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Teología práctica latinoaméricana

UN POCO DE HISTORIA

Los manuales esclerosaron la teología


Escritos en latín conservaron su rigidez teórica

En el ámbito protestante se busca una mayor integración entre el pastoreo (de los ministros)
y la pastoral (de todo el pueblo de dios)

En la iglesia católica bajo el lema “PROTAGONISMO DE LOS LAICOS” hay un esfuerzo


de mayor acercamiento entre el clero y laicos en la perspectiva mayor del pueblo de Dios, de
la evangelización y de la vocación bautismal común.

En América Latina, la experiencia de las comunidades de base, donde se vive un


“ecumenismo de la base” ha manifestado una maravillosa creatividad pastoral.
ES EL MOMENTO DE SISTEMATIZARLAS TEOLÓGICAMENTE A LA VISTA DE LA
PRÁCTICA.

Cada vez más se busca en el mudo de la teología, vencer las distancias que mediaban entre
la enseñanza de la Teología y la práctica de los ministerios. PROBLEMA QUE SE
TORNARÁ, EN EL MUNDO CATÓLICO, EXTREMADAMENTE GRAVE POR CAUSA
DE LAS FUERTE PRESENCIA DE LA TEOLOGÍA ESCOLÁSTICA.

Teólogos de Innsbruck (Austria) gestaron un programa de enseñanza teológica en la línea de


la predicación para aquellos que no querían dedicarse a la vida académica, sino al ministerio
pastoral.

Esta “teología kerigmática” se distinguía de la teología académica por su estructuración


interna misma.
Mientras el curso académico se centraba en el estudio de Dios en sí mismo en el espíritu de
la escolástica, el movimiento kerigmático propugnaba una teología Cristo-céntrica.

K. Rahner propuso una mayor articulación, de manera que se retorne al programa de TODA
TEOLOGÍA SER PASTORAL Y TODA PASTORAL NO SER MENOS TEOLÓGICA.

EL término “pastoral” amplió su semántica de tal forma que empezó a significar varias
realidades:
- Una dimensión a ser dada en la formación espiritual, intelectual y disciplinaria del
estudiante de teología.
- Una formación estrictamente pastoral distinta de la formación intelectual y espiritual.
El término “pastoral” calificaba un tipo de actividad propia, distinta del estudio, de la
oración, de la vida comunitaria.
- Se comprendía por pastoral las acciones y actividades prácticas bien definidas. Estas
prácticas afectaban tanto la vida interna de la Iglesia, como la presencia de la Iglesia
en el mundo.
por causa de estos diversos conceptos de pastoral, la disciplina “Teología Pastoral” nunca a
logrado mucha claridad en cuanto a su objetivo.
 Trataba de determinadas prácticas pastorales.
 Se convertía en un resumen de toda la teología, sobre todo de la eclesiología con un
toque pastoral.
 Se subdividía en un sin número de disciplinas auxiliares.

Al llamar la disciplina “Teología Práctica” y no Teología Pastoral, se evita una serie de pre-
comprensiones equivocadas, especialmente entre los católicos.

El concepto de Teología Práctica propuesto, intenta sintetizar corrientes diversas como la


teoría de la práctica, la perspectiva hermenéutica, el actuar comunicativo, la dialéctica entre
teoría y praxis, analizando tanto la auto experiencia de los sujetos de la práctica como el
campo de la praxis en diálogo con las otras disciplinas en el contexto de la tradición
cristiana.

TEOLOGÍA PRÁCTICA ES EL CONJUNTO DE DISCIPLINAS TEOLÓGICAS QUE


BUSCAN EVALUACIÓN CRÍTICA, FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA Y
PLANIFICACIÓN DE LA PRÁCTICA CRISTIANA, COMO UNA DISCIPLINA
TEMÁTICA ESPECIAL.

La Teología Práctica padece de la tentación de ser muy teológica, muy teórica y poco
pastoral, poco práctica, o muy pastoral, muy práctica y poco teológica, sobre todo, cuando se
acerca a las ciencias empíricas afines.

