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MIEDO PREMONITORIO

Tengo miedo de que tu boca se agrande y me diga lo que no quiero oír de ti hacia mí. Porque
tu voz es ternura, tu estatura, tu complexión. La forma en que te expresas es divina gracia,
como un conejo blanco que necesita amor. Fugaz.
¿No sé si me explico?
Tengo miedo, mucho miedo. Te invito a un café, lo platicamos de este miedo que acelera mi
corazón. De que nada sea igual, que tus besos sean ásperos, abrazos cortantes, palabras que
perforan cual bala. Que vuele sangre, para que ahí quede sin una buena despedida.
Aunque te soy sincero: tengo miedo de que tú ya no me ames, que tu corazón no vaya tras de
mí. Siempre lo he sentido desde la primera vez que te vi y ya tenía miedo de perderte y no
volver a verte. Tengo miedo cuando te vas, cuando regresas porque creo que ya será la última
vez que lo haga.
Tengo miedo a que tú me olvides. Que olvides esto para que creas que no existió carta, prosa
o poema.
Pero sobre todo tengo miedo a que ya lo estés haciendo.
Para Andrea Sauceda García

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