo hace Leo.

Nos sentamos en la oscuridad, esperando un sonido o un


movimiento. Nunca enciendo los faroles. Raramente uso el combustible
para algo. Si hay algo aquí, ha seguido el olor de mi humo.
Repentinamente, en la oscuridad de mi cabaña iluminada sólo por el
resplandor del fuego, hay un sonido.

El sonido en mi puerta es peor que cualquier cosa que he oído


nunca. Esta categoría incluye a mujeres siendo arrastradas dentro de
camiones mientras sus hijos gritan en el costado de la carretera,
abandonados. Peor que escuchar a los infectados comer personas que
todavía estaban vivas. Peor que el sonido que hace la ropa cuando
dedos codiciosos la rompen.

Es un golpe en la puerta.

Un simple y ligeramente tranquilo golpe en la puerta. Un tímido


golpe en la puerta.

Se siente como si la persona que golpea estuviera asustada por


golpear, pero no tiene opción en el asunto. Es como si su deteriorada
valentía sólo pudiera hacer acopio de fuerzas para hacer ese patético
golpecito.

Al mismo tiempo que es patético, el golpe también es lo más


aterrador con lo que me he encontrado nunca.
También podría haber sido uno de los infectados, arañando la
puerta y haciendo los gemidos en altos tonos que hacen ellos. De
cualquier manera, eso significa que he sido descubierta. Eso hace que
mi estómago duela como está acostumbrado antes de que encontrase la
cabaña.

Leo me mira. Él también parece confundido por el débil golpecito en


la puerta de nuestra cabaña. La misma cabaña en la que encontré a Leo
lloriqueando fuera y asustado de todo en el mundo, justo como yo lo
estaba. La cabaña donde nos sentábamos juntos escondiéndonos,
teniendo esperanza, rezando, para que pudieran dejarnos tranquilos.

Me quedo congelada, sosteniendo mi arma y temblando.


Leo se escabulle en las sombras del abrigo y del zapatero. Me deslizo
contra la pared y respiro lentamente.

No me muevo. Miro a los ojos amarillos de Leo. Son hipnóticos por la


manera en la que nunca se mueven. Me relajan con la manera en la que
esperan, concentrados y en calma.

Asiento hacia él, lo que lo hace agacharse más abajo, prepararse


Saco la cadena de seguridad, sin hacer ruido justo como he practicado.

Pongo mi mano en el pomo.

Doy pasos hacia atrás lentamente y posiciono mi arma.

Pongo mi dedo sobre el gatillo.

Mandando a mi mano para que no tiemble, giro el pomo de la puerta


y la abro en silencio.

He posicionado un pie detrás de la puerta, en caso de que quien sea


que es decida patear la puerta para abrirla.

En la pequeña rendija de la puerta, veo dos ojos, ojos azules.

Pertenecen a una chica, más joven que yo. Quizá tenga quince años,
pero no más. Tiene el pelo oscuro y un rostro demacrado. Las lágrimas
hacen que sus oscuras pestañas se junten, lo que hace que la mirada
suplicante que me da sea tremendamente convincente.

–L-lo s-s-sie-siento, p-po-por fa-favor, n-n-no me ha-hagas d-da-


daño –sus labios tiemblan. Está temblando de miedo.
Ella sorbe.
Cierro la puerta y abro la seguridad. Mi estómago se hunde. Sé que
estoy en la lucha de mi vida.

Ella es el cebo. Si alguna vez había visto un cebo, ella lo es.


Leo ladea su cabeza, camina tranquilamente hacia la puerta y olfatea.
Pienso en simplemente abrir la puerta y liberarlo sobre ella, pero su
cola se menea. Eso me hace dudar de su habilidad para comerse a la
adorable chica.

Veo emerger su descuidado rostro de lobo y levanto una ceja hacia


él. Él se retira gimiendo.

–Por favor, señorita. Necesito su ayuda. Por favor –grita ella, ya sin
tartamudear.

Su voz es desesperada.

Golpea a mi puerta.

–Por favor, él está muriendo, mi hermano está muriendo, por favor.


He visto a niños abandonados en la carretera gritando. He visto a
chicas adolescentes siendo arrastradas dentro del bosque y sido forzada
a escuchar. He sobrevivido porque miré y escuché. He ignorado a todos
a cualquier costo. Varias veces me he recostado bajo camiones con mis
ojos cerrados y esperado a que eso termine. Esperado para que los
gritos parasen.

Ella es el cebo.

Cierro mis ojos esperando, pero los golpes de hacen más fuertes. Si
todavía no estaban aquí, ellos oirán los golpes.

Desalentada, vuelvo a abrir la puerta, poniendo la punta de mi arma


a través de la puerta. Estoy lista para disparar. Otra vez siento el
camino de los cobardes delante de mí.

–Si, si me matas, por favor, sólo ve a encontrarlo luego. Está herido.


Ellos lo encontrarán. Está en un agujero al Sur de aquí. Por favor.

Sus palabras no son una súplica. Está resignada a morir por él. No
es una cobarde. No es como yo.

Me desplomo y retiro la arma. Cierro mis ojos por un segundo y me


dejo saber que esto es una mala idea. Sin duda me voy a arrepentir de
esto.

Abro la puerta.
Leo camina hacia ella con cautela, olfateando y haciendo círculos.

–Por favor, si tienes que matarme, sólo ve a por él. Él está en lo


profundo de la gran colina. Ha caído en un agujero y se rompió su
pierna, creo. No está consciente.

Miro sus ojos, nunca se mueven. Ella dice la verdad.

Agarro un fardo de cuerda que dejé en la estantería del almacén y


cierro la puerta.

–Muchas gracias. Gracias. Mi nombre es Anna –ella mantiene sus


manos juntas, como si hubiera salvado su vida. Sus lágrimas todavía
bajan por su rostro. Es pequeña y está débil, pero parece más fuerte
que yo. Más valiente.

La miro, eligiendo ignorarla. Después de que logremos sacar a su


hermano del agujero, ella irá por su camino.

Leo se frota contra la chica.

–¿No va a morderme?

–Podría. Vamos. Quédate en frente de mí, donde pueda verte.


Ella asiente y se mete su largo cabello marrón en la parte de atrás de su
chaqueta. Ella es delgada, todos son delgados, pero ella es más delgada
que todos a los que he visto hace un tiempo. Me frunzo el ceño a mí
misma. ¿A quién he visto en meses? A nadie.

Su rostro demacrado me dice que su hermano y ella han estado


solos desde el principio, como yo. Y Leo. Nadie la cuida. Ella lucha por
todo lo que tiene. Eso la hace mi enemiga.

Conozco el agujero exacto en el que está su hermano, si realmente


está allí.

Mantengo mis oídos agudos. Afortunadamente ella nunca habla. Sé


que es una sobreviviente, tiene sentido común. Camina
silenciosamente, como lo hago yo. Su respiración es regular.

Cuando nos acercamos al agujero, yo espero en el costado lejano,


asumiendo que estoy siendo llevada a meterme dentro. Tengo un mal
presentimiento de que ellos agarrarán mi cabaña y me dejarán morir.

Ella se arrodilla y se arrastra hacia el borde.

– ¿Jake?
– ¿Anna? –una voz de chico entrecortada se eleva desde el agujero.
Ella empieza a llorar.

–Jake, tenemos la cuerda, la encontré. Ella está de vuelta ahora.


Todo va a estar bien ahora.

Los pelos de mi pescuezo se levantan con las palabras ―ella está de


vuelta‖

–¿Cuánto tiempo me han estado siguiendo?

Ella extiende una mano.

–Déjame tener la cuerda.

Tomo un paso atrás mientras Leo toma uno hacia delante. Él siente
mi agitación.

–Sólo déjame tener la cuerda, por favor, él está herido –suplica ella.

Niego con mi cabeza y apunto con mi rifle a su rostro.

–¿Cuánto tiempo me han estado siguiendo?

Ella se desploma.

–Dos meses. Estábamos en el bosque fuera de la cabaña.


Necesitábamos el agua del pozo. Lo siento.

Quiero no sentir nada, pero sé, sé que tengo suerte. Mi padre me


contó sobre la cabaña en el bosque que pertenecía a su familia. Sabía
que tenía algún sitio al que ir cuando todo terminó. Ellos fueron, sin
duda, dejados sin nada. Eso no quita la enfermiza sensación en mi
estómago, saber que he sido espiada por dos meses. Miro a Leo y
levanto una ceja. Él se deja caer ligeramente bajo mi escrutinio. Está
avergonzado, pero no sabe por qué. él conoce mis miradas.

–Lo siento. No pretendíamos asustarte. Vimos cuantas armas tenías


y sabíamos que tenías al lobo. Queríamos dejarte sola, pero no
teníamos donde ir.

La voz habla desde el agujero.

–Mira, no hieras a mi hermana, sólo pásame la cuerda y me sacaré


yo mismo de aquí. No te molestaremos otra vez. Sé que estás asustada,
pero de verdad que nosotros sólo somos personas normales, como tú.
Como yo. Escucho la voz de mi padre, ―somos nosotros y ellos, Em‖ y
recuerdo que no hay gente normal.

Apoyo mi arma contra el árbol. Leo se queda junto a ella, preparado,


justo como lo entrené. Me giro y ato la cuerda alrededor del árbol al
lado mío. Tiro el resto de la cuerda por el agujero. Cuando se vayan,
pondré trampas cazabobos. No me pillarán por sorpresa otra vez.

–Átalo bajo tus brazos –digo hacia la entrada del agujero.

Puedo ver la cuerda moviéndose cuando él se ata a sí mismo.

–Vamos a levantarte, sólo intenta ayudar un poco, ¿de acuerdo?


–De acuerdo.

Miro a Anna y espero a que venga a ayudar. Ella me mira


expectante.

Frunzo el ceño.

–No voy a levantarlo sola.

Ella se ríe ligeramente. Se siente raro para mí. No sé cuándo he


escuchado la risa de alguien por última vez.
Ella se levanta y camina hacia mí. Ninguna confía en la otra. Ella me
escudriña tanto como yo la escudriño a ella. Ambas tomamos la cuerda
con nuestras manos. Yo la enrollo en mi mano y ella hace lo mismo.

–¿Preparada?

Ella asiente, justo cuando él dice desde el agujero.

–Preparado.

–Uno, dos, tres.

Enterramos nuestros pies y tiramos fuerte. Puedo ver su cuello


esforzándose por el empuje.

Es lo más duro que he hecho nunca. Me asusto por lo grande que es


él.

Pesa una tonelada.

Veo una mano enorme extenderse fuera del agujero y arañar la


tierra. Anna deja caer la cuerda y corre hacia eso. Otra mano enorme
aparece y se clava. Ella se estira hacia abajo y tira de sus brazos.
Intento no jadear cuando un hombre robusto se arrastra saliendo del
agujero. Puedo decir que está más delgado de lo que debería. Su figura
se eleva sobre Anna.

Él me sonríe.

–Gracias. Nunca pensé que saldría de allí. Honestamente, no creí


que nos ayudarías.

Mi corazón hace algo que nunca había hecho antes. Perdió el ritmo.
Su enmarañado cabello oscuro cuelga alrededor de su frente, al nivel
del ojo. Sus ojos azules brillan, incluso en la débil luz de la Luna, a
través de su cabello. Su sonrisa es devastadora, con rasgos cincelados y
una mandíbula fuerte. Imagino el sentimiento de sus labios contra los
míos durante el más débil de los segundos.

–Uhm, ¿hola?

Sacudo mi cabeza, viendo la sonrisa cruzar sus labios.

–¿Qué?

Él se ríe, ellos se ríen mucho.

–Mi nombre es Jake y ella es mi hermana, Anna –él está de pie sobre
una pierna, descansando su brazo sobre el hombro de Anna, sujetando
su pierna herida en el aire.

–Necesitarás componer eso –apunto a su pierna colgando.


Él sonríe otra vez y siento un fuego en algún lugar dentro de mí
empezando a encenderse.

–¿Puedes hacer eso?

Asiento como respuesta e intento calmar los sentimientos


perturbadores que me acribillan. Apunto a la cabaña.

–Vamos –levanto mi rifle.

–¿Cuál es tu nombre? –pregunta él. Me gusta su voz.


Camino hacia él intentando no mirarlo fijamente.

–Voy a ayudarte, creo que soy más fuerte que ella. –no confío en mí
misma a su alrededor, pero cuanto más rápido los ayude, más rápido
podrán irse.
Su calidez se estrella contra mí cuando se agarra a mi hombro.
Nunca me he preguntado si soy baja, pero él me hace sentir pequeña.
Puedo olerlo a mí alrededor. Su olor hace que mis adentros duelan.
Miro a Leo, que camina hacia Anna y la hociquea, animándola a
empezar a caminar.

–Traidor –susurro.

Jake se ríe otra vez.

–Ella es realmente buena con los animales. Es la única maldita


razón por la que todavía estamos vivos.

No sé lo que eso significa. ¿Intentará ella comerse mi lobo? Ella no


parece la clase de niña que abraza y acaricia su comida antes de
comerla. Ni siquiera estoy segura de que haya niños que hacen eso.
Caminamos el corto camino de vuelta hacia mi cabaña en silencio. Él
intenta hablar, pero yo sólo escucho, no sólo a él, si no a todo lo que
nos rodea. No es así cómo quiero morir y no sé cuánto ruido han hecho
hasta el momento. Él no parece tener idea de cómo ser silencioso. Su
hermana es lo opuesto. Ella escucha, como hago yo.

Me siento considerablemente mejor cuando huelo el fuego de mi


cabaña y veo la puerta principal.

–¿Cómo encontraste este lugar? –pregunta él cuando abro la puerta.


Pongo mi dedo en sus labios y me arrastro dentro con mi rifle
levantado. Nunca cerré con llave la puerta. Otra regla que he roto.
Despejo las dos habitaciones y el baño. Chequeo los armarios y luego
enciendo el pequeño farol, creando un pequeño y cálido resplandor
naranja.

Él avanza a saltos hacia el sofá y se sienta, haciendo muecas de


dolor. Mi casa se siente expuesta. Nunca nadie ha estado aquí antes.

–Jake, vas a estar bien, ¿verdad? –Anna se arrodilla en frente de él y


mira atrás hacia mí. Yo cierro la puerta con cerradura y cierro las
cortinas completamente. Me siento vulnerable. Los ojos de él
mirándome me hacen sentir peor.

Necesito que se vayan.

–Él va a estar bien, sólo déjame echarle un vistazo –traigo el farol y


me siento en el suelo junto a ella–. Ve a sentarte junto al fuego y entra
en calor. Hay un guiso en la parte superior. Consigue un cuenco y come
–ella no necesita que se lo digan dos veces.
Levanto la vista hacia él. Recuesta su cabeza en el respaldo del sofá
y luce como si fuera a dormirse en cualquier segundo.
Sonrío con suficiencia, sabiendo que estará completamente despierto en
el momento en que yo toque la rotura.

–No puedes gritar, ¿de acuerdo?

Él levanta su cabeza y sonríe amargamente.

–Grité como una niña pequeña cuando me caí en el maldito agujero.

Respiro y pongo mis dedos en el botón de sus jeans y lo desato. Mis


dedos tiemblan. No he tocado a nadie en diez años. Hemos sido yo y Leo
por ocho. Él es todo lo que he tocado.

Él sonríe.

–¿Yo no consigo ningún guiso antes de que intentes quitarme los


pantalones?

Lo fulmino con la mirada.

–No, vas a vomitar y no malgastamos comida aquí –no aprecio la


rara broma.

Él se ríe débilmente, agarrando el sofá con sus robustas manos.

Abro la cremallera de sus pantalones y empiezo a empujarlos hacia


abajo gentilmente.

–Probablemente estaría disfrutando de esto si no fuera por el


insoportable dolor. Tengo que resultar herido más seguido.

Su estómago se flexiona, revelando músculos como los que nunca


había visto antes. Sus caderas sobresalen un poco demasiado, pero, por
lo demás, su cuerpo es fuerte y asombroso. Él luce como los hombres
de las portadas de las novelas románticas de la abuela.
Empiezo a deslizar sus pantalones por sus piernas peludas justo debajo
de su ropa interior gris. Intento no mirar a su ropa interior gris o lo que
está debajo de eso. Intento bajar los pantalones, pero se atascan en su
muslo. Hago una mueca.

Él grita.

He visto cosas desagradables en mi vida y cuando palpo alrededor


de su muslo buscando la rotura, me preparo para lo peor.
Afortunadamente, no hay rotura, pero una gran pieza de madera ha
perforado su pierna. No creo que haya golpeado una arteria grande de
su pierna. Su pérdida de sangre no es la que sería si la hubiese sido
perforada. Me pregunto cómo quitar el palo y qué daño va a causar.
Realmente no sé dónde está la arteria, sólo sé que hay una.

–Tu pierna no está rota.

Él baja la vista hacia mí.

–¿Qué? Sentí el hueso saliéndose.

–Es un palo, no un hueso. Un palo debió de haberte apuñalado.


Necesito algunas cosas. Aunque tendré que cortar los pantalones.

Anna habla entre bocados.

–Puedo cocerlos.

–No mires esto, Jake. Simplemente recuéstate y dame un minuto


para conseguir todo lo que necesito.

Él asiente y recuesta su cabeza. Camino hacia mi baño y me siento


en el amistoso inodoro en la tierra que mi abuelo había instalado
porque mi abuela se negaba a seguir usando la letrina. Funciona
cuando el tiempo es bueno, pero en invierno es inútil.
Me siento y lloro en la oscuridad. Miro a mis sucias manos. Incluso en
la oscuridad puedo ver la suciedad. Puedo causarle una infección y él
podría morir por eso. Puedo quitar el palo, romper su arteria y podría
morir por eso. No sé dónde está exactamente la arteria. Deseo haber
leído más de los libros que tengo.

No sé cuáles son mis opciones, pero el pensamiento de él muriendo


me duele más de cualquier pérdida que pueda enfrentar, además de
Leo.

Pienso en mi familia y los años de experiencia vital que me han


traído a este momento.

Enciendo la vela del baño y me pongo de pie para ver mi reflejo en el


espejo. Soy una chica fantasmal en la débil luz de la vela. El brazalete y
collar de mi madre brillan en la luz oscura. Olvidé ponérmelos cuando
llegué a casa. Toco el metal ligeramente. Ojalá ella estuviera aquí. No
sólo ella, cualquier adulto. No quiero hacer lo que estoy a punto de
hacer. Agarro mi equipo médico y respiro profundamente.
Camino hacia la cocina y lleno una olla de agua y la pongo en la
encimera.
–Hierve esto ahora.

Anna salta hacia arriba y la agarra. Aviva el fuego y pone la olla


sobre él. Estoy contenta por no tener que decirle cómo hacerlo. Ella es
capaz. Por un momento me gusta. Cierro mi corazón y me alejo de ella.
Todavía tiene que irse cuando todo esto acabe.

Agarro el whiskey de la alacena y abro la botella. Nunca la he


abierto. Pongo un poco en mis manos, escuece un poco. Froto mis
manos y pongo un poco más. Me seco las manos con una toalla de mi
pila de ropa recién lavada.

Bebo un trago de whiskey y la llevo hacia mi sofá. Mi garganta está


quemando. Agarro una gruesa manta y la pongo debajo de su pierna. Él
gime ligeramente. Está durmiéndose. Agarro las tijeras y obligo a mis
manos para que sean firmes.

Corto la tela rápidamente, intentando pasar por la costura para que


sea más fácil volver a cocerlo. Quito los pantalones completamente y se
los paso a Anna.

–El kit de costura está en el baño.

Me vuelvo a girar y miro alrededor de su pierna al palo. Tiene


alrededor de media pulgada de grosor y parece estar descascarándose
ligeramente. Eso puede ser un problema. Se ha metido y se ha roto.Está
profundo. Hago una mueca cuando toco la abertura del corte.

Camino hacia mi caja de herramientas y agarro una llave inglesa.


Echo whiskey sobre ella y sobre mis manos otra vez. Bebo otro trago. El
fuego está dentro de mi barriga ahora.

Anna vuelve con el kit de costura y mira a su pierna.

–Al menos el palo entró en un costado.

Asiento y le paso el whiskey.

–Él va a gritar cuando haga esto. Tienes que poner una almohada
sobre su rostro y aguántalo. Necesitarás esa agua hirviendo el minuto
que esté listo.

Ella toma un trago del whiskey y asiente.

–De acuerdo.
Caigo de rodillas y pongo la vieja llave inglesa alrededor de la
protuberancia del palo. La aprieto y la corteza hace un muy leve crujido.
Miro a la manta que tengo lista y respiro profundo. Anna da un rodeo y
va a la parte trasera del sofá sosteniendo una almohada y envolviendo
sus brazos alrededor de su hermano.

Trato de no pensar en lo que estoy a punto de hacer.

–Uno, dos, tres –tiro del palo con fuerza y rápido, quitándolo de su
pierna. Él se sacude tan fuerte como puede, pateándome en el rostro
con su otro pie. De repente estoy sobre mi trasero en el suelo.
Él grita, pero su hermana y la almohada lo amortiguan.
Veo estrellas por un momento, pero le doy la espalda. Levanto el
whiskey y lo echo sobre su herida. Él grita otra vez, quitando la
almohada de su rostro y empuja a su hermana lejos de él.

–¡JODER! ¡JODER! ¡AVÍSAME LA PRÓXIMA VEZ!

Él me mira como si pudiera arrancarme la cabeza. Me asusta.


Asiento.

–Lo voy a hacer otra vez.

Una lágrima se desliza de su ojo izquierdo, pero asiente. Su


mandíbula tiembla ligeramente por el dolor.
Miro a la herida, la sangre sale volando. El flujo es lento, no es una
arteria. Suspiro, al menos eso no va a matarlo.

Echo más alcohol y limpio la sangre y el licor. Pongo una toalla


contra la herida y espero a que la coagulación natural de su cuerpo
haga un intento al menos.

Cuando bajo la vista a la herida, veo sangre goteando en mis manos.


Toco mi rostro con mis dedos. Mi nariz está sangrando mucho. Agarro
la otra toalla junto a mí y la pongo contra mi rostro. Leo me da un
empujoncito para comprobar. Froto mi codo contra su pelaje para
intentar tranquilizarlo.
Capítulo 3
Traducido por EvaMedina

– ¿Dónde aprendiste a poner puntos de sutura?

Vuelvo la mirada hacia mi invitada y frunzo el ceño.

–Mi papá era un sobreviviente. Él me hizo ir a un campamento de


supervivencia cada verano y me llevaba a cazar y a acampar todo el
tiempo. Cuando todo empezó, él tenía planeado venir aquí. Los estantes
de libros están llenos de libros y manuales de supervivencia.

Ella frunce el ceño.

– ¿Vino contigo o viniste aquí sola?

Se proyecta en mis ojos, mi padre está atrapado por el camión. Él se


estira hacia mí y susurra su amor. Puedo verlos venir mientras siento
que sus dedos me empujan lejos. Mis pies lo escuchan y empiezo a
correr. Se mueven en contra de mis deseos.

Me lo quito de encima y la miro.

–¿Dónde están vuestros padres?

Tenía los ojos inexpresivos, como los míos.

–Mamá murió de enfermedades en un principio. Ella fue a trabajar y


nunca volvió a casa. Era parte de la primera cuarentena. Papá, bueno,
él se ha ido. También se ha ido –su voz tiembla un poco. Conozco ese
sentimiento.

–Todos se han ido, Anna. Todo lo que queda son nosotros y ellos –
casi me retuerzo cuando digo las palabras nosotros y ellos. La incluí en
mi nosotros.

Su pequeño rostro es inexpresivo. Conozco ese sentimiento también.

–Anna. – una voz soñolienta viene desde la sala de estar.

Ella se levanta y sale de la cama antes de que yo siquiera pueda


quitar las mantas de mi cama.
–Está ardiendo.

Asiento y entro en la habitación estirándome.

–Bien. Su cuerpo está luchando contra la infección. La corteza de la


rama estaba realmente descascarada. Intenté limpiar la herida lo mejor
que pude, pero un poco de corteza puede todavía estar ahí dentro.

Siento una pequeña chispa cuando la palma de mi mano descansa


contra templada piel de su frente.

Él toma mi mano en la suya. Es un momento de intimidad que


nunca he tenido antes. No me alejo, pero no sé cómo reaccionar. Él me
aprieta la mano.

–Es difícil agradecerte cuando no sé tu nombre.

Siento mi mano atrapada en la suya. Lo miro por sobre el respaldo


del sofá y sonrío con suficiencia.

–Emma. Mi papá me llamaba Em.

Él empuja mi mano hacia él y besa mi palma.

–Gracias, Em.

Siento expresiones que intentan cruzar por mi rostro. Lucho contra


ellas y saco mi mano de su sudorosa palma.

Camino a la izquierda hacia el agua hirviendo y le lleno un enorme


vaso. Se lo tiendo a él.

–Necesitarás esto.

Sus ojos azules brillan. Mi dolor de estómago está de vuelta.

–Gracias. Gracias por todo. Sé que podrías haberme dejado en ese


agujero.

Rompo su mirada fija y miro al suelo de madera.

–No fue nada. –digo.

Anna nos mira y sonríe.

– ¿Cuántos años tienes, Em?

Siento que mis mejillas se sonrojan.


–Diecinueve.

–Yo tengo dieciséis.

Me siento mal cuando me dice eso. Me doy cuenta de que ella tenía
seis cuando su madre nunca volvió a casa del trabajo.

–Jake tiene veintiuno.

No sé qué añadir a la conversación. No tengo conversaciones.

Leo siente mi incomodidad y se pasea hacia mí. Él hociquea en mis


palmas.

–¿Dónde lo conseguiste?

Rasco su enorme cara y le sonrío con suficiencia a Anna, quien ya lo


convenció.

–Él estaba en el umbral de la puerta un día. Escuché a su madre


morir en el bosque cerca de la casa. Ella tenía la infección y murió justo
después de dar a luz. Sus cachorros se la comieron y se enfermaron
también. Leo fue el único inteligente. Nunca la comió. En lugar de eso,
él me encontró. –intento no pensar en tener que dispararles a los lobos
bebé, cuando la locura los agarró.

Anna le sonríe al gran lobo.

–Él es enorme.

–Mucho. Pero es buena compañía y me ayuda con los quehaceres.

Ella se ríe con eso. Es dicharachera. Recuerdo a mi abuela llamar a


los niños dicharacheros. Me pregunto lo dicharachera que Anna sería si
hubiera tenido una niñez normal. Me pregunto cómo sería yo.

Miro a Jake, que está durmiendo otra vez.

–Se duerme rápido. Necesitamos hacerle un poco de sopa –camino


hacia la puerta y vuelvo la mirada hacia ella–. ¿Puedo confiar en ti?

Ella niega con la cabeza.

–No. Me gusta esto. Haré lo que sea que quieras para que me dejes
quedarme, pero si es necesario, te traicionaré para salvar a mi
hermano.
–Me parece justo –me gusta su franqueza. Apunto a los libros de la
estantería–. Empieza con la estantería de arriba. Son los más fáciles de
leer.

Ella se muerde su labio.

Pongo los ojos en blanco.

–¿No puedes leer?

Ella niega con la cabeza.

–No muy bien –estando junto a la enorme biblioteca haciendo equipo


con libros, ella parece pequeña y vulnerable. Sé que no me dejaré creer
eso. Ella es una sobreviviente.

Los paneles del bosque fuera de nuestra anticuada casa de campo


son cómodos y brillantes con la luz filtrándose por las enormes
ventanas. No he visto mi cabaña por lo que realmente es, hasta este
momento. Ver a Anna y a Jake en mi casa, me hace dar cuenta de lo
afortunada que soy. Me pregunto cuándo fue la última vez que
descansaron en sobre un mobiliario cómodo.

–Los libros de arriba son fáciles de leer. La práctica hace la


perfección.

Los amarillos ojos de Leo encuentran los míos. Él me habla con su


mirada. Quiere quedarse con ellos. Él tampoco confía en ellos
completamente. Puedo verlo en sus ojos. Le asiento y salgo de la
cabaña.

Necesito un urogallo o un faisán o un pavo salvaje. No hay toneladas


de ellos, pero conozco un punto dulce. La cabaña está rodeada por
enormes y altos abetos y arbustos. El verde está por todos lados. Me
ponía nerviosa al principio. Era tan grande comparado conmigo. Sentía
los ojos en mí de un millón de diferentes puntos de vista privilegiados.
Podía ver a los infectados pasando por entre los arbustos, sus brazos
estirándose hacia mí. La sangre bajando desde sus ojos y llagas
goteando cubriendo sus pieles. Las andrajosas ropas y el olor podría
abrumarme, mientra me empujaron hacia el suelo.

Podía ver a los otros. Podía oírme a mí misma gritar mientras sus
ávidos dedos pellizcaban mi piel y me arrastraban dentro del bosque.
En el bosque donde gritaría como las otras chicas. Las ropas
desgarrándose me perseguían desde el principio. Los infectados
arrancaban carne y los otros arrancaban ropas y el sonido podía
envolverte por completo.

Ahora veo la vegetación y escucho a los sonidos del bosque, y sé que


estoy a salvo. El bosque es mi amigo. Era una relación tensa al
principio, pero se ha ganado mi confianza con el tiempo.

Como Leo, se había convertido en parte de mi familia. Dónde perdí


una familia, gané otra.

Las ramas se rompen bajo mi pie, pero de una forma que mantiene a
los pájaros piando y a las ardillas parloteando. Es un don. Lo aprendí
de Leo. Él es capaz de vaguear por el bosque rápidamente, pero en
sincronía con las criaturas del bosque.

Me detengo en una pequeña cuesta en el bosque. Tengo una vista


genial aquí. Me mezclo entre los árboles y escucho. Cierro mis ojos y
espero. Los ruidos se convierten como en una canción que el bosque
canta. Tú sólo tienes que oírla cuando dejas de ser tú y te conviertes en
parte del bosque. Siento las ondas en la música levantarse y caerse con
el viento.

Agarro mi arco y flecha y hago una lectura. Espero por ello. Escucho
el sonido que estoy buscando. Es un faisán.

Veo el raro rostro de él y los espectaculares colores. Es un macho.


Tomo una respiración y en la exhalación, suelto la flecha perfectamente.
Me tomó dos años de contantes disparos para ser capaz de bajar a un
faisán a esta distancia. El macho cae sin un sonido cuando la flecha
perfora su garganta justo debajo de su cabeza. Espero y miro. El bosque
continúa su feliz canción. Espero un segundo extra. Vuelvo a poner el
arco y las flechas en el pequeño agujero junto al árbol.

Recojo mi captura, constantemente mirando sobre mi hombro. Jake


y su hermana me espiaron en el bosque por dos meses antes de que
tomase conciencia de ellos. Mi sentido de la seguridad en este lugar es
cuestionado. Un calor se descarga en mis mejillas mientras camino
llevando el pájaro por sus patas. Pienso en Jake. Su cabello oscuro, sus
ojos azules y sus largas pestañas.

Un dolor punzante pasa rápidamente por mi muslo.

Levanto la vista para ver el reflejo de una mira a través del pequeño
barranco. Me dejo caer al suelo y silbo. Me recuesto entre la maleza
congelada. Mi corazón está latiendo fuera de control.
Anna.

Sé que ella me ha disparado. Quiere mi cabaña. Lo dejó


perfectamente claro. Mi corazón duele por el más pequeño de los
segundos. Lo hago retroceder dentro de su cueva y me endurezco por el
hecho de que tendré que matarla. Flashes de su dulce rostro y lo mucho
que se parece a su hermano llenan mi mente.

Escucho los disparos pasando zumbando en la maleza. El pánico me


llena. Está usando mi propio silenciador en mi contra. Me pregunto si
Jake lo sabe.

Contengo mi aliento y espero. Sé que Leo vendrá a mí. Lo he


entrenado para que venga hacia mí. Vendrá.

Escucho pasos.

El bosque está en silencio cuando el depredador se mueve a través


de él. Los pájaros pueden oír el pánico en mí. Los latidos de mi corazón
se los revela todo a ellos.

Siento un dolor enfermizo cuando me doy cuenta de que he sido


traicionada. Nunca debí haberlo ayudado a salir del agujero. Nunca
debí haber abierto la puerta.

Debí haber abierto el whiskey y escuchado desde dentro de mi


cabaña, a que ella hubiera muerto o se hubiera ido.

Sabía que me arrepentiría.

Miro a mí alrededor. Hay demasiada maleza rodeándome. Cualquier


movimiento agitará la maleza y revelar mi posición. Puedo oír sus pasos
mientras se acerca. Tiene los pasos pesados. Rompe las ramas con
rudeza, haciendo que los pájaros y las criaturas del bosque sean aún
más silenciosos.

Sus pasos están encima de mí. Estoy segura de que puede oír los
latidos de mi corazón. También estoy segura de que va a dispararme en
la espalda.

Oigo un sonido zumbante otra vez y las balas golpean el árbol detrás
de mí. Los casquillos no caen muy lejos de mí. Me pregunto qué está
haciendo. ¿Ha perdido el lugar donde me disparó? Afortunadamente, la
maleza es abundante a mí alrededor.
Escucho un ruido sordo y un poco de susurro de hojas cerca de mí.
No sé lo que está pasando. Estoy entrando en pánico en silencio.

–Em –un susurro llena el bosque cerca de mí.

Miro alrededor sin mover la maleza.

–Em.

Siento el aliento de Leo sobre mí de repente.

Levanto la vista para ver a Anna en cuclillas junto a mí. Ella ha


caminado silenciosamente hacia mí como lo hace Leo.

Veo el rifle en sus manos. La ira me llena, pero sé que la bala que
está en mi muslo no va a permitirme saltar y pelear por el arma. No
seré derrotada por alguna niña. Miro a Leo, que está en el borde. Está
cazando como si Anna fuera su compañera. Eso duele más que nada.

–Em, lo maté, pero debe de haber otros.

– ¿Qué? –las palabras abandonan mi boca antes de que tenga la


oportunidad de controlar mi volumen.

Ella pone un dedo en sus labios.

–Probablemente no estaba solo.

Miro a mi arma en sus manos.

– ¿No me disparaste tú?

Ella apunta a la maleza junto a mí.

–Él te disparó. ¿Por qué te dispararía yo? ¿Qué? ¿Dónde te


dispararon?

Ignoro el dolor por el disparo y me arrodillo. Casi grito cuando me


apoyé sobre mis pies en una posición encorvada.

Veo las botas del hombre en el suelo.

–Ésas son cosas militares –hablo suavemente, escaneando el


bosque.

–Genial.

Cojeo hacia él y me agacho. Mi pierna está goteando sangre ahora.


Me quito mi camiseta exterior y la ato alrededor de mi muslo
apretadamente. Hurgo en sus bolsillos. La calidez de mi sangre se está
escurriendo por mi pierna. Él tiene más edad, cuarenta quizá. Tiene el
cabello castaño y parece como que ha estado comiendo bastante bien.
Su trasero es notablemente grande. Agarro su arma y un cuchillo que
encuentro en su bota. Agarro un poco de carne seca que tenía y se la
tiro a Leo.

–Nosotros podríamos haber comido eso.

Miro a Anna y frunzo el ceño.

–Nuca comas nada que le quites a otro humano. Puede tener la


infección o estar podrido.

Ella apunta a Leo.

–Él podría infectarse.

Niego con la cabeza.

–Él es inmune.

–Nadie es inmune.

Sonrío sarcásticamente.

– Me he cargado cosas enfermas antes y él las ha comido. Nunca se


enferma.

Ella hace una cara mientras desata las botas de él.

–Oh, Dios, ¿así que él comió a su madre y vivió?

Asiento.

–Sí, probablemente. Intento no pensar en eso.

–Dijiste que él nunca la comió.

Me encojo de hombros y escaneo el bosque hablando suavemente.

–No quería que te diera asco o asustarte mientras estaba tocando a


la pierna herida de tu hermano. Acabábamos de conocernos. Estaba
intentando ser educada. Coge al pájaro.

Ella agarra las botas de él, el pájaro y camina hacia mí.

– ¿Necesitas una mano?


Me apoyo en ella. Leo viene a mi otro lado. Él está menos
sobresaltado ahora.

–Se puso todo loco y empezó a arañar la puerta. Intentó abrir la


puerta él solo. Supe que algo iba mal. Él me guió hacia ti.

Paso una mano por su denso pelaje y acaricio. No es la primera vez


que me salva y sé que no será la última.

Caminamos de vuelta hacia la cabaña. Me siento enferma y


asustada. No tengo dudas de que el tipo del ejército no está solo.

Mi pequeña e indefensa cabaña está bajo ataque. Mi camiseta


alrededor de mi pierna está empapada de rojo y me siento débil. Me
temo que la bala todavía está en mi muslo. Pienso en el hecho de que
Anna es ahora la única persona capaz y vamos a ser atacados en
cualquier momento. Mi seguridad y comodidad se han ido. En mi mente
puedo oír el desgarro y los gritos otra vez.

Mientras camino a través de la puerta, Anna me ayuda hacia la otra


silla. Me siento en el borde e intento no ensuciar de sangre en todos
lados.

Leo parece preocupado. Sus ojos están preocupados y llenos de


expresión. Él me hociquea. Yo rasco su rostro y beso la parte superior
de su cabeza.

–No puedo creer que pensaras que yo te disparé. ¿De verdad es eso
lo que pensaste que haría yo después de que ayudaras a Jake?

Tiemblo ligeramente por la pérdida de sangre y sonrío con


suficiencia.

–No, pero estaba asustada. Me alegro de que no fueras tú.

Siento la silla contra mi nuca mientras el techo empieza a girar. Me


siento enferma, pero entonces todo se vuelve negro.
Capítulo 4
Traducido por krispipe

—En serio, ambos tenían que ser heridos. Voy a conseguir que Leo
me muerda para que alguien más tenga un turno en lavandería y
cocina.

Dolor se dispara en todas partes. La luz de la cabina es demasiado.


Siento como que estoy en un bote como cuando era una niña.

Todo se siente grueso mientras me muevo por lodo.

—Oh, estás despierta.

Bato mis pestañas hacia el borroso ser en frente de mí.

Siento manos en mi cara, —Pero todavía caliente. ¿Anna dice el libro


sobre la fiebre?

—Nunca he leído esa parte.

Toso y estornudo, —Necesito líquidos y sal. Necesito que mi cuerpo


sea hidratado nuevamente.

Jake cepilla sus manos sobre mi cara, —Te ves muy incómoda.
¿Quieres que te lleve a la cama?

Me siento de la mejor manera que puedo. Me siento débil.

—Estoy bien aquí. ¿Mi arteria recibió un disparo?

El rostro de Jake está completamente a la vista, mientras mi visión


periférica se aclara.

Él niega con la cabeza. —No lo creo, pero perdiste un montón de


sangre. Pienso que eres anémica. Nuestra madre era anémica.

—Como mucha carne.

—Ella siempre comían un montón de verduras sin embargo. Algo se


encuentra en los rábanos y el repollo morado y la remolacha, era lo que
su médico le dijo.
—Bueno, eso lo explica todo—. Me siento malhumorada. Me duele la
pierna.

Miro el gran vendaje blanco en ella.

—¿Quién hizo esto? ¿Sacaste tú la bala?

Jake cojea de nuevo a su cama del sofá, —Anna lo hizo. Hizo


exactamente lo que tú hiciste por mí. Sólo que tú no estabas despierta
para ello.

Pillo la amargura goteando de su declaración.

—Deja de ser un bebé, te salvé. ¿Y el hombre?

Anna me trae un vaso de agua, —Nadie más ha llegado pero al


mismo tiempo no hemos estado exactamente dejando la cabaña.

Leo está durmiendo al lado del sofá de dos plazas en el que estoy
tendida. Extiendo mis dedos hacia abajo y dejo las puntas deslizarse a
través de su piel, —Alguien vendrá a buscarlo. Creo que deberíamos ir a
una de las otras casas. — No puedo creer que haya dicho eso. Nunca he
ayudado a nadie. Las palabras se sienten innaturales para mí.

Jake se ríe, —¿Tienes otras casas?

—Casas de suministros donde he escondido la comida y los


suministros. Todas son casas de labranza con bunkers o refugios y
bodegas.

Jake silbó suavemente, —Eres una chica increíble, Emma. ¿Cuánto


tiempo has estado sola?

Visiones de mi padre se arrastran, pero estoy demasiado cansada


para luchar contra ellas. Mis labios se mueven por su cuenta. —Todo el
tiempo. Él murió, mi padre murió el primer mes. Cuando el pánico llegó
a las ciudades y todos huyeron. — No le cuento que fue la primera
persona que dejé. El primero que ignoré.

Veo la compasión cruzar la cara de Jake, — ¿Fuiste nueve?

Asiento una vez.

— ¿Cómo has llegado hasta aquí?


—No ayudo a la gente. No he ayudado a nadie. Él me dijo que
corriera. Siempre correr. No mires atrás Emma, sólo corre. Entonces
escóndete.

Anna se sienta en el sofá junto a su hermano y me sonríe, —Hasta


nosotros.

La miro y pienso en cosas terribles como ser disparada y el hecho de


que el hombre sin duda los siguió a mi cabaña. En lugar de eso sonrío,
—Hasta ustedes.

Jake lee mis pensamientos, —Y mira dónde te ha llevado. Creo que


tienes razón. Tan pronto como consigamos estar en nuestros pies
deberíamos movernos.

Necesito mirar la herida en mi pierna. Tengo que asegurarme de que


lo hizo bien. Levanto la pierna e ignoro el dolor. Rompo la venda
haciendo una mueca de dolor y lentamente desenvuelvo las capas.

La sangre se filtra mientras más me acerco a la herida. Siento


náuseas al ver mi propia sangre filtrada a través del algodón. Está
rígido en comparación con mi sangre que ha hecho una imagen de una
flor.

La parte de arriba del vendaje está empapado. Ella no me ha cosido


correctamente.

Quiero enojarme con ella, pero hablo en voz baja, —Necesito el agua
hervida y la aguja y el hilo.

Ella ve herida, — ¿Lo hice mal?

—Sí. — Aprieto los dientes y hablo a través de ellos, —Pero lo


intentaste.

Ella me pasa todo en un plato. Quiero reír por el hecho de que he


sido derribada por un francotirador, pero no puedo. Debí haberlo
notado, en lugar de soñar despierta con Jake.

Miro hacía él. Se ve preocupado.

—¿Cómo está tu pierna?

—-Bien. Pica pero mi fiebre está desapareciendo. Parecía realmente


rojo y rabioso cuando Anna cambió el vendaje antes.
Señalo el baño, —Anna, tengo aceite de árbol de té en el armario. Es
antiséptico y antibacteriano.

Ella vuelve con la pequeña botella azul. Mi padre había dejado


botellas aquí mismo cuando estaba suministrando sus armarios.

Ella me pasa. Tiro todo de mi herida. No pica. Se siente como nada,


pero el olor quema mi nariz con menta fresca.

Pongo la tapa y se lo tiro a Jake. Él está sentado en su ropa interior


en las mantas. Deshace la venda y sofoca su pierna en el aceite.

Mis dedos tiemblan mientras echo whisky sobre ellos. Trato de


enhebrar la aguja con hilo y suspiro. Siento la nariz fría de Leo
presionar contra mi tobillo. Abro los ojos y enhebro la aguja. Es la aguja
más pequeña que tenemos. Aprieto los dientes y recuerdo el día en que
mi padre me llevó al Muelle de San Francisco.

El viento era cálido y lleno de olores exóticos. Mi estómago rugía


mientras el viento levantaba mi pelo rubio oscuro en el aire. Las
personas gritaban y chillaban de alegría a cada paso. Yo nunca había
visto un carrusel de dos pisos antes. Recuerdo la sensación mágica de
subir a bordo de mi caballo. Este tenía una melena dorada oscura que
hacía juego con mi pelo. Pasé los dedos sobre la dura crin cálida e
imaginé que era real. Mi padre tomaba fotos y me saludaba mientras la
atracción miraba arriba.

Aprieto la aguja en la piel. Estoy en otro lugar. Soy la niña del


carrusel. Su sonrisa se convierte en forzada mientras lágrimas se
deslizan de sus ojos y en su blusa de color amarillo pálido.
Capítulo 5
Traducido por Isane33
Corregido por tamis11

Leo aúlla. Él nunca aúlla mucho, pero lo siente. No puedo mirar


hacia atrás. La horrible sensación que se está arrastrando en mí
interior crece con cada paso que doy. La cabaña es un padre, un
abrazo, un refugio. Es la única cosa que tengo de antes. Darle la
espalda se siente como cortarme. Cada paso que doy es una traición a
mi alma.

—Volveremos Emma.

La miro. Quiero arrancarle los ojos y asar su carne en un asador. Mi


cara expresa esto. Lo sé porque ella se estremece cuando se encuentra
con mi mirada.

Leo se frota contra mi costado, su lomo llega hasta mi hueso de la


cadera. Descanso mis dedos en su pelo. Agarro el pelaje, como si
sostenerlo me va a hacer quedar y voy a regresar a un semblante de mi
seguridad.

Dedos rozan mi brazo y luego aprietan. Soy tirada hacia atrás en un


abrazo. Quiero luchar contra él, pero el calor me abruma. No puedo
luchar contra mis lágrimas y Jake así que lo dejo abrazarme.

—Emma vamos a volver un día. No escondimos toda esa comida por


nada. Eso, la madera y los suministros estarán aquí cuando volvamos.

Empujo su cuerpo lejos del mío y estiro el cuello para mirar sus ojos
de color azul brillante.

— ¿No te das cuenta? Nunca podremos volver. Este siempre va a ser


un lugar que es observado. Ellos no se detendrán hasta que todos
estemos trabajando en las granjas.

Sus ojos se enardecen.

—Borramos todos los signos de vida. Dale tiempo. No es que muchos


lugares tengan un buen funcionamiento Emma. No podemos darnos el
lujo de ignorarlo.
Quiero alejarlo pero algo curioso le sucede a mi piel cuando él la
toca. Es igual que en los libros que encontré en el armario de la abuela.

Me hace desvanecerme y temblar al mismo tiempo. Luego me


frustra. Las novelas románticas estaban en lo cierto.

Sacudo la cabeza y me libero de su mano.

—Mira, necesitamos seguir adelante.

La ruta por la montaña no es mi caminata favorita, pero hoy me


siento distraída. Camino rápidamente escuchando a la canción del
bosque. Habla de la felicidad y la paz. Leo parece contento. Su cara del
lobo descuidado es un gran indicador de que es lo que pasa en el
bosque.

— ¿Anna, recuerdas la segunda casa en que papá nos escondió?

Ella no le hace caso. Ojalá yo pudiera.

—Creo que fue cerca de aquí. Recuerdo que tenía una piscina y
nadamos en ella para estar limpios.

Echo un vistazo hacia ella, su mandíbula esta apretada.

Se ve distraída.

—Dios, entonces encontramos la despensa llena de comida. El


relleno de tarta de cereza cubriendo una tostada hecha en la barbacoa
era mi favorito.

Me imagino el relleno de cereza durante medio segundo, pero


vislumbro a Leo en mi periférica. Él esta agachado con los pelos del
cuello para arriba. Él acecha en la hierba.

Lo imito y me agacho. Anna también lo hace adelante, no por


mirarme a mí sino al ver a Leo. Sus ojos no lo han dejado.

— ¿Qué?

Refunfuño:

—Agáchate. —Él se agacha junto a nosotras, pero es demasiado


grande como para ocultarse realmente en la hierba.

Levanto una ceja a Anna que pone los ojos en blanco. Me hace reír
disimuladamente. En realidad nunca he reído disimuladamente antes.
— ¿Cómo estás vivo? —susurro.

Ella se ríe en voz baja.

—Suerte. Ni siquiera estoy bromeando.

Miro hacia atrás a un Jake con la cara roja y sonrió.

—Es bueno ver que tienes una personalidad real Em.

Le saco la lengua hasta que lo oigo.

El alto gemido.

Siento que mis ojos se cierran por el miedo y la decepción. Uno de


nosotros va a morir. El que no pueda correr lo suficientemente rápido
morirá.

Leo me mira por un segundo. Veo la preocupación. Asiento con la


cabeza. Él se arrastra hacia adelante a lo largo de la hierba. Me lamo el
dedo y lo pongo en el viento. La brisa está detrás de nosotros y lleva
nuestro olor colina abajo. Ellos son los sobrevivientes que no parecen
morir, estamos jodidos. Cazan como un animal.

Anna se lame los labios. Puedo ver preocupación y miedo cruzando


su cara como nubes moviéndose en el cielo. Su latido late con fuerza en
el cuello. Puedo verlo aumentar. Ella mira a su alrededor y señala los
árboles detrás de nosotros.

Niego con la cabeza. Escalar sólo te pone en un árbol rodeado de los


infectados. Busco otra opción, mi cerebro se flexiona bajo la tensión.

—El río —susurro.

Jake me mira escéptico.

— ¿Hasta dónde?

—Una milla.

—Emma tu pierna y la mía no lograrán correr más que los


infectados por toda una milla.

Sé que él tiene razón. Sé que esto es una verdad, pero no tengo otra
cosa.

Saco una de mis armas de mi saco y se la paso. Miro sus ojos


azules.
— ¡No dispares a menos que tengas que hacerlo! No me dispares o a
ti mismo tampoco.

Anna toma el rifle con el alcance, al que le ha cogido cariño, y toma


el flanco derecho. Leo acecha en el medio del campo, y yo tomo la
izquierda. Dejamos a Jake en la ladera. Sus heridas son peores que las
mías.

La bala nunca se abrió camino muy lejos en mi pierna. Los nuevos


puntos de sutura, la lavanda y el té de aceite de árbol han hecho que se
cure rápido.

Miro a la oscura cabeza de Jake que sobresale de la hierba y


suspiro. Es demasiado grande para tratar de ocultarse. Él será la
muerte de todos nosotros. Sé que los dejaré si es necesario. Me esfuerzo
en estar de acuerdo. No importa lo que pase, mi padre nunca murió
para que yo pudiera desperdiciar mi vida en extraños.

Sin embargo, ya no se sienten como extraños.

Concentro mis pensamientos y exploro el bosque cubierto de hierba


y poco espeso.

La bilis se eleva cuando los veo. Ellos cayeron sobre algo. Se ven
repugnantes y enfermos, incluso desde la distancia en la que estoy. Uno
empuja al otro y el tono agudo del gemido se escucha al otro lado del
vacío. Ocupa todo el espacio. Siento que las paredes del miedo se
cierran a mi alrededor. Veo una mano subir y bajar de lo que sea que
tienen en el suelo. Uno de ellos lo golpea. Todavía está vivo. Esta
enfermo ahora, infectado como ellos. Son lo más parecido a los zombis.
No zombis reales. Ellos son humanos pero viven con la enfermedad de
una manera que nunca sería considerado supervivencia. Su piel está
cubierta de llagas, abiertas y formado costras. Su cabello se está
cayendo donde las llagas se han apoderado de su cuero cabelludo.
Lloran lágrimas de sangre, como las películas de fantasía que daban
cuando tenía nueve años. Lo primero que el virus destruye es la
garganta. Los altos gemidos son por la cicatrización en la garganta y el
daño cerebral que causan las fiebres altas.

Miro hacia Anna y espero que ella no tenga miedo. Alejo el


pensamiento de mi cerebro y miro hacia atrás a la cena infectada. La
última vez que me preocupé por cualquiera de ellos, me dispararon.
Me pongo mi máscara de mi bolsillo trasero y la deslizo sobre mi
cara y la ato alrededor de mi cabeza. No es una garantía, pero es mejor
que arriesgarse.

Es una regla. La uso siempre que estén cerca. El virus debería haber
muerto hace años, pero los que se enfermaron después de haber
mutado, sobrevivieron, si se puede llamar así. Ellos son contagiosos,
pero no parecen morir, no importa lo mal que sus cuerpos estén. No
hay muchos de ellos, pero de alguna manera se las arreglan para
arruinar las vidas.

Cuento las cabezas, siete. Por no hablar de la que está en la tierra,


si se trata de un ser humano. Podría ser un animal. Los infectados no
tienen sentido. Atacan a cualquier cosa que se mueva. Su hambre es
demasiado grande. Los he visto atacar a un arbusto en un día ventoso.

Puedo acabar con tres, por lo menos antes de que al menos se


acerquen lo suficiente para volver a cargar mi arco y arriesgarme. No
me gusta arriesgarme. Sé que Anna tiene un bolsillo lleno de balas, pero
me veré obligada a confiar que ella puede dispararles antes de que
lleguen a mí. También se siente como un riesgo cuando pienso en ello.

Me siento atrapada. Mi espalda está contra la pared. Sé que Leo se


llevará uno. Juntos podemos garantizar cuatro. No se siente lo
suficientemente seguro. Me vuelvo y miro a la colina detrás de mí.
Quiero ir a casa. Quiero subir a la colina, subir a mi cama y bloquear el
mundo exterior. Una vez más me arrepiento de abrir la estúpida puerta.
Debería haberlos dejado. Debería haberlo dejado en el agujero.

Estoy a punto de correr y silbar cuando miro a Jake una vez más. Él
me guiña el ojo y sonríe. Mi estómago hace la cosa de la dolorosa
punzada. Mis labios le regresan la sonrisa. Nunca les dije que lo
hicieran. Parece que están tomando decisiones por sí mismos.

Tiro la flecha hacia atrás y la sitúo en el más grande. Siento las


ráfagas de viento y el ciclo en el que parecen venir. Una gran ráfaga
golpea y luego deja el espacio en el aire hasta la próxima. Exhalo y
suelto la flecha. Él tiene el cabello castaño oscuro y su rostro está
hinchado. Fue un hombre una vez. Insensibilizo mi corazón por él y
vuelvo a cargar al instante.

Siento la próxima ráfaga y disparo compensando. La flecha corta en


una cabeza enmarañada de cabellera rubia oscura.
Vuelvo a recargar ignorando las cosquillas en las mejillas. Los
infectados han notado que dos han caído. Giran sus caras alrededor,
buscando. Mi siguiente flecha da en el ojo blanquecino de uno más
viejo. Los cuatro restantes se levantan y comienzan a hacer el chillido.
Me estremezco sabiendo que el sonido me va a perseguir durante
semanas.

Mi siguiente flecha da en la que esta señalándome. Ella cae en el


segundo que esta se desliza por su boca abierta.

Siento un escalofrío al verla. Recargo mientras los tres restantes


gritan y empiezan su carrera loca hacia mí.

Tiro otra más antes de girarme y empezar a correr hacía el árbol más
cercano. Quiero correr hacia el otro lado. Quiero correr por las colinas y
dejarlos, pero mis pies no me escuchan. Mi pierna no llegará muy lejos
con el agujero de bala. La larga hierba se enreda en mis pies y tira de
mí. Mi pierna arde y trata de convencerme de dejar de correr.

—Emma. Emma. —Ignoro la voz y corro. Siento el pánico golpear.

—Emma están todos muertos.

Llego a la corteza del árbol enorme. Quiero subir, pero el dolor en mi


pierna me está matando. Agarro la rama enorme y me subo en el árbol
utilizando sólo los brazos. He practicado esto. Me levanto y me siento en
la rama. Miro las dos personas de pie en la hierba mirándome como si
yo estuviera loca. Leo camina de un lado a otro. Él entiende. Hemos
huido de ellos muchas veces.

Jake se acerca al árbol cojeando ligeramente. Él tiende sus manos


como tuviera miedo de mí.

—Emma están todos muertos.

— ¿Cómo?

Anna sonríe.

—Les disparé. Esperé a que corrieran hacia ti y entonces todos ellos


cayeron al instante.

— ¿Tú? ¿Los mataste?

Ella inclina la cabeza.

— ¿Todavía no confías en que te ayudemos?


Quiero decir que sí, pero me quedo sentada por un momento en el
árbol.

—Estoy atorada.

Jake permanece debajo de la gran rama y tiende sus brazos.

—Salta.

Tiro mi arco y flechas y miro alrededor. El campo no se mueve, salvo


donde el viento acariciar la hierba de color ámbar oscuro.

Me giro sobre mi vientre y me bajo de la rama. Me quedo ahí por un


segundo antes de que grandes brazos me rodeen y me abracen
fuertemente. La estridente agonía de mi pierna se embota repente.

Leo empuja mis piernas y se queja.

El aliento de Jake roza contra mi cara mientras habla en voz baja.

—Parecía un poco como que ibas a salir corriendo.

No me doy cuenta de lo cerca que nuestras caras están hasta que


me veo en sus ojos. Me muerdo el labio inferior y sacudo mi cabeza.

—Entré en pánico. Nunca he estado herida así cuando ellos


estuvieron cerca antes.

Él me acerca más.

—Yo te protegeré Emma. —Mira hacia su hermana—, ambos lo


haremos.

Puedo ver la oscuridad en los ojos de ella, es la misma mirada que


les doy a todos.

—Gracias—digo sólo lo suficientemente fuerte.

Ella asiente con la cabeza.

—Mataste a la mayoría. Tienes que dejar más para que yo mate la


próxima vez.

Todavía me siento asustada y sola.

Jake me coloca sobre el suelo cuidadosamente.

—Emma, eres como Robin Hood.


Sonrío, al oír la referencia a la novela que me encanta.

Anna suspira.

—Jake, no empieces otra vez con las historias.

Le sonrío.

—Me encanta leer también. He leído los mismos libros durante diez
años. A veces tengo suerte y encuentro un pequeño libro de bolsillo que
puede caber en mi mochila. Robin Hood es uno de mis favoritos. Mi
abuela me lo leía cuando era pequeña.

Jake sonríe y lo veo de nuevo. Hay una alegría en su interior que


nunca he visto antes. Creo que debo haberlo visto en el mundo de
antes, pero realmente no recuerdo. Quiero estar cerca de él. Me hace
sentir cosas que sólo he leído.

En lugar de disfrutar de la sensación de estar cerca de él, un pesado


sentimiento repugnante me cubre. Obligando a alejarse la alegría
tomada de él.

Casi lo dejé. Casi los dejé. Lo voy a dejar. Es mi naturaleza.

Él me frunce el ceño.

—Te daría un centavo por tus pensamientos, pero creo que sería
más de lo que puedo pagar.

Me río, pero no es la libre sensación de alegría que tuve hace


segundos.

Me alejo de él y acaricio a Leo, que está necesitado de repente. Se


frota contra mí y salta sobre sus patas traseras para pararse. Envuelve
sus patas a mí alrededor. Le devuelvo el abrazo.

—Yo también te quiero—susurro en su pelaje. Echo un vistazo a


ellos y asiento con la cabeza en dirección a la casa—. Es un día a pie de
la casa. Señalo colina abajo.

—Tenemos que tratar con él también.— Anna señala la masa de


color beige en la parte inferior del campo y los árboles.

Entorno los ojos.

—Es un hombre.

—Muy bien. Tienes la oportunidad de matarlo.


Me río con amargura y le entrego el arco y la flecha. Ella piensa
como yo, y me gusta. Nunca disparó una vez, cuando yo estaba
disparando las flechas. Entiende la conservación.

Ella me da una sonrisa con los ojos muy abiertos y toma el arco.

— ¿En serio? Nunca he hecho esto antes.

—Tenemos que caminar más cerca de él. Cuando tires la flecha


hacia atrás controla cada pulgada de tus brazos. Se siente difícil al
principio, pero te acostumbras a la tensión.

Caminamos hasta la cresta de la colina. Estamos cerca de uno de


los caídos infectados. Puedo olerlo. Señalo a un árbol más lejos a la
derecha.

—Pongámonos allí.

Nos alejamos del olor del enfermo cadáver pudriéndose. En el árbol


ella intenta tirar de la flecha hacia atrás.

Sus delgados brazos tiemblan.

Se ve frustrada.

Me río.

—Sé cómo te sientes en estos momentos. Me llevó dos años. No va a


suceder en el primer intento.

