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El “Trump” carioca

Manuel Felipe Sierra.

Era predecible que el llamado efecto “Trump” tuviera eco en América Latina. Y

ciertamente, esa posibilidad podría materializarse nada menos que en Brasil, el

músculo económico de la región. Jair Messias Bolsonaro, es un militar y político cuyas

opiniones, más que controversiales para muchos demenciales alimentan desde hace

años la crónica ligera de la prensa. En un país donde la corrupción se ha convertido en

el verdadero poder nacional pareciera llegada la oportunidad para personajes como

Bolsonaro, quien por cierto fue el diputado más votado en Rio de Janeiro en la última

consulta legislativa. Los hechos son elocuentes: la presidenta reelecta en 2014 Dilma

Roussef, hace año y medio fue destituida por el supuesto delito de “corrupción

pasiva”; el actual mandatario Michel Temer carga también con severas acusaciones de

manejo irregular de los dineros públicos y el aspirante, con una clara opción para

obtener la victoria en las próximas elecciones de octubre, el ex presidente reelecto

Lula Da Silva ha recibido ya una sentencia por la misma causa, que seguramente lo

inhabilitará para un nuevo mandato. En ese escenario, que para cualquier analista

configura una verdadera “locura política”, no es de extrañar que emerja una opción

contraria a la responsabilidad propia del luchador profesional y más bien asociada a la

“antipolitica”. Pareciera entonces llegada la hora de Jair Messias Bolsonaro, quien en

las últimas encuestas aparece como candidato del Partido Social Cristiano con 11%

después de Lula quien registra 17% aunque con una clara tendencia hacia una nueva

victoria.
Si bien al polémico aspirante se le compara con Trump en cuanto a su personalidad

impredecible y conflictiva, a diferencia del huésped de la Casa Blanca, en materia de

opiniones el brasilero desafía no sólo las tendencias de los nuevos tiempos, sino

incluso el sentido común. Entre otras afirmaciones en su campaña ofrece perlas como

las siguientes: “el error de la dictadura fue torturar y no matar”; “los soldados que no

matan no son soldados” ó “las mujeres deben ganar menos porque quedan

embarazadas”. Ello explica por qué el propio Temer aboga para que Lula (su

irreconciliable adversario) sea derrotado políticamente mediante el voto y no a través

de una condena judicial que ya parece inevitable. En Brasilia también se baila samba.

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