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duo 6:Volver al Amor Un sdlido mensaje de poder para las mujeres de todas las edades. Fell TAM54833 HQ 1206 .W5518 1994 Williamson, Marianne, 1952- El valor de lo femenino Marianne Williamson El valor de lo femenino EDICLONES URANO Argentina - Chile - Colombia - Espana México - Venezuela ‘Titulo original: A Woman's Worth Editor original: Random House Traduccién: Silvia Komet Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autori- zacién escrita de los titulares del Copy- right, bajo las sanciones establecidas en las leyes, Ia reproduccién parcial o total de esta obra por cualquier medio o pro- cedimiento, incluides la reprogtafia y el tratamiento informatico, asi como la distribucién de ejemplares mediante alquiler 0 préstamo ptiblicos. © 1993 by Marianne Williamson © 1994 by EDICIONES URANO, S.A. Aribau, 142, pral. - 08036 Barcelona www.edicionesurano.com ISBN: 84-7953-070-7 Depésito legal: B. 2.687 - 2000 Fotocomposicién: FD, S. L. - Muntaner, 217-219 - 08036 Barcelona Impreso por I. G. Puresa, S. A. - Girona, 206 - 08203 Sabadell (Barcelona) Impreso en Espafia - Printed in Spain Indice PREFACIO iL Capitulo 1 REINAS GLORIOSAS Y NINAS ESCLAVAS 13 Capitulo 2 LUZ INTERIOR 31 Capitulo 3 UNA MAGNIFICA AVENTURA 45 Capitulo 4 ABRAZAR A LA DIOSA 61 EL VALOR DE LO FEMENINO Capitulo 5 SEXO Y ALMA 81 Capitulo 6 UN CORDON DORADO 103 Capitulo 7 : LOS MUROS DEL CASTILLO 119 AGRADECIMIENTOS 141 PREFACIO Cuando conté a mis amigas que estaba escribiendo un libro sobre mujeres, la mayorfa me dijo algo asi como: «gPara nosotras? ;Para las mujeres que hemos estado en el infierno y hemos vuelto de é1?». Qué extrafio pertenecer a un club de mujeres.que han estado en el infierno y han vuelto. Pero todas sabemos lo que significa. Es un distintivo que llevamos con miradas de complicidad y arrugas en la frente. La mayoria hemos pasado al menos por un divorcio 0 una ruptura muy do- lorosa, hayamos estado casadas o no. Hay otras circuns- tancias que también nos hacen ingresar en el club: abor- tos, enfermedades, diversas humillaciones publicas o privadas, drogas, alcohol, la muerte de un ser querido, padres incompetentes, hijos enfermos... Todo lo que pensdbamos que la vida nunca seria. Mas que autocom- pasion, sentimos miedo y un profundo dolor. Asi ha sido nuestra busqueda como mujeres: cons- ciente y disciplinada, o inconsciente y desenfrenada. Hayamos aprendido algo o no, el sufrimiento ha forjado ll EL VALOR DE LO FEMENINO lo que somos, y, para bien o para mal, estos tltimos afios nos han hecho cambiar. Si no hubiéramos descendido a los infiernos, no serfamos quienes somos. Tenemos mu- chas historias, y mucho que poner en orden. Al escribir, este libro no me mueve otro propdsito que un impulso creativo visceral; pero ya de por si es un pro- posito apasionado, y he visto cémo se parecen mis visce- ras a las de otras mujeres. Las relaciones afectivas, las carreras, los hijos, los suefios, las traiciones, las esperan- zas, los triunfos y las pérdidas... todo esto también forma parte de mi panorama. Nuestros sentimientos estan mezclados. Nuestras historias convergen. Todo escritor espera que sus palabras abran una puerta, sean un sendero de luz que los lectores puedan recorrer. Me atrevo a albergar ese suefio para este libro. : MariANNE WILLIAMSON Los Angeles 1 Reinas gloriosas y nifias esclavas El eterno femenino nos empuja hacia lo alto. JOHANN WOLFGANG VON GOETHE Es muy dificil ser mujer. Me doy cuenta de que también es muy dificil ser hombre, pero este es un libro sobre mujeres. Sam Keen escribié un libro sobre hombres que titulé Fire in the Belly (Fuego en el vientre]. Mi amiga Tara me llamo un dia y me dijo que queria escribir un libro por el estilo, titulado: Voledn en el ditero. Me rei cuando me lo conté pero por dentro afiadi: Catdstrofe en los pechos y Terror en los ovarios... Cada fraccién de segundo, cada minuto, en cada ciu- dad de cada pats, lloran mds mujeres, fuerte o callada- mente, de lo que nadie, hombre o mujer, se imagina. Lloramos por nuestros hijos, nuestros amores, nuestros padres y nosotras mismas. Lloramos avergonzadas por- que sentimos que no tenemos derecho a llorar, y llora- mos en paz porque sentimos que ha llegado la hora de hacerlo. Unas veces gemimos en nuestro llanto y otras damos alaridos. Lloramos por el mundo. Sin embargo, pensamos que lloramos solas. Creemos que nadie nos oye. Y ahora todas debemos 13 Se EL VALOR DE LO FEMENINO escuchar. Hemos de coger la mano de la mujer que Nora y ayudarla con ternura, porque de otro modo «ella» —esta ensombrecida identidad femenina colec- tiva— se convertira en un monstruo que ya no permitira que no lo oigan. Este libro pretende escuchar y com- prender a la mujer en el mundo de hoy, tal como existe €n este momento: una prisionera que aun lleva encima todos sus viejos y sucios emblemas. Es como una nifia, pero no es una nifia. Es nuestra madre, nuestra hija, nuestra hermana, nuestra amante. Ella nos necesita y nosotros la necesitamos. Ser mujer hoy es algo experimental e inseguro, algo que se define por lo que no es mas que por lo que es. Para al- gunas mujeres no representa ningvin problema. Se han elevado por encima de las proyecciones y los malenten- didos de la sociedad y ahora vuelan més alto que las nubes. La mayorfa, sin embargo, se han encontrado con resistencias tan grandes mientras trataban de llegar al cielo, que se les han cafdo las alas y ya no lo inten- tan. Ser mujer es un dolor enorme, de una profundidad que no se puede expresar, y cuando tratamos de hablar de ello, nos exponemos a que nos digan: «jYa te estas quejando otra vez!». Mientras siga siendo asi, toda la humanidad, no sélo la mitad, vera obstaculizado el viaje a su destino césmico, un sitio lejano, muy lejano, un lugar tan profundo dentro de nosotros que apenas hemos divisado las murallas que lo rodean. Este es un libro sobre la vida interior de la mujer. Aqui somos nosotras mismas, mientras que en el mundo exte- 14 REINAS GLORIOSAS Y NINAS ESCLAVAS rior somos impostoras. No sabemos muy bien por qué posamos, salvo que no tenemos ni idea de cémo no ha- cerlo. Olvidamos el papel que hemos venido a interpre- tar. Hemos perdido la llave de nuestra propia casa. Vivi- mos delante de la puerta. El estrés que produce estar tanto tiempo fuera de casa nos hace dafio, incluso nos mata. No debemos quedarnos fuera; tenemos que en- contrar la llave, porque mientras no lo hagamos, conti- nuaremos ajandonos, y se nos seguiran marchitando la cara, los pechos, los ovarios y nuestra historia. Estamos cayéndonos y desmoronandonos. Si supiéramos aullar, nos oirfan hasta en la luna. Pero la suciedad que nos rodea se abre y deja sitio a brotes diminutos. Yo, como todas las mujeres, sé lo que sé. Algo comienza a suceder. La Tierra nos tiene reserva- das cosas nuevas, y una de ellas somos nosotras. La fe- minidad se reconstruye; estamos prefiadas en masa, dando a luz nuestra propia redencién. ae Vigilemos. Esperemos. El tiempo dard a conocer su propésito y lo cumpliré. Pero mientras esperamos, no debemos seguir en la inconsciencia. Hemos de pensar y madurar, gozar y sofiar, y también arrodillarnos y orar. Hay santidad en el aire de hoy; modernas sacerdotisas aparecen por todos lados. Ellas son quienes somos por- que son nosotras mismas: amigas, terapeutas, depen- dientas, artistas, empresarias, maestras, sanadoras, ma- dres... Empezad a refr, chicas. Hemos recibido una nueva vocacién. Tu sabes quiénes somos. Usamos lo que sea como pantalla para hablar de las cosas que realmente impor- tan. Sdlo estamos atascadas en este trabajo porque nos arrebataron nuestra auténtica labor hace miles de afios. Miramos en el mapa, pero nuestro pueblo ya no estaba. 15 EL VALOR DE LO FEMENINO Buscamos en el catdlogo, pero no encontramos el curso que queriamos. Como si alguien nos hubiera quitado la silla, pero sin poder quitarnos las ganas de sentarnos. Nos embarcamos juntas en busca de nuestro propio hechizo. Nos levard a un sitio donde lo femenino es sa- grado, como muchas otras cosas. Alli nos convertiremos en quienes estamos destinadas a ser y viviremos la vida para la que hemos nacido. Pero hace falta que reconoz- camos la configuracién del terreno y que veamos con claridad el camino de regreso a casa. «{Qué? —preguntas—. ¢Yo? ¢Hechizada?». Sf, digo, y no te sorprendas tanto. Cuando eras pequefia sabias que ha- bias nacido para algo especial, y, pasara lo que pasase, no podian borrarlo. As{ como Lady Macbeth no podfa limpiar la culpa de sus manos, tampoco se puede elimi- nar la magia de tu corazén. Perdona que te lo diga, pero hace muchos afios la tenias y luego lo olvidaste. Naciste con un objetivo mistico. Ahora, al leer esto, quizd re- cuerdes cual es. Hay mujeres hechizadas que viven ahora mismo como siempre lo han hecho y como siempre lo haran. Hay portadoras de la antorcha de la Diosa, por muy débil que sea su luz. En las esferas interiores, hay sacerdotisas y reinas. Son absolutamente poderosas; han conseguido cruzar la barrera. He conocido a algunas, y sé de otras. Te contaré todo lo que sé de ellas: quiénes son y cémo lo hacen. La mujer elige en cada momento entre la condicién de reina y la de nifia esclava. En estado natural, somos seres gloriosos. En el mundo de la ilusién, estamos per- didas y somos prisioneras, esclavas de nuestros apetitos 16 REINAS GLORIOSAS Y NINAS ESCLAVAS y nuestro deseo de falso poder. Nuestro carcelero es un monstruo de tres cabezas: una es nuestro pasado; la otr nuestra inseguridad, y la tercera,. nuestra cultura. El pasado es una historia.que.sdlo existe en nuestra mente. Mira, analiza, comprende y perdona. Y luego. deshazte de él lo mds rapido que puedas. La imseguridad es inevitable ante la ausencia de un sentido de valfa personal. Sin un sentido de conexién con ideas mas profundas y nobles, estamos condenadas a una lucha desesperada por cosas que nos Ilenen: el tra- bajo, las relaciones afectivas, la apariencia, el cuerpo... Nos tiraniza la creencia de que somos incapaces. Ni el peor de los nazis con una ametralladora seria una pre- sencia tan atormentadora. La tercera cabeza del monstmio es la Gultura de masas que financiamos con millones de délares al aho. La ma- yorfa de las peliculas no nos aman, la mayoria de los anuncios no nos aman, la. mayor parte de la industria de la moda no nos_ama,.y la mayoria de los rock and rolls tampoco (esto ultimo es triste; antes sf nos amaban). Como muchas esposas maltratadas, sin cesar buscamos amor en sitios donde no pueden correspondernos Hemos de optar conscientemente por no seguir hacién- dolo. Mientras lo hagamos, el monstruo nos mantendré en- cerradas en sus mazmorras. A pesar de todo, en lo mds profundo de nosotras hay una salida de emergencia in- nata. Es el amor infinito, que no vacila, ni nos explota, ni nos juega malas pasadas, ni nos pisotea el corazén. Es nuestra esencia espiritual. En ella existimos como majes- tades césmicas: madres, hermanas, hijas del sol, la luna y las estrellas. Dentro de este reino, encontramos a Dios, a la Diosa, y a nuestra propia dulzura. Si nos burlamos 17 EL VALOR DE LO FEMENINO de todo esto, somos nosotras las que corremos el riesgo emocional. El mundo exterior tiene muchos suefios perversos, suefios que nos tienen atrapadas. Lo sé, lo sé. Pero me he enterado de algunos secretos espirituales, y lo mismo harias t si tus ofdos estuvieran abiertos. Hay formas de trascender, de avanzar. Podemos dejar el monstruo atras. Podemos encontrar la redencién de nuestro cora- zon y llegar a una casa de rosas perfumadas. Hay una puerta, la verdadera, un pasaje de oportuni- dades emocionales, y somos perfectamente capaces de cruzarla majestuosamente. Los angeles la abren para todas nosotras. Pero debes ser atrevida. Las remilgadas no ven Angeles, y por lo tanto, no pueden encontrar la puerta. La mayoria de las mujeres que conozco son sacerdotisas y sanadoras, aunque muchas todavia no lo saben, y algu- nas no lo sabran jamds. Todas somos hermanas de una orden misteriosa. Hace algunos afios, empecé a despertarme cada ma- fiana a las cuatro y cuarto abriendo los ojos de repente. Mas adelante, me enteré de que antiguamente las cuatro y cuarto era considerada la hora de las brujas. Me pare- cid perfecto. Todas despertarfamos a la misma hora y nos unirfamos, venerarfamos y sabriamos. Todavia sabemos cosas. Seguimos comunicandonos lo mejor que podemos. «sDuerme el bebé?» «j;Has encon- trado trabajo?» «;Ya ha vuelto a casa?» «Se te ha cal- mado el dolor?» «Te has enterado de las noticias?» Em- pezamos como amigas y luego compartimos el descubrimiento —consciente 0 inconsciente— de ser por- 18 REINAS GLORIOSAS Y NINAS ESCLAVAS tadoras de magia, de que nuestros circulos de apoyo son circulos de poder mistico. Es prerrogativa de la mujer saber de magia y practicarla, y usar su sabiduria para ayudar al mundo. Estamos acostumbradas a pensar que el viernes 13 trae mala suerte. De hecho, era el dia en que se reunfan las brujas. Cuando el sistema patriarcal, liderado por la Iglesia, empezé a aplastar el poder de las mujeres, se de- claré malditas a las brujas y se acusé de serlo a muchas grandes mujeres. Por lo tanto, el dia en que se reunfan se consideré portador de mala suerte, en lugar de lo que era en realidad: un momento en que las mujeres se jun- taban para compartir su energia, orar y curar. Nuestro poder mistico no deberia relegarse al lejano pasado. Atin existe. Yo quiero el mio ahora, al igual que todas las mujeres que conozco. Debemos reclamar nues- tra bondad asf como nuestro poder. Hoy en dia, la razon de que no hayamos encontrado nuestro grial, la clave de quiénes somos como mujeres, es que lo buscamos en mundos de falsos poderes, en los mismos mundos que, en primer lugar, nos lo arrebataron. Ni los hombres ni el trabajo nos van a restituir el cetro perdido. Nada de este mundo puede llevarnos a casa. Sdélo el radar de nuestro corazon puede hacerlo, y, cuando lo haga, regresaremos a nuestros castillos. Alli Ilevamos coronas de oro y recor- damos cémo refr, amar y gobernar. No podemos esperar que el mundo nos restituya nues- tro valor; estamos aquf con el fin de restituir nuestro valor para el mundo. El mundo exterior puede reflejar nuestra gloria, pero no puede crearla. Ni puede coronar- nos. Sélo Dios puede hacerlo, y ya lo ha hecho a ek ® 19 EL VALOR DE LO FEMENINO Una vez vi una tarjeta de cumpleafios que me hizo gra- cia. En la portada decfa: «Feliz cumpleafios para mi hija, la princesa». Y dentro continuaba: «De tu madre, la reina». {Qué es una princesa y qué es una reina? Una princesa es una nifia que sabe que llegara, que quiza esta en ca- mino pero que atin no ha Ilegado. Tiene poder pero to- davia no lo maneja con responsabilidad. Es indulgente y frivola. Llora, pero atin no derrama lagrimas nobles. Pa- talea y no sabe cémo contener su dolor y usar su creati- vidad. Una reina es sabia. Se ha ganado su serenidad, no se la han regalado, sino que ha pasado sus pruebas. Ha su- frido y es mas hermosa por ello. Ha demostrado que puede mantener su reino en pie. Se ha convertido en su propia vision. Se interesa profundamente en algo més grande que ella misma. Gobierna con auténtico poder. Nuestro reino es nuestra vida, y nuestra vida es nues- tro reino. Todas estamos destinadas a gobernar desde un sitio glorioso. Cuando Dios esté en su trono, nosotras también. Cuando Dios est4 en el exilio, nuestras tierras estan en guerra y nuestros reinos sumidos en el caos. Ser princesa es jugar a la vida. Ser reina es tomarse el juego en serio. Audrey Hepburn era una reina, Barbara Jordan es una reina, Gloria Steinem es una reina Judy Collins es una reina. La mayorfa de nosotras somos un poco las dos cosas. El propésito de la vida de la mujer es ascender al trono y reinar con el corazén. La transformacién de una nifia en mujer, de una prin- cesa en reina, no es una transicién sencilla. Como cual- quier flujo creativo, es radical. No significa que sea brusco 0 violento, pero es radical, asi como la verdad, el nacimiento, el arte, el amor auténtico y la muerte son ra- 20 REINAS GLORIOSAS Y NINAS ESCLAVAS dicales. Cambia las cosas. Refleja un giro en la esencia de las creencias, el fin de los paradigmas dominantes. Sin este giro, la mujer oscila entre el borde del desastre y el borde de la salvacién. Va de la felicidad al terror. Y entonces los hijos, y el mundo, comienzan a oscilar con ella Cuando una mujer se aduefia de su naturaleza apasio- nada, permitiendo que el amor inunde su corazén, sus pensamientos se hacen cada vez mas libres, intensos y hermosos. Sus esencias fluyen. Su corazén se expande. Se ha librado de las muletas y las concesiones. Ha vis- lumbrado el reino encantado, los vastos dominios magi- cos de la Diosa que hay dentro de ella. Aqui todo se transforma y hay un propésito: que el mundo vuelva a engendrarse en toda su gloria y todo su esplendor. Cuando las mujeres concebimos nuestra auténtica iden- tidad, ocurre un milagro y la vida a nuestro alrededor empieza otra vez. Maria fue una madre virgen, y la palabra «virgen» sig- nifica «una mujer para s{ misma». La mujer realizada es poderosa para si misma y da a luz cosas divinas. Tene- mos ahora la oportunidad de dar a luz un mundo sanado y transformado. Es imposible hacerlo sin un resurgir im- ; portante de la gloria de la mujer, porque no se puede sanar nada sin sus poderes, que alimentan y protegen, intuyen y perduran. :Qué significa todo esto para la mujer que vive dia tras dia en un mundo que impide su expansién y la condena por sus pasiones? Significa bus- car a otras personas que hayan visto la misma luz. Estan por todas partes, y, como nosotras, esperan instruccio- nes. Son hombres y mujeres, jévenes y viejos, que han visto la situacién, pero se la toman demasiado en serio para reirse. Interrumpir el paso de la fuerza vital ! 