Ella pone mala cara.

— ¿Podemos hacerme un arco tal vez?

Asiento con la cabeza con entusiasmo. No hemos tenido mucho de


qué hablar.

Tomo el arco y la flecha. Tiro hacia atrás y veo al moribundo. Su


cuerpo tiembla ligeramente. Su piel tiene marcas de mordidas. Los
infectados se comen cualquier cosa.

—Mantenlo firme, mira a lo que deseas disparar y toma una


respiración profunda. — Exhalo y suelto la flecha. Estamos lo
suficientemente cerca para oírla hacer un sonido de corte mientras
entra en su cien—. Siempre exhala cuando la sueltas. —Hago una
mueca mientras veo la flecha que sobresale de su cabeza sangrante.

—Guau.
Asiento con la cabeza.

—Sí, toma mucha práctica.

— ¡Dios Santo!

Me giro.

— ¿Qué?

Jake está de pie detrás de nosotras.

—Se dan cuenta de que es una persona a la que acaba de disparar.


Todos ellos eran personas.

Anna se burla.

—Estaban infectados Jake. No son como tú o como yo o incluso la


gente de la ciudad.

Frunzo el ceño.

— ¿Gente de la ciudad?

Jake mira hacia abajo en la hierba.

Anna me mira.

—Lo vimos. Fuimos lo suficientemente cerca para verlo.

— ¿Electricidad? ¿Agua corriente?

Ella asiente con la cabeza:

—Todo. No hay coches, sino un metro y casas y edificios muy


grandes. Está en el borde del desierto.

Me siento asqueada por la pregunta, pero de todos modos pregunto:

— ¿Qué pasa con las granjas?

Ella tiembla.

—En marcha y funcionando todavía. Creo que los niños van a la


ciudad después de nacer.

Jake suspira y se pasa la mano por el pelo. Él parece estar molesto


por la conversación.

—Él es militar.
— ¿Qué? —Miro a Anna que está señalando al hombre muerto con
una flecha sobresaliendo de su cien.

Miro las botas y niego con la cabeza.

—Tenemos que alejarnos. Ahora.

No hablamos. Dejamos las flechas sobresaliendo de las caras de la


gente en el suelo. Nunca tomo las flechas de los infectados. Cruzamos el
pequeño campo y el bosque en el otro lado.

Miro a Leo toda la caminata. Esto me impide ver a Jake. Leo es el


mejor sistema de alerta. Jake es una distracción.
Capítulo 6
Traducido por Gaz
Corregido por MewHiine

La cabaña está tranquila, justo como yo esperaba. Nunca había


vuelto con tanta rapidez. Sin embargo, servía mejor a nuestro favor.
Estaba muy alejada, la mayoría de los caminos estaban alejados, se
dividían en cuatro y este era el más cercano a mi cabaña.

Nos quitamos la ropa empapada. Mi herida quemó por las aguas del
río frío y por el ejercicio a través de este por un largo camino.

Lo he hecho antes, pero no es mi forma favorita para llegar a casa.


Lo he seguido antes. No sé si nos siguieron hoy, pero no puedo correr el
riesgo. No puedo dejar de robar una mirada hacia Jake mientras se
quita su camisa mojada y se baja los pantalones hasta el suelo. Su
herida es de un color púrpura brillante. La nueva cicatriz se marca en
un crecimiento desigual y feo.

— Es más grande de lo que pensé que sería.

Miro hacia él mientras me sonríe, mirando.

Me pongo mis pantalones y noto por primera vez que tiene dibujos
de panecillos en sus calzoncillos. Levanto una ceja.

Se ríe, —Bollos con mantequilla.

—No lo entiendo.

—Esto se debe a que me volví loco a los nueve años.

Siento mi cara ruborizarse, dándome cuenta de que es, obviamente,


algo sucio, —Sólo tenías once años. — Digo anonadada.

Se ríe: —Sí, pero mi hermano mayor tenía dieciséis años. Así que me
hace más como si hubiera tenido quince cuando pasó.

Me detengo sonriendo, pero él no para de hablar.

—Will era un chico malo. Nuestro padre solía estar muy enojado con
él. Tenía una colección de revistas que podrían escandalizar a una puta.
Me estremezco ante la palabra. Yo sé lo que significa y sé cómo
funciona, pero nunca he oído a nadie decirla físicamente. La
conversación se siente mal repentinamente.

—Una vez estaba saliendo con esta chica, Angela, y él ...

—Jake.

Miro atrás hacia a Anna que está haciendo una cara de mal gusto,
—Las historias sucias de Will en ropa interior son un poco
espeluznantes.

Sonrío. Jake se sonroja. Me mira a través de su flequillo y mi


corazón se siente como que es demasiado grande para mi pecho.

— ¿Dónde está tu hermano? — Yo no quiero preguntarlo, pero sé


que tengo que hacerlo.

Anna responde desde detrás de mí, —Esperamos que muerto.

Asiento con la cabeza. Lo dejo ahí. Conozco ese sentimiento.

El rostro de Jake se ve fantasmal. Juro que veo culpa, pero lo dejo


estar. Me siento rara estando en casa con otras personas, no sólo
porque es uno de mis refugios, sino también porque nunca estoy con
otras personas. Jamás. Mi pierna duele. Sé que no voy a dormir. Miro a
Anna: —Vosotros chicos, dormid primero. Yo y Leo haremos la primera
guardia.

Jake frunce el ceño, —¿Por qué no podemos simplemente dormir?.


No hay manera de que alguien nos haya seguido, Emma.

Quiero darle una bofetada, eso es irracional, pero sus habilidades de


supervivencia dejan mucho que desear. En su lugar, me giro y me alejo,
Anna lo captó.

—Creo que haremos guardia toda la noche. Que aquí se sienta


seguro, no quiere decir que lo sea.

—Está bien. Como sea.

Saco el cuchillo que le robé al hombre militar muerto, de mi bota y


lo froto hacia abajo contra el blanqueador que saqué de debajo del
fregadero. Limpio la hoja hacia abajo y mis dedos. Vierto agua de mi
botella en mis dedos y el cuchillo. Odio que me toquen las cosas de otra
persona.
Encuentro a Jake mirándome.

No le hago caso. Ignoro el deseo de mi corazón revoloteando cada vez


que él me mira.

Le voy a abandonar. Está en mi naturaleza.

En cambio, miro a Leo, que se ha colocado a sí mismo en frente de


la puerta de atrás y se acurrucó en una bola.

—Gracias por ayudar, hey chico.

Él abre un ojo amarillo y lo cierra de nuevo.

Tomo mi nuevo cuchillo, el arco, el carcaj y mi botella de agua. Froto


la cabeza de Leo una vez y me dirijo a la noche en silencio. Voy con
sigilo a través de la grava en silencio.

Abro la puerta del establo y me deslizo dentro. La oscuridad del


establo es aterradora, pero agarro el mango de la pala para tener
fortaleza. Subo las escaleras, sintiendo que algo va a agarrar mis pies
en cualquier momento y me arrastrará hacia abajo en el heno.
Finalmente, escucharé mi mayor temor, mi propia rotura y
desgarramiento.

Me subo en el pajar y me siento en la ventana abierta. La noche


oscura es silenciosa. No me gusta el silencio. Me gustan los sonidos de
los animales que me dicen que estoy a salvo. Abro mis oídos y cierro mi
mente contra los sonidos que me persiguen.

Los oigo de repente.

Las criaturas de la noche que me avisan de intrusos, llenan mis


oídos. Hay un grillo, un solo grillo en el campo. Oigo murciélagos fuera
en el bosque, al sur de la cabaña. Algo resopla detrás del granero de
una manera que me hace sonreír.

Sea lo que sea, está pariendo. Los signos de vida me llenan de una
esperanza falsa y equivocada. Conozco la verdadera realidad de todo
esto. No estoy siendo engañada por sentimientos cálidos y difusos.

Sé que estamos perdidos, toda la humanidad lo está.

Sé lo que nos hemos hecho el uno al otro. Ya no somos humanos.


Nuestra humanidad está perdida. Los animales nos han superado en
comportamiento y supervivencia.
La puerta de la casa se desliza para abrirse. Anna cruza la calzada
con cuidado.

Una sonrisa cruza mis labios, ella es una superviviente.

—Su pierna está infectada.

Las palabras que susurra me cortan. Sé lo que hay que hacer, pero
yo no estoy preparada para hacerlo.

Ella mira hacia mi cara opaca por la luna, —Lo sé. Me siento de la
misma manera."

—Los medicamentos están vencidos.

—Tenemos que conseguirlos para él. Su fiebre ha vuelto. Las líneas


rojas han comenzado. Mi padre me advirtió sobre las líneas rojas.

Mis ojos abandonan el desierto lugar y se fijan en los de ella. Ellos


brillan en la luz de la luna.

—Iré sola.

El punto brillante en la oscuridad disminuye, —No puedo pedirte


eso.

—Él no puede viajar.

—Pero no puedo pedirte eso. Él es mi carga.

Me río suavemente en el fresco aire nocturno, — ¿Realmente lo es,


no? ¿Cómo es tan despistado?

Sus labios se curvan en una sonrisa sombría en la oscuridad que no


puede esconderse de mí — Él adoraba a nuestro hermano. Ellos
bromeaban y se reían mientras papá trataba de enseñarnos cómo
sobrevivir. Papá siempre los llamaba los saltamontes que jugaban
durante todo el verano.

La referencia me hace estremecer, cuando tengo flashes de mi


abuela a través de mi mente.

—Cuando papá murió, Will se encargó de nosotros, pero no era un


superviviente. No fue su culpa. Papá le dejó que jugara. — Puedo oír las
lágrimas en su rostro, —Cuando tomaron a Will, yo tenía once años.
Jake lo ha estado intentado, pero él es algo así como un idiota.
Miro hacia atrás hacia el patio, —Él es increíble, Anna. Todavía está
lleno de todas las cosas que los demás hemos perdido. Sonríe y ríe y
canta. Le oí tararear el otro día y casi me disparé a mí misma y luego
me di cuenta de que no he tarareado desde que tenía nueve años. — Mi
piel se estremece cuando pienso en cuando lo espié tarareando. No
podía quitar mis ojos de él.

—Él es un tonto. Viajaremos juntos, Em.

Miro hacia atrás con dureza: —Él va a morir si le hacemos viajar.


Las líneas rojas son infección en la sangre y una vez que llegue a su
corazón estará muerto. Yo me voy a ir y tu te quedarás y lo mantendrás
a salvo.

Estoy arriesgando mi vida por él. Me siento como cuando estaba en


la puerta de la cabaña y ella estaba llamando. Voy a lamentar esta
decisión.

—Voy a salir esta noche. Leo tendrá que quedarse contigo. Él puede
ayudarte.

Su voz es pequeña, —No puedo pedirte eso.

Ahora es mi turno de sonreír con amargura: —Supongo que tendrás


que confiar en mí.

Miro a la noche, está tranquila y silenciosa. Eso asusta más que


nada de repente. Siento que mi mandíbula se tensa, —Si no vuelvo en
tres días, tendrás que cortarle la pierna. No le des bebidas alcohólicas
antes de cortarla, diluye la sangre y se desangrará. La coagulación se
realiza con un hierro caliente. Presiona contra el muñón donde sangra
la pierna para así sellar las venas.

No la miro. No puedo. —Las líneas rojas significan que tiene una


semana como máximo. Va a necesitar toneladas de sopa, agua y
descansar. Él puede aguantar un poco la lucha con esas cosas. Voy a
irme esta noche.

Mi pierna duele al pensar en salir.

El granero se siente menos terrorífico con ella en él y me doy cuenta


de toda mi vida se siente de esa manera.
Capítulo 7
Traducido por Gaz

No miro hacia atrás. Sé que él me está mirando. No puedo soportar


la idea de ver la expresión en su rostro. Sus ojos me perseguirán para
siempre. Yo nunca lo he dejado antes. Él siempre ha sido parte de
cualquier cosa de la que me encargo. Él espera en el bosque, mientras
que yo atraco las casas, pero él está ahí. Esta es la primera vez que le
doy la espalda y no sé si voy a estar de vuelta.

Solo pongo un pie delante del otro.

Cuando sale el sol estoy en el medio de la nada. Camino y escucho


la música de los pájaros. El sol está por encima de mí y me calienta. La
primavera no es como era cuando yo era pequeña. Es cálida y húmeda
ahora. Sé que estoy a mitad de camino. Perdida en el camino, pensé que
escuché algo que no he escuchado en mucho tiempo, un zumbido. Sigo
el ruido de una colmena. Es pequeña, pero me da esperanzas. Si las
abejas no están muertas, como me temía que lo estaban, tal vez, haya
esperanza. No he visto una abeja antes.

Miro a la pequeña colmena. Los seres humanos podrían hacer eso.


Podríamos reconstruir. Si dejáramos de tratar de estar en la cima,
podríamos tener una oportunidad. Miro las ocupadas abejas por un
momento y luego vuelvo al camino. No es un camino real. Es sólo una
dirección.

El sol se pone, y estoy cansada. He caminado casi veinticuatro


horas. Me subo a un enorme árbol y me quedo en el tronco, en una de
las ramas altas. Cierro mis ojos por un minuto.

Flashes llenan mi cabeza al instante.

Mi padre me está empujando a lo largo del camino. Coches y


camiones llenan la autopista. La gente se sienta en ellos todavía, pero
mi padre no cree que tengamos tiempo suficiente para salir. Él ha
esperado este día durante toda su vida.
—Em, tenemos que llegar a un terreno elevado y tenemos que
alejarnos de esta gente. — Sus dedos picban en mi espalda, y me
empujaban.

—Papá, tal vez deberíamos volver a casa de la abuela. — Mi voz era


pequeña, en comparación con el ruido de las masas.

—No. Lo haremos rápido. Tenemos que correr. — Él estaba en frente


y me arrastró hasta una colina cubierta de hierba. Mis pequeñas
piernas dolían. Él me había hecho hacer ejercicio y correr desde que
tenía memoria, pero era tarde y estaba cansada.

Creí que era una mala idea. Fue un pensamiento del que me
arrepentiré siempre. Su comportamiento errático me obligó a pensar.

Su mano apretó la mía.

Oigo un ruido desagradable. La cara de mi padre se desvanece.

Me levanto y miro a mí alrededor, pero no veo nada. Mis ojos están


bloqueados por algo. Levanto la cabeza para darme cuenta de que estoy
boca abajo en una espesa rama. La rama sobre la que estoy
descansando es pequeña y cede. Yo lucho por un momento y me muevo,
pero la rama debajo de mí se rompe. Me doy con todas las otras ramas
en mi camino hacia abajo. Me estremezco, ya que cada golpe ruidoso
llena el aire. El susurro de los arbustos se apodera de la noche.

Jadeo en voz alta, esperando.

Mi pulso late en todo mi cuerpo.

No tengo a donde ir si algo ha escuchado mi ruido. Me quedo


inmóvil, deseando que mi cuerpo se calme. No puedo creer lo cerca que
estuve de caer de un árbol. Nunca duermo en los árboles, siempre elijo
los subterráneos, pero esta noche no tengo otra opción. No tengo
tampoco ningún plan. Es una de mis reglas de siempre tener un plan.
Me siento desnuda sin ellos.

Me quedo en el árbol, descansando los ojos y escuchando los


sonidos de la noche.

Desciendo antes de que salga el sol. Nunca me muevo mucho


durante el día. Es una de mis reglas, pero no tengo otra opción. Estoy
limitada por el tiempo.
Camino con rapidez, tratando de no imaginar la fiebre sonrojando
sus mejillas o el dolor que tiene en la pierna. Sus ojos me ponen
nerviosa, incluso en mi propia mente.

Veo los árboles disminuir. Estoy cerca. Mi estómago es un conjunto


de nudos y nervios.

Camino lo más cerca que puedo de mis armas. Me abrazo a ellas, ya


que son mis últimos segundos con ellas. Yo sólo he estado aquí una vez
y el miedo saca la mierda fuera de mí.

Tiemblo y las pongo en un agujero debajo de un árbol. Las meto


hasta el fondo del agujero y junto con mi cuchillo. Me estremezco ante
la desnudez de estar sin ellas y cubro el agujero con ramas.

Me alejo, rompiendo una rama con mis manos cada pocos pasos.
Dejo los extremos colgando. Así parece que un oso u otra criatura
grande ha vagado por el bosque.

La locura de mi padre va a vivir dentro de mí para siempre.

Los primeros pasos desde los bosques se sienten como cuando


caminé en el agua del río. Las piernas me duelen, porqué la ansiedad de
estar en un camino abierto está haciendo que se sientan como si
estuviera usando botas de cemento.

Mi respiración aumenta. Mi visión periférica se vuelve más nítida.


Veo una hoja caer al hormigón. Veo una vieja mancha marrón y fuerzo
a mi cerebro a no escuchar los desgarros ni el llanto. Se siente raro
caminar por una calle. Ha pasado tanto tiempo que no puedo recordar
la última vez.

Justo cuando mi estómago no puede estar peor, los oigo.

Son unas formas lejanas en el camino, pero me gritan a mí. Sé que


soy yo a la que están gritando.

Mis piernas rompen en una carrera por las puertas de la ciudad,


antes de atreverme a mirar hacia a ellos. Mis músculos empujan y mi
agujero de bala pica.

Corro de una manera que no hice en mucho tiempo. No hay nada


pesado que me agobie, sólo un pequeño saco en mis manos. No hay
ropa pesada que con el sol de primavera resalte. Yo llevaba sólo una
camiseta de manga larga, pantalones cargo y unas botas de suela
gruesa que tomé de entre los muertos. Soy más rápida de lo que
recuerdo haber sido. Podría ser que esté más asustada de lo que
recuerde haber estado.

Mis brazos golpean cuando mis piernas ceden. El suelo pasa ante mí
como un borrón.

Veo a los guardias. No me van a proteger a menos que llegue a la


ciudad. Ellos verán como los hombres arrancan la ropa de mi cuerpo y
como me violan en la cera de enfrente.

Las voces detrás de mí se están acercando. Son rápidos también.


Corren más que yo.

—No corras bebé. Haremos que valga la pena.

Vuelo a través de la puerta de los guardias y dejo caer mis rodillas


dentro de los muros.

Alcanzo a oír a un guardia a través de la sangre que golpea en mis


oídos: —Alto.

Me doy la vuelta para ver a cuatro guardias de repente. Se paran


delante a la puerta con grandes armas.

Los cinco hombres que me han perseguido, se inclinan y respiran


pesadamente. Veo la sonrisa de uno de los hombres mientras sus ojos
se encuentran con los míos.

Él señala a mí, —Nos vemos en la salida. Tal vez podamos


acompañarte a casa.

Unos escalofríos recorren mi espalda. Su sonrisa me da miedo.

Está virulento y sucio. Su sonrisa me da ganas de vomitar. Me aleja


el contacto de una mano agarrando mi brazo de repente. Una mujer
mayor me ayuda a ponerme en pie, —No voy a morderte—. Ella vuelve a
mirar al hombre y le saca el dedo del medio. Mi padre lo llamaba pájaro.
—No como ellos, de todos modos.

Ella me sonríe. Sus dientes son de color marrón. Probablemente era


pobre antes de que el mundo se acabara. Los pobres vivían más tiempo
que cualquiera de los ricos. Ellos ya sabían cómo sobrevivir.

No me gusta el olor de la ciudad. Ahora lo recuerdo, puesto que los


diferentes olores están sobre mí. Las aguas residuales son lo más en el
distrito uno.
— ¿Qué podemos hacer por ti, querida?

Echo un vistazo a la anciana. No confío en ella. Nadie debe confiar


en pueblerinos. Tengo que recordarme a mí misma la situación
desesperada en la que me encuentro.

—Necesito medicina para el envenenamiento de sangre.

Ella hace una mueca, — ¿Estás herida?

Niego con la cabeza, —No para mí.

— ¿Qué tipo de lesión?

Me detengo sin querer hablar con ella, pero sé que no tengo tiempo
para correr ningún riesgo, —Un palo se incrustó en su pierna. Lo
saqué, pero creo que parte de la corteza sigue allí todavía.

Ella asiente con la cabeza: —Simplemente tengo una cosa. —Ella


tira de mí.

La ciudad es un barrio pobre, formado por varias casas degradadas


y cobertizos. Habían sido agradables y muy elegantes antes. Ahora los
cobertizos parecen casi más agradables. Las murallas que rodean la
ciudad están hechas de postes afilados como si fueran de un pueblo
medieval. Veo a la gente maloliente vendiendo sus productos a los
viandantes y siento que hemos entrado en una era de tinieblas. Hace
que desee a caballeros de armadura que saquen parte de esta pesadilla.

Tenía permitido dormir una noche con una compra hecha. Siento
tanta emoción ante la idea de dormir que no lo puedo explicar. Mi
descanso en el árbol fue terrible.

Soy una viandante. Puedo comprar con lo que llevo. Comprar es


comerciar y tengo muy pocas cosas con las que puedo comerciar.

Entramos en una casa destartalada con un montón de papeles y


basura en su interior. Puedo oler la basura antes de entrar. De
personas que vendieron cosas de robos de la antigua ciudad y
sanitarios. Es curioso que el mundo de antes hiciera suficiente basura
como para que nos dure hasta ahora.

Ella quita del camino una pila de bolsas de plástico y otras


porquerías de un largo mostrador de madera. Levanta una caja de
metal blanco y sonríe con una sonrisa marrón hacia mí.
—Esto es muy especial. Es de la ciudad. Es lo que usan para tratar
a los criadores. Mi hijo trabaja allí. Él me deja tener algunos, para
ayudarnos aquí.

Sus palabras me disgustan y me asustan. No puedo dejar de mirar


alrededor de la habitación. Siento que una emboscada caerá sobre mí
en cualquier momento. Ella se ríe, —Niña, no seas tonta. Se lo llevaron
allí. Él no trabaja allí debido a las ventajas especiales. — Me atraganto
con la forma en que ella dice ventajas especiales y levanta las cejas.

—Él es un médico. Todos los médicos fueron llevados. — No me


siento mejor con el pensamiento. Siento pánico ante la idea de las
granjas de crianza.

—Chica, vas a tener que impresionarme para que te dé un poco de


esto.

Saco la artillería pesada en un primer intento. Me gustaría tratar de


negociar, pero tengo prisa para así poder conseguir un poco de sueño.
Tengo que salir a hurtadillas de la ciudad en medio de la noche. Los
lobos en las puertas cambiaron mi plan inicial.

Le entrego la botella azul pequeña. Sus ojos se iluminan al instante.

— ¿Sigue estando sellada?

Asiento con la cabeza. Ella me la arrebata y besa la botella. Siento


que mi nariz se arruga. Ella clava en mí sus ojos de loca: —¿Cómo
conseguiste a esto?

—Mi padre tenía una tienda de alimentos saludables. Me dejó un


par de botellas. Este es la última. — No me gusta tener que habérselo
dado a ella. En realidad no es mi última botella, pero sigue siendo
inestimable.

Empuja tres viales hacia mí desde su pecho blanco y apunta a la


puerta, —Vete y no le digas a nadie lo que te he vendido.

Asiento con la cabeza, —Lo mismo digo.

Me entrega un recibo para conseguir una noche de sueño en la


posada.

Me marcho sintiendo sus ojos en mí, pero cuando miro hacia atrás,
ella está pegada a la botella de aceite de árbol de té puro como una loca.
Su pelo largo sucio y blanco, la hace parecerse a la reina malvada de
Blancanieves, abrazando la manzana envenenada.

Salgo a la calle de hormigón roto y miro alrededor. Veo la posada en


la esquina de las tiendas. Mantengo mis ojos en el suelo mientras
cruzo.

— ¿Pan, señorita? ¿Huevos?

Miro a un hombre joven que apunta hacia una casa. Niego con la
cabeza. Yo no como nada que venga de otras personas. Especialmente
de los pueblerinos. La higiene aquí está muy por debajo de los
estándares que teníamos como civilización. Había oído rumores de una
nueva plaga la última vez que vine.

Entro en la posada y miro alrededor. Una mujer con el pelo de color


rojo brillante me mira de arriba abajo. Le paso la hoja de papel y su
rostro se ilumina.

—Es bueno tener clientes tan pronto en primavera.

Miro a mi alrededor, — ¿Qué tan segura es la ciudad?

Se encoge de hombros: —Depende. Un dulce pedazo de culo virgen


como tú, va a tener problemas, no importa a donde vayas.

Yo frunzo el ceño, —Gracias.

Ella croa una risa, —Preciosa, estás arriesgando mucho viniendo


aquí. Los cazadores están buscando criadoras como tú. Vírgenes
limpias.

Le paso a ella un anillo de diamantes de mi bolsillo.

Sus ojos oscuros se iluminan: —Por suerte, una dama como yo


dirige esta posada. Estarás a salvo.

Sonrío con amargura: —Espera a ver el anillo que conseguirás


cuando me vaya de aquí de una sola pieza. Con mi virginidad intacta.

Ella levanta una ceja, —Estoy empezando a pensar que tal vez no
eres muy virginal. La mayoría de las chicas que se ven como tú, son un
poco más divertidas.

Me encojo de hombros, —Mi objetivo es complacer. — Leí esa línea


en un libro una vez y siempre quise usarla.
Ella croa de nuevo y se aleja de mí.

—Me gustaría salir de aquí a hurtadillas en la noche, si fuera tú. Las


cosas que circundan el pueblo consiguen lo que quieren para el
atardecer. — Ella se vuelve hacia mí y sonríe una sonrisa blanca y
brillante, —Como he dicho, las chicas que se parecen a ti, son más
divertidas.

Me encuentro con su sonrisa: —Yo soy divertida. Pero no de una


manera que alguien aprecie.

Subo las escaleras, tratando de no dejar que el cansancio sea


demasiado obvio.
Capítulo 8
Traducido por Emi_93
Corregido por Trasguita

Una mano tapa mi boca. Automáticamente pienso en los gérmenes


y aprieto mis labios.

—No te muevas princesa. Ellos han venido a por ti. Esos hijos de
puta te vendieron a los criadores. O fue esa puta vieja. Tú deberías
saber mejor que no debes comerciar con la primera persona que te
habla. Vosotros, la gente del bosque, sois estúpidos. —Su sonrisa
blanca brilla en la oscuridad. —No estés tan asustada, tengo una
salida.

Yo asiento. Ella saca su mano de mi cara y la pone por delante de


mí. Deslizo mi mano en mi sujetador deportivo y saco un anillo con un
enorme rubí. Lo tomé de una mujer muerta en una pila de basura. Es
hermoso. Brilla, incluso en la suave luz de la luna que atraviesa las
finas cortinas.

Ella me da la espalda y camina hacia el armario.

Abre la puerta. Yo la sigo. Estoy sosteniendo mi bolso contra mi


pecho. Ella tira de la barra para colgar la ropa del armario, haciendo
que se caiga la pared, empuja hacia el interior y camina a través de la
pared.

Ella entra en la oscuridad. Yo saco las manos al frente. Oigo voces


viniendo del cuarto. Cierro la pared detrás de mí, encerrándolos a ellos
fuera y a mí dentro. De repente, siento su mano cerrarse sobre la mía.
Quiero gritar, pero no lo hago. Mi pulso está vibrando por todo mi
cuerpo.

Palabras son susurradas en la oscuridad. —Escaleras. –Bajo mi pie


en el próximo nivel lentamente. Escucho voces de hombre sobre mí.

— ¿Qué mierda es esto? —Se escucha como si ellos estuvieran justo


sobre mí.
—Ella estuvo aquí. —oigo la voz de la mujer anciana. Me siento
engañada y traicionada. Por comerciar, ella me vendería. Me vendería a
las granjas. Sé que la humanidad es realmente decepcionante, pero aún
así me es difícil imaginar a una mujer entregando a otra a las granjas.

—Ella estaba aquí, por favor. Déjenlo venir a casa unos cuantos
días.

Sigo bajando las escaleras, sintiendo cada paso con mis dedos.
Parece que ha pasado una eternidad hasta que alcanzo el final. Las
voces se han ido. Reemplazándolas hay un sonido de goteo y el aire es
frío, húmedo. Del tipo que sólo se puede encontrar bajo tierra.

Miro a la oscuridad. —¿Esta fue tu casa, no? —susurro yo.

—-Acertaste, niña. Mi esposo lo hizo instalar cuando construimos la


casa. Trabajaba para la CIA.

Siento que su mano me agarra de nuevo y tira de mí. —El terreno es


plano. Tenemos que aligerar.

Eso me sorprende, nadie sabe sobre su bunker bajo tierra. Pero no


me sorprende tanto como el hecho que me esté ayudando. –Podrías
haberme vendido a ellos.

Siento que aprieta mis dedos. Su voz ha cambiado. —No tienen


derecho. No tienen derecho de hacer lo que están haciendo.

Siento sus dedos clavándose en mis hombros y me sacude. —Debes


darte prisa. No vuelvas aquí. Atrapan a todas las chicas. Los cazadores
están vestidos como comerciantes, pero no lo son. Corre. Pasa los dedos
por la pared hasta que veas la luz en el techo. Sube por ahí. Hay un
pestillo. Tengo que volver.

Ella se va antes de que yo pueda darle las gracias. Estoy sola en la


oscuridad.

El miedo me paraliza. Alzo una mano temblorosa en la oscuridad. La


piedra dura y fría me encuentra en algún lugar en la negrura. La
recorro con los dedos, corriendo tanto como puedo.

Estoy asustada. Odio estar asustada. Decido que necesito una regla
sobre estar asustada y hacer cosas que me asustan.

Veo el anillo de luz encima de mí. Proyecta un haz con la forma de


un círculo en el suelo. El sol matutino está saliendo. He dormido más
de lo que creía. Debería estar a medio camino de casa para el momento
en que amaneció.

Siento que estoy entrando en una luz mágica, como en las películas
que veía con mi abuela. La oscuridad del búnker se mantiene a raya por
el pequeño círculo de luz. Motas de polvo brillan dentro el anillo.

Lo atravieso con mis temblorosos dedos, haciendo que el polvo baile


en la luz. Levanto la mirada hacia el anillo de luz y apoyo la mano en la
pequeña escalera que apenas puedo ver. Subo hasta que mi cabeza está
en la escotilla de madera. Escucho el silencio. No se oye nada. No
quiero abrir la escotilla. Quiero esconderme en la oscuridad del búnker
y no salir nunca.

Oigo un susurro en el viento. Es un sonido que reconocería en


cualquier parte. No está cerca de mí, pero me hiere de la misma
manera. Podría ser yo.

Tomo un respiro y pongo la mano en la parte inferior de la escotilla.


Trato de calmar los temblores, pero no puedo. Empujo la escotilla. La
luz llena el pequeño espacio a pesar de que la fisura es pequeña. Mis
ojos se ajustan a la brillante luz de la mañana. El sol no se ha elevado
del todo, así como la luna aún no se ha ocultado del todo. Es el
amanecer.

Veo vegetación por todas partes alrededor de la escotilla. El musgo y


la hierba me rodean. No veo nada, pero los sonidos de los gritos llenan
llenado el aire. Los animales no hacen ruido, como si la gente hubiese
tomado todo el espacio con sus gritos.

-Pooor favooorr. Por favor. Deténganse por favor. Tengo dinero.


Tengo riquezas.

Su voz me atemoriza. La desesperación me asusta. Nunca he estado


tan desesperada pero sé que está en mí.

-Por favor señor, por favor. ¿No tiene una hermana o una esposa que
quiera mantener a salvo? Por favor. Le dejaré hacer lo que quiera, solo
no me coja. No me lleve allí. Moriré allí. Por favor.

Quiero ir directamente de nuevo bajo tierra. Desearía que la


matasen de una vez para que se calle.

Estoy congelada. No me alejo de mi búnker, pero no cierro la


escotilla tampoco. No me muevo.
Sé que estoy en peligro. Tomo una respiración profunda. Pienso en
Leo y Jake. Pienso en la pobre Anna sola y cuidando de Jake. Me siento
valiente, o estúpida, por el más pequeño de los segundos. Me arrastro
fuera del bunker y me deslizo por el musgo y la hierba. Hago muy pocos
sonidos pero cada movimiento o roce se siente tan fuerte como un
disparo. Me muevo por el suelo a cuatro patas como hace Leo. Me
muevo fuera del pueblo. No sé dónde estoy, pero estoy asustada.

Alcanzo un grupo numeroso de árboles y hierba y decido que debo


correr el riesgo y ponerme de pie. Necesito orientarme. Tomo otra
respiración profunda y deslizo mi cuerpo por el costado de un árbol.
Intento camuflarme. Hordas de personas se han reunido en la calle en
frente de la ciudad. Puedo ver el campo y el camino de cemento. Estoy
en el lado correcto.

Mujeres y chicas han sido encerradas en camiones. Ellas lloran e


intentan alcanzar a sus seres queridos. Una chica aparenta unos trece
años. Yo siento la ira creciendo dentro de mí. Hay cuatro guardias en
las puertas y otros cinco caminando alrededor de los camiones. El
décimo hombre está dentro de la cabina del camión.

Mi cerebro me está gritando que ayude a la chica. Es una niña. Eso


no los detiene. A los hombres sudorosos que van tomando turnos.
Cierro los ojos. Sacudo la cabeza, para ordenar mis pensamientos.

Les doy la espalda y corro como la cobarde que soy. Corro hasta que
encuentro las ramas rotas. Las uso para que me guíen hasta mi puesto
de armas. Yo respiro más fácil cuando el arco está de nuevo en mis
manos. Podría besar a mi cuchillo. Lo introduzco en mis botas y
comienzo la carrera de vuelta a la casa. Corro más rápido de lo que lo
hice el día anterior. Corro con miedo renovado.

* * * *

Alcanzo la casa en medio de la noche. Veo los ojos de Leo. Él me


acecha. Me huele por todas partes. Él se está asegurando de que estoy
bien. Cuando doblo la rodilla para besarlo, lloro. Él ha visto esto antes.
Él sabe que a veces solo necesito dejarlo salir.

—¿Em?

Alzo la mirada para ver a Anna apuntándome con un arma.


Sonrió y levantó el bolso. Ella baja el arma — ¿Estás bien?

Yo asiento en la oscuridad. —No, pero no es nada nuevo. ¿Cómo


está él?

Puedo ver su mirada sombría a la luz de la luna. Mi estómago se


aprieta. Quiero entrar en pánico y llorar.

—Él se está yendo rápido. Estaba por cortarle la pierna cuando te oí.

Suspiro y echo a correr. Me lancé a través de la puerta de la cabaña,


algo que nunca he hecho antes.

Saco la aguja del bolso con uno de los viales, mientras me arrodillo
ante él. Su pelo oscuro está enmarañado contra su cara sudorosa.
Puedo ver la humedad con la luz de la luna.

Anna pone el vodka que encontramos en una de las tazas sobre mis
manos, las agujas y los viales. El licor está salpicando sobre mí. Ella
levanta la botella a mis labios. Quema su camino hasta mi estómago
vacío. Las porciones de comida que comí hace tiempo que se han ido.
Gracias a Dios. Ella aprieta el brazo de él. Termino de poner el vial
junto y se lo clavo en el brazo. Se lo pongo lentamente tal como mi papá
me enseñó. Él no se mueve. Él no registra que estoy bombeando
antibióticos en su brazo.

Saco las vendas de sus heridas. Las líneas rojas están por todas
partes. Trago con fuerza. Anna vuelve a poner el vodka en mis labios y
vuelvo a beber. Vierto el té de árbol, que ella tiene al lado del vodka, por
toda la herida y sobre la hoja de mi cuchillo. Corto en la parte
inflamada y saco el pus de ella. Pongo el té de árbol después de mojarlo
en vodka. Tengo cuidado de no romper los vasos sanguíneos e infectarlo
más. Cuando está limpio de nuevo y no sale más pus, la humedezco
con el viejo tubo de ungüento médico que la cabaña tenía en el cuarto
de baño y la cubro de nuevo con un vendaje de gasa y cinta adhesiva.

Su fiebre aún es alta. Él se lame los labios y me mira con los ojos
inyectados en sangre.

—Lo has conseguido. —Yo asiento. Su expresión me está rompiendo


el corazón. Se ve débil. Él me agarra una mano y me la aprieta. —
Estaba preocupado.

—Puedo cuidarme. — Ni siquiera dejé que el día bizarro que he


tenido cruce por mi mente. No es momento de estresarlo.
—No lo dudo. Me asustaste. —

Me rio. No puedo ni ayudarme a mi misma. Él es enorme y sin duda


fuerte, más de lo que él cree. Más fuerte que yo.

Trato de no pensar en las chicas jóvenes del camión. Soy una


cobarde.

—Voy a regresar a vigilar. –Anna se va de repente y nos quedamos


solos. Me siento divertida sobre esto. Él me tira hacia el sillón

—Ven, échate conmigo.

Es el primer contacto humano que he tenido en mucho tiempo. Ver


la televisión con mi abuela es lo más parecido que he tenido a
acurrucarse al lado de alguien. No sé qué hacer. Voy cojeando. Él se ríe
y tira de mí a su lado en el sofá.

Su brazo está ardiendo. Se siente increíble. Jake me rodea con un


brazo y tiemblo por el calor.

—Cuéntame una historia, Emma.

Me detengo a pensar, no tengo ninguna. Quiero contarle algo


gracioso sobre mi infancia, pero prácticamente se parece a mi vida
ahora. Bueno, con más duchas.

—Fui a la ciudad hace mucho tiempo. La infección era nueva


entonces. Yo corrí por el bosque y rompí las ramas para abrirme un
camino para encontrar la cabaña, tal y como mi papá me enseñó.
Estaba emocionada cuando vi las puertas. Era tan estúpida. Creí que
estar con otros supervivientes sería lo mejor para mí. Fui y le rogué
comida a una mujer y ésta se rió de mí. —Siento el aire atrapado en la
garganta. El sentimiento de la vergüenza es mi castigo. Lo merezco. —
Salí a la puerta y me senté en el estrecho callejón cerca de la parte
posterior de las casas. Estaba oculta por una pila de viejas canastas y
basura. La mujer y su hija estaban caminando con bolsas con cosas por
la parte trasera. Algunos hombres vinieron. Ellas comenzaron a
suplicarles pero ellos las desnudaron y las hirieron. —Me ahogo un
poco en mi siguiente frase. — Yo corrí dentro de la tienda y robé cuanta
comida pude cargar. Corrí y me atiborré en la parte posterior de su
tienda. Aún podía oírla gritar y no hice nada. Comí.

Él me aprieta y me besa la frente. Miro a su camiseta negra que está


empapada de sudor.
—Eres bastante mala contando historias. Yo solo quería dormir.
Ahora creo que no volveré a dormir.

Yo me río. Me río con él. Esto mata el momento de sufrimiento que


merezco.

Jake besa mi frente de nuevo. — ¿No tienes nada más liviano? No


quiero que eso sea la última cosa en la que piense antes de morir.

Me río de nuevo, pero esta vez quiero llorar. Él se está muriendo. Lo


sé. En lugar de dejarlo yo, él me está dejando y eso duele.

—Tengo un recuerdo de mi madre. Ella estaba en la cama de un


hospital. Yo tenía dos años. Ella se veía como yo, cabello rubio oscuro y
ojos verdes, pero ella era realmente hermosa. Sus labios siempre se
veían como si ella los estuviera empujando hacia fuera.

—Labios de pato.

Yo frunzo el ceño. — ¿Qué?

Jake se ríe. —Entonces, éstos eran llamados labios de pato.

—Oh. Bueno, ella tenía esos. Mi madre estaba en la cama y me dejó


subirme con ella, me senté en su regazo y vimos la televisión. Era un
dibujo animado sobre dragones y algunos chicos mexicanos.

—Cuentos de Dragones. Amaba ese programa. LO AMABA. —Él


habla con un tono de voz alto.

Eso me hace sonreír. Recuerda las cosas tan claramente. Él me da


un codazo — ¿Qué pasó entonces?

Sacudo la cabeza. —Nada. Solo nos sentamos al sol en su cama. Me


acuerdo de lo suave que era su camisón y que ella me dejó comer su
postre.

—Sí, está bien, ese es otro mal ejemplo de cuentacuentos.

Quería defenderme a mí misma, pero sé que esto solo haría que él


sintiera lástima por mí.

Él sonríe. —Una vez cuando tenía seis, Will y yo jugamos en el río


detrás de nuestra casa. Nuestra madre era muy estricta sobre eso y
nunca nos dejaba ir allí. Creímos que porque Will era mayor como para
cuidarnos, estábamos bien. Llevamos botes que hicimos con periódico.
Fuimos al borde del río y los pusimos dentro. Flotaban perfectamente
hasta que el mío se hundió. Me estiré por él antes de que se fuera
demasiado lejos y por supuesto me caí dentro. Will me agarró antes de
que me fuera demasiado lejos. Me hubiera ahogado seguro. Corrimos de
vuelta a casa, pero tardamos demasiado y mama ya había llegado allí.
Nos colamos en el patio trasero. Yo creí que estábamos muertos, pero
Will agarró la manguera del lado de la casa y me roció. Mamá salió por
la puerta trasera en ese momento. Así que ella caminó hacia el patio
trasero y vio a Will con la manguera y a mí gritando. Él estuvo castigado
una semana por ser un abusón. Era el mejor hermano del mundo.

Una sensación extraña se apodera de los otros sentimientos que


tengo. Estoy celosa de no tener ni un solo recuerdo como ese.

Yo lo miro a los ojos y me siento perdida. Me siento como parte de


ellos.

Él sonríe —Esa es una historia, tonta.

Yo le frunzo el ceño.

Él levanta mi barbilla y presiona sus cálidos labios contra los míos.

Amo eso.

Lo amo.

Su calor se precipita a través de mí. Sus labios separan los míos. Su


lengua acaricia mis labios suavemente.

Él se aleja, pero quiero más. Lo veo alejarse.

Sonríe. —Se supone que cierres los ojos, Emma.

Yo me sonrojo. —Me gustó

Jake se ríe. —Estaba en mi lista de cosas que quería hacer antes de


morir.

Sus palabras pican. Yo le bufo. —¿Nunca habías besado a una chica


antes?

Él sacude la cabeza. —No a una chica que realmente me guste.

Yo me sonrojo aún más. —La fiebre te está volviendo loco.

—Bien. — Él me acerca de nuevo y me besa hasta que me mareo.


Capítulo 9
Traducido por EvaMedina y Emi_93
Corregido por Trasguita

La luz del Sol entrando por la ventana me ciega cuando me levanto


desorientada. Me estremezco por la fría brisa que viene del vestíbulo.
Veo que todavía estoy yaciendo sobre Jack. Sonrío al pensar en la
noche anterior, pero me detengo cuando veo que su camiseta está
empapada de transpiración fría. Su piel está húmeda, pegajosa y fría.

Lágrimas bajan a raudales por mis mejillas.

–No. No. —lo empujo. Su cuerpo se comprime contra mi empuje,


pero él no se mueve.

—Emma, ¿qué pasa? —Anna entra corriendo a la habitación.

Jack balbucea y resopla. Se da la vuelta en el sofá empujándome y


termino en el suelo. Empiezo a reírme.

—Está vivo. Pensé... está frío. Oh, Dios mío, está vivo. Su fiebre bajó.
Él va a vivir. —di un salto y agarré el siguiente vial de medicación.

Anna corre a su lado y palpa su rostro.

–Oh, joder, estaba asustada. Pensé que seguramente ya era un


fiambre. —ella me abraza cuando regreso. Huele como a Leo y sonrío
con suficiencia. Intercambiamos compañeros de sueño por la noche.

Le devuelvo el abrazo, pero noto la diferencia en nuestros cuerpos.


Ella se disuelve en mí, apretándome mientras que yo estoy rígida.

Le damos a él su próximo trago y quitamos los vendajes de su


pierna. Las líneas rojas han retrocedido, pero la herida todavía parece
roja y furiosa. Sé que no estamos fuera de la zona de peligro, pero se
siente bien saber que estamos un paso más cerca.

Él duerme el día entero y Anna y yo pasamos el rato. Hacemos


turnos para vigilar y jugar con Leo. Puedo ver que su afinidad con ella
está fortaleciéndose. Sé que incluso yo me siento diferente. Me estoy
acercando a Anna y a Jake.
—Em, ¿qué vamos a cenar?

Me encojo de hombros desde la ventana del establo.

—Puedo ir a matar un pájaro.

Ella asiente –De acuerdo. Empezaré el fuego.

Sellamos la casa completamente y cocinamos en el búnker. Es


vulgar y sudoroso con el fuego aquí abajo, pero tiene perfecto sentido.
Ningún olor se escapa en el viento.

Desciendo con mi arco y mi carcaj2 y me dirijo a través del césped.


Me deslizo dentro del bosque, pero en lugar de encontrar un árbol para
trepar, me congelo. Los huelo antes de verlos u oírlos. Me deslizo contra
un árbol y espero para averiguar de dónde viene el olor.

–Fue grosero por tu parte irte sin la escolta que ofrecimos.

Me giro hacia la voz, pero algo me golpea en la frente y todo se


vuelve negro.

* * *

–Despierta.

El dolor me abruma cuando abro uno de mis ojos. Veo barras en


frente de mi rostro.

–Por favor, despierta.

En la débil luz del fuego veo a una pequeña niña golpeándome con
un palo. Hizo una pequeña herida sangrante en mi brazo, pero no es de
ahí de dónde viene el dolor. Cierro mis ojos con fuerza y luego los vuelvo
a abrir. Está oscuro. La luz del fuego lame las oscuras barras de metal
de mi jaula. Me giro hacia la pequeña niña.

– ¿Dónde estamos?

–Los otros nos tienen –dice ella.

2 Carcaj: caja o saco en forma de tubo que se cuelga del hombro o la cadera para llevar las
flechas.
Mi estómago cae en mi interior. Mis latidos y respiración se aceleran.
Empujo la puerta de la jaula con mi pie. Mis botas se han ido.

– ¿Dónde estamos específicamente?

La niña me frunce el ceño. – ¿Qué?

–Nuestra localización.

Ella se encoje de hombros. Es joven y está sucia. Me hace pensar en


Anna, lo que me hace entrar en pánico. Me pregunto si ellos sabían que
Anna y Jake estaban allí. Veo mi arco y mi carcaj inclinados contra el
árbol cerca de mí.

–Ahí está ella.

Levanto la mirada hasta la asquerosa escoria que me había


atrapado. Él está sonriendo otra vez. Parece muy orgulloso de sí mismo.

–Eres una chica bonita. ¿Cuál es tu nombre, apuesto a que es algo


bonito como Jessica o Stephanie o Grace?

Me lamo los labios y pongo un dedo en la fuente de mi dolor. Él hace


una mueca cuando toco el pegajoso punto rojo.

–Siento eso. Tenía que sorprenderte. Apuesto a que duele, ¿verdad?

Él se arrodilla en el suelo en frente de mi jaula.

– ¿Me vas a decir cómo saliste del pueblo?

Trago.

Él agita la jaula de repente y empieza a reírse de mi horrorizada


expresión.

–Jesús, no eres muda, ¿verdad? Me gusta cuando las chicas gritan –


él apunta a la niña junto a mí–. Supongo que podemos hacerla gritar
para ti.

Ella se mantiene alejada de las barras y se encoje en una pequeña


bola. Quiero que él muera. Ahora mismo. Me vuelve a apuntar.

–Tú vas a traernos un buen dinero. Lo sé.

El miedo me hace balancearme. No tengo un plan. Ésa es una de


mis reglas. Mis planes donde ser capturada era una posibilidad nunca
habían incluido una jaula. Siempre pensé que las chicas eran agarradas
y arrastradas hacia los camiones.

Él vuelve a caminar hacia el fuego y grita al aire nocturno. Miro


mientras baja la cremallera de sus pantalones y hace pis sobre el fuego.

–Jesucristo, John, eso es repugnante. Tú, cabrón.

El vapor caliente se levanta del fuego, contaminando el aire de


alrededor. Un gran grupo de hombres empiezan a refunfuñar y
quejarse.

Miro a la pequeña niña que tiene una mirada de repugnancia en su


rostro.

–No sé tú, pero yo no quiero eso dentro de mí.

Jadeo por su lenguaje. Ella me sonríe.

–Me llamo Meg.

Ella es una salvaje.

–Emma, pero todos me llaman Em.

Miro alrededor buscando a Anna y a Jake. No los veo por ningún


sitio.

– ¿Cuántos años tienes, Meg? –le pregunto suavemente.

Ella escupe en el suelo fuera de sus barras.

–Quince.

Está malnutrida. Estará hecha para trabajar en las granjas. No será


una reproductora.

No dejaré que ninguna de nosotras termine así.

Veo una cosa pequeña de plata en el suelo. La miro.

–Empuja ese palo hacia aquí otra vez.

Ella escurre su delgado brazo entre las barras y me lo pasa.

Miro atrás hacia los hombres. Se están emborrachando y el fuego


está empezando a atenuarse.
Muevo rápidamente la cosa plateada y la vuelvo a arrastrar hacia mí
con varios movimientos pequeños. Es un viejo clavo oxidado con una
punta plateada. Estiro mis dedos a través de las barras y lo agarro.

– ¿Cuántos años tienes? –pregunta ella mirando a los hombres.

–Diecinueve, casi veinte.

–Pareces mayor.

Quiero fruncirle el ceño, pero el clavo en mis manos se siente


demasiado asombroso para molestarme. Le paso el clavo.

–Fuerza tu cerradura.

Ella lo observa sonriendo.

–Guau, eres buena –estira sus manos por entre las barras. Hace una
cara graciosa y oigo el cloqueo de la cerradura. Ella fuerza cerraduras
más rápido que yo. Yo sólo he forzado un par.

–Quédate en la jaula con la cerradura abierta.

Ella asiente.

–Mamá dice que tenemos que hacer lo que sea para no ser una
reproductora. Moriría antes de ir allí.

Sus palabras me recuerdan a la chica en la parte trasera del camión


que gritaba. Me siento enferma. Estoy todavía más determinada a
salvarla.

El clavo oxidado suena en la cerradura.

—¿Quieres que lo haga?

Le doy una mirada —Notarán tu pequeño brazo deslizándose hacia


mi jaula.

Lucho con esto de nuevo.

—El imbécil está regresando. —Yo saco mi brazo y lo coloco sobre el


clavo.

Él me sonríe. —Creo que quiero probar la mercancía antes de


entregarla.

Él saca una llave de sus pantalones y se lame los labios. Él se


agacha frente a mi jaula y mete la llave.
—Esto te gustará.

Me siento como si fuera a vomitar.

Él abre la puerta y se mete a la velocidad de la luz. Su enorme mano


agarra mi delgada muñeca y me sujeta. Él me arrastra fuera de la jaula.
Yo lo pateo, pero él es realmente fuerte. Él me tira al suelo sobre mi
estómago. Él tira de mi cabello y susurra a mi oído. —Grita y te
rebanaré la garganta.

Él suelta mi cabello y empuja mi cara contra las agujas de pino y la


suciedad. Toso y me ahogo. Mis ojos vuelan hacia la niña. Se ve
aterrada.

—No hagas esto frente a ella. —le pido yo.

Él restriega mi cara contra las agujas de pino de nuevo. —Ella


necesita educarse. A donde van, necesitará saber cómo hacer feliz a un
hombre. Piensa en mí como su maestro.

Lo siento pegarse a mí. Yo vomito. No puedo evitarlo. No tengo nada


en el estómago, pero la bilis llena mi boca. La escupo a un lado de mi
cara, temerosa de que restriegue mi cara contra él.

Él me baja los pantalones. Siento sus manos sobre mi ropa interior.


Quiero gritar y pelear, pero mis manos están atrapadas. Si grito me
matará. Tomo una rápida decisión de que la muerte será mejor que
esto. Abro la boca para gritar mientras él echa su peso sobre mí y me
tapa la boca.

—Shhh Em. No grites. Debemos irnos ahora. Antes de que lo


encuentren.

Las lágrimas brotan de mis ojos cuando miro hacia atrás y veo sus
ojos abiertos que no dejan de mirarme. El clavo oxidado sobresale sólo
un poco de su cabeza, al lado de su ojo. La sangre gotea por su cara.

Ella me lo saca de encima calmadamente. El fuego está apenas a


veinte pasos de nosotros y puedo ver que el grupo de hombres ha
disminuido. Debían haberse ido a dormir.

Yo me empujo y agarro mis pantalones. Veo mi cuchillo en su bota.


Lo tomo. Lo agarro con fuerza. Quiero clavarlo en él.

Ella agarra mi mano y señala los árboles.


Nosotras caminamos encorvadas. Agarro mi arco y el carcaj y la sigo
hacia el bosque. Corremos rápido, a pesar de que estamos descalzas.
Reconozco el bosque luego de unos momentos. Incluso en la oscuridad
sé dónde estamos.

—Oh, mierda.

Yo me detengo, oyéndola hablar. Estoy lista para lo peor y en lugar


de eso, es lo mejor. Veo unos ojos amarillos brillando en la oscuridad.
Yo caigo de rodillas, ignorando el musgo que me corta las rodillas. Sus
patas están alrededor de mi cuello en cuestión de segundos. Su cálido
aliento está en mi pelo. Yo lloro. Él me abraza como una madre a un
niño y me siento aliviada.

— ¿Es tuyo?

Asiento a través de las lágrimas. —Leo.

Él rasca sus orejas. —Es un gran perro.

Yo sonrío. —Es un lobo. Un lobo gris.

—Bueno, mejor seguimos en movimiento antes de que nos


encuentren.

Me levanto y corro hacia la cabaña. Sé que está tras los árboles y no


muy lejos. Podemos esperar allí hasta que se vayan. Mi cerebro parece
que no puede hacer que mi propia supervivencia sea importante.
Necesito saber si Jake y Anna están a salvo.

La oscura sombra de la cabaña parece un contorno en el campo


abierto. Yo corro más rápido. Meg corre tan rápido como yo. Sus
pisadas son un susurro en la hierba a mi lado. Atravieso la puerta. La
casa está oscura y en silencio.

— ¿Anna, Jake? —El salón está vacío. Las mantas no están. No sé a


dónde ir. No sé a dónde se han ido. Corro por los escalones del sótano
dentro del búnker. No hay nada allí, sólo mi respiración jadeante.

Corro escaleras arriba. —Necesitamos escondernos. Se han ido.


Deben estar buscándome.

— ¿Quién?

—Mis amigos. —Las palabras se sienten raro en mi boca. Agarro sus


dedos sudorosos en la oscuridad y la saco de la cabaña. Nos deslizamos
dentro de la oscuridad del granero. Me dejo caer de rodillas en el heno y
tanteo por la escotilla. Hay heno pegado a la parte superior de la
misma. Es imposible de encontrar, incluso a la luz del día. Sólo la
encontré porque estaba abierta cuando llegué.

Yo gruño al levantar la escotilla y susurro. —Rápido, baja.

Leo salta por el agujero como lo ha hecho antes, muchas veces. Meg
me busca en la oscuridad y luego a la escotilla. Bajo tras ella y tiro de la
gran escotilla sobre el agujero. Tanteo en el silencio por los taburetes.
Me siento y de pronto el dolor en mis pies es inaguantable. Sé que están
cortados.

— ¿Te cortaste en los pies?

Meg está más cerca de lo que parece, su susurro está justo en mi


cara. —No. Mamá nos hce caminar y correr en el bosque descalzos todo
el tiempo. Ellos siempre se llevan los zapatos.

—Inteligente.

—Sí, mamá era alcaide de una prisión de máxima seguridad antes.


Ella dice que sabe lo peor que la gente puede hacer, y por qué lo hacen.

Me estremezco al pensarlo.

No oímos voces o ruidos. Eventualmente me duermo en el piso de


madera contra el pelaje cálido de Leo.

Meg se duerme junto a mí. Ella me toca y trata de sujetarse a mí


dormida.

Mis pies duelen demasiado como para poder tener una buena noche
de sueño.
Capítulo 10
Traducido por 3lik@

—Han pasado cinco días Em. Él está caminando en el mismo lugar


y haciendo ruidos extraños. Tengo un perro de caza. Él hace lo mismo
cuando quiere que lo sigan. Tenemos que seguirlo en el bosque.

Ella no ha dejado de hablar durante cinco días. Mamá esto y Mamá


aquello. No sé qué hacer para que se calle. Ella no toma mi silencio
como una sugerencia.

—Sí, ese lobo está tratando de decirnos el camino a seguir para


encontrarlos. ¿Están mejor tus pies?

Miro los cortes profundos y asiento con mi cabeza, —Ya tienen


costra.

Me froto ungüento en la planta de mis pies y pongo mis calcetines


gruesos sobre las costras. Me pongo las botas que tenía almacenadas
en el bunker de la cabaña hacía años.

—Para un experto en supervivencia podrías pensar que él te


hablaría sobre lo grueso de la planta de tus pies. Puedo caminar sobre
brasas con los míos. — Ella levanta un pie para mostrar sus pies
acolchados. Quiero hacer una mueca ante las cosas sucias pero sé que
tiene razón.

Ella lanza un hueso enorme para Leo. Él corre y lo atrapa y mastica


en el campo, — ¿No es más listo? Mi perro lo traería de vuelta.

Miro el hueso y hago un gesto: —¿Es un hueso humano?

Se encoge de hombros, —¿Es importante?

Leo agarra el hueso largo y delgado y camina hacia el mismo lugar


en el campo de hace cinco días. Él gruñe.

—Está bien, vamos a seguirlo entonces. —Me pongo mi mochila.


Miro hacia atrás a la cabaña. He dejado una nota en el bunker debajo
del granero. Anna sabe que es mi escondite favorito. Me duele el
corazón. No miro detrás de mí. No correré a través del campo. Leo trota
como un perro de verdad. Él no espera para reunirse con un árbol.

Nada es igual.

Había abierto la puerta de la cabaña y de repente mi vida se perdió.


Sabía que iba a arrepentirme de abrir la estúpida puerta y ayudarla.
Nunca me imaginé que me afectaría separarme de ellos.

Me duele el corazón cuando pienso en el beso que compartí con


Jake. Me duele el estómago cuando pienso que tomaron a Anna.

Leo agarra el ritmo a medida que entramos en el bosque. Extiendo la


mano y froto mis dedos a lo largo de un árbol. En lugar de ir en el
camino a la cabaña, él corta totalmente a la izquierda y subimos una
colina diferente.

—En aquél tiempo, cuando tenía once años, mama dijo que quiere ir
a la ciudad. Así que todos nos preparamos, nos bañados y nos vestimos
bien. Caminamos todo el camino a la ciudad pero no nos dejaron
entrar. Teníamos que pasar por un montón de pruebas y otras
tonterías. La ciudad estaba completamente renovada. No parecía a nada
que haya visto en mi vida.

De cualquier forma, ellos llegaron hasta nosotras con ropa de color


blanco brillante y me hicieron quitarme toda mi ropa nueva. Ellos las
quemaron. Mamá enloqueció como una gallina mojada. Tía Lisa no pasó
la prueba de diabetes que nos hicieron y si queríamos ir a la ciudad,
tendríamos que dejarla atrás. No se permite la diabetes en la ciudad.
Mamá dijo que a ellos les daba igual. Así que nos fuimos a la ciudad. Mi
tía Heather también se quedo allí. Mamá piensa que porque ella probó
estar saludable, ellos nos dijeron que estaba enferma también, así otros
se la llevarían a las granjas reproductoras. Luego llegaron en sus
vehículos y nos apuntaron con armas. Arrastraron a tía Heather a la
camioneta. Ella gritó y nos buscó.

Mamá nunca se movió. Ella se limitó a observar. Nunca más vi a la


tía Heather.

Su historia es la historia de miles de mujeres.

—Los he visto tomar a muchas. Siempre dejando a los niños atrás.

Ella puso un dedo en sus labios, — ¡Shh! ¿Escuchas eso?