No se puede pensar una Teología Práctica en los días de hoy fuera del panorama de la
modernidad y posmodernidad. En este sentido, el mundo protestante tiene más facilidad para
encararlas, puesto que los protestantes nacieron dialogando con la modernidad, mientras los
católicos resistieron durante siglos, para bien o para mal, a sus impactos.

La Teología de la Liberación define de manera radical a partir de donde se hace el


discernimiento de la modernidad: la liberación de los pobres. Esto es tanto más importante
como predomina exactamente el opuesto. La fuerza envolvente de la modernidad mediática
es tan grande que las mismas víctimas tienen dificultad de darse cuenta de las presiones a las
que están violentamente sometidas.

Un horizonte fundamental y necesario para pensar la Teología Práctica es lo del “ministerio


de la iglesia”. Hay una profunda articulación entre Teología Práctica y eclesiología.

La óptica de partida para comprender el “ministerio” es la visión bíblica de servicio, de


ponerse a la disposición de Dios y del prójimo y no de una visión de despuntar con una serie
de derechos y competencias especiales.
Hay multiplicidad de dones y servicios en el único ministerio de la iglesia de comprometerse
con la causa del evangelio, del que todos participan por el Bautismo, por el sacerdocio
común.
La Reforma de Lutero provocó el reencuentro con el sacerdocio común de todos los fieles y
puso en discusión la separación entre clero y laicos.
En el panorama del protestantismo, el ministerio se define a partir de su función principal de
dar continuidad a la obra de Cristo, mientras los católicos lo ven con la misma finalidad, pero
vinculado al sacramento del Orden.

El uso de la expresión “Teología Práctica” como nombre de esta disciplina no se limita al


luteranismo o a las iglesias del protestantismo histórico. Éste es común en la discusión
científica internacional y se refiere al conjunto de las disciplinas teológicas que buscan:
 la evaluación crítica
 el fundamento teórico
 la planificación de la práctica cristiana.

1. EL LUGAR DE LA TEOLOGÍA PRÁCTICA COMO DISCIPLINA TEOLÓGICA


La falta de una nomenclatura común (¿Teología Práctica? ¿Teología pastoral? ¿Teología
Aplicada?) es sintomática para la falta de claridad que reina alrededor de la disciplina. Otro
síntoma preocupante es el hecho de que no existen publicaciones de autores latinoamericanos
acerca de la naturaleza de la Teología Práctica.

No hay sintonía entre la pastoral desarrollada en las congregaciones o iglesias locales y en


los movimientos populares y la Teología Práctica enseñada en los centros de formación
teológica. La pastoral en las iglesias locales y la pastoral popular no permiten la tutela de una
teología concebida en el recóndito de las bibliotecas y de las aulas. Inclusive porque, según
la saludable tradición protestante, el mismo pueblo de la iglesia debe ser co-sujeto de la
teología que practica.

los centros de formación teológica, por influencia de la Teología Práctica, deben ser una caja
de resonancia de las distintas pastorales que van surgiendo en el medio del pueblo de Dios
en las bases. Esta es su vocación. Infelizmente, por la falta de una labor teológica propia,
otras disciplinas han asumido este rol. Por otra parte, en un acto recíproco, las pastorales
desarrolladas en la base deberían ser animadas, inspiradas y respaldadas teológicamente por
la Teología Práctica enseñada en los centros de formación teológica de las iglesias. Pero, para
esto, LA TEOLOGÍA PRÁCTICA TIENE QUE ACORTAR EL CAMINO QUE LA
SEPARA DE LA PASTORAL. Ésta necesita salir de los altos muros que rodean nuestras
facultades de teología y llegar a la calle.

