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Ética I (FILO 3005) – La Felicidad Según Aristóteles Harold E.

Soto Fortuño
Dra. Michele I. Beauchamp Montalvo

El tema de la felicidad, es uno de los más confusos y más contenciosos que se pueda

analizar, discutir o tratar de definir. Ejemplo de ello son las distintas vertientes que nos presentan

los grandes filósofos, tales como: Epicuro, Nietzsche, José Ortega y Gasset, Slavoj Zizek,

Aristóteles, entre tantos otros. Cuando pienso en “felicidad” vienen a mi mente varias ideas e

imágenes, desde cosas materiales, personas que estarían a mi lado con sus problemas resueltos,

hasta una idealización de un yo física e intelectualmente distinto. Analizando esto, puedo observar

que ninguna de las cosas que necesito para cumplir con esta idea de la felicidad las poseo en el

presente. Además, observo que mi felicidad depende en gran medida de otras personas. Lo que me

lleva a dudar, de entrada, que la felicidad pueda ser alcanzable. Quizá es solo un destino utópico

que le damos a nuestras vidas, y que solo sirve para mantenernos yendo en alguna dirección. Una

vez le preguntaron a Eduardo Galeano en un programa de televisión: “¿Para qué sirve la utopía?”

y él contestó, la que considero es una de las más bellas explicaciones que he escuchado en mi vida

sobre este término: “La utopía está en el horizonte, yo sé muy bien que nunca la alcanzaré, si yo

camino diez pasos ella se alejará diez pasos. Cuanto más la busque, menos la encontraré porque

ella se va alejando a medida que yo me acerco. Entonces ¿Para qué sirve la utopía? Pues la utopía

sirve para eso, para caminar.” Creo que muchos coincidirían en que este tema, aunque confuso, es

uno de los más maravillosos y de recurrencia en nuestras mentes. Aunque pudiera escribir un

ensayo hablando solamente de mi idea de la felicidad basado, quizá, en muchas ideas heredadas

sumadas a mis enredos mentales compuestos principalmente de mis experiencias pasadas que

cuando fueron presentes buscaban felicidad y hoy, habiendo pisado algunos de aquellos caminos

soñados, no la encuentran tan plena como la pensaban. En las próximas líneas, intentaré explicar

la felicidad según uno de los filósofos más notables de la historia, Aristóteles.

Según Aristóteles, la felicidad es la aspiración máxima de todos los seres humanos. Sin

embargo, expone que esa felicidad no puede ser alcanzada de otro modo que no sea haciendo buen
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uso de la razón. Podemos basar el pensamiento aristotélico partiendo de las preguntas que todo ser

humano se hace sobre nuestra existencia y nuestro paso por la vida. La primera es: ¿Quién soy?

Aristóteles reconoce que lo que diferencia a los humanos de otras especies es su capacidad de

razonar. Somos seres sensitivos, pero lo que nos distingue es que, además de sensitivos, somos

seres racionales. Como seres racionales, nuestro propósito en la vida debe ir atado a esta

característica. Es decir, la razón siempre debe ir por encima de los sentimientos y será, puesta en

práctica, la que nos defina y la que nos pueda dirigir hacia la felicidad. Si actuáramos priorizando

nuestros sentidos, no seríamos diferentes a las otras especies de animales. La segunda pregunta

que servirá de base para explicar la felicidad según Aristóteles es: ¿Cómo tomo las decisiones?

Esta última, distinguirá a los seres humanos virtuosos de los no virtuosos, y el virtuosismo será la

clave para alcanzar la felicidad aristotélica. Si el ser humano se caracteriza por su racionalidad, el

tomar las decisiones haciendo buen uso de la razón lo hará un buen ser humano. En el día a día de

cada ser humano, se enfrentará con situaciones en las que deba accionar y de esta manera medirá

sus acciones como virtuosas o deficientes. Sin embargo, para alcanzar una virtud es necesario

tener, en primer lugar, un conocimiento de la verdad. El conocimiento es la base del virtuosismo,

pues sin esta base no podríamos tomar decisiones correctas y prudentes. En segundo lugar, la

práctica, esta será clave para alcanzar las virtudes, pues con esta optimizaremos nuestra conducta

hasta convertirla en la habitualidad, lo cual nos lleva a la tercera condición del virtuoso, la

consistencia en sus actos.

La felicidad para Aristóteles era la finalidad de todo ser humano. Sin embargo, el camino

hacia la felicidad se compone de metas u otros fines. Los cuales al alcanzarlos pasarán a

convertirse en medios para llegar a ese fin último. Además, según Aristóteles, nunca
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Dra. Michele I. Beauchamp Montalvo

encontraremos la felicidad centrándola en los bienes materiales, pues estos son ilimitados y vacíos,

y viviríamos una vida falsa si nos centramos en las riquezas materiales. Los bienes materiales solo

serán obstáculos para conseguir algo más. Tampoco lo haremos centrándola en otros seres

humanos, pues aunque las virtudes de los seres humanos, como entes políticos y sociales, todo

tienen que ver con nuestra relación con la sociedad, no podemos restringir nuestra felicidad a la

relación con nuestros allegados porque entre nuestra familia, los ascendientes, descendientes, los

amigos, y los amigos de los amigos nos remontaríamos al infinito.

Al comienzo de este escrito, esbocé mi pensar acerca de la felicidad basado en mis propias

experiencias. Al comparar mi pensar con la idea de la felicidad de Aristóteles, pudiera reconocer

que coincido considerablemente con la idea de Aristóteles sobre la felicidad, o por lo menos desde

mi apreciación de su idea de felicidad. La felicidad como popularmente es conocida, no es

alcanzable, pues se basa en consumismo e ideas irreales adquiridas de los cuentos y la televisión,

y comúnmente se confunde con la pasión. Normalmente nuestra ambiciosa búsqueda de la

felicidad, se convierte en nuestro principal obstáculo para alcanzarla. La felicidad se encuentra en

nuestras acciones diarias para con los demás, y en centrarnos en ser mejores seres humanos cada

día para poder así aportar más a nuestra sociedad. La felicidad se encuentra lejos de lo material, y

de las grandes expectativas para con los otros. La felicidad está en nuestros actos y en nuestra

relación con nosotros mismos. Aunque todo esto sea una idea aceptable y hasta parezca lógica,

hay muchos otros factores que inciden considerablemente en la búsqueda de la felicidad desde la

perspectiva de cada ser humano, y creo que es imposible erradicarlos, y más en un momento en el

que la superficialidad, con la ayuda de las nuevas tecnologías, es la orden del día. La felicidad

aristotélica debe ser vista como una base sólida que debe poseer cada buen ser humano para

enfrentar las situaciones diarias. Si la consiguiéramos sabríamos actuar de manera plena sin

permitir que las adversidades de la vida nos desviaran del bienestar.

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