Escucho. Todo lo que oigo es mi propio corazón y me doy cuenta de
que a medida que ella habla, ella escucha el canto del bosque de la
manera que yo lo hago. No los escucho. No hay pájaros, no hay ardillas.
Me detengo. Saqué una flecha al instante y la sostuve lista en el arco.

Una rama se rompe al lado de nosotros. Giro el arco con la flecha


temblando en mis manos. Un enorme oso negro gruñe y camina hacia a
nosotros en la cresta por debajo de nosotros. Leo ruge y se agacha. Me
mira, pero sacudo mi cabeza.

Nosotros no le damos la espalda. Caminamos por la colina de


espaldas hasta que el oso estuviera lo suficientemente lejos. Los
oscuros vellos Leo permanecieron erizados hasta que empezó a olfatear
el suelo otra vez. Deambuló en un círculo por un momento.

—Entonces le dije a mamá... oye mira, creo que olfateó algo. No es


del todo inútil, ¿eh?

Le lancé una mirada.

Ella puso sus manos en alto, — ¿Qué? No es un perro, pero creo que
olfateó algo.

Lo sigo a través de los espesos bosques hasta que de repente deja de


caminar. Hemos caminamos durante horas y esto es lo más animado
que lo he visto. Él gruñe en un tono bajo y se arrastra por el suelo del
bosque sobre su vientre.

Lo seguimos cerca del suelo. Estoy escaneando el bosque, pero no


veo nada.

—Ahí—. Meg señala a un hombre camuflado en lo alto de un árbol.


Cuenta con un rifle de francotirador. No hay manera que logremos
rodearlo. Saco mi arco, pero Meg detiene mi mano y apunta a un
hombre en otro árbol justo detrás de él.

—Esperemos que oscurezca. — Ella susurra.

La miro y frunzo el ceño, —¿Dónde está tu casa?

Sus ojos marrones reflejan una mirada atormentada, —Está más


cerca de la ciudad, por el gran río. Mamá fue tomada cuando estaban
buscando a una chica. Ellos realizaron búsquedas en todas las casas y
encontraron a mi tía Lisa y a Mamá escondidas.
Ellos no me encontraron a mí. Me escapé por la parte trasera y trepé
una pared de troncos puntiagudos. Los otros me acorralaron fuera de
las puertas. Los cazadores se habían ido sin embargo, ellos no iban a
esperar a que regresaran.

—Fue por mi culpa. — Las palabras salieron de mi boca.

Ella se agacha en algún arbusto grande y se sienta y espera a que


caiga la noche.

Hablé un poco después. Me siento incómoda con su silencio. Ella


nunca está en silencio.

—Puedo ayudarte a encontrar a tu madre.

—Ella nunca se dejaría tomar.

—¿Dónde puede estar?

—Conociendo a Mamá, ella está en el infierno. Ella era una mujer


mala y rencorosa. Llena de meados y vinagre, eso es lo que tía Lisa
siempre decía.

Eso no lo vi venir, — ¿Está muerta?

Meg me lanzó una mirada, —Digo lo que ella siempre decía. Haz lo
que sea para no ir hasta allí. Los otros no la llevarían al campo de todos
modos. Su útero quedo lastimado al tenerme. Ella no podía tener más
hijos.

Me dan ganas de llorar. Tenía una madre. Tenía a alguien. Se siente


como si fuera mi culpa.

—Realmente lo siento Meg. ¿Tienes algún lugar a donde ir? ¿Tienes


otras personas?

Ella niega con la cabeza, —No, éramos mamá, tía Lisa y yo.

Yo nunca la dejaré. No importa que, jamás la abandonaré.

El día se desvanece lentamente en la noche. La primavera es más


larga y los días son más largos. El aire frío es todavía fresco y nítido,
pero el sol se está calentando.

Leo duerme junto a mí y Meg talla algo en un pequeño trozo de


madera. Ella me pasa la pieza terminada. No sé lo que es.

—Es una torre.


Levanto una ceja.

—De ajedrez. — Ella lo dice como si yo fuera idiota.

— ¿El juego?

Ella asiente y sonríe, —Estoy haciendo las piezas para el tablero.


Supongo que tengo que empezar de nuevo. Las mías estaban en nuestro
pueblo.

La mire confundida, — ¿Tienes un pueblo?

Ella niega con la cabeza, —No. Tenía. Los otros llegaron el mes
pasado y quemaron la tierra.

—La vida es dura Meg. Estoy convencida de que el Dios del que
todos hablan, nos odia.

Sus ojos marrones se endurecen y tira un mechón de cabello marrón


oscuro fuera de su carita sucia, —Nunca digas eso Em. Sin importar
qué, tenemos que creer que él nos va a ayudar. El mal está en nosotros.

Leo se levanta de un salto, pero es demasiado tarde. Escucho un


crujido de una rama justo detrás de mí y veo una capucha negra
repasar la carita de Meg. Me levanté de un salto, pero las armas ya me
apuntaban.

— ¿Qué tenemos aquí?

El hombre que estaba delante de mí está sonriendo. Él sostiene un


rifle delante de mi rostro.

Leo está listo para atacar, pero le pongo mi mano, —No Leo. No—. Él
mira mi rostro confundido. Puedo verlo en sus ojos. Niego con la
cabeza.

Miro al hombre, —Vamos a caminar con usted, pero no puede poner


eso sobre mi cabeza. Si él no puede ver mis ojos, él se confundirá y
matará al menos a uno de ustedes.

Él asiente con la cabeza, —Camina con el lobo. Lo mataré si tengo


que hacerlo—. Él le quita la capucha negra a Meg, quien está igual que
Leo. Le doy una mirada aguda también —No, Meg.

Sé que por la desesperación en su rostro, ella está tratando de tomar


el control, y yo me siento de la misma manera. Pero no podemos ganar
la pelea.
Podemos morir como su mamá.

Uno de los otros hombres con un arma me sonríe. Tiene un aspecto


joven y audaz. Él me habla y yo puedo escuchar la sonrisa en su rostro,
—Me preguntaba si erais espías de los otros, pero sois niñas. ¿Qué
chicas los ayudarían? Así que me dejáis con una sola suposición, —Él
sonríe y me codea. — Estáis buscando una cita.

Le fruncí el ceño. No hablé.

Meg resopla, —Ya quisieras. Estamos buscando a nuestros amigos.


Los otros nos tenían, pero escapamos.

Yo le disparé una mirada asesina. Ella frunce el ceño, —No me mires


así Em. Mamá decía que tenemos que recordar algunos modales del
mundo de antes y las buenas costumbres es una de las cosas que todos
parecen olvidar.

El hombre con el arma sonríe, —Tu mamá suena como la clase de


mujer que siempre estamos buscando. Que caliente mi cama, horneé el
pan y diga por favor y gracias como una dama debería.

Meg lo empuja, — ¡Mi mamá nunca calentó la cama de nadie! Ella


no era ninguna dama. Ella era una sobreviviente. ¡Ella fue una
luchadora!

Él empuja a Meg. Yo la atrapo.

—Tranquila niña.

El líder me pone su arma en mi rostro. Le miro a los ojos tienen un


color azul oscuro con enojo, —Su madre acaba de morir haciendo de
distracción para que ella escapara de los cazadores.

Él pone cara de sorprendido, arrepentido, —Lo siento, Meg ¿cierto?


Nunca hablo mal de los muertos, a menos que sean uno de los
monstruos que empezaron todo esto—. Él sostiene sus manos.

Ella inhala y se limpia la nariz con el brazo, —No hay problema. Ella
murió como ella quería.

Sé del dolor que Meg siente y empeña en esconderlo.

Sus ojos me dicen que él también lo sabe.

Leo se arrima hacia mí. Él está nervioso. Él se queja. Observo


cuando entramos en un enorme campamento. Las fogatas se encienden
haciendo que el bosque se llene de humo y el olor de la comida. Se me
hace agua la boca y mi estómago gruñe. No recuerdo la última vez que
realmente comimos.

— ¿Nuevos reclutas? — Un hombre me miraba de arriba abajo y


asiente con la cabeza. Leo se abalanza sobre él. Realmente creo que el
lobo puede leer la mente y la mente de ese hombre no es pura.

Él retrocede. —Santa mierda, ¿eso es un lobo gris?

Me río. No lo puedo evitar. Leo se cierna sobre él gruñendo.

Los hombres que nos han escoltado se ríen del hombre en el suelo.
Le llamo, —Leo.

Él gruñe una vez más y corre a mi lado. Se pone en posición


orgulloso con el pecho hacia fuera. Él gruñe hacia todos.

— ¿Tienes a mis amigos aquí, no es así?

El hombre con la sonrisa fruncida dice, —¿Quiénes?

—Una chica y un chico. Son hermano y hermana.

Sus ojos se entrecerraron, ―Nadie ha llegado recientemente aquí.


Excepto vosotras.

—No me mientas. Él es alto, de pelo oscuro y ojos azules. Él tiene


una lesión en la pierna. Ella es más joven y de mi tamaño. Ella tiene el
pelo oscuro y los ojos azules también. Ellos se parecen.

Él niega con la cabeza, —Mira, no hay nadie aquí. Nosotros no


tomamos prisioneros.

Miro las armas que nos rodean y levanto mis cejas.

Se ríe, —Estabais espiándonos y tienes un enorme lobo gris como


mascota.

Yo no me río. Quiero a Jake y a Anna.

Meg me mira, — ¿Por qué él nos traería hasta aquí si no estaban


aquí?

Me encojo de hombros, —El olor de la comida.

El tipo con el arma en mi rostro apunta a Leo, —Mantenlo bajo


control y puede que bajemos las armas.
Le doy a Leo una palmadita en la cabeza y froto sus orejas. Niega
con la cabeza una vez más. Todavía esta agitado.

El campamento es como nada que haya visto en mi vida. Me recuerda a


la banda de felices hombres de Robin Hood cuando se reúnen en el
bosque.

Escucho un ruido que nunca había oído antes. Giro la cabeza


cuando veo de dónde viene. Un niño pequeño con cabello rubio plateado
está más allá de mí. Él tiene sus brazos extendidos. Él se prende de
Leo, haciéndome saltar a su rescate, pero Leo me mira y baja el cuerpo
del niño.

—Andy no. El lobo no. Oh Dios mío, lo siento mucho. — Una mujer
de pelo oscuro se acerca a mí. Ella se ve mayor, quizás de treinta. Ella
está vestida con una larga falda fruncida y una blusa. Ella es bonita de
una manera sencilla. Ella mira a Meg y le lanza una sonrisa maternal,
—Tenemos que limpiarte y conseguirte algo de comida para ese
estómago. Te ves como estuvieras muerta de hambre. —Ella mira al
hombre a mi lado, —Vigila al chico por mí mientras me ocupo de ella.

El hombre asiente y se arrodilla al lado del niño que está gritando y


abrazando a mi enorme lobo. Leo jadea tranquilo.

—Su nombre es Leo. Andy, ten cuidado ¿de acuerdo? — El hombre


quita la mano del olfato de Leo.

Meg me da una mirada suplicante mientras ella la lleva de arrastras.


Quiero llegar a ella, pero no lo hago. La mujer con el cabello castaño y
con ojos oscuros de gacela me hace sentir cómoda al instante.

Miro a mí alrededor y veo que hay fogatas en todas partes. Hay


tiendas de campaña en una pequeña línea del bosque y los cobertizos
están escalonados entre ellos. Nunca he visto nada igual. La ropa
cuelga de cables en los árboles. El dosel ofrece el refugio perfecto. Me
siento como si hubiera entrado a un sitio sagrado. Todos se mueven con
energía, como si estuvieran en una misión.

—Esto es como la Comarca.

— ¿Has leído El Hobbit?

Mi cuello casi se rompe cuando miro hacia atrás en él, —Sí. ¿Y tú?

Él asiente con la cabeza y acaricia a Leo una vez más.


—Lobito, Lobito, Lobito. — El ángel de cabello plateado chilla en el
pelaje oscuro de Leo. Leo no parece cómodo con el abrazo. Él lucha por
escapar.

—Él lo hace.

El hombre lo aleja, por lo que el niño hace un sonido chirriante, —


Nooooo Will. Quiero abrazar al lobito. Quiero al lobito, es mííííío.

Suspiro, — ¿Will? — Esos ojos y esa sonrisa. Él luce exactamente


igual que ellos. —Will, ¿eres el hermano de Anna y Jake?

Su rostro cae, — ¿Anna y Jake? ¿Mi hermano y mi hermana?

Asiento con la cabeza.

Su cara crece oscuramente. Deja ir al niño y aprieta mis brazos con


fuerza. Grita en mi rostro, — ¿DÓNDE ESTÁN?

Señalo, —Pensé que estaban aquí.

A Leo no le gusta cómo me está tratando. Se alza en medio de


nosotros y tira a Will al suelo.

Él lo tiene por el cuello de la camisa y está haciendo un ruido que


nunca había oído antes.

—Leo.

Él me ignora. Me siento en el suelo y hago un silbido. Él tira una vez


más de su camisa y se aleja. Él se gira y viene trotando hacia mí. Está
abrumado. Yo estoy abrumada. Él se acurruca en mi regazo y yo
acaricio sus orejas. Él está temblando.

Will se pone de pie y camina hacia mí. Leo gruñe y gruñe mostrando
sus dientes en mi regazo. Miro a Will, —Yo no me movería sí fuera tu.

Sus oscuros ojos se desempañan en la tenue luz del atardecer, —


¿Están vivos?

—La última vez que los vi.

Su mandíbula se tensa.

Me giro para ver a un hombre terriblemente hermoso caminando


hacia donde estamos. —Will, necesito ir a repasar algunas cosas
contigo.
El chico de cabello plateado ve al hombre y comienza su diatriba de
nuevo. Él está golpeando con el pie y señalando a Leo quien tiembla.
Envuelvo mis brazos alrededor de él y miro al niño. Odio a los niños.

—Deja eso mocoso. Vas a hacer que nos maten. — Silbo hacia él. El
ruido, sin duda, atraerá los otros o peor.

Will se ríe de mí, pero su expresión esta perdida.

Meg se acerca a mí con un vestido limpio de parches. Su cabello está


peinado hacia atrás y húmedo. Su rostro está limpio, sin rastro de la
suciedad que la ha estado cubriendo desde que la conocí. Ella tiene un
plato lleno de carne y algo blanco.

—Em, nu-sta-tn-mal. Tenes-queb-probarlo. —Su boca está a punto


de estallar mientras habla. Hago una mueca viendo su calabacita, como
mi abuela siempre decía.

Se sienta al lado de Leo y de mí. Él levanta su cara al instante y


empieza a comer de su plato. Ella ni siquiera se molesta en pelear con
él por su comida. Sospecho que lo trajo para compartir con él. Su
cuerpo vibra mientras su mandíbula alcanza la comida.

El hombre al lado de Will recoge al chico. Está llorando y busca a la


señora de pelo castaño con ojos de gacela.

—Tú, pequeño mono. — Ella lo hace girar alrededor. Ella lo ama


tanto. Puedo verlo en su rostro. Creo que ella ama a todos en el mundo.

Meg se sienta con las piernas cruzadas y su falda se sube hasta


arriba. Me río al ver sus piernas bronceadas y su ropa interior.

La mujer de cabello oscuro frunce el ceño, —Megan, siéntate como


una dama.

Meg mira hacia arriba con un gran muslo de un pájaro colgando de


sus labios. Leo tiene la misma cara, pero con un gran trozo de carne
oscura.

Will estalla a carcajadas.

Meg frunce el ceño hacia mí, — ¿Qheb?

Niego con la cabeza, —Nada. — Ella aporta una ligereza que nadie
puede resistir.

—Puedo ver tu ropa interior, Megan.


Meg la mira y frunce el ceño, —Entonces devuélveme mis
pantalones. O deja de mirar.

Me río con su manera descarada.

La señora de ojos de gacela fruñe el ceño, —Esos pantalones serán


quemados. Tendremos nuevos pantalones para ti en un rato. Hasta
entonces, trata de actuar como un ser humano.

Meg se sonroja y tira de la falda alrededor de sus rodillas, —Sí


mamá.

Ella levanta la vista hacia mí con una sonrisa escondida.

Leo está haciendo su ruido raro de lobo que él hace cuando está
contento. Casi suena como un gato ronroneando, pero es más bajo y
más profundo en él.

El plato está vacío y yo no he conseguido nada. No puedo dejar de


mirar hacia Will, que está hablando con otro hombre.

Me mira de vez en cuando. Puedo ver que él quiere hablar conmigo.

—La gente que estoy buscando, Anna y Jake. Will es su hermano. —


Lo señalo sutilmente.

Meg levanta una ceja, — ¿Crees que es por eso que Leo nos ha
traído hasta aquí?

Me encojo de hombros, —Tal vez. Aunque creo que olió la comida.

Meg sonríe con comida en sus dientes, —Gracias a Dios por Leo y su
panza.

—Estoy preocupada de donde pueden estar, sin embargo. Si no


están aquí, ¿a donde podrían haber ido?

—Las granjas. — Ella lo dice con indiferencia, aunque sé que teme a


la idea de que si los encontraremos o no.
Mi piel pica de solo pensar en las granjas. Anna tiene la edad
suficiente para ser puesta a ―trabajar‖, y Jake es fuerte. Él podría hacer
trabajos forzosos.

Miro hacia arriba y veo que la gente nos está echando un vistazo.
Fingen estar trabajando cerca de nosotros, pero miran a Leo comiendo.
Eso me hace sonreír. Si supieran lo gatito que es.

Siento unos dedos agujerear mi piel, —El lobito es mío. — Me grita a


la cara.

El mocoso está de vuelta. Lo odio. Sus pequeños dedos codiciosos


están dejando una pasta de color naranja en mi camisa. Me inclino lejos
de él.

—No estés tan horrorizada. Él es sólo un niño. — Will recoge al


pequeño monstruo y lo carga de regreso a la señora de ojos de gacela.
Lo siento por ella. Su vida debe ser horrible.

Miro a la mancha naranja mezclada con polvo arrastrada por mi


manga.

Miro hacia Will, —¿Hay algún lugar donde lo pueda lavar?

Él asiente con la cabeza a la mujer de cabello oscuro, —Mary te


puede llevar.

Ella sonríe, —Sígueme. — Ella pasa la malvada bestia con el pelo


blanco hacia un hombre que está a su lado.

Miro a Meg, que asiente con la cabeza, —Solo no dejes que te aten
un vestido y te cepillen el cabello. Es una mala experiencia. Leo estará
bien conmigo.

Me alejo de él, sin mirar atrás. Se daría cuenta de mi miedo y me


seguirá. No lo quiero cerca del pequeño monstruo. Lo tocará y le hará
daño y Leo lo morderá y ellos defenderán al mocoso. Entonces
tendremos que salir de aquí y eso arruinará mi plan de tener una buena
noche de sueño.
— ¿Nunca antes habías visto a un niño?— Mary pregunta
dulcemente mientras caminamos junto a un grupo de tiendas de
campaña y cobertizos. Ella me lleva por un camino de tierra estrecho
empinada.

—No en diez años. Sólo los que las madres dejaron atrás cuando las
tomaron. No tuve el tiempo suficiente para llegar a conocerlos bien.

—Eso es horrible. ¿Dejaste solos a los niños pequeños?

No me importa si ella me juzga. Estoy viva. —Yo también era una


niña, Mary. Apenas me hice cargo de Leo y de mí.

Ella se cruza de brazos, —Él se cansa una vez pasadas las seis. Él
realmente es un chico dulce. Una vez que lo conoces, lo amas.

Trato de no ser grosera, pero digo lo que pienso, —Él va a hacer que
os maten con ruidos como esos. Los infectados adoran las cosas
ruidosas que los llevan hasta el alimento.

Ella mira hacia atrás horrorizada, —Nunca dejamos el campamento.


Ninguno de los niños lo hacen.

—¿Así que hay un acuerdo entre los infectados y los otros que se
quedan fuera de su campamento, para que así los niños puedan ser tan
ruidosos como ellos quieran? —Mi sarcasmo suena con más sarcasmo.

Ella se ríe, —Realmente no tienes habilidad para socializar con los


demás, ¿no es así?

Me encojo de hombros, —Me las he arreglado sola todo este tiempo.

Ella se ve sorprendida, —¿Cuánto tiempo llevas sola?

Mi ira y dolor desaparecen cuando lo veo. Me muevo hacia ella y


suspiro, —Desde el comienzo.

Las paredes que nos rodean son altas y rocosas. Nada puede
atravesar la masiva laguna esmeralda de agua cristalina. Estaba parada
en el único camino visible. Me quité las botas y los calcetines. Mis
costras me pican con la tierra y rocas. Me quité mis pantalones y mi
camisa. Miré hacia atrás y ella sonrío. Corro el resto del camino. Corro
sobre las grandes rocas planas que forman una plataforma en el agua.
Me zambullo antes de que me acobarde. Las heladas aguas me
atraviesan al instante, pero nunca me sentí tan limpia. Recuerdo mis
baños cuando era una niña pequeña. Estaban llenas de burbujas y de
sirenas de plástico duro. Esto es mucho mejor. La frescura del agua me
hace sentir viva en el buen sentido. Me acuesto de espaldas en el agua y
floto. Las enormes rocas como paredes que me rodean son
increíblemente altas y robustas. Las paredes son lo suficientemente
altas que incluso si yo estuviera espiando alguna vez, no sabría dónde
estarían y viceversa.

Miro hacia Mary cuando ella salta de la roca. Me sonrojo cuando


entra en el agua con una gran zambullida. Está completamente
desnuda. Nunca he visto a otra mujer desnuda.

—Entonces, ¿dónde están tus padres?

Al parecer, ella no tiene ningún problema con ir al grano por


información personal.

Me acuesto de nuevo y veo el cielo azul oscurecer, la noche comienza


a arraigarse plenamente.

—Mi madre murió cuando yo era muy pequeña. Tenía cáncer.

—En esa época todo el mundo tenía cáncer.

—Sí, supongo que sí. De todos modos ella murió y solo éramos mi
padre, mis abuelos y yo. Mi padre era un superviviente así que cuando
las cosas se pusieron mal salimos a tiempo. Él me enseñó un montón
de cosas que necesitaba saber.

—Wow, me enteré acerca de esa gente. Recuerdo haber escuchado a


mamá y papá llamarles irracionales y locos.

Me reía amargamente, —Sí. Eso es lo que yo pensaba de él. Bueno,


hasta la infección atacó y Japón tuvo terremotos masivos, y tsunamis
golpearon la costa oeste. Entonces estaba muy impresionada con sus
recursos.
— ¿Os separasteis?

Negué con la cabeza, —No, nos escondimos en el bunker de un


amigo hasta que pudimos salir de las zonas urbanas. Estábamos
camino a la cabaña de mis abuelos cuando tuvimos un accidente. Él
quedó atrapado bajo el jeep. Los cazadores venían. Él me dijo que
corriera.

No la miro. Siempre me avergüenzo de ese momento.

—Después que lo atraparon, yo estaba en una ladera y oí un


disparo. Sabía que era a él. Corrí durante semanas hasta que llegué a la
cabaña. Estaba allí sola hasta hace un par de semanas.

Ella me tocó. Miré su sonrisa y fruncí el ceño, —¿Cuántas veces has


nadado en los últimos diez años?

Me sentí confundida por el cambio de conversación, —Uhm. Tres


veces. Una vez fui perseguida por los infectados. Crucé los ríos sin
realmente nadar mucho, sin embargo.

Ella se ríe, — ¿Qué tan placentero es este momento?

Estoy molesta por su aleatoriedad, pero asiento con la cabeza, —Es


realmente asombroso.

Tiene los ojos vidriosos con la luz del cielo oscuro. —Entonces,
dejaste a los demás cuando pasó. Ellos lo arruinaron todo hace diez
años, no podemos dejar que arruinen el futuro también. — Ella me toca
de nuevo.

La ira se aleja de mí. Ella tiene razón. He vivido con miedo de hacer
amigos y de ayudar a la gente.

De repente, un ruido rompe el silencio. Me giro ya que varias


personas saltan en el agua. Las olas y salpicaduras se forman en la
laguna.

— ¡Oh Dios mío! hace mucho frío. — Veo a una chica rubia que es
un poco mayor que yo, a mi lado. Le castañean los dientes.
Repentinamente me doy cuenta que los míos también. Veo una gran
mano que viene por detrás de ella y empuja su rostro bajo la agua.
Nado lejos rápidamente en pánico. Un joven se ríe cuando ella sale a la
superficie y ella lo empuja. —Idiota.

Están jugando en el agua. Los recuerdos de personas jugando en el


agua inundan mi mente.

—Kim, sabes que me quieres. — Él tira de ella en sus brazos y la


besa con fuerza. De repente, ella esta presionada contra él y se están
besando como las personas hacían en las películas, antes.

Siento una persona nadando detrás de mí. Me giro y de pronto veo


una gran mano llegando a mi cabeza. Intento nadar para alejarme, pero
mi pie es agarrado. Me sacudo. Entro en pánico doy patadas a un
cuerpo caliente. Trago agua antes de ser capaz de romper a la
superficie. Empujo la piel que toco y con fuerza saco mi cabeza por
encima del agua en estado de pánico.

Oigo la voz de un hombre a través de los sonidos de mi propia


asfixia. —Jesús cálmate. ¿Estás bien?

Comienzo a toser. Me siento mal, pero también aterrorizada. Nunca


antes he tragado agua que no fuera hervida o fresca de mi pozo.
Cualquiera de ellos podría tener la infección. Podría estar en el agua.
Nado hacia la gran roca y me lanzo a la plataforma. Me acuesto sobre
mi vientre contra la fría piedra. Mi piel se estremece y tiembla.

—Hey, ¿estás bien?

Miro a Mary en el borde de la roca. Asiento con la cabeza y me


presiono a mí misma. Recojo mi ropa y arranco a correr por la colina
hacia las tiendas.

—Idiota.

— ¿Qué?

—Mark, tienes que ser cuidadoso. Ella vivía sola desde que era una
niña. Ella no lo entiende.

—No fue mi intención.

Corro más rápido para alejarme de sus voces. Me siento como un


bicho raro. Me dirijo a un fuego cercano. Estoy sola, hasta que siento el
aliento cálido en mi cadera. Su nariz fría se siente caliente contra mi
piel desnuda. Comienzo a ponerme mi ropa sucia, apestosa, pero Mary
esta allí de repente. Ella tiene un montón.

—Aquí. — Ella está completamente mojada también. Nos quedamos


mirando la una a la otra en la luz del fuego. Ella se ve tan hermosa en
su vestido empapado con el agua que gotea de ella.

—Gracias. — Pongo mi ropa abajo en el suelo y tomo la que ella me


ofrece. Huelen raro. Me pongo la camisa y los pantalones por encima de
mi ropa interior mojada. Saco mi sostén cuando la camisa está encima
y me cubre.

Ella lo toma en sus manos, — ¿Cómo te llamas?

Siento que mis labios tiemblan, —Emma.

Se inclina y me besa suavemente en los labios, —Emma, está bien.


Estás a salvo aquí. No hay infección y no hay otros y no hay militares.
Nosotros nos encargamos de los otros. —Ella toma mi sujetador
empapado y recoge mi ropa y se marcha. Me quedo sola en el fuego
dándome cuenta de que me besó. Me gustó que me besara. Fue una
sensación agradable. No de la manera tan agradable en la que Jake me
beso. La suya era dulce y suave.

Me sentí feliz.

Miro hacia Leo, que gira su rostro a la luz del fuego y se queja. Le
acaricio su cabeza y miro hacia donde ella camina. Deja caer mi ropa en
una cesta y apunta a un brillo de color naranja brillante en el bosque a
través del campamento. —Ven a la hoguera. Cantamos y tocamos la
guitarra.

Me pongo la ropa seca y envuelvo mis brazos alrededor de mí. Leo y


yo la seguimos por el bosque hacia una gran fogata ardiendo. Puedo oír
la música débilmente en el crepitar de las llamas y las brasas. Es
música popular, pero es buena. Siento una ola de emoción. Todo se
realza para mí. La música se incrusta en mi alma. No he escuchado
música desde hace mucho. Me siento como una extraña, pero la gente
en la fogata me sonríe. La gente frente a mí se mueve en el tronco para
hacerme un espacio. Leo se sienta y me mira sentarme en la multitud.
Él no sabe cómo responder a esto. Él se queja un poco.

Las olas de calor se elevan desde la gran fogata por lo que es difícil
ver en donde están los músicos. Los troncos están construidos para que
las personas se sienten. Puedo ver a un hombre con una pequeña
guitarra. Es viejo y tiene una barba. El hombre comienza a cantar suave
con la guitarra. Su voz es increíble. Es áspera y dulce. Yo estoy en un
trance. Me siento y cierro los ojos. La música transmite algo suave y
dulce, nunca me di cuenta de lo que me estaba perdiendo. El dolor está
de regreso en mi pecho. La dulce voz hace que mi piel tiemble y la
garganta se me atraganta con imperceptibles emociones. Nos sentamos
en un gran círculo, calentados por el fuego y las crudas emociones
humanas dentro de la canción. Es sobre el amor y el sacrificio. La voz
de una mujer acompaña al hombre y las guitarras. Le añade suavidad a
la canción que su ronca voz no tiene.

Este es el momento más grande de mi vida. No he experimentado


nada como esto, incluso antes. El tiempo ha pasado. No sé cuánto. Las
canciones suenan. Pasan el whisky. Bebo y sacudo mi cuerpo como
todos los demás. Mi alerta no sólo se reduce, sino que se destruye en la
familiaridad de las personas en el fuego y la canción en nuestros
corazones.

En la luz puedo ver a Mary. Ella canta y ríe y bebe. Sus ojos brillan
con un vibrante resplandor naranja.

Poco a poco la gente se filtra lejos del fuego. Leo se ha deslizado


hacia arriba y cae en mis pies. La pila de troncos que avivan el fuego se
han quemado, deducidos a cenizas y en las brasas veo algo que nunca
esperé. Will está cantando con una inolvidable voz que me ha
iluminado. Él siente la música. Puedo ver eso. Sus ojos están cerrados y
sus dedos acarician suavemente la guitarra. Termina la canción y no
puedo dejar de mirarlo de manera diferente.

Él camina hacia donde estoy sentada y se sienta a mi lado.

—Eres un buen cantante.

—Tenemos que hablar.

Sentada a su lado hace que mis entrañas se arrastren. No se ve


dulce o suave como se ve Mary. Se ve molesto y enojado conmigo. Me
siento intimidada por él. Él no parece ser el tonto que Anna había
descrito. Él es intenso.

—Lo sé.

Sus largas piernas parecen enormes en comparación con las mía. Él


es grueso y de aspecto fuerte. Su rostro es tan guapo como el de Jake,
pero más imponente. Quiero escucharlo por alguna razón. Siento como
si pudiera mantenerme a salvo, como lo hace por todos aquí. No sé por
qué pienso que él lo hace, pero lo hago.

—Entonces, ¿dónde están?

Niego con la cabeza y trato de no mirar su boca. —No lo sé. Ellos


estaban en mi casa la última vez que los vi.

— ¿Cómo están?

Trago, —Bien. Jake se hirió un poco, pero le conseguí medicamento.


Estaban bien cuando me fui, sin embargo.

— ¿Dónde los conociste?‖

—Primero en mi cabaña. — Empiezo la historia del principio y trato


de no mirar sus labios mientras procesa lo que tengo que decir. Quiero
que me cante un poco más.
Capítulo 11
Traducido por Isane33 y 3lik@

Me despierto con una pata de lobo en la cara. Él patea ligeramente


en su sueño y araña mi mejilla. La empujo y miro alrededor. Me siento
más cómoda de lo que he estado nunca antes.

Meg se quedó dormida con los brazos alrededor de Leo. A él le


encanta acurrucarse cuando duerme. Sonrío pensando que encontró a
su alma gemela.

La luz del día se filtra a través de la tela de la tienda. Es una


pequeña y acogedora tienda, por lo que el aire se ha viciado con
nosotros tres respirándolo.

Miro hacia abajo a mis pies y me sorprendo por lo mucho que han
sanado. Las costras se están descascarillando y las llagas son pequeñas
en comparación con las cicatrices. Leo me patea de nuevo. Suspiro y
salgo de la tienda antes de que termine con la pata encima de la cabeza
otra vez.

Me estiro y me doy cuenta de lo que llevo puesto. Es una apretada


camiseta con la palabra «rock» y luego una estrella debajo de ella. Es
púrpura brillante y demasiado larga para mí. También estoy usando
jeans con rasgaduras y agujeros en las rodillas. Siento algo de brisa en
la espalda y toco mi trasero para descubrir agujeros allí también.
Frunzo el ceño. Necesito mis pantalones de regreso.

—Por fin estás despierta.

Me doy la vuelta para ver a Will sonriéndome. Él es hermoso. No


puedo evitar míralo boquiabierta en su camiseta azul claro y pantalones
vaqueros oscuros. Sus ojos se encuentran con los míos. Se ha dado
cuenta de la forma en que mis ojos viajaron por su cuerpo. Me sonrojo.

— ¿Y cómo es que consigues vaqueros sin agujeros?

Él se ríe.
—Sólo tenemos cierta cantidad de ropa. El último viaje a un centro
comercial fue hace tres años. Compartimos todo.

Echo un vistazo a Mary acurrucada con un hombre y sosteniendo al


pequeño mocoso.

—Todo.

Se vuelve y ve lo que estoy viendo. Se ríe de nuevo.

—No, no todo. Ella es muy afectuosa, Emma. Es así con todos. Pero
si estás interesada, tenemos algunas chicas que están solteras.

Frunzo el ceño.

— ¿Qué?

—Si estás interesada.

Niego con la cabeza.

—No sé lo que quieres decir. —Se ríe de mí. Se ríe de un chiste que
no comprendo.

Suspira:

— Bueno, ¿quieres repasar el mapa conmigo?

Esto me hace reír.

—Te lo dije anoche, no sé de mapas. Sé donde he estado, sólo


recordando el bosque.

Frunce el ceño.

— Bien ¿de regreso a la cabaña, entonces?

—Está bien, pero necesito un favor —digo.

— ¿Qué?

Señalo a la tienda.

—Necesito que se quede aquí y sea protegida. Tiene quince años.


Ella ha vivido una vida muy dura. Su madre era una alcaidesa.

Él hace una cara que me hace reír.

—Sí, imaginé que se quedaba. Guau ¿una alcaidesa?


Asiento con la cabeza.

—Su madre y su tía acaban de morir. Su otra tía fue llevada a las
granjas reproductoras.

Sus ojos azules brillaban.

—Ella es nuestro tipo de chica entonces.

Estoy confundida por él, pero no tengo tiempo para averiguarlo. No


puedo sacar de mi cabeza la imagen de él tocando la guitarra en la luz
del fuego. Es casi como si hubieran dos de él dentro de su cuerpo. El
Will dulce y el Will de negocios.

Mary se acerca de repente llevando al monstruo.

—Andy, ¿qué tienes que decirle a Emma?

Él mira hacia abajo en el suelo y hace pucheros.

—Lo siento.

Él juguetea con la blusa de Mary. Ella levanta la vista y se


encuentra con mi ceño fruncido con una sonrisa.

Asiento con la cabeza.

—Está bien, gracias.

Will y Mary ríen.

—Mary ¿cuidarás a Meg hasta que regrese?

Ella se inclina y me abraza.

—Cuídate Emma y no tardes.

Le devuelvo el abrazo. Yo todavía abrazo como una barra de hierro.


Noto la forma en que ella abraza, lo hace como una persona y yo abrazo
como un robot.

Abraza igual que Anna. Me duele el corazón pensar en ellos.

Me vuelvo y abro la tienda de campaña.

—Me voy Meg. Necesito que te quedes aquí y des una mano. Ellos
necesitan la ayuda extra.

Ella se despierta y al instante me da un gruñido:


—No, me voy contigo.

Niego con la cabeza.

—No, tienes que quedarte y pasar el rato con Mary. Voy a llevar a
Will a la cabaña. Vuelvo en un par de días.

Se recuesta.

—Está bien.

Miro a Leo.

— ¿Vienes o te quedas?

Se estira sobre los sacos de dormir y se acurruca contra Meg que ríe
sarcásticamente.

—Ja. Me prefiere a mí.

Pongo los ojos en blanco.

—Traidor.

Cierro la tienda de nuevo y camino de regreso a Will, cuyos ojos


brillan en la luz de la mañana.

— ¿Qué?

Niega con la cabeza, divertido de mí por algo.

—Eres divertida Emma.

* * *

La caminata bajando la montaña es menos dolorosa y mucho más


rápida que la subida. Mis pies no duelen y Will mantiene un ritmo
rápido. A diferencia de Meg, él nunca habla.

Cuando volvemos al árbol de encuentro, ambos hacemos una pausa


y escuchamos. Dirijo a través del campo abierto corriendo a toda
velocidad.

Lo hacemos hasta el borde del campo. Me agacho para mirar si hay


signos de vida en el camino de entrada. La puerta del granero se
balancea abriéndose y cerrándose.
Están de regreso. Sé que cerré la puerta del granero completamente
cuando me fui. Puedo oír la respiración de Will en la parte de atrás de
mi cuello mientras observo la casa en silencio.

Me doy vuelta y susurro:

—Déjame ir a mirar a mí primero.

Niega con la cabeza y apunta a la puerta del granero. Me doy vuelta


y miro de nuevo.

Casi salto cuando los veo. Se siente como si me estuvieran mirando.


Mientras la puerta del granero se abre y se cierra, un par de ojos ven
desde dentro. Las manchas de lágrimas de sangre marcan las mejillas
demacradas debajo.

Mi estómago se retuerce y gira.

Retrocedo, pero Will pone sus brazos sobre mí para impedirme salir
corriendo.

—No te muevas.

Sus palabras me hacen estremecer la piel, mientras su aliento


caliente aterriza en la parte de atrás de mi cuello.

No me muevo. La puerta del granero se abre y se cierra varias veces


más. Entonces, de repente se abre y los ojos se han ido.

Levanto la vista hacia la ventana del desván para ver la delgada


figura pasa por ella. La ventana tiene una vista perfecta del campo.

Seremos vistos. De repente estoy en el suelo, en el heno y envuelta


en el largo cuerpo de Will. Me mantiene cerca de él.

El viento juega con el heno que nos rodea, susurrándonos. Puedo


sentir su corazón latiendo contra mi pecho. Estamos cara a cara, pero
mis ojos se mueven a nuestro alrededor. Oigo pasos. Oigo algo más, es
la forma en que una exhalación suena cuando la garganta es un
desastre desigual. Los infectados se acercan a nosotros. Quiero poner
mi camisa por encima de mi rostro. Quiero correr. Necesito mi máscara,
pero la he dejado atrás. Otra regla que he roto.

Will acaricia con el pulgar la parte trasera de mi cuello, donde deja


caer su mano izquierda. Él está tratando de calmar mis nervios, antes
de que revele nuestra ubicación.
En las ráfagas de viento cálido y el silencio tranquilo, el harapiento
exhala, escucho un sonido que no espero. Es el griterío de los hombres
y gemidos altos de los infectados. Las pisadas dejan el heno que nos
rodea. Los gemidos y respiración entrecortada se vuelve más difícil de
oír, cuando la distancia se coloca entre nosotros y ellos. Siempre
nosotros y ellos.

Will susurra en mi frente, —Oh jodida mierda— Nos quedamos en


silencio por un momento. Asoma la cabeza para mirar a su alrededor,
pero yo tiro de él hacia abajo, —Un minuto más.

Él frunce el ceño, pero mientras hablo la puerta del granero se cierra


varias veces con fuerza. Un ruido estridente llena el lugar, los diferentes
tipos de conmoción comienzan después de ella.

—Tenemos que salir ahora. — Susurro en su garganta.

Su mandíbula asiente contra la parte superior de mi cabeza.

Él se aleja un poco y me mira, casi me atraviesa con sus ojos


intensamente azules. Inclina mi barbilla con su mano libre y
ligeramente empuja sus labios contra los míos. Su beso no es intenso
como fue el de Jake o suave e incierto como el de Mary. Está en algún
lugar en el medio y lleno de más de todo. Él besa al lado mi boca y
susurra en mis mejillas, —Vamos a rastrear desde aquí y luego hacer
nuestro camino hacia el bosque, al otro lado de dónde venimos. No
queremos que nos alcancen hasta el campamento.

Él besa una vez más justo al lado mis labios y me deja salir de su
firme agarre. Se aleja de mí y se desliza hacia atrás, lejos de la cabaña.
Lo sigo. El heno roza mi piel dándome unos pequeños cortes. Cuando
llegamos a la mitad del camino entre el bosque y la cabaña, él se pone
de pie y camina encorvado enseguida. Hago lo mismo escuchando con
atención cada sonido.

Nos dirigimos hacia el bosque donde comienza a correr. Lo sigo


hasta llegar a los árboles más grandes. Él se sube a uno de ellos
rápidamente. Miro a mí alrededor y empiezo a sentirme incómoda. No
me gusta estar en el suelo y sin Leo. Subo el siguiente árbol grande.
Trepo por las ramas hasta que estoy tan alto como él.

La cabaña, mi cabaña, es casi todo lo que he conocido. Puedo ver el


campo que he cruzado demasiadas veces como para contarlas. El dolor
se arrastra por mi interior cuando imagino mi bunker y mis raciones y
mis pequeños espacios limpios, todo destrozado por los infectados.
— ¿Así que Jake y Anna estaban aquí con vosotros? — Su voz delata
su falta de esperanza.

Asiento con la cabeza.

Veo a un pequeño grupo de hombres que luchan con los infectados


como tontos. Ellos se van a enfermar. Ellos se infectaran y tal vez van a
morir, porque no todo el mundo es capaz de vivir con el funcionamiento
de las llagas y las lágrimas de sangre.

—Dios, ellos deberían huir.

Reconozco a uno de los hombres. Él es el hombre que gritó más


fuerte cuando el hombre de la sonrisa malvada orinó en la fogata. El
hombre se llama John, quien me bajó los pantalones. —Esos hombres
son los que me tenían prisionera. Son los otros.

— ¿Sabes dónde está su campamento?

—Así es. Me gustaría evitarlo.

— ¿Qué si tienen a Jake y Anna?

El dolor en sus ojos me hizo daño de alguna manera, —Nunca dije


que fuera a evitarlo. Dije que me gustaría. Apuesto a que tienen Jake y
Anna.

Tomé una última mirada y sé que va a pasar mucho tiempo antes de


que pueda volver, si es que lo hago. Me tomé mi último vistazo al
revestimiento blanco y el pequeño molino de viento en la yarda
delantera ondeando un adiós hacia mí.

A medida que mis pies se dirigen hacia abajo del árbol, veo algo que
me hace sentir un poco de miedo y de esperanza al mismo tiempo.

En el suelo, hay un pequeño vendaje y por encima de este hay una


rama rota. Miré más allá en el bosque y vi otra rama rota.

—Ellos escaparon. En esa dirección. — Señalé.

Will ve el vendaje y frunce el ceño, —Emma, podría pertenecer a


cualquiera.

Niego con la cabeza, —No, no es así. Este huele a té de árbol y


ramas. — Las señalé, —Le dije a Jake que es así como siempre
encuentro mi rastro a través del bosque.
Él inclina su rostro a la tierra y olfatea el aire alrededor de la venda,
—Es té de árbol.

Me preparo para correr, pero él me agarra del brazo mientras se


pone de pie y tira de mí hacia él, —Una cosa primero. — Él pone sus
manos en la parte baja de mi espalda y me levanta en sus brazos. Sus
labios se encuentran con los míos, con desesperación y emoción. Su
lengua se desliza dentro de mi boca, acariciando la mía. Él chupa mi
labio inferior y lo mordisquea. Sus manos toman la mayor parte de mi
espalda frotándola y acariciándola. De repente, sus manos se sitúan en
la parte baja. No me siento incómodo cuando me aprieta mi trasero y lo
levanta contra él. Él envuelve mis piernas alrededor de él. Estoy
sintiéndome de la misma manera que cuando lo leí en las novelas
románticas que la abuela había almacenado en la cabaña. Sentí una ola
de calor que se formaba en mi vientre.

Él me desliza por su cuerpo, hasta que mis pies tocan el suelo otra
vez. El aire nos acaricia. Abro los ojos, sin darme cuenta de que los he
cerrado, y miro su rostro.

Él sonríe, —Me será difícil mantener la concentración.

Me río como una colegiala, como mi abuela siempre decía. Es la


primera vez que ha salido de mis labios una risa como esa.

Él me besa suavemente por última vez y se aleja hacia las ramas


rotas.

—Nunca me imaginé que pudieran estar vivos. Volví a donde


estaban cuando me secuestraron y no pude encontrarlos. Sabía que
Jake era joven y no muy responsable. Pues ninguno de los dos lo eran.
— Se pasó la mano por su oscuro cabello alborotado.

—Anna me dijo que vosotros dos erais muy malos prestando


atención.

Él se ríe y me sorprende mirando su trasero. Es redondo y firme, y


cuando da un paso, se mueve de una manera que me gusta. Me di
cuenta que cuando lo veo siento un poco de culpa. Jake me besó
también. Jake me hace sonreír y también reír. Will me asusta pero a la
vez me siento segura contra el mundo, en tanto con Jake me hace
sentir todo lo contrario.
Capítulo 12
Traducido por EvaMedina

El sol se pone mientras llegamos a la cima de la colina que nunca


había escalado. Está en la montaña opuesta oscilante de donde he
estado y estoy nerviosa por eso. No sé lo que hay en el otro lado. Mis
pies duelen y estoy cansada.

Él pone un montón de trampas en el suelo y me da una mirada muy


atractiva. Hace que mi estómago duela.

Camino hacia donde él ha elegido dormir y sonrío. Hay ramas sobre


el suelo haciendo un tapete para dormir. Ha elegido un árbol enorme
con arcos geniales para protegernos por si llueve. Es como mi padre,
más de lo que esperaba que fuera. No es que hubiera esperado
conocerlo.

—Ellos piensan que estás muerto.

Él baja el último arco y se sienta sobre él. Agarra la chaqueta que ha


traído con él y la pone abajo. La palmea para que me siente junto a él.

Mis pasos dañan mis pies ahora que hemos parado de caminar. Me
dejo caer en el suelo junto a él y observo sus ojos brillar mientras la
oscuridad se apodera del negro cielo. Meto mi arco y lo agito a mi lado,
siempre cerca.

—Me llevaron para trabajar en las granjas. Nos estábamos


escondiendo en una vieja casa como tu cabaña de allí. Aunque yo no
era inteligente como tú. Ni siquiera pensé en búnkers ni en tener
diferentes casas y viajar entre ellas. Era un idiota. De todas formas,
ellos vinieron. Escondí a Anna y a Jake y les dejé que me llevaran.

Su rostro está estoico. Quiero que me bese otra vez. Empiezo a


preguntarme si va a hacerlo.

— ¿Cómo te escapaste de las granjas?

—Conocí a algunas personas mientras estuve allí. Doctores que


fueron forzados a trabajar en los campos de reproducción y otros
científicos. Ellos me convencieron de que necesitaba empezar una
revolución desde fuera. Escapé con algunos de ellos. — Niega con su
cabeza, como si sus pensamientos lo entretuvieran y vuelve a pasas sus
manos por su cabello. Me mira y sonríe. — ¿Conoces un buen lugar
para limpiarse por aquí?

Niego con la cabeza.

— Nunca he estado aquí antes. ¿Estás empezando una revolución?

Él siente.

—El campamento en el que acabamos de estar es uno de nuestros


campamentos de paz. Es como una retirada. Los niños, jóvenes y viejos
están allí. Tenemos a gente yendo y viniendo constantemente. ¿No
notaste lo fácilmente que fuiste bienvenida?

—Supongo. Yo sólo pensé que así es la gente cuando vive en un


campamento como ese. Después de la escolta armada.

Él vuelve a reír. Me gusta el sonido de eso, pero me recuerda a Jake.

—Bueno, ese gran lobo gris, Emma. ¿Cómo terminaste con él?

—Su madre lo dio a luz y debió de haberse enfermado poco después.


Leo estaba esperándome en mi puerta de la cabaña un día. Era
pequeño entonces. Podía oír a sus hermanos y hermanas en el bosque.
Encontré a la madre muerta y medio comida rodeada por los otros
cachorros que estaban débiles y enfermos. Fue horrible. Les disparé y
los quemé. Es lo más cerca que la infección llegó a mi cabaña. Él es
inmune, de todas formas, así que eso es útil.

— ¿Él es inmune? ¿Naturalmente? Quizá nunca comió nada de su


madre.

Niego con la cabeza.

—Ella no es lo único enfermo que Leo se ha comido. Le gusta lo


infectado.

Él hace una mueca.

—Eso es asqueroso. Asqueroso y afortunado, todo al mismo tiempo.

Asiento.

—Lo es.
— ¿Qué sabes del comienzo de la infección?

Me encojo de hombros.

—La gente enfermó y algunos murieron y otros vivieron, pero se


volvieron un poco locos.

Sus ojos parecen oscuros mientras su expresión pierde su humor y


el sol se pone completamente.

—No, Emma, la gente no simplemente enfermó. La infección fue


expandida a propósito. Todo lo que ha pasado ha sido un plan todo el
tiempo.

—Eso no puede ser verdad.

—Ojalá no lo fuera. Hay algo llamado Naciones Unidas. Ellos


hicieron todo esto.

Me siento enferma.

—¿Eran malos?

Él niega con la cabeza.

—No malos, sólo indiferentes. El mundo se estaba quedando sin


recursos y todos estaban alargando una mano constantemente hacia
ellos y pidiendo auxilio, comida y dinero. Las NU habían estado
advirtiéndonos desde siempre sobre el calentamiento global, el hielo
derritiéndose y el océano volviéndose ácido. De todos modos, en 2012
todo el hielo y la nieve de Groenlandia se derritieron en una semana. La
Tierra empezó a entrar en sequía. Pensamos que era un evento cíclico,
pero no lo era. Era hecho por el hombre. Habíamos llegado demasiado
lejos. Al mismo tiempo que todo esto estaba pasando, una conferencia
fue reunida en Río sobre el medio ambiente. Canadá, los EEUU y China
prácticamente se retiraron y admitieron que no tenían intenciones de
ralentizar su contaminación hacia el nivel recomendado. Sería
demasiado duro para sus economías. Eso fue la gota que colmó el vaso.
Aparentemente, las NU tenían un plan B para un escenario en el peor
de los casos, como ese. Tenían una plaga. Tenían una vacuna, lo que
haría fácil expandirla y luego controlarla. El problema es que mutó.
Extendieron el virus al mismo tiempo que tenían bombas puestas en lo
profundo del océano bordeando la costa japonesa. Bombardearon la
plataforma y prácticamente borraron a Japon de la faz de la Tierra e
hicieron la costa Oeste de Norte América un objetivo para un enorme
maremoto.
Se sentía como una película. No se sentía real. Se sentían como las
divagaciones de mi padre, antes.

Niego con la cabeza.

— ¿Cómo pudiste saber todo esto?

—Las granjas de trabajo. Conocí a gente que había sido parte del
plan inicial. El plan era reiniciar todo. En lugar de eso, las NU
decidieron que querían empezar otra vez la humanidad, pero lo
arreglarían para tener éxito esta vez. Las granjas de reproducción
fueron construidas donde sólo a los sanos y calificados se les permitía
reproducirse.

Me estremecí imaginándolo.

Él se rio.

—Eso no es lo que piensas. Sé lo que todo el mundo piensa que


pasa, pero no lo es. Las chicas sólo se reproducen cada tres años y sólo
tres veces. Los embarazos no son el resultado de violaciones, se hace
usando la ciencia. El bebé se hace en un laboratorio y luego se inserta
en el útero de la mujer.

Me atraganto y él se ríe.

—Los religiosos tiene la misma reacción. Las NU nunca


mencionaron este plan a nadie, excepto a los de arriba. Nunca fue bien.

Frunzo el ceño.

—Las chicas todavía son llevadas contra su voluntad y les hacen


hacer bebés contra su voluntad.

Veo su cabeza asentir en la oscuridad.

—Síp, y los bebés no son los hijos de Dios para los cristianos. De
todas formas, las NU hacen funcionar a los militares, pero vuelven a
sentarse en sus oficinas cerradas y planean usar números, hechos e
información. No lo abandonan para ver cómo luce el mundo ni lo
corruptos que son los militares. Han construido seis ciudades en todo el
mundo desde las cenizas y escombros de las ciudades anteriores.
Planean limpiar cada pulgada del mundo.

Mi cabeza gira.

—¿Qué hay sobre los límites?


—Ya no pueden usar bombas sin volver a afectar al clima y la
contaminación, así que el plan es dejarnos con nuestros propios
artilugios hasta que tengan que limpiar esta parte del mundo. Entonces
nos rodearán.

— ¿Por qué?

—Quieren desarraigar las enfermedades y dolencias. No permitirán


que esa gente viva y se reproduzca.

—Oh, Dios, es como una pesadilla.

—Lo es. Con respecto a eso último, necesitamos dormir. Duerme tú


primero y yo seguiré vigilando.

—Esa no fue ninguna historia para la hora de dormir. —me gustaba


más la de Jake.

Él se ríe. Miro su silueta en la oscuridad por un momento. No se


inclina para besarme. Observa la colina que escalamos.

Me recuesto sobre su chaqueta y me acurruco en el olor.

—¿Cuánto tiempo han estado reproduciendo bebés científicamente?

Su contorno se gira hacia mí y veo el brillo de sus ojos en la


oscuridad.

—Mucho tiempo. Empezaron a principios de la década de 2000.

— ¿Los bebés son diferentes al resto de nosotros?

—Sí
Capítulo 13
Traducido por pili

Las ramas rotas nos llevan hasta un campo en un valle en el lado


opuesto de la montaña donde mi cabaña se encontraba. El tamaño del
campo es inquietante.

Will sonríe ya que lo ve y camina directamente hacia el hombre que


sujeta una pistola entre los árboles.

—Alto.

—Lancaster. —Will grita.

El pistolero sonríe. —Carajo, Will muchacho, estas vivo y a salvo. Oí


que te atraparon.

Él se ríe. —Creen que lo hicieron. ¿Aún esta Marshall a cargo?

Lancaster señala al campo, —Está en la tienda de campaña más


pequeña, sabes cómo es él. Aún esta paranoico con que nos
bombardearan.

Will sonríe y señala hacia mí. —Esta es mi amiga, Emma.

Me siento herida, porque él me llama su amiga. No sé por qué, pero


la palabra duele.

—Soy John. —Él saca una mano y me doy cuenta que tiene una
bonita sonrisa. Miro a sus ojos grises y le sonrío de vuelta. —Encantada
de conocerte.

Sus ojos se dirigen rápidamente hacia Will durante un momento y


una sonrisa aún más grande cruza sus labios. —Así que, ¿dónde se
conocieron?

Yo miro a Will.

Agita su cabeza. —Ella se acercó el otro día hasta el refugio de la


montaña con un lobo enorme como mascota y una adolescente rebelde.
Los ojos de John se ensancharon, — ¿Tienes un lobo?

Asentí con la cabeza. Quiero encontrar a Ana y Jake. No entiendo


por qué Will no busca dentro para verlos. Me siento muy inquieta.

—Bien, voy a ir a ver a Marshall y que hay de nuevo a este lado de la


colina.

Caminamos hacia el campamento mientras que el sonido del


graznido de un pájaro llena el bosque. Los hombres armados bajan sus
armas ya que oyen el sonido y pasamos por donde ellos. El campamento
se abre mientras el bosque disminuye.

Se parece al campamento en el que estábamos antes, salvo que cada


uno lleva un arma de fuego o un cuchillo. En un momento dado juro
que veo una espada. No hay ningún niño aquí.

— ¡WILL! ¡ESTAS VIVO!

Una chica con cabello largo rubio en dos trenzas y pantalones cortos
corre y salta en sus brazos. Mi corazón se detiene. Ella besa sus labios.
Los labios que por poco me besan el día anterior. Siento que el calor
irradia mis mejillas. He leído sobre hombres canallas en las novelas
románticas y me siento enferma porque he caído enamorada de uno.
Tantos años de leer novelas y juzgar a las mujeres que parecen fuertes e
inteligentes que luego se enamoran de un idiota. Quiero a Jake y Anna
y mi cabaña con Leo y Meg. Quiero dejar al mundo matarse y
esconderme en las montañas. Nunca le besaré otra vez. No puedo creer
que fuera tan imprudente.

—Star, ¿que demonios?, Me conoces mejor que eso—. La gira


alrededor y me mira con vergüenza, —Esta es Emma.

Saludo con la cabeza y agarro mi arco.

Ella sonríe de oreja a oreja hacia mí, —Wow, gran hallazgo Will, ¿él
te salvó de las granjas también?

Levanto una ceja, —No tengo necesidad de ser salvada. Soy la


protagonista de mi propia historia. — Muero y voy al cielo cuando ella
agacha la acara. Lo había leído en una novela que tenía mi abuelita.
Siempre lo había querido decir.
Ella mira a Will, que me está mirando. Paso por delante de él y
empiezo a mirar alrededor. Si él no quiere encontrar a sus hermanos,
eso es su problema. Me condenaré a mí misma si les dejase vivir otro
momento sin el conocimiento de que el estúpido de su hermano está
vivo y a salvo.

— ¿Estas enfadada conmigo?

No me doy la vuelta. Continuo la marcha. Mis ojos exploran


desesperadamente a la multitud de personas.

—Will, muchacho. — Estrecha la mano a un hombre muy bronceado


con la sonrisa más blanca que he visto alguna vez. Casi brilla en la
oscuridad.

La gente sigue saludándolo, pero no puedo escucharlos ya. Veo lo


que estoy buscando. Veo a un chico alto cojeando con el pelo
desgreñado y oscuro. Rompo a correr. Corro a través de la
muchedumbre y me zambullo cuando me encuentro lo suficientemente
cerca del brazo del hombre.

Haciendo contacto cuando él se gira. Su rostro es exactamente como


lo recuerdo. Me tiene en sus brazos antes de que pueda decir una
palabra. Él me está abrazando como un oso, como la abuelita siempre
decía.

—Emma, oh cielos. Emma eres tú. Santa mierda, pensé que ellos te
habían cogido. —Él me esta plantando besos en todas las partes de mi
cara.

—¿Dónde está Ana?

Sus besos se detienen, pero sus manos en mi cara se mantienen


fuertes, —Ellos la cogieron.

Quiero echarme en sus brazos y llorar.

—Jakey.

Jake cae de rodillas delante de mí. Sus manos dejan mi cara y caen
sobre la parte superior de sus rodillas. —Will, Will, ¿eres tú?

Will se precipita sobre él y lo levanta. Tira de su brazo. El abrazo de


su hermano es feroz, pero todo lo que puedo escuchar es la frase ―la
cogieron‖ repitiéndose en mi mente.
Jack me mira. —¿Lo encontraste?

Muevo la cabeza. No tengo palabras.

Se abrazan y lloran y ríen pero yo estoy aturdida. Finalmente capaz


de hablar murmuro. —¿Dónde la cogieron? —Su encuentro ya no
significaba nada para mí.

La gente pasa cerca de mí, convirtiéndose en un mar de rostros.


Todo lo que puedo pensar es cómo la recuperaré, también. Haré algo
para recuperarla. Parece que se ha convertido en mi proyecto
centenario. Me pregunto si voy a tener siempre a las personas que se
han convertido en mi nueva familia todos juntos o si moriré buscando a
uno.

—Dónde la agarraron? —Pregunto otra vez.

Los muchachos se abrazan y se acarician el pelo del otro. Me dan


ganas de gritar pero Will me ahorra la molestia.

Él mira a su alrededor, — ¿Dónde está Ana?