El lugar vivencial de la Teología Práctica no es la universidad ni tampoco la corte


eclesiástica. No porque la Teología Practica sea contraria al estudio y a la investigación, sino
por causa de la erudición y del academicismo vigente en algunos centros de formación
teológica y el consecuente alejamiento del pueblo sencillo de la iglesia. Y no es la corte
eclesiástica, porque la Teóloga Práctica, como toda teóloga que pretenda se auto-intitule de
evangélica, no se presta a ser instrumento de control y tutela de la fe.
La Teología Práctica es la interlocutora especial de las prácticas pastorales desarrolladas en
medio del pueblo de Dios. Éstas necesitan del análisis y de la reflexión teológica para que
puedan resistir mejor a críticas intermitentes de que son objetos, tales como la espontaneidad
y la falta de rigor metodológico, frutos de un déficit de reflexión teológica.

Nuestra situación de teólogos y teólogas prácticos es, sin duda, peculiar. Somos solicitados
a posicionarnos sobre cuestiones que se re eren a muchos temas que se ubican en el límite
entre la teología y otras áreas del conocimiento humano. Para hacerlo, necesitamos de
conocimientos oriundos no sólo de las otras disciplinas teológicas, pero también de
conocimientos sociológicos y psicológicos que el abordaje de una temática requiere.

Esta circunstancia nos transforma en una especie de all around people, personas que
entienden de todo un poco. Y justo por ello corremos el riesgo de volvernos superficiales.
Para salir de esto, necesitamos arreglar nuestra propia casa, adquirir claridad acerca del
estatuto propio que rige a la Teología Práctica como disciplina teológica, acerca de lo que es
su objetivo de estudio específico y de cuales sub-disciplinas ésta se compone.

1.1 La discusión reciente en torno del lugar de la Teología Práctica

La Teología Práctica debe buscar su lugar específico en el diálogo con las demás disciplinas
teológicas. Esto porque la teología es una totalidad indivisible.

Por lo tanto, la Teología Práctica no puede asumir una postura de auto suficiencia, al punto
de dispensar la contribución de las demás disciplinas teológicas. Pero ésta tampoco debe
subestimarse, al punto de creer que no tiene nada para contribuir. Ésta va a encontrar su lugar
a medida que se abra a las demás disciplinas sin resentimientos con relación a las mismas
por ser más antiguas y ya consagradas, pero también sin sentimientos de inferioridad.

Veamos a continuación algunos intentos recientes, principalmente del protestantismo


europeo, de relacionar la Teología Práctica con las demás disciplinas teológicas.

1er modelo: Teología Práctica como práctica de la teología

Según Tillich, la Teología Práctica no llega bien a ser teología. Él afirma textualmente:
“Aunque Schleiermacher la elogiara como el coronamiento de la teología, ésta no es una
tercera parte que se añade a las partes histórica y sistemática. Ésta es la teoría técnica, por
medio de la cual estas dos partes son aplicadas a la vida de la iglesia”.

2º modelo: Teología Práctica como teología de la práctica

Según Werner Jetter, “Teología Práctica es la teología del servir de la iglesia”. Su tarea incide
solamente sobre la práctica de la iglesia, sin influenciar sobre el núcleo del pensar teológico.
Ésta conserva una función teológica derivada. Es solamente teología de la práctica eclesial.

3er modelo: Teología Práctica como ciencia de la práctica


Karl-Fritz Daiber, para él cabe a la Teología Práctica, en diálogo con otras ciencias sociales,
desarrollar teorías relevantes para la praxis de la iglesia en el mundo actual. Él llega a afirmar
que la experiencia práctica tiene que influenciar a la teoría de manera que ésta misma esté
más orientada hacia la práctica.

1.2 La contribución de la Teología de la Liberación

Libânio distingue tres niveles de relación entre teoría y práctica en la Teología de la


Liberación.

a) Una relación teórica a medida en que toma la práctica de las comunidades cristianas
como materia prima de su reflexión. Al proceder de esta manera, la Teología de la
Liberación se vuelve una teología de la praxis.

b) Una relación práctica con la praxis a medida en que el teólogo mismo se ubica en
medio a una práctica de luchas de la comunidad y se compromete con ésta. Su
teología será una teología en la práctica, es decir, hecha desde la práctica.

c) Por último, la relación entre teoría y práctica en la Teología de la Liberación se


evidencia en el hecho de la teología de ser una teología para la práctica. Es decir,
ésta se propone ofrecer subsidios a los que están involucrados al frente de las luchas
liberadoras.