21 EL VALOR DE LO FEMENINO a media humanidad, puede ser divertido, pero también es tragico. Algo nuevo se gesta, y agradezcamos que sea as{. La Reina llega para reclamar a sus hijas. Cuando la Reina emerge, es magica y encantadora, esta serena y feliz. Crea orden alli donde no existia. Posee una nueva mirada. Cuando una mujer se eleva gloriosa, su energfa es magnética, y su sensacién de lo posible, contagiosa. Todos hemos visto a mujeres gloriosas, llenas de integri- dad, dichosas, conscientes y orgullosas de ello, rebosan- tes de amor. Brillan. He visto estos estados en otras mu- jeres, y a veces en mi misma. Pero podria convertirse en una manifestacién mas fuerte, en un latido colectivo. No hace falta que hagamos nada para ser gloriosas, forma parte de nuestra naturaleza. Si leemos, estudiamos y amamos, si pensamos y sentimos lo mds profundamente que podemos, si nuestro cuerpo es un instrumento para dar y recibir amor, entonces somos los seres mds afortu- nados del mundo. No hace falta afiadir nada mds para dejar en claro nuestro valor. Sencillamente estar ahi. Sentarse ahi. Sonrefr. Bende- cir. Cudnta hambre queda sin saciar en nuestra sociedad, debido simplemente al hecho de que las mujeres hemos sido infravaloradas por los demds y deshonradas por no- sotras mismas. Todas las mujeres que conozco quieren ser reinas glorio- sas, pero esa es una alternativa que rarfsima vez aparecia en el cuestionario de respuestas multiples que nos die- ron de nifias. Casi nadie nos dijo que tenfamos la opcién de ser magicas. Cuando yo era pequefia, habfa una mujer llamada 22 REINAS GLORIOSAS Y NINAS ESCLAVAS Betty Lynn que vivia frente a mi casa. Era una especie de mezcla de Auntie Mame y Jayne Mansfield. Yo pensaba que era la mujer mds hermosa, fascinante y maravillo- sa del mundo. Betty Lynn era guapa y alocada, y tenia un Cadillac que para mf era de color beige, pero ella de- cia que era de color champan. Queria ponerle techo de paja a su casa de huéspedes. Obviamente hacia el amor con su marido. Siempre me decia que yo era fabu- losa. Afios mas tarde, recordé el vaso de whisky que con frecuencia llevaba en la mano, y muchas cosas que de pequefia no comprendfa empezaron a cobrar sentido. Pero en aquella época Betty Lynn era una especie de modelo para mi, una mujer fascinante que me hacia ver la magia, en un momento en que lo unico que encon- traba en aquella calle era la represién de mis emociones y la desaprobacién de mis pasiones mas fuertes. iPor qué, en estos treinta y tantos afios que han pa- sado desde entonces, jamas he olvidado a esta mujer? iQué representaba que me parecia tan real, apasionado y magico? Sea lo que fuere, el alcohol la ayudaba a expresarlo; pero mas adelante el alcohol la esclavizé y por ultimo la mat6. No hay duda. {Por qué la gente con tanta pasién, tanto encanto y tanto poder, a menudo tiene necesidad de las drogas y el alcohol? No beben solo para calmar su dolor, sino también para calmar su éxtasis. Betty Lynn. vivia en un mundo que no conocfa a mujeres en éxtasis, o no queria conocerlas, o ni siquiera permitia que exis- tieran. En la Antigtiedad, alguien como ella habria tenido su propio templo, y personas de todas partes se habrian sentado a sus pies para que ella les dijera que eran maravillosas. Habria elaborado pécimas de hierbas y 23 | | | ; ; | | } EL VALOR DE LO FEMENINO aceites. Pero un mundo carente de iluminacién empezé a quemar a estas mujeres y atin sigue haciéndolo. Betty Lynn se crucificé a sf misma antes de que nadie tuviera la. oportunidad de hacerlo. Muchas de nosotras somos un poco coma, ella: preferimos destruirnos antes que acep- tar el castigo de la sociedad. Aquellas que no nos des- truimos, debemos soportar la ira de la sociedad. Pero so- brevivimos por mucho que nos golpeen y maltraten. Y cada vez somos mas las que vivimos para contar esta his- toria. Sobrevivimos al fuego, sobrias y llenas de espe- ranza, tan transformadas que nuestras hijas tendran una vida mas facil. Tenemos una tarea por hacer: reclamar nuestra gloria. Nos costara trabajo y no todo el mundo quedard con- tento. Nos llamaraén engrefdas. Nos acusarén de negar peligrosamente nuestros defectos, neurosis y debilida- des. Pero decirle a una mujer que su gloria es su enfer- medad es un viejo truco. Si, seguro que negamos cosas. Negamos el poder de la debilidad que nos refrena, ya sea la del mundo o la de nuestro propio pasado. Nos intere- san cosas mejores, como ser duefias de nuestra belleza y respetar la valentfa que hemos necesitado para llegar hasta aqui y reclamar nuestro poder natural para sanar y que nos sanen. No somos engrefdas, sino que estamos cansadas, hartas de fingir que somos culpables cuan- do sabemos que somos inocentes, que somos feas cuando sabemos que somos bellas, que somos débiles cuan- do sabemos que somos fuertes. Hemos olvidado durante demasiado tiempo que somos majestades césmicas. Nuestras madres lo olvidaron, sus madres lo olvidaron y las madres de sus madres. Lamentamos sus ldgri- 24 REINAS GLORIOSAS Y NINAS ESCLAVAS soe mas, nos afligimos por su tristeza. Pero ahoj rompemos las cadenas. oy Cuando la Diosa estd lista para volver a eme' hace. No hay persona, ley ni institucién que pue: pedirlo. Camo Ia energia de Cristo, de la qug £qrmm0® parte, la Diosa se abre camino por los corazopeg est ECh mentes de millones de mujeres, y éstas @ambian. Cuando suficientes personas cambian, no importan las que no lo hacen. Y es algo valido para cualquier co- rriente social, politica o cultural. Cuando una idea ha lle- gado ya a un cierto numero de personas, no hay manera de detener el cambio que genera Se ha perpetrado contra las mujeres una de las conspi- raciones mds rebuscadas e insidiosas. Se han vuelto a es- cribir miles de afios de historia para borrar de la memo- ria colectiva el hecho de que los hombres no siempre han estado en la cima. Las pruebas arqueolégicas de- muestran ahora la existencia de un periodo de veinte mil afios de historia en el cual los hombres y las mujeres vi- vian en términos de igualdad, y ninguno de los dos sexos dominaba al otro. La Tierra florecia. Las llamadas cuali- dades femeninas ~compasién, tierna solicitud, no vio- lencia— eran compartidas por hombres y mujeres por igual y eran los elementos mas importantes de la estruc- tura social. Se reverenciaba a las mujeres como sacerdo- tisas y sanadoras. Nuestras fuerzas intuitivas no eran despreciadas, sino respetadas. Nuestra forma mis fluida de pensar y sentir se consideraba un ritmo creativo, no una tonterfa de nifias. Eramos las sacerdotisas naturales de nuestros compafieros, amantes, hijos y amigos. Nos sandbamos mutuamente mediante nuestra compasiva conexién con la tierra y el espiritu. Pero nos desviamos y se enmascaré a la Diosa 25 EL VALOR DE LO FEMENINO El mundo esta organizado segun las estructuras y mo- delos de pensamiento masculinos desde hace miles de afios. La agresividad, la fuerza, la dominacién y el con- trol son la base de nuestros acuerdos sociales. La organi- zacion, la tecnologia y el andlisis racional han sido la | orden de este largo dia. Durante este perfodo se han de- jado de lado los principios femeninos de no violencia y entrega, los valores de la intuicién, la ternura y la cura- cién. Nos olvidamos del poder de una tierna caricia. Ge- neracién tras generacién, sin prisa pero sin pausa du- rante miles de afios, se ridiculizé lo femenino. Tanto los hombres como las mujeres lo degradaron, y todos noso- tros nos arriesgabamos a la vergiienza cuando decidfa- mos ser sus amigos. Quizd se conociera a la mujer en la cama y se supiera que servia para los hijos, pero en cuanto a lo demas, estaba fuera de lugar. No es que se la silenciara, sencillamente se la invalidaba. Aunque sabia hablar, nadie la escuchaba. Fijémonos en el poema de Emma Lazarus grabado en el pedestal de la Estatua de la Libertad: «Dadme vuestras masas cansadas y pobres que anhelan respirar libertad». Su manifiesto interés por la vida humana se convirtié en la piedra angular sobre la que reposaba la fuerza compa- | siva de la conciencia estadounidense. Pero nuestra men- } talidad nacional, disociada de su naturaleza femenina, en } lugar de nutrir y compartir, se lanzé en pos del control y la dominacién. Nuestras palabras empezaron a cambiar; en lugar de «dadme vuestras masas cansadas», comenza- mos a decir: «que se vayan a su tierra». Conservamos la estatua, pero ya no nos la tomamos en serio. En 1986, durante la celebracién del centenario en el puerto de Nueva York, me impresioné la espectacular fiesta que se organizd en torno a la Estatua de la Libertad. Un 26 — EEE REINAS GLORIOSAS Y NINAS ESCLAVAS gobierno que habia desmantelado sistematicamente los elementos politicos y sociales que eran la savia del poema de Emma Lazarus, era el anfitrién de una lujosa conmemoracién a los pies de la estatua. La tratamos del mismo modo que a todas las mujeres en épocas en las que la Diosa est4 amordazada: la vestimos y la mostra- mos, pero no escuchamos lo que tiene que decir Y nadie nos escuchard hasta que no lo hagamos noso- tras. La Diosa se despierta en nuestro corazon antes de despertarse al mundo. Es preciso que notemos que existe. Debemos honrarla, adorarla y reverenciarla, in- dependientemente del nombre que le demos Porque no hacerlo es deshonrarnos a nosotras mismas. Ella es nuestra esencia femenina. Es el poder de lo femenino y la gloria espiritual que yace dentro de toda mujer y todo hombre. Olvidémonos de buscar modelos de comportamiento en la Tierra, porque no hay muchos; y aunque los encontr4- ramos, viven su propia vida y no la nuestra. Busquemos, en cambio, dentro de nosotras. La Diosa no entra desde fuera; emerge de las profundidades internas de nuestro ser. No se detiene por lo que nos sucedié en el pasado. Se concibe en la conciencia, nace por amor y se nutre de pensamientos elevados. Es integra y valiosa, y el duro trabajo de crecimiento personal y la disciplina de una vida vivida activamente con esperanzas, la crea y la mantiene. Forja una comunidad. Nutre a los menos afortunados Conviértete en ti misma. Busca a Dios. No hay pasos menos potentes que éstos que sean lo suficientemente profundos para hacerte avanzar. 27 EL VALOR DE LO FEMENINO La crucifixién de la Diosa -la invalidacién de los valo- res y creencias femeninos~ es la base de todos nuestros dolorosos dramas. Pero la crucifixién es sdlo el preludio de la resurreccién, y estamos ahora viviendo los prime- tos estadios de la resurreccién de la Diosa. No es algo que suceda con la reaparicién de un simbolo en particu- lar: Maria, Quanyin, Gea o Isis. Tiene muchos nombres y rostros, pero el mds importante es el tuyo. Su reapari- cién consiste ahora en un cataclismo celular, en una ele- vacion desde las profundidades de cada mujer. Es un es- pfritu nuevo, una nueva fuerza, una nueva conviccién, un interés nuevo. Los angeles mas gloriosos iluminan el firmamento cuando la Diosa del cielo regresa a su trono. Hay imagenes arquetfpicas que nos trazan el camino del viaje femenino, su propésito y su direccién. Es preciso que las mujeres recordemos lo importante que es honrar a las mujeres. Martin Lutero, al «reformar» la Iglesia cris- tiana, decidié echar a Maria. Al redescubrir a la Iglesia dentro de nosotros, decidimos hacerla regresar. Una poderosa herramienta para reclamar nuestra glo- riosa identidad femenina es la veneracién de diosas, como la madre del hijo de Dios, la Virgen Marfa, que dio a luz la expresién humana de Dios en la Tierra. Sin su cuerpo y su alimento, el Verbo, la Palabra, hubiera sido sélo una palabra. Por medio de su vientre y su carifio maternal, se convirtié en el vehiculo para que el Verbo se hiciera carne. Maria es real. Es un simbolo, pero también es mucho més que eso. Es energfa, es una verdad jerarquica esen- cial, el ser que constituye la esencia de todas las muje- res. Se la encuentra en muchas religiones. Algunas la lla- man la Diosa. Esta fisicamente activa y participa de un modo alquimico en las areas de nuestro sufrimiento y 28 REINAS GLORIOSAS Y NINAS ESCLAVAS nuestra liberacién. Para millones de personas, no es nin- guna broma. Cuando nacié, sus padres ya sabian que seria el instru- mento de una gran causa sagrada. La educaron para ser un canal de,luz, es decir, la guiaron hacia sus mds altas cualidades humanas. Dios le confié una tarea grande y poderosa en la Tierra, y durante afios se preparé en cuerpo, alma y mente para ese servicio Pensar en nosotras desde la perspectiva del propésito y el ministerio de Maria, es sanar nuestras heridas. Es llenar nuestra mente de una luz que disipa la oscuridad de innumerables neurosis. Estamos perdidas y desco- nectadas en todas las areas de nuestra experiencia como mujeres, porque no nos percibimos como seres espiri tuales. Pensamos en nosotras como carne y hueso, este- reotipos_y relaciones sociales, ropa y_cosméticos. La esencia de lo que somos, por qué estamos aqui y adénde vamos, es mucho mas espectacular de lo que indican estas cosas terrenales. Somos preciosos recipientes de Dios, estamos prefiadas de sus posibilidades Este tipo de conocimiento no parece muy cuerdo cuando se lo divulga en una fiesta. Pero en privado, al meditar en iglesias, mezquitas, sinagogas, ashrams y gru- pos de apoyo, es el tipo de verdad que nos libera. Y las mujeres necesitamos desesperadamente una liberacién. Nuestra ignorancia y nuestro profundo olvido nos han esclavizado durante afios. Ha legado la hora de recordar que somos hijas de Dios. Una de las formas de sanacién que nos propone la dé- cada de los noventa es una practica espiritual profunda Cuando digo: «Ve a hablar con Marfa», quiero decir que vayas a hablar con Maria, o sea, ve a una iglesia, en- ciende una vela, siéntate en el banco y hazlo todo con 29 EL VALOR DE LO FEMENINO gran seriedad. Dile: «Marfa, deseo saber quién soy como esposa 0 novia, como madre o hija. Deseo ser la mujer que soy capaz de ser. Deseo tener tu pureza, tu claridad y tu grado de iluminacién. Permite que la esencia de mi feminidad sea mas radiante que mi yo exterior». Eso es todo. No importa cual sea tu religién. Hablar con Maria no te convierte en catélica, ni el hecho de ser catélica te proporciona un acceso especial. Si Marfa no te resulta cémoda, no hay problema, busca una diosa griega, una avatar hindu, 0 cualquier otro simbolo de divinidad fe- menina con la que puedas comunicarte, e inicia una re- lacién con ella. No te lo tomes a broma ni lo trates como un juego. El mundo, tal como es, hace muy poco uso. de tu femini- dad. Te consideran el sexo débil y te tratan como un ob- jeto sexual. Eres absolutamente prescindible, salvo para concebir hijos. Tu juventud es la medida de tu valor, y tw edad es la medida de tu inutilidad. No busques en el mundo apoyo ni tu identidad como mujer, porque alli no los encontrar4s. El mundo te desprecia. Dios te adora. 