—Los cazadores la atraparon hace dos días. Ella fue a buscar a


Emma y oí sus gritos en el borde del campo. No podía correr. Se la
llevaron en un camión.

—Lo siento mucho Jake.

Él niega con la cabeza. —Emma, fuiste por comida después de los


medicamentos para salvarme. Nada de esto es tu culpa. La
recuperaremos. — Él miro a Will y sonríe. Me asombra cuanto se
parecen.

—No puedo creer que estés vivo hombre.

Will alborota su pelo de nuevo. —Tú también hermanito. Deberías


haber muerto hace tiempo con tu destreza para la supervivencia.

Jake se sonroja y ríe, —Anna.

—Tenemos que recuperarla Jakey.

Él asiente con la cabeza.

No puedo reír con ellos. No puedo fingir que todo está bien.
Le empujo. —¿Así pues, cómo terminaste aquí? ¿Por qué no te
quedaste en la cabaña, en el bunker del granero?

—Traté de ir tras ellos. Fui colina arriba y partí las ramas como me
dijiste. Sabía que me encontrarías. —Mueve su cabeza hacia Will. —Ella
parece una jodida terminator.

Will se ríe. —Lo sé.

Jake se arregla el pelo. —De todos modos, llegue ayer aquí. Todos te
conocen, Will.

Wiil se encoge de hombros. —Hice amigos en el campamento, justo


como siempre hice Jakey.

No me gusta la forma en que él le llama Jakey. Lo odio en una


horrible manera. Desearía que él estuviera en la granja de reproducción
y Anna estuviese con nosotros. Él y su novia en pantalones cortos.

Ellos dos tienen su mini reencuentro. Me aparto y camino a la


pequeña tienda de campaña más cercana. Examino la tienda. Un tipo
con apariencia juvenil está dormido dentro. La mitad de su cara esta
quemada.

Ando de una pequeña tienda de campaña a otra hasta que me


encuentre con un fornido hombre de pelo rojo sosteniendo un boli y
mirando un mapa que está extendido en la mesa, —¿Tu eres Marshall?

Asiente con la cabeza pero me mira con recelo.

—Necesito saber dónde está el campamento de crianza más cercano.

Se ríe entre dientes. —Niña ¿no estarás pensado sobre ser


voluntaria? La comida no está mal aquí.

No me rio y miro al mapa. No sé cómo leer mapas. Lo añado a la


lista de cosas que él debería haberme enseñado, antes.

Deja de reírse y levanta sus cejas. — ¿Por qué?

—Mi amiga fue capturada. La necesito de regreso.

Comienza a reírse otra vez, — ¿Qué planeas hacer?

Alzo la vista hasta sus viejos ojos grises y a su brillante barba roja y
le hago bajar la mirada. —Voy a traerla de vuelta.
Rasca la parte posterior de su pelirroja y rizada cabeza. —Mira niña
sé que estas enfadada, pero ellos no regresan. Entran y nueve años más
tarde, consiguen una casa agradable en la ciudad. No es un mal final.
Consiguen comida saludable y un lugar para dormir. La vida aquí es
más difícil.

Siento que mi rostro cambia.

Él pone sus manos hacia arriba defensivamente, —Mira, tenemos


cosas más importantes de la que preocuparnos que de una chica en
una granja de crianza.

Me da la espalda y mira a la pared de la tienda donde están colgados


otros mapas. Siento mis dedos contraerse. Quiero lanzar una flecha.

Dejo la tienda de campaña desalentada y perdida.

— ¿Emma a dónde fuiste?

Alzo la vista hacia Will y Jake caminando hacia mí.

Agacho mi cara y me alejo de ambos. No sé como ser dramática.


Siento la necesidad quemándome por dentro, pero no sé como
enfadarme físicamente sin usar mis manos.

Camino hasta un grupo de mujeres que están de pie alrededor de un


fuego.

Sonrío dulcemente y miro a una que es la que más se parece a mi


madre, —Hola.

Levanta sus cejas y la comisura de su boca al mismo tiempo, —Hola


cariño.

La gente de la rebelión es agradable.

— ¿Sabes dónde está el campamento de crianza más cercano?

Frunce el ceño, — Sí. — Echa una mirada a una rubia de cabello


oscuro que tiene una cicatriz a lo largo de su boca. — Beth, ¿dónde está
ese campamento que visteis no lejos de aquí?

— Sureste, pasando dos pequeñas montañas y un pueblo fantasma.


Solía ser un lugar llamado Lincolm. Queda a las afueras de ese lugar.

Asentí con la cabeza, — Muchas gracias.

— No intentaras ir allí, ¿no?


Niego con la cabeza. — De ningún modo. Solo quería saber dónde
había sido llevada mi amiga. Sus nueve años están casi cumplidos.

La señora con la cicatriz se ríe amargamente. — Cariño. Ella no


tendrá que volver aquí para cagar en una zanja. Ella conseguirá un
lugar agradable en la ciudad. He oído que ellos tienen aire
acondicionado otra vez.

Una señora con una camiseta con una lengua grande dibujada
sonríe, — Oh chica, lo que haría por aire acondicionado. — Todas ellas
se ríen y me hacen sonreír abiertamente. Me alejo de ellas y vuelvo a la
pequeña tienda de campaña.

El hombre se ve poco contento de que este allí.

— Realmente, estás de vuelta otra vez. Mira niña no voy a enviar a


un montón de hombres a la muerte por ninguna chica.

Sonrío, — No te estoy pidiendo nada, solo quiero ver el mapa.

Él tiende su arma inmediatamente sobre la mesa. — Adelante.

Miro a la brújula sobre el mapa.

—¿Dónde estamos?

Deja caer un dedo gordo en el mapa al lado de una línea azul.

Arrastro mi dedo al sureste al lugar que dice Lincoln. Busco en él, —


¿Qué camino va al sureste desde aquí?

Señala la parte posterior de la tienda donde están los otros mapas.


Él está bloqueando mi punto de vista de ellos deliberadamente.

Asiento con la cabeza, — Gracias. — Camino en la dirección que me


dijo.

Mi bolsa no está muy llena. Normalmente hago flechas una vez al


mes pero no he tenido una posibilidad en el último mes.

Nada ha sido del modo en que habría sido de vuelta en la cabaña.


Pienso sobre el momento en que estuve parada de pie en la puerta
mientras Anna salió fuera. Recuerdo la culpa.

Veo a Will y a Jake. Camino más rápido. No sé qué decir, pero huir
de ellos parece como una muy buena idea. Jake aún cojea de la rama,
pero se mueve con rapidez.
— ¡Em espera! — La voz de Jake me llama.

— Quiero estar sola. — Resulta que los dos únicos chicos que me
han gustado alguna vez tienen que ser hermanos. Mi mamá habría
estado orgullosa. Ella también tenía algo por los hermanos.

Unos dedos se calvan en mi brazo, haciéndome girar.

Will se eleva sobre mí, — ¿Qué haces? — Parece enfadado.

Arranco mi brazo del de él. — Voy a buscarla— Miro a Jake. —


Quédate aquí y ponte bueno. Esa herida en la pierna no va a curar
contigo recorriendo a pie medio acre del infierno.

Se ve herido.

Will me agarra el brazo de nuevo. — Em, no voy a dejar que te


marches con prisas y medio armada. Necesitamos un plan.

Siento rabia, tal vez porque me gustan ambos y quizás porque no


van a ir tras ella como esperaba que hicieran.

Fulmino con la mirada a Jake, — Cuando te caíste en ese hoyo, ella


hizo lo más valiente que jamás he visto a nadie hacer. Ella me dijo que
no le importaba si yo le disparaba pero que yo tenía que ir a buscarte.

Él niega con la cabeza, — Necesitamos un plan.

Señalo al sur, — Probablemente habrá una caminata de tres días,


podemos planear por el camino.

El apretón de Will sobre mi brazo se tensa, — Tendremos que bajar


la montaña y quedarnos en los bosques solos sin ningún recurso
cuando la encontremos. ¿Qué plan puedes proponer allí?

Niego con la cabeza otra vez. — Yo he llegado lejos sin nadie. — Tiro
de mi brazo liberándolo y doy un paso atrás, — No necesito a ninguno
de vosotros.

Siento algo en mi estómago. Debería haber agarrado la comida.


Inicio mi caminata. Me doy cuenta de que no sólo no tengo ningún plan
sino que estoy muerta de hambre.

Oigo sus pasos detrás de mí.

— Ella es muy cabezota. — Jake trata de susurrar pero lo escucho.

— Ya me di cuenta de eso. ¿Cómo está la pierna?


Hago un gesto, pero no miro atrás hacia ellos.

— Bueno. Ella hizo una cirugía en ella. No creo que alguna vez gane
en estilo la maratón de Boston si vuelve alguna vez. — Will resopla.
Quiero reírme pero estoy cabreada.

— ¿Anna fue un peñazo?

Jake se ríe, — Oh cielo santo. El año que comenzó el camino hacia


la feminidad fue el principio del fin. Oh joder, eso sí fue malo.

Siento que mi cara enrojece con el calor. Recuerdo mi primera


menstruación y me avergüenzo. Había creído que estaba muriendo
durante unos días. Leí la enciclopedia de la abuelita para la salud y
encontré las respuestas que había estado buscando. Hice trapos y me
quede dentro. Frote aceite de salvia en mi estómago para los cólicos
como decía el libro y puse compresas calientes sobre mi vientre.

Fue la primera cosa que añadí a la lista de cosas sobre las cuales me
debería haber dicho. Teniendo doce y sola en el bosque, era
desalentador. Pero menstruar cada mes sin motivo era mucho peor.

Me doy cuenta de a cuanta distancia estoy por delante de ellos


cuando salgo de mi ensoñación y no puedo escucharlos. Miro hacia
atrás. Están riendo y caminando como si fuera un paseo por el parque.
Echo un vistazo a los árboles para ver las protecciones colocadas
estratégicamente. Sé que todavía estamos seguros de los otros pero no
me puedo imaginarme riendo y bromeando y poniéndome al día del
modo en que ellos lo están.

Camino más rápido. Echo de menos el silencio y los días sencillos de


los viajes con Leo. Él cazaría y nos tocaríamos el uno al otro de vez en
cuando pero ninguno de los dos necesitaba hacer un sonido.

Miro hacia atrás a Jake otra vez y noto que se mueve pesadamente a
través del bosque. Suspiro. El fondo de la montaña lleva a un valle.
Trepo a un árbol y me siento en él.

— ¿Qué ves?

— Una autopista. Hay coches en ella, están quemados.

Me asusta. Los carroñeros siempre están más cerca de las sobras


viejas. Me mantengo alejada de los restos.

—¿Ves movimiento?
Niego con la cabeza pero limito mi mirada para mejorar mi visión.
Los enfermos tienen una forma de no moverse cuando se les necesitan.
El sol se está poniendo. Quiero cruzar la carretera y estar a mitad de
camino de la montaña antes de que esté totalmente oscuro.

Bajo del árbol y trato de no mirar a cualquiera de los hombres


grandes y pesados que están de pie al lado de mí.

Lanzo una flecha y me agazapo en el suelo. Aíslo mi mente. Trato de


no pensar cuando estoy presa del pánico.

Puedo escuchar a Jake detrás de mí caminar, sin duda totalmente


erguido y hurgando sus dientes con un trozo de hierba. Si comienza a
tararear, le doy un tiro yo misma. La hierba en el lateral de la carretera
es alta. Mientras paso a través, el viento juega con ella, haciéndola
susurrar. Las aves no son la clase que le avise de presa, son carroñeros.
Quieren que muera.

La hierba alta se balancea y juega con mi pelo. Mi corazón está


latiendo más rápido cuando mi pie toca la grava en un lado de la
autopista.

Miro atrás a Will. Él asiente con la cabeza. Los labios de Jake se


curvan en una sonrisa. No puedo ayudar, pero deseo sonreír con él. Me
veo a mi misma de regreso a la cabaña durante breves segundos.
Imágenes de él y yo tumbados en el sofá llenan mi mente. Sonrió
recordando la manera en la que tratamos de no dejar que nos atrapen
mirándonos.

Mi mente regresa a su lugar.

Cierro mis ojos y escucho el viento. No hay ningún sonido. Subo la


zanja enorme y camino rápidamente y en silencio en el asfalto
desquebrajado. Ha comenzado a agrietarse con el tiempo y la falta de
atención. Donde mi pie se posó en primer lugar se derrumba. Mis ojos
exploran cada pulgada de la carretera desierta. Coches incendiados,
situados escalonados a lo largo de la recta y larga carretera. Las
personas quedaron atrapadas en los atascos de tráfico cuando vinieron
las olas gigantes o las bombas cayeron para contener la enfermedad.
Ellos huyeron de sus coches. Lo dejaron todo y corrieron. Me acuerdo
de correr. Mi padre había esperado demasiado tiempo en el búnker de
su amigo. Fue el único error que alguna vez cometió.
Niego con la cabeza volviendo a concentrarme. Resbalo entre un
viejo y quemado SUV y el esqueleto de un coche pequeño. El capó del
coche se levanta y la batería ya no está. No es raro.

—¿Cuál camino? — Jake pregunta más alto de lo que me gustaría.

—¡Shhhh…! — Will susurra dulcemente.

La grava al otro lado es una vista bienvenida. Cuando mis pies tocan
la hierba rompo en una carrera. Los arbustos me golpean en la cara
cuando entro en el bosque. Corro hasta que veo el árbol que quiero.
Trepo por él y me siento con mi flecha preparada. Exploro la carretera y
la zanja enérgicamente.

Jake está soplando y soplando como el lobo feroz debajo de mi árbol.


— Oh hombre puedes correr. Santa mierda. Pensé que tu pierna estaba
herida. ¡Por Dios!

— Jake. — Will está de vuelta para ser el Will de negocios. No hay


diversión en él, solo supervivencia.

No aparto mis ojos de la carretera. Nada se mueve.

Estoy a punto de descender, pero espero un segundo más. Veo los


arbustos a través de la carretera moverse. Tenso la flecha hacia atrás.

Parece un animal. No puedo verlo claramente.

— Veo algo. — Mi voz es baja.

— ¿Qué?

Niego con la cabeza, — Animal. Un perro tal vez.

— Mierda.

Miro hacia abajo a través del espeso ramaje hacia Will y levanto una
ceja.

— Pisadas.

Él no termina la frase y mis ojos exploran a través de la carretera


otra vez. El animal se ha ido. Nada se mueve. Desciendo rápido y me
doy la vuelta para quedar frente al denso bosque, — Ese camino.

Jake parece afligido, — En serio. ¿Vamos a tener que correr más?


Le miro y asiento con la cabeza, — Piensa en lo que es para Anna
ahora mismo. Ella está aterrorizada. Piensa que las granjas de crianza
son lo que todos pensamos. Esperando su turno, sin duda.

Se estremece, — Jesús Em. Más suave con las representaciones


visuales. Ella es mi hermana pequeña, por el amor de Dios. No me estoy
quejando. La pierna solo me está matando.

No doy crédito, — ¿Estás sangrando?

Él niega con la cabeza y mira a su pantalón, — No, pero me duele.

— Trepa a un árbol y espera por nosotros. — Le doy la botella de


agua de mi cinturón.

Niega con la cabeza y mira a Will quien esta estoico.

— Will, no voy a quedarme.

Will lame sus labios y piensa durante un segundo. — Tú no


aguantaras nuestra subida.

Jake pone los ojos en blanco y suspira. — Voy a ir. — Señala dentro
del bosque.

Le ofrezco la botella de agua durante un segundo más pero él no


acepta el ofrecimiento.

Me giro y comienzo a correr. Mi pierna está adolorida y mi estómago


está vacío. Con mi prisa nunca me abastezco. Anna ha sido severa con
mis reglas.

Cuando se está poniendo el sol, nos encontramos donde quiero


estar. Jake no se ha quejado y Will está iniciando un pequeño fuego.
Cojo mi arco y hallo un lugar tranquilo y agradable para sentarse y
espero que algo haga algún sonido.

El silencio del bosque es alarmante. Yo nunca he estado en el


bosque de aquí. Estoy agotada pero me concentro.

Escucho el crujir de un palo. Levanto mi flecha en la dirección que


lo oí. Una gran liebre salta sobre una rama y olfatea el viento. Sus
orejas se contraen. Me huele. Libero la flecha anticipadamente al salto
que hace. La flecha pasa través del cuello del conejo. Trata de moverse
durante un segundo y se detiene. Deseo que esto no fuera mi vida en
los segundos que me lleva recuperar mi flecha. Destripo la liebre donde
la maté. Nunca la traigo de regreso con todas sus vísceras. Dejar las
vísceras fuera de la cabaña demostró ser un error. La pelo rápidamente
con el cuchillo de pelar que mi abuela había mantenido siempre en la
cabaña. Dejo los restos del animal y llevo el cadáver hacia el fuego.

Escucho el crujido de la madera cuando me acerco.

Will está de pie sobre el fuego y Jake está sentado en un tronco


junto a él.

— ¿Hay algo entre vosotros dos? — Will pregunta, pero no mueve su


cara.

Jake se encoge de hombros, — No sé. Ella es difícil de conocer. Nos


besamos. Fue un error.

Will le mira y sonríe, — Entiendo, ¿Te acuerdas de las películas de


Laura Croft donde Angelina Jolie estaba toda sexy y callada pero
mataría a cualquier cosa que se moviera?

Jake se ríe y señala, — Sí. Exactamente. Jesús, dale unos labios


sensuales y ¡Ban!, Laura Croft.

Siento que mi cuerpo tiembla. No recuerdo las películas de las que


están hablando. No puedo ayudar, pero quiero llorar.

Will se ríe y mueve la cabeza, —Aunque toda una zorra.

Agarro una roca desde donde estoy parada y la lanzo hacia atrás
unas yardas. No pueden verme si me pongo de cuclillas.

—Ella está de vuelta. Buenos modales. —Will habla bajo y comienza


a atizar el fuego. Estoy de pie y camino desde los arbustos. Yo solo
tengo ganas de soltar la estúpida liebre y dejarlos allí, pero mi estómago
está rugiendo. Estoy exhausta. Me voy a quedar todo el tiempo que sea
necesario para comer y luego me subiré a un árbol a dormir. Tal vez si
tengo suerte caeré en mi sueño y me despertare en el cielo.

Will sostiene un pequeño saco, —Tengo algunas patatas del


campamento y papel de aluminio.

Asiento con la cabeza, —Está bien. —Me siento incomoda. Haber


besado a ambos fue obviamente malo, pero que me llamen zorra
después de que me besen, es realmente horrible. Que Jack haya dicho
que fue un error me está matando. No puedo mirarle a los ojos. Camino
alrededor de él y encuentro un buen palo para ponerla a asar.

Busco en el suelo alrededor del fuego hasta que encuentro un buen


palo. Quito las pequeñas ramas y hojas de él. Sonrío con satisfacción y
empujo el palo en el cuello abierto. Imagino que es uno de ellos.

—Eres una cosita espeluznante.

Frunzo el ceño hacia Jake que me está mirando poner la liebre en el


asador.

—Es un cumplido.

No dejo de fruncir el ceño. No se siente como un cumplido. Incluso si


lo fuera, no detendría el dolor de que el beso fue un error.

Construyo un asador con piedras y ramas y el hilo de mi mochila.


Will ha cortado las patatas y las ha colocado en papel de aluminio. Las
coloca en la cima de una roca con la superficie plana en el círculo de
fuego de las rocas.

Will echa un vistazo hacia mí, — ¿Cuál es el plan?

—Conseguir que me atrapen y liberarnos a ambas.

Él ríe.

—Puedo hacerlo.

Él niega con la cabeza. —Sé que tú puedes ser graciosa sobre todos
esto. ¿Estas dispuesta a sacrificarte para salvar a mi hermana?

—Ella es la primera persona que he conocido y que me ha gustado.


De verdad. —Fue una puya para ambos. Que les jodan.

Levanta las cejas, —Bastante justo. — Parece herido. La imagen de


la chica en los pantalones muy cortos no abandona mi mente
fácilmente.

Jake se ve lastimado, — ¿Qué soy yo entonces? ¿Hígado picado3?

Sonrío, mi abuelita solía decir eso cuando abrazaba a mi abuelito


primero. Odio estar sonriendo. Odio que él me haga sonreír tan
fácilmente.

3 Frase que se utiliza para expresar dolor y asombro cuando una persona siente que ha
sido ignorado y tratado como un "acompañamiento".
Sonríe abiertamente hacia mí y recuerdo sus manos sobre mí. No
puedo dejar de contemplar sus labios. Me hace sentirme enferma.

Will se aclara la garganta, —¿Así que como conseguirás que te


capturen?

Me encogí de hombros, —Sencillamente me comportare como si


estuviera perdida cerca de la zona. — Echo un vistazo a Jake que aún
sigue mirándome. Su sonrisa no ha dejado su rostro. Entierro mi palo
en la suciedad y dibujo un círculo. Golpeó una roca y la suciedad va
volando hacia Jake sobre su pierna.

Me río. Se soba su rostro limpiándolo, —Gracias.

Will se ríe, —Deja de portarte como un bebé.

Jake sacude la suciedad de su cabello, —Lo hiciste a propósito.

Alzo mis manos con el palo en ellas, —No, lo juro. — Deseo haberlo
hecho.

—No creo que debas ir allí, Em.

Entierro el palo otra vez, —Tengo que hacerlo. No tengo que decir
que todo es mi culpa. No es necesario. Todos sabemos que es verdad.

Will gira a la liebre sobre el asador lentamente. Los olores están


comenzando a hacer que mi estómago haga ruidos que no he escuchado
desde antes de encontrar la cabaña.

Will mira a su alrededor, —Cuando consigas que te capturen


necesitas una salida. — Se levanta del fuego y murmulla, —Jake, gira
tú la liebre. —Va a un árbol y arranca una rama. Se sienta a mi lado en
el tronco. La calidez de su cuerpo al tocar el mía prende fuego a mis
nervios. Juro que hay electricidad donde nuestros brazos y piernas se
tocan.

Se dobla hacia abajo y dibuja un rectángulo. En cada una de las


esquinas hace pequeñas cajas, —Hay una sección, ésta es para las
mujeres que están embarazadas o van a ser fecundadas. Esta es
probablemente donde tú irás. Entonces ésta ala es para las chicas más
joven que aún no tienen bebés. Ésta es para las mujeres con los bebés.
Ésta es donde guardan a las niñas. Las niñas que crían para ser
criadoras. —Mueve el palo al otro lado y hace una caja más pequeña, —
Ésta es donde están los hombres, si hay algún hombre. A veces no
tienen ninguno allí. — Él aclara su garganta nerviosamente y dibuja
una X en el centro pero a un lado, —Éste es el laboratorio de fertilidad.
Esto es donde las batas de laboratorio y médicos y personal de limpieza
se quedan. Ésta es tu única oportunidad. Tendrán un vertedero en
algún sitio cerca de la clínica. La basura sale cada pocos días.

Frunzo el ceño hacia él, pero Jake hace la pregunta que se quema
en mi mente antes de que yo pueda, —Colega ¿cómo puedes saber tanto
a cerca de los campamentos de crianza?

Will se sonroja a la luz del fuego, —He vivido allí durante un tiempo.

Jake levanta una ceja, — ¿Cómo un limpiador o como un médico? —


Se ríe como si supiera la respuesta.

Will se ríe, —Ya quisiera.

Jake niega con la cabeza, —Asqueroso tío, asqueroso.

Me siento perdida. Miro a ambos sin comprender. La cara de Will


parece que arde, —Me vi obligado a uhm, donar.

No entiendo de lo que están hablando.

Jake hace un movimiento extraño con su puño, —Él tenía que


masturbarse para el hombre.

No sé lo que esto significa pero asiento con la cabeza antes que


expliquen.

Will mira mi cara y se ríe de nuevo.

Jake gira la liebre, — Así que ¿cuántos pequeños Willys estarán


correteando?

Siento mi estómago caer. Lo entiendo. Siento el juicio quemar todo el


camino hasta mi cara. Él mueve su cabeza. —No lo sé. Yo no estaba
exactamente en sus planes.

Jake atiza la liebre, — ¿Cómo era la vida allí?

Will se ríe, — ¿Pensando en inscribirte?

Jake alza la vista, —Oye, si hay tres comidas al día y me dan todas
las, uhm, material de lectura que necesito para hacerlo bien, estoy
dentro.
El humor desaparece de la cara de Will. Casi se mueve
nerviosamente cuando niega con la cabeza, —No hay tres comidas ni
revistas, es más bien como ordeñar una vaca.

Jake ignora el terror en la cara de su hermano y sonríe de oreja a


oreja, — ¿Hay personas ordeñando?

Will asiente con la cabeza. —No de la clase en que piensas. El mío


era un tipo llamado doctor Angles.

Jake se calla. — Oh, mierda. No importa.

Will mira hacia abajo al dibujo otra vez y se ríe entre dientes pero
puedo decir que él esta atormentado por ello. —No hay contacto
humano Jake. Es todo hecho por las máquinas, las chicas y los chicos.
De todos modos esta sección aquí tiene ropa de cirujano y despojos.
Cambian y suben en el cubo de la basura por la mañana un martes o
un jueves o un sábado. La basura llega a la hora de la comida y la
mejor oportunidad que tienes de no ser percibida, es entonces. Te
buscarán después del almuerzo.

Me siento enferma pensando en el plan. Yo no soy tan fuerte como


mi cara sugiere que soy. Trago.

—Creo que esta hecho. —Jake atiza la liebre.

Niego con la cabeza, —Siempre hay que cocinar más los animales
salvajes.

Will me da un empujón con su cuerpo, casi jugando, —¿Estas


segura en esto?

Asiento con la cabeza y meto la mano en las llamas para girar las
patatas. El fuego degusta mi piel pero lo ignoro. Duele. Es una
advertencia del dolor por venir si continúo metiendo mis manos en el
fuego. Sentándome entre los dos hombres no me puedo ayudar, pero
siento que es apropiado.
Capítulo 14
Traducido por Isane33

Me agacho en el bosque agarrando la rama del árbol de al lado. Mi


estómago está revolviéndose. Si no fuera por el hecho de que estoy
asustada más allá del funcionamiento, culparía a la liebre. Se siente
como una intoxicación alimenticia.

Miro a la grava en el camino delante de mí. Miro de nuevo a Jake y


Will en el bosque ocultos entre los árboles. Jake me sonríe como un
tonto. Will se ve preocupado. Su cara es en la que confío. Él sabe lo que
voy a hacer.

—Em, te esperaremos, está bien. No te dejaré. —susurra Jake en voz


alta.

—Nos dejarás a Anna y a mí si me voy más de dos semanas. Nos


tendrán embarazadas para entonces de todos modos —digo. Estoy
hablando con Will. Sé que Jake no tiene habilidades de supervivencia.
Moriría en el bosque esperando por nosotras. Él es fiel hasta la muerte.
Will me dejará antes que las dos semanas terminen.

Will aprieta la mandíbula.

—Eres rápida Em.

—Cautelosa. Rápida y astuta. Ah, y no quedes embarazada —dice


Jake dice. Siento náuseas.

El terror me recorre mientras escucho el camión. Los miro por


última vez y me odio por besarlos a ambos.

Tomo una respiración profunda y me empujo lejos del árbol. Corro


por la carretera hacia la cuneta, cuando los camiones doblan en la
esquina.

—¡ALTO!

Corro, no tan rápido como puedo. Mis piernas quieren empujar


duro, pero tengo que seguir refrenándolas. Quieren huir. Quieren hacer
lo que hacen mejor. Pero si las dejo ir van a correr más rápido que todos
en el camión. Voy a correr más rápido que el camión si tengo que
hacerlo. Veo un tronco en el campo cubierto de hierba frente a mí. Me
preparo para lo que va a venir después. Yo hago un medio salto y hago
como que tropiezo. La tierra no es tan suave como supuse que sería. La
hierba está llena de palos y ramas que no puedo ver. Rasguñan mi
cuerpo mientras caigo.

Las pisadas de los hombres, que saltaron de la camioneta a


perseguirme, están acercándose. Finjo levantarme para correr un poco
más, pero están demasiado cerca.

Manos enormes agarran mis brazos y me tiran al suelo. Ponen mi


cara contra la hierba áspera.

Un hombre habla suavemente mientras acaricia mi cuerpo entero.


Sus manos corren por mis piernas y entre mis piernas.

—Mantén la calma y no te haremos daño.

Siento un temblor rugir en mi interior. El miedo se ha apoderado de


mí.

—Ella está limpia.

—Se ve asustada amigo. Espósala.

Una rodilla se clava en mi espalda. Grito mientras el metal frío


aprieta mis muñecas. Soy levantada del suelo por los codos, lo que
dobla mis brazos en ángulos dolorosos. Quiero pelear. Mi cuerpo está
gritando por defenderse. Respiro profundamente, mientras las lágrimas
corren por mi cara.

Miro hacia abajo. Mi camisa tiene gotas de sangre comenzando a


hacer formas en mi pecho.

—Ella es bonita por lo menos.

Los veo por primera vez. Un hombre es increíblemente alto. Él debe


ser un pie más alto que yo. Se parece a un hombre del que mi padre era
amigo, llamado Serge. Dirigía un lugar de suministro de municiones y
caza, antes.

Él me mira y entorna los ojos por un momento. El otro hombre me


agarra del brazo y me arrastra por la hierba. Él está más cerca de mi
estatura y tiene el pelo rojo más intenso que he visto en mi vida. Él me
sonríe.
—Espero que tengas diabetes o algo así.

Le frunzo el ceño. Miro hacia atrás al hombre que estoy casi segura
es Serge. Él me mira y asiente con la cabeza.

—Ella va a estar sana. Puedes notarlo.

El pelirrojo sonríe.

—Tal vez pueda encontrar una manera de lanzarme sobre ella antes
de dejarla.

El tipo Serge me agarra el otro brazo y me arrastra más cerca de él.

—No. Tú la dejas en paz.

El otro chico se ve confundido.

—Bien, si la quieres está bien. Jesús, como si me importara. Hay un


montón de chicas en la parte trasera del camión. Ella no tiene tetas de
todas formas.

Mi pecho se agitaba con pánico. Mi cara esta escociendo donde la


sangre está goteando.

Estornudo. Serge toma un paño de su cinturón y me limpia la cara.


Traga saliva y susurra:

—Lenny. ¿Conocías a Lenny?

Miro sus ojos verdes y veo el pánico. Asiento con la cabeza. Lenny
era mi padre. Él es Serge.

—¿Em?

Por supuesto, recuerda mi nombre. Papá le compró mi primer


camuflaje. Él se rió de mi padre por equiparme a la tierna edad de
cuatro. No me ha visto desde que tenía nueve años.

—Te ves igual que él.

Quiero sonreír y recordarlo. Siempre pensé que me parecía a ella.


Tengo demasiado miedo a hacer cualquier cosa.

Serge se inclina —Sígueme la corriente con lo que digo, ¿está bien?

Asiento otra vez, pero le doy un vistazo al pelirrojo.


El camión es un enorme camión de entrega. Los hombres están
fuera de él con armas de fuego. Sonríen cuando me ven.

—Lindo hallazgo chicos.

—Mira el culo de ella.

—¡Dios santo!

Serge casi desgarra mi brazo mientras me jala hacia él.

—Ella es una luchadora. La atrapé, me la pido primero.

Los otros chicos ríen.

—Maldito hijo de puta. Eres lo suficientemente mayor como para ser


su padre. —Uno de los hombres abriendo la puerta me guiña el ojo
mientras se ríe.

—Bien, voy a ser su papi. —Mi estómago da vueltas y se retuerce. Lo


sé, no espero, Serge dice que va a protegerme, pero no sé lo que ha
estado haciendo durante los últimos diez años. Tal vez le gusta su
trabajo. Él me persiguió.

El pelirrojo se inclina.

—Ella huele mal, Serge. —Serge me quita las esposas mientras la


puerta de atrás es abierta y me empujaba hacia la entrada. Miro hacia
atrás en el bosque una vez y subo dentro de la camioneta. Soy tirada
hacia adelante. Siento algo punzar entre mis piernas. Mi cara toca el
fondo de madera del camión. Miro hacia atrás al pelirrojo agarrando mis
muslos. Pateo antes de que pueda detenerme. Mi bota aterriza en mi
nariz. Escucho un crujido cuando él se tira hacia atrás. Grita. Serge ve
lo que he hecho y cierra la puerta. No noto las otras personas en el
camión, sólo veo la luz dejándome mientras un grito rasga el aire—.
ROMPIÓ MI MALDITA NARIZ.

Gente aporrea la puerta y gritos ahogados llenan el aire que nos


rodea. No puedo escucharlo bien, pero parece que al pelirrojo se le
debería permitir romper mi nariz como venganza. Los otros hombres le
están calmando.

En el aire oscuro y frío de la camioneta escucho algo más. Escucho


la respiración y el miedo en la oscuridad.
Presiono mis manos doloridas contra el piso de madera y me empujo
para ponerme de rodillas. Extiendo una mano en la oscuridad y no
siento nada.

Una mujer susurra en la oscuridad:

—Siéntate contra la pared antes de que empecemos a movernos


chica.

Arrastro mi cuerpo dolorido a la pared de la camioneta y me siento.


Presiono mi espalda contra ella.

En la oscuridad, me siento mientras una realidad llena el pequeño


espacio en el que estoy atrapada.

En flashes lo recuerdo.

La imagen clara como el agua de mis manos apretadas contra el


arma.

El sonido de su llanto fuera de mi puerta.

La sensación de su vibración golpeando en su ajuste.

El temor en mi corazón que todo será diferente si abría la puerta. La


mirada en los ojos de Leo.

Extraño Leo.

¿Volveré a verlo de nuevo?

¿Me extrañaría?

El camión se pone en marcha. El aire, el metal y la madera vibran


con el motor. Respiro. Siento algo cosquilleando en la palma de mi
mano esta presionada contra el duro suelo de madera. Es una mano.
Volteo la mano. Es una respuesta automática. No es algo que he hecho
antes, pero la lista interminable de cosas que son posibles en mi mundo
está tomando turnos en mi mente.

Siento una mano pequeña llenando mi palma. Es una niña. Su


pequeño cuerpo de repente es presionado contra el mío. Trato de no
sacudirme o temblar. Debe tener más miedo que yo.

Rebotamos en el camino. Sé que estamos a menos de un día de


camino de la granja reproductora. No puede ser menos en un camión.
Quejidos y gemidos suaves llenan el camión que ya no es frío. El
calor corporal genera calor sofocante que hace que mi piel se sienta más
sucia de lo que está.

La pequeña mano en la mía está caliente. Mi mano está sudando.


Quiero cambiar de mano o simplemente arrastrar la mía arriba y debajo
de mis pantalones por un segundo, pero no lo hago. Envuelvo mi mano
alrededor de la pequeña mano. No voy a mirar hacia otro lado. No voy a
dejarla sufrir y llorar mientras me escondo. Soy diferente ahora.

El camión se detiene repentinamente. Todas somos sacudidas hacia


adelante después de conseguir relajarnos con el movimiento repetitivo
del auto.

Metal levantándose lo largo de la parte trasera del camión llena la


cálida oscuridad silenciosa de la camioneta.

La puerta se abre para llenar el enorme camión de reparto con luz.


La luz blanca hace que mis ojos se cierren al instante. Los cubro y me
preparo. Aprieto la manita. Veo formas oscuras que se mueven
alrededor de la abertura.

—Fuera de aquí perras.

Me obligo a abrir los ojos a la luz. Necesitan un segundo para que se


enfoquen. No miro a la puerta abierta. Me doy vuelta y miro a la niña
rubia que está sollozando en silencio a mi lado. Tiene diez u once años.
Tiene el pelo enmarañado y sucio. Las lágrimas han hecho las líneas
limpias en su cara sucia. Sus brillantes ojos azules se llenaron de
terror. Sostengo la mano. No voy a dejar que se vaya.

Miro a las otras mujeres. Van desde la edad de la joven a mi lado a


una señora que creo que es de unos treinta años. Gordas, delgadas,
sucias, limpias, cansadas de llorar, inmovilizadas, confundidas. El
grupo es diverso. Excepto en color. Me doy cuenta de que todo el mundo
es blanco.

Antes de que pueda procesar esto demasiado, noto al pelirrojo


dándome una mirada de muerte desde fuera del camión.

Él agarra su rifle y me mira.

Miro hacia abajo mientras una sonrisa se extiende en mi cara.


Siento una risita nerviosa a punto de estallar en mí.
Serge está de pie en la parte trasera de la camioneta. Me mira y me
agarra el tobillo.

—Vamos. —Me arrastra del camión. Yo arrastro a la niña conmigo.


No se va a soltar.

Veo algo que no he visto en largo tiempo. Un enorme edificio blanco


brillante se encuentra rodeado por un estacionamiento con los coches
aparcados entre líneas. No hay enredaderas o hierbas que crezcan los
lados del edificio. Es limpio y brillante como antes. El pavimento es
plano y nuevo. No hay grietas o malezas que crezcan en él. No hay
coches quemados o dejados en todas las partes. Los coches son reales e
intactos.

Incluso brillan.

Mis pies golpearon el suelo con un ruido sordo. Sus dedos se clavan
en mis hombros.

—No te muevas.

La pequeña rubia está de pie a mi lado, tomando mi mano. Ella se


esconde en las curvas de mi cuerpo.

Serge cava su pistola en mis costillas.

—Muévete.

Los hombres se están subiendo al camión gritando y acarreando a


las mujeres llorando hacia la parte posterior, de donde me habían visto
ser arrastrada. Camino hacia el enorme edificio. Es de cinco pisos de
altura y se ve muy largo.

La niña se queja contra mí cuando Serge me pincha de nuevo con el


cañón de la pistola.

Le disparo una mirada asesina. Él me guiña el ojo.

Oigo gritos en el camión detrás de mí. Miro hacia atrás para ver a
varias mujeres caminando con nosotros, sobre todo las más jóvenes.
Unos guardias están con nosotros. El resto están saltando a la parte
trasera de la camioneta. Mi estómago se revuelve.

Serge niega con la cabeza.

—No mires —susurra y me golpea con el arma de nuevo. Puedo ver


el pesar en sus ojos. Vergüenza cruza su rostro. Sabe que yo sé. Él
habría estado en la parte trasera del camión con las mujeres gritando
optando quedarse atrás. Puedo oír el llanto y los gritos. Siempre suena
igual.

Niego con la cabeza y aprieto a la rubia contra mí. Ella me agarra


con fuerza. Miro a mí alrededor y me aseguro que las otras niñas están
con nosotros. Creo que las veo a todas. Quiero tomar el arma de Serge y
matar a los guardias y salvar a las mujeres en el camión.

En su lugar caminamos a través de una puerta y una ráfaga de aire


helado me golpea.

Serge tiene la pistola en mis costillas de nuevo. Recuerdo la


sensación del aire frío. Trae un recuerdo con él. Mi papá y yo en el
centro comercial. Él odiaba a toda la gente, pero tenía que conseguir
algunas cosas. Sonrío y recuerdo el carrusel. Yo nunca había visto nada
igual. Él puso un dólar en la máquina y me subió. El caballo tenía el
pelo dorado oscuro como el mío. Lo agarré y la máquina comenzó. La
alegría que flota en el aire frío me llena de valentía y coraje por un
minuto.

Un médico camina hacia mí con un blanco traje de astronauta


puesto. Me agarra el brazo y trata de separarnos a mí y la rubia. Ella
grita y agarro sus brazos. Ojalá pudiera haber montado el carrusel. Le
habría gustado.

—Ella se queda conmigo.

El médico pone los ojos en blanco detrás del plástico y asiente con la
cabeza.

—Está bien. Adentro. —Señala a un pasillo. Camino por él y soy


empujada a través de una puerta.

Serge está contra mí y susurrando en mis oídos:

—Vendré por ti. Prepárate. Te enviaré un mensaje. No voy a dejarte


morir aquí.

—Déjela soldado. —El médico suena gracioso detrás de su máscara.


Serge me empuja una vez más.

Estoy agarrando la niña y estoy parada delante de una puerta. Se


abre de repente. Una señora en un traje espacial aparece. Ella me
sonríe con lápiz labial brillante de color rosa detrás del plástico.
—Ven por aquí mi querida.

Su voz es dulce.

Miro hacia atrás a Serge y las otras chicas siendo llevadas al pasillo
donde estoy.

Serge dobla la esquina, pero me roba otra mirada antes de que


desaparezca.

Mi brazo es tomado y somos conducidas a una sala enorme.

La señora se inclina sobre una rodilla hacia la pequeña rubia


escondida en mi axila.

—¿Cómo te llamas cariño?

La rubia niega con la cabeza y se aprieta junto a mí aún más.

Miro a la mujer y frunzo el ceño.

—Ella nunca ha visto un traje espacial.

La señora me mira confundida.

— ¿Qué?

Señalo a su traje blanco.

—Ella no ha visto alguna vez uno de estos. Probablemente ella no


piensa que eres humana.

La señora se ríe.

—Sabes, en diez años de hacer este trabajo nunca pensé en eso. —


Ella mira hacia abajo a la niña—. ¿Te estoy asustando?

La rubia me abraza fuertemente.

—Lo estas —digo.

Ella se levanta y señala los enormes tubos blancos.

—Bueno, tenemos algo para que ustedes dos hagan y entonces


pueden ser limpiadas para estar rodeadas de gente sin los trajes de
descontaminación.

Sostengo a la niña temblando y camino hasta el tubo.


Trato de alejarme de ella, lágrimas silenciosas se están vertiendo de
sus ojos azules. La miro.

— ¿Quieres comer algo?

Ella asiente con la cabeza.

Señalo al tubo.

—Cuando hayamos terminado allí y estén seguros de que no


estamos enfermas, nos van a dar de comer —digo lo suficientemente
alto que la señora en el traje espacial, que ahora está hablando con la
otra mujer, me mira y asiente con la cabeza,

—Sí, os vamos a conseguir algo de comida.

Saco sus pequeñas manos cerradas en un puño de mi ropa y le


sonrío con suavidad. Entro en el tubo. Se enciende y luces azules
parpadean sobre mí. Una superficie plana desciende en un brazo
robótico y un rostro se enciende en la pantalla en frente de mí.

—Por favor, ponga sus manos en la almohadilla.

Le sonrío a la niña y pongo la mano en la almohadilla. Un pinchazo


agudo se clava en uno de mis dedos. Una luz roja se mueve de mis
dedos hasta la muñeca y luego de vuelta otra vez.

La plataforma se desvanece y mis manos se caen. El suelo comienza


a moverse como en el aeropuerto, antes.

De repente se mueve rápidamente soplando el aire a través de mí y


sigo avanzando en el túnel. Llego al otro lado y todo se detiene. Salgo
fuera y otra mujer en traje espacial viene a mí.

—Sólo necesito llevarte a la zona de saneamiento.

Apunto a la niña.

—Tengo que esperar por ella.

—Lo siento, eso no está permitido.

Gruño:

—La esperaré.

Ella suspira.

Grito:
—Mira, no hace daño. Fue un poco divertido. Sólo entra. Todo va a
estar bien. Estoy aquí esperando por ti.

Su respiración es todavía un leve vaivén. Ella no hace ruido.


Extiende una mano temblorosa y camina a la plataforma. Ella llora más
fuerte cuando el brazo robótico desciende.

—Pon tu mano allí. Prometo que es como un rápido y pequeño


pellizco y nada más. Entonces vendrás a mí.

Sus ojos azules se llenaron de terror. Ella niega con la cabeza.

Asiento con la cabeza.

—Hazlo. No te dejarán venir a mí si no lo haces.

Su mano izquierda se abraza y su mano derecha se apoya en la


almohadilla. La veo estremecerse cuando llega el pequeño pinchazo. Se
agacha cuando el fuerte viento la golpea y parece que podría tener un
ataque al corazón cuando el suelo se mueve. Ella nunca ha visto nada
de eso. Estaba en el útero, cuando el mundo se volvió loco. La
tecnología no es algo que nosotros la gente de la frontera vemos.
Nunca. En la frontera la naturaleza ha reclamado las cosas. Esto se
siente como una pequeña esquina que ser humano todavía controla.

Antes de que el suelo deje de moverse, ella salta y se encuentra bajo


mi axila de nuevo.

La señora se ríe.

—Está bien, ambas están limpias.

Ella nos lleva a una pequeña habitación blanca. Hay una mesa
blanca en el centro de la habitación con nada más que una puerta en el
lado opuesto.

—Por favor, pongan todo sobre la mesa. Será desinfectado y se les


regresará si puede serlo.

Ella se detiene y espera. Me doy cuenta de que va a vernos


desnudarnos.

Quiero tener un ataque. Quiero golpearla en el traje espacial y huir


de la habitación, pero miro a la pequeña rubia y tomo una respiración
profunda. Me quito la camisa. Me quito el sujetador deportivo y
permanezco con mis pechos fuera, expuestos. Es la primera vez que he
estado desnuda delante de alguien, excepto mi abuela y mi madre.
Recuerdo nadar en mi ropa interior y sujetador con las personas
desnudas en el campamento y sonrío. A la pequeña rubia le encantaría.
La majestuosa laguna la haría feliz. Decido que ella viene conmigo
cuando huya. Mi cerebro intenta pensar en su habitual excusa "cuida
de ti misma‖ pero no puedo. Creo que ella está sola en el mundo.

—Las joyas también.

Miro la pulsera y collar de plata que mi madre llevaba cuando


murió. Recuerdo a mi padre quitándoselos y poniéndomelos. Me siento
mal quitándomelos. Cuando tocan la mesa fría siento que nunca los voy
a ver otra vez.

Asiento con la cabeza y ella empieza a quitarse la ropa. Estamos


desnudas y sucias, y ambas hacemos todo lo posible para cubrirnos.
Finalmente la señora camina hacia la puerta y desliza una tarjeta en su
muñeca a través de una ranura en la manija de la puerta. Necesito una
de esas tarjetas. La puerta se abre.

—Ahora necesitamos limpiarlas. —Ella señala hacia el baño de acero


inoxidable. Las paredes son de metal, los pisos son de metal. Hay varias
duchas a lo largo de la pared trasera y un desagüe en el suelo. La niña
agarra mi mano al verlo. No quiere acurrucarse desnuda, gracias a
Dios, pero quiere tomar mi mano. El agua comienza a salir por sí sola,
haciéndole saltar un poco. Sonrío. He visto una ducha antes.

Extiendo una mano y me siento emocionada. El agua está muy


caliente. Doy un paso hacia ella y suspiro. La calidez de la misma es
algo que no he tenido en mucho tiempo. No sin calentarla a fuego.

Ella me mira y siente correr el agua de mi mano a la de ella.


Extiende una mano y me sonríe. Es la primera vez que he visto su
sonrisa. Sus dientes son de un blanco resplandeciente. No se ajusta el
resto de su cara. Se mete en el agua y deja que caiga sobre ella.

—Se siente muy bien ¿no?

Echo un vistazo atrás a la señora que nos mira. Me pone incómoda


que esté ahí.

—Recuerdo mi primera ducha también.

Su voz es vacía. Ella no ha estado aquí desde el principio. Trabaja


aquí porque fue capturada. Sus ojos oscuros me dan una mirada de
complicidad cuando sonríe bajo el traje espacial.
—El jabón es un de una clase especial. Quitará de ustedes cualquier
cosa que no quieran allí. Laven su cabello también.

Me estremezco. No puedo evitar preguntarme si ella era una de las


mujeres que tuvieron que quedarse en el camión por un rato cuando
llegó a la granja.

Tomo la pastilla de jabón envuelta. Quito el plástico. La niña me


mira y hace lo mismo. Huelo el jabón y casi gimo. Huele a lavanda y a té
de árbol. Por supuesto que sí. Limpiadores naturales para el cuerpo. El
té de árbol se convirtió en una materia prima de gran demanda cuando
todo dejó de ser producido.

Hago espuma y restriego. En un momento me siento en el suelo y


limpio mis dedos de los pies. Ni siquiera me importa lo extraña que me
veo. Froto la herida en mi pierna tratando de no gritar por el dolor.

Otras mujeres empiezan a entrar poco a poco. Ellas lloran de alegría


mientras el agua caliente las lava.

Traje espacial apunta a un pasillo.

—Por aquí. —Camino con la niña sosteniendo mi mano. Miro hacia


atrás a la ducha y ya la echo de menos.

Tengo los nervios destrozados. Necesito encontrar a Anna. Tengo


que proteger a la chica a mi lado. Tengo que encontrar la manera de
sacarnos a todas sin bajas. Puede ser que necesite una ducha más
antes de escapar.

Estoy empapada mientras camino a lo largo del piso de cemento frío.


Me estremezco. Ella nos lleva a una pila de toallas en plástico. Nos las
pasa. Rompo el plástico y saco una bata blanca de tela de toalla de ella.
Me la pongo en e instantáneamente me siento mejor. Pantuflas blancas
de tela de toalla caen sobre el piso de cemento. Las volteo con mis
dedos de los pies y miro a la chica. Tiene la bata y las zapatillas
puestas, pero le quedan muy grandes.

Ella sonríe y se abraza.

— ¿Puede hablar?

Niego con la cabeza.

—No sé.
— ¿No es tuya?

Niego con la cabeza otra vez.

—No. —Sonrío a la chica.— Nos encontramos en la oscuridad.

Traje espacial camina a través de una ducha rara. Su traje espacial


se enjuaga completamente. Ella sale y señala.

—Está bien, por aquí por favor. —Traje espacial parece molesta
repentinamente. La seguimos por una gran puerta blanca y estamos en
las habitaciones blancas y los pasillos de nuevo. El cemento y el acero
inoxidable se han ido. Caminamos en nuestra ropa de felpa a una sala
de espera—. El doctor estará con ustedes en un momento.

Yo voy y me siento en la silla de plástico blanco que se ve armada.


Todo brilla. Se siente estéril.

La muchacha se sienta en la silla junto a mí y traje espacial nos deja


allí.

No hay revistas como en un verdadero consultorio médico o


ventanas.

—Tengo miedo.

Miro a la niña que aparentemente puede hablar.

—Yo también.

Dos mujeres más vienen y se sientan a nuestro lado. Apostaría que


están en sus veintitantos o treinta y pocos, si tuviera que adivinar.

Una gordita me sonríe y habla con una voz burbujeante:

— ¿Ha ocurrido algo desde que llegaste?

Niego con la cabeza.

Ella frunce el ceño.

—Dios. Espero que esto no tome todo el día. Estoy agotada. Oí que
tenemos nuestras propias camas, habitaciones y tres comidas al día.

La flaca de aspecto malvado junto a la señora hace una mueca.

— ¿Viste lo que le hacían a las mujeres en la parte posterior de la


camioneta? No estamos aquí para unas vacaciones. Estamos aquí para
ser violadas y reproducirnos.
Frunzo el ceño.

—No lo hagas. —Mis ojos se mueven a la niña.

La señora de aspecto malvado pone los ojos en blanco y cruza los


brazos.

La niña sonríe. Le devuelvo la sonrisa.

Un hombre viene sosteniendo algo en sus manos. Luce como un


médico. Es mayor y tiene gafas.

Mira hacia nosotras y sonríe.

—Tú. —Me señala.

Miro a mi alrededor a las otras. Todas lucen asustadas. La chica me


agarra.

—Ella quiere venir conmigo —digo.

Él mira a la niña.

—Es tu elección. Ella debe estar con las otras niñas sanas.

La abrazo contra mí mientras me levanto.

—Ella viene conmigo.

Él se encoge de hombros, se da vuelta y camina por el pasillo


blanco.

Camina a una habitación con una cama, igual que la que tenía mi
doctor cuando estaba en casa. Hay otra silla, una cortina y un pequeño
escritorio. Todo es blanco. Siento que no puedo ver realmente la
profundidad de las cosas, porque todo el blanco.

Señala con una mano hacia la cama.

—Toma asiento. ¿Estás segura de que quieres que ella vea esto?

Miro hacia arriba y frunzo el ceño.

—¿Ver qué?

—Tengo que hacerte un examen interno para asegurarme que estás


sana.

— ¿No era eso para lo que fue el tubo?


Él pone la cosa en sus manos sobre la mesa y empuja sus gafas
hacia arriba. Cierra la puerta.

—No.

Veo la cortina.

—¿Puede poner eso alrededor de nosotros para que ella pueda ver
mi cara? —No la quiero traumatizada. Ya es bastante malo que una de
nosotras esté a punto de ser traumatizada. Sé lo que es un examen
interno. He leído sobre eso.

La siento en la silla al otro lado de la habitación. Sujeto sus


hombros.

—Todo va a estar bien. ¿De acuerdo?

Ella asiente con la cabeza. Se ve asustada, pero la puedo ver siendo


valiente.

Camino a la cama y me subo. Me acuesto. Él tira de la cortina


alrededor de nosotros por lo que sólo mi cara se está mostrando. Vuelvo
la cabeza hacia ella y le sonrío. Me estoy muriendo por dentro, pero no
se lo puedo mostrar.

Miro hacia atrás mientras pone las pantuflas en un par de


abrazaderas de metal. Desliza algo y siento que la parte inferior de la
cama se ha ido. Mi trasero se siente como si estuviera sentado en el
borde. Él se pone los guantes y me sonríe.

—Relájate, ¿bien?

Trago saliva y asiento.

Él separa mis rodillas. Siento una lágrima resbalar de mi ojo. No


puedo mirarla. Levanto la vista hacia el techo blanco. No siento nada.
Cierro mis ojos y estoy en lo alto de un árbol. El viento está empujando
y tirando de mí, balanceando al árbol y a mí. Siento la brisa en mi cara.
Oigo los pájaros y el sonido que las ramas hacen cuando el viento juega
con ellas.

Algo me da una punzada fuerte.

Trato de no gritar, pero me duele mucho.

Levanto la vista hacia su rostro.


Él se ve insensible y distante de mí.

—Lo siento. No me di cuenta que eras virgen. La mayoría de las


chicas de tu edad, bueno tú sabes.

No sé. ¿La mayoría de las chicas qué? Me duele el estómago como


un calambre mensual por un segundo. Él da un paso atrás, se quita los
guantes ensangrentados y veo un destello de metal.

—Listo.

Desliza algunas prendas de ropa interior de grueso algodón blanco


en mi mano.

—Necesitarás estos. Regresa a la sala de espera.

Miro el relleno en el centro de ellas. Son como los trapos que me he


hecho. Me siento mareada. Él sale de la zona con cortinas y de la
habitación.

La chica se ve preocupada. Niego con la cabeza.

—Está bien. —Ella no es engañada. Las lágrimas corriendo por mi


cara le decían lo contrario.

Me pongo la ropa interior sobre mis zapatillas y levanto el trasero


para ponerlas debajo de mí. Se sienten gruesas y pesadas entre mis
muslos. Mi pecho se eleva y desciende rápidamente. No quiero asustar a
la niña, pero yo soy una niña también. En mi corazón sigo siendo la de
nueve años corriendo por el bosque. La de nueve años que estaba
perdida y confundida. No me siento como si hubiera envejecido. Me he
vuelto fría y amargada, pero vieja, no.

Me empujo y me siento en la cama por un minuto. Veo la mitad de


su cara a través de la cortina desde donde me siento. Se ve asustada.

Doy un paso cautelosamente fuera de la cama y camino alrededor de


la cortina. Me duele el estómago como si estuviera con mi mensual.
Nunca duele así, sin embargo.

Se pone de pie y toma mi dedo. Caminamos por la habitación y el


pasillo. El resto de las mujeres en la sala de espera me inspeccionan.
Veo alivio en sus rostros cuando no ven la diferencia.

Soy diferente.

Me siento rota por primera vez en mi vida


Me siento de nuevo y trato de ignorar la sensación del calor en mi
ropa interior. Ella se acurruca contra mí. Si pudiéramos unir la piel y
volvernos una sola persona que creo que me pediría que lo hiciera. Está
aterrorizada.

—Puedes venir conmigo ahora. —Miro hacia una mujer en una bata
blanca y pantalones y top color azul pálido a juego. Las otras mujeres
quieren preguntarme cosas. Puedo sentir la tensión en el aire debido a
ello. Las miro. No puedo sonreír y decirles que todo irá bien.

Me levanto. La niña me imita y camina a lo largo de la curva de mi


brazo.

—Así que ahora que esa parte ha terminado te asignaremos una


habitación. Aquí es donde te alojarás durante tu duración con nosotros.
—Ella tiene el pelo castaño y corto estilizado con rizos grandes. Es
brillante y limpia. Nunca he visto a nadie como ella. Su piel brilla. No
hay suciedad en ninguna parte.

Ella es la persona más blanca que he visto en mi vida.

—Soy Gloria. Voy a estar aquí con ustedes. Hacemos una rotación,
cuatro noches, cuatro días y luego cuatro libres. Si no me ven durante
cuatro días no entren en pánico. Es sólo mi día libre.

No sé de lo que está hablando. ¿Días libres de qué?

—Así que vas a estar en el ala donde las mujeres que son más
jóvenes permanecen hasta que dan a luz. ¿Cuántos años tienes cariño?

Miro hacia arriba. Ella está levantando una perfecta ceja marrón
hacia mí.

—Diecinueve —murmuro.

—Está bien. Las chicas en tu ala están en cualquier rango desde


aproximadamente dieciséis hasta veintiocho. —Ella baja la mirada
mientras camina—. ¿Y qué edad tienes cariño? —La niña no le hace
caso y aprieta su agarre sobre mí. La enfermera se encoge de hombros.

No puedo calcular su edad. Ella no tiene edad. Actúa como las


mujeres mayores en las ciudades, pero se ve de mi edad.

Miro a la chica que esta acurrucada contra mí.

—Creo que tiene más o menos doce como máximo.


Sus ojos no se elevan a los míos. Permanecen fijos en la niña.

—¿Segura que no serías feliz con las otras chicas más jóvenes?
Todas viven juntas. Tienen televisión y juegos de video por ahí.

Veo su cabecita temblando.

Los ojos de Gloria se encuentran con los míos de nuevo.

—Dale un poco de tiempo. Estará rogando por escapar de ustedes


las mujeres hormonales.

Quiero decirle que no soy una mujer. No lo soy.

Ella usa su tarjeta en la muñeca para llevarnos a través de una


puerta grande de metal y de repente el aire es más caliente. Se siente
como una buena noche con el fuego encendido, pero una brisa fresca
sopla en la ventana. No sofocante sino acogedor.

Casi salto mientras otras chicas están caminando mientras


doblamos una esquina. Veo vientres hinchados y mejillas sonrosadas
por todas partes. Lucen como Gloria. Brillantes y limpias. Miro mis
manos y frunzo el ceño. ¿Esas manchas de suciedad alguna vez
saldrían? ¿Voy a parecerme a las chicas si me quedo aquí?

El área en la que estamos luce increíblemente brillante y limpia.


Todo es blanco. Está diseñado al estilo de una casa que vi en una
revista en la cabaña. Hay sofás y almohadas de lujo y una chimenea
con vidrio sobre la base. Hay una cocina como nunca he visto antes. Se
parece a un restaurante de la misma revista.

Las chicas están sentadas y comiendo en mesas pequeñas en la


cocina o en los sofás. Algunas están caminando y frotando su vientre.
Todas ellas están vestidas con batas blancas y pantalones y tops. Todo
lo que están usando se ve casi esponjoso. Toda la cocina y la sala están
rodeadas de cristal. Un pequeño jardín esta en el otro lado. Hay
ventanas en el otro lado del jardín. Debe ser un jardín privado y
rodeado por el edificio en que nos encontramos, excepto el techo. Luz
solar real se filtra en el techo del jardín.

Por el rabillo del ojo la veo.