La relación entre teoría y práctica desarrollada por la Teología de la Liberación ofrece un


fundamento teórico sólido sobre el cual la Teología Práctica podría edificar su propia teoría
como disciplina teológica. Sin embargo, este trabajo todavía está por ser hecho.

1.3 Intentando definir responsabilidades

La tarea específica de la Teología Práctica será recordar a las demás disciplinas de la


vocación práctica de toda la teología. A partir de este presupuesto la Teología Práctica tendrá
una doble tarea:

a) Teología Práctica como premisa al quehacer teológico

Ésta es la premisa de todo quehacer teológico en la medida que mantiene las antenas dirigidas
hacia el mundo y recolecta los temas actuales y los desafíos que requieren un
posicionamiento de parte de la teología y de la iglesia. A la Teología Práctica le cabe la tarea
de escuchar las preocupaciones y angustias que atormentan a las personas y a la sociedad en
la actualidad. De esta manera ésta preserva a la teología de la introversión y de la ceguera a
la realidad que la encierra. Para desempeñar este rol, entra en diálogo directo con las ciencias
sociales y se asesora de las mismas, pues sólo así obtendrá una visión esmerada de las cosas.
La Teología Práctica es la interlocutora privilegiada de la teología con las ciencias
sociales.
b) Teología Práctica como conciencia crítica de la teología

La Teología Práctica pregunta en qué medida se alcanza la finalidad última de la teología, a


saber, la de volverse una práctica responsable y eficaz de la fe cristiana. La teología que no
se destina a la transformación del mundo y de la iglesia misma pierde su vinculación con el
evangelio transformador y crítico de Jesucristo. Se vuelve una ciencia estéril.

En otras palabras, la Teología Práctica juzga si la práctica de la iglesia es coherente con los
postulados y con el discurso teológico que ésta emite. En este sentido, ésta es la conciencia
crítica tanto de la teología como de la iglesia que, para permanecer fiel a su vocación, necesita
ser eclesia semper reformada. La Teología Práctica pregunta si la iglesia como se presenta
hoy corresponde a la intención original del Señor de la iglesia. O, como escribe Bohren, la
pregunta de la Teología Práctica por la verdad es la pregunta por la verdadera iglesia.

Como un puesto de voz avanzada de la iglesia, la Teología Práctica es la abogada del


mundo
junto a la iglesia. Es evidente que para ejercer de forma eficaz esta función crítica la
Teología Práctica necesita aparatarse adecuadamente y desarrollar instrumentos efectivos de
análisis. Sobre todo, necesita tener criterios teológicos y un rigor metodológico para
juzgar si su crítica es procedente. De lo contrario, en el afán de llevar la iglesia a
actualizarse, ésta la llevará a conformarse con el mundo y a negar su mandato profético.

Su función de actualizar el testimonio de la iglesia no puede llevar a la Teología Práctica


a seguir modismos y a metamorfosearse de acuerdo con el momento sólo para parecer
moderna. Su compromiso con el mundo no puede llevar a olvidarse de su compromiso
más grande, el evangelio.

Por ello debe huir del inmediatismo activista y, en una estrecha asociación con las demás
disciplinas teológicas, asumir constantemente una actitud reflexiva y de autocrítica. Como
conciencia práctica de la teología, ésta misma necesita estar consciente de las razones
teológicas que la orientan.

2. TEOLOGÍA PRÁCTICA Y PRÁCTICAS PASTORALES EN AMÉRICA LATINA

Hoy se necesita trabajar con la enorme diversidad de prácticas religiosas y pastorales en un


mundo que ha sido sorprendido por el resurgimiento de los dioses.
Como telón de fondo de esta reflexión se coloca la cuestión de la modernidad y de la
postmodernidad.

