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1. EL INCUMPLIMIENTO
Así como el pago es calificado como el efecto normal de las obligaciones, su efecto
anormal se ha vinculado tradicionalmente con el incumplimiento El CC no lo define, pero
la doctrina tradicional, a partir de lo preceptuado en el artículo 1556, ha sostenido que
existe incumplimiento cuando el deudor no cumple con la prestación debida en términos
exactos, íntegros y oportunos, esto es, no cumple o cumple imperfecta o tardíamente. A
partir de esta norma se han establecido las distintas modalidades que puede asumir el
incumplimiento, y así encontramos las siguientes:
Con todo, la moderna doctrina nacional, a partir de los postulados del nuevo derecho
de la contratación e interpretando armónicamente los artículos 1568, 1569 y 1546 del CC,
ha conceptualizado el incumplimiento como toda desviación del programa de prestación
convenido que conlleve una desarmonía con el interés que las partes se propusieron
satisfacer al momento de celebración del contrato. Notamos la influencia del artículo 1568
al definir el pago, y luego el artículo 1569 nos señala la forma en que se debe cumplir la
obligación y en segundo lugar contiene en su inciso 2° el principio de identidad del pago,
normas que siguen la misma lógica, que el cumplimiento debe hacerse en idénticos
términos a los inicialmente pactados en el contrato, todo lo cual se ve influido por la buena
fe objetiva del artículo 1646. Como se advierte formulan una noción amplia, objetiva y
unitaria de incumplimiento, donde el centro del sistema es el interés del acreedor, que no
es otra cosa que el fin último perseguido por este. Ahora veamos estas tres características:
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- Amplia: Es un hecho amplio puesto que para establecerlo basta la simple
constatación de la falta de coincidencia entre el objeto ideal –lo idealmente
prometido por el deudor– y el objeto real –lo efectivamente ejecutado por el
deudor–; cualquiera desviación respecto del objeto ideal implica el
incumplimiento del deudor
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acreencia1. En efecto, este artículo prescribe que toda obligación personal da al acreedor el
derecho de perseguir su ejecución sobre todos los bienes del deudor, sean presentes o
futuros, exceptuándose solamente los no embargables, designados en el artículo 1618.
Un análisis del art. 2465 nos permite destacar los siguientes puntos en relación
con este derecho de garantía general.
i) Opera respecto de cualquier obligación personal. El artículo expresamente
señala “Toda obligación personal…”. El cumplimiento de cualquier obligación,
sea cual sea su fuente, está protegida por esta garantía, y es por ello que es
correcto denominarla “general”, pues verdaderamente constituye un medio
general de protección.
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Históricamente este derecho se le denominaba “Derecho de prenda general”. Los autores han criticado esta
denominación por cuanto da a entender que tendría alguna vinculación con el derecho real de prenda, en
circunstancias que esta relación no existe (art. 577), ya que en virtud del derecho de garantía general nada
se entrega al acreedor, y tampoco se restringe sólo a bienes muebles.
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futuros…”. Como se aprecia, tanto bienes muebles como inmuebles pueden ser
objetos de este derecho de garantía general. La referencia a los bienes “presentes
o futuros”, implica que la garantía recae sobre todos los bienes que actualmente
tenga el deudor (o sea, al tiempo de la demanda); y no sólo de aquellas que tenía
al tiempo en que se contrajo la obligación. No hay que olvidar que, si bien en
deudor compromete todo su patrimonio al contraer una deuda, no por ello pierde
las facultades de usar, administrar y, especialmente, disponer de sus bienes.. Los
denominados “derechos auxiliares del acreedor”, que veremos más adelante,
tienen precisamente por objeto asegurar que, llegado el momento, haya bienes
suficientes para satisfacer el crédito.
En todo caso, hay que tener presente que el deudor no responderá con la totalidad
de su patrimonio, pues jamás se le podrá privar de aquello que se considera mínimo
para subsistir. La ley, por lo tanto, luego de señalar que responderá el deudor con todos
sus bienes, agrega que se exceptúan solamente los no embargables, designados en el art.
1618. Esta norma debe relacionarse con el art. 445. Conviene tener presente que la
embargabilidad de los bienes es la regla general, de manera que los bienes no
embargables se encuentran expresamente señalados en la ley. Entre estos bienes se
comprende, por ejemplo, el lecho del deudor y su familia, ropa para el abrigo, libros
relativos a la profesión del deudor hasta cierto monto, etc.
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patrimonio con fraude de sus derechos. Esto es así, pues la en la acción pauliana
se expresa o manifiesta el derecho de garantía general, según sea el caso, le sirve
de complemento para hacer efectiva la protección del crédito.
Los derechos auxiliares del acreedor son aquellos que tienen por objeto evitar la
disminución o menoscabo del patrimonio del deudor, obtener que vuelvan a éste bienes que
habían salido o lograr que ingresen bienes nuevos.
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auxiliares”, que harán posible que el principio de la responsabilidad patrimonial tenga
aplicación y que los derechos del acreedor no se vean burlados por el deudor.
Beneficio de separación (art. 1378 y ss. CC). Es un beneficio que tienen los
acreedores hereditarios y los acreedores testamentarios, que consiste en la posibili dad
de solicitar que no se confundan los bienes del difunto con los bienes del heredero, y en
virtud de este beneficio de separación, tendrán derecho a que se les cumplan las
obligaciones en los bienes del causante con preferencia a las deudas propias del
heredero
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bienes, que deberían entrar a su patrimonio, no lo hacen. Al acreedor, no le será
indiferente la actitud que tenga el deudor respecto de los derechos o acciones de que es
titular, pues en los casos que hemos señalados, el no ejercicio de éstos significará que el
acreedor tendrá menos bienes en los que hacer efectivo su crédito.