Gloria está hablando de una habitación donde tenemos que pasar


un cierto número de horas al día escuchando música y un gimnasio y
una piscina. No me importa nada de eso. La veo.
Ella está sentada en una mesa. Su cabello es lo primero que
reconozco. Está oscuro y brillante de una manera que parece que ha
pasado aceite por él. Su piel blanca es brillante y limpia. Sus labios se
curvan en una sonrisa mientras habla con la chica rubia a su lado. No
me puedo imaginar la transformación que ha llevado a cabo en un corto
período de tiempo. Se ve como una persona de una revista. Parece que
pertenece en la habitación blanca con las chicas blancas por todas
partes. Me doy cuenta de repente que todo el mundo es blanco. No hay
otras nacionalidades. Los fronterizos son diversos. Este es el único
grupo de gente blanca que he visto en mi vida. Es espeluznante.

La chica se enrosca en mí.

Las chicas en la habitación empiezan a notarme. Sus ojos lucen


encantados cuando me ven. Ellas se muerden los labios y tratan de no
llorar. Lo veo en sus caras.

La oscura cabeza de Anna gira lentamente. Sus ojos me reconocen y


el dolor cruza su rostro. Le doy sutil movimiento de negación con la
cabeza. Sus labios tiemblan.

—Entonces, ¿dónde voy a dormir? —pregunto.

Los labios de Gloria se curvan en una gran sonrisa.

—Por aquí. —Señala a un pasillo abierto. Camino por la habitación,


sin dejar que mis ojos capten completamente a Anna de nuevo. Floto
por la habitación y la ignoro, aunque sé exactamente cuántos pasos
corriendo me tomaría cruzar la habitación. Sé cuánto tiempo tomaría
apuñalar a Gloria con el cuchillo de cocina en el mostrador. Sé cuánta
fuerza se necesitaría para romper el cristal que rodea la habitación. Sé
cuánto tiempo me tomaría subirme al caño del drenaje que conduce al
techo.

Lo que no sé es qué tan rápido la niña podía hacerlo todo. Sé cómo


Anna lo haría. Puedo ver la lucha en sus ojos, a pesar de que no estoy
mirándola.

Sigo a Gloria por un pasillo largo y amplio con bancos de madera


que destacan sobre el blanco en todas partes. Están cubiertos de
almohadas blancas y situados al lado de grandes macetas. El verdor es
brillante en comparación con la maceta blanca en la que la planta está.
La tierra marrón dentro de ella me hace extrañar el bosque.
—Bueno, esta será tu habitación y ya que la tienes a ella, no vas a
tener una compañera de cuarto.

Abre una puerta blanca y revela una habitación con dos camas
cubiertas con mantas que lucen suaves. Hay un armario que está
abierto con la esponjosa ropa interior blanca. Hay trajes, batas y
pijamas que lucen afelpados que yo habría usado cuando era niña. Me
imagino la visión de una chica corriendo a través de las fronteras
marrones en uno de estos trajes completamente blanco y sé por qué
han hecho todo así.

Entro en la habitación y me siento agotada al instante. La cama es


acogedora. La ropa me da ganas de quedarme. Es una sensación fugaz
de alguien cuidándome. La dejo quedarse en mí por un momento.

—Bueno, si necesitas algo sólo tienes que apretar el botón rojo justo
aquí. —Me giro para ver la única cosa con color. Un botón de alarma
rojo en la pared. Los había visto en el hospital en el baño. Papá decía
que eran para las personas enfermas que caían al ir al baño. La idea de
eso siempre me hizo temblar. Estar en el suelo con uno de los crueles
vestidos sin espalda extendido por todas partes, sin poder levantarse.

Gloria me toca el brazo y resisto la tentación de romper sus largos


dedos blancos cremosos muy cuidados con brillante esmalte de uñas
rojo.

—Voy a enviar a alguien para re-hidratarlas.

Ella se suelta y se ha ido.

La chica se ha alejado de mi axila. Cierro la puerta y me vuelvo


hacia ella.

—Soy Emma. ¿Cómo te llamas?

Ella me mira con sus ojos azules brillantes que parecen apagados
sin la suciedad en su cara.

—Sarah.

—¿Cuántos años tienes?

Yo voy y me siento en la cama en el lado izquierdo.

—Once.
Se sienta a mi lado. Supongo que estamos compartiendo una cama.
Me acuesto y me quedo mirando el techo de color blanco brillante. Me
pregunto si estará apagado en la noche o si se ilumina en la oscuridad.
Todo es demasiado brillante y demasiado limpio. Me siento expuesta.

La puerta se abre de golpe y Anna salta dentro, asustando a Sarah


hasta hacerse una bola. Anna cierra la puerta y combate las lágrimas
que corren por sus mejillas.

— ¿Viniste por mí?

Estoy fuera de la cama y abrazándola contra mí al instante. Ella se


siente más pesada. Menos demacrada.

—Will y Jake están esperando por nosotras en el bosque.

Ella retrocede.

— ¿Will? ¿Qué Will?

—Tu hermano está vivo Anna.

—No. No, es el Will equivocado. Lo sé.

Asiento con la cabeza.

—Es él. Está con Jake. Está bien. Él es parte de una rebelión ahora.

Ella se ríe.

—Bien, has conocido al Will equivocado. —Me río con ella. Se sorbe
las lágrimas—. No puedo creer que esté vivo. Durante todo este
tiempo.— Se detiene antes de perder la cordura y mira a Sarah—. ¿Qué
pasa con la chica?

Miro hacia atrás y guiño.

—Nos encontramos en la oscuridad.

Anna sonríe a Sarah.

—Soy Anna.

—Sarah. —Su pequeña voz me hace asustar otra vez. La fuerza que
reuní cuando vi Anna se ha ido de nuevo.

—Ellos vienen a verme y a rehidratarme.

Ella asiente con la cabeza.


—No es tan malo. Sólo una pequeña aguja y una bolsa de agua que
gotea por cerca de dos horas. Te van a traer comida también. La comida
es buena. Está llena de grasa y sabor.

Miro a su estómago y no puedo evitar preguntarme. Ella ha estado


aquí por días. ¿Ya han puesto un bebé en ella?

Ella frota su vientre.

—Han pasado los últimos días poniéndome saludable. No van a


poner nada allí todavía. No es tan malo como pensamos todos modos.
Es hecho con los robots y agujas y te ponen a dormir.

—Lo sé. Will sabía todo al respecto. —Alzo las cejas esperando que
ella capte la indirecta para dejar de hablar sobre eso.

Ella se encoge de hombros.

—Will. Raro. No puedo esperar a verlo.

—Él estuvo en las granjas reproductoras durante un tiempo.

Hace una mueca.

—Asqueroso.

Antes de que ella pueda entrar en detalles y asustar a Sarah cambio


el tema.

— ¿Cómo están las cosas aquí?

—No es tan malo.

—Tenemos que encontrar una manera de salir de aquí.

Anna sonríe.

—Voy a extrañar la comida. Mejor que la comida de Jake. ¿Cuál es


el plan?

Niego con la cabeza.

—Dame un par de días para elaborarlo.

Ella se sienta en la cama vacía.

—Está bien. —Suspira—. ¿Cómo está Will? ¿Está bien? No puedo


creer que esté vivo.
Mi cara se ruboriza.

—Bien. Él es un hombre y toca la guitarra y canta. Es bastante


bueno. —Miro hacia abajo inmediatamente.

Ella se echa a reír.

—¡Oh no puede ser! Tú y él.

Niego con la cabeza, pero puedo sentir el calor en mis mejillas


traicionándome.

—No. No está bien. Él se ve bien.

Se cubre la cara.

—Asqueroso. ¿Qué pasa con Jake?

Me siento tonta.

—No es lo que piensas. Realmente no lo es. Me gustan ambos como


amigos.

Anna levanta una ceja y mira a Sarah.

—Hmm, creo que ha hechizado a mis dos hermanos.

Sarah está riendo y cubriendo su boca.

Estoy humillada.

Anna me patea una pierna.

—Oh ellos son chicos grandes. Déjalos luchar por ti. Sin embargo
voy a decir que espero que Jake gane. Por lo menos en algún rincón de
este mundo las personas se están enamorando todavía. Déjame decirte
que no hay amor en este lugar.

En algún lugar muy dentro de mí, deseo que él gane también,


aunque no creo que lo haga.

La puerta se abre y carritos son empujados dentro. Mi estómago casi


sí arranca de mi cuerpo cuando huelo la comida humeante en uno de
los carritos. Sarah se ve como si fuera a atacar a la mujer empujando el
carrito.

Ella levanta la tapa y veo espaguetis y albóndigas. Las lágrimas


fluyen antes de que pueda detenerlas. Sarah está en el carrito
empujando una de las bandejas de comida en su boca como un animal
salvaje antes de que pueda detenerla. Miro a la señora del carrito que se
ríe.

—Todas conocemos ese sentimiento cariño. —Me pasa a la otra


bandeja antes de que Sarah puede comérsela también.

Yo uso el tenedor y giro los fideos. Estoy alargando el primer bocado.


La salsa es brillante en los fideos gordos. Cierro los ojos y dejo que el
calor y el sabor llenen mi boca.

Estoy en la mesa de mi abuela.

Me río del programa que estoy viendo mientras los fideos embarran
mi cara y llenan mi boca.

Si hubiera sabido que iba a ser la última vez que me comía la salsa
de espagueti de la abuela habría saboreado cada segundo de ella.

Aquí en este cuarto blanco aterrador estoy agradecida por cada


bocado que llena mi boca. Ni siquiera mastico cada bocado. Me trago
bocados de fideos antes de darme cuenta que estoy acabando. Modero
mi ritmo y disfruto de los últimos bocados. Mi estómago tiene
retortijones mientras la comida lo golpea.

Sarah mira fijamente las albóndigas en el lado de mi plato. Asiento


con la cabeza. Las toma, metiéndolas en su boca una tras otra. Estoy
segura de que nunca los masticó en absoluto, sino que los tragó como
una serpiente.

Ella eructa y me río. La señora con los carritos se está riendo.

Llena y cubierta de salsa roja, me siento de nuevo. Estoy sudando


por la cantidad que he comido.

—Sí vas a vomitar. Yo hice lo mismo. Era de noche chuleta y vomité


por todas partes.

Sarah niega con la cabeza y deja a la señora del carrito lavarla. Ella
se ve menos como un animal y más como una niña de repente.

La señora me entrega un paño blanco cálido. Me lavo y suspiro en


el. Me encanta este lugar. Les dejaré ponerme tantos bebés como
quieran en mi vientre. Les daré lo que quieran. No quiero irme de aquí.

La señora sonríe suavemente y noto por primera vez que es negra.


Es la primera que he visto en todo el día.
—Sólo tengo que poner una aguja en tu brazo. ¿Quieres ponerte
cómoda para mí?

Me tumbo en la cama y amo la sensación extremadamente llena en


mi vientre.

—¿Mantienen a los blancos, negros, asiáticos e indígenas


separados?

Ella se sonroja.

—Cariño no hay gente negra aquí excepto nosotros los enfermeros y


limpiadores.

Estoy perdida.

— ¿Hay otro centro?

Anna se aclara la garganta.

—Sólo están reproduciendo a los blancos por aquí.

Siento el disgusto en mi cara y la enfermera se ríe.

—Ese fue mi pensamiento. Ahora esto va a molestar un poquito.

Seca mi brazo y rápidamente tiene una aguja colgando de él. Sarah


está a mi lado y se acurruca en mi axila. Esta lastimando mi costado
acostándose sobre él porque estoy muy llena.

La aguja de repente es apartada y un tubo de goma sobresale de mi


brazo. Lo envuelve con cinta adhesiva. Ella mira a Sarah y levanta una
ceja.

—¿Ahora si te dejo una botella de agua vas a beberla o tengo que


ponerte una aguja?

Sarah extiende la mano a la enfermera de aspecto dulce. Ella pone


la enorme botella de agua en sus manos y se ríe.

—Lo imaginaba.

—Me hubiera bebido una botella de agua —digo.

Ella niega con la cabeza de pelo rizado que noto que es demasiado
brillante también.

—Nop, tienes que tener esa aguja. Ellos necesitan que tomes
medicamentos y antibióticos. —Me aprieta la mano—. Lo siento mucho
cariño. —Sus ojos se pusieron vidriosos por un segundo y sé que puedo
confiar en ella.

Ella me suelta y engancha varias bolsas de plástico a los tubos


claros que desembocan en mi brazo. El agua comienza a gotear en el
tubo y cuando llega a la marca de la aguja en mi brazo se pone frío allí.

—¿Cómo te siente?

—Fría.

Ella asiente.

—Bueno, vendré a ver cómo estás en un momento. Trata de


descansar.

Empuja el carrito de alimento hacia fuera y asoma la cabeza hacia


atrás y le da a Sarah una mirada severa.

—Y tú bebe eso, ¿oíste?

Sarah abre la tapa de plástico y comienza a beber. La enfermera se


ríe otra vez.

Anna mira el brazo. Ella se ve ausente.

—¿Cuál es el problema con sólo las mujeres blancas siendo


reproducidas?

Se encoge de hombros.

—Bueno, tú y yo no somos mujeres en primer lugar. Somos niñas.


En segundo lugar no lo sé. Algunas han dicho que creen que es como la
Segunda Guerra Mundial, donde los racistas querían a todos muertos.
Capítulo 15
Traducido por Emi_93 y pili

Lo siento. No es una sensación de su cuerpo junto al mío, sino de


sus ojos observándome. Quiero estirarme y tocarlo. Me siento sacudir
en las mantas y agarrarme a Sarah y las cobijas. Abro los ojos y me
levanto de la cama. Me restriego los ojos y me subo a la otra cama. La
vacía que Anna se cuela en las mañanas. Las sábanas están frías y
crujientes, comparadas con la sudorosa cama que está ocupada por
una necesitada de once años.

Yo clavo la vista en el brillante techo blanco y siento que una sonrisa


cruza mi rostro. Sabía que iba a ser demasiado brillante para ser
entorpecido por el negro de la noche. Puedo ver sus ojos de lobo si
cierro los míos. Él me está buscando. Siento un apretón en el corazón.
Él nunca ha estado lejos de mí de esta forma. Sabía que quedarse con
Meg sería una mala idea. Puedo sentir su desesperanzado pánico en mi
corazón. Mi estómago se hace un nudo.

Las pasadas dos semanas han sido increíbles. Ni siquiera puedo


mentirme a mí misma. He comido cosas que nunca imaginé que
comería, jamás. Tengo postre todos los días. Puedo sentir mi cuerpo
estirándose y engordando, y tratando de hacer lugar para el peso extra.
Anna y Sarah están igual. Sarah ha empezado a echar un poco de
panza de la que Louise, nuestra primera enfermera, ha empezado a
burlarse. Sarah come y la frota. Me enteré de que Sarah había sido
vendida a la milicia. Su madre obtuvo licor y cigarros por ella. Ella la
había besado en la cabeza y le había dicho que no fuera una molestia.
Tengo un pequeño plan para cazarla cuando escapemos.

Sé que Jake y Will nos han dejado. Estuve preocupada por eso un
par de días e incluso me sentí culpable por no intentar escapar, pero la
comida mejoró eso.

Anna dice que es como la historia de Hansel y Gretel. La bruja sigue


haciendo comida cada vez mejor pero al final intenta comerlos a ellos.
Anna dice que necesitamos preocuparnos por cualquiera que quiera
darnos tanto como los doctores y las enfermeras. Louise ha estado
cada vez más silenciosa en el último par de días. Ella murmura para sí
misma y se emociona en nuestra habitación a veces y luego se va
rápidamente. Trato de no pensar en ello y dejo los ojos cerrados.

Al tiempo que mis pensamientos van hacia cosas más simples que
me hacen dormir, oigo el golpe en la puerta. Sé que es Anna.

—Tú duermes con Sarah esta vez –le murmuró mientras cierra la
puerta.

—Emma, cariño, despierta.

Abro los ojos para ver a Louise parada en la puerta. Sus ropas son
oscuras, no las batas blancas y los pálidos pantalones y chaquetas.
Reconocería su voz en cualquier parte.

—Vosotras debéis iros mañana.

Yo me incorporo y me restriego los ojos. ¿Me dormí de nuevo?

Debes irte de aquí, niña. Los doctores se llevarán a Anna para


hacerle estudios en la mañana y entonces debes irte. ¿Me entiendes?

Yo asiento. —¿Por qué?

—Este lugar no es lo que parece.

Mi mente comienza a funcionar. —No puedo. Estoy esperando a que


el amigo de mi papá venga a por mí. Él dijo que enviaría una señal.

—Lo sé, Emma. Serge me envió. Mañana habrá un inmenso camión


de basura. Debéis estar en la parte trasera.

Mi estómago se aprieta a aún más. —Está bien, ¿cómo llego allí? —


Recuerdo que el camión estaba en medio. Will dijo que estaría allí. Yo
no estaba preparada para que todo sea blanco puro y que luciera
exactamente igual.

Siento su peso en mi cama. Ella se sienta junto a mis pies. —Debo


decirte algo. —Me siento nerviosa. — El camión no es para la basura
común. Es para las chicas. Os haréis pasar por muertas.

Esto no me golpea de la forma que ella espera. He estado con


muertos antes. Me he cubierto con su sangre. Las mujeres solían morir
al dar a luz incluso antes. No me molesta.

—Está bien.
—Ellos toman a los bebés tres veces, y cuando el tercero nace, se
deshacen de la chica, ellos creen que no lo sabemos, pero sí. Ellos
toman sus órganos y las ponen a dormir como a perros.

Mi estómago aterriza en alguna parte baja de mi abdomen. — ¿Qué?


¿Qué pasa con los apartamentos en la ciudad? Las saludables van a
vivir a la ciudad.

Puedo ver sus oscuros rizos sacudirse contra el blanco de la pared.


—No, cariño. No lo hacen. Eso es una mentira que ellos inventaron.
Construyeron la ciudad para los niños de esas mujeres, pero ellas
nunca se van de aquí.

Las lágrimas cubren mis ojos. — ¿Qué?

Sus manos toman las mías en la oscuridad y las aprietan. –Por eso
debes irte. Debes llevarte a la pequeña Sarah y a Anna fuera de aquí.
Los científicos han hecho estudios. El bebé solo necesita a su madre por
los primeros dos años de su vida. Después de eso, puede ser criado
fácilmente por cualquiera. Obtiene la leche y el amor de su madre los
dos primeros años y luego es adoptado en la ciudad. Esa enfermera,
Gloria, ella espera que tú tengas un hijo. Ella será lo suficientemente
madura como para criar a tu bebé para cuando le llegue el momento de
irse. — Mis manos van hacia mi estómago, donde se encuentran mis
óvulos no fertilizados. Mis dedos se hunden en mi piel, míos. Esos
óvulos, esos bebés son míos. Nunca le dejaré tomarlos. Ni siquiera de
entre mis fríos y muertos dedos.

Siento un sudor frío sobre la piel. Nunca he pensado en tener un


bebé. No puedo imaginar traer algo al mundo y enseñándole a ser lo
que somos.

Louise se pone de pie y sujeta mi mano. —Necesitas esto. —Desliza


una pieza de plástico en mis manos y un pequeño trozo de papel.

—Gracias. —le digo. No sé que más decir.

—No. No me agradezcas. Solo vete. Diles a todos lo que has


aprendido. —Ella abre la puerta.

—Ven con nosotras.

Ella suspira. —No puedo. Te llevas mi amor contigo. — Y cierra la


puerta.
Me acuesto de nuevo en mi cama y ahora no dormiré de ninguna
forma.

Imágenes de mujeres en fosas de cadáveres, como las de las tierras


fronterizas que he visto, comienzan a correr por mi mente. Si cierro los
ojos se hacen más brillantes, más coloridas. Si abro los ojos puedo ver
sus rostros moviéndose en el brillante techo blanco que nunca se
atenúa. Oigo las voces llenando mi cabeza. Mis ojos se hacen pesados
en contra de mi voluntad.

Cuando despierto, Sarah está sentada en mi cama comiendo


manzana. Es brillante y roja y me recuerda a Blanca Nieves. Sus labios
rojos rubí y piel blanca resultan impactantes contra la piel de color rojo
brillante. El sol está alto. Las pequeñas luces redondas dejan entrar la
luz del sol en lugar de ser lamparillas. Al igual que una claraboya que
mi abuela tenía, pero más pequeña y redonda.

Sarah se ve linda esta mañana. Veo una gran diferencia en ella. Su


piel brilla, su pelo rubio está brilloso y sus ojos azules relumbran con
vida y salud. Yo cierro los ojos. Recuerdo a gente que se veía así todo el
tiempo, antes.

—¿Cómo es tu madre? —preguntó, a causa de sus dientes blancos.


Están cuidados. Es obvio.

Ella se encoge de hombros. —Es joven. Como de treinta. Es un poco


mala. Ella me hace lavarme con agua muy caliente todos los días y
cepillarme tres veces al día y usar hilo dental también. Restregaría mi
piel como si yo fuera una patata.

Yo me río. Desearía tener una madre. Incluso aunque me restregara


la piel como si fuera una patata.

— ¿Qué hacía antes de la caída?

—Era secretaria para una firma de dental. Mi papá era dentista.

Tomo una manzana de la placa que tiene a su lado con fruta y


queso. — ¿Tu padre aún está con ella?

Ella sacude la cabeza y toma otro gran bocado. Sarah mastica por
un segundo y luego habla con la boca llena, escupiendo pequeños
trozos de manzana. —Él se quedó con su familia.

Yo tomo un pequeño bocado y lo dejo pasar.


Anna entra con aspecto gracioso. Sus ojos se ven oscuros, como si
las pupilas se hubieran comido todo el color.

—Ey.

— ¿Estás bien?

Ella sacude la cabeza. —No. Me siento asquerosa. Fui por un


examen y ellos me pusieron a dormir. Vomité un minuto después. Es
como si el cuarto diera vueltas.

Esto cambia las cosas.

Ella se sienta en la cama y se ve agotada. Puedo ver las sacudidas


en cada uno de sus movimientos. Ella se acuesta y se enrosca en una
bola. —Solo necesito dormir.

Yo le toco un brazo y la sacudo. Ella abre un ojo. — ¿Qué?

Yo asiento y saco el papel y la tarjeta plástica. —Louise vino a verme


la otra noche. Debemos irnos. Ahora. Un camión de basura está
viniendo hoy. El amigo de mi papa le dijo a Louise que la basura venía
hoy.

Ella gime y se acaricia en la cama. –Nooo. Quedémonos un día más.

Yo jugueteo con la tarjeta de identificación de plástico. —Eso no fue


lo que dijo Louise.

Anna gruñe y da vueltas en la cama. —¿Importa? No quiero irme. No


aún.

Sarah frunce el ceño y mete la manzana en el tacho de basura que


se vacía cada día. Ella se arrodilla y mira a Anna a los ojos. —Ellos
matan a las mamás después de que dan a luz. Toman a tus bebés y se
los dan a una mujer en la ciudad. Después de tres bebés, te matan. Los
apartamentos son una mentira. No hay vida en la ciudad después de
esto.

Anna se lame el labio y vuelve la cabeza para mirarme. Yo asiento.


Me siento enferma. Nunca supe que Sarah estaba despierta cuando
Louis hablaba. Suena mucho peor viniendo de labios de una niña.

Anna se endereza. —Está bien. Hagámoslo. —Ella bebe de la botella


de agua a su costado. —Estaré bien. Solo déjenme despertarme.
También bebo un largo trago y se lo paso a Sarah. Ella mira a las
manzanas y el queso en la fuente. —Voy a extrañar este lugar.

Todas nos reímos.

—Louise dibujó un mapa en este papel. Dijo que cuando regresaras


de tus estudios debíamos irnos inmediatamente y escondernos en la
basura.

Anna asiente y se restriega los ojos. —Está bien.

Me siento enferma. —Solo hay una cosa más.

Ella me mira. La puedo ver luchando contra el adormecimiento.

—La basura es donde ponen a las mujeres. Después.

Ella hace una cara. Yo me levanto y voy hacia la puerta. —Una a la


vez, caminaremos hacia el jardín. No lo hagan parecer obvio. —Dejo la
habitación.

Una pequeña parte de mí se queda en la habitación blanca. Quiero


regresar tan pronto como mis pies recorren el pasillo. Cada movimiento
se siente pronunciado y lento. Mis brazos se balancean a mis costados.
Tomo el papel y la tarjeta en mi bolsillo y salgo al luminoso salón y a la
cocina. Las chicas están por todas partes, hablando y riendo. Están
comiendo, como siempre. Están limpiando el sudor de su frente
después de dejar el salón de ejercicios donde nostras corremos y
caminamos a un camión que se mueve. Se están apoyando contra las
encimeras de mármol y tomando enormes vasos de agua con rodajas de
limón en ellos. Voy a extrañar el agua fría de limón.

No las veo. Las miro, pero no las veo. Empujo para abrir la puerta de
vidrio y suspiro al tiempo que mis pies tocan la corteza y el polvo en el
piso. Se siente como el bosque si cierras los ojos y dejo que el aroma de
la madera y árboles me llene. Me deslizo hasta el otro lado del jardín y
huelo una flor. Cualquiera que me viera salir, me daría la espalda
cuando me viera así, bueno, yo. Oliendo flores y tocando árboles. He
pasado una inmensa cantidad de tiempo en este jardín. Me mantengo
junto a la puerta en el lado más alejado del jardín que lleva a otra ala de
habitaciones.

Anna es la siguiente. Camina torpemente.

Ella encuentra mis ojos y va a sentarse a un banco. Puedo notar las


drogas en su sistema. Todo lo que hace es torpe.
Sarah es la que sigue. Ella va a la cocina y toma algo de queso de la
mesa donde lo está cortando la cocinera. La cocinera sonríe y niega con
la cabeza. Todas han adoptado a Sarah. Es la única niña en nuestra
ala. Ella sonríe y se come el blanco queso.

Ella haraganea por ahí un momento y luego recorre el salón otra vez.
Ella sale al jardín y me muestra su pieza de queso. Yo le sonrío. Puedo
ver sus ojos sobre mí.

Louise entra a la sala de estar. Ella me ve y me sonríe. Yo se la


devuelvo. No me da ninguna señal de nada. Ella le da la espalda a la
ventana y entra a la cocina. Ella saca algo de un tazón. No puedo ver
qué es pero las chicas en la sala de estar y la cocina van hacia ella. Se
ven emocionadas.

Yo voy hacia la puerta y la abro.

—Ahora.

Camino rápidamente hacia la puerta de metal al final del pasillo.


Anna y Sarah están tras de mí. Es justo como lo hablamos. Sin habar,
solo haciendo. Siguiendo al líder.

Yo deslizo la tarjeta y la puerta se abre. Caminamos más rápido. Yo


le echo una mirada al papel y veo que necesitamos encontrar la quinta
puerta a la derecha. Las cuento mientras caminamos silenciosamente.
En la quinta puerta de metal, deslizo la tarjeta. La puerta se abre. Una
vez que estamos dentro, miro a mí alrededor. Estamos en un cuarto con
ropa. Delantales son lo que Louise los ha llamado. Anna y Sarah nunca
han pasado por una enfermería, pero yo sí.

Desde este pequeño cuarto con pasillos que salen de él, salimos por
una puerta que se encuentra frente a la que entramos. Me siento
enferma al caminar por aquí. No veo ni oigo a nadie. De alguna forma,
las luces se ven más brillantes, es como si me estuvieran cegando.

Oigo a un hombre hablando. —Te digo que son gemelos. No es


posible que su estado esté ya tan avanzado.

—Imposible. —le responde una voz de mujer.

El mapa dice que es la siguiente puerta a la derecha. Siento temblar


mis manos mientras deslizo la tarjeta. El hombre y la mujer están a un
cuarto de distancia. La puerta se abre a otro pasillo. Este lugar es un
laberinto. Nadie podría salir, no sin ayuda.
Caminamos recto y yo abro una puerta después de pasar ocho. Oigo
pasos en el suelo y gente moviéndose, pero no veo a nadie. Me pregunto
si es un tiempo libre o algo así.

Mi rostro está cubierto de sudor y mi corazón está saltando. Me


duele el pecho.

La puerta se abre a un pequeño cuarto con bolsas negras de basura


y encimeras de metal. Hay camas con ruedas y una enorme puerta
cuadrada. Es la puerta que he visto nunca. El cuarto está helado y
huele a algo que nunca he olido antes. Me lastima la nariz como si el
aire estuviera afilado.

Miro el mapa y me siento más asustada que antes. Miro las


palabras. Ella queman al salir y yo las miro.

“Meteros en las bolsas”

Sarah me mira. Yo señalo las bolsas negras. —Rápido. Entrad a una


bolsa.

Yo saco una bolsa de plástico de los estantes y la abro. Los bordes


están pegados, así que las sacudo como hacía mi abuela. Sarah y Anna
hacen lo mismo. Yo vuelvo los bordes y me meto. Cada sonido que
hacemos rebota en las paredes de metal. Sarah tiene la bolsa sobre su
cara. Yo miro la nota de nuevo y respiro hondo. Abro la puerta en la
lejana pared. Hace un ruido de succión cuando tiro de la enorme
manivela plateada. La luz y el calor del sol de medio día nos cubren al
instante. Me siento como una hormiga bajo un microscopio. El aire
natural y la sensación del día son sobrecogedores.

—Debemos saltar dentro.

Sarah salta a la plataforma en el contenedor de basura. Un cubo


verde enorme está en el extremo de la plataforma. Es un salto de diez
pies de alto hacia un recipiente lleno de bolsas negras. Me siento
enferma al mirarlo. Sarah me mira a través del agujero en su bolsa. Sus
azules ojos están húmedos.

—Solo salta, Sarah. Trata de no pensar, no oler, nada. Solo quédate


ahí y piensa que es la salida, ¿está bien?

Ella asiente y cierra los ojos. Ella se deja de pie sobre el extremo de
la plataforma de metal sucia. Veo sus ojos moverse mientras cae
lentamente en el montón. Una pequeña mano sale de la bolsa con el
pulgar levantado. Anna salta con su bolsa al final de la plataforma.
—Esto es una locura. —susurra ella con dureza.

Yo asiento. No tengo nada que agregar. Vamos a estar en el basurero


con un montón de chicas muertas hasta que el camión de la basura
venga por nosotras. Quiero llorar con solo pensarlo.

Yo me inclino hacia adelante. —Sarah, gira hacia la derecha así no


aterrizamos sobre ti.

El contenedor es enorme y no puedo distinguir su bolsa de las


demás. No hasta que la veo girando sobre las bolsas de cuerpos y
moviéndose a un lado.

Anna salta al foso, dejando que sus piernas aterricen primero. Ella
rueda junto a Sarah.

Cerrando la inmensa puerta, veo una boquilla rara en una


manguera en la brecha entre la puerta de metal y el marco de la puerta.
Es igual a una que tenía mi abuelo para lavar el auto. Me doy vuelta y
miro a mí alrededor en el enorme estacionamiento. Estamos detrás del
edificio. El contenedor al que estoy a punto de saltar es uno de cinco
más. El contenedor a mi lado está medio lleno. Me pregunto si los
demás están tan llenos. Debe haber treinta chicas muertas en mi
contenedor. Doy un paso hacia la cornisa antes de empezar a procesar
las cosas y asustarme a mí misma, más de lo que ya lo estoy.

Mis pies aterrizan entre los cuerpos blandos y rígidos. Doblo las
piernas. Me meto más en la bolsa y antes de cerrarla, miro a nuestro
alrededor. No hay lágrimas en las bolsas, no se ve ropa. Todo es como
un mar de bolsas negras. Tiro de los bordes y los ato.

—Em. Creo que me voy a enfermar. —Anna hace un ruido de


arcadas.

—No, solo cierra los ojos. —La oigo ponerse mal.

Entonces, instintivamente, recuerdo lo que mi padre solía hacer


cuando yo estaba teniendo un ataque de pánico.

Me mojo los labios con la lengua y susurro suavemente, —Quiero


que trates de imaginar algo. Llegue a ese lugar. Me encontré con Will
allí. Es ahí donde vamos a ir después de esto. Es como un santuario en
el bosque. Cuando lo vi me quede estupefacta. Un bosque lleno de
gente. Las personas normales viven juntas y se protegen los unos a los
otros. Tienen una ciudad con tiendas de campaña en los árboles. Los
árboles son enormes. Como gigantes. Todo el mundo fue agradable y me
dieron comida y asistencia medica, una tienda para dormir con mantas
calientes y una cama suave. Fui con una señora agradable por un
sendero. Caminamos durante unos minutos a través de los árboles y
luego repentinamente se abrió y había una cascada enorme. Con
acantilados rocosos y nadie salvo la gente de las tiendas va allí. Está
protegida. Ellos nadan en la fría agua y juegan.

Anna no hablo de nuevo. Espero que este imaginando los árboles


altos. Espero que este ignorando el olor a muerte. Puedo sentirlo entrar
en la bolsa en la que estoy. Como dedos hechos de humo, arañando la
bolsa tratando de absorber aire dentro de mi pequeño espacio.

Dentro de la oscuridad con el calor del sol cayendo sobre la bolsa


negra de plástico, nosotras esperamos.

Creo que me estoy quedando dormida cuando primero oigo el


sonido. Es un camión. Hace un chirrido. Un chirrido fuerte de metal
llena el estacionamiento en el que estamos.

—Emma,Sarah. — susurro. Puedo oír el pánico en su susurro sobre


el plástico arrugado de su bolsa en movimiento. Miro a través del
pequeño agujero que he hecho para respirar, para ver los ojos azules de
Sarah mirar mi bolsa a través del agujero en la suya.

Abro el agujero un poco y sonrió. —Quédate tranquila.


Sobreviviremos.

Sus ojos están llenos de preocupación. Ella asiente con la cabeza.


Puedo ver el terror mientras el sonido se mueva de nuevo y, a
continuación, se mueve más cerca.

El sonido es lo que me imagino que sería como estar en una fábrica


antes de la caída.

Mi abuelo trabajó en una fábrica de papel higiénico cuando era muy


pequeña. Me llevó de visita cuando tenía seis años. Yo solo vi una
pequeña parte de la fábrica pero el sonido de ella está grabado en mi
memoria.

Siento que el cubo metálico comienza a vibrar. Sé que el camión está


más cerca. Mis respiraciones son tan breves y rápidas que me siento
mareada. Parece que no puedo arrancar una respiración profunda.

Vibro junto el contenedor metálico. Un fuerte golpe contra la parte


frontal del contenedor. Empujándome hacia atrás. Siento que mi pie
rasga la bolsa. Me esfuerzo por apretarlo hacia debajo de manera que
no sobresalga y parece como que una enfermera está en el contenedor.
Olvide quitarme el uniforme. La vibración es tan intensa que siento que
me hundo en el hoyo de bolsas para cadáveres.

—Emma.

Escucho a Sara quejarse.

—Quédate tranquila—Trato de no gritar, pero me impongo sobre el


ruido de la máquina que nos levanta en el aire. Siento el contenedor
inclinarse al frente. Oigo gritos. Sé que al menos algunos de ellos
llegaron desde mi garganta.

Mi bolsa es sacudida y girada, hasta que se desliza hacia adelante y


es lanzada al abismo. Mi estómago da tumbos hacia adelante mientras
caigo en caída libre durante un segundo. Aterrizo contra el metal y
cuerpos. Algunos son rígidos pero la mayoría son suaves. Estoy perdida
en ellos. No sé qué camino es hacia arriba o hacia abajo. No puedo
sentir la gravedad. Puedo sentir la vibración otra vez y el chillido del
metal está en todas partes.

Entre el sonido del metal y el ruido del contenedor escucho sollozos.


No creo que sean los míos.

Hay una sonora explosión final y luego un tirón hacia adelante. Abro
el agujero de mi bolsa un poco más. No puedo ver la luz. Estoy bajo los
cuerpos.

Tengo la sensación de que estoy luchando por el aire. No creo que


sea que no hay aire. Sino un ataque de pánico. Mis palmas están
cubiertas de sudor. Necesito a Leo. Necesito pasar mis dedos entre su
pelaje. Me imagino que lo estoy tocando. Deslizo una mano fuera de la
bolsa y experimento con mis dedos. Mis brazos están atrapados. Los
sollozos se hacen más fuertes.

—Emma.

—No puedo verte, espera un segundo. Estaremos fuera de las


puertas en apenas un minuto. Simplemente no hagas escándalos.

Anna habla con suavidad, —Sarah tenemos que permanecer


inmóviles hasta que consigamos estar bastante lejos de aquí. Sólo trata
de respirar a través de la boca. Ves el agujero, está justo ahí.
Deseo tener un agujero que conduzca a algún lugar.

Recuerdo lo que mi padre me dijo acerca de las avalanchas. Escupí y


lo sentí subir en el aire y aterrizar sobre mi frente. Me limpio con el
brazo que he liberado. Estoy de espaldas y he escupido sobre mi frente.

Empiezo a moverme y a empujar a través de la bolsa que tengo


puesta encima. Rasgo la bolsa y empujo el cuerpo fuera de mi otra
mano. Mi pecho esta oprimido. El aire es más difícil de conseguir.

Extiendo mi mano hacia arriba hasta que siento el aire del camión
en movimiento.

Me siento aterrada. Quiero recuperar mi libertad.

Saco mi brazo y miro hacia la luz en los huecos de las bolsas encima
de mí. Veo otras cosas en los agujeros que he creado en las bolsas, pero
trato de no ver nada excepto la luz.

Siento al camión tambalearse hacia adelante y llegar a una parada.

Oigo a los hombres hablar. Les oigo reír.

Estoy tumbada en un mar de muerte y se están riendo.

El camión se mueve y siento que los cuerpos encima de mí


comienzan a moverse otra vez. Cuento hasta a diez, me permito a mí
misma un par de segundos extras.

Un Mississippi.

Dos Mississipi… A la mierda.

— QUITALOS DE ENCIMA DE MÍ. QUITALOS DE ENCIMA.

Siento el cambio y el movimiento.

—Está bien Emma. Está bien, puedo verte. —Mi cara se difumina de
repente y puedo ver el rostro sonriente de Anna. Ella esta tres cuerpos
por encima de mí.

Estiro mis manos hacia arriba y comienzo a arañar hacia las bolsas.

El rostro de Anna hace muecas. —No pares. Estoy abriendo las


bolsas, solo dame unos segundos para apartarlas. —Estoy vibrando. No
puedo esperar. Quiero salir. Quiero salir ahora.
El peso de ellas me está aplastando. No me había dado cuenta pero
a medida que me impulsan, me siento aliviada.

La parte superior de mi cuerpo se libera primero. Me siento y utilizo


a las dos mujeres muertas al lado de mí para liberar mis piernas. Doy
una patada y lucho hasta que estoy fuera de las garras de las bolsas
negras. Veo la brillante luz del día soleado y el marrón de las zonas
fronterizas. Nunca he estado tan agradecida de ver los antiguos
hierbajos y los cultivos muertos. El verde del bosque lejos a la izquierda
despierta mi corazón. Vamos en coche muy rápidamente. Tenemos que
salir de este camión antes de que lleguemos al vertedero de cuerpos. La
caída que vi era enorme. Los cuerpos se extendían a lo largo de las
paredes del cañón y en el suelo.

Anna esta jadeando y sudando. Sarah está llorando.

Señalo a la parte trasera del camión, —Necesitamos saltar.

Sarah niega con la cabeza. Agarro su cara y la enfoco hacia la mía,


—Tienes que confiar en mí. Esto es necesario. Piensa en la cascada.
Estaremos allí en tres días.

Solloza con los ojos cerrados. Su pequeño rostro tiembla. Se siente


como lo hizo el primer día que me encontré con ella en la noche.
Asustada y diminuta contra el enorme mundo que quería destruirnos.
Pensarlo no conduce a nada.

Trepo sobre las bolsas de gente muerta. No pienso en lo que toco o lo


que estoy haciendo. Subo hasta el borde del camión asqueroso. Trato de
no pensar en las enfermedades que perduran en el saliente de este
metal.

—No os toquéis la cara ni nada hasta que nos podamos limpiar.

Sarah solloza. Ana asiente con la cabeza y vigila a Sarah.

Me siento en el borde y siento que el viento me azota. Si cierro mis


ojos, estoy en la parte trasera de la camioneta y mi padre esta
conduciendo. Estamos en un camino de grava en medio de la nada, y él
me permite viajar en la parte trasera.

Me agarro al borde y miro hacia atrás, —Subir aquí conmigo.

Me escuchan y se mueven rápidamente.

Nos sentamos juntas en el borde. Agarrando el metal y esperando.


—Cuando estemos en la siguiente curva. Coloca tus brazos y piernas
y trata de enrollarlos para tirarte. El camión aminorará la marcha en la
curva.

El camión se mueve rápido. No lo suficiente rápido como para que


nos vayamos a morir pero bastante rápido para que resultemos heridas.

Siento que los frenos golpean con fuerza y nos sacuden adelante,
cuando el camión gira y grito, — ¡Ahora! — mis dedos tratan de cogerse
pero los obligo a soltarse. Ruedo desde el camión.

Oigo los gritos débilmente en el fondo del dolor y el ruido que suena.
Mi cuerpo rebota en la grava. El polvo está en todas partes. Los dolores
agudos me cubren. Siento mi cuerpo detenido pero mi cabeza se siente
como si todavía estuviera rodando. Un líquido caliente se filtra de
encima de mis ojos. Cuando cubre mi visión, el mundo se vuelve de
color rojo por momentos.

A través de la sangre veo una nube de polvo. Sarah se está


recuperando y arrastrándose hacia los brazos de Anna. Anna mueve su
cabeza para enderezar su visión. Saltan hacia abajo sobre la cuneta. Y
gritan hacia mí. Mi visión se nubla durante un segundo. Veo sus
rostros gritando. Miro detrás de mí y veo otra bola de polvo que viene
por nuestro camino.

Es otro camión.

Estoy de pie parada y corro dentro de la zanja. Me zambullo sobre la


hierba alta y tiro de ella sobre mí. El camión ruge alrededor de la curva
escupiendo rocas por todas partes.

Apenas puedo escucharlo por encima del zumbido en mis oídos.

Me giro sobre mi vientre y vomito. La sangre se mezcla con mi


vomito. No voy a morir aquí. Obligo a mis temores y espasmos para
arrastrarme fuera de la zanja fangosa. Me arrastro hasta la orilla y
trepo sobre algunos arboles caídos.

—Emma, este camino—Anna agita un brazo hacia mí. La puedo oír


pero suena como si gritara en una lata.

Me doy la vuelta y tropiezo donde están sentadas detrás de algunos


árboles y arbustos.
Sarah tiene un corte en la cara que parece una erupción cutánea.
No es profundo.

— ¿Puedes moverlo todo?

Ella asiente con la cabeza.

Anna no tiene heridas que pueda ver pero ella está apoyando su
brazo derecho. Que cuelga graciosamente.

Ella parece aterrada, —Creo que está roto.

—Está bien, necesitamos ponernos en marcha. Te lo pueden tratar


en el campamento.

Va a llevarnos días regresar al campamento.

—¿Puedes andar?

Ella asiente con la cabeza, —Tengo que caminar Emma. No se trata


de si puedo o no. No voy a volver allí. Tenemos que vendarte la cabeza,
está sangrando. Es un sangrado feo.

Asiento con la cabeza y la observo arrancar el vendaje. Ella ata un


vendaje blanco sucio a mi frente. Pica.

—De acuerdo. Creo que esto lo contendrá.

Ofrezco a Sarah mi mano. Ella la toma y comienza la larga caminata


de espaldas al edificio que acabamos de dejar. Necesito recuperar mi
rumbo y el rastro al campamento.
Capítulo 16
Traducido por EvaMedina y Pili

Busco en los alrededores por una señal de ellos, pero no encuentro


nada. Sabía que me dejarían, pero nunca imaginé que me dejarían con
las manos vacías.

Incluso agarraron mi mochila. Veo las ramas rotas y no puedo evitar


sonreír un poco. Puede que me hayan abandonado, pero, al menos,
hicieron que el regreso fuera obvio.

Apunto a la ladera enfrente de nosotras.

—Por allí.

Sarah gime.

La miro e intento no contestarle bruscamente.

—Caminaremos hasta que anochezca. Esa es la regla, ¿de acuerdo?


—me duele la cabeza y me está haciendo ser un poco cruel.

Ella se desploma y empieza a caminar. Estamos sucias en nuestras


ropas de color blanco y azul pálido están ahora manchadas y rasgadas.
La tierra cubren nuestros rostros, mezclado con sangre seca. El corte
por encima de mis ojos necesita puntos. No va a conseguirlo. Tendré
una profunda cicatriz allí.

Es difícil que importe cuando he conseguido salir con vida. Nunca


moriría allí. Todavía bloqueo las imágenes de las bolsas rasgadas y las
cosas que vi allí. Mi pequeño corte no es nada.

Me duelen los pies. Las pantuflas están mal por el senderismo. Me


resbalo unas veces. Anna es cauta. Su brazo todavía parece raro.

Nos lleva todo nuestro segundo día volver al lugar donde acampé
con Will y Jake y asamos a la liebre. Me lamo los labios y pienso en la
liebre.

De alguna manera, recordar la liebre me hace echar de menos a


Meg. Su cotorreo acapara el aire libre donde a mi cerebro le gustaba
vagar mientras caminábamos. Ella detenía mis pensamientos y me
volvía loca de una forma diferente en que lo hace el hambre que está
carcomiendo mi barriga.

Sarah y Anna están como yo. Están en silencio. Piensan mucho.

—Podría ir a por un trozo de pastel de limón y merengue —Anna


susurra lo peor que he oído. Mi estómago se queja. Puedo saborear toda
la comida. El hambre nos está volviendo locas, obviamente.

—Yo podría ir a por el spaghetti del primer día —Sarah frota su


panza.

Me río.

—No, los pancakes, el bacon y la salchicha del desayuno.

Sarah gime.

—Ohhhh, la cocinera siempre batía algo que


llamaba hollandaise, secretamente, para que mojara y comiera con mis
patatas fritas.

Anna se ríe.

—Eres asquerosa.

Pasamos por el campamento y la pequeña fogata chamuscada que


hicieron intentando cubrirla. Pongo mis ojos en blanco cuando Sarah
apunta a eso.

—Hey, mira una fogata.

—Tres suposiciones sobre quién escondió eso cuando acampamos


aquí.

Anna se ríe.

—Oh Dios, lo echo de menos.

Sarah parece confundida mientras salta sobre un viejo tronco.

—¿Fue Jake? —le hemos contado lo suficiente para que sepa que él
no es un gran superviviente.

—Sip. Las ramas van por este camino —llegamos a un valle justo
debajo del campamento cuando cae la noche. Hemos estado caminando
sin parar. Sé que estamos a horas del campamento. Veo las miradas
exhaustas en sus rostros y me encojo. —Tenemos que seguir. Anna, ese
hueso se quedará mal puesto y nunca tendrás un alcance de
movimiento con él.

No sé cómo colocarlo. Casi parece dislocado. Intenté un cabestrillo


con tiras de mi bata azul pálido, que ahora se eleva por mi vientre.

Sarah olfatea un poco.

—Em, estoy tan cansada.

Froto su brazo.

—Lo sé. Pero tenemos que seguir. Estaremos en el primer


campamento en unas horas. Conseguiremos comida y un baño.

Sarah parece derrotada. Se desploma y continuamos caminando.


Nos parecemos a los infectados. Estamos cubiertas en sangre y tierra y
nuestras ropas están rasgadas. Incluso caminamos como ellos. Voy a
cabrearme mucho si camino todo el camino hasta el campamento y
termino siendo disparada.

El bosque se oscurece. Estaría asustada si incluso una onza de


sentido común quedara en mí.

Tengo fiebre. Sé que la tengo. Los estremecimientos de la suave briza


me hacen doler mi piel. Mi cabeza está, sin duda, infectada con la
suciedad del vendaje. Me impulso a mí misma a seguir. Un pie delante
del otro. Anna está casi tropezando ahora. Tengo un brazo a su
alrededor y la estoy subiendo por la colina. Mis piernas queman. Mi
pecho duele. Estoy tosiendo por la enfermedad empezando dentro de
mí. Mi cuerpo quiere pelear contra la infección. Estoy fuerte por las
semanas en el campamento de reproducción, pero estoy exhausta.

Siento a mis piernas cediendo y estoy a punto de colapsar. Mi


cabeza se levanta al cielo y veo un ángel de misericordia. Él está
apuntando con un arma hacia mi cabeza desde un posadero de pájaro
en un árbol.

—Alto.

Mi seca garganta apenas logra sacar unas mínimas palabras.

—Ayuda. Ayúdanos —Escucho mi voz ronca.

Él está moviendo sus brazos repentinamente. El bosque vuelve a la


vida. Antorchas son traídas y brazos se estiran hacia mí. Anna se ha
ido. Alguien la está cargando. Sarah se queda a mi lado. Agarro su
brazo con firmeza.

—Estás a salvo. Encuentra a Will y a Jake.

Sus ojos azules se llenan de terror cuando me desplomo. Siento


dedos agarrándome, pero sus rostros están borrosa. Me deslizo dentro
de la oscuridad.

Oigo cosas. Algunas veces, es Sarah y a veces es gente riéndose.


Creo que se están riendo de Sarah. Ella nunca abandona mi lado por lo
que puedo decir. Mi cuerpo no está preparado para despertarse. Algo
está reteniendo el camino del mundo hacia mí.

Confesiones raras flotan en el aire alrededor de mi cabeza. Cosas


raras como: “Debí haberte matado cuando tuve la oportunidad”; “Emma,
te quiero. Por favor, ponte bien”; “La salvaste, Em. Lo hiciste”.

No sé si todas las voces pertenecen a una persona o si son


fragmentos de mi imaginación. En un punto, Leo está junto a mí. Él
está leyendo un libro sentado en una silla con las gafas puestas.
Cuando lo miro él sonríe con su sonrisa lobuna y dice:

—Nunca debiste abandonarme, Emma.

La oscuridad me lleva. Es como si estuviera en una montaña rusa y


seguimos yendo a túneles donde puedo oír, pero no ver.

Siento que algo muerde mi brazo y me despierto gritando. Estoy


sentada y cubierta de transpiración fría. Mis ropas se han ido y un
vendaje está a través de mi pecho. Nadie está en la tienda conmigo.
Miro a mi brazo y no hay nada allí.

Siento un frío escalofrío. Mi brazo todavía duele. No puedo evitar


preguntarme si son los fantasmas de las chicas muertas. Me están
pellizcando y me dicen que he dormido lo suficiente. Que es hora de
despertarse y detener las granjas de reproducción.

Agarro una bata junto a mi cama y me la pongo. Vuelvo a estar más


delgada. Suspiro. Todo ese comer fue para nada.
Salgo de la tienda de campaña dando traspiés. Mis piernas están
débiles. Se sienten como ramas. Mis pies están adoloridos. Los miro
sorprendida. Están cubiertos de vendajes. Levanto mi pie y toco los
vendajes. Mis pies escuecen.

—Estabas sangrando por todos sitios.

Levanto la mirada para ver a Will sentado fuera de mi tienda sobre


una silla.

Sus ojos se encuentran con los míos y siento que lo sabe todo. Él
puede ver mi alma.

Levanto mis dedos hacia mi cabeza y hago una mueca cuando todo
el grueso vendaje que encuentro allí.

Él se pone de pie y camina hacia mí. Su cuerpo sobrepasa el mío.

—Has vuelto —sus palabras son un susurro repentinamente. Como


si estuviera aterrorizado por si nunca dijese esas palabras e, incluso
ahora, ellas lo asustasen.

Asiento una vez e intento luchar contra las lágrimas que llenan mis
ojos.

Envuelve su cuerpo alrededor del mío y me levanta con él. Siento


como que es el lugar más seguro en el que he estado en mi vida. Ni
padre, ni mis abuelos, ni mi madre, nadie me ha hecho sentir como lo
hago en sus brazos. Es el lugar más seguro en el mundo.

—Nunca me vuelvas a hacer eso, Emma —sus palabras suenas


mojadas en el hueco de mi cuello. Está temblando—. Nunca vuelvas a
hacer eso.

Niego con la cabeza. Nunca podré volverlo a abandonar.

Mis piernas ceden. Parcialmente por la carencia de fuerza y en parte


porque estoy emocionada. No sé dónde poner todas mis emociones.
Están por todos lados.

Él compensa mi carencia de fuerza. Su fuerza se convierte en la mía.


Él me sostiene.

Lloro. Lloro por las mujeres y chicas dentro de las bolsas negras.
Lloro por las personas que no tienen idea de lo que está pasando. Los
que piensan que son miembros de una familia que están viviendo en un
apartamento y los han olvidado. Niños que han sido dejados para que
crean que sus propias madres están viviendo con aire acondicionado en
la ciudad, en lugar de sufrir en los bosques con ellos.

Lloro porque una pequeña parte superficial de mí echa de menos la


comida. Nunca volveré a comer así.

Lloro porque un doctor tomó mi virginidad. Cuando Anna explicó lo


que nos había pasado a ambas, nunca lloré entonces. Estaba siendo
fuerte por Sarah. Ahora, lloro por mi pérdida.

Lloro porque nunca imaginé en toda mi vida que estaría aquí en este
momento. Es un sueño hecho realidad.

Siento otros brazos empezando a abrazarme. Siento dedos


mordiendo en mí.

—Emma. —sé que es la voz de Sarah.

Will me está sujetando tan apretadamente que no puedo ver a nadie.


Mi rostro está enterrado en su sólido pecho. Estoy respirándolo. Es el
aire más dulce en el mundo.

—Emma —oigo a Anna gritar y otro cuerpo se zambulle en el


robusto abrazo.

Golpeo ligeramente su pecho. Él me deja ir un poco, pero no


completamente. Sus ojos están rojos. No veo lágrimas. Me sonríe esa
sonrisa que hace que mis adentros se anuden. Me alejo de él. Sus
brazos siguen en mi cintura. Atraigo a Anna y a Sarah hacia mí. Nos
abrazamos y temblamos.

Sarah se acurruca en mi axila.

—Hueles —susurra ella. Me río en la masa de pelo de Anna. Ella y


Sarah están brillantes y limpias otra vez.

Bajo la vista mi sucia piel.

—Todo ese trabajo para limpiarme y vuelvo a estar tan sucia como
cuando me fui.

Jake se acerca con su sonrisa de bobo.

—Creo que estás más sucia —siento a Will sujetando mi cintura


apretadamente, pero me aparto y corro hacia Jake. Mi bata está
ondeando. La pongo a mí alrededor y lo abrazo. Sus brazos hacen un
movimiento circular, levantándome en su abrazo. Él besa mi sucia cara
como hizo la otra vez—. Te he echado de menos, Em.

—Yo también te he echado de menos.

— ¿Seguiste las ramas rotas?

Me río en su pecho.

—Sí. Noté que me dejaron sin nada. Ni una botella de agua, nada.

Él retrocede.

—No sabíamos dónde ponerlo —miro atrás hacia Will. Está


sonriendo con su boca, pero sus ojos están ardientes. Abrazo más
fuerte a Jake e ignoro las llamas en los ojos de Will. No he olvidado a la
chica en pantalones cortos que lo sobaba como un oso. O el hecho de
me llamó su amiga. No tiene derecho a sentirse despreciado porque
abrace a Jake. Lo conocí primero.

Jake pone un brazo a mí alrededor.

— ¿Y cuál es el plan?

Miro a Will.

—El otro campamento. El campamento de descanso —necesito


recoger a mi lobo y a mi amiga. He estado fuera demasiado tiempo.

Will asiente.

—Síp. Anna y Sarah deberían estar allí de todas formas. Y


probablemente Jake también.

Los ojos de Jake se estrechan.

—¡Oye!

Will sonríe con suficiencia.

—No tienes capacidades para estar aquí, Jakey. Todavía estás


curándote.

—Anna, ¿cómo está tu brazo? —pregunto.

Ella se mueve con cuidado.


—Dislocado. No gran cosa. Todavía adolorida, pero al menos está de
vuelta en la cavidad —me atraganto. Ella se ríe.

Jake se inclina y susurra.

— ¿Realmente nos echaste de menos a ambos o sólo a mí?

Le di un empujón.

—Nos vamos hoy.

Will me mira y se queda mirando por un segundo.

—¿Estás segura?

Asiento. Él mira a Jake.

—Alista un par de mochilas —él mira a Anna—. Ve a ver a Lisa a la


tienda de campaña grande de allí y averigua si tienen algo que quieran
que llevemos con nosotros —mira a Sarah por último y sonríe—. Tú
averigua si algún niño tiene que venir también, ¿de acuerdo? Pregúntale
a Marg en la otra punta.

Todos se miran y se van.

Él me mira.

—Tienes que ponerte alguna ropa.

Miro hacia abajo.

—Tengo que limpiarme un poco.

Él agarra mi mano y empieza a pasar por entre la multitud de gente.


Veo a gente mirándome cuando hablan. Siento mi rostro sonrojarse. Su
mano se ha comido la mía. Mi brazo quema ligeramente donde él
agarra. Llegamos a una tienda con cubos y una pequeña manguera
enrollada en el suelo. Él toma una sábana blanca y la sujeta en alto.

—De acuerdo, dale duro.

Levanto una ceja.

—los cubos de la derecha son agua limpia. Refriégate y yo sujetaré la


sábana para que nadie te vea.

—No quiero que me veas.

Él sonríe con suficiencia.


—No echaré una ojeada. Lo juro —no confío en el brillo de sus ojos.
Dudo por un segundo y decido que me importa menos él viéndome que
tener estos restos del camión de basura en mí.

Hago una mueca cuando levanto un pequeño cercado de agua. Está


fría, pero puedo ver directo el fondo. Está limpio. Levanto el jabón del
estante donde está seco. Puedo oler la lejía. Me hace picar la piel
cuando me enjabono y empiezo a frotar.

—¿Cómo de mal fue?

Estoy intentando no caerme cuando saco los vendajes de mis pies.


Las llagas parecen mayormente curadas. Froto todo.

—Mal. —la lejía hace picar las ampollas de mis pies. Mis ojos
lagrimean. Me enjuago los pies rápidamente para quitar el jabón.

—¿Cómo de mal?

—¿Qué dijo Anna?

Echa un vistazo por encima de la sábana.

—Nada. ¿Por qué demonios creer que estoy preguntándote?

Me sonrojo.

—Hey, aparta la vista —suspiro y empiezo a frotar mis brazos y


pecho. Tengo que seguir enjuagando el jabón porque se cuaja
fácilmente con sangre y suciedad. — Fue siniestramente mal. El lugar
es tan blanco que puedes sentir una bola de ceniza y tierra entrar. Las
enfermeras y los doctores están todos brillantes y limpios. Como si el
otoño nunca pasase. Ellos relucen y parecen como que quieren
ayudarte. Los dormitorios están limpios, la comida es asombrosa.

—No suena muy mal.

Echo un vistazo sobre la tela.

—Eso no es real. Es una ilusión. Te están engordando para la


matanza. Te embarazan tres veces y luego te matan. Salimos en bolsas
para transportar cadáveres en un camión de basura lleno de mujeres y
chicas muertas.

Observo su rostro. Su labio hace una mueca.

—¿Estás segura?
Asiento.

—Las bolsas se rasgaron cuando estábamos lanzandonos del camión


intentando escapar.

Su boca traiciona muy poco sus emociones, pero sus ojos están
llenos de ello. Derramé un cubo sobre mi cuerpo y me enjuagué. No me
mojo el rostro y cuando enjuago mi cabello inclino mi cabeza hacia
atrás. Mis brazos se cansan rápidamente por la frotación. No estoy
ansiando hacer el viaje hacia el otro campamento. Me obligo a
concentrarme en Leo y en Meg.

— ¿Puedes traer a Anna? Tengo que limpiar mi espalda —


Normalmente no la lavo, pero quiero cada trocito del camión de basura
fuera de mí.

—No. yo lo haré —quiero discutir, pero no lo hago. No estoy segura


de por qué.

