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Soto Fortuño
Dra. Michele I. Beauchamp Montalvo
El tema de la felicidad, es uno de los más confusos y más contenciosos que se pueda
analizar, discutir o tratar de definir. Ejemplo de ello son las distintas vertientes que nos presentan
los grandes filósofos, tales como: Epicuro, Nietzsche, José Ortega y Gasset, Slavoj Zizek,
Aristóteles, entre tantos otros. Cuando pienso en “felicidad” vienen a mi mente varias ideas e
imágenes, desde cosas materiales, personas que estarían a mi lado con sus problemas resueltos,
hasta una idealización de un yo física e intelectualmente distinto. Analizando esto, puedo observar
que ninguna de las cosas que necesito para cumplir con esta idea de la felicidad las poseo en el
presente. Además, observo que mi felicidad depende en gran medida de otras personas. Lo que me
lleva a dudar, de entrada, que la felicidad pueda ser alcanzable. Quizá es solo un destino utópico
que le damos a nuestras vidas, y que solo sirve para mantenernos yendo en alguna dirección. Una
vez le preguntaron a Eduardo Galeano en un programa de televisión: “¿Para qué sirve la utopía?”
y él contestó, la que considero es una de las más bellas explicaciones que he escuchado en mi vida
sobre este término: “La utopía está en el horizonte, yo sé muy bien que nunca la alcanzaré, si yo
camino diez pasos ella se alejará diez pasos. Cuanto más la busque, menos la encontraré porque
ella se va alejando a medida que yo me acerco. Entonces ¿Para qué sirve la utopía? Pues la utopía
sirve para eso, para caminar.” Creo que muchos coincidirían en que este tema, aunque confuso, es
uno de los más maravillosos y de recurrencia en nuestras mentes. Aunque pudiera escribir un
ensayo hablando solamente de mi idea de la felicidad basado, quizá, en muchas ideas heredadas
sumadas a mis enredos mentales compuestos principalmente de mis experiencias pasadas que
cuando fueron presentes buscaban felicidad y hoy, habiendo pisado algunos de aquellos caminos
soñados, no la encuentran tan plena como la pensaban. En las próximas líneas, intentaré explicar
Según Aristóteles, la felicidad es la aspiración máxima de todos los seres humanos. Sin
embargo, expone que esa felicidad no puede ser alcanzada de otro modo que no sea haciendo buen
Ética I (FILO 3005) – La Felicidad Según Aristóteles Harold E. Soto Fortuño
Dra. Michele I. Beauchamp Montalvo
uso de la razón. Podemos basar el pensamiento aristotélico partiendo de las preguntas que todo ser
humano se hace sobre nuestra existencia y nuestro paso por la vida. La primera es: ¿Quién soy?
Aristóteles reconoce que lo que diferencia a los humanos de otras especies es su capacidad de
razonar. Somos seres sensitivos, pero lo que nos distingue es que, además de sensitivos, somos
seres racionales. Como seres racionales, nuestro propósito en la vida debe ir atado a esta
característica. Es decir, la razón siempre debe ir por encima de los sentimientos y será, puesta en
práctica, la que nos defina y la que nos pueda dirigir hacia la felicidad. Si actuáramos priorizando
nuestros sentidos, no seríamos diferentes a las otras especies de animales. La segunda pregunta
que servirá de base para explicar la felicidad según Aristóteles es: ¿Cómo tomo las decisiones?
Esta última, distinguirá a los seres humanos virtuosos de los no virtuosos, y el virtuosismo será la
clave para alcanzar la felicidad aristotélica. Si el ser humano se caracteriza por su racionalidad, el
tomar las decisiones haciendo buen uso de la razón lo hará un buen ser humano. En el día a día de
cada ser humano, se enfrentará con situaciones en las que deba accionar y de esta manera medirá
sus acciones como virtuosas o deficientes. Sin embargo, para alcanzar una virtud es necesario
pues sin esta base no podríamos tomar decisiones correctas y prudentes. En segundo lugar, la
práctica, esta será clave para alcanzar las virtudes, pues con esta optimizaremos nuestra conducta
hasta convertirla en la habitualidad, lo cual nos lleva a la tercera condición del virtuoso, la
La felicidad para Aristóteles era la finalidad de todo ser humano. Sin embargo, el camino
hacia la felicidad se compone de metas u otros fines. Los cuales al alcanzarlos pasarán a
convertirse en medios para llegar a ese fin último. Además, según Aristóteles, nunca
Ética I (FILO 3005) – La Felicidad Según Aristóteles Harold E. Soto Fortuño
Dra. Michele I. Beauchamp Montalvo
encontraremos la felicidad centrándola en los bienes materiales, pues estos son ilimitados y vacíos,
y viviríamos una vida falsa si nos centramos en las riquezas materiales. Los bienes materiales solo
serán obstáculos para conseguir algo más. Tampoco lo haremos centrándola en otros seres
humanos, pues aunque las virtudes de los seres humanos, como entes políticos y sociales, todo
tienen que ver con nuestra relación con la sociedad, no podemos restringir nuestra felicidad a la
relación con nuestros allegados porque entre nuestra familia, los ascendientes, descendientes, los
Al comienzo de este escrito, esbocé mi pensar acerca de la felicidad basado en mis propias
que coincido considerablemente con la idea de Aristóteles sobre la felicidad, o por lo menos desde
alcanzable, pues se basa en consumismo e ideas irreales adquiridas de los cuentos y la televisión,
nuestras acciones diarias para con los demás, y en centrarnos en ser mejores seres humanos cada
día para poder así aportar más a nuestra sociedad. La felicidad se encuentra lejos de lo material, y
de las grandes expectativas para con los otros. La felicidad está en nuestros actos y en nuestra
relación con nosotros mismos. Aunque todo esto sea una idea aceptable y hasta parezca lógica,
hay muchos otros factores que inciden considerablemente en la búsqueda de la felicidad desde la
perspectiva de cada ser humano, y creo que es imposible erradicarlos, y más en un momento en el
que la superficialidad, con la ayuda de las nuevas tecnologías, es la orden del día. La felicidad
aristotélica debe ser vista como una base sólida que debe poseer cada buen ser humano para
enfrentar las situaciones diarias. Si la consiguiéramos sabríamos actuar de manera plena sin