En atención a esta situación, se otorga la facultad al acreedor de ejercer los
derechos y acciones de que el deudor es titular, en nombre de éste, a fin de que ingresen
determinados bienes al patrimonio del deudor. Este derecho que se reconoce al acreedor
se denomina acción oblicua o subrogatoria, la que, en consecuencia, podemos definir
como la facultad que tiene el acreedor para ejercer determinadas acciones y derechos
que tiene el deudor, con la finalidad de incorporar al patrimonio de éste bienes en qué
hacer efectivos sus créditos.
Es aquella que tiene los acreedores para obtener que queden sin efecto los actos
fraudulentos celebrados o ejecutados por el deudor en perjuicios ellos y hasta
concurrencia de dicho perjuicio.
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A.2. Naturaleza jurídica de la Acción Pauliana
Los autores han discutido la naturaleza jurídica de la acción pauliana, formulando las
siguientes teorías:
- Es una acción indemnizatoria. Quienes sostienen esto señalan que, si bien los
efectos son comparables a los que produce la acción de nulidad, la acción pauliana
conserva su característica fundamental de ser una acción de indemnización, que nace de
un hecho ilícito y que tiende siempre a la reparación del perjuicio sufrido por al
acreedor, y pertenece al grupo de acciones delictuales. La nulidad, que es la
consecuencia de su ejercicio, sólo es un medio de asegurar al acreedor, en la forma más
simple, la reparación a que tiene derecho.
De conformidad al artículo 2468 hay que distinguir los actos y contratos onerosos y
los actos o contratos gratuitos.
Actos y contratos onerosos. El artículo 2468 n°1 se refiere a esta hipótesis exigiendo
la concurrencia de los siguientes requisitos (en la expresión de contratos onerosos se
incluyen actos principales y cauciones reales):
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i) Perjuicio del acreedor o acreedores. Existe cuando el acto ocasiona o
aumenta la insolvencia que debe ser contemporánea al acto y al ejercicio de la acción. Tal
insolvencia debe provenir total o parcialmente del acto ejecutado por el deudor.
ii) Mala fe del deudor: Existe mala fe o fraude pauliano cuando el deudor
conoce el mal estado de sus negocios, no obstante lo cual ejecuta a sabiendas un acto que
ocasiona o aumenta su insolvencia.
iii) Mala fe del tercero que contrata con el deudor. Esto es, que dicho tercero que
adquiere del deudor también esté en conocimiento del mal estado de los negocios del
deudor. En esta especie de actos el legislador es más exigente, ya que el tercero ha
experimentado un aumento en su patrimonio, pero para ello tuvo que desembolsar una
cierta cantidad de dinero que posteriormente tendrá que entrar a recuperar; es por esto
que el legislador no prescinde de su actitud, como sí lo hace en los actos gratuitos; por
ende, sólo sancionará si el fraude pauliano también concurre en él.
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traspasaría un derecho de dicha naturaleza, de acuerdo a los efectos generales de la
nulidad.
El crédito que se invoca para ejercer la acción pauliana debe ser anterior a la
ejecución del acto que se intenta revocar, porque el derecho de garantía general
corresponde a los bienes presentes y a los bienes futuros, pero no a los bienes pasados.
Objeto pedido: que se deje sin efecto el acto ejecutado por el deudor en perjuicio del
acreedor.
i. Esta acción beneficia sólo a los que la intentaron, ello como una consecuencia
del efecto relativo de las sentencias judiciales.
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trate; si se trata de una hipoteca, se cancelará la inscripción correspondiente; y si
es una remisión, renacerá el crédito.
iii. La acción pauliana puede ser atacada por el adquirente, pagando la deuda a
los acreedores.
iv. En cuanto a los efectos entre el deudor y el tercero, si se opta por la posición de
que la acción pauliana no es de nulidad, sino que de inoponibilidad el acto sólo
quedará sin efecto en la parte en que se perjudique a los acreedores que intentan
la acción. Por ejemplo, en una remisión, por 1000 y los acreedores quedan a
salvo con 300, la remisión subsiste en 700.
El artículo 2468 n° 3 indica que prescribe al cabo de un año contado desde la fecha de
la celebración del contrato.
A modo de panorama general, podemos indicar que los medios de tutela, de que
dispone el acreedor frente al incumplimiento del deudor (además de los derechos
auxiliares), son los siguientes: El cumplimiento especifico, la indemnización de perjuicios;
y en el caso de contratos bilaterales, la resolución por incumplimiento y la excepción de
contrato no cumplido3.
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Respecto de estos dos últimos mecanismos, nos remitimos a los apuntes correspondientes, donde han sido
tratados en profundidad.
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Esta perspectiva justifica que en materia procesal se le da prioridad al cumplimiento por parte del deudor,
pudiendo hacer caer la acción indemnizatoria o de resolución si paga a tiempo (art. 490 CPC).
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Así el profesor Fueyo define el incumplimiento como “aquella situación antijurídica que se produce
cuando, por la actividad culpable del obligado a realizar la prestación, no queda la relación jurídica
satisfecha en el mismo tenor que se contrajo, reaccionando el Derecho contra aquél para imponerle las
consecuencias de su conducta”.
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elementos inseparables para poder responsabilizar al deudor y así ejercer los distintos
mecanismos de tutela que mencionamos anteriormente.
Ahora bien, ¿Cómo se articula este panorama de acciones y derechos, según la noción
moderna del incumplimiento? En primer lugar, el enfoque cambia, pues pasamos a una
mirada desde el punto de vista del acreedor, centrándose el sistema en el interés que este
busca satisfacer con el contrato. Así, respecto de la noción moderna del incumplimiento se
han señalado tres rasgos esenciales de este: a) debe ser amplio y unitario (ideas ya
comentadas al principio de estos materiales); b) debe traer aparejada la insatisfacción del
interés del acreedor como consecuencia de su ocurrencia; c) la neutralidad del mismo,
carente de toda imputación subjetiva a la conducta del deudor, por lo que podemos decir
que el incumplimiento por lo tanto considera tanto al excusable, como al inexcusable,
siendo relevante el comportamiento del deudor, solo a efectos de la indemnización de
daños.