La variedad de posturas ante el ser moderno revela a la vez la relevancia del tema y la
dificultad que se tiene en trabajar con el mismo. Basta correr los ojos sobre los conceptos
utilizados para percibir el verdadero laberinto que el tema representa. S. P. Rouanet, en la
senda de Habermas, defiende que en lugar de “posmoderno” se use el concepto “neo-
moderno” para definir al actual momento en el que la modernidad estaría entrando en una
fase más completa. Enrique Dussel propone el concepto “trasmodernidad” para caracterizar
la necesidad de avanzar más allá de la modernidad, valorando su núcleo racional
potencialmente liberador, pero cuestionando al “mito irracional” moderno que ha legitimado
la conquista europea. Luís Britto García ve el posmoderno latinoamericano como “contra-
moderno”, en este sentido ya presente en la historia latinoamericana desde Bartolomé de Las
Casas.

2.1 Del Éxodo al cautiverio

En el contexto de las transformaciones que atestiguamos en los últimos años, nacionales y


globales, en el campo económico, tecnológico, político y cultural, la dominación ha adquirido
un nuevo rostro.
En una realidad en la que la dominación adquiere el rostro de la exclusión, un tema bíblico
que se destaca es el cautiverio, según ya se evidenciaba en la carta del 8º Encuentro
Intereclesial de CEBs, en 1992:
“En estos días reflexionamos sobre los últimos 500 años de la historia del Continente, y
constatamos que fueron un largo cautiverio, más largo que el cautiverio de Babilonia. Los
opresores decían que nuestros dioses eran falsos; nuestros ritos, herejía; nuestras
costumbres, pecado. Las mujeres siguen siendo tratadas como objetos. Fuimos golpeados
y marginados, e hicieron de nosotros un pueblo de inmigrantes. Llegamos a rebelarnos en
contra de ellos. Ellos parecieron más fuertes, pero no lograron vencernos: “somos brotes
de viejas raíces”.

El éxodo, la gura preponderante en las últimas décadas, implica disposición de caminar hacia
un destino mejor, aunque esto signifique vagar sin rumbo por el desierto por mucho tiempo.
Es la gura que simboliza un tiempo en el que se vislumbraban alternativas, a veces hasta en
la forma de un mesianismo fanático. En el cautiverio, por el contrario, se vive de la nostalgia,
de la ausencia, se llora junto a los ríos de Babilonia, en n, se vive o sobrevive en el espacio
de una esperanza frágil. La violencia, en sus más distintas formas y grados, es síntoma de
lucha que se traba en este espacio del cautiverio.

2.2 Modernidad: sufrida y soñada

Por una parte, se siente que la modernidad ha abierto posibilidades inmensas a la humanidad,
y también siempre hubo minorías en América Latina que se han bene ciado de los frutos de
la modernidad. Negar estas posibilidades sería un absurdo, así como sería absurdo hacer el
tiempo parar o retroceder. Por otra parte, como fue dicho anteriormente, para la mayor parte
de la población la modernidad no pasó de un espejismo fuera del alcance de las manos.
A propósito, la ambigüedad es apuntada por Alberto Moreira como una marca que caracteriza
todo el proceso de modernidad. Él pregunta: “¿Por qué la Modernidad, nacida de ideas tan
nobles como libertad, igualdad y fraternidad, ha conducido a las aberraciones más
antihumanas que ya ha conocido la historia?”.

2.3 Lo moderno como transitorio

João Batista Libânio divide la pastoral en tres modelos que, aunque representen una
progresión linear, se encuentran a la par con la realidad latinoamericana.
1. La pastoral tradicional, construida sobre el “poder de la iglesia” y sobre la “fuerza del
miedo”, no resiste mayormente al impacto de las ciencias que van revelando un
mundo construido por seres humanos, así como seres humanos igualmente
construidos a su propia imagen.
2. La pastoral moderna. Junto con la desintegración de la pastoral tradicional, que
pretendía salvar a las personas del mundo perverso y peligroso, aparece una nueva
pastoral que reconoce este mundo como lugar legítimo de actuación del cristiano.
Esta propuesta moderna, asumida en la Iglesia Católica en especial luego del Vaticano
II, según Libânio, es una “pastoral-fermento, pastoral penetración, pastoral
testimonio”. Esta pastoral, sin embargo, se ciega a causa del optimismo con los
cambios y el progreso.
3. La pastoral liberadora. La actuación de la iglesia, por lo tanto, debería transformarse
en pastoral de la liberación, teniendo como modelo a las CEBs, la pastoral de la tierra
y otras.