Sólo intento no pensar mientras él se inclina y levanta el jabón y un


cubo. Cierro mis ojos. Sus manos pasan el jabón suavemente por mi
espalda y luego el jabón se ha ido. Sus dedos están creando calor
subiendo y bajando por mi espalda por donde me toca, piel desnuda
contra piel desnuda. Sus fuertes manos amasan mis hombros,
relajándome.

—Relájate —él susurra en la tienda. No lo miro. Lo ignoro y disfruto


del sentimiento de otra persona tocándome. Imagino a mi abuela
limpiándome.

El agua fría es estremecedora donde ha tocado mi espalda. Inclina


mi cabeza y enjuaga mi cabello otra vez. Mis manos no se mueven. Ellas
cubren mis pechos. Estoy congelada como una estatua.

Sus enormes manos acarician los largos mechones. Puedo sentirme


a mí misma pensando cosas sobre las que he leído.

Él aprieta mi cabello.

—Emma, qué pasó antes contigo y con Jake.

Mi estómago se aprieta.

Siento una toalla enrollarse alrededor de mi cabello y girada hacia


arriba.

No me giro para estar de frente a él.


Enrolla una gruesa toalla alrededor de mis hombros. Me envuelvo
rápidamente.

Gira mis hombros.

— ¿Es eso lo que quieres? ¿Quieres estar con mi hermano? —


Niego con la cabeza y sus ojos se iluminan. Abro mi boca para hablar,
pero él se inclina y presiona sus labios sobre los míos. Su beso es
suave, pero hambriento. Empujo sus firmes hombros, pero sus brazos
me tienen contra él. Finalmente alejo mi rostro del suyo y jadeo.

—Quería decir que no sé lo que quiero.

Su agarre se aprieta. Sus ojos azules reflejan ira.

—Negaste con la cabeza. Eso significa no.

Todavía me siento intimidada por él. Mis labios tiemblan. Agarro la


toalla.

Sus labios se giran en una brillante sonrisa.

—No me mires así, Emma. No puedo estar enfadado cuando me


miras así.

—¿Por qué estás enfadado conmigo? —sorbo. Quiero gritarle cosas.

No sé cómo ser a su alrededor.

Me vuelve a acercar y me besa suavemente. Su respiración caliente


me hace estremecer otra vez.

—No voy a dejar de luchar por ti.

Asiento en su rostro.

—Necesito ropa.

Él besa mi frente junto a mi vendaje.

—Necesitas preocuparte de eso antes de que nos vayamos.

Camina hacia algunos camiones enormes en una esquina. Abre uno


y saca un par de pantalones caquis con bolsillos a los lados y una
camiseta de manga larga negra. Me las lanza.

Echo de menos mis ropa interior y mi sujetador deportivo. Los he


mantenido por años. Echo de menos la joyería de mi madre.
Me pongo la camiseta e intento no notar el dolor en mi cuerpo.

—Estás negra y azul, ¿sabes?

Bajo la vista por primera vez y veo que mi piel está toda magullada.

—Estaba limpia y brillante. Mi cabello estaba lustroso.

Asiente.

—Vi a las chicas en los campamentos de reproducción. Lucían como


la gente lo hacía, antes —me contoneo en los pantalones sin revelarle
mis cuerpo desnudo. Eso no lo detiene de mirar.

Sus ojos azules están asustándome.

Anna mete su cabeza y sonríe.

—¿Están listos?

Will habla, pero no quita sus ojos de mí.

—Sí, sólo necesitamos re-vendar la cabeza de Emma.

Su sonrisa es irritante. La fulmino con la mirada. Extiende su mano


hacia mí.

—Vamos, conozco la forma. —Le enseño el dedo y agarro la mano de


ella. Lo veo mirándome como un depredador.

Ella sonríe, pero yo frunzo el ceño.

—Él me asusta.

Ella se ríe.

—Él es diferente. Déjame decirte. Solía ser un gran cretino —Agarro


sus manos apretadamente.

Una hora más tarde, una nueva venda y una inyección para el
tétanos y antibióticos y nos ponemos en camino. Mastico una pata de
pavo que Jake ha encontrado para mí. Devoro un tazón de avena
cuando el tipo de los primeros auxilios se encuentra rehaciendo mis
vendajes. Sarah al parecer los ha comido fuera de casa y en casa. Trato
de explicar que ella está acostumbrada a consumir más alimentos que
yo.

El camino no parece familiar. Veo las ramas rotas y quiero sonreír


pero no lo hago. Toco con la punta de mi mano libre el pavo y echo un
vistazo rápido a Jake. Sonríe abiertamente y me guiña un ojo. Es tan
sencillo estar cerca de él. Me encanta su sonrisa despreocupada libre de
preocupaciones.

Reduzco la marcha y lanzo la pata de pavo al arbusto. Echo de


menos a Leo. Él la habría comido.

—¿Como está la cabeza?

Miro a Jake que esta esperándome.

—Bien, dolorida. ¿Cómo está la pierna?

El asiente con la cabeza en dirección a la pata de pavo. —Mejor que


la del pavo. — Me rio. Meg va amar a Jake. Se eso.

—¿Me echaste de menos? —Él pregunto y me da un empujón en el


hombro. Siento que mi cara se enciende al instante.

Le empujo de vuelta. —Sí, eche de menos a todos, Anna te echo de


menos mucho. Ella estaba tan emocionada cuando le conté lo que
hiciste en el campamento.

Me empuja de vuelta, —Te eche de menos.

Siento mis labios curvarse en una sonrisa, —Extraño a Leo.

Él se ríe con su risa ruidosa que un día conseguirá matarnos a


todos, —Extrañe más a tu lobo que a mi propio hermano. — Veo los
ojos de Will mirar hacia nosotros. No parece impresionado. —Daros
prisa.

Jake se ríe de nuevo y me da un empujón más fuerte. —Creo que le


gustas.

Sonrío con satisfacción. —Creo que le gustan las chicas en general.


¿Tú conociste a una allí en diminutos shorts y camiseta sin mangas?

Jake se ríe—Lo hice. Ella es uhm, interesante. Ella en realidad es


una masajista.

Alzo una ceja, — ¿Qué es eso?

Él resopla. —Ella frota tu piel para relajarte. Se llama un masaje.


Pongo los ojos en blanco, —Gracia aquí. Se acerca de masajes.
Sencillamente no sabía cómo se les llamaba. —Me pongo a pensar en su
contacto con Jake o Will y quiero apuñalar sus bonitos ojos azules con
un tenedor o una lanza, que nunca está disponible. Esperemos que la
lanza.

—¿Recibiste un masaje? —Pregunto.

Él se ríe, —No, vi la cola de tíos que entran y decidí esperarte para


volver.

La sonrisa en su rostro me hace sentir como si fuéramos las únicas


dos personas en el mundo.

Apuesto a que Will ha tenido algunos masajes. Quiero romper cosas.


En cambio me concentro en Jake y una historia graciosa que me dice
sobre la matanza de los pavos.

Will está haciendo un fuego cuando Jake y yo coronamos la colina.


Sarah está ayudándolo y escuchando cada palabra que dice. A los niños
les encanta Will. Es extraño. La pequeña peste porcina de cabellos
blancos que ataco a Leo le gustaba Will también. El pensamiento sobre
el pequeño mocoso en el campamento hace que mi piel se erice. Estoy
agradecida de que Sarah sea una buena niña. Ella y Meg son mi tipo de
niños. No realmente niñas pero todavía bastante jóvenes para llamarse
niñas.

Will hace fuego rápidamente.

Cojo mi arco y el saco que él guardo a salvo para mi mientras estuve


lejos, y me adentro en el bosque.

La tranquilidad del bosque me llena. Me relajo y siento el arco en


mis manos. Todo se está relajando. Puedo sentir la tensión dejando mis
hombros mientras los estiro unas cuantas veces. Saco una flecha y la
deslizo hacia atrás. Lo mantengo tenso y no hago caso del dolor en mis
brazos o del temblor de mi cuerda.

Escucho. Oigo un crujido en el bosque a la derecha. Veo algo beige.


Contengo mi respiración y estrecho mis ojos. Veo la cola de un enorme
puma. Es una hembra. No mato pumas. No mato gatos. Es una regla
que tengo.

Espero a que ella deje la zona. Sé que nada se va a mover mientras


ella este allí. Se para y me mira durante un minuto.
Sus hermosos ojos encuentran los míos y nos contemplamos
durante un segundo. Ve el arco y se va.

Después de aproximadamente media hora de escuchar sólo el


bosque oigo otro ruido, más allá de las aves que han regresado. Tiro la
flecha y espero. Veo un ciervo. Es más carne que podemos comer pero
estará bien llevar la carne para secar en carne de venado curada. Me
concentro en sus suaves ojos marrones. Cuando da su siguiente paso
me detecta. Vuelve su cabeza y al instante la flecha ha dejado de
volar. La flecha perfora el globo ocular y el ciervo cae. Espero unos
segundos. Por si acaso. Nada se mueve más allá del extraño espasmo
del ciervo.

Saco mi cuchillo hacia fuera y me pongo de cuclillas junto a él. Lo


destripo. Parto los tendones traseros y cuelgo el ciervo de una rama. Es
pesado, hasta destripado.

— ¡Wow!

Miro hacia atrás a Will de pie mirándome.

Tiro de la piel y arrastro el cuchillo a lo largo.

—Creo que me encantas.

Me río, —Bien. Tú puedes llevarlo. — He dejado que sangre y lo he


decapitado. Dejo caer la cabeza y suelto la piel y las vísceras en el
montón de sangre. Sé que el puma está esperando a que nos vayamos.
Corto un enorme trozo de carne dura a lo largo de la parte delantera y
la dejo allí también.

Él lo lanza sobre su hombro. Son aproximadamente setenta y cinco


libras con la carne y el hueso. Will lo lleva como sino pesara nada.

—Eres una tiradora increíble.

Asiento con la cabeza, —Lo sé. He practicado durante años. Cazo a


menudo.

Él se ríe, —Bueno, se ve que eres humilde.

Le miro ofendida, —Soy humilde.

Él niega con la cabeza. No cojo la broma.


—¿Cuál es el plan para las granjas de crianza? — pregunta él.

Le miro y sé que él puede leer mi cara perfectamente.

—No sé. Tenemos que hacer algo. Las matan sin motivo. Mujeres
sanas.

—No hay ninguna razón para que no lo hagan. Estas mujeres


vivirán una vida larga saludable y se convertirán en una carga para la
sociedad. Van a necesitar ayuda y asistencia en la vejez. El Nuevo
Orden mundial está relacionado con la cría para tener éxito, no recrear
toda la población. No quieren a las mujeres, sólo a los bebés. La gente
cultivada es más difícil de lavarles el cerebro. Quieren que los nuevos
niños vean que lo que han hecho fue por el bien común.

—Espera, no te lo creerás, ¿verdad?

Frunce el ceño, —Jesús, no. Han matado a miles de millones de


personas fuera Emma. No merecen dirigir el mundo sólo porque están
más organizados que nosotros y estaban preparados para las
consecuencias. Solo estoy diciendo como piensan.

Nos adentramos en el campamento para ver a Jake hacer reír a las


chicas. Sonrió y me siento aliviada. Él hace que todo se sienta más
liviano.

Arruga su nariz, —¿Qué demonios es eso? —Las chicas se ríen de él.

—Venado—Digo.

Parece aliviado, —Ah, realmente me gusta el venado.

Pongo lo ojos en blanco hacia él y Will comienza a desmontar el


ciervo. Cortamos vario filetes pequeños y carne para guisos. Anna
comienza a hacer un guiso en la olla y Jake asa a la parrilla la carne.
Sarah corta algunas manzanas que conseguimos en el campo. Se ven
pequeñas y viejas pero a ninguno de nosotros nos preocupa. Las añade
al guiso. Manzanas y venado suena raro pero Anna, que agrega agua
resultando una salsa dulce.

Will me mira y frunce el ceño, —Supongo que estamos en el mismo


barco que la última vez. Ningún lugar para asearme.

Me encojo de hombros y le entrego algo de agua de cocinar, —Me


limpias y te limpio.
Asiente con la cabeza y agarra un pedazo pequeño del jabón de
lavanda que Jake todavía tenía desde lo de mi cabaña.

Caminamos hasta el borde del campo y vierte una pequeña cantidad


sobre mí. Lavo mis brazos, manos y cara. Vierte el agua sobre mí
despacio.

Cuando se da la vuelta se quita la camisa. Lo miro frotar su cuerpo


y siento un nudo en la parte de arriba de mi estómago. Su piel es suave
y firme. Me gustaría tocarla. En vez de ello, vierto el agua fría sobre él.
Se quita sus boxers y echo más agua sobre él. Su piel bronceada se
pone como la carne de gallina. Le aclaro un poco más y trato de no
perderme en el agua que gotea por su piel.

Caminamos de vuelta al campamento. Él pone su ropa en una


mochila y se pone la camiseta azul que el llevaba cuando lo conocí con
unos vaqueros. La camiseta se estira a lo largo de su pecho.

—Emma.

Miro hacia Anna que me sonríe maliciosamente, —¿Quieres traer los


boles?

Asiento con la cabeza y ella se ríe. Me sonrojo. Sé que me perdí en


él. Sé que si no tengo cuidado me perderé en él. Puedo sentir como de
importante es para mí. Podría tragarme entera.
Capítulo 17
Traducido por pili
Corregido por Karlix

La antigua cabaña está sola en el campo. Cierro los ojos y dejó que
el viento nos meza, al árbol y a mí. Había temido que nunca más
volvería a verla de nuevo y aquí estoy. Nada se mueve en el campo, la
puerta del granero se balancea con el viento. Todo se mueve en
sincronización con el viento.

Me bajo y cojo mi arco.

Will y yo nos movemos sigilosamente a través del campo primero.


Puedo oír a los demás al entrar en el campo. Sin duda es Jake y su
incapacidad para hacer nada en silencio.

Nos escabullimos hasta la granja y esperamos en el heno.

Will me da una señal para seguir buscando. Muevo mi cabeza y me


arrastro desde el campo. Tengo el arco. Mato más silenciosamente que
él.

Mi flecha esta lista. Mis pies provocan el primer crujido sobre la


grava, que desencadena mi pulso cardiaco.

No hago círculos. Sé que tengo a Will a mi espalda. Es una


sensación muy agradable. Bajo el arco y coloco la flecha. Desenvaino mi
cuchillo de caza.

El sudor persiste sobre mi cara. El verano ha comenzado. Viene


antes cada año.

Miro en el granero primero. Oigo pasos pero sé que son de Will. Él


está caminando detrás de mí, observándome atontado. Anna está
próxima a salir del bosque. Espero que no haya dejado a Jake y a Sarah
en el campo.

El granero está vacío. Levanto la cubierta del búnker en el suelo y


me emociono cuando veo mis cosas depositadas allí.

Limpiaremos la casa.
Miro a Anna cuando camina detrás de él en el granero.

―No te olvides de la bodega del sótano. ―Ella asiente con la cabeza.


Cojo mi rifle de caza de largo alcance y lo arrojo hacia ella. Ella sonríe
ampliamente cuando lo ve.

Will frunce el ceño. ―Eso es demasiada potencia para ella. ―Él está
demasiado serio.

Levanto una ceja. ―Salvo mi vida con él. Ella es probablemente


mejor tiradora que tú con él.

Él resopla. Ella empuja su brazo pero parece forzada. Puedo ver que
no esta tan juguetona y amable con el aún. Ve las diferencias en él. Al
menos le empuja y bromea ahora.

Quito las botas y froto las plantas de mis pies. Me pongo unos
calcetines que he almacenado aquí. Mis pies suspiran con alivio
mientras me ato los cordones. Al instante me sienta mejor.

Agarro unas cuantas bolsas selladas de jerky4 y algunas botellas de


agua.

Jake y Sarah están de pie en el campo de trigo. Puedo ver sus caras.

Agito la mano hacia él para que venga.

Estoy feliz. Me gustaría que pudiésemos vivir aquí. Puedo vernos


manejando esta granja.

No lo oigo hasta que ya es demasiado tarde. Sarah y Jake están


caminando a través de la gravilla charlando como pájaros azules.

Un disparo resuena a través del cielo despejado.

Veo polvo levantarse desde el suelo delante de Jake y Sarah.

Oigo un grito: ―¡CORRED! ―Mis brazos agitándose. La bolsa con


Jerky cae bruscamente de mis manos y las botellas de agua ruedan a lo
largo de la gravilla. Tengo lista una flecha, la lanzo y corro hacia donde
ellos están agachados.

4Jerky:Básicamente, son los restos deshidratados de cualquier tipo de carne, como la vaca,
venado, pavo, tejón.
Jake la recoge y corre en dirección del lado de la casa. Puedo ver el
fogonazo del alcance y lanzo al vuelo la flecha. Tengo otro tiro y estoy
buscando el viento.

No veo nada pero un disparo resuena una vez más y aparece una
mancha de polvo a mi derecha. Tropiezo en el campo. Me agacho y corro
con la flecha preparada. Una forma oscura aparece a través del trigo y
salta hacia mí desde el lado derecho. Estoy rodeada.

Mi arco se cae pero tengo mi cuchillo de caza fuera otra vez. Estoy
dando puñaladas pero la persona que me tira a tierra se mueve más
rápido que yo. Sus manos agarran mis muñecas. Veo su sonrisa
mientras me tira al suelo.

Fija mis muñecas al suelo y lanzo un grito: ― ¿Por qué?

Se ríe. ―Sabía que tendrías sitios como este. Sabía que él te


prepararía.

Serge me tiene atrapada. Su peso sostiene mi cuerpo al suelo. Trato


de darle un puntapié, pero es demasiado ancho entre mis piernas para
que me salga una buena patada.

―Seguramente hayas tenido suficiente, linda Emma Ray.

Me estremezco. ―Vete a la mierda.

Se aprieta en mí. ―Creo que eso se puede arreglar. ―Silba. Oigo el


susurro del heno donde otra gente está en el campo. Parece que el trigo
cruje en siete localidades.

―Aunque nunca me imaginé que serías una rebelde. Cuando vimos


que te dirigías allí, me sorprendí bastante. Tu padre estaría orgulloso de
la mujer en que te has convertido. ―Sus ojos me miran con lascivia.
Lame sus labios agrietados. Tengo problemas para tragar y hablar.

Espero varios resultados. Will luchará y probablemente matará a


tres, Anna atrapará al menos dos y Jake morirá. Al resto nos llevara
cautivos y Will morirá tratando de detenerlos.

Lo que no esperaba que pasara es que Serge baje su cara a la mía.


Su aliento caliente está a una pulgada de la mía. Cuando una forma
oscura lo aleja de un tirón de mí. Veo piel y colmillos. Lanza un grito
pero la enorme mandíbula desgarra su garganta.
Me extiendo para alcanzar su pelaje. Leo gruñe hacia mí. Me
reprende. Inclino mi cabeza hacia él. Resopla y sacude su cabeza. La
sangre cubre su hocico.

Oigo un cañonazo y sé que la lucha ha comenzado.

Levanto el arco de la tierra y lanzo una flecha rápido. Mi mano


tiembla. Estabilizo mi brazo y suelto la flecha golpeando a un hombre
con vello rojo en su cuello. Es el hombre cuya nariz rompí.

Lanzo otra flecha. Las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas.
Golpeo a un hombre de pelo oscuro que está sujetando a Sarah
alrededor del cuello y apuntando con un arma hacia Jake. Mi flecha
atraviesa su sien.

Anna le ha pegado un tiro a dos hombres y Will está en el suelo


luchando con el que creo es el último de ellos. No veo movimientos. Oigo
los sollozos en mi pecho pero no puedo hacer que paren. Es como si mi
cuerpo necesitase liberarse e iba a llorar así me gustara o no. Bajo la
vista hacia Leo y caigo sobre mis rodillas. No salta hacia mí como
normalmente hace. Puede sentir las diferencias. Viene despacio. Me
empuja suavemente y me cubre con su calidez. Lloro en él. Su grueso
pelaje oscuro se pega a mis lágrimas y a la saliva que sale de su boca.
Detecta el cambio en mí. Sé que lo hace.

Lo siento en el también. Le he dejado demasiado tiempo y él ha


venido a buscarme. Está más delgado de lo que logro recordar que haya
estado. ¿Cuánto tiempo ha estado esperado en los campos por mí para
venir a por él? Pasa un momento con todas las cosas que podrían haber
sucedido. No lucho contra los malos pensamientos. Los dejo pasar a
través de mí y salen por el otro lado.

―Jake, este es Leo ―Anna corre hacia mí.

Sus pasos en la gravilla me asustan. No porque alguien este


corriendo hacia mí sino porque ella está haciendo ruido en un lugar que
siempre ha sido tranquilo. La tranquilidad ha desaparecido. Tengo
miedo por la antigua cabaña.

―Carajo Emma. Eso fue asqueroso. Sus sesos salieron por el otro
lado. Sarah está vomitando. ― dice Jake haciendo un sonido de vomito.

Me río entre dientes. Es suave y probablemente no una verdadera


risa, pero algo es algo. El amigo de mi padre iba a rasgar mi ropa y
tomarme por la fuerza del modo en que probablemente ha hecho con
cientos de otras chicas. El mundo está ahora patas arriba. No hay nada
bueno en él, excepto las personas que estamos aquí.

Oigo las palabras de mi padre en mi cabeza, La supervivencia


significa tomar de todos los demás. Somos solamente tú y yo, Em. Se
trata de nosotros y ellos.

Pero mi círculo de abrazos y calor crece y ya no es sólo él y yo.


Siento que Anna se une y Jake. A continuación, Sara que está nerviosa
por lobo y me abraza. Will se cierne sobre nosotros.

―Eres una tiradora mortífera, Anna. Te mereces ese rifle.

Levanta la vista hacia él y sonríe. ―Alguien tenía que mantener a


Jake vivo.

Jake se ríe. Will sonríe pero puedo ver el daño que el comentario
provoca en su cara. Ella no lo quiso decir del modo en que él lo ha
tomado.

Leo se sienta con los ojos cerrados y su boca en una sonrisa de lobo.
Ama los animales domésticos y las caricias que Anna y yo le damos.

―Te eche de menos también. Te falle. ¿Dónde está Meg?

Sus ojos abiertos. Se queja. Suspiro. ― Cristo, ¿ella se ha ido?

Me acaricia con el hocico.

― ¿Hablas el idioma de los lobos?

Me río de la cara desconcertada de Sarah. ―No, hablo Leo, el no


habla el idioma de los lobos tampoco. Él me habla a mí.

Sostengo su enorme cara y miro dentro de sus amarillos ojos de


lobo. ― ¿Amigo, Meg se ha ido?

Lame sus labios y gime. Me siento enferma. Está inquieto. Algo no


está bien. Levanto la mirada hacia Will. ― ¿Atacan los campamentos?

Will parece como que podría decir no, pero se detiene y asiente con
la cabeza. ―Una vez. Fue hace mucho tiempo. No ese campamento sino
otro. ¿Por qué, él dice eso?

Niego con la cabeza. ―Él está ansioso y lo dejé con Meg. Abandonó la
comida y una cama para venir a encontrarme. Parece extraño. Ha
perdido peso. Ha estado cazando para sí mismo. Él se aleja cuando caza
solo. A veces cuando quería acampar en una de nuestras casas, él
permanecía en los bosques cercanos y cazaba. Él siempre se aleja.

Will mira hacia la montaña. ―Tenemos que ponernos en marcha


entonces.

Quiero quedarme una noche pero los muertos esparcidos por el


patio me hacen reflexionar sobre ese plan.

―Anna, cierra el búnker y Jake cierra la casa. Le conseguiré a Leo


algo de agua y rellenaré las botellas de agua.

Will sonríe. ―Me quedaré de guardia y Sarah puede echarme una


mano.

Ella le sonríe. Él le gusta mucho. ¿Me pregunto si ella se siente


segura con él del modo en que lo hago yo?

Me quedo concentrada en sus ojos azules durante un segundo y


luego me obligo a apartarlos.

Recorro con mis dedos el pelaje de Leo mientras caminamos hacia el


enorme pozo. Bombeo el motor, luego levanto y acciono la palanca.
Siempre dejo que los primeros bombeos de agua se derramen del
surtidor sobre el suelo. Leo sabe que no debe beber demasiado.

Él espera pacientemente. Tiro de la cacerola y la dejo colocada


alrededor de la casa del pozo, fuera de su escondite. La aclaro y la lleno
de agua fría después de aproximadamente quince bombas
desperdiciadas.

Leo da vueltas rápidamente. Mira cuando el recipiente profundo está


vacío. Lo lleno tres veces antes de que el deje de mostrar interés.

Relleno las botellas de agua en mi mochila. Bebo una botella llena


de agua limpia y fresca y después la vuelvo a llenar. Anna llega y bebe
una y a continuación la rellena también. Jake se une a Will y a Sarah.
Su cojera continua siendo importante. Me preguntó si alguna vez estará
mejor.

Abandonamos la cabaña de una manera que me hace sentir extraña.


Caminamos y hablamos y picamos jerky que tenía guardado de la
última vez que abastecí mis armarios de suministro.

A Leo no parece que le gusta esto tampoco. Él esta agitado.


Me preocupo por Meg. Pasamos por la sombra del árbol. Puedo ver
que Leo ha dormido aquí. La hierba y las ramas alrededor de ello se
encuentran en la forma de uno de sus nidos.

Giramos en dirección contraria a mi cabaña y mi corazón da un


fuerte tirón. Quiero irme a casa. Leo está parado allí durante un
segundo y aúlla.

―Vamos chico.

Trota detrás de mí y guarda el paso conmigo durante un rato. Pronto


se relaja y comienza a confiar en que no me voy a marchar a cualquier
sitio y avanza. Explora perfectamente. Es silencioso y demasiado
inteligente.

Nos movemos a lo largo de la ladera sin hablar. Le he estado dando


a Jack miradas asesinas cada vez que comienza a hablar con Sarah.

Levanto la mirada cuando estamos cerca del campamento para ver


al explorador en el árbol. Will agita la mano y el explorador grita:
―¡Santa Mierda! mira lo que trajo el gato.

Will saluda y sonríe. ―En realidad, es lo que el lobo trajo por los
pelos ―Él mira atrás hacía mí.

Leo levanta el labio hacia Will. Yo acaricio su cara.

El campamento está muy animado, al igual que lo estaba cuando


nos fuimos.

Mary viene corriendo y oigo el chillido del pequeño mocoso de pelo


blanco.

― ¡Lobito!

Leo se enrosca en mí. El pequeño monstruo viene disparado hacia


nosotros. Antes de que tenga una oportunidad, Anna detiene sus
pequeños brazos. El lobo va a morderte. Lo entrenamos para morder
a niños pequeños.

Ella se da la vuelta y refunfuña hacia Leo quien gruñe de vuelta. El


pequeño monstruo llora y huye.

Anna me da una mirada. Yo le he advertido sobre el pequeño


monstruo.

Me rio. Mary me da una mirada asesina. Me rio más firme.


―Él no quiere hacer daño. ―Su voz es suave y grosera.

El niño corre hacia ella y la abraza. Él finge llorar y se acurruca en


ella. Él mira hacia atrás a nosotros y hace la representación mucho más
ruidosa. Pongo los ojos en blanco: ―Mary, esta es Sarah.

Will me interrumpe, ―Y mi hermana Anna y mi hermano Jake. ―


Mary sonríe con satisfacción hacia Jake.

Jake se sonroja. Me parece gracioso. Ella me besó y ahora ella está


echando un vistazo al chico que resulta gustarme mucho. Me siento
enfadada no sé por qué. Mary no es mi novia y Jake no es mi novio pero
la idea de ellos estando juntos me lastima.

Ella camina hacia Will y lo besa en la mejilla. ―Bienvenido a casa y


bienvenidos a todos.

Bien, he tenido suficiente. Me alejo y me dirijo a la tienda de


campaña.

Leo se aferra a mí. Él sigue mirando hacia atrás al mocoso en brazos


de Mary.

Bajo la mirada hacia él. ―Lo sé amigo, pero no puedes hacerle daño.

Nuestra tienda parece más pequeña de lo que yo recuerdo. Abro la


solapa y siento la subida de calor en mi cara al instante. Meg está
abrazando a un tipo que supongo está en algún punto entorno a los
treinta. Antes de esperar por explicaciones o presentaciones. Los ojos de
Meg parpadean hacia mí y comienza a gritar, no puedo detener el
impulso. Salto dentro de la tienda y lo alejo precipitadamente de ella.
Lo estoy ahogando en el suelo y ella está llorando en mis brazos. Leo
está en la tienda de campaña y gruñendo. Su baba se cae por todas
partes de la cara del hombre.

Alza las manos en el aire. Trata de hablar pero mantengo su


garganta apretada con todas mis fuerzas.

―Emma, ¡dulce madre de todo lo santo! deja de intentar matarlo. Él


es mi novio. Eric Honey, esta es Emma. Emma. ¡EMMA!
No hago caso de ella y aplasto su cabeza hacia abajo en las suaves
almohadas mullidas. Lamento que no fuera una roca.

Leo se inclina más próximo. Comprendo su ansiedad. Él sabe que


este pervertido se aprovecha de Meg. Probablemente, ella le dio una
patada fuera de la tienda. Quiero desechar este pensamiento sobre este
idiota hiriéndola.

―¡EMMA! ―La voz enojada de un hombre llena la tienda de


campaña.

Siento unos brazos agarrándome. Manos fuertes me levantan lejos


de él pero lanzo patadas. Mis botas aterrizan en su cara. Oigo un
crujido. La sangre sale a borbotones de su cara. Sus manos vuelan para
proteger su cara pero consigo dar unas pocas patadas antes de que me
arrastren fuera del cuerpo del hombre.

Meg me abofetea. ― ¡PARA EMMA! ¡PARA!

Refunfuño. ―Él es un hombre mayor, Meg. Él se está aprovechando


de ti.

Mary está en mi cara, ella acaricia mis mejillas. ―Emma, Meg ha


cumplido dieciséis. Le está permitido escoger amantes a los dieciséis.

Doy un puntapié a Meg en el muslo con mi bota. ―Ella les mintió.


Ella todavía no ha cumplido dieciséis. Ella aún tiene quince.

Mary mira a Meg que se sonroja. Mary parece enojada con ella, pero
mira de vuelta hacia mí.

―No tienes derecho a atacar a nadie Emma. No aquí. Somos un


campamento de paz.

Will me sacude por detrás y aprieta más fuerte mis brazos. ―Emma,
llámalo. ―Todavía puedo ver la tienda de campaña tambalearse. Sé que
Leo probablemente se está comiendo al hombre que sangra. Espero y le
dejo sufrir durante unos segundos más.

Will me aprieta más fuerte y grito mientras mi brazo sube por mi


espalda. Leo está fuera de la tienda antes de que tenga que llamarlo.
Brinca sobre Will y nos empuja a ambos al suelo. Él está gruñendo en
la cara de Will.

Meg grita. ―Déjalo ser Emma. Tú no eres mi mamá. ¿Eric? ¿Bebé?

Miro hacia ella y señalo. ―Sácalo de mi tienda. Lo matare antes de


que cumplas dieciséis, Meg. ―Me vuelvo sobre mis pies, Leo aún tiene a
Will en el suelo.
La mitad ensangrentada y desnuda del hombre tropieza fuera de la
tienda. Sus brazos tienen una buena señal de mordedura sobre la que
se esta escurriendo un lento flujo de sangre.

Me fulmina con la mirada. ―Zorra loca.

―Puto pervertido ―escupo hacia él.

Viene hacia mí pero yo estoy preparada. Le doy un puñetazo en el


ojo. Una vez más él grita y avanza a trompicones. Salto hacia él pero mi
cuerpo es capturado en el aire. Jake me sujeta y cubre mi cara.

― ¿Es eso Meg? ¡Saca a tu amigo de aquí! ―Meg está de rodillas


llorando. Quiero ahogarla, no para matarla. Sólo hasta que pierda su
memoria y se olvide de que él existe.

Mary interviene de cierto modo. ―No, déjame. Eric y yo tenemos


algunas cosas de que hablar. Este no es su primer delito en esta a zona.

Will consigue liberarse de Leo y agarra mi brazo y me retira del


abrazo de Jake. ―Jesucristo, eres una demente a veces.

Jake se ríe. ―Ella fue criada por los lobos, Willy. ¿Qué esperabas?

Me río. No es amarga o enojada, es una verdadera risa. Se escapa de


mi cuerpo y me hace doblarme. Se siente como una liberación similar al
llanto. Siento un calambre en mis tripas de reírme tanto. Leo parece
asustado y me da un empujón. Nunca me ha visto reírme así. Lágrimas
manan de mis ojos.

Wiil me empuja. ―Eres una demente.

Jake me agarra. No siento el dolor del rechazo de Will. Sé que lo


hare más tarde pero por el momento me rio y se siente bien.
Capítulo 18
Traducido por 3lik@
Corregido por Trasguita

Sus lágrimas me molestan. No puedo soportar que ella esté molesta,


porque ellos no pueden estar juntos.

―No eres como Romeo y Julieta idiota. Él es, como, un anciano y


una mierda. Él es un pervertido. ― Anna está tratando de hacerla
entrar en razón. Ella suena como Jake cuando habla. Meg la ignora y
chilla de dolor. Sarah la abraza fuertemente y le acaricia la cabeza.

―No es fácil encontrar un buen hombre que cuide de ti.

Siento mis uñas que se marcan en mis palmas. ―No necesitas a un


hombre. Yo me ocuparé de ti.

Meg llora más fuerte, ― Te odio Emma.

Suspiro y miro a Sarah, ― ¿Estás lista para un chapuzón?

Ella asiente con la cabeza, parece intimidada de nuevo.

―Lo mismo va a pasar si sales con viejos. Asesino a los viejos


pervertidos.

Sarah frunce el ceño, ― ¿Qué es un pervertido?

Suspiro, ― Vamos a nadar niña.

Dejo el área del campamento y recorro el lugar, en el que he pensado


un millón de veces. Cada rama y cada piedra están plasmadas en mi
memoria. Es la primera vez que siento algo lo bastante increíble como
para hacer esta especie de marca positiva en mi mente.

No tengo palabras para lo que Sarah está a punto de ver y no quiero


echárselo a perder. Yo quiero que vea todo esto tal como yo lo hice. Se
siente más dramático por la noche.

Subimos la cresta de la colina y caminamos por la pendiente. Sarah


está detrás de mí. Entramos al claro y la laguna es visible a la derecha
de donde estamos nosotras. Veo el asombro en su rostro; respira y
disfruta de todo. Se acerca a la gran piedra plana y se queda allí,
hipnotizada.

De repente, Mary está junto a mí, ― ¿Cuál es su historia?

Me encojo de hombros. ― Abandonada por su propia madre.


Vendida a los militares por cigarrillos. Enviada a las granjas
reproductoras. Ellos ahora las toman jóvenes y las mantienen
saludables para que puedan criar con tan sólo quince o dieciséis años.

Ella parece horrorizada.

―Es mucho peor de lo que te puedas imaginar.

Mary aprieta mi mano de repente con su cálida y suave mano y me


susurra ―Vamos, no le arruinemos el momento, después lo discutimos.

Adoro a Mary. No lo puedo evitar. Su hijo es un dolor en el culo y


ella permite que los hombres mayores tengan relaciones con menores
de dieciséis años, pero aún así la quiero. A pesar de que nos besamos y
que me gustó, la quiero como a una hermana. Una hermana mayor.
Ella es relajada de la manera que Jake lo es. Nada de esta mierda ha
destruido la alegría dentro de ella.

Tiro de mi camisa, decido ser la primera en romper la tranquilidad


de las aguas. La luna está llena y alta en el cielo. Esto se refleja
perfectamente en el agua del lago. Me quito mi pantalón y veo a Mary
tirar de su vestido. Me quito las botas, recorro el agua con una
profunda inmersión como mi padre me enseñó.

Siento los choques de agua fría. El aire es más caliente que la última
vez, pero el agua todavía está muy fría. Quiero gritar y chillar y
divertirme. Miro hacia atrás a Sarah.

―¿Puedes nadar?

Ella niega con la cabeza.

Nado de vuelta, pero Mary interviene y actúa como una madre con
ella.

―No voy a dejarte por tu cuenta. Vamos a hacerlo juntas y no voy a


soltarte, está bien.

Sarah sonríe y tira de su camisa. Tira de sus pantalones y se sienta


en el borde del agua y sumerge sus pies. Ella jadea por el frío.
Mary se sienta en el borde a su lado y ella se levanta del agua con
delicadeza. Se aferra a la roca y toma la mano de Sarah. Sarah deja
caer su cuerpo en el agua, sin gracia.

Ella tiene pánico y da manotadas alrededor como Leo lo hace


cuando nada.

Mary toma sus manos y se centra su rostro, ―Mantén la calma. La


natación se trata de estar tranquilo.

Sarah está jadeando de miedo. Mary toma sus manos y las besa, ―
Mantén la calma. Ahora confía en mí y veras que estarás nadando en
muy poco tiempo.

Sarah deja de dar manotadas y salpicaduras. Mary se coloca atrás


de su espalda, ―Simplemente relájate. Déjate flotar mirando a las
estrellas.

Decido hacer lo mismo. Me acuesto de espaldas. Dejo los nervios


cuando veo a Sarah flipar y simplemente flotar. El agua me tranquiliza
y Mary nos susurra con suave voz.

―Relaja el cuerpo y deja que el agua haga su parte. Siente mis


manos sostenerte. Soy lo suficientemente fuerte como para hacer eso.
Mira las estrellas. Mira las formas de la luna.

La luna es tan brillante y azul. Nunca la he visto así antes.

―Es tan azul. ― Digo a nadie en particular.

Mary se ríe, ― La luna azul pasa una vez; y se ve azul debido al


polvo y la suciedad en el aire.

Me siento triste. Sé que ellos rociaron algo más en el cielo. Los


atentados en el principio fueron malos. En el búnker de Brian la
televisión mostraba imágenes de los inicios de la guerra. Los enfermos
vagando y muriendo por las calles, o de alguna manera viviendo con los
dolores y daño cerebral por las fiebres altas.

Las bombas lanzadas entre países asumiendo que esto era guerra
viral.

El desastre que nos dejaron fue bastante malo, pero tener el grupo
que planeó todo esto con nosotros es injusto.

Me alejo de ese pensamiento y veo la luna. Hemos hecho un desastre


de este lugar.
Miro a mi lado y el agua esta mansa otra vez. Sarah y Mary han
salido. Las estrellas se reflejan en el agua. Estoy acostada entre las
estrellas. Soy parte del universo.

El único movimiento en el agua viene de mi cuerpo. Me acuesto


completamente inmóvil y soy la única en él. Me siento en el cielo,
flotando y existiendo.

La luna es tan brillante, las estrellas parecen más cerca de ella.


Siento que las olas me mecen. Levanto la vista para ver a Jake en el
agua conmigo. Dejo que mi cuerpo se sumergiera. Estoy desnuda. Me
imagino que él también.

― Desde aquí se ve increíble. ― Anna grita desde la orilla de la gran


roca.

Jake mira hacia arriba. La belleza lo silencia.

Anna salta, apenas haciendo una ondulación en el agua y emerge a


mi lado. Ella sonríe, ―Meg nunca te va a perdonar.

Resoplo, ―Ella tiene suerte de que no toqué su piel con el cinturón


de Jake.

Él frunce el ceño, ―Mantenme fuera de tu salvajismo. Soy un


amante, no un luchador.

Anna rueda sus ojos: ―¿A quién has amando? ―Su rostro se
enrojece cuando se da cuenta de lo que ella ha preguntado

Él se ríe.

Veo una figura blanca que salta de la roca en un salto perfecto. Will
emerge junto a Anna. Él hace una mueca, ―¿Estáis desnudos?

Anna nada lejos de él,―Está bien, eso es asqueroso. ¿Podrían


mantener esa conversación en sus mentes? Yo estoy en mi ropa
interior.

Jake vuelve a reír. ― Yo también.

Will asiente. ― Está bien. Yo también. Sus ojos se mueven a mí.


Puedo ver el brillo de ellos con la luz de la luna. ―¿Qué hay de ti?

Me río y puntualizo, ―Quédate ahí.


Su risa florece como eco en las paredes de roca. Hay alegría y
misterio en la laguna.

Jake mira a Will, ―¿Así que es aquí donde estabas?

Will da una breve inclinación de cabeza, -― La mayor parte.

Anna da un bufido y le salpica, ―Bruto. Nosotros hemos estado


huyendo de los esclavistas, los otros, los infectados que simplemente no
mueren, mientras ¿tú estabas aquí?

Él luce triste, ―Fui a por vosotros.

Me siento incómoda con la conversación. Quiero salir, pero no


quiero mostrarles mi trasero desnudo cuando lo haga. Me doy la vuelta
y miro a la luna otra vez y trato de mantener mi cuerpo en el agua.

La voz de ella se exalta. El humor se ha ido, ― ¿Cuándo? ¿Cuándo


fuiste a por nosotros?

― Anna, ellos me hicieron trabajar en el campo durante un año y


luego me hicieron la prueba y me enviaron a las granjas reproductoras.
Estuve allí por tres meses. Os busqué después de eso.

Suena enojada, ―¿Cuánto tiempo? ¿Por cuánto tiempo?

― Anna detente, está bien. Estamos juntos ahora. ― Jake le ruega.

―No Jake. Él nos abandonó.

Will suspira de nuevo, ―Anna, os busqué por dos años. En cada


ciudad, cada bar y prostíbulo. Busqué en los campamentos esclavistas
solo por si acaso. Os busqué. Os lloré. Hice una pequeña lápida y un
funeral porque no podía soportar estar solo nunca más. Pregúntale a
Emma. Cuando la conocí, dijo vuestros nombres y casi me come Leo
por atacarla. Cruzamos las montañas y os buscamos. Os encontré. He
cruzado el país tres veces.

Ella solloza; ―Tú nos dejaste. Pasamos hambre. Escapamos y


luchamos y corrimos un poco más.― Sus sollozos se amortiguan.

La miro y Will la está abrazando, ―Te tengo ahora. Nunca te dejaré


de nuevo.

Jake se une al abrazo. Yo pretendo ver las estrellas y la luna. Me


gustaría estar en la luna. Tengo frío y estoy incómoda. No entiendo lo
que está pasando. ¿Cómo pueden decir cosas tan crueles los unos a los
otros y luego abrazarse?

Todos se abrazan, suspiro, y finalmente, no puedo soportarlo.


Balbuceo bajo el agua y nado debajo de ella todo el camino hasta la
roca plana. Saltó y tiro de mí hacia la roca. Agarro mi ropa y corro por
la colina. Escucho sus voces que me llaman.

Es como la primera vez. Tengo que empezar a hacer reservaciones


para que pueda tener mi charco de sangre para mí sola. Me pongo mi
ropa mojada y empapada en el camino. Puedo sentir la suciedad
adherirse a mis pies y arrastrarse en mis pantalones. Antes de que
siquiera estuviera completamente vestida, corro hasta la fogata para
esconderme. Mary se acerca a mí con una taza de sidra. La tomo y
disfruto de ella. La dulzura es abrumadora, pero el calor es increíble.

―Meg no es la primera chica de Eric. Siento haber dudado de ti.

Quiero asentir y decir que está bien, pero sé que rompí las reglas
también, ―Me disculpo por la pelea. ¿Su brazo está bien?

Ella se ríe, ―No. Tiene puntos de sutura, la nariz rota y


ennegrecidos ambos ojos.

Sonreí y disfruté de la sidra, ―Quiero sentirme mal. ¿Eso cuenta?

Se ríe y el demonio de cabello blanco viene a mi lado. Leo está


descansando en la fogata.

Mary besa sus pequeñas manos y le habla en voz baja. ―Nada de


lobito, ¿está bien? Está durmiendo y te morderá.

La pequeña bestia se acurruca en su regazo, llevo mucho tiempo


odiándolo. Es fugaz. Una chispa cae sobre él y comienza a chillar. Ella
lo lleva a la cama.

Meg se acerca, pero no se fija en mí. Ella le habla a la fogata. ―No


quiero perdonarte, pero yo sé porque lo hiciste. A mi mamá le hubiera
gustado que lo hicieras. Tengo que ser honesta acerca de eso. Mi mamá
siempre decía que nada de chicos mayores.

Le entrego mi taza y ella le da unos sorbos.

― Eso es generoso de tu parte Meg. No quería que la perdieras. Es


solo que no se me da bien ese tipo de cosas.
Meg me da golpe con su brazo, ―Oh Emma, detente. Sé que eres
virgen. Tienes un letrero en tu frente, que dice pura.

Me estremezco, ―Ya no tanto.

Se da la vuelta bruscamente, ―¿Qué? ¿Con Jake? Pensé que sería


con Will, pero después de conocer a Jake ya no sé a quién me gustaría
tener. Aunque es bueno que hayas escogido, aquí entre nosotras, Mary
le ha echado un ojo al hermano menor como una osa en celo.

Me río. Mi abuela siempre decía eso.

Niego con la cabeza, ―En las granjas de reproductoras...

―Oh Dios. No. No tú. No es así. ―Me interrumpe y cubre sus ojos.

Niego con la cabeza, ―No, no es lo que piensas. Todo se hace con


máquinas e instrumentos. Nada de hombres. El médico lo hizo con una
barra de metal, eso creo. Vi un destello de plata de todos modos.

Ella luce horrorizada. Se santigua, es la primera vez que veo a


alguien hacer eso en mucho tiempo.

―No me extraña que vuelvas y ataques a Eric. Nunca vas a tener


relaciones sexuales después de algo así.

Me río. No estoy traumatizada por el evento. Le expliqué lo que me


había pasado cuando vi a Anna en el centro. Yo sé lo que es una virgen.
Sé que no lo soy, no técnicamente.

―Me siento bien con eso. Fue malo por un día. He hecho cosas
peores en mi vida.

Ella lo acepta y sonríe, ―Eso no es verdad. ― Ella bebe de la sidra a


la luz del fuego.

Me olvido de todo. Dejo que se queme y que flote con las cenizas de
los troncos.

― ¿Así que no has elegido a uno de los hermanos? Le gustas a los


dos.

Niego con la cabeza, ―Eso es un dilema.

Se ríe, ―No es un dilema malo, si tú me lo preguntas.

Me encojo de hombros y me siento en el tronco. Oigo un chasquido


de una ramita y miro hacia la derecha, donde está el camino. Me río al
instante. Will está desnudo. Está sosteniendo algo de ropa sobre sus
genitales.

― Quiero mi ropa, Emma. Ahora.

― ¿Qué?

―Tomaste mi ropa. ― Levanta una ceja y entra en mi tienda.

Su trasero desnudo casi me hace parar de reír. Es musculoso y por


una fracción de segundo, miró a Meg. Ella hace un gesto cortante como
si fuera una manzana. Asiento con la cabeza y lo sigo a la tienda.

Lo contemplo por un segundo, simplemente sin ropa y de pie


desnudo fuera de la tienda a la vista de todos. Podría estar más segura
fuera, que dentro medio desnuda.

Me quedo ahí por un segundo y contemplo mi dilema y lo mucho


que este empeora.

Me miro la ropa, no puedo creer que no me haya dado cuenta de lo


grande que son o que huelen a él.

―Emma. Ahora. ― Su voz me hizo saltar y sin pensarlo entro en la


tienda.

Yo no lo puedo ver en la oscuridad. Estoy muy agradecida de eso.


Eso significa que no puede verme tampoco.

Me quito la camisa y la sostengo en la oscuridad. Su mano


encuentra la mía. Tomo la ropa en sus manos y tiro de ella. Me bajo los
pantalones y me siento rara estando medio desnuda delante de él.
Sostengo los pantalones para él, pero él me tira hacia su cuerpo
desnudo. Mi camiseta es la única cosa entre nosotros. Sus manos están
en mi trasero desnudo.

Sus labios se encuentran con los míos. Él tira de mí hacia arriba,


sacándome el aire. Su cara está enterrada en mi cuello. Mis pies tocan
el suelo de la tienda otra vez y sus labios se arrastran arriba y abajo de
mi garganta hasta encontrar mis labios. Chupándome y besándome, me
siento perdida. Su lengua se encuentra con la mía, mientras sus manos
recorren mi espalda y mi trasero desnudo. Gimo. Mi piel está ardiendo.
Ni siquiera sé lo que tengo que hacer. Puedo sentir su cuerpo contra el
mío y sé lo que él quiere hacer. Entro en pánico y lo alejo.
Se ríe con una risa gutural, ―Eres una calentona5. Esto solo hará
que dure demasiado.

Me tropiezo hacia atrás y rápidamente me pongo mis pantalones. Mi


cuerpo se siente raro. Mis pantalones se sienten apretados y hacen
presión. Me siento extraña con su rutina de seducción e indiferencia. Mi
cerebro instintivamente me recuerda a la chica de los pantalones cortos
que lo besaba.

―Yo no quiero ser un agujero más en el cinturón de alguien, Will. ―


Salgo de la tienda y me siento orgullosa de mí misma. Me encanta
cuando puedo usar las líneas de las novelas románticas de la abuela.
Se siente como si ella me entregara la sabiduría a través de ellos.

En realidad no entiendo la parte de los agujeros en el cinturón cada


vez que haces el amor con alguien, pero Will es exactamente igual que
los hombres en las novelas picarescas de la abuela. Él es muy guapo y
arrogante.

Quiero ser la novia virgen que se enamora de la persona correcta.


Un hombre como Jake. Honesto, leal, divertido y dulce.

Me paro en la fogata dejando que el calor se filtre en mí.

Meg levanta la vista y sonríe, ― Esa tienda ha estado muy ocupada


últimamente.

Frunzo el ceño ante ella, ―Recuerda que tienes quince años, por
favor. Tú no tienes veinticinco.

Se encoge de hombros, ―No hay nadie aquí que llegue a los


veinticinco, Emma. Tenemos que vivir el presente y disfrutar de lo que
tenemos ahora. Hace dos meses tuve una mamá. Ahora te tengo a ti.
Estoy agradecida. Incluso si eres un dolor en el trasero.

Resoplo hacia ella.

Sarah se acerca y se acurruca en mi brazo. Pienso en el asqueroso


hombre que puso sus sucias garras viejas en Meg y le susurro al oído, ―
Te quedas conmigo o con Meg o Mary o con Anna en todo momento, ¿de
acuerdo?

Ella me mira y asiente, ―Está bien.

5 También conocida como “calientapollas”


―No vayas por el bosque o tiendas de campaña con alguien que no
conoces o cualquier hombre. Los hombres son el diablo.

Ella responde con un escalofrío y un abrazo. Probablemente debería


seguir ese consejo también.

― Me gusta Will y Jake. ― La abrazo con más fuerza y camino a la


fogata. Jake ya está tocando la guitarra. Al parecer, son una familia de
músicos. Anna está sentada en un tronco esperando por mí. Cuando
me siento, me pasa un vaso de sidra. Su sabor es como si le hubieran
añadido licor, ahora sabe a sidra fuerte.

Will trae su guitarra y se sienta al lado de Jake. Ellos sonríen el uno


al otro. Will se le une y empieza a cantar. Sus dedos se mueven rápido.
Meg toca una pandereta.

―Esta era la canción favorita de nuestro padre. De un grupo llamado


The Lumineers. Eran famosos en 2012. Papá, Jake y Will los vieron en
vivo en Denver. ― La voz de Will era perfecta para la canción. Él y Jake
cantan gritando algo acerca de Ho y Hey. Me he enamorado de ellos y
cuán grande me hacen sentir en mi mundo.

La gente está bailando alrededor del fuego y bebiendo. Me siento


como si estuviera acampando y no escondiéndome en el bosque
mientras las palabras se desmoronan.
Capítulo 19
Traducido por 3lik@
Corregido por Trasguita

Observo a Sarah y a Leo salpicándose alrededor de la laguna. El


nado de perro de ella coincide con el de Leo.

Jake se sienta a mi lado, ― ¿Me estas evitando?

Un calor me recorre hasta mis mejillas, ― No. Sólo, ya sabes. Yo


solo, bien. No. ―Soy una idiota.

Él ríe, —Lo estás. Lamento haberte besado aquel día. Si hubiera


sabido que iba a ponerse raro entre nosotros, no lo hubiese hecho.

Lo miro sin apartar los ojos de Sarah y Leo, ―No lo sientas. Me


alegro de que me besaras.

Su tonta sonrisa hace que mi rostro esté más caliente. Sus ojos me
hacen feliz. Él es dulce, sincero y lo amo. Ahora lo sé.

Se inclina para besarme pero lo empujo hacia atrás y miro a Sarah,


― No delante de ella.

Él baja la mirada, ―Lo siento. Olvidé que ahora eres una modelo a
seguir.

La idea me hace reír, ― Sí. O no existe ningún Dios en absoluto, o él


tiene un gran sentido del humor.

Sarah lanzó a Leo y él nada hacia la orilla. Se sacude y nos da


salpicaduras de agua de perro. Puse mis manos como si fueran a
detener el flujo de las gotas de agua que se disparan contra nosotros. Él
hace su cara tonta de lobo y se sacude una vez más.

― Pequeño mocoso.

Él se pasea hasta donde estoy y se acuesta bajo el sol.

Sarah nada hacia la roca plana y nos mira. Sus ojos azules brillan
con sol como los de Jake.
―Vosotros parecéis estar juntos. ―Ella dice.

Miro a Jake y levanto una ceja.

Él envuelve un brazo alrededor de mí, ―Tal vez algún día lo estemos.


Por matrimonio.

Me libero de sus brazos, ―Eres un tonto.

Anna viene por el camino. ―Hola chicos.

Ella tira de su camisa y baja sus pantalones. Salta al agua. Un


destello de ropa interior de color beige y una camiseta blanca llena mi
vista.

Jake se tapa los ojos, ―Quema. Quema. ¿Por qué los aldeanos no
hacen trajes de baño? Jesús.

Anna se ríe y nos salpica. ― Sí, porque puedo usar la ropa interior,
idiota.

Ella nada en círculo y me sonríe. ―Me encanta este lugar.

―Es bastante impresionante. ― Le digo.

―¿Nos quedaremos aquí? ―Sarah se pregunta a sí misma y se


empuja sobre la roca. Se acuesta al lado de Leo en el sol. Puedo decir
por el cambio en su posición que Jake se siente incómodo. La ropa
interior no hace una gran cobertura.

Miro el agua y asiento lentamente, ―Tú, Anna y Meg si. Yo tengo que
ir y liberar a las mujeres de las granjas reproductoras.

Jake me mira. Él lo desaprueba. -―Tú no harás nada que implique ir


a ese lugar.

Lo miro, pero no me molesto en comenzar una discusión. Sé lo que


tengo que hacer.

Me dirijo a Sarah y le sonrió. ―Esto es increíble aquí. Somos


afortunadas.

―Jake, tú y Will son unos músicos increíbles.

Sus mejillas se enrojecen. ― Sí, papá era grande en la música. Solo


una cosa extraño de allí y mamá no era música. Papá, Will y yo
siempre estábamos tocando instrumentos.
Sarah le sonríe a él, ―¿Me puedes enseñar?

Él asiente con la cabeza. ―Sí, tal vez pueda enseñarte a ti y a Emma


al mismo tiempo. Tú sabes, una vez a la semana.

Echo un vistazo a Jake y trato de ignorar sus increíblemente largas


pestañas o su sonrisa, ―Voy a subir.

Se pone de pie torpemente. Su pierna aún no está al cien por ciento.


―Iré contigo.

―Anna ¿te puedes quedar con Sarah y asegurarte de que no se


ahogue?

―Por supuesto

Jake toma mi mano y tira de mi hacia arriba de la colina. ―¿Quieres


tomar una siesta, como la que tuvimos en el sofá de la casa?

Suelto una risita, ―No, quiero ser capaz de encontrar la ubicación de


las granjas. Vamos a necesitar ayuda.

Él besa mi mano, ―Creo que la siesta es una gran manera de


conseguir ideas.

Hago una mueca porque sus labios están en mi mano, ―No sé


cuándo fue la última vez que me lavé.

Él escupe en el suelo, ―Eres la persona menos discreta que he


conocido.

Sonrío, ―Fui criada por lobos. ¿Qué esperabas?

Se ríe y me tira a sus brazos. Apretando sus labios contra los míos y
arrancándome la culpa que me atraviesa. Empujo su pecho y pienso en
los labios de su hermano contra los míos días atrás.

Se ve herido, ― ¿Hay algo que deba saber? ¿Algo entre tú y Will?

Niego con la cabeza, ―No. ―Es una mentira y lo sé, pero mis labios
hablan antes que mi cerebro pueda pensar. No puedo soportar la idea
de hacerle daño.

Él me besa suavemente, ―Creo que ahí hay algo.

Cierro los ojos. Siento como si fuera a llorar, ―Tengo que salvar al
mundo antes de que pueda tener esta conversación. ― Puedo sentir sus
labios torcerse en una sonrisa contra los míos.
―Deja que todos se maten entre sí. Quédate aquí conmigo.

Abro los ojos y dejo que las pocas lágrimas que se han acumulado
corran por mis mejillas, ― No puedo.

Se ve herido de nuevo, ― ¿Quieres decir que no lo harás?

Me muerdo el labio, ― ¿Es importante? No puedo dejarlas allí.

Niega con la cabeza, ―Has cambiado Emma. Nunca te preocupabas


por nada y ahora te importa todo. Recoges perros callejeros cada vez
que sales.

―Mi padre me advirtió que, si me importaba algo, me importaría


todo.

Besa mis labios una vez más, ―Te arruinamos.

Sacudo la cabeza y tiro de él, ―Tú me salvaste. ―Subo a la cima de


la colina. Yo sé que él no me puede atrapar. Las lágrimas me ciegan.

Echo a correr y huyo por la seguridad del bosque. Sé que los


guardias en los árboles pueden verme correr, pero no me importa.

Mis manos se clavan en la tierra blanda de la colina mientras busco


mi camino. Salto sobre el otro lado y dejo que la tristeza fluya de mí.

Las imágenes de las bolsas de basura abiertas se plasman detrás de


mis ojos cerrados.

Me cubro los ojos con las manos. La suciedad se mezcla con las
lágrimas.

Escucho un fuerte chasquido. Miro hacia arriba esperando ver a


Leo. Él siempre sabe cuando estoy triste o perdida.

A través de las lágrimas veo a un hombre. Sé quién es


instantáneamente. Puedo olerlo.

Se sienta y tira de mí hacia él. Quiero pelear con él, pero no puedo.

Sollozo en su camisa. ―Ellas estaban huecas. Las bolsas se abrieron


y ellas estaban huecas. Sin ojos. Sin tripas. Sólo colgajos de piel. No
puedo dejarlas allí. Había una niña. Una niña.

Él acaricia mi cabeza, ―Está bien. Está bien. No vamos a dejarlas


allí.
Sus dedos rozan la parte superior de mi cabeza.

Will besa la parte superior de mi cabeza. Su aliento caliente en mi


cuero cabelludo me tranquiliza.

―Cuando estuve allí me encontré con un tipo llamado Dillon. Él era


joven como yo, dieciocho años. Trabajábamos un huerto de manzanas
en el sur de Utah. Cuando los médicos llegaron buscando a hombres
jóvenes y sanos, nos escogieron a los dos. Fuimos a las granjas
reproductoras donde tú estabas. Nos hicieron pruebas y se aseguraron
de que estuviéramos sanos. Pasé las pruebas, pero creo que la sangre
de Dillon mostraba que llevaba un gen con la enfermedad de
Huntington. Él no la padecía, pero si tenía hijos, ellos podrían
padecerla, tal vez. Puede que no. ―Su voz era baja, ― Le dijeron que lo
liberarían, ya que no podían utilizarlo. Me estrechó la mano y me deseo
la mejor de las suertes. Dijo que me iba a volver a ver. Me dijo que iba a
tratar de encontrar a su madre y a su padre en Idaho.