2 Luz interior encontré a dios en mi misma y la amé la amé ferozmente. NTOZAKE SHANGE Hoy he visto un retrato mio. No me ha gustado, porque la cara no decfa quién era yo. Pero, bueno, la cara de la mayoria de las mujeres no dice la verdad. O. mejor dicho, la mayorfa de los peinados de las mujeres no dicen la verdad; sus ropas no dicen la verdad; sus joyas no dicen la verdad. Hay algunas magnificas excepciones, pero por lo general los adornos dicen mucho mas que las mujeres en sf. La mayorfa de nosotras —la mayoria de las mujeres estadounidenses— nos sentimos comple- tamente aturdidas por nuestros peinados, ropas y maqui- llaje. Por eso gastamos tanto dinero en ellos. Estamos buscando ayuda. La préxima vez que conozcas a una mujer en una fiesta, da por sentado que, como minimo, experimentd el diez por ciento de la ansiedad que sentiste tt por lo que iba a ponerse aquella noche. Multiplica esa angustia por el numero de mujeres que esa noche hayan salido a cenar fuera. Ahora stuimale el estrés. La belleza femenina no radica en la ropa, el pelo o el 31 a EL VALOR DE LO FEMENINO, maquillaje, pese a que en este pats las mujeres gastan en ello miles de millones de ddlares por afio, convencidas por la industria de la publicidad de que es asi. La belleza es una luz interior, un resplandor espiritual que todas las mujeres tenemos, pero que la mayorfa oculta negando inconscientemente su existencia. Lo que no declaramos nuestro permanece invisible. Por ello el proceso de transformacién personal, el auténtico trabajo de creci- miento espiritual —se formule 0 no en términos religio- sos— es el unico antidoto del efecto pernicioso de la reaccién de la sociedad contra el genuino poder de la mu- jer. La sociedad nos programa por medio de los mensa- jes subliminales de la cultura de masas, para que crea- mos que, si no respondemos a los cdénones establecidos de belleza fisica, no somos auténticamente deseables. La razon de que seamos un terreno tan fértil para las fuerzas sombrias de semejantes mentiras y esta clase de mani- pulacion social, es que estamos disociadas de la autén- tica luz del autoconocimiento. La mujer que se conoce verdaderamente sabe que su identidad es uma luz que proviene de fuera de este mundo, una esencia espiritual que no tiene nada que ver con el mundo fisico. El sistema basado en un poder mundano invalida con rapidez a quienes creemos firme- mente en una realidad del espfritu, porque percibe den- tro de la verdad espiritual la semilla de su destruccién, ya que si creyéramos de verdad en una luz interior, no creerfamos en el poder de las fuerzas externas, y no se- rfamos tan faciles de dominar y controlar. No conside- rarfamos el peinado, la ropa y el maquillaje como fuentes de tanta autoestima, ni la belleza perfecta de una modelo como signo de que no somos hermosas. Tal como dice Naomi Wolf: «A las mujeres se nos educa para vernos 32 LUZ INTERIOR como imitaciones baratas de las fotos publicitarias, en lugar de ver las fotos publicitarias como imitaciones ba- ratas de las mujeres» Pero en ultima instancia somos responsables de cémo nos vemos a posotras, independientemente de las horri- bles imagenes de mujeres ~pornogrdficas. misdginas, violentas— que impregnan nuestra cultura. La mayor parte de la imagineria religiosa tradicional representa a la mujer como un ser inferior, maligno incluso. Sdlo una vision del mundo iluminada y espiritual representa tanto a las mujeres como a los hombres en su auténtica gloria. Somos gloriosos porque no somos seres de este mundo. Nuestra_esencia_espiritual es _inmaterial e incorpdérea; cuando tomamos conciencia de ello, tenemos un autén- tico poder. Cuanto mas desarrollamos lo que en Alcohé- licos Anénimos llaman nuestro «contacto consciente» con la verdad, tal como Dios la ha creado, menos proba- bilidades tenemos de ser presa de las mentiras de un mundo miedoso. Cuando somos realmente conscientes de nuestra gloria espiritual, un par de varices no impor- tan demasiado. Hace algvin tiempo, en un supermercado, una mujer hacfa cola delante de mi. Estaba gorda, al menos le so- braban veinte kilos, y llevaba el pelo tefiido de un rubio oxigenado. Habfa comprado un par de revistas del cora- zon, una bolsa de cacahuetes y un enorme paquete de galletas. Senti su desdicha. Recé una pequeiia plegaria por ella. Hubo un tiempo en que yo también me habia abandonado tanto como ella, aunque no habia expre- sado mi desesperacién de la misma manera. Conocfa, como todas, su deseo de huir a un mundo en el que 33 EL VALOR DE LO FEMENINO no tuviera que enfrentarse a la dureza de otro dia como ése Al mismo tiempo, yo sabia que le importaba desespe- radamente, porque a todas nos importa. Su cuerpo decia que no le importaba, su pelo decfa que no le importaba, y lo que eligié para leer decfa que no le importaba. Pero le importaba. Y si hubiera crefdo que tenia una opcién, se habria abierto a ella completamente y habria actuado como una reina. Pero no se daba cuenta de que podia elegir. Crefa que sélo las reinas llegan a reinas. No sabia que todas las mujeres que son reinas sencillamente sa- bian que podian serlo, y que las demas siguen aparen- tando que no pueden. Eso es lo tinico que separa a las reinas de las nifias esclavas, pasar conscientemente de la negacion a la aceptacién del poder personal. Es posible que la educacién de una mujer haya sido deficiente y su familia disfuncional, y que sus circunstan- cias presentes sean algo entre horrible y catastréfico; pero atin asi sigue siendo una reina en potencia. Un cambio en la conciencia produce milagros. La evolucién de una mujer desde nifia esclava a reina es el milagro de la transformacién femenina. Empieza con la decisién de cambiar y con la buena voluntad de aceptar la ayuda de Dios. Si por casualidad la mujer que vi en aquel supermer- cado esta leyendo este libro, me gustarfa pedirle que di- jera esta plegaria: «Querido Dios, estoy dispuesta a libe- rar mi vida de limitaciones y desesperacién. Invito a tu espfritu a renovar mi vida. Amén». Es voluntad de Dios que seamos hermosas, que amemos y nos amen, y que prosperemos en todo lo bueno. Es voluntad de Dios que todas las mujeres nos convirtamos en diosas. Fui- mos creadas para serlo 34 LUZ INTERIOR Incluso cuando una mujer recibe la bendicién de la abundancia, suele tener dificultades para permitirse aceptarla. Una amiga mia tiene una vida maravillosa Vive la mitad del afio en Europa y vuela en su avidn pri- vado a las diferentes casas que posee por todo el mundo. Tiene un marido perfecto, una carrera exitosa y que le satisface como disefiadora de modas, y dos hijos sanos y felices. Lo que no tiene es una cintura estrecha. Su sufrimiento por su exceso de peso proyecta una gi- gantesca sombra sobre una vida que en todo lo demas es muy agradable. Ha probado todas las dietas, todos los médicos, todas las técnicas que ha encontrado para per- der los kilos que le sobran y no volver a recuperarlos. Lo que no habfa probado, hasta hace poco, era enfrentarse a la razén emocional que la hacia estar gorda No hay dieta ni médico que pueda triunfar sobae uma- creencia muy arraigada. En el caso de mi amiga, y en el de mucha gente que carga con algo, sea lo que sea, que impide una dicha plena, es creer que «si soy demasiado feliz o demasiado perfecta y tengo demasiado éxito, no me amardn». Tiene que haber algo que diga a los demas que en realidad soy «como ellos», que yo también soy desdichada. «La verdad es que no me estoy llevando su parte del pastel, no soy perfecta, asi que no tienen por qué odiarme.» Para algunas mujeres es el peso; para otras, algo que hacemos, pensamos o decimos para que se vea que tam- bién lo pasamos mal. Si nos atrevemos a brillar comple- tamente, a abrazar la dicha, y nos permitimos tener una vida demasiado maravillosa, inconscientemente tene- mos miedo de despertar una reaccién contraria. El 35 4 EL VALOR DE LO FEMENINO. mandamiento contra el triunfo es sutil pero fuerte; por lo tanto, nos cercioramos de que nadie pueda acusarnos de haber roto la gran regla tacita: no experimentes el cielo en la Tierra. El castigo puede ser severo, al menos emo- cionalmente, para las mujeres que rompan la regla Desde los amigos hasta la familia, pasando por gente que ni siquiera nos conoce, el coro de censura contra las que nos atrevemos a cruzar ese limite invisible, puede sonar muy alto. ¢Cual es el antidoto de semejante amenaza, provenga de los demas o de nuestra propia mente? Es darse cuenta de que la voluntad de Dios consiste en que cada uno de nosotros, mujer, hombre o nifio, sea feliz, tenga éxito y se sienta satisfecho. Es imposible estimar el dafio psi- quico causado por los falsos conceptos, supuestamente religiosos y de otros tipos, que sostienen que Dios es de algtin modo ms feliz o nosotros somos algo mds puros si sufrimos aunque sea sdlo un poco. La verdad es que Dios no es més feliz ni nosotros somos mejores, pero las insti- tuciones que nos lo dicen se quedan muy satisfechas, porque nos mantienen en nuestro sitio y somos mas faci- les de controlar. ¢Pero como puede haber un planeta dichoso si no esta habitado por gente contenta? Entregarse a la dicha no es robarle a nadie la posibilidad de hacerlo a su vez. Al contrario, libera a los demas, si es que quieren ser libera- dos. Cuando veo a una persona, hombre o mujer, que vive una vida auténticamente feliz, puedo hacer caso a mi ego o a mi corazén. Mi ego tratard de demostrar que esa persona debe sentirse culpable de algo, pero mi cora- zon —si me permito aplaudir en lugar de criticar, y ben- decir en lugar de condenar— reconocera que su éxito también es el mio. 36 LUZ INTERIOR Cuando empecé a dar conferencias, tratando en la medida de mis posibilidades de fomentar un cambio po- sitivo en mi comunidad, a menudo ofa que la gente decia: «Qué mujer tan agradable!». Pero a medida que mi trabajo, tenia mayor difusion entre un publico mds amplio, la misma tarea, hecha de la misma manera y quiza con mayor dedicacién, despertaba comentarios del tipo: «;Quién se cree que es?». Nunca he recibido tantas criticas por mi fracaso como por mi €xito, y estoy segura de que la gente de nuestra sociedad tiene la conviccién de que el éxito de los demas limita el suyo, lo empeque- fiece, y bloquea permanentemente sus posibilidades. El mundo cree en recursos finitos y en la culpabilidad de todos. Mientras sigamos adhiriéndonos a creencias tan perniciosas, no sélo impediremos que los demas brillen, sino que tampoco nos permitiremos brillar plenamente. Y si, como mi amiga, estamos asustadas de lo que el miedo dice —en la mente de los demas o en la propia—, conspiramos entonces con un sistema de pensamiento que nos limita cruelmente: a nosotras, a nuestras hijas y también a las hijas de nuestras hijas. Al no permitimnos ser todo aquello que podemos ser, nos negamos el per- miso de ayudar al mundo como podriamos hacerlo. Dios nos proporciona en abundancia todo lo que podrfamos usar en bien del mundo. Si avanzamos con firmeza y continuamos abrazando la-vida que Dios ha dispuesto para nosotras, entonces atravesaremos el banco..de nubes de la desaprobacién de los demas, sea real o ima- ginaria, Cuando dejemos de sentirnos culpables, nos li- beraremos del pensamiento limitado de una sociedad profundamente asustada de las mujeres en éxtasis, y ya no encontraremos gente que nos ataque. Y si la en- contramos, ya no nos importard. Después de atravesar 37 EL VALOR DE LO FEMENINO. las nubes, veremos una luz nueva y haremos nuevos amigos. No te detengas ahora. Contintia. La préxima vez que alguien te haga sentir que te las das de lo que no eres —aunque seas una ganadora-, dile en silencio: «Y eso que todavia no he empezado» Existimos en la mente de Dios como seres totales y com- pletos. Una avenida de tiendas de lujo no puede darnos nada que nos haga mds hermosas. Somos bellas porque Dios nos ha creado as{. Algunas conocemos nuestra be- lleza, la expresamos y la celebramos. Pero la belleza no es algo que alguien pueda darnos, es un poder que lleva- mos dentro desde el principio, un resplandor interior. Conozco a mujeres que no son fisicamente bellas, pero que se expresan con tal magnificencia que el resultado es una mujer hermosa. Conozco a otras que son fisica- mente perfectas, pero como no tienen conciencia de su luz, el efecto de su belleza es nulo. Qué deberfan hacer las mujeres con una percepcién escindida del yo? Muchas sabemos describir y analizar nuestras inseguridades; lo que debemos hacer ahora es invocar al yo sano. Dentro de cada una de nosotras, en el reino de la conciencia pura, esta la Diosa, la mujer gloriosa, la reina césmica. Si eres un ser sensible, y casi todas las mujeres lo somos, entonces tu coraz6n esta abierto a todo. Recono- cemos cada Ianto. Nos identificamos con cada lagrima. Cada suspiro contiene el nuestro. Son obstdculos que nos inmovilizan hasta que nos movemos en otra direc- cién. El instrumental emocional de la mujer, mds deli- cado y complejo que ningtin chip de ordenador del 38 LUZ INTERIOR Japon, es tan fragil como poderoso. Se vuelve contra no- sotras cuando no se usa para sanar, con propésitos cons- tructivos. Es como si Dios hubiera dicho: «Toma. Siente esto», y no supiéramos si lo dice porque esté enfadado con nosotras 0 porque nos ama. Sin una luz interior potente, una conexién espiritual, la mujer se tambalea en medio de una tormenta de emo- ciones histéricas, como si quisiera verter un océano en un bonito florero: el cristal se destroza porque el reci- piente no puede soportar tanta fuerza ni tanto volumen. Del mismo modo, estamos mal preparadas para la ener- gfa poderosa y dinaémica que corre por nuestras venas. Lo recordamos todo. Recordamos a Maria con el nifio en brazos. Recordamos haberlo visto monr. Recordamos guerras y matanzas sin darnos cuenta de ello. Recorda- mos lugares de antiguos templos, profecias y formas de sanar. Recordamos la mutilacién genital y la decisién de Sophie. Estamos presentes desde el principio de todo y si nos hubieran dejado, les habriamos ensefiado las maravillosas lecciones que hemos aprendido por expe- riencia. No podemos explicar lo que sabemos porque el mundo es muy ruidoso. Y tendemos a hacerlo mas rui- doso mientras lloramos doloridas, fingiendo que canta- mos. Afiadimos més mido a la cacofonia porque no sa- bemos que nuestra tarea consiste en bajar el volumen y escuchar las sinfonfas silenciosas. Nadie nos lo ha dicho. Durante miles de afios no han querido que lo supiéra- mos. Pero cuando rompamos las cadenas y veamos cémo es el juego, dejaremos escapar un aullido y nuestro silencio sera ensordecedor. Oiremos el coro sagrado de los angeles, nuestros ojos brillaran y brotara nuestra son- risa. Veremos y conoceremos a los angeles, comeremos 39 EL VALOR DE LO FEMENINO con ellos y seremos su voz. Intimaremos con las estrellas y viajaremos sobre el arco iris a la antigua Grecia. En- cenderemos las lamparas y el mundo no volverd a ser el mismo, Los hombres que nos rodean necesitan este cambio tanto como nosotras, 0 quizé mds. Nuestros hijos ven en nosotras la verdad que nosotras no vemos: saben que te- nemos un poder que no se puede comparar con el de ningtin otro ser. Cuando recordemos nuestra verdadera herencia, los hombres se convertiran en nuestros autén- ticos compafieros, nuestros reyes. Todos hemos sido co- ronados y el trono nos aguarda. Ha llegado el momento de recuperar nuestro titulo, de inclinar la cabeza ante Dios y recibir, con conocimiento, nuestra coronacién consciente. Cuando lo hagamos, el mundo cambiaré ra- pidamente. Cambiard cuando toda mujer comprenda que es her- mosa, poderosa y fuerte. Que merece amor, aprobacién y apoyo. Que todas serfamos gloriosas si extendiéramos nuestras alas. Que cada una de nosotras es una parte de la Diosa, grande y poderosa. Que una luz se elevard de- tras de las montafias la mafiana en que recordemos. Que el sol atravesaré la niebla de las lagrimas cuando nos en- treguemos por fin a nuestro yo. Mientras no lo hagamos, seguiremos tristes. Nuestra prisién ha sido larga y cruel. Nos hemos vestido para ocultarnos, hemos hablado para no expresarnos y hemos trabajado para cambiarnos. Hemos crefdo que nuestras pasiones estaban mal y nuestros instintos eran equivoca- dos. Hemos sufrido agravios, pero ha ocurrido un mila- gro. Hay una Mujer en el Cielo, y ha venido a llevarnos a casa. La Mujer del Cielo tiene el cabello largo y hermoso y 40 LUZ INTERIOR la piel resplandeciente. Sonrie desde un lugar mds hondo que el centro de la Tierra. Habla con una voz maravillosa y sabe cantar. Es la madre de todos. Hemos heredado sus dones y sus poderes para sanar. Por un antiguo acuerdo, hemos llegado hasta aqui para recordarla juntas. Explota- mos como un volcén en erupcidén tras afios de quietud, con poder y calor, con fuerza liquida: La Mujer del Cielo ha entrado en nosotras. Con todos los aspectos de la energia césmica de la que forma parte, penetra las células de todas las mujeres que la hemos in- vitado a entrar. Nos brinda una vida nueva que podemos ofrecer a los demas. Mediante su poder dentro de noso- tras, redimimos todas las cosas. Durante siglos se nos ha desgarrado interiormente, y se ha desconectado nuestra personalidad de nuestra sabiduria esencial. Nos hemos preocupado de cosas pequefias, cuando en realidad somos enormes. Esa época ha terminado. Debemos em- pezar de nuevo. Empezamos con la promesa, que nos hacemos a noso- tras mismas y las unas a las otras, de que no volveremos atras. Nunca mds dejaremos de darnos cuenta de lo difi- cil que es para toda mujer —como lo ha sido para noso- tras~ enfrentarse a los retos y resistencias de un mundo que la trata como ciudadana de segunda categorfa. No nos relegaron a esa posicién porque fuéramos menos in- teligentes. El mundo nos trata como ciudadanas de se- gunda para poder controlarnos, como si por el simple hecho de que nos Ilamen débiles, tuviéramos que serlo. Y hemos cafdo en la trampa. El poder inherente al nom- bre que se da a las cosas nos ha derrotado. El maleficio que ese poder ejerce sobre nosotras debe romperse. Somos nosotras quienes hemos de Ilamarnos reinas El poder patriarcal ha resistido nuestra fuerza, pero el 41 EL VALOR DE LO FEMENINO ejército opresivo de todo un reino ~y considerar y tratar a las mujeres como seres inferiores es un reino mental— no tiene ningun poder frente a la mujer que sabe que es una reina. El ego negativo teme a las mujeres no porque seamos déhiles, sino porque somos demasiado podero- sas, y nuestro poder procede de un reino invisible. La mente racional no puede explicarlo ni controlarlo, y para el ego negativo es un poder imperdonable. No obstante, debemos afirmar nuestras fuerzas misti- cas. Hemos de avanzar con firmeza a través de la oscuri- dad y las espinosas fuerzas del ridfculo y la resistencia, tomen la forma que tomen, para hacer lo que hemos ve- nido a hacer y convertirnos en quienes hemos venido a ser, Falta mucho para que acabe la opresién de las muje- res, y a menudo somos nosotras mismas las que hace- mos un mundo atin mds dificil para las demas. Pero este fenédmeno desaparecerd a medida que las mujeres que oprimen a las mujeres empiecen a sanar de su odio a sf mismas. Al otro lado de esta jungla hay un dia nuevo y glorioso, el dia en que no se juzgara mal a nuestras hijas por sus pasiones, ni se las refrenaré por estar llenas de gran poder, fuerza y amor. Los hijos ayudan. Las puestas de sol ayudan. Los hombres buenos ayudan. La playa ayuda. Leer sobre mu- jeres que han destacado en su campo ayuda. La medita- cién ayuda. La oracién ayuda. iNo te gusta que alguna mujer increfblemente guapa como Linda Evans 0 Cindy Crawford diga que el secreto de la auténtica belleza consiste en encontrar la propia