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ámbito procesal de esta figura. En este sentido, se ha dicho que la pretensión de
cumplimiento específico, en tanto se encamina a permitir al acreedor la satisfacción en
naturaleza de su interés cuando el deudor no ha cumplido voluntariamente, persigue en
último término el pago de la obligación incumplida, aunque sea coactivamente.
Para que el acreedor pueda demandar el pago por acción ejecutiva deben concurrir los
siguientes requisitos:
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mencionados en el artículo 434 del CPC, pudiendo distinguirse los títulos
perfectos y los imperfectos, dependiendo si requieren una gestión previa a la
ejecución. Esto debe relacionarse con el artículo 1698, toda vez que incumbe
probar la existencia de la obligación a quien lo alega.
ii) Que la obligación sea actualmente exigible. Es decir, que la obligación sea
pura y simple, esto es, no esté sujeta a un plazo o condición pendiente de
cumplimiento (Arts. 437 y 438 inc. 2 del CPC).
iii) Que la obligación sea líquida. Una obligación es líquida si está totalmente
determinada o es determinable. Así, si la obligación es de dar se entiende que
es líquida cuando se encuentra perfectamente determinada tanto en su género
como en su especie. En tanto, si la obligación es de hacer o no hacer, será
líquida cuando exista precisión respecto del hecho que debe ejecutarse o no
ejecutarse. De otro lado, será determinable aquella obligación que puede
liquidarse mediante simples operaciones aritméticas y con los datos
contenidos en el propio título ejecutivo.
iv) Que la acción ejecutiva no esté prescrita. Por regla general la acción
ejecutiva prescribe al cabo de tres años contados desde que la obligación se
hizo exigible (arts. 2515 del CC y 442 del CPC). Para estos efectos presentada
la demanda ejecutiva, el tribunal debe examinar el título y si este tiene más de
tres años contados desde que la obligación se hizo exigible, el tribunal, de
conformidad al artículo 442 del CPC denegará la ejecución7.
o Que se le autorice para que pueda hacer ejecutar el hecho por un tercero a
expensas del deudor. Esta alternativa no existe si se trata de una
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Debemos recordar que en este caso, la acción subsistirá otros 2 años como acción ordinaria, conforme al
artículo 2515 inciso 2°, lo que implica tener que iniciar un nuevo procedimiento declarativo a fin de obtener
un título ejecutivo perfecto.
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obligación de hacer intuito personae a las que alude el artículo 1572 del
CC.
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o Si lo hecho en contravención es susceptible de ser destruido, hay que
subdistinguir:
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Se debe tener presente que la doctrina tradicional ha entendido a la indemnización como una sanción al
deudor incumplidor.
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3.2.a. Función de la Indemnización de perjuicios
Como se adelanto en el acápite anterior, dos son las posibles funciones que la
doctrina le asigna al remedio indemnizatorio: la función de reemplazo o de pago en
equivalencia, y la función de reparación de los daños causados. En esta sección buscaremos
responder a la siguiente pregunta ¿debe la indemnización de daños, limitarse a relacionarse
con el cumplimiento especifico y el pago en equivalencia, o bien puede buscar reparar otros
bienes dañados, distintos del objeto de la obligación, que se han visto perjudicados por el
incumplimiento? La respuesta a esta interrogante la encontramos si logramos dilucidar la
real función de la indemnización de daños.
La doctrina moderna señala que la indemnización acepta esta doble función, pues
como señala el profesor Pizarro la indemnización constituye una ejecución por
equivalencia, pero al mismo tiempo puede corresponder a un medio de reparación de los
perjuicios causados al acreedor producto de la inejecución. Ahora, si bien la doctrina
tradicional ha reconocido la función de reparación de la indemnización9, señalan que la
obligación que debe cumplirse por el deudor es la misma obligación incumplida
previamente, incurriendo en un error, que la literatura más moderna se ha encargado de
aclarar, a fin de dar lógica al planteamiento de la doble función. El profesor Pizarro, es
claro en señalar que en definitiva son dos obligaciones las que surgen en este punto, la
obligación incumplida, que buscara ser satisfecha por la indemnización de daños en su
vertiente compensatoria (como pago equivalente)10 y una nueva obligación, nacida de los
daños causados como consecuencia del incumplimiento, y que serán resarcidos por la
indemnización en su función de reparación.
Esta “Función de reparación”, tiene por objeto tanto reparar los daños patrimoniales,
como compensar los daños extrapatrimoniales, con los límites que la libertad contractual
permita (las partes pueden haber limitado la indemnización a su “Función en equivalencia”)
o los limites que la ley contempla, como el artículo 1558, que limita en principio la
reparación solo de los daños previstos.
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Así lo hacen el profesor Fueyo y Alessandri, entre otros.
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La doctrina tradicional ha estudiado a la indemnización en esta función, como sustitutivo del cumplimiento
específico.
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La indemnización compensatoria que es aquella que procede frente al
incumplimiento total o imperfecto (sea parcial, o defectuoso).
Importancia de la distinción
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Tratándose del incumplimiento de una obligación de dar, no existe norma expresa que
confiera tal opción, suscitándose una discusión doctrinaria.
Una postura más reciente sostiene que el acreedor de una obligación de dar puede
optar por la indemnización, en atención a los siguientes argumentos:
c. Por su parte, el artículo 1489, contempla dos mecanismos de tutela diversos, por
un lado, la resolución por incumplimiento, y por otro el cumplimiento en naturaleza, los
que pueden complementar con la indemnización por los daños causados. Ahora bien, la
expresión “con indemnización de perjuicios” contenida en el inciso segundo del artículo
1489 del CC, debe interpretarse lógica y sistemáticamente a la luz de otras normas
contenidas en el CC y fuera de las normas que expresamente admiten la opción del
acreedor de una obligación de dar en favor de la indemnización.
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d. La indemnización no es un medio de tutela secundario, dado que debe
reconocérsele al acreedor el derecho de demandarla exclusivamente para satisfacer su
interés contractual, más aún si sus requisitos de procedencia difieren de aquellos propios
del cumplimiento en naturaleza y de la resolución.
1) EL INCUMPLIMIENTO
2) LA REPROCHABILIDAD O IMPUTABILIDAD
A. La Culpa
ii) La culpa leve, descuido leve o descuido ligero es la falta de diligencia que
los hombres emplean ordinariamente en sus negocios propios. La expresión
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culpa sin otro calificativo se refiere a la culpa leve. Constituye la regla general
y equivale a la responsabilidad del buen padre de familia. Esta especie de
culpa se opone a una diligencia mediana.
- Si el contrato es gratuito, esto es, beneficia a una de las partes, debe distinguirse si
sólo beneficia al acreedor o si sólo beneficia al deudor.
a) Excepciones legales:
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su confianza), el legislador es más estricto a la hora de establecer el nivel de
diligencia exigido, como forma de proteger al depositante.
El inciso 3 del artículo 2222 indica que el depositario será responsable de culpa
leve:
b) Excepciones convencionales: El inciso final del artículo 1547 del CC faculta a las
partes para alterar estas reglas, es decir, agravar o atenuar el grado de culpa de que deberá
responder el deudor, así por ejemplo en el contrato de comodato, el comodante responde
por culpa levísima, pudiendo estipular las partes que lo haga por culpa leve11.
El inciso tercero del artículo 1547 del CC señala que la prueba de la debida diligencia
incumbe a quien ha debido emplearla y la del caso fortuito al que lo alega.
Esta regla también está contenida en los artículos 1671 y 1674 del CC a propósito de
la pérdida de la cosa que se debe. En efecto, el artículo 1671 dispone que siempre que la
cosa perece en poder del deudor se presume que ha sido por hecho o culpa suya. Por su
parte, el artículo 1674 prescribe que el deudor es obligado a probar el caso fortuito que
alega.
B. El Dolo.
Como indicamos al analizar el dolo como vicio del consentimiento, éste se proyecta
en el Derecho Civil también como elemento del ilícito civil y como elemento agravante de
responsabilidad contractual.
11 En consecuencia pueden estipular: Cláusulas que agraven la responsabilidad del deudor; Cláusulas
atenuantes de la responsabilidad del deudor; Cláusulas que establezcan que el deudor va a responder del caso
fortuito; Cláusulas que establezcan que el deudor va a responder de los perjuicios indirectos; Cláusulas que
eximan de responsabilidad al deudor con la sola limitación que no puede condonarse el Dolo Futuro (existe
objeto ilícito de acuerdo al art. 1465 del CC) ni la culpa grave (porque esta equivale al dolo).
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B.1. Concepto de Dolo
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En los casos de los artículos 968 Nº 5, 1301, 94 n°6 y 2510 N°3 del CC, analizados a
propósito del dolo como vicio del consentimiento.
El inciso segundo del artículo 44 del CC señala que la culpa grave en materias civiles
se asimila al dolo. ¿Cuál es el alcance de esta equiparación?
iv) ¿Se presume o no la culpa grave? Si se aplican las reglas de la culpa se llega
a la conclusión que no tendría que probarse, pues se presume. Pero como se dijo,
el dolo debe probarse, por lo tanto, como consecuencia de la equiparación entre
este último y la culpa grave, se alteraría el onus probandi. La carga de la prueba
sería del acreedor que alega la culpa grave, es decir, ésta no se presumiría.
Entonces, el acreedor que pretende agravar la responsabilidad del deudor y
obtener la reparación de los perjuicios imprevistos deberá probar la culpa grave.
Sin embargo, los autores en su mayoría y la jurisprudencia, estiman que la
equiparación en estudio, no alcanza a la prueba; por lo tanto, el acreedor está
amparado por la presunción de culpa del artículo 1547, ya que éste en
nada distingue al establecer que al deudor le corresponde probar que empleó la
debida diligencia. El profesor Abeliuk, adoptando una posición intermedia,
señala que la solución se encuentra en la siguiente distinción: 1) Si el acreedor se
limita a exigir indemnización ordinaria invocando la culpa grave, nada tendrá
que probar, rige la presunción de culpa; 2) Pero si al invocar la culpa grave,
el acreedor pretende alguno de los efectos especiales del dolo, es decir una
agravación de la responsabilidad del deudor, deberá probar la culpa grave, según
la regla del artículo 1698.
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Son aquellas circunstancias en que a pesar de existir incumplimiento, no existe
responsabilidad, porque falta alguno de sus otros requisitos, generalmente la
reprochabilidad. Estas son las siguientes: el caso fortuito o fuerza mayor, la ausencia de
culpa, el estado de necesidad, el hecho de terceros, el hecho o culpa del acreedor y las
cláusulas modificatorias o eximentes de responsabilidad.
El artículo 45 del CC señala que se “llama fuerza mayor o caso fortuito el imprevisto
al que no es posible resistir, como un naufragio, un terremoto, el apresamiento de
enemigos, los actos de autoridad ejercidos por un funcionario público”.
i) Que el hecho sea imprevisto o imprevisible. Que el hecho sea imprevisible implica
que las partes no lo hayan podido prever al momento de celebrar el contrato. A
propósito de este requisito, la Corte Suprema ha señalado que el hecho es
imprevisto cuando no hay razón especial para creer en su realización, y ni el agente ni
persona alguna colocada en su misma circunstancia habría podido evitar sus
consecuencias
ii) Que el hecho sea irresistible. Esto implica que el hecho debe ser absolutamente
imposible de superar por las partes o por cualquier persona colocada en
circunstancias similares. Para efectos de juzgar la concurrencia de este requisito, no
basta con acreditar que el deudor pudo evitarlo, sino que se utiliza un criterio
objetivo, o sea que el hecho no solo debe haber sido inevitable para el deudor,
sino que para cualquier persona colocada en idénticas circunstancias.
iii) Que el hecho sea involuntario, esto es, ajeno a la voluntad del deudor, porque de lo
contrario se autorizaría a que el deudor dejase de cumplir por un hecho propio.
iv) Que el hecho sea permanente, es decir, sus efectos deben proyectarse en el tiempo.