Él se estremece y toma un aliento, ―Yo estaba caminando por los


pasillos, pasando por unas especies de ventanas. Dillon y otros tres
chicos con quienes llegamos allí, caminaban en esa zona del jardín. A
través de la ventana vi como llegaba un hombre con una pistola y les
disparaba a todos antes de que cualquiera de ellos pudiera reaccionar o
darse cuenta de lo que les había sucedido.

Había dejado de llorar a mitad de la historia. Aguante la respiración


y mire sus ojos llorosos. ―Dijeron que fue un accidente. Ellos no
querían que nosotros lo viésemos. Lo hicieron a modo de advertencia.
Maldita sea, no sería nada nuevo ya que nosotros no significábamos
nada para ellos.

Él no me mira. Habla como si se encontrara dentro de la historia y


no puede olvidarla, no importa cuánto. Vive con esa culpa. La culpa de
ser el que vive.

―Así que sé lo que se siente sobre todo eso. Cuando conocí a los
científicos que estaban allí con una pistola contra sus cabezas, supe
que aun existía una oportunidad. Querían detenerlo y dejar que la
humanidad empezara de nuevo. La humanidad existe Emma. Está
dentro de cada una de esas bolsas de basura. Está dentro de las
personas que tratan de buscar una vida en las montañas como lo
hiciste tú.

Los recuerdos de mi vieja cabaña llenan mi mente y sonrío.


Él se ríe, ―La sonrisa que cruza tus labios cuando piensas en esa
vieja cabaña es divertida. Puedes sonar un poco loca a modo Susie ama
de casa.

Frunzo el ceño, ― ¿Quién es Susie? ― Él habla sobre alguien que


parece ser un gruñón.

Se ríe de nuevo y me besa en la frente. ―Tenemos que volver.

Me pongo de pie, ―Gracias por dejarme, uhm, llorar.

―Eres la persona más increíble que he conocido. Vives en medio de


todo. ― Él tira de mí hacia él y agarra mi espalda.

Escucho un ruido y veo a Leo que nos mira. Se ve triste. Me dejo


caer de rodillas. Él salta el tronco y se sitúa en frente de mí. Él sube sus
patas y me abraza.

Respiro en su piel. El olor me trae recuerdos.

―Te amo a ti también chico.

Él mira a Will y hace un ruido gutural.

―Él me odia.

Me detengo y froto sus enormes orejas, ―No, no lo hace. Él ni


siquiera ha tratado de comerte todavía. No seas un bebé.

Caminamos de regreso y resuelvo mi debate sobre volver a las


granjas reproductoras. Echo un vistazo a Will y las palabras de Jake
suenan en mi cabeza. Nunca me siento culpable cuando estoy en los
brazos de Will.

En silencio, estoy de acuerdo con Jake, estoy arruinada.


Capítulo 20
Traducido por zipzap744
Corregido por Karlix

―Me importa una mierda en que jodidas condiciones esté allí, Will.
No voy a enviar a mis hombres a esas malditas granjas. Es una misión
suicida, piensa con tu cerebro no con tu polla. Jesús.

La gente no nos puede ayudar, pero puede vigilar desde fuera del
campamento.

El hombre que estaba al lado de Marshall me miró. ―Ella ha llenado


tu cabeza con historias. La hermana de Lisa fue, y le dieron un
apartamento en la ciudad. Joder, ellos no los mataron.―Caminaba
alrededor de los mapas como si fuera un animal enjaulado.

Siento mis dedos retorcerse, pero dejo que Will hable.

―Ella vio lo que vio. No se lo estaba inventando. Mi hermana lo vio.


¿Estás llamando a mi hermana mentirosa?

El hombre de la cara roja, alza los brazos al aire. ―Yo no la estoy


llamando mentirosa, solo confundida. Algunas de las chicas no van a
hacerlo, no todas sobreviven a un parto.

Él se gira de nuevo cuchicheando.

Will se inclina sobre la mesa y mira a Marshall. ―Marshall,


contenedores llenos de cuerpos muertos de mujeres metidos en bolsas.
La enfermera les dijo lo que estaba pasando. No hay apartamentos en la
ciudad.

Jadeos y murmullos se oyen desde fuera de la tienda.

De repente Star está al lado de Will. Ella se agacha tocando la


espalda de él con sus manos.

Yo quería centrarme en Marshall y los combates, pero los puntos de


sus cortes se ven más que nunca con su camiseta tipo top.

Dejé la tienda y me aleje, no quería esperar por lo que ellos


decidieran. Yo lo iba a averiguar por mi cuenta.
― ¿Tú fuiste una de las de las granjas?―Miro hacia una señora de
pelo largo y castaño. Su rostro está envejecido, pero apuesto a que no
es tan mayor. Sus ojos se ven jóvenes.

Asiento con la cabeza. ―Mi hermana todavía está allí. Ella llegó el
año pasado. Se la llevaron―dijo ella.

―Lo siento.

― ¿Es cierto? ¿Los están matando?

Asiento con la cabeza otra vez.

―Lo sabía, yo estuve en la ciudad el año pasado. Así es como ella


quedó atrapada. Nosotros fuimos allí, y nos la quitaron a ella y fuimos
expulsados. Yo era fumadora antes, me dijeron que tenía un sesenta
por ciento de posibilidades de tener cáncer de pulmón o de garganta. No
me acogieron, y luego me echaron de la ciudad.

Me senté en una pequeña mesa con sillas alrededor. ― ¿Cómo era la


ciudad?

Ella niega con la cabeza y se sienta frente a mí. ―Nada parecido a


algo que yo haya visto antes, ―se frotó sus oscuros ojos.― No había
nadie como nosotras. Ya sabes, parecía que ellos no habían pasado
ningún tiempo fuera, en los bosques o en viejas casa abandonadas.
Intentamos dormir en un callejón, pero ellos patrullaban toda la noche.
Amanda y yo, mi hermana, encontramos un sitio bajo un edificio para
dormir. No había nadie como nosotras. Las mujeres eran todas
delgadas y bonitas, con niños pequeños y todos ellos estaban
demasiado limpios. Ellos comen como si nunca estuvieran hambrientos.
Eligen algo y luego lo tiran a la basura.

Mis labios se curvaron en una sonrisa, una sonrisa amarga y


expresiva. ―Bueno, tal vez deberíamos mostrarles lo que es pasar
hambre.

Ella pone una mano sobre la mía. ―Los niños de allí son extraños.
No son normales, son como pequeños adultos con mal genio. Nos
estábamos escondiendo en la parte trasera de un edificio, y llegaron un
grupo de ellos, y tenían tal vez unos doce años. Todos eran guapos y
con un aspecto perfecto. Atacaron a una mujer mayor y la mataron.
Ellos sonreían mientras lo estaban haciendo.

Mi piel se estremeció.
Ella niega con la cabeza. ―Si tú quieres ayudar a sacar a las chicas,
estoy dentro. Tengo gente aquí también. Cuando ellos encuentren a
Amanda, ella va a morir después de que la ayuden a tener a sus bebes.

Admiro su valentía. Ella puede estar flaca y desgastada, pero puedo


ver el fuego en sus cansados ojos.

―Soy Emma.

Ella carraspea y tose. ―Todo el mundo sabe quién eres tu cariño. Yo


soy Nanete, todos me llama Nan.

Ella saca su huesuda mano hacia fuera. Yo la cojo. Se siente suave


en comparación con la mía. ― ¿Cuántos años tienes?

―29.

―Sinceramente, hubiera creído que 40. ―Dejo los músculos de mi


cara inmóviles, y sonrió.― Yo tengo 19.

―Tu aparentas unos 14. Te ves rellenita como ellos, los de la ciudad.
El tener agua y comida los hace como a ti.

Miro mi antebrazo y sé que dice la verdad. Siempre he tenido lo


necesario. No era algo espectacular, pero era más que suficiente. Algo
frio aprieta mi mano. Y veo la cara de lobo de Leo. Su morro está
húmedo. ―Hey chico,―rasco su cara―. Este es Leo.

Ella asiente de nuevo lentamente. Una sonrisa se arrastra por sus


labios como si estuviera de broma, pero yo no lo estoy. ―Él es la razón
por la que todo el mundo sabe quién eres tú, nena.

Le sonrió a él.―Eres una súper estrella Leo.

Ella se ve intimidada por él.

―Bueno Nan, fue un placer conocerte.

―Si planeas algo, házmelo saber.

―Esta soy yo haciéndotelo saber. Tráeme unos siete u ocho de los


chicos que se vean más rudos, que puedan luchar y sepan mantener su
temperamento a la vez. Nos vemos en el lado sudoeste del campamento
en dos horas. Trae paquetes de agua, luz y comida.

Me levanto y voy con Leo a mi lado. Necesito hacer esto con un


pequeño grupo de personas, ya que hay que hacerlo delicadamente. Sé
exactamente cómo hacerlo. Camino en dirección al grupo de mujeres
con el que estuve la última vez en el campamento. A medida que me
acerco hay menos de ellas, y el resto se dedica solo a pelar vegetales, la
mayoría de las demás se han acercado a la tienda de Marshall y Will
para ver qué pasa.

La más vieja de ellos me sonríe. ―Saliste, por lo que veo.

Sonrió de nuevo.―Sí, lo hice. ¿Sabes de alguna mujer por aquí que


pueda luchar?

Ella mira a las 4 mujeres que hay a su lado y abre sus brazos.―
¿Qué somos nosotras? ¿Hígado picado?

Niego con la cabeza. ― No.

Ella pone las manos en sus caderas, y aparta de un soplido un


mechón de pelo que cae sobre sus ojos, en ese momento me doy cuenta
de lo mucho que le brilla.

―Yo era militar antes, pero empecé con mi propio negocio después
de 20 años cuando terminé. Y menos mal que tengo una pensión por
militar, ya que si no, ya me hubiese muerto de hambre.

Todas ellas se rieron. ―Yo era cheff, y soy capaz de hacer muchas
cosas con un cuchillo. ―dijo una mujer con una cicatriz en el rostro.

―Voy a ir a por las mujeres que hay en las granjas reproductoras.


―digo.

La mujer con los cabellos oscuros miró a la más vieja de ellas, e


intercambiaron las miradas.

―Estamos dentro. ¿Cuántas mujeres?

―Cinco sería lo ideal, y tienen que estar en forma, y estar listas en


un par de horas, con un paquete que contenga, luz, alimentos y agua.
Nos veremos en el lado sudoeste del campamento.

Ella se ríe. ―Tu, pedazo de mierda. ¿Las vas a hacer luchar e


infiltrar a un pequeño grupo de ellas, no?

Mis ojos brillan divertidos devolviéndole la mirada. ―No sé de qué


me estás hablando.

Me dirijo hacia el pozo de agua y comienzo a llenar mis botellas.


Leo hace un gruñido, miro hacia arriba y veo a Eric mirándome, sus
ojos todavía muestran moratones que poco a poco están
desvaneciéndose. Yo saludo. Él sacude la cabeza y comienza a reír. Leo
comienza a gruñir así que él levanta sus manos con aire inocente y se
aleja. No sabía que él estaba por aquí en los campos, pero si sabía que
Mary le había ordenado que se retirara. Más de 15 años, eran una
tentación para él.

Miro hacia Leo y froto su pelaje. Podríamos matar a Eric en el


bosque en silencio y nadie lo sabría. Leo podría comérselo.

Saco una flecha de mi carcaj y veo que está casi vacío. Decido que
necesito más las flechas que pensar en matar a Eric.

Camino hacia el bosque por un lado. Leo se introduce en la maleza,


mientras yo preparo nuevas flechas. Este bosque no se siente como el
de casa. Extraño mi cabaña, y sé que Leo también la extraña. Sé que
después de que todo esto termine, y encuentre mi paz interior, volveré a
casa.

El sentimiento de que me necesitan, está quemando dentro de mí.


Es un mal que me persigue, y no va a parar hasta que ayude a esas
chicas de las granjas reproductoras. Me pregunto si alguna vez parará.
¿Me sentiré completa por fin alguna vez, o frenará con la distancia?

Una risita rompe el silencio de mi reflexión, levanto la cabeza para


ver unos pantalones cortos colgando de Will de nuevo. El está hablando
con un hombre con el pelo negro y una gran barba. Ella se aferra a él
mientras le da golpecitos suavemente como si le hiciera bromas. Mi
estomago cae, y me duele el pecho. Lo odio, lo odio, por engañarme y
por todo lo que sigo preocupándome por él. Me levanto del tronco donde
estoy sentada, y me introduzco más en el bosque. Saco una flecha y mi
arco. La mantengo tensada mientras escucho los sonidos del bosque.
Un ave emite un sonido, y disparo mi flecha. Me siento mal cuando la
flecha da en el blanco, ya que no me la voy a comer, pero necesito sus
plumas. Me acerco al cuerpo muerto y retiro la flecha, y arranco las
plumas de sus alas, mientras trato de no pensar al respecto.

―Deberías estar utilizando ramas de sauce, ya sabes.―Miro hacia él


tratando desesperadamente de no fruncir el ceño. Quiero más que nada
no tener que saber nada de él.―Lo leí una vez en un libro, las ramas de
sauce hacen las mejores flechas.

Ruedo mis ojos. ―Will, ¿crees que mi arco no está bien hecho?
Él sonríe. ―No lo sé.

―El arco tiene que ser de sauce. Las flechas pueden ser de cualquier
madera.

―Es bueno saberlo. ―Se sienta a mi lado―. Así que, oí un rumor.

―Si bueno, tu eres el mejor llevando cualquier rumor a tu favor, mi


imaginación solo se prepara, para esas ideas que tú tienes, y que no
son ni dignas de mención.

Se ríe. ―Estás celosa.

Giro mi cara hacia la suya. ―No, no lo estoy.―Él me besa la nariz,


cuando rápidamente intento salirme de su camino, pero me caigo del
tronco. ―No me toques.

Cojo deprisa mis cosas, y pongo distancia entre nosotros.

Me agarra del brazo, tirando todos mis palos y mis plumas por todas
partes. Siento que voy a llorar y me tiembla el labio; no quiero que
ocurra, pero no puedo evitarlo, porque estoy furiosa. En realidad nunca
había sentido esta emoción, al parecer, cuanto más enojada estoy, mas
lagrimas se preparan.

Mi cuerpo tiembla a uno y otro lado. Siento sus brazos mordiendo


mi piel, y su aliento caliente en mi cara, pero no soy capaz de oír las
palabras que está gritando.

Me siento floja en su agarre, como si sus manos fueran las únicas


cosas capaces de sostenerme.

Sus ojos azules están en llamas, y estrecha sus labios en una mueca
de desprecio; está muy enfadado y su boca se mueve salvajemente. De
pronto sus ojos se mueven hacia un lado mientras me deja temblando,
y sigo en dirección a su mirada, para ver a Star de pie, que nos está
mirando.

Siento como el mundo está girando, y de golpe, sus manos dejan de


arañarme y se apartan de mí, dejándolas caer. Entonces Will sigue
mirando nerviosamente hacia ella y se muerde el labio. Todo ocurre
lentamente.

Se pasa las manos por el pelo y suspira. Me señala con uno de sus
grandes dedos y dice: ―Te estaré vigilando, no hagas nada estúpido.
Me inclino y trato de no caerme mientras recojo mis cosas del suelo.
Quiero poder salir de allí lo antes posible; él me ha humillado y puedo
sentir las emociones apunto de estallar y salir de mi. No me gusta que
me grite, como si fuera el novio frente a su chica de la semana, y tal vez
ella sí que ha sido su novia desde el principio.

Oigo sus pies haciendo crujir el suelo junto con su risa, mis manos
quieren agarrar una flecha y enviarlas en dirección a ambos pechos.

Así que me siento, mientras Leo da codazos en mis brazos. El fuego


de sus ojos amarillos me recuerda quien soy. Soy la heroína de mi
propia historia, la chica que vivía sola en el bosque y no necesitaba a
nadie. Esa chica que va a liberar a todas esas otras chicas.

El mundo está creciendo distante de mí de nuevo. Mis emociones


tienen que quedarse fuera. Cuando haya terminado de rescatar a las
mujeres y los niños, regresaré a mi cabaña.
Capítulo 21
Traducido por zipzap744
Corregido por Trasguita

El grupo irregular de personas que ha venido, es exactamente lo que


me imaginaba que sería. La mirada desesperada en sus ojos es justo lo
que estaba buscando. Saco un mapa que robé cuando Marshall estaba
fuera de la tienda principal. Es uno de los más pequeños, y que nunca
utiliza, por lo que pude comprobar.

— Este área esta en una zona de alto tráfico. — Señalo una


carretera a pocos kilómetros de la granja. Miro a las dos jóvenes
mujeres que están observando — Os pondremos a caminar a ti y a ti
por el camino y allí haremos que piquen. Os veis hermosas y eso los
distraerá. Una vez ellos se detengan, yo voy a caer sobre ellos desde un
árbol en el lado de la carretera con mi arco. ¿Quién de vosotros puede
disparar?

Un hombre, que me recuerda a mi padre un poco, asiente con la


cabeza. — Yo puedo. Tengo un rifle — Él se lo quita de su espalda.

— Eso está genial. Tú y yo dispararemos a todo los de ahí abajo,


menos a esas dos mujeres. Todo el mundo se esconderá en el borde de
los bosques y los emboscaremos después de la primera batida, estarán
todos muertos. Trepamos arriba y nos pasearemos por la granja
haciéndonos pasar por mujeres cautivas. Hay pocos guardias en la
entrada. Tal vez cuatro. Ellos creerán que vosotros sois guardias
también. A partir de ahí en su mayoría el resto son médicos y
enfermeras. Nos colamos en el interior y …

— ¿Y entonces que Emma? ¿Volar el edificio? ¿Matar a todos los


médicos que veamos independientemente de que sean culpables o no?

Suspiro y cabeceo un sí, — Nadie te pidió ayuda.

Miro al grupo de personas e ignoro al hombre oso gigante y enojado


a mi espalda. — Todos estamos aquí voluntariamente, ¿no?

Ellos giran los ojos hacia él y asienten débilmente. Él debía parecer


realmente enojado. No me importa. Lo odio.
— Cariño, tienes que pensar en esto. — Oigo una dulce voz risueña.

Me doy la vuelta y trato de no gritar — ¿Qué es lo que has hecho tu


alguna vez a parte de follar tíos en el campamento? ¿Qué sabes sobre
rescatar a personas y evitar la muerte? Tus pantalones cortos y pechos
grandes han prácticamente garantizado tu supervivencia. Siento si no
escucho nada de lo que tienes que decir. Por el amor de Cristo. Yo no
estoy buscando asesoramiento sobre cómo me queda mi peinado. —Su
cara bonita se convierte en estoica. Mira a Will y gira sobre sus talones
de vuelta al campamento. Will me agarra del brazo y me arrastra hacia
el bosque. Yo lucho contra él pero en algunos momentos mis pies no
tocan el suelo.

Me preparo para el dolor que infringirán sus dedos cuando empuje


donde los golpes son todavía frescos debido a la última vez.

En su lugar, se sienta en un tronco y se pellizca el puente de la


nariz. Yo frunzo el ceño. Él está tranquilo. Eso es más espeluznante
que nada.

— Tú eres una niña Emma. No te das cuenta, pero lo eres. Sé que


has vivido cosas increíbles, que has estado sola y que no tienes
habilidades sociales como la gente normal, pero no se puede hablar a
alguien así. Ella estaba tratando de ayudar.

Todo lo que realmente escucho de su sentencia es "niña" y "no eres


normal". Me siento enferma, con nudo en el estómago.

— La necesitas. Su hermano es un genio de las clases. Está


escondido en una mansión espeluznante. Tenemos que ir allí y
conseguir su ayuda si vas en serio sobre salvar a todos los trabajadores
de la granja.

No lo escucho. Estoy encerrándome en mi misma lentamente como


solía hacerlo. Sin hacer ruido.

Mi plan es una buena idea. Tenemos que ajustarnos a él. Sé que va


a funcionar. No necesito una muñequita o una estrella como ella, o al
idiota de su hermano o al imbécil que ella tiene en sus manos.

Me siento sobre una rama que sobresale bajo mi pie, cuando lo que
estoy a punto de hacer es volverme y correr.

Él levanta la vista y frunce el ceño, — ¿Qué estás haciendo?

Trago saliva fuerte.


— ¿Por qué estás así?

Miro su cara y rasco con mi manga en mi brazo derecho lentamente.


Sus huellas están aún en mis brazos. La rojez ha desaparecido y en su
lugar un ligero azul está apareciendo.

Él se centra en eso y niega con la cabeza — ¿Qué?

Trago saliva de nuevo y tiro de la manga hacia abajo, — He


terminado con eso de que me hagas moretones y me sacudas. Si
quieres hablar, podemos hacerlo desde esta distancia, separados.

Él se ve asustado, como si lo hubiese acorralado y lo haya hecho


enojar.

— ¿Qué fue eso? ¿Yo hice eso?

No digo nada. En lugar de eso, una memoria arde en mi mente. Un


recuerdo de estar con mi mejor amiga Lana.

Una vez que nos escondimos debajo de su cama cuando sus padres
se estaban peleando. Él estaba golpeando a su madre. Todo lo que
vimos eran pies. Sus calcetines negros con pantalones doblados en los
tobillos. Los suyos estaban desnudos con esmalte de uñas rojo. Ella fue
de puntillas y luchaba por tocar el suelo e hizo un sonido de gorgoteo
extraño. Bofetadas y gruñidos llenaron el aire que se mezclaron con sus
gritos. De repente, ella estaba en el suelo junto a nosotras. Sus ojos de
color marrón oscuros ampliados cuando nos vio. Su labio estaba
sangrando haciendo que pareciera el pintalabios cuando las gotas
rodaban por sus labios. Una lágrima se deslizó por su mejilla roja. Ella
nos hizo un guiño a nosotras y se empujó sobre sus rodillas y se
arrastró al final del pasillo. Él la siguió. Sus gritos siguieron también. A
medida que ella se fue más lejos pudimos ver más. Yo miré a Lana. Ella
estaba cubriendo su rostro y llorando en silencio.

Miré hacia atrás por el pasillo para ver que él la pateaba hasta que
ella ya no se movió más. Caminó por el largo pasillo del remolque y
entró en la pequeña cocina. Oí la puerta de la nevera abierta. Hizo otros
ruidos y cerró la nevera. Caminó hasta el final del pasillo y la miró.
Abrió la cerveza con las manos y bebió un trago largo de ella. Se dio la
vuelta y salió de mi vista. Cuando Lana estuvo más calmada, nos
escapamos por la ventana y nos fuimos descalzas a la casa de mi
abuelita. Ella nos hizo tortitas y nos hizo coronas de artesanía de papel
y purpurina.
La expresión de su cara me recordó a su padre por un segundo.

— Emma.

A medida que sus pies se mueven un paso más cerca de mí, yo me


muevo un paso hacia atrás.

Veo el dolor en su rostro, pero yo peleo con mis ganas de hacerlo


bien de nuevo. Él me ha humillado y me trató como una niña y una
víctima. Yo no soy ninguna de esas cosas.

Mi voz es pequeña. Tengo miedo, voy a llorar, pero sé que el


recuerdo de Lana me hace fuerte. — Yo soy una heroína. No te necesito.
Yo nunca te pedí ayuda en esto porque no te necesito. Me haces sentir
mal conmigo misma. No necesito eso. Puede que no sea normal o una
mujer, porque he decidido no vender lo que tengo al mejor postor. Eso
no me convierte en inútil o una niña. Puedes quedarte aquí y jugar a las
casitas con Barbie allí. No os necesito ni a ti ni a ella. He llegado a estar
bien sin nadie.

No le doy la espalda. No hasta que siento la suave piel de Leo en mis


dedos. Su espalda no está como debería ser. Will da un paso adelante y
yo doy un paso por detrás de Leo.

— Emma. ¿Qué puedo decir aparte de lo siento?

Niego con la cabeza, — Siempre dices que lo sientes Will. Siento


haberte golpeado. Siento haberte humillado. Siento haberte engañado.
Siento haberte matado por accidente porque se me olvidó dejar de
golpear y patear

Sus ojos brillan, — Yo nunca te haría daño.

Me estiro de la manga de nuevo, arrastrando hacia arriba el brazo y


arañándome a mí misma — Pero lo hiciste.

Se pasa las manos por su pelo oscuro, — No a propósito Emma. Sólo


que consigues volverme loco. No sé qué hacer contigo. Dime qué debo
hacer. Yo no quiero sentir esto por ti. Yo no quiero amar a alguien que
es tan imprudente consigo misma y que está dispuesta a morir por
otras personas. Moriré si tú mueres. — No se ve enojado. Sus ojos son
apasionados, pero de una manera que me rompe el corazón.

Doy un paso atrás — No quiero amar a alguien que tiene relaciones


sexuales con otras mujeres y les permite arrastrarse por él en frente de
otras personas. No quiero amar a alguien que deja marcas en mi cuerpo
porque se enoja, me humilla, me dice que no soy normal y me trata
como a una niña.

Se ríe, pero suena con dolor, ya que corta a través de la


tranquilidad del bosque. — Touché. — Da un paso adelante con sus
manos arriba. — Preferiría morir antes que hacerte daño.

— Pero lo haces. Lo has hecho ya tantas veces— Doy otro paso


atrás.

Se muerde el labio inferior y me mira a través de sus gruesas


pestañas.

— ¿Qué vamos a hacer?

Niego con la cabeza, — Rescatar a las mujeres de la granja.

Se ríe de nuevo, — ¿Qué pasa con nosotros?

Una lágrima se escapa del control que tengo sobre mi misma — No


hay un nosotros. Nunca lo hubo. Había un tu y yo, y Star y cualquier
otra que tu dejases libremente entrar en tu cama. Nunca fue sólo un
nosotros. — Yo le doy la espalda a él, pero Leo se queda. Sé que copié
esto de uno de uno de los libros de la abuela también.

— Emma no hay yo y otras mujeres. Soy yo y tú y este maldito lobo.


Leo, vamos muchacho. Permíteme pasar. Ven aquí, Leo.

Oigo un gruñido y sonrío.

El grupo está sentado y riéndose por algo. Se paran cuando me ven

—¿Vamos o no? — un hombre pregunta.

Asiento con la cabeza y tomo mi arco y el carcaj, — Vamos.

Silbo una vez y Leo viene saltando. Sé que Will está detrás de
nosotros. Me siento más segura con él allí. Odio eso.

La caminata por la montaña es más fácil que la última vez. Estoy


mucho menos agotada y el miedo a lo que estamos a punto de hacer me
está conduciendo hacia adelante.

— ¿Así es que ese es tu novio? — Una de las mujeres de más edad


me pregunta.

Miro hacia atrás a donde él está caminando con uno de los chicos y
hablando. Sus ojos se mueven y se encuentran en con los míos. Miro de
nuevo a la chica y niego con la cabeza, — No, no tengo novio. Hay un
chico que me gusta. Él es muy dulce, amable y divertido. — Me río, —
Él no tiene habilidades de supervivencia en absoluto, pero no me
importa. Él me hace sentir como antes de las guerras y de la
enfermedad.

Ella me da un codazo, — Entonces, ¿por qué tienes esa mirada


afligida en tu cara cuando lo miras?

Entrecierro los ojos, — Es su hermano. Él piensa que debe ser capaz


de tratarme como a su hermana pequeña, creo.

Ella niega con la cabeza, — Chica, no te trata como a una hermana


pequeña. Confía en mí, me casé dos veces antes de las guerras. Esa no
es la mirada que una hermana recibe.

Echo un vistazo atrás, — Él no hace exactamente que la relación


sea exclusiva.

Ella me mira y sonríe: — Ninguno de ellos lo hace cariño. Lo que hay


que hacer es coquetear con otros chicos para darle un poco de su
propia medicina. Eso que tienes con su hermano probablemente le esté
volviendo loco.

Le sonrío, pero no tengo nada que decir. Soy tan culpable como él.
Estar con Jake me hace sentir feliz. Estar con Will me hace sentir algo
diferente. Algo que no puedo nombrar. Lo miro de nuevo y sé que no es
felicidad lo que me hace sentir. Es más fuerte y da más miedo. Sus ojos
no se encuentran con los míos. Froto mi brazo para recordar lo que es
capaz de hacer.

Llegamos a la parte inferior de la montaña y el campamento para


pasar la noche.

El aire de la noche está húmedo. El verano es pesado, el calor es


casi insoportable. Incluso en mi cabaña donde me gustaría estar, me
despierto algunas noches por el sudor.

Leo se ha ido de caza. Cada vez que hago campamento pasa su


tiempo dando vueltas por él. Duerme en las afueras del mismo y
observa. Algunos pueden pensar que ese par de ojos amarillos que los
observaban desde los bosques son inquietantes, pero a mí, me resulta
reconfortante.

Dejo caer mi mochila y despliego mi esterilla. Las mujeres se quedan


a un lado del fuego, mientras que los hombres se sientan en el otro. En
la oscuridad es difícil distinguir dónde están todos, pero la luz del
fuego, sus figuras revolotea en el fondo como fantasmas.

Distraída por el momento con mi arco y el carcaj entro en el bosque.


Puedo sentir a Leo cerca de mí. Su protección hacia mí es el principal
motivo por el que me siento segura en el bosque.

Me siento a esperar. Algo se escabulle a la izquierda de mí. Espero a


la luz de la luna para reflexionar sobre un pequeño reflejo. Como el
brillo de la luz se dispara hacia el reflejo en su globo ocular, libero la
flecha. Un pequeño chillido confirma mi éxito. Camino hacia él antes
de que lo pierda en la oscuridad. Conformo lo cojo, siento un dolor
punzante en mi mano y en la muñeca. Se mueve una última vez.

— Mierda. ― Susurro y me aparto. Sus púas están en todas partes.


Pateo a la bestia con mi pie y la cojo con la otra mano por el vientre.
Estuve a punto de dejarlo. Su peso es de una tonelada. Debe pesar
literalmente treinta y cinco libras. Yo lucho con él y termino
abrazándolo. Las púas me están cortando en el pecho y en el estómago.
Me estremezco.

Lo llevo de vuelta al campamento tan rápido como puedo. Es


enorme.

Lo dejo caer en el fuego y miro las púas por toda mi mano y por el la
parte delantera de mi cuerpo.

— Oh mierda. ¿Eso son púas?

Niego con la cabeza, — No lo sé. Nunca he cazado uno antes. Yo


nunca disparo a los puercoespines y Leo es demasiado inteligente para
atacarlos. No podía verlo en la oscuridad.

Mona, la señora mayor con la que me he convertido rápidamente en


amiga, viene y se sienta. Ella saca un pequeño kit de su mochila.
Cuando lo desenrolla, ella saca unas pinzas largas.

Una profunda voz rompe el silencio de inspección, — Tienes que


tener cuidado. Si las rompes dentro, será más difícil sacarlas. Entonces
tienes que cavar alrededor. Son púas y se mueven más profundo
cuando tú te mueves.

Las dos miramos atrás hacia Will que se cierne sobre nosotras. Ella
le da las pinzas y pone los ojos hacia atrás. Me hace sonreír.
Él toma mi otra mano y me tira para que esté más cerca del fuego.
Trato de no darme cuenta de la forma en que se siente mi mano dentro
de la suya.

Yo me siento y él sostiene mi mano hacía la luz del fuego.

Se sienta y comienza a tirar de ellas en un tirón brusco. No noto el


dolor. Noto la forma en que la luz le golpea la cara. Noto la intensidad
con la que se fija en mis heridas. Me doy cuenta de lo suave que es su
tacto.

Mi estómago da vueltas en el interior como si un tornado estuviera


allí.

Mona y un hombre, que parece mayor que ella, empiezan a preparar


el puercoespín. Algunas de las otras personas han traído otros
alimentos al campamento. Una liebre, un búho y una cosa de aspecto
de rata grande fueron puestos sobre el terreno en frente del fuego.

Bayas y raíces se dejan caer por el fuego. Las personas se habían


reunido a lo largo de la caminata

— Nunca he cocinado un puercoespín antes.

— Joe lo destripa y le quita la piel, al igual que cualquier otra cosa.


Está bueno.

— Aquí, permíteme.

— No, no tienes ningún control con un cuchillo de desollar. No


dejarás ningún tipo de carne.

Es divertido escucharlos.

— Ellos han estado casados por mucho tiempo. — Él susurra pero


nunca quita los ojos de mi situación con las púas.

—¿Cómo encontraste a toda esta gente?

Él sonríe, — Marshall y yo escapamos de la granja de reproducción


juntos.

Hago una mueca, — ¿Ellos tenían a Marshall en la granja de


reproducción?
Se ríe. — Él es un científico. Es un especialista en enfermedades.
Nunca se le utilizó como al resto de nosotros. Demasiado viejo y gordo.
Además, tiene diabetes. No salimos juntos. Él me sacó.

No puedo evitar los sentimientos que tengo por él. Son más fuertes
que cualquier otra cosa dentro de mí.

— ¿Cómo encontraste a esta gente?

— Marshall los liberó de una granja de trabajo. — Alza la vista para


mirarme, — El hermano de Star ayudó.

Trago.

— Era un tipo de alta tecnología en la CIA. De todos modos tiene


esta fortaleza cerca de la granja. Es el tipo de lugar que podría
sobrellevar toda la guerra y vivir su vida sin tener que preocuparse por
los forasteros. Así que, él vive allí y tiene Intel de todas las granjas y
conocen como trabajan sus sistemas.

No quiero hablar de Star pero es como un choque de trenes y no


puedo apartar la vista de la dispersión de muertos a través de las
pistas. Pregunto sin habilidad para detenerme a mí misma, —¿Y qué
pasa contigo y Star?

Sus ojos se mueven hacia los míos, — La salvé de la granja de


reproducción.

Siento como sube mi ceja con escepticismo. — ¿Eso es todo?

Él sonríe, — ¿Qué más quieres que sea? ¿Es necesario que haya
más en la historia?

— ¿Qué?

Me aparta de modo poco respetuoso como si fuera un pollo que


pica en cada agujero hasta que sale la espina.

— Pareces decidida a no creer nada más de la historia.

Recojo mi mano, — Hay más en la historia. Lo puedo notar. Ella te


toca con una familiaridad que sólo una chica con un conocimiento
profundo de ti, tendría. Si no puedes ser honesto conmigo entonces
supongo que no me importa lo que me cuentes.

Me levanto y camino hasta el otro lado del bosque. En el baile la luz


de las llamas, me acerco mi propia mano al pecho. Es más agudo y
más doloroso sin el calor de su tacto. El estómago es el que más me
duele

Yo sé que él me está mirando, pero lo ignoro.

Leo acecha fuera de peligro forzando miradas de pánico


momentáneo, hasta que se dan cuenta de que es mi amigo. Se
arremolina mi lado y espera por la comida.

Me arranco y trato de ignorar la sensación de vacío en mi pecho.


Capítulo 22
Traducido por krispipe

Su nombre es Muriel. Nunca he oído ese nombre antes y me temo


que ella va a morir en el fuego cruzado y nunca volveré a oír el nombre.

Tiene veintitrés años y tiene una hermana en las explotaciones de


reproducción. Ella fue tomada en el camino a los pueblos.
Probablemente por los mismo cabrones que me robaron en el bosque.

Cuando escucho el camión viniendo siento un pánico enfermizo


abrumarme. Quiero decirle que aborte y huya como una mujer salvaje
en los bosques. No quiero volver. Es fugaz pero más poderosa que
cualquier emoción que he sentido.

En su lugar tomo un profundo respiro y paso mis dedos por su piel


gruesa por un momento.

Saco mi flecha y la alineo. Muriel lo clava. Se abraza a sí misma y


tropieza.

Su cabello oscuro está desigual y sucio. Ella, naturalmente, tiene la


cara de un alma torturada. Es el cebo perfecto.

Veo movimiento hacia el oeste, algo que nunca esperaba ver. Es un


grupo de ellos, Leo debe ser capaz de verlos o sentirlos. Se lame los
labios y hace un gruido. Vuelvo mi arco y mido la distancia. Caminan
con la gracia de una momia. Sus cuerpos están agarrotados por el
escorbuto y las enfermedades de las que están plagados. Cómo viven a
través de esto está más allá de mí conocimiento.

Es el grupo más grande que he visto nunca.

Pongo mi flecha en la aljaba y deslizo el arco por encima de mi


hombro. Miro a Leo y echo a correr. Los arbustos están volando más
allá de mí. Veo una mancha de colores en mi visión. Me olvidé de que
no estaba sola.
—Los infectados. Hacia el oeste. Tienen que morir en silencio. — No
grito, pero puedo hablar lo suficientemente fuerte para que puedan
difundir la palabra.

En la base de la colina trepo por un árbol. Leo se oculta en el


arbusto en la base, como siempre hace.

Siento mi árbol moviéndose como si una tormenta de viento lo


hubiera tomado. Miro hacia abajo y veo a Will subir al mismo gran árbol
que yo.

Subo más rápido.

Encontrando una rama lo suficientemente gruesa para sentarse,


envuelvo mis piernas alrededor de ella y me sostengo.

—¿Dónde?

Saco mi flecha y arco y me preparo. Polvo está empezando a salir por


el este. El camión se está acercando a Muriel. Ellos la verán pronto.

Fijo mi tiro y espero. Los infectados no se ven todavía. Ella se detuvo


y comenzó a caminar hacia el camión.

—Mantén la calma, Emma. — Susurra Will. Libero la flecha cuando


creo que están lo suficientemente cerca.

La flecha viaja unos pocos metros delante de donde estaba


apuntando.

No hay brisa, afortunadamente. Mi objetivo estaba muerto. Le doy


unos segundos y libero la flecha que tengo en la mano. La flecha cae en
el más alto.

Quedan nueve.

Un grito llena el bosque.

Muriel los ha visto. Ella está haciendo su pedacito de polvo en el


camino de grava. Corre rápido, pero los infectados la han oído gritar. De
alguna manera se mueven más rápido que ella. Están ganándole.

—Mierda—. Will está sacudiendo el árbol y casi me golpea fuera de


él mientras baja. Salta cuando está lo suficientemente cerca del suelo y
corre por el bosque. Libero otra flecha, tan pronto como está fuera del
árbol. Otro cae.
Ocho.

Ellos están corriendo más rápido. Mi siguiente flecha se pierde.

Bajo rápido pero para el momento en que alcanzo el suelo los


disparos han llenado el bosque. El camión ha doblado la esquina.

Leo y yo corremos por el desastre que los infectados han creado.

Quiero huir. He creado el lío delante de mí.

Empujo mis piernas. Cuando llego al camión parado, Muriel se está


arrastrando detrás de él. Las armas se están disparando como locas.
Las balas vienen del camión y el bosque. Nadie se da cuenta al
principio de que los infectados están corriendo rápido hacia el camión.

—Santa mierda, Blake. — Un hombre grita y uno de los otros gira


hacia los infectados. Dispara su arma automática y caen a sus rodillas.
Reptan y se arrastran. Tiro una flecha y de los bosques golpeo al
hombre en frente del camión en el ojo. Él deja caer su arma masiva.

Disparo otra flecha, pero fallo al hombre que sostiene a Muriel por la
garganta. Él la lleva al otro lado del camión.

Cuatro hombres armados rodean el enorme camión blanco. Balas


están siendo pulverizadas en el bosque. Oigo las balas golpeando en los
árboles a mí alrededor. Me agacho y espero. Mi corazón late con fuerza
en mi garganta.

La puerta del camión se abre y Muriel grita durante un segundo. La


puerta cerrándose corta sus gritos.

—Vamos. —Le grita uno al otro.

El camión se aleja, pero las balas todavía acribillan el bosque.


Cuando miro hacia arriba veo las balas venir del hombre de pie al lado
del camión aferrándose al espejo y disparando mientras el camión se
aleja.

Me tapo los ojos y espero a que el pánico disminuya.

Estoy derribada y tirada en el suelo.

Unos dedos agarran mi piel y mi garganta. Siento algo duro contra


mí. Un fuerte gruñido llena el bosque seguido de un grito. Mi espalda
está contra algo duro. Se está clavando. Duele mucho.
Veo algo negro destellar en la cubierta.

—¡DÉJALA EN PAZ!

Estrellas destellan ante mis ojos como cuando mi abuela solía


tomarme fotos. Trato de concentrarme pero mi cabeza duele. Veo las
cosas volverse negras pero puedo sentir su piel y oír su gruñido. Sé que
él matará cualquier cosa que venga por mí.

* * *

Despertar de un desmayo es una mala experiencia. El dolor es la


primera cosa que siento. Después el alarmante sentido de confusión se
hace cargo. A medida que la luz llega a mis ojos, me estremezco y me
apoyo en un costado. Vomito y trato de no notar el dolor en todas
partes.

Una nariz fría está presionando contra mi mejilla. La sensación de


debilidad enfermiza está en todas partes a la vez. Quiero cerrar los ojos
de nuevo, pero su grito se bloquea en mi memoria. Ella está capturada
por mi culpa.

Escucho su voz, —No eres responsable de todos los habitantes del


planeta. Somos nosotros y ellos. Necesitas cuidar de ti. Eso es
supervivencia, Em.

No puedo hacer de eso mi mantra más. Me costó una vida hoy. Soy
responsable. Como las mujeres que fueron tomadas cuando estaba en
la ciudad. La madre y la tía de Meg. Yo tengo la culpa.

—Ya conoces las reglas. — Oigo hablar. Abro los ojos.

No puedo ver mucho, es de noche. Levanto una mano y siento


pelaje. Leo está sentado guardándome.

—Una vida por una vida, Will. Tú hiciste la jodida regla.

—Hice la regla por la pérdida imprudente de vida. Muriel podría no


estar muerta en primer lugar y en segundo lugar Emma nunca sacrificó
su vida a propósito.

—Quiero que vuelva, maldita sea. No me importa lo que sientas por


esa maldita niña.
—Tu visión está nublada, Will. Esto es como Star. Estás arriesgando
el bien de todo el mundo por un pedazo de culo. Ahora que un nuevo
pedazo de culo aparece, lo estás haciendo otra vez.

—Ya te dije una vez que no menciones a Star. Ella está fuera de los
límites.

—Sí bueno, has tenido siempre debilidad por una cara bonita y un
culo apretado. Yo voto que la llevemos a Marshall y él elija. Es justo.

— Tío, si quieres matarla, tendrás que pasar por encima de mí. — La


voz de Will sonó aterradora.

—Marshall será el que decida. Salimos al amanecer. — Una pelea


empieza. Oigo ramas rompiéndose y un hombre gruñendo.

La luz del fuego destelló en los elevados árboles. Miro alrededor.


Estoy en mi saco de dormir. Veo mi arco y aljaba a mi lado. Están
inclinados contra mi mochila. Los arrastro lentamente hacia mí. Me
pongo la mochila. Leo no se mueve, pero lo siento consciente de mí.
Pongo una mano en su espalda y susurro, —Shhh, Leo. Agáchate
amigo. Agáchate.

Él conoce el comando. Permanece quieto. Ruedo fuera del saco de


dormir y me deslizo a través del bosque. No hago ruido. Puede que no
haya nacido en este mundo, pero he dominado el sobrevivirlo.

Cuando estoy en la parte baja de la ladera en la que están


acampados, me levanto pero me mantengo en cuclillas. Corro.

Me duele la cabeza y quiero vomitar de nuevo, pero contengo la


respiración. Sólo puedo respirar inhalaciones y exhalaciones cortas.

Me tropiezo y trastabillo. Estoy lo suficientemente lejos para que no


me oigan. No puedo escuchar sus discusiones.

Oigo un crujido detrás de mí y suspiro cuando veo los ojos


amarillos. Estoy tirada en el suelo. Leo me empuja y me ayuda a
ponerme en pie. Corremos.

Llegamos al pie de la colina donde estaba el camino. Siento la grava


debajo de mis pies. No sé si es el mismo camino. No puedo ver nada. La
luna no está a la vista.

Estoy perdida. Leo gruñe.


Me detengo y espero por él. Mi mano está fuera. Su pelaje está de
repente en mi mano. Lo agarro ligeramente y lo dejo tirar de mí. Mis
ojos están todavía borrosos por el golpe. Oigo algo. Un rasguño en la
grava y un alto gemido.

Escalofríos cosquillean arriba y debajo de mi espina dorsal. Estamos


en el mismo camino de antes. Los infectados están aquí.

La grava bajo mis pies hace mil ruidos que desearía poder silenciar.
Sé que pueden oírme. Si tuvieran fuerza en el torso los infectados se
arrastrarían hacia mí. La locura podría abrumarme si hubiera
escuchado sus rasguños en la grava.

Mis rodillas casi se doblan cuando la tierra se inclina en la zanja en


el otro lado. Mis ojos se están aclarando y soy capaz de concentrarme.
Puedo ver un tronco en frente de mí. Salto sobre él con Leo y
empezamos a correr de nuevo. Me duele la espalda y mi cuello se siente
como si hubiera sido roto de manera incorrecta. Me duele la garganta al
tragar. Estoy segura de que no podría gritar si tuviera que hacerlo.

Lo ignoro todo y corro hacia el bosque. Cuando llegamos a un lugar


con un alto dosel me subo a un árbol. Abrazo el árbol y trato de
reconstruir lo que puedo. Los habitantes del pueblo sin duda me culpan
por el fiasco de Muriel, lo que es enteramente mi culpa. Will tuvo sexo
con Star y por el motivo que sea eso me hace estar más enojada que con
los chicos intentando matarme. La áspera corteza del árbol me recuerda
la última vez que me sentí sola. Era más feliz entonces. Éramos Leo y yo
y nadie más en el mundo importaba.

Espero a la noche para sentirme menos intimidante pero esto nunca


sucede. Quiero a Will tan profundamente como me resisto a él. Sonrío y
pienso en Jake. Su tacto suave, sus besos tímidos, su sonrisa divertida.
Él está en todas partes excepto en este asunto. Mi corazón pertenece a
Will.

Soy inconstante en el amor, igual que mi madre. Nunca hubiera


imaginado que sus dos años conmigo fueran suficientes para influir en
mí. Hay un lugar reservado para ella en el fondo de mi mente. Es un
rincón oscuro donde las cosas que recuerdo sobre ella tienden a
encogerse. Los recuerdos de ella tienen una mancha que las contamina.
El único recuerdo intacto es el de nosotras en la cama del hospital. La
mancha del desprecio de mi padre arruina todas las otras. Mucho antes
de que yo naciera mi madre tuvo una aventura con el hermano pequeño
de mi padre, mi tío Rick. Mi padre descubrió a Rick y mi madre. Mi
madre juró que no significaba nada y que nunca sucedería de nuevo y
mi padre la creyó. La amaba y dejó que lo engañase hasta que murió y
él fue capaz de ver las cosas como realmente eran. Mi madre amaba a
dos hombres al mismo tiempo. Ella nunca abandonó a mi tío para estar
con mi padre. Ella sólo guardó mejor el secreto.

Yo soy como ella, más como ella de lo que nunca imaginé que sería.
Los amo a ambos por razones opuestas. Me odio a mí misma por eso.

Me quedo dormida contra la áspera corteza de un árbol con las


imágenes de las cosas que no puedo cambiar y las cosas que puedo,
dando vueltas en mi cabeza.

Cuando me despierto uso la salida del sol para desplazarme por mi


camino de regreso a la granja de crianza. El área está empezando a
sentirse familiar, lo que me molesta.

Leo y yo caminamos a través del bosque como lo hacíamos antes,


sólo que ahora apenas notamos los pájaros o los animales y no siento la
libertad de sólo nosotros dos. Ahora siento el peso de otras personas en
mi vida. Entiendo la palabra equipaje y cómo se aplica a las personas.
De alguna manera he ganado un equipaje en el corto tiempo en el que
los he conocido a todos. Hay sólo demasiado espacio en el interior de las
personas para las cosas. Ahora lo veo. Usé tener espacio para muchas
cosas. Ahora esas cosas parecen sin importancia y la gente se ha
apoderado del limitado espacio que tengo.

Oigo camiones a lo largo de la carretera y hago una mueca, el plan


había sido impecable, pero nunca tuve en cuenta a los infectados. Fue
un error. Un que no cometeré de nuevo. Por mucho que su número
haya disminuido todavía se las arreglan para destruir las cosas que
amamos.

A través de la luz del dosel puedo ver el techo de la granja de


crianza. No tengo un plan. Saco mi mochila de mis hombros y agarro el
arma que estuvo a cargo de Mary cuando salimos del campamento. Es
su favorita. Ella había dicho que es australiana. Sonrío y recuerdo que
sus características favoritas eran los diecisiete proyectiles y el
silenciador. Anna parecía que se iba a hacer pis en sus pantalones
cuando Mary me la entregó. La pistola de frío polímero se siente pesada
en mis manos. Agarra la empuñadura que está claramente preparada
para un hombre. Ajusto mano para compensar la amplia empuñadura.
Le prometí a Anna llevarla de vuelta y que ella podría usarla. Quiero
mantener esa promesa.
Cuelgo el arco por encima de mi brazo así la aljaba y este son de
más fácil acceso y pongo el cargador extra de munición en el bolsillo del
pantalón. Meto la tarjeta que abre las cerraduras en mi otro bolsillo.

Dejo la mochila en el suelo y tomo una respiración profunda. Tomo


mi primer paso fuera del bosque y siento el miedo enfermizo dentro de
mí desparecer cuando los instintos toman el control. Dentro de mí hay
instintos animales. Nacieron en un mundo en el que yo no. Se hacen
cargo cuando necesito que lo hagan. Me han enseñado cómo sobrevivir.
He aprendido que esto es la parte más importante en el mundo en el
que vivo.

Mis pies crujen en el corto césped marrón seco. Mis ojos se


estrechan y el plan por el momento es no ser notada. Me muevo
rápidamente y tan silenciosamente como puedo. Me acerco al edificio y
reconozco la puerta delante de mí al instante. Es la puerta por la que
me trajeron. Corro a lo largo del lado del edificio al lugar donde dejé el
edificio. Los grandes contenedores están alineados. El aire todavía huele
como una nube que se ha quedado atascada en un valle.

Mis pies se mueven rápidamente a lo largo de la gran parte del lote


de basura a las escaleras que conducen a la puerta que me encontré
fuera. Nunca en un millón de años me imaginé que estaría tratando de
volver.

Tiro fuerte de la puerta antes de tener que disparar el bloqueo. Se


abre con un fuerte tirón. Mi corazón late. Miro dentro con mi arma lista.
No hay nadie en el interior. ¿Quienquiera que salió de allí el último
nunca cerró bien la puerta? Dentro se ve como lo hacía la última vez
que estuve aquí. La manguera con la boquilla como la de mi abuelito
está como si nadie la hubiera tocado. Leo deambula husmeando y
mirándome. Cierro la puerta. El interior de la puerta no tiene ninguna
cosa extraña de escaneo para la tarjeta. Giro la manija y la cerradura
hace click abierta. Es unilateral.

Miro a ambos lados del pasillo antes de arrastrarme fuera. Leo y yo


dejamos el cuarto de basura y caminamos por el pasillo. Es sólo
temprano por la mañana. El personal suele venir a trabajar sobre las
nueve. El reloj de la pared marca las siete y once. Sonrío y recuerdo que
esto era una tienda. Lo llamé la tienda fangosa. Mi estómago gruñe pero
mis instintos animales entran en juego y empujan mi sonrisa y mi
hambre fuera.
Oigo un ruido de papeles y respiro. Los pasos en el interior de la
habitación a mi derecha suenan pesados. Echo un vistazo con
nerviosismo. Un hombre con una bata blanca de laboratorio está
buscando algo desesperadamente.

Miro a Leo y guiño un ojo. Él deja caer su vientre contra la pared y


espera. Sostengo el arma y rodeo la esquina.

Cuando levanta la vista no lo reconozco.

—Soy uno de vosotros. — Sus palabras son rápidas.

Lo miro. Parece un médico. No se ve brillante como un ciudadano de


la ciudad.

—He trabajado con Marshall. Estoy ayudando a los rebeldes si esto


es lo que tú eres.

Pongo mi dedo en el gatillo y tomo su pase del escritorio. Reviso su


puerta. El pase debe ser utilizado para salir. Rompo el teléfono de la
pared y arranco el cable de la parte trasera.

—Siéntate. — El gran hombre mayor se sienta en su escritorio.

—Leo. — Leo acecha y gruñe.

—Empuja tu silla hacia atrás.

Lo hace y Leo descansa su cara gruñendo en la ingle del doctor.

—Eso es un jodido perro espeluznante, mujer.

—Es un lobo. — Murmuro y ato sus manos a los apoyabrazos de la


silla. –Si eres uno de nosotros tendrás que probar que trataste de
detenerme. Esto parece convincente. — Termino el nudo y le golpeo el
ojo con mi arma.

Él hace una mueca, pero no grita. Su ojo está rojo e hinchado al


instante.

Sosteniendo su pase camino a la puerta y miro a ambos lados. Leo


hace un gruñido y deja su ingle.

—Hay un nivel de destrucción aquí.

Echo un vistazo atrás, —¿qué?

—Tienes que volver y sacarme antes de detonarlo.


Asiento.

Él suspira, —En caso de que la infección alguna vez logre entrar. Es


nuevo. Cada edificio tiene uno ahora. La infección llegó a un edificio en
el sur. Tenemos una manera de limpiar el edificio. Todos los institutos
de cría lo tienen. Está en el sótano, en la esquina izquierda cuando se
sale del ascensor. Es una bomba de detonación de acción prolongada.
El edificio se derrumba de la forma en que se demolían los edificios,
antes.

—¿Cómo puedo conseguir sacar a las mujeres primero?

—Cada ala tiene una piscina. Es su mejor esperanza. Es el lugar


donde nos dijeron que fuéramos en caso de detonación. El edificio tiene
una alarma. En el momento en el que actives la bomba saltará la
alarma.

—Como una alarma de incendio.

Él asiente. Su ojo mojado e hinchado.

—Vendré a por ti. — Tomo una bata de médico de la parte posterior


de la puerta y me la pongo. Leo y yo caminamos fuera de nuevo y
miramos alrededor. Tengo que conseguir sacar a las mujeres antes de
volar el edificio. La piscina parece una mala idea, pero no veo ninguna
otra esperanza. Si salta la alarma demasiado pronto podrían impedir
que vuele el edificio.

Trato de recordar el camino de vuelta, pero me doy cuenta de que en


realidad no importa. Tengo que sacarlos a todos. Tengo que ir a cada
ala.

Veo una enfermera delante de mí, la reconozco y la sigo. Supongo


que está en un turno de noche. Me lleva a través de una puerta. Me
quedo lo suficientemente atrás para que no me preste atención o al lobo
gigante detrás de mí. Terminaos en el pasillo que tiene las ventanas al
jardín. El lugar al que solía escapar.

—Escóndete Leo.

Abro la puerta del jardín y dejo a Leo que entre. Él salta y se


esconde en el jardín. La enfermera va a través de otra puerta y echo a
correr. Llego a la primera puerta y la abro.

—Levántate y despierta a las chicas de al lado.


Una pelirroja muy embarazada se despierta con un sobresalto y me
mira sorprendida.

—¿Qué?

—La infección ha conseguido entrar. Todo el mundo tiene que ir a la


piscina. Estamos haciendo una clausura.

Ella se contonea fuera de la cama y empieza a golpear puertas.

Camino hasta que llego a otra puerta que necesita mi pase. En el


otro lado de la puerta hay otro pasillo con una cocina y un jardín como
en nuestro lado. Corro y abro la primera puerta, —Despierta y ayuda a
despertar a las otras chicas. Tienes que decirles que la infección nos ha
alcanzado. Todos estamos yendo a la piscina. ¡CORRE!

Dos mujeres se levantan y empiezan a recoger a sus hijos. Este es el


pasillo de los bebés. Oigo a los bebés comenzando a llorar mientras
hago mi camino a la siguiente puerta con un escáner en ella. Cuando la
abro veo a un hombre hablando con una joven en un sofá. Él está
frotando su pierna y agitando la cabeza. Levanto mi arma y apunto.
Ellos no me ven. Su mano aprieta el muslo de ella y yo aprieto el gatillo
antes de razonar conmigo misma. Su cabeza se sacude hacia atrás. La
sangre se filtra hacia abajo entre sus ojos. Ella ve la sangre rociada en
la pared trasera y grita. Grita más fuerte cuando me ve.

Pongo un dedo en mis labios, —La infección ha llegado. Diles a todos


que se despierten y lleguen a la piscina. Rápido. Están destruyendo el
edificio.

Lágrimas silenciosas ruedan por sus mejillas, —Él era un hombre


amable. — Susurra.

—Si quieres quedarte aquí con él siéntete libre. Estarás muerta si lo


haces. Entonces pueden estar juntos. Para siempre. — Ella está en
marcha antes de que tenga que decir una palabra más.

Llamo a otra puerta en caso de que ella decida ser una idiota.

Despierto a una chica joven con un vientre hinchado. Ella no puede


ser mayor que Anna. Me atraganto un poco, —Todo el mundo tiene que
despertar. La infección se ha propagado. Todos a la piscina. Despierta a
todos e id allí ahora.
Voy a pasar la tarjeta para abrir la siguiente puerta al final del largo
pasillo, pero esta se abre. Una brillante mujer con una bonita cara
frunce el ceño, —¿Quién eres tú?

Levanto el arma y aprieto el gatillo antes de que tenga la


oportunidad de gritar. Ella cae al suelo. Doy un paso por encima de ella
y veo otra enfermera. Sé que estoy en la sección de niños. Disparo a la
enfermera en la parte posterior de la cabeza. Miro atrás y veo una chica
con el pelo marrón que tiene un vientre levemente hinchado, —Ve y
ayuda a los niños pequeños a salir.

Ella me sigue, pero se detiene cuando ve a la enfermera muerta.

—Ellos nos van a dejar aquí para contener la infección. La alarma va


a sonar en un minuto o menos. Planean volar el edificio. La piscina es
la mejor opción aparentemente.

Se muerde el labio vacilante. —¿Eres una doctora?

—Soy una de ustedes. Estaba en el lado de las mujeres. Van a


dejarnos morir.

Da un paso más sobre la enfermera, —Nunca me gustó esa perra de


todos modos. — Le sonríe a la chica delante de ella, —Eh, tienes que
venir conmigo, ¿de acuerdo?

Me doy la vuelta y camino atrás. Cada sala por la que paso tiene
mujeres corriendo asustadas. Las enfermeras están en los pisos
tratando de calmar a todas. Disparo a las pocas que puedo darles sin
herir a nadie más. Esto hace que los gritos empeoren.

Giro una esquina y escucho a una mujer hablando. —Cuando suene


la alarma sabemos que se trata de una evacuación. No hasta entonces.

Deslizo mi camino detrás de ella y corro al jardín donde Leo espera.


Salimos por la otra puerta. Me siento perdida.

Dejo la puerta y entro a una zona de servicio en la que veo un mapa


en la pared. Lo rompo y empiezo a caminar. Subo una serie de escaleras
y entro en otro pasillo.

—Eh, tú. ¿Dónde crees que vas?

Me doy la vuelta y disparo sin pensar. El hombre de la bata de


laboratorio cae. Sé que los guardias vendrán pronto.
Normalmente no se permiten en donde están las mujeres pero
doctores y enfermeras muertas van a alertar a alguien.

Miro de nuevo el mapa para ver dónde está el ascensor. Rompo el


cristal y tiro del papel fuera.

Doblo el pequeño mapa y lo pongo en mi bolsillo. Doblo las esquinas


con sigilo. Disparo a un médico que está en el teléfono. Cae sobre el
escritorio y se desploma. Exploro mi camino hacia el ascensor. Presiono
B. Supongo que significa sótano.