luz interior? De acuerdo; pero he hecho las mismas cosas que ellas para descubrir mi luz interior, y aunque es 42 LUZ INTERIOR cierto que soy mas feliz, sigo sin ser tan guapa como ellas. Y la cuestién es que nunca lo seré; soy como soy. La apariencia no deberfa ser algo tan terriblemente im- portante. Para los hombres no lo es, y para nosotras no deberia serlo, A los estadounidenses nos irfa bien reco- nocer que en otras culturas la gama de lo que se consi- dera bello es mucho mds amplia que en la nuestra, en la cual la edad determina la belleza fisica Yo antes trataba de ser de determinada manera para los hombres, en muchos aspectos: mi personalidad, mi apariencia, mi comportamiento... Todavia intento mejo- rar en esos aspectos, pero lo hago por mi, por mi propia satisfaccién. Gustar a un hombre puede ser muy estimu- lante, pero tratar de ser de cierta manera para <1, de in- ventarnos en lugar de mostrarnos tal como somos, re- fleja tanta falta de autoestima que, en todo caso, sera dificil que el hombre siga interesado. é¥ quién sabe cémo tenemos que ser? Aun no lo he descubierto, y a veces lo he intentado. Pero lo que si sé es que los dfas en que siento en mi vida amor, compa- sion y perdén, soy més feliz y mas atractiva. Estos senti- mientos son las llaves misticas de la belleza y la felici- dad. Es muy sencillo y no cuesta nada. Los ambientes de pseudovanguardia reciben con resistencia un mensaje tan simple. Porque si las mujeres lo creyéramos de ver- dad —que el amor en nuestro corazén puede renovar nuestra vida—, gastarfamos miles de millones de délares en otras cosas Ademas, ;por qué siempre intentamos averiguar cémo. resultar mds atractivas para los hombres? ;Por qué no trabajan ellos un poco para averiguar cémo ser mas atractivos para nosotras? No todos los hombres saben cémo tratar con una mujer apasionada, gloriosa, pode- 43 EL VALOR DE LO FEMENINO rosa e inteligente. {Qué debemos hacer entonces? gEn- cogernos? Muchas, muchisimas mujeres lo hacen. Y asf quiza se casan o encuentran pareja, pero no necesaria- mente son felices, y sus compafieros tampoco. Es mejor estar sola.que vivir medio ahogada. Los hombres de nuestra cultura estan malcriados. En lugar de respetarlos, se los trata con falsa reverencia. Los hemos autorizado a considerar que la mujer es un cuerpo, un maniqui, una maquina de sexo, y hemos lle- gado a ese extremo comportandonos a veces como silo fuéramos. Una mujer es un misterio cada vez mas pro- fundo, y comprenderlo exige afios, humildad y mucha paciencia. Como también nosotras nos hemos vuelto ciegas a este hecho, soportamos una y otra vez hasta el hartazgo las actitudes més irrespetuosas. No hemos en- sefiado a nuestros hijos, y mucho menos a nuestras hijas, lo esplendorosa que es una mujer. Rompe la cadena. No permitas que otra mujer herede a tu amante malcriado como si fuera un par de zapatos incémodos que llevas a la zapaterfa para que te los cam- bien. Si él no lo comprende, explicaselo. Sigue tu ca- mino. Hemos perdido demasiado tiempo en el cora- z6n de las tinieblas; ahora nos dirigimos al corazén de da luz. 44 3 Una magnifica aventura En la juventud aprendemos; en la vejez comprendemos MARIE VON EBNER-ESCHENBACE Hoy en dfa hay una fuerza colectiva que se eleva sobre la Tierra, una energia de renacimiento femenino. Mira a hurtadillas por los rincones, dirige empresas, cuida a los nifios, y saca de quicio a los hombres de muchas mane- ras. Nos conoce desde nuestro origen. No carece, como no carecemos nosotras, de virtud. Nos recuerda nuestra funcién en la Tierra: amarnos los unos a los otros. Ha venido a buscarnos, a llevarnos a casa. Numerosas fuerzas intentan hundir al espiritu feme- nino mientras trata de elevarse. Es el momento de un grandioso cambio: pasar de la dominacién masculina de la conciencia humana a una relacion equilibrada entre lo masculino y lo femenino. El arquetipo de la Diosa no reemplaza a Dios; simplemente le hace comparifa, es la expresion de su faceta femenina. La resistencia es mas fuerte de lo que la mayorfa de la gente piensa. La invalidacién y la crucifixién del poder femenino constituyen una de las fuerzas emocionales mds violentas y subversivas que hay en accién hoy en 45 EL VALOR DE LO FEMENINO dia. Hombres y mujeres por igual han golpeado a la Diosa sin cesar, la han bloqueado y encerrado emocio- nal, fisica, politica y socialmente. Cada vez que se viola o se pega a una mujer, cada vez que se ataca a una mujer en la calle.o la prensa la crucifica slo por su sexo, cada vez que se presiona a una mujer fuerte en su sitio de tra- bajo porque su presencia amenaza el viejo orden, somos testigos de otra escaramuza de esta guerra vasta € invisi- ble. El destino de cada mujer es terminar con este pano- rama en la historia de su vida, le guste o no. Esta gigan- tesca conflagracién ha afectado, afecta y afectard a sus relaciones con todos y con todo, desde sus padres a sus maestros, pasando por sus amantes, sus hijos, sus ami- gos, su trabajo, sus jefes, sus empleados, su comunidad y su cultura. No tenemos opcién en cuanto a afirmar o negar que esto sucede. Sdlo tenemos opcidn en cuanto a abrir 0 no abrir los ojos. Cuando seguimos ignorando las fuerzas que giran a nuestro alrededor, sufrimos las consecuen- cias de toda la inconsciencia, quedando a merced de fuerzas sobre las cuales aparentemente no tenemos con- trol. Si despertamos a la verdad del momento, podemos abrir de un modo consciente una de las brechas mas im- portantes de la historia. Tenemos la oportunidad de for- jar un matrimonio entre lo masculino y lo femenino, mas potente y vibrante que cualquiera de los que haya- mos conocido en la Tierra durante siglos, mas hermoso, quizd, que cualquiera que haya visto nuestro planeta. Todo esto no empieza con mujeres adultas maltrata- das en su puesto de trabajo o por la prensa. Empieza con chicas inocentes que llegaron al convencimiento, por las razones que fueran, de que su nifia interior valia muy poco. A partir de ahi, se convirtieron en mujeres que 46 UNA MAGNIFICA AVENTURA tratan_constantemente de negar su feminidad, atrayendo a. otras-que querran hacer lo mismo. Para poder desmon- tar el desorden social que oprime a las mujeres, debe- mos empezar donde se inicié todo, hace mucho, mucho tiempo, cuando éramos muy pequefias. Muchas nos criamos en familias disfuncionales, por- que la sociedad moderna es disfuncional. Pero el viaje espiritual, la senda de recuperacion y crecimiento perso- nal, es un proceso de desintoxicacién en el que sacamos y expulsamos creencias negativas que arrastramos desde el pasado y que envenenan nuestro presente. Después aprendemos a invocar la llama que arde dentro de noso- tras, que no se ha apagado durante los afios oscuros y di- ficiles. Por muy confundidas que hayamos estado, los angeles nos protegfan y amparaban. Nuestro espiritu no habia muerto. Hay una fuerza natural dentro de nosotras que se renueva constantemente, que todavia existe y ahora estA a nuestra disposicién, con independencia de lo que mama haya hecho o dejado de hacer, de si papa nos queria o nos ignoraba, de si fracasamos o triunfamos en la vida. Yo llamo a ese sitio inocente dentro de cada mujer _«la_nifia perdidan. «jHabria podido ser una princesa mistica! {Debi ser una princesa mistica! jEstaba destinada a ser una prin- cesa mfistica!». Esto es lo que gritan las mujeres que tra- tan de rescatar a su nifia perdida. Todavia esta dentro de nosotras la nifia a la que no se le permitid florecer, cuyos instintos naturales infantiles fueron anormalmente repri- midos durante la pubertad, la nifia oprimida por el miedo a la mujer en la que se convertirfa. Durante afios vivimos angustiadas, desconectadas de la auténtica ex- presién de lo que somos, porque no sabemos quiénes somos. Estamos anonadadas ante nuestros propios flui- 47 EL VALOR DE LO FEMENINO dos creativos. Nadie nos mostré el espacio de nuestra magnificencia, y ahora no podemos encontrarlo. Nos aplastaron en la adolescencia. Nos trataron con mirada sospechosa en el preciso instante en que alguien debid aplaudirnas mds. No sabemos cémo ser mujeres, porque nos ensefiaron que ser nifias no era bueno. Deformaron y tergiversaron nuestros impulsos mds naturales. Fuimos como lava vertida en moldes de plastico. No hace mucho, conoci a una mujer de poco mas de veinte afios que estaba profundamente deprimida. Al mi- rarla, me vi a mf misma hace unos quince 0 veinte afios. Reconocf todos sus sentimientos de desesperacién, todos sus pensamientos aterradores. Le pregunté por qué estaba tan triste. Me dijo que sentfa que su padre no la comprendia, porque no queria pagarle una terapia ni darle dinero para que se mudara de ciudad. Me conté que intentaba abrirse camino en la vida, pero que no pa- raba de fracasar. Los trabajos no le duraban, se sentia gorda, inutil y cohibida, y pensaba que los demas se refan de ella. La realidad, en este caso, es que se trata de una mujer exquisitamente hermosa, tan gorda como judio es el papa, y tan falta de cerebro como Susan Sontag. He aqui a una chica que no sabe cémo encontrar su gloria. Pero para eso se tienen veinte afios, le dije. Es la €poca en que una joven se vuelve mujer, la princesa se convierte en reina, la nifia madura. Es el momento de no concentrarnos tanto en nuestros padres, sino en noso- tras y nuestras capacidades. El dinero de su padre tenia un precio muy alto, como suele suceder. Lo que buscaba de un protector no lo iba a encontrar en papa, sino 48 UNA MAGNIFICA AVENTURA en Dios. La paz y la seguridad que anhelaba sdlo las ha- llaria dentro de s{ misma, a través de la busqueda de una vida mas noble y elevada, y de la aceptacidn de su gloria interior. Le dije que_una carrera profesional es el resultado de lo que somos, en lugar de ser nosotras el resultado de una carrera. Su objetivo no debia ser encontrar un trabajo, sino convertirse en una mujer magnifica. Esta es Ja lamada mistica del corazén de toda mujer, y es nues- tra tarea principal conforme maduramos. Mas adelante, muchas veces estamos ligadas a cosas, personas y situa- ciones en la vida que nos retienen en ciertos lugares en determinados momentos; pero una mujer joven debe volar en libertad lejos de papé y mamé, lejos de los den- sos convencionalismos del mundo, lejos de la infancia, y lanzarse a los brazos de la Diosa, que la espera. Una de- presién histérica puede convertirse entonces en una magnifica aventura. Cuando yo tenfa su edad, trabajaba para un hombre que era, que todavia es, un maestro en el uso de la pala- bra y de una inteligencia asombrosa. En la época en que lo conocf, yo era una chica joven, como mi amiga, con las ideas dispersas, como si fuera una casa a medio construir barrida por el viento. Sabfa muchas cosas que todavia no podia expresar claramente. Me sentfa dife- rente, incapaz de interpretar los papeles que el mundo en el que vivia me habfa asignado. También sabia que aquel hombre en realidad no me vefa. Pero, a pesar de todo, tenia la sensacién de que un dia, al fin, me iria bien en la vida, y que cuando eso sucediera, é] se sor- prenderfa Todo lo que él decia se basaba en hechos; todo podia ser medido y demostrado por una mente cientifica. Yo, 49 EL VALOR DE LO FEMENINO. con mis sentimientos magullados y heridos, sabia que las lecciones que aprendfa no provenfan del intelecto sino de los tanteos de mi corazén. Sabia que estas leccio- nes tenfan mas que ver con el lugar al que se dirigia el mundg que con hechos y ntimeros. El corazén ser el lenguajé del mafiana porque ahi est4 nuestro dolor. Hace poco, lef lo que él habia dicho de mi: «Era la ul- tima persona del mundo de la que uno podfa esperar que triunfara». Me ref al leerlo. Es comprensible que pensara eso. A los prejuicios masculinos lo femenino les parece débil, y cuando yo trabajaba para él estaba desarrollando mi espiritu femenino, con muchas lagrimas y mucho drama. Durante miles de afios, el camino de la mujer, nuestro camino, ha sido subterraéneo. A diferencia de Marfa, no estamos preparadas para nuestro papel. No hay una estructura elegante e institucionalizada que se desenrolle como una alfombra roja que nos lleve a nues- tra gloria. Llegamos a ella hechas un lio después de nuestro accidentado ascenso. Pero ahora la Diosa ha regresado, esta surgiendo, y la gente sin ojos no podra ver el viaje de las mujeres de su alrededor. A medida que la Diosa empiece a reclamarlas, habra4 mas chicas, y no menos, que parezcan extravia- das. La Diosa hace una entrada aparatosa. Cuando un sistema esta colmado de impresiones nuevas y radicales, parece explotar dentro antes de dar un salto cuantitativo hacia algo diferente. Por lo tanto, hay millones de chicas deprimidas hasta un extremo que ni la familia ni los ami- gos consideran normal, pero que en realidad estan ha- ciendo el viaje femenino hacia una conciencia plena y realizada. Un dfa seran reinas. Y la transicién no se habria llevado a cabo si no se hubieran estrellado al hacerlo. 50 UNA MAGNIFICA AVENTURA La princesa no se convierte en reina si se queda en el ca- mino. Es como si hubiera una hermosa hechicera en una burbuja luminosa. Est4 delante de nosotras y nos hace sefias para qué nos convirtamos en ella. Al creer en ella invocamos nuestras virtudes. Cambiamos. Nos converti- mos en algo diferente de lo que éramos. Es el milagro que percibiamos de pequefias: que un dia vivirfamos vidas dichosas en castillos encantados. Busquemos todo lo verdadero, amable y bueno de la feminidad; pidamos que sea bendecida, en nosotras y en las demés, y que a su vez bendiga a nuestra comunidad, nuestra familia y nuestros amigos. Pidamos la sabiduria y la orientacién necesarias para poder llegar a la mas alta vibracién humana de la que somos capaces. Busquemos a Dios y todos sus maestros, a la Diosa y todos sus ros- tros, para que nos ensefien lo que no sabemos. A partir de aqui, nos convertimos dia a dia en las mujeres que Dios quiere que seamos. No hay una plegaria més ele- vada. De ahi en adelante sabremos lo que es la dicha, y para esto hemos nacido. La dicha es nuestra meta, nuestro destino. No sabe- mos quiénes somos salvo cuando somos dichosas. Si no conocemos la alegria, no nos conocemos. Cuando nos falta, por alguna razén, andamos a tientas en Ja oscuri- dad. Cuando nos centramos en ella, alcanzamos la sabi- duria. Una mujer dichosa, sdlo por serlo, ya lo dice todo. Al mundo le aterrorizan las mujeres dichosas. Resiste. Sé una de ellas pese a todo. La alegria aparece cuando nos permitimos reconocer qué agradable es todo. No significa necesariamente que las cosas salgan segun nuestros planes. Es frecuente 51 ee ”~ te Qeens 2 ae er ae EL VALOR DE LO FEMENINO que nuestras expectativas se cumplan —que nos casemos con el hombre apropiado, tengamos hijos, consigamos trabajo~ y, sin embargo, sigamos desesperadas. La dicha aparece cuando vemos que el plan de Dios es perfecto y que ya somos las protagonistas de un maravilloso espec- taculo:"Exige que tengamos la audacia de ser conscientes de lo hermosas y lo infinitamente poderosas que somos -sin necesidad de cambiar nada~ por la gracia que con- tinuamente nace y renace en nuestro interior. Esta toma de conciencia no es arrogante, sino hu- milde; no es absurda, sino realista. Es una valoracién de nuestra vida a través de los ojos que nos da la Diosa. No he disfrutado de mucha dicha, pero sf de un poco. Cuando estoy allf, en aquel cfrculo dorado en el que todo parece maravilloso sin razén aparente, trato de me- morizar el sentimiento, el terreno, el paisaje... He no- tado lo llena que me siento en tales momentos, con la arrolladora sensacién de que todo estA como corres- ponde. Sé que ese es nuestro estado natural y que el ob- jetivo de la vida es alcanzarlo constantemente. Por ahora, la alegria es un don, un estado de gracia que esté y al momento siguiente ha desaparecido. Pero quiza se aprenda con la practica. Tal vez podamos deci- dir estar alegres y dar felicidad antes de esperarla. No es la negacién sino la afirmacién de nuestro poder interior. Entregarse a la dicha cura la depresién. Nos convertimos entonces en personas que pueden ensefiar el significado de la alegria a sus hijos, y al mismo tiempo permitimos que ellos nos lo ensefien a nosotras. Nos alegramos mu- tuamente, y alegramos a los hombres, a los nifios y a Dios. El solo hecho de saber que estamos destinadas a hacerlo, aumenta la presencia de la alegria dentro de nosotras. Nuestra decisién de ser dichosas demuestra 52 UNA MAGNIFICA AVENTURA nuestra disposicién a abandonar las preocupaciones tri- viales y negativas que se interponen en el camino Cuando renunciamos a ellas, nos damos la oportunidad de que surja una vida més dichosa. La Diosa no combate nuestro dolor, cuando ella esta en nuestro corazén, el dolor desaparece Creo que las mujeres podemos tenerlo todo, pero no en seguida. Las diversas fuerzas de nuestro poder necesitan afios para desarrollarse completamente. Una de las ideas en las que solemos coincidir y que continuamos forjando con vigor individual y colectivo, es que la vida de la mujer va cuesta arriba a partir de los cuarenta. Los fran- ceses dicen que a esta edad la mujer florece, pero en Es- tados Unidos todavia estamos bajo el peso de nuestra re- pulsién al paso de los afios, especialmente en las mujeres. Recuerdo que cuando era més joven tenia un aspecto fantastico como sélo las jévenes lo tienen, pero también estoy segura de que en aquella época no tenia ni idea de lo que hace gloriosa a una mujer. Creo