Interesa en este contexto, sin embargo, destacar el carácter de transitoriedad dado a la


“pastoral moderna” o a la “iglesia modernizadora”. En ambos casos, lo moderno es una
especie de transición para la pastoral anhelada, la liberadora o profética.

2.4 sobre el control de la modernidad

Las propuestas de cambio revolucionario en América Latina apuntaban, según Peter Berger,
a “una liberación más allá de la modernidad” o “postmoderna”. En el caso de Ivan Illich, la
“sociedad amistosa” rechazaría las ideas de crecimiento ilimitado, de progreso unilineal y de
racionalidad omnipresente, a la vez que haría uso de los más modernos medios tecnológicos
para crear una nueva comunidad.

2.5 La modernidad como posibilidad

Aunque se rechace el tipo de modernidad en medio del cual vivimos, a veces de una manera
asfixiante, no hay cómo negar algo de irreversible en el proceso. Pedro Demo dice que “ya
no está en cuestión si vamos a modernizarnos. Sino que se discute como participamos de
esto, si como objetos o como posibles sujetos”.
¿Moderno o postmoderno? O ¿tal vez neo-moderno? Lo que parece quedar más claro con la
actual discusión es que se acepta la necesidad de afirmar positivamente la modernidad, no
como resignación ante un hecho inevitable, sino como una oportunidad. La meta es una
modernidad alternativa o algún tipo de postmodernidad. En la teología, recuerda Leonardo
Boff, esto significa incluso asumir a la secularización, no como meta, sino como parte del
camino.

2.6 Modernidad y fe

La fe, don gratuito de Dios, se manifiesta en estilos o formas distintas durante la vida de la
persona y también en la historia de la humanidad. Podríamos decir que cada época “produce”
un estilo o tipo de fe que le es propio y que tampoco por ello está más cerca o más lejos del
juicio y de la gracia de Dios.
Debe ser recordado que en la identificación de etapas o tipos de fe se trata fundamentalmente
de una forma de estructurar las experiencias de la vida con relación a lo transcendente. La
simple sustitución de contenidos de fe, en este sentido, todavía no indica cambio de etapa ni
tampoco verdadero crecimiento espiritual. Fowler, define la comunidad ideal como una
“ecología de la fe”, es decir, un espacio donde haya respeto con distintos tipos de fe que allí
conviven y encuentran condiciones para crecer por medio de la predicación, de la enseñanza,
de la diaconía, de la comunión y de la liturgia.
Por lo tanto, confrontarse con la modernidad, incluso como “destructora” de símbolos, puede
significar la posibilidad de real crecimiento para la mayor parte de las comunidades –
cristianas y no cristianas– en su fe.

2.7 Nuevas posibilidades para la pastoral

Los desarrollos de la modernidad traen nuevos desafíos, enseñan ángulos distintos a ser
observados y revelan dimensiones olvidadas. Algunas de las más evidentes y que de una
forma u otra ya se están integrando en la acción de la iglesia, tanto en su edificación interna
como de misión en el mundo son las siguientes:

1. El eje se desplaza del antropocentrismo machista, asociado a la racionalidad moderna,


a lo que algunos caracterizan de biocentrismo, asociado al postmoderno. El ser
humano –visto como la corona de la creación– es relativizado dentro de la corriente
de la vida, una vez que su sobrevivencia misma depende de considerar a la vida y a
la naturaleza en su conjunto.

2. La discusión de la modernidad y de la postmodernidad revela la complejidad de los


grupos sociales, por ello, se da énfasis a abordajes sistémicos, en los cuales lo que
importa no son factores considerados aisladamente, sino las relaciones que se
establecen entre los diversos elementos. El hombre forma parte de una red de
relaciones y será distinto a medida que las relaciones se difieren. Los conflictos
evidentemente no desaparecen, aunque pueda haber una tendencia a desilusionarse
dentro de una complejidad sentida como paralizadora. Pero también hay lugar para la
creatividad y la originalidad en la comprensión de la realidad.