Cuando la puerta se abre instantáneamente estoy asustada. Está


oscuro y húmedo aquí. El lugar hace ruidos que no he escuchado en
mucho tiempo. Ruidos que los motores hacen.

Leo tiene miedo. Puedo verlo en su postura y en los pelos de punta


de su espalda.

Miro a la tenue iluminación. No hay nadie allí pero estoy aterrada.


Salgo con Leo a mi lado. Caminamos lentamente mirando a nuestro
alrededor. Mi estómago se anuda más fuerte que cuando Will me toca.

Un ruido de silbido explota a nuestro lado. Leo y yo saltamos


cuando sale vapor de una válvula. Casi me río cuando pasa pero siento
nauseas por un momento. Mis heridas claramente no se están yendo.

Una luz roja comienza a parpadear y una fuerte alarma suena. Veo
la luz roja en la pared. En los destellos de luz roja que veo en la esquina
izquierda donde está el sitio de la detonación. Corro hacia la esquina.
Miro los destellos rojos y me pregunto si han encontrado a los médicos
y enfermeras muertos.

El panel es algo que nunca he visto antes. Es enorme y está cubierto


de botones y diagramas. El muro por encima de él tiene pasos.

1. Abra la tapa de metal de color beige.

2. Pulse el número de minutos que desea permitir para la


evacuación.

3. Cuando la luz roja parpadee vuelva a introducir el número de


minutos y pulse el botón verde para ajustar el tiempo.

4. Bloquee las puertas que desea sellar.

La tapa ya está abierta. Miro y presiono el uno y el cero. La luz roja


parpadea y presiono el uno y el cero de nuevo. Presiono el botón verde y
miro las etiquetas. Pulso el botón negro junto a las salas de médicos,
salas de enfermerías y mesas de los guardias. El resto de las puertas las
dejo abiertas y no toco los botones.

Disparo varios tiros al teclado numérico y lo arruino. Hay una


ranura para una tarjeta. Disparo ahí también. Los proyectiles rebotan
en las paredes y tuberías que cuelgan bajo. Vapor empieza a salir de
varios de los tubos por encima de mí. Agua sale de una.

Miro a Leo, —Tenemos que irnos ahora.

Corremos hacia el ascensor, pero tengo un mal presentimiento sobre


este. Veo una señal de salida y escapamos por ella. La puerta no tiene
escáner. Empujo para abrirla y escucho. No hay sonido pero espero un
segundo más. Oigo hombres gritando.

Hay una escalera por encima de mí. Subo un tramo de escaleras y


escucho a los hombres. No están en el hueco de la escalera. Subimos
las escaleras. En el segundo piso exploro mi salida. Asomo la cabeza y
veo el pasillo en que estuve antes. El vidrio roto del mapa está en el
piso. El médico muerto todavía está en el suelo.

Leo gruñe. Yo también lo siento. Miro a mí alrededor, pero no veo


nada. Las alarmas sonando se han duplicado. Hay una luz roja y una
luz naranja parpadeando una en frente a la otra. Mi corazón está en mi
garganta.

Hay algo en la esquina y a través de la puerta que es malo. Puedo


sentirlo.

Levanto mi arma y echo un vistazo rápidamente a la esquina. Varios


hombres están en un grupo.

—Rebeldes en los pasillos y en la hierba. —es todo lo que puedo


entender. Miro a Leo y señalo con la cabeza hacia la puerta de al lado.
La abro y nos deslizamos dentro y esperamos. Sé que tenemos
alrededor de ocho minutos, si tenemos suerte. La oficina está vacía pero
tiene una ventana. Miro y veo los varios jardines en el centro. Hay
cuatro. Cada ala tiene su propio jardín. El edificio es un rectángulo
gigante con los cuatro jardines en el centro. Cada uno tiene un techo de
cristal sobre él. Todos los niños y las madres reciben la luz natural de
ellos, como los invernaderos.

Me paro en la puerta y escucho. Oigo pasos y voces. Cuando me


pasan casi abro la puerta pero espero diez segundos más. Oigo a
alguien corriendo más allá de la puerta. La abro y miro. No hay nadie
allí. Me deslizo de nuevo en el pasillo donde están las escaleras a la
planta baja. La sala está vacía. Si han entrenado como yo, no volverán
sobre sus pasos. Esta sección está despejada. Recargo mi cargador.
Gracias a Dios por mis diecisiete disparos. Entiendo por qué a María le
encanta esta arma.

Tenemos cinco minutos como máximo. Empiezo a hacer mi camino


de regreso a la oficina donde el médico-espía está atado. Chicas y
mujeres están corriendo en todas direcciones. Las enfermeras les dicen
que vuelvan a sus habitaciones, pero se pelean con ellas. Levanto mi
arma y disparo a una enfermera que está arrastrando a una joven a
una habitación. La chica me mira y sonríe.

—LLEGA A LA PISCINA. EL EDIFICIO ESTÁ A PUNTO DE


ESTALLAR. LA INFECCIÓN ESTÁ AQUÍ. TIENES QUE ALEJARTE. LA
PISCINA ES EL ÚNICO LUGAR SEGURO. — Grito pero esto sólo hace
que ellas griten y corran más. Corro por el edificio hacia donde cerré al
médico. Exploro la puerta abierta para verlo sentado pareciendo
aterrado y molesto.

—Ya era hora. Jesucristo. ¿Qué tipo de plan es este? Tenemos tres
minutos hasta que el edifico explote, por el amor de Dios.

Lo desato y doy un respingo cuando veo cómo de hinchado está su


ojo.

—Siento lo del ojo.

Él sacude la cabeza, —Si ellos hubieran abierto mi puerta eso me


habría salvado.

Nos colamos fuera de su oficina y corremos por el pasillo hasta


donde está el lado femenino. Exploro la puerta y corremos a la zona
principal de cocina.

—Id a la piscina. Por favor, corred ahora o moriréis. El edificio


explotará en tres minutos. Date prisa por favor.

Él las está reuniendo.

Estoy escaneando la multitud por una cara.

En el caos no la veo. El médico nos conduce a la piscina. La


habitación es enorme. Hay ventanas en todo un lado de la piscina.
—Id a la piscina. —Trata de hablar normalmente.

Él salta a la piscina y empieza a gritar, —¡ALEJAROS DE LAS


VENTANAS!

Hay muchas más mujeres de las que me imaginé que habría. Sonrío
imaginando que hay otras tres piscinas que se parecen a esta. Las
piscinas están llenas de mujeres y niños a punto de escapar.

—EMMA.

Me doy la vuelta y veo a Muriel. Su rostro están un poco golpeado,


pero ella está corriendo hacia mí. Corro y la abrazo.

—Lo siento mucho.

—No, los infectados. ¿Qué podíamos hacer?

Niego con la cabeza, —No. Yo debería haber estado preparada


también para ellos. Nunca les di un pensamiento.

Ella me abraza fuerte y habla sobre las ruidosas mujeres en pánico


en el agua. —¿Esto fuiste tú?

Asiento, —Es todo lo que podía pensar. El edificio va a ser destruido


en pocos segundos. La piscina se supone que es la mejor opción.

Ella agarra mi mano. Yo agarro a Leo que está empezando a


enloquecer por la piel del cuello y lo arrastro hacia el agua. Hace frío y
no es atractivo. Leo comienza a salpicar al entrar, le encanta el agua
pero está más nervioso de lo normal.

La gente está mirándolo y a mí y levantando las cejas.

—A la parte más profunda, damas. Si el techo se derrumba es


nuestra mejor oportunidad de sobrevivir.

Aquellas de nosotras que pueden nadar, nadan en una acumulación


caótica hacia la parte más profunda. Las otras lloran y gritan en la
parte menos profunda. El ruido es insoportable. Leo está jadeando y en
pánico. Quiere salir de la piscina. Lo dejo ir.

Él sabe mejor. Sus instintos son mejores que los de cualquiera.


Nada a la orilla y sube hacia fuera. Se escabulle a la esquina y se sienta
allí. Una chica que no parece mucho mayor que yo lo sigue. Se enrosca
contra él y llora.
El ruido es demasiado. De repente otro sonido se eleva por encima
de todo y sacude el edificio que nos rodea. Expulso mi aire y me dejo
caer al fondo de la piscina. Levanto la vista hacia los pies encima de mí.
Parecen tranquilos y recogidos por un segundo. Luego parece que tinta
roja ha sido derramada en la piscina. El agua empieza a hacer espuma
y batirse. No veo por encima de mí. Mi pecho está clamando por aire,
pero me quedo allí y miro. Una mujer es empujada debajo. Agarra su
mano y tiro de ella hacia mí. Nado, remolcándola a la parte menos
profunda. El agua espumosa está en todas partes. Parecen los rápidos
de un rio. Cuando tiro de ella fuera del agua recibo un codazo en la
cara. Veo estrellas por un segundo, pero sigo adelante. Arrastro a la
chica a la parte menos profunda y empiezo a darle palmaditas en la
espalda fuerte. Expulsa el agua y empieza a toser. Soy pisoteada y
empujada abajo. Pies me pisotean. Agarro a la chica que estaba
tosiendo y la empujo fuera del agua. Estoy bajo el agua y ahogándome
pero sosteniéndola fuera del agua.

Una mano agarra mi nuca y me levanta del agua. Miro arriba a la


cara de preocupación del doctor. Él señala las ventanas rotas que
conducen al exterior.

—Libertad.

Leo ya está fuera de la ventana. Él me está mirando desde el otro


lado.

Grito, —LAS VENTANAS. ¡ROMPAN LAS VENTANAS PARA QUE


TODAS PODAMOS SALIR!

Las mujeres se apresuran a las ventanas y comienzan a romper


sillas contra el cristal ya dañado.

Una ventana se rompe y una chica se abre paso. Veo su piel raspar
contra el cristal. Ella grita.

Están entrando en pánico. Desenrosco el silenciador y disparo un


tiro al roto y arruinado techo. Las mujeres se detienen y me miran.
Camino a la chica del pelo oscuro en el suelo sangrando, —¿ESTO ES
LO QUE QUEREIS? ¿MATAROS UNAS A OTRAS? ¡UNA SÓLA FILA
MALDITA SEA!

El doctor la levanta y saltan fuera del irregular cristal. Las mujeres


salen, obviamente más tranquilas, pero aún a toda prisa. Salgo y me
preparo con mi arma. No hay nadie en la hierba marrón.
El doctor grita, —¡CORRED POR EL BOSQUE!

El doctor está corriendo a través de la hierba con la chica en sus


brazos. Oigo un tiro y él cae. La chica grita.

Levanto la vista hacia el techo para ver un equipo de


francotiradores. Apunto y disparo varias veces. Los primeros cuatro
hombres caen desde el techo haciendo que las mujeres y las chicas
griten mucho más. El quinto hombre me ve y dispara.

Siento una sensación ardiente en el brazo izquierdo, pero la ignoro.


Apunto y le disparo de vuelta. Está demasiado lejos para que lo mate
pero sé que le he dado.

—¡CORRED AHORA!—Grito. Todas se apresuran. Agarro a la chica


bajo el doctor muerto y la ayudo. Leo está corriendo delante
mostrándoles el camino. Miro a la izquierda y veo un grupo de mujeres
con bebés gritando huyendo hacia el bosque. Algunas caen mientras
disparos suenan. Sus bebés caen con ellas.

Oigo a mi padre susurrarme. —No puedes salvarlas a todas Em.

Grito a las mujeres conmigo, —CORRED Y ROMPED LAS RAMAS.


PERMANECED JUNTAS. SEGUIRÉ LAS RAMAS ROTAS Y OS
ENCONTRARÉ. OS CONDUCIRÉ A LA SEGURIDAD.

—Emma, las conduciré al sendero hasta el campamento. — Veo a


Muriel y asiento. –Estoy justo detrás de ti. Tengo que ir a por las
jóvenes y los bebés.

Ella asiente y empieza a gritar a las mujeres llorando.

Me dirijo a través del bosque. Oigo un crujido y me vuelvo a ver a


Leo de pie a mi lado.

—Has vuelto, ¿eh? ¿Listo para matar alguna mierda?—Él jadea. Sé


que se está volviendo loco.

A través de los bosques puedo ver el edificio en llamas. La repisa


donde están los francotiradores es la única parte todavía de pie. Todo lo
demás parece estar explotado y en ruinas. Esto calienta mi corazón un
poco.

Corro hacia donde los gritos están viniendo. Cuando llego a las
mujeres que llegaron al bosque señalo el punto de donde acabo de
venir. —Seguid la línea de árboles hasta llegar a un montón de ramas
rotas, seguidlas. La seguridad está en ese camino.

Corren sosteniendo bebés y niños pequeños.

Corro a través de la multitud y salgo al claro. Un hombre está


agarrando a una mujer. Le disparo y golpeo su oreja. Él lo captura y le
disparo de nuevo. Le doy en la garganta. La mujer agarra a su bebé y
huye del hombre muerto. Disparo a los últimos hombres de la cornisa.
Le doy a uno y dos lo esquivan.

Sigo disparando mientras las mujeres hacen su camino a través de


la hierba y en el bosque.

Un hombre empuja su cabeza hacia arriba y le disparo, rozando su


cabeza.

Siento algo agarrar mi brazo. Me giro buscando a Leo, pero él tiene


un hombre en el suelo y está arrancando su garganta. Hay una mano
sobre mi brazo. Apunto mi arma, pero me detengo. Los ojos azules de
Will están en llamas. Me arrastra al bosque. Veo matas de hierba volar
en el aire detrás de mí mientras proyectiles están siendo disparados
contra mí. Disparo un proyectil a los hombres del techo.

—Déjame ir. Tengo que salvar a las chicas. Hay otra ala de niños.
Necesitan ayuda. — Tiro de él.

Él no habla. Pateo y le araño pero no se mueve.

La lucha debe verse como una niña malcriada de dos años siendo
arrastrada en una tienda. Él no tiene ningún problema arrastrándome
en el bosque. Pateo y peleo. Lágrimas de frustración me ciegan.

—LEO. AYUDA LEO.

Leo viene corriendo con sangre fresca en el hocico. Ve a Will y deja


de correr.

—Leo, muérdele.

Leo lame sus labios y cae en calma con Will. No siente peligro.

Intento mantener el ritmo pero mis pies tropiezan en un tronco y


pierdo mi equilibrio.
Will me arrastra por un tiempo. Mis piernas golpean en palos y
ramas y rocas, pero todavía me arrastra. Mi brazo se siente como si
fuera a salirse de mi cavidad.

—Deja que me vaya de nuevo por favor. Te prometo que no voy a


huir de nuevo. Lo prometo. Déjame salvarlas, Will.

Se detiene y me recoge. Me tira encima de su hombro. Estoy


derrotada. Los niños están muertos. Los dejé morir.
Capítulo 23
Traducido por EvaMedina

La visión está más allá de lo que puedo comprender. Hay niños por
todos lados. Hay niños en sus primeros pasos en todas direcciones o
alimentándose del pecho. Lloran y hacen ruido.

Sonrío a la vista. No tengo idea de cómo lo hizo, pero sé que fue él.

—Pensé que odiabas a los niños.

Agarro el agua que él ofrece y bebo lentamente. Estoy hambrienta y


deshidratada y probablemente todavía muy enferma de mi herida de la
cabeza que tuve ayer.

—¿Cómo?

Parece enfadado. No, cabreado. Parece cabreado.

—Seguimos tu rastro esta mañana. Cuando averiguamos lo que


habías hecho, no pudimos entrar, así que decidimos esperar fuera y ver
de qué salida salías con los guardias disparándote.

Estoy asombrada.

—¿Se sentaron frente a cada salida?

—Nos pusimos en parejas. Era bastante obvio lo que habías hecho


cuando pasó la explosión y el humo empezó a llenar el cielo.

—Tantos lo lograron. ¿Perdimos a alguno de los nuestros? —


pregunto.

—Perdimos a dos ayer en la gran ruina a la que llamamos


emboscada. Fueron disparados intentando salvar a Muriel. —sus ojos
parpadearon en los míos. Me siento enferma. Los añadí a la lista de
gente de cuya muerte soy culpable.

Él niega con la cabeza como si estuviera leyendo mi mente y se


sienta frente a mí.
—No eres la responsable. Muriel los hizo cambiar de opinión. Todos
saben que no es tu culpa.

Eso no cambia nada. Sorbo el agua. Tengo la culpa.

Mi brazo escuece de repente como si fuera una reacción retrasada.


Miro a mi camiseta empapada de sangre. La descorro y hago una mueca
de dolor. La bala rozó mi brazo. Hay una gruesa raspadura que quemó
un camino a través de mi bíceps izquierdo.

Leo está junto a mí lamiendo mi mano. Palmeo su cabeza.

—No es nada. Es sólo un rasguño.

Mona se aproxima y sonríe.

—Eres una chica loca. Te concederé eso. Eres una máquina, loca.

Will resopla y se aleja. Todavía parece cabreado.

Mona arranca mi camiseta un poco y mira. Ella abre mi camiseta y


mira a las marcas púas en mi pecho y manos.

—Ésas están infectadas. Eso va a infectarse —apunta mi herida de


bala.

Me encojo de hombros.

—He aparecido en el campamento en peor forma que ésta.

Sus ojos destellan. Finge mirar a mis heridas, pero susurra en mi


oreja.

—Necesitas llevarte a esas mujeres en una retirada. No pueden estar


en el campamento con Marshall y todos. No tienen comida suficiente y
provisiones para todas esas mujeres. Además, en cierto modo estás
poniendo a Marshall en evidencia. Tú sola rescataste a más de
cincuenta mujeres y niños.

Mi corazón se detiene.

—¿Qué? No, yo tuve ayuda.

Ella asiente sutilmente.

—No se lo tomará amablemente que lideraras una misión para


salvar a todas esas mujeres. La gente preguntará cómo es que él nunca
lo hizo.
—Es un imbécil. La gente debería estar preguntándose qué está
haciendo allí arriba.

—Bueno, de cualquier manera, tienes que llevarlas a donde no


pueda tocarlas.

—¿Él sabe que tenemos que caminar todo el camino hacia retirarnos
con todos esos bebés y mujeres embarazadas? —susurro tan
calladamente como ella. Sabe de quién estoy hablando. Asiente.

— ¿Cuál fue su opinión?

Se ríe por lo bajo suavemente.

—Cariño, vino y te salvó. Así de lejos llegó.

Mi estómago se calienta, pero pongo mis ojos en blanco.

—Hizo lo mismo por Star. Estoy bastante segura de que sé lo que


quiere. Una vez que lo consiga, sólo seré otra de ellas. Mira la forma en
que la guía por los alrededores ahora. Ella lo sigue como un cachorro
perdido.

Mona se cruza de brazos.

—No es exactamente así como es.

Levanto una ceja y siento mi rostro sonrojarse.

—Los escuché a todos ustedes hablando la otra noche. La llamaron


un pedazo de culo. Puede que no sepa muchas cosas, pero sé lo es eso.

Es su turno de sonrojarse.

Asiento.

—Como pensé. De todas formas, la cosa del cachorro perdido no es


realmente lo mío. Me gusta ser la heroína, no la atontada damisela.

Mona limpia mi herida con una pomada de su kit.

—Bueno, eso es lo que más me gusta de ti.

Suspiro.

—Mi abuelita siempre me dijo que no me enamore de chicos a los


que les importa cómo lucen, ni de los que tocan en una banda.

Mona se ríe.
—Consejo sensato.

No puedo dejar de imaginarlo cantando y tocando la guitarra. La


forma en que sus labios se mueven cuando canta me hace sentir rara,
rara pero bien.

—Sí, bueno, muchísimo bien me hizo. Siempre tengo que hacer las
cosas de la forma difícil parece.

Me pone un vendaje y sonríe.

—Hablando de hacer cosas de la forma difícil, yo y Joe vamos a venir


contigo. Al retiro. Hemos tenido suficiente de Marshall y su mierda de
todos modos. Se sientan en esa maldita montaña y planean cosas que
nunca fructifican.

No sé lo que significa esa palabra, pero puedo adivinarlo.

—Él tampoco es mi favorito.

Miro al enorme grupo que tenemos ahora con nosotros. Hay mujeres
embarazadas y niños pequeños. El más grande todavía no tiene dos
porque ahí es cuando los doctores se los llevan. Van a odiar la caminata
de dos días hacia el retiro. Serán más como cuatro. Me cruzo de brazos
y miro a Mona.

—Los llevaré al maldito campamento. Marshall y los otros allí


pueden besar mi trasero. Nos detendremos un día allí y luego nos
iremos a la mañana siguiente. Pueden vivir con un día de compartir
provisiones y comida.

Mona me echa una mirada y asiente.

—De acuerdo, si eso es lo que quieres hacer.

—No estoy a cargo, Mona. Sencillamente no veo cómo todos esos


bebés van a conseguir llegar tan lejos sin, al menos, un día de ayuda.

Ella me levanta una ceja.

— ¿Segura que no estás a cargo?

Frunzo el ceño.

—Sí. Estoy segura —Will está a cargo. Él lo evita tanto como yo, pero
sé que todos lo escuchan cuando habla. Miro alrededor del campamento
y sorbo de mi agua.
Veo que las chicas nuevas lucen diferente que el resto de nosotros.
Todavía están brillantes y limpias.

Sonrío.

—Estoy bastante segura de que no tendremos escasez de voluntarios


varones para ayudar con ellas.

Ella se ríe.

—Todas son mujeres jóvenes saludables y fértiles. Por no mencionar


lo bonitas que son.

La miro.

—Eso es escalofriante, ¿verdad?

Asiente.

—Mucho. Son como cyborgs6.

No sé de lo que está hablando, pero asiento. Cyborgs debe significar


bonita.

Will está hablando con una dama que tiene un niño pequeño en sus
brazos. Parece que la conoce. Me pregunto si algunos de los bebés son
de él. Eso me indigna. Sé que no es justo.

Joe aleja a Mona y yo apenas lo noto. Estoy perdida en mis


pensamientos y sonriendo. No puedo evitar amar el hecho de que Mary
va a estar cabreada cuando lleguemos. Al menos hay cincuenta, si no
setenta y cinco, mujeres jóvenes y hermosas en nuestro grupo. Mary ya
no será la especial en el campamento. Me pregunto a cuántas besará de
la forma en que me besó. Siento mi rostro sonrojarse y llevo mis dedos
hacia mis labios. Siento confusión sobre ella y sus besos. No siento
como que quiera que sea mi amante, pero no protestaría por más besos.
Eran agradables.

—¿Pensando en mí?

Levanto la vista hacia Will. Niego con la cabeza y me sonrojo más.

Todavía parece cabreado.

—¿Mi hermano?

6 Un ser que es parte robot y parte humana. {Cyb (ernetic) + org (nismo)}. Tiene ciertos procesos
fisiológicos ayudados o controlados por dispositivos mecánicos o electrónicos.
Frunzo el ceño.

Niego con la cabeza.

—Entonces ni siquiera quiero saber a quién más has estado


besando.

Estoy cansada y me siento enferma y sólo es el anochecer. Me


levanto y me voy. Él agarra mi brazo, sin darse cuenta de que he sido
disparado.

Hago una mueca de dolor y grito.

—Emma, ¿estás bien?

Asiento, pero sostengo contra el pecho mi brazo con el otro.

—Me dispararon.

Él suspira y me atrae hacia él.

—Deja de alejarme, Emma. Déjame cuidar de ti. —me levanta y me


carga lejos del ruido. Hay mucho de eso. Noto un zumbido en mis oídos
cuando estamos lejos de eso.

Me quedo perfectamente quieta en sus brazos y me permito disfrutar


de mi momento de damisela en apuros. Él me hace querer actuar débil
y dejarme sucumbir. Me pregunto por un breve momento si Star solía
ser una chica competente y él la arruinó. Me tenso.

—¿Qué?

—Nada.

Me baja sobre un tronco.

—¿Qué? Sentí que te tensaste.

—No es nada. Sólo me estaba preguntando algo.

—¿Y eso era?

—¿Star solía ser una chica normal o siempre ha sido un cachorro


perdido que te sigue por los alrededores? ¿La arruinaste?

Él se ríe y se frota sus ojos. Parece exhausto.

—Oh, Emma. Me vuelves loco. ¿Puedes dejarlo estar? Es privado.


Mis cejas se fusionan.

—Puedo, sí —me levanto del tronco y me alejo. Me vuelve a agarrar


del brazo y grito.

Él hace un gesto de dolor.

—Perdón. Sigo olvidándolo. —Susurra.

—Sí, sé exactamente cómo se siente. Te observo cantar y ser dulce y


me olvido de lo que realmente eres.

Él luce como si estuviera conteniendo el aliento, pero luego habla.

—Fue violada salvajemente. Imagina lo peor que puedas pensar que


le pueda pasar a una chica de quince años. Estaba escapando cuando
los vi. Les dije a todos que la conocí en las granjas de reproducción,
pero eso no es enteramente la verdad. Estaba en la parte de atrás del
camión con cuatro de ellos en un estacionamiento. Había unos de ellos
allí detrás. Fue lo más perturbador que he visto.

Me estremezco y me atraganto un poco. Las mujeres que fueron


mantenidas detrás. Sus rostros me perseguirán el resto de mi vida. Las
recuerdo sentadas en la parte de atrás del camión. Recuerdo los gritos.

—La salvé. Las salvé. Eso es todo.

—¿Cómo? —me siento como una tonta. Ojalá pudiera retractarme.

—Los maté. Maté a los cuatro. Ha sido muy, uh, buen, agradecida
desde entonces.

Agradecida... Vulgar...

—¿Agradecida?

—Ella cree que soy su caballero de la radiante armadura. Cuido de


ella. Va a donde voy. Cocina para mí y esas cosas. Agradecida.

Palabras de enfado vuelan de mis labios.

—Ella está agradecida, eso es asqueroso. No actúa como ninguna


víctima que haya visto. Las mujeres que he visto que fueron violadas
son tímidas y vergonzosas. Ella actúa como una puta. Siempre está
medio desnuda y colgándose de ti.
—¡Emma!

Sé que es lo erróneo para decir, pero es la forma en que me parece


que es. Nadie habla sobre las cosas que están justo frente a ellos.

Toma uno de sus pasos de gigante y sujeta mis brazos. No grito.


Tiemblo. Sus dedos muerden justo en las heridas que tengo.

Me sacude ligeramente.

— ¿Por qué dirías una cosa tan horrible? Si alguna vez te vuelvo a
oír eso... mírame.

No lo hago. Las lágrimas fluyen por mis ojos. Sus dedos cavan y
raspan mi herida de bala.

Él levanta mi rostro, pero yo aparto mi mirada. Me libero de su


agarre y corro. Me dirijo de vuelta al campamento.

Él me agarra, pero Leo ha tenido suficiente de su maltrato y yo


también.

Cuando él agarra mi abrazo ileso esta vez, Leo se lanza hacia él y lo


tira hacia el suelo. Gruñe en la garganta de Will.

Envuelvo mi mano alrededor de mi herida para intentar detener el


cálido líquido bajando por mi brazo, donde Mona lo ha cortado en
mariposa. Sus ojos ven el líquido rojo filtrándose por mis dedos. Veo su
arrepentimiento.

—Simplemente no puedo parar de herirte. —sus palabras suenan


rotas de alguna manera. No hacen sonidos completos—. Me enfadas
tantísimo.

A través de las lágrimas no lo veo claramente. Todavía veo al hombre


del que estoy desesperadamente enamorada. Todavía oigo su inolvidable
voz llenando el nublado bosque.

—Creo que necesitas a una chica como Star. Ella siempre necesita
que las rescates. No soy la chica correcta para ti. Creo que eso es lo que
más me gusta de tu hermano. Él sólo quiere estar conmigo. No intenta
dirigirme ni salvarme. Hazme un favor cuando lleguemos al
campamento, sólo quédate allí. No quiero ni necesito tu ayuda.

Por primera vez, veo dolor en su rostro, dolor real.


No siento la satisfacción que pensé que tendría. El dolor en mi
corazón se siente como si estuviera fracturado. Estoy mareada. Me alejo
del dolor que he causado y camino hacia Mona, que puede reparar mi
brazo al menos. Aunque no estoy segura de qué hacer con mi corazón.

xxxx

Ver el campamento y el entusiasmo en el rostro de todos debería ser


suficiente. La reunión de las hermanas. Maridos y esposas se abrazan
con besos y lágrimas. Esto debería ser el pago para el dolor, pero mi
corazón se siente desolado y seco.

Giro en un círculo y observo a los aldeanos correr hacia sus seres


queridos y a los extraños de igual modo. Lágrimas de alegría y
entusiasmo están en todos lados, en cada giro.

Un par de ojos oscuros me observan desde una esquina. Les sonrío.


Él se ríe y niega con la cabeza. Apunta a su tienda y luego a mí. Camino
hacia él, pero no lo suficientemente rápido. Todavía estoy en la multitud
cuando Star viene corriendo hacia Will y salta en sus enormes brazos.
Jadeo un poco. Él la abraza. Las lágrimas construyen una presa en mi
garganta.

Marshall me golpea en la espalda en lo que sería una palmeada


amistosa en la espalda de un hombre. Mi pequeña espalda duele por
eso.

—Tú eres un real grano en mi culo. Debí haberte matado cuando


tuve la oportunidad. Ni siquiera estoy bromeando. Supe que traerías
problemas el minuto en que te conocí. Demasiado malditamente
inteligente y demasiado malditamente bonita. —pasea a la tienda
cuando entramos.

Me alisto para recibir la única real reprimenda que he padecido.


Parte de mí quiere llorar. La otra parte se rehúsa y se obliga a mirar de
forma arrogante que mi padre odiaba que cruzase mi rostro.

En lugar de gritarme como asumí que haría, su rostro se vuelve de


un rojo brillante y sonríe.

— ¿Cómo? ¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo sacaste a tantas?


Estoy perpleja. Está siendo amable. Amable.

—Suerte. —es todo lo que tengo que ofrecer.

Me observa por un minuto y luego se ríe a voz en cuello con la risa


más aterradora que he oído nunca. Salto, alarmada por el sonido.

Leo está en la entrada gruñendo. Muevo mi mano hacia mi muslo en


señal.

—Tú, maldita perra insolente. Suerte. Suerte dice. —se limpia los
ojos. Aparentemente está llorando por reírse tan fuerte—. De acuerdo,
¿hay otro aspecto de la misión que sentiste que fuera exitosa aparte de
la suerte?

Observo sus oscuros ojos y asiento con cautela.

—Encontré a un científico amigo tuyo que me contó sobre un panel


auto-destructivo en el sótano. Está por si la infección llega a la granja.

Sus ojos se amplían.

— ¿Todas las granjas tienen uno?

Vuelvo a asentir, sintiéndome menos asustada por él.

—Sí. Supongo que muchos lugares lo tienen. Todavía temen a la


infección. Se metió en una granja de reproducción hace no mucho
tiempo, así que instalaron las cosas bomba para explotar el edificio.

Sus ojos centellean. Está escondiendo algo.

—Hiciste un buen trabajo. Eres un grano en el culo y no tengo idea


de cómo alimentarlos a todos, pero lo que hiciste es asombroso. Oí que
lo hiciste todo sola.

Niego con la cabeza.

—No. Leo ayudó un montón.

Él inclina la cabeza hacia el lobo gruñendo en la tapa de la pequeña


tienda de campaña.

—¿El lobo?

—Sí. Y, en realidad, Will y todos consiguieron que los niños y las


chicas más jóvenes salieran. Yo sólo las embarazadas y los recién
nacidos salieran de la sala. Y, honestamente, fue tu amigo científico el
que lo hizo. No yo. Muchas mujeres y bebés no lo consiguieron. Tu
amigo también murió. Honorablemente. Estaba cargando a una mujer
joven hacia la salvación.

—Siempre es triste cuando se pierde una vida.

—Es peor cuando tú eres la razón de eso. —no esperaba que me


mimase por mis errores. No me sorprendió con ninguna amabilidad.

Juega con su barba y piensa.

—¿Cuándo puedes estar lista otra vez?

No entiendo.

—¿Qué?

—La granja de reproducción más cercana está a muchos días de


distancia, pero tu idea de la emboscada del camión era bastante
inteligente. Podría funcionar.

Siento el pánico subiendo en mí. Él quiere que vuelva.

Una voz profunda habla detrás de nosotros.

—Estaba directa. Si no hubiera sido por los infectados, nos hubiera


tenido allí sin problemas. También podríamos haber usado el camión
para sacarlas más fácil.

No me giro. Lo odio.

Marshall mira mi rostro y asiente hacia mí.

—Puedes ir a limpiarte, niña. —me giré para irme, pero Will acapara
toda la entrada de la tienda. No se mueve.

—Marshall, creo que ella debería llevar a las mujeres al retiro. Está
lejos y escondido. —su enorme pecho está en mi rostro y ocupando todo
el espacio frente a mí.

Me giro hacia Marshall. Él me mira y juega con su barba más.

— ¿Estás dispuesta a guiarlas? Estaba pensando en que podrías ir a


la próxima una vez que tus heridas estuvieran mejor.

Will vuelve a cortar.


—Marshall, yo y los chicos tenemos esto. Podemos usar a cualquier
mujer de los camiones como cebo. Ella no necesita venir. Debería ir al
retiro y quedarse allí.

Lo odio. Está intentando embutirme como si fuera una niña


pequeña. Como si yo fuera su responsabilidad. Como si hablara por mí.

Marshall me mira. Niego con la cabeza.

—Estoy bastante herida y cansada.

Él se encoge de hombros.

—Demasiado tiempo. Supongo que puedo hacerlo sin ti. Sólo que no
quiero preocuparme de que las granjas averigüen nuestras formas y
añadan más guardias y francotiradores.

Yo espeto:

—Yo lo haré. Me prepararé para irme mañana después. Necesito


dormir por ahora.

Él se alegra.

—Ésta es mi chica. Excelente. Ve a los médicos para que le den un


vistazo a esas heridas.

Will no se mueve.

—Marshall, ella debería quedarse con las mujeres. Conoce el camino


mejor que nadie.

Marshall me sonríe.

—Depende de ella, Will. Es una chica grande.

Le sonrío a Marshall y me giro para enfrentar el enorme pecho en mi


camino. No levanto la vista a su rostro, hablo directamente a su pecho.

— ¿Puedo simplemente pasar?

—No. Vuelves a sangrar. —toma mi mano suavemente y me empuja


cuidadosamente.

—Necesita descansar, Will —grita Marshall mientras soy arrastrada


para salir de la tienda.

—Gracias, Marshall.
Will me lleva a las tiendas de los médicos. Su agarre en mi mano se
aprieta cuanto más densa es la multitud. Intento liberar mi mano, pero
eso sólo me consigue una mano adolorida.

—¡Emma! ¡Will!

Me giro para ver a Jake brincando hacia mí. Su corrida parece


mejorada. Corre y justo me libera de la mano de Will.

Me abraza y me hace girar. Pellizco su piel. No creo que sea real.

— ¡Ouch! ¿Por qué demonios hiciste eso?

Me inclino y lo huelo.

—Eres real.

Él se ríe.

—Por supuesto que lo soy. Hola Willy. Anna también está aquí.
¡Vinimos para ayudar en la pelea!

Will pone su brazo alrededor de Jake.

—Jakey. ¿Dónde está? ¿Dónde está Anna? —Odio que lo llame así.
Termino en el medio de ellos y siendo abrazada por los dos.

—Ella está en la tienda con la comida. Está determinada a mantener


su apariencia regordeta de la granja de reproducción. Oí que vuestra
misión de rescate se volvió una mierda loca. Chicos, me asustaron.
Nadie pensó que volverían. —dice Jake.

¿Cómo lo supo? ¿Cómo lo supo el campamento? Una Anna gritona


interrumpe mis pensamientos.

—¡Will! ¡Emma! —levanto la mirada para ver a Anna corriendo hacia


nosotros. Está sujetando una pierna de carne.

Me muevo fuera de sus brazos y la ataco con un abrazo feroz.

Ella me abraza tan apretadamente que sus músculos tiemblan. Sólo


ella entenderá verdaderamente lo que he pasado. Compartimos el
momento. No hablamos nada. No es necesario. Ella sabe a lo que volví.
Sabe lo que vi. Estuvo allí cuando las bolsas se rompieron.

Me apretuja y se ríe.

—Me asustaste, cretina.


—Me asusté a mí misma.

Me atrae otra vez y besa la punta de mi nariz.

—Deja de hacerme eso.

—Sí. Quizá algún día —digo. Me temo que volveré a irme mañana.
Mis pies duelen con la perspectiva.

Jake frunce el ceño.

—¿Huh? —él mira a Will. Will niega con la cabeza.

Anna me deja ir y abraza a Will. Son menos fríos el no con el otro


desde el retiro. La música los hizo volver a verse. Leo se mete en el
camino y Anna cae sobre sus rodillas y lo abraza con fuerza.

— ¿Cómo es que el perro consigue más amor que yo? —Will se cruza
de brazos.

Jake se encoge de hombros y le pellizca el brazo ligeramente.

—Somos un cero a la izquierda, tío.

Will se ríe.

—Supongo que lo somos. Así que nos vamos mañana hacia la


siguiente granja de reproducción. Vamos a liberar a las mujeres.

Anna me mira. Asiento.

—Destrozamos el lugar. Quemado hasta los cimientos.

Sus ojos centellean con travesura.

—Quiero estar allí para la próxima.

Miro a Will. Él mira a Jake, que niega con su cabeza.

Me aclaro la garganta y toco el pelaje de Leo.

—Bueno, ahora que este lugar está rebosante de mujeres


embarazadas y bebés, ¿en cierto modo estaba esperando que tú las
ayudaras a volver al retiro?

Ella se pone de pie y pone sus manos sobre sus caderas.


—¿Qué? Al diablo con eso, no soy una niñera y aparte odio a los
niños. Ese pequeño monstruo de Mary es suficiente para hacerme
doblar la esquina.

Me río. Ni siquiera pretendo que no sé exactamente de lo que está


hablando. Los niños me vuelven loca.

Mira alrededor de manera desagradable.

—Me mataré a mí misma aquí. Éste no es lugar para mí. Iré —ella
me sonríe—. Además, siempre dijiste que luzco igual al cebo.

Se va. Sé que está yendo a encontrar a Marshall y hacerlo estar de


acuerdo. Es buena en eso.

Miro a Jake y a Will y me vuelvo a aclarar la garganta.

—Bueno, mejor voy a los médicos —les doy un rodeo y casi echo a
correr.

Las tiendas de los médicos están llenas de mujeres embarazadas y


bebés. Tomo asiento sobre un tocón y espero.

—Marshall quiere que le echen un vistazo ahora —la resonante voz


de Will atrae a un doctor.

El pobre doctor mira a Will y la mirada de mierda en su rostro y se


apresura a estar a mi lado.

Le hago una mueca a Will.

—Puedo esperar.

Will se cruza de brazos y niega con la cabeza.

—No, nos vamos mañana y tiene infecciones.

El hombre más viejo me sonríe y se arrodilla frente a mí.

—¿Cuál es el problema?

—¿Aparte de él? —pregunto suavemente y tiendo mis agujeros


infectados de púa y abro mi camiseta un poco para mostrar los otros.
Subo mi manga con cuidado y muestro el vendaje.

—Herida de bala y un puerco espín y un idiota.

Él hace una mueca de dolor.


—Eres un lío y ésos están infectados. Vamos. A la tienda.

Estoy transpirada y jabonosa por el aire húmedo de primavera. Me


quito mi camiseta de arriba y entro a la tienda con mi camiseta sin
mangas. Mi vendaje está empapado otra vez.

Él lo desata y silba.

—Esto está mal. No luce muy bien.

El rostro de Will se sonroja en la entrada.

—Eso es porque un idiota ha estado metiendo sus dedos en los


cortes y arrastrándome alrededor del bosque como un loco.

Me río por lo bajo. El doctor parece perdido, pero sé que luzco más
blanda. Me mira a través de sus pestañas y me derrito. Lo odio. Quiero
hacerlo de todas formas.

—Eso es genial. Quizá intenta no dejar que idiotas toquen tus


heridas. También intenta que no te disparen.

No escucho. Miro fijamente a los hermosos ojos azules que están


observándome desde un rostro humillado. Niego con mi cabeza. Él
asiente. Aparto la mirada. La sonrisa de Jake llena mi mente.

Hago muecas de dolor un par de veces, pero generalmente ignoro al


doctor y las cosas que hace. Tengo un vendaje nuevo y ungüento por
todos lados. Venda mi pecho y manos. Miro a mis manos y me río.

—No puedo pelear así, Doc. Tienes que averiguar una forma
diferente para mejorarme.

El doctor me apunta con su carnoso dedo a mi rostro.

—Veinticuatro horas así. Entonces puedes ir a deambular por los


acres del infierno.

Sonrío.

—¿Cómo supiste que nos vamos allí?

Él se ríe.

—Agua y estas pastillas.

Las miro. Nunca he tomado una pastilla en mi vida.


—Antibióticos. Los necesitas. Los agujeros infectados de púa
realmente están empezando a mostrar señales de sangre envenenada.

Recuerdo a Jake teniéndolo y dejo caer las pastillas en la parte de


atrás de mi garganta. Will me da su agua. Bebo grandes sorbos.

—Gracias.

—Envíame a la siguiente dama con un niño pequeño.

Me siento mal por él. Va a ser una noche dura para los doctores.

Él mira a Will.

—Sé un buen idiota y hazla descansar bien.

Will sonríe y me mira.

—Órdenes del médico.

Mi estómago da un vuelco.

—Todavía eres un idiota.

Él toma mi mano acolchada y sujeta mi brazo. Me arrastra con


suavidad a través de las tiendas y pequeñas estructuras hasta que
llegamos a una tienda. Abre la puerta y entra. Hay mantas y sábanas
por todos lados. Entro y siento que mi estómago se retuerce cuando lo
oigo cerrar la puerta. Estamos solos. Todavía lo odio. En cierto modo.

—Leo.

Él mira al lobo a través de mosquitero.

—Tú duermes fuera.

Miro a Leo y niego con la cabeza.

—Él duerme conmigo.

Will cierra la puerta de la tienda.

—No, me morderá en la noche.

Me río y me recuesto sobre las sábanas y pateo para sacarme mis


botas. Cada centímetro de mí duele.

—No puedes dormir aquí conmigo.

Él se recuesta junto a mí.


—Pero lo voy a hacer.

Puedo sentir el calor irradiando de él. Me hace estremecerme. Siento


mi cuerpo derritiéndose en las sábanas cuando habla.

— ¿Ver a Star corriendo hacia mí y abrazarme es tan molesto como


observar a mi hermano haciéndolo contigo?

—Estoy demasiado cansada, Will. Pregúntame mañana.

—Hablo en serio.

Mis ojos están cerrados, pero puedo imaginar exactamente cómo


luce su rostro.

—Síp.

—Guau, así de molesto, ¿eh?

—Síp. Excepto que tu hermano es un chico dulce y amable que sólo


quiere hacerme feliz y hacerme sonreír. Nunca quiere herirme ni
hacerme poner celosa.

Él suspira y toca mi hombro.

—Me estás matando.

—No, pero me gustaría.

—Emma, estoy hablando en serio. No sé cómo estar con una chica


como tú. No sé lo que quieres.

Abro un ojo.

—Quiero tener esta conversación después de como, ¿una semana de


dormir? Estoy exhausta y Marshall me tiene invadiendo las granjas por
el próximo año.

Él se da la vuelta y envuelve un brazo alrededor de mi cintura.

—No. necesito esta conversación ahora.

Gimo.

—Adormilada. El doctor dijo que duerma. —me alejo.

Besa mi nariz.

—Él dijo descansar. Esto es relajante.


Niego con la cabeza y vuelvo a cerrar mis ojos.

—No, no lo es. Por favor, no me toques.

Sus labios rozan los míos.

—He cometido un gran error.

—Has cometido unos cuantos. Estás cometiendo uno ahora mismo.

Vuelve a rozar sus labios contra los míos.

—Tú también has cometido algunos.

Sé que lo he hecho. Sólo que no sé cómo decirlo. Estoy cometiendo


uno al no pararlo.

—Mi error más grande es enamorarme de una chica que no me


necesita. Sé que probablemente debería estar con alguien que satisfaga
a este gran hombre cuidando de una pequeña chica en vez de amarte.
Desearte. Incluso si no me necesitas, yo te necesito.

Vuelvo a abrir mis ojos. Sus ojos azules son todo lo que puedo ver.

—Estás equivocado. Yo sí que te necesito. Sólo no para salvarme del


mundo. Necesito que me des espacio y ganar mi respeto. Estar contigo,
con Anna, con Jake, con Sarah y con Meg es asombroso para mí. Es la
primera vez que me he sentido como parte de algo. Necesito que veas
eso. Todos ustedes se han convertido en una familia para mí. No soy
buena en estas cosas. Necesito que veas que amo a Jake. Lo amo por
todas las buenas razones.

Hace una mueca.

— ¿Cuanto me amas?

Cierro mis ojos.

—Con todo mi corazón y probablemente mi alma.

Me vuelve a besar.

—Quiero darte todo lo que quieres y necesitas.

Bostezo y me estremezco.

—Necesito dormir —y nunca volver a tener esta conversación.

Él besa mi nariz.
—Duerme —y lo hago. Duermo porque él está allí y me siento
segura, incluso si lo odio.
Capítulo 24
Traducido por Emi_93

Anna va por el camino agarrando la mano de Muriel. Juntas parecen


como un par de hermanas perdidas.

—Así que, ¿qué pasa entre tú y Will?

Miro a mi compañera francotiradora y frunzo el ceño. —Nada. No


ocurre nada. ¿Por qué? —Mitch y yo no hablamos mucho. Él es del tipo
duro y silencioso.

—Jake dijo algo. Dijo que supone que te perdió por él.

— ¿De verdad? —Yo me vuelvo y lo miro. v Ustedes son como un par


de ancianas.

Mitch, que es un año mayor que yo y el mejor amigo de Jake, se


ríe. Él mira a través del alcance de su arma.

—Tenemos algo de acción.

Yo saco una flecha y me preparo. —¿A quién elegirías?

—Jake. Will es un imbécil.

El camión da vuelta a la esquina. Es un enorme camión de carga.


Will los llama camiones para muebles. Tiene un símbolo en un lado que
nunca he visto antes. Mi arco está listo. Mi flecha está lista.

—Él es un imbécil.

—Sip. ¿Lista?

—Sip.

El primer tipo sale y justo cuando los tres últimos camiones que
hemos engañado, ellos inmediatamente van a por el cebo. Un tipo
golpea a Muriel contra el camió. Mi flecha corta su garganta. Él cae al
piso. Jake y Will y los otros chicos salen del bosque. Mi segunda fleche
golpea al tipo que sujeta a Anna.
Anna saca mi flecha del corazón de él y la seca en su camisa. Saca
la otra flecha de la garganta del otro hombre. La limpia en los
pantalones de él. Yo sonrío. Es asquerosa. Jake y Will echaron al
hombre muerto a las fosas. Mitch usa un rifle de caza. Él ha derribado
tres en el tiempo que a mí me ha tomado tirar dos. Will abre la puerta
trasera y le dispara a un hombre mientras salta. Puedo ver a todo
entrando. Leo y yo corremos colina abajo siguiendo a Mitch a la parte
trasera del camión. Yo cierro la puerta y me preparo. Leo se mueve en la
oscuridad. Las chicas lloran en la parte trasera del camión.

—¿Solo dos flechas, Emma? Mitch te ganó esta vez. —Me molesta
Anna en la oscuridad. Las chicas en la parte trasera lloran más fuerte.

Muriel habla calmadamente. —Vamos a liberarlas. Solo tenemos que


llevarlas al lugar donde las capturaron. Este es un mal lugar.

— ¿Ustedes no son los otros? –dice una de la cautivas.

Jake se ríe. –Somos como los otros-otros. ¿Todas podrán encontrar


el camino a casa si las dejamos en Montaña Verde?

—Yo puedo.

—Sí.

—Muchas gracias.

—Dios los bendiga.

Pesco una linterna de mi mochila e ilumino el interior para ver las


caras. Algunas son jóvenes, pero otras son mayores, mayores de treinta
y cinco. Sospecho para qué son ellas. Sé que no es para las granjas de
reproducción.

—¿Quiénes son ustedes?

Otra linterna brilla por el camión y aterriza en mi cara. Yo me encojo


de hombros. —Solo gente normal. —Leo ruge.

-Oh, mi Dios, tú eres la chica con el lobo. He oído de ti. Quemaron


mi pueblo buscándote.

Yo miro alrededor por un segundo, sin darme cuenta de que están


hablando de mí. Siento mi cara enrojeciéndose. —¿Qué?
La linterna brilla en el techo, por lo que todas podemos vernos las
caras un poco. Una pequeña mujer con cabello oscuro y labios gruesos
asiente. —Sí. Vinieron buscándote. Dijeron que estaban buscando
información sobre una chica que viaja con un lobo. Para decirte que te
estaban buscando. Que tienen algo que podría interesarte.

Yo miro a Will y a Jake. Ambos niegan con la cabeza. —No. Sarah y


Meg están de vuelta en el refugio.

Yo la miro y frunzo el ceño. —¿Ellos tienen algo que yo quiero?

—Sip.

—También vinieron a mi pueblo.

Yo miro a Will. Él sacude la cabeza. —Imposible. Están tratando de


llegar a ti.

Yo miro a una chica joven que habla. —¿Qué dijeron?

Ella se encoge de hombros. —Solo preguntaron si nosotros te


conocíamos.

Tengo vértigos. — ¿Así que saben quién soy?

Ella sacude la cabeza. —Nop. No pudieron describirte. Solo una


chica con un lobo. Dijeron que eras una clase de cazadora. Causando
problemas a hermanos como nosotros.

Yo me rio. Conozco esa palabra.

—¿Yo? ¿Una cazadora? –Yo levanto las manos. –Bueno, este es el


tipo de problemas que me gusta causarles.

La mujer sonríe. —Tú eres la heroína que necesitamos, chica. Todos


necesitan esperanza. ¿Tienes un nombre?

-Sí, Emma. Si ven a esos hombres de nuevo, podéis contarle todo lo


que visteis. Probablemente os pagarán con comida y tal vez os dejen en
paz.

Todas niegan con la cabeza simultáneamente. La mujer con pinta de


mayor habla con tono desafiante. —Nop. Te necesitamos. Dicen que vas
a derrocar al gobierno por el que ellos trabajaron tan duro para crear
desde las cenizas. Yo les dije que ellos fueron los que redujeron todo a
cenizas, así que es su culpa de todos modos. Hazles pagar por todo lo
que le han hecho a la gente. Oí que están enviando de vuelta a sus
países a los negros, asiáticos, latinoamericanos e indios. La pobre gente
vive en América desde hace más tiempo que algunos blancos, pero de
todas formas los están poniendo en barcos negreros. Todos los países
están haciendo lo mismo. Están criando a su gente igual que aquí.
Negros en África. Indios en India. Asiáticos en Asia. Es una locura.
Blancos aquí y en Europa. Sin embargo, oí que Canadá aún es libre. No
tienen campos de esclavos y barcos.

Yo asiento. —Nosotras tuvimos una enfermera negra en la granja y


confirmó que no estaban criando negros aquí. Solo blancos.

—Oí a un hombre decir que mezclar religiones y razas era un


crimen y que Dios nos castigó por ello.

—Eso es una rotunda mierda. Dios no tiró las bombas o hizo la


infección. Ellos quemaron el mundo y ahora tienen que vivir con el
Fénix que se alza de las cenizas.

—Tú eres el Fénix, Emma. Debes abrir tus alas y volar. No dejes que
te capturen.

Todas las mujeres hablaban para motivarme. Yo me siento enferma.


He causado muerte y destrucción. Mis acciones han tenido
consecuencias. No para mí, sino para las inocentes que nunca me han
visto antes. Inocentes han estado sufriendo porque me levanté contra
las granjas de reproducción.

—Esto es una locura. —Joe se ve atónito.

Jake se ve horrorizado y me susurra. —Esto es escalofriante.

Yo me echo hacia atrás y susurro. —Lo sé.

El camión avanza hasta detenerse suavemente. La puerta se abre.

Mona sonríe. —Llegamos a Montaña Verde.

Las chicas en la parte trasera se levantan y estiran. Cada una de


ellas toca mi mano y la aprieta o me abraza antes de bajarse del
camión.

— ¿Seguro que estaréis bien? –preguntó entre abrazo y abrazo. Me


siento perdida entre tantos pensamientos. Ellas asienten.

—Todas hemos sido agarradas muy cerca de aquí.


—Buena suerte, Emma, y que Dios esté contigo. Tú eres el Fénix. No
lo olvides nunca.

No puedo sonreír. No sin perder el control. Quiero sacudirlas y


decirles que dejen de hablar de esas cosas o los otros por ellas. En su
lugar miro hacia fuera, al brillante día más allá de ellas y murmuro. —
Manteneros a salvo.

Mona cierra la puerta y la oigo reírse mientras nos sentamos en la


oscuridad. Will se sienta a mi lado. Él me besa la mejilla
silenciosamente y susurra. — ¿Estás bien?

Yo niego con la cabeza y me alejo de él. Me siento preparada incluso


para matar algo.

Nos movemos en la oscuridad un rato pero luego sentimos que el


camión gira hacia la izquierda y desacelera. Oímos voces y el camión
vuelve a moverse. Tengo mi arco listo. Me pongo de pie y presiono mi
espalda contra la pared. Cuando se detiene y la puerta se abre, estoy
lista.

Cuando las primeras luces nos golpean, dejo volar las flechas. Ya
saqué una segunda flecha y le disparé a mi segundo guardia cuando los
cuellos se rompen y los cuchillos brillan. Mona hace retroceder al
camión sobre los guardias muertos. Sus armas están tiradas en la parte
trasera del camión y Will y Jake toman una cada uno. Mi arco se queda
en el camión, pero la parte trasera de mis vaqueros está llena de
cuchillos y tarjetas para escaneo. También tengo un arma con un
silenciador.

Cuando entramos a la granja dejo que Will golpee el cuello de la


primera enfermera. Intento no verlo matar. Hace más difícil el verlo
cantar después junto al fuego si aparecen imágenes de él rompiendo
cuellos y asesinando gente.

Nos movemos silenciosa y efectivamente. Siempre nos separamos en


equipos. Will y Jake son doctores y tienen a Anna como paciente en
espera. Estoy sola con Leo. Siempre me visto como doctora. Mona y
Joey se quedan con el camión. Mitch y Muriel son un equipo de médico
y enfermera. Cada uno toma un ala y guía a su grupo a la piscina. Yo
tomo a las chicas de la edad de Anna que estén en forma y no tengan
un bebé a cuestas.

Tengo que volar el edificio. Cada edificio es igual. Están hechos como
galletas de una cortadora. Cada cuarto y jardín parece igual. Ni siquiera
tomo el elevador. Tomo las escaleras y saboteo el elevador cuando estoy
en el sótano. Me deslizo escaleras abajo y abro la puerta. Leo gruñe.
Odia las salas de calderas de estos lugares. Yo hundo los dedos en su
pelaje. Entramos al lugar tan cautelosos como la primera vez.

Yo miro alrededor. Algo se siente mal. Me duele el estómago. Me


detengo en seco y me vuelvo. Leo salta al mismo tiempo que se dispara
un arma. Él cae al piso y gime. Todo se desacelera. Grito tan fuerte
como puedo y salto hacia él. Estoy disparándole a los tipos parados tras
el elevador. Dos caen. Yo aterrizo junto a Leo y todo se vuelve
nebuloso. El vapor sale y las válvulas hacen sus ruidos. Yo hundo los
dedos en su pelaje. Siento un dardo. No le dispararon. Lo han
envenado. Su respiración se reduce. Sollozo sobre él, pero mi cabeza se
siente pesada. Intento levantar el arma, pero no puedo. Me las arreglo
para levantarla una vez y dispararle a las cañerías varias veces. Agua y
vapor saltan para todas partes. Le disparo a la bomba en la esquina
más lejana. Miro hacia mi brazo izquierdo y veo un dardo saliendo de
mí también. Mis párpados pesan más.

Yo agarro su pelaje más fuerte y siento que mi respiración se hace


más ligera como la de él. La oscuridad me toma rápidamente. Intento
luchar contra ella, pero no puedo. El último rostro que veo hace que mi
estómago se oprima en un nudo apretado.

Marshall.
Continuará…
#2 - Born to fight
Cuando Emma se despierta atada a una mesa de metal frío, tiene un
solo nombre en sus labios, "Marshall!" Lo que
no espera es descubrir que no es más que
sólo una de las personas molestas en su
pequeño mundo que merecen morir con
una ardiente muerte.

Hace veinte años, los científicos hicieron


algunos descubrimientos notables con la
genética y la capacidad de perfeccionar a
los bebés que se daban a luz.
Hace diez años, los gobiernos del mundo
hicieron una elección difícil, la tierra o la
humanidad.
Hace nueve semanas, las decisiones que se
tomaron cerró el círculo.
Catorce días, la verdad de sus mutaciones
se filtró en la zona fronteriza y otras áreas.
Ayer, la peor cosa que jamás hicieron
aprenderá acerca de lo que ella era.
Hoy, ella vendrá a por ellos y conoce los
puntos fuertes que le dieron.
Mañana, ella planea destruirlo todo.
Ella planea comenzar con su propio
creador. Su propio padre.

Trilogía Born

Libro 1 – Born Libro 2 – Born to Fight Libro 3 - Reborn


Sobre Tara Brown
No voy a hablar en tercera persona. Se siente raro.
Soy una autora canadiense de romance Contemporáneo y Romance Paranormal, Post Apocalíptico y
novelas de Fantasía. Escribo un montón de libros y salto mucho de géneros. Sobre todo porque creo que
tengo palabras que AÑADIR, Me gusta llamarlo WADD.
Puede ser que sea una cosa real.
Escribo New Adult, mis libros tienen contenido sexual (claro
que sí) y palabrotas. ¡Ya has sido advertida! ¡Ahora a disfrutar!
Tengo un beagle llamado Buster, un marido al que obligo a leer
todo lo que escribo, y dos chicas que quieren gravemente ser
un personaje de mis libros. Y no en ese orden.
Tengo treinta y cinco años, así que prepárate para la novela
chick lit de este año. La estoy llamando mi Ode para mi Crisis
de los cuarenta.
He estado escribiendo desde que tenía la edad suficiente para
mentir. Así que hace desde algún tiempo. Si te estás
preguntando sobre el sombrero, es mi “Toque canadiense”
Bienvenido a mi mundo. Por favor, disfruta del paseo.
Yo soy una gran fan del apocalipsis zombi y de Eric Northman.
Sweet Baby Jesus, ese hombre es bueno.
He diversificado recientemente y acaban de publicar mi
primera novela de fantasía. Está llena de dragones, magia, princesas, la Volkodlak, ah y tal vez un poco de
cuerpo rasgándose de algunos combates en jaula. Pero seamos honestos, ¿a quien no le gusta una princesa
que puede cuidar de sí misma? La novela se llama La venganza y la doble espada blandiendo la Princess
Amillia y garantiza un montón de eso.
¡No te pierdas nada de mi asombrosa serie!
Incluyendo el que estará siendo revelado en primavera, The Blackwater Witches. Brujas Bayou, criaturas de
la noche y una espeluznante mansión encantada.
También acabo de terminar mi primera novela contemporánea, The Lonely. Es un poco picando, todo eso es
una mezcla extraña de emociones. Ni siquiera puedo describírtelo porque podría estropear algo. Entra en
ella CIEGAMENTE! Ese es mi único pensamiento de todo el asunto. Permite que te envuelva. El viaje es
difícil pero te prometo cuando llegues al final, sentirás cosas que no has sentido antes. Cuenta con un nuevo
compañero que sale, uno de los tres que se sale. The Lost Boy is HIS
Info. Redacción y Realización

@
Traducido, corregido y diseñado en...

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