que algunas jévenes de hoy lo saben. Saben mucho mas de lo que sabia yo. Pero las mujeres de mi edad, y mayo- res, que no lo han sabido hasta ahora, deben seguir flo- yeciendo mientras continten respirando. Para mf y para muchas mujeres de cuarenta afios y mds, las piezas del rompecabezas acaban de empezar a encajar Lo que las mujeres maduras deseamos es la despreo- cupacion de la juventud junto con la profundidad que nos ha dado el sufrimiento de los afios vividos. Por la gracia de la Diosa, esté a nuestro alcance poseer ambas cosas. La experiencia espiritual genuina transforma nuestro sufrimiento en algo hermoso y aligera la pesada 53 { 4 EL VALOR DE LO FEMENINO. carga de nuestro coraz6n. Cuanto mayores somos, mas livianas nos podemos volver. Cuesta avanzar en esta di- reccién, porque es marchar contra corriente del mundo, pero justamente éste es el propdsito de nuestra vida La iluminacién no se ha establecido para que trabaje- mos duramente, al final seamos dichosas por un periodo relativamente breve, y luego nos hagamos viejas y mura- mos. A menos que luchemos por una visién de la edad y del envejecimiento mds amplia y compasiva, los logros a los que aspiramos aqui son, como mucho, burlas crueles de nuestros dolorosos esfuerzos t Imaginemos la vida de una mujer que mejora con la i edad. El paso de los afios no tiene por qué ser malo. En } 1 realidad, si tomdramos nuestra vida espiritual mas seria- t mente, podria ser algo magnifico. Durante nuestras se- ~ gunda y tercera décadas de vida nos preocupamos de- masiado por lo que piensan los demas, incluso aunque creamos que no. Son las dos décadas en que mas tenta- das estamos de vivir para los otros. Cumplidos los cua- renta, descubrimos que quizd los otros nos acepten 0 quiza no, que ellos también llevan los calcetines aguje- reados, y que tenemos menos control sobre la vida de otras personas de lo que imaginabamos. Y descubrimos que los demas tampoco deberian tener tanto control sobre lo que pensamos. Hoy en dia ya exis- ten demasiadas cosas que las mujeres «deben hacer» y «no deben hacer». Si una mujer quiere tomar hormonas, estirarse las arrugas, admitir su edad o hablar de la me- nopausia, es asunto suyo y de nadie mas. Hay una inti- midad en el corazon de la mujer que nadie deberia vio- lar, y mucho menos en nombre del feminismo. Lo hacemos lo mejor que podemos. Sea lo que sea lo que lleguemos a hacer o ser en nuestro viaje hacia una mayor 54 UNA MAGNIFICA AVENTURA conciencia, pues que lo hagamos o seamos. Lo impor- tante es lo que hay dentro de nosotras; todo lo demas es cosmético y hay que tomarlo como tal. Cuando recorde- mos que somos reinas césmicas, estos asuntos no surgi- ran. Es la unica solucién a todos nuestros traumas super- ficiales Ya podemos dejar de intentar conseguir con tanta ve- hemencia amor, poder e influencia en el mundo, porque algunos dfas los tendremos y otros no. Pero si los busca- mos para que nos sustenten, no encontraremos sino de- sesperacién. Y cuanto mds desesperadas estemos, mds envejeceremos. La edad nos horroriza porque la madu- rez y la responsabilidad nos aterran. La tercera década de vida es la época de empezar a tomarse en serio el hecho de ser adulta, la responsabilidad que tenemos para con nuestra comunidad y nuestra familia. La cuarta década es el periodo de hacerlo bien, de lograr cierta competencia. En la quinta década, deberiamos ser capa- ces de brillar. Las personas de cincuenta afios son como un vino con cuerpo. A los sesenta y setenta afios, ade- mas de brillar, podemos empezar a ensefiar a los demas -a los que vienen detras— cémo hacer lo que hemos hecho. Sin una vida espiritual, gqué nos queda? ;A qué aspira- mos? ;Dénde buscamos las claves? jEn las revistas? He aqui algunos principios basicos para la renovacién espiritual. Primero cle todo, meditar. Practica meditacién trascendental (mi favorita), cristiana, judfa, budista, cud- quera, de luna llena, con los ojos abiertos... la que sea, pero hazlo. Ademés, réza. Empieza alguna practica espi- ritual diaria, religiosa o no, como quieras. Sobre todo, in- 55 EL VALOR DE LO FEMENINO tenta perdonar. Y por ultimo, trata bien)a tu cuerpo. Practica yoga o alguna forma equivalente de ejercicio fi- sico que exija concentracién. No busques la felicidad en tu marido, tus hijos, tu tra- bajo. tu terapeuta o el dinero. Su funcién no es hacerte feliz, y tampoco tienen la capacidad de lograrlo. Busca en ti misma, en la Diosa que hay dentro de ti, y asume la responsabilidad del estado de tu mente. Las mujeres sabemos ser expertas en programacién negativa. Constantemente nos decimos lo que no esta bien: nuestra silueta, nuesito pelo, nuestras relaciones emocionales, nuestro trabajo, el tiempo, el comporta- miento de otra persona, lo que sea, A veces lo hacemos porque nuestras quejas son legitimas; otras, criticamos sdlo porque tenemos esa tendencia. Cada vez que lo ha- cemos, independientemente del motivo, nos atacamos a nosotras mismas. Programamos nuestro subconsciente -la parte de la mente que escucha lo que le decimos y luego produce mas de lo mismo- para que fabrique la vida que le describimos. Entonces, como por arte de magia, jhete aqui!, al dia siguiente tenemos una vida nueva atin mas negativa Alguien me regalé una vez una taza de café con esta inscripcién: No ALBERGUES NEGATIVIDAD. Ojalé pudiera ser tan fuerte. En la nochevieja de 1992, mientras esperaba la medianoche con unos amigos, escribf en un papel: «En 1993 no repetiré historias negativas». No tenemos poco poder, sino que somos enormemente poderosos. Cada vez que decimos una palabra negativa, trazamos planes mentales cuyas consecuencias serdn negativas. No podemos escapar de esta ley. Las cosas son como las pensamos. He aqui otro consejo util. Elije una afirmacion ¢ 56 UNA MAGNIFICA AVENTURA ajuste a ti, a tus esperanzas y-deseos. Trata de alejarte de los aspectos concretos y concéntrate en cambio en la mujer que quieres ser. Puedes decir: «Soy una gloriosa hija de Dios. Me siento dichosa, serena, positiva y capaz de amar». Escribelo en varios papeles, cuélgalos en tu casa o pégalos en el tablero del coche. La mente es mas poderosa que cualquier situacién externa. Si repites la afirmacién diez veces por dia, especialmente en combi- nacién con la meditacién, tu vida cambiara. Es imposible que una técnica espiritual no funcione. La cuestidn no es si funciona o no, sino si en realidad la practicamos 0 no. Si nos acordamos con frecuencia de la mujer que queremos ser, entonces aquella que iba dis- frazada de nosotras durante todos estos afios dara su ul- timo suspiro y nos devolveré nuestra vida. Los dias en que practico todo esto ~y como ya he pa- sado de los cuarenta, al fin he aprendido lo importante que es hacerlo~, me siento bien. Los dias en que no lo hago, no me siento tan bien. Debo admitir que a me- nudo hay unos dias del mes en que nada me hace feliz, y es asf. El sindrome premenstrual existe. La depresion quimica es un hueso duro de roer. Hay momentos y es- tados en los que, a pesar de los ejercicios, seguimos llo- rando y sintiendo dolor. Pero a lo que me refiero aqui es a los rasgos mds amplios, de la mayoria de los dias. Trata de meditar, rezar, practicar el yoga y hacer afir- maciones, y la trama de tu vida sera mas hermosa y pa- cifica A veces se puede encontrar sustento en un retiro espi- ritual, un retiro para mujeres, unas vacaciones, una sa- lida... Es importante tener la oportunidad de alejarse de todo. Pero debemos recordar que la serenidad y la paz que brindan los retiros no deben limitarse al tiempo en 57 ee Reet ete ae EL VALOR DE LO FEMENINO. que estemos fuera de casa; hemos de comprometernos a incorporar en nuestra vida cotidiana las condiciones que favorecen la paz y la serenidad. Cuando silenciamos los ruidos mundanos, pueden florecer muchas cosas dentro de nosotras. La busqueda de la paz interior es decidir una forma de vida. Aunque tengamos hijos, se les puede ensefiar que, a determinadas horas, mama necesita si- lencio, Por mucho que deseemos el descanso que ofrecen unas vacaciones, a menudo nos resistimos a él. Muchas personas organizan su vida para estar constantemente ocupadas, impulsadas por una especie de adrenalina que se interpreta como energfa. Construir un muro de activi- dad frenética que abrevie la experiencia de una vida in- terior significativa, es un truco insidioso de la mente ne- gativa. Perdemos gran cantidad de poder personal y de energfa saludable dejéndonos engafiar y apartandonos de la practica espiritual diaria. La vida espiritual es nues- tra vida interior, y una mujer esta perdida sin su cone- xién con el Dios y la Diosa que hay en su interior. En cuanto a la apariencia fisica, a medida que nos ha- cemos mayores, puede que los jévenes guapos dejen de interesarse por nosotras, incluso hasta los hombres de nuestra edad o mayores. Mi respuesta es: «Y qué?» Tal vez, de haber conocido a algunos de estos tipos cuando éramos mds jévenes, igualmente nos habrian abandonado al hacernos mayores. Ten fe en los hombres. Se esta formando una nueva casta de hombres, de la misma forma que nosotras somos una nueva casta de mujeres. Algunos son bastante jévenes, y también los hay mayores. Estan aprendiendo y madurando, y nos los encontramos por todas partes. Espera. Simplemente octpate de ti. Esfuérzate por vivir 58 UNA MAGNIFICA AVENTURA una vida mas llena de amor, mas hermosa. Ellos te en- contraran. Tu encanto es enorme, invisible y real 2Y ahora qué? Acuerdos: no hacernos dafio los unos a los otros, apoyarnos mutuamente, proteger a los nifios, sanar la Tierra, hacer del amor un arte y amar como ar- tistas La mujer esta destinada a sostener el corazén del mundo con sus manos. Debe atenderlo, ayudarlo y be- sarlo cuando llora. Estamos destinadas a mantener la llama de nuestro hogar, la llama de nuestro corazon. Es- tamos destinadas a preparar el alimento, el alimento es- piritual del amor y la compasién. Estamos destinadas a cuidar a los nifios, no sdlo a los nuestros, sino a todos. Cuando no reconocemos nuestra funcién cdsmica, se nos rompe el coraz6n, el nuestro y el del mundo Del mismo modo que los nifios crecen jugando a que son adultos, asf estamos destinadas a crecer: imaginando que somos més grandes de lo que somos ahora. No hay por qué disculparse por ser inteligente, dotada, guapa, rica o lista. Tu éxito no le quita el suyo a nadie. En reali- dad, aumenta la posibilidad de que los demas también puedan obtenerlo. Tu riqueza te hace mas capaz de ser generosa con los demés, tu dicha aumenta tu capacidad de hacer dichosos a los demds, y tu amor te hace mas capaz de amar a los demas. Aparentar que vales muy poco no ayuda a nadie. Es un juego enfermizo. Es un pensamiento viejo, espantoso para el planeta. Abandé- nalo inmediatamente. Regresa a casa, al castillo. UNA MAGNIFICA AVENTURA una vida mas llena de amor, mas hermosa. Ellos te en- contrarén. Tu encanto es enorme, invisible y real 3Y ahora qué? Acuerdos: no hacernos daiio los unos a los otros, apoyarnos mutuamente, proteger a los nifios, sanar la Tierra, hacer del amor un arte y amar como ar- tistas. La mujer esta destinada a sostener el corazén del mundo con sus manos. Debe atenderlo, ayudarlo y be- sarlo cuando llora. Estamos destinadas a mantener la llama de nuestro hogar, la llama de nuestro corazén. Es- tamos destinadas a preparar el alimento, el alimento es- piritual del amor y la compasién. Estamos destinadas a cuidar a los nifios, no sdlo a los nuestros, sino a todos. Cuando no reconocemos nuestra funcién césmica, se nos rompe el corazén, el nuestro y el del mundo Del mismo modo que los nifios crecen juganco a que son adultos, as{ estamos destinadas a crecer: imaginando que somos mas grandes de lo que somos ahora. No hay por qué disculparse por ser inteligente, dotada, guapa, rica o lista. Tu éxito no le quita el suyo a nadie. En reali- dad, aumenta la posibilidad de que los demas también puedan obtenerlo. Tu riqueza te hace mas capaz de ser generosa con los demas, tu dicha aumenta tu capacidad de hacer dichosos a los demés, y tu amor te hace mas capaz de amar a los demés. Aparentar que vales muy poco no ayuda a nadie. Es un juego enfermizo. Es un pensamiento viejo, espantoso para el planeta. Aband6- nalo inmediatamente. Regresa a casa, al castillo 4 Abrazar a la Diosa Una auténtica concepcién de la relacién entre los sexos no admite vencedores ni vencidos; sélo sabe hacer algo grandioso: entregarse sin limites para des- cubrir una identidad propia mds rica, profunda y mejor. EmMs GOLDMAN: La historia de muchas relaciones emocionales modernas es una variacién de un tema comin: la conspiracién de hombres y mujeres para asesinar a la Reina. Cada vez que una mujer se vende barato o un hombre la trata mal, cada vez que una mujer da su cuerpo a quien no la adora o un hombre rechaza su verdadero amor, tratamos de asesinar a la Diosa. Pero ella es eterna, no puede morir. Podemos torturarla, pero no matarla. Hace poco una amiga me hablo de un hombre muy poderoso de la Costa Este que tenfa fama de jugar cruel- mente con el corazén de mujeres supuestamente pode- rosas. La pregunta es: ;C6mo puede permitir una mujer poderosa que jueguen con ella? ;Qué rincén de su au- toestima herida la hace vulnerable a estas maquinacio- nes emocionales sddicas? Quizé, sugirié mi amiga, debia ocuparme de este tema en mi libro. «Mi libro no va a tratar de eso —le dije-. Ese hombre es un dinosaurio, una especie en extincién.» Miles de nosotras, durante los ultimos afios, nos hemos puesto en 61 EL VALOR DE LO FEMENINO terapia. hemos asistido a seminarios, hemos leido mu- chos libros y hemos explorado todas las posibilidades de crecimiento personal para aprender a evitar a este tipo de hombres. Hemos rezado. Nos hemos puesto de rodi- las. gDénde estaban esas mujeres? Que inicien una tera- pia. Que vayan a una buena libreria. Las palabras que ahora estan de moda son: recuperacién, bienestar, volver a ser dichosas. Hay una historia fantdéstica que trata de la recupera- cién de la atraccién que se siente hacia hombres peligro- sos. Dice asf: cuando estas realmente enferma, no reco- noces una serpiente aunque la veas. Cuando empiezas a recuperarte, ves una serpiente y sabes que lo es, pero si- gues jugando con ella. Una vez que te encuentras en una zona de auténtica recuperacién, ves una serpiente, sabes que lo es y te alejas de ella. Hasta entonces, todo el mundo puede decirte que jugar con esa persona es peligroso, pero no escuchas porque piensas que tu eres diferente o que él va a ser distinto contigo, o quiza que eres la primera que ha visto de verdad su lado sensible. No hay manera de forzar el proceso de dejar de sentirse atrafda por el dolor. Para al- gunas es un largo camino. Hace falta trabajar, pensar més profundamente y tener més valor del que la mayoria estamos acostumbradas a tener. Pero se llega. Es la ver- dadera liberacion, y en el mundo actual no hay muchas excusas para no empezar la tarea que finalmente va a li- berarnos a todas. No hay un gran misterio en esto. La nostalgia no es tan misteriosa. Cuando eras pequefia, tu padre te dijo de diversas maneras que no eras ninguna maravilla. En consecuencia, cualquier hombre que te envie el mismo mensaje afios después, te hace sentir que es el que 62 ABRAZAR A LA DIOSA te va bien a ti. Ese hombre te resulta familiar porque se muestra distante y en cierto modo te desaprueba. Y cuanto més nos fijamos, mds cuenta nos damos de que no sdlo papa nos trataba de esa forma rara cuando llega- mos a Ja pybertad. Todo el mundo lo hacia. Nuestra flo- reciente sexualidad no sdlo perturbaba a nuestro padre, que se sentia al mismo tiempo atraido y repelido, sino también a nuestra madre, que estaba celosa, y a nuestros maestros, que proyectaban lo mismo. Perturbaba a toda la sociedad en la que nos criamos, porque lo sexual se sigue considerando algo malo. A medida que nos fuimos convirtiendo en mujeres adultas. cada vez resultabamos mas peligrosas. Nadie interpretaba su papel consciente- mente. En esta sociedad, o en cualquier parte, hay pocas cosas conscientes. El género humano en su totalidad esta basicamente confuso; por eso estamos aqui, y desde luego por eso investigamos todo este material doloroso que nos ha gobernado subconscientemente desde tiem- pos inmemoriales. Las mujeres estén muy confundidas sobre el poder, y en realidad los hombres también. El poder femenino no es algo que tengamos que salir a buscar fuera; ya esta den- tro de nosotras. Es algo que poco a poco vamos acep- tando experimentar; es algo que hemos de admitir que tenemos. Mientras no lo hacemos, el poder no se expresa. Esta ah{, pero no funciona. Poseemos algo a lo que no sabe- mos cémo acceder. Como nos han ensefiado de diversas maneras que el poder de las mujeres fuertes es sospe- choso, a muchas nos resulta dificil aceptarlo completa- mente. Tenemos miedo. Pero la Diosa esta dispues- 63 EL VALOR DE LO FEMENINO. ta a corregir esta forma de pensar. Su llave, el acceso, el milagro, es el amor. Estamos aqui sélo para amar, y el amor disipa el miedo. Cuando comprendemos que el amor es la razon de nuestro poder —que es nuestro poder- perdemos el miedo a ser duefias de nuestra fuerza. Empezamos a estar dispuestas a experimentar el poder que hay dentro de nosotras, que puede usarse como un canal para expresar amor a toda la Humanidad. Si mujeres poderosas caen presas del «rompecorazo- nes» de la Costa Este, no es porque él intente conscien- temente asesinar a la Reina; son