En caso que sea transitorio, si bien sigue existiendo caso fortuito, sus efectos
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eximentes cesan, por lo que debe procederse al cumplimiento, eximiendo tan sólo
del retardo.
a. Cuando las partes han establecido que el deudor responde por caso fortuito (arts.
1547 inciso final y 1673). Se trata de una cláusula agravatoria de responsabilidad.
b. Cuando el caso fortuito sobreviene por culpa del deudor (art. 1547 inciso segundo),
porque en estricto rigor no sería un caso fortuito.
c. Cuando la ley hace responsable al deudor del caso fortuito (art. 1547 inciso final y
1676). Así por ejemplo, el artículo 1676 señala que quien ha hurtado o robado una especie
o cuerpo cierto no puede alegar caso fortuito si la cosa se destruye. El artículo 1983, en
tanto, impide alegar al colono el caso fortuito para pedir rebaja del precio o renta.
d. Cuando sobreviene durante la mora del deudor (arts. 1547 inciso segundo, 1672 y
1590 inciso primero). Sin embargo, existe una contra excepción a este supuesto: si el caso
fortuito igualmente hubiere sobrevenido teniendo en su poder el acreedor la cosa debida, el
deudor no responde, pues aunque hubiere cumplido la cosa igualmente se hubiere
destruido.
La regla general establecida en los artículos 1547 inciso tercero y 1698 del CC es que
la prueba del caso fortuito corresponde a quien lo alega, pues el incumplimiento se presume
culpable. Esta regla se reitera en el artículo 1674 del CC a propósito de la pérdida de la
cosa que se debe.
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2° El hecho de terceros o hecho ajeno.
- Aplicar por analogía el artículo 2320 del CC. Sin embargo, se ha criticado porque
se trata de una norma prevista para la responsabilidad extracontractual.
- El artículo 1679 al aludir al hecho o culpa de las personas por quienes responde el
deudor se referiría a aquellas normas específicas del CC que contemplan la
responsabilidad del deudor por el hecho de terceros. Por consiguiente, sólo en
tales normas existiría responsabilidad por el hecho ajeno y no en otros supuestos.
Estas normas son:
o El artículo 2000 que indica que el artífice responde por la culpa de las
personas que le sirven.
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o El artículo 2242 que señala que el posadero responde por el hecho o culpa
de sus sirvientes, personas extrañas que no sean familiares o visitantes del
alojado.
- Existe una tercera postura en doctrina, consiste en señalar que el deudor debe
responder por los terceros que emplea o que le sirven para el cumplimiento de una
obligación, lo que implicaría una interpretación amplia del artículo 1679. Para
este caso, quienes resulten ser los terceros, dependerá de la naturaleza del contrato
de que se trate, por ejemplo una empresa que contrate a otra para el cumplimiento
de ciertas funciones determinadas, se hará responsable de las acciones de los
trabajadores de esta otra empresa.
Se trata del caso en que la obligación no puede cumplirse por el hecho o culpa del
acreedor, quien intencionalmente o por negligencia provoca tal incumplimiento.
Con todo, se ha entendido que éstas no proceden en los siguientes casos: Cuando la
ley expresamente las excluye, cuando se trata de daños a las personas, y cuando el deudor
ha actuado con dolo o culpa grave, pues el art. 1465 del CC dispone que la condonación del
dolo futuro no vale.
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Por regla general el deudor debe estar constituido en mora para que pueda
requerírsele indemnización de perjuicios, salvo que se trate de una obligación de no hacer
en que se debe desde la contravención, sin necesidad de mora (art. 1557)
De dicho concepto se deducen los requisitos que deben concurrir para que el deudor
se encuentre en mora12:
Retardo en el cumplimiento.
-Si la obligación está sujeta a una condición suspensiva es exigible desde que se
cumple la condición.
-Si la obligación está sujeta a un plazo suspensivo es exigible desde que vence el
plazo.
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cláusula penal señala que constituido el deudor en mora, el acreedor puede pedir a su
arbitrio el cumplimiento de la obligación principal o la pena, a menos que aparezca
haberse estipulado la pena por el simple retardo.
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b) Interpelación contractual tácita. De acuerdo al artículo 1551 N°2 se produce
cuando existe un plazo tácito que es el indispensable para cumplir la obligación,
de manera que la cosa solo ha podido ser dada o ejecutada dentro de cierto
espacio de tiempo y el deudor lo ha dejado pasar sin darla o ejecutarla. Se dice
que es tácita porque hay un verdadero plazo no expresado, pero que se
desprende de la forma como las partes han convenido el cumplimiento. Esta
interpelación se refiere a las obligaciones de dar y de hacer, por ejemplo, si se
contrata la construcción de un módulo para una exposición, obviamente el
deudor queda en mora si no lo entrega al vencimiento del plazo tácito que está
representado por el día de la exposición; o la torta de novios que se compra para
el día del matrimonio.
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que es únicamente un requisito de exigibilidad de ésta, debiendo el deudor
indemnizar al acreedor aun los perjuicios producidos desde el simple retardo
(desde que se ha producido el incumplimiento)
- Hace responsable al deudor del caso fortuito, a menos que sea de aquellos casos
en que de todas formas se hubiere destruido la cosa de haberse encontrado está en
poder del acreedor (arts. 1547 y 1672).
- El riesgo de la especie o cuerpo cierto que se debe es de cargo del deudor,
configurándose una excepción a la regla general, pues de conformidad al artículo
1550 el riesgo es del acreedor.
La mora del acreedor puede definirse como la resistencia del acreedor a recibir el
pago que le ofrece el deudor en la forma, tiempo y lugar debidos.
Hay que determinar cuáles son las condiciones que debe cumplir el
ofrecimiento que le hace el deudor al acreedor de cumplir con la obligación, o sea ¿cómo
debe el deudor manifestar su intención de cumplir?
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alterar la responsabilidad del deudor. En definitiva, el pago por consignación es
una herramienta que le permite al deudor liberarse, y no sería propiamente una
forma de manifestar su voluntad de cumplir.
- Otra corriente de opinión dice que hay que aplicar por analogía el art. 1551 Nº
3, que reglamenta la interpelación judicial que el acreedor hace al deudor.
Aplicando esto se concluye que es necesario que el deudor requiera
judicialmente al acreedor para que éste sea constituido en mora; pero esta
solución no parece muy convincente, porque el legislador no lo exige
expresamente (las solemnidades no pueden aplicarse analógicamente) y además
porque, para el acreedor, mora y retardo son lo mismo.
- Una tercera corriente señala que para que el acreedor quede constituido en mora,
es menester que el deudor le ofrezca judicial o extrajudicialmente cumplir con la
obligación, esto basado en lo dispuesto en el art. 1680, disposición que
permitiría sostener que basta que el deudor le dé noticia al acreedor de su
intención de cumplir sin que sea necesaria la interpelación judicial (no exige
ninguna calidad especial a la notificación). Por lo tanto, la anterior es la
solución para las obligaciones de dar, respecto de las otras obligaciones hay
una mayor libertad, por lo que bastará cualquier actitud del deudor tendiente a
cumplir.
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El perjuicio patrimonial es todo daño, detrimento o menoscabo que experimenta el
patrimonio del acreedor por haberse producido una disminución real del mismo o porque
se ha visto privado de obtener una utilidad o ganancia. En tanto, el perjuicio
extrapatrimonial, inmaterial o moral es la pérdida o menoscabo que experimenta una
persona en sus bienes o intereses extrapatrimoniales.
A aquella clasificación que distingue dentro del daño patrimonial entre daño
emergente y lucro cesante, se agregan las siguientes:
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- Los perjuicios directos son aquellos que constituyen una consecuencia inmediata
del incumplimiento. Existe, por consiguiente, una relación de causa-efecto entre el
incumplimiento y el perjuicio.
- Los perjuicios indirectos son aquellos que constituyen una consecuencia mediata
o remota del incumplimiento de la obligación. Estos perjuicios no se indemnizan,
porque falta la relación de causalidad que debe existir entre el incumplimiento y
el perjuicio, salvo que las partes hayan pactado que se indemnicen a través de una
cláusula de agravación de responsabilidad.
El ejemplo que suele citarse es el de aquel individuo que compró un animal enfermo
y éste animal contagia al resto del ganado que finalmente muere, lo que impide al individuo
seguir trabajando su fundo y finalmente declarado en quiebra. Son perjuicios directos la
muerte del animal y del resto del ganado. En cambio, es perjuicio indirecto la declaración
en quiebra del dueño del fundo.
- Los perjuicios previstos son aquellos que las partes previeron o pudieron prever
al tiempo de contratar.
- Los perjuicios imprevistos, en cambio, son aquellos que las partes no previeron
ni pudieron razonablemente prever al momento de contratar. Estos perjuicios
sólo se indemnizan si ha existido culpa grave o dolo del deudor.
Se suele citar como ejemplo el caso de un individuo que arrienda un inmueble que
no es de su propiedad y el verdadero dueño ejerce la acción reivindicatoria, debiendo
buscar el arrendatario otro inmueble por el que tiene que pagar una renta mayor. El pago de
la diferencia de esa renta es un perjuicio previsto. En cambio, si el arrendatario hubiera
establecido un negocio y con motivo del traslado pierde la clientela, ese perjuicio es
imprevisto, pues el arrendador no pudo razonablemente prever que el arrendatario iba a
establecer ese negocio. Esta distinción es fundamental, toda vez que los daños previstos se
encuentran dentro del marco de protección del contrato celebrado por las partes, por lo que
puede ser demandada su reparación (siempre y cuando se den los demás requisitos) en todo
caso, a diferencia de los imprevistos, que para poder demandar su reparación tendremos
que acreditar la existencia de dolo, es decir, de la intención maliciosa de causar un perjuicio
mediante el incumplimiento del contrato.
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Tradicionalmente se entendió que el daño moral consistía en el dolor, sufrimiento o
aflicción que experimenta una persona como consecuencia del incumplimiento del
contrato. Pero dicho concepto, se ha ampliado, y en la actualidad debemos entender que el
daño moral consiste en la lesión de intereses no patrimoniales, no susceptibles de
valoración pecuniaria, de que sea titular una persona.
Otros autores, en cambio, postulaban que el daño moral debe indemnizarse, en razón
de los siguientes argumentos:
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No es correcto sostener que la suma que se fije sea arbitraria, puesto que el
juez debe definirla conforme al mérito del proceso y a la prueba rendida.
No es efectivo que para estar frente a una obligación ésta deba tener un
contenido patrimonial.
A partir del año 1994 la Corte Suprema cambio de opinión y comenzó a aceptar la
indemnización del daño moral en sede contractual, invocando los siguientes argumentos:
i. Debe ser un daño efectivo o cierto, lo que implica que el daño debe ser real y
no meramente hipotético (conjetural). La exigencia de certidumbre no se opone a
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la indemnización de daños futuros, como es el caso del lucro cesante, porque el
daño futuro también puede ser cierto en la medida que constituya una proyección
razonable del incumplimiento (en este caso de acreditar todos los antecedentes
que lo justifiquen).
ii. El daño debe ser directo, es decir, debe ser una consecuencia inmediata del
incumplimiento de la obligación de que se trate, o estar directamente relacionado
con ella; por lo tanto, el daño indirecto no es un daño indemnizable, salvo
que dentro de la convención de las partes se haya pactado la reparación de esta
especie de daño. El legislador pone de manifiesto la exigencia de este requisito
en los art. 1556 y 1558, al señalar que los daños susceptibles de indemnización
son los que provienen del incumplimiento, cualquiera sea la forma que este
adopte. Esta es la exigencia mínima que tienen que reunir los daños para ser
indemnizables (esto , como se dijo, es una exigencia que deriva de la necesidad
deuna relación de causalidad).
iii. Por regla general deben ser previsibles, es decir, aquellos que las partes
previeron o pudieron prever al tiempo del contrato. La excepción a este
requisito es la existencia de dolo o culpa grave, ya que en este caso también
se responde por los daños imprevistos, siempre que sean una consecuencia
inmediata y directa del incumplimiento.
De conformidad al inciso primero del artículo 1698 del CC la prueba de los perjuicios
corresponde al que lo alega, esto es, al acreedor. Es él quien debe probar la existencia y el
monto de los perjuicios. Sin embargo, esta regla admite dos excepciones:
- Las obligaciones dinerarias, pues la regla segunda del artículo 1559 n°2 indica
que el acreedor no tiene necesidad de justificar perjuicios cuando sólo cobra
intereses; basta el hecho del retardo.
- La cláusula penal, dado que el artículo 1542 dispone que habrá lugar a exigir la
pena, aunque no haya sufrido perjuicios o incluso aunque el incumplimiento le
haya generado un beneficio al acreedor.
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La avaluación de perjuicios es el proceso por el cual se determina el monto de los
perjuicios, cuya procedencia previamente ha sido acreditada. Existen tres tipos de
avaluación de perjuicios: la avaluación legal, la avaluación convencional y la avaluación
judicial.
-La avaluación convencional es aquella que realizan las partes a través de la cláusula
penal.
- Por regla general, en materia de perjuicios, estos deberán ser probados por el
acreedor, así este deberá acreditar: la existencia de la obligación; su
incumplimiento (la culpa se presume); y la existencia de perjuicios.
El artículo 173 del CPC permite dividir la discusión en dos etapas. En un primer
juicio se probará la procedencia de la obligación de indemnizar y en un segundo juicio la
especie y monto de los perjuicios.
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El CC define la cláusula penal en el artículo 1535 como aquella “en que un persona
para asegurar el cumplimiento de una obligación se sujeta a una pena que consiste en dar
o hacer algo en caso de no ejecutar o retardar la obligación principal”. La cláusula penal
se encuentra regulada en el Libro IV, título XI “de las obligaciones con cláusula penal”,
en los artículos 1535 a 1544. Es una avaluación convencional, y su pago tiene lugar
habiendo o no perjuicios, aquí sólo basta el incumplimiento. Distinta es la situación de
las convenciones que limitan el monto de la indemnización a una suma alzada, en donde
necesariamente se deben probar los perjuicios
La cláusula penal cumple tres funciones en nuestro derecho: actúa como avaluación
anticipada de los perjuicios; como caución personal; y como pena civil.
o La cláusula penal puede consistir en dar o hacer algo, pero nada impide que
consista en no hacer algo. De hecho esta es una diferencia respecto de la avaluación legal y
judicial que se traducen en dar una suma de dinero.
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1472, pues señala que la cláusula penal se puede constituir para asegurar una obligación
natural.
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o La pena es divisible o indivisible, según el carácter de la obligación
principal (art. 1540).
o Que las partes así lo hayan estipulado (art. 1537 parte final).
Si es moratoria, no existe inconveniente para que las acumule, puesto que persiguen
una finalidad diversa.
La regla general es que no, salvo que así se hubiera estipulado expresamente, pero
siempre podrá pedir la indemnización o la pena (arts. 1543 y 1537).
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B.4. Cláusula penal enorme
a. Caso del contrato bilateral oneroso conmutativo. Para que tenga lugar la
cláusula penal enorme, el artículo 1544 exige que concurran tres condiciones:
o Que el contrato sea oneroso conmutativo, esto es, las partes puedan anticipar
el beneficio que les reportará y la prestación de una de las partes se mire como
equivalente de la otra.
Otra parte de la doctrina sostiene que la pena puede ser hasta tres veces la
obligación principal, porque la pena es el duplo de la obligación principal y se le suma la
obligación principal.
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b. Caso del mutuo con intereses excesivos. En este caso la pena se traduce en el
pago de intereses penales que no puede exceder del máximo que la ley permite estipular.
Así lo indica el artículo 1544, precisando que podrá rebajarse la pena en lo que exceda al
máximo que la ley permita estipular.
En estos casos, la avaluación se refiere solo a los perjuicios por la mora, toda vez que
el cumplimiento específico siempre es posible, no existiendo cláusula penal compensatoria.
Lo que hace el legislador en el art. 1559, en primer lugar, es fijar el monto de los
perjuicios en una determinada tasa de interés; y en segundo lugar, liberar al acreedor de
tener que probar los perjuicios. En lo demás rigen las reglas generales, lo que implica que el
acreedor tendrá la carga de probar que ha existido un incumplimiento, y que el deudor
ha sido constituido en mora. En cuanto a la culpa de este, debemos recordar que esta se
presume.
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Estos se van a deber desde que el deudor quede colocado en mora, es decir,
una vez que se produzca la interpelación por algunas de las formas
establecidas en el artículo 1551. En cuanto a los intereses que debe pagar el
deudor moroso, dicho precepto da dos reglas:
Dentro de las obligaciones de dinero se distinguen las que surgen de las denominadas
operaciones de crédito de dinero. La Ley 18.010 de 1981 establece normas para las
operaciones de crédito dinero y otras operaciones que indica y en su artículo 1° define estas
operaciones como aquellas en virtud de las cuales una de las partes entrega o se obliga a
entregar una cantidad de dinero y la otra se obliga a pagarla en un momento distinto al
que se celebra la convención.
De este concepto, se deduce que las operaciones de crédito de dinero pueden ser
originarias o derivadas, ya que la norma habla de “…y la otra se obliga a pagarla…”,
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dejando en este caso abierta la posibilidad de que el pago no consista propiamente en
dinero, es decir, ese pago en dinero, no es consecuencia de una primera entrega dineraria
realizada al futuro deudor, como en los ejemplos que veremos más adelante.
El inciso segundo de esta ley señala que se consideran también operaciones de crédito
de dinero el descuento de documentos representativos de dinero, sea que lleve envuelta o
no la responsabilidad del cedente14.
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suma de dinero se calcula sobre el capital reajustado. No constituyen interés las costas
personales ni procesales
a) En cuanto a su fuente, los intereses pueden ser estipulados por las partes o
por la ley.
b) En cuanto a la forma en que se fija la tasa, los intereses pueden ser legales,
corrientes o convencionales.
- Los intereses por el uso son aquellos que se devengan durante la vigencia del
crédito (fase de normalidad de la obligación) por el hecho de aprovechar el
deudor el dinero del acreedor.
- Los intereses penales o moratorios son aquellos que se deben por el retardo en el
cumplimiento de la obligación. Se devengan en la fase de anormalidad por
mandato de la ley en el caso del inciso primero del artículo 1559 o por
estipulación de las partes.
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En una obligación de dinero, ¿Qué intereses se deben pagar?
Hay que distinguir si se trata de una operación de crédito de dinero regida por la Ley
18.010 o de una obligación de dinero no regida por La ley 18.010.
Fase de normalidad: En esta fase rigen los intereses por el uso y si las partes los
han pactado rigen en la medida que no excedan el interés máximo convencional. Si excede
dicho interés se rebaja al interés corriente al momento de la convención (art.8 de la ley
18.010). En el evento que las partes no hayan pactado un interés se aplica el interés
corriente de conformidad al artículo 12 de la Ley 18.010, puesto que las operaciones de
dinero no se presumen gratuitas, salvo pacto en contrario.
Fase de anormalidad. En esta fase rigen los intereses penales y si las partes los han
pactado se aplican éstos en la medida que no excedan el interés máximo convencional. Si
las partes nada dicen el deudor deberá intereses corrientes desde el retardo o deberá el
interés por el uso si éste fuera superior al interés corriente.
Fase de normalidad: En esta fase rigen los intereses por el uso y si las partes los
han pactado rigen en la medida que no excedan el interés máximo convencional. Resulta
aplicable el artículo 2206 del CC que señala que el interés convencional no tiene más límite
que el designado por una ley especial, salvo que no limitándolo la ley se pruebe exceder en
la mitad al interés corriente al momento de la convención, en cuyo caso será reducido por el
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juez al interés corriente. Si las partes no han pactado interés, éstos no se deben, puesto que
no se presumen.
El Anatocismo
Operaciones de crédito de dinero regidas por la Ley 18.010. Debe distinguirse la fase
de normalidad de la obligación y la fase de anormalidad de la obligación.
Fase de normalidad. No existe norma expresa, pues no resulta aplicable la regla del
artículo 1559 n°3 del CC, pues ésta se refiere a los intereses moratorios. Por consiguiente,
se aplica por analogía el inciso 1 y 2 del artículo 9 de la ley 18.010. No existe anatocismo.
Fase de anormalidad. Se aplica la regla del artículo 1559 n° 3 del CC, según la
cual los intereses atrasados no producen interés. No existe anatocismo.
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La reajustabilidad pretende la adecuación de la indemnización o del monto de una
obligación de dinero al verdadero valor adquisitivo del dinero. Por consiguiente, supone la
corrección del monto de la indemnización o de la obligación con el propósito que la suma a
pagar no se vea afectada por la depreciación o desvalorización del dinero producto de la
inflación.
El principio del realismo monetario, en cambio, se construye sobre la idea del valor
real, funcional o de cambio del dinero, que está representado por los bienes que se pueden
adquirir con ese dinero. En consecuencia, el deudor no cumple entregando la misma suma
de dinero que la pactada en el contrato, sino que debe corregirla conforme a la
desvalorización del dinero.
Operaciones de crédito de dinero regidas por la Ley 18.010. Las partes pueden
pactar el sistema de reajustabilidad que estimen pertinentes, conforme lo señala el artículo 3
de la mencionada ley. Si nada señalan, no se aplicaría sistema de reajustabilidad alguna.
Los sistemas de reajustabilidad que pueden pactar las partes son cláusula oro o valor
oro, cláusula moneda extranjera, cláusula mercadería o la reajustabilidad de conformidad a
la variación del IPC. De hecho, el artículo 3 de la Ley 18.010 permite pactar cualquier
forma de reajuste si se trata de una operación en moneda nacional en que no intervenga
ninguna empresa bancaria, caja de compensación de asignación familiar, compañía de
seguro o cooperativa de ahorro y crédito o cualquier otra institución colocadora de fondos
por medio de operaciones de crédito de dinero en forma masiva, según lo define el artículo
31 de la ley.
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debemos estar al principio del nominalismo, toda vez que es el que rige conforme al Código
Civil.
El principio rector en esta materia es que la reparación de los perjuicios debe ser
completa o integral, de modo que la indemnización debe reajustarse, aunque las partes no la
hayan pactado.
Con todo, alguna doctrina ha sostenido que antes que el deudor incurra en mora no es
procedente la reajustabilidad, porque si el acreedor no tuvo la precaución de protegerse de
la desvalorización pactando una cláusula de estabilización, se concluye que asumió el
riesgo de la desvalorización del dinero. Por consiguiente, el deudor se liberará pagando la
suma estipulada en el contrato.
El problema se presenta cuando existen varias causas que pueden haber originado el
daño, pues hay que determinar si entre ellas y el daño existe una relación de causalidad. En
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tal sentido se han formulado varias teorías, entre las que destacan la teoría de la causa
próxima, la teoría de la causa eficiente, la teoría de la causa adecuada y la teoría de la
equivalencia de las condiciones.
La teoría de la causa próxima postula que la causa del daño es aquella más cercana en
el tiempo a éste. Se le critica por su sencillez, dado que muchas veces el daño no proviene
de la causa inmediata sino de otras que la preceden.
La teoría de la causa eficiente sostiene que la causa eficiente es la más eficaz para
provocar el daño y es la antesala de la teoría de la causa adecuada.
La teoría de la causa adecuada postula que no todos los acontecimientos que preceden
al daño tienen igual importancia, sino que el daño debe asociarse a aquel antecedente que
según el curso normal de los acontecimientos ha sido la causa directa e inmediata del
perjuicio.
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