3. Si la modernidad promueve la pluralidad de los espacios vitales, esto también incluye


a la diversificación de lenguajes. Si entendemos el lenguaje como algo más allá de
vocabulario, este desafío se vuelve casi insuperable en la actual estructura de
comunidad centralizada en la persona de un ministro o ministra.
No es raro que delante de esta situación las iglesias y las comunidades estén
preguntando por su identidad. Parece que la posibilidad de la pastoral, en este
contexto, consiste en mantener esta tensión dinámica entre permitir la pluralidad de
expresiones de fe y a la vez buscar la integración en una totalidad distinta de cada una
de las partes y también de la simple suma de las partes. Uno de los desafíos para la
teología es reconocer la diversidad de lugares teológicos (por ejemplo, los grupos
dentro de la comunidad, los movimientos sociales, la enseñanza religiosa escolar y
otros), manteniéndolos conectados.
2.8 ¿Todavía la praxis?

El elemento determinante para definir a los tipos de pastoral en América Latina ha sido la
manera de acción en el mundo y sobre el mundo, es decir, la praxis histórica. La teología
latinoamericana pasó a ser conocida como teología de la praxis. El problema es que, muchas
veces, la praxis pasó a ser reducida a lo que está al alcance de las manos. Lo que se vuelve
necesario es incorporar nuevos elementos a esta praxis: el cuerpo de hombres y mujeres, sus
sueños, sus esperanzas, sus mitos y símbolos.
Hay que reconocer también la pluralidad de los sujetos históricos. Si ya no existen un único
sujeto y la única utopía, uno de los desafíos de la pastoral quizá sea lo de mediar el encuentro
de las utopías pequeñas, fragmentos de mundos a ser construidos. Al final, el reino de Dios
también es experimentado en fragmentos, sin embargo, no por ello deja de ser completo y
verdadero.

2.9 Pastorear la esperanza

Los mapas que haremos quizá no apunten a grandes salidas. Paradójicamente, como enseña
la discusión acerca de la modernidad, la tierra prometida nunca estuvo a la vez tan cerca y
tan lejos. Tan cerca, porque toneladas de granos se pudren delante de gente que se muere de
hambre. Tan lejos, porque los cambios siguen sucediendo para que todo se quede igual o
peor.
La expresión “pastorear la esperanza”, en este texto, tiene un sentido semejante. Se trata de
cuidar de la esperanza frágil, de buscar a la esperanza perdida, de orientar a la esperanza sin
rumbo, de esperar en contra de la esperanza. Como cristianos, no tenemos ningún atajo que
nos permita a nosotros un reconocimiento privilegiado de la modernidad o de cualquier otra
cuestión de la realidad. Vivimos las mismas contradicciones y búsquedas que todas las otras
personas. En este sentido, recuerda Néstor Míguez, nuestro testimonio – como espacio
generado en nosotros por el Espíritu – no se orienta por lo que “sabemos”, sino por quien
amamos y por lo que esperamos.

Conclusión

En el futuro la Teología Práctica, bajo las condiciones de la postmodernidad, tendrá la difícil


tarea de defender a la fe racional, la fe que sabe rendir cuentas de sus motivos, fundamentos
y objetivos en argumentaciones públicamente comprensibles.

Ante el pluralismo cultural y religioso, la Teología Práctica debe insistir en este compromiso
universal implícito en la fe cristiana de comunicar de forma comprensible su esperanza y los
motivos de su compromiso contra la relativización y absolutización de ideas y actitudes
particulares.

La tarea de la Teología Práctica será la de redescubrir a la comunidad cristiana como espacio


de comunicación.
La preocupación con el bienestar individual y colectivo desde el evangelio del reino incentiva
a la Teología Práctica a “sumergirse” en la realidad, profundizar a la experiencia de la
vivencia del pueblo y evaluarla en el diálogo intenso con las ciencias humanas.

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