ellas quienes lo inten- tan. Dado que no la han aceptado, tampoco encuentran a nadie que lo haga. Estan inmovilizadas en el estilo «princesa», llorando y tirandose de los pelos, mientras gritan: «j|No puedes tratarme asf!», cuando es evidente que si puede. Mientras no nos aduefiemos de nuestro poder, lo buscaremos constantemente en los demas, en especial en los hombres, y el poder que se busca de este modo nunca nos salva, sino que nos destruye. Muchas mujeres se quejan de que siempre atraen a la «pareja equivocada». Lo que quieren decir, por supuesto, es que son ellas las que se sienten atraidas por la pareja equivocada. Estén empantanadas en un sitio peligroso, pero seductor. Quieren escapar desesperadamente de esta costumbre, pero no siempre con la suficiente deses- peracion. Les falta autoestima para salvar su vida. Dejamos lo que queremos dejar y conservamos lo que de algun modo queremos conservar. Hay recompensas que nos hacen seguir aferradas a pautas de conducta dé- biles: nos proporcionan una excusa para no brillar. Cuando malgastamos todo nuestro tiempo sufriendo emocionalmente, no tenemos que asumir la responsabi- lidad del mundo. Estamos demasiado ocupadas. La ver- 64 SST ABRAZAR A LA DIOSA dad que nos libera es entregarnos a lo divino que tene- mos dentro. Significa recordar que somos hijas de Dios, y las hijas de Dios no se detienen por un idiota. Cuando una mujer se enamora de todas las magnificas posibilidades que hay en su interior, las fuerzas que limi- taban esas posibilidades pierden cada vez mas do- minio sobre ella. Una relacién que nos mantiene ata- das a los «tira y afloja» de las neurosis codependientes, bloquea nuestro resplandor. Cuando tenemos muy cla- To que queremos brillar —-y si queremos conocer a la ¢ Diosa, queremos brillar—, entonces atraemos el tipo de relaciones que nos ayudan a hacerlo. Mientras una mujer no se permite ser fabulosa, no encuentra parejas que es- " timulen su capacidad de serlo. Mientras se denigre a si misma, atraera personas que la denigren; mientras se considere incompleta e indigna, conoceré a gente que coincidira con ella. Por consiguiente, tenemos el compromiso de conver- timos en cierta clase de mujer antes de preocuparnos por encontrar determinada clase de hombre. Una vez que asumimos este compromiso, aparecen los buenos tipos. Hasta entonces, digamos que estén esperando en el vestibulo. Abraza a la Diosa y a su divina percepcién de ti. Pidele que te revele la idea de ti que tiene en mente, que te envie las relaciones y las circunstancias que aumenten la fortaleza que hay en ti, que el mundo sea bendecido con la presencia de una mujer en toda su gloria, Pide y te sera dado. No pidas y seguirds recibiendo las relaciones que te destruyen. Mientras no abrazamos la luz, seguimos vulne- rables a las tinieblas. La eleccién es facil una vez que vemos para qué. En las relaciones, como en cualquier otra cosa, 0 pedimas el cielo o pedimos el infierno EL VALOR DE LO FEMENINO x oe Ok Hace unos afios, mi novio me dejé por una «mufieca» En realidad no me dejé, y en opinion de bastante gente, tampoco, ella es una mufieca. Pero mi experiencia emo- cional ~arrogante y poco iluminada como era entonces— me decia que me habfa rechazado por alguien que no me llegaba ni a la suela de los zapatos. Es bastante comuin que hombres inteligentes se sientan atraidos por mujeres que no son capaces ni de armar una frase. Por qué razén? Queria averiguarlo, porque sentia un dolor terrible. Sabia de corazén que habia echado a perder algo bueno y querfa corregirme. Habrfa hecho cualquier cosa e ido a cualquier parte para aprender lo que me hacia falta antes de embarcarme en otra historia. Algunos de los pensamientos mas claros con respecto a las relaciones emocionales se nos ocurren cuando no te- nemos ninguna. Somos mds humildes, estamos mds en contacto con nuestro dolor, tenemos mayor capacidad de aprendizaje. Nuestra inteligencia siempre es mds aguda cuando son los sentimientos los que informan. En otro momento de mi vida, vivi una escena parecida a aquella del final de Lo que el viento se llevé en la que Scarlett le pregunta a Rhett qué va a ser de ella si él la deja. En mi caso, al hombre le importaba mucho, pero de todas formas me dejé. Tuve entonces que demos- trarme a m{ misma, y a todos los que crefa que les im- portaba, que podfa vivir sin él. En otra escena de la peli- cula, Scarlett dice: «Jamas volveré a pasar hambre». Mi promesa, dicha con la misma fuerza y la misma angustia, fue: «Jamas volveré a necesitar a un hombre» Fue una decisién fallida. Como no podia poseerlo, me convertf en él. Deseaba 66 ABRAZAR A LA DIOSA poseerlo tan intensamente, que invoqué su energfa den- tro de mi. Empecé a expresar la fuerza y el poder mascu- linos igual que él. Pero no me ayudé a acercarme a él, 0 a otros como él, porque me habfa convertido en uno de ellos, y no-€s eso lo que la mayoria de los hombres bus- can. El no me habfa querido precisamente por ser yo un gran tipo. No sé cudndo empezé mi duelo, pero sé que Ilegé a su apogeo cuando me derroté la mujer que yo consideraba tontita. Me di cuenta de que en cierto modo era como yo habia sido antes, no la persona en la que habia querido convertirme, sino la que era y habia dejado atrds. Ella no era estuipida pero yo queria creer que lo era. Y por eso tenfa que odiarla. No soportaba todo el odio que me tenia a mi misma por haberme vuelto tan masculina y tan dura. Empecé a comprender lo que andaba mal, y ademas me di cuenta de que no estaba sola en mis apuros. Sin embargo, eso no bastaba. Tenia que reeducarme y sigo haciéndolo. No quiero perder el poder masculino que he desarrollado, la eficiencia mundana, la capacidad de ac- tuar cuando las cosas me importan. Todo eso forma parte de mf y es un aspecto importante de lo que somos todas. Sin duda, poner en practica en el mundo el poder masculino es una evolucion social necesaria para las mu- jeres. Pero yo necesitaba poner las cosas en su sitio. En una relacion intima con un hombre, deseo especializarme en lo femenino y manejar algunos. elementos masculinos. Cuando doy una conferencia, soy lo masculino, energfa activa ante la receptividad femenina del puiblico. Des- pués del trabajo, si estoy con un hombre con el que tengo una relacién intima, quiero sentirme mujer. Y no 67 EL VALOR DE LO FEMENINO deseo seguir engafiandome pensando que hacerlo de otra manera va a funcionar para él, o para mf. significa que a veces no intercambiemos los papeles, sino que lo habitual es que él sea masculino y yo feme- nina. _ Lo masculino es activo, lo femenino pasivo; lo mascu- lino és dindmico, lo femenino magnético. Lo masculino hace, mientras que lo femenino es. En parte, nuestro complejo de Amazona se debe a que todas hemos apren- ie dido a interpretar el papel del hombre: ir hacia él antes = de que él venga hacia nosotras, llamar primero, hacer el | primer movimiento. Acabamos de darnos cuenta de } nuestro tremendo error, y tenemos que dejar las manos . quietas, mordernos la lengua y esconder las tarjetas de . crédito. La mayoria queremos a un hombre masculino, pero si f no nos volvemos femeninas, no lo encontraremos. Al principio, nos ofendié darnos cuenta de esto, porque hyp crefamos que éramos muy buenas chicas si desarrollaba- th mos nuestra parte masculina. Pensdbamos que eso era lo que de verdad valfa la pena, que eso era el poder. Llega- mos a ver a las mujeres —generalmente a partir de nues- tra madre— como seres débiles e inutiles, y por lo tanto desedbamos crecer y ser igualitas a papé. Y, Dios nos guarde, lo conseguimos. Durante los afios sesenta, a medida que nuestros pa- dres educaban a sus hijos e hijas de una forma que consi- deraban mds progresista, cambié el desarrollo de hom- bres y mujeres. Papa daba una palmada a su hijita en la espalda cada vez que ésta tenia algtin éxito en el mundo y le decfa lo orgulloso que estaba (de verdad). De todas formas no sab{fa qué hacer con los aspectos femeninos de la nifia, puesto que los sentimientos que provocaban 68 ABRAZAR A LA DIOSA en su interior eran muy amenazadores. Estabamos en- trando en una nueva era moderna. Los sexos serian igua- les. Se liberaba a las chicas para ser... jiguales que los chicos! Cuando yo era pequefia, mi padre era un conocido abogado de inmigrantes, y mi madre, ama de casa. Mi padre recibia constantes alabanzas por la admirable ayuda que prestaba a los pobres y esforzados inmigran- tes. Mi madre, tal como yo la vefa, no participaba signifi- cativamente en la sociedad. En aquella época, yo no consideraba que llevar a los hijos a clase de baile, asistir a las reuniones de las nifias exploradoras 0 coser ropa de mufiecas fueran trabajos importantes. Hoy en dia, veo las cosas de una forma completamente diferente. Me doy cuenta de que he sido una de las miles de nifias que conscientemente decidieron que la vida de su madre no tenia sentido, mientras que la de su padre era impor- tante y atractiva. Pensaba que para tener éxito debia cre- cer y ser igual que papa. Inconscientemente, acabé teniendo una profesién no muy distinta de la de mi padre. Cuando empecé a dar conferencias sobre Un curso de milagros, me encontré ro- deada de personas con serios problemas. Conocf a mucha gente seropositiva con infecciones y otras enfer- medades graves. Me vi lanzada a un mundo lleno de per- sonas mas heridas que yo, y el imperativo, tanto moral como profesional, era ser la fuerte y apoyar a los demas. De un modo inconsciente, habia escogido una profesién como la de papa. Me habia convertido en algo que en términos junguianos se llama «la hija de su padre». Aprendf pronto a ser disciplinada en mi labor profe- sional. Semana tras semana, mes tras mes, afio tras afio, me presenté en grupos de oracién, conferencias, grupos 69 Ie EL VALOR DE LO FEMENINO de apoyo, hospitales, bodas y funerales. Fundé organiza- ciones. tuve una hija y escribi un libro. Sabfa que debia ser fuerte y pensaba que las personas fuertes no lloran. La falta de emocién de mi padre la habia interpretado como fuerza,-¥ las demostraciones de emocién de mi madre como debilidad. Si oficiaba el servicio de un funeral, no podfa desmoronarme. Si una madre Iloraba por su hijo, no podia derrumbarse, queria ser el hombro en el que ella pudiera apoyarse. No querfa hacer nada que amenazara mi capacidad de ser fuerte en mi papel de madre protec- tora. No me daba cuenta de que no me habia convertido en una madre protectora, sino en un padre. Aunque me impulsara la ternura, pensaba que el hecho de expresarla plenamente limitarfa mi poder. Construi un muro que mantuviera mis emociones a raya, porque pensaba que era lo que me hacfa falta para servir mejor a los demas. Necesité mucha fuerza de voluntad para construirlo, pero ahora me doy cuenta de que eso no era expresion de fortaleza. La negacién de las emo- ciones mediante la supresién o la retirada no es un acto de valentfa, sino de debilidad. Y ese es el complejo de Amazona, que consiste en que una mujer triunfe a expensas de su ternura. Desde pe- quefia, sin prisa pero sin pausa, llega a creer que sus emociones son menos importantes que sus €xitos, que quiza incluso sean su antitesis. Y el amor que recibe a cambio de sus éxitos, si es que es amor, no es el amor que abriga por las noches. La mujer que no puede respetar sus propios senti- mientos, no encontrar4 a nadie que los respete. Los demés la consideraran diffcil de conocer. Yo lo he expe- rimentado de muchas y dolorosas maneras. Cuando em- pecé a reconocer el alto precio personal que pagaba por 70 ABRAZAR A LA DIOSA disociarme de mis propios sentimientos, hice lo que debfa para dejarlos surgir y expresarlos: mucha terapia y mucho trabajo, y sentf mucho dolor. Y luego, en efecto, tal como me temia, empecé a perder el control. Oficié el funeral de alguien a quien apenas conocia, y no pude parar de llorar mientras hablaba. Pero fue sdlo una fase temporal. Pasé por un perfodo muy sentimental que me llevé6 a un estado de mayor fuerza y ternura; estaba menos en guardia y mds disponible. Cuando pensamos en el poder, por lo general se trata del poder externo, y consideramos poderosas a las personas que han tenido éxito en el mundo. Una mujer poderosa no es necesariamente la que tiene dinero, pero si la que posee una intrepidez 0 una chispa que la hace destacar de un modo especial. Cuando pensamos en un hombre po- deroso, pensamos en su capacidad para manifestar abun- dancia -generalmente dinero— en el mundo. La mayorta de la gente afirma que una mujer poderosa se lleva mejor con un hombre poderoso, que necesita a alguien que comprenda la importancia de su situacién, a un hombre que tenga el mismo o mayor nivel de poder en el mundo. Si definimos poder como abundancia mate- rial, es verdad. La mujer a menudo topa con prejuicios culturales si gana mds dinero que el hombre. Una mujer que define el poder como bienes mundanos, rara vez se siente completamente relajada en brazos de un hombre que no los tiene. Si el poder se ve como algo interno, entonces la situa- cién cambia drdsticamente. El poder interior tiene poco que ver con el dinero y la posicién social, y mas que ver con la expansién emocional, la espiritualidad y una vida 71 EL VALOR DE LO FEMENINO. consciente. A medida que empezamos a reconocer que la fuerza interior es lo inico que importa, logramos ver que_con frecuencia evitabamos a los hombres que no eran poderosos en el mundo, no porque les faltara podef,’ sino porque interiormente eran demasiado pode- rosos y nos recordaban el trabajo que nos faltaba hacer a nosotras. Yo pensaba que necesitaba a un «hombre poderoso», alguien que me protegiera de las dificultades y los males del mundo. Lo que he descubierto es que los males del mundo a los que me enfrento son el reflejo de mi propio estado interior, y nadie puede protegerme de mi misma. El hombre poderoso que buscaba serfa, como mucho, al- guien que me ayudara a mantener el rumbo espiritual, y por lo tanto, a tener claro que la vida puede ser menos problematica. Cuando esto se volviera dificil, me ayuda- rfa a perdonar. Ya no quiero a alguien que me diga: «No te preocupes, querida. Si son malos contigo, les pegaré o lo arreglaré con dinero». Quiero, en cambio, a alguien que rece y medite conmigo regularmente para que los monstruos del mundo exterior me perturben cada vez menos, y cuando lo haga, que me ayude a ver las respuestas en mi propia conciencia, en vez de buscar un falso poder para combatir al falso poder. Hay una gran diferencia entre un hombre amable y un hombre débil. Los hombres débiles nos ponen nervio- sas. Los hombres amables nos tranquilizan. Muchas de nosotras desedbamos, 0 todavia deseamos, casarnos. ;Qué parte de este deseo es natural y qué parte cultural? Lo natural es desear ser amadas. Lo cultural es 72 ABRAZAR A LA DIOSA nuestra tendencia a olvidar que un papel no puede man- mos 0 NO, sino de si permitimos 0 no opcion¢s gear que afecten a nuestra capacidad de volar. (ues) Si elegimos casarnos, lo importante es no rer ee nuestro espiritu mas libre. Una vez of a alguien qué que una mujer casada no puede escribir. No cH oTAM RE Oe verdad, pero comprendo lo que queria dec®1BLIGATEC = monio no es una mera convencién, pero a menudo se vive como tal, por lo cual, en lugar de elevar el espfritu de la mujer, lo hunde. El espiritu creativo prospera con : la libertad y la osadia. Gran parte de las mujeres més creativas de la historia no estaban casadas. Y para las sa- cerdotisas de la Antigtiedad, era algo inconcebible. Ellas ' eran sirenas espirituales, y muchos hombres se ahoga- ban La cultura patriarcal considera un peligro a la mujer no casada. A un hombre que no esta casado lo llaman soltero. Si se trata de una mujer, la llaman solterona. Al orden patriarcal, ;qué es lo que le da tanto miedo de las mujeres que no estén casadas? Principalmente que no son propiedad de nadie. No estamos bajo el control de nadie, como tampoco nuestros hijos. Nadie nos puede decir lo que debemos hacer o contar. Muchos de los prejuicios contra las mujeres estan al- macenados en el inconsciente. La mayoria de las perso- nas que apoyan las actitudes mas punitivas contra las mujeres apasionadas ~y las mujeres libres son mujeres apasionadas-, se consideran socialmente progresistas, incluso feministas. Los derechos de las mujeres les pare- cen obviamente importantes, pero lo que no es tan obvio es hasta qué punto conspiran para ahogar el poder femenino. 73 EL VALOR DE LO FEMENINO. El poder femenino trasciende lo que se conoce politi- camente como la cuestién de la mujer. Tiene que ver con el hecho de que las mujeres participen activamente en la conversacién —tanto en el terreno ptblico como durante la cena~ y tengan el mismo espacio emocional que los hombres. Significa que las mujeres no teman ningun tipo de castigo, que no tengan que preocuparse » de que se las tache de no femeninas por hablar. Significa que las mujeres se revelen publicamente, actien y reci- ban apoyo por su actuacién, tanto de los hombres como de otras mujeres. Mientras esto no se consiga, las liberta- des politicas, econdémicas y reproductoras no seran sufi- cientes. No seremos libres hasta que podamos expresar lo que pensamos y lo que sentimos sin tener que preocu- parnos de que los hombres, las mujeres y la prensa nos crucifiquen y nuestros hijos se avergiiencen de nosotras. La auténtica politica de liberacién de la mujer es una politica humana. La energia sigue debajo de la superficie cuando estamos en la misma habitaci6n, no en la alcoba, porque ahf logramos la libertad en cuanto descubrieron que era mucho més divertido que nosotras participara- mos del juego. Pero fuera de la alcoba todavia no somos iguales, y hasta que lo seamos, no se podra sanar al mundo. Las mujeres seguiremos en cautiverio emocional mientras tengamos que preocuparnos de elegir entre ser escuchadas y ser amadas. Después de la confrontacién de Anita Hill y Clarence Thomas en el Congreso, una amiga me conté una intere- sante historia. Habia visto las audiencias por televisién junto con varios matrimonios. Salvo ella y otras dos, el resto de las mujeres se quedo en silencio. Los hombres, en cambio, hablaron largamente sobre lo vergonzoso que era todo aquello, y expresaron sus puntos de vista 74 ABRAZAR A LA DIOSA progresistas, al parecer sin darse cuenta de lo que estaba sucediendo en esa misma habitacién. Sus esposas se comportaban como unas buenas chicas, sentadas en si- lencio, mientras permitian que sus maridos parecieran brillantes y agudos. De no habefse tratado de parejas casadas, ;habria sido diferente? No lo sé. La clave en este caso no es el matri- monio, sino la relacién entre hombres y mujeres. Lo que hemos de estudiar es quiénes somos nosotras cuando es- tamos en pareja. Cada vez importa menos si estamos ca- sadas 0 no, ya que la definicién del matrimonio va cam- biando junto con todo lo que nos rodea. Lo que me parece relevante no es que estas parejas estuvieran casa- das, sino que estaban en publico. A lo mejor, a puerta cerrada, estos maridos demuestran un gran respeto por sus esposas. Lo que todavia le falta a la sociedad es dar permiso a las mujeres para hablar en publico —de un modo alto y claro— sin que las consideren unas «toca cojones». Trata de encontrar una expresi6n que provoque una asocia- cién mayor con el malestar del hombre. Es casi imposi- ble. Trata ahora de dar con una expresién que se asocie mds a menudo que ésta con una mujer que dice lo que piensa. La mayoria de las mujeres tienen que optar entre herir a los hombres o callarse y volver a dormirse para siempre Es evidente que los hombres y las mujeres estamos reaprendiendo nuestros papeles cara a cara, tanto en el matrimonio como fuera de él. Hace unos afios, durante un seminario de fin de semana que dirigi, surgid el tema del matrimonio. Pregunté cudntos de los participantes estaban casados y después les pedf que dijeran lo que pensaban del matrimonio. El grupo, formado por unas 75 in ae th Pee etm Ries: EL VALOR DE LO FEMENINO treinta personas, se quedé hablando hasta bien entrada la noche y of cosas que me sorprendieron. Aquel fin de semana me di cuenta —y fui tomando mayor conciencia de ello en posteriores sesiones de terapia de parejas, ca- sadas o no~ de que el matrimonio es lo que la gente hace de él. Y‘él hecho de que la mayorfa tenga opiniones limi- tadas y esquemiticas de lo que debe ser, nos perjudica a todos Conozco a matrimonios que describen sus relaciones conyugales como muy felices, tanto parejas mondégamas como abiertas. Conozco a otros que describen sus rela- ciones conyugales como aburridas e insatisfactorias, tanto parejas mondgamas como abiertas. El sexo es un sacramento, no una prisién. La monogamia puede ser un vinculo hermoso, incluso sagrado, pero no le sirve a todo el mundo. Nuestra idea de que la monogamia es un arre- glo intrinsecamente mds noble que cualquier otro, ha creado una nacién de hipécritas; en eso nos hemos con- vertido. No te engafies. Histéricamente, la monogamia no se creé para que dos personas pudieran relajarse en la mds profunda intimidad. Era la forma en que los hombres ha- cian valer su derecho de propiedad sobre el cuerpo de una mujer. En muchas culturas a lo largo de la historia (y en algunas hoy en dfa), se ha aceptado que los hom- bres tengan multiples parejas, pero no las mujeres. Es necesario que hombres y mujeres, en publico y en pri- vado, discutan sobre temas como el valor de la monoga- mia y la doble moral, para exorcizar los demonios sexua- les que todavia permitimos que nos controlen. Es muy dificil tener claro qué se quiere cuando la mente est4 sa- turada de informacién sobre lo que se supone que hay que querer. 76 ABRAZAR A LA DIOSA Si amas a un hombre —y es maravilloso que lo ames- y deseas una unién mondégama -y es maravilloso que la desees—, entonces casate con él si tu corazén te pide que lo hagas, y ten en cuenta que la unién que has elegido puede servir a Dios.y a la Diosa, a los hombres y a las mujeres. Pero nunca jamads ~casada o no- permitas que tu unién con un hombre silencie tu voz o te impida apo- yar a otra mujer para que se exprese, porque estards ayu- dando a perpetuar el enmudecimiento perverso de un sonido bellfsimo. El mundo no tiene ni idea de la can- cién que atin no ha escuchado: las mujeres cantando juntas y con los hombres en armonfa, a toda voz y con fuerza. Es la musica que nos hace falta. Sé muy clara. El silencio es enfermizo. Ojala los hombres supieran todo lo que tenemos que decir. Pero a menudo, no podemos hablar. Ante la resis- tencia, nos callamos. Ante la aprobacidn, florecemos como diosas. Hay veces en que debemos alejarnos de lo que nos frena, y nada frena tanto como alguien que invalida nuestras capacidades. A los nifios varones se los educa para pensar que un dia encontrarén a la mujer adecuada que apoye sus suefios y su grandeza. A las nifias se las educa para pensar que un dia encontrarén a un hombre con unos suefios y una grandeza dignos de ser apoyados por ellas. La antigua palabra griega para cortesana era hetaira. La hetaira era la amante de un hombre, su igual, su musa. Ella se ocupaba de sus suefios y hacia espacio para su bri- llantez. No hay palabra semejante para la posicién corre- lativa masculina, aunque marido podria estar bien 77 ei we eee EL VALOR DE LO FEMENINO @Quién hace espacio para la grandeza de la mujer? En muchas relaciones heterosexuales, el hombre se siente amenazado por la grandeza de la mujer y encuentra di- Versas maneras de que ella dude de su belleza y su forta- leza, Un hombre seguro no se siente amenazado por el poder intélectual o emocional de una mujer, sino que ce- lebra la oportunidad de disfrutar de lo que su pareja le ofrece. La pregunta consciente es si en una relacién emocional puede haber dos estrellas. Debemos olvidarnos del paradigma del hombre pode- roso y la mujer que lo apoya, y en cambio aceptar la imagen de un hombre y una mujer poderosos que se apoyen mutuamente. Las mujeres no podemos permitir- nos estar con hombres que nos frenen. Tenemos una tarea sagrada y poderosa que llevar a cabo en la Tierra. No podemos cumplir nuestro cometido si nos quedamos con un hombre que se burla de nuestra gloria Las mujeres no somos impotentes. Sélo fingimos que Jo somos. En gran parte lo hacemos porque tememos el castigo que nos infligen cuando nos atrevemos a ser lo que en realidad somos. Es una forma sutil pero clara de discriminacién. Segiin parece, a pocas mujeres se les permite el ingreso en el club: sdlo a las que han permi- tido que se las domestique, a las que no representan una amenaza sexual importante para el orden establecido, de modo que tanto hombres como mujeres puedan manejar la situacién. Pero a los animales salvajes no se los do- mestica y un animal salvaje es algo bello. En estado natural, gritamos. Gritamos cuando nos hacen dafio, cuando parimos, cuando llegamos al or- gasmo... Simplemente es asf. ¢Qué tipo de hombre puede tratar con nuestra pasién y ascender al trono junto a una mujer que lleva su propia corona? Una prin- 78 ABRAZAR A LA DIOSA cesa atrae a un principe, y una reina, a un rey. Las muje- rés que lloran atraen a hombres que Horan. Las mujeres que tienen una leona en el corazén atraen al hombre que lleva un ledn. Y aquf es donde estamos ahora las mujeres, en un lugar en el que, quizé por primera vez, la gente recuerda en masa nuestra funcién césmica. Nuestros asuntos amorosos no estan para servir a una maquinaria indus- trial ni a un sistema de gobierno. La relacién sexual no es solo para procrear. Nuestro amor esta aqui para espi- ritualizar a la Tierra. Tanto las mujeres como los hom- bres estan dando un rapido salto cuantico. Surge una nueva mentalidad. Empezamos a mirar con otros ojos. Y cuando una mujer recuerda su gloria, un hombre de buena voluntad apenas puede contener su dicha. Su au- téntico yo surge en presencia del de ella. Este mirar adentro para atraer lo que esta fuera funciona, créeme i haces sitio para el amor, siempre llega. Haz un nido para el amor, y se instalar4 en él. Haz un hogar para el ser amado, y encontrara el camino para llegar a él. ye a 5 Sexo y alma No te avergiiences, mujer. Eres la puerta del cuerpo, y eres la puerta del alma WaLT WHITMAN Cuando la mujer hechizada se ha aduefiado de su fuerza, entonces, y no antes, tiene la fuerza interior necesaria para volverse hacia otra persona. Sdlo entonces posee la suficiente autoridad para encontrarse con la mirada de otra persona y sostenerla. Un amor es una propuesta de alto riesgo. El, o ella,* es lo mejor o lo peor del mundo. No tenemos la capacidad de tratar eficazmente con el poder de otra persona hasta que el nuestro esté puro e intacto. Una vez que conoce- mos esto, empezamos a comprender la relacién entre la busqueda del yo y la del ser amado. Para la Diosa que llevamos dentro, no hay diferencia entre las dos. Un amante no es alguien detrds del cual nos escondemos, sino alguien que aparece ante nosotras a medida que *Comprendo y respeto que muchas mujeres amen a otras muje- res. Si prefieres la intimidad con otras mujeres, por favor, perdé- name por no escribir «hombre o mujer» cada vez que me refiero a la pareja 81 EL VALOR DE LO FEMENINO. emergemos de las sombras de nuestras falsas ilusiones. Una diosa no sale y «encuentra» un amante, ella es la verdadera amante y la felicidad va hacia ella. El amor no es algo que nos llega de otra persona; es una extensién de nuestra mente que nos devuelve lo que parece ser la sonrisa de otra persona. La mujer que no lo sabe es la candidata principal a tener una de las dos caras fermeninas emocionalmente heridas: la mujer felpudo, y la mujer arpia. Como ha per- dido a su nifia interior, a efectos practicos ha perdido la experiencia de su propia inocencia. No recuerda por qué se siente culpable, pero la han convencido por completo de que no vale, y con esa conviccién proyecta en los demas ~especialmente en los que tienen la audacia de acercarse— el hecho de que son tan imperfectos como ella, y de que, por lo tanto, son merecedores del mismo castigo. Aqui es cuando la arpfa toma el mando. Hace a los demas el mismo dafio que tiende a hacerse a sf misma. Mientras crea que merece castigo, castigard a los demas Por otro lado, tenemos a aquella que, puesto que sabe que es tan mala, piensa que no tiene derecho a hacer nada, ni a decir gran cosa y ni siquiera a vivir. Si ella es eso, un estercolero de culpa, entonces todo lo bueno esta fuera, y de vez en cuando conoce a otra persona que al parecer lo posee. Esa persona, por lo tanto, tiene todo el poder, y la mujer se somete callada y décilmente, vic- tima del mal que circula con desenfreno por su ser. Es la clasica mujer felpudo, la inutil. No tiene poder para ha- blar ni para imponerse. La otra persona lo asume todo. Ella le ha dado el derecho de empufiar el ldtigo y de azotar. Qué terrible y qué familiar. Todas nosotras conoce- 82 a eee SEXO Y ALMA mos a estos demonios, pero no estamos leyendo este libro para conocerlos mejor, sino para encontrarnos con la Diosa, escuchar sus ideas y aprender sus técnicas a fin de encontrar el amor a plena luz del dia y satisfacer sus promesas por la noche. No nos entretengamos demasiado en los problemas del amor, salvo cuando haga falta. Exploremos en cam- bio el camino de la Diosa para encontrar a un Ser amado, tocar su alma y quererlo con todo el poder milagroso que ella nos da. Por lo general sabemos que un amante esta en camino mucho antes de que llegue. A menudo escuchamos fra- ses como: «Conoci a mi pareja cuando menos lo espe- raba», y en cierto sentido sabemos que es absurdo. Una mujer en contacto consigo misma percibe la llegada de las cosas, y la del amor es como un_ciervo que viene co- rriendo por el bosque hacia su puerta. Sentimos que el amor se acerca, y Si estamos en contacto con la Diosa, nos preparamos por anticipado. 4Cémo lo hacemos? Cuando estamos a punto de en- contrar al ser amado es como Si estuviéramos embaraza- das: vamos a dar a luz una nueva fuerza creativa. La pre- paracién mds elevada es un fortalecimiento de nuestra calma, concentrandonos con claridad en quiénes somos y cuales son nuestros valores. Los valores esenciales —que alimentan a jos menores tal como un rio alimenta a sus afluentes— son el amor, el perdén y el deseo de servir a Dios. Lo servimos hasta el punto de tener pensarmen- tos de pureza. La pureza significa que no manipulamos, ni seducimos, no le planeamos ni proyectamos progra- mas ocultos a nadie ni a nada. 83 Ot a EL VALOR DE LO FEMENINO. La Diosa_se encuentra en su gloria mds elevada cuando estamos enamoradas. También es el momento en que mds tentadas nos sentimos de escupirle a la cara y burlamos de su virtud. Nuestra tarea mas elevada es recordar lo importante que es —para el mundo, para nuestro ‘éspiritu y para la relacién misma— que aprenda- mos a ser amigas y compajieras espirituales de nuestro ser amado y que brindemos una célida acogida a quienes mds querenos. De otro modo, puede que tengamos un aspecto fantastico, que nuestro perfume sea estupendo y que usemos nuestro cuerpo de la mejor manera posible; pero sin virtud, somos putas, y no sabemos qué es el amor. Cuando al fin encontramos al ser amado, puede que nuestra espiritualidad disminuya, porque la atraccién ~su olor, la quimica que surge entre uno y otro nos in- duce a olvidar la verdad si no es ya una parte sdlida de nosotras. Si lo es, entonces no hay nada mas elevado que el amor apasionado. No he tenido experiencias {ntimas con mujeres, pero supongo que es el mismo tipo de unién. Sé que cuando una mujer ama a un hombre se abre a él y deja que el espfritu la conmueva; es un viaje al centro de todo. No es como si nuestros cuerpos se fundieran, se funden; no es como si nuestros espiritus se mezclaran, se mezclan. Cuando la Diosa encuentra a su consorte y lo invita a entrar, penetramos en un espacio divino. Su alegre sa- ludo a menudo es: «jHola, otra vez por aqui!», y recorda- mos que nos habfamos conocido en aquel lugar. Qué alegria volver a encontrarnos. Qué solas nos sentiamos a veces, y qué éxtasis sentimos al poder pasar una tempo- rada en casa. Qué importante es saber que él es tan tierno como no- 84 SEXO Y ALMA sotras y esta tan perdido como asustadas nosotras. Mien- tras no sabemos esto, no vemos lo mds importante. Cree- mos que él es un monstruo hasta que vemos que es un nifio, marcado, como nosotras, por algun desastre en la relacién con sq padre, y también afectado para siempre por su madre: Todos tropezamos y lloramos. nos caemos y buscamos los unos en los otros alivio a nuestro dolor. Estamos destinadas a ser ese alivio, y mucho mas. Esta mos destinadas a sanar la herida. y si estamos dispuestas a permitirlo, nuestro amor nos sanaré a los dos. Recuerda la mirada de alguien que te amé, y no olvi- des la marca que dejé en tu alma. Llévala siempre, es el distintivo de una mujer que ha abierto su corazén y per- mitido que le duela, por ella misma y por él. Se ha sen- tido loca de amor, ha hecho el ridiculo por amor, se ha vuelto neurdética por amor y ha malgastado su tiempo por amor. Pero las angustias la han hecho madurar y re- sistir hasta que al fin salid el sol y consiguis ver el cielo. Antes era una nifia, ahora es una mujer; antes era una chiquilla, ahora es una diosa. Este es el viaje de todas las mujeres que hemos amado aun hombre. Quiz4 nos ayude saber que nos espera una notable recompensa al acercarnos a la verdad. Tenemos mucha suerte de ser mujeres, y los hombres son muy afortunados de conocernos. Estamos Ilenas de milagros para todos los que se acercan a nosotras con el corazon puro y abierto, Estamos llenas de amor para los que se acercan con alma tierna. Estamos llenas de belleza para los que creen que esta ahi. Y los hombres son maravillosos, los chicos débiles y arrogantes que consiguen transformarse en hombres fuertes y humildes. El iniciado en los caminos del amor es como una carta de Dios que nos dice que él ha lle- 85 Tt sta ae ob a ne om ciel EL VALOR DE LO FEMENINO gado. Los iniciados, hombres y mujeres, han visto la ne- grura de la noche y después la luz de otro dia. No hay sustituto de los fuegos que nos purifican; sean los que sean, sirven a un propésito. Ahora que sabemos como amar y ser amadas, nunca més perderemos el rumbo. Una mujer enamorada esta embriagada. Hay una sustan- cia quimica que penetra sus células, un lugar en su ser en el que las hormonas se encuentran con Dios. Es el cielo o el infierno, o las dos cosas. Si pudiéramos aprovechar su poder, sanarfamos al mundo. Y de eso se trata. Una mujer enamorada puede hacerlo todo: dirigir una empresa, educar a sus hijos, ser artista, hacer el amor, preparar la comida, gobernar una nacién y tener un aspecto fantastico. Pero si no esté enamorada, ca- rece de energfa; y si est4 enamorada y la rechazan, hasta es posible que pierda las ganas de vivir. Las mujeres necesita- mos estar enamoradas: de nosotras mismas, de un hombre, de un hijo, de un proyecto, de un trabajo, de un pais, del planeta y —lo més importante~ de la vida misma. Las muje- res enamoradas estén mas cerca de la iluminacién. Para los Angeles y los enamorados, todo brilla. Nuestro amor no es codependencia. La codependen- cia es no saber cémo aplicar nuestro amor, dénde po- nerlo, qué hacer con él. La mayorfa de los hombres no tienen ni idea de los extremos a los que puede llegar una mujer por amor ni de la profundidad de nuestra deses- peracién cuando sentimos que se acaba. No significa que los hombres no vuelen alto ni se estrellen tragicamente. Por supuesto que también les pasa. Pero su amor no ali- menta al mundo de la misma manera que el nuestro. El de ellos es el coche; el nuestro, la gasolina. 86 SEXO Y ALMA El wnico amado con el que siempre se puede contar es Dios. La pareja esencial es de naturaleza divina, una ex- periencia personal totalmente solidaria y llena de perd6n. Hasta el momento en que nos damos cuenta, seguimos buscando el apgyo de hombres que no pueden darnoslo La mayoria de’ los hombres y las mujeres de hoy en dia estan heridos. La busqueda de alguien que no sufre es irrazonable mientras nosotras mismas no sanemos nues- tras disfunciones. Hasta entonces, sdlo encontraremos personas tan heridas como nosotras, a las que tal vez po- driamos sanar, 0 con quienes sanarnos mutuamente. Esto quiere decir que ninguna pareja puede salvarnos, redimir- nos ni dar sentido a nuestra vida. La fuente de salvacién, redencién y sentido esta dentro de nosotras. Recibimos tanto amor como damos. La pasién que mas debemos ali- mentar es nuestra relacién con Dios. Es, en ultima instan- cia, la relacidn con nosotras mismas. No es tan facil como una buena cita, tan divertido com la relacién sexual ni tan teatral como la energfa ro- miantica. Es laborioso. El crecimiento personal, la recupe- racién, la prdctica religiosa, la renovacién espiritual_o como queramos lIlamarlo, son las llaves de nuestro re- torno a la cordura y la paz..Cuando hayamos recobrado nuestra plenitud, estaremos preparadas para enfrentarnos al amor de una persona de este mundo. Hasta entonces, buscaremos una pareja romdntica que nos dé paz, en lugar de recordar que nuestro papel en la relacion es brin- dar la paz que recibimos de Dios y permitir que El la di- funda a toda la humanidad por medio de nosotras. «Cuantas veces me he traicionado olvidandome de (0 mejor dicho, resistiéndome) a los veinte minutos de me- ditacién, la hora de lectura, la reunién espiritual o el grupo de recuperacién que me iba a preparar para la 87 EL VALOR DE LO FEMENINO. montafia rusa en potencia que es una relacién intima? En parte, nuestro problema es que esperamos que los asuntos del amor siempre vayan bien. Y no es asi. De todas formas, las relaciones emocionales no van ni bien ni mal. Samos nosotras las que estamos bien o mal. A menos que nos centremos en nuestro interior, no pode- mos culpar a una relacién de estar descarriada. Ningtin hombre puede convencer a una mujer de que es her- mosa, pero si ella ya sabe que lo es, el hecho de que él esté de acuerdo puede hacerla dichosa Nuestra funcién en la vida es ofrecernos mutuamente espacio para la belleza, que el ser amado pueda irse y en su ausencia seguir sintiendo que somos bellas. El estado de la mayorfa de las mujeres de hoy bordea la histeria. Somos histéricas ruidosas o silenciosas. Nuestra desesperacién se manifiesta externamente, 0 nos recorre el cuerpo en forma de enfermedad ffsica. Estamos deses- peradas por encontrar serenidad y paz. Cuando de pequefias nos ensefiaron (y la mayorfa re- cibimos esa educacién) que nuestro valor residia en lo que hacfamos, como algo opuesto a lo que éramos, auto- maticamente nos desplazamos hacia un modelo psicold- gico masculino ~hacer, hacer y hacer— para poder sentir- nos valiosas. Parece que no se da valor a la experiencia de paz interior, y sin ella no tenemos dénde descansar. Es una sensacién que nos deja espiritualmente desampa- rados tanto a los hombres como a las mujeres. Tengo una amiga, Gwen, una mujer mds o menos de mi edad, que padece un tipo de cancer especialmente maligno. Cuando surgié el tema de la muerte en uno de mis grupos de apoyo, ella comenté que le obsesionaba 88 SEXO Y ALMA desde que era pequefia. Su infancia habia sido terrible, y la unica idea de un posible escape era pensar en la muerte fisica. Antes de que yo la conociera, su psicoinmundlogo le habia dicho =y estoy de acuerdo con él- que su cuerpo simplemente se habfa puesto a tono con su mente. Pero yo conozco a esa chica, y nos incumbe a todas las muje- res tener clara la razén de que se sintiera tan ajena a este mundo como para querer morir. Gwen es la esencia de cierto tipo de feminidad, fragil como un personaje de cuento de hadas. Es la clase de mujer sobre la que lefamos en los libros de cuentos en los que salian Merlin y castillos encantados. No es que ese tipo de mujer ya no exista. Pero sufren muchfsimo de nifias, a menudo se de- primen terriblemente de jovenes, tienen un cancer en su juventud y mueren jévenes Estas chicas no llegan. Se marchitan y mueren. Un pez no puede vivir sin agua; un astronauta, sin una at- mésfera apropiada, y una mujer magica, sin amor ni la percepcién de lo milagroso. Y punto. Vivimos en un medio hostil para las almas sensibles. A veces, la razon de que las personas buenas mueran jévenes es que no quieren seguir dando vueltas por aqui mas tiempo del necesario. Por lo tanto, le dije a Gwen: «De pequefia en realidad no querias morir. Lo que deseabas era vivir. Sencilla- mente no sabfas que el mundo en el que vivias era una muerte en vida» En esta sociedad sabemos muy poco de la busqueda de la iluminacién, y lo peor es que, con nuestra belicosa arrogancia a menudo miramos con desprecio a quienes saben algo de ella. Hemos eliminado la experiencia mis- tica de nuestra base de datos cultural. Y a pesar de todo, 89 EL VALOR DE LO FEMENINO millones y millones de almas hambrientas estén tra- tando de alcanzarla desfilando en un ferviente peregri- naje. Las mujeres estamos a la cabeza de la marcha del hambre espiritual. ;Por qué? Porque es nuestra unica es- peranza.,« Volvamos a Gwen y su cancer. En cada reunién, re- costaba su cuerpo delgado y dolorido en el suelo, sobre cojines, porque las sillas eran demasiado duras para ella, y a su lado siempre habfa un hombre guapo. Era su novio, Daniel, obviamente sano y dedicado al cuidado de Gwen. Qué bella imagen: un hombre preocupado por el dolor de una mujer, presente contra viento y marea, compartiendo con ella esta época de crisis como si fuera suya. Cuando los seres humanos estén juntos, dan testi- monio de su fe y son testigos del dolor del otro, suceden milagros. Si nos aman lo suficiente, nos sanan y nos ayu- dan a mantener nuestra entereza espiritual. Hay un poco de Gwen en todas nosotras, que nos es- forzamos en tratar con el dolor de una situacién dificil, y a pesar de todo, nos aferramos al amor que hemos des- cubierto porque sabemos que es lo unico que puede sal- varnos. Gwen y Daniel luchan, como cada mujer y cada hombre, con las preguntas que iluminan los aspectos fundamentales de la vida: ;Para qué estamos aqui? gCémo sanar? ;Somos, de verdad, los guardianes de nuestro hermano? Tal vez no seamos sus guardianes, pero sf somos su madre, su hermana, su hija... Por su bien, y por el nuestro, debemos empezar a decir que no a las enfermedades que amenazan con matarnos. Algunas ponen en peligro nuestro cuerpo; otras, nues- tra alma. 90 SEXO Y ALMA Una vez le dije a un amante mio que escribirfa un libro de poemas para él y lo titularfa Reciamente follada. Ahora escribirfa otro libro y lo titularia Sinceramente emocio- nada. Es probable que no le interesara a nadie mas que a m{, porque el abrupto camino hacia la paz es mas sobre- cogedor qué la paz misma, y el anhelo de amor es mas apasionante cuando duele Mientras no lleguemos a un punto en que nos harte- mos de sufrir y ansiemos mds que nada un amor pact- fico, inevitablemente seguiremos tomando una ruta do- Jorosa. Estamos destinadas a continuar con nuestros frivolos desastres hasta que nos declaremos vencidas y hartas. ;Cudnto dolor tendremos que sufrir hasta estar seguras de que no queremos mas? Parece que mucho: Nos hartamos, o renacemos, cuando hemos sufrido tanto que empezamos a morir. Las heridas del coraz6n no duran eternamente. Son signos temporales de almas sensibles que han tocado la tierra y este descenso las ha quemado. Cuando la Tierra haya sido redimida y nuestras relaciones se hayan vuelto hacia Dios, entonces nuestras heridas cicatrizaran mila- grosamente. Pero hasta el momento en que conozcamos la fuente de curacién, seguiremos cuesta abajo haciéndo- nos dafio. Es algo que se soporta mientras somos jéve- nes, pero hasta los jovenes envejecen si se les rompe el corazén con demasiada frecuencia. {Qué pensamiento sagrado puede estimularnos a in- tentarlo de nuevo cuando nos sentimos demasiado aba- tidas? Los pensamientos de Dios no andan tan lejos. La verdad est ahi cuando la mente est4_preparada para recibirla. En cuanto se elevan las plegarias, el co- yazon empieza a fortalecerse y a mejorar. Hay muchos libros y muchos maestros. Cuando se deja de hacer el o1 EL VALOR DE LO FEMENINO amor con los enemigos, llegan muchos nuevos amigos En cuanto decidimos hacerlo, empezamos a vernos mutuamente no como éramos. sino como podriamos ser. Podemos optar por ver diosas en cada una de nosotras, ser amigas leales. perdonar y apoyar. La visién de nues- tra inocencia es la experiencia de la luz. Ya conocemos Ja oscuridad: cémo condenar, cémo juzgar. El dolor que sentfamos era un sintoma de nuestra enfermedad, un signo de que nos habiamos alejado del amor. El amor no es un acuerdo cémodo ni una noche de cama. El amor son angeles que flotan en el aire, rodean- donos, llamandonos para buscar juntos el cielo. Y cuando lo hacemos, cambiamos nuestras costumbres. Nos con- vertimos en mujeres nuevas, en hombres nuevos. Enton- ces podemos volver a la cama y refrnos y aullar como so- lfamos hacer, pero mucho mis felices y aliviados. Nuestro objetivo en el amor es amar como reinas, mostrarnos no como nifias sino como mujeres, con fe, caridad y pureza de corazén. El amor es algo muy serio. Hace falta un corazén poderoso para invocarlo con clari- dad y prepararse para su llegada. Debemos reconocer lo perniciosas que son nuestras imagenes culturales predominantes. Miremos donde mi- remos nos presentan la idea de que los hombres juegan con las mujeres, las mujeres juegan con los hombres... y asi son las cosas, asi es el amor. Pero ésa no es la forma del amor, sino la del desamor. sCudntas veces buscamos amor, pero lo dejamos al margen? No pensamos_ en cémo ser amables y afectuosas, sino cémo pescar a un hombre. No pensamos en sus miedos y sus problemas, sino en los nuestros y en cémo puede resolverlos él. No pensamos en él como una totalidad, sino en su dinero, su cuerpo, su trabajo o sus relaciones. 92 SEXO Y ALMA Quizé estos errores no se apliquen a ti. Pero si valen para cualquier pensamiento que entre en tu mente, en- tonces recuerda que el Universo estd grabando todos tus pensamientos y reproduciéndolos en algtin consejo del cielo. Ten en cuenta que todo esta registrado en el libro que llevan, y que ademas cuadra. Sufrimos en propor- cién al montén de tonterias que pensamos. Los pensa- mientos explotadores no son puros, y nuestra funcién en la Tierra es alcanzar cierto estado de pureza. Mientras no lo logremos, el dolor durara Lo siento, chicas, nunca he dicho que fuera facil. Querido Dios, hemos vagado por el desierto durante mucho tiempo, separadas las unas de las otras y de no- sotras mismas. No tenemos por qué volver a las gasta- das f6rmulas de crueldad y traicién. De ahora en ade- Jante, déjanos amarte otra vez y convertirnos en algo nuevo y feliz. Expulsa al diablo, comoquiera que invo- quemos su poder, al infierno y que no vuelva a salir, que no ronde de nuevo por nuestras calles y que no en- venene otra vez nuestras fuentes. Hemos encontrado la llave que abre la puerta y entramos en el jardin de la casa de nuestro padre. Al fin hemos hallado consuelo y libertad. Sonrefmos a nuestros hermanos, abrazamos a nuestras hermanas. Ellos también han llegado. Nadie ha quedado fuera, salvo el diablo, y él ya no puede al- canzarnos. Algunos hombres saben cémo amar a las mujeres, otros no. Algunos saben que recorrer el cuerpo de una mujer suavemente con la lengua, desde los dedos de los pies hasta las orejas, entreteniéndose de la manera mds dulce posible en algunos puntos intermedios, aporta al mundo 93 EL VALOR DE LO FEMENINO. una paz inconmensurable. Si afiaden a la oportuna con- versacién sobre acontecimientos politicos, historia, filo- sofia y arte, algo sobre sus propios sentimientos y los de ella, descubren lo que hace feliz a una mujer. Esta receta para conseguirlo parece relativamente facil, porque lo es. No la menosprecies. No la ignores. Dile que es her- mosa, maravillosa, preciosa. Bésala a menudo y acart- ciale los hombros. Danos un poco, y volaremos. Danos lo que acabo de decir —y no te dejes atrapar por las drogas, el alcohol o ninguna otra obsesién similar— y no podrds creer cémo nos ablandamos. Cuando nos aman, el corazén se nos derrite, y cuando nos aman como te he dicho, somos los seres mds maravillosos y carifiosos del mundo. Cuando los asuntos amorosos no funcionan, hay reac- [ciones quimicas terribles en nuestras células que causan enfermedades, histeria y una tristeza muy profunda. Cuando juegan con nosotras, nos rompen el corazén; ‘\cuando se burlan de nuestra sexualidad, nos sentimos como si hubieran derramado tinta negra en nuestras venas. Ser mujer es algo muy serio. Cuando se nos trata como a algo intrascendente, nos consumimos. En la cama queremos entregarnos. Queremos sentir que él es mas grande, més fuerte, esté encima, manda, y po- dria ser duro si fuese necesario. Fuera de la cama quere- mos lo contrario. ¢Cémo se atreve a ser més grande, mds fuerte, a estar encima, a mandar o incluso a mostrar una pizca de dureza? Es evidente que aqui hay cierta confusién. Entregarse no es una posicién de perdedora en la cama y tampoco lo es fuera de ella. Sin embargo, lo comprendemos sélo 94 SEXO Y ALMA cuando vemos claramente que entregarse no significa ceder, ni perder, ni rendirse. Entregarse basicamente sdlo es relajarse y dejar que otra persona manifieste su propia fuerza. Un amante mfo solfa decirme: «Entrégate, Dorothy»,* cada vez que yo me inflaba demasiado y sélo pensaba en m{. Cuando nos entregamos, no nos abandonamos a un hombre, sino a una parte de nosotras mas suave, menos controladora, mds interesada en la paz que en la discu- sién. No es un juego, es una danza. Y lo que todas buscamos desesperadamente es la ver- dad. Para muchas, admitirlo al principio es como un se- creto sucio. Tenemos miedo de no respetar la l{nea poli- tica correcta. No permita Dios que digamos: «Quiero entregarme». A lo mejor nos tachan de retrégradas o reaccionarias, de querer volver a la cocina en lugar de avanzar hacia la Casa Blanca. Pero entregarnos a nuestra identidad femenina no es una regresion. Es la linea de desarrollo mds progresista, porque en lugar de reprimir nuestras emociones, las res- peta. Estamos definitivamente de camino a la Casa Blanca -{Dios lo quiera!—, al Congreso, al parlamento del estado, al ayuntamiento, a la junta directiva y a cualquier otro puesto de poder mundano. Pero cuando lleguemos, debemos entrar como mujeres, no como hombres vesti- dos de mujer. Ser mujer es mucho mas que tener una va- gina La fuerza femenina es intuitiva, nutriente, un enlace Lo femenino es un sitio interior en el que somos mas re- ceptivas que activas. En este pais, y en este planeta, * Referencia a la frase que la bruja de El mago de Oz escribe en el cielo. (N. de la T.) 95 EL VALOR DE LO FEMENINO los seres humanos tenemos todo lo necesario para sanar al mundo y vivir felices. Disponemos de informacion, tecnologia, talento, dinero, inteligencia y capacidad cientifica. Lo que nos falta es una relacién entre estas cosas que tenga sentido. Tenemos conocimientos pero poca comiprensién Nos falta el contexto, la intencién consciente de usar nuestros recursos para amar y sanar. Y sin ello, no vamos a ninguna parte. Somos como un avidn sin combustible. El amor es el combustible. Concede gracia al progreso y bendice nuestro deseo de poder. Cada vez que deja- mos de manifestar amor, de actuar por amor y de ser testigos del amor, fallamos en nuestra responsabilidad més profunda con Dios y con nosotras. Las mujeres de- bemos mantener vivo este mensaje. Hemos de compren- der su importancia y confidrselo a los demas, susurran- dolo por la noche y gritandolo a plena luz del dia. Si, ha llegado el momento de que las mujeres participemos en las decisiones importantes del mundo. Pero no para contribuir con el poder que fabrica sin sentido, o al que se aspira sin tener presente el amor a la humanidad. Que esto lo sepa todo el mundo y se haga mds fuerte dentro de nosotras: lo que importa es el amor en nuestro cora- zon. Que la tecnologia sirva a nuestro amor y no a nuestra mutua destruccién. Que la inteligencia nos lleve a la paz y no a la guerra. Que nuestro dinero sirva para sanar y no para hacer mas dafio. Es preciso que comprendamos estas palabras. Deben convertirse en una parte nuestra. Es el canto de la Diosa que se abre paso por la Tierra Canta con ella, o perderds tu